Adoración Cuaresmal
Adoración Cuaresmal
Adoración Cuaresmal
Canto introductorio.
Exposición (estaciones).
Canto.
Altísimo Señor…
ORACIÓN:
Señor que en tu infinita misericordia nos invitas a todos a inclinar la cabeza en señal de humildad y a
pedir perdón por nuestros pecados, recordándonos que en pena de nuestras culpas un día volveremos al
polvo, concédenos abrir nuestros corazones al arrepentimiento y a la esperanza. Que este tiempo de
Cuaresma nos prepara para la celebración del misterio pascual en el cual Cristo salva al hombre del
pecado y a la muerte eterna y transforma la muerte corporal en un paso a la vida verdadera, a la
comunión beatificante y eterna con Dios. Amén.
*Palabra de Dios
Canto.
Renuévame, Señor Jesús, ya no quiero ser igual
Renuévame, Señor Jesús, pon en mi tu corazón.
Porque todo lo que hay dentro de mí, necesita ser cambiado Señor
Porque todo lo que hay dentro de mí, necesita más de Ti
Esto dice el Señor: Conviértanse a mí de todo corazón, en ayuno, en llanto y en gemidos. Rasguen sus
corazones y no sus vestiduras (Joel 2, 12. 13)
El elemento esencial de la conversión es en verdad la contrición del corazón, un corazón roto, golpeado
por el arrepentimiento de los pecados. Este arrepentimiento sincero incluye de hecho el deseo de
cambiar de vida e impulsa a ese cambio real y practico. Nadie está libre de este empeño: todo hombre
aun el más virtuoso, tiene necesidad de convertirse, es decir, volver a Dios con más plenitud y fervor,
venciendo aquellas debilidades y flaquezas que disminuyen nuestra orientación total hacia Él.
No solo el que está en pecado mortal tiene necesidad de esta reconciliación con el Señor, toda falta de
generosidad, de fidelidad a la gracia, impide la amistad íntima con Dios, enfría las relaciones con él, es
un rechazo de su amor y por lo tanto exige arrepentimiento, conversión, reconciliación.
Breve silencio.
Canto.
Madre, ora por nosotros para que podamos disponer nuestros corazones al arrepentimiento y a la
esperanza que este tiempo nos ofrece la Iglesia, que comprendamos que el pecado y la muerte son
vencidos por Cristo muerto y resucitado.
1er. Misterio. Amas a todos los seres, Señor y no odias nada de lo que has hecho, a todos perdonas,
porque somos tuyos, Señor, amigo de la vida.
2do. Misterio. Dios nuestro, que te inclinas ante el que se humilla y encuentras agrado en quien expía
sus pecados, escucha benignamente nuestras suplicas y derrama la gracia de tu bendición para que en
este tiempo de gracia , podamos llegar, con el corazón limpio a la celebración del misterio pascual de tu
Hijo.
3er. Misterio. La debilidad humana por una parte y las preocupaciones de la vida cotidiana, apartan
frecuentemente al hombre de su empeño esencial; por eso la Iglesia durante, el tiempo de preparación de
la semana santa invita a todos a recogerse más profundamente, a escuchar con más frecuencia la
Palabra de Dios, a una oración más intensa, para que cada uno examine su comportamiento y procure
siempre conformarlo más a la ley, a la voluntad del Señor.
4to Misterio. La Cuaresmo debe ser una época de verdaderos ejercicios espirituales orientados a la
revisión y a la reforma de la vida, que nos dispongan a celebrar con mayor pureza y fervor el misterio
pascual en el que culmina y se cumple la obra de la salvación.
5to. Misterio. El Cristianismo no admite componendas, no se puede elegir a Dios al mismo tiempo y
seguir al mundo, condescender con las pasiones, fomentar el egoísmo, favorecer los malos deseos y la
ambición. Quien vacila y no sabe colocarse totalmente de parte de Dios, del Evangelio, de Cristo,
demuestra que no está firmemente convencido de que Dios es el único Señor digno de ser amado y
servido con todo el corazón.
Oremos para que nuestros corazones sirvan solo a Dios con todo el corazón.
Padre nuestro. Ave María. Gloria.
Canto mariano.
Oremos en Silencio.
Por las necesidades de todas las familias del mundo, por los perseguidores de la Iglesia y por todos los
enfermos y consagrémoslos al Corazón Inmaculado de María para que ella interceda por todos nosotros.
Jesús que eres azotado en nuestras Iglesias. Te adoro en todas las partículas esparcidas. Tómame como
tu Sagrario, tu trono, tu altar; sé que no soy digno, pero Tú quieres estar entre los que te amamos y yo te
quiero amar también por los que no te aman, hazme digno de recibirte a Ti, Que mi amor sea lámpara
que arda ante Ti.
¡Oh Jesús, qué larga es la vida del hombre aunque se dice que es breve!
Breve es, mi Dios, para ganar con ella vida que no se puede acabar,
Mas muy larga para el alma que se desea verse en la presencia de Dios.
¡Alma mía, cuando será aquel dichoso día que te has de ver ahogada en el mar infinito de la suma
verdad!
Entonces entrarás en tu descanso cuando te entrañares con este sumo Bien.
Y entendieres lo que entiende y amares lo que ama y gozares lo que goza.
Ya que vieres perdida tu mudable voluntad, ya, ya nomás mudanza;
Ya no podrás, ni desearás poder olvidarte del sumo Bien, ni dejar de gozarle
Junto con su amor.
¡Bienaventurados los que están escritos en el libro de la vida!
Mas tú alma mía, si lo eres, ¿Por qué estas triste y me conturbas?
Espera en mi Dios, que aún ahora me consagrare a él mis pecados y sus
Misericordias.
¡Oh Señor! Más quiero vivir y morir en pretender y esperar la vida eterna
Que poseer todas las creaturas y todos los bienes que se han de acabar.
No me desampares, Señor, porque en ti espero no sea confundida mi esperanza.
Canto.
Reserva y Bendición.
Alabanzas y despedida.
"Jesús respondió: «Mi realeza no es de este mundo». [...] Pilato le dijo: «¿Entonces tú eres rey». Jesús
respondió: «Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la
verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz».” (Juan 18, 36-37)