El Concepto de Culpa Desde Los Principales Referentes de La Filosofía Contemporánea
El Concepto de Culpa Desde Los Principales Referentes de La Filosofía Contemporánea
El Concepto de Culpa Desde Los Principales Referentes de La Filosofía Contemporánea
Floralba Aguilar-Gordón
Universidad Politécnica Salesiana, Quito, Ecuador
faguilar@ups.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-9886-6878
Karol Batallas-Almeida
Universidad Politécnica Salesiana, Quito, Ecuador
kbatallas@est.ups.edu.ec
https://orcid.org/0000-0001-8754-151X
(Recibido: 15/03/2021; Aceptado: 19/03/2021; Versión final recibida: 11/05/2021)
Resumen
El manuscrito discute sobre el concepto de culpa desde Nietzsche, Heidegger, Jaspers y
Ricouer como principales referentes de la filosofía contemporánea que han abordado este
tema. En el artículo se reflexiona acerca de las distintas concepciones de culpa y su relación
con el sujeto moderno, su existencia, la trascendencia y la responsabilidad. En una época
tecnificada, dominada por la tendencia utilitarista y consumista, la producción en serie y la
enajenación que vive el ser humano respecto a sí mismo, se hace indispensable repensar en
torno a la autenticidad, a la individualidad y a la subjetividad en contextos singulares como
el nuestro. La metodología utilizada para la estructuración de este documento se respalda
en las principales directrices de la investigación cualitativa, se apoya en la revisión
bibliográfica, el análisis de textos, y consecuentemente, el método hermenéutico para la
interpretación de las teorías, categorías, principios, doctrinas y concepciones. El artículo se
encuentra estructurado en cuatro apartados: El primer apartado presenta una discusión
sobre el concepto de culpa y el nacimiento de la conciencia desde la perspectiva
nietzscheana. El segundo apartado se refiere al concepto de culpa en la filosofía de Martín
Heidegger, explica la función que cumple la culpa en el esclarecimiento del sentido del ser.
El tercer apartado realiza una exposición sobre la relación entre el concepto de culpa y
trascendencia según Karl Jaspers. Finalmente, el cuarto apartado, indaga sobre la relación
planteada por Ricouer acerca del concepto de culpa y la responsabilidad.
Palabras clave
Autenticidad, culpa, existencialismo, filosofía contemporánea, responsabilidad,
trascendencia.
Abstract
The manuscript discusses the concept of guilt from Nietzsche, Heidegger, Jaspers and
Ricouer as the main referents of contemporary philosophy that have addressed this issue.
The article reflects on the different conceptions of guilt and its relation to the modern
subject, its existence, transcendence and responsibility. In a technified era, dominated by
the utilitarian and consumerist tendency, mass production and the alienation that the
human being lives with respect to himself, it becomes indispensable to rethink about
authenticity, individuality and subjectivity in singular contexts such as ours. The
methodology used for the structuring of this document is based on the main guidelines of
qualitative research, it is supported by the bibliographic review, the analysis of texts, and
consequently, the hermeneutic method for the interpretation of theories, categories,
principles, doctrines and conceptions. The article is structured in four sections: The first
section presents a discussion on the concept of guilt and the birth of conscience from the
Nietzschean perspective. The second section refers to the concept of guilt in Martin
Heidegger's philosophy, explaining the function of guilt in the clarification of the meaning
of being. The third section makes an exposition on the relationship between the concept of
guilt and transcendence according to Karl Jaspers. Finally, the fourth section explores the
relationship raised by Ricouer on the concept of guilt and responsibility.
Keywords
Guilt, contemporary philosophy, existentialism, transcendence, responsibility, authenticity.
1. Introducción
El manuscrito discute sobre el concepto de culpa desde Nietzsche, Heidegger, Jaspers y
Ricouer como principales referentes de la filosofía contemporánea que han abordado este
tema. En el artículo se reflexiona acerca de las distintas concepciones de culpa y su relación
con el sujeto moderno, su existencia, la trascendencia y la responsabilidad. En una época
tecnificada, dominada por la tendencia utilitarista y consumista, la producción en serie y la
enajenación que vive el ser humano respecto a sí mismo, se hace indispensable repensar en
torno a la autenticidad, a la individualidad y a la subjetividad en contextos singulares como
el nuestro.
El concepto de culpa es un término polisémico, tiene varias significaciones que provienen
de ámbitos diferentes como el ético, el jurídico, el moral y el existencial propiamente dicho;
así mismo, existe algunas connotaciones, diferencias y similitudes en cuanto a su sentido y
significado, la concepción más destacada se relaciona con el término deuda. En el
pensamiento existencialista, la culpa es el núcleo de la existencia, pues ella cumple la
función de reclamar la autenticidad del ser. El artículo tiene como objetivo reflexionar sobre
el concepto de culpa desde el existencialismo en relación con el sujeto, la trascendencia y la
responsabilidad.
Además, para este tipo de personas tiene poca importancia la utilidad de las acciones, ya
que son individuos que no se fijan como dice Nietzsche en “el cálculo prudencial y utilitario”
(p. 51), son aquellos que por su propia naturaleza y constitución física tienden a derrochar
fuerzas, se concentran en la acción, y desbordan de vida e instintos poderosos. Por el
contrario, los seres humanos inferiores, serviles y mediocres constituyeron históricamente
todo lo contrario a los sujetos superiores que se denominaron a ellos mismos como
“buenos”. De tal manera que, en el origen de los sentimientos morales, fueron estos los
mediocres quienes por su propia naturaleza tendían hacia el ahorro, la prudencia y la
utilidad, y que a ojos de los seres superiores representó todo lo bajo y lo “malo” de la
sociedad.
Lo antes expuesto se evidencia en la explicación de Nietzsche quien sostiene que el origen
de los sentimientos morales no debe ser encontrado en algún tipo de consenso social que se
reprodujo a lo largo de la historia por su valor utilitario, sino que más bien debe ser buscado
en la lucha histórica que se dio entre la clase de los señores y la clase de los esclavos, entre
la clase de los guerreros y la clase de los sacerdotes; ya que fue una lucha histórica que hasta
la actualidad permanece y se expresa en nuevas formas de dominio y sumisión. Entre estas
nuevas formas de dominio y sumisión, Nietzsche mira las continuas luchas por el
igualitarismo social, el cual en su opinión es un disfraz que las clases débiles emplean en su
intento de domesticar a las clases dominantes (Nietzsche, 2011).
Nietzsche se dio cuenta que en el transcurso de los siglos el ganador de esta lucha fue la
clase de los sacerdotes, una clase que se caracteriza por una constitución física débil, pero
cuyas deficiencias son sutilmente escondidas en el tipo de vida contemplativa, ascética y
espiritual que viven. Los sacerdotes, bajo esta apariencia subhumana que tratan de brindar,
generan en el pueblo cierto temor, ya a que son individuos que se presentan a sí mismos
como los receptores y transmisores de los mensajes divinos, que se distinguen por hábitos
que asustan a los demás como la autoflagelación y otros tipos de autoagresiones. Además,
la vida ascética que lleva esta clase de individuos, genera dentro del público sensaciones de
misterio y de profundidad, siendo este artificio uno de los principales recursos para triunfar
sobre las clases guerreras.
Es importante recalcar que tanto la clase de los guerreros como de los sacerdotes buscan a
decir de Nietzsche, el dominio bajo distintos medios; los guerreros lo hacen a través de la
conquista y la fuerza, los sacerdotes por medio de distintos artificios, y al cual se añadirían
otros como los remordimientos que se exponen sobre el pueblo a través de su visión del
pecado, y el que es más importante: el amor y la crucifixión de sus mártires. Asimismo, el
tipo de medios empleados por la clase de los sacerdotes responde a una venganza contra
las clases dominantes; dirigiéndose a aquella rebelión de los esclavos que Nietzsche observa
en el triunfo del cristianismo.
De acuerdo con Nietzsche (2011) “la rebelión de los esclavos en la moral se inicia cuando el
propio resentimiento se vuelve creador y produce valores: el resentimiento de aquellos
individuos a quienes les está impedida la verdadera reacción” (p. 63). Esta rebelión
representa una explosión de todos los resentimientos acumulados por las clases serviles,
puesto que esta clase al no poseer la fuerza para combatir directamente contra las clases
dominantes, planeó en lo más profundo del ser distintas formas espirituales para vengarse
contra aquellos que les sometieron por la fuerza.
De hecho, para Nietzsche, aquello que los pueblos denominan espíritu o conciencia es
sinónimo del triunfo de las clases sacerdotales, debido a que estas clases en su búsqueda de
artificios para triunfar y dominar, emplearon conceptos espirituales para alterar las fuerzas
de las clases dominantes. De tal forma, el triunfo de los esclavos se basó en trasladar la
verdadera lucha hacia un plano espiritual, hacia el interior de los individuos, naciendo bajo
esta nueva forma de lucha: los conceptos de conciencia, culpa y remordimiento. De aquí en
adelante, la lucha entre amos y esclavos aconteció más profunda, más espiritual y más sutil.
Se debe recalcar que esta batalla una vez que adquirió un tono más profundo y espiritual,
trajo también una inversión en la jerarquía y división de los conceptos morales; una
inversión por la que el concepto de bueno empleado por los individuos superiores y fuertes
para caracterizarse a sí mismos, fue asumido y re inventado bajo un sentido totalmente
diferente por la clase de los individuos inferiores. La inversión de la escala de los valores
empleada por las clases esclavas se basó en una nueva división entre lo bueno y un concepto
que ellos mismos introdujeron, el concepto de “malvado”, un concepto que según Nietzsche
nació del resentimiento y del odio de las clases serviles.
Así, Nietzsche (2011) analiza que entre el concepto de bueno empleado originalmente por
las clases superiores y el concepto de las clases serviles, existe una gran diferencia: “el
primero es una creación posterior, algo adicional, un color complementario; el segundo en
cambio, es el original, el inicio, la verdadera acción en la concepción de una moral de
esclavos” (p. 67), y más adelante señala que la antítesis radical del concepto de bueno
empleado por las clases serviles, es un concepto que designa a todo aquello que tiene la
apariencia de perversidad, ocio, placer por la destrucción y crueldad, es decir: lo malvado,
y el cual es una designación empleado por la clase de los esclavos para vengarse y
desacreditar las propiedades de las clases nobles.
Una vez que Nietzsche llega a esta conclusión, no solo se encuentra autorizado para señalar
que la jerarquía de los valores de la modernidad se basa en una inversión que inició con la
rebelión de los esclavos y que es perfectamente identificable en el platonismo y en la
filosofía ética de Kant, sino para afirmar que la cultura tal como es entendida en la actualidad
es la materialización de la misma rebelión y el resultado de una falsificación de la naturaleza
humana. La cultura se ha convertido en manos de las clases de los esclavos en un
instrumento para domesticar las fuerzas de aquellos individuos selectos que presentan una
salud desbordante y unos instintos de dominio y conquista. Así mismo, la cultura bajo la
rebelión de los esclavos se ha convertido en algo contrario a la vida, a su inocencia y en
general contraria a su natural inclinación hacia la creación de valores nuevos y originales,
en tanto, valores como la igualdad, la misericordia o el auto sacrificio que caracterizan a la
cultura, son signos de instintos debilitados, de una voluntad de nada que a su vez se
encuentra presente en los valores cristianos.
Entonces, teniendo en cuenta estos aspectos sobre la rebelión de los esclavos y el origen, así
como la evolución de los sentimientos morales, se puede indicar que el concepto de culpa
en términos generales expresa una deuda que un sujeto contrae con un acreedor. Este
concepto evolucionó al igual que la cultura; en sus orígenes se buscaba únicamente algún
castigo físico que merecía un sujeto que había cometido un perjuicio contra otra persona y
únicamente después que las batallas entre clases sacerdotales y clases guerras se
interiorizaron en el sujeto, adquirió el concepto de culpa su sentido actual.
De acuerdo con Mejía (2002), en la dinámica entre el castigado y el castigador existía una
lógica de placer y displacer; el goce que provocaba el castigar fue una forma de
recompensación por parte del perjudicado, ya que según Nietzsche (2011) “hacer sufrir
produce bienestar, puesto que el perjudicado cambiaba el daño, así como el displacer que
éste le producía, por un extraordinario contra-goce: el hacer sufrir” (p. 75). Estos castigos
que en principio fueron solamente físicos, lentamente se interiorizaron bajo la forma de una
batalla espiritual, naciendo de este modo una serie de remordimientos morales junto con la
existencia; uno de los motivos por los que ésta se convirtió en la preocupación principal de
este autor fue la enajenación que experimentó el hombre en el siglo XX. Según Prini (1957),
la enajenación del hombre fue denunciada por el existencialismo bajo:
vivencia de la culpa, con lo cual se logra eliminar del campo de la conciencia la falta
cometida” (p. 5)
Cuando el ser humano adopta esta forma de existir pierde su individualidad, convirtiéndose
en un sujeto anónimo que vive en la inautenticidad. La culpa existencial surge precisamente
en esta decisión que el ser humano ha tomado, pues le recuerda la renuncia de su posibilidad
de poder ser y la responsabilidad que el debió haber tenido consigo mismo. Así mismo lo
indica Acevedo (2013), la culpa “tiene un propósito ontológico fundamental; es decir, su
meta es aclarar una dimensión del ser-ahí con la finalidad de preparar el terreno para
plantear con suficiencia la pregunta que interroga por el ser y su sentido” (p. 56)
Para Heidegger (2003), la culpa se encuentra en las profundidades del mismo ser, siendo la
voz de la conciencia, quien señala al hombre su culpabilidad. Este pensador por medio de la
analítica trascendental, que es un estudio fenomenológico, encontró que la culpa constituye
una estructura fundamental de la existencia humana y que la conciencia la descubre. Según
Acevedo (2013), este llamado de la conciencia muestra al “ser-ahí inmerso en la
cotidianidad de término medio o mediana dominado por el ser o uno arrojado en el mundo
y caído en las habladurías, la avidez de novedades, la ambigüedad y el temor” (p. 58) y exige
de él, abandonar la impropiedad para asumirse como sí mismo.
Es necesario recalcar que este llamado no lo hace la conciencia a partir de discursos, ya que
según Heidegger (2003) “la conciencia habla única y constantemente en el modo de callar”
(p. 321). La conciencia recuerda al hombre que es culpable por perderse a sí mismo en la
cotidianidad, por hacer de la existencia un negocio ocupado con asuntos del mundo, en lugar
de asumir su finitud, ya que la aceptación de esta dimensión fundamental del ser humano
implica hacerse cargo de sus posibilidades como existencia auténtica. Una vez, que el ser
humano, acepta su finitud, atiende al llamado de la conciencia y se dispone para la
resolución. En palabras de Heidegger (2003):
la fragilidad de su condición finita, y por este detalle son situaciones que despiertan al sujeto
de la cotidianidad, señalándole sus posibilidades como existencia y la necesidad de ser uno
mismo, ser lo que se es. En este punto es importante tener en cuenta lo que dijo Nietzsche
(1951) frente a su enfermedad, ya que la enfermedad como la culpa son dos situaciones
límites que descubren la finitud humana:
las consecuencias de sus acciones en el futuro, pueden sentir la culpa. Entonces, la culpa es
inseparable a la vida y se relaciona estrechamente con su carácter finito. Las decisiones que
forman parte de la existencia, pueden terminar lastimando o hiriendo a alguien. Es
importante indicar que la omisión de acción también es una decisión que puede tener
consecuencias inevitables. De esta forma, el ser humano está condenado a experimentar la
culpa.
La idea de culpa de Jaspers puede conectarse con la percepción que tiene Sartre (1992)
sobre la libertad humana, ya que el ser humano está condenado a ser libre, condenado a
enfrentar sus responsabilidades; así lo señala en sus palabras “cuando decimos que el
hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su
estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres” (p. 33). Así mismo,
cabe señalar que la culpa además de pertenecer a los seres humanos, corresponde a la época
que ellos mismos han creado. Jaspers (1992) al pronunciarse sobre la culpa y la
responsabilidad de Alemania en la segunda guerra mundial, indica que:
exégesis del símbolo, que requiere ciertas reglas para descifrar, es decir una hermenéutica”
(p. 14).
Ricoeur (2004) mediante este procedimiento llega a la conclusión de que la labilidad hacia
el mal se expresa en el acto de confesión de una conciencia religiosa. Segovia (2015) explica,
la confesión “es el tono con que el ser humano va confesándose a sí mismo el aprendizaje
del ser, que tanto es placentero como doloroso” (p. 137). A pesar de que el dolor y el temor
son distintos, se desarrollan de forma paralela, pues ambos se encuentran relacionados con
la conciencia culpable. El primero por relacionarse con una acción considerada como
prohibida, y la segunda por encontrarse determinada por algún tabú de lo sagrado.
De este análisis hermenéutico se recogen dos aspectos importantes. El primero consiste en
que la labilidad hacia el mal es una posibilidad que refleja la propia experiencia trágica de
la existencia, porque en ella se reconocer la posibilidad de fallar. El segundo se refiere a que
la libertad es posible cuando se toma responsabilidad de la propia culpa. En la asimilación
y en el arrepentimiento se encuentra la posibilidad de reconstruirse. Esta práctica de
carácter religioso es antigua y aún determina la conciencia humana.
En el contexto contemporáneo, según Lenis (2015) “frente a la objetivación excesiva de la
culpabilidad que ha implicado la judicialización de los procesos penales” (p. 69), es
importante considerar la experiencia subjetiva de la culpa, viéndola como un sentimiento
fundante para la re significación moral. La imputación significa valorar moralmente al
sujeto bajo ciertos términos de trascendencia y razón, pues tal como indica Ricoeur (2004)
el razonamiento jurídico “no es un razonamiento empírico, sino un principio trascendental.
Significa que todos los otros conmigo, antes de mí, después de mí, son yo como yo” (p. 271).
Para Ricouer, la imputación jurídica tiene un principio trascendental, que se basa en la
preservación de la igualdad del yo con los otros tomados como yo es. Esto quiere decir, que
el sujeto tiene capacidad y determinación libre. El individuo visto de esta forma, se supone
que tiene intencionalidades éticas como el deseo de una vida buena, el respeto de las
instituciones y un conocimiento sobre lo que está permitido de aquello que está prohibido.
Por esto, la razón cumple una función importante en la responsabilidad.
De estas consideraciones se puede afirmar que la imputación atiende tanto a la agencia del
individuo como los referentes morales, así también lo explica de Lenis “de la consideración
de un agente que puede a la de un agente que debe” (p. 71). Además, según Ricoeur (2002)
en el proceso de la imputación participa la memoria (ya que esta brinda testimonio sobre la
acusación), códigos penales y las practicas que definen a un determinado grupo social, por
lo que la imputación es una experiencia que comparten en común el sí mismo y los otros. La
imputación depende de esta dinámica entre el sí mismo y los otros, convirtiéndose este otro
en el juez de las acciones morales.
La culpa para Ricoeur (2004) es la consecuencia de la violación de los preceptos sociales y
es acompañada por la desaprobación social y la denuncia. La culpa para este autor es una
carga o un peso, siendo el otro, un espejo donde el sujeto se asimila como culpable. Como se
puede ver, la culpa en Ricoeur es semejante a las observaciones de Sartre y Jaspers, ya que,
a pesar de ser una situación individual, implica la existencia de los demás. Sin embargo, la
diferencia está en que Ricoeur se ocupa con otros sentimientos que se encuentran tras la
culpa, como: la vergüenza, el remordimiento y el arrepentimiento.
La culpa solo surge cuando existe reconocimiento, es decir implica algún tipo de confesión,
quedando la imputación y la responsabilidad condicionadas por este deseo. Esto quiere
decir, que el reconocimiento de la culpa es necesario para las reparaciones y para que la
5. Conclusiones
En este artículo se discute en principio el concepto de culpa desde el pensamiento de
Nietzsche, encontrando que este concepto en su significado más original se refiere a una
deuda que en las primeras sociedades humanas se basó en una dinámica entre placer y
displacer, entre goce y dolor, pues aquel que cometía algún perjuicio tenía que pagar con su
propio dolor físico, y lo cual representó un goce para el acreedor. Además, el concepto de
culpa como pudo identificar Nietzsche se relaciona con el nacimiento de la cultura y con el
triunfo de la rebelión de los esclavos, en tanto, la culpa surge como una forma empleada por
estas clases para domesticar los instintos de conquista y dominio de las clases fuertes, es
decir, de aquellas clases guerreras que desbordaban de fuerza.
Luego de este análisis, se discutió el concepto de culpa bajo el concepto del existencialismo
heideggeriano. Para Heidegger la culpa forma parte de la estructura del Dasein, surge frente
a la angustia de la existencia y expresa la posibilidad de ser auténtico. Específicamente, la
culpa según Heidegger se presenta como un llamado de la conciencia que reclama al
individuo ser sí mismo. A su vez, este llamado de la conciencia expresado en la culpa fue
comparado con las situaciones límites de Jaspers, encontrando que ambos conceptos tienen
en común la función de despertar la conciencia de su letargo.
En el pensamiento de Jaspers se pudo identificar que la culpa implica a todos los individuos,
de tal forma que la acción o la omisión tienen consecuencias sobre los demás. Por lo que, la
culpa es irremediable y tuvo que ser pensada en su relación con la responsabilidad. Bajo
este objetivo, se reflexiona sobre el concepto de culpa en términos de la hermenéutica de
Ricoeur, llegando a la conclusión de que el sujeto que comete algún perjuicio y que asume
la culpa de su acción, tiene la capacidad para tomar responsabilidades y re construirse
éticamente.
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Autores
FLORALBA AGUILAR-GORDÓN es Postdoctora en Investigación Cualitativa. Doctora en
Filosofía. Doctora en Investigación y Docencia. Magíster en Educación, mención Educación
Superior. Magíster en Tecnología aplicada la educación. Magíster en Educación a Distancia.
Experto en Analítica del conocimiento. Especialista en Planificación Curricular y
Organización de Sistemas de Educación a Distancia. Diplomado Superior en Currículo y
Didáctica. Diplomado Superior en Transformación Educativa. Diplomado Superior en e-
learning. Diplomado Superior en Investigación Educativa. Diplomado Superior en
Fundamentos de la Educación a Distancia e Investigación. Diplomado Superior en
Aprendizaje Cooperativo. Diploma Superior en Tecnología, Gerencia y Liderazgo. Tutora
internacional acreditada por la Universidad Católica de Brasilia. Licenciada en Filosofía.
Licenciada en Ciencias Sociales, Políticas y Económicas. Abogada.
Actualmente es docente titular, coordinadora del Grupo de Investigación en Filosofía de la
Educación (GIFE) y Editora Jefa de la Revista Sophia: Colección de Filosofía de la
Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador. Colabora en el programa semipresencial de
la Universidad Central del Ecuador. Docente en programas de maestría y doctorado en
prestigiosas universidades nacionales e internacionales. Se desempeña como Miembro del
Consejo Editorial de importantes revistas de Ecuador, España, Colombia, Uruguay, Chile,
México, Cuba, Costa Rica, Panamá. Perú.
KAROL BATALLAS-ALMEIDA es Licenciada en Educación con itinerario en Filosofía de la
Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador. Investiga acerca de temas y problemas
relacionados con la educación y con la filosofía de la educación.