Dificultades en La Relación Profesional-Paciente
Dificultades en La Relación Profesional-Paciente
Dificultades en La Relación Profesional-Paciente
En este apartado, vamos a describir dos aspectos de las ciencias de la salud que se
desarrollan en la actualidad y que generan grandes dificultades en la relación con
nuestros pacientes. El primero trata de la superespecialización de los profesionales
sanitarios y el segundo, que deriva del primer problema cuando éste no se ha superado a
tiempo, trata sobre el reduccionismo científico. Ambos, con sus posteriores
consecuencias, los describiremos a continuación.
En la actualidad el desarrollo de las ciencias de la salud ha producido un aumento
gradual y acelerado en el nacimiento de nuevas ramas de investigación junto a sus
respectivas metodologías cognoscitivas, como sus logros y los nuevos datos adquiridos.
Esto conlleva lo que nombrábamos en un inicio sobre “subdivisión” y
“superespecialización” del conocimiento sanitario, y que mencionamos que comporta
dificultades en diversos aspectos de orden epistemológico – didáctico, e incluso de
orden ético.1
La primera dificultad de este avance, se da en la didáctica. Se dice que quien
enseña una disciplina en particular se le presenta la necesidad de plantearse el aspecto
didáctico: tal vez la disposición de los temas considerados según los diversos ángulos
científicos pueda ayudar a recomponer la unidad. Podemos poner un ejemplo en el caso
de la ciencia médica: el corazón puede ser estudiado desde el punto de vista anatómico,
fisiológico, patológico, etc., reuniendo en torno al tema específico los datos obtenidos
de las diversas disciplinas especializadas. Pero esto no sería suficiente si los docentes de
cada especialidad médica y, por tanto, los alumnos, no están conscientes que del saber
parcial deberán ascender a la comprensión del conjunto. Es decir, deben tomar en
consideración las interconexiones y todos los aspectos relacionados con el corazón y
conectarlos con la totalidad del organismo en la persona del paciente, donde los
diversos sistemas se tocan y se funden en la unidad de toda la persona. Por eso cuanto
1
Cf. Sgreccia E. Manual de bioética I…, p. 258.
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mayor es la especialización y el enfoque en la atención hacia lo particular, el camino
ascendente hacia la unidad se vuelve proporcionalmente más difícil. 2
A pesar de la especificidad del estudio de un órgano u enfermedad, siempre y en
todo momento el profesional sanitario debe tener en cuenta la totalidad de la persona a
quien pertenece dicha afección, pues “el volver a considerar todo el conjunto es un
requisito para que la medicina tenga un sentido personalista y éticamente aceptable.” 3
La segunda dificultad se presenta en poder configurar para cada paciente un
profesional sanitario que sepa mantener el diálogo diagnóstico–terapéutico y asumir las
consiguientes responsabilidades. 4 Cuando una persona llega al hospital por alguna
enfermedad debe realizar una serie de análisis con diferentes especialistas, desde los
analistas hasta el médico que prescribe la terapia o que practica una intervención. En
esta situación que, no obstante, tiene muchas ventajas, se presenta la dificultad del
cuidado sanitario. Al paciente le resultará difícil sentirse el actor principal, responsable
y consciente de su propia condición, pues muchas exploraciones y exámenes le
resultarán incomprensibles; sin embargo, se siente en la necesidad de pedir ayuda a un
profesional, a quien confiará su vida y su salud. 5 Para remediar esta fragmentación
interior del paciente, se hace cada vez más necesaria la intervención de quien es y sigue
siendo responsable. Normalmente es el médico de cabecera quien interpreta y ayuda a
interpretar los diagnósticos particulares y mediante el diálogo. Sin embargo, esta
relación de diálogo terapéutico no deja de lado a otros profesionales de la salud que
pasan mayor tiempo con el paciente como lo es la enfermera.
Esta relación de diálogo diagnóstico-terapéutica devuelve a nuestros pacientes la
conciencia de su propia condición y la capacidad de la toma de las decisiones que son
para él inalienables. 6 Por tanto, el profesional sanitario no debe decidir por el paciente,
si no, que es el paciente quien escuchando las recomendaciones de un profesional
capacitado toma la mejor decisión para recuperar su salud.
La tercera dificultad generada por la superespecialización de las profesiones
sanitarias se produce debido a la “tentación tecnológica”. Ante esto, se puede decir que
el campo de las ciencias de la salud se asoma a una nueva era tecnológica, donde varias
2
Cf. Ídem, p. 259.
3
Ídem, p. 259.
4
Cf. Ibídem
5
Cf. Ídem, p. 259.
6
Cf. Ídem, pp. 259-260.
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especialidades serían inimaginables sin el apoyo de la tecnología, entre ellas la genética,
los cuidados intensivos, la radiología o la bioquímica. 7 Ahora, “el medio técnico no se
concibe solamente como una ampliación de la fuerza física, sea ésta manual o sensorial,
sino también como potenciación de la mente mediante las aplicaciones de la
informática. Con estos avances, es de esperar una aportación revolucionaria tanto en el
campo de la investigación científica como en la gestión asistencial del paciente.”8
Sobre este asunto, Reiser afirma que “hay quien piensa que el uso de la
tecnología, al reducir los tiempos del diagnóstico y hacerlo más preciso y seguro,
permitirá al profesional de salud disponer de más tiempo para la relación con el
paciente. La experiencia no autoriza a ser tan optimistas, y se ha puesto de relieve el
motivo fundamental de ello” 9 . Llama la atención sobre el hecho de que, aunque la
utilización de la tecnología ayuda al progreso de las ciencias de la salud, hay que tener
presente lo que ha ocurrido en el campo de la evolución cultural de los pueblos: la
invención de un instrumento no ha modificado sólo las condiciones de ejecución del
trabajo, sino que ha acabado por “inducir” una cultura automática y ha provocado una
mentalidad y una cultura diferentes. 10
En materia de tecnología, nuestro autor hace referencia, al hecho de que “hay una
ley de circularidad: el hombre cambia el medio técnico; pero el medio técnico también
cambia al hombre. La utilización de los medios de diagnóstico (…) en el campo de las
ciencias de la salud implica una doble operación epistemológica: la sectorización del
diagnóstico y la despersonalización de la enfermedad. La enfermedad tiene su historia,
tiene un ambiente en el que surge, tiene un sujeto en el que vive y se expresa por
símbolos y no sólo por ‘datos’. La concepción en sentido holístico relacional, (…),
puede verse complicada por ello. Además, en el médico se da una variación de enfoque,
objetivista y frío, del examen del paciente, y es inducido a creer que lo sabe todo aun
antes de hablar con él y escucharle. Al enfermo sólo se le dice: ‘¡Tráigame el análisis!’
De este modo, la utilización del medio técnico, en vez de aumentar el tiempo de que el
profesional de salud dispone para dialogar y escuchar al paciente, lo reduce. En otras
7
Cf. Ídem, p. 262.
8
Ídem, p. 263.
9
Reiser S. La medicina y el imperio de la tecnología. México: FCE, 1990. Citado en Ídem, p. 263.
10
Cf. Sgreccia E. Manual de bioética I…, p. 263.
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palabras: la tecnología puede convertirse en mentalidad y cultura, y puede volverse así
en una especie de ‘reduccionismo’ en ciencias de la salud.”11
Por este motivo, Sgreccia cita a Reiser cuando previene contra este peligro: El
personal de ciencias de la salud debe considerar todas las tecnologías con desapego,
como simples medios que hay que elegir cuando sirven para una finalidad específica 12.
Pues cuanto más aumenta la utilización de medios y se afirma la mentalidad que
acompaña su utilización, tanto más debe intensificarse y hacerse significativa la relación
interpersonal entre sanitario y paciente; y no sólo porque los medios pueden fallar, sino
porque éstos no manifiestan el fondo de la enfermedad ni, menos aún hablan de la
profundidad humana del enfermo. 13
Pero la medicina, como ciencia, revela hoy otra situación más grave, con
beneficios y riesgos al mismo tiempo, y que, en el fondo, está implícita en todo cuanto
hemos expuesto. De esto, nace el segundo gran problema que afecta la relación
profesional sanitario-paciente y se le denomina “reduccionismo científico”.
Según Lamote dice que al reduccionismo se le puede considerar como método
científico y como ideología. 14 Como método busca explicar con mecanismos puramente
químicos-físicos, es decir, moleculares, cualquier fenómeno concerniente a la ciencias
de la vida. La problemática nace en los últimos treinta años, donde los principales
núcleos de interés para explicar la vida se enfocaron en tres aspectos: la genética
molecular, la explicación del evolucionismo según la teoría molecular y, últimamente,
la explicación del sistema nervioso de los animales y del hombre. 15
Según nuestro autor, con “la explicación del código genético, la explicación del
origen de la vida y de su evolución, y la explicación del pensamiento, son los grandes
pasos del reduccionismo biológico actual, da como consecuencia que el hombre sea
‘explicado’ como una ‘combinación’ de tipo mecánico: es el hombre máquina. Por esto,
no debemos sorprendernos si, teniendo esta imagen del hombre, la ciencia actual está
11
Ídem, pp. 263-264.
12
Cf. Reiser S. La medicina y el imperio de la tecnología … (op. cit.). Citado en Ídem, p. 264.
13
Cf. Ídem, p. 264.
14
Cf. Lamote B. Le réductionisme: méthode ou idéologie? Paris: Lumière et Vie 172, 1985. pp. 5-19.
Citado en Sgreccia E. Manual de bioética I…, p. 260.
15
Cf. Sgreccia E. Manual de bioética I…, p. 260.
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trabajando para producir la vida, la concepción y quizás incluso el embarazo en el
laboratorio, del mismo modo en que se fabrica una máquina en una fábrica.” 16
Según Sgreccia, este discurso sobre el reduccionismo es necesario para
comprender y observar que la tentación reduccionista está presente dentro de las
ciencias de la salud, no sólo en el momento científico y de investigación básica, sino
también en el momento de aplicación y asistencia al enfermo. De esto resulta que en la
relación sanitario-paciente se elimine la palabra, el diálogo y la interpretación
pluridimensional y se considere la enfermedad, el dolor, la muerte y la terapia desde un
aspecto biologicista. Por lo tanto, concebir la vida y al hombre como una máquina
significa poner las premisas para que el hombre sea tratado como una máquina. 17
Refiriéndose a la tecnificación, Sgreccia dice que se han denunciado otros riesgos
de carácter ético. El primero está en la tentación creciente en cuanto al sentido de poder
y hacer: el auge de los medios tecnológicos en ciencias de la salud han permitido el
llamado ‘ensañamiento terapéutico’, el intento de aplicar la ingeniería en la
manipulación de la corporeidad humana. El segundo riesgo implica la economía y la
valoración monetaria de la terapia. Por una parte, el gasto público va aumentando
desmesuradamente en los lugares donde la salud se ha socializado. Y cuando el gasto
resulta insostenible, se siente la tentación de abandonar a su suerte simple y llanamente
a algunas categorías de pacientes cuya asistencia y curación se vuelvan demasiado
costosas.18
Por esta razón Sgreccia dice que el profesional de ciencias de la salud se debate
entre dos ámbitos de pertenencia: la pertenencia al enfermo, al cual ofrece sus servicios
y con el cual está ligado por un contrato de valor moral, y la pertenencia a la sociedad
organizada (…), que ha cargado sobre él una responsabilidad, que le avala y grava al
mismo tiempo con leyes que le responsabilizan … 19
Ante estos riesgos, Sgreccia refiere que “la confrontación entre ética y economía
sanitaria se hace cada vez más aguda. Mientras la ideología del bienestar hace de la
salud del ciudadano el vértice del bienestar mismo, el gasto sanitario crece cada vez
más y todos los estados, que tienen que gestionar económicamente la sanidad, soportan
con graves dificultades el aumento del gasto público. Se llega a acusar a la sanidad de
16
Ídem, p. 261.
17
Cf. Ídem, p. 262.
18
Cf. Ídem, p. 264.
19
Cf. Ídem, p. 265.
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hacer que las finanzas estatales entren en crisis y consecuentemente se disponen los
remedios. Entre estas soluciones algunos proponen, en nombre del llamado principio
del coste/beneficio, eliminar los gastos improductivos en el campo sanitario. Como
podrían ser los destinados a cuidar a los enfermos más graves e irrecuperables.” 20
Por tanto, Sgreccia citando a Franchini nos explica que “la adquisición de medios
terapéuticos sofisticados e idóneos para impedir que el hombre muera por
enfermedades hasta hace poco mortales o incluso incurables, comporta un coste que
impide su generalización, por lo que la curación y la vida comienzan a tener un precio
tan alto que la sociedad no puede permitirse el lujos de soportarlos; y es por esto
también por lo que amargamente se podría decir que cuanto más progresa la medicina,
tanto más difícil resulta curar al enfermo. El inevitable conflicto entre sociedad e
individuo lleva el trágico momento de tener que decidir a qué pacientes se les debe
dejar morir, y entonces se plantea el grave problema de la responsabilidad social e
individual del médico. 21
El problema entre sanidad y sociedad, ha impulsado el discurso que “pretende
justificar la eutanasia llamada ‘social’ debido a la falta de medios económicos. Desde
ese punto de vista, la sociedad necesitaría de curación tanto como el enfermo, para que,
corrigiendo el criterio economicista de los costes/beneficios y sustituyéndolo por el de
la ‘proporcionalidad de los cuidados’, se adoptara una política basada en el deber de
ayudar más al que más necesitado está de cuidados. (…) Por lo tanto, esa doble
pertenencia del profesional de ciencias de la salud, (…), se debe resolver en el sentido
de que hay que concebir la misma sociedad al servicio de la persona, y de la persona
más necesitada…”22
20
Ídem, p. 269.
21
Franchini A. Le grandi scoperte della medicina nel xx secolo. En Enciclopedia delle scienze, Roma:
Città Nuova Editrice, 1984, pp. 387-400. Citado en Sgreccia E. Manual de bioética I…, pp. 269-270.
22
Sgreccia E. Manual de bioética I…, p. 270.