Oraciones para Pentecostés
Oraciones para Pentecostés
Oraciones para Pentecostés
Oh Dios, así como mandaste tu Santo Espíritu sobre la Iglesia primitiva en las
lenguas encendidas y el fuerte viento de Pentecostés, ahora, te pedimos que
mandes ese mismo Espíritu sobre nosotros, para que podamos salir a proclamar
el Evangelio de Cristo a cada criatura.
Humildemente oramos para que tú aumentes tu vida Trinitaria entre nosotros;
haznos testigos santos y efectivos de la muerte y Resurrección de Jesús;
ayúdanos a vivir nuestra fe católica con tal alegría, convicción y amor que atraiga
a otros al sagrado misterio de tu Iglesia y a la gracia poderosa de los sacramentos.
Te suplicamos que nos hagas ministros de tu Palabra, en la expresión y la acción,
en la verdad y la caridad, en el misterio de la cruz de Jesús y en la luz de su
gloriosa resurrección.
Amén.
Oración para Pentecostés
Ven, Espíritu Santo,
y envía del Cielo
un rayo de tu luz.
Ven, padre de los pobres,
ven, dador de gracias,
ven luz de los corazones.
Consolador magnífico,
dulce huésped del alma,
su dulce refrigerio.
Descanso en la fatiga,
brisa en el estío,
consuelo en el llanto.
¡Oh luz santísima!
llena lo más íntimo
de los corazones de tus fieles.
Sin tu ayuda,
nada hay en el hombre,
nada que sea bueno.
Lava lo que está manchado,
riega lo que está árido,
sana lo que está herido.
Dobla lo que está rígido,
calienta lo que está frío,
endereza lo que está extraviado.
Concede a tus fieles,
que en Ti confían
tus siete sagrados dones.
Dales el mérito de la virtud,
dales el puerto de la salvación,
dales la felicidad eterna.
Amén.
Oración para Pentecostés
“Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles y llena de la divina gracia los
corazones, que tú mismo creaste. Tu eres nuestro consolador, don de Dios
Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción. Tus derramas sobre
nosotros los siete dones; tu, el dedo de la mano de Dios; Tu, el prometido del
Padre; Tu, que pones en nuestros labios tesoros de tu palabra. Enciende con tu
luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo
auxilio, fortalece nuestra débil carne. Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto
la paz, se tú mismo nuestro guía, y puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo
nocivo, Por tu conozcamos al Padre y también al hijo; y que, en ti, espíritu santo
de entrambos, creamos en todo tiempo. Gloria a Dios Padre, y al hijo que resucitó,
y al espíritu consolador, por los siglos infinitos.
Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovaras la faz de la tierra. Oh Dios, que has
iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a
tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo
Nuestro Señor. Amén.