Pedagogia de Las Diferencias Cap 7 Alteridad
Pedagogia de Las Diferencias Cap 7 Alteridad
Pedagogia de Las Diferencias Cap 7 Alteridad
SKLIAR
Pedagogías de las
diferencias
noveduc/ perfiles
07
CAPíTULO
Alteridad
La soledad me desconsuela; la compa-
ñía me oprime. Lo presencia de otro
persona me desorienta los pensomten-
tos; sueño su presencia con una dis-
tracción especial, que toda mi atención
analítica no consigue definir.
Fernando Pessoa
Alteridad, maestro
Decía María Zambrano (2007) que un maestro es aquel delante de quien
es posible hacerse preguntas. Por eso mismo no creo en absoluto en esa
figura desplazada o confinada de los maestros hacia una suerte de me-
diación, apenas y únicamente, entre los estudiantes y la información.
Quizá haya en mí, todavía, una posición algo envejecida con respecto
no ya a las tecnologías de una época particular (en todo caso, también
un libro es una tecnología de esta época) sino a la "tecnificación" edu-
cativa que solo admite la novedad como contenido y el conocimiento
lucrativo como saber.
1591
• Carlos Skliar Capítulo 07 • Alteridad
Pedagogías de las diferencias
| 160
161
|
Carlos Skliar Capítulo 07 •
Alteridad
Pedagogías de las diferencias
Una precariedadde una cierta belleza, si aprendemos a mirarla con ¿Por qué la idea de responsabilidad?
ternura. Una precariedad horrorosa, si solo se la mira bajo la forma de
un límite que destruye la pretendida totalidad de la existencia Pues porque supone una incesante oposición a lo normaly lo habitual,
como si enseñar fuese negarse a toda realidad que se presentaracomo
"natural ", como si quien enseña fuese una figura de contrariedady des-
Alteridad, educación naturalización de los artificios de separación, exclusióny humillación.
Como si el educar versara sobre una conversación acerca de la relación ¿Ypor qué de justicia?
entre el mundo y las vidas, con nuestras propias palabras, afectándo-
nos para poder escuchar otras interpretaciones de la existencia, otras No se trata solo de reconocer la alteridad y adaptarlaa una práctica
formas de vida, otras palabras. He aquí una clave sensible y esencial en consagrada; se trataría, más bien, de sentir el peso del otro en nosotros,
el gesto del educar: poder contar nuestras historias, cualesquiera sean, su vida como otra vida diferente de otras, y no como un desvío o una
con las palabras que sean, para dar paso a la alteridad. vulnerabilidad.
| 162 1631
Pedagogías de las diferencias • Carlos Skliar
Capítulo 07
Alteridad, reconocimiento
Por otro lado, la existencia del otro puede pensarse educativamente: es
un cuemo cuya presencia nos obliga todo el tiempo a una tensión entre
el conocimiento y el desconocimiento, a una suene de atención y dis. No, no es -reconocer al otro".
ponibilidad a cada instante, a la puesta en práctica de una conversación
sin principio ni final. El otro es anterior a tcxlo reconcrimientm
Por el momento, los planteos que han intentado incluir la existencia El otro ya es, ya está, ya estuvo antesde mí.
del otro solo han contemplado su insetvión de un modo que su presen-
cia resulte apacible o textual o jurídica: se reconoce que es otro, pero se Si así no fuera, si el otro solo existieraporque
lo
intenta mitigar el efecto de su alteridad, lo que es contradictorio y mu- como una estatua cubierta por una tela negra
en piza
chas veces hipócrita, incluso con la falsa expectativa de que, de algún
modo, en cierto momento, deje de ser otro y se convierta en idéntico
a los demás. Y,como sabemos, esos "demás" no existen, no están, a no O como un territorio que creemos Inexistente y a/
tale damos
ser bajo la construcción, la fabricación y la presión de la normalidad. bre que no es el suyo.
Reconozco aquí una doble realidad que, sin duda, parece ser intradu- No, no es "descubrir al otron
cible: por un lado se elaboran técnicamente conceptos de diversidad,
heterogeneidad, pluralidad y se derraman hacia las escuelas formas de No se juega a las escondidas así no mas.
abordaje un tanto artificiosas; por otro lado, hay una infinidad de ex-
periencias escolares que se muestran igualitarias, hospitalarias, preo- Noes "nombrar al otrcñ
cupadas éticamente y decididas a un trabajo incesante, sin soberbia,
sin subrayar que lo que se hace es "inclusivo", y que dan respuestas a lo Es ser llamado por él.
común y a lo singular, a la vez, al mismo tiempo.
En ese sentido remarco una diferencia puntual que tal vez divida las Alteridad, cualquieridad
aguas entre las diferentes experiencias escolares: están aquellas que no
cesan de inventar y reinventar modos de enseñar, y aquellas que, por el Meha llamado la atención esa inmensa gneta se ha er«ado
contrario, persisten en una lógica implacable del evaluar. tre los objetivos, contenidos y metas que enunctanlas y
condiciones pedagógicas del trabajo docente, sobre todo aquedlasque
Quizá aquí esté la respuesta a la existencia del otro: es una cuestión se refieren no tanto al carácter textual de sus ;xop.estas deseo
que tiene que ver con la responsabilidad del enseñar y no con el artifi- irrestricto de enseñar a todos y todas bajo el pubiwode las
cioso oficio del ser-evaluador. escuelas y su permanente evaluacion.
| 164
Pedagogías de las diferencias • Carlos Skliar Capítulo 07 •Alteridad
blicas al respecto, qué prácticas se consagran como igualitarias, cuándo frases semejantes a la mencionada con anterioridad: "Me hubiera gus-
a cualquiera,
esas mismas prácticas sólo se revisten de un carácter de beneficencia y tado haber sido tratado como los demás, como se trataba
hubiera gustado ser como cualquiera".
puro virtuosismo propio, cómo se afecta el presente y el destino de las a cualquier otro; me
vidas de las niñas, niños, jóvenes y adultos en situación o condición de
complejidadesdel prcxesoedu•
fragilidad o vulnerabilidad o desigualdad. Quizá radique aquí una de las mayores
siempre ha sido vista y tratada
cativo en cuestión: una persona que
a formar parte de lo común. de la comu-
Con todo ello, quisiera subrayar que asistimos a una suerte de flagran- como diferente debería pasar
educativa,según ia cual todos y cada
te contradicción fundamentalmente en lo que se refiere a los procesos nidad, de una comunión pública
ser considerados en situación y condición
pedagógicos y su posterior evaluación: los procesos se han vuelto más uno de sus miembros puedan
posibilidadde ser consideradosen si-
permeables, pero la evaluación se mantiene inalterable: de igualdad inicial, así como la
y diferencia.
tuación y condición de singularidad
Una vez que está allí, si continúa siendo extraño, por mucho tiempo que
singularidad, igualdady diferenoa) no son
lo sea, en lugar de "naturalizarse" simplemente, su llegada no acaba: con- Tales procesos (igualdad y diversos
sino que transitan pr caminos
tinúa llegando y su llegada no deja de ser, desde un cierto punto de vista, opuestos ni contradictorios, denominarei arte de educar: t«ia
una intrusión: es decir, no deja de ser una llegada sin derecho y sin fa- dentro de aquello que podríamos a sujetos que son tguaies frente
se refiere
miliaridad, sin acostumbramiento, al contrario de ser una molestia, un política y práctica educativa
distintos frente a lo que se aprenderá.
trastorno en la intimidad (Nancy: 2006:7). a lo que se enseñará y
Alteridad, cuidado
Y esta paradoja ha de resentir a muchos individuos generalmente de- resultará ob•
finidos como sujetos frágiles, insistiendo en una mirada conceptual a necesario rendirse ante una ondencta
Quizá sea iarwr*nte
del cuidado dei otro excede
veces benevolente, otras veces complaciente, y la mayor parte de ellas via y redundante: la cuestiónencerrada en una temática mas o menos
directamente amenazadora de uno de los derechos más evidentes pero cualquier pretensión de ser
imposible de ser formulado jurídicamente, que es aquel de "ser tratado bien definida.
como cualquier otro". intentamos el
una piedra arrojada al agua, cada vez que a cada segun-
Como que,
abre en más y mas círculos
Esta última expresión tal vez no resulte académica, y por cierto no lo lugar del dilema, éste se
precisa.
es, pero tales palabras aparecen y reaparecentextualmente en decenas do, impiden una concreción
de testimonios que hemos obtenido a lo largo de una serie de estudios a ia hora
justamente por una ambiguedad rnantfiesta de una
a propósito de las "subjetividades de las personas que han atravesado Quizá ello ocurre se tratana
por "cuidadodel otro":
procesos permanentes de exclusión/inclusión" (esa barra que separa de expresar qué entendemos pensar a otro por si mtsmo y la de
de
los términos en cuestión pero que, curiosamente, no los distingue, in- doble condición, esto es, la en un senudo ético.
dica la posibilidad de una experiencia de "exclusión incluyente" o bien en juego relaciones de alteridad
al
de "inclusión excluyente" que encontramos en muchos relatos en el definiciones genera problemas al
estudio referido). El punto de partida de esas otro por si mismo y, la vez, al
miento: si se trata de pensar al recrmo-
alteridad, pues a cada nuevo a cada
Acerca de la pregunta "¿Cómo has sido tratado?", y "¿Cómo te hubiera interior de relaciones éticas de cada nueva conversacwn,
gustado haber sido tratado?", surgen con la fuerza de la espontaneidad cimiento, a cada nuevo encuentro, a
| 166
Pedagogías de las diferencias • Carlos Skliar Capítulo 07 •Alteridad
nuevo acto educati\0, todo parecería regresar al inicio, todo vuelve a males y problemas sociales? ¿No hemos cometido un primer y mayús-
comenzar, todo es transformación, misterio, un incierto no-saber. culo pecado, que consiste en atribuir a la imagen del otro un carácter
ya fosilizado de "negatividad"?
Poner de relieve el problema del cuidado del otro sugiere un no-conoci.
miento disciplinar fijado para siempre, una suerte de desprendimiento para decirlo de un modo aún más contundente:bomás frecuentees
de esos saberes que, tradicionalmente, han dejado al otro en un lugar que el otro deba entrar en nuestro orden despojado de su alteridad: esa
de poca jerarquía, de poca trascendencia, de poca entidad, subestimado parece ser la condición para "admitirlo", -recibirlo', *acogerto-;"darle
y subalterno. LApretensión de un saber acerca del otro ha minado las educación", "aceptarlo".
relaciones éticas y ha generado formas hasta ahora desconocidas de
abandono, desprotección, descuido. •
Ya parece estar perimida la idea del buen salvaje- y hm ocupasu loor
la no menos confusa idea del "buen «roe: la mujer.pero stn lo femeni-
La idea de "cuidado del otro" que nos interesa implicará un doble mo-
no; lo tribal, pero sin lo tribal; la Juventud, pero sin lo men'. Ladiscapa-
vimiento: en primer lugar, un rechazo a las imágenes y los discursos cidad, pero sin deficiencia: el niño, pero sin su infancia.el extranrro.
sobre una alteridad solo interiorizada o empequeñecida; de forma con-
pero sin extranjeridad, y así hasta el infinito.
comitante, la adopción de las discusiones filosóficas sobre un otro
"in-
asible", "incognoscible"y no apenas cambiante; en segundo lugar, que le ctyrespon-
connotación ética en las relaciones de alteridad en desmedro de
la Aun sin pretender fijar de una vez las características
curioso advertir cómo invariablemente se le soiiota -ta
creciente tendencia a la representación jurídica hegemónica.
una dan al otro, es
de modo hostii—que vaya dejando de lado so alte-
mayoría de las veces,
que ésa es Lacausa de los
Hay un dilema antiguo en la idea de alteridad en las lógicas del ridad, sólo por el hecho que hemos supuesto
miento occidental y, a la vez, en sus instituciones culturales,
pensa- dramas contemporáneos.
políticas y
educativas: algo, alguien, irrumpe imprevistamente; algo, alguien, y eóacativas hacen inflamar
tera el orden supuestamente preexistente y algo, alguien, al- En tiempos en que las promesas politicas cuestiones eon fórmuias
antiquísimas
desde la exterioridad de nuestra aparente identidad.
nos perturba pechos y orgullos dirimiendo bien
disputa y un
simplistas, tal vez sea necesaria una gstener
alteridad:
El término "alteridad", así, tiene mucho más que ver diferente en cuanto al pensamiento de de nosotros mismos, de
posible y cuidarlo
con la irrupción,
con la alteración, con la perturbación y de aquí se desprende, otro todo el tiempo que sea anclayes y de nuestras representa-
fuerza de ley, que por relaciones de alteridad entendemos algo
casi por nuestros estereotipos, de nuestros
muy di- ciones falaces.
ferente de aquellas relaciones pretendidas como de calma, de quietud,
de empatía, de armonía, de tranquilidad, de no-conflicto. del "cuidado dei cgro- puede
Dotar de complejidad la cuestión fabrtcamcs
los vatvenes con que
car enumerar una buena parte de treguntas que
El dilema sobreviene a la hora de atribuir esa perturbación al acerca del otro y las
otro, a una nuestras relaciones: las preguntas las identidade silenciadas y
esencia del otro, a una característica inherente y casi "natural" presen-
son del otro; las identidades conocidas, los diferentes y Las
te en el otro. Esto explica la violencia, la exclusión, la marginación, las identidades ignoradas; las diferencias, la btenwntda. la ateneon y
la
peligrosidad, etcétera, como las imágenes más primitivas de alteridad. estrategias del diferencialisrno; la acogida, tolerancsa,la Fmctiidad;la
la hospitalidad hacia el otro; el ractsrno, la la fecutxÀdad,la con-
Sin embargo: si lo otro perturba y de aquí se sigue que es el otro el por- experiencia irreductible del otro; el nacimiento. sEmos; ei aconteci-
tador de la perturbación, ¿qué relaciones de alteridad hemos construi- tingencia, el límite, lo que sabemos y lo que no alia y mas aca de la
mas
do? ¿Es acaso relación aquella que ve en el otro el origen de todos los miento del otro y las pedagogías; la educac:on
1691
| 168
Pedagogías de las diferencias • Carlos Skliar Capítulo 07 •Alteridad
1711
| 170
Pedagogías de las diferencias • Carlos Skliar Capítulo 07 •Alteridad
1731
| 172
Capítulo 07 Alteridad
Pedagogías de las diferencias • Carlos Skliar
No, no es dar voz: es escucharla allí donde ya hablaba. La repetición que promete dejar de serlo es la del control y del dis-
ciplinamiento. La alteridad, que siempre indica una relación pero no
una esencia contenida al interior del sujeto,es la del sujeto singular,
Alteridad, normalidad juzgado sin causa aparente, sacrificado, excluido, integrado, incluido y,
la mayor parte de las veces, vuelto a apartar.
En un ya conocido y largamente comentado texto de Michel Foucault
se lee que: Pero no todo puede leerse tan rápido, no tcño puede escribrrse tan sen-
cillo, no todo es tan banal. Aquí se pone en juego un orden de discurso
-
La genealogía es gris, meticulosa y pacientemente documental. Trabaja y unos argumentos de poder que merecen,por lo menos, paoencia
quería lac-
con pergaminos embrollados, borrosos, varias veces reescritos (...). De ahí como expresaba Michel Foucault- y deconstrucción-como
la necesidad, para la genealogía, de una indispensable cautela: localizar la ques Derrida—.
singularidad de los acontecimientos, fuera de toda finalidad monótona;
respecto a la idea de
atisbarlos donde menos se los espera, y en lo que pasa por no tener historia Paciencia para comprender un presente que, con
—lossentimientos, el amor, la conciencia, los instintos—captar su retor- de sus fisuras y ren-
normalidad y patología, sólo puede verse a través
de la propia
no, no para trazar la curva lenta de una evolución, sino para reconocer las dijas más secretas y más oscuras. Deconstrucción
establece a prorósito del cuer;x"
diferentes escenas en las que han representado distintos papeles; definir nía naturalizada de una ficción que se normal
incluso el punto de su ausencia, el momentoen el que no han sucedido normal, aprendizaie
normal, lenguaje normal, comportamiento
(Foucault, 1988: 11-12).
intentos de kxxrón y
El mundo contemporáneonos ofrece a diario
quizá, al hacerlo. desee c*ra
cuenta nueva de la idea de lo normal. O Lo que no m
cosa que su enraizamiento y fijación definitivos. -aquí no
ingenuamente o no, que
El problema que aquí se plantea es el de la búsqueda desesperada de la debe hacerse a este respecto es decir,
especificidad de un cierto tipo de individuo que parece estar perdido, ha pasado nada".
omitido o suprimido en las telarañas de los conceptosy de las institu-
diferentes. las personas
ciones; un individuo pensado sólo a partir del desprecio, del temor y, Sí que ha pasado. Nos lo han dicho, de formas fuerza gravitactonal de
por qué no, también abandonado en el infausto remolinode la indife- apresadas —literaly metafóricamente— en la
que, aun tirnm
rencia y el olvido. la normalidad. Se ha vuelto experiencia en el relato
1174
Skliar Capitulo 07 Alteridad
Pedagogías de las diferencias • Carlos
1771
1 176
Pedagogías de las diferencias • Carlos Skliar Capítulo 07 •Alteridad
¿Qué es la normalidad? Nada. ¿Quién es normal? Nadie. Aunque la dife- A esta altura de los acontecimientos no sabemos qué quiere decir esa
rencia hiere, y por eso nuestra primera reacción es negarla. ¿Cómo comba- afirmaciÓn: ¿qué significará estar preparadopara trabajarcon niños
tir la imposición de la distinción normalidad-anormalidad? Habitando en sicóticos, o con múltiples discapacidades,o con inmigrantes,o con
el interior de la diferencia, siendo íntimo con ella. Con un gesto cotidiano quienquiera sea? ¿Implica anticipar lo que vendrá y prefabricarlo que
—quizápoético, en parte épico—de reconciliación, pues la reconciliación se hará pedagógicamente?
es parte del ejercicio de la comprensión, el único modo de sentirse en paz
en el mundo. No negar la diferencia, sino modificar la imagen de la norma Es imposible el saber, el sentirse y el estar preparadopara aquello que
(Bárcena, 2009: 5). está por venir. En todo caso habría que hablar de un estar predispuesto,
o dicho de un modo más enfático, de un gestardisponible"y ser res-
ponsables, en el sentido de acrecentar,multiplicar, alargar y diversifi-
car tanto la idea de un alumno tradicional como la de un aprendizaje
Alteridad, justicia común, normal.
es-
Comprendemos "justicia" como el peso del otro en nuestras vidas, en La noción de disponibilidad y responsabilidades claramenteética:
a quien sea, a cualquiera,a todos, a cada
nuestras prácticas y nuestros saberes. Y lo que más contribuye a ello es toy disponible para recibir
en que la enseñanza
comprender que la educación (como ocurre con otros términos que son uno; me siento responsable por buscar los modos
vitalmente relacionales, es decir, la amistad, el amor, la fraternidad, tomará lugar.
la igualdad) se resuelve sobre todo en aquello que hemos llamado de
"gestos mínimos" más que en el emprender una cruzada heroica o vir-
tuosa ejercida por algunos sobre otros.
Por gestos mínimos (no menores, sino mínimos) entiendo lo más sus-
tancial: el contacto entre cuerpos, la cotidianidad de los encuentros,
la conversación, la detención, la pausa, el estar juntos, los modos en
que recibimos y damos lugar a otras vidas, la posibilidad de estar en
desacuerdo, aprender a escuchar, aprender a mirar, dar paso a las voces
que habitan lo escolar y lo social, etcétera.
179 1
| 178