3 Evaluación para El Diagnóstico
3 Evaluación para El Diagnóstico
3 Evaluación para El Diagnóstico
Una vez superado este obstáculo, ¿qué tipo de clasificación será más útil a la
psicopatología? A lo largo de la historia, encontramos tres propuestas
aparentemente distintas: categoriales, dimensionales y prototípicas:
Ventajas
Facilitación de la comunicación entre profesionales
Limitaciones
Falta de teoría
La versión DSM-IV-TR (APA, 2000) consistió en una revisión del texto para
corregir errores y ajustarlo a los requerimientos políticos y científicos del
momento.
Aunque el texto aumenta cincuenta páginas sobre el DSM-IV, los cambios no
resultan demasiado importantes. Considerando que los psicólogos lectores de
este manual es muy probable que se encuentren con informes de sus
pacientes que todavía incluyan el DSMIV-TR como sistema de clasificación,
parece razonable incluir un breve resumen de sus cinco ejes:
(2013) llevaron a cabo el estudio WHO-IUPsyS Global Survey, que examinó los
puntos de vista y las prácticas de los psicólogos con respecto a los sistemas de
clasificación diagnóstica para los trastornos mentales y del comportamiento,
para contar con esta información en el desarrollo de la CIE-11 por parte de la
OMS. La OMS y la Unión Internacional de Ciencias Psicológicas (IUPsyS)
realizaron una encuesta multilingüe a 2155 psicólogos de veintitrés países. El
60 % de los psicólogos decían que, generalmente, utilizaban de manera
rutinaria un sistema de clasificación diagnóstica, y era la CIE-10 la que se
empleaba en el 25 % de los casos, frente al DSM-IV, que se empleó en el 75 %
de los casos. Si se analizan las diferencias entre continentes, en África
emplean la CIE-10 el 38,3 % y el DSM-IV el 75,5 %; en Asia la CIE-10 el 38,5
% y el DSM-IV el 57,3 %; en Europa la CIE-10 el 62,9 % y el DSM-IV el 33,3 %;
y, finalmente, en EE. UU., la CIE-10 el 1 % y el DSM-IV el 93,9 %.
– La CIE se distribuye de la manera más amplia posible a muy bajo costo, con
importantes descuentos para los países de bajos ingresos, y está disponible de
forma gratuita en internet. El DSM genera una parte muy importante de los
ingresos de la Asociación Americana de Psiquiatría no solo de las ventas del
libro en sí, sino también de productos relacionados y permisos de derechos de
autor para libros y artículos científicos.
En este libro, aun teniendo en cuenta las limitaciones señaladas respecto a las
clasificaciones prototípicas y las controversias suscitadas por el DSM-5, dado
que los instrumentos diagnóstico publicados hasta el momento actual hacen
referencia a estas clasificaciones (DSM y CIE), se va a seguir la orientación
mayoritaria, es decir, utilizar las clasificaciones DSM-IV (y DSM-5 cuando sea
posible) en el diagnóstico de los trastornos mentales, aunque con referencias a
la CIE-10 (y CIE-11 cuando sea posible) siempre que pueda ser conveniente o
necesario. Es previsible que en el futuro los instrumentos que permitan a los
clínicos e investigadores realizar una evaluación psicopatológica tiendan a ser
medidas intermedias entre las clasificaciones prototípicas y las dimensionales.
De este modo, debemos abordar a continuación el problema de ¿cómo se
identifican los trastornos o los criterios diagnósticos?, ¿qué herramientas se
han desarrollado para facilitar este proceso?, ¿cómo se relaciona el diagnóstico
con el proceso de EPC? Los siguientes puntos intentan ofrecer respuesta a
este tipo de preguntas.
Brown y Barlow (2009) encuentran que hay más similitud que diferencias entre
los distintos trastornos emocionales comunes en atención primaria, por lo que
tendría sentido desarrollar tratamientos equivalentes para todos los desórdenes
emocionales.
Con este objetivo, Barlow et al. (2011, 2016, 2018) desarrollan el protocolo
unificado para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales,
que cuenta con evidencia empírica sólida, y que incluye diferentes técnicas
cognitivo-conductuales como la psicoeducación, la exposición o la
reestructuración cognitiva, además de otras técnicas basadas en estrategias de
regulación emocional y técnicas de conciencia emocional. Este protocolo ha
demostrado ser eficaz tanto en formato grupal como individual.
Nos parece imprescindible que los psicólogos del ámbito clínico de nuestro
país conozcan el manual de tratamiento transdiagnóstico del estudio PsicAP
realizado en España (Cano-Vindel et al., 2016; González-Blanch et al., 2018),
que es una terapia grupal cognitivo-conductual transdiagnóstica de solo siete
sesiones que ha demostrado ser eficaz para tratar los trastornos emocionales
más frecuentes en atención primaria. El manual de tratamiento fue desarrollado
por Cano-Vindel (2011), profesor del Departamento de Psicología Básica de la
Universidad Complutense de Madrid. Cada sesión de tratamiento tiene una
duración de una hora y media, y se desarrolla a lo largo de cuatro meses, en
subgrupos de ocho a doce personas. Las técnicas que se utilizan son:
psicoeducación, relajación, reestructuración cognitiva, técnicas conductuales y
prevención de recaídas. En el cuadro 3.2 se recogen los trastornos evaluados
en este protocolo y los instrumentos de evaluación empleados. El lector puede
consultar estos instrumentos en el capítulo 8 en los recursos para la
evaluación.
Los resultados del estudio PsicAP señalan que, al emplear este protocolo en
atención primaria, se obtienen beneficios entre tres y cuatro veces superiores al
tratamiento habitual del médico de atención primaria.
3.3.1. Cuestionarios
Todo ello hace que, a pesar de la utilidad y aparente facilidad de manejo de los
cuestionarios, estos deban utilizarse con cautela, especialmente si lo que se
quiere es llegar a un diagnóstico DSM o CIE. Parece más útil incluir los
cuestionarios en un proceso global de EPC que les dote de sentido y enmarque
sus resultados.
SCL-90-BSI Somatización
(Derogatis y Spencer, 1993) Obsesión-compulsión
90-60 ítems Sensibilidad interpersonal
20 minutos Depresión
Ansiedad
Hostilidad
Ansiedad fóbica
Ideación paranoide
Psicoticismo
PHQ Estrés
(Spitzer, Kroenke y Williams, 1999) Alcohol y drogas
Dos fases: cuestionario 26 ítems Problemas cognitivos graves
entrevista
20-5 minutos
PHQ-9 Depresión
(Kroenke, Spitzer y Williams, 2001)
Una de las herramientas que puede resultar más útil en la práctica clínica, y
que tiene una integración muy sencilla en el proceso de EPC, es el PHQ
(Patient Health Questionnaire) propuesto por Spitzer, Kroenke y Williams
(1999) a partir del PRIMEMD, que los mismos autores habían propuesto en
1994 como herramienta útil en la práctica médica en atención primaria. El PHQ
es una herramienta de segunda generación que prima la brevedad sin perder la
calidad de sus precedentes. En este caso, se utiliza una estrategia de dos
fases: en primer lugar, se aplica un cuestionario muy breve, que, una vez
revisado por el evaluador, se puede completar con una segunda fase de
entrevista semiestructurada, igualmente breve, que confirme la detección
inicial. Aunque el instrumento está diseñado para su aplicación por
profesionales de la salud sin especialización en salud mental, puede resultar
muy útil en la consulta clínica de salud mental como ayuda a la detección inicial
de problemas y acercamiento al diagnóstico. En los recursos para la evaluación
se incluye el instrumento completo. El PHQ se ha diseñado siguiendo los
criterios DSM-IV y la información acumulada sobre la sensibilidad y
especificidad de las preguntas incluidas en las entrevistas estructuradas.
Existen diversas versiones del PHQ, como puede observarse en el cuadro 3.3,
todas ellas con alta sensibilidad para detectar diferentes trastornos mentales en
muestras de pacientes de atención primaria españolas. El PHQ-15 (síntomas
somáticos), PHQ-9 (depresión), GAD-7 (trastorno de ansiedad generalizada),
PHQ-PD (trastorno de pánico) y PHQ-4 (depresión y ansiedad) se incluyen en
el capítulo 8 en los recursos para la evaluación.
DSM-5 CIE-11
SCID-5-PD (trastornos de
personalidad)
CIDI SCID-5-CV
– Estructurada – Semiestructurada
– CIE-10 – DSM-5
En función de los datos revisados, debe haber quedado claro que la entrevista
CIDI es eminentemente epidemiológica, y queda más alejada del alcance y del
uso habitual del clínico en su práctica cotidiana. Sin embargo, la versión clínica
de la SCID (SCID-5-CV), más flexible y con mayor contenido clínico, puede
resultar de gran utilidad clínica y diagnóstica, y merece un comentario algo más
extenso que, al menos, enumere sus principales características. En el cuadro
3.8 se recogen los módulos que incluye la SCID-5-CV. Para una mayor
información, consultar el manual User’s Guide for the Structured Clinical
Interview for DSM-5® Disorders-Clinician Version (SCID-5-CV) (First, Williams,
Karg y Spitzer, 2015).
SCID-5-CV
F. Trastornos de ansiedad
J. Trastorno adaptativo
La pauta de Othmer y Othmer incluye siete fases o momentos que pueden ser
aplicados en una sola sesión de alrededor de una hora de duración (en caso de
necesitar más tiempo, la recomendación es la de hacer una segunda
entrevista, mejor que ampliar el tiempo de la primera para controlar los factores
asociados al cansancio del entrevistador y del entrevistado). Estas siete fases
son: la exploración inicial, la exploración de los diagnósticos probables, la
confirmación de los criterios diagnósticos, el estudio de los factores
psicosociales y de funcionamiento global de la persona, la historia clínica, el
diagnóstico propiamente dicho y el pronóstico con y sin tratamiento. En el
cuadro 3.10 se presenta un esquema que proponemos partiendo de la idea de
Othmer y Othmer, para la entrevista semiestructurada de diagnóstico.
1. Exploración inicial
1. Posibles.
2. Excluidos.
3. No explorados.
3. Criterios diagnósticos
Examinar lista 1:
Duración.
Gravedad.
Relaciones temporales.
Valorar funcionamiento psicosocial (p. ej.: áreas personal, social, laboral y ocio)
y salud general.
7. Pronóstico
La tercera fase es más restrictiva. En primer lugar, se van a revisar todos los
trastornos marcados como posibles con preguntas de detección contrastadas,
como las que se incluyen en la pauta para la entrevista de detección de
Vázquez y Muñoz, recogida en los recursos para la evaluación (capítulo 8).
Este proceso debe ir ayudándonos a tachar de nuestra lista de posibles
algunos de los trastornos incluidos inicialmente. Igualmente, en esta fase
debemos eliminar toda posibilidad de que resten trastornos no explorados.
Además de las preguntas claves, se incluirán preguntas de cuestionarios de
detección de un posible trastorno, como los abordados en el capítulo 2.
Una vez que hayamos identificado aquellos trastornos más probables, vamos a
pasar a explorar su duración, gravedad y las relaciones temporales que han
guardado entre ellos hasta hoy: “¿Cuál apareció primero?”, “¿aparecieron
todos los síntomas de forma simultánea o secuencial? Y en ese caso, ¿cuál
primero?”, etc. En este momento, puede surgir la necesidad de explorar de
forma más detenida algún posible trastorno de personalidad. En este caso,
considerar otros instrumentos: entrevistas específicas (SCID-5-PD; IPDE) y test
psicológicos (PID-5, PAI, MCMI-III o MCMI-IV; MMPI-II-RF, MCPI). De forma
similar, se abordarán también las condiciones médicas del paciente. Es el
momento de recordar que el trabajo psicológico pocas veces puede llevarse a
cabo de forma aislada y, generalmente, resulta más adecuado integrarlo en
equipos multidisciplinares o, en cualquier caso, colaborar con otros
profesionales sociales y de la salud. Esta fase termina cuando en nuestra lista
de trastornos no quedan más que diagnósticos posibles, todos han sido
explorados y, seguramente, la mayoría excluidos.
Finalmente, solo nos resta anticipar un pronóstico del paciente, mejor dicho, un
doble pronóstico: el primero, que nos facilite alguna información sobre el futuro
del paciente sin tratamiento, y el segundo, que nos indique las posibilidades y
expectativas de los tratamientos disponibles (es recomendable utilizar las
directrices sobre tratamientos con base empírica suministradas por la APA –
psicológica– y actualizadas continuamente en su página web). El balance entre
uno y otro puede, en muchos casos, ser decisivo para recomendar o no una
intervención determinada.
En esos mismos años, sus relaciones sociales siguen un camino muy pobre y
comienzan las dificultades con las chicas. En esos años, Anakin informa de una
falta casi completa de relaciones sociales, un bajo estado de ánimo, un
sentimiento muy fuerte de inseguridad al ir por la calle o al hacer otras
actividades y unos pensamientos de infravaloración de sí mismo. Para tratar de
superar esta situación, busca refugio en la religión, apoyado por sus padres.
Poco después, tampoco se adaptaría al ambiente y filosofía religiosa y se
separaría de forma brusca del mismo.
A los veintidós años, en el jardín de su casa, tras una discusión con su principal
(y prácticamente único) amigo, sufre el primer desmayo con pérdida de
consciencia.
Diagnóstico
a) Desmayos.
b) Pseudoalucinaciones.
c) Despersonalización.
d) Evitación.
e) Anticipaciones.
Ansiedad ante determinados estímulos ambientales (árboles secos,
escombros, descampados):
a) Evitación.
b) Anticipaciones.
Pensamientos de infravaloración.
Pseudoalucinación en situaciones
sociales de trabajo
6. Se ve a sí mismo como
socialmente inepto, con poco atractivo
personal o inferior a los demás
Quiere decirse que la identificación entre problema y criterio DSM no puede ser
completa, sino una mera guía de búsqueda y comparación. Por otra parte, la
coincidencia de los problemas con los criterios comienza a aportar validez de
contenido convergente a nuestra hipótesis psicopatológica. Para ganar validez
divergente será necesario contrastar la lista de problemas con otros trastornos
similares, pero distintos: hacer el diagnóstico diferencial. En la siguiente figura
se incluyen algunas de las principales categorías con las que se realizó el
diagnóstico diferencial (cuadro 3.14).
en la adolescencia esquizotípica
sociales de trabajo
“sentimentales”
Sentimientos de soledad y tristeza
Bien es cierto que tanto la IPDE como la SCID-II podrían haber resultado de
utilidad. Ambas habrían sido más útiles si nuestro interés principal hubiera sido
el diagnóstico y no el tratamiento, como era el caso. La mayoría de las
preguntas diagnósticas de ambas entrevistas fueron empleadas de forma
cualitativa durante la entrevista con Anakin. Los resultados de ambas pruebas
se incluyen a continuación en las figuras 3.3 y 3.4.