CONTEXTO HISTORICO Filipenses
CONTEXTO HISTORICO Filipenses
CONTEXTO HISTORICO Filipenses
Autor y circunstancias
En los primeros versículos nos dice que Pablo es su autor:
“Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en
Filipos, con los obispos y diáconos” (1: 1)
Fue el mismo Pablo quien predico por primera vez en Filipos después de tener una visión
que le cambIo sus planes personales en cuanto al lugar que debía predicar (Hch. 16: 6 –
10)
La Evidencia Externa
Es igualmente decisiva: Policarpo, ad Philippenses, sec. 3. y 11; Ireneo, Adversus Haereses,
4:18, sec. 4; Clemente de Alejandría, Paedagogus, 1. 1, pág. 107; La Epístola de las iglesias
de Lyon y de Viena, en Eusebio, Historia Eclesiástica, 5.2; Tertuliano, Resurrectio carnis, c.
23; Orígenes, Celsus, 1:3, pág. 122; Cipriano, Testimonios contra los Judíos, 3.39
Hechos 16: 12 – 40 nos relata la estadía de Pablo en Filipos junto a Timoteo, Silas y Lucas,
y al salir de la ciudad dejo una iglesia establecida en casa de Lidia, una mujer acomodada
que tenía una empresa que vendía géneros que por su teñido de rojo turco eran de 1
elevado valor, esta tinta la obtenían de un molusco del mar Negro. Ella fue la primera que
se convierte por el ministerio de Pablo en Europa
No hay completo acuerdo respecto al lugar desde el cual fue escrita la carta. Pablo afirma
que escribe desde una prisión (1:7, 13, 17), en la cual se encuentra por la causa del
evangelio.
Algunos pasajes de la carta hacen pensar que al escribirla el autor estaba en peligro de
muerte inminente (1:21–24), quizás como resultado de un proceso judicial, pero no hay
indicaciones precisas sobre el lugar donde se encuentra.
Por otra parte, en el texto de la carta se mencionan una serie de viajes entre Filipos y el
lugar donde está Pablo cuando escribe, de manera que podemos reconstruir los
acontecimientos de la siguiente manera. Hasta Filipos habían llegado noticias acerca de la
prisión de Pablo y los filipenses le enviaron una ofrenda o regalo con Epafrodito (2:25;
4:18). En el curso de su visita a Pablo, Epafrodito se enfermó y la noticia de su dolencia
llegó hasta los filipenses (2:26). Luego Epafrodito a su vez se enteró de la preocupación de
los filipenses por su salud, y ello llegó a causarle angustia (2:26). Al escribirse la carta
Epafrodito está a punto de viajar hacia Filipos, y tanto él como Pablo tienen un fuerte
sentido de urgencia respecto a ese viaje (2:25, 28). Pablo también tiene planes de enviar a
Timoteo hacia Filipos, en cuanto se aclare su propia situación (2:23), en lo que
evidentemente aparece como una visita pastoral (2:19, 20). Pablo mismo espera viajar
para visitar a los filipenses, si es que llega a salir en libertad.
3. La tercera hipótesis señala a Efeso como el lugar de la prisión, pero para ésta no hay
evidencia histórica. El libro de Hechos, que cuenta detalladamente el relato de un
prolongado período de ministerio de Pablo en Efeso, no dice nada sobre un
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encarcelamiento en esa ciudad. Tampoco los otros escritos de Pablo lo mencionan. La
hipótesis acerca de Efeso se basa fundamentalmente en inferencias de pasajes como 1
Corintios 15:32.
Siguiendo el criterio de varios estudiosos evangélicos nos parece que aunque no hay
seguridad absoluta, existen bases más sólidas para la idea de que la carta se escribió
desde Roma, ya que además de las razones señaladas arriba, Roma tenía ya una
comunidad cristiana numerosa y la duración del cautiverio habría permitido todos los
viajes que la carta menciona. Además, las referencias al probable veredicto como algo
definitivo (1:20; 2:17; 3:11) sugieren que se trata de la apelación final al César,
mencionada en Hechos (25:10–12; 26:32), y no únicamente de un juicio ante una
autoridad provincial. Si la carta se escribió desde Roma la fecha sería tardía, entre los años
60 a 62.
Esta Epístola fué escrita desde Roma durante el encarcelamiento, cuyo comienzo se
describe en Hechos 26:16, 20, 30, 31. La referencia a “la casa de César” (4:22), y al
“palacio” (1:13, griego praitórion, probablemente el cuartel de la guardia pretoriana,
anexo al palacio de Nerón) lo confirma. Debió haber sido durante su primer
encarcelamiento en Roma porque la mención del pretorio concuerda con el hecho de que
fué entonces cuando estuvo en custodia del prefecto pretoriano, y su situación, descrita
en 1:12–14, concuerda con su situación en los primeros dos años de su encarcelamiento
(Hechos 28:30, 31).
Las siguientes consideraciones demuestran, también, que fue escrita hacia fines de aquel
encarcelamiento:
1) En ella expresa su expectación de la inmediata determinación de su causa (2:23).
3) Debe haber sido escrita después de las otras tres enviadas desde Roma (a saber,
Efesios, Colosenses y Filemón), porque Lucas ya no está con él (2:20), pues de otro modo
hubiera sido nombrado en las salutaciones, como se le menciona como colaborador en
Colosenses 4:14; Filemón 24. Otra vez, en Efesios 6:19, 20, su libertad de predicar es
implícita; pero en 1:13–18 recalca sus prisiones e insinúa que no él, sino otros predicaban
y hacían notorio su encarcelamiento. De nuevo en Filemón 22, anticipa confiadamente su
liberación, lo que contrasta con anticipaciones más pesimistas de esta Epístola.
Contexto Histórico
Filipos era la primera (es decir, la más lejana de Roma, la primera a que Pablo llegó al
entrar en Macedonia) ciudad de la región, llamada Macedonia Prima (así llamada por
estar más al este). El vocablo griego no debe traducirse (Hechos 16:12) “la principal”. No
ella, sino Tesalónica era la ciudad principal de la provincia, y Anfípolis lo era del distrito de
Macedonia Prima.
Era una “colonia” romana (Hechos 16:12), hecha colonia por Augusto para conmemorar
su famosa victoria sobre Bruto y Casio. Una colonia era en efecto una porción de Roma
misma trasladada a las provincias, un vástago de Roma, y así como si fuera un retrato de
la ciudad madre en pequeña escala. Sus habitantes eran ciudadanos romanos que tenían
el derecho de votar en las tribus romanas, gobernados por su propio senado y
magistrados, y no por el gobernador de la provincia, por la ley romana y con el idioma
latino
La conocida historia de Filipos, sin embargo, ha recorrido un largo camino. Antes del 360
a. de J.C. se ubicó en el lugar un pequeño poblado traciano. La ciudad misma fue fundada
por quien le diera su nombre: Filipo de Macedonia, el padre de Alejandro el Grande,
considerándola un lugar estratégico desde el punto de vista geográfico. Filipos cayó en
manos de los romanos en 168 a. de J.C. después de la batalla de Pidna. En 42 a. de J.C.
Antonio, después que él y Octaviano derrotaran a Bruto y Casio, ubicó allí a algunos
veteranos de guerra desbandados, dando a Filipos su rango de colonia romana. Entonces
en 30 a. de J.C. cuando Octaviano derrotó a Antonio y Cleopatra en la batalla de Actium,
envió más “colonos” desde Italia a Filipos con el objeto de ubicar en un lugar más cercano
al suelo patrio a sus propios veteranos de guerra. El alto concepto de los privilegios del
ciudadano romano en Filipos se manifiesta en Hech. 16:20, 21, 35–39 y probablemente se
refleja en la misma carta en 3:20.
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Obsérvese algo del trasfondo pagano en Filipos cuando leemos de una “joven esclava que
tenía espíritu de adivinación” y que “producía gran ganancia a sus amos, adivinando”.
Pablo y Silas fueron condenados a prisión debido al enojo de sus amos cuando le fue
echado el espíritu de adivinación y vieron que “se les había esfumado su esperanza de
ganancia”. El pretexto para condenar a Pablo y Silas fue que ellos, como judíos, estaban
arrastrando a la ciudad al escándalo y enseñando costumbres, las cuales según sus
piadosos acusadores “no nos es lícito recibir ni practicar”.
Propósito de la Carta
Cuando leemos la carta a los Filipenses, podemos señalar que hubo un número de razones
que motivaron el escrito paulino:
1. Pablo quería agradecer la ofrenda que sus amigos de Filipos le habían enviado (4:10,
14–18).
3. Pablo necesitaba explicar por qué enviaba de regreso a Epafrodito, cuando los filipenses
habían tenido la intención de que permaneciera junto a Pablo ayudándolo de cualquier
manera que necesitase (2:25–30).
4. Había llegado a conocimiento del Apóstol el partidismo y potencial desunión de la
iglesia de Filipos, y quería instarlos a vivir, actuar y testimoniar en la unidad del Espíritu
(1:27; 2:1–11; 4:2, 3).
5. Pablo se había dado cuenta del peligro que corrían los filipenses de ser influenciados en
dirección al legalismo judaico, por lo que quiso dejar completamente claro que ello sería
una contradicción básica con el evangelio (3:1–11).
6. A la vez, estaba consciente del peligro de una idea errónea acerca de alcanzar la
perfección (3:12–16), y de las presiones del materialismo sobre los cristianos en Filipos
(3:18–21).
Gran parte de la epístola trata de cuestiones prácticas de la vida cristiana más que de las
creencias cristianas como tales. Como en todas las cartas paulinas, sin embargo, lo que él
dice como instrucción acerca del discipulado está relacionado con las cosas que están al
centro de la fe cristiana, tales como la centralidad de la cruz (3:18), la obra del Espíritu
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(1:19) y la esperanza cristiana (1:6, 10; 3:20). Existen secciones de la carta, sin embargo,
donde se hacen declaraciones firmes y contundentes acerca de la persona de Cristo y
acerca del camino de salvación en Cristo. En 2:5–11 se declaran sin ambigüedades los
hechos de la naturaleza divina de Jesús así como su plena humanidad. Pablo señala que
después de que Cristo se inclinara hacia nuestra humanidad, y yendo hasta la muerte de
cruz, “Dios lo exaltó hasta lo sumo” y usa terminología del ATAT Antiguo Testamento que
se refiere a que toda rodilla se doblará delante de Dios y toda lengua le reconocerá (Isa.
45:23).
En 3:4–10 cuando Pablo compara sus ambiciones precristianas con la vida que encontró
en Cristo, deja en claro que la “justicia” (considerado justo por Dios) no es posible por
actos propios de obediencia a la ley o fidelidad a observancias exteriores. La justicia es
solamente posible a través de Cristo, una justicia que es enteramente un don y gra cia de
Dios, y puesta a nuestra disposición por el sufrimiento, muerte y resurrección de Cristo.
Respecto al vivir cristiano hay ciertas notas dominantes en la carta:
1. Gozo.
El sustantivo “gozo” o el verbo “regocijar” son usados 16 veces en la carta. Pablo habla del
gozo en la oración (1:4), gozo en los frutos de su trabajo (4:1) y gozo en el sufrimiento,
aun al enfrentar la muerte (2:17). Pablo se regocija donde hay unidad y compañerismo
(2:2), encuentra gozo en la ayuda de sus amigos (4:10), y tiene gozo al saber que otros
están predicando a Cristo. Anima a sus lectores a regocijarse en su fe, en su relación con el
Señor (1:25; 3:1; 4:4) y en la acogida y recibimiento dados a hermanos en Cristo (2:28,
29).
2. Compañerismo y unidad.
Pablo escribe agradecido por el compañerismo de los filipenses manifestado desde el
principio (1:5), participando con él de la gracia de Dios y posibilitando la defensa y
confirmación del evangelio (1:7). Es un compañerismo en términos de “dar y recibir” que
Pablo conoció de los filipenses (4:15). Los anima a mantenerse “firmes en un mismo
espíritu, combatiendo juntos y unánimes por la fe del evangelio” (1:27). La alegría del
Apóstol sería completa si ellos tuvieran “ … el mismo amor, unánimes, pensando en una
misma cosa” (2:2). Pablo quería asegurarse de que la iglesia de Filipos no estuviera
contemporizando con el egoísmo, orgullo o partidismo (2:1–4). Donde hubiera
desacuerdo entre creyentes, era necesario ayudar a fin de que la unidad, el
compañerismo y testimonio del cuerpo no fuesen malogrados (4:2, 3).