Resumen Fourcade
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CORRECTO »
Marie Fourcade
La conquista de la India no le costó ni un céntimo a Inglaterra, pues era la propia India la que debía
cargar con los gastos. No sólo el coste de mantenimiento de las tropas autóctonas estuvo a cargo de los
indios, sino, asimismo, el de los regimientos británicos estacionados en el subcontinente. Por si fuera
poco, la India hubo de soportar en gran parte las cargas financieras de las tropas indias utilizadas en las
demás aventuras coloniales inglesas en Asia y Africa.
Los europeos han considerado que su civilización era «la» civilización , midiéndose ésta para ellos no a
través de los productos del espíritu, sino del nivel tecnológico. Desde este punto de vista el
colonialismo ha sido esencialmente un capítulo de la lucha entre la civilización industrial y otras
formas de civilización o de cultura —con técnicas diferentes y principalmente agrícolas. Quienes
dieron un golpe mortal al colonialismo fueron los mismos colonialistas o, mejor dicho, su civilización,
pues al mismo tiempo que los productos industriales, los productos intelectuales comenzaron a ser
exportados a los países coloniales.
El punto crítico se alcanzó durante la II Guerra Mundial. La lucha de los pueblos contra la tiranía nazi y
fascista no podía dejar de tener resonancia en todo el mundo; también en este caso los europeos habían
dado el ejemplo: la resistencia armada y otras formas de combate se trasladaban ahora a las junglas de
Asia y a las arenas del Mágreb. Comenzaba el último acto: el declive del sistema colonial.
Loa britanicos fueron de los pocos colonizadores que aportaron también a sus súbditos las ventajas de
su administración y de su civilización, tuvieron siempre el mayor respeto hacia las costumbres y las
creencias religiosas locales, evitando ofender las opiniones de los indios y procurando que nadie las
ofendiese. Sólo intervinieron, y enérgicamente, cuando los ritos religiosos tomaron la forma de
ceremonias crueles. Por otro lado, los británicos instauraron la paz y el orden en toda la península y los
conservaron con eficacia. Finalmente, al unir a todos los indios bajo una única dominación y,
paradójicamente, al proporcionarles a todos ellos el mismo enemigo, contribuyeron en gran medida a
establecer las bases de una realidad hasta ese momento inexistente: la nación india. Sucedió en la India
lo que en todos los países coloniales: en el choque entre la economía capitalista moderna del Reino
Unido y la economía, sobre todo agrícola y artesanal, de la India, esta última se rompió en mil pedazos.
Este fue el gran drama de la dominación colonial y la razón por la que la colonización británica, pese a
sus cualidades, se convirtió en una larga calamidad que fue empeorando progresivamente la situación
de la India.
De 1858 a la independencia
El cruel episodio de la Gran Rebelión de 18577, en la que centenares de insurgentes fueron ahorcados o
atados a la boca de un cañón y «desintegrados», tuvo como consecuencia inmediata la abolición de la
East India Company y el paso de la India a la soberanía directa de la Corona británica.
La tradición cultural india era un obstáculo serio a la penetración de la ideología comunista. En
definitiva, esto no impedía a la India recibir mucha ayuda de la Unión Soviética y del movimiento
comunista. Con todo, la India siguió su propia vía, básicamente gracias a un hombre que le dio una
ideología adecuada para luchar contra el sistema colonial. En pleno siglo XX, alguien se preocupaba de
situar en primer plano la tradición india tal como había sido forjada desde los tiempos del emperador
Asoka. Se trata de Gandhi, un abogado de Bombay, cuya silueta demacrada sería pronto conocida en el
mundo entero. Gandhi se interesaba por la liberación en la medida en que era una etapa en
la vía hacia lo que consideraba valioso por encima de todo: la regeneración. Miraba hacia atrás, a la
cultura milenaria del subcontinente, y descubría una sociedad que tenía sin duda muchos defectos, pero
que no era rapaz ni ávida. Había que volver a este ideal, a la vida patriarcal y simple basada en los
oficios artesanales que el maqumismo había arruinado. Gandhi, muy alejado del marxismo,
descubría aun así la esencia de las transformaciones sociales en la evolución de los instrumentos de
producción. Gandhi se esforzó por descartar los elementos negativos implícitos en la sociedad
capitalista, sin tomar la vía del comunismo ruso: la ayuda mutua, la cooperación. En suma,
un socialismo no violento podía —y debía— comenzar de inmediato: reunir a la élite y a las masas
indias y no colaborar con los amos extranjeros. Esto paralizaría la máquina gubernamental de la India
y, entonces, ¡el Reino Unido debería negociar! El «rey sin corona» había dado a su país el arma más
adecuada a sus tradiciones y a su mentalidad para luchar contra los dominadores.
De vuelta de una larga ausencia en Africa del Sur, y al comprobar que el Partido del Congreso carecía
prácticamente de personalidades de peso, tomó en sus manos resueltamente la dirección del
movimiento y desencadenó la primera oleada de manifestaciones no violentas para
protestar contra la «dominación de los ingleses», con lo que obtuvo rápidamente un inmenso éxito. Los
británicos trataron de acabar con el movimiento endureciendo aún más la mano. En Amritsar10 el
general Dyer ordenó disparar contra un gentío que se había reunido pacíficamente, provocando una
verdadera matanza: 379 muertos y 1.200 heridos. En Londres algunos dijeron que Dyer había salvado a
la India británica. En realidad, la había perdido.
En una reunión en 1920, el Partido del Congreso concretó claramente el objetivo de la independencia:
en el marco del Imperio británico si era posible, fuera de él si era necesario, y a Gandhi se le encargó
que dirigiese la resistencia no violenta en toda la India. Algunas violencias se produjeron aquí y allí.
Gandhi hizo suspender la campaña, pero poco después fue detenido y condenado a seis años de cárcel.
Tras su encarcelamiento, el Congreso encontró un dirigente enérgico y dinámico en la persona de
Nehru, un abogado que había hecho suyas una gran parte de las ideas de Gandhi. El Mahatma Gandhi
fue liberado en 1924. Sobre la marcha lanzó una serie de campañas nacionales para la regeneración del
hombre: contra las bebidas alcohólicas, por la artesanía, contra la industrialización, por la defensa de
los intocables, y puso en pie la célebre «Marcha de la Sal» del 12 de marzo al 16 de abril de 1930.
Nehru y Gandhi aspiraban ambos, esencialmente, a la recuperación de la persona humana. Gandhi
lanzó su segunda campaña de desobediencia civil (1932-1933), lo que llevó a su segunda detención,
pero el número de sus partidarios era ya imponente. Así, en 1935 el Reino Unido cedió e hizo
concesiones: las asambleas provinciales se elegirían de ahora en delante de un modo democrático. Y
pasaron, casi en su totalidad, a las manos del Congreso.
Llegó la II Guerra Mundial. Sri Aurobindo se declaró públicamente contra Hitler y afirmó que la India
debía contribuir a la victoria de los países democráticos.
En 1947 sonó la última hora de la dominación inglesa: las tropas británicas abandonaron la península, y
el rey de Inglaterra renunciaba al título de emperador de la India. Sin embargo, en vez de una India,
iban a nacer dos, con gran desesperación de Gandhi. Desde hacía mucho tiempo los musulmanes se
habían agrupado en organizaciones separadas y se había abierto camino la idea de una secesión. Los
miembros de la Liga Musulmana, sabiendo que los fieles del islam eran minoritarios en el país, temían
que su comunidad pudiera ser marginada irremediablemente en caso de formación de un Estado único.
Así, se otorgó la independencia a la Unión India, por un lado, y por el otro a Pakistán, Estado
musulmán. La India proclamó la república, aunque permaneció en el seno de la Commonwealth.
Contrariando ciertas interpretaciones, la de la India británica no fue un «modelo de descolonización
exitosa». Si se evitó un conflicto armado entre la potencia colonial y el nacionalismo indio, la sangre
fue derramada igualmente entre las comunidades indias, bajo la mirada indiferente de un poder colonial
reducido a la impotencia.
Aspectos característicos y cifras del colonialismo británico en la India
Recurrir a reclutas indígenas es una práctica antigua, pero ninguna otra potencia colonial dispone, a
diferencia del Reino Unido, de una reserva humana del tamaño de la India. El colonizador recluta entre
las «razas guerreras»: rajput, jat, sikh, gurk- ha. Los sueldos relativamente elevados y, sobre todo,
regulares, son un atractivo suficiente para impulsar a los guerreros autóctonos a ponerse al servicio de
la East India Company. Para la mayoría de los colonizados que se enrolan en el ejército del
conquistador, el orden militar puede parecer menos injusto que la sociedad colonial. Hacia 1913,
76.000 soldados ingleses «controlan» la India, habitada por 315.000.000 de habitantes. El coste
financiero de la conquista y de la defensa del imperio lo garantiza la metrópoh sólo en el caso de los
dominios. En las colonias de explotación, entre 1860 y 1912 los gastos militares representan del 35 al
40 por ciento del presupuesto. Londres logró que la India se hiciera cargo de una parte significativa
La modernización de la India bajo el yugo de los ingleses, a partir de mediados del siglo XIX, rompe
brutalmente los equilibrios regionales anteriores. Al provocar una dislocación de las estructuras
económicas tradicionales, una mezcla sin precedentes de las poblaciones y alteraciones
medioambientales, la modernización modifica de manera significativa la ecología patológica del
subcontinente, exponiendo a las masas indias pobres y sin medios a las enfermedades importadas e
indígenas que tienen ya un alcance nacional.
Después de 1880 las rivalidades entre las potencias coloniales cambian. Los antiguos duelos son
sustituidos por un juego más complejo, debido a la aparición de nuevos competidores (Alemania, Italia,
Bélgica, Japón, Estados Unidos). Entre 1913 y 1938 es la hora de la glorificación de los imperios. El
período de entreguerras marca, en la historia de la colonización, el comienzo de una era de explotación
sistemática de los recursos y de los hombres sometidos a la pax colonia.
Hambrunas y responsabilidad británica: cinismo social
A partir de la década de 1860 hasta aproximadamente la de 1920, la India conoce una sucesión de
carestías y hambrunas que son las más graves del período colonial: en 1865-1866 afecta a Bengala,
Orissa y el sur de la India; de 1868 a 1870 afecta al Rajasthán y a la India central; entre 1876 y 1878 la
gran hambruna causa casi 4.000.000 de muertos en la India del sur; de 1896 a 1900,5.000.000
de habitantes perecen en la presidencia de Bombay y en las provincias centrales; finalmente, en 1907-
1908, la sufre también la India del norte.
Es el nacimiento del movimiento nacionalista lo que convierte las hambrunas en baza de la lucha
política. Periodistas, abogados, maestros o funcionarios indios la convierten en el estigma más
llamativo de la «pobreza de la India», según los discursos de Dadabhai Naoroji, célebres a finales del
siglo XIX. Como respuesta, la administración británica atribuye las hambrunas a las vicisitudes de la
naturaleza: en 1902, el virrey lord Curzon reconoce como única causa de aquéllas la fatalidad
climática.
Los nacionalistas indios, entre los que se cuenta el historiador marxista Romesh Chandra Dutt, han
recordado con fuerza la pobreza del mundo rural, de la que responsabilizaban a la tasa de imposición
sobre la tierra, demasiado elevada. Ahora bien, estas tasas, como explica R. Lardinois, disminuyeron en
valor real desde 1850, mientras que los precios agrícolas se duplicaron entre 1870y 1915. Con todo, a
finales del siglo XIX el surgimiento de medios de comunicación modernos permite el desarrollo de los
cultivos de exportación que la India puede producir a bajo precio: se trata de los cultivos de opio, yute
y té, sostenidos por las grandes compañías británicas, y los de algodón, trigo y arroz. En 1890 — ¡la
balanza comercial de la India es excedentaria!— estos seis cultivos representan el 60 por ciento de las
exportaciones. ¿Su crecimiento se ha hecho a expensas de los cultivos alimenticios? Para los decenios
1860-1880 no se constata disminución de las superficies cultivadas de cereales ni reducción de los
rendimientos. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XIX se produce un lento deterioro de las
condiciones agrarias tradicionales. Para el mundo rural, las hambrunas son dramáticas. En primer lugar
se manifiestan por una disminución de las labores agrícolas y de la contratación de mano de obra para
los campesinos, además de por un parón en los pedidos de sus patronos ancestrales para los artesanos,
es decir, se trata, para todos, de una reducción de los ingresos en especie o en dinero. Todos se ven
duramente golpeados por el aumento del precio del mijo, que se triplica e incluso cuadruplica
habitualmente en tiempos de hambruna. Los créditos y las privaciones son el resultado, ya hacia la
década de 1920, el aumento de la población, debido a una reducción de la mortalidad, sobre todo de
la infantil, comienza realmente en este período y se prolonga hasta la década de 1970.
Entre 1891 y 1947 la producción se intensifica débilmente en beneficio tan sólo de la agricultura
comercial. Por último, justo hacia 1920 se invierten las coyunturas demográfica y económica. La
producción agrícola se degrada en el momento en que aumenta la población, trayendo consigo,
inevitablemente, la pauperización del campesinado. La creación, en 1880, de la primera Famine
Commission [Comisión para la Carestía] y el establecimiento de un Código de la Hambruna marcan un
intervencionismo calculado para controlar las crisis. Se trata, en primer lugar, de proporcionar a los
menos favorecidos ingresos que les permitan comprar grano. Con todo, la política económica y social
de los británicos habría ayudado a contener las hambrunas, gracias, sobre todo, a las grandes obras de
regadío y a la construcción de una red ferroviaria.
La categoría colonial abusiva de «tribus criminales»: cinismo legislativo
La categoría de «tribus criminales», que ilustra un ejemplo de organización de la dominación británica,
no revela una concepción propia de la sociedad india, sino una noción importada a la India del siglo
XIX por los administradores y los juristas del régimen colonial británico. Se aplica a grupos sociales
cuyas ocupaciones tradicionales se identifican según ellos con la «depredación» y la «delincuencia». A
partir de 1830 se inicia un cambio debido a la influencia de las corrientes evangélicas y utilitaristas.
Esta última, motivada por la búsqueda de intereses materiales, tiene sus fundamentos filosóficos en el
corazón de la economía política, lo que ha inspirado una política social en la que uno de sus rasgos es
la eliminación de ciertos «abusos» de la sociedad indígena.
El gobierno no hacía sino tomar a su cargo una parte de la función de defensa y represión que
las aldeas indígenas garantizaban por sí mismas, pero se opera un cambio decisivo cuando los
conceptos occidentales en materia judicial punitiva se amoldan a las leyes que se hacen imperativas
para el conjunto del cuerpo social. El punto de partida es la Criminal Tribes Act [Ley de Tribus
Criminales] (CTA) de 1871, que faculta a todo gobierno provincial con autorización del gobernador
general a declarar «crim inal» a todo grupo, tribu o clase que aquél considere que «se dedica a la
perpetración sistemática» de ciertas categorías de delitos que atentan contra las personas y los bienes.
El régimen colonial descansa al mismo tiempo sobre la policía como factor de vigilancia y de coerción.
Además, los recursos que el poder británico estaba dispuesto a conceder a la policía eran limitados
debido a la preocupación por el beneficio que animaba la explotación colonial y por un deseo de
interferir en la sociedad india en la menor medida mientras esto fuera compatible con el control y los
intereses coloniales.
El opio, el «primer dinero de la droga»: cinismo moral
La opiomanía de la India, junto con el alcoholismo, constituyó uno de los medios a los que recurrió
Inglaterra para mantener su dominación. La amapola, de origen mediterráneo, fue introducida en la
India y China por los árabes, pero la aclimatación a la India fue anterior, parece ser, a la época del
Profeta (570-632 d. C.).39 Los primeros viajeros británicos, en el último cuarto del siglo XVI,
mencionan «enormes cantidades de opio» entre las mercancías transportadas de Agrá y de Patna hacia
Bengala. Estos orígenes dan testimonio de un cultivo ya establecido en Malwa (India central) y en la
región de Patna, que serán también en el futuro las principales regiones productoras a lo largo del siglo
XIX y hasta nuestros días. Encontramos el opio con dos denominaciones: opio de Malwa y opio de
Bengala. A comienzos del siglo XVI, bajo el emperador moghol Ákbar, la amapola es el cultivo
comercial que se ha impuesto en mayor medida y por ello es objeto de un severo control por parte de
las administraciones fiscales.
Los europeos darán una amplitud sin precedentes al comercio del opio, que utilizan como medio para
financiar sus compras de especias, de tejidos de algodón y de seda. Tras los portugueses, y luego, en el
siglo XVII, tras los holandeses, los ingleses querrán gestionar y aumentar la producción, fuente de
beneficios considerables, que van a convertir en una herramienta decisiva para elimperio.
La exportación del narcótico indio fue legalizada por el Tratado de T’ien-tsinc de 1858.41 Los
beneficios del monopolio gubernamental del opio, unidos a las tasas sobre el opio de Malwa, región
incluida en los Estados principescos hindúes, constituyen desde entonces un elemento no despreciable
de los ingresos del Estado colonial: 1-1 por ciento en 1891-1892, el 9 por ciento en 1911-1912. El opio
del valle del Ganges, exportado por Calcuta, representa como mínimo los dos tercios del total de las
exportaciones de droga indias. La droga se fabrica, a partir del producto entregado por los campesinos,
en manufacturas autorizadas y supervisadas por el gobierno. Es este mismo gobierno el que,
a comienzos del siglo XX, decide poner fin, por etapas, en el marco de los acuerdos firmados con
China en 1907 y 1911, a esta actividad juzgada cada vez más severamente a escala internacional. El
estanco de opio de Bihar es disuelto en 1910. Después de la I Guerra Mundial el gobierno de la India
toma completamente bajo su control las exportaciones de opio y, de acuerdo con la Convención
de Ginebra, ya no se exporta si no es con fines científicos y medicinales. El gobierno colonial, desde
finales de la década de 1920, trata de detener la producción de los Estados principescos. Las
exportaciones de opio indio terminan completamente en 1935.
Censura del Raj sobre las obras bengalíes «sediciosas»: cinismo intelectual
El régimen (seini-foucauldiano) era «vigilar» pero no «castigar». Los británicos gobernaban y la prensa
seguía libre, libre incluso de lamentarse sobre la falta de independencia del país. Este extraño manojo
de incongruencias se mantuvo en pie hasta 1905, cuando los ingleses llevaron a cabo la partición de
Bengala. Para los ingleses, la partición tenía una finalidad benéfica, sólida y burocrática. Bengala era
una vasta provincia con una población de 85.000.000 de habitantes, más del doble de la del Reino
Unido, y no podía ser administrada de manera adecuada por un lugarteniente gobernador y por
funcionarios de distrito dispersos. Sin embargo, para los bengalíes se trataba de un verdadero atentado
criminal que cortaba en dos, de manera sangrante, su cuerpo político. Los bengalíes atribuían la
decisión a una estrategia cínica del «dividir para reinar»; la nueva provincia de Bengala Oriental y del
Assam proporcionaría a los ingleses una dócil dependencia de los musulmanes mientras que
los intelectuales nacionalistas de Calcuta, que formaban un cuerpo en continuo aumento de babus muy
instruidos y subempleados, iban a perder su influencia con relación a los oradores no bengalíes de
Bengala Occidental. Tras el fracaso de la mendicancy [mendicidad] —la política de colaboración
preconizada por el ala moderada del Partido del Congreso— los nacionalistas bengalíes se volvieron
hacia la swadeshi [del propio país],d estrategia de boicot a las importaciones inglesas que favorecía las
mercancías h om e-m ade [de producción nacional]. El boicot a las manufacturas condujo al de las
instituciones, cursos, escuelas, Civil Service y, finalmente, a la exigencia de swaraj (independencia).
Grupos de militantes se inspiraron en el hinduismo revivalista, precursor del fundamentalismo actual,
para desarrollar formas alternativas de vida civil, pero esta estrategia llevó a conflictos con la
importante minoría musulmana de Bengala, el 30 por ciento de la población de Calcuta, por ejemplo.
La creación, impulsada por lord Minto, de la All-India Muslim League [Liga Musulmana Pan-India], a
finales de 1906 reforzó a los bengalíes en sus convicciones de que los ingleses aplicaban la regla
«dividir para reinar». Los disturbios hindúes-musulmanes en Comilla y Mymensingh en la primavera
de 1907 crearon una separación entre ambas poblaciones. Con el pretexto de restaurar el orden, los
ingleses suspendieron las libertades civiles y comenzar on a detener a los agitadores por todas partes,
de Bengala al Pandyáb. Sin embargo, los propios hindúes se dividieron cuando el Partido del Congreso
se escindió en su mitin anual, en diciembre de 1907. Los extremistas se encontraron cada vez más
aislados, imposibilitados de colaborar con la vieja élite políticamente moderada, por un lado, e
incapaces de movilizar a la masa empobrecida e iletrada de los campesinos, por otra parte. El 30 de
abril de 1908 una bomba mató a dos ingleses en Muzzafarpur y hechos semejantes se produjeron hasta
el atentado de lord Hardinge, sucesor de Minto, en 1912. El traslado de la capital a Delhi y la
reunificación de Bengala en 1911, seguidos por el estallido de la I Guerra Mundial, pusieron fin a la
primera fase de la agitación nacionalista. La prensa había alimentado la explosión del nacionalismo tras
sus primeros pasos. Los dirigentes eran hombres de letras que se inspiraban en la literatura, tanto india
como inglesa, y que se reunían alrededor de los periódicos y las bibliotecas.