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EDAD
RESERVADOS TODOS LOS
DFREf HOS
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Al eon de mi guitarra
quiero cantar
seguidillas que imiten
el suspirar
del aura leve,
cuando de frescas rosas-
las hojas mueve.
Me mir6 de soslayo
la isleña hermosa,
yo le endilgué un piropo
color de rosa,
y ella, muy tuna,
me dijo sonriendo:
«ladre a la luna».
La mantilla canaria
da a la cabeza
de mis lindas paisanas
la gentileza
de esas hurles,
qtie amaron los gómeles
y los zegrles.
COSTUMBRES CÁNARfiS 49
«Mujer quería
yo no lo creo,
que me voy «pa» la Antigua
y Eo te llevo».
—«SI, la llevarás,
pero, será la burra
que está en el corral».
«Apenas yo vi el i*fl»Jo
da la luz que le alumbraba,
cuando obsen'é que le andaba
por la barriga un eangrejo»-
LA NOCHE DE SAN MARTIN
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COSTÜMEEES CANAmÁS 99
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Desde fecha lejana, en Arrecife ha habido-alcal-
des no alambicados, sino partidarios del alambique,
autoridades locales más o menosi amantes de ios lí-
quidos, nos hacen recordar el siguiente diálogo, sos-
tenido entre el portero del Ayuntaimiento de la
expresada ciudad y el presidente de aquella Corpo-
ración:
—Señor don Fulano, por ahí andan diciendo que
usted es un gran borracho.
—•¿Si? Pues,, no es eso lo peor.
—¿No es eso h peor? Pues ¿qué es lo peor?
—Lo peor es que es verdad.
Ese mismo alcalde, que en lo físico era el retrato
fidelísimo de don Quijote, con sa cara angulosa,- alto
106 ISAAC TIEKA
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En Arrecife el periodismo no ha podido aíraigar,
como tampoco los colegios de segunda enseñanza;
perO' en cambio el número de cafés aumenta de
ínodo extraordinario, habiéndose montado uno re-
ciemitemente con todo el «confort» moderno, que eg
el más grande, de estas islas, y eso cofnstituye una
nota simpática y sugestiva para la gente moza, por-
que en esos sitios todoi encantO' tiene su asiento y
todo placer su habitación.
{Los alcaldes arrecifeños no repiten la® pa^bras de
«IIJVZI ¡más luz!», que diáo al -expirar el autor de
«Fa,u"=5to»; pero gritan^ vivitos y oolieando:
—¡Caféis! ¡más cafés!
Y tutilimundi aplaude, porque de aquellos, esta-
blecimientos brotatn o'^adas de buen humor, que
inundan de alegría el ambiente del vivii: lanzaroteño.
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COSTÜMBEES CiCNAEIAS 107
Guineo de boca
cvidqttiera lo toi-a.
,A PRENSA
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COSIüMEEES CANáHlAS
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^160 BMC VIERA
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COSTUMBRES CÁlíAEIáS 209
14
CEDACITO NUEVO..
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COSTüMBEES CANAELáS 21S'
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(XfSTüMREBS Cm&SJAS 225
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—¿TÚ también?
Me -pegaxofa mi éoroazm, qu© aún me duele
la rabadilla.
—¿Y quién te tumbó?
—^Un mjocetón dSe mi misma estatura que nadie
.gupo qafén fué, ¡porque d^de que caí dt3sapareciió
como una centella. Algunos dijeron que era el diar
Wo, disfrazado de hombre de campo.
—^El que te tTimbó fui yo—dijo doña Luisa, lan-
zando una careajadia y añadiendo:—^supe por ei sir-
viente que estabas en el terrero, y que habías ti-
rado Si todos los luchadores, y entonces, vistiéndome
con tu ropa marehamc© yo y nú criado a la plazaí,
para tener el gusto de darte ua buen «leñazo»,
como el que alcanzaste para tabaco.
Mira—repiieó el marido—desde que me ecbae-
te la «burra», dije para mí:—^no' siendo mi mujer,
no hay en Lanaarote quien tenga tantas fuerzas.'
El matrimpnio Fajardo, pori su excesivo peso, in-
utilizó el camello destinado para suis viajes, partién-
dolo por la giba. Doña Luisa, que era tan alta y
•gruesa como su espoaov tenía un corazón de • oro.
Enjugó muchas lágrimas con el blancoi íenzo de Sa
caridad.
A los pobres de la islR, todos los' años el día de
San BlaiS, tan distinguida dama, en su propia casa,
les servía una abundante comida. Las dádivas de
esa mujer, buena y generosa, se recuerdan aún con
encomio entre la clase desvaiMa de Lanzarote.
Si por su corpulencia extraordinaria la simpática
•doña Luisa causó la admiración de propios y extrai-
ñosi. por su inteligencia y sentimiento filantrópicos
.fué el ídolo de su pueblo.
238 TSAAG VTEBA
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—¿Quién?
• • Soy yo—oonteigta tiisia voz masculina.
El sirviente, «bri&ndo:
—^Entre, don Tibureiiot
—¡Bien venido, Pepín!: supe por el -diario que ha-
bías llegado y vengo a sa''udarte. Cuéntaone ¿cómo te
ha ido por esos «Madriles»?
• • Muy bien, requeteb.'éa—contestai el hombre-
«etuehe.—En la Corte traté a todos te hottiiibres de
vialer, tanto en la poi'ítiica como en las letras. Tengo
muchas representaciones.
—¿Sejrán tantals como las d'e «Ei puñal del godo?»
—^No se burle, don Tiburcio replica Pep^m, aña-
diendo:—en las primeras elecciones aeré encasillado
por el Gobierno". Representaré en el Parlamento a
las isla de la Gam.6ra. Y caracterizando a mis rpresen-
tadios, hablaré en el Congreso en; ep; lenguaje del sil-
bido, para demostrar que aquel pueblo tiene idiomta
propio, como Cataluña.
• • Pepín, se conoce que traes trastomíad'o el seso,
porque alega? iruchcis desatinos—.agregó el padre
d!e|í hombre-estuche.
Suenan otra' vez golpes en la puerta del zaguán:
• • ¡Adelante!—grita el criado.,
— ¡La enhorabuena, Pepín!^—exckma el que acaba
de entrar—me he enterado por «La Correspondencia
de España», que has tenido entrevistas en la Corte
hasta con el Nuncio; que traes los poderes de Maura,
áe Dato y de don Melquíades, y que Vázquez Mella
te ofreció una oanongía, porque le recitiaste de me-
moria ei «Quinto Curcio», y las oraciones de Olarte.
Ppín, dando unos paeos por la habitación:
—Señores, en el ambienta provinciano, me atroña
GÜSTüMBEES CUíARIAS 247
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I
En la a^dehueJa del Sur de Tenerife, llamada San.-
Muáro, cora-espondíente al término municipal de Gra-
nadilla, el día idieíl Santo labradoo-, hasta no hace
mucho tiempo, existíai la costumbre de dirigirle al
púbÜioo hombree rústicos siatíricoa versos, co-ocados
dent¡ro de ttn «taño» que es hecito con paja de cenr
teño.
Lioig clérigfoe que concurriían a Ja fiesta, celebraron;
más de una vez las agudezate díe ingenio de los co-
pleros, cuyos chistes salpimentadloB hací.an las de-
licias del auditorio.
El más notable de esos improvisadores, fué .Toeé-
Reyes de Ara, a quien necueirdami con encanto y
cariño sus compatriotais contempocráneoB.
.{Vamos a transcribir un fraigroento <á& uno dé-
te KHmanices del faimoso vate campesi'niO':
Las mozas con sus galanes,
las viejas con sus g-ueridos,
entran en los ventorrillos,
se toman un rosqnetito,
después dos cuartos de vino,
se limpian todos la boca
y adivina^ guien los vido.
COSTUMBEES CáHARIAS 253
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PágS.
Dedicatoria 5
AI que nos leyere .' 7
Prólogo 9
El Indiano 19
Las bodas en Agaete 25
El Forastero 29
El buen feligrés 37
La última 43
Los críticos 51
Mariquilla 57
Baile de candil 61
Teatros al aire libre 67
La noche de San Martín 73
Las visitas de duelo 77
Las Pascuas ; 83
El guia 89
La imitación 95
Los alcaldes 101
La prensa -. 109
El labrador 129
Canarios en América 135
El calzado hecho 167
Las parrandas 179
Las romerías. 191
El arroró 205
Cedacito nuevo 211
Cosas ranilleras 217
Las misas de la luz 223
La
El
Loas
Parlar
hombre-estuche
lucha
ysilbando
sátiras 227
249
241
256
Obras publicadas del mismo autor