Obligatoriedad Fallos Corte Suprema
Obligatoriedad Fallos Corte Suprema
Obligatoriedad Fallos Corte Suprema
Algunos tribunales inferiores entienden que gozan de amplias facultades para apartarse de lo resuelto por la
Corte Suprema en casos parecidos a uno que tienen ante sus propios estrados. Dentro de esta categoría hay que
distinguir tres subgrupos: i) algunos tribunales inferiores rechazan de forma expresa la existencia de una
obligación de ajustar sus decisiones a lo resuelto por la Corte en casos análogos; ii) otros rechazan de manera
implícita la existencia de dicha obligación; y, por último, c) algunos tribunales inferiores interpretan no sólo que
la Constitución no impone la obligatoriedad de los fallos de la Corte Suprema, sino que además esta
obligatoriedad no puede ser válidamente impuesta por una norma infraconstitucional, y que de ocurrir ello la
norma en cuestión sería inconstitucional.
1.- El rechazo expreso de la existencia de una obligación de los tribunales inferiores de ajustar sus
decisiones a lo resuelto por la Corte Suprema en casos análogos
Ciertos tribunales inferiores han rechazado de forma expresa, con argumentos de índole constitucional, la
existencia de una obligación jurídica de ajustar sus decisiones a lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación en casos análogos. De acuerdo con esta interpretación, los tribunales inferiores tienen plena libertad
para apartarse de lo resuelto por la Corte. En este sentido, la prestigiosa Suprema Corte de Justicia de la
provincia de Buenos Aires ha sostenido, con voto del juez Laborde, que
"Respecto de la doctrina de la obligatoriedad general de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, esta Corte se ha expedido en el sentido de negarle la calidad de vinculante, lo que he suscripto. La
inaplicabilidad de la misma surge de la simple expresión de la regla constitucional por la que los tribunales
judiciales sólo resuelven dentro del marco de las causas concretas en que conocen (arts. 31 , 100 y 101 CN. [LA
1995-A-26]). Sin perjuicio, claro está, de la posibilidad de que las partes lleven a la Corte Suprema de la Nación
toda interpretación de otros tribunales que no coincida con sus doctrinas y así puedan obtener -si la Corte
Suprema no cambiara su integración ni modificara tales doctrinas- en el caso concreto, la reiteración de sus
criterios y la eventual rectificación de las sentencias recurridas, precisamente para eso el régimen jurídico
argentino prevé el correspondiente remedio federal [sic]. La obligatoriedad general de las doctrinas de la Corte
Suprema nacional implicaría introducir un componente externo dentro del sistema del art. 31 CN. Además, el
art. 100 limita la competencia de la Corte Suprema a las particulares `causas' en que ejercerá su jurisdicción. En
cambio, la doctrina de la obligatoriedad no encuentra apoyo expreso ni implícito en nuestro ordenamiento
jurídico. La decisión final a que se refiere el art. 100 CN. lo es, por cierto, dentro de los límites de las causas en
que aquélla se produce. Si las sentencias de la Corte Suprema de la Nación impusieran dependencia más allá de
los procesos en que se dictaren equivaldrían, cuando interpretan leyes, a la ley misma, y cuando interpretan a la
Constitución, a la propia Constitución. Pero el Poder Judicial no puede ejercer poderes legislativos ni
constituyentes. Y no se advierte una zona intermedia: no bien la sentencia judicial fuese dotada de imperatividad
general, impersonal y objetiva resultaría provista, por ese solo hecho, de los caracteres que nuestro sistema
republicano reserva a la Constitución y a la ley. La diferencia existente entre las normas constitucionales y
legales y las sentencias judiciales es cualitativa y, en consecuencia, no puede obviarse por alta que sea la
jerarquía institucional, moral y científica de un tribunal de justicia. Es de la esencia de la función judicial el
deber de aplicar directamente la Constitución y la ley, sin que estas normas deban ser previamente interpretadas,
con efecto vinculante, en otras sentencias judiciales en su momento dictadas para resolver otros casos concretos.
Contra lo expuesto no pueden invocarse razones de seguridad jurídica, tranquilidad pública y paz social, ni de
buen orden, necesidad y estabilidad institucional, puesto que, precisamente a la inversa, en el sistema jurídico
argentino la satisfacción de tales objetivos se busca mediante la organización de división de poderes que obsta el
ejercicio de la jurisdicción más allá de los casos a que se refieren las sentencias judiciales. Tampoco son
atendibles supuestos motivos de economía procesal en tanto ellos no estuviesen receptados por la Constitución y
la ley; y por otra parte, en nuestro régimen procesal no media la certeza de que los tribunales mantengan
indefinidamente sus doctrinas" (4).
En un fallo posterior otro magistrado de la misma Suprema Corte de Justicia de provincia, el juez Ghione,
mantuvo la interpretación adoptada en el caso citado en el párrafo anterior, y agregó que
"Ningún argumento `práctico' es apto para modificar nuestro sistema constitucional de gobierno. Parece
innecesario agregar que, cuando las doctrinas de la Corte Suprema nacional interpretan equivocadamente el
derecho, el `acatamiento' de las mismas llevará no a disparidades entre sentencias sino a la implantación de
dicho error respecto de todos los justiciables, desplazando así la Constitución y el sistema jurídico. Nada menos.
De tal modo podrían reformarse las normas constitucionales y legales, con carácter general y obligatorio, por vía
jurisprudencial. Y sin importar que la respectiva doctrina de la Corte Suprema -contra la que entonces sólo
podría predominar una reforma constitucional o legal que le quitara efecto- sea modificatoria o derogatoria de
las normas que `interpretara'. Es más, la doctrina de la obligatoriedad podría ocasionar daños insólitos a la
administración de justicia. Por ejemplo, si la Corte Suprema quisiera modificar una doctrina propia pero ella
fuere `obligatoria' para los tribunales inferiores las decisiones de éstos podrían, naturalmente, no ser recurridas y
la Corte no tendría oportunidad de modificar su anterior criterio. Pero si en el caso una parte decidiera de todos
modos recurrir entonces la Corte podría modificar su doctrina; y así poner en evidencia que todas las decisiones
anteriores de los tribunales inferiores no recurridas por razones obvias gracias a la doctrina de la obligatoriedad
produjeron sus efectos no obstante ser -supuestamente- contrarias a derecho. El `dejar a salvo las opiniones
personales' no desplaza la circunstancia de no estar aplicando el régimen constitucional y legal sino la opinión
de otros jueces (que no son constituyentes ni legisladores) vertida en otro proceso. Los jueces deben fallar
conforme a derecho" (5).
La sala 6ª de la C. Nac. Trab. se ha pronunciado en una línea similar a la de la Corte provincial. Al revocar
un fallo de primera instancia que había rechazado la demanda incoada contra Coca Cola con sustento en la
doctrina sentada por la Corte Suprema en el caso "Rodríguez v. Cía. Embotelladora Argentina S.A." (6), la
Cámara sostuvo, con voto del juez Capón Filas, que
"La juez argumenta sobre la base de la posición de la Corte Suprema en `Rodríguez'. En reiteradas
sentencias he señalado que pretensión [sic] similares carecen de base normativa, ya que dicho tribunal no es de
casación. He señalado, además, que la posición referida es una especie de virus cultural que ha invadido el
fuero, desactivando su creatividad: se expresa en el deber moral de acatamiento a la doctrina de la Corte
Suprema. Cabe indicar que la sentencia citada de la Corte, al carecer de fuerza de casación, no obliga a esta
alzada. Al respecto, cabe indicar que como el alto tribunal no es organismo de casación, su doctrina no es
procesal ni sustancialmente obligatoria, porque, si así fuese bastaría con una sola computadora gigante (tal vez
denominada, para estar a la moda, `Legal Computerized Mother') que insertara en los casos el precedente
indicado, ahorrando costos, sin dudas, pero generando otros, los surgidos del deseo insatisfecho de justicia,
motor que empuja la creación jurídica... La autoridad jurígena del alto tribunal respecto de los restantes emana
de la seriedad de sus posiciones, lo que tornaría difíciles rebatirlas. Al contrario, cuando los argumentos
utilizados son escasos o endebles, el precedente no obliga a nadie... Pese a una opinión generalizada, ante los
fallos de la Corte no existe un deber moral de acatamiento porque el Derecho opera con normas externas y no
con directivas interiores éticas o religiosas..." (7).
Como puede observarse, a los fines de justificar la no obligatoriedad de los fallos de la Corte Suprema de la
Nación, tanto la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires como la Cámara de Apelaciones del Trabajo
enfatizan el diseño constitucional del Poder Judicial: la ausencia de facultades legislativas de los jueces -que
sólo tienen autoridad para resolver el caso concreto- y la carencia de fuerza de casación de los fallos de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación. Estos argumentos, y otros tantos expresados en los tres fallos que hemos
citado in extenso, contienen ideas sin duda relevantes; confiamos en poder analizarlas con la profundidad que
merecen en un trabajo futuro.
Por otro lado, ciertos tribunales inferiores han rechazado, también de forma expresa, la existencia de una
obligación de someterse a lo resuelto por la Corte Suprema en casos análogos, pero sin explicar las razones por
las cuales consideran que los fallos de la Corte Suprema nacional no son vinculantes. Queda claro que para estos
jueces no es necesario justificar la inexistencia de dicha obligación en nuestro sistema constitucional. Lo tratan
como si fuera algo tan obvio que no valiera la pena debate o explicación alguna al respecto.
Así, por ejemplo, respecto de la doctrina sentada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en materia
de "pesificación" de los depósitos judiciales la Cámara Comercial sostuvo que
"Los suscriptos no desconocen el reciente pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
recaído en autos `Yacuiba S.A. s/quiebra s/incidente de extensión de quiebra a Ismael Olivares y Timbo S.A.C.'
(JA 2005-I-257 ), del 2/12/2004; mas sin desconocer la importancia institucional que revisten los precedentes
del superior tribunal federal, debe destacarse que sus fallos no resultan vinculantes -y, por ende, obligatorios-
sino en la específica causa en la que son dictados. De tal forma, en tanto no se comparte la solución propiciada
por la Corte Federal en la susodicha sentencia, esta sala mantendrá la posición ya establecida en la materia
propuesta a conocimiento de este tribunal en casos análogos al presente" (8).
Asimismo, en un caso en el que se discutía la aplicación de la doctrina de la "real malicia" la C. Nac. Civ.
sostuvo que ella no tenía el deber legal de seguir todos los criterios emanados de la Corte Suprema, sino sólo
aquellos con los que estuviera de acuerdo (9). Sin embargo, conviene aclarar que se trata aquí de un supuesto
especial, puesto que la jurisprudencia de la Corte Suprema en materia de "real malicia" es confusa, resultando
casi imposible determinar cuál es la doctrina que emerge de sus fallos sobre la materia (10).
En este mismo orden de ideas, hace ya algunos años un juez nacional de primera instancia en lo civil se
apartó de la doctrina sentada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el conocido caso "Sejean" (11),
respecto de la inconstitucionalidad del art. 64 ley 2393, que impedía disolver el vínculo matrimonial. Según el
juez Pestalardo, si bien "toda doctrina sentada por nuestra Corte Suprema de Justicia reviste gran importancia
institucional..., lo allí resuelto no resulta vinculante para el suscripto" (12).
2.- El rechazo implícito de la existencia de una obligación de los tribunales inferiores de ajustar sus
decisiones a lo resuelto por la Corte Suprema en casos análogos
Algunos tribunales inferiores se han apartado de forma manifiesta de la doctrina de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, pero sin siquiera rechazar expresamente la existencia de una obligación de someterse a los
precedentes del máximo tribunal. Se trata de casos en los que los tribunales inferiores simplemente resuelven en
sentido contrario a la doctrina establecida por la Corte Suprema en casos anteriores. En algunos de ellos los
tribunales inferiores incluso omiten toda referencia a la jurisprudencia de la Corte, como si no existiera, a pesar
de que su desconocimiento resulta inverosímil por la manifiesta repercusión que tuvo antes la decisión del
máximo tribunal. Interpretamos estas decisiones como una determinación de rechazo implícito de la obligación
de someterse a lo resuelto por la Corte en casos análogos.
Por ejemplo, la sala 10ª de la C. Nac. Trab. se apartó de lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en el caso "Palomeque" (13) en materia de responsabilidad de los socios de una sociedad anónima por la
falta de registración de parte del salario convenido, sin dedicar ni una sola línea a la cuestión de la
obligatoriedad de los fallos del máximo tribunal. La Cámara lisa y llanamente observó que no correspondía
interpretar el art. 54 ley 19550 como lo había hecho la Corte en "Palomeque" y fundamentó su propia
interpretación alternativa de esa norma (14).
De manera pareja, casi tres meses después de que la Corte Suprema de Justicia de la Nación declarara en
"Sejean" la inconstitucionalidad del art. 64 ley 2393 (JA 1853-1958-1-151), que impedía disolver el vínculo
matrimonial, la C. Nac. Civ. rechazó un planteo idéntico, sin siquiera referirse a la decisión de la Corte (15). La
Cámara ignoró por completo el precedente "Sejean" dictado por su superior jerárquico unos pocos meses antes
(el 27/11/1986) y declaró desierto el recurso de apelación interpuesto, con el simple argumento de que el
apelante no había realizado un análisis pormenorizado de la resolución apelada, ni había indicado sus presuntos
defectos (16).
Asumiendo una actitud parecida, la C. Nac. Com. omitió todo análisis de la sentencia de la Corte Suprema
nacional en el caso "Cabrera" (17) y concluyó, en manifiesta contradicción con la doctrina sentada por la Corte
en dicho caso, que el hecho de que el actor hubiera retirado su depósito bancario a la relación de US$ 1 = $ 1,40,
sin realizar reserva alguna respecto de la diferencia de cambio no implicó un sometimiento voluntario del actor
al régimen de reprogramación y pesificación de depósitos bancarios (18).
Una mención especial merece el fallo plenario dictado recientemente por la Cámara de Apelaciones del
Trabajo en materia de solidaridad laboral (19). Si bien podría interpretarse como un apartamiento implícito de la
doctrina sentada por la Corte Suprema en el caso "Rodríguez v. Cía. Embotelladora Argentina" (20), este
plenario incursiona, como explica Rodríguez Mancini, en un tema estrictamente procesal, "como es el de si el
reclamo de un trabajador que persigue al deudor solidario -empresario principal- puede ser dirigido
exclusivamente contra éste o si por el contrario siempre debería demandar al que es o fuera su empleador y
acumular la acción con la demanda conjunta al empresario a quien considera solidario respecto de su crédito. En
otras palabras, se trató de fijar criterio acerca de si es obligatoria o no, la constitución de un litisconsorcio pasivo
cuando se trate de hacer efectiva la solidaridad que establece el art. 30 LCT." (21).
3.- La inconstitucionalidad de toda eventual restricción a la libertad de criterio de los jueces inferiores
Algunos tribunales inferiores han ido un poco más lejos todavía y han sostenido no solamente que la
Constitución no impone la obligatoriedad de los fallos de la Corte Suprema, sino que además esta obligatoriedad
no podría ser válidamente impuesta por una norma infraconstitucional, y que de ocurrir ello la norma en
cuestión sería inconstitucional. En este sentido, la C. Nac. Seguridad Social se apartó de la doctrina sentada por
la Corte Suprema en el conocido caso "Chocobar" (22) y declaró al pasar la inconstitucionalidad del entonces
vigente art. 19 ley 24463 (LA 1995-A-135), que prescribía que "los fallos de la Corte Suprema serán de
obligatorio seguimiento por los jueces inferiores en las causas análogas" (23). La Cámara fundamentó así la
declaración de inconstitucionalidad del art. 19 ley 24463:
"Está claro que el sistema constitucional nacido de una voluntad constituyente es quien válidamente puede
atribuir obligatoriedad a la doctrina judicial de las Cortes Federales o superiores de una Nación. Si obligamos a
los jueces a respetar y seguir los fallos de los tribunales superiores estaríamos privando al mecanismo difuso de
su `quintaesencia', porque ya no habría interpretación alguna; más bien, existiría una actividad mecánica de
adecuación que nos parece impropia en la tarea jurisdiccional. Si aquél estuviese errado, o su interpretación
fuese fugitiva del ordenamiento jurídico, las instancias de apelación solucionarían el equívoco a la arbitrariedad,
dando una vez más seguridad e igualdad al sistema... La irrestricta libertad de criterio del magistrado en el
desempeño de su actividad jurisdiccional es presupuesto de un Poder Judicial independiente. Cabe interrogarse,
entonces, si la norma que impone una obediencia ciega a un precedente emanado del superior tribunal habido en
una causa de posible semejanza, hasta qué punto no controvierte el orden jurídico constitucional cuando
constriñe o vacía de jurisdicción al tribunal inferior al negarle el ejercicio de sus facultades interpretativas e
imponer, al estilo de un régimen de casación, el obligado seguimiento de la doctrina judicial habida en `casos
análogos'. El atribuir, de modo indiscriminado, efectos erga omnes a las sentencias de la Corte Suprema, al par
de petrificar la evolución jurisprudencial implica tergiversar la índole del juzgador para sumirlo en un
automatismo funcional que sólo lo habilita, cual disciplinado ejecutor, a cotejar los hechos y aplicar sin más el
antecedente" (24).
Cabe resaltar que esta interpretación de la C. Nac. Seguridad Social sobre la inconstitucionalidad de toda
norma que imponga el seguimiento obligatorio de las decisiones de los tribunales superiores pone
implícitamente en tela de juicio la constitucionalidad de los "fallos plenarios", en la medida en que éstos
resultan obligatorios para todos los jueces de la Cámara respectiva y para los jueces de primera instancia
respecto de los cuales la Cámara sea tribunal de alzada. Esta conclusión no sería menor, pues los "fallos
plenarios" tienen una honda raigambre en nuestra historia, Derecho y doctrina procesales.
En este sentido, y sin pretender agotar el tema en esta ocasión, cabe recordar que la tesis de la
inconstitucionalidad de los "fallos plenarios" ha sido desarrollada por un sector de la doctrina y ha encontrado
cierto eco en la jurisprudencia de los tribunales penales (25). Por ejemplo, el Trib. Nac. Oral Crim. n. 23 declaró
inconstitucional el art. 10 inc. c párr. 2º ley 24050 (LA 1992-A-42), que establece que la interpretación de la ley
realizada en una sentencia plenaria pronunciada por la Cámara Nacional de Casación Penal es de aplicación
obligatoria para los Tribunales Orales que dependen de ella (26). Según este Tribunal Oral, "el carácter
independiente de la actuación jurisdiccional de cada juez debe considerarse no sólo un requisito del sistema
republicano de gobierno (arts. 1 y 33 CN.) sino también una exigencia contenida en la garantía del juez natural
contemplada en el art. 18 CN." (27). Sin embargo, esta interpretación acerca de la inconstitucionalidad del art.
10 inc. c párr. 2º ley 24050 fue rechazada posteriormente por una de las salas de la C. Nac. Casación Penal (en
un caso distinto) (28).
4.- Síntesis de la tesis de la libertad amplia de los tribunales inferiores
En síntesis, como puede observarse, existe una importante corriente jurisprudencial en algunos tribunales
inferiores a la Corte Suprema de Justicia de la Nación según la cual nuestro sistema constitucional impide
restringir la libertad de aquéllos de apartarse de lo resuelto por la Corte en casos análogos. Esta interpretación o
tesis es, obviamente, incompatible con el principio del stare decisis vertical, que establece para los jueces
inferiores la obligatoriedad de ajustar sus decisiones a los fallos de la Corte Suprema. Es más, como hemos
visto, se ha llegado a afirmar que la Constitución no sólo permite a los jueces inferiores apartarse de lo resuelto
por la Corte Suprema sino que además veda la eventual consagración del principio del stare decisis vertical por
medio de una ley u otra norma infraconstitucional. De manera tal que la única forma en que podría incorporarse
este principio al Derecho argentino, según esta interpretación, sería mediante una reforma constitucional.
Señalamos, finalmente, el hecho llamativo de que algunos jueces inferiores omiten por completo la
consideración y el análisis de los fallos análogos dictados por la Corte Suprema, lo que tal vez constituya un
indicio de la poca autoridad de que goza la jurisprudencia de la Corte a los ojos de muchos de sus "inferiores
jerárquicos".
b) La tesis de la "libertad condicionada" de los tribunales inferiores
Al igual que "la tesis de la libertad amplia", esta tesis afirma que los fallos de la Corte Suprema no son
vinculantes. Sin embargo, a diferencia de la "tesis de la libertad amplia", ésta admite como principio general la
existencia de una obligación de ajustar las decisiones de los tribunales inferiores a lo resuelto por la Corte pero
sostiene, al mismo tiempo, que, dadas ciertas circunstancias o condiciones, los tribunales pueden -una vez más,
"pueden" en sentido jurídico, no "de hecho"- apartarse de un "precedente" de la Corte.
Los tribunales inferiores no exhiben un criterio uniforme en lo concerniente al fundamento de esta
obligación "condicional" -en el sentido de que funciona como una presunción iuris tantum (29)- de someterse a
los fallos del máximo tribunal en casos análogos. Algunos aluden a razones de economía procesal (30). Otros
interpretan que existe una obligación moral de no apartarse de los fallos de la Corte Suprema (31). Otros, por
último, sostienen que la obligación de resolver los casos análogos de conformidad con la doctrina sentada por la
Corte Suprema surge del hecho de que la Corte tiene, por disposición de la Constitución Nacional y de la ley
reglamentaria, autoridad definitiva para la justicia de la República (32).
Ciertos tribunales inferiores han adoptado una interpretación restrictiva de esta obligación condicional de
ajustar sus decisiones a lo resuelto por la Corte en casos análogos, limitándola a determinadas materias. Así,
algunos han sostenido que la obligación de someterse a los fallos de la Corte Suprema se limita exclusivamente
a las decisiones de la Corte en materia federal (33). De esta manera, los tribunales inferiores gozarían de mayor
margen para apartarse de lo resuelto por la Corte en cuestiones de Derecho común (34).
Ahora bien, ya adelantamos que esta "tesis de la libertad condicionada" -ya sea en su versión amplia o en la
restringida a determinadas materias- no postula la obligación absoluta de someterse a los fallos de la Corte
Suprema, sino que permite a los tribunales inferiores apartarse de lo resuelto en aquéllos bajo ciertas
condiciones (de ahí que se la llame "libertad condicional o condicionada").
En primer lugar, los tribunales inferiores han expresado, con fundamento en la jurisprudencia de la propia
Corte Suprema, que pueden apartarse de las resoluciones dictadas por el alto tribunal en la medida en que
funden su decisión en argumentos no considerados por la Corte (35). En este sentido, el Trib. Sup. Just. Córdoba
ha sostenido que "las causas que justifican el apartamiento caen dentro del margen de discrecionalidad de los
jueces, pero será la Corte [Nacional], en última instancia, quien revise las razones invocadas y decida si son
valederas o no para aceptar el apartamiento" (36).
En segundo lugar, varios tribunales inferiores han afirmado que pueden apartarse de los fallos de la Corte
Suprema cuando éstos resultan contrarios a preceptos claros de Derecho (37) o a principios superiores (38). En
realidad, pensamos, esta interpretación exhibe pocas diferencias con la "tesis de la libertad amplia", ya que
permite a los tribunales inferiores apartarse de lo decidido por la Corte cada vez que consideren que el fallo de
ésta sea erróneo.
En tercer lugar, otros tribunales han sostenido que pueden apartarse de los fallos de la Corte cuando se
produce un cambio "sustancial" en la integración del tribunal, ya que ello abre la posibilidad de que la Corte
revise su propia doctrina (39). Esta posibilidad, como es notorio, no es meramente teórica; por el contrario, la
Corte Suprema argentina se ha apartado con frecuencia de sus propios precedentes, a veces sin dar explicación
alguna acerca de las razones del cambio, haciendo exclusiva referencia, precisamente, a la nueva integración del
tribunal, lo cual ha motivado severas críticas (40). Estos cambios constantes en la integración y en la doctrina
del alto tribunal explican -aunque no necesariamente justifican- la postura de algunos tribunales inferiores que
consideran que la obligación de ajustar sus decisiones a los fallos de la Corte Suprema surge solamente cuando
existe una corriente constante de fallos del máximo tribunal en el mismo sentido, y no meras decisiones aisladas,
producto de mayorías circunstanciales (41). En este mismo orden de ideas, algunos tribunales han entendido que
la existencia de votos disidentes en un "precedente" de la Corte Suprema les permite apartarse de lo decidido
por el máximo tribunal, ya que dichas disidencias alentarán la esperanza de un futuro cambio de doctrina (42).
Ahora bien, más allá de su acierto o error, que no evaluaremos en esta ocasión (43), esta "tesis de la libertad
condicionada" presenta diferencias significativas con el principio de stare decisis vertical. En primer lugar, la
posibilidad de aparatarse de los fallos de la Corte Suprema en determinadas circunstancias -cualesquiera que
fuesen- es incompatible con el principio del stare decisis vertical, tal como rige en los países del common law
(44). La esencia de la doctrina del stare decisis vertical es, justamente, la obligatoriedad absoluta del precedente
del tribunal jerárquicamente superior (45). En los países del common law el precedente -o, más precisamente, su
holding o ratio decidendi- es la regla de Derecho aplicable al caso, y basta con que haya una sola decisión in
point, es decir, aplicable al caso presente, para que los jueces inferiores estén obligados a seguirla (46). En
cambio, "la tesis de la libertad condicionada" no concibe a los fallos de la Corte como una regla de Derecho. Por
el contrario, esta tesis parte de la premisa de que los fallos de la Corte Suprema no son vinculantes; o sea, no
constituyen una regla de Derecho que los jueces inferiores deben aplicar de forma obligatoria a los casos
análogos. La noción de "obligación moral" en la que algunos tribunales inferiores sustentan la "tesis de la
libertad condicionada", usada de un modo entre ambiguo y ambivalente, deja entrever precisamente la
inexistencia de una obligación jurídica de ajustarse a los fallos de la Corte Suprema.
En la medida en que los fallos del máximo tribunal no constituyen una regla de Derecho -no son "la norma
aplicable al caso concreto"-, esta tesis de la "libertad condicionada" permite a los jueces inferiores apartarse de
lo decidido por la Corte Suprema bajo ciertas condiciones. Estas condiciones son tan fáciles de satisfacer, que en
la práctica la tesis de la "libertad condicionada" presenta pocas diferencias, como ya adelantáramos, con la "tesis
de la libertad amplia", explicada en la sección precedente.
En efecto, la tesis de la "libertad condicionada" autoriza a los jueces inferiores a apartarse de los fallos
resueltos por la Corte Suprema mediante el simple recurso de "aportar nuevos argumentos". Este estándar, como
correctamente observan Garay y Toranzo, es fácilmente superable y está en las antípodas de la tesis de la
obligatoriedad de los fallos de la Corte Suprema (47). En este sentido, Garay y Toranzo señalan que la Corte no
agota la cantidad de razones en las que basa sus decisiones -jamás podría hacerlo, agregamos nosotros, porque
es una institución compuesta de mujeres y hombres de carne y hueso que siempre podrán (¡ojalá!) ver más
(cosas)-, de forma tal que si un juez inferior se quiere apartar de lo resuelto por la Corte, es muy probable que
encuentre, con relativa facilidad, "nuevos argumentos" para resolver en sentido contrario (48).
Más sencillo aún de superar es el estándar que autoriza a los jueces inferiores a apartarse de un precedente
de la Corte Suprema cuando éste fuere contrario a "principios claros de Derecho" o a "principios superiores". Si
un juez inferior quiere apartarse de la doctrina de la Corte Suprema, seguramente va a poder argumentar que la
decisión de la Corte violenta algún principio de Derecho, a los fines de hacer prevalecer, racionalización
mediante, su propio criterio sobre el tema en cuestión.
Finalmente, la doctrina según la cual los tribunales inferiores pueden apartarse de los fallos de la Corte
Suprema cuando se produce un cambio en la integración del tribunal superior o existen disidencias en el fallo de
dicho tribunal también se diferencia esencialmente del principio del stare decisis vertical, tal como existe en los
países del common law. En estos países la obligatoriedad vertical del precedente rige con independencia de los
cambios de integración del tribunal superior y de la unanimidad -o ausencia de ésta- del fallo (49).
En síntesis, "la tesis de la libertad condicionada" es incompatible con el principio del stare decisis vertical
que rige en el common law, y su popularidad entre nuestros tribunales inferiores no hace más que recordarnos y
ratificar que nuestro país no forma parte de aquella tradición angloamericana, y también que entre nosotros el
stare decisis vertical efectivamente no existe. Además, por las razones que ya dimos, la tesis mencionada exhibe
pocas diferencias con la "tesis de la libertad amplia".
c) La tesis de la obligatoriedad de los fallos de la Corte Suprema
Esta tesis -a la que adhieren unos pocos tribunales inferiores- postula que éstos se encuentran obligados a
ajustar sus decisiones a los fallos de la Corte Suprema dictados en casos análogos (50). Esta tesis es casi
inexistente en el Derecho argentino, y esto puede ser una gran paradoja, o simplemente -volvemos a algo recién
señalado- un mero recordatorio de que no tenemos common law en la Argentina (ni tampoco, por tanto, "stare
decisis vertical").
Como hemos visto hasta ahora, la casi totalidad de los tribunales coincide en que los fallos de la Corte
Suprema no resultan vinculantes en sentido estricto. Sin embargo, existen algunas pocas decisiones en sentido
contrario. Así, la sala 8ª de la C. Nac. Trab. ha sostenido que
"Cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación se expide en materia federal, como en el caso, sus
decisiones son vinculantes para los jueces y tribunales inferiores, como consecuencia del rol institucional del
alto tribunal, al que se encuentra conferida la misión de intérprete final de la Constitución Nacional. Existe el
deber de acatar sus fundamentos en este ámbito" (51).
Esta tesis de la obligatoriedad de ajustarse a los fallos de la Corte Suprema en materia federal ha sido
también desarrollada por el juez Hitters, de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires:
"Si las mismas reglas jurídicas se aplican de distinto modo en un país, se produce una inseguridad que no es
conveniente. Ello, sin perjuicio de que en determinadas problemáticas cada juzgador decida libremente según su
leal saber y entender. En síntesis, en lo que tiene que ver con el tema sub examine, la Corte Suprema ha fijado la
doctrina legal que sostiene que los jueces se hallan inhabilitados para disponer de oficio la inconstitucionalidad
de las leyes de la Nación. Tal corriente -que como he dicho, no comparto- es vinculatoria, por lo menos
moralmente para todos los jueces inferiores sean nacionales o provinciales. Nadie debe apartarse del camino
indicado porque -como expresé- la Corte es el último y más genuino intérprete de la Carta Fundamental, y, por
ende, su posición sobre el particular se expande en forma atrapante en todas las direcciones. Ello así, pues como
acota Bidart Campos, de ese modo se traba entre la Constitución del país, federalmente interpretada, y el
derecho provincial, una relación de subordinación que entra dentro de los andariveles que fijan los arts. 5 y 31
de ese Estatuto Supremo. Por lo dicho, la exégesis que hace la Corte de la Lex Maxima, es como si fuera la
Constitución misma, y, en consecuencia, la compartamos o no, es atrapante -en temas federales- para los demás
jueces. A lo expresado hay que añadirle, que según mi opinión, en las cuestiones no federales, tiene efecto de
vinculación moral para los demás judicantes, sobre la base de los principios de celeridad y economía procesal,
sin perjuicio de que en estos casos, los inferiores pueden apartarse, si así lo consideran conveniente según las
circunstancias peculiares de la causa" (52).
Hitters entiende, en suma, que la jurisprudencia de la Corte Suprema en temas federales es vinculante para
los tribunales inferiores. Sin embargo, este magistrado introdujo un matiz, en otro caso, al señalar que los
tribunales inferiores pueden apartarse de la doctrina de la Corte Suprema cuando: i) la doctrina legal no ha
tenido una razonable reiteración, demostrativo, a su juicio, de que no se ha consolidado; ii) ha cambiado la
integración del tribunal emisor; o iii) ha habido discrepancias argumentales en las opiniones de sus miembros
(53). Como puede observarse, en este caso ("Amszynovsky") Hitters deja abierta la posibilidad de apartarse de
los fallos de la Corte Suprema en numerosas circunstancias, y su postura se aleja claramente del principio del
stare decisis vertical, acercándose a la "tesis de la libertad condicionada".
A diferencia de lo sostenido por la sala 8ª de la C. Nac. Trab. y por el juez Hitters, que sólo consideran
vinculantes los fallos de la Corte Suprema que versan sobre materias federales, la Dra. Kemelmajer de Carlucci,
de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, ha desarrollado una interpretación más amplia de la obligatoriedad
de ajustarse a los precedentes de la Corte Suprema, sin limitarla a materia alguna.
Según Kemelmajer de Carlucci, los magistrados inferiores deben ajustarse a las decisiones de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación por razones de seguridad jurídica (54). La jurista y jueza mendocina sostiene
que "resulta absurdo obligar a los litigantes a acudir al máximo tribunal del país para lograr una sentencia
favorable a sus pretensiones dadas las consecuencias nefastas que tal dilación provoca", y que debe evitarse "el
escándalo jurídico que representa que cuestiones sustancialmente idénticas queden resueltas en sentido diferente
según proceda o no un recurso ante la Corte" (55).
Si bien Kemelmajer de Carlucci no llega a afirmar que los fallos de la Corte Suprema constituyen una regla
de Derecho aplicable al caso, las razones en las que fundamenta la obligación de los jueces inferiores de
ajustarse a las decisiones de la Corte Suprema de la Nación -seguridad jurídica, principio de igualdad y
eficiencia- guardan cierta similitud con los valores que justifican el stare decisis en los países en los que rige
aquel sistema: orden, seguridad, paz y justicia (56).
En síntesis, "la tesis de la obligatoriedad de los fallos de la Corte Suprema" es casi inexistente en el Derecho
argentino. La postura de Kemelmajer de Carlucci y, en menor medida, la de Hitters son las que más se
aproximan al principio del stare decisis vertical del common law, aunque no se llegan a identificar con éste, por
las razones apuntadas.
III. CONCLUSIONES
La postura de los tribunales inferiores de la Argentina acerca de la obligatoriedad de los fallos de la Corte
Suprema de Justicia difiere radicalmente de la de sus pares del common law, que se consideran jurídicamente
obligados por los precedentes de su superior ("stare decisis vertical"). En el Derecho argentino, por lo que
hemos visto, los fallos de la Corte Suprema de la Nación no constituyen una regla de Derecho obligatoria para
casos análogos.
De acuerdo con "la tesis de la libertad amplia", la Constitución no establece la obligatoriedad vertical de los
fallos de nuestro máximo tribunal y tampoco podría hacerlo una norma inferior, ya que ello sería
inconstitucional.
Según "la tesis de la libertad condicionada", los fallos de la Corte no son vinculantes pero los jueces
inferiores deben ajustarse a ellos, aunque pueden apartarse si se dan ciertas condiciones. Ahora bien, estas
condiciones son tan fáciles de satisfacer, que en la práctica no existen grandes diferencias entre esta tesis y la de
la libertad amplia.
Por último, unos pocos tribunales inferiores reconocen, en cierta medida, el carácter vinculante de los fallos
de la Corte pero sin llegar a sostener que constituyen una regla de Derecho. De manera tal que su postura -"la
tesis de la obligatoriedad"- tampoco se identifica con el principio del stare decisis vertical.
En un futuro trabajo, después de haber examinado cómo aprecia la propia Corte Suprema la obligatoriedad
de sus fallos para los tribunales inferiores (57), estudiaremos las consecuencias que genera la ausencia del
principio del stare decisis vertical en el Derecho argentino, a los fines de determinar si resultaría
constitucionalmente válida su incorporación a nuestro sistema jurídico y si habría razones que pudieran tornarlo
deseable, o incluso necesario.
NOTAS:
(*) Este trabajo forma parte de un proyecto de investigación parcialmente financiado por el Fondo de Ayuda
a la Investigación de la Universidad Austral. Agradecemos los valiosos comentarios y sugerencias de Agustina
Capponi y Laura Piedrahita.
(***) Director y profesor del Departamento de Filosofía del Derecho y Derecho Constitucional de la
Facultad de Derecho de la Universidad Austral.
(1) Conf. Legarre, Santiago y Rivera, Julio C. (h), "Naturaleza y dimensiones del stare decisis", LL 2005-F-
850, en esp. p. 861.
(2) Conf. Rivera, Julio C. (h) y Legarre, Santiago, "Los efectos de la declaración de inconstitucionalidad en
los Estados Unidos y en la Argentina", ED Supl. de Derecho Constitucional del 21/4/2006, p. 8.
(3) En otro trabajo, en preparación, examinamos el mismo problema de la (no) obligatoriedad, pero desde la
perspectiva del tribunal que dicta los fallos cuya obligatoriedad se discute: la Corte Suprema de Justicia de la
Nación. (Legarre, Santiago y Rivera, Julio C. [h], "La obligatoriedad de los fallos de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación desde la perspectiva de la propia Corte Suprema" [pro manuscrito]).
(4) Sup. Corte Bs. As., 20/9/1992, "Olivera, Enrique" (JA 1993-II-208), voto del Dr. Laborde, al que
adhieren los Dres. Mercader, San Martín, Ghione, Vivanco, Salas, Negri y Pisano, LL 1993-A-397, énfasis
añadido. El Dr. Rodríguez Villar, en disidencia, sostuvo que "...los jueces de los tribunales inferiores tienen el
deber -si no legal, moral- de conformar sus decisiones a lo que la Corte Suprema de Justicia ha resuelto en casos
análogos" (íd., p. 398). Compárese el pasaje del voto del juez Laborde que hemos enfatizado en el texto con el
criterio que sobre el mismo tema expresó el profesor Bidart Campos (conf. Bidart Campos, Germán J., "Tratado
elemental de Derecho Constitucional", vol. I, 1993, Ed. Ediar, p. 168), el cual fue a su vez criticado por uno de
nosotros (conf. Legarre, Santiago, "Stare decisis y derecho judicial: a propósito de las enseñanzas del profesor
Bidart Campos", ED Supl. de Derecho Constitucional, del 17/10/2005, ps. 2/3).
(5) Sup. Corte Bs. As., 5/12/2001, "Caffaro, Osmar L. v. Celulosa Argentina S.A.", voto del Dr. Ghione, LL
Online. En este caso la mayoría de la Corte provincial -integrada por los jueces Hitters, De Lázzari, Pettigiani,
Ghione y Negri- declaró, de oficio, la inconstitucionalidad de la resolución 7/1989 del Consejo Nacional del
Salario Mínimo Vital y Móvil.
(6) Corte Sup., 15/4/1993, "Rodríguez, Juan R. v. Cía. Embotelladora Argentina S.A. y otro", Fallos
316:715 (JA 1993-II-718 ).
(7) C. Nac. Trab., sala 6ª, 4/3/2004, "Andrada, Roberto H. v. O'Mari S.A. y otro", voto del Dr. Capón Filas,
LL 2004-C-571. En este mismo sentido véase el voto del Dr. Capón Filas, en fecha 5/9/2003, en autos "Laurens,
Adriana M. v. Maldonado Automotores S.A. y otro", LL 2003-F-173. Debería colegirse de la opinión del juez
Capón Filas que, para él, la Corte Suprema de los Estados Unidos es una "computadora gigante", pues allí sí que
los jueces no tienen la libertad que él dice tener. Parecería ser una imputación un tanto desmesurada,
especialmente teniendo en cuenta el enorme (y, en buena medida, merecido) prestigio de aquella supuesta
"Legal Computerized Mother".
(8) C. Nac. Com., sala B, 28/2/2005, "Rozic, María E. s/quiebra s/incidente de concurso especial", voto de
los jueces Butti y Piaggi, elDial - AA28CC. La sentencia está suscripta sólo por estos dos camaristas.
(9) Conf. C. Nac. Civ., sala H, 23/8/2000, "G., E. v. Editorial La Razón S.A.", voto del Dr. Kiper, al que
adhieren los Dres. Achával y Gatzke Reinoso de Gauna, LL 2001-A-108.
(12) Juzg. Nac. Civ., n. 4, 10/3/1987, "T. C. de V. y V., P. E.", ED 123-357 (1987).
(13) Corte Sup., 3/4/2003, "Palomeque, Aldo R. v. Benemeth S.A. y otro" (RDLSS 2003-5-351), LL 2003-
F-731.
(14) C. Nac. Trab., sala 10ª, 8/8/2005, "Mittelman, Patricia M. v. Lurjohann, Federico E. y otros", voto del
Dr. Scotti, al que adhiere el Dr. Corach, LL Online. La sentencia está suscripta sólo por estos dos camaristas.
(15) Conf. C. Nac. Civ., sala G, 10/2/1987, "A., P. E. y N. de B., A. B.", voto de los Dres. Greco y Montes
de Oca, ED 122-293 (1987). La sentencia está suscripta sólo por estos dos camaristas.
(16) Íd.
(17) Corte Sup., 13/7/2004, "Cabrera, Jerónimo R. y otro v. Poder Ejecutivo Nacional" (RDLSS 2004-17-
1203), LL 2004-D-1009.
(18) Conf. C. Nac. Com., sala D, 24/2/2006, "Sanguinetti, David E. v. Banco de Galicia y Buenos Aires
S.A. s/ordinario", voto del Dr. Cuartero, al que adhiere el Dr. Bargalló, elDial - AA33E1. La sentencia está
suscripta sólo por estos dos camaristas.
(19) C. Nac. Trab. en pleno, 3/2/2006, "Ramírez, María I. v. Russo Comunicaciones e Insumos S.A. y otro",
LL del 19/4/2006.
(20) Corte Sup., "Rodríguez, Juan R. v. Cía. Embotelladora Argentina S.A. y otro" , cit. supra, nota 6.
(21) Rodríguez Mancini, Jorge, "La interpretación del art. 30 Ley de Contrato de Trabajo en sus aspectos
procesales", LL del 3/5/2006. Sin perjuicio de lo dicho en el texto, ya hemos recordado (supra, nota 7) que el
"precedente" "Rodríguez v. Cía. Embotelladora Argentina" no fue seguido por todas las salas de la C. Nac. Trab.
(22) Corte Sup., 27/12/1996, "Chocobar, Sixto C. v. Caja Nacional de Previsión para el Personal del Estado
y Servicios Públicos", JA 1997-II-557 , LL 1997-B-247.
(23) El texto íntegro del art. 19 ley 24463 establecía que "La sentencia definitiva de la C. Fed. Seguridad
Social será apelable ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación por recurso ordinario, cualquiera fuera el
monto del juicio. Los fallos de la Corte Suprema serán de obligatorio seguimiento por los jueces inferiores en
las causas análogas". Esta norma fue primero declarada inconstitucional por la Corte Suprema en el caso
"Itzcovich" (JA 2005-II-725 ) (ED Supl. de Derecho Constitucional del 5/4/2005) y después derogada por la ley
26025 (LA 2006-A-13).
(24) C. Nac. Seguridad Social, sala 2ª, 20/11/1998, "González, Herminia del C. v. Anses" , voto del Dr.
Fernández, LL 1998-F-759 (cita intermedia omitida). Los Dres. Herrero y Etala coincidieron con el voto del Dr.
Fernández (íd., p. 811).
(25) Véase, por ejemplo, Bruzzone, Gustavo A., "Ecos del plenario `Kosuta' . La inconstitucionalidad de la
obligatoriedad jurídica de la jurisprudencia plenaria: un problema de la independencia interna del Poder
Judicial", LL 2000-B-582; Sartorio, José C., "La obligatoriedad de los fallos plenarios. Su inconstitucionalidad",
LL 96-799; Soler, Sebastián, "Derecho Penal argentino", t. 1, 1992, Ed. TEA, p. 160.
(26) Conf. Trib. Nac. Oral Crim., n. 23, 24/2/2000, "Menghini, Ariel" , voto del Dr. Magariños, al que
adhiere el Dr. Del Castillo, LL 2000-B-576. La Dra. Goscilo votó en disidencia.
(28) C. Nac. Casación Penal, sala 3ª, 20/5/2005, "Layun, Martín A. s/recurso de casación" , LL Online. La
mayoría estuvo conformada por los votos de los Dres. Tragant y Riggi. La Dra. Ledesma, en disidencia, sostuvo
que el art. 10 inc. c párr. 2º ley 24050 es inconstitucional. Según la Dra. Ledesma, la citada disposición afecta el
derecho a ser juzgado por un tribunal independiente e imparcial, en la medida en que le indica al juez cómo
tiene que decidir. La Dra. Ledesma subraya que "no se trata de que lo dispuesto en el párr. 2º del inc. c del art.
10 ley 24050 lesione el principio de división de poderes por consagrar una indebida delegación de facultades
legislativas otorgadas al Poder Judicial, sino que, por lo contrario, el quebrantamiento de aquel principio se
produce pues esa disposición legal en verdad quita al Poder Judicial funciones que, por definición de la
Constitución Nacional, le son propias". Asimismo, la Dra. Ledesma entiende que "la obligatoriedad del
precedente también afecta el derecho al recurso y, como consecuencia de ello, el derecho de defensa en juicio y
debido proceso". En este sentido, la Dra. Ledesma sostiene que "el acatamiento al plenario implica adelantar la
decisión del recurso y, por lo tanto, dejarlo sin posibilidad de revisar su propia posición al no aparecer una
decisión contraria a la sentada". Por último la Dra. Ledesma cuestionó la razonabilidad de una interpretación
que habilitase mayores poderes a un tribunal inferior -la Cámara de Casación- que a la Corte Suprema.
(29) El adjetivo "condicional" en este contexto fue usado por primera vez por Sagüés en un artículo señero
en el que muchos jueces y autores se han apoyado para discurrir acerca del asunto sobre el que versa nuestro
estudio (conf. Sagüés, Néstor P., "Eficacia vinculante o no vinculante de la jurisprudencia de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación", ED 93-891 [1981]).
(30) Véase, por ejemplo, C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 6/8/1991, "Mayol, Carlos A. v. Estado Nacional
- Ministerio del Interior - Policía Federal Argentina", voto de la Dra. Mariani de Vidal, al que adhieren los Dres.
Quintana Terán y Vocos Conesa, LL 1992-C-332 ("...advierto que es jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación -como en otras oportunidades, la acato por razones de economía procesal- que los vocablos
`retiro' y `pensión' no se asocian con la idea de resarcimiento, reparación o indemnización, sino que poseen una
notoria resonancia provisional..."); C. Nac. Cont. Adm. Fed., sala 1ª, 27/11/1997, "Blas, Humberto v.
Universidad de Buenos Aires", voto concurrente del Dr. Buján, LL 1998-A-288, ps. 289-290 ("...la doctrina
sentada por el superior tribunal... resulta enteramente aplicable al que es materia del sub lite por lo que -aunque
fuera por meras razones de economía procesal- corresponde aplicarla en la especie remitiéndose por razones de
brevedad a las distintas consideraciones allí expuestas por la Corte Suprema de Justicia"); Trib. Sup. Just.
Córdoba, 4/6/2003, "Banco Río de la Plata v. Rivarola de Quiroga, Elba E. y otro" , voto de las Dras. Cafure de
Battisteli y Tarditti, voto del Dr. Lafranconi y voto del Dr. Rubio, LL Online, que declaran, por razones de
economía procesal, la inconstitucionalidad del art. 58 Const. Córdoba, en función de la doctrina sentada por la
Corte Suprema de la Nación en un precedente anterior; C. Nac. Civ., sala K, 17/7/2003, "Olivera, Catalino R. v.
Taylor, Carlos y otro", sentencia suscripta por los Dres. Moreno Hueyo, Estévez Brasa y Degiorgis, LL Online
("Esta sala ha establecido en numerosas oportunidades que cuando ante una cuestión de competencia ha
mediado pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, aun cuando el mismo resulte no
vinculante y pueda no coincidirse con el criterio evidenciado se debe acatar lo dispuesto por una razón de
economía procesal, sin perjuicio de dejar a salvo la opinión contraria que el tribunal pudiera tener sobre la
cuestión sometida a conocimiento, lo cual tiende a evitar un dispendio jurisdiccional y una demora en perjuicio
de los justiciables totalmente innecesaria, en contravención de lo establecido por el art. 4 inc. 5 ap. e del ritual,
que impone a los magistrados el deber de vigilar para que la tramitación de la causa se procure la mayor
economía procesal"); C. Fed. La Plata, sala 3ª, 2/11/2004, "Nubile, Sebastián P. v. P.E.N. s/amparo" , voto de los
Dres. Pacilio y Vallefín (la sentencia está suscripta solamente por estos dos camaristas), elDial - AA2583 ("...no
obstante el criterio opuesto de esta sala sostenido en reiteradas oportunidades [...] habida cuenta de que la
cuestión propuesta por el apelante guarda analogía con la tratada y decidida por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación en autos `Bustos, Alberto R. y otros v. Estado Nacional y otros s/amparo' , sent. del 26/10/2004,
corresponde por economía procesal, y en virtud de la jurisprudencia dominante que propicia la sujeción a los
precedentes del alto tribunal -a la que esta sala adhiere- aplicar la doctrina sentada en el fallo citado"); C. Nac.
Civ. y Com. Fed., sala 3ª, 5/11/2004, "Red Odontológica S.A. v. Instituto Nacional de Servicios Sociales para
Jubilados y Pensionados" , voto de los Dres. Antelo y Recondo (la sentencia está suscripta sólo por estos dos
camaristas), LL Online ("Si bien es cierto que las sentencias de la Corte Suprema sólo deciden en los procesos
concretos que le son sometidos y que sus fallos no resulta [sic] obligatorios para casos análogos, no lo es menos
que resulta conveniente, por razones de economía procesal, adecuar la solución a la doctrina del alto tribunal");
énfasis añadido en todos los casos.
(31) Véase, en este sentido, C. Fed. Córdoba, sala B, 19/11/2004, "Zarbulin, Jorge T. v. Estado Nacional y
otros s/amparo", voto de los Dres. Mosquera y Rueda, elDial - AA25BD ("...si bien hay un deber moral para los
jueces inferiores en conformar sus decisiones a los fallos de [la Corte Suprema], ello se funda en la presunción
de verdad y justicia que a su doctrina da la sabiduría e integridad que caracteriza a los magistrados que la
componen..."); énfasis añadido. Véase también C. Nac. Cont. Adm. Fed., sala 2ª, 30/6/2005, "Aguera, Juana v.
Estado Nacional" , voto concurrente de la Dra. Garzón de Conte Grand ("Si bien es cierto que las decisiones del
alto tribunal no son vinculantes más que para las partes y los órganos jurisdiccionales intervinientes en las
causas en que son dictadas [...] se ha sostenido que los tribunales inferiores deben un acatamiento moral a su
doctrina..."); énfasis en el original.
(32) Conf. C. Nac. Trab., sala 1ª, 2/4/2004, "Tuero, Juan O. v. Medicalsys S.R.L. y otro", voto del Dr.
Vilela, al que adhiere el Dr. Del Valle Puppo (la sentencia está suscripta solamente por estos dos camaristas), LL
Online ("...si bien las sentencias de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sólo deciden en los procesos
concretos y sus fallos no resultan obligatorios para casos análogos, los jueces inferiores tienen el deber de
conformar sus decisiones a aquéllos, por cuanto por disposición de la Constitución Nacional y de la
correspondiente ley reglamentaria, pues la Corte tiene autoridad definitiva para la justicia de la República"
[sic]); C. Nac. Cont. Adm. Fed., sala 4ª, 22/10/2005, "Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés
v. Ley PEN. 25561 - decretos 1570/2001 y 214/2002 s/amparo", sentencia suscripta por los Dres. Galli,
Uslenghi y Pérez Cortés ("La Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene dicho que sus sentencias deben ser
lealmente acatadas por las partes como por los organismos jurisdiccionales que intervienen en las causas...,
aclarando que si bien deciden en los procesos concretos que le son sometidos, y sus fallos no resultan
obligatorios para casos análogos, los jueces inferiores tienen el deber de conformar sus decisiones a aquéllas,
por cuanto por disposición de la Constitución Nacional y de la correspondiente ley reglamentaria, la Corte tiene
autoridad definitiva para la justicia de la República"); énfasis añadido en todos los casos.
(33) Véase, por ejemplo, Sup. Corte Bs. As., 15/10/1974, "Provincia de Buenos Aires v. Cerutti, Juan y
otros", voto concurrente del Dr. Ortiz, LL 1975-A-736 (el acatamiento a los fallos de la Corte Suprema de la
Nación "corresponde strictu sensu en orden a temas federales, como intérprete final de la Constitución... pero no
cuando como en el caso el supuesto versa sobre aspectos del Derecho común y no se hallan implicadas garantías
de linaje constitucional, donde no percibo la obligación moral de adecuar pronunciamiento al de la doctrina del
más alto tribunal Nacional"); C. 2ª Civ. y Com. La Plata, sala 3ª, 4/2/1977, "Gavazza, Francisco A. v. González,
Ariel E.", voto del Dr. Pera Ocampo, al que adhiere el Dr. Bossi (la sentencia está suscripta solamente por estos
dos camaristas), JA 1977-IV-433 ("...los tribunales del Estado de Buenos Aires solamente deben acatamiento a
los fallos de la Corte Nacional que se pronuncian en los particulares casos que contempla el art. 14 ley 48... Pero
no, en cambio, en aquellos en los cuales se trata de la interpretación y consecuente aplicación de las llamadas
`leyes comunes'"); C. Nac. Civ. y Com. Fed., en pleno, 16/5/1989, "Sampi S.A. v. A.G.P.", voto de los Dres.
Pérez Delgado, Quintana Terán, Mariani de Vidal, Amadeo y Bulygin, LL 1991-A-106 ("...esta Cámara ha
atribuido a las decisiones de la Corte en materia federal una obligatoriedad de hecho, a fin de atender a buenas
razones de economía procesal y por la jerarquía institucional que en el orden judicial cabe atribuir a su
interpretación en esas cuestiones..."). Énfasis añadido en todos los casos. En contra de esta interpretación, en el
sentido de que extiende la "obligatoriedad condicional" a materias no federales, véase el criterio de la Sup. Corte
Just. Mendoza, sala 1ª, 15/5/1992, "Pellegrina, Gabriel v. Boff, Ricardo J. y otros" , voto de la Dra. Kemelmajer
de Carlucci, al que adhieren los Dres. Romano y Llorente, JA 1992-IV-651 ("Con mayor razón hay que
someterse a esa jurisprudencia, si es reiterada, cuando se advierte, como en el caso, que sin ser una cuestión
federal, la Corte de la Nación fuerza su propia competencia para dar la solución que ella, la guardiana máxima
de la Constitución, estima justa en cuestiones de Derecho común"); énfasis en el original. Un análisis crítico de
la tendencia jurisprudencial que limita la obligación de someterse a los fallos de la Corte Suprema a las
cuestiones federales puede verse en Sagüés, Néstor P., "Sobre el valor de la jurisprudencia de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación en asuntos de Derecho no federal", JA 1982-II-295.
(34) Conf. C. Nac. Trab., sala 10ª, 19/4/2004, "Aguirre, David v. Rendi S.A. y otro", voto del Dr. Scotti, al
que adhiere el Dr. Corach (la sentencia está suscripta solamente por estos dos camaristas), LL 2004-D-116 ("No
obsta, a todo lo expuesto, lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en los precedentes
`Carcaballo, Atilano v. Kanmar S.A. [en liquidación] y otros' y `Palomeque, Aldo R. v. Benemeth S.A. y otro' .
Ello así dado que, por una parte, no contienen referencia alguna al art. 274 ley 19550 [t.o. 1984, LA 1984-A-46]
citado anteriormente. Pero, además, y esto es lo determinante, están referidos a aspectos fácticos propios de esas
causas... y no constituyen, como es obvio, un criterio interpretativo acerca del precepto en cuestión que pudiera
ser considerado como vinculante para los tribunales inferiores. Con relación a esto último cabe recordar que
tratándose de una norma de Derecho común, tanto la Constitución... como la ley... impiden el acceso del alto
tribunal cuando se trata de interpretación o aplicación de ese tipo de disposiciones"; énfasis añadido).
(35) Véase, por ejemplo, C. Nac. Penal Económico, sala 3ª, 29/3/1983, "Mandra, Juan C.", voto de los Dres.
Guerberoff y García Quiroga (la sentencia está suscripta solamente por estos dos camaristas), LL 1983-C-580
("...la Corte Suprema ha puntualizado que la prescindencia pura y simple de los fallos de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, por parte de los tribunales inferiores, importa perturbar el esquema institucional
judiciario... No se trata, por cierto, como aclaró el alto tribunal, de desconocer el recto desarrollo de la libertad
de juicio propia de los jueces, pues las sentencias de la Corte son susceptibles de ser controvertidas como todo
juicio humano, pero la discrepancia debe ser fundada debidamente..."); C. Nac. Trab., sala 2ª, 11/12/1989,
"Martínez, Héctor M. v. Siderca S.A." , voto de la Dra. Rodríguez, al que adhiere la Dra. González (la sentencia
está suscripta solamente por estos dos camaristas), LL 1990-B-216 ("Con fundamento en la propia doctrina de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, en virtud de la cual los tribunales inferiores pueden apartarse de las
resoluciones dictadas por un tribunal superior cuando se valgan de argumentos no considerados por éste, me
apartaré del precedente invocado por el recurrente..."); C. Nac. Trab., sala 3ª, 13/9/2001, "Pavicic, Mariano v.
Estado Nacional" , voto de la Dra. Porta, al que adhiere el Dr. Moroni, LL Online ("...carecen de fundamento las
sentencias de los tribunales inferiores que se apartan de los precedentes de la Corte sin aportar nuevos
argumentos que justifiquen modificar la posición sentada por el tribunal, en su carácter de intérprete supremo de
la Constitución Nacional y de las leyes dictadas en su consecuencia... A la luz de tal directiva -y a salvo mi
opinión personal- corresponde determinar si en al caso se aportan otros razonamientos o se hallan acreditados
otros extremos de hecho o de derecho que justifiquen apartarse de la doctrina de la Corte"); C. Nac. Cont. Adm.
Fed., sala 1ª, 9/11/2004, "Roger, Martín R. v. Poder Ejecutivo Nacional" , voto concurrente del Dr. Coviello
("...dicha doctrina del leal acatamiento y obligatoriedad de los pronunciamientos del alto tribunal sólo cede... en
la medida en que se aporten nuevos argumentos que justifiquen modificar la posición sentada por el tribunal en
su carácter de intérprete supremo de la Constitución"); Corte Sup. Just. Santa Fe, 28/9/2005, "Wagner, Néstor O.
v. Acindar S.A." , voto del Dr. Netri, al que adhieren los Dres. Falistocco, Spuler, Vigo y Gutiérrez, LL Online
("Este deber de los tribunales no importa la imposición de un simple y puro acatamiento de la jurisprudencia de
la Corte, sino el reconocimiento de la autoridad que la inviste y, en consecuencia, la necesidad de controvertir
sus argumentos cuando se aparte de dicha jurisprudencia al resolver las causas sometidas a su juzgamiento... de
suerte tal que carecen de fundamentos las sentencias de los tribunales inferiores que se apartan de los
precedentes de la Corte sin aportar nuevos argumentos..."); C. Nac. Cont. Adm. Fed., sala 2ª, "Aguera, Juana v.
Poder Ejecutivo Nacional - decreto 214/2002 s/amparo ley 16986 " , voto concurrente de la Dra. Garzón de
Conte Grand ("Si bien es cierto que las decisiones del alto tribunal no son vinculantes más que para las partes y
los órganos jurisdiccionales en las causas en que son dictadas... se ha sostenido que los tribunales inferiores
deben un acatamiento moral a su doctrina... Es por ello que para apartarse de dicha jurisprudencia al resolver las
causas análogas sometidas a juzgamiento, es necesario controvertir sus fundamentos aportando otros nuevos. Tal
es lo que a continuación realizaré, procurando brindar argumentos decisivos para la resolución de la litis que no
fueron considerados por la Corte en el precedente `Bustos'" ); C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 3ª, 2/2/2006,
"Ginestet, Irma v. Citibank NA / Sucursal Buenos Aires" , consid. VIII del voto del Dr. Antelo, al que adhieren
el Dr. Recondo y la Dra. Medina, JA 2006-II, fasc. 4, p. 47 ("...las sentencias dictadas por el alto tribunal sólo
vinculan en los casos en los que son dictadas... aunque son y serán tenidas en cuenta siempre por esta Cámara en
razón de la jerarquía del órgano jurisdiccional que las dicta, ello no significa que los jueces deban abdicar de la
función que les confiere la Constitución en punto al control de constitucionalidad, pues el rol institucional de la
Corte no supone instaurar una instancia única eliminando, virtualmente, la intervención de las restantes
autoridades judiciales del país. En un todo de acuerdo con este postulado, se exige que los fallos que se apartan
del holding fijado por el alto tribunal se sustenten en `nuevos argumentos'..."). Énfasis añadido en todos los
casos.
(36) Trib. Sup. Just. Córdoba, 4/6/2003, "Banco Río de la Plata v. Rivarola de Quiroga, Elba E. y otro" ,
voto de las Dras. Cafure de Battisteli y Tarditti, LL Online.
(37) Conf. C. Nac. Cont. Adm. Fed., sala 1ª, 9/11/2004, "Roger, Martín R. v. Poder Ejecutivo Nacional" ,
voto concurrente del Dr. Coviello, LL Online ("...si bien hay un deber moral para los jueces inferiores en
conformar sus decisiones como la misma Corte lo tiene decidido en casos análogos, a los fallos de aquel alto
tribunal, él se funda principalmente, en la presunción de verdad y justicia que a sus doctrinas da la sabiduría e
integridad que caracteriza a los magistrados que la componen, y tiene por objeto evitar recursos inútiles, sin que
esto quite a los jueces la facultad de apreciar con su criterio propio esas resoluciones y apartarse de ellas cuando
a su juicio no sean conformes a los preceptos claros de Derecho, porque ningún tribunal es infalible y no faltan
precedentes de que aquéllos han vuelto contra resoluciones anteriores en casos análogos"); C. Fed. Córdoba,
sala A, 19/11/2004, "Ferrero, Raúl G. y otro v. PEN. - amparo ley 16986 " , voto de los Dres. Aliaga Yofre y
Becerra Ferrer (la sentencia está suscripta solamente por estos dos camaristas), elDial - AA25BC ("Desde
antiguo tiene dicho el máximo tribunal que sus resoluciones sólo deciden el caso concreto sometido a su fallo y
no obligan legalmente a él, en lo que consiste particularmente la diferencia entre la función legislativa y la
judicial; y si bien hay un deber moral para los jueces inferiores en conformar sus decisiones a los fallos de aquél,
ello se funda en la presunción de verdad y justicia que a sus doctrinas da la sabiduría e integridad que
caracteriza a los magistrados que la componen, sin que esto quite a los jueces la facultad de apreciar con su
criterio propio esas resoluciones y apartarse de ellas cuando a su juicio no sean conformes a los preceptos claros
de Derecho"). Énfasis añadido en ambos casos.
(38) C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 3ª, 27/11/1992, "Lesniczuk, Pablo v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro"
, voto en disidencia del Dr. Vázquez, LL 1993-C-78 ("...la doctrina del tribunal superior, si bien sólo decide en
los procesos concretos que le son sometidos y sus fallos no resultan obligatorios para casos análogos, los jueces
tienden, entre otras razones -por economía procesal- y en cuanto ello no choque con su criterio en contrario muy
importante, o con principios superiores, a conformar sus decisiones a aquéllas... Pues bien, juzgo en el sub lite
se da precisamente, en mi criterio, el hecho de que acatar la doctrina sentada por la Corte Suprema en su actual
integración, haría caer el andamiaje de la seguridad jurídica de la principal forma de extinción de las
obligaciones, como es el de negarle efecto liberatorio al pago "); Sup. Trib. Just. Neuquén, 17/3/1995,
"Valenzuela, Roberto v. Compañía Naviera Pérez Companc", voto del Dr. Massei, al que adhieren los Dres.
Macome, Otharán, González Taboada y Vidal, LL 1997-D-532 ("...si bien en mi carácter de miembro del Sup.
Trib. Just. Neuquén, me he caracterizado por acatar las decisiones del superior tribunal de la Nación dando
cuenta de ello numerosos fallos... la trascendencia de esta cuestión me inclina por no receptar en la especie la
doctrina de la Corte Nacional por entender que existen principios superiores que desde el punto de vista
(39) Conf. C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 27/3/1992, "Plus Ultra Cía. de Seguros y/u otro v. Varig S.A.",
voto del Dr. Vocos Conesa, al que adhieren los Dres. Quintana Terán y Mariani de Vidal, LL 1992-C-216
("Como en la actualidad se ha producido un cambio sustancial en la composición de la Corte Suprema -al punto
de que la mayoría de Fallos 306:1805 ha quedado reducida a los Dres. Belluscio y Fayt- encuentro apropiada la
ocasión para volver a replantear el problema, movido por el convencimiento de que la respuesta jurídica correcta
era la dada por esta sala y movido, asimismo, por el hecho de que en diversas oportunidades la Corte Suprema
ha revisado su doctrina sobre la base de admitir que la autoridad del precedente cede ante la comprobación del
error o de la inconveniencia de las decisiones anteriores..."); C. Nac. Trab., sala 10ª, 27/10/2004, "Godoy,
Gabriel G. v. Inargind S.A. y otro", voto del Dr. Simón, al que adhiere el Dr. Corach (la sentencia está suscripta
solamente por estos dos camaristas), LL Online ("... a partir del dictado del fallo `Gorosito' [JA 2002-I-65] por la
Corte Suprema de Justicia de la Nación... he adoptado un criterio distinto al que venía sosteniendo, por
aplicación de lo que entendí, era la doctrina del alto tribunal, dejando a salvo mi opinión contraria, pero
declarando la validez constitucional del sistema creado por la ley 24557 [LA 1995-C-3104]... Fundé tal decisión
en razones de economía procesal y de respeto a la investidura de nuestro máximo tribunal de justicia y cabeza
del Poder Judicial de la Nación... que llevan a acatar su criterio. No obstante lo expuesto, existen en la
actualidad numerosas circunstancias que me llevan a reformular el criterio que vengo sosteniendo. Entre ellas, y
en primer lugar, cabe señalar la nueva composición de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Lo entiendo
de este modo por cuanto, si tal como lo indicara supra, el rechazo que he venido propiciando, por acatamiento a
la doctrina de la Corte Suprema, respecto de los planteos de inconstitucionalidad de normas como la
mencionada precedentemente, se fundaba exclusivamente en razones de economía procesal y de respeto a la
investidura del tribunal superior, el alejamiento de algunos ministros que conformaron en su oportunidad, la
mayoría de la decisión en el caso `Gorosito' coadyuvan a que replantee la cuestión"); C. Nac. Crim. y Corr. Fed.,
sala 2ª, 9/5/2006, "Thomas, S. s/sobreseimiento", sentencia suscripta por los Dres. Catanni, Luraschi e Irurzun
("...la reciente conformación de una nueva integración en el alto tribunal sugiere que se ha presentado la
oportunidad de retomar la línea jurisprudencial abandonada de la materia cuestionada"). Énfasis añadido en
todos los casos. El caso "Thomas" fue comentado por uno de nosotros: Legarre, Santiago, "Tenencia de drogas
para uso personal y estabilidad de la jurisprudencia: `Colavini', `Bazterrica'... ¿Y la Corte actual `estará a lo
decidido' en `Montalvo'?", LL Supl. de Derecho Constitucional del 12/7/2006. En esa nota a fallo se cuestiona la
actitud reflejada tanto en la sentencia "Thomas" como en las otras que transcribimos parcialmente más arriba en
esta nota a pie. En contra de esta interpretación, véase Sup. Corte Just. Mendoza, sala 1ª, 15/5/1992, "Pellegrina,
Gabriel v. Boff, Ricardo J. y otros" , voto de la Dra. Kemelmajer de Carlucci, al que adhieren los Dres. Romano
y Llorente, JA 1992-IV-651 ("Es cierto que la Corte Federal ha variado su integración desde el último fallo
sobre el tema... pero el tribunal tiene identidad institucional, no pudiendo presumirse el cambio de su
jurisprudencia constante, sin perjuicio del eventual derecho del litigante a intentarlo"). Este criterio ha sido
mantenido en casos posteriores (conf. Sup. Corte Just. Mendoza, 25/2/2004, "Funes, Emma M. v. Mateu Bustos,
Marcela A." , voto concurrente de la Dra. Kemelmajer de Carlucci, LL Gran Cuyo 2004-328, "La modificación
parcial de la integración de la Corte Federal no asegura un cambio en la jurisprudencia").
(40) Uno de los primeros autores en criticar a la Corte Suprema por apartarse injustificadamente de sus
precedentes fue Alberto Garay (véase Garay, Alberto F., "La Corte Suprema debe sentirse obligada a fallar
conforme sus propios precedentes", JA 1991-II-870). En un trabajo más reciente Pablo Manili ha observado que
"la Corte en su actual composición, ha revertido varios precedentes y ha abandonado líneas jurisprudenciales
arraigadas en el Derecho Constitucional argentino". Según Manili, "independientemente de la opinión favorable
o desfavorable que el intérprete tenga, en cada caso, respecto de la jurisprudencia `vieja' y de la `nueva', sería
deseable que la Corte se sintiera obligada a fallar según sus precedentes y a abandonarlos sólo cuando hubieran
cambiado sustancialmente las circunstancias jurídicas que rodearon la adopción de un determinado criterio".
Manili se lamenta de que la previsibilidad y la seguridad jurídica, que son el sustento de la doctrina del stare
decisis, no sean valores a defender por parte de la Corte en su actual integración (Manili, Pablo, "Primeras
reflexiones sobre el fallo `Simon': una disidencia ajustada a derecho", en LL 2005-F-15). Reflexiones afines,
aunque no iguales, pueden encontrarse en el trabajo de Legarre citado en la nota anterior.
(41) Véase, por ejemplo, C. Nac. Cont. Adm. Fed., sala 1ª, 6/3/1975, "Editorial Sarmiento S.A.", voto de los
Dres. López Figueroa y Azcona (con disidencia del Dr. Valerio Pico), LL 1975-B-567 ("...el hecho de que no se
está en presencia de una jurisprudencia reiterada de la Corte Suprema, sino tan sólo frente a un fallo que innova
sobre el particular, justifica el apartamiento por esta Cámara de lo resuelto en ese fallo del superior"); C. Nac.
Civ., sala 1ª, 21/12/1999, "Díaz de Vivar, Elisa M. v. Neustadt, Bernardo y otros" , voto del Dr. Fermé, al que
adhieren los Dres. Kiper y Moreno Hueyo, LL 2000-A-305 ("Fuera de que no estimo obligatoria la
jurisprudencia de la Corte para los tribunales inferiores, salvo para el caso concreto en que mande dictar un
nuevo pronunciamiento y del indudable prestigio institucional que cabe reconocer a esa jurisprudencia cuando
es fruto de una corriente constante de fallos, a salvo de modificaciones fruto de mayorías circunstancialmente
variadas..."); Juzg. Fed. Santa Rosa, 23/12/2004, "Bort, Oscar A. y otra v. Banco de La Pampa s/amparo
sumarísimo" ("...más allá de lo resuelto por nuestro máximo tribunal en el fallo `Bustos' , el cual no es de
aplicación obligatoria para los jueces inferiores, en virtud de que si bien existe un deber moral de ellos de ajustar
sus decisiones a los dictados del más alto tribunal, no es menos cierto que para que exista fuerza vinculante
respecto de éstos, resulta imprescindible que el criterio haya sido expresado en diversas oportunidades en
igualdad de supuestos y circunstancias, además de no existir una línea homogénea ya que inicialmente se falló a
favor de la inconstitucionalidad de la normativa que reguló la emergencia económica del país y luego asumió
distintas posturas"). Énfasis añadido en todos los casos. En sentido coincidente con esta postura, Ibarlucía ha
sostenido que "para que pueda hablarse de sometimiento u obligatoriedad de seguimiento, normalmente no
podrá tratarse de fallos aislados, sino de varios que conformen lo que se denomina doctrina consolidada". Según
Ibarlucía, "la reiteración de fallos en igual sentido es la que hace predecible que la Corte fallará de la misma
manera, y por razones de economía procesal y seguridad jurídica -previsibilidad sobre todo para los litigantes-
no es conveniente dejar de lado tal doctrina" (Ibarlucía, Emilio A., "Sobre el seguimiento de los fallos de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación", ED Supl. de Derecho Constitucional del 17/2/2006, ps. 5/6).
(42) Conf. C. Nac. Civ. en pleno, 30/9/1986, "Obras Sanitarias de la Nación v. Gran Pinin S.R.L." , voto
impersonal de la mayoría, LL 1986-E-241 ("...esta mayoría tiene en cuenta que el fallo de la Corte contó con las
dos importantes y fundadas disidencias de los Dres. Carlos S. Fayt y Augusto C. Belluscio, que sin duda aportan
nuevos elementos de juicio coadyudantes al mantenimiento de la doctrina legal. Las decisiones no unánimes de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en las que se valora la fuerza argumental de los miembros que
suscribieren la doctrina minoritaria, es un aspecto a tener en cuenta, porque disminuye la necesidad de acatar
una solución que no se comparte. La circunstancial composición de ese alto tribunal, cuyas sentencias no son
obligatorias de iure para los tribunales ordinarios, aunque se haya admitido que tienen influencia de otro
carácter, pone al descubierto la posibilidad de insistir en el criterio correcto, con el firme convencimiento de su
exacta vinculación con el régimen legal aplicable y las necesidades a cubrir en el orden social y técnico, que los
Dres. Belluscio y Fayt han demostrado. No debe pensarse, pues, en un desconocimiento de la autoridad, sino en
un acatamiento al orden jurídico vigente que tiene el sustento del voto de dos miembros del tribunal supremo,
alentando la esperanza de un cambio oportuno de la doctrina que se considera errónea y alejada de las realidades
de la época"); Trib. Sup. Just. Córdoba, 4/12/2000, "Laglaive, Silvia G. y otros s/recurso de casación", voto de la
Dra. Cafure de Batistelli, al que adhieren los Dres. Rubio y Tarditti, LL 2001-E-825 ("Puesto que los recurrentes
sostienen que este tribunal debiera decidir la cuestión con arreglo a la jurisprudencia de la Corte Suprema,
siquiera por razones de economía procesal, cabe señalar que de acuerdo con el máximo tribunal, sus decisiones
no obligan sino para el caso en que fueron dictadas y los tribunales inferiores pueden apartarse de sus
pronunciamientos sin que se produzca gravamen constitucional, cuando aportan nuevos argumentos. Máxime
cuando en el propio máximo tribunal ya no existe unanimidad en la interpretación adoptada..."). Énfasis añadido
en todos los casos.
(43) Sin perjuicio de algunas observaciones pasajeras, tampoco valoraremos las demás tesis "descubiertas"
y, sobre todo, sintetizadas a lo largo de todo este artículo, que tiene una finalidad principalmente analítico-
descriptiva.
(44) Conf. Cross, Rupert y Harris, Jim W., "Precedent in English Law", 1991, Ed. Clarendon, Oxford, caps.
I, III y IV; Cueto Rúa, Julio C., "El `common law'", 1997, Ed. Abeledo-Perrot (reimpresión de la edición de
1957, publ. por Ed. La Ley), cap. III. En este mismo sentido, véase Legarre, Santiago y Rivera, Julio C. (h),
"Naturaleza y dimensiones..." cit., p. 852.
(45) Legarre, Santiago y Rivera, Julio C. (h), "Naturaleza y dimensiones..." cit., p. 852.
(46) Goodhart, Arthur L., "Precedent in English and Continental Law", 50 Law Quarterly Review 40, esp.
p. 41, donde se refiere a "la doctrina del precedente individual obligatorio" (énfasis añadido).
(47) Garay, Alberto F. y Toranzo, Alejo, "Los efectos de las sentencias de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación", JA 2005-IV-1085 .
(48) Íd.
(49) Legarre, Santiago y Rivera, Julio C. (h), "Naturaleza y dimensiones..." cit., p. 858.
(50) Como veremos, no queda claro si se trata de una obligación jurídica o moral.
(51) C. Nac. Trab., sala 8ª, 27/3/2002, "Poblete, Aída M. del V. y otros v. D.N.V. y otro", voto de los Dres.
Morando y Billoch (la sentencia está suscripta solamente por estos dos camaristas), LL 2002-D-33. Énfasis
añadido.
(52) Sup. Corte Bs. As., 24/10/1995, "Tenembaum, Carlos v. Provincia de Buenos Aires" (JA 1999-IV,
síntesis), voto concurrente del Dr. Hitters, LL 1997-D-540; énfasis añadido. El juez Hitters ha reiterado esta
interpretación acerca de la obligatoriedad de los fallos de la Corte Suprema en cuestiones federales en casos
posteriores (conf., por ejemplo, Sup. Corte Bs. As., 5/5/2004, "P., F. V." , LL Online). Reiteramos que el criterio
de Hitters -sustancialmente idéntico al del profesor Bidart Campos- fue criticado por uno de nosotros en lo
referente a la equiparación entre la Constitución Nacional y la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación que la interpreta (conf. Legarre, Santiago, "Stare decisis y Derecho Judicial: a propósito de las
enseñanzas del profesor Bidart Campos", ED Supl. de Derecho Constitucional del 17/10/2005, ps. 2/3).
(53) Conf. Sup. Corte Bs. As., 22/10/2003, "Amszynovsky, Yolanda J. y otros v. Fisco de la Provincia de
Buenos Aires" , voto concurrente del Dr. Hitters, LLBA 2004-391.
(54) Conf. Sup. Corte Just. Mendoza, sala 1ª, 25/2/2004, "Funes, Emma M. v. Mateu Bustos, Marcela A." ,
voto concurrente de la Dra. Kemelmajer de Carlucci, LL Gran Cuyo 2004-328.
(55) Sup. Corte Just. Mendoza, sala 1ª, 26/4/1988, "Furnari, Roberto V. v. Sánchez Coris, Guillermo F.",
voto de la Dra. Kemelmajer de Carlucci, al que adhiere el Dr. Llorente, JA 1989-IV-212 .
(56) Como explica, por ejemplo, Cueto Rúa: "...el stare decisis en el common law norteamericano es una
norma jurídica cuyo sentido axiológico se encuentra en los valores orden, seguridad, paz y justicia" (conf. Cueto
Rúa, Julio C., "El common law" cit., p. 104).