Codificación
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PREHISTORIA Y CRIMINALIDAD
Debido al fatricidio primordial de Abel por Caín, se ha repetido con frecuencia que
el crimen es tan antiguo como la Humanidad misma. Si literariamente esta frase
puede no merecer objeción alguna, la tiene desde el punto de vista del Derecho
penal. En efecto, «crimen>> es una compleja noción jurídica, criminológica y
sociológica que se desarrollará muy posteriormente, razón por la cual no puede
ser aplicada a ningún tipo de conducta humana en tiempos prehistóricos.
Los eruditos en esta materia ni mencionan siquiera esta posibilidad. La única
excepción es, tal vez, la de Raymond A. Dart, quien, en el capitulo noveno de su
libro se refiere a la antiguedad del «asesinato». Una posición mucho más
cuidadosa es la tomada por el prehistoriador chino Wu Rukang al afirmar que
«entre dos y seis mil años atrás, los hombres se "mataban" entre sí.
No cabe duda que los hombres primitivos se conducían de acuerdo con las
condiciones y las practicas existentes en aquellos tiempos, cuando “matar” era un
elemento importante para la supervivencia de cada cual.
Siglos después, cuando los hombres comenzaron a vivir en comunidades más
grandes, empiezan a aparecer las primeras limitaciones o prohibiciones de la
conducta individual, impuestas por los jefes civiles o religiosos, con el objeto de
hacer frente a las necesidades sociales y de seguridad de todo el grupo social.
Estas medidas restrictivas pudieron haber sido similares a lo que, posteriormente,
los polinésicos entendieron por “tabú” es decir, algo prohibido debido a las
necesidades o las costumbres imperantes en el grupo o por tener algún significado
mágico o religioso.
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PROTOHISTORIA Y VENGANZA
La venganza privada tuvo siempre, entre muchas otras fallas, dos defectos
capitales. Por una parte, creaba una reacción en cadena que fluctuaba entre
ambos extremos del binomio agresor-victima, reacción que podía durar una
eternidad. Por la otra, la venganza era siempre más grave y con consecuencias
cada vez más serias, tanto para el agresor como para la víctima y sus respectivos
grupos sociales, sea la familia, el clan o la tribu.
Ellas no podían tolerar por mucho tiempo perdidas tan graves, razón por la cual,
lenta pero seguramente, comenzaron a imponer medidas restrictivas para evitar
los excesos de la venganza privada. Si bien en forma un tanto confusa y
desordenada en un comienzo, lograron su propósito posteriormente.
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castigar al ofensor. Esta ya no radica en las manos de la víctima, sino que se
transfiere a la familia, clan o tribu, según el caso.
La nueva fórmula fue la venganza divina, que aflora cuando magia y religión
llegan a constituirse en efectivos poderes socio-políticos. Este cambio fue posible
gracias al miedo irracional o a la devoción reverencial que el hombre primitivo
tiene por las divinidades, las fuerzas supernaturales y entidades similares. Todo
acto que afecte al bienestar de las comunidades o de sus miembros integrante, es
considerado como una afrenta o transgresión a las deidades del grupo, las cuales
podían expresar su enojo en forma de plagas, terremotos o catástrofes similares.
El castigo del ofensor se presumía capaz de calmar la furia de los dioses, siempre
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que hubiera una proporción adecuada entre la injuria y su castigo. Es aquí donde
es posible encontrar el origen remoto de la retribución taliónica.
El malhechor no solo tiene que pagar su deuda con el grupo o la comunidad
injuriada, sino que también debe arreglar sus cuentas con los dioses.
Este tipo de venganza supersticiosa fue administrada por el clero de cada lugar y
puede ser considerado como la génesis de la demonología y de la brujería, que
tanta importancia adquirirían durante la Edad Media. Muchas de las legislaciones
primitivas regularon después los detalles del monto de la compensación pecuniaria
o de la crueldad de la venganza.
Es también en esta época cuando las nociones de “crimen” y “pecado” comienzan
a esbozarse y a confundirse una con otra, por cuanto ambas reflejan falta de
respeto o desafío a la divinidad.
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SUMERIA: CUNA DE LA CIVILIZACION OCCIDENTAL
Desde principios del siglo XIX, una cantidad de exploradores, más aventureros
que científicos, con más imaginación que pragmatismo, comenzaron a excavar los
grises montículos arenosos existentes en diversas partes de nuestro planeta. Este
fue el comienzo de la arqueología. Cada uno de los fragmentos desenterrados de
aquellas colinas artificiales era una contribución directa a la reconstrucción del
rompe-cabezas de nuestra primitiva historia, la cual, de lo contrario, seguiría
perdida en la noche de los tiempos. Sin documentos escritos, estos pequeños
objetos nada expresan excepto el hecho que estuvieron en uso.
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seguir prosperando si todos sus habitantes se dedicaran a un solo tipo de trabajo,
sea la pesca o la caza, como sucedía antaño. Era indispensable ahora una mayor
diversificación de funciones y de labores mas especializadas. Fue también
necesario resolver los nuevos problemas políticos y sociales que se fueron
presentando a medida que la comunidad humana se iba haciendo más compleja.
Durante el quinto milenio a. C., grupos de halafianos comenzaron a trasladarse
hacia el Sur, seguramente en busca de mejores condiciones de vida.
Hacia fines del mismo milenio estas primigenias comunidades constituían ya una
fuerza civilizadora en una amplia región del Cercano Oriente. Fue en esa época
cuando hordas de nómadas semitas comenzaron a infiltrar las comunidades ya
establecidas, tanto como conquistadores en busca de botín, pero también como
inmigrantes pacíficos interesados tan sólo en mejorar su suerte. La mezcla de
estos tres pueblos y de sus respectivos tipos de cultura produjo una era de mayor
productividad y desarrollo, lo que sirvió de fundamento a la primera verdadera
civilización humana, la de los sumerios.
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la escritura, en materia de educación y comunicaciones. La ciudad sumeria tenía
dos factores determinantes.
Por una parte, la lealtad individual pasó del pequeño núcleo familiar o del clan de
la aldea, a la tribu, que era el grupo social más grande de la ciudad. Por otra parte,
el templo donde los ciudadanos rendían tributo a sus divinidades locales,
consideradas como sus protectores, no solo estimulaba en ellos un sentimiento de
comunión, sino que también el orgullo y el patriotismo de toda la población. Como
lugares sagrados de la comunidad, los templos tuvieron pronto la necesidad de
establecer un clero especializado que pudiera dirigir los ritos y ceremonias de rigor
y presidir la celebración de los festivales sacros.
Siendo ilimitada la ambición de los hombres, cada uno de los sumerios quiso
poseer tanto terreno irrigado como le fuera posible. El uso de la fuerza y de la
violencia se hizo cada vez más frecuente, con desastrosas consecuencias para el
perdedor. He aquí los orígenes de la apetencia de riqueza, de la rivalidad por el
prestigio del individuo y de su clan familiar y de la lucha por el poder político. Las
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más agresivas de las ciudades primitivas recurrieron a la guerra para el logro de
sus ambiciosos objetivos. Para ello tuvieron que elegir, entre sus ciudadanos más
capaces, aquel que les dirigiera en sus empresas bélicas. Este fue el comienzo de
la monarquía y de la ciudad-estado, la nueva entidad política de la época.
Poco después que apareció la escritura, casi todos los textos legales eran
preparados por los ”dubsar”, quienes copiaban códigos ya existentes o inscribían
las nuevas disposiciones legales. No cabe duda que estos textos eran corregidos
y ampliados por posteriores legisladores o escribas. Pero son estos textos los que
constituyen la base indispensable para estudiar la evolución del Derecho penal,
sobre todo desde la época en que hubo escribas especializados en inscribir las
disposiciones legales establecidas por las autoridades competentes.
Cierto es que no siempre se puede distinguir con precisión si alguna tableta refleja
decisiones tomadas por el monarca, por algún magistrado o por la simple iniciativa
de un “dubsar”, pero no cabe duda que algunas de estas disposiciones eran lo
suficientemente importantes como para merecer ser incorporadas en un “Código”.
La mayoría de los códigos sumerios son copias más o menos extensas de textos
ya existentes. Por ejemplo, las frases finales del epilogo del Código de Hamurabi
son copia, directa o indirecta, de las del Código de Lipit-Ishtar, de unos 150 años
antes. Vale la pena agregar que estos no reflejan una mezcla entre normas
legales y religiosas. Cuando aparece alguna referencia religiosa en alguno de sus
textos, ello puede estar relacionado al interés personal del monarca o del escriba
que participaron en su elaboración.
EL CÓDIGO DE UR-NAMMU
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siglos después con el Código de Hamurabi pero lo que se conoce en la actualidad
no es la estela original, ni siquiera una copia contemporánea de la misma, sino
que es una copia muy mal preservada en una tableta que data varios siglos
después. Samuel N. Kramer, profesor de la Universidad de Pennsylvania, en los
Estados Unidos de América, quien descifró esta tableta cuneiforme, la denomina
“El Código legal más antiguo del mundo”
-- Si. (un hombre a otro hombre con un instrumento)…le ha cortado el pie, tendrá
que pagar diez shekels de plata ;
- Si un hombre a otro hombre, con un arma, Ios huesos… ha fracturado, tendrá
que pagar una “mina” de plata; y
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- Si un hombre a otro hombre, con un instrumento, ha cortado la nariz, tendrá que
pagan dos tercios de una mina de plata.
El Código de Ur-Nammu impresionaba como más humano y menos cruel con sus
multas e indemnizaciones, a pesar de sus penas corporales y su pena de muerte.
Desde otro punto de vista, este código fue el prototipo para todos los Códigos que
aparecen posteriormente en Sumeria, Babilonia y Asiria.
Aun cuando hasta la fecha no se han descubierto códigos sumerios más amplios y
coherentes, tenemos, en cambio, una basta información sobre su administración
de justicia, pues existen cientos de tabletas de interés judicial encontradas en las
ruinas de Sumeria y Acadia. Ellas nos enseñan las prácticas jurídicas y el
procedimiento seguido en las cortes y tribunales de las ciudades-estado sumerias
y reflejan las costumbres judiciales imperantes en aquella remota época.
En los archivos encontrados en varias localidades, se han descubierto una
cantidad de códigos, es decir, los protocolos de casos juzgados.
En la jurisdicción estatal los dioses eran los jueces supremos y el rey tenía la
responsabilidad de mantener del orden. En la práctica, la administración de justicia
estaba en manos de los “ensi” quien podía determinar, en casos de daños
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excesivos causados a un particular, cuyo valor ningún ciudadano podía
indemnizar, que la victima fuera compensada con fondos públicos, provenientes
del templo o del palacio, según el caso.
La ley, basada en los deseos de los dioses, era uno de los fundamentos de la
comunidad y existía de hecho mucho antes de los códigos escritos, en la forma de
reglas estrictas de conducta. El individuo y su propiedad incluyendo la de las
mujeres, que tenían una posición social casi idéntica a la de los varones así como
los derechos del rey y los sacerdotes, estaban específicamente protegidos.
La constancia escrita de cada proceso era la mejor protección contra las
arbitrariedades o violaciones de la ley. En resumen, no es exagerado afirmar que
las disposiciones legales y las procesales de los sumerios sirven aún de base
importante para las legislaciones modernas en materia civil, criminal y mercantil y
aun, en menor proporción, al Derecho internacional.
EL CÓDIGO DE LIPIT-ISHTAR
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identificados como una copia del documento original. Este descubrimiento permitió
agregar dos hechos más a la historia legal del Cercano Oriente.
Primero, un nuevo código, redactado en sumerio cuneiforme, fue agregado a los
demás ya conocidos, escritos en acadico, asirio e hitita.
Segundo, este Código, cerca de dos siglos antes que el de Hamurabi, estaba, sin
embargo, claramente vinculado con este, lo que permite un mejor análisis y
comprensión del desarrollo de los conceptos legales en el sur de Mesopotamia.
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12. Si una esclava joven o el esclavo de un hombre ha huido al corazón de la
ciudad y se ha podido establecer que ella (o él) vivió en casa de (otro) hombre por
un mes, este dará esclavo por esclavo.
13. Si no tuviera esclavo, pagará quince shekels de plata.
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CONCLUSIONES
1. El Código de Hamurabi no es el más antiguo de los conocidos actualmente.
2. Los Códigos sumerios de Ur-Nammu y de Lipit-Ishtar, así como las Leyes de
Eshnuna, son anteriores a Hamurabi.
3. Los descubrimientos arqueológicos, que se producen casi a diario, pueden
alterar completamente nuestros conocimientos sobre la materia.
4. Los actuales trabajos arqueológicos en el antiguo imperio de Ebla, en
Mesopotamia, que data de cinco siglos antes de Hamurabi, pueden ser decisivos
en esta materia.
5. La diferencia fundamental entre las penas de los Códigos prehamurabicos y el
de este monarca, radican en que, mientras en este último son de carácter
taliónico, los anteriores son de tipo de compensaciones pecuniarias.
6. Al parecer, el concepto de talión fue introducido por el mismo Hamurabi, pues
no aparece en ninguna legislación anterior.
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