Los Caminos Del Lafkenmapu TIRUA
Los Caminos Del Lafkenmapu TIRUA
Los Caminos Del Lafkenmapu TIRUA
Colección Etnografía
Volumen IV
©Servicio Nacional del Patrimonio Cultural. 2019.
Inscripción N° 309.973
ISBN 978-956-244-460-6
Subdirectora de Investigación
y Directora Responsable
Susana Herrera Rodríguez
Editora de textos
Pilar de Aguirre Cox
Fotografías
Yuri Jeria Muñoz
Índice de Figuras
11
PRESENTACIÓN
13
INTRODUCCIÓN
15
EL NGUILLATÚN LAFKENCHE
151
Nguillatún de antaño
Preparación del Nguillatún
Instalación del rewe
Comienzo del Nguillatún: primera rogativa
En la noche
Rogativa principal al amanecer
Rogativa en el mar
Continuación de la ceremonia principal
Finalización del Nguillatún
Nguillatún para hacer llover
Conclusión
AGRADECIMIENTOS
199
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
201
ÍNDICE DE FIGURAS
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Uno puede encontrar en estos textos las voces de los otros, de Arístides
Norín, de Manuel Tapia, de Juan Huenupil, de Raúl Portiño, de Juan Rojas,
por nombrar solo algunos.
Podemos entender que la niebla no es un obstáculo, sino un vehículo
para llegar, con cuidado, a los otros y, en el proceso, encontrarnos:
“La niebla asciende del mar por los acantilados, más allá de Kingsport.
Sube, blanca y algodonosa, al encuentro de sus hermanas las nubes, reple-
tas de sueños de húmedos pastos y cavernas de leviatanes. Y más tarde, en
tranquilas lluvias estivales que mojan los empinados tejados de los poetas,
las nubes esparcen esos sueños, para que los hombres no vivan sin el rumor
de los viejos y extraños secretos y maravillas que los planetas cuentan a los
planetas, solos en la noche (Lovecraft, 1970 [1931]: 94).
Daniel Quiroz
Linderos, 23 de septiembre de 2019
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INTRODUCCIÓN
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
1
Se extiende por la costa ubicada al sur del río Tirúa, adyacente al poblado del mismo nombre, hasta
el límite con la comuna de Carahue por el sur.
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Introducción
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
fines del siglo xix y comienzos del siglo xx, que podemos considerar parte los
primeros esfuerzos etnológicos serios realizados en Chile. Resulta también
relevante destacar el texto de Pascual Coña, que es fruto de los apuntes del
padre Ernesto Wilhelm de Mösbach sobre las entrevistas que sostuvo con
este anciano cacique mapuche entre 1924 y 1927, y del cual he usado su
relato sobre el juego del palín. Finalmente, incorporo textos y referencias
de dos antropólogos clásicos en los estudios sobre la sociedad mapuche en
el siglo xx, Misha Titiev y Louis Faron, cuyos relatos etnográficos, a mi pa-
recer, son importantes de considerar como referencias y cuya data, de me-
diados del siglo pasado, permite hacer un nexo directo con los relatos de los
informantes lafkenches.
Como mencioné, los textos de este libro obedecen a diferentes estilos de
escritura, algunos en primera persona, lo que evidencia la experiencia etno-
gráfica del autor, el cual está presente permanentemente en el contexto del
trabajo de campo y de la escritura que los sustenta. En otros se hace hincapié
en el sentido y la extensión del relato textual que los informantes entregaron
en las conversaciones mantenidas por los etnógrafos que estuvimos con ellos
en esos años. En este ámbito, me parece pertinente presentar los relatos de
mis informantes lo más apegado a la esencia de su habla, respetando en todo
lo posible sus formas discursivas, editándolos lo mínimamente necesario para
hacer fluida su lectura y acercarlos al sentido del texto que como autor fui
construyendo con su ayuda. Los tiempos de escritura y ensamble de estos
textos van desde el año 2000 hasta 2008 en lo general. Algunos de esos tex-
tos estaban incompletos, por lo que para esta edición terminaron de tomar
forma.
En lo que respecta a la isla Santa María, llegué allá en enero de 2000,
como parte del equipo de etnografía del proyecto Fondecyt N° 1990027
“Estrategias adaptativas en sistemas culturales insulares del litoral higro-
mórfico chileno”, a cargo de Daniel Quiroz. En el marco de este proyecto
coordiné al equipo de etnografía en el trabajo de campo, compuesto por los
antropólogos tesistas Juan Pablo Escobar, Felipe Maturana y Walter Imilan.
También desarrollé gran parte del trabajo etnohistórico. En lo particular, rea-
licé tres jornadas de trabajo de campo en la isla Santa María, una en enero de
2000, otra en febrero del mismo año y la tercera en enero de 2001, cada una
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Introducción
de tres semanas. Por otra parte, en 2000 revisé el Archivo Nacional y la Sala
Medina de la Biblioteca Nacional, luego de lo cual redacté dos informes para
el proyecto, los cuales constituyen la base del primer texto de este libro. Cabe
mencionar a las personas que fueron mis facilitadores e informantes en esta
aventura etnográfica insular: don Juan Rojas Matta, mi principal informante, y
su esposa Hilda; la señora Patricia Carrillo y sus hijas Pamela y Marcela, quie-
nes nos acogieron en su pensión y nos guiaron en nuestra estancia; don Juan
Herrera, Simón Muñoz, Miguel Carrillo y Juan Chinga. Todos ellos en Puerto
Sur. En Puerto Norte, la señora Eva Larraín y don Francisco Moya.
De la experiencia de las tres temporadas de campo en la isla Santa
María, además del trabajo en archivo descrito, resultan dos textos, uno
de carácter etnohistórico y otro etnográfico, siendo este último incluido
en el presente volumen. El primero es una narración en un estilo neutro
que muestra las evidencias históricas y etnohistóricas que en 2000 encon-
tré al revisar las fuentes bibliográficas clásicas y fuentes manuscritas en
el Archivo Nacional y en la Sala Medina de la Biblioteca Nacional, escrito
como informe para el proyecto Fondecyt N° 1990027. Por su característica
histórica no está incluido en esta edición. El segundo, también un informe
para el citado proyecto Fondecyt, es un relato de caracterización etno-
gráfica de la isla, sus habitantes y sus actividades económicas, centrado
fundamentalmente en relevar el sacrificado trabajo de recolección de algas,
fuente principal de ingreso de una gran parte de las familias de Puerto
Sur y Puerto Norte. Aquí, el relato en tercera persona del etnógrafo se va
complementando con los relatos en primera persona de los recolectores y
pescadores que fueron mis informantes. Para este texto, sinteticé los ante-
cedentes históricos del primer escrito, de modo de ampliar el contexto del
texto etnográfico. Ambos escritos se incluyeron en el informe final de dicho
proyecto en el año 2002.
Como se indicó, los diez textos que forman parte de este libro los escribí
entre 1998 y 2008, y fueron revisados y complementados entre febrero y ju-
nio de 2019, como parte de su preparación para esta publicación. Algunos de
los relatos que se incorporan en los textos sobre Tirúa Sur les fueron entrega-
dos en entrevistas a Walter y Soledad, con cuya anuencia se incorporan en va-
rios de los textos que aquí se publican, por lo cual les manifiesto mi gratitud.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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ACTAS DE UNA MIRADA INCONCLUSA EN ISLA SANTA MARÍA2
La isla Santa María fue descubierta en marzo de 1550 por una expedición
comandada por Juan Bautista Pastene, la que por encargo del gobernador
Pedro de Valdivia debía explorar la costa en busca de provisiones para la
recién fundada ciudad de Concepción. Nos dice Tomás Thayer Ojeda que
“la expedición se verificó en espléndidas condiciones, y después de tomar
posesión de una isla que denominó Santa María, regresó Pastene con abun-
dante provisión de maíz y otros alimentos” (Thayer Ojeda, 1914: 404). Por
su parte, el historiador Francisco Encina señala que “Pastene recaló en la isla
de Talca [Santa María de hoy] y regresó con abundantes provisiones, obse-
quiadas por los naturales, y con informes muy halagadores sobre la tierra.
(...) Los naturales no habían opuesto resistencia a Pastene, y aun habían
traído algunos indios y caciques” (Encina, 1983: 194). Más adelante, en fe-
brero de 1551, luego de la fundación de Concepción, Pastene se embarca
en otra expedición para buscar comida, en la cual son bien recibidos. Entre
esa fecha y mediados del siglo xvii no solo fue visitada por los marinos es-
pañoles, sino también por navegantes holandeses e ingleses. Ya en los siglos
xviii y xix sería objeto de las visitas de numerosos barcos balleneros ingleses
y norteamericanos.
2
Este texto es el resultado de los trabajos de campo etnográfico realizados en la isla Santa María
entre enero de 2000 y febrero de 2002, en el marco del Proyecto Fondecyt 1990027.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Durante el siglo xvii, la isla fue objeto de los afanes misioneros y evange-
lizadores, en particular de la Compañía de Jesús. De estos trabajos, encontra-
mos dos crónicas que nos dan una idea de la isla y sus habitantes.
La primera es del historiador y cronista jesuita Alonso de Ovalle. En su
Histórica Relación del Reino de Chile (1646), dice de la isla Santa María que es
“de lindo y agradable temple, está de la Concepción trece leguas al sudueste
cuarta al sur, en treinta y siete grados y veinte minutos, y de Arauco está solas
tres leguas, por lo cual han dicho algunos que antiguamente parece que estuvo
esta isla continuada con la tierra firme, y que con el tiempo se abrió aquella
boca que la divide de la grande ensenada de Arauco” (Ovalle, 1969: 83). Más
adelante da noticias sobre el adelanto de los trabajos misioneros en ella.
“La tercera salida fue a la isla de Santa María, donde por ser la gente cris-
tiana de algunos años y tener allí corregidor, a quien obedecen, se puede
hacer más. Baptizaron allí los padres muchos, más de la mitad adultos, y
acudieron todos a confesarse con grande gusto, y todos acudían a rezar y
al catecismo, y un cacique que allí estaba muy enfermo, se animó el último
domingo a venir a la misa y sermón, diciendo que una vez que estaban allí
los padres, no quería perder tanto bien, y en su partida mostraron todos
grandísimo sentimiento, cosa nueva entre estos indios y en que se echa de
ver que nos van cobrando afecto” (Ovalle, 1969: 410-411).
“Esta isla [llamase] en el idioma chileno, (...) Punegen, y [en él] de los
Españoles Santa Maria. Yo e estado en ella hartas vezes, y he doctrinado,
confessado, y casado a ley de bendición aquellos indios, que son muy do-
mesticados, y han receuido muy bien nuestra San Fee, y se acomodan a las
costumbres Christianas mexor que los Araucanos, que estan en tierra firme
en frente desta isla. Y siruen al Rey estos Indios en las fregatas, que con-
ducen bastimentos al tercio de Arauco, y cuando estan en la Concepcion,
acuden a oir missa, y a confessarse, como Españoles, lo cual no hazen los
demas indios de las Reducciones de Arauco.
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
»Diuidise esta isla poco mas de una legua de la tierra firma de Labapie,
y como dige, estaba antiguamente continuada, es llana y rasa, estien-
dese tres leguas en longitud, y dos en latitud; refrescanla clarissimos,
y dulces manantiales, y arroyuelos, que la fertilizan, y conseruan en
perpetua amenidad, y verdura; rinde colmadissimas cosechas de tri-
gos, zebada, maiz, papas, y quanto en ella se siembra. Criase el ganado
ovejuno muy gordo, y sabroso por comer yerbas, que participan de
salitral. El mar que la rodea es fecundissimo de pescado, y marisco.
Leña tiene poca, pero lleuansela en imbierno las corrientes de Biobio,
Itata, y otros rios, que en aquel tiempo las endereza a esta isla. Forma
un puerto de mediana capacidad al oriente, y en la punta delicada
esta muy abrigado del Norte. En la parte occidental de este puerto se
encubre un vagio donde han peligrado algunas naues (Rosales, 1989:
260-261).
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“En los tiempos passados auia numerosa poblacion de indios barbaros, age-
nos de toda Religion y Policia, dados a Supersticiones, maleficios, y echi-
zerias, en que se auentajaban a los de las Provincias de sus confines. Por
no desterrarse de su Patria, facilmente se humillaron al iugo del dominio
Español, y reciuieron la ley Evangelica, dexandose gouernar de un corre-
gidor, y un sacerdote, y los Padres misioneros de la Compañía de Jesus de
Arauco ibamos a tiempos a doctrinarlos, dezirles missa, y administrarles
los sacramentos, que reciuian con singular affecto” (Rosales, 1989: 261).
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Poblamiento actual
Actualmente la isla alberga una población cercana a las 2.000 personas3, dis-
tribuidas en dos asentamientos. Puerto Sur, ubicado en el centro de la isla,
es el más grande y más importante, y concentra a cerca del 70% de los habi-
tantes, los principales servicios como el correo, la alcaldía de mar y bombe-
ros. Puerto Norte está en la punta septentrional de la isla, y su población es
menor que la de Puerto Sur. Al igual que este, cuenta con escuela y posta de
salud rural. Según datos del Servicio de Salud Concepción4, en Puerto Sur
viven 1.124 personas y en Puerto Norte 720. Cerca del 90% vive de la pesca
y la recolección de mariscos, así como de la recolección bordemarina de algas
de interés comercial como la luga y el pelillo.
El origen de la población actual de la isla se debe buscar en el momento
en que fue entregada en concesión para su explotación a la Compañía Car-
bonífera de Lota. Sabemos que en 1854 se integró administrativamente a
la provincia de Arauco. El 2 de junio de 1874, por decreto del intendente
de Arauco, se aprobó la explotación, en sociedad colectiva, de los terrenos
carboníferos. Luego, en 1885, el Fisco cedió en usufructo varios terrenos a
la Municipalidad de Arauco, entre los que se cuenta la isla Santa María. Este
municipio fue el que dio en arriendo la isla a la Sociedad Carbonífera de Lota,
que la destinó a la agricultura y la ganadería.
Tal como lo relata don Simón Muñoz, las familias más antiguas de la
isla son las que llegaron a trabajar en la hacienda como inquilinos: “Pa’ no
mentirle, eran como cinco familias, porque les hacían las casas lejos uno del
otro. No se conocían ni las tablas aquí para hacer las casas, eran de totora,
paja, ratonera, esas eran las casas isleñas antes”5. Es el caso de los Muñoz y
los Chaparro, quienes se consideran a sí mismas las familias originarias de la
isla. “Los otros son todos de afuerinos, llegados hace poco”, dice don Simón
Muñoz. Sin embargo, no todas las familias de la isla son descendientes de
3
Los isleños estiman 3.000 habitantes, 2.000 en Puerto Sur y 1.000 en Puerto Norte.
4
Estos datos deben considerarse subestimaciones, ya que solo consideran la población que se atiende
en las postas.
5
Entrevista a Simón Muñoz, Puerto Sur, 2000.
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
6
Entrevista a Tito Herrera, Puerto Sur, 2000.
7
Fundamentalmente desde Lota, Coronel, Talcahuano y Tomé, y en mucho menor medida de otras
regiones del país.
8
Entrevista a Simón Muñoz, Puerto Sur, 2000.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“Yo llegué el año 1927 a la isla, venía de la edad de cuatro, cuatro años y yo
nací el veintitrés, ¡claro!, de cuatro llegué a la isla. Me acuerdo que aquí la
población de la isla... la caleta se componía como de... por decir 25 casas,
15 casas a todo reventar, por ahí, y lo que había en ese tiempo aquí era
agricultura y pesca, la agricultura era el fuerte, criaban cualquier cabeza
de animales, vacuno y ovejuno también. Me decían los más antiguos de la
caleta que lo primero que arrendaron la isla Santa María fueron lo... los
jefes de la Compañía de Lota... parece que los Cousiños estuvieron metíos
en el arriendo, con un, con un señor de apellido don Enrique Macía. En ese
tiempo se trabajaba con animales... crianza de animales, se sacaban de aquí,
tenían propiedades en Colcura, y venía un remolcador con lanchones a car-
gar animales aquí, animales vacunos y corderos, pero en cantidad industrial
criaron lo animales en ese tiempo”9.
“Mi padre llegó a la isla por ahí por 1920, más o menos. A él lo trajeron
los arrendatarios de la isla que eran los Cousiño, de Lota. Ellos tenían una
hacienda acá, [en donde] había crianza de animales. Había harto ganado,
ovejas, caballos, vacunos. Se sembraba harto también, mucho. En ese tiem-
po la gente vivía... acá habían ‘pueblas’, que le llamaban en el campo, por
todos lados en la isla estaban dispersas y ahí trabajaban en el campo y un
poco aquí en la pesca también, poquísimos. Más de diez pescadores no
9
Entrevista a Miguel Carrillo, Puerto Sur, 2000.
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
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Entrevista a Juan Chinga, Puerto Sur, 2000.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
No todas las familias que habitan actualmente la isla tienen un origen simi-
lar. En la década de los sesenta, y sobre todo en la de los setenta, cientos de
personas arribaron a trabajar en lo que los isleños llaman la “fiebre del oro
negro”, la fiebre del pelillo. La importancia económica del pelillo comenzó
a mediados de los años sesenta cuando, por incentivo de empresas exporta-
doras, el abundante pelillo de la isla comenzó a ser extraído y secado para
su comercialización. La abundancia de este recurso, lo sencillo de las faenas
(acumular, secar, limpiar y entregar) y los relativos buenos precios de compra
del producto hicieron que de a poco fueran llegando personas de diversas
partes de la región en un primer lugar, y del país más tarde. La inmigración
se acentuó a mediados de los años setenta, cuando la isla llegó a tener, según
estimaciones de algunas personas, cerca de 6.000 habitantes. Cuando la pro-
ducción de pelillo declinó a mediados de los años ochenta, muchas de estas
familias abandonaron la isla; sin embargo, muchas se quedaron y siguieron
trabajando en la extracción y recolección de algas marinas, adoptando esta
actividad como fundamento para su modo de vida.
Este boom del pelillo se concentró fundamentalmente en Puerto Sur. En
esa localidad encontramos definidos los espacios de ocupación de las distintas
épocas de migración, en donde claramente se perciben las distintas formas
de trabajo que desempeñan sus ocupantes. Desde el sector aledaño al muelle
hacia el sur, los habitantes provienen, en su gran mayoría, de las familias que
llegaron hasta la década de los cincuenta para trabajar en la pesca. La mayoría
de quienes viven en este sector trabaja en faenas de pesca y extracción de
mariscos, y subvalora el trabajo de recolección de algas11, aunque lo practican
para obtener ingresos extra12. El sector, que comprende desde la cancha de
fútbol hacia el norte, incluyendo la población Diego Portales, está habitado
11
Esta subvaloración se detecta en forma velada al conversar con buzos y patrones de lancha, y
abiertamente al hablar con recolectores de algas del otro sector.
12
Practican mayoritariamente la recolección con araña. En nuestra segunda salida nos tocó presen-
ciar como, ante la imposibilidad de salir en los botes a trabajar en el marisco, gran cantidad de buzos y
pescadores de este sector se daban cita cada tarde en la playa para sacar pelillo y así obtener ingresos extra,
los que les ayudarían, en sus palabras, a financiar la entrada a clases de sus hijos.
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
en su mayoría por familias que llegaron con el auge del pelillo. En especial
en los subsectores conocidos como La Playa y población Diego Portales, se
concentra toda la actividad en torno a la recolección de algas, incluyendo
los galpones de acopio. Casi todas las personas, incluyendo mujeres y niños,
trabaja en la recolección de luga y pelillo13.
Otra actividad importante es el comercio. En Puerto Sur, a diferencia de
Puerto Norte, existe un gran número de establecimientos comerciales, los
que expenden fundamentalmente abarrotes, verduras, artículos de hogar y
algunos materiales para el trabajo en el mar. En general los precios son más
altos que en el continente, pero no demasiado. A la regulación de los precios
ayuda EMAZA (Empresa de Abastecimiento de Zonas Aisladas), la antigua
ECA. Esta empresa estatal está presente en todas las zonas de difícil acceso
para regular los precios, de modo que no se disparen. Es, en gran medida, el
regulador del pequeño mercado de estos lugares. Si un producto escasea y en
EMAZA está agotado, su precio se va a las nubes.
Actualmente el único medio de transporte regular a la isla es la lancha de
recorrido Cardenal Raúl Silva Henríquez, propiedad de una congregación
religiosa y que está en concesión a un empresario de Lota. En verano, esta
lancha realiza tres viajes semanales a la isla, los que en invierno se reducen a
uno o dos, dependiendo de las condiciones del clima y el mar. El viaje dura
entre tres y cuatro horas, y sale desde el puerto de Lota con destino a Puerto
Sur y viceversa.
Puerto Norte dista cerca de 6 km de Puerto Sur. Las familias que habitan
esta localidad tienen un origen similar al de Puerto Sur y se dedican a la ex-
tracción de mariscos y a la recolección de algas, fundamentalmente de luga.
Sabemos que desde principios de siglo y hasta la década del sesenta, aproxi-
madamente, funcionó una factoría ballenera en esta localidad, de propiedad
de la familia de Juan Macaya, antiguo capataz de la hacienda de la familia
Cousiño. Todavía sobreviven algunos restos y trabajadores de ese antiguo
enclave. Este sector es más inhóspito que Puerto Sur, y la escasez de maris-
13
A diferencia de la gente del sector sur de esta localidad, se trabaja en el agua, ya sea recogiendo con
las manos o con instrumentos como el chinchorro. Nos tocó observar que cuando el mar no arrastraba el
pelillo a la orilla, muy pocas personas de este sector trabajaban con araña.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
cos está obligando a los buzos a partir a trabajar en Coronel y Puerto Sur. En
general las familias han llegado de Lota, Coronel y otras zonas de la región,
como isla Mocha. Por ahora desconocemos la composición de la población
de esta localidad, ya que todo el terreno lo hemos centrado en Puerto Sur.
Queda como tarea para los próximos trabajos de campo en la isla.
14
Entrevista a Miguel Carrillo, Puerto Sur, 2000.
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
dedican a la pesca del lenguado y congrio, este último sobre todo en Semana
Santa, cuando su demanda y precios suben.
Nos cuentan que en las primeras décadas del siglo xx se sacaba mucho
marisco:
“En esos años había muchos choros aquí, con los surazos se iba en carreta a
recoger con bueyes el choro sueco. Así a mi papá le decían ‘ándate a traba-
jar conmigo’, en ese tiempo se ganaba un cinco aquí en la hacienda, ‘pero
claro’, les decía. Le pagaban un diez, y todo el día dándose vuelta en la má-
quina [de aire para el buzo de escafandra]. Los buzos venían de Talcahuano,
con todo su apero. Así que como 100 máquinas habían aquí, y los choros
los acarreaban en torpederas a Talcahuano.Yo los alcancé a ver porque iba a
comer choros, porque cuando llegaban esas lanchas parafineras, había una
fondá de choros y escogían los puros blancos porque los negros hacían mal.
De acá los llevaban a Talcahuano, para allá lo acarreaban las fábricas, una
torpedera venía aquí a cargar choros”15.
15
Entrevista a Simón Muñoz, Puerto Sur, 2000.
16
Desconocemos con certeza el nombre científico y otras denominaciones vulgares de estas espe-
cies, aunque sospechamos que se trata de las conocidas comercialmente como “navajuela” y “berberecho”.
17
Caleta vecina a Tubul por el este y Punta Lavapié por el oeste.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
extracción. Cabe señalar que estos mariscos los compran empresas conser-
veras de Talcahuano y Lota, las que en su mayoría exportan sus productos.
Los recursos marinos de la zona del golfo de Arauco están hoy muy re-
ducidos y se encuentran con relativa abundancia solo en las zonas aledañas a
la isla Santa María, por lo que allí no solo es posible observar lanchas y botes
de la misma isla trabajando, sino también de Tubul,Yico, Punta Lavapié, Lota
y Coronel. En este sentido, don Orlando Salazar, de Tubul, nos dice:
“La gente de Tubul viene a sacar marisco acá [en la isla], porque allá el
marisco ya escaseó un poco y ya quedan mariscos más chicos, y acá está
más grande el marisco y a las pesqueras, a las empresas no les conviene el
marisco de allá de Tubul, porque está muy chico, no le da resultado, no le
conviene al envasarlo, al exportarlo, a la empresa no le conviene la calidad
que hay allá, acá hay mejor calidad, más grande, le da mejor resultado pa’
la exportación a otros países. Así que por eso, y porque está mejor pagado
el de aquí también”18.
18
Entrevista a Orlando Salazar, Tubul, 2000.
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
La recolección de algas
19
Instrumento de fierro de cerca de 40 cm de largo, que consiste en una vara curvada en la punta,
la que está aguzada y sirve para desprender los mariscos.
20
Entrevista a Moisés Herrera, Puerto Sur, 2000.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
en la extensa playa de Puerto Sur. Era tanta su cantidad que se acopió como
una muralla de alga en la extensión de la playa. Nadie sabía cuál podía ser su
utilidad.
En el último trimestre de ese año llegó un avión con un par de pasajeros
que observaron el pelillo. Acto seguido, los visitantes invitaron a algunos is-
leños a que lo recogieran para luego ellos comprarlo. La labor encomendada
era simple. Consistía en sacar alga del murallón varado en la playa, secarla
y esperar a que fueran a pagarla. Si bien la propuesta era sencilla, no logró
entusiasmar a demasiada gente, ya que no pareció ser muy creíble.
Solo cuatro personas decidieron realizar el trabajo. En un día extraje-
ron 800 kg, y posteriormente, siguiendo las indicaciones de los misteriosos
hombres del avión, extendieron el alga a secar. No quisieron trabajar más, no
querían ser protagonistas del ridículo al que quedarían expuestos por haber
trabajado en vano creyendo en la palabra de unos afuerinos. Después de unas
semanas aterrizó nuevamente el avión con los extranjeros y, frente a los ojos
incrédulos de los isleños, pagaron 50 centavos por cada kilo de pelillo secado
por los cuatro pioneros. Después de ese momento, los miles de kilos de alga
varada en la playa se transformaron en una mina de oro negro, pero no de
carbón, como las del golfo, sino de algas arrancadas por la braveza desde el
fondo marino y llevadas por las corrientes hacia esa playa maravillosa.
Se vinieron años intensos para la otrora apacible vida isleña. El aviso de
tanta riqueza varada en la playa atrajo a inmigrantes trabajadores, muchos de
los cuales huían de las penurias del carbón, mientras que otros eran aven-
tureros dispuestos a probar suerte. Familias completas arribaron a Puerto
Sur, estableciéndose en asentamientos precarios dado lo vertiginoso de la
migración.
También se asentaron empresas compradoras. La primera fue Peñuelas,
una firma con casa matriz en Valparaíso y con experiencia en el negocio. La
competitividad se hacía presente con otras firmas, como Chile Exporta-
ciones, Midesa y las recién iniciadas Cooperativa de la Isla Santa María y la
Cooperativa de Tubul.
Las empresas construyeron casilleros para almacenar el alga a lo largo
de la playa. Las construcciones, que recordaban los barracones de las mine-
ras, fueron rápidamente apropiadas por los recolectores, que en presencia
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
“Una corrida de casilleros, más o menos, era de cien metros de largo, y las
piezas eran de 4x3, 4x4, entonces una pieza de esas era pa’ un pelillero, y
dos para un matrimonio, entonces ahí tenía el dormitorio, comedor, coci-
na, todo lo que usted tenía en esas dos piezas, yo llegué con dos piezas. Ahí
me instalé, estuvimos varios años abajo, en los casilleros. La vida en los ca-
silleros era buena porque uno vivía cerca de la playa, y se veía al tiro cuando
estaba saliendo alga, y salía uno equipado de ahí mismo, lo cual que de aquí
muchas veces en la población en que estamos ahora, en ir a mirar allá y ver
si está saliendo y volver acá, puta, llega más agotado que otro poco, porque
es muy distante, entonces la vida de antes era mejor, más cómoda abajo pa’l
alguero. En esos años habían, a ver, dos corridas de casilleros arriba, abajo
habían dos, cuatro, cinco, seis, siete, ocho corridas de casilleros tenía Algas
Marinas aquí abajo... tenían en la isla”21.
21
Entrevista a Juan Rojas, Puerto Sur, 2000.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
agua, los hombres colaboraban con sus vecinos, con varios de ellos, lo que
significaba que ya en la noche la intemperancia era el estado general de una
buena parte de los habitantes de los casilleros.
No obstante el ajetreo que reinaba en la isla, no eran muchas las
posibilidades de esparcimiento. El dinero, el hacinamiento y el aisla-
miento obligaban a viajar al continente una vez que se había trabajado
lo suficiente. Los viajes de placer se orientaban de preferencia a Lota,
donde la señora Gloria y sus tres casas de niñas de la vida, asentadas en
el puerto, confundían y entretenían por un par de noches de juerga a
algueros y mineros.
En 1973, la cooperativa de la isla se afilió a Cooperalga, que, junto a
Coquimbo, Maullín, Ancud y Cerro Verde, intentaron conformar una fuerza
compradora más ventajosa para los algueros. Sin embargo, este esfuerzo
organizacional no brindó frutos, ya que hacia 1975 al pelillo le entró una
peste que mermó su producción. Además, al no existir ningún tipo de reg-
ulación, muchos extraían con arañas desde botes, arrasando de esta manera
con las praderas naturales, que tanta riqueza proveían. La mayor presión
por el recurso derivó en una merma en la reproducción del alga. Hacia
finales de la década ni la braveza ni las arañas proveían de pelillo. Don Juan
Rojas nos habla del fin de la fiebre:
“Eso se acabó porque, eh... fue una saca indiscriminada que hubo y otra
cosa que las lanchas se metieron a las praderas, las lanchas bolicheras, las
lanchas para la pesca de sardina... pues, esas son lanchas bolicheras, y en
el fondo de la red llevan un cordel y llevan una cadena, entonces la cadena
se iba enterrando en la arena e iba arrancando el pelillo, y eso fue lo que
exterminó el pelillo. Nadie dijo nada a nadie... y ¿qué es lo que le iban a
decir?, porque el que no era primo, era cuñado, sobrino, son tíos y todas
las cuestiones por el estilo, ¿ve? Entonces nunca se iba a ir familia contra
familia”.22
22
Entrevista a Juan Rojas, Puerto Sur, 2000.
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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Entrevista a Néstor Lagos, Puerto Sur, 2000.
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
objeto recuerda a las redes para cazar insectos, y es hermano de los chincho-
rros con redes de metal que usaban los recolectores de carbón de las playas
de Lota y Coronel. El chinchorro es fabricado por los mismos recolectores:
“Primero tiene que tener un palo, un fierro, 1,80 de largo el fierro, el palo
puede ser de fierro si quiere. Luego hay que comprar la lienza, por aquí
cerca no hay más que en Concepción. Después hay que tejer la malla, con
una aguja especial, una aguja para remendar redes. La aguja mide unos 30
cm, puede ser hecha de alambre de acero, esas hay que mandarlas a hacer,
uno corta, con un papelito envía la forma y la manda a hacer. También se
puede hacer con un pedazo de PVC. Esas las puede hacer uno mismo. El
paño de malla tiene que ser de unas 12 mallas de alto por 46 de alto, o sea,
1 metro o 1,10 metros de alto, el ancho me da 2 metros, 2 metros y tanto;
esa que está ahí da como tres metros. Luego se cose al aro, que es de fierro
firme. La mejor forma pa’l aro es que sea cuadrado”24.
“Primero uno se pone de acuerdo con otro, esta noche me toca a mí, y voy
a ver la pinta. Ver la pinta es ver la mancha que se ve en el mar, en la noche,
cuando comienza a vararse la mota (de pelillo). La mota va a quedarse por
la orilla de la playa y entonces uno se da la vuelta y va a buscar la araña, y
empieza a tantear dónde está, a una distancia de unos 15 metros, y ve si al
caer la araña, por ejemplo, ve si lo toma a 7 metros y usted tiró 20, se nota
altiro cuando toma el pelillo, y lo toma de dentro o lo toma del candil. El
24
Entrevista a Juan Rojas, Puerto Sur, 2000.
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
candil es como un canal, y ahí se cae el pelillo, cae al candil25 y cuesta pa’
subirlo, y ahí el agua le llega al pecho, por eso que el chinchorro se usa con
el palo largo... porque el chinchorro, usted lo deja llegar abajo y le queda
casi la mitad del brazo abajo, entonces el chinchorro le toma el peso al pe-
lillo y usted se toma del chinchorro, y el chinchorro lo tira pa’ bajo y abre
los pies como alicate, enseguida tira el pelillo, dos o tres metidas así, y sube
el chinchorro, y todo el pelillo que queda por el aro lo toma con la mano y
lo mete al chinchorro”26.
25
El candil es un canal formado por las corrientes cercanas a la playa, en donde se apoza el pelillo; si
el candil está cercano a la playa, de 5 a 12 m, es factible sacar el pelillo con chinchorro, si está más adentro,
entre 20 y 80 m, solo se puede sacar con la araña.
26
Entrevista a Juan Rojas, Puerto Sur, 2000.
27
Este peso es mojado. Una vez realizado el proceso de secado y limpieza, el pelillo pierde cerca
del 20% de su peso original.
28
Esto, a la larga, resiente la salud, en especial de las mujeres. Entre los isleños son comunes los casos
de reumatismo, gota y problemas en las rodillas, así como las enfermedades broncopulmonares (datos
proporcionados por la paramédico de la posta de Puerto Sur).
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
Figura 4. Araña para recolectar pelillo (colección etnográfica de propiedad del autor), 2019.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
cosido como una bolsa tubular, y es fabricada por los mismos recolectores.
La capacidad de estas pilguas depende de la contextura del dueño, pero varía
entre los 30 y los 60 kg, y sus dimensiones van entre los 40 y los 80 cm de
alto por unos 40 o 50 cm de ancho. En la boca va enlazado un cordel que se
cierra cuando la pilgua está totalmente llena. El llenado de una pilgua requiere
de cierta habilidad y destreza para comprimir uniformemente el pelillo.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
pagar al dueño del pelillo pesado. Generalmente se paga entre 80 y 100 pesos
por kilo de alga, ya sea luga o pelillo. Esta banda de precios es estable y no ha
variado sustancialmente en más de cinco años, y es muy inferior a la que re-
ciben en las plantas de Lota, Coronel, Chiguayante y Concepción, donde en-
tregan finalmente el producto. La mantención de los precios se defiende con
el argumento de que los costos complementarios, como transporte, manten-
ción de máquinas y pago de operarios son muy onerosos y solo posibilitan
una ganancia muy mínima. Los recolectores escuchan y acatan, pero no se
tragan esos argumentos. Dicen que los compradores cada dos años cambian
los tractores y que no es posible que los compradores estén trabajando solo
por las molestias. No son tontos, parece.
La otra alga de importancia es la luga (Iridaea sp.), que no se encuentra
en abundancia en Puerto Sur, por lo que los recolectores deben ir a trabajar
al sector conocido como caleta Tres Cuevas, donde abunda. Esta especie
es un alga laminar de 30-60 cm de altura (ocasionalmente, hasta 120 cm)
de color pardo rojizo de forma redondeada, con uno o más lóbulos, hasta
formas más alargadas. El borde de las láminas se caracteriza por presentar
proliferaciones en forma de dientecillos más notorios cerca de los bor-
des. Es una especie típicamente epilítica que coloniza preferentemente
sustratos rocosos submareales (hasta 7 m de profundidad) en ubicaciones
protegidas a moderadamente expuestas al oleaje. Estas condiciones se dan
especialmente en caleta Tres Cuevas, la zona sur de la playa La Gaviota
y todo el sector oriental de la isla. En este último sector se trabaja solo
cuando hay escasez de alga en los otros, ya que los acantilados son muy
escarpados y es muy peligroso subir con los fardos al hombro. Los acci-
dentes son frecuentes:
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
me gustaba comprometer a nadie, si le pasa una cosa a uno que le pase solo,
se acostumbra a trabajar solo y después, si hay alguna desgracia, no se tiene
ni un problema con las familias de los otros”29.
Tanto para los recolectores de Puerto Norte como de Puerto Sur, Tres
Cuevas proporciona abundante luga. Algunos años atrás numerosas familias
se trasladaban por la temporada de verano a vivir en las Tres Cuevas para
trabajar tiempo completo en la recolección de luga. Con palos y paños de
plástico grueso armaban unas ranchas, o habitaciones ligeras, y se instalaban
en ellas desde octubre hasta marzo. Numerosas familias de Puerto Sur y
Puerto Norte hacían este sacrificio. Según nos relatan, era una verdadera
ciudad la que se armaba en el reducido espacio que ofrece la caleta Tres
Cuevas. Algunas personas iban a trabajar por el día. Hoy, esta costumbre
casi se ha perdido. Son escasas las familias que aún están dispuestas a hacer
el sacrificio, ya que sale menos luga y los tractores van a diario para allá.
En la actualidad quienes van a trabajar a la luga en las Tres Cuevas deben
estar listos esperando al tractor a las seis de la mañana en el camino. Caleta
Tres Cuevas se encuentra a 4 km de Puerto Sur y a 2 km de Puerto Norte. El
sistema funciona tal como lo veíamos en el pelillo. Con el tractor que lleva
y trae se debe hacer el negocio. Los recolectores llegan un poco antes de las
siete de la mañana a la caleta y comienzan inmediatamente a trabajar.
Otra zona importante de extracción está en Puerto Norte, donde hay un
galpón de acopio y operan dos tractores de propiedad de Briones. Se extrae
en la playa La Gaviota y en las zonas rocosas de la parte norte (entre punta
Pesca y punta El Tope). Otras áreas de extracción están en los acantilados de
la costa occidental de la isla, pero casi no se explotan por el riesgo que im-
plica trabajar con esas pendientes tan pronunciadas, donde más de alguno ha
quedado inválido o ha perdido la vida.
En la luga, como en el pelillo, trabaja todo el grupo familiar. Se comien-
za la labor al bajar la marea. Los hombres, en traje de buceo, se sumergen y
arrancan la luga de las rocas con las manos. Las mujeres y niños recogen la
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Entrevista a Juan Rojas, Puerto Sur, 2000.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
luga que el mar ha cortado y que es llevada a la orilla por el oleaje. En la labor
de recolección solo se usa el kiñe30, que usan tanto hombres como mujeres y
niños. Este objeto es una bolsa de red de pescar cuya boca está cosida a un aro
de fierro con mango generalmente forrado con un pedazo de manguera de
plástico. La parte inferior de la red no está cosida, sino que solo amarrada con
un hilo, lo que permite que se abra y así vaciar más rápido de su contenido. La
dimensión de la bolsa de los kiñes varía de acuerdo con la capacidad de su dueño.
Los kiñes de niños y mujeres son pequeños, con una capacidad no muy grande,
a diferencia de los de los hombres, que pueden ser bastante grandes. El kiñe es
usado por la mayoría en una mano, mientras que con la otra van llenándolo.
Algunos se amarran el kiñe por el aro a la cintura y lo llenan con las dos manos.
30
Palabra mapuche que significa uno, el primer número.
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Actas de una mirada inconclusa en isla Santa María
Generalmente el trabajo dura hasta que sube la marea. Las gentes van
recogiendo la luga y colocándola en los kiñes. Una vez que se llenan, se van
a las rocas donde dejaron las pilguas y van vaciando la luga en ellas. Una vez
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Entrevista a Juan Rojas, Puerto Sur, 2000.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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APUNTES DE CAMPO DE UN ANTROPÓLOGO EN TIRÚA
Aliwen
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“El Aliwen vive en la Mocha. Está ahí acostao sobre la isla. Ese era un
hombre grande que estaba acostao ahí, y él se paraba en una punta de la
isla Mocha. Y eso significaba... en su tiempo habían temblores, mucho...
y cuando habían temblores salía la mar. Entonces ese hombre se paraba
encima de la isla, y a los tres días salía la mar. Entonces cuando temblaba
muy fuerte, entonces por eso la gente miraba ahí, a la isla, a ver si ese...
el Lafkenwentro acaso está parado en el vunku grande ese [me señala el pro-
montorio norte de isla Mocha]. Entonces si esta pah salir la mar, va a estar
parao, mañana o pasao, y entonces vamos a tener cuidao, vamos a salir en
el bajo y vamos a ir al alto a vivir. Íbamos aquí mismo, o si no ahí a la mon-
taña, al cerro alto... al cerro Negro, de aquí al frente pa’llá, y ahí es donde
llenaba la mar. Ese cerro era Tren-Tren, toda la gente ahí iban. Dicen que
en esos tiempos salía mucho la mar... entonces Kaikaiwentro, ese decía...
avisaba también aquí abajo. Kaikaiwentro, ese era un culebrón que estaba
allá en el río, ese gritaba... entonces cuando gritaba decían: “Ahí está gri-
tando Kaikaiwentro”, lo que significaba que se estaba saliendo la mar. Y ahí
era que la gente agarraba sus cosas y se iba pa’l alto, pah que no ahogara.
Ese era un anuncio que hay, ese sabía lo que Dios iba a hacer... sacar la mar.
Pa’ que la gente tengan temor, que digan “Hay un hombre que manda la
mar, hay un poderoso que manda la mar”, pah que la gente abajo sepa que
hay un poderoso que dispone la mar, y ese es el Lafkenwentro. Y entonces
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Apuntes de campo de un antropólogo en Tirúa
ahí era donde la gente hacía Nguillatunes, hacían rogamientos para poder
escuchar y saber de Dios. Ese era castigo de Dios. Castigaba porque eran
desobedientes, hacían cosas injustas y no hacían cosas buenas. Entonces
cuando portaban mal Dios los castigaba, los atemorizaba”.
Mayllilwe
Corre un viento helado, de esos que solo encontramos aquí en Tirúa. El cielo
está despejado, con algunas nubes. A las diez horas me tuve que desplazar ha-
cia Comillahue, a 14 km al sur de Tirúa por la costa. Ahí me encontraría con
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“En este lugar, que se llama Mayllilwe, hace tiempo, cuando era lonko el
abuelo de don Juan Segundo (Huenupil), quizás como en 1910, por ahí tie-
ne que haber sido. En ese tiempo, en este lugar, que es algo abrigado, vivían
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Apuntes de campo de un antropólogo en Tirúa
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
dijeron que debían considerar que ellos sufrían mucho, que era una enfer-
medad muy penosa y que debían ayudarlos. Después de conversarlo con la
gente, el lonko les dijo que sí, que accederían a su pedido.
»Al día siguiente vino toda la comunidad. Trajeron cuerdas y leña. Pusie-
ron a todos los leprosos juntos y como cinco hombres, que se taparon la
boca y la nariz con trapos pah no contagiarse, los amarraron a todos bien
juntos. Luego de esto habló el lonko a los leprosos, que les dijo: “¿Ustedes
están seguros de hacer esto?”, y los leprosos le dijeron que sí, así que dio la
orden, apilaron leña alrededor de los peñis amarrados, le echaron nafta y le
prendieron fuego a todo, a los peñis, a las casas, a todo. Estuvieron mirando
un rato, y luego se fueron, cuando estuvieron seguros de que nadie quedaba
vivo. Dicen que ninguno de los leprosos se quejó en lo más mínimo.
»Después de esto, ya nadie más enfermó de lepra en la comunidad. En las
noches, nadie se acerca a este sector, ya que se escucha, sobre todo cuando
hay temporal, voces y quejidos que dicen que son los leprosos. A mí esto
me lo contó mi abuelito, cuando yo era niño.
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Apuntes de campo de un antropólogo en Tirúa
haber sido el lonko el que decidía todo, desde los problemas entre vecinos
hasta la justicia. Luego de esto fuimos a mirar los acantilados, tomé las pen-
dientes en dos partes y volvimos como a las 12 a la casa de don Prosperino.
Luego de tomar un café con tortilla, me despedí de don Prosperino y su
familia, y partí a visitar a don Juan Segundo.
Con don Juan segundo, tomando mate, despejé algunas dudas sobre el
relato de don Prosperino, quien, por ser cerca de 25 años menor que don
Juan Segundo (que tiene 63 años), maneja menos las historias de la comu-
nidad. Don Juan segundo me contó cómo se administraba justicia en la co-
munidad.
“En esos tiempos no habían pacos, ni ninguna autorida’. Así que si había
algún problema serio, era el lonko quien decidía los castigos. En esa época
era mi abuelito, Juan Mariqueo Huenupil, el lonko. En una roca que hay por
la costa, más cerca de Tranicura, se castigaba a los que mataban a alguno y
a los que robaban mucho. A ellos se los amarraba con las manos atrás y los
tiraban para abajo. Esa era la justicia que había en esa época. Ya después,
cuando llegó la autoridad por estos lados y había pacos, eso ya no se hizo
más. No había pah qué”.
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EL VUELO DEL TRARO EN EL VENTARRÓN. FRAGMENTOS PARA
UNA ETNOGRAFÍA DE LOS MAPUCHES DE TIRÚA
En Tirúa, cuña de Arauco que hiende la Región del Biobío, las voces de hoy
todavía se confunden con las de antaño. Los mapuches nos hablan de su es-
plendor, de sus miserias y esperanzas.
Catalogada como la comuna más pobre de la región, en 1998 tenía cerca de
10.000 habitantes, de los cuales cerca del 80% es mapuche. Cuenta con más de
treinta sectores, en los que destacan las más de veinte comunidades mapuches
existentes, así como las organizaciones territoriales en que se agrupan chilenos,
colonos e indígenas, a veces juntos, la mayoría de las veces separados. En el
sector norte de la comuna habitan 10 comunidades indígenas que en su mayoría
se ubican en torno al lago Lleu-Lleu. Desde el río Tirúa hacia el este encontramos
lo que llaman el sector cordillera, geográficamente conformado por el valle del
río Tirúa, sus afluentes y las estribaciones y cerros de la cordillera de Nahuelbuta,
que viene a morir a estos parajes. En este sector están los descendientes de los
colonos, de origen francés en su mayoría, que por gracia del Gobierno y la
milicia ocuparon estos terrenos hace más de 120 años. Siguiendo la costa al sur
del río Tirúa, nos encontramos con nueve comunidades mapuches ubicadas en
una franja de cerca de 30 km de largo, por 3 km de ancho en promedio, entre
la costa y los cerros que hoy están en poder de las empresas forestales. Ellos
viven de la agricultura y la recolección y comercialización del coyof o cochayu-
yo. Ellos, vencidos y desterrados de una guerra que jamás pelearon, ocupan el
territorio lafkenche, nombre con el que hoy se llaman.
De ellos hablaremos a continuación.
Orígenes y asentamiento
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“Los Huenupiles eran originalmente del sector de Cuyel, por allá por la
cordillera. Eran tres hermanos, Quidiqueo, Antón y Calbún.Yo soy descen-
diente de Antón. Ellos se vinieron de allá a establecerse aquí, en el sector
de Comillahue (...). Ellos tuvieron que salir pa’cá porque llegó un fulano
diciendo que había comprado todo eso, y ellos tenían que salirse nomás, si
no le iban a quemar las casas y echar con la milicia (...). Los Trizanos, esa
era la milicia... los Trizanos eran la policía de ese entonces. Por eso es que
llegaron los antiguos acá al sector de Comillahue. En toda esta parte de
Tirúa Sur la gente fue llegando así, arrancando de los winkas. Ellos llegaban
y mataban el ganado, incendiaban las casas... eh... malocupaban las seño-
ras, pegaban al hombre... por eso es que la gente empezó a venir para acá,
arrancado del chileno, del Trizano y del Bruna, esos que se hicieron dueños.
»Bueno, aquí dicen que los bisabuelos no vivían aquí en los primeros tiem-
pos. Mi bisabuelo llegó aquí y mi abuelito llegó como de ocho o nueve años
en esta tierra.Y esta tierra era sola. Antes era una montaña en la que vivían,
en Cuyel, y ellos le decían Mawidatrilwa allá. Eso significa que era una cordi-
llera de alto Tirúa. En mapuche le decían Mawidatrilwa. Mawida quiere decir
que era montaña, y trilwa que es alto.
»Y así, después, cuando llegaron las winkas y tuvieron una violencia por ahí,
los maltrataron, les quemaron la casa, y después le dijeron que en orilla
de costa tenían tierras, tierras pa’ que se vinieran a vivir. Y de ese tiempo,
pero el año y la fecha no lo sé, porque de eso hace... seguro, muy cerca de
150 años.
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El vuelo del traro en el ventarrón. Fragmentos para una etnografía de los mapuches de Tirúa
»Mi abuelito me contaba que se vinieron por Wequeriwe, por donde nos
vinimos el otro día. Ese era el primer camino, el primer tráfico que había
por aquí.Y en las lomas, adonde está don José Huenupil, dicen que era una
lomita poca que había, y ahí llegaron, a media tarde, porque demoraron
todo el día de Mawidatrilwa al llegar acá. De ahí descansaron y ahí se aloja-
ron, por el lado de unos árboles, por ahí.Y así llegaron aquí a tomar esta tie-
rra, porque los echaron contra de su voluntad de allá, porque llegaron las
winkas, les robaban los animales, les quemaban la casa, y si descuidaban... a
la señora le malocupaban. Total, se aburrieron y se vinieron por ese motivo.
»Los primeros que aquí llegaron fueron tres hermanos. Y esos vinieron a
formar la familia Huenupil aquí. Uno se llamaba Anton Huenupil, y el otro
se llamaba Quidiqueo Huenupil. Ese es el que sale en el título de merced
de aquí, ya que fue el cacique cuando pasó el empadronamiento... o sea,
la radicación. Y ahí a él lo nombraron, lo presentaron a la comunidad. Y el
otro se llamaba Calbuqueo, el otro hermano de ellos.
»Así que esos tres hombres que llegaron aquí a Comillahue, y esos vinie-
ron a formar la comunidad. Y se multiplicaron, buscaron señora, fueron a
buscar señora por allá, pal’ lado de Tirúa fueron a robarse mujer. Por eso
es que nosotros, aquí los primeros hijos, las primeras familias tenimos
varias clases de apellidos... o sea que no somos puros Huenupil Huenupil
nomás. Ahora podimos ser así, pero que antes no. Antes, los viejitos, un
abuelo mío fue a buscar una señora a Tirúa, por eso es que José Huenupil
es Nahuelpán, y la familia de Quidiqueo, los hijos fueron a buscar mujer
por el lado de Tirúa, se llaman Pailaya, y mi papá también después se formó
hombre, también fue a robar mujer por Tirúa, también lleva por eso el
título de familia Nahuelpán. Y así por eso tenemos diferentes apellidos,
no como ahora la nueva familia que se está formando y multiplicándose,
como se dice, ahora ya no quieren salir a esa parte, son puros Huenupiles
nomás. Y así estamos formados aquí en Comillahue. Com-iñ-llahue, decían
los antiguos. Aquí antes de la llegada de los bisabuelos no había nadie, sino
que esta era una cordillera oscura, montaña oscura, dicen ellos. Había cual-
quier árbol nativo, de todos los nativos había. Había montaña, de lo que se
llama montaña oscura, como entrar en bosque, entrar por bajo monte, y
uno no sabía por dónde andaba.Y así, a poquito a poquito, fueron rozando,
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1998.
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El vuelo del traro en el ventarrón. Fragmentos para una etnografía de los mapuches de Tirúa
tampoco la familia Ancalao era de Ponotro más atrás, hablando más años
atrás tampoco no era, sino la familia Ancalao viene de la provincia de Arau-
co, de la famosa Arauco, mi abuelo, mi bisabuelo, él fue, se hizo hombre
en Arauco y ahí fue criado con su papá y su mamá, pero él se vino solo,
según la historia de mi papá que él conversaba con su abuelo. Se vinieron
de Arauco, hablando un poco, bien franco; arrancao, arrancao de los grin-
gos, de los francés tal vez alemán, tanta raza como se dice que ha llegado a
Chile en busca de territorio, entonces ellos no pudieron vivir, no pudieron
vivir donde siempre existían en sus vidas tradicionalmente habían vivido,
cuando no pudieron vivir más cuando llegaron, porque cuando lo francés,
los alemanes comenzaron a llegar de una tarde a una mañana aparecían
indicando: todas aquellas tierras son de nosotros, aunque venían llegando
recién, pero ya eran propios, ya eran de ellos, entonces el mapuche que es-
taba allí no era dueño, lo miraban como extranjero, como peregrino, de esa
manera la familia se vino a Ponotro y nosotros estamos aquí también. Mi
papá se llama Juan Bautista Ancalao, mi abuelo se llamaba Ignacio Ancalao
y mi bisabuelo se llamaba Jerónimo Ancalao... claro, peleó contra los ale-
manes, los francés, contra los que provocaban las invasiones ellos peleaban,
pero al final ellos se aburrían, porque imagínese usted al matarle la oveja a
bala, los chanchos póngale bala o perros y en el patio de la casa los gringos
poniendo cercos, quitando la tierra, y esa invasión de los gringos no solo
en Chile, sino en todo, en todas partes, todos los países tienen mapuches
y todos están arrinconados por los gringos. De Arauco se vinieron porque
era muy poca la tierra para trabajar allá, la gente entonces como habían tie-
rras fiscales, según se dijeron entre ellos; había, y llegaron, en esos tiempos,
harán sus 150 años más o menos, cuando la primera radicación pasó por los
mapuches cuando se radicaron en Temuco, pasaron la radicación aquí por
el campo anotándolos cuántas personas hay sin suelo para vivir, entonces en
esos tiempos en la radicación, en los títulos dejaron cada cual, así como yo,
usted, cinco hectáreas a cada uno, una radicación con el título de merced,
a cada uno de la familia. En esos tiempos era una sola familia Marihuen,
pero aquí habían sobrinos, primos, aquí llegaron como 18 personas naci-
dos, después llegamos nosotros, yo soy nacido y criado aquí. Entonces toda
esa gente se han radicado, nos entregaron 160 hectáreas, pero ese trabajo,
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
aquí no habían vecinos, no había camino, había camino por la costa (...).
Algo alcanzaron los viejos, mis abuelos, la última guerrilla, porque mi ma-
dre vivía en Lebu para acá, entonces cuando pasaban los Trizanos buscando
gente jóvenes o viejos dueños de casa pa llevarlos pa’ la guerrilla, se los
llevaban a la mala a la guerra de chilenos con mapuche, después Perú con
Chile empezaron a buscar a los mapuches también para ir a pelear. Decían
que los Trizanos que andaban a caballo sembraban pura cebada porque no
había trigo en ese tiempo. Si, cuando llegaron los caciques de arriba, los
huilliches se juntaron aquí y los otros de Cañete y entonces los corretearon,
se juntaron al otro lado en Tirúa, allí donde se llama La Guardia, en la bajada
de Quidico, porque ahí estaba la guardia entre mapuches y españoles, y ellos
se juntaron en Tirúa a hacer un parlamento. Si claro, cuando se juntaron
Trizano se aprovechó de que no estaban los caciques, porque antes se cubría
la gente con los puros caciques nomás, no había autoridad, no había carabi-
neros, después se fundó una ley en que llegaron pacos, se llamaban pacos,
civiles, aquí una vez un hermano que tenía, mi primer hermano, también
sirvió de paco en La Vega, un fundo que tenían los Brunas, no como los
carabineros, pero también eran abusivos, también apaleaba”33.
33
Entrevista a Segundo Bautista Ancalao, Tranicura, 1998.
-66-
El vuelo del traro en el ventarrón. Fragmentos para una etnografía de los mapuches de Tirúa
repente, entonces que los saliéramos porque él tenía orden pa’, pa’ correr-
los a nosotros. Ese era... ¿cuánto se llamaba?, lo nombraba el rico ese...
Artizano... Trizano parece que decía. Ese llegó, dijo la orden la traía de
Santiago que decía, la labor de medición la hicieron en Cañete nomás decía
el finao’… finao’ Díaz. De ahí estábamos nosotros, pero nos dejaron harto
poco plazo, si no saliéramos en 15 días los iban a quitar los animales, los
iban a quemar la casa. Así que tuvimos que correr pues.Y ahora todos esos,
su papá y esos Huenupiles, todos se salieron, se salieron, se salieron toítos
y los pusieron a orilla e’ costa. Por eso tienen poca tierra ahora”34.
34
Entrevista a Ignacio Ancatén, Puente Tierra, 1997.
35
Entrevista a Antonio Marihuen, Tranicura, 1997.
-67-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Cuando las familias llegaron buscando refugio el sector al sur del río Tirúa
era montuoso, con mucho bosque nativo y sin espacio para cultivar. Esto obli-
gó a las gentes a realizar un duro trabajo para reproducir en este territorio
sus tradicionales formas de subsistencia, así como para conseguir animales y
construir sus viviendas.
-68-
El vuelo del traro en el ventarrón. Fragmentos para una etnografía de los mapuches de Tirúa
36
Entrevista a Segundo Bautista Ancalao, Tranicura, 1998.
-69-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Don Segundo también nos relata cómo, poco a poco, buscando tierras
cultivables, las gentes fueron acabando con el bosque nativo:
37
Entrevista a Segundo Bautista Ancalao, Tranicura, 1998.
-70-
El vuelo del traro en el ventarrón. Fragmentos para una etnografía de los mapuches de Tirúa
fierro, no había barreno para agujerear palo, formón... ahora hay de todo,
formón… para agujerear palos, es más fácil, pero antes no había actividad,
entonces así se trabajaba los mapuches que somos”.
También don Antonio cuenta que, al llegar, las familias vivían de lo que
su tierra les entregaba, sus medios no permitían otra cosa...
“Sabe, lo que pasaba por la orilla de la costa se buscaba una papita, que se
llama, que parecen violetas, igual a una mata de papas, pero en este tiempo
ya está floreciendo, entonces ese buscaba la gente, en ese tiempo no se
conocía papa como ahora, que hay distintas clases de papas, entonces ahí
se sacaba de la orilla, a la costa se iba a sacar papa, pero esas se pelaban, lo
hacían hervir y le botaban el agua porque es media amarga, hacían caldo
de papa, esa papa era silvestre, todavía hay de esa papa, se encuentra en la
costa. Después la gente se buscó habilidades para vivir los papahuanquis, en
las montañas, matitas que hay, y eso buscaba la gente para criar a los hijos
porque de otra manera no se ganaba”38.
La señora Rosa Valencia nos habla del arte culinario, tan particular en los
mapuches:
“Se molía en piedra para comer pan, así lo hacían los antiguos, en una pie-
dra. Al parecer es una masa que se hace en piedra o para amasar. Después
se hacía un catutito, un lulito, el trigo se cocía, después de cocío se molía,
después se pasa a la piedra y se hacía esos lulitos, esos catutitos. Ya no se
hace na’ así, porque ya no nos gusta ahora. Mi mamá hacía eso, mi mamá
molía una mula de trigo a piedra, empezaba en la mañana, molía hasta las
dos, tres, de ahí se hacía pan, así lo hacíamos antes.
»Antes comíamos caldito de papa, ahora ha cambiado la comida, ahora se
come muy cambiado, se come tallarines, arroz, todo ha cambiado ahora,
antes se comía caldito de luche, pastito verde, uyuyui, que le dicen, de eso
38
Entrevista a Antonio Marihuen, Tranicura, 1997.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“Antes los antiguos, pa’ hacer mudai, mascaban la harina. Una vez fui a
Comillahue, donde Mariqueo… ese era hijo de cacique, y ahí una vez
fuimos a buscar el trigo, nos mandó mi papá. De ahí nos fuimos a buscar al
hombro. Llegamos allá y ahí los dos viejitos estaban haciendo, tenían agua
hervida en dos ollas de fierro, tenían un tremendo chuico, estaban calen-
tando el poto del chuico, y ahí nos preguntamos pa’ qué estaban haciendo
eso.Y ahí estaban haciendo mudai, una fuente de harina tenían que estaban
mascando. ¿Pa’ qué mascan la harina?, nos preguntamos.Yo, que era la más
aguda, le pregunté: “¿Pa’ qué masca esa harina?”. “Esto pa’ ser mudai”, me
dijeron, y ahí hicieron mudai ellos. Se mascaba con la pura boca nomás,
con la pura saliva”40.
39
Entrevista a Rosa Valencia Canio, 1997.
40
Entrevista a Rosa Valencia Canio, 1997.
-72-
El vuelo del traro en el ventarrón. Fragmentos para una etnografía de los mapuches de Tirúa
El trabajo en el mar
Los lafkenches, los mapuches de la costa, poco a poco han ido aprendiendo a
trabajar en el bordemar el difícil oficio de la recolección del coyoi o cochayu-
yo, fundamento de la economía lafkenche.
En estos lares la costa presenta características muy peculiares. Los cerros
terminan abruptamente en acantilados que alcanzan pendientes de hasta 70
grados. El paisaje está salpicado por algunas playas. Es, sin embargo, entre las
rocas y acantilados en donde crece el cochayuyo o coyoi (Durvillaea antarctica).
Esta alga crece generalmente debajo del agua y solo es expuesta al aire duran-
te las más bajas mareas y están las condiciones para sacar el alga, es decir, alre-
dedor de una semana del mes. A esto hay que agregar que las condiciones del
mar no son, la mayoría del tiempo, las mejores. Fuertes vientos y marejadas
son la constante en el territorio costero de Tirúa, lo que dificulta el trabajo
de extracción, pero a la vez, y es reconocido por las gentes, es una limitante
que regula la extracción del recurso y permite su reproducción.
En la extracción trabaja por lo general toda la familia. El encargado de
la faena de corte es, generalmente, el dueño de casa. En el corte se emplean
instrumentos básicos, como corvos, trajes de buzo de neoprén (cuando la
economía permite poseer uno), cuchillos, alguno que otro chinguillo para
recoger mariscos y el ulte. Dejemos a un etnógrafo, uno de nosotros, que nos
relate su viaje al mar a trabajar con los peñis en el coyoi:
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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El vuelo del traro en el ventarrón. Fragmentos para una etnografía de los mapuches de Tirúa
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
don Raúl, donde se podrían haber embancado algunos locos. En una acción
bastante temeraria, el nadador empezó a esquivar olas, rocas y espuma para
dar con el paradero indicado sin mucho éxito, solo tiró a la orilla un erizo,
que me lo obsequiaron. Fue la última vez en la tarde que vi al buzo nadador.
»Bajando por el peñasco venían el hijo de don Raúl, su par y un niño, como
si hubieran terminado su parte del trabajo. Su llegada fue oportuna, mo-
mentos antes le había comentado a don Raúl que se perdía bastante coyoi
por acción de las olas. Me dijo que como la mitad. Puse cara de “qué le va-
mos a hacer”, y él arremetió. “Aquí no se pierde nada”, dijo mostrándome
unos roqueríos un poco más norteños con abundante recurso acumulado.
Aun así, mi desgano no fue muy evidente, y al final no fue tanto cuando vi
que se acercaban los refuerzos. El hijo se me acercó y me dijo: “¡Cualquier
coyoi!”, y tenía mucha razón.
»Don Raúl me llamó a unas piedras que marcaban el límite entre los
roqueríos y el cerro para comer un poco, me ubiqué, y entonces recién
me puse a observar la escena: el mar calmo, el transporte, el amarre y el
estiramiento del coyoi. Terminé de engullir la segunda sopaipilla y bajé a
dar el último esfuerzo.
»Hacia el final fuimos tomando todos los amarres que habíamos hecho y los
empezamos a arrumbar en las rocas más altas para así poder protegerlas del
mar nocturno que podría devolverlos a sus territorios.Todos los movimientos
fueron como de huida. Subimos lentamente las quebradas que nos volverían a
los lomajes. Mientras subíamos, don Raúl me afirmó que habrían sido cerca
de 800 kilos los que habíamos capturado, los cuales se deberían subir al día
siguiente. “El coyoi con un día al sol se pone negro, ese lo vendemos a una
planta en Concepción. Quien sabe pa’ qué lo quieren ellos. Lo compran a 55
pesos el kilo, así que saque la cuenta, vamos a tocar unos 12.000 pesos cada
uno, porque lo dividimos entre tres… ¡y tan fácil se hace gastar la plata!,
como si no hubiera costado na’ hacerla. Después me hizo una alusión de que
había un gesto al cortar el coyoi que le costaba porque estaba muy gordo y no
podía mover la cintura bien cuando se adentraba en el mar41.
41
Relato del antropólogo Walter Imilan Ojeda, Tirúa, 1998.
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El vuelo del traro en el ventarrón. Fragmentos para una etnografía de los mapuches de Tirúa
Este sacrificado trabajo es la única opción que tienen las gentes de tener
plata constante para adquirir los artículos de consumo básico que no se pue-
den producir en la chacra. Se compra la harina, el fideo, el arroz, el mate, las
velas para alumbrarse, las pilas para la radio. Esto es más patente en las fami-
lias que cuentan con escasas tierras para el cultivo. Deben trabajar entonces
mucho en el mar, y no solo en el cochayuyo, sino también sacando luga, que
se vende para las industrias; y mariscos, como el loco, el piure, el erizo y las
lapas, que se consumen en la casa y se pueden vender en Tirúa. En este senti-
do, el relato de don Juan Segundo Huenupil, de la comunidad Quidiqueo de
Comillahue, es muy ilustrativo:
42
Entrevista a Ignacio Ancatén, Puente Tierra, 1997.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
por ejemplo, ellos no sabían cómo cortar el coyoi. Dicen que agarraban un
varillón, una varilla larga, y le ponían un cuchillo en la punta, como en t,
y con eso cortaban. Empujaban, tiraban y cortaban. Ese instrumento se
llamaba welmo. Welmu tai coyoi, welmu pukatrei, o sea, con varilla vamos a
cortar el coyoi.
»Nadie sabía nadar. Y los que eran valientes se tiraban, laceados se tiraban
a nadar un poquitito. Y fueron ellos los que empezaron a cortar los coyoi,
poco, poquito nomás, no como ahora.
»Cuando llegaron los antiguos, primero se dedicaron más a la agricultura,
y el coyoi no tenía tanta importancia, y no tenía tanta venta como la que hay
ahora. Se cortaba para comer en la casa, y en veces pa’ salir a comerciar por
ahí pa’l lado de Imperial, Chol Chol, Galvarino. Por ahí uno se iba a dar su
vuelta. Uno andaba sus 30 días en carreta, por caminos malos. Por ahí por Los
Maquis uno se demoraba una semana pa’ aplanar pa arriba. Cuando se llegó a
aquí, poco había. Primero, cuando llegaron a vivir ahí, dicen que los viejitos
rozaban, y quemaban bien los roces, y luego tiraban el trigo, desparramaban
el trigo. No tenían pa’ qué arar. El trigo se daba como carrizal. Y ahí ellos
vivían. Lo pajareaban, que decían. Cuidaban que los pájaros no se comieran
las plantas que tenían ahí. Porque quedaban encimita botado nomás, y los
pájaros a la vuelta se lo comían todo.Y ellos el día que tiraron trigo, le ponían
pajareo altiro, que no le sacaron los granos de trigo.Y eso lo tiraban el prime-
ro de mayo, pa’l primer aguacero.Y bueno, estarían unos 15 días cuidándolo,
y después, cuando estaba el pasto grandecito, ya no pasaba nada.
»El cochayuyo, si bien siempre se recogía pa’l consumo de la casa, lo empe-
zamos a trabajar ahora nomás. Cuando yo me crie se trabajaba, pero poco.
Ahora hace más de 20 años serán que están pegándole firme al cochayuyo.
Antes se salía poco, ciertas carretas nomás salían. No como después, que ya
empezaron a salir en general. Ahora el que no sale no es hombre.
»Hoy, cada uno trabaja en su la’o, como quien dice, cada uno tiene su pie-
dra donde corta. Pero antes no era así. Ahora se trabaja más, y cada uno
tiene su interés y quiere tener su parte. Ahora hay más venta, más comer-
cialización, entonces todos quieren negociar. Antes, como no había com-
pradores, solo en cierta partecita compraban un poco. Ahora, si uno corta
harto… mientras más corta, más vende.
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El vuelo del traro en el ventarrón. Fragmentos para una etnografía de los mapuches de Tirúa
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Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1998.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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Entrevista a Segundo Bautista Ancalao, Tranicura, 1998.
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El vuelo del traro en el ventarrón. Fragmentos para una etnografía de los mapuches de Tirúa
Orilleros de Tirúa
45
Entrevista a Daniel Figueroa, Tirúa, 1996.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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Entrevista a Juan Araneda, Tirúa, 1996.
47
Una ristra es alrededor de 2 kg de pescado, los que se ensartan por las agallas en una pita de ñocha.
48
El palo calón se coloca en el extremo más cercano al ancla, tiene el largo del ancho de la red, y su
misión es mantener la red abierta.
49
Entrevista a Juan Araneda, Tirúa, 1996.
50
Entrevista a Juan Araneda, Tirúa, 1996.
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El vuelo del traro en el ventarrón. Fragmentos para una etnografía de los mapuches de Tirúa
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Se sacaban róbalos de hasta seis kilos, que se pagaban como a $50. En una
tarde se podían hacer hasta $300, que en esa época sí era plata.Yo hace como
14 años que trabajo en esto. Empecé a salir con mi taita”51. Otro pescador del
bordemar de Tirúa nos dice: “Yo tenía como 12 años cuando empecé a salir
con mi hermano allá en Quidico. Yo soy de allá. Salíamos en botes y echába-
mos las redes, y las íbamos sacando luego. Eso se hace más pa’ mar adentro.
Ahí se juntan, se pegan como cuatro o cinco de estas mallas y así cubren todo
lo ancho, y luego eso se cierra y se recoge”52.
Estas gentes también se dedican a mariscar. Gran parte de ellos son
buzos. “Aquí hay hartos buzos, y en botes vamos a mariscar aquí adentri-
to nomás. Sacamos ulte, machas, locos, erizos y piures”. En general hay
pocos mapuches trabajando en Tirúa en esta actividad. “Ellos mariscan,
bucean a pulmón nomás, allá en Casa de Piedra y Machilhue. Sacan casi
lo mismo”53.
51
Entrevista a Daniel Figueroa, Tirúa, 1996.
52
Entrevista a Juan Araneda, Tirúa, 1996.
53
Entrevista a Daniel Figueroa, Tirúa, 1996.
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El vuelo del traro en el ventarrón. Fragmentos para una etnografía de los mapuches de Tirúa
encima de la isla, y a los tres días salía la mar. Entonces, cuando temblaba
muy fuerte, entonces por eso la gente miraba ahí, a la isla, a ver si ese... el
Lafkenwentro acaso está parado en el vunku grande ese”.
Don Ignacio Ancatén, de Puente Tierra, nos cuenta:
54
Entrevista a Ignacio Ancatén, Puente Tierra, 1997.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Son fragmentos de historias y mitos, recuerdos de otras vidas las que confi-
guran el estilo de vida de los antiguos lafkenches. La nuestra ya ha comenzado,
pero es dura y muy larga. Quizás nunca sepamos, nunca podamos, antes que
la lengua se extinga, recuperar para nuestra memoria, y para las de ustedes,
los antiguos secretos, memorias de los eternos vencidos en las míticas gue-
rras de las comarcas cercanas al río Tirúa.
55
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1998.
56
Entrevista a Juan de Dios Cona, Lleu-Lleu, 1996.
-86-
SOBRE TERREMOTOS Y MAREMOTOS EN RELATOS MAPUCHES
“En la cumbre de cada uno de estos montes altos llamados Tenten, dizen,
que habita una culebra de el mismo nombre, que sin duda es el Demonio,
que los habla, y que antes que saliesse el mar, les dixo57: lo que avia de
succeder58, y que se acogiessen al sagrado de aquel monte, que en el se
librarian y el los ampararia. Mas que los indios no lo creyeron, y trataron
entre si que si acaso sucediesse la inundacion que dezia Tenten, unos se
57
Tomando la forma de un hombre humilde y viejo.
58
La inundación.
-87-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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Sobre terremotos y maremotos en relatos mapuches
linages que ay entre ellos, de indios que tienen nombre de pezes, porque
muchos hnages llevan nombres de vallenas, lobos marinos, lisas y otros
pezes. Y ayudales a creer que sus antepassados se transformaron en pezes,
el aver visto en estas costas de el mar de Chile en muchas occasiones Sire-
nas, que han salido a las playas con rostro y pechos de muger, y algunas con
hixos en los brazos.
»Assentadas estas fingidas transformaciones y soñado Dilubio, queda la
dificultad de como se conservaron los hombres y los animales; a lo qual
dizen: que los animales tubieron mas instinto que los hombres, y que cono-
ciendo mexor los tiempos y las mudanzas, y que conociendo la inundacion
general se subieron con presteza al Tenten y se escaparon de las aguas en su
cumbre, llegando a ellas mas presto que los hombres, que por incredulos
fueron pocos los que se salvaron en la cumbre de el Tenten.Y que de estos
murieron los mas abrassados de el sol. Porque como fingen que las dos
culebras, Caicai, y Tenten, eran enemigas; y que Caicai hizo salir las aguas
de el mar para que sobrepujando a los montes anegassen a los hombres y al
monte Tenten y a su Culebra, que los faborecia: y que Tenten, para mostrar
su poder y que ni el mar le podia inundar ni sobrepujar con sus aguas, se
iba suspendiendo y levantando sobre ellas.Y que en esta competencia la una
culebra, que era el Demonio, diziendo Caicai, hazia crecer mas y mas las
aguas, y de ay tomó el nombre de Caicai. Y la otra culebra, que era como
cosa diuina, que amparaba a los hombres Y’ a los animales en lo alto de
su monte, diziendo Tenten, hazia, que el monte se suspendiesse sobre las
aguas, y en esta porfia subió tanto que llegó hasta el sol. Los hombres que
estaban en el Tenten, se abrassaban con sus ardores, y aunque se cubrian
con callanas y tiestos, la fuerza de el sol por estar tan cercanos a el, los quitó
a muchos la vida y peló a otros, y de ay dizen que proceden los calvos.Y que
ultimamente el ambre los apretó de suerte que se comian unos a otros. Y
solamente attendieron a conservar algunos animales de cada especie, para
que multiphcassen, y algunas semillas para sembrar.
»En el número de los hombres que se conseruaron en el Dilubio ay entre
los Indios de Chile grande variedad, que no puede faltar entre tantos des-
varios. Porque unos dizen, que se conseruaron en el Tenten dos hombres,
y dos mugeres con sus hijos. Otros, que un hombre solo y una muger,
-89-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
-90-
Sobre terremotos y maremotos en relatos mapuches
“Hace mucho tiempo, kuifi, dicen, hubo una grande inundacion. Enorme
lagarto salió del centro de la tierra i gritó: ¡Cai-cai! La tierra sé agrietó por
muchas partes. Gruesos borbollones brotaron de esas grietas i llenaron de
agua los campos. La jente se refujió en una altura llamada Trentren. Con
rapidez ascendieron tambien a ella toda clase de seres: leones, venados,
pájaros i grandísima cantidad de sabandijas. Cubierta la superficie de los
campos, el nivel del agua se elevaba mas i mas. Empero, no podia llegar
a la cumbre del Tren-tren, que crecia en altura a medida del ascenso del
agua. Subia i subía el Tren-tren i llegó tan arriba que casi tocó el sol. La
temperatura se hizo insoportable. Para refrescarse la jente se ponía sobre
sus cabezas ollas dé greda llenas de agua.
»En la cumbre del Tren-tren, espacio reducido, era pelígroso moverse con
tanta sabandija i ‘tanta culebreríá’, segun la gráfica i testual espresion de
uno de nuestros informantes. I las mujeres tuvieron que amarrarse estre-
chamente las estremidades de sus vestidos para librar las piernas de las
ofensas de esos bichos.
»Oyóse el grito: ¡Tren tren! i las aguas comenzaron a bajar, como a subir
cuando se oyó el de: ¡Caí cai!
»Los indios celebraron entónces su primer Guillatun. Sacrificaron un niño
huérfano para obtener la sangre que se empleó en la ceremonia. En pos de
este sacrificio vino el de gallos i gallinas, cuya sangre iban vertiendo en las
aguas que se retiraban.
»En la costa de Arauco hemos oído la relacion de esta fábula modificada en
algunos de sus detalles.
»El agua no provino del seno de la tierra: fué una salida de mar. Precedió a
su irrupción un animal que surjiendo de él gritaba: ¡hupe! ihupe! Cuando
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
se retiraron las aguas, el animal se fue mar adentro gritando: ¡Cai-cai! Era
un monstruo con cuernos sin forma determinada, del color de las aguas, i
fue visto de costado en medio del oleaje.
»En la altura del Tren-tren, los refujiados debian soportar silenciosos que
culebras i lagartijas se pasearan libremente por su cuello i rostro i si prefe-
rían palabras al momento quedaban convertidos en piedras.
»Al comienzo de la inundación, se vio un mapuche navegando en un bote
a dos remos en el agua que invadía la tierra, i cuando bajó, el mismo indio
se fue mar adentro perdiéndose de vista. Era el dueño de las aguas (citado
en Lenz, 1912: 19-20).
Tomás Guevara aporta otro relato sobre un terremoto, que le fue narra-
do por un mapuche llamado Nahuel Huinca, de Maquehua:
59
Esta comuna es relevante para este caso, ya que es la que tiene mayor concentración mapuche de
la región y de Chile (80%), así como la única de la Región del Biobío con población mapuche costera y
lacustre.
-92-
Sobre terremotos y maremotos en relatos mapuches
Cuando se escuchaban esos gritos, las gentes del Lafkenmapu se iban hacia
el cerro, al Tren-Tren más seguro, que en este sector corresponde al cerro
Negro.
Asimismo, don Damasio Liempi, del sector de Puente Tierra, en Tirúa
Sur, habla acerca de los Tren-Tren y sus clasificaciones:
“Yo creo que antes del diluvio de Noé que sale en la Biblia, los mapuches ya
existían aquí en esta tierra porque mi abuelita me decía que el Tren-Tren,
por ejemplo, el Tren-Tren era un cerro que tenía… habían dos tipos de
Tren-Tren. Incluso este aquí donde vivimos nosotros se dice que era un
Tren-Tren de tres patas. Eso quiere decir que este era un cerro que tenía
tres patas, que si el mar subía el cerro también subía. Pero hay otros de
60
Lafkenwentro: hombre (wentro) del mar o de la costa (lafken).
61
Entrevista a Arístides Norín, Las Misiones, 1996.
-93-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
62
Entrevista a Damasio Liempi Millanao, Puente Tierra, 1998.
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Sobre terremotos y maremotos en relatos mapuches
a la chueca, algunos que iban para allá me prestaron la chueca, ahí empecé a
jugar a la chueca. Entonces de repente viene como un ruido primero, como
un viento primero y empieza a moverse la tierra, la ratonera como estaba y
había una casa al frente, la sonajera de tejas que habían. De ahí dejamos de
jugar a la chueca, pero fue harto fuerte el movimiento, de ahí mi tío Antonio
me dijo: ‘Cómo no va a la casa, tú, que andas a caballo, anda a ver cómo está
tu gente allá’. Ahí estaba viva todavía la finá de mi abuelita, así que me puse los
zapatos, monté a caballo y me vine, me vine a galopito pa acá, y llegué al bajo
en Puente Tierra y veo la tierra desparramá, ahí me dio susto.
»La finá de mi abuelita conversaba que antes, cuando habían temblores, se
abría la tierra y la gente iban pasando pa abajo, y eso yo pensé, como uno
iba pasando y se abría la tierra, se caía pa bajo, lo único que pensé eso. Pero
seguí galopando, me vine pa’ arriba, me encontré a otra persona en la falda,
ya lo hice volver pa arriba, un poco más arriba llegamos, ahí sí que pasó
fuerte, y ahí le dije yo: ‘Ya, bájate del caballo, ándate a pie’. Así que me vine
pa la casa, pasé a buscar a otra prima y pasamos ahí donde los Valencia y ahí
había otra persona del otro lado. ‘Mire, don Raúl —me dijo—, ¿que será
aquel en la Mocha?’, me dijo, parece que juntaron, así como un marullo
de mar, y ahí quedaron mirando la isla Mocha, no ve que cuando venía esa
salida de mar venían como tres marullos, ¡tremenda altura que traían!,
entonces ahí, cuando dieron la vuelta a la isla Mocha, se juntaron por al
medio, parece que se levantó pa arriba, entonces de ahí quedamos mirando
un poco. De ahí le dije yo, será salida de mar —pensé yo—, que se iba a
salir el mar, de ahí conversamos un poco, de ahí me fui yo.
»Nos fuimos pa’bajo, llegué a la casa. ‘¡El mar como va!’, le dije a las mujeres
que estaban ahí. Mi tía Juana salió a mirar, estaba tiritando, y las otras tías se
levantó mirar, ya yo me monté a caballo y fui a mirar pa’bajo; pero como que-
dó el mar acá abajo, quedó la laguna de agua, el mar ya se había recogido ya.
Y en eso que un vecino que venía un poco más adelante que mí, dice que iba
subiendo por el otro lado y le pilló los bueyes con carreta y todo, se los llevó
pa’l mar.Y en eso fuimos al otro lado a buscar más caballos, en esos tiempos
teníamos harto caballo nosotros, fuimos a buscar otro caballo, y partimos otra
vez. Llegamos donde estaba toda esa gente reunido allá abajo, porque —me
dijo la machi— pasa a tal parte y dile que vengan a esa gente como pueda.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
»Había una tirá de niños chicos; traía como tres niños chicos, uno en cada
brazo y dos en el hombro, ya le pasé a ayudar buscar, lo pasé ayudar a dejar.
Estuve un rato y de ahí me fui a Tirúa, en eso llegamos abajo y la gente se
estaba acarreando pa’ acá arriba en la escuela de La Misión, ahí se iban a
venir. Así que ahí fui a buscar un trigo, como 60 kilos parece quedaban, los
traje a caballo. De ahí dejamos el caballo y nos vinimos pa’ arriba otra vez,
en la loma estaba reunida toda la gente porque iban a hacer un Nguillatún.
Hacer una rogativa, entonces se estaban juntando, y en Comillahue igual
se juntaron63.
“Para el terremoto del 60 subió el agua po’, llegó a cerro a cerro. Ahí estu-
vimos asustados. Al pueblo de Tirúa Dios los resguardó: el agua se vino de
acá del sur, ahí dentra un cerro ahí de Tirúa pa’ acá, hace una punta allí, ese
los favoreció, favoreció al pueblo. Así que el agua se fue, en ese alcanzó a
rebotar en la región que tiene el peñasco, ahí se fue a pegar el golpe el agua,
y de ahí se fue pa’l norte. Así que Tirúa fue tramo nomás que hinchazoncita
nomás llegó ahí, nos dijeron que arrancaron día y noche los gallos. Duró
como dos días, dos, tres días.
»Hicieron Nguillatún, pensaban algunos que haciendo Nguillatún se iba a
tranquilizarse el mundo.Ya, después dijimos: ‘El Nguillatún… estamos mal
aquí’. Corrimos y nos fuimos a aquel cerro que se ve para arriba porque ahí
podíamos librarnos si el agua salía aquí. Por ahí estuvimos como dos, tres
noches, por allá alojados cerro arriba aquí en Tranicura, ese cerro más alto
que tenemos aquí. Ahí hay Tren-Tren, y acá hay otro, pero dicen que son de
tres patas nomás, no hay seguridad cuando sube el agua.
»El Tren-Tren se enalta, antiguamente dicen que pasó así, de que los cerros
tren-trenes ahí favorecieron gente y cuando subió el agua se enaltó el cerro.
Anteriormente subió el agua también. (…) Los Kai-Kai son culebras pare-
ce. Ese anuncia salida de mar, ese hablaba en cualquier orilla del mar, y del
63
Entrevista a José Raúl Portiño, Tranicura, 1998.
-96-
Sobre terremotos y maremotos en relatos mapuches
mar se sentía cantar eso: ‘Kai-Kai, Kai-Kai Vilu’, decían ya cuando estaba la
ruina ya, cantaban en el Tren-Tren esas cosas, culebras. No lo vimos noso-
tros, pero decían que eran culebras, no pudimos verlo64.
Figura 8. Rogativa realizada en la playa del sector de Comillahue durante un Nguillatún, 1998.
64
Entrevista a Paulo Nahuelpán, Puente Tierra, 1998.
-97-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Todos estos relatos, tantos los más antiguos como los más recientes, tie-
nen elementos comunes que se han mantenido en el tiempo. Destacan los
avisos premonitorios de los terremotos, ya sea mediante signos como el del
Aliwén, o los producidos mediante sueños (peuma) y otras premoniciones.
Destaca el papel de los cerros (Tren-Tren) en cada uno de los lugares en donde
habitan los mapuches, ya sea que estén cerca o lejos del mar.
También es importante la función de los Nguillatunes en los terremotos
y maremotos. En la cosmovisión mapuche nada sucede al azar, y el hecho de
que tiemble la tierra y se produzcan inundaciones se asocia al descontento
de Dios, de Nguenechen, con la gente, como indica don Arístides Norín, del
sector de Las Misiones: “Entonces ahí era donde la gente hacía Nguillatunes,
hacían rogamientos para poder escuchar y saber de Dios. Ese era castigo de
Dios. Castigaba porque eran desobedientes, hacían cosas injustas y no hacían
cosas buenas. Entonces cuando se portaban mal Dios los castigaba, los ate-
morizaba”65.
El desastre se produce entonces porque los mapuches no cumplen con
sus obligaciones rituales, se olvidan de Dios, y con esto arriesgan su ira y el
fin de su mundo, cosa que solo se puede remediar mediante la celebración
de Nguillatunes y, en casos extremos, como en 1960 en lago Budi, con un
sacrificio humano, generalmente de un infante.
65
Entrevista a Arístides Norín, Las Misiones, 1996.
-98-
DOS EPEW LAFKENCHES EN TIRÚA SUR
El zorro es uno de los animales que más aparece en los relatos mapuches.
En la provincia de Arauco encontramos al zorro culpeo (Lycalopex culpaeus
culpaeus) y al zorro chilla (Lycalopex griseus), que es el más común. En la
tradición narrativa occidental el zorro se ha caracterizado como un animal
-99-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
El zorro y el chercán
Un viejito me conversaba que el zorro una vez quiso irse al cielo. Nguerru
aman wenu mapu pi. Llegó el día, y se fue el nguerru (zorro) hacia arriba, al
cielo, y cuando iba por la mitad, se manda guarda abajo. Y murió, quedó
muerto el nguerru.
Casi un mes dicen que quedó el nguerru abajo en la tierra, y después de
un mes entonces... ngonetui, resucitó el nguerru.Y entonces después antojó de
hacer sus necesidades por allá.Y cuando hizo sus necesidades, y se dio cuenta,
y quiso comerlo poh.Y lo botó pa’ atrás.
Y entonces un chercancito dicen que le habló, cuando fue a olfatear su
necesidad. Ahhh, que le dijo: Ichukelui me, ichukelui me, que le dijo. Y el paja-
rito le dijo, después que acabó de comer su bollo, que le dijo el chercán así.
El nguerru miraba para todos lados, no sabía quién le hablaba. Y entonces el
miraba adónde, a ver quién le hablaba. Y na’ que el chercán… había nacido
-100-
Dos epew lafkenches en Tirúa Sur
El zorro y la ballena
Quiso ir al mar el zorro. Quiso ir a mariscar en hora baja. Dicen que pilló la mar
seca, seca. Entró por unos huapes adentro de una roca grande que había. Aden-
tro, allá fue a ponerse a mariscar.Y al poco rato dicen que le vino la llená (marea
alta). Llenó el mar y no pudo salir, el pobre zorro. Quedó al medio del mar.
Y en eso, justo dicen que al poco rato pasó una ballena. Y ahí que le
habló: “Oiga, amigo ballena...”, que le dijo. “Ohh... yené —que le dijo—,
yené, kurrenaben, antumatan playamo”, que le dijo, que lo fuera a botar a la
playa, porque él estaba al medio del mar. Y el yené (ballena) lo hizo y fue.
El yené obedeció, entonces que le dijo:
—Monte en mi cogote encima, ahí que te voy a sacar.
Y lo sacó poh. Cuando dicen que... cuando la ballena empezó ya a topar
arena.
—Hasta aquí será —que le decía.
—No, otro poquito. Todavía no puedo salir. Todavía está hondo —le
contestaba el zorro.
Y la ballena hacía impulso pa’ salir más pa’ fuera.Y andaba un poco, im-
pulsaba la ballena, y le volvía a preguntar al zorro si acaso hasta por ahí nomás
iba a quedar pa’ salir pa’ fuera.
—No —que le decía él—, más afuerita bótame nomás, más afuerita.
Y al final dicen que la pobre ballena después salió pa’ fuera, y quedó varao’.
Y ahí que dijo el zorro:
—Aquí será que voy a bajar.
-101-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
-102-
EL JUEGO DE PALÍN ENTRE LOS LAFKENCHES DE TIRÚA SUR
-103-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“El palenque estaba marcado por dos zanjas, ya mui antiguas, que corrían
paralelamente en una longitud de más de una cuadra67 (…). Entre ambas
líneas se podían medir unos treinta metros. Oímos a más de un perito
tachar de demasiada angosta la cancha. En el centro de ella se colocaron
los jefes de los bandos que deberían medirse: se dieron la mano, hablaron
algo entre ellos, se tocaron los sombreros i se entregaron mutuamente
unas monedas. Eran ceremonias para ‘amarrar’ la apuesta, esto es, para
hacer irrevocable el desafío” (Robles, 1914: 230).
“Los que deberían tomar parte en el juego se despojaban de los zapatos, de sus
blusas i sombreros, i examinaban unos bastones de vara i media, encorvados
en uno de los estremos, que usarían en la partida (…). Luego se diseñaron los
bandos: ocho por lado. Se colocaron en el promedio del espacio marcado por
las zanjas, en donde había un hoyo pequeño en que introdujeron una pelota
de madera i los que hacían cabeza del juego, pugnaban por sacarla con sus
bastones encorvados para arrojarla, un partido a una dirección i el otro a la
opuesta (…). Cada jugador va provisto de un bastón encorvado que se llama
huiño, con el que debe engarfiarse la pelota —pali— i golpear con el objeto
de dispararla en una dirección dada. Zanjas paralelas limitan el espacio en que
las pelotas deben jirar. Cada vez que la pelota sale de ese espacio en el sentido
66
En esta y las otras citas del texto de Titiev, la traducción es nuestra.
67
Una cuadra equivale a 125,4 metros.
-104-
El juego de palín entre los lafkenche de Tirúa Sur
de la latitud o toca las zanjas, se produce una quemada i hai que comenzar de
nuevo. La pelota debe salir fuera en el sentido de la longitud, i siempre que
esto acontece el partido que lo ha conseguido lleva una raya. Los contendores
se dividen la cancha, i si ella, por ejemplo, está orientada de norte a sur, un
bando trata de llevar rectamente la pelota al norte i el otro de llevarla al sur.
Se juega comúnmente a cuatro rayas” (Robles, 1914: 231-232)68.
68
El resultado final debía ser 4 a 0 siempre. Una raya del equipo que va abajo en el marcador hace
que se descuente una al que va ganando. Más adelante en su relato, Robles aclara cómo funciona el conteo
de las rayas: “Un espléndido golpe dio punto al perdidoso; pero pocos momentos después, i sin ningún
trabajo el bando del platero enteró cuatro rayas. Creímos terminada la partida, pero notamos que se se-
guía jugando. — Tienen que sacar libres las cuatro rayas, señor —nos dijo uno al oírnos que habían ganado
los del platero, explicándonos que la raya de los de Rapiman hacía disminuir en una los que llevaban sus
contrarios; de modo que podían contar solo tres estos últimos” (1914: 234).
-105-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
69
Un pie equivale a 30,48 centímetros. 300 pies equivalen a 91,44 metros y 350 pies a 106,68
metros.
70
Aproximadamente 12,4 metros.
71
De 0,9 a 1,2 metros de largo.
-106-
El juego de palín entre los lafkenche de Tirúa Sur
-107-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Los relatos de los párrafos precedentes nos han permitido apreciar las
características principales del palín tal como lo jugaban los mapuches desde
fines del siglo xix y hasta las últimas décadas del siglo xx. Más que un juego o
un deporte, es una práctica cultural muy arraigada para resolver problemas
y controversias entre comunidades, así como un espacio de desarrollo, regu-
lación y prestigio social, y una forma de educar y preparar a los jóvenes para
las rigurosidades de la vida mapuche.
A continuación, apreciaremos el juego del palín como era practicado por los
lafkenches y la relevancia que ellos le dan.
El palín está muy arraigado en la memoria colectiva de los lafkenches
de Tirúa Sur. Es parte de su patrimonio, de su pasado y, por supuesto, de
su futuro. Antaño se jugaba por prestigio. Las parcialidades cuyos equipos
ganaban a sus rivales ganaban el respeto de todos. Los encuentros entre
parcialidades se efectuaban una vez al año, en lo que se llamaba kañetupalín
(enfrentamiento de palín), y tenía mucha solemnidad y en torno a él los
participantes hacían apuestas entre sí. En nuestros trabajos etnográficos
encontramos un relato que queremos destacar. Así se refiere don Juan
Segundo Huenupil, lonko de Comillahue, al kañetupalín:
-108-
El juego de palín entre los lafkenche de Tirúa Sur
“Antes había... ese era un juego muy serio. Dicen que era un kañetupalín,
le decían. Eso quiere decir que un contrario pa’ jugar a la chueca, y firme-
mente, cada cual tenía que defender; si Comillahue llamara a Los Chilcos,
entonces allá el cacique manda un mensaje a Los Chilcos, y lo invitan pa’ un
kañetupalín. Eso es un juego serio, sí. Y es distinto de los campeonatos que
hacen ahora. Ahí el que ganó quedo famoso nomás. Llamaban a la comu-
nidad de Tirúa.Y Comillahue ganaba siempre.Y si no, llamaban a Ponotro,
así que llamaban a distintas comunidades. Ahí, cada jugador hacía apuesta,
el que quería hacía apuestas por su lado. Si tenían un cuchillo, dejaban un
cuchillo, cualquier cosa, cualquier prenda lo ponían de premio entre ellos,
a ver si ganaban o no. Ahí el que tenía apostaba un anillo, una lama para
la montura, y si no algunos apostaban un lazo, un par de espuelas, y así se
apostaban. Pero eso cada cual, al gusto de los contendores que iban a jugar
entre ellos. Era un juego muy serio, porque ahí no dejaban dormir a ningún
jugador en la noche. Tenían que amanecer despierto claro pa’ la víspera del
palín. Esta noche va a ser palín, así que los jugadores esta noche tienen que
estar avivando en cualquier momento, juntando su chueca así, dale palo,
gritando, bailando y gritando. Y las mujeres, y toda la comunidad igual. Y
luego eso ya empezaba como a las 10 de la mañana, más o menos por ahí.
De a las 10 hasta las 12 duraba, y si no hasta la una. Así que se jugaba bien,
y después venía la comilona, le daban su ollita de caldo a la comunidad invi-
tada, así que se le daba su atención.Y antes de empezar también se le daba
su platito de mote, cualquier comida”72.
Don Juan Segundo Huenupil nos sigue contando sobre este juego, que es
ejecutado con solo dos accesorios, el palo llamado weño, más conocido como
chueca, y la pelota:
“El palo, la chueca, como le dicen, se dice weño en lengua. Así que para
hacer eso hay que buscar cualquier árbol, en los montes por ahí, en la mon-
taña. Habiendo un palo más o menos que esté medio arqueado, ahí uno
72
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1998.
-109-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
dice que ‘este sirve pa’ weño’. Puede ser de cualquier madera... aunque
la principal madera es el ulmo. Y antes se hacían de boldo, se buscaban
de boldo, y ese eran palos mucho mejor. Ahora ya no hay boldo, así que
se busca de eucalipto, de arrayán, así, total, de cualquier palo lo buscan,
porque los palos, los árboles nativos, que eran más firmes, ya no quedan.
Dicen que antes el weño era el arma principal de los mapuches. Después
de la guerra que fue, después de eso hicieron el weño, y después con eso se
defendían. Con eso se daban palos, como con cualquier palo. Se apaleaban
entre ellos con el weño”73.
Figura 9. Detalle de extremo inferior de un weño junto a pelota de cuero de escroto de caballo
(colección etnográfica de propiedad del autor), 2019.
73
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1998.
74
Estos detalles nos los entregó de manera informal don Raúl Portiño Marihuen, de Tranicura, en 1998.
-110-
El juego de palín entre los lafkenche de Tirúa Sur
“La cancha del palín, el palihue —le dicen el palihue—, tiene que tener 8
o 9 metros de ancho... bueno, si hay 100 metros, 150 metros, se le puede
dar largo la cancha, y si no hay más espacio... con lo que hay, con el metraje
que tiene el campo nomás. El objetivo es que hay que hacer un gol. Uno
dice que hay que hacer una raya, se dice. Tiene que salir la bola dentro de
la cabecera de la cancha. Pero si sale... se corta antes de llegar al límite de
donde va a salir, no vale. Si no alcanzó a salir 2 o 3 metros, no valió. No es
una raya. Se empieza de nuevo al medio. Igual que cuando sale fuera de la
cancha, donde sea, tiene que volver de nuevo al medio, pa’ empezar otra
vez. Cuando se juega palín no hay árbitro. Ahí el que vio que salió al medio
de la raya de la cancha, es validero que es raya. Igual que un gol lo hacen
valer. Esa es una raya. En este juego los que van jugando se colocan en
posición. En hilera... y los más viejos quedan siempre al centro jugando,
porque corren menos, y los que corren más, esos se van a la punta. Por las
dos puntas tienen que haber jóvenes livianos para correr. Unos atacando
y otros defendiendo. Los viejitos están al medio pa’ mover la pelota, pa’
hacer el juego adentro, que salga por los dos lados el juego. Bueno, ahí
va la ligereza de la mano del jugador, si le ganó al otro, le ganó nomás,
pasó con el juego. El número de jugadores no tiene límite, el juego ese no
tiene límite de cuántos pueden ser. Lo menos que pueden jugar depende
de la cancha. Pueden entrar unas 10 o 12, 13 malcornas (entre 20 y 26
jugadores). Pero ahí juegan amarraditos cada uno. Porque dos hombres
se amarran. Y así no puede entrar ni uno más tienen que entrar de a dos.
Todo de par en par. Los equipos tienen que estar parejos. Así es el juego,
no tiene un límite de número de cuántos pueden ser. Bueno, allá nosotros
nunca hemos hecho un torneo de chueca. En el torneo de chueca... ahí
estoy un poco erra’o yo. No sé cuántos pueden ser por lado. Ese es el
juego del palín”75.
75
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1998.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Figura 10. Hoyeros disputando la bola en el centro de la cancha de palín, en un juego realizado
en Comillahue, 1998.
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El juego de palín entre los lafkenche de Tirúa Sur
76
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1998.
-113-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Figura 11. Vista general de un juego de palín realizado en Comillahue, entre la comunidad local y la de
Tranicura, 1998.
-114-
El juego de palín entre los lafkenche de Tirúa Sur
ese palín. Ya ahora se juega cuando se hace Nguillatún, pero ese es un juego
para entretenerse, no es una competencia seria. Eso es pa’ entretenerse, pa’
no estar botao’ por ahí, sentao’ en un palo, pa’ hacer divertir la gente un rato.
Ese se llama Nguillatunpalín. Ahí hacer raya no tiene ninguna importancia”77.
En enero de 1998, luego del término del Nguillatún que las nueve comu-
nidades de la asociación Pulafkenche de Tirúa Sur realizaron en la cancha de la
comunidad de Comillahue, se realizó un juego de palín entre las comunidades
de Comillahue y Tranicura. Las fotografías que acompañan este texto son de esa
ocasión, en que vimos a jóvenes y viejos disputar un encuentro que duró más de
dos horas. Los integrantes de uno de los equipos se diferenciaron de los del otro
al colocarse un pañuelo blanco en la cabeza. Fue un juego emocionante, que
fue seguido con mucho interés y entusiasmo por los asistentes al Nguillatún.
Los participantes nos comentaban que hace mucho tiempo no se veía un juego
de palín en esta comunidad. También nos comentaron que antiguamente era
común que, asociado al Nguillatún, se realizaran algunos encuentros de palín.
Conclusión
Hemos revisado algunas descripciones clásicas de los juegos de palín entre los
mapuches. En todas se remarca la relevancia de este juego como una forma
de solucionar diferencias, controversias y rivalidades entre grupos y comu-
nidades mapuches, en los cuales la realización de apuestas iba de la mano.
También se destaca el hecho de que la práctica del palín, como lo expone
Titiev, era parte del entrenamiento “guerrero” que todo joven mapuche debía
realizar.
En el relato lafkenche que presentamos en este texto se revela un tipo
de encuentro de palín, el kañetupalín, el cual efectivamente corresponde a la
descripción que autores como Coña, Robles y Titiev hacen de este juego y
su carácter.
77
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1998.
-115-
También se indica el abandono de este juego y que la pervivencia del palín
se debió en gran parte a que se practicaba en la ceremonia del Nguillatún,
pero que no tiene la misma trascendencia e importancia que el kañetupalín. En
algunos sectores, para revitalizar este deporte, se están organizando torneos
acordes a la lógica occidental, como las competencias y torneos de fútbol,
deporte muy popular entre los lafkenches.
LA PRÁCTICA DEL MATRIMONIO ENTRE LOS LAFKENCHES DE
TIRÚA SUR
Antecedentes
78
Se transcribe textual con la ortografía de la época y se incluyen las referencias a pie de página
del original.
-117-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
79
ROSALES, Historia, t. 1, Paj. 143 [nota en el original].
-118-
La práctica del matrimonio entre los lafkenches de Tirúa Sur
rios dias80. Comprábanse las mujeres por ‘bebidas i comidas, vestidos, ca-
ballo, oveja de las naturales del reino o cosa semejante’81. En la segunda
mitad del siglo xviii, valía una jóven, como término medio, cincuenta
pesos. La apropiacion de la mujer por rapto simulado se llamó entre
los araucanos ngapitun82. Subsistió en algunas tribus hásta el someti-
miento definitivo de la raza a la soberanía nacional. Poco a poco fueron
cambiando estas costumbres matrimoniales. En el último tiempo de la
Araucanía libre tendía a jeneralizarse una transaccion puramente indi-
vidual, que no daba lugar a ceremonia alguna, designada con la palabra
ngillanentun. Arreglábase el contrato entre el padre i el solicitante, sin
que se tomara en cuenta el consentimiento de la novia, quien no tenia
otro deber que cumplir sino ataviarse con sus mejores alhajas i segir a
su amante hasta su habitación. Volvía éste al dia siguiente a la vivienda
de su mujer i llevaba los objetos que le pertenecían i a veces hasta algun
animal. Solia seguir al acto del pago, llamado mavún, una fiesta para
los parientes i amigos; cuando el cónyuje era cacique, verificábase sin
escepcion un festín83 (i).
»El valor de la desposada se cubría con animales, objetos de plata, prendas,
lazos, espuelas, silla de montar i a veces dinero, que se distribuian pro-
porcionalmente entre los miembros de la familia i hasta entre los amigos,
segun la calidad del comprador.
»Habia en ese tiempo otro comercio sexual entre dos personas, que ha
ido tomando asimismo alguna estension hasta el presente: cuando disponen
libremente de su voluntad, se unen sin ceremonia nupcial de ninguna clase.
»Con estas costumbres se humanizó un poco el matrimonio, porque es
indudable que entre los amantes debia existir una afeccion recíproca. La
lengua tenia las palabras amor i amar, ayún i ayuntum, pero en su sentido
enteramente físico, que no alcanzaban en su significacion mas allá de las
necesidades fisiolójicas. El hombre daba tambien a su mujer objetos de su
80
CARVALLO, Descripcion, etc., páj. 59 - ROSALES, Historia, t. 1, páj. 142 [nota en el original].
81
GONZÁLEZ DE NÁJERA, Desengaño i reparo de la guerra de chile, páj. 46 [nota en el original].
82
Las letras ng representan el sonido nasal de la g [nota en el original].
83
Datos recojidos por el autor [nota en el original].
-119-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
sexo, ran, morteros i otros utensilios, como prueba de simpatía i para ha-
cerle ménos pesadas sus tareas domésticas.
»Al estinguirse la automanía de la raza, se hallaban en uso estas uniones
sexuales:
»El rapto simulado, de acuerdo entre el pretendiente i el padre.
»El rapto convenido entre los novios, sin consentimiento del padre. El
hombre saca sijilosamente de su habitacion a la niña i da aviso en seguida
del hecho a la familia, prometiendo pagar en un plazo determinado. Es la
subsistencia de costumbres conyugales antiguas. Tenían estas dos maneras
de obtener mujer las designaciones de ngapitun i leventun.
»El contrato de simple compra-venta sin la escena del asalto.
»El convenio entre dos personas libres.
»En la actualidad se sigue practicando entre los indios el matrimonio por
contrato. El padre lo acuerda con el comprador sin la venia, al ménos di-
recta, de la solicitada. Cuando llegan a conocimiento del protector de in-
díjenas estas uniones de índole araucana, remite a los desposados ante el
oficial del rejistro civil84.
»Designase el acto de casarse con el término jenérico de coretun en el
norte i currelleun en el sur; i el de comprar mujer con el especial de
ngillan. A un hombre acomodado le cuesta hoi una mujer de su clase
hasta doce animales, o sean 200 pesos, i a un pobre otra de su condicion,
uno o dos.
»La costumbre de que los padres cambien todavía sus hijas por dinero i
animales, i mantiene viva en algunas tribus la idea de que es lucrativo el
nacimiento de una mujer i oneroso el de un varon.
»El padre podía recobrar su hija si no se le pagaba el valor estipulado, caso
raras veces visto, porque era deshonroso para un individuo i contrario a la
moral araucana i a las prescripciones del código tradicional. El marido po-
día negar el pago únicamente por muerte prematura de la mujer o pedir la
84
La lei de agosto de 1874 tolera esta forma de matrimonio, pues en su art. 90 dispone: “la posesion
del estado de, padre, madre, marido, mujer o hijo se tendrá como título bastante para constituir a favor
de Ios indijenas los mismos derechos hereditarios que establecen las leyes comunes en favor de los padres,
cónyujes e hijos lejitimos” [nota en el original].
-120-
La práctica del matrimonio entre los lafkenches de Tirúa Sur
Por otro lado, en la década de 1940, Mischa Titiev hizo una completa
descripción del matrimonio mapuche a partir de su trabajo de campo en las
comunidades de Cautinche, Carrarriñe y Renaco, ubicadas en las inmedia-
ciones de la ciudad de Cholchol:
-121-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
85
En francés en el original.
-122-
La práctica del matrimonio entre los lafkenches de Tirúa Sur
-123-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
En Tirúa Sur, los lafkenches mantienen viva la memoria de las antiguas tradi-
ciones. En sus relatos se destacan las antiguas formas y sus diferencias con
las costumbres contemporáneas. En un paisaje marcado por los acantilados
costeros, el viento y las implacables lluvias que encontramos durante todo
el año, pero en especial en los meses invernales, los lafkenches han debido
desarrollar su estilo de vida, que mantienen a pesar de los cambios que ha
sufrido en las décadas precedentes, sobre todo con los avances evidentes que
se observan en conectividad y en las comunicaciones con otros sectores de la
comuna y del territorio lafkenche.
En relación con los matrimonios, hoy se rigen por la costumbre mar-
cada por el imperio del Código Civil chileno, lo que les hizo abandonar sus
costumbres de antaño, a las cuales se refieren con mucho respeto y nostal-
gia. Esto se aprecia en los relatos que nos han entregado los habitantes de
algunos sectores de este territorio. Don Juan Segundo Huenupil, lonko de
Comillahue, nos cuenta:
-124-
La práctica del matrimonio entre los lafkenches de Tirúa Sur
-125-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
86
Testimonio de Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1998.
-126-
La práctica del matrimonio entre los lafkenches de Tirúa Sur
“Antes la gente no pedía, no como ahora que se pide una niña, sea como sea
quiere casarse con aquella persona tiene que ir a pedirla. Antes nooo… ¡se
robaba nomás a la persona!
»Entonces, después de eso, que se robó, esa niña llegó a la casa de los sue-
gros, entonces adonde llegó esa niña los viejitos ya empiezan a decir: Hay
que ir a avisarle a los dueños de hija a dónde llegó, acá llegó. ‘Hay que ir
a avisar’. Se invitaban dos personas como que llevan más responsabilidad:
un amigo, un buen vecino, pero siempre tenía que llevar una gente más de
respeto, con más responsabilidad sería.
»Entonces llegaban y ya le empezaban a platicar, le dicen al que le llevaron la
niña, dándole la conformidad —aunque después pase la vida del perro—,
lo conforman con esa palabra: ‘Que va a estar muy bien su hija allá, yo se la
voy a respetar, yo se la puedo respetar a su hija. Confórmese, así es la vida
cuando la mujer y el hombre no van a vivir toda la vida en la casa de su
padre, de su mamá… —diciéndole todo en su palabra de mapuche— y
si se porta mañoso el hijo, hasta donde pueda, reprenderé mi hijo’. ¡Y
ya está!, queda conforme el pobre, aunque la madre esté llorando, poco
menos que llorando, pero ¿qué hacerle?
»Y el dueño de hija dice: ‘Mi hija no se va a ir así nomás, cuándo se va a
hacer el casamiento que me van a traer una vaquilla y sino una vaca pa’
hacer la fiesta. Mi hija es cristiana, no es cualquier animal pa’ que me lo
lleven, tienen que pagármela’. Pero ellos también tienen que sacrificarse:
tienen que comprar los vasos, los platos, la cama… Ese era un casamiento
mapuche antes: hacían una fiesta, mataban una vaquilla… Duraba un día,
decían. Juntaban gente ¡cuándo que no, pues oiga! Tiene que ir la tía, si
tiene hermana la mamá de esa niña, y si tiene primos todos los familiares
van po’. Con todo respeto van.
87
Los testimonios de la comunidad de Tranicura fueron recogidos por el etnógrafo Walter Imilan
en 1998.
-127-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
88
Testimonio de Orfelina Lincopi, Tranicura, 1998.
-128-
La práctica del matrimonio entre los lafkenches de Tirúa Sur
me costó para llegar aquí a mi casa con ella. Aquí pa’ allá había una de
monte que no se podía pasar, los pájaros no más, por esa parte la hice
pasar a pie; hubiera estado lejos habría ido a caballo, tenía caballo. A
pie no más, va más seguro uno: al caballo pueden alcanzarlo por el
camino a uno y se lo quitan. Por eso nos vinimos por un peñasco, por
ese bajo nos vinimos, era puro monte, ahora está limpio…los vinimos
a la escondida no más.
Pero después hay que mandar personalmente a avisar al dueño de hija, que
sepa en qué parte está. Ahí va un hombre personalmente a avisar a ese
hombre que se le perdió la hija, que tal fulano lo tiene.Ya ahí está conforme
y después la novia si quiere al mes va a ver su madre, a ver a su padre, por
ahí con el permiso de uno”89.
89
Testimonio de Paulo Nahuelpán, Puente Tierra, 1998.
-129-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Para los lafkenches de Tirúa Sur el Kollaltún era una parte muy importante
de las costumbres vinculadas al matrimonio que practicaban antaño, y que
evocan con nostalgia en sus relatos.
90
Testimonio de Segundo Bautista Ancalao, Tranicura, 1998.
-130-
La práctica del matrimonio entre los lafkenches de Tirúa Sur
Conclusión
-131-
SOBRE MACHIS, MACHITÚN Y KALKUS
Los relatos que se presentan a continuación son el fruto del trabajo de campo
realizado en Tirúa Sur durante 1998, en el marco del programa Historia de
Comunidades Lafkenches, desarrollado al alero de la Ilustre Municipalidad de
Tirúa. Agradezco en particular a los colegas Walter Imilan y Soledad Salazar
por el trabajo etnográfico asociado y por compartir los testimonios que
recogieron entre los lafkenches de Tirúa Sur.
Una de las figuras y autoridades más prominentes en la cultura tradicional
lafkenche, y mapuche en general, es la machi. Vinculadas a rituales como el
Nguillatún y de sanación como el Machitún, las machis también se asocian a un
aspecto tan fundamental para el mundo mapuche como la magia y la brujería.
91
Hoy en día, a las dos mencionadas se agrega una tercera en el sector de Miquihue.
-133-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
a esa tiene que llegarle el espíritu. Porque si una mujer dice: ‘Yo voy a ser
machi’ por gusto, no puede ser machi. Tienen que tener algún espíritu
que le llegue. Que le llegue un espíritu, una enfermedad, dentro de una
enfermedad, después viene otra machi a curarla, y dice: ‘Esta tiene espíritu
de machi, hay que hacerla bailar’, y ahí se coloca. Si una mujer no tiene
espíritu de machi no saca na”. Al respecto, don Paulo Nahuelpán, de Puente
Tierra, indica:
“Esos son espíritus que lo toma pa’ ser machi, por ese punto son machis,
el espíritu se lo está diciendo. Buta, usted tiene un espíritu, Dios le tiene
predestinado un espíritu o el diablo también tiene una parte… puede
hablar quizá una pila de cosas que uno no lo entiende, pues la machi
tiene palabra pa’ envolver a cualquier araucano de idioma que sabe su
lengua. Pero hacen cosas buenas, pues: lo da a saber a uno que puede
hacer si viene un castigo, la machi lo sabe en sueños, los espíritus salen
en el sueño”.
-134-
Sobre machis, machitún y kalkus
de por aquí por este lado de Tirúa. Cuando ella se colocó machi yo tendría
unos ocho, nueve años.Yo serví de curiche, me hicieron un caballo de palo,
con ese veterano que está allá al lado, Lorenzo Carilao…
»Es que la machi le dijo que tenía espíritu de machi. Si la machi fue que le
dijo que acaso no la colocaran como machi, tenía que irse cortá. Por eso
enfermaba, porque después una vez que se colocó de machi, no enfermó
na’, no. Fue una mujer sana, duró harto tiempo, porque yo estaba cabrito
cuando se colocó machi y después vino a morir. Una hermana, la que se
murió, esa también tenía espíritu de machi. El hombre no se arriesgó de
colocarla de machi y dijo que era pobre, no sabía… no quiso y se murió
nomás, se murió la mujer y se murió él también92.
“Mi madre sabía mapuche, el finao de mi papá también sabía, hablaba chileno,
igual sabía ella. Después ella se fue a colocar de machi. Se llamaba María
Tránsito Canio. Pero al final no se colocó na’ de machi, porque ella después
dijo que no quería colocarse de machi, porque pa’ ponerse machi era de
dos espíritus, y mi mamá tenía un espíritu nomás, y la machi que quería
ponerla machi tenía dos espíritus, de esos que andan en la noche volando y
ella no quiso, no se quiso colocarse de machi, porque tenía de otro espíri-
tu, tenía espíritu bueno, tenía mi mamá. De esos que andan volando en la
noche, ese espíritu tenía la otra machi. Por eso no quiso colocarse nunca
de machi, prefiero morir, dijo, antes de colocarme de machi… ¡pura gente
cochina! Llegó hasta ahí. Prefirió no colocarse na’ de machi. Tenía todos
los instrumentos ella. Tenía el kultrún, cascabeles, los tenía todos. Conocía
todas las plantas, hacía cuestión de remedios, todo lo sabía ella, a ella le
llegaban enfermos. Hubiera sido buena machi. Ella sanaba a los enfermos,
hubiera sido buena meica”93.
92
Entrevista a Ignacio Ancatén, Puente Tierra, 1997.
93
Entrevista a Rosa Valencia Canio, Tranicura, 1997.
-135-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
94
Entrevista a Juan Segundo Huenupil, Comillahue, 1998.
95
Entrevista a Damasio Liempi Millanao, Puente Tierra, 1998.
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Sobre machis, machitún y kalkus
96
Entrevista a Ignacio Ancatén, Puente Tierra, 1997.
-137-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“Bueno, tal como hubiera un enfermo aquí, entonces uno quiere machi-
tucarse y ahí tiene que avisarle a los vecinos pa’ que le echen una ayudá
en una noche, que en la tarde lleguen medio tempranón, pa’ que empiece
temprano la machi y desocupar antes de medianoche.
»Y la gente están prestos ahí y entonces van a buscar canelo, plantan un ca-
nelo por ahí y el otro por aquí, como a un metro y medio será de largura, y
ahí al enfermo le hacen una camita en medio del canelo, ahí lo dejan botao’,
y a la machi le ponen cuero a este lado pa’ que se siente y la gente rodeaba
ahí. Entonces, los que están rodeando, los hombres tienen que estar armaí-
tos con chueca, así como la machi tiene que tocar su instrumento: tienen
cascabel, tienen pito, todo eso lo hacen tocare, y hay trutruka igual tam-
bién.Y la machi empieza con su con su kultrún, que le llaman, lo va tocando
lo va tocando… y de ahí como a la mitad que va tocando su instrumento le
dice a la gente hacer el favor de hacer sonar la chueca así: un grupo está a ese
lado y el otro está allí, entonces las chuecas van juntando así, van golpean-
do… y ahí llegan los espíritus pa’ ver qué enfermedad tiene y entonces ahí
tiene que decir uno a la machi que le haga el favore pa’ que lo vea cómo es
la enfermedad que tiene. Entonces ella tiene que ganarse detrás del canelo
que está plantao’ aquí en medio, y después se gana a este lado, allí.
-138-
Sobre machis, machitún y kalkus
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
conseguían a un hombre que supiera, que tuviera más lenguaje, más sabidu-
ría…a hora no po’ ahora con palabra de chileno nomás y eso cuesta menos,
pues. Pero antes no, antes collaltún le dicen, es largo el collaltún, tienen
harta sabiduría… la palabra de chileno no. Dicen: ‘Yo vengo a esto, tengo
enfermo y me dicen que usted los hiciera el favor de hacerlos un Machitún
esta noche nomás’. Y eso nomás, con eso y ¡ya! En cambio, para nosotros
mapuches que somos, son laaargas las palabras que tiene que dar uno si va a
Lleu-Lleu o si va por ahí en La Huella, ahí hay otra machi97.
97
Entrevista a Ignacio Ancatén, Puente Tierra, 1997.
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Sobre machis, machitún y kalkus
»Ella hace los remedios, se los pasa a la persona que los va a buscar para que
se los dé al enfermo, pero ella cobra por los remedios, es la única forma de
poder ganar por los remedios que da, como no lleva ningún sueldo. Según
el remedio que den, se paga, si es un remedio para una enfermedad que no
sea tan grave así, es el precio.
»Se hace Machitún. Hay veces que hay que buscar remedios para el Machitún,
de ahí la persona que lleva el orine pregunta pa’ cuándo se hace el Machitún,
entonces se hace el Machitún. Antes que nada, se busca a la gente que ayude,
para un Machitún se necesita gente; son siete por lado, los acompañantes son
para que estén con su chueca, porque todas las personas que van al Machitún,
ellos están todos con su chueca, con su coligüe, son puros coligüitos, están
todos así. El enfermo está en la cama, colocan un canelo aquí y el otro aquí.
Uno en los pies y el otro en la cabeza, entonces la gente están puestas, rodea-
dos así, entonces la machi está al lado del enfermo.
»Se consiguió a toda la gente, llegó la gente en la tarde, y de ahí ya está el
enfermo listo, le dan remedios, le colocan lavaos al enfermo y lo echan a la
cama. Entonces ya a la hora se juntaron toda la gente, y colocaron el canelo
y el dueño de machi da su palabra a su machi, para que la machi llame a su
espíritu. Entonces la machi… siempre en el Machitún se utiliza un lenguaraz,
porque el espíritu siempre pide un lenguaraz para que ayude a orar por ese
enfermo, porque que ellos por sí solos no saben, tienen que decirles en
qué pueden ayudar. Entonces ellos le dicen que le dé remedios, que le dé
una buena sanación a la enfermedad que tiene. Ahí trabaja directamente el
espíritu de la machi.
»Supongamos que la persona que tiene el enfermo, si no sabe hablar mapu-
che en su idioma, tiene que buscar a otra persona que hable el mapudungún
para que hable con el espíritu de la machi. Porque el dueño de la machi re-
cibe las palabras del dueño del enfermo, entonces el dueño de machi le da
la palabra a la machi cuando está usando la machi a su espíritu; y le dice que
de esta forma está este enfermo, y cómo llegó esta machi a esta casa a hacer
remedio a este enfermo. Entonces ellos dicen esas cosas, entonces el len-
guaraz le pide que por favor le haga remedio a su enfermo. Entonces ahí le
dicen al dueño de machi, y el dueño de machi le dice al espíritu qué reme-
dios están pidiendo para sacar la enfermedad. Entonces la machi llama a su
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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Sobre machis, machitún y kalkus
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
gélico, el más religioso no escapa tampoco, porque si dan veneno por más
que estén orando día y noche tiene que ser una machi que lo saque, es la
única salvación que queda98.
“Dicen que los más antiguos, antiguamente no había machi, que los Ngui-
llatunes se hacían sin machi y después no sé, por qué cosa será, no sé en
qué siglo salió la machi. Y el Nguillatún de acá se hizo con machi, pero la
idea era [que] si la machi no quería y nos exigía plata, nosotros no le íba-
mos a pagar. No le íbamos a pagar y se iba a hacer igual sin machi, porque
esto de que cobren no está con el como el pueblo mapuche solidario de
acá, es como decir lo contrario. Además, la exigencia que la machi, por
ejemplo, de repente se enojó la machi y se enojó, y que hay que respetarla
o que si pidió algo hay que hacerle ¡no!, esa cuestión está mal. Por eso es
un poco que hay diferencias con la machi. Nosotros, es decir, que aquí en
la agrupación de nosotros de las comunidades, hay mucha gente que no, a
pesar de que la machi estuvo esta vez, pero ese fue uno de los compromi-
sos: si cobraba olvidémonos de machi. Incluso algunos pensaban que ojalá
un Nguillatún se hiciera sin machi; porque acá el Nguillatún que hicimos
acá, en un momento en que estaba en trance la machi, había pedido vino
parece… entonces eso no ha sido nunca parte de la tradición pa’l pueblo
98
Entrevista a Edgardo Antileo Valencia, Tranicura, 1998.
99
Entrevista a Prosperino Huenupil Huenupil, Comillahue, 1998.
-144-
Sobre machis, machitún y kalkus
mapuche. Por eso yo creo que el próximo Nguillatún que se haga por acá,
si se vuelve a hacer, va a ser difícil si la machi no actúa como corresponde.
Luego va ir quedando un poco descartada de estos asuntos”100.
“Hay una parte que es un poco difícil hablarla, pero igual yo la he conversa-
do con muchos… con muchas personas que son mapuches y no mapuches.
Siempre hay una, hay, como que hay en algunas partes como querer endio-
sar a la machi. Entonces la machi no puede ser un Dios tampoco, la machi
puede ser un instrumento que puede ayudar en algo, pero… entonces las
machis tienen la característica de tener, de saber cosas pa’l bien y cosas pa’l
mal. Se ha comprobado, como sé yo que la machi usa muchas artes.Yo, por
ejemplo, por la experiencia que tengo antiguamente cuando era niño, creo
que pueden hacerlo. Incluso —bueno, no me quiero meter mucho en ese
tema—, pero yo tengo largas historias de las machis, porque yo conozco las
machis. A mí por eso discrepo un poco con, o sea, casi no estoy de acuerdo
100
Entrevista a Damasio Liempi Millanao, Puente Tierra, 1998.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
con la machi, siendo franco, no estoy de acuerdo con la machi porque si aquí
en Tirúa un poco se perdió la tradición fue por culpa de la machi, porque
yo lo veía cuando era niño cuando andaba la machi curá’, andaba de una
forma ¡pero indecente! Entonces, una diferencia que yo me acuerdo que mi
abuelito tuvo con una machi, pero yo tengo presente que de repente se le
morían los animales, se le morían, se le enfermaban cualquier familia y no
había médico, no había nada pa’ curarse. Por ejemplo, de repente un animal
se le daba vuelta y vuelta, se le volvía loco y se moría nomás. Y no había
defensa de nada, pues ¡qué le iba a hacer! Desde entonces mi abuelito em-
pezó a buscar la iglesia, (…) de chiquitito me acuerdo que mi abuelito nos
conversaba que no había cómo defenderse de esto, de estas cuestiones no
buenas, que, a lo mejor, de tanto tiempo, la tradición se va mezclando otros
espíritus y la gente… ya no sé, no soy el indicado en señalar esta cuestión.Y
así, mi abuelito, después ya no era tanto el deseo de seguir arrodillándose y
clamando a un ser superior que al final buscó una iglesia… me parece que a
una iglesia bautista se llamaba, no sé”101.
“Se hacían sahumerio de cualquier antes era atemorizado, eran muy creído
en la brujería, decían que eran sinvergüenza. No como ahora, que la gente
es más diablo… que el diablo. Ahora no muere tanta gente, por eso yo
digo gracias. Antes habían muchos muertos por brujería. Porque un año,
me acuerdo, la gente empezó a morir todas las semanas. Era como un
achaque, al último ya no pillaban ni pollos para llevar al velatorio. Había
una machi que era bruja. Se llamaba Antuca Pailaya… la Pachica. Otra se
llamaba Juana… era mala también. Después le dejó la herencia a la cuñada.
Así calculaban los viejos, cuando pasó eso había cualquier velatorio, casi
todas las semanas, y le echaban la culpa a los brujos. Andaban asustados…
que bruja aquí… bruja acá, se decían”102.
101
Entrevista a Damasio Liempi Millanao, Puente Tierra, 1998.
102
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1998.
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Sobre machis, machitún y kalkus
“El kalku es una persona bruja. Por ejemplo, siempre se asocia la machi con
que es kalku, maneja algunos espíritus por ahí y eso lo sé porque mi abuelito
me lo contaba. Mi abuelito dice que cuando llegó, él trabajó con estas per-
sonas que tenían estos espíritus.Yo me recuerdo tan bien porque ahí sí que
ponía atención [risas]. Él dice que una mujer que vivía por ahí era, porque
machi o no machi, son kalku las personas… entonces dice que le encontró,
porque aquí hay unas lucecitas que andan en la noche por aquí, que vuelan y
son unas personas muy chiquititas así. Se llaman Anchimalién.Yo los he visto
las luces nomás, pero no los he visto de cerca. Muchos lo han visto de cerca.
Esos son unos hombrecitos de estatura chiquitita y echan luces, y a veces se
ven así en el campo. Yo vi muchos cuando era un niño, ahí nosotros... por
eso mi abuelito se fue de la reducción, porque veía mucho esa cuestión:
llegaban a la casa y eso le mataba los animales.
»Fíjese que un animal que se lo comía el wichal, por ejemplo, lo dejaba sin
sangre y el animal queda negro, negro, negro… morado, morado total-
mente y la carne no servía pa’ na’, había que quemarla. Entonces cómo iba
un animal sin tener ninguna enfermedad se andaba matando, de dos por
tres se volvió loco y se murió y no le quedó sangre...
»Y por esa cuestión mi abuelito se fue a la reducción, por todas esas cues-
tiones. Había personas que tenían fuerzas, sabían que habían gentes que
tenían estas cuestión, espíritus, decían.
»Con decirle que él decía que a una persona cuando era niño le encontró
debajo de la cama por ahí un cantarito de greda que tenía puras cuestiones
así de puro hilo, unas personas así chiquititas, como decir unos muñequitos
así, guardados.Y esos en la noche se hacen espíritus y salen, y los mandan,
los ordenan: ‘Mira, anda a tal parte a hacerle daño a esta persona’, ¡y ellos
iban!
»Y estaban los otros: los witranalhue, que decían que era un mal, pero esos
eran ya los más brujos que tenían, los más kalku. Siempre mucha gente lo
vio, bueno, en esos tiempos yo era niño, no salía en la noche. Dicen que son
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
unas personas que nacen así chiquititas y van creciendo a tal tamaño hasta
que van llegando hasta no sé qué altura, y son personas y de blanco. Son
espíritus... no son para hacer el bien, solamente se utilizan para hacer el
mal. Incluso algunos mapuches lo utilizaron antes para cuidar sus animales:
si alguien le iba a robar algo, para salir en defensa de sus bienes ellos tiraban
a las personas que tenían a su servicio.
»Hay hartas historias en torno a eso, porque mi abuelito decía que un bru-
jo-brujo, kalku-kalku que significa en mapuche, tenía dos corazones: ‘Un
corazón que tiene natural y un corazón que es del demonio. Este corazón,
el otro corazón ese... la persona muere y el otro corazón queda vivo. Como
eso se sabía antiguamente, cuando una persona bruja-bruja, kalku, que te-
nía, a lo mejor tenía todos estos males y mucho más porque hasta pájaros
utilizan también los brujos.
»Se sabía antiguamente que un brujo que moría empezaba a atacar la fami-
lia, empezaba a molestar la familia hasta que mataba otro o mataba otro y
al final podía terminar la familia el brujo.Y hasta ahí quedaba tranquilo él,
esos espíritus, así que dejaban a ninguna familia. Pero se podía hacer algo,
que era abrir el cadáver y sacarle el corazón. Entonces me di cuenta que
ellos ya después —no sé si estaba enterrao’ o antes de enterrar el finao’–
lo abrieron, lo rajaron allí y le encontraron el corazón, el otro corazón.
[Tenía] dos corazones y el más chico estaba vivo. Mi abuelito lo vio, él
ayudó a sacarlo, lo ayudó a sacar y la gente dice que lo sacaron y tuvieron
que quemarlo para resguardar que la familia que no le fuera a ocurrir algo
malo. Dentro de los mapuches había mucha hechicería al final, y esa la
mayoría la quería manejar103.
“Yo he escuchado que hay wichales. Dicen que son unos cabritos… yo no los
he visto, eso sí. Lo mandan los brujos a comerse un animal o una persona
se la comen. Se escucha que hacen eso los Anchimalién. Son los mismo, pero
103
Entrevista a Damasio Liempi Millanao, Puente Tierra, 1998.
-148-
Sobre machis, machitún y kalkus
En estos relatos se plantea que la machi puede dedicarse tanto al bien como
al mal. Se entronca esta visión con la creencia de que las enfermedades no tienen
un origen natural, sino que son, en general, el resultado de hechizos realizados
por otras personas. En este ámbito, algunos le atribuyen a las machis el empleo
de artes oscuras. Apreciamos también en estos testimonios la descripción de los
espíritus y los recursos que los kalku emplean para desarrollar sus malas artes.
Conclusión
Los testimonios y relatos que se han entregado en este escrito dan cuenta de
las creencias y prácticas en torno a una figura tradicional más que controver-
sial para los lafkenches de Tirúa Sur, la machi. En este plano, la mirada de los
habitantes de este territorio varía de acuerdo a si la comunidad cuenta o no
con una machi. La pertenencia a una comunidad genera un vínculo diferente
con la machi y su familia que en las otras comunidades aledañas.
Por otro lado, también se evidencia una notoria tensión entre las creencias
tradicionales en torno a esta figura y las que impulsan las religiones protestantes,
que están presentes con mucha fuerza en Tirúa Sur. En este sentido, destaca la
adopción de religiones evangélicas como respuesta a situaciones como el alcoho-
lismo, las que son vinculadas con mucha fuerza a la visión tradicional mapuche.
104
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1998.
-149-
La tensión entre lo bueno y lo malo, entre el rol benefactor de la machi y
la creencia de que el kalku es fuente de las calamidades personales y colectivas
que afligen a los lafkenches está claramente presente en estos relatos, que nos
sitúan con claridad en la visión ambivalente de la machi como figura relevan-
te para la cultura tradicional mapuche-lafkenche, a la que se asocia tanto el
bien como el mal.
EL NGUILLATÚN LAFKENCHE
Nguillatún de antaño
“El Nguillatún se hacía antes dos veces en el año, según la antigüedad decían
que se hacía cuatro veces en el año, pero yo alcancé a conocer se hacían dos
veces en el año, uno era en octubre, en noviembre, (…) pidiendo siempre que
evite la plaga, enfermedades pal sembrao, enfermedades pa la gente, peste,
-151-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
que eviten toda esa plaga, todas son oraciones favorables para la persona, pal
ser humano, pal vivir, porque si no llueve tal vez no hay cosecha, no hay pasto,
y el pasto es el alimento pa los animales, (…) y la otra se hacía en marzo, en
abril, dando gracias por la cosecha, dando gracias por el tiempo, por la lluvia,
por el sol, dando gracias por la buena cosecha, dando gracias por la salud y la
vida, implorando también lo que ha faltado por lo que ha cometido el hombre
y pidiendo perdón a Dios”.
Don Juan Segundo Huenupil, de Comillahue, coincide al decir que “en ese
tiempo se hacía una vez al año, como a fines de año. Por eso es que hacían
los Nguillatunes antes que granaran los trigos. Y en veces tocaba, y después
de la cosecha también se hacían Nguillatunes, en veces”. Es relevante hacer
notar, así como Faron en la década de los 60 (1997: 88), que el Nguillatún se
realiza con fines agrícolas fundamentalmente, y la ocasionalidad evidenciada en
las palabras de los lafkenches de Tirúa Sur no desmienten dicha afirmación. Sin
embargo, lo que mueve a las comunidades realizar un Nguillatún va más allá,
tal como lo expresa Foerster (1995: 92)105, con una variedad un poco más am-
plia de motivos, entre los que encontramos evitar enfermedades y catástrofes
naturales, como los terremotos y maremotos, eventos que evidencian el des-
apego de Chao Dios con los hombres debido a su mal comportamiento. Así lo
comenta don Ignacio Ancatén, de la comunidad de Puente Tierra, refiriéndose
al maremoto de 1960: “Hicieron Nguillatún, pensaban algunos que haciendo
Nguillatún se iba a tranquilizarse el mundo. Ya después dijimos: ‘El Nguilla-
tún… estamos mal aquí’. Corrimos y nos fuimos a aquel cerro que se ve para
arriba porque ahí podíamos librarnos si el agua salía aquí”.
Se hace referencia a los problemas que ocasionó dejar de realizar los
Nguillatún de antaño en Tirúa Sur:
“De hace más de 40 años que empezó a entrar la plaga del vino a los Ngui-
llatún. Después, cuando devolvimos, yo mismo... un grupo fue a Ponotro,
105
Al respecto, Faron señala que las motivaciones no agrícolas son características del período ante-
rior a la radicación y que las motivaciones agrícolas aparecen en el período reduccional y reemplazan a las
otras (1997: 88), afirmación que por su énfasis absolutista no comparto.
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El Nguillatún lafkenche
106
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
107
Entrevista a Prosperino Huenupil Huenupil, Comillahue, 1998.
108
El Nguillatún de enero de 1998.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Los Nguillatunes los planifica y realiza una comunidad, sin embargo, casi
siempre participa otra comunidad, invitada por los organizadores, lo que
le da a la ceremonia la relevancia que debe tener, como plantea don Juan
Segundo Huenupil, al decir que, una vez tomada la decisión de realizar la
ceremonia, se preguntaban “¿vamos a invitar a otra reducción que nos venga
a acompañar?, porque entre nosotros, entre pocos una fiesta no la aparenta
—mientras más gente una fiesta aparenta mucho—, pa’ que nos ayuden a
bailar aquí, a nguillatukar, porque somos pocos. Harta gente que nguillatuke,
esa es la idea, por eso siempre se hace Nguillatún con otra comunidad, (…)
así la otra comunidad tiene con quién abrazarse”.
El Nguillatún debe ser convocado por los lonkos, por aquellos que hacen
cabeza en una comunidad. Así lo plantea don Juan Segundo Huenupil de
Comillahue:
“El finao de mi abuelito, Juan Mariqueo Huenupil, así se llamaba. Ese fue el
que inventaba el Nguillatún todos los años. Él lo dirigía como lonko que era.
Él sabía la cosa, todas las cosas que pasan en... en la cosa de los mapuches.
Ya le decía, ‘usted tiene que hacer...’ y ‘venga aquí y venga allá’. Él era el
que organiza. Ese es el lonko del Nguillatún. Mi abuelito era el que lo hacía,
entonces él formaba y designaba los días, qué día... o sea, hacía reunión pri-
mero. Pa’ empezar a hacer el Nguillatún hay que avisar a toda la comunidad
entera, todos los que participan. Se deja un día, el werkén sale casa por casa
diciendo ‘va a haber una reunión, un trawun’ en tal parte, en el palihue, hora
109
Entrevista a Damasio Liempi Millanao, Puente Tierra, 1998.
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El Nguillatún lafkenche
110
Don Juan Segundo precisa: “Trawun es reunirse, reunión.Y el palihue es el lugar en donde se hace
el Nguillatún, en donde se juega al palín y se hace Nguillatún. El werkén es el mensajero, el que lleva la
palabra”. Entrevista a Juan Segundo Huenupil, Comillahue, 1997.
111
Entrevista a Edgardo Antileo Valencia, Tranicura, 1998.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“Una reducción sola no aparenta un Nguillatún. Tiene que ser con otra
comunidad, con harta gente, harta fiesta, y así la fiesta sale aparentoso y
bonita. Entonces, cuando se deciden invitar a otra comunidad, entonces
ahí va el werkén, el mensajero. Van dos hombres una mañana, allá a la otra
comunidad, están dirigidos a quien entiende un poco el mapudungún, pa’
conversar el werkén lo que va a contar allá, y lo que le dijo el otro lonko de
acá po’. Así que muy temprano van dos mensajeros a la otra comunidad, a
dar su palabra, y entonces vuelven, y la otra comunidad queda de volver su
palabra acá.Y después que se devuelve, ya quedaron todos destina’o y listos
pa’ hacer la fiesta, esperar la fecha nomás”112.
“Cada comunidad tenía su jefe, cabecilla, total, cada una tenía su cacique,
entonces esos caballeros conversaban para hacer una fiesta, un Nguillatún,
qué día podían hacerlo, entonces se eligía un día en qué mes y entonces lo
hacían”113.
“se ponen de acuerdo, se dice qué cosas se van a hacer para el Nguillatún, qué
cosas se van a pedir, para qué va ser el Nguillatún, todo eso se conversa entre
dirigentes, se juntan todos los dirigentes y se dice el Nguillatún se va a hacer
para tal o cual cosa. Porque ningún Nguillatún se va a hacer así nomás, cada
Nguillatún que se hace lleva una finalidad, y esa finalidad se hace entrega a
esa persona que va a dirigir el Nguillatún dentro del día, de los dos días, esa
persona recoge todo la opinión de los lonkos de cada comunidad, entonces esa
persona que está nombrá recoge todos lo antecedentes, para poder hacerlos
presente dentro del Nguillatún”114.
112
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpan, Comillahue, 1997.
113
Entrevista a Antonio Marihuen, Tranicura, 1997.
114
Entrevista a Segundo Bautista Ancalao, Tranicura, 1998.
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El Nguillatún lafkenche
“Había que hacer mudai. El mudai era abundante. Antes se hacía igual que
ahora, solo que antes había más el maíz, se cosechaba más el maíz, se tos-
taba y se hacía harina de maíz, y así se le echaba harina de maíz y harina
de trigo. Con agua media caliente, y en un cántaro grande de grada que se
hacía, ahí se dejaba fermentando, y de la noche a la mañana ya amanecía
buena, y era una cosa tan rica. En veces las viejitas se levantaban, miraban
su cántaro si estaba espumosa. Cuando estaba espumoso así, ‘pucha que
va a estar bueno mi mudai’, decían. Y con esa espuma ellos, frente al sol,
nguillatukaban con su mudai, antes de tomarlo nadie, porque había que darle
a Dios. (…) Los hombre buscaban el trigo, y si no había, salían a trabajar
por allá pa’l lado de Tirúa, se iban por el la’o de Carahue. Iban a hacer la
fiesta y no había trabajo por aquí, y en cualquier parte se comprometían los
hombres a trabajar, pa’ ganar el trigo, pa’ tener el pan. Antes había que salir
a trabajar, a ganar la vida primero pa’hacer el Nguillatún. Se hacía como un
mes siquiera, mínimo un mes pa’ poder hacerlo. No como ahora, gracias
a Dios, ya no... bueno, si se hace un Nguillatún, en veces le puede faltar la
carne, pero ya tiene cualquier trabajo, gana un billetito, ya compra en el
barrio. Ahora es más fácil”115.
115
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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El Nguillatún lafkenche
116
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
117
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Figura 12. Instalación del rewe usado en el Nguillatún celebrado por las comunidades lafkenches
de Tirúa Sur, en el sector de Comillahue, 1998.
118
Foerster señala que la palabra rewe significa lugar puro, lugar depurado, lugar sagrado. La etimo-
logía de la palabra, según Moesbach y Augusta (citado en Foerster, 1995: 93), es re = puro y we = lugar.
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El Nguillatún lafkenche
Este mismo informante señala las razones para no colocar el purawe (palo
de la machi) en el palihue, como se hace en otras zonas de La Araucanía: “En
la loma no se va andar trayendo ese trozo de palo pa’ plantarlo ni pa’ sacarlo.
Por eso que se hace un rewe más simple, de canelo delgaón, así de varillones
nomás.Y por eso que el atravesado hay que ponerlo, pa’ que se suba, cuando
esté con el espíritu, a bailar arriba”.
Una vez que se ha plantado el rewe, se debe esperar a que empiece a oscure-
cer, y se hace la recepción a la comunidad visitante. Luego, el Nguillatún
comienza con la aparición de la machi119. La machi aparece junto a sus
acompañantes, que además del dueño de la machi son, según Edgardo
Antileo, “dos curiches; dos pifilkeros, que son los que tocan la pifilka,
un trutruquero, el que toca el ñolkíñ120, la ñalkan121, que es la persona
que acompaña a la meica, (…) porque digamos que cuando la machi está
con su espíritu ella no se va estar limpiando la transpiración ni ninguna
cosa, entonces va una persona directamente a eso”. En este momento la
119
Don Juan Segundo nos comentaba que la presencia de una machi en el Nguillatún no es obligato-
ria; es importante y muy deseable, pero se puede hacer sin una machi, solo con la dirección del nguillatufe:
“Yo como lonko y, supongamos, jefe del Nguillatún, puedo hacerlo sin una machi. Eso se permite. ¡No ve
que hoy cada vez quedan menos machis! Nuestra comunidad no tiene machi, y acá en Tirúa Sur solo esta
la señora Margarita Albornoz, que es la machi de Tranicura. Por eso se le tiene que invitar, y muchas veces
cobran… pero para hacer una rogativa se puede hacerla sin machi”. Entrevista a Juan Segundo Huenupil
Nahuelpán, Comillahue, 1997.
120
El ñolkiñ es una especie de trutruka muy delgada y larga, que se fabrica de la caña del cardo
llamado troltro (Sonchus asper) o de un senecio que recibe el nombre del instrumento (Senecio otites).
La caña de estas plantas es muy delgada (entre 5 y 8 mm de diámetro). Tiene un largo de entre 1,5 y 2
metros, y en uno de sus extremos va un cuerno pequeño de ternero o vaquilla, y en el otro un pequeño
orificio (va en un nudo), el que vibra al ser chupado y produce un sonido agudo pero apagado. Tiene
una tesitura muy limitada. Su dominio es bastante difícil y requiere mucho más práctica que la trutruka,
por lo que sus ejecutantes gozan de un alto prestigio. Antes de ser ejecutado, debe ser aclarado, al igual
que la trutruka, con agua. Sus notas agudas se complementan perfectamente con los sonidos graves de
la trutruka.
121
Edgardo Antileo precisa: “Antiguamente, por lo que yo tengo entendido, no se decía ñalkan, se
decía ñalkewi”.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“La machi sale con todos sus instrumentos. Sale con sus pifilkeros, su tru-
truca, su ñolkiñ, con todos sus instrumentos, ellos salen de la ramada de
la machi… y ellos, con toda su gente, tenían que salir bailando.Y la machi
tenía que llevar una bandera blanca, esa es la bandera que lleva la machi…
entonces salió de la ramada, van los dos kuriches adelante, un poquito más
atrás va la machi tocando su kultrún, y al lado van los pifilkeros, el tru-
truquero y el ñolkinero. La machi va junto con el que recibe la palabra122
y al lado va la ñalkan. Llega la machi al canelo bailando con toda su gente
y de ahí, cuando va en la mitad, cerca del canelo, ya va a llegar, de ahí sale
el resto, la otra gente, los dueños de abajo, los dueños del que levanta el
Nguillatún”.
122
Se le llama Dungu Machife, que significa literalmente “el que habla por la machi”, y ese papel, por
lo general, lo cumple el esposo de la machi. Entrevista a Edgardo Antileo, Tranicura, 1998.
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El Nguillatún lafkenche
En la noche
“El baile, en la noche se baila para que no esté la gente pará’ nomás. Para
no tener la gente pará’, pa que no se aburran, es pa eso. Principalmente el
baile es para eso, pero hay bailes también que van relacionados para poder
123
El Nguillatufe.
124
Entrevista a Edgardo Antileo Valencia, Tranicura, 1998.
125
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Mientras se baila durante la noche, “la machi se queda por ahí nomás, en
la ramada toda la noche. La invitan una ramá, después otro, y así por ahí pasa.
Y se está toda la noche bailando, de amanecida. Ya cuando amanece, cantan
los gallos por ahí, ya toca el Kullkull. (…) Cuando toca, esa es señal que hay,
es la señal, igual que en el deporte, cuando el capitán toca el pito, todos tiene
que reunirse”126. Esta señal es indicio de que se va a iniciar la rogativa princi-
pal. Esto ocurre entre las seis y las siete de la mañana, cuando se aprecia que
ya empieza a clarear, ya que a la salida del sol, por el oriente, todos deben
estar dispuestos y la rogativa debe comenzar.
Como ocurrió el día anterior, la machi sale junto con su gente y se junta en el
rewe con el nguillatufe y su gente. Aquí se disponen, mirando hacia el oriente
en espera de la salida del sol, en tres filas, la primera de niños, la segunda
de mujeres y la de atrás de hombres. Dejemos que Edgardo Antileo nos lo
explique: “Todos los niños chicos tenían que hincarse, digamos, hincarse una
hilera de puros varones, más adelante tenían que hincarse todo lo que eran
las damas, más adelante tenían que hincarse todos los niños chicos, todos los
126
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
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El Nguillatún lafkenche
inocentes, todos los niños chicos que son inocentes. Entonces los niños chi-
cos se hincan adelante porque no saben. Porque también tiene su significado
eso, y las damas al centro, porque las damas son ellas que tiene que hablar
directamente con la madre sagrada, con la virgen santísima127”.
Figura 13. Vista de la machi, señora Margarita Valencia, y el nguillatufe, lonko Juan Segundo Huenupil
(con un pañuelo en la cabeza), junto a otros participantes, en la rogativa al amanecer del Nguillatún
celebrado en el sector de Comillahue, 1998.
127
Aquí se descubren indicios del sincretismo con la religión católica. Se equipará a la Ñuke Mapu, a
la madre tierra, con la virgen santísima. No hay que olvidar que esta zona fue extensamente recorrida por
los misioneros jesuitas y franciscanos durante la colonia. Una misión habría funcionado en el sector hasta
mediados de los años cincuenta, en el lugar conocido como Las Misiones.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Figura 14. Vista de uno de los kuriches del Nguillatún celebrado por las comunidades lafkenches de
Tirúa Sur, en el sector de Comillahue, 1998.
“Hay que buscar hartas conchas de loco, así con ese de a poquito, todos con su
hojita de canelo, y se está rogando y pidiendo con su propio idioma que Dios,
que él nos dejó en esta tierra, y ‘nosotros necesitamos que usted se acuerde
de nosotros, que tus hijos están clamándote, y pidiendo que la semilla que
tenemos botada en la tierra, que dé buen fruto, buen grano, pa’ que tenga-
-166-
El Nguillatún lafkenche
mos una buena cosecha, pa’ que críen nuestros hijos, vuestras hijas, abuelitos,
ancianos, todos se críen bien, el pueblo, el país, que no tengan novedad’. Esta
como una oración... si es la misma, lo que hace diferencia es el idioma. Si en
el mapudungún se habla la misma oración que un evangélico, que un católico.
(…) Uno, pa’ nguillatukar, hay que doblar la rodilla, como dice el winka. Yuku-
tuy, dijo el mapuche. (...)Y ahí se pide por toda la familia, que estén bien, que
no haiga novedad mala dentro de... el único padre que nosotros conocimos
es solo Dios, él nos cuida y nos guarda día y noche.Y nos ha dejado esta tierra
pa’ nosotros sufrir y que nos cuide y nos guarde. Así es la oración”128.
128
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“Tiene que haber un sacrificio. Hay que hacer el sacrificio de dos corderos. Hay
que desangrarlos y recibir la sangre, y con eso... se le ofrece a Dios”131.
“A veces le piden cosas que no hay, acá abajo tenían que tener, digamos, la sangre,
la sangre de un cordero, tenían que sacrificar un cordero, como dicen los reli-
giosos, tenían que hacer sufrir a un cordero, entonces con esa misma sangre se
ruega a Dios para que Dios vea la sangre, la sangre significa vida, por eso que toda
persona que ruega, todo Nguillatún se hace así, se ruega con sangre, con mudai.
El agua significa limpieza para el mundo y la vida de uno, y la sangre significa vida
para nuestras almas, por eso que siempre se ruega con sangre y mudai, se ruega
para que Dios mire que se está sacando, como los curas usan la hostia y el vino,
entonces es la misma cosa. El mudai significa el vino, en vez de tener, como los
curas usan el vino el color nomás, pero no el sabor, entonces acá se usa el mudai
en vino, y al mismo tiempo el mudai está representando el agua bendita, el agua
sagrada, y la sangre significa la vida de una persona”132.
129
Faron señala que esta parte del Nguillatún recibe el nombre de Awn, ceremonia que “despeja el
campo ceremonial de posibles fuerzas del mal” (1997: 92).
130
Entrevista a Edgardo Antileo Valencia, Tranicura, 1998.
131
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
132
Entrevista a Edgardo Antileo Valencia, Tranicura, 1998.
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El Nguillatún lafkenche
Ahora la machi debe invocar a su espíritu y entrar en trance. “Hay que bailar,
la machi llegando los espíritus, tiene que decir que de esta manera hay que ngui-
llatukar, hay que tener harina, hay que tener locro de trigo partido. De todo se
le pide, hay que tener harina, si no hay harina tostá, harina cruda. De todo. (…)
Aquí la machi llama a su espíritu fumando. Fuma un cigarrillo y ahí se sabe que
se está llamando al espíritu de la machi. Acá se sabe si Dios está contento o no
con lo ofrendado. Una vez que el espíritu la ha tomado, ella se sube al rewe y baila
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
ahí encima”133. En este trance, la machi baila encima del rewe, lo que indica que ha
ascendido y está en comunicación directa con Chao Dios. El dueño de la machi y
la ñalkan la asisten en todo momento, siendo el primero el encargado de traducir
las aparentemente incoherentes palabras que emite la machi en su trance.
Luego se sigue bailando y “después piden tener buena cosecha, piden
tener alimento; trigo, las papas, que haya buena cosecha; que haya harto
cochayuyo en el mar”134.
Rogativa en el mar
“Luego que se hace la rogativa, que se le pide a Dios, puntualmente hay que ir
al mar. Esto se hace después de amanecida. Después de este primer Nguilla-
tún en su tierra, en su loma. Porque en el Nguillatún en la loma se hace con
diferentes artículos, mudai, harina, locro de trigo, y se junta todo los arbolitos,
como el trigo que está espigando, la papa, la arveja, todo eso, y se hace una
reunión en el primer Nguillatún en la loma, y después toda esa cosa que sobró
se retoma en un lavatorio, en una batea así, y ese todo lo que quedó como
desperdicio, ese nuevamente uno lo tiene que llevar al mar, y se vuelve hacer
el mismo Nguillatún que se hizo en la loma, en el alto. Entonces el mismo
Nguillatún, la misma oración que se hizo aquí en la loma, se hace en el mar.
En la playa. Uno espera que se devuelva el mar... y se lleva una tirá de conchas
de loco. Se dice Madei... esa es una hilera larga, y entonces se pone mudai, se
pone harina, se pone la sangre de los corderos en las conchas que se sacó de
la fiesta. Todo lo que había hay que llevarlo, y se manda a dos hombres para
que vayan a sacar el permiso en el mar, porque no es tampoco llegar y entrar”.
133
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
134
Entrevista a Edgardo Antileo Valencia, Tranicura, 1998.
-170-
El Nguillatún lafkenche
Figura 16. Representantes del nguillatufe y la machi, encargados de la rogativa realizada en la playa,
durante el Nguillatún celebrado en el sector de Comillahue, 1998.
wenteches135
Esta parte del rito es fundamental para los lafkenches y marca notables
diferencias con los Nguillatunes de los llamados mapuches wenteches135, que
no la realizan. En este punto, la comunidad ritual del Nguillatún se divide en
dos, de modo que no son ni el nguillatufe ni la machi los encargados de rea-
lizar esta ceremonia, sino que ambos designan una especie de delegados que
los representan, los que, en compañía de dos kuriches, tienen la responsabili-
dad de realizar la ceremonia abajo en la playa. Don Juan Segundo Huenupil
explica el sentido que tiene esta ceremonia en el mar:
135
En el decir de los lafkenches, mapuches del interior, no de la costa.
-171-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Figura 17. Vista general de la rogativa realizada en la playa, durante el Nguillatún celebrado por las
comunidades lafkenches de Tirúa Sur en el sector de Comillahue, 1998.
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El Nguillatún lafkenche
Figura 18. Vista parcial de los participantes de la rogativa realizada en la playa, durante el Nguillatún
celebrado por las comunidades lafkenches de Tirúa Sur en el sector de Comillahue, 1998.
“Al mar no baja la machi, sino que allá van puras personas, que la machi deja
ordena’o en el Nguillatún, en la loma donde se hace el Nguillatún, y las gentes
van ordenados de esa misma idea de la machi.Yo, como lonko, a mí dan toda esa
palabra, y yo tengo que mandar un werkén, dos werkenes, que ellos vayan a sacar
-173-
En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
136
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
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El Nguillatún lafkenche
ar”
“Entonces,
137
cuando uno se va en orden al mar puede estar unos 20 metros
donde la marea no llega en ningún momento, si uno dejó toda esa hilera con
todos esos alimentos en conchitas de loco así, de ahí le dicen al que levanta
el Nguillatún, le dicen: ‘Aquí ven a buscar tu alimento (le dicen en chedungún
sí), ahí están mis alimentos que yo me mantengo y quiero que ustedes tam-
bién se sirvan de mi alimento que yo me sirvo (eso dicen en mapudungún),
se ruega al mar, porque el mar también tiene un espíritu, en mapuche se
llama Ngenelafken, el que manda todo, pero el que manda el mar es Dios
porque Dios tiene otro espíritu directamente al mar, porque el mar tiene ese
movimiento y para que el mar pueda, digamos, rotar sobre la tierra, porque
si el mar, si Dios no tuviera ningún espíritu en el mar, el mar está ahí nomás,
todas las cosas que están en el mar estarían muerto, Dios tiene un espíritu en
el mar que se llama Ngenelafken. Entonces el Ngenelafken es el que viene a
recibir el alimento, se le da alimento a ese, entonces ese espíritu recibe su ali-
mento da el contacto hacia Dios, el espíritu ese da el contacto con Dios recibir
sus alimentos. Entonces cuando uno tiene experiencia uno cacha al tiro, que
el mar llegó, viene una marea viene a buscar todas las conchitas de loco, los da
vuelta todo, cuando da vuelta todo las conchitas de loco, ahí viene a recibirlo.
A veces la marea no sube, pero según lo que cuentan, porque también el mar
a la tercer o al quinto viene a buscarlo, pero cuando las personas ruegan bien,
cuando los werkén van a pedir buen permiso en buena condición, en la primera
marea lo viene a buscar al tiro, lo da vuelta al tiro, y son cuatro veces que se tie-
nen que hacerse así. Después va pura harina tostá’ que se deja en la conchita, y
lo hacen igual, después nuevamente se deja mote, se vuelve a rezar, y al último
dejan pan y ese ya es el último, y esa es la rogativa que se hace en el mar”137.
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Entrevista a Edgardo Antileo Valencia, Tranicura, 1998.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Figura 19. Vista del regreso al palihue de los participantes de la rogativa realizada en la playa, durante el
Nguillatún celebrado en el sector de Comillahue, 1998.
“Es corto ese Nguillatún. Ellos bailan allá en la playa. Y uno cuando lo
va a recibir, la ola lo viene a buscar y bota después las conchas sin nada
de comida. Dios ahí lo está oyendo. El mar es sagrado. Después que ha
terminado el marreupu, la gente sube y los que quedaron los están espe-
rando. Eso se llama youñetuy lafken amulu, el que va al mar se recibe en
él nuevamente, igual que una visita que se llama de otro lugar, igual se
recibe. Entonces se dicen que uno... youtuay lafken tulu, él que fue al mar,
ese es recibirlo nuevamente”138.
138
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
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El Nguillatún lafkenche
“Después de eso se viene toda la gente pa’ arriba, se vienen todos, otra vez la
llegada, y tampoco no pueden llegar así nomás a la ramá’ o al canelo. Ahí llegan
todos bailando, llegan toda la gente que fue al mar llegaron juntos, llegaron, y los
otros vienen a encontrarlo, los que quedaron arriba, donde está el Nguillatún;
sale toda la gente a encontrar a los que fueron al mar, y se van a encontrar, ahí
van a preguntar a cómo les fue en el mar, acaso si recibieron su rogativa que
fueron a dar al mar. Ahí tienen que ir nuevamente los dos werkenes que van al
mar. Dos werkenes tienen que quedarse arriba donde se está haciendo el Ngui-
llatún, entonces esos dos werkenes van a encontrar a los otros dos werkenes que
fueron al mar, entonces ahí se conversan, se preguntan, se preguntan cómo fue
la rogativa que se hizo en el mar, si lo recibieron o no lo recibieron”139.
Las dos partes tienen que volver a encontrarse. La comunidad ritual, dividida
en dos, debe reunirse y volver a ser una. Esto se produce arriba, en el palihue.
“Eso se hace en la loma, después que se ha vuelto del mar, porque cuando llegan
del mar, entonces, la mitad de la gente va al mar y la mitad queda arriba, y esa
mitad se forman en el canelo, bailan por mientras, y después, cuando los otros
suben, los van a encontrar y van a encontrar en la punta de donde se juega la
chueca, del palihue, y de ahí se echa pa’ dentro, se recorre toda la cancha del
palihue, eso. Después se dan dos o tres vueltas en el canelo, cuando después que
volvió, e hizo el recorrido en el palihue, dos, tres vueltas, ya poh. Se empieza
de una punta, y va a la otra punta, bailando y tocando todos los instrumentos, y
después de las puntas del norte vuelve, y ahí llega a su canelo, y en el canelo da
sus tres, cuatro vueltas bailando, y después se tranquiliza, se para el baile, y ahí
baja el comistraje, de platos... 70, 80 platos, para todos los que fueron al mar.
Eso es así, que cuando, bueno, hay alimento, comen todos los que fueron al mar,
y si sobró, los restos también se le entrega, porque toda la comida que se deja en
139
Entrevista a Edgardo Antileo Valencia, Tranicura, 1998.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
esa hilera es pa’ servirse y pa’ que Dios Ngenechen esté mirando, porque estas
gentes... pa’ que digan nuestros hijos, esto es lo que necesitan y esto es lo que
me piden, y tengo que dárselo en abundantemente. Por eso se hace a pleno aire,
a pleno sol, a plena vista, para que vean. Por eso es que llueve también, porque la
machi llama a todo tiempo, y no solo la machi, sino que la machi dicta y después
todos los viejitos que ya tienen su conocimiento, todo lo que dijo la machi, que
es lo que van a decir en el Nguillatún, y todos lo tienen que repetir después. Pe-
dimos buen tiempo, pedimos lluvia, pedimos que tengamos buena cosecha”140.
“[Después de la comida ritual], a las doce del día, cuando ya sacan todas las
ollas, ahí ya tienen que… se sacan todas las ollas… se sacan todas las ollas del
canelo y se dejan todas las ollas destapás, destapaítas y todo ese vaho para que
Dios lo pueda tomar, el aroma de la comida, claro, entonces, se dejan las ollas,
el kuriche pasa contando, todo kuriche tiene que contar de cien pa’ arriba, no
de una a diez, tiene que contar de cien arriba. Porque si los kuriches cuentan de
cien, entonces Dios dice que están pidiendo harto, porque cuando dejan la olla
significa que están pidiendo los alimentos que están dentro de la olla. Por lo que
dan ellos, los espíritus de la machi, es que tiene que ser de esa forma. Entonces
ellos piden de esa forma, como el espíritu de la machi lo dice. Se dejan todas
las ollas ahí, entonces a lo que Dios ya tomó, se dejan unos cuatro minutos sin
tocar, pero esa olla tampoco no se puede sacar ni un plato de sopa, supongamos
que esa olla se hizo directamente pa’ dejar ahí, pero sin sacarle ni una presita…
esas ollas se hacen directamente para eso, para darle el vaho a Dios. Ese es el
cuidado que se debe tener, porque muchas gentes no son honrados y sacan
algunas presitas así, ¡y se hace! Solo el vaho es para que tome Dios, y después
se come, a lo que Dios ya tomó el vaho, tomó todo el aroma de los alimentos
después se sirve uno. Entonces a lo que se hizo eso, todos los dueños de olla, to-
das las señoras que llevan su olla, ellas pescan el cucharón y comienzan a rogar,
ruegan con el alimento. A veces los kuriches meten una cuchara en las ollas…
pero esas cosas a veces son para poder revolver la olla y salga más vaho. A lo que
hicieron eso todas las señoras mujeres llevan su olla y con el mismo cucharón
sacan un poquito de sopa y comienzan a rogar, van sacando y van rogando.
140
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
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El Nguillatún lafkenche
Cuando terminaron de rogar todas con su olla, después ninguna de esas ollas se
mueve de ahí, esas ollas tienen que terminarse todo, tiene que terminarse en el
canelo, tiene que repartirse toda; toda la gente que está mirando, que anda por
ahí, se le tiene que dar a todos, no tiene que quedar ni una presa dentro de la
olla, tiene repartirse a todo el mundo. Ninguna olla se puede moverse de ahí,
porque tiene que terminarse todo ahí. Supongamos que son cincuenta ollas, las
cincuenta ollas tienen que terminarse en el canelo, se reparte a toda la gente
que está ahí, se les da a todos. Al terminar todas esas ollas y después ya viene
otro baile… ya se sirvieron todos en el canelo, viene un baile”141.
Figura 20. Kuriche dirigiendo la ofrenda de comida que cada participante hace durante la rogativa
principal en el Nguillatún celebrado en el sector de Comillahue, 1998.
141
Entrevista a Edgardo Antileo Valencia, Tranicura, 1998.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Figura 21. Mujeres realizando su ofrenda de comida durante el Nguillatún celebrado por las comunida-
des lafkenches de Tirúa Sur en el sector de Comillahue, 1998.
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El Nguillatún lafkenche
Figura 22. Machi Margarita Valencia llamando a su espíritu durante la rogativa final del Nguillatún
celebrado en el sector de Comillahue, 1998.
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Entrevista a Edgardo Antileo Valencia, Tranicura, 1998.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“Esto se hacía por la comunidad propia. Porque uno pa’ hacer llover,
uno tiene que irse a un salto muy elevado por ahí, muy inculto, en don-
de entra nadie ahí. Hay que entrar a unos saltos... amanecer bailando
y gritando, tirando agua, que llueva. ‘Maupe maupe’, decían. Y tiraban
l’agua por aquí y por allá. Unos mojados y otros decían: ‘llovío, llovío.
Mauy mauy’, decían los otros. Y en veces uno en la mañana, cuando ter-
minaba y salía del estero, llegaba al nguillatue, en donde se hacen los
Nguillatunes, la cancha donde se hace la fiesta. Ahí mismo uno se venía
en la mañana, traía un buey negro, un toro negro y un caballo negro.
Eso amanecían esos en el estero entumidos. No los metían al agua, pero
a cada momento les estaban tirando agua. Tenían que ser negros, porque
la parte oscura tiene que ser agua, llama al agua. Después se terminaba
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El Nguillatún lafkenche
y cada cual llevaba sus animales de vuelta. Es una fe que se hace. Tiempos
históricos, antiguamente era así una creencia que tenían los primeros
abuelos y bisabuelos”143.
“Hoy día se anda avisando casa por casa que mañana vamos a ir a pedir agua
a tal parte, vamos a ir a pedir agua a el salto, a una cascada, entonces tal y tal
día mañana vamos a ir a pedir agua, y queremos toda la gente nos acompañe
con todo. Ya como toda la gente está necesitada de agua, estando en una
gran sequía tiene que ir porque a todos les hace falta el agua. Fueron todos,
se juntaron donde se hace el Nguillatún, se juntan ahí, plantan dos canelos;
dos matas de canelo, igual que para el Nguillatún, generalmente se hincan
todos de rodillas en el canelo, si quieren pedir harta agua, colocaron una
bandera en cada canelo, las dos negras. Entonces ellos se hincan, su canelo
pa delante, y están todos hincados mirando hacia el sol. Entonces ellos es-
tán todos hincados de rodilla, rogando, pidiendo que ellos van a pedir agua.
Entonces la machi llegó, llamó a su espíritu, entonces la machi da toda la
orden de cómo se tiene que ir al mar, tiene que ir a pedir al mar, adonde pi-
den agua. Entonces ellos van, están todos hincados de rodilla pidiendo y su-
pongamos que llevan un caballo negro, pueden llevar un toro negro, entero
negro, que no tenga ni una pizca de blanco. Eso los llevan adelante, aquí
están los dos canelos, están hincados atrás, y en cada canelo hay amarrao un
animal; un caballo y un toro negro. Y ese toro negro se le coloca un paño
negro, si es caballo, se le pone amarrao al cuello como una pañueleta, el
toro igual. Después ellos, la machi está con su espíritu, entonces ella dice,
los espíritus dicen a tal y tal hora van a ir al mar, dan la hora. Entonces cuan-
do ya van a salir del canelo nuevamente se hincan para decir que van a ir al
mar, y salen pal mar, a la segunda vuelta entran el caballo y el toro, los dos
juntitos así los llevan bailando en el canelo, dos vueltas al canelo bailando y
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Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1997.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
ahí se van a donde se va. El mar está pegando así, la marea está llegando así,
y ahí justo hay una cascada. El mar está llegando ahí, y el agua está cayendo
ahí. Está pegando entre cascada y mar. Cuando está bueno el mar queda una
playa, pero cuando está bravo está pegando justo en la cascada. Entonces
de ahí la gente no va ninguno con ropa blanca, van todas con ropas negras,
debajo en el interior puede llevar ropa blanca, tiene que ir con pantalones
negros o casaca negra, los que tienen rebozo, rebozo negro, todo de negro.
Y llevan harto helecho, todo eso, y las dos banderas arriba. Queda una ban-
dera negra en el canelo donde estuvieron bailando, ahí queda una bandera,
y la otra se lleva pa bajo en caballo.Y ahí pasan bailando, entre las seis y las
nueve se están juntando, cuando empieza a oscurecer bajan al mar a bailar y
ahí amanecen bailando, los mismos bailes del Nguillatún. Nosotros, cuando
pedimos algo, siempre lo hacemos así, y cuando no hay un salto a la orilla
del mar, se hace con la misma agua del mar, algunos llevan algunos baldes,
llevan fuentes, y ahí se van tirando agua, van diciendo maupe, maupe (como
se dice); maupe, maupe quiere decir que llueva hasta... Pero tampoco pa
llegar al mar, para pedir agua se llega tal como se hace en el Nguillatún, se
mandan los werkén a pedir permiso abajo, y de ahí se baja toda la gente, ya
con la machi abajo se arrodilla, y todos se arrodillan para pedir agua. Y de
ahí ya se comienza la fiesta en la noche, la fiesta se hace en el mar, no se hace
arriba en el canelo, y toda la gente tira agua, tira agua, todo lo que alcancen
a agarrar con la fuente lo tiran. Ahí no se come, comen pura merienda en
la casa nomás hasta el otro día en la mañana, toda la noche sin comer nada,
y de ahí hasta que llueve… esto termina como a las ocho.
»Hay dos formas para hacer llover, se va a pedir o van a comprar agua, son
dos cosas. Para pedir se hace primero la rogativa. Para comprar se pide,
pero después hay que pagar, después tienen que hacer un Nguillatún des-
pués. Nosotros, cuando fuimos a pedir esa vez lo hicimos así, fuimos a
comprar agua, pero esa misma noche llovió, dijeron que pa acá llovió muy
fuerte, todo esto pa acá, que llovía torrencial, y eso que sí estaba muy
despejado, ¡si no había ninguna nube!, nada, nada. Esa noche que fuimos
a pedir agua no había ni una nube en el cielo, nada, nada, en sequía, los
trigos se estaban secando. Esa noche que fuimos a pedir agua, pero esa
noche, como a esa hora de la cuando estábamos bailando en el canelo, el
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El Nguillatún lafkenche
“Cuando venían los años secos se secaba el pasto y no había pasto pa’
los animales, entonces ahí pedíamos agua.Y Dios nos respondía pronto
a nosotros, pero ahora no, ahora Dios se está olvidando de nosotros.
Hacíamos Nguillatún, íbamos a rogar al mare, llevábamos dos caballos
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Entrevista a Edgardo Antileo Valencia, Tranicura, 1998.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
negros, dos animales negros cuando queríamos pedir agua. Antes íbamos
a rogarle, por mientras que estábamos rogando, antes de llegar a la
loma ya el agua venía encima... Hay una isla ahí, levantaban, le po-
nían bandera a nosotros a la isla allá... ya levantando bandera en la
isla ya está: ‘Viene el agua’, decíamos altiro. Y venía, pues, antes que
llegáramos a la loma, donde teníamos las ramás, cocinera, de todo…
el aguacero ya, a correr por la loma esos esteros de agua y lluvia que
llegaban”145.
También se hacía una rogativa cuando las lluvias ponían en peligro las
cosechas.
145
Entrevista a Paulo Nahuelpán, Puente Tierra, 1998.
146
Entrevista a Edgardo Antileo Valencia, Tranicura, 1998.
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El Nguillatún lafkenche
Conclusión
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y su finalidad es asegurar que los recursos marinos, el cochayuyo, recurso
fundamental en la economía lafkenche, sean abundantes el año por llegar.
También resulta relevante el recuerdo que hacen de la rogativa especial para
hacer llover. Ambas ceremonias resultan un distingo étnico fundamental que
los lafkenches de Tirúa Sur destacan como propio y que marca una diferencia
importante para ellos con los mapuches del valle y la cordillera.
CEREMONIA FÚNEBRE ENTRE LOS LAFKENCHES DE TIRÚA SUR
Antecedentes
Son bastantes los relatos y descripciones que encontramos sobre las ceremo-
nias fúnebres entre los mapuches. A continuación, revisaremos algunas que
nos servirán de antecedentes para los relatos principales de este artículo.
Producto de su trabajo de campo en tres comunidades cercanas al pueblo de
Cholchol, en la Región de La Araucanía durante la década de 1940, Misha Titiev
entrega un relato muy interesante sobre la ceremonia de funeral mapuche:
“Tan pronto como una persona muere, la noticia se envía a sus vecinos, a
los amigos y familiares que viven en otras reservaciones. Sólo se producen
pequeñas diferencias en los patrones de entierro para adultos de ambos
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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Ceremonia fúnebre entre los lafkenches de Tirúa Sur
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
la tierra. Housse declaró que los hombres montados cargan hacia delante
como si quisieran inducir a un espíritu a seguirlos y, a la inversa, que las
cenizas se esparcen en el camino a casa para evitar que vuelvan los amargos.
No pude verificar estas prácticas.
»El entierro tiene lugar en una tumba profunda. Mudai o chicha se vierten
en la abertura y se pueden agregar otras ofrendas, una vez. Hace un tiempo
era costumbre sacrificar el caballo favorito del difunto sobre su tumba y
enterrarlo en un lugar adyacente, pero esto ya no se hace. Según Housse,
mientras más ofrendas fúnebres reciba una persona, mejor será su destino
de su alma en la otra vida. Esta idea es tan fuerte que a menudo se observa
que incluso los indios cristianos ponen ofrendas, más o menos subrepticia-
mente, en las tumbas de sus muertos.
»Después de depositar comida, bebida y otras ofrendas, la tumba se llena
y se cubre con un tronco pesado. Se explicó que esto se hace para prote-
ger al cuerpo de las inclemencias del tiempo, para mantener alejados a
los animales salvajes y para evitar que las brujas arrebaten los restos para
convertirlos en una especie de witranalwe. Al final de los ritos, la tumba se
alisa cuidadosamente y, cuatro días después, los miembros de la familia
afligida inspeccionan minuciosamente la superficie para detectar signos de
alteración. Más ofrendas son depositadas en estas ocasiones, después de
las cuales la tumba ya no es visitada, excepto por aquellos que observan
las costumbres cristianas. No hay evidencia de una creencia nativa sobre el
retorno periódico de los espíritus de los muertos (Titiev, 1951: 103-106).
Por otra parte, Louis Faron, al describir los ritos mortuorios, se refiere a
un proceso similar al enunciado por Titiev. Indica en su texto algunos detalles
que nos interesa destacar. En primer lugar, la referencia que hace a la práctica
de ahumar los cadáveres. Indica Faron que “existe aún la práctica de ahumar el
cuerpo de algún personaje importante, pero no es lo corriente. Aun cuando
es posible que el ahumar cadáveres fuera más corriente en el pasado —y no
hay razones para creerlo— actualmente esto se lleva a cabo cuando enterrarlo
se hace imposible dado que el terreno está congelado (problema que sucede
solamente en la cordillera de los Andes), o cuando se produce una demora
poco usual en la reunión de los parientes del difunto” (Faron, 1997: 78-79).
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Ceremonia fúnebre entre los lafkenches de Tirúa Sur
“Los parientes cercanos y algunos otros suelen dejar caer monedas y otros
pequeños artículos dentro del ataúd, pero la inclusión de las pertenencias
personales del difunto, tales como zapatos, sombrero, anillo, chucherías,
etc., es un asunto más formal llamado rokiñ, llevado a cabo por el cónyuge
sobreviviente, o hermano mayor, a quien se le habían entregado estos ob-
jetos tan preciados. Junto con las pertenencias del difunto siempre va un
paquetito con alimentos. Los alimentos son considerados como un regalo
de muestra para el viaje al más allá que realiza el espíritu y consiste en unas
pocas piezas de carne, pan, fruta, etc. El espíritu, al estar abastecido en esta
forma, es más que seguro que se alejará hacia el mundo de los muertos,
en lugar de dejarse tentar a quedarse cerca de su casa” (Faron, 1997: 83).
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
“En el primer tiempo, yo alcancé a conocer y ver un poco, los velorios eran
distintos, no como ahora. Hoy la ley dice que son veinticuatro horas, antes
era una semana o si no quince días que había que velarlo. Depende de lo que
querían los que lo velaban.
»Cuando alguien moría, los deudos tomaban al difunto y lo ponían
colgado en la pared. Lo colocaban así medio para’o y afirmado de una
soga dentro de la ruka, en el fogón de cocina, así arrima’o a una pared.
El hecho es que tiene que estar para’o, con una fogata debajo para que
se secara el cuerpo, pa’ que no se descompusiera y quedara sequito,
así como ahumándolo. Y lo ponían así vestío con su ropa. Si era con
chiripa, con chiripa nomás, y si era con chamal, con chamal nomás, o
si no con manta. En ese tiempo no había pantalones. Por eso se usaba
la chiripa, que es un chamal que se amarraba aquí en las piernas. Lo
cruzaban y lo subían aquí al medio de la pierna. El único abrigo que
tenía era eso.
»Y luego venían los familiares. Si uno tenía cuña’o de ahí del la’o de Tirúa,
y si es de Comillahue, tenían que estar aquí. Ellos lo escuchaban. Así se
enteraban. Para ciertas partes se tenía que mandar un werkén. Primero
dice que se mandaba entre los cuñados cuando tenían un muerto, iba un
werkén a avisar que cuña’o tanto, familia tanto… falleció alguien, así que
avisaban. Después eso no se usaba. Y todos los familiares llegaban, de
donde fuera, de donde estuviera el familiar, tiene que llegar allá. Tienen
que estar todos, en primer lugar, los de la misma comunidad. A veces ha-
bía familiares muy lejos, y se los tenía que esperar, aunque pasara un mes,
tenía que llegar.
»Y antes llegaba el vino, y si no, se hacía el mudai. El mudai que se curaba
también. Todo eso se tomaba en bebida.Y se estaba los quince días, solo en
el velorio de ese difunto.Y cada uno traía su comida, y cuando no… ahí se
veía el modo de alimentar a la gente. Ahí se comía la carne, el meltrun, el
catuto… porque pan no había. Así pura comidita de locro sino que había.
El locro se hace con trigo crudo, se parte el trigo así, con kudi así lo molían.
Antes no había molino pa’ partir grano. Así lo hacían, meneándolo en la
piedra encima, así partían el trigo, sacaban el locro, y eso se echa así repar-
tido en la olla cuando está el agua hirviendo. Así se cocía. En el multren hay
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Ceremonia fúnebre entre los lafkenches de Tirúa Sur
que cocer el trigo. Se cuece, después se hace, así como culebritas, y después
se reúne en la misma piedra así y se deja redondita, y de ahí se le manda la
cargá y queda planito, pero igual es grueso, como pan.
Y no había velas. En ese tiempo no se usaba vela, sino que toda la tarde se
buscaba un montón de coligüe así seco y esa era la vela que nos alumbraba.
Y ahí se dejaba al difunto, por una semana o quince días. Ese era el velorio.
Se velaba todos esos días porque era la idea de antiguo nomás. Los caciques
limitaban a eso. Era idea de ellos nomás. No era una ley, que como ahora,
es una ley que tiene que cumplirse. Antes se cumplía la ley de los caciques,
lo que ellos decían tenía que cumplirlo.
»Y bueno, durante el velorio se conversaba. Eso se llamaba weupin. Weupin
se trata de que ellos se sacaban de lo antiguo… hablaban de sí el fina’o tenía
la familia por aquí, por allá. Eso lo empezaban de la raíz, de dónde salió,
papá, mamá, abuelos, bisabuelos, todo lo sacaban esos… si era de Arauco,
de Puerto Saavedra, de Imperial. Eso lo hacían ciertos hombres nomás que
lo hacían. Dirigía un hombre que recibía todos nütram, la visita que llegara
y quisiera conversar. Ese era un hombre designa’o. Él tenía que recibir toda
la palabra, lo que llegaban diciendo los otros. Un pentecun como se dice…
preguntando la salud, si tuvieron un fracaso malo, pero en su idioma.Y así
se iba la conversa. Y bueno, eso no tenía fin. No tenía hora ni día, se hacía
cuando se debía. A veces se estaba hasta amanecida conversando.
»Y ya cuando estaba todo listo, se llevaba a enterrar al difunto. Pero primero
había que hacer la urna… la urna era de madera. Era muy gruesa, así que
por eso partían un roble grueso… medio a medio lo partían, entonces a ese
roble partido al medio le hacían la cavación por dentro. Sacaban la dimensión
del muerto, sacaban el palo, lo partían y al medio así le hacían su cavado. Le
sacaban para que cabiera el cuerpo adentro, y… ¡así tremendo palo! Y cuan-
do llevaban el cuerpo, dese cuenta que llevaban como tres wando. El wando
sirve para llevar el cuerpo. En el campo se agarran dos varones, y se ponen
dos palos atravesados, y ahí se pone la urna amarrada con lazos, y van cuatro
hombres que lo llevan. Es como una tarima… eso es el wando. Eso lo hacían.
»A veces duraba diez, quince días para hacer ese cavado a ese palo. Por
eso es que tenían tantos días el cuerpo… le ponían fuego pa’ que se
secara. Y luego el cuerpo lo ponían dentro de este ataúd cuando ya lo
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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Uno de los miembros de la comunidad.
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»También se le ponía ropa, toda su ropa en el ataúd. Por eso es que era bien
grande esta urna. Después se ponía la tapa. Primero dicen que a los lados
del ataúd se le ponía piedra, pero ya después no le ponían piedras. Dicen
que eso era a los más antiguos le colocaban piedras, pero ya después fue
tierra y madera nomás.
»Yo, cuando ya tuve conocimiento, ya no se hacían esos ataúdes de tronco.
Después ya hubo tabla, cuando llegaron bancos [aserraderos], ya muchos
se aplicaron a hacer cajones, urnas… y ahí lo hicieron.Y ahí habían ciertos
maestros que lo hacían nomás. Fue en esos tiempos que dejó de tener el
difunto quince días. Por ahí se dijo que cuatro noches tiene que ser velado
el dueño de casa. Ahí se cambió. Antes tenía que esperar a los familiares,
aunque pasara más de un mes. Ahora no, el familiar tiene que llegar en
los cuatro días de donde esté. Bueno, tampoco en esos tiempos no había
Registro Civil, así que, si alguien moría, moría anónimo, como cualquier
animal que muere en el campo nomás148.
A modo de conclusión
148
Entrevista a Juan Segundo Huenupil Nahuelpán, Comillahue, 1998.
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
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AGRADECIMIENTOS
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En los caminos del Lafkenmapu. Relatos etnográficos desde las costas de la provincia de Arauco (1996-2002)
Fuentes manuscritas
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Referencias Bibliográficas
Entrevistas
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Se terminó de imprimir esta primera edición,
de trescientos ejemplares, en el mes de noviembre de 2019
en Andros Impresores.
Santiago de Chile.