Una Ermita Quijotesca en El Campo de Montiel Albaceteño: San Pedro de Sahelices
Una Ermita Quijotesca en El Campo de Montiel Albaceteño: San Pedro de Sahelices
Una Ermita Quijotesca en El Campo de Montiel Albaceteño: San Pedro de Sahelices
Recibido/Received: 25-01-2015
Aceptado/Accepted: 01-07-2015
Resumen: El objetivo del presente Abstract: The aim from this ar-
artículo es estudiar y analizar la er- ticle is study and analyzes the San
mita de San Pedro, un edificio sin- Pedro’s Hermitage, a building which
gular que aparece claramente iden- is identified in the Don Quixote de la
tificado en la obra Don Quijote de Mancha’s work, Miguel de Cervantes.
la Mancha de Miguel de Cervantes. Although this hermitage was lost in
Aunque la primitiva ermita se per- the middle of XX century, it can be
dió a mediados del siglo XX, se puede known by his structure and history
conocer su estructura e historia gra- thanks to the Orden de Santiago’s
cias a la documentación de la Orden documents, the Daniel Urrabieta’s
de Santiago, los grabados de Daniel etching and some old pictures, re-
Urrabieta y algunas fotos antiguas, covering by this way his memory
recuperando su memoria y evitando and avoiding his forget.
que caiga en el olvido.
Palabras clave: Don Quijote, Al- Key Words: : Don Quixote, Albacete,
bacete, Ossa de Montiel, ermita, San Ossa de Montiel, hermitage, Saint
Pedro, Campo de Montiel, lagunas de Peter, Campo de Montiel, lagoons of
Ruidera. Ruidera
a ser “el Lugar”, a tener dentro de sus términos la venta donde se nombró
caballero a Don Quijote, los molinos que atacó, la casa del caballero del
Verde Gabán. Sin embargo, el edificio más claramente reconocible dentro
de la obra y cuya situación no es discutible, se encuentra ubicado en la
provincia de Albacete. Es la ermita de San Pedro, cercana a la cueva de
Montesinos, dentro del término de Ossa de Montiel.
En el capítulo XXIV de la segunda parte del Quijote, el primo del
licenciado que servía de guía a Don Quijote, le dice: “No lejos de aquí, está
una ermita donde hace su habitación un ermitaño, que dicen ha sido sol-
dado, y está en opinión de ser buen cristiano, y muy discreto y caritativo
además. Junto con la ermita tiene una pequeña casa que él ha labrado a su
costa, pero, con todo, aunque chica, es capaz de recibir huéspedes”.
Poco más tarde, cuando están llegando al citado edificio, nos indi-
can: “apenas oyó esto Sancho Panza, cuando encaminó el rucio a la ermita,
y lo mismo hicieron Don Quijote y el primo, pero la mala suerte de Sancho,
parece que ordenó que el ermitaño no estuviese en casa, que así se lo dijo
la sotaermitaña que en la ermita hallaron, pidiéronle de lo caro, respondió
que su señor no lo tenía, pero que si quería agua barata, que se la daría de
muy buena gana….Con esto dejaron la ermita y picaron hacia la venta”.
Esta ermita que aparece citada en “el Quijote” es la de San Pedro de
Sahelices, que con el tiempo cambió su nombre por San Pedro Mártir o
San Pedro de Verona. Por desgracia, en la actualidad no podemos contem-
plar el edificio tal y como fue visto por Miguel de Cervantes y reflejado
en su obra, pues en la década de los años cuarenta del siglo pasado, fue
derribado ante el mal estado que presentaba tras los destrozos sufridos
durante la Guerra Civil.
Sin embargo, gracias a la documentación de la Orden de Santiago, a
los grabados de Daniel Urrabieta “Vergé”, y varias fotos tomadas a comien-
zos del siglo XX, podemos conocer con bastante exactitud la historia de la
ermita, así como su estructura y fisonomía en tiempos de Cervantes, y eso
es lo que vamos a hacer en este artículo.
un río grande por allí, indicando que hay “muchos cimientos donde dizen
que avia alli fundada una çibdad la cual se nombrava y nombra la çiudad
de Lagos… que dixen que era la población de en tiempo de los moros, ay al
pie del edifiçio que tienen dicho o que se dize el castillo de Rochafrida, una
fuente la qual esta hazia poniente que se dixe la Fontafrida” (Cebrián y
Cano, 1992: 226).
Algunos autores como Corchado Soriano, sugieren que la ermita ya
existía durante la Reconquista, debiendo ser su origen mozárabe o incluso
visigodo; para ello se basa en la tipología constructiva que muestran los
dibujos realizados por Urrabieta, aunque no hay ninguna documentación
que avale tal certeza (Corchado, 1971: 151-152). Sin embargo, observan-
do los citados dibujos y algunas fotografías, sobre todo del interior, apre-
ciamos dos arcos de herradura que separan la capilla principal o zona
del altar mayor del resto del edificio, cuya tipología podría pertenecer
al período visigodo, pues son arcos de herradura más abiertos que los
que suele utilizar el arte musulmán. Ello nos hace seguir la línea de Cor-
chado Soriano y admitir la posibilidad de que la ermita se construyera en
la época visigoda.
Otras fuentes informan que su origen estaría ligado al castillo de
San Felices, siendo el edificio religioso destinado a la atención espiritual
de sus habitantes. Lo que sí está claro es que a finales del siglo XV su ad-
vocación era de San Pedro y San Felices, lo que nos indica que compartía
nombre con el castillo situado a poco más de un kilómetro de distancia,
lo cual puede ser una evidencia de la conexión y relación existente entre
ambos.
San Felices fue un santo anacoreta que vivió en el siglo V y comien-
zos del VI, siendo maestro durante un tiempo de San Millán. Tras la con-
quista de Toledo en el año 1085, el abad de San Millán de la Cogolla in-
tentó trasladar el cuerpo de San Felices desde el castillo de Bilibio hasta
el Monasterio para darle mayor realce, pero no fue hasta 1090 cuando
acompañado de doce monjes, consiguió encontrar la tumba y realizar el
traslado al Monasterio de Suso. Este hecho provocó una fuerte corriente
de devoción hacia el santo, más al producirse varios milagros entre las
personas que se dirigieron a su nueva ubicación para visitarlo y rogar por
él, por lo que es posible que fuera en el siglo XII cuando se le diera dicha
denominación al castillo y a la ermita.
La primera referencia documental del castillo de “Sanctum Felices”
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ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (AHN). Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1067,
visita de 1494, p. 395.
2
AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1078C, visita de 1515, p. 29; libro 1082C,
visita de 1535, p. 383 y libro 1085C, visita de 1550, p. 1184.
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AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1067, visita de 1494, pp. 395-397 y libro
1068C, visita de 1498, p. 167.
4
AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1080C, visita de 1526, pp. 995-996.
5
AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1082C, visita de 1536, pp. 384-386.
Concepción Moya García • Carlos Fernández Pacheco Sánchez-Gil
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4. EL ERMITAÑO Y SU VIVIENDA
AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1085C, visita de 1550, pp. 1185-1187.
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AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1067C, visita de 1494, p. 396 y libro 1070C,
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que reforzar los cimientos porque había mucha necesidad de ello. Asimis-
mo, se dispuso la reparación del hastial situado en la parte del poniente
de la casa y de la pared que daba al norte, con su cal y arena, de manera
que todas las paredes queden “bien tomadas y reparadas”, y que se haga
todo ello desde el mes de febrero hasta Nuestra Señora de Agosto8.
Estas disposiciones nos hacen pensar que la casa del ermitaño se
encontraba en las proximidades de la ermita, pero separada de ella, al
contar con sus cuatro paredes exentas. Sin embargo, con el tiempo al de-
teriorarse dicho edificio, se construiría una casa nueva adosada a los pies
de la ermita, aprovechando las paredes de la misma, tal y como aparece
en las fotografías tomadas a comienzos del siglo XX.
8
AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1071C, visita de 1507, p. 423 y libro 1082C,
visita de 1536, p. 385.
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AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1067C. Visita de 1494, p. 396; libro 1070C.
Visita de 1499, p. 315.
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pero cuatro años más tarde volvieron a descender hasta los mil. La bo-
nanza económica vivida, a partir de la segunda década del siglo, provocó
un fuerte aumento de los beneficios de la laguna, que en 1526 eran de
tres mil maravedíes, aunque seguía sufriendo notables oscilaciones, des-
cendiendo los años de sequía hasta los mil quinientos.
En cuanto a las tierras, poseía una viña junto a la ermita con 400
vides, una huerta pequeña de árboles con cinco o seis pies de morales y
tres hazas de tierra situadas en sus proximidades, con una producción
de seis fanegas de cebada. También contaba con tres cabezas de ganado
lanar y cabrío.
En los años finales del siglo, el número de vides había aumentado
hasta las 450, mientras que las cabezas de ganado ascendían a veintidós
cabras. A comienzos del siglo XVI el número de morales aumentó hasta
los once, mientras que el resto de posesiones se mantuvieron sin varia-
ción durante la primera mitad del siglo10.
Lo que se indica en 1526, es que se guarde el ejido y las huertas
de la ermita, para evitar que los ganados pastasen en ellos. Para hacer
efectiva esta recomendación se ordenó a los alcaldes de Ossa de Montiel,
que las amojonasen, y que el ganado que fuese sorprendido dentro, se
confiscara.
Este mandato no fue atendido con la diligencia oportuna, pues diez
años más tarde se indicó que ante “la mala guarda que en la huerta y
exido de la dicha ermita ay”, por cada cabeza mayor que esté en la huerta
o el ejido se la lleven de pena “por el estado y quebranto”, además de pa-
gar cuarenta maravedíes por el daño causado. En el caso de que fuesen
puercos los sorprendidos se confiscarían y se valoraría “el daño que ansy
fiziesen” para cobrárselo a sus dueños, y si fuera ganado menudo y su
número de cien cabezas o más se pagarían cien maravedíes, mientras que
de “cien cabeças abaxo por cada cabeça pague un maravedí de pena”.
Otra mala práctica que se realizaba era colocar colmenas en la huerta,
ordenado al mayordomo que se quitasen, y a las personas que “las tienen
mandaron so pena de quatro ducados para el tesoro de la Orden que las
quiten luego de alli como les sea notificado este mandamiento”. Todos estos
mandatos fueron notificados al mayordomo Felipe Sánchez, en presencia
de dos testigos: Juan García de Arce y Pero López, vecinos de la Ossa11.
10
AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1070C, visita de 1499, p. 315; libro 1071C,
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visita de 1507, p. 424; libro 1077C, visita de 1511, p. 29; libro 1078C, visita de 1515, p. 30 y
libro 1080C, visita de 1526, p. 996.
11
AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1080C, visita de 1526, p. 996 y libro 1082C,
visita de 1536, pp. 384-386.
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AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1070C, visita de 1494, p. 396; libro 1068C,
visita de 1498, pp. 166-167 y libro 1070C, visita de 1499, pp. 314-315.
14
AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1078C, visita de 1515, p. 30.
15
AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1085C, visita de 1550, pp. 1185-1187.
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En la toma de cuenta a los mayordomos, el cargo eran los ingresos obtenidos, el descargo
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los gastos, mientras que el alcance era el resultado de restar el descargo del cargo, es decir
el remanente de las cuentas, que podía ser positivo o negativo.
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AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1070C, visita de 1494, p. 396; libro 1068C,
visita de 1498, pp. 166-167 y libro 1070C, visita de 1499, p. 315.
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gastó 423 en aceite, en la visita del vicario, “en recorrer la yglesia y en una
casa que es del arrendamiento de la laguna”, quedando 1.220 maravedíes
y medio18.
Cuatro años más tarde, seguía Lorenzo Abad al frente de las cuen-
tas de la ermita, las cuales habían mejorado notablemente. Al tomarle
cuenta el vicario, a finales de 1514, tenía un alcance de 3.249 maravedíes,
habiendo recibido con posterioridad otros 750 del arrendamiento de la
laguna. Los gastos fueron de 1.320 maravedíes por la compra de un barco
para la laguna, de aceite y otros gastos menudos, con lo que le sobraron
2.679 maravedíes más tres fanegas de cebada.
Las cuentas las presentó en presencia del cura y de los oficiales del
concejo de Ossa, y pese a llevar más de dieciséis años en el cargo, indi-
caron que “el dicho Lorenzo Abad no procuraba bien las cosas de la dicha
hermita”, por lo que fue relevado, nombrando en su lugar los oficiales
del concejo a Felipe Sánchez. Para que entregara al nuevo mayordomo el
sobrante de las cuentas, los visitadores mandaron al fiscal Diego de Gea
a realizar la ejecución de bienes de Lorenzo Abad, por lo que se le con-
fiscaron tres burras, además de entregar 1.926 maravedíes en metálico y
tres fanegas de cebada. A ello, había que sumar otros 750 maravedíes que
debía Pedro Carretero del arrendamiento de la laguna, el cual cumplía a
final de año, indicándole que debía entregarlos al nuevo mayordomo19.
Cuando llegaron los visitadores a la ermita, en mayo de 1526, en-
contraron un nuevo mayordomo, Andrés Muñoz, al cual le había tomado
las cuentas el vicario en mayo de 1523. Al incluir la renta de la laguna de
dicho año, tuvo un alcance de 12.352 maravedíes y medio. A esta cantidad
se sumaron las rentas de la laguna de los años 1524 y 1525, la limosna
recibida, una res de cabrío que vendió y un pellejo, ascendiendo todo a
2.965 maravedíes, a los que se añadieron 3.025 del arrendamiento de la
laguna en 1526, lo que suponía unos ingresos de 18.342 maravedíes y
medio, de los que gastó 13.055 en hacer un portal nuevo para la iglesia,
cera y aceite, así como el derecho de la cuenta del vicario, teniendo un
alcance de 5.287 maravedíes y medio.
Tras revisar las cuentas de los últimos once años, observaron que el
anterior mayordomo, Felipe Sánchez, había cometido un error a su favor
de 452 maravedíes, una fanega y tres celemines de trigo, por lo que or-
denaron a los alcaldes de Ossa y al vicario de Montiel, que se encargaran
de cobrárselo y lo entregaran al actual mayordomo. Por lo que vemos, los
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AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1071C, visita de 1507, p. 424 y libro 1077C,
visita de 1511, p. 29.
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AHN. Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1078C, visita de 1515, pp. 30-32.
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como muy tarde en la primera década del XVI, aunque la epidemia que
está mejor constatada en el Campo de Montiel es la de 1422, con un docu-
mento que muestra sus consecuencias en Alhambra, donde provocó una
notable mortandad y despoblación23.
La procesión en el siglo XVI, tenía lugar el 25 de abril (letanías ma-
yores), festividad muy ligada a la realización de romerías y de procesio-
nes en las que se cantaban oraciones solemnes, en acción de gracias por
haber superado una situación de calamidad o necesidad. Esa tradición de
la procesión y romería a la ermita de San Pedro se ha mantenido hasta la
actualidad, sufriendo una pequeña variación de cuatro días en la fecha
de celebración. Actualmente la imagen de San Pedro es trasladada a la
iglesia de Ossa de Montiel el domingo de Resurrección y devuelta a la er-
mita, el 29 de abril, festividad de San Pedro Mártir o de Verona, en sendas
procesiones y romerías.
El ayuntamiento de Ossa de Montiel colaboraba desde tiempos
muy antiguos en la celebración de las fiestas, apareciendo reflejada en
las actas municipales del 23 de abril de 1644, la libranza de una cantidad
para la caridad del día de San Pedro, con lo que ya se habría trasladado la
celebración a dicho día24.
AHN. Sección Consejo Órdenes Militares. Santiago. Carpeta 51, documento 4 bis.
23
AHN. Sección Órdenes Militares. Archivo Judicial de Toledo. Santiago. Legajo 59.771. 1574.
25
AHPA. Catastro de Ensenada. Caja 151. Ossa de Montiel. Personal y real, estado eclesiástico.
26
de San Pedro, con una huerta por la que pasaba el río y al final de este
había un molino harinero de una piedra, y más abajo a unos setenta pa-
sos, un batán con su casa (Corchado, 1971, 133 y Sánchez, 1988, 26-31).
AHN. Fondos Contemporáneos (Fiscalía del Tribunal Supremo). Causa General, 1015, expe-
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diente 58.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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APÉNDICE FOTOGRÁFICO
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Foto 2. Ermita de San Pedro, en una fotografía de comienzos del siglo XX.
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Foto 3. Interior y altar mayor de la ermita de San Pedro, en los inicios del siglo XX.
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Foto 5. Edificio actual de la ermita de San Pedro, construido a mediados del siglo XX.