Presentacion Uncion de Los Enfermos
Presentacion Uncion de Los Enfermos
Presentacion Uncion de Los Enfermos
INTRODUCCIÓN
La enfermedad y el sufrimiento se presentan siempre entre los problemas más graves que aquejan la vida
humana.
En la enfermedad, el hombre experimenta su impotencia y sus límites. Toda enfermedad puede hacernos
entrever la muerte.
La angustia,
La desesperación
También puede hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir sobre su vida. Con mucha frecuencia, la
enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él.
¿Por qué Jesús mostró tanto interés por los enfermos?
La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus
numerosas curaciones de dolientes de toda clase, son Citas Bíblicas
un signo
maravilloso de que "Dios ha visitado a su
pueblo" y de que el Reino de Dios está muy cerca. Mt 4, 24
Lc 7, 16
Jesús
no tiene solamente poder para curar, sino
también de perdonar los pecados, vino a curar al
hombre
entero, alma y cuerpo; es el médico que los Mc 2,5-12
enfermos necesitan.
Mc 2,17
Su compasión hacia todos los que sufren llega hasta
identificarse con ellos: "Estuve enfermo y me visitaste" Mt 25, 36
Jesús no se acercaba a los enfermos, con la
preocupación
de un médico, que simplemente
deseaba resolver el problema biológico creado por la
enfermedad
como tal, sino que su intención
fundamental era recuperar y “reconstruir”,
plenamente, a estos hombres y mujeres hundidos en
el dolor físico, y también en el dolor espiritual.
A menudo Jesús pide a los enfermos que crean (Mc 5,34.36; 9,23). Se sirve de signos para
curar: saliva e imposición de manos (Mc 7,32-36; 8, 22-25), barro y ablución (Jn 9,6). Los
enfermos tratan de tocarlo (Mc 1,41; 3,10; 6,56) "pues salía de él una fuerza que los curaba a
todos" (Lc 6,19). Así, en los sacramentos, Cristo continúa "tocándonos" para sanarnos.
Conmovido por tantos sufrimientos, Cristo no sólo se deja tocar por los enfermos, sino que
hace suyas sus miserias: "El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades"
(Mt 8,17; Is 53,4).
Por su pasión y su muerte en la Cruz, Cristo dio un sentido nuevo al sufrimiento: desde entonces
éste nos configura con Él y nos une a su pasión redentora.
Al igual que el sacramento de la Reconciliación o penitencia LA UNCION DE LOS
ENFERMOS, forma parte de los sacramentos de CURACIÓN.
Y recomendado a los fieles y promulgado por el Apóstol Santiago: “Está enfermo alguno de
vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el
nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el
Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le
serán perdonados” (St 5,14-15).
La unción de los enfermos se administra ungiendo al enfermo con óleo y diciendo las palabras
prescritas por la Liturgia.
La unción con el óleo, deberá ser en la frente y las manos, pero si las circunstancias no lo
permiten, solamente es necesaria una sola unción en la frente o en otra parte del cuerpo para
que sea válido.
La forma son las palabras que pronuncia el ministro: “POR ESTA SANTA UNCIÓN, Y POR SU
BONDADOSA MISERICORDIA TE AYUDE EL SEÑOR CON LA GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO, PARA
QUE, LIBRE DE TUS PECADOS, TE CONCEDA LA SALVACIÓN Y TE CONFORTE EN TU ENFERMEDAD”.
Las palabras, unidas a la materia hacen que se realice el signo sacramental y se confiera la
gracia.
Rito y Celebración
La celebración es muy sencilla y comprende dos elementos, los mismos que menciona
Santiago 5, 14: se imponen en silencio las manos a los enfermos, se ora por todos los enfermos,
luego la unción con el óleo bendecido.
Si un enfermo que recibió la unción recupera la salud, puede, en caso de nueva enfermedad
grave, recibir de nuevo este sacramento. En el curso de la misma enfermedad, el sacramento
puede ser reiterado si la enfermedad se agrava. Es apropiado recibir la Unción de los enfermos
antes de una operación importante. Y esto mismo puede aplicarse a las personas de edad
edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan.
Este sacramento es de “vivos”, es decir, se debe de recibir en estado de gracia, sin pecados
mortales.
MINISTRO:
Solamente los sacerdotes o los Obispos pueden ser el ministro de este sacramento.
Únicamente ellos lo pueden aplicar, utilizando el óleo bendecido por el Obispo, o en caso de
necesidad por el mismo presbítero en el momento de administrarlo.
Es deber de los presbíteros instruir a los fieles sobre las ventajas de recibir el sacramento y que
los ayuden a prepararse para recibirlo con las debidas disposiciones.
La curación de las reliquias del pecado y el perdón de los pecados veniales, así como de los
mortales en caso de que el enfermo estuviera arrepentido pero no hubiera podido recibir el
sacramento de la Penitencia (CIC 1520);