Jurisdiccion Eclesiastica Abadesa Huelgas
Jurisdiccion Eclesiastica Abadesa Huelgas
Jurisdiccion Eclesiastica Abadesa Huelgas
A LA JURISDICCIÓN ECLESIÁSTICA DE LA
ABADESA DE LAS HUELGAS
Ocasión
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La parte histórica f
(6) A. DE CASTOO ALBARnAN, La Abadesa de Las Huelgas, "Ecclesia", VII (1944), pag. !.183.
(7) Pág. 87. No hubiera estado de más recordar que en el Clster ademas de los requi-
sitos comunes se exige Ia Ucencia del Padre inmediato para enajenar, por ejemplo. Algunas
de estas Ucencias pudieron darse por este titulo, y de hecno se dieron.
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Abad Dom LuciANO SERRANO (8), cuyas páginas están materialmente re-
pletas de referencias dadas pon Ilustrísimas Abadesas al Monasterio de
Villamayor de M o n t e s ^ : < j .^ d
Otro ejemplo puede ser el ejercicio del derecho de visita. No cita Es-
crivá (pág. 67) más que una comisión dada en 1612 a Fray Juan Rueda
para realizarla. Sin llegarse a los archivos de las casas visitadas podría
haber encontrado impresos testimonios elocuentes: "... no hay noticia—se
dice en un curioso pleito impreso del siglo xviii—que se haya visitado ni
libros ni otra cosa alguna perteneciente, ni a Io espiritual, ni a Io tempo-
ral de él [el Monasterio], por otras personas que las que envía comisio-
nadas Ia Abadesa de Las Huelgas, como Prelada inmediata de el Real Mo-
nasterio de Barria (9)..., y con comisión suya se hallan visitados los libros
de que se hacemención..." (io).
Todo esto sea dicho para corroborar Ia tesis de Escrivá y con ánimo
únicamente de mostrar nuevos veneros de pruebas para ella. Pero no ha
de ser sin que dejemos aquí constancia de que a nuestro juicio, aun sa-
biendo ciertamente que hay quien ha pretendido defender Io contrario, él
Ia prueba plenamente. El ejercicio de jurisdicción celesiástica por parte de
Ia Abadesa es ya algo indiscutibk (ii).
Apuntemos, sin embargo, de dónde haya podido proceder acaso el dic-
tamen adverso a que hemos aludido. Cediendo a exigencias de orden, buen
gusto y amenidad, ha esparcido el autor sus pruebas en diversos lugares
del libro. Lejos ya de Ia parte histórica, en plena disertación doctrinal (val-
ga a manera de ejemplo), aduce a Ia página 334 (n. ioo) Ia profesión de
Juan de Palacios en manos de Doña Misol, y un poco antes (pág. 333,
nota 97) el interesantísimo edicto de Doña Joaquina Calderón. TaI vez
esta dispersión haya restado aparentemente fuerza a las pruebas, que enu-
(8) Madrid) 1834. Citándolo hubiera tenido ocasión Escriv4 de hacer notar U exaje-
raclón notoria que encierran las trases rte Ia págr. 5: "... es un caso singularísimo, mág sin-
ffUter que el de Las Huelgas, en los Anales del Derecho eclesiástico." En el reciente llbro
(posterior al de Escrivá) de A.- CALvo El Monasterio de Gradefes (León, 1945) bay también
detalles Interesantes (pág-s. 236-244) y ejemplos de licencias (Apéndice nn. 100 y 101, pági-
nas 408 y slg-s.).
(9) Escrivá acentúa siempre, equivocadamente, "BarrIá", terminación ísIa inusitada en
Álava.
(10) Memorial ajustado del pleito, que se sigue en esla Real Chancitteria entre el Fiscal
de S. M. en Io civil de eVa., los cabildos eclesiásticos, mayordomos de Fábrica, RegidorSl,
Concejos y Vecinos de los Lugares de Narbaja y Aspuru y sut respectivas Iglesias Pmrro-
<;uiales... Con ta Abadesa, Priora y religiosas de el neal Monasterio... de Nuestra Sra. de Ba-
rrta, Orden del Cister... (fechado en Valladolid 1787), rol. 186. Versa sobre el ejerctelo da
jurisdicción por parte dc Ia Abadesa, acerca del que se encontrarán detalles en J. 1. LAN-
i>AzuRi, Historia eclesiástica de Io M. N. y M. L. Provincia de Atava (Pamplona, 1797 (1.* ed.),
pág-s. 285-29!; Vitoria, 1928 (2.« ed.), pág-s. 242-348.
(11) "Este estudio de los nechos, exhaustivo y completo..." dice el Sr. GnaÉNEz FERNAm>EZ,
abundando en nuestra opinión: La Abadesa de Las Huelgas, "Arbor" H (1944), págs. 395 y sigs
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El Cister
Y llegamos al punto del estudio de Escrivá en que más acertado ha
estado él y en el que hemos de ponerle nosotros mayores reparos. Nos re-
ferimos a Ia descripción, realmente lograda, siempre sagaz, a veces genial,
que él hace del progresivo desarrollo de Ia jurisdicción eclesiástica de Ia
Abadesa. A través de los tres capítulos vii, viii y ix se va viendo con
claridad cómo está surgiendo y precisándose más y más, bajo el influjo,
a veces encontrado, de Ia Realeza y del Episcopado, sin olvidar Ia fuerza
misma del Monasterio con su Historia gloriosísima... ¡y sus Infantas!
Al estudio de Escrivá sobre las relaciones de Ia Abadesa con los Obis-
pos y eI apoyo de los Reyes apenas tenemos nada que objetar. Lo decimos
sinceramente. Y con idéntica sinceridad añadimos que el aspecto cisterciense
del asunto ha quedado harto oscuro, o méjor, harto menos claro de Io que
de Ia comparación con los otrós dos hubiera cabido esperar.
Precisemos brevemente.
No nos referimos a Ia vida interna del Monasterio. Cierto que el autor,
que escribe lleno de cariño hacia él, podía haberle hecho un buen servicio
diciendo de esa vida algo más halagüeño que las pocas noticias consignadas
en las notas 26 y 27 de Ia página 70, en rudo contraste con las afirmaciones
de ALONSO NúÑEz DE CASTRO reproducidas en Ia página 15. Porque si
brillo y lustre singular dan a una casa religiosa las visitas de Reyes^y bo-
das de príncipes, que el autor cita con profusión, mucho mayor Ia da Ia pun-
tual observancia religiosa.
Nuestro intento es llamar Ia atención sobre el fruto que se podría ha-
ber sacado del estudio de Ia legislación peculiar del Cister. Es cosa que
llama reciamente Ia atención ver ausentes de esta obra las colecciones de
sus documentos oficiales. A falta de un Bullañwm cisterciense, aun no pu-
blicado desgraciadamente, las obras de Paris, Enriquez o Portes hubieran
hecho un buen papel. Y para que no pueda dudarse de ello, pongamos unos
ejemplos.
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(20) "Las novedades de esta segunda bula se refleren todas eUas a prlvilogios comunes
de Ia Orden" (pag-. 201).
(21) Reproducido en las p*gs. 176-179.
(22) Merece Ia pena leer integramente Ia bula, -de cláusulas amplísimas, reproducida en
Buttarlum romanvm, V (Turln, 1860), págs. 324-326, n. XI de las de Inocencio VIII. En
cuanto a Ia bula "Bx parte", puede verse en Privileges de l'ordre de Cisteaux, (Paris, 1713),
páginas 48 y slgs.
(33) Síntesis de las mis logradas y felices que tlene Ia obra.
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(24) Instítutiones capituU yei>eraHs, lit. XV, De inunialibvs. Ver también los capítulos de
1281 (n. 26) y 1926 (n.- 8), rea!meme terminantes. Cfr. capítulos de 1222i(30), 1229 (7), 1S42 (41),
1262 (7), 1431 (43), como muestra de Ia abundante legislación en este punto, que tan singular
parece a Escrivá.
(25) N. 5. La mejor edlcion de fuentes de Derecho particular cisterciense es, a nuestro
juicio, Ia de D. J. M. C*mvEz, O. C. R., SMuta ca]>itulorum generaUum ordinis ctsterciensis
ab anno 1116 ad annum 1786... 8 vols. ("Bibliothèque de Ia Revue d'Hlstoire Ecclésiastique"
tomos 9-14, B. Lovalna, 1933)). La exquisita caridad del Rvdmo. P. D. Marla Buenaventura Ra-
inos, 0. C. H., al abrirnos generosamente Ia Biblioteca de su Abadía de San Isidro y permi-
tirnos manejar esta colección, algo rara en Espafia, nos cIeJ6 obligados a agradecérselo desdo
aquí publicamente.
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JJO
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Final y síntesis
Queremos cerrar estas páginas reproduciendo unos párrafos que el prín-
cipe de los actuales canonistas españoles dedicó a Ia Ilustrísima Abadesa.
(31) De privUegHs. De dispensations (Malinas, Roma, 1939), pég-s. 134, 73, nn. 135, 72.
Cfr. De consuetudine (MaHnas, Homa, 1933), págs. 10, 153-154, 172-176, nn. 7, 174-176, 197-202.
(32) Coment. ad c. II, cum tanto, X, de consueludíne, n. 70-83, pag:. 68-82 (edlclón de Ve-
necla 1605).
(33) De synodo dioecesana, 1. XIIl, c. 8, nn. 17-25.
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(34) El lil)i'o uK Escriva Ua venido u conUriiiar ampliamente esta aurmación. En sus pA-
pinas pueden verse reflejadas Abadesas que en nada desmerecen en energía, taeto y pruden-
da junto a cualquier lion>bre. Sobre todo si Ia comparación se hace, como convtene, eon lo»
prelados de territorios exentos similares.
(35) TaI vez el capitulo XI de Escrivá Imponga un emoUente a «sta frase y a otras pare-
cidas, Incluso de extranjeros. Puedeu verse los curiosos estudios sobre el tema publicados en
i>i Annuaíre pontifical calholi<jue, do BATTANDiEii, vols. I (1898) y II (1898). En este segundo,
no citado por E., se ocupa expresamente de Las Huelgas, haciéndose eco de un estudio del
I'. Pío DE LANGONio, O. F. M. Cap., publicado en "Analecta eclesiástica", de Junlo de 1898, y
anrmando que"'aun subsistía Ia jurisdicción de Ia Abadesa (!)•
(36) M. MuNiz, T>rncerttmivntr>s ertesia*ticnt (Sevilla, 1924), tom. I, pags. 182-183, n. SU.
(:i7' PAj. 2 9 « .
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Todo esto es del Excmo. Sr. Arzobispo de Santiago. Con cuya auto-
ridad queremos sellar estas notas, no sin antes tornar con nuestra más
cordial felicitación al autor que a ellas ha dado ocasión, repitiendo Io que
bella y galanamente dijo un más diestro señor de su pluma que nosotros:
''A tal señor, tal honor. Para estudiar Ia figura prestante, prelaticia, cuasi
episcopal de Ia Ilustrísima Señora Abadesa del Real Monasterio de Las
Huelgas, este libro docto, señero, rea! de don José María Escrivá* (41).
LAMBERTO DE ECHEVERRÍA
catedrático de Ia Universidad Pontlflela de Salamaiic«
(38) No hubiera sido difícil, en erecto, sino antes positivamente fácil, salvar, a través del
artículo 11 de Concordato, los derechos de Ia Abadesa como cabeza de Ia Congregación- de
Monasterios cistercienses, a los que no era cosa llana hacer entrar en las clausulas de Ia bula
Quae diversa.
(39) Subrayamos y anotamos nosotros.
(40) L. cit,, pág, 184.
'41) CASTRO ALBARHÄN, La Abadesa de Las Huelgas. PAg. 1.183.
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