Retiro Espiritual
Retiro Espiritual
Retiro Espiritual
BIENVENIDA Y ACOGIDA
Para dar inicio a nuestro retiro es importante sentirnos hermanos, amigos, compañeros en
el Reino, de no ser así perdemos el tiempo en la edificación de nuestra tarea pastoral.
INTRODUCCIÓN
El retiro es un ejercicio espiritual y este es una experiencia de vida, busca ayudarnos a
descubrir en nuestro propio interior: ¿Cómo está actuando en este momento concreto de
mi vida, el Espíritu Santo? ¿O el Espíritu del mal? ¿Qué espíritu se mueve en mí en este
momento de mi vida? Para esto no se necesita otra cosa que no sea orar, rezar, meditar;
ejercicio espiritual.
Necesitamos entonces en este tiempo santo de retiro intensificar la dimensión orante de
nuestra vida de fe, es entrar en nosotros mismos y hacernos violencia, y los violentos lo
arrebatan. (Mateo, 11:12)
Lo anterior como acción nuestra, disposición atenta y activa a la obra de Dios, pero
también debiéramos tener una actitud de contemplación en dirección de discernimiento
mirar la acción maravillosa de Dios en nosotros, contemplación de la generosidad de
Dios. (Lucas 12, 32-48)
Tercero, una actitud de buscar que quiere de nosotros el Señor en este momento. Un buen
ejercicio espiritual, es fuente de todas las virtudes, especialmente de las virtudes
teologales, para un buen manejo de nuestra realidad dentro de los Parámetros de Dios.
Necesitamos darle buen manejo a nuestra vida espiritual, no que, porque soy mayor, nada
me cala. Es necesario en este retiro hacer silencio interior y exterior, ello es propio de una
buena interiorización y discernimiento; dejemos lo rutinario, necesitamos vivir a plenitud
el gozo que nos da el Señor de estar con Él en este retiro.
En últimas se trata de encontrar la voluntad concreta en este momento de mi vida.
- Hb 2,12 - 13 - Am. 5,4 - Hb.10,6 - 9 - Lc.1,38 - Mt.11,28-30
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ADORACIÓN EUCARISTICA
Al reflexionar en el pasaje del Evangelio de San Juan que describe las palabras del Señor
que se presenta “como la vid verdadera y habla de nosotros como los sarmientos que no
pueden vivir sin permanecer unidos a Él”, el Santo Padre destacó que en el relato se
repite el verbo “permanecer’ en siete ocasiones y recordó que “no hay vid sin sarmientos,
y viceversa. Los sarmientos no son autosuficientes, sino que dependen totalmente de la
vid, que es la fuente de su existencia”.
“En primer lugar, lo necesitamos a Él. El Señor quiere decirnos que antes de la
observancia de sus mandamientos, antes de las bienaventuranzas, antes de las obras de
misericordia, es necesario estar unidos a Él, permanecer en Él. No podemos ser buenos
catequistas si no permanecemos en Jesús. Y, en cambio, con Él lo podemos todo”,
advirtió.
Ante esto, el Papa describió que ese “permanecer no es una permanencia pasiva, un
‘adormecerse’ en el Señor, dejándose mecer por la vida” sino que “el permanecer que
Jesús nos propone es una permanencia activa y… recíproca para dar fruto”.
En esta línea, el Santo Padre indicó que Jesús “necesita de nosotros como catequistas”
para que demos testimonio de vida cristiana, anunciando “la buena noticia del Reino
con palabras y obras”, porque “el fruto que hay que dar es el amor”.
“El fruto que, como sarmientos, debemos dar es el testimonio de nuestra vida cristiana.
Después de que Jesús subió al Padre, es tarea de los discípulos, es tarea nuestra, seguir
anunciando al mundo la buena nueva del Reino con palabras y con obras. Y lo hacen
dando testimonio de su amor: el fruto que hay que dar es el amor”, explicó el Papa.
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Por ello, el Santo Padre instó a permanecer “unidos a Cristo” para recibir “los dones del
Espíritu Santo, y así́ podemos hacer el bien al prójimo hacer el bien a la sociedad, a la
Iglesia” ya que “por sus frutos se reconoce el árbol” y “una vida verdaderamente
cristiana da testimonio de Cristo”.
En este sentido, el Papa Francisco señaló que “la fecundidad de nuestra vida depende de
la oración” para “pedir que pensemos como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas
con los ojos de Jesús” para amar a nuestros hermanos y hermanas “como Él lo hizo, y
amarlos con su corazón y dar en el mundo frutos de bondad, frutos de caridad y
frutos de paz”.
Se motiva a que los catequistas en silencio coloquen sus hojas o ramas al pie del
santísimo, como signo de permanecer injertos a la vid verdadera.
Se escucha el canto: Yo soy la vid- Javier Brú https://www.youtube.com/watch?
v=qIP6N6irzMI
MEDITACIÓN 1: En el Pesebre
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ni de poderes, pues solo en el encuentro humano, en relación fraterna y cálida, sólo allí
puede nacer Jesús y es nuestro llamado acercarnos a Él como los pastores y los magos de
oriente. El pesebre es el lugar de la alegría y la esperanza, es grito de justicia y paz.
Necesitamos pues consagrarnos más al pesebre, hacer nuestro servicio y misión desde el
pesebre.
La forma como Dios se encarnó en la humanidad, como lo expresan las escrituras para
que lo viéramos tal cual es, revoluciona la Historia de la Salvación, la misma
revelación de Dios; las promesas, el anuncio del Ángel, la encarnación en el vientre de
María Santísima, el nacimiento, la huida, la visita a la prima Isabel, la profecía de Simeón
y Ana, etc es el pesebre que Dios da a su hijo para llegar al mundo, para hacerlo humano
y semejante a nosotros en todo menos en el pecado.
Le pareció bien a Dios recrearse en la vida de cada uno de nosotros para consagrarnos a
su amor y hacernos sus CATEQUISTAS, nos tomó, formó y amó de una manera única y
misteriosa; con lo que somos, con lo bueno y lo malo que tenemos, para hacer de nuestra
consagración un pesebre, un discípulo misionero santo, alegre, gozoso, consagrado y
eficiente.
Para nosotros como catequistas el pesebre, el altar y la cruz son el horizonte inspirador de
la renovación, cambio y transformación; son la fuente de luz y de agua viva para las
transformaciones que Dios desea realizar en nosotros y para dar respuesta a los nuevos
retos de la misión ad gentes.
MANOS A LA OBRA: El pesebre es el lugar donde nacimos, donde se forjo nuestra fe.
Con plastilina vamos a graficar algún hecho significativo de nuestro hogar y en tónica de
silencio lo colocamos al frente de la BIBLIA y la VELA como signo de la luz que
proviene de nuestro hogar.
MEDITACIÓN 2: En la Cruz
Jesús se vació en ella, en ella el hijo del hombre se anonadó a sí mismo. Y es que así
funciona el amor, así es Dios, antes de que la cruz fuera plantada en las afueras de
Jerusalén, ese modo de amar que en ella vimos, estaba ya radicado en la eternidad,
contemplemos eso, contemplemos ese genoma de Dios que se nos revelo en la cruz.
En el calvario, el supremo sacerdote de la nueva ley, pendiente del madero, muere su
cuerpo, muere a su espíritu porque lo entrega a su Padre, muere a su voluntad cuando
dice: hágase tu voluntad y no la nuestra, muere a su reputación como un ladrón, muere a
su familia, muere al mundo.
El padre Jairo Franco, mxy; nos presenta la cruz como el horizonte iluminador para nacer
de nuevo, para la redención, la esperanza de vivir eternamente en Dios y a su manera. ¿Y
qué es la cruz? O mejor, ¿dónde encontramos a Dios para adorarlo? Jesús dijo que cada
uno tenía su cruz. Es decir, hay muchas cruces tantas como seres humanos. La cruz,
vamos al grano, es el vacío que cada uno llevamos dentro; esa profunda insatisfacción
que marca la existencia de cada uno, esa sospecha de que hemos perdido el tiempo, esa
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experiencia dolorosa de nuestra debilidad y pecado, de los límites y del fracaso, esa
incapacidad para dar la salvación. El corazón está a veces lleno de ansiedad y
agotamiento, de fallo, de desesperación. Hay en todos nosotros, una pena que nos oprime,
una herida que nos hace llorar. En una palabra, hay en todos nosotros un vacío, ese vacío
es la cruz.
La cruz nos devuelve al yo real. El peligro del dinero, la fama, lo que sale bien y cosas
por el estilo; tienden a robarnos nuestra vida, el verdadero yo, y si nos descuidamos nos
pueden sacar de nuestra realidad y llevarnos deportados a la ilusión. Y llega la cruz, la
cruz que nos devuelve al yo real, a la tierra que pisamos, que no nos deja vivir inflados,
que nos trae al designio original de Dios. Cuantas veces un fracaso nos pone en contacto
con lo más íntimo de nosotros mismos, y nos lleva a la comunión con el propio ser y es
ahí, tal vez en el dolor donde encontramos la alegría de ser lo que somos y como
somos. La verdad es que Dios no está sino en la realidad. Dios nunca está en la ilusión.
El ejercicio espiritual consta de tres momentos definidos así:
a. Contemplemos tres pasajes del Evangelio que nos muestran al redentor del mundo
crucificado y dando amor:
- Marcos, 15:39 El centurión: verdaderamente este es el Hijo de Dios.
– Lucas, 23:35-43. Los dos ladrones: hoy estarás conmigo en el Paraíso,
- Juan 19, 25-28. Mujer Ahí tienes a tu hijo, Hijo ahí tienes a tu madre. Y desde aquel
momento el discípulo amado la recibió en su casa. Realeza, dignidad y poder de Dios
para compartir su vida y su amor, desde la cruz.
b. Con los ejemplos vistos en nuestra vida misionera como catequistas y la realidad de
aquellos con quienes vivimos, meditemos en las cruces que nos ha dado el Señor para
redimir en nuestra vida pastoral: el niño que muere de hambre, el líder asesinado, el gay
que no cabe en su cuerpo, el acusado por dinero, el niño abandonado...
c. Meditemos en la cruz como nuestra propia realidad, frágiles como somos, limitados,
impedidos, nostálgicos, realidad de pecado, pero eso es lo real; Dios no vive en la ilusión,
la fantasía o el sueño. El fracaso nos hace poner los pies sobre la tierra y nos hace
reconocer que las cosas son como son y no como yo quisiera que fueran.
MEDITACIÓN 3: En el Altar
Mt. 3,9-14 La vocación del Levi y la cena que este ofreció al Señor nos da el marco
referencial de reflexión acerca de los invitados a la mesa de Jesús, pues no necesitan de
medico los sanos sino los enfermos, Él no vino a llamar a justos, sino a pecadores, La
mesa del Señor, el altar no admite exclusiones o diferencias.
En ella, en la mesa del Señor se pueden sentar no solo los fariseos, saduceos, levitas,
escribas, maestros de la ley, publicanos y ancianos; sino también, los cojos, los sordos,
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los pobres, los enfermos, los leprosos, los pecadores, las viudas y los huérfanos aquellos
que en general no cuentan, ni suman para la sociedad. En la mesa del Señor se comparte
el pan en tajadas iguales.
La segunda cena que quisiera presentar es la de la casa de Zaqueo; Lucas, 19:1-10 este
jefe de publicanos y rico no le importo su privilegiada condición social para ir detrás del
Nazareno, se subió a un árbol, lo vio, se dejó llamar, le recibió en su casa con alegría,
reparó su pecado y compartió la mitad de sus bienes; dijo Jesús: hoy ha llegado la
salvación a esta casa porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba
perdido.
A través de todas las escrituras y en general de toda la historia de salvación, la cena y la
comida tienen un papel relevante; cena y mesa, son cultura y tradición; productos y
ofrenda, comida y conversión, acción de gracias y compartir de dones recibidos de parte
de Dios.
La mesa del Señor fue distintivo de las primeras comunidades cristianas que lo ponían
todo en común, una mesa celebrativa y de unidad, de resurrección y misterio, de
compartir la vida y lo sagrado, de ponerse al servicio y misión, una mesa donde cabe el
universo entero.
Tenemos entonces un gran reto: ser hombres y mujeres que celebren la misa de la vida
por el bautismo sacerdotal que se nos dio en Cristo, por la consagración y llamado
misionero que nos ha regalado el señor y por la necesidad que tiene el mundo de gente
Eucarística, pan partido para la humanidad y sangre derramada hasta que nos duela por
amor.
MANOS A LA OBRA: Preguntarme ¿Soy hombre y mujer que celebro la vida? Y
¿Cómo voy a celebrar la vida de aquí en adelante? Genero un compromiso evaluable.
Cada uno enciende una veladora por su vida y vocación frente al altar.
Materiales:
Plastilina
Vela
Biblia
Pitillos
Hojas o ramas para cada catequista
Cada catequista debe llevar su veladora
Letreros: el pesebre, la cruz (Marcos, 15:39, Lucas, 23:35-43, Juan 19, 25-28), en el
Altar: Mt. 3,9-14 Levi, Zaqueo Lucas, 19:1-10
Hb 2,12 - 13 - Am. 5,4 - Hb.10,6 - 9 - Lc.1,38 - Mt.11,28
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PASTORAL CATEQUETICA – DIÓCESIS DE GARZON