Trastorno de Personalidad Múltiple
Trastorno de Personalidad Múltiple
Trastorno de Personalidad Múltiple
Grupo: 2010
Introducción
Durante todo este semestre nos encargamos de buscar un tema que nos gustara
para poder elaborar este trabajo de investigación, sobre todo porque es algo que,
desde mi punto de vista, es bastante laborioso y aunque te gusta el tema, llega un
punto en el que te estresas, pero de repente encuentras información que te llama
la atención y te dan ganas de seguir investigando para aportar más al trabajo.
Las exposiciones y explicaciones de cada uno de los puntos que contiene este
trabajo fue fundamental para su realización, por lo que se espera tenga una buena
crítica constructiva para poder mejorar en un futuro.
Pregunta
Hipótesis
Método
De igual forma se usará el método cuantitativo ya que se medirán las causas que
producen el trastorno de Personalidad Múltiple en la infancia.
Justificación
Este trabajo se realiza debido al interés del tema, normalmente suele utilizarse
este tipo de trastorno en películas o series televisivas a forma de entretenimiento.
Precisamente, fue gracias a este entretenimiento que logré conseguir este
trastorno y hace unos 3 años investigue más acerca de este tema.
Otro gran propósito es que se pueda llegar a conocer sobre este trastorno y que,
si alguien llega a leer este trabajo, tenga en cuenta que todos somos seres
vivientes, con sentimientos y razonamiento, el tener un trastorno no te hace menos
que alguien más; de igual forma, el poder hacer que hablar de estos temas sea
algo normal y no algo tabú, es importante prevenir y atender todo tipo de
situaciones, sobre todo en la infancia.
Variable
Se medirán las personalidades que pueden llegar a surgir en una persona, sobre
todo, cuantas puede llegar a desarrollar el sujeto durante la infancia.
Parte B
Las teorías explicativas del trastorno de personalidad múltiple (MPD) han ido en
sincronía con las teorías “psicológicas” de la época. Desde las que atendían a
sucesos sobrenaturales, posesiones o reencarnaciones hasta las que incluyen el
síndrome de desconexión hemisférica cerebral. Las formulaciones teóricas del
MPD se inician en el siglo XIX, con Charcot y Janet y las elaboraciones
posteriores de Prince, Freud y Breuer. Se contempló en el DSM-I en la sección
de histeria y se describieron sus características esenciales en el DSM-III-R. En
un intento de adecuar la información disponible sobre el MPD a las
necesidades clínicas, Kluf (1987) propuso un modelo etiológico de cuatro
factores: unos factores predisponentes, una experiencia traumática, unos
procesos cognitivos implicados y unas inadecuadas experiencias retroactivas que,
inhabilitan una experiencia integrada. Desde sus formulaciones iniciales, las
teorías sobre MPD llevan asociadas la hipnosis y la experiencia de un trauma
(Putnam, 2009).
Fue Pierre Janet, sin embargo, el principal exponente del estudio de la disociación.
En 1889 propone el término désagrégation mentale para referirse a la no
integración (Pérez y Galdón, 2003) y establece como un proceso básico en la
disociación el llamado “estrechamiento de conciencia” que impide que la persona
perciba e integre ciertos acontecimientos, sobre todo los traumáticos (Putnam,
2006). Este estrechamiento es definido como una forma de depresión mental en la
que se destaca la debilidad mental que motiva la aparición de los síntomas
disociativos (Janet, 1907).
Los dos últimos autores importantes dentro de esta nueva visión de la disociación
son Kihlstrom y Putnam. Kihlstrom (1994) define la disociación como el
mecanismo bajo el cual algunos elementos mentales no son codificados
conscientemente, es decir, son disociados. Esta alteración puede afectar las
diferentes áreas de funcionamiento mental. Putnam (1994), por su parte, investiga
este trastorno observando especialmente a población infantil, ya que muchas
experiencias disociativas que pueden ser patológicas en adultos no se consideran
tales en niños o adolescentes, como puede ser la aparición de un “amigo
invisible”. Este último autor defiende la idea de un continuo en la disociación que
iría desde los episodios breves, que aparecen debido a una situación concreta,
hasta las experiencias disociativas frecuentes, muy intensas, que aparecen en
contextos no apropiados (Putnam, 1993).
A.- Presencia de dos o más identidades o estados de personalidad (cada una con
un patrón propio y relativamente persistente de percepción, interacción y
concepción del entorno y de sí mismo).
B.- Al menos dos de estas identidades o estados de personalidad controlan de
forma recurrente el comportamiento del individuo.
C.- Incapacidad para recordar información personal importante, que es demasiado
amplia para ser explicada por el olvido ordinario.
D.- El trastorno no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia
(p. ej., comportamiento automático o caótico por intoxicación alcohólica) o a una
enfermedad médica (p. ej., crisis parciales complejas).
El paso de una personalidad a otra suele ser rápido, producido ante factores
ambientales o desencadenantes. Normalmente no existe interacción entre ellas,
aunque unas personalidades pueden soportar las influencias de otras por impulsos
dinámicos internos, por lo que la conducta de la personalidad primaria puede
verse motivada o impuesta por otras personalidades que influyen en su acción.
No existen en el Trastorno de identidad disociativo alteraciones de los parámetros
biológicos.
Sin embargo, ni los estudios fisiológicos, ni los psicológicos, explican de una forma
clara y definitiva el trastorno. La variada sintomatología característica de MPD
conlleva a errores en el diagnóstico y en la elección de los tratamientos en
numerosas ocasiones. Con este panorama, no es de extrañar que exista una
corriente escéptica sobre el MPD apoyada en los conceptos de falsas memorias y
personalidad. Se señalan como más aceptables aquellas explicaciones que
enfatizan en distintos grados de integración e identidad implícitos en el término
personalidad. Así, es posible que los pacientes con MPD presenten
marcadas diferencias en los estados menta-les más que personalidades
íntegras e independientes (Kirsch y Lynn, 1998).
La personalidad múltiple
-
Presencia de dos o más identidades o estados de personalidad (cada una con un
patrón propio y relativamente persistentes de percepción, interacción y concepción
del entorno y de sí mismo).
-
Lapsos recurrentes en la memoria de acontecimientos cotidianos, información
personal importante y/o sucesos traumáticos que son demasiado amplios como
para ser compatibles con el olvido ordinario.
Según la CIE-10 (OMS, 1992), el TID se engloba dentro del epígrafe destinado a
los trastornos disociativos o de conversión (F44) y se define como un trastorno
“raro” sobre el que no hay acuerdo en cuanto a hasta qué punto es iatrogénico o
propio de una cultura específica. Se trata de un apunte lógico, teniendo en cuenta
que en el momento en el que esta guía se publicó existía un criterio muy diferente
con respecto al impacto epidemiológico de los trastornos disociativos y, además,
el TID se había hecho muy popular en los medios de comunicación a la par que
pesaba sobre él una fuerte sospecha de sobrediagnosticación (Kluft, 1991). El
hecho esencial en este caso es la existencia aparente de dos o más
personalidades distintas en el mismo individuo y que cada vez se manifiesta sólo
una de ellas. Cada personalidad es completa, con sus propios recuerdos,
comportamiento y preferencias, que pueden ser muy diferentes a los de la
personalidad premórbida única.
En la forma común de dos personalidades, una personalidad domina sobre la otra,
pero nunca tienen acceso a sus recuerdos respectivos y, casi siempre, cada una
ignora la existencia de la otra (OMS, 1992). Los cambios o pasos de una
personalidad a la otra en la primera ocasión son súbitos y están estrechamente
relacionados con acontecimientos traumáticos. Los cambios siguientes se limitan a
menudo a acontecimientos dramáticos o estresantes o bien se presentan durante
las sesiones con un terapeuta que utiliza relajación, hipnosis o procedimientos de
abreacción (OMS, 1992)1. Ocurre, sin embargo, que la evaluación y el diagnóstico
del TID han ido evolucionando a lo largo del tiempo, por cuanto se ha
comprendido que no es imprescindible que una personalidad anule o suplante por
completo a la otra. Puede tratarse o bien de una mera confusión de la propia
identidad, incluyendo el género, como de la alteración del estado de la identidad o
de un cambio definido de la identidad en algún sentido específico y concreto. En
este caso el sujeto afectado por el TID puede asumir un rol, un nombre, una
personalidad o una conducta diferente a la habitual (Steinberg y Schnall, 2000). A
tal respecto, en referencia a un caso específico, García Andrade (2001) explica:
nombre
edad
género
estados de ánimo
memorias
vocabulario
Por lo tanto, cabe señalar que el TID es uno de los trastornos más difíciles de
diagnosticar, tanto por sus características propias como por su solapamiento con
otras patologías fronterizas, desde la amnesia disociativa y la fuga disociativa
hasta la propia esquizofrenia. De hecho, la disociación se tiende a observar como
una manifestación de la personalidad histriónica, siendo habitual que las personas
que presentan síntomas aislados de disociación sean diagnosticadas de diferentes
trastornos de personalidad pero raramente de TID (Johnson, Cohen, Kasen y
Brook, 2005). Ello ha motivado que actualmente la prevalencia del trastorno sea
menor al 1% en la población general, pudiendo llegar al 5% en la población clínica,
siendo el porcentaje mayor el correspondiente al sexo femenino, tal y como
sucede con el resto de trastornos disociativos (Gershuny y Thayer, 1999, Sar,
2006).
Simulación
-
Simuladores activos, o aquellos en los que su sintomatología se manifiesta por
medio de procesos psicomotores activos.
La afección representa a alguien que lucha por integrar y asimilar ciertos aspectos
de su propia identidad, que se vuelven inconexos con el tiempo.
PRIMER ENCUENTRO
La paciente me fue remitida como "un caso de TPM'' por su compañía de seguros,
con el supuesto habitual de que nuestro contacto se limitaría a un número de entre
cinco y diez sesiones. Aproximadamente diez minutos después de comenzar la
primera sesión con esta mujer de mediana edad que había venido, según decía,
para librarse a sí misma de su otro self, le dije algo así como lo siguiente: "Puede
que usted desee o no desee creerme ahora, pero el hecho es que usted es una
sola persona que, por alguna razón, elige algunas veces comportarse como si
fuera otra. Intentaremos encontrar las razones de por qué hace eso, entonces
podrá decidir si vale la pena, o si lo que usted intenta lograr comportándose como
otra persona puede conseguirse de mejor manera. Decida lo que decida,
permítame ser claro, usted está creando esta otra persona con un propósito.''
Al realizar esta dramático afirmación tan temprano, contrariamente a lo que es mi
práctico habitual, puedo haber estado urgido por la brevedad del tiempo de que
disponíamos. Pero también tengo un fundamento teórico. Yo estaba adoptando
una conceptualización y una estrategia unitarios de manera inflexible. A pesar de
la experiencia real de tener diferentes facetas, de disponer de un repertorio de
roles y de tener tendencias de la personalidad en conflicto, me parece razonable
plantear que siempre hay una persona, un yo, un cerebro, que se hace cargo de la
situación. Considero dicha conceptualización especialmente adecuado para
aquellas personas que tienen dos o más identidades separadas, que encarnan la
fragmentación, la escisión, la disociación y todos los medios a su alcance para
materializar las diferentes facetas del propio self. Un objetivo principal de todas las
psicoterapias es conseguir la unidad, ya se llame a esto "resolución de conflictos",
"consolidación de un self oscilante" o ''superación de la fragmentación''.
El punto de vista unitario que aquí se defiende es apoyado y defendido por varios
autores que trabajan en el campo de los TPM y otros trastornos disociativos, todos
ellos, en consecuencia, consideran que la torea terapéutica busca conseguir la
unidad (Barach, 1992). Otros, ya proclamen o no la unidad como objetivo,
escriben, no obstante, como si el alter fuera un yo separado, y actúan con los
pacientes en consonancia. Kluft, por ejemplo, escribe: "... el trabajo con un alter
puede que no tengo efecto en el otro, y cada uno de ellos (o al menos muchos)
debe ser localizado y tratado individualmente" (1991, p. 616). Algunos advierten el
desplazamiento de las funciones ejecutivas de un alter a otro, ignorando la
posibilidad de que un ejecutor superior -el yo unitario- esté a cargo de dicha
alternancia entre los alter, como de cualquier otra cosa que la persona elija hacer.
Dichos terapeutas conceden cierto crédito a los alter, pues toman contacto con
ellos y los entrevistan de manera separada, y hablan y escriben de ellos como si
fueran personas independientes. Ese punto de vista conduce a una terapia que,
como objetivo principal, favorece la abreacción de la experiencia pasada de cada
alter. El punto de vista unitario, en cambio, destaca las decisiones actuales,
tomadas por razones dinámicas por el ejecutor central, superior. En otras
palabras, en el segundo caso usamos un enfoque inspirado en la psicología del yo
cuyo núcleo son los motivos y defensas seleccionadas en el momento presente.
La paciente, Cynthia, afirmaba que quería controlar a su otro self, al cual había
dado el nombre de "72". 72 tenía ese nombre porque esa había sido la fecha del
accidente de automóvil que precedió a su aparición. El accidente provocó un daño
físico crónico y una amnesia que abarcaba los catorce años transcurridos entre
este accidente y uno anterior. Esta amnesia duró un año, durante el cual le pareció
que su familia, en realidad el mundo entero, tenía catorce años menos. Se puede
especular con la idea de si la amnesia es otra forma de controlar el self. Cynthia
creó a 72 cuando la amnesia comenzó o funcionar. Como diría más tarde, 72 era
una forma de evitar las dificultades actuales de su vida -un desastre laboral, el
accidente de automóvil y sus secuelas- y una forma de rejuvenecer catorce años,
entre otros motivos. Pero por la forma en que contó la historia, me pareció poco
convincente e incompleta sobre si existía una relación causa-efecto simple entre el
accidente de automóvil y la aparición de 72. Quizá, pensé, ya existía 72, al menos
en forma rudimentaria, con anterioridad. Descubrí que Cynthia era hija única, que
había tenido una infancia desgraciada y varios matrimonios fracasados. En todas
estas circunstancias ella se pintaba como una persona inocente, con sentimientos
de inadecuación y temor. Describía a 72, por otra parte, como una persona
colérica, más libre para sentir, pensar y expresarse, aunque no particularmente
feliz con esta libertad. Cynthia decía que, si las características de 72 eran parte de
sí misma, temía perder el control. Por -ejemplo, ella deseaba abandonar su
empleo, pero le daba miedo a pesar de las presiones de 72 para hacerlo.
Finalmente 72 se despidió, no sin antes echarle una bronca al jefe.
En la segunda sesión tuve noticia de una relación muy próxima entre los padres
de Cynthia, de la que ella resultaba excluida. Dicha exclusión era dramatizada y
reforzada mediante el uso de la crueldad, física y mental, en especial -por parte
del padre. Surgió el cuadro de una niña solitaria y abandonada, frustrada por
respuestas destructivas ante sus esfuerzos por ganarse un lugar en la familia y,
particularmente, por disfrutar de las atenciones torturadoras del padre, a pesar de
su rechazo mezquino, o quizá por esa misma razón
PSICODIAGNOSTICO
Decidí aplicar a esta paciente una batería de tests psicológicos como hago con la
mayoría de mis pacientes. Lo hago así porque considero que cualquier paciente y
yo podemos trabajar mejor cuando tenemos los tests como guía (Appelbaum,
1990). Me sentía particularmente inclinado a aplicar los tests a Cynthia. Quería ver
si las pruebas revelaban algún daño cerebral como resultado de los accidentes
automovilísticos, y sentía curiosidad sobre qué podían mostrar los tests de una
persona que elige comportarse como dos. Debido, también, a que no disponía
más que de unas pocas sesiones, pensé que era muy importante conocer de esta
paciente tanto como pudiera en el período más breve. Administré el Rorschach y
el TAT, así como la Escala de Memoria de Wechsler para la cuestión del daño
cerebral. Yo además tenía otra razón. Pensé que también podría pasar los tests a
72 y evaluar en qué medida eran comparables los dos cuadros. Al terminar el
psicodiagnóstico de Cynthia le pregunté si pensaba que 72 desearía acudir a
psicodiagnóstico. (Pregunté esto con una leve sonrisa que esperaba sirviera para
comunicar que esta petición era un gesto de indulgencia, puesto que o me había
comprometido con la opinión de que ella era una y sólo una paciente.) Ella se
mostró totalmente de acuerdo, también con una leve sonrisa. Le di una tarjeta de
citación que ella dijo que le pasaría a 72. Una semana después apareció 72, como
estaba programado, y me entregó la tarjeta diciendo que Cynthia, le había
sugerido que viniera para algunas pruebas.
Como dijo Freud, después del análisis todavía se puede reconocer a los amigos.
Después de una psicoterapia de largo plazo los resultados de los tests revelan
cuadros de personalidad muy similares a los anteriores al tratamiento (Appelbaum,
1977). Como se verá, casi lo mismo se puede decir de los resultados de aquellas
personas que afirman tener una doble personalidad, al menos en el caso de
Cynthia y 72. Por ejemplo, Cynthia dio 19 respuestas en el Rorschach, mientras
que 72 dio 21, una diferencia insignificante. Los Tipos Vivenciales (Experience
Balances) (fórmula del Rorschach que expresa la relación entre ideación y afecto)
fueron casi iguales (1.5-5; 1.0-4.5).
Pero también aparecieron diferencias sustanciales. 72 se mostró más primitivo,
"regresivo'', con respecto a las funciones yoicas, como podía apreciarse en una
caída en la exactitud de las percepciones (F+%=40, mientras que el de Cynthia
era de 56). Además, el contenido de las respuestas de 72 estaba más en la
dirección del ello, de las capas más profundas del inconsciente, de las pasiones
en bruto. En un área de la mancha donde Cynthia vio dos personas "jugando con
violencia, 72 vio las mismos dos personas como si estuvieran ''enzarzadas en una
batalla violenta''. En otras áreas: Cynthia -''un lirio OKeefe de Georgia''; 72- "un
murciélago muerto y aplastado; Cynthia -"ancas de rana doradas y crujientes,
fritas al estilo francés, y una ensenada para barcos''; 72- "esto me recuerda
cuando di a luz, abrí mis piernas y las puse en los estribos, todo abierto y
expuesto al mundo... tejido adiposo... sudor cayendo, goteando-; Cynthia- los
intestinos de alguien, ratones con material robado para la madriguera, y espina
vertebral y costillas" ; 72- " ratas rosas mordisqueando una res en canal, el
esqueleto de un hombre, el hueso de la mandíbula, falta una pieza del cráneo,
parte trasera de la cabeza como si se viera a través, las ratas rosa comen la
cabeza del esqueleto" ; Cynthia -"una bombilla" 72-"un volcán''.
Una pauta en cierto modo similar surgió en las historias del TAT, aunque
ocasionalmente Cynthia contó historias igualmente intensas y dolorosas que 72.
"Ambas'' mostraron tendencia a tratar sentimientos y recuerdos dolorosos,
intentando evitar o negar dichos sentimientos. Estas maniobras conducen a
explicaciones plausibles que buscan dominar el dolor mediante su atribución a
"algún otro". Cuando al terminar el test le pregunté a Cynthia qué había
experimentado al construir las historias para el TAT, me contestó: "Te hace pensar
con demasiada profundidad''. (Pregunto) "Sobre situaciones que intentas ignorar''.
(Pregunto) (Entonces contó una serie de recuerdos dolorosos de la infancia).
Cuando se dio la instrucción a 72 de que realizara una historia ante una lámina
que normalmente es vista como una persona tirada en un sofá, cuadro que a
menudo elicita temas dolorosos, a veces de suicidio, primero ensayó una historia
innocua y se salió de la situación -Una persona cosiendo un cojín, intentando que
encaje bien... oh, he... está haciendo un buen trabajo, el sillón ha quedado muy
bonito---. Entonces le dio la vuelta a la lámina y, de manera estudiada, apartó sus
ojos del test. Cuando llamé su atención sobre estos comportamientos replicó que
no deseaba ver la lámina nunca más. Dijo que era muy desagradable y, tras cierta
presión, llegó a comentar "Precisamente me recuerda... una persona que podría
estar llorando''. Le pregunté qué es lo que podía haber llevado a esa escena, y
respondió ''¿Podríamos pasar a la siguiente y entonces empezó a llorar, clamando
que quería que volviera Cynthia “Cynthia arreglaría esto”? Reveló que la historia
que tenía en mente era la de su padre echándole una bronca, y reiteró que quería
que Cynthia volviera. En ese instante se retorcía los manos de la misma forma que
esas personas que a menudo se ven en los hospitales y que reciben el diagnóstico
de "melancolía involutiva" "depresión psicótica".
Contó los primeros años de una hija única, mucho más solitarios al ser excluida de
la unidad que formaban sus padres, a veces de forma cruel. Como hacen muchos
niños, desarrolló una compañera imaginaria que la ayudara a superar su soledad.
Esto era la base, según dijo, para el surgimiento de 72. La paciente llegó incluso a
relacionar su desesperado intento por superar la soledad con su sexualidad
compulsiva y promiscua. Esta sexualidad comenzó al final de la adolescencia y se
prolongó hasta su apresurado e impulsivo primer matrimonio, pero el último
matrimonio, como decía, era todavía otro intento por enfrentarse con su soledad.
Fue capaz de relacionar la necesidad de que existiera 72 durante los últimos años
con la insatisfacción de su tercer matrimonio, el actual. Aunque su marido era en
muchos sentidos un compañero adecuado, era bastante mayor que ella y había
perdido el interés en la sexualidad y en los pasatiempos arriesgados, en general.
Aunque le unían a él el afecto y la lealtad, se sentía, no obstante, todavía sola, en
el sentido de no poder compartir con su marido mucho de lo que deseaba
experimentar en la vida y por carecer, de nuevo, del sentimiento de aceptación
que proporciona la vida sexual. Todo esto se le hizo presente durante la "sesión''
del espejo.
La siguiente sesión tuvo lugar a las dos semanas, después de que la paciente
realizara, un viaje, solo, para visitar a sus padres. Yo volvía a esperar con
inquietud su llegado a la siguiente sesión, con respecto a si había mantenido sus
logros. (imaginé brevemente cómo me sentiría si me anunciaba que ella era 72.)
Pero felizmente me pude tranquilizar de nuevo. Me informó, con una alegría
desbordante, que, después de una década de escasez, disfrutaba ahora de una
vida sexual vigorosa con su marido, complementada con envíos florales. Lo había
conseguido con una mezcla de discusiones y riñas, a través de las cuales se
había mantenido firme en su demanda de tener sexo todos los lunes y viernes por
la mañana. El que ella quedara satisfecha, o precisamente el cómo quedara, no
importaba, lo único importante era cumplir con los momentos señalados. Si él
continuaba esgrimiendo problemas de salud como excusa para la abstinencia,
tendría que ir a ver al médico. Si no era capaz de pensar ninguna actividad
creativa para hacer posible y agradable su vida sexual, entonces tendría que
seguir, página a página, un libro de "cómo se hace", que ella había obtenido en la
biblioteca. Si él se negaba a hacer lo que ella quería, irían juntos al abogado a por
un documento que la liberara de toda responsabilidad legal por adulterio. Al final,
enfrentado con una mujer capaz de expresar sus deseos y de afirmar sus
derechos, este hombre, supuestamente impotente y enfermo, se convirtió en un
ardoroso amante.
Se quedó hablando con su madre hasta las tres de la madrugada, en una charla
sincera y empática, por primera vez en su vida. ¿Por qué, se preguntaba la madre,
no habían hablado nunca antes así?
Comentó sus planes recientes de montar un negocio como vendedora, pues había
decidido que todo lo que ella pudiera conseguir de forma independiente superaría
el camino más seguro de trabajar para una compañía. Siguiendo esta decisión
había indagado el terreno, negociando con un fabricante de su producto y
obteniendo consejo legal para realizar sus planes.
Habló brevemente de una época irregular. Bajo ciertas circunstancias era capaz
de realizar ciertos tipos de trabajo, pero en otros momentos tenía que ser 72 quien
se hiciera cargo pues ella, Cynthia, pensaba que no era capaz (72 llevaba los
libros, Cynthia los ordenadores). En determinado momento Cynthia afirmó que su
"subconsciente" le proporcionaba las soluciones. No, le dije, ese es el tipo de
pensamiento que trajo a 72. El hecho es que era el mismo cerebro el que podía
llevar los libros, realizar comunicaciones verbales y todos las otras habilidades y
características que ella pensaba que habían surgido de partes separadas de sí
misma, como 72 y el "subconsciente''. Ella, Cynthia, era el único agente.
SEGUIMIENTO
Catorce meses después del tratamiento llamé a Cynthia, medio temeroso de que
72 pudiera contestar al teléfono. En lugar de ello fue el marido el que contestó.
Cynthia no estaba en casa en ese momento, pero, en respuesta a mi pregunta,
dijo "Está estupendamente'' -
Cynthia vino a consulta al día siguiente. A los terapeutas familiares sistémicos les
agradará saber que Cynthia informó de cambios importantes en sus padres. En
paralelo con los cambios de Cynthia, su madre abandonó el papel dependiente y
regañó con su marido, a lo que él respondió de la misma forma que el marido de
Cynthia, con un mejor comportamiento hacia su esposa. Respecto a Cynthia, el
padre había pasado de ser alguien inalcanzable, que difícilmente se dignaba a
hablar con ella, a un ardoroso corresponsal, que a menudo buscaba guía, cuyas
cartas con frecuencia abarcaban más de seis páginas. Descubrí que el padre y la
madre, de mucho tiempo atrás, habían tenido un pacto de suicidio -ninguno de los
dos enterraría al otro- que había provocado que Cynthia se sintiera como un ser
marginal o, como ella señaló en esta entrevista, ''más como un animal de
compañía que como una hija''. Dicho pacto ya había prescrito. La excesivamente
estrecha vinculación entre los padres se había flexibilizado lo suficiente como para
dejar a Cynthia su lugar correcto, lo que ya era algo.
Cynthia informó de que sentía una gran relajación, una mayor capacidad para
tomarse las cosas con tranquilidad, sin tener ya que perderse en dos empleos.
Incluso en ocasiones contrataba una sirvienta. Ahora se podía relajar con una
copa de vino, liberada de la necesidad de justificarse a sí mismo haciendo algo
útil. En el trabajo, que implicaba cuestiones técnicas de mecánica, se mostró
capaz de explicar estas cosas ante público, especialmente masculino, que no
esperaba que una mujer tuviera dicho dominio. Ahora amaba su trabajo, gracias a
que se sentía confiada y que controlaba los circunstancias, y era considerada
como una empleada valiosa en términos de promoción y de oportunidades para la
formación. Había abandonado sus ambiciones de ser escritora, descubriendo que
para ella sólo era un tipo de terapia, pues sólo escribía autobiografía. Su nueva
vida sexual con su marido iba "incluso mejor" de lo que previamente se informó.
SEGUNDO SEGUIMIENTO
Después de ocho meses del primer seguimiento, y casi dos años después del
tratamiento, intenté concertar otra sesión de seguimiento. Al teléfono, Cynthia
mostraba su self usual, amistoso y cooperativo, pero una serie de adversidades
impidieron nuestro encuentro: primero tuvo que irse fuera, luego ella y algunos
miembros de su familia se pusieron enfermos, y finalmente llegaron las
vacaciones. En otra ocasión el marido contestó al teléfono. En lugar de su anterior
afirmación "estupendo" como resumen, hizo oscuras insinuaciones sobre algunos
problemas. Algunas semanas después llamó para solicitar una cita para Cynthia y
él, por razones más clínicas que de investigación.
Resultó que durante algún tiempo Cynthia había estado rabiosa con su marido y
con otras personas. Ambos enumeraron una horrible lista de acontecimientos,
claramente estresantes. Ella se había roto un pie en un accidente y no llegó a
curarse debido a que, según su médico, el comienzo de la menopausia había
deteriorado su fisiología. Después de la lesión en el pie, el interés sexual del
marido, que tras el tratamiento se había mantenido, desapareció, acontecimiento
que era muy doloroso para Cynthia. Habían acudido a la boda de un hijo, de un
matrimonio anterior, que tuvo lugar al tiempo que la madre -la ex esposa- estaba
postrada muriendo de cáncer, y que murió al terminar la ceremonia. No se había
preparado el funeral, pues se había dado preferencia a la boda, y recayó en
Cynthia la torea de colaborar en estas lúgubres gestiones. En medio de este jaleo,
en una ciudad extraña, el marido de Cynthia sufrió un ataque al corazón que
requirió una operación inmediata a vida o muerte. Pero algo no fue bien y hubo
que repetir la operación dos días después, Cynthia, aterrorizada, tuvo que velar en
el hospital por segunda vez. Tras este episodio llegaron noticias de que su hijo era
destinado a Alemania para tres años, y que a su nieto se le había diagnosticado
un soplo al corazón.
Por otra parte, Cynthia manifestó varias quejas que no parecían tener un
fundamento adecuado. Sorprendía a mucha gente al enterarse de que había
pasado de los cincuenta, pues parecía mucho más joven. Normalmente pensaban
que era hija de su marido, de lo joven que parecía. En consideración de los
múltiples problemas que Cynthia había tenido, su marido se hizo cargo de más
tareas domésticas. Por la misma razón él pidió que se ahorrara a Cynthia la noticia
de que había estado en Cuidados Intensivos, en el hospital. Finalmente, Cynthia
se quejaba de que en la iglesia se la había excluido del grupo de mayores. Estos
habían alegado que era demasiado joven, innovadora y vigorosa para sus
sedentarias necesidades.
Cynthia y yo pusimos en claro las razones de por qué consideraba que estos
acontecimientos, que previsiblemente habrían agradado a mucha gente, para ella
eran cuestionables y estresantes. Todos estos acontecimientos tenían en común
el que habían expulsado partes de su identidad, de su self: las funciones de
cuidadora, el papel de esposa, su edad, sus obligaciones. Sin duda, esta
evolución era peligrosa para alguien inclinado a abandonar partes de sí mismo
como medio para enfrentarse o la aflicción. Daba una imagen que ilustraba las
raíces genéticas de su disposición cuando comentaba que se sentía "más como
una muchachita que como una señora''. En su familia infantil había que realizar
tareas para alcanzar el sentimiento de pertenencia. El propio self se definía, y se
aceptaba, no por ''ser'' sino por "hacer". En consecuencia, relevar a Cynthia de sus
funciones, roles, identidades -de su self- era provocar una ansiedad intensa, fruto
de lo cual era la explosión de la ira.
Cuando le pregunté si había estado tentada de crear a 72, contestó que había
llegado a pensar "¿Dónde está mi amiga?'' Había considerado brevemente la
posibilidad de reinstaurar 72, como medida de seguridad. Como había hecho en
respuesta a la lámina del TAT, necesitaba apartarse. Pensó en hacerlo
geográficamente, como cuando cogió las llaves del coche y retiró dinero del banco
para preparar su huida. Y pensó en huir de forma intrapsíquica, atribuyendo sus
problemas a 72. Pero, según dijo, se dio cuenta de que "la habitación estaba
vacía, solo estaba yo allí yo debo ser quien soy". Inmediatamente después de que
fijáramos nuestra siguiente cita, cuando ya se iba, dijo, refiriéndose a mí ''Ahora
tengo un amigo humano". En resumen, al internalizarme a mí ya no necesitaba
crear una compañía imaginaria.
DISCUSION
¿Cómo podemos entender que esta paciente lograra tantos cambios de forma tan
rápida? El cómo se producen los cambios en psicoterapia es fácil de afirmar y
difícil de probar. Se trata de un problema con muchos determinantes, con la
contribución relativa de los variables más diversos, para diferentes personas y en
diferentes momentos (Appelbaum, 1975, 1976, 1977, 1978, 1981, 1985, 1988,
1990).
Supongamos que aplicamos o Cynthia la definición del TPM del DSM-III-R: (A) la
existencia dentro de la persona de dos o más personalidades diferentes o estados
de la personalidad (cada uno de ellos con sus pautas relativamente duraderos de
percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre el self)''. (B) "Al menos dos
de estas personalidades o estados de la personalidad toman de forma recurrente
un control total sobre la Conducta''.
Cynthia se adecuaba al primer criterio, algo menos al segundo, habría cierta duda
sobre en qué medida eran "distintos'' el portador y los alter, y hasta dónde cedía
ella o 72.
De acuerdo con otros criterios del DSM: el fenómeno había sido disparado por un
acontecimiento traumático; Cynthia y 72 mostraban respuestas diferentes en los
tests; Cynthia hablaba con su alter y compartía actividades con ella. Su elección
de nombre para 72 era significativa. Su disociación había sido precedida por un
trauma emocional en la infancia, aunque no en términos de actos concretos que
ella recordara. Por todo lo anterior se podía hablar de un TPM.
En contradicción con los criterios del DSM quizá faltaba el del surgimiento en la
primera infancia. Ella reconocía haber tenido amigos imaginarios en la infancia,
pero esto ocurre en muchos niños y luego no da como resultado un TPM. Se la
podría considerar, por tanto, en términos del DSM, como un caso no "clásico".
En opinión de muchos autores los criterios del DSM son demasiado generales
para poder determinar el TPM, y no lo podría diferenciar de otros trastornos dentro
de la clase general de los trastornos disociativos. Cynthia no cumplía con claridad
varios criterios diagnósticos de los que normalmente se considera para el TPM.
Sólo entre el 5 y el 10% de los pacientes con este trastorno se diagnostican a sí
mismos, como lo hizo Cynthia. Ella no mostraba la plétora de síntomas somáticos
y psiquiátricos característicos del TPM, aunque tenía muchas quejas de su
existencia. Al menos durante nuestras escasas entrevistas y durante la aplicación
de los tests la paciente no tuvo cambios de personalidad. Se podría argumentar
que el reconocimiento por parte de Cynthia y de 72 de que ambas tenían
conocimiento de la otra sugiere que no es un TPM sino alguna variedad del mismo
situado en algún lugar, dentro del continuo entre consciente e inconsciente.
En el refinado sistema clasificatorio que propone Kluft (1991) para las condiciones
disociativos no se podría diagnosticar a Cynthia como un TPM clásico, sino que
probablemente se clasificaría como un "TPM Post-traumático". Dichas personas
no muestran signos evidentes de TPM hasta después de un acontecimiento
abrumador, como puede ser un traumatismo craneal causante de una amnesia
orgánica. Más tarde, los signos evidentes del trastorno pueden variar desde
apariciones transitorias a apariciones progresivas de las manifestaciones clásicas,
mientras que algunas características infantiles permanecen dormidas hasta que
son elicitadas por un trauma posterior. Algunos autores considerarían a Cynthia
como un caso transicional o que todavía no tiene consolidado el TPM. Algunos,
realmente, llegarían a la conclusión de que no estaba realizando más que un
juego de roles. Pero, como ocurre con "hipnosis" y con "sugestión", el término
"role-playing" escamotea la auténtica cuestión del proceso subyacente.
Otra forma de evaluar la frecuencia del trastorno pasa por advertir que se ha
llegado a una conciencia social de que los malos tratos sexuales y físicos se
hallan extendidos en una medida que hace unas décadas no se conocía y ni
siquiera se soñaba. Y parece haber un acuerdo general en que dichos malos
tratos se encuentran habitualmente en las historias de los pacientes con TPM
(Braun, 1990; Coons, 1986; Kluft, 1984; Putnam et al., 1986). Algunos creen que
el TPM está "...relacionado primariamente con malos tratos o traumas infantiles
severos y repetitivos, que tienen su comienzo muy a menudo antes de "la edad de
cinco años'' (Loewenstein y Ross, 1992). De acuerdo con varios estudios amplios
y sistemáticos, esto se aplicaría al 80-97% de los pacientes con dicho trastorno
(Loewenstein y Ross). Por tanto, si los malos tratos son frecuentes podemos inferir
que también lo debe de ser el TPM. Estos fenómenos súbitamente revelados han
generado grupos de apoyo, instalaciones clínicas y especialistas en TPM.
Para muchas personas existe algo misterioso en el TPM (Dell, 1988). De acuerdo
con Dell "El TPM parece amenazar no sólo la soberanía del yo personal sino
también la concepción occidental prevaleciente sobre el self y sobre la
responsabilidad personal e individual. Nunca es más poderoso el inconsciente ni el
yo consciente más endeble y poco efectivo que en el TPM". Después de revisar el
campo, Dell señalo que existe "un nivel de escepticismo respecto del TPM que
excedería los límites de una buena actuación profesional y de una atención clínica
adecuada". Esta forma de responder al misterio del TPM mediante el rechazo, la
aversión de algunas personas hacia lo nuevo y popular y la sospecha de que los
pacientes obtienen los síntomas para excusar su Conducta (Smith, 1987)
obviamente obra en contra de un tratamiento serio. Finalmente "existe una larga
tradición en psiquiatría que une los orígenes del TPM con la sugestibilidad y los
delusiones respecto al self, no con un trastorno mental de buena fe" (Fahy, 1988;
véase el Dissociation Symposium, 1989; y Putnam, 19910).
El exceso de compromiso y el mesianismo son otras reacciones emocionales al
TPM igualmente irracionales: "La fascinación y el exceso de implicación que los
pacientes con TPM generan de forma típica en los clínicos neófitos'' (Loewenstein
y Ross, 1992). Estas reacciones impetuosas pueden ser reforzadas después por
gratificaciones sociales. Cualquier terapeuta que sea sensible al halago de estar a
la última, o la notoriedad, así como al beneficio político y económico, o que disfrute
con lo que algunos sienten que es la gracia y el misterioso aspecto del TPM,
puede animar de forma inconsciente, incluso aunque estén desanimando
conscientemente, la multiplicación de los yoes.
2. Parece que existen subtipos o gradaciones en el TPM, cada uno de los cuales
puede tener su propio pronóstico y puede requerir diferentes tipos de intervención.
O quizá deberíamos concentrarnos en definir diferentes tipos de fenómenos
disociativos, con el TPM definido, de forma estricta, como una categoría discreta.
7. Puede haber momentos críticos en la vida de las personas en las que están
particularmente dispuestas y son sorprendentemente capaces de aprovechar sus
propios esfuerzos y los de los demás para conseguir un cambio beneficioso.
Segundo caso:
El paciente refiere que los síntomas que le preocupan aparecen por vez primera
cuando llega a España, con 18 años de edad. Estos comienzan con un estado de
ánimo deprimido. Cuando el estado de ánimo es más bajo, explica, se le aparece
como figura externa un hombre alto y vestido de negro, llamado Noob, al que solo
se le ven los ojos. Con él puede hablar de cosas para olvidarse de su estado de
ánimo. Tiempo después de la irrupción de la entidad Noob en la vida del paciente
empieza a haber ocasiones en las que se siente como una mujer, adopta posturas
femeninas, se pinta las uñas y hace cosas que, como él mismo dice, “pertenecen
a las mujeres”. Cuando adopta este papel femenino –nótese que el paciente indica
“cuando ella aparece” y que no habla en momento alguno de “posesión”– se siente
protegido, se aleja de peleas y sabe qué cosas tiene que hacer para sentirse bien.
Hasta este momento, el paciente no refiere episodios de consumo de drogas.
-
Inventario Clínico Multiaxial de Millon II (MCMI-II; Millon, 1994; versión española,
2004). El MCMI-II proporciona información validada empíricamente para apoyar el
diagnóstico en diversos ámbitos: clínico, médico y forense. Es idóneo para aplicar
a individuos que presentan tanto problemas emocionales como conductuales o
interpersonales. Cuenta con 4 índices de validez y 24 escalas clínicas según el
nivel de gravedad: patrones clínicos de personalidad, patología grave de la
personalidad, síndromes clínicos y síndromes clínicos graves (Winberg y Vilalta,
2009). La valoración cualitativa de los resultados obtenidos por el paciente se
presenta en la tabla 2.
Esquizoide
Dependiente
P- Agresiva
Masoquista
Esquizotípic
Patrón descompensado
a
Límite
Ansiedad
Somatizació
n
Hipomanía Significativo
Distimia
A. Alcohol
A. Drogas Significativo
P. Psicótico
Depresión M.
Más adelante, sin embargo, una vez instalado en España, aparece una nueva
alucinación llamada Noob, con la que puede hablar cuando se siente deprimido
reduciendo su malestar. Cuando su madre le abandona marchándose a Holanda
aparecería la primera de las personalidades disociadas, en la medida que ya no
estamos ante una alucinación o personaje externos al individuo sino a una figura
interna, además femenina, lo cual nos permite hipotetizar con el afrontamiento del
abandono materno. Esta personalidad le ayuda a alejarse de las peleas y a no
consumir drogas para mantener el apego de la figura materna perdida (Freyd,
1997). Es muy relevante que esta personalidad aparezca justo ahora y
particularmente asociada a un intento de suicidio, pues la literatura establece la
alta prevalencia de trastornos afectivos y altas tasas de intentos de suicidio
asociados a los trastornos disociativos (APA, 2014).
La obligación impuesta por el padrastro de traficar con drogas, hecho que además
se sucede de una manera especialmente traumática al tener que usar su propio
cuerpo como recipiente, suscita la llegada de “Cruza o muere”, una personalidad
completamente opuesta a la suya que se presenta ante situaciones en las que es
necesario un afrontamiento físico de situaciones de riesgo ante las que no se
siente capacitado. Todo ello encajaría con la literatura sobre trastornos
disociativos, en tanto que, como venimos indicando, refiere que aparece en
situaciones especialmente traumáticas, arraigadas en la infancia, y posteriormente
va evolucionando hacia nuevas formas más complejas. Se debe indicar que, frente
a los tópicos habituales difundidos por cine y literatura con respecto a la forma en
que el sujeto vive el TID, la realidad es que las personas afectadas suelen vivirlo
como un cambio en su personalidad o como si otra persona dentro de ellos tomara
el control, de tal forma que pueden darse una o varias identidades. Generalmente
la persona afectada no recuerda los episodios de las alteraciones, pero ello no es
necesario ni imprescindible para el diagnóstico formal del TID –ya hemos referido
antes los criterios– por cuanto la despersonalización que vive el sujeto también
puede caracterizarse por sensaciones de irrealidad, percepción del self alterada y
una sensación persistente y recurrente de distanciamiento de los procesos del
propio cuerpo, a la par que el sentido de la realidad permanece intacto. Es muy
sintomático que los pacientes informen de una “sensación de irrealidad”, aun
siendo conscientes de que es su propia percepción la que se encuentra alterada
(Oberst, 1987), elemento que lo diferenciaría de trastornos más psicóticos.
Aun así, a pesar de que la clínica del caso pueda concordar con un posible
diagnóstico de TID, la falta de una evaluación más exhaustiva, las puntuaciones
superiores al punto de corte del SIMS y el perfil encontrado en personalidad
(histriónico, narcisista, antisocial) pueden poner en duda la hipótesis de la
presencia de un trastorno disociativo. Existen muchas similitudes entre el trastorno
y la simulación en relación al reconocimiento de las otras personalidades. No
hemos de olvidar que el estudio de Giesbrecht, Lynn, Lilienfeld y Merckelbach
(2008) propone que las personas que simulan suelen ser indistinguibles de las
personas diagnosticadas con el trastorno, ya que hay una influencia social en la
etiología del trastorno.
Tercer caso:
Días después es detenida por la policía una mujer de 27 años de edad, a quien
mediante estudio clínico-analítico-ecográfico se le diagnostica un estado puerperal
de menos de 10 días de evolución.
La detenida se sorprende de los resultados, negando la evidencia de parto
reciente. Su pareja desconoce el estado de embarazo previo.
La historia clínica de la mujer pone de relieve una infancia y adolescencia en un
hogar con un padre alcohólico, habiendo presenciado y sufrido muchas vejaciones
y malos tratos.
Es madre soltera a los 23 años, con gran angustia y rechazo durante todo el
embarazo. Un segundo embarazo año y medio después del primero es vivido de
nuevo con angustia, culpa, rechazo y ocultación y el parto tiene lugar en casa en
solitario. Posteriormente el niño es dado en adopción.
El embarazo (el tercero) cuyo resultado motiva los hechos judiciales, es fruto de su
relación con su actual pareja estable y desencadena los mismos sentimientos que
los anteriores. Se lo niega a ella misma; se da cuenta que algo se mueve dentro
de ella, pero enseguida lo olvida; se lo oculta a los demás incluso a su pareja (no
había engordado demasiado).
Además, surgen ideas depresivas y de suicidio. A medida que avanza el
embarazo son frecuentes los episodios en los que no puede recordar cosas. Se da
cuenta de que su vientre va creciendo, pero no quiere aceptarlo, ni asumirlo. Tiene
la sensación de que al darle a una tecla cambia, y empieza a sentirse preocupada,
temerosa, angustiosa, por el embarazo, pero después sigue la vida como si no
estuviera embarazada.
amnesia
pérdida del sentido del tiempo
entrar en un estado de trance
experiencias extracorpóreas, o despersonalización
participar en conductas que son inusuales para la persona
alteración del sueño
“Algunos autores opinan que el trastorno disociativo de identidad abre una ventana
para que podamos entender mejor la relación mente-cerebro. Lo que indica son
dos cosas: primero, que la división de las funciones cerebrales en módulos es una
realidad, y que estos módulos pueden funcionar, en condiciones anormales,
aislados unos de otros; y segundo que el módulo del yo, o lo que nosotros
entendemos por yo o mismisidad, es tan frágil que puede disosiarse fácilmente,
incluso sin que existan lesiones cerebrales [en función de la carga energética
psíquica del complejo emocional con substrato arquetípico que exista, por decirlo
en términos ganguéanos]. Hay autores que piensan que todos tenemos
potencialidad para la personalidad múltiple, pero que en el curso de un desarrollo
normal conseguimos mejor o peor consolidarlas e integrarlas todas dentro de un
sentido de yo (Rubia Francisco J.; 2007)͟”
El trastorno de identidad disociativo afecta a las personas dado que los cambios
de personalidad suceden sin previo aviso y que la persona no es consciente de las
acciones que efectúa mientras se encuentra en “control “de la otra personalidad, el
sujeto ni siquiera es capaz de recordar lo que hizo ni porque ni cuando no es
capaz de recordar nada de lo que suceda durante el control de la o las otras
personalidades.
Debido a que todos estos factores deben ser tenidos en consideración, no aparece
nunca un síndrome uniforme de maltrato. Por ello el abuso infantil ha sido
correlacionado con psicósis, psiconeurósis severas, trastornos de carácter,
estados borderline, sociopatias y posiblemente criminalidad asi como con el
trastorno de personalidad múltiple tambien llamado recientemente trastorno de
identidad disociativo (DSM IV, 1992).
Este trastorno es crónico y puede llegar a ser mortal. Dentro de los episodios de
amnesia los cuales ocurren entre cada una d ellas personalidades dado que no
todas las personalidades son capaces de recordar o estar conscientes de los
pensamientos, acciones y recuerdos de las otras. Por ejemplo, la personalidad A
puede estar consciente y observar todo lo que ve, piensa y hace la personalidad B
como si fuera una película; pero puede ser que la personalidad B no pueda ser
capaz de ser consciente en cuanto a los pensamientos, ideas y acciones de la
personalidad A y ni siquiera ser capaz de saber que una personalidad llamada “A”
exista.
abuso físico
abuso sexual
negligencia emocional
abuso psicológico
En algunos casos, un niño quizá no experimenta una forma clara de abuso, pero
puede vivir en un entorno familiar que no le brinda seguridad. Por ejemplo, puede
vivir con padres muy impredecibles, y empezar a disociarse en respuesta al estrés
que le causa.
Otros trastornos comunes que pueden ocurrir junto con el trastorno de identidad
disociativo incluyen:
“Marta, una madre soltera de mediana edad, llegó a una clínica rural de México.
Mientras se la entrevistaba se hizo evidente que era incapaz de quedarse quieta o
permanecer sentada; durante los raros momentos en los que se sentaba
permanecía inquieta. Estaba lúcida y podía hablar coherentemente de su vida.
Algunos meses antes de llegar a la clínica un hombre había tratado de violar a una
de sus sobrinas. Fue atrapado por los parientes de la niña, quienes lo colgaron de
una biga. Pocos días después Marta dejó su casa por un rato y cuando volvió notó
que la puerta estaba abierta. El pensamiento de que una de sus hijas había sido
violada se cruzó inmediatamente por su cabeza (aunque nada había pasado en
realidad) y lo siguiente que recuerda es estar caminando por la Catedral de
Ciudad de Méjico, a cientos de millas de su pueblo, sin saber cómo había llegado
ahí y sintiéndose confundida sobre si misma (Mascarana Franco, Roa Andrea y
Maray Franco, 2009)”
Pero en personas las cuales sufren del trastorno de identidad disociativo el
individuo separa con los traumas sus emociones, conductas o pensamientos de su
conciencia todo lo antes mencionado lo cual fue ya disociado del consiente se une
bajo un acontecimiento en común y por ende se forma una nueva personalidad
completamente diferente. Por ejemplo, los sentimientos y las emociones de enojo
ira rabia se unen para formar una personalidad altamente agresiva.
Valga como ejemplo el de una mujer que habia sido violada por su padre a la edad
de cuatro años y medio siendo utilizada posteriormente como objeto sexual no
solo por el padre sino tambien por algunos de los amigos de éste. En el momento
de las sucesivas violaciónes la paciente desarrollaba una personalidad alternativa
muy pasiva que permitia que este tipo de abuso continuara. La paciente habia
aprendido que si se oponia, además de ser igualmente violada, era maltratada
físicamente. La mayor ironia de todo esto, es que el padre y sus amigos
consideraban la pasividad de la chica como signo de su complacencia por el acto,
ya que "no se resistia nunca". De esta forma los agresores se libraban
completamente de un eventual sentimiento de culpa.
Datos de 5 casos
nº casos positivo
Predictor 1 2 3 4 5
para el predictor
1. Depresión + + + + +
5/5
intermitente
2.Conductas de + + + + +
5/5
autohipnóticas
tipo trance
3. Fluctuaciones en + + + + +
5/5
habilidades y
estados de ánimo.
4. Amnesia + + + + ?
4/5
5.Alucinaciones + + + + +
5/5
acústicas/voces
6. Experiencias + + + + +
5/5
de influencia
pasiva
7. Compañero _ _ _ _ +/-
0/5
actual imaginario
en actividad
8. Conducta s + + + + --
4/5
polarizadas
(agresiva,
demas. buena)
9. Llamado + + + + --
4/5
mentiroso
10. Conducta + + + + +
5/5
escolar anomala
Los individuos que reprimen sus afectos de esta manera parecen almacenar un
"banco de sensaciones" que da lugar a la creación de un potencial para el
desarrollo de explosiones de este tipo de afectos cuando la represión baja la
guardia. Estas explosiones emocionales pueden ser expresadas en forma de
síntomas. Cuando la represión de sensaciones se acompaña de conflictos (tanto
en relación con esta sensación en particular como en relación con otras, asimismo
reprimidas), la presencia combinada de las sensaciones sobrecogedoras y los
serios conflictos (habiendo sido reprimidos ambos), puede resultar en la aparición
de una personalidad alternativa como vehículo para la expresión sintomática de
estos afectos y los de conflictos asociados a ellos.
Los especialistas todavía no han encontrado una forma de evitar este trastorno,
todavía está por verse si atención temprana a niños que sufrieron algún trauma y
un mayor esfuerzo por evitar cualquier tipo de abusos hacia niños puede reducir el
número de individuos con este trastorno psiquiátrico. Especialistas también
recomiendan dar asistencia a las familias de los niños afectados y así que sepan
cómo responder a este trastorno. (Omeda, 2012)
Una de las mejores formas para los familiares o amigos de ayudar al paciente es
entendiendo que es el TID y poder reconocer cuando el cambio de personalidades
sucede. También debe de entender que cada paciente tiene personalidades
diferentes y que las personas con este trastorno normalmente sufren también de
ansiedad y depresión.
Siempre debe de haber alguien cerca del sujeto con el trastorno ya que muchos
pacientes recurren a las drogas y al alcohol, lo que hace los cambios más
extremos y recurrentes. Si la persona acompañando al paciente nota mucha
agresividad en uno de los alter es recomendable llamar a la policía ya que puede
ser altamente golpeado o hasta matado, pero siempre hay que recordar que esta
agresividad no proviene de la persona en sí, si no de una de sus personalidades y
la persona no tiene control sobre sí mismo. ( Cleveland Clinc, 2015)
Los psiquiátras y otros terapeútas que han trabajado intensamente con pacientes
que padecen un TID expresan optimismo en lo que se refiere a sus expectativas
de recuperación (KLUFT 1984). Sin embargo, todos ellos coinciden en que dicha
recuperación depende en gran medida de la disponibilidad de terapeutas
especialmente entrenados en este problema que entiendan por completo y a fondo
lo que significa el TID.
Para hacer un diagnóstico apropiado, los médicos necesitan ver las diferentes
personalidades y cómo afectan a la persona.
La terapia del arte, la terapia del movimiento y las técnicas de relajación podrían
formar parte del tratamiento del trastorno de identidad disociativo. Estos métodos
pueden ayudar a las personas a conectar aspectos de su mente en un entorno de
bajo estrés.
Encontrar al terapeuta adecuado es difícil para pacientes con TDI, ya que muchos
confunden el trastorno con esquizofrenia, o bien algún alter del paciente no se
siente bien con el especialista. (Omeda, 2012)
En la Tabla 2 se presenta un resumen adaptado (Kluft, 1991) de las fases de
tratamiento.
Bien es verdad, que, desde los inicios del cine, este trastorno ha sido presentado
de distintas formas y, en muchas ocasiones, de forma errónea dado que, cuanta
más exageración y distorsión de la realidad se crea en la película, más se atrae la
atención del público.
El cine ha seguido una tendencia doble, por una parte, ha suavizado algunos
trastornos hasta el punto de presentarlos como una cualidad y, por otra parte,
llega a relacionar otros trastornos con el delito y el terror, ayudando a desarrollar
mitos, prejuicios y estigmas (Vera, 2006).
El TID es, sin duda, el trastorno más utilizado por los directores y guionistas por su
capacidad de intrigar y sorprender al espectador para llegar a finales inesperados.
Este trastorno se manifiesta a través de un personaje con dos o más
personalidades, produciendo una disociación del “yo”, normalmente, una
personalidad domina a las demás no produciéndose, a veces, el conocimiento de
la existencia de las otras personalidades (Vera, 2006).
El extraño caso del Dr. Jeckyll & Mr. Hyde/ Dr. Jekyll and Mr. Hyde (1941) de
Victor Fleming, y El profesor chiflado/ The Nutty Professor (1963), la que
podríamos decir que fue una de las primeras aproximaciones al TID en la
comedia, son dos de las adaptaciones realizadas.
Por su parte, Las tres caras de Eva/ The Three Faces of Eve (1957) de Nunnally
Johnson, presenta la enfermedad de una forma que se corresponde con el marco
conceptual actual de TID como una forma compleja de trastorno disociativo
postraumático, asociado con un trauma severo que normalmente se da en la edad
temprana (Putnam, 1995).
Por último, cabe destacar que la incomprensión social y familiar en esta época
acerca del trastorno, como, por ejemplo, por parte de Ralph White (David Wayne)
el marido ignorante y machista de Eva en Las tres caras de Eva (1957), contribuye
a que muchos pacientes intenten ocultar sus síntomas para no ser acusados de
locos o farsantes (Abad, 2017).
En segundo lugar, encontramos las películas comprendidas entre 1971 y los años
2000, en este intervalo vemos títulos como: Sybil (1973), Vestida para matar
(1980), En nombre de Caín (1992), Las dos caras de la verdad (1996), El club de
la lucha (1992) y Yo, yo mismo e Irene (2000).
“Una cabeza de turco incorporada, tú haces algo malo y la otra personalidad paga
el pato, muy conveniente” (En nombre de Caín, 1992), esta afirmación por parte
de uno de los policías incrédulos ante la explicación del TID, nos lleva a la película
Las dos caras de la verdad/ Primal Fear (1996) en la que no se desvela hasta el
final de la trama que Aaron (Edward Norton) ha fingido en todo momento el
trastorno intentando así no ser condenado a prisión, a partir de este momento, la
simulación del TID se plantea como una posibilidad a tener en cuenta por
médicos, dando así un duro golpe a la validez del trastorno (Byrne, 2001).
Por último, en los años comprendidos entre 2001 y 2019, encontramos: Session 9
(2001), Identidad (2003), La ventana secreta (2004), El escondite (2005), El
misterio de Peacock (2010), La sombra de los otros (2010), Encerrada (2010),
Cisne negro (2010), El castor (2011), Múltiple (2016), El secreto de Marrowbone
(2017) y Glass (2019).
Bien es verdad, y para finalizar este primer análisis, que en muchas de las
películas comprendidas de esta etapa la enfermedad es explicada de forma clara,
sobre todo en las últimas aproximaciones a la enfermedad como son Múltiple/ Split
(2016) y su secuela Glass (2019) de M. Night Shyamalan: “Ha habido casos en los
que una de las identidades era alérgica a las picaduras de avispa y las otras no.
Hay momentos en los que 2 identidades tienen la luz, el foco o conciencia al
mismo tiempo, un ejemplo es que una estudiante con la que estaba trabajando
estaba tomando apuntes con su mano izquierda y con su mano derecha a la vez,
con distinta caligrafía, sobre cosas distintas al mismo tiempo. Las diferencias
identidades pueden ser espectaculares, tan grandes como la diferencia que hay
entre usted y yo o entre todas las personas de ese auditorio. Tienen diferente CI,
tienen diferente fuerza física, una personalidad, es levantador de pesas ruso y es
capaz de levantar tres veces su peso corporal, su capacidad para concentrarse y
vivir distintas experiencias es asombrosa” (Múltiple, 2016). Aunque, en dichas
películas se intenté tratar la enfermedad como una cualidad extraordinaria: “Quizá
esos individuos, a través de su sufrimiento, han liberado el potencial de su
cerebro” (Múltiple, 2016).
En relación con el primer objetivo específico del trabajo, que trata de profundizar
en el concepto de TID y analizar su posible confusión con la esquizofrenia, se va a
hacer hincapié en uno de los mayores problemas de este trastorno, es decir, su
gran confusión con los trastornos psicóticos, ya que ambos trastornos comparten
varios síntomas, como son las alucinaciones y síntomas de Schneider (Ross,
Miller y Reagor, 1990). Los individuos con TID pueden manifestar alucinaciones
visuales, táctiles, olfativas, gustativas y somáticas, que, normalmente, se
relacionan con factores postraumáticos. La diferencia se encuentra en que los
individuos con TID presentan estos síntomas como causa de las distintas
identidades alternativas, además no presentan explicaciones delirantes y tienden a
personificar dichos síntomas (APA,2013).
Esta serie de síntomas han incentivado la gran confusión entre TID y esquizofrenia
sobre todo en el cine ya que, en este, los pensamientos del sujeto, al expresarse
mediante imágenes se percibe como externo cuando en realidad son ideas
internas (Vera, 2006b).
Este es el caso de algunas de las películas más famosas del cine como Psicosis
(1960) de Alfred Hitchcock. A pesar de que muchos están convencidos de que
Norman (Anthony Perkins) sufre TID para olvidar así el trauma de la muerte de su
madre, para otros, el protagonista podría tratarse de un esquizofrénico paranoide
ya que este, sufre alucinaciones auditivas y delirios, que al pasar a la pantalla
parecen externos cuando, en realidad, son pensamientos internos del protagonista
transformados en la voz de su madre (Vera, 2006b).
También podemos encontrar esta confusión en títulos como Yo, yo mismo e Irene/
Me, Myself & Irene (2000), donde Charlie (Jim Carrey) es percibido por los demás
como un “esquizofrénico”, ya que es diagnosticado con “esquizofrenia paranoica
con crisis narcisistas involuntarias” (Yo, yo mismo e Irene, 2000), y, por último, en
Cisne negro/ Black Swan (2010), dado que la industria cinematográfica tiende a
mezclar síntomas de patologías distintas, en ningún momento se deja clara la
enfermedad que padece Nina (Natalie Portman), la protagonista de esta historia.
En este film se pueden observar claros síntomas de una esquizofrenia,
(alucinaciones visuales, auditivas, corporales y sexuales), de un trastorno de la
conducta alimentaria como es la anorexia nerviosa (rechazo de la comida y
pérdida de peso), síntomas obsesivo-compulsivos y un trastorno de identidad
disociativo ya que en ella conviven dos personalidades, el cisne blanco y el cisne
negro.
Por último, teniendo en cuenta el segundo objetivo específico del trabajo, distribuir
las películas por su temática dentro del TID, se va a realizar un recorrido por las
distintas vías mediante las que se ha tratado este trastorno.
Casos reales
Dentro de esta temática encontramos Las tres caras de Eva/ The Three Faces of
Eve (1957) es una adaptación del libro de los psiquiatras Corbett, Thigpen y Henry
Cleckley sobre el verdadero caso de Chris Costner Sizemore (Abad, 2017). En la
película se representa un incidente traumático de la infancia como
desencadenante de la creación de tres personalidades.
Por otra parte, Sybil (1973) es una película basada en la novela escrita por Flora
Rheta que cuenta la verdadera historia de Shirley Ardell Mason que llegó a
desarrollar hasta 16 personalidades.
Las personas que fingen el TID suelen crear identidades estereotipadas para así
relacionarlas con los hechos de los que se busca ganancia, por ejemplo, la
exculpación de un crimen (APA, 2013).
Posesión
Otro enfoque desde el que se trata el TID son mediante espíritus y posesiones, en
La sombra de los otros/ Shelter (2010), al pedir a Adam (Jonathan Rhys-Meyers)
que cambie a su otra personalidad, este lo hace de forma exagerada, como si de
una posesión se tratase.
Comedia
Jim Carrey, encarna en Yo, yo mismo e Irene (2000), a Charlie, un policía con
miedo a enfrentarse a diversas situaciones y a Hank, su alter ego arrogante capaz
de enfrentar los problemas, ambos crean una lucha para complacer a Irene
(Renée Zellwegger), de la cual se enamoran.
Por último, El castor/ The Beaver (2011), trata la historia de Walter (Mel Gibson)
que debe hacer uso de la marioneta de un castor para poder ser más decidido y
alegre en su vida diaria.
Criminales
Como ya se ha dicho, el interés del cine por el TID es muy amplio, pero no del
todo acertado ya que en muchas ocasiones han sido tratados como violentos o
asesinos. En todas las películas, el asesinato, el robo o cualquier maldad es
cometida por la persona que asume el TID. Estas tergiversaciones del trastorno
provocan que estas personas se conciban como una amenaza.
Dr. Jeckyll & Mr. Hyde, A través del espejo, Psicosis, Vestida para matar, La
ventana secreta, Identidad, Las dos caras de la verdad, El misterio de Peacock,
Múltiple, Glass, En nombre de Caín y El escondite, son algunos ejemplos de la
multitud de films que han interpretado a los pacientes de TID como asesinos.
Hasta tal punto llegan las representaciones cinematográficas con el TID, que en El
misterio de Peacock/ Peacock (2010), el alter ego de John (Cillian Murphy),
Emma, decide asesinar a un hombre y hacerle pasar por John para así
deshacerse de su personalidad para siempre.
Dada la capacidad que presenta el TID de dar un giro final al film y sorprender al
espectador, existen algunas películas que han aprovechado esta cualidad para dar
un cierre inesperado, como son: El club de la lucha, Identidad, El secreto de
Marrowbone, Encerrada, La ventana secreta, Session 9 y Cisne negro.
Identidad/ Identity (2003) puede crear confusión ya que las personalidades son
representadas mediante diferentes actores y no es hasta el final cuando se
descubre que todo estaba en la cabeza de Malcom (Pruitt Taylor Vince), en el film,
se explica con claridad de que trastorno se trata y qué están llevando a cabo para
tratar a Malcom: “Sufre un trastorno de identidad disociativo severo, hasta hoy
sigue sin ser consciente de los crímenes por los que se le condenó”. No existe un
tratamiento específico para el trastorno de identidad disociativo, en teoría hay que
procurar que el paciente consiga integrarse, un desdoblamiento de su psique
fragmentada. Malcom está en mitad de un tratamiento médico que hace que todas
sus identidades se enfrenten unas con otras por primera vez, sabía que habría
violencia y que así el número de identidades se reduciría. Una de las
personalidades que has visto esta noche cometió esos crímenes hace cuatro
años, se apodero del cuerpo de Malcom, como ahora, y desató una ira
indescriptible y en 19 horas Malcom Rivers acabará ejecutado a no ser que logre
convencerles de que el asesino no está aquí” (Identidad, 2001).
Por su parte, en Encerrada/ The Ward (2010) de John Carpenter, dado que las
diferentes personalidades son interpretadas por diferentes actrices y habla con
ellas como si fueran sus compañeras en el psiquiátrico, el espectador no espera
Alice, Iris, Sarah, Emily, Zoey y Kristen sean la misma persona. Además, en esta
película existe una gran confusión entre trastorno de personalidad, asesinatos y
fantasmas.
DISCUSIÓN
Las enfermedades mentales y, por tanto, el TID, han sido siempre consideradas
como un estigma en las personas que la padecen, por ello, ningún ámbito de su
vida (laboral, social…) llega a desarrollarse plenamente. El efecto estigmatizante
de dichas enfermedades sale a la luz por medio de los medios de comunicación,
sobre todo, por medio del cine, el cual, normalmente, expone el TID con una serie
de estereotipos violentos y/o criminales.
Con el paso de los años, y dada su gran capacidad para sorprender al espectador
dando un giro de guion inesperado al final de la trama, el TID ha sido tratado en
multitud de películas, aunque muchas veces, de forma errónea.
Por último, debemos ver que la erradicación del estigma al que están sometidas
las enfermedades mentales es labor de toda la sociedad, ya que, socialmente, es
donde se deja de lado a todas aquellas personas que no consideramos como
“normales”.
Como limitaciones del trabajo cabe destacar la dificultad de búsqueda por la gran
cantidad de términos que se utilizan relacionados con la temática ya que encontrar
artículos de interés ha sido difícil utilizando solo una combinación.
Encuesta
Las preguntas serán de opción múltiple, con las opciones:
Conclusión
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