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    La Sola Escritura

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    Pablo Munoz
    El documento enfatiza que la Palabra de Dios, las Santas Escrituras, deben ser aceptadas como la única regla de fe y conducta. Constituyen la revelación infalible de la voluntad de Dios y son la piedra de toque para probar toda doctrina y experiencia religiosa. El Espíritu Santo no invalida la Biblia sino que confirma su autoridad; las Escrituras deben ser la regla para probar toda enseñanza y manifestación religiosa.

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    El documento enfatiza que la Palabra de Dios, las Santas Escrituras, deben ser aceptadas como la única regla de fe y conducta. Constituyen la revelación infalible de la voluntad de Dios y son la piedra de toque para probar toda doctrina y experiencia religiosa. El Espíritu Santo no invalida la Biblia sino que confirma su autoridad; las Escrituras deben ser la regla para probar toda enseñanza y manifestación religiosa.

    Descripción original:

    La Sola Escritura

    Título original

    LA SOLA ESCRITURA

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    El documento enfatiza que la Palabra de Dios, las Santas Escrituras, deben ser aceptadas como la única regla de fe y conducta. Constituyen la revelación infalible de la voluntad de Dios y son la piedra de toque para probar toda doctrina y experiencia religiosa. El Espíritu Santo no invalida la Biblia sino que confirma su autoridad; las Escrituras deben ser la regla para probar toda enseñanza y manifestación religiosa.

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    El documento enfatiza que la Palabra de Dios, las Santas Escrituras, deben ser aceptadas como la única regla de fe y conducta. Constituyen la revelación infalible de la voluntad de Dios y son la piedra de toque para probar toda doctrina y experiencia religiosa. El Espíritu Santo no invalida la Biblia sino que confirma su autoridad; las Escrituras deben ser la regla para probar toda enseñanza y manifestación religiosa.

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    LA SOLA ESCRITURA

    “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
    entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
    perfecta” (Romanos 12:2).

    “(porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es
    agradable al Señor” (Efesios 5:9-10).

    “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé,
    nosotros también creemos, por lo cual también hablamos” (2 Corintios 4:13).

    “Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová; dame entendimiento conforme a tu palabra”


    (Salmos 119:169).

    “Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina” (Tito 2:1).

    Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme
    al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen
    la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. (1 Pedro 4:11).

    Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo,
    y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de
    cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas
    sospechas. (1 Timoteo 6:3-4).

    Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a
    algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías
    interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te
    encargo ahora. (1 Timoteo 1:3-4).

    Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros,
    para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa
    de uno, os envanezcáis unos contra otros. (1 Corintios 4:6).
    “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros
    pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme
    a las Escrituras” (1 Corintios 15:3-4).

    En su Palabra, Dios comunicó a los hombres el conocimiento necesario para la


    salvación. Las Santas Escrituras deben ser aceptadas como dotadas de autoridad
    absoluta1 y como revelación infalible2 de su voluntad. Constituyen la regla del
    carácter; nos revelan doctrinas, y son la piedra de toque de la experiencia religiosa.
    “Toda la Escritura es inspirada por Dios; y es útil para enseñanza, para reprensión,
    para corrección, para instrucción en justicia; a fin de que el hombre de Dios sea
    perfecto, estando cumplidamente instruido para toda obra buena”. 2 Timoteo 3:16, 17
    (VM). (El Conflicto de los Siglos, página 11).

    El Espíritu no fue dado—ni puede jamás ser otorgado—para invalidar la Biblia; pues las
    Escrituras declaran explícitamente que la Palabra de Dios es la regla por la cual toda
    enseñanza y toda manifestación religiosa debe ser probada. El apóstol Juan dice: “No
    creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos
    profetas han salido por el mundo”. 1 Juan 4:5 (VM). E Isaías declara: “¡A la ley y al
    testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”. Isaías 8:20.
    (El Conflicto de los Siglos, página 11).

    1 Que es completa, que no da lugar a puntos medios.


    2 Segura, inequívoca, que no falla.

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