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La Filosofía de Alfred North /vhitehead: Una Breve Intervencion

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La filosofía de Alfred North \Vhitehead

UNA BREVE INTERVENCION

Por JORGE ENJUTO

PROLOGO
Los sistemas filosóficos se nos presentan como totalidades abiertas, o
cerradas, con un sentido que les es propio y que sólo se capta en su con-
junto. Al acercarnos a ellos tendemos a descubrir primero aquellas ideas
que nos son familiares; el tiempo y el trabajo puede llevarnos a encon-
trar el patrón que vincula la totalidad.
Una Introducción a una filosofía específica no debe intentar definir
este patrón : únicamente se nos da cuando lo descubrimos desempeñando
su función dentro del sistema. La Introducción debe buscar señalarlo,
apuntar hacia sus rasgos más característicos, abriendo una ventana que
nos permita ver algo del contenido interior, sin ir más allá.
La que hoy ofrecemos a la filosofía de Whitehead intenta seguir esta
pauta. No es, pues, un trabajo orientado hacia el especialista. Busca des-
pertar el interés del lector culto hacia un pensamiento filosófico actual
y enriquecedor casi desconocido, por desgracia, en nuestro mundo de habla
hispana.
He empleado principalmente como referencias las obras originales
de, Whitehead. De los trabajos críticos escritos sobre su filosofía me he
referido con más frecuencia a los de A. H. Johnson: Whiteheaá's Theory
of Reality; lvor Leclerq: Whitehead's Metaphysics; y N. Lawrence: Whi-
tehead's Philosophical Development. Hago frecuentes referencias al libro
editado por Paul Arthur Schilpp, The Philosopy of A. N. Whitehead, que
contiene una magnífica colección de ensayos escritos por los más desta-
cados especialistas whiteheadianos. Una de las mejores exposiciones de
la doctrina de Whitehead se encuentra en este libro. Me refiero al ensayo
de Víctor Lowe: The Development of Whitehead's Philosophy".
La Bibliografía que ofrecemos no es completa. De los libros de crí-
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tica y exposición de la filosofía de Whitehead se dan la mayor parte de


los publicados hasta la fecha, al menos los más importantes. De los en-
sayos y artículos en revistas profesionales se cubren, aproximadamente,
los más importantes aparecidos hasta 1955. De los publicados posterior-
mente se ofrecen relativamente pocos. En la bibliografía de las obras y
ensayos de Whitehead se han dejado fuera un reducido número de menor
importancia. Para aquellos que interesen una bibliografía completa de todo
lo publicado por Whitehead, con recensiones escogidas comentando las
obras, véase la preparada por Víctor Lowe (Writings of A. N. Whitehead
to November, 1941), publicada por la Universidad de Harvard en 1941.
Esta misma bibliografía aparece con una Addenda, abarcando hasta el
3 de enero de 1951, en el libro The Philosophy o/ A. N. Witehead de
P. A. Schilpp. (2/ Ed. Tudor Publishing Co., N. Y., 1951, pp. 749-778.)
Luarca, agosto, 1964.
J. E.

1
COMENTARIOS SOBRE LA MET AFISICA

Las ideas no se dan en el vacío. Reflejan, en mayor o menor grado,


h realidad que las hizo posibles y sobre la que, a fin de cuentas, habrán
de proyectarse, conformándola.
El espacio-tiempo de la realidad concreta p:uece ser, sin embargo,
marcadamente diferente de aquel en que se encuentran las ideas. Mientras
en el primero el cambio. el proceso, es un fenómeno inherente, en el se-
gundo este fenómeno no tiene lugar por sí mismo y, si lo tiene, sus ca-
racteres son distintos a los que encontramos en el mundo de lo concreto.
Esta situación crea un problema que ha venido estudiándose desde antiguo.
Consiste éste en que mientras las ideas tienden a ordenarse en el tiempo
en cosmovisiones fijas, el mundo que deben reflejar va cambiando a un
ritmo, al parecer, cada vez más acelerado, con la consecuencia general-
mente admitida de que, al cerrarse la cosmovisión con una explicación
más o menos congruente de la realidad conocida, nos encontramos con
que el sistema tiende a ser inoperante frente a los cambios ocurridos en
el ámbito que le dió origen.
Desde el siglo XIX se ha . venido produciendo una transformación
radical en nuestro mundo. Pudiera aceptarse, con las naturales reservas,
que la revolución científica ocurrida durante los siglos XVII y XVIII
retuvo en sus bases. o al menos empleó como premisas, un número de ca-
tegorías lógicas adscritas a la metafísica de Aristóteles, interpretada acaso
a la luz del pensamiento posterior.
Ahora bien, toda metafísica lo es de una física -de un ámbito de
fenómenos concretos- y el mundo que dió lugar a una concepción como
la de un Galileo y la de un Newton aporta una serie de nuevos elementos
que al retraducirse de la cosmología al orden social revolucionan el mundo
moderno. Sólo hace falta señalar, por ejemplo, la influencia que las leyes
físicas de Newton tuvieron en la estructuración teórica del liberalismo;
Boletín del Seminario de Derecho Político 103

sobre todo en la concepción misma de los llamados Derechos Humanos,


como se ha dicho en más de una ocasión.
Lo señalado apunta hacia el hecho de que una filosofía no tiene ne-
cesariamente que ser trascendente en el sentido en que comúnmente se
emplea el término. En sus primeras etapas tiende a la inmanencia, inten-
tando organizar lo dado en función de la novedad. Si la doctrina liberal
se impuso en su tiempo en casi todos los países civilizados fué, induda-
bleme.nte, porque era más útil. Sólo después de ocuparnos de solucionar
los problemas que el medio nos plantea podemos dedicarnos a los otros.
Lo primero es vivir, lo segundo vivir bien, lo tercero, vivir mejor, nos dice
Whitehead 1.
Pero no todos los hombres viven en igual nivel y las sociedades re-
flejan fielmente este hecho. La gran mayoría del género humano sólo vive,
una minoría vive bien, y un grupo aún más pequeño vive mejor. La me-
tafísica auténtica es la que. nos orienta a todos hacia ese vivir mejor de que
nos habla Whitehead. Porque vivir mejor no debe entenderse únicamente
en un sentido práctico: una vida mejor permite al hombre lograrse. ple-
namente como ser humano dentro de las posibilidades que le son dadas.
Pero el paso de estas etapas hacia la última supone la aceptación del cam-
bio, del proceso, y este hecho, en sus consecuencias inmediatas, no nece-
sariamente conviene a lo cambiante, que busca afincarse en la permanencia
en base personal. Ya lo dijo Spinoza: todo lo que es tiende a seguir
siendo. Pero Whitehead señala que la permanencia es, a fin de cuentas,
lo más alejado de lo vital: los objetos más permanentes son las piedras~.
El hombre se hace por lo demás, por su pasado, y a los demás que
han de ser en el futuro devuelve lo que recibió con una aportación nueva
que le es propia, que sólo él puede. dar, para seguir, por ello, siendo en
los otros cuando muere. El mundo actual es proceso, y el conservadurismo
oculta en su fondo el miedo a la libertad que el devenir nos regala; por-
que el precio de la libertad es la muerte.
Una nueva metafísica conduce, e.n último término, a la restructuración
del orden social en función de los nuevos valores que supone. Sin em-
bargo, los intereses creados son a veces demasiado poderosos para permitir
que esto ocurra sin presentar combate. Hobbes intenta en un principio
conciliar las nuevas ideas de su época con las instituciones establecidas;
hoy en día, el proceso de divorcio entre realidad e instituciones está tan
avanzado en nuestro mundo occidental que esta conciliación ya ni siquiera
se intenta.
La filosofía puede ser inmanente o trascendente, según se ocupe de
lo dado o de. lo por darse, pero una filosofía no es completa mientras no
abarque, o intente abarcar, los dos ámbitos. Como la metafísica de Aris-
tóteles había logrado alcanzar un cierto nivel de trascendencia, la palabra
metafísica adquiere el sello que el aristotelismo medieval le presta, y las
tendencias del progreso en la Edad Moderna tienden a rechazar la meta-

1 The Function of Reason, Beacon Press, cualquier mención posterior sólo se darán
Boston, 1958, p. 8. En la primera cita que las iniciales del libro y el número de pági-
se haga sobre cualquier obra de WHITE· na. He preferido usar los originales en len-
HEAD se ofrecerá la información bibliográ- gua inglesa.
fica pertinente a la edición empleada. En 2 FR. p. 4.
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física por inoperante. Es Kant, tiempo después, quien más a conciencia


intenta derivar de la nueva física las bases para una concepción metafísica
integral y renovadora, pero tuvo que buscar otros derroteros por los vicios
de la física clásica. Pese a su genialidad, el sistema quedó algo atrás rela-
tivamente pronto. Kant no pudo tomar en cuenta los cambios que habrían
de tener lugar en la nueva física relativista, en especial en lo referente a
los conceptos de espacio y de tiempo.
Con el descubrimiento de los fenómenos electromagnéticos, para sólo
referirnos a la física, la situación sufre una transformación ndical. Las
leyes inmutables del universo newtoniano no parecen aplicar al nuevo
ámbito de fenómenos y la metafísica de entronque aristotélico, ya malpa-
rada en los dos siglos anteriores, entra definitivamente en crisis en el
nuestro. Bueno es recordar que la aparición de un nuevo campo de fenó-
menos no anula las soluciones aplicables al anterior. Sin embargo, si la
filosofía intenta ser la ciencia de las últimas generalizaciones el sistema
filosófico debe renovarse a la luz de las nuevas experiencias.
Lo que ha venido llamándose metafísica durante los últimos tres si-
glos no ha sido capaz de cumplir esta necesidad de replanteamiento y re-
novación. En consecuencia, una buena parte del pensamiento actual de
dimensión creadora, rechaza la metafísica en principio. La filosofía inma-
nentista de entronque empiricista, no pudo extenderse más allá de sus
propios límites. Los racionalistas cartesianos desembocan en un idealismo
inoperante. Sólo Kant echó a volar la paloma.
En e.l mundo actual Whitehead viene a ocupar el lugar que el gran
filósofo alemán dejara vacío, intentando, como él, sentar las bases para
una metafísica nueva.
Salvo los intentos moralistas del existencialismo de un Sartre -tam-
bién los griegos tuvieren sus moralistas cuando se derrumbó su mundo-
sólo Heidegger, anteriormente, intenta dar un nuevo rumbo a la filosofía.
Pero como una vez lo llamó un gran maestro, Heidegger es el último
escolástico, y su visión nos lleva de nuevo hacia el origen para encontrar
la verdad en un proto-le.nguaje presocrático. Sin menoscabo del incuestio-
nable mérito filosófico de los mencionados pensadores, no son, a nuestro
juicio, sus caminos los afines al hombre contemporáneo que mira hacia
el futuro. El existencialismo solipsista sartriano, por más vueltas que
quiera dársele, es una doctrina de derrota y soledad que tiende a llevarnos
a la aceptación del absurdo: pero el absurdo es sólo lo que no en-
tendemos. El mundo puede ser racional, y cuando no lo es hay que cam-
biarlo para que lo sea.
En cuanto a la filosofía de un Heide.gger, el único comentario que
podemos hacer es que, aunque venimos de los griegos y les debemos quizá
la mayor parte de lo que somos, no podemos a ellos regresar en busca de
soluciones. La más básica experiencia cotidiana nos demuestra que el
tiempo es irreversible. Por otra parte., no es cuestión de seguir siempre
viviendo a costa de los griegos, de lo que los griegos pensaron por nos-
otros. Su pensamiento está en el nuestro, pero el mundo de un Heráclito
y el actual son definitivamente diferentes. Aunque en lo esencial los pro-
blemas clave sean los mismos, sus contenidos y las fórmulas de plantea-
miento y solución, definitivamente no lo son.
Boletín del Seminario de Derecho Político 105

La nueva filosofía de renovación que conocemos como materialismo


dialéctico, ha venido enfrentando con cierto éxito los problemas sociales
del mundo actual, de ahí e.l ímpetu de su expansión. Su mayor utilidad
proviene de que se funda en premisas más nuevas que las empleadas por
el liberalismo tradicional. Su metodología dialéctica acepta el proceso y
la transformación por influencia de la lógica hegeliana y del darwinismo.
Sin embargo, el materialismo dialéctico no tuvo tiempo de desarrollar
una metafísica; sólo pudo, de pasada, ofrecernos una ideologh, que es en
lo que las metafísicas tienden con gran frecuencia a convertirse. Pero el
materialismo dialéctico no toma -ni pudo históricamente hacerlo- en
cuenta los nuevos mundos que la física moderna nos descubre y, en con-
secuencia, la nueva metafísica que esperamos no puede fundarse sólo
sobre él.
No obstornte, ninguna nueva interpretación del mundo puede dejar
de considerar aquellos elementos que el mate.rialismo dialéctico genuina-
mente aporta al avance de la sociedad, que no son pocos. La filosofía de
Whitehead parece tener esto en claro.
Hay quien señala que en la obra de nuestro filósofo existe implícita
una concepción marxista del mundo. No puede tomarse esta afirmación
a la ligera; por otra parte, sería demasiado simplista aceptarla sin expli-
cación. Whitehead se refiere muy escasamente al m:uxismo, pero cuando
lo hace lo presenta en una luz positiva. En una ocasión compara la actual
situación del marxismo en los Estados Unidos (escribe antes de 1933) con
la de los Cristianos en el Imperio Romano, señalando que, por su carác-
ter revolucionario, ambas doctrinas fueron consideradas peligrosas por los
grupos dominantes 3•
Existe también un capítulo clave que, por lo general, pasan por alto
sus comentaristas. En él se hace un análisis de la idea de libertad, seña-
lando los malabarismos que con este término hace el lib::!ralismo tradicio-
nal en nuestro mundo. "Cuando pe.nsamos en la libertad", nos dice, "ten-
demos a confinarnos a las libertades de pensamiento, de prensa y de
opiniones religiosas ... Esto es totalmente erróneo ... Los hábitos masivos
de la naturaleza física, sus férreas leyes, determinan la escena del sufri-
miento de los hombres .
. .. La esencia de la libertad es la practicabilidad de propósito ... Pro-
meteo no trajo a la humanidad la libertad de pensar. Procuró el fuego,
que obediente al propósito humano cuece nuestros alimentos y nos da
calor. De hecho, la libertad de acción es una necesidad primaria humana.
En el pensamiento moderno, la expresión de esta verdad ha tomado la
forma de la interpretación económica de la historia. (El subrayado es
nuestro).
El hecho de que la interpretación económica sea un pensamiento nue-
vo que. aparece en los últimos sesenta o set::!nta años, ilustra un hecho
sociológico importante. El mundo literario a través de todos los tiempos,
ha pertenecido primordialmente al afortunado sector de h humanidad
cuyas necesidades básicas h;;n sido ampliamente satisfechas ... Las clases

3 Adventures of Ideas. The MacMillan


Co. N. Y., 1954, p. 69.
106 Boletín del Seminario de Derecho Politico

afortunadas ignoran el hecho de que a través de los tiempos las masas


de la humanidad han vivido en constante temor de desastres, tales como
la sequía, el verano lluvioso, la mala cosecha ...... Las necesidades básicas,
cuando se satisfacen, dejan de. dominar el pensamiento. Sólo cuando te-
nemos el estómago lleno pueden apreciarse las delicadezas del gusto 1•
La cita señalada no debe interpretarse. como un intento de presentar
a Whitehead como un marxista ortodoxo, ni siquiera como un marxista,
si se nos apura. Whitehead era cabalmente un filósofo y como tal no esta-
ba comprometido a priori con ninguna doctrina que lo desviara de su agu-
da observación de los hechos concretos de los que intenta partir.
No obstante, es indudable que la filosofía de Whitehead supone el
marxismo y que las conclusiones que de su pensamiento pueden derivarse
concue.rdan, en buena medida, con las premisas básicas sentadas por la
doctrina de Marx. Por otra parte, la filosofía de Whitehead va más allá.
Y es así porque incorpora a su pensamiento una serie de elementos nue-
vos, de nuevas expe.riencias, que, como dijimos, el marxismo no pudo
históricamente abarcar. Acepta los elementos positivos que el marxismo
ofrece, sin por ello prescindir de la rica herencia que e.! liberalismo nos
legó; sin rechazar tampoco todo lo que el pasado, aun el más remoto,
ofrece al hombre como fuente de. experiencia.
Su definido ataque contra todo dogmatismo estrecho lo situaría frente
al marxismo tradicionalmente entendido -o sea, contra el marxismo mal
entendido, que. también se niega a cambiar- ese marxismo ya casi his-
tórico que muestra al presente una clara promesa de renovación. White-
head acepta los condicionamientos naturales a la libertad, atacando el mito
que, para su conveniencia, un liberalismo trasnochado ha tratado de im-
ponernos. Por otra parte. aceptando que la primera dimensión de la li-
bertad es la económica -la libertad de acción-, defiende como impres-
cindiblé la libe.rtad de pensamiento. Ambas cosas cobran sentido necesario
en la estructura de su filosofía. Las necesidades vitales son primordiales,
sin ellas ninguna cosa es posible ; pero no son sólo las únicas, ni por ser
primarias son las más importantes. Lo primero es vivir, lo segundo vivir
bien; de.spués puede empezar a pensarse en vivir mejor.
Todas las tendencias filosóficas de carácter cientificista, incluyendo al
marxismo, rechazan la metafísica abiertamente. Sus problemas parecen
haber perdido sentido frente al mundo contemporáneo. Whitehead intenta
recordarnos que la verdad es exactamente lo contrario.
Así como el hombre es ateo de un específico concepto de. Dios y
nunca de Dios mismo, llámesele como se le llame, los antimetafísicos lo
son en función de una metafísica tradicional a la que., con razón, se opo-
nen. Sobre todo, cuando se emplea, como se ha venido empleando, para
enmascarar los hechos más evidentes y a veces ve.rgonz3.ntes. Nuestro
mundo no puede, sin embargo, darse el lujo de prescindir de la metafísica
aunque rechace por inope.rante una especial.

I A1. pp. 83-86.


Boletín del Seminario de Derecho Político 107

II

LA AVENTURA MET AFISICA DE WHITEHEAD

El intento de ofrecer una visión congruente del mundo actual no es


exactamente novedoso, puesto que el mundo es actual siempre. Ocurre,
sin embargo, que el trab1jo de pensarlo nos es duro e ingrato, y, como
señalara Ortega en su ensayo Ideas y Creencias, tendemos :i. vivir de las
ideas que pensaron los que se atrevieron antes que nosotros, convertidas
en premisas de nuestro actu1r a través de la costumbre.
No se trata en este ensayo de señalar que los nuevos valores que es-
peran definición hayan de. derivarse de las nuevas leyes que nos ofrece
la física contemporánea, o el marxismo, o cualquier otro campo específico
de investigación. Lo nuevo, por ser nuevo, no es necesariamente más ver-
dade.ro que lo antiguo. Lo que sí se señala es que no se puede pensar
seriamente en solucionar los problemas que se nos plantean sin tomar
estos ámbitos en consideración.
En nuestro mundo hispánico se han dado algunos intentos de bús-
queda: entre ellos destacan los de Zubiri, Aranguren y García Bacca.
Probablemente sea García Bacca quien se ha planteado el problema en
forma más definida dedicando un serio esfuerzo a e.ncontrar fórmulas de
solución. La primera parte de su Metafísica, de reciente aparición, es pa-
tente prueba de ello.
Pe.ro el intento de mayor éxito de ofrecer una visión congruente del
conjunto de problemas que nos plantea el mundo actual, se encuentra en
la filosofía de Whitehead.
Sin embargo, su doctrina es casi totalmente desconocida en nuestro
mundo, pese a que varias de sus obras han sido traducidas al español 5•
Ello se debe, principalmente, a la falta de trabajos introductorios de
esta filosofía en nuestra lengua y al hecho de que los poquísimos que se
han escrito no han tenido una exte.nsa difusión en España 6• Por otra parte,

5 Hasta donde sabemos, los libros tra- .:a de Whitehead"), de RISIERI FRONDIZI,
ducidos al español son, hasta el presente, en su traducción de Naturaleza y Vida. y
los que a continuación se ofrecen: Natura- un largo (172 p.) y bien documentado ca-
leza y Vida (Nature and Lije), Imprenta pítulo ("A. N. Whitehead o la Metafísica
López, B. A., 1941. Estudio preliminar, tra- dd Ser Actual") que Juan David García
ducción y notas de RISIERI FRONDIZI. Mo- Bacca incluye en su obra Nueve Grandes
dos de Pensamiento (Modes of Thought), Filósofos Contemporáneos y sus Temas,
Ed. Losada. B. A., 1944, traducción de Imprenta Nacional, Caracas, 1947, Vol. II,
JOAQUÍN XIRAU. Aventuras de las Ideas (Ad- pp. 187-359. Siento no disponer de mo-
ventures o/ Ideas), ed. Janés, Barcelona, mento del ensayo del Prof. FRONDIZJ, cuyo
1947, traducción de CARLOS BoTET. La trato y aliento me llevaron a interesarme en
Ciencia y el Mundo Moderno (Sciencie and la filosofía de Whitehead. Su lectura, años
the Modern World), Ed. Losada, B. A., atrás, me aclaró muchos puntos oscuros. El
1949, traducción de MARÍA ROSA LIDA. trabajo de GARCÍA BACCA es sumamente útil
Proceso y Realidad (Process and Rea/ity), p1ra entender la estrecha vinculación de la
Ed. Losada, B. A., 1956, traducción de J. filosofía de Whiteh~ad con la física mo·
RoVIRA ARMENGOL. Los Fines de la Educa- derna. Sólo alguien tan versado como lo
ción (The Aims of Education), Ed. Paidos, está el Prof. GARCÍA 8ACCA en filosofía y
B. A., 1957, traducción de DORA IVNISKI. física-matemática, pudo haber traducido
6 Los únicos estudios que sobre el tema con tanta sencillez y precisión las leyes bá-
conozco en español -sin considerar las sicas de la física contemporánea a las Ca-
menciones y explicaciones de las historias tegorías del sistem1 filo~ófico de Wbirehead.
y diccionarios de filosofía, necesariamente Ambos libros son extremadamente difíciles
simplificadas- son el Estudio Preliminiar de conseguir por haberse agotado las edi-
("Conceptos Fundamentales de la Metaflsi· ciones.
108 Boletín del Seminario de Derecho Político

los trabajos a que me refiero son anteriores a la traducción de Proceso y


Realidad (1956), el libro clave de la filosofía de Whitehead. Sólo un corto
número de. especialistas han tenido acceso al libro en su original inglés, y
aun así su estudio exige un gran esfuerzo por lo condensado de la obra.
lo complicado de su estructura y el empleo de una terminología nueva y
difícil de dominar.
No es totalme.nte cierto que la obra de Whitehead peque de oscuridad
de expresión, como se señala con frecuencia. Los temas que estudia son
abarcadores y complejos y suponen un conocimiento, al menos mínimo,
de la nueva física y de los problemas que plantea. En nuestro ambiente
cultural sólo un reducido grupo de estudiosos de la filosofía ha orientado
su interés hacia esos campos. Por otra parte, su obra supone también un
conocimiento general de la filosofía pura, con la consecuencia concomi-
tante de. que aquellos que se dedican a la ciencia tienden a perder fácil-
mente de vista los objetivos primordiales de su pensamiento.
Toda filosofía original exige un vocabulario propio. No se es original
por el vocabulario, como muchos parecen creer: ocurre que. el replantea-
miento de viejos problemas y el descubrimiento de los nuevos exige al
filósofo acuñar nuevas palabras que reflejen fielmente su decir, ya que el
empleo de las tradicionales lleva una carga emotiva que las asocia a catego-
rías de pensamiento, que. pueden ser, para el caso, inoperantes. La termino-
logía de Whitehead, de no dominarse bien, dificulta grandemente la com-
prensión de su doctrina. Es posible que la extensión de esta terminología
hubiera podido limitarse a un mínimo, pero es dudoso que, de poderlo
hacer, Whitehead no lo hubiese hecho. La dificultad de los términos
estriba mayormente en el método que se utiliza para emplearlos. La es-
tructura del pensamiento de nuestro filósofo es matemática, y cada uno
de los términos que emplea va cambiando paulatinamente de sentido para
abarcar los nuevos problemas a que se enfre.nta. Esto no sólo aplica a las
diversas etapas de evolución de su filosofía; también lo vemos en su obra
fundamental Proceso y Realidad, donde la terminología parece adquirir
un cie.rto sentido final.
Para Whitehead, bueno es señalarlo, toda realidad -y en este caso,
todo término- cambia de sentido en función del ambiente en que se
sitúe. Una piedra no es lo mismo cuando la encontramos en mitad del
campo que cuando refuerza las murallas de una fortaleza.
Otro de los problemas que enfrentamos al intentar entenderlo es que,
pese a que. tengamos un conocimiento general de la nueva física, este
saber no cala lo suficientemente hondo en nosotros e, inconscientemente,
tendemos a juzgar la filosofía whiteheadiana con las premisas implícitas
en nuestro pensar: el poso que nos ha quedado de la física clásica y de
la metafísica tradicionalmente entendida. En el siglo XVIII sólo unos
pocos dominaban el pensamiento newtoniano; hoy día, las bases de ese
pensamiento -y, naturalmente, las pre.misas lógicas del anterior- se
reciben en los tempranos años a través del lenguaje común y de las pri-
meras experiencias escolares. Acaso en e.) siglo XXI se piense con las
categorías de la física relativista con la misma familiaridad con que nos-
otros empleamos las de la clásica. Quizá entonces pueda entenderse ca-
balmente a Whitehead,
Boletín del Seminario de Derecho Político 109

Hay que admitir que en la obra de Whitehead existen algunas aparen-


tes contradicciones producidas mayormente por el empleo de términos
precisos con sentidos distintos 7• No obstante, la mayor parte de. estas
contradicciones parecen conciliarse a la luz de la totalidad de su filosofía.
En conjunto, el pensamiento de Whitehead presenta una armonía de sen-
tido pocas veces alcanzada en la historia del filosofar.

LAS TRES ETAPAS DEL PENSAMIENTO WHITEHEADIANO

Whitehead fué, como hemos señalado, un matemático de reconocida


fama. Es, pues, de la ciencia de donde su pensamiento filosófico arranca.
Su evolución pasa por tres etapas definidas. En la primera, se ocupa de
los problemas de la matemática pura y de la lógica matemática. De esta
época, entre otros muchos trabajos y ensayos técnicos, ha quedado su
famosa Pricipia Matematica, obra publicada en tres volúmenes entre los
años 1910 y 1913 y escrita en estrecha colaboración con el que fué su
discípulo y compañero Bertrand Russell. Tanto la matemática como la
lógica deben mucho a las aportaciones de Whitehead en esta primera
época.
Después de terminada la Primera Guerra Mundial, publica Whitehead,
en 1919, su primer trabajo de filosofía de la ciencia: An lnquiry Con-
cerning the Principies of Natural Knowledge (Investigación acerca de los
Principios del Conocimiento Natural), seguido, en 1920, por The Concept
of Nature (El concepto de la Naturaleza). Estos dos libros marcan su
etapa dedicada a la filosofía de la ciencia.
La tercera etapa, la que puede llamarse de filosofía especulativa,
tiene a su vez dos fases que señalaremos a continuación y se inicia, al
menos en lo que se refiere. a publicaciones, después de abandonar Ingla-
terra, su tierra natal, para incorporarse al Departamento de Filosofía de
la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos, allá por el año 1924.
Al entonces, Whitehead había cumplido los sesenta y tres años.
La primera fase de su metafísica proviene, pues, de su primera época
en Harvard y se inicia en 1925 con Science and the Modern World (La
Ciencia y el Mundo Moderno). Esta fase se continúa con Religión in the
Making (El devenir de la Religión), en 1926 y Symbolism. Its Meaning
and Effect (Simbolismo: Su significado y Efecto), en 1927. Esta primera
fase puede, hasta cierto punto, considerarse como un período de transi-
ción, como ha señalado N. Lawrence en la Introducción de su documen-
tado y útil estudio sobre el desarrollo de la filosofía whitehe.adiana 8 •
La cosmovisión total no se halla aún por entero definida y algunos
de los términos empleados empiezan a cambiar de sentido para abar-
car problemas de naturaleza más amplia. Esta etapa metafísica entra
en su segunda fase sistemática con la obra cumbre de nuestro pensador
Process and Reality (Proceso y Realidad), publicada en 1929. De esta

7 Véase al respecto el estudio de A. 8 LAWRENCE, NATHANIEL: Whitehead's


H. Whitehead's Theory of Reali-
JOHNSON: Philosophical Developmenl, University of
lY, The Beacon Press, Boston, 1952, pp. 75- California Press, Berkeley and Los Ange-
79. les, 1956, pref. pp, XIV-XXI.
110 Boletín del Seminario de Derecho Politico

última época son también Adventure of Ideas (Aventura de las Ideas), en


1933, y Modes of Thought (Modos de Pensamiento), en 1938, e.ntre otras,
Whitehead se ocupa de una variedad de temas que no podemos se-
ñalar aquí para no extendernos demasiado. Sin embargo, sus ensayos
sobre la educación merecen tomarse muy en cuenta, pues dedicó largos
años al estudio de estos problemas, tanto desde. el punto de vista práctico
como del teórico. Durante su permanencia en el Imperial College of Lon-
don, sobre todo, desempeña una se.rie de cargos importantes; entre ellos,
el Decanato de la Facultad de Ciencias de esa Universidad y la Dirección
del Consejo a Cargo de la Educación en la ciudad de Londres. De. este
período, con su riqueza de experiencias pedagógicas, sale, en 1916, su
ensayo The Aimus of Education (Los Fines de la Educación).
Es e.vidente que las tres etapas señaladas se encuentran íntimamente
vinculadas en el pensamiento de nuestro filósofo. Los problemas de ca-
rácter metafísico lo acompañan, de hecho, mucho antes de que se deci-
diera a escribir sobre. el tema. Señala, por ejemplo, en el Prólogo a Pro-
ceso y Realidad, que el contenido del libro es fruto de largos años de
meditación 9 , cosa por demás evidente para cualquiera familiarizado con
la obra. Lo mismo ocurre con La Ciencia y el Mundo Moderno, que pudo
escribir a razón de un capítulo semanal -en una época en que dedicaba
un buen número de horas a sus tareas docentes regulares- por el hecho
de que "discutió los temas por los anteriores cuarenta años" 10 •
Como señala Víctor Lowe n, ya en las Tarner Lectures que ofreció
en el Trinity College de Cambrigde en 1919 y que se publicaron en 1920
con el título de The Concept of Nature, Whitehead describe el fin de la
filosofía como "el logro de algún concepto unificador que sitúe en relacio-
nes asignadas dentro del tal concepto todo lo que sea dable al conocimien-
to, al sentir y a la emoción" 12 • Hay que concordar con el Prof. Lowe en
que esta temprana ambición filosófica refleja fielmente el sentido de la
obra que Whitehead intenta desarrollar en su fase cosmológica.

INFLUENCIAS FILOSOFICAS MAS IMPORTANTES

Pese a que en sus primeros años de estudios universitarios en Cam-


bridge sus intereses fueron predominantemente científicos, no por eso dejó
Whitehead de preocuparse con temas netamente filosóficos. Confiesa, oor
ejemplo, haber leído hasta aprenderse de memoria partes íntegras de la
Crítica de la Razón Pura, aunque después pareció perder interés en la
doctrina kantiana. Intentó también leer a Hegel, pero nos confiesa, con
cierta pesadumbre, que desistió al descubrir que las opiniones de este filó-
sofo sobre las matemáticas se le antojaron como "puras tonterías" 13

9 Process and Reality, Ed. Toe Social Ed. Tudor Publishing Co, N. Y., 1951, p.
Science Book Store (Toe MacMillan Co.). 89.
N. Y., 1941, pref. p. X. 12 The Concept o/ Nature, Cambridge
10 PRICE, LUCIEN: Dialogues o/ A. N. University Press, Cambridge, 1955, p. 2.
Whitehead, The American Library, N. Y., IJ WHITEHE!AD, A. N.: "Autobiographi-
1956, p. 11. cal Notes". en: The Philosophy o/ A. N.
n "Whitehead's Philosophical Develop- Whitehead. 2.• Ed., Tudor Publishing Co,
ment", en: The Philosophy o/ A. N. Whi- 1951, p. 7.
tehead, Ed. por PAUL ARTHUR SCHILPP, 2.•
Boletín del Seminario de Derecho Político 111

Sus lecturas netamente filosóficas fueron, en conjunto, muy extensas,


considerando que Whitehead no fué un filósofo "profesional" durante la
mayor parte de su vida. Cuando se hizo profesor de filosofía, lo fué en su
sentido más estricto, exponiendo en sus clases sus propias ideas y no las
de los demás. Siendo un filósofo original leía la obra de los demás filóso-
fos en función de su propio pensamiento, buscando las concordancias y
las discrepancias que en ellos pudiera encontrar 14 •
Es indudable que debió ser muy versado en los escritos de Platón y
Aristóteles, a quienes debió leer en el original griego, ya que desde su
infancia hasta los diecinueve años leía diariamente algunas páginas de
autores griegos y latinos como práctica 15• Ambos filósofos son mencio-
nados en innumerables ocasiones a través de toda la obra de nuestro filó-
sofo y los llama, en una ocasión, "los fundadores de todo el pensamiento
occidental" 16 • De hecho, una buena parte de las premisas de su filosofía
se basan en una crítica a las que emplea Aristóteles; en especial a la idea
de sustancia 17 y a la relación sujeto-predicado de su lógica 18 • Por otra
parte, hace notar que esta última relación no parece haber sido una carac-
terística determinante en la especulación filosófica del mismo Aristóteles 19 •
En el fondo, la meta que Whitehead persigue se aproxima bastante a
la que, en su tiempo, pareció ser la de un Aristóteles o un Kant. Los tres
intentan, a su modo, salvar a la filosofía y a la ciencia de un peligroso
dualismo que deja en sombras facetas esenciales del mundo real. Buscan
integrar el mundo -en todas sus múltiples fases- en una misma totalidad
de sentido.
La influencia de Aristóteles la señala Whitehead una y otra vez. Por
ejemplo, nos dice que su Categoría de lo último -la Creatividad- reem-
plaza la categoría de sustancia primaria aristotélica 20 • También mantiene
que su Principio Ontológico se funda en el principio aristotélico de que
"aparte de las cosas que son actuales, no existe nada, ni de hecho ni en
eficacia" 21 •
El pensamiento platónico parece tener, sin embargo, una mayor atrac-
ción para nuestro filósofo. Nos dice que "la más segura caracterización ge-
neral de la tradición filosófica europea es señalar que consiste en una serie
de notas al alcance a Platón" 22 y que, "En Platón las formas del pensa-
miento son más fluídas que en Aristóteles y, por lo tanto, me aventuro a
pensar que son más valiosas" 23 • Ve, asimismo, en la filosofía platónica
una mayor intuición matemática, que acerca más su doctrina a la física
moderna y a su propio pensamiento que lo que pueda estarlo Aristóteles.
"Platón y Pitágoras -nos dice- se encuentran más cerca de la ciencia
física moderna que lo está Aristóteles. Los dos primeros fueron matemá-
ticos, mientras que Aristóteles fué hijo de un médico, aunque, por su-

u Un buen ejemplo de lo seftalado pue- 16 PR. pref. p. V.


de encontrarse en el Capitulo VI de Pro- 11 Opus cit., pp. 32-79.
ceso y Realidad, que lleva por título "De 18 lbid., p. 45.
Descartes a Kant". 19 lbid., p. 81.
15 WHITEHEAD, A. N.: "Autobiographi- 20 lbid., p. 32.
cal Notes", en: The Phi/osophy o/ A. N. 21 Ibid., p. 64.
Whitehead, 2.• Ed., Tudor Publishing Co., 22 !bid., p. 63.
N. Y., 1951, p. 5. 23 C.N.' p. 7.
112 Boletín del Seminario de Derecho Político

puesto, no por esta razón fué ignorante en matemáticas" 21 • Y también que


"Los físicos están al presente explicando estos hechos químicos (los 92
elementos atómicos y sus limitadas posibilidades de combinación en mo-
léculas) por medio de conceptos que hubieran sido bien venidos por Pla-
tón" 25 • Aunque la primera de estas dos últimas aseveraciones no sea de
las más felices en Whitehead, ambas, sin embargo, interpretadas a la luz
de la perspectiva whiteheadiana, encierran una profunda verdad.
Conviene señalar que pese a la influencia platónica que se percibe en
su obra, sobre todo en los llamados "objetos eternos" -parientes lejanos
de las ideas arquetípicas del griego- y la que pueda tener de Aristóteles,
existen discrepancias muy serias entre el pensamiento de Whitehead y el
de estos dos filósofos.
No podernos extendernos demasiado en el tema de las influencias
filosóficas. Debe señalarse, un poco de pasada, la importancia que en su
formación tuvo la filosofía inglesa en general y en particular la tradición
empirista tan constante en el pensamiento anglo-sajón. Comenta con mu-
cha frecuencia los escritos de los empiristas clásicos, especialmente los
de Locke y Hume. Cita mucho, asimismo, a los racionalistas europeos;
Descartes, Spinoza y Leibniz. En general, parece haber una estrecha con-
gruencia entre los problemas planteados por Descartes, Locke y Hume y
los que interesan a Whitehead, pues son estos tres filósofos de quienes más
se ocupa. Debe apuntarse que, las más de las veces, los comenta para re-
batir sus conclusiones o para señalar cómo algunas de sus ideas funda-
mentales pueden vincularse a su propia teoría sobre la realidad. Kant
tiene también un lugar destacado en la obra de Whitehead, siendo sus
posiciones comentadas con frecuencia.
Entre. sus contemporáneos destaca especialmente Samuel Alexander.
Parece ser que el libro de Alexander Space, Time arui Deity (Espacio,
Tiempo y Deidad) fué de lectura muy sugestiva para Whitehead 26 • Lo mis-
mo señala sobre el libro de Lloyd Margan Emergent Evolution (Evolución
Emergente). Bergson parece haberle causado profunda impresión, acaso,
como señala A. H. Johnson 27 por la importancia que este filósofo da a la
idea de "proceso" y por su introducción en filosofía de las implicaciones
orgánicas de la fisiología. James, Bradley y Dewey son, entre otros, citados
y discutidos con frecuencia. Se hace especial mención de T. P. Nunn por
algunas de sus ideas que anticipan las doctrinas del realismo reciente 28 •
Durante sus años en Norteamérica muestra seria consideración por la obra
del español Jorge Santayana, educado en los Estados Unidos y también
profesor en la Universidad de Harvard.
Debe señalarse que aunque Whitehead tiene una serie de puntos de
contacto con los filósofos mencionados y con otros que no lo han sido,
no puede decirse que su filosofía dependa de ninguno de ellos en par-
ticular. Esto pese a que muchas veces el mismo Whitehead acentúa esta
posibilidad de influencia debido a su natural modestia y exagerada ho-
nestidad intelectual.

21 Sciencie and the Modern World, The 27 Whitehead's Theory of Rea/ity, pp.
MacMillan Co., N. Y .. 1950, pp. 42-43. 132-135.
25 PR., pp. 145-146. 28 PR., pref., p. vii.
26 SMW., pref. p. xi.
Boletín del Seminario de Derecho Político 113

LA FILOSOFIA ESPECULATIVA

La nueva metafísica que Whitehead intenta ofrecer no empieza, pues,


de la nada. Nos dice que "un sistema filosófico nunca se refuta; sólo se
abandona" 29 , y ello parece deberse, como señalamos en un principio, a
que al pasar de los años el tal sistema deja de incluir nuevos y obvios
elementos de la experiencia humana. Por esta razón el sistema deja de
ser adecuado. No por ello estos sistemas se convierten totalmente en inope-
rantes, ya que "el conjunto de sistemas filosóficos expresa una variedad de
verdades generales sobre el universo que esperan ser coordinadas y que
se asigne a cada una su esfera de validez correspondiente" 30 • Los nuevos
sistemas habrán de considerar necesariamente aquellos elementos conte-
nidos en los anteriores que parecen repetirse, una y otra vez, en la aventura
del pensamiento.
Como veremos más adelante, esta inclusión del pasado en el presente
es una de las características esenciales de la filosofía whiteheadiana. Los
datos que se ofrecen a lo actual son siempre pasado, pero la forma en
que dichos datos se incorporan está determinada por lo actual, por el ele-
mento de novedad que cada actu:ilidad tiene en su intrínseca manera de
ser.
El sistema no puede ser cerrado puesto que intenta explicar un mundo
en continuo proceso de creación en donde la novedad está siempre pre-
sente. En Proceso y Realidad, Whitehcad nos ofrece este sistema y lo hace
a través de lo que llama "filosofía especulativa". Nos dice que "La filosofía
especulativa es el intento de enmarcar un sistema de ideas generales, co-
herente, lógico y necesario, en términos del cual pueda interpretarse cada
uno de los elementos de nuestra experiencia" 31. Es de notar la similitud
que existe entre esta definición de lo que debe intentar la filosofía, dada
en 1929, y la que ofrecimos anteriormente, aparecida en El Concepto de la
Naturaleza, en 1920.
El ambicioso proyecto de que Whitehead nos habla no supone un
cómodo divorcio entre lo general y lo particular, pues "la elucidación de
la experiencia inmediata es la única justificación de cualquier pensamiento
y el punto de partida del pensamiento es la observación analítica de los
componentes de esta experiencia" ª2. La filosofía de Whitehead es, pues,
una filosofía de ida y vuelta que busca proyectarse sobre la realidad que
le dió origen para organizarla y enriquecerla, facilitando la aparición de
lo novedoso: de aquello que la realidad esconde como posibilidad.
"El verdadero método del descubrimiento es como el vuelo de un
aeroplano. Despega del suelo de la observación particular; hace un vuelo
sobre la tenue capa de aire de la generalización imaginativa y aterriza de
nuevo pua reanudar la observación agudizada por la interpretación ra-
cional" 33 • Entiende Whitehead que sin esta dimensión imaginativa que la
especulación filosófica nos ofrece no es posible interpretar correctamente
nuestra experiencia, puesto que tendemos a investigarla en compartimen-

29 Opus cit., p. 9. 32 lhid., p. ~-


30 !bid., p. 11. 33 !bid., p. , .
31 lbid., p. 4.
B.· 8.
114 Boletín del Seminario de Derecho Político

tos separados, creando con ello una imagen del mundo truncada y sin clara
interrelación. Esta dimensión imaginativa que nos permite vincular reali-
dades aparentemente distintas es el origen de todo progreso, pues la ca-
pacidad asociativa que nos presta hace posible, a priori, buscar en la ex-
periencia constancia de esas asociaciones. "Una de las principales leyes
que sustenta el progreso humano consiste en que, salvo en casos muy
raros, el pensamiento precede a la observación" 31. No quiere ello decir
que el pensamiento preceda a la experiencia, pues ya hemos visto que la
experiencia es la premisa de todo pensar.
El ámbito de experiencia desde donde Whitehead parte para proyectar
su sistema filosófico es el de la ciencia, concretamente el de la física con-
temporánea. Como bien señala l. Leclerq 35 , los problemas que Whitehead
encuentra al entrar en su etapa metafísica, o quizá mejor, los problemas
que le obligan a entrar en dicha etapa, están íntimamente vinculados a los
que se plantea en su filosofía de la ciencia, pero no son necesariamente
una consecuencia de ellos. En cierta medida, la etapa metafísica señala
hacia un cambio de interés en Whitehead, pero sería difícil defender que
no se planteó estos problemas hasta tanto de.cidió escribir sobre ellos. En
el fondo, no hay tal separación en el pensamiento de un filósofo: la pro-
blemática está, por lo general, dada desde un principio, implícita, por así
decir, en su gama de intereses. Así, Whitehead se ocupó de problemas me-
tafísicos mucho antes de escribir sobre ellos. Por otra parte, hay que to-
mar en cuenta que la física es el punto de referencia que emplea, su pre-
misa, refiriéndose a ella para ejemplificar su pensamiento metafísico una
y otra vez 3".
No ere.e Whitehead que la base desde donde se inicie el pensamiento
especulativo haya de ser determinante de sus límites. "El éxito del experi-
mento imaginativo debe comprobarse siempre mediante. la aplicabilidad
de sus resultados más allá del locus restringido donde se originó. A falta
de semejante aplicación extendida, una generalización que parta de la
física, por ejemplo, sigue siendo meramente una expresión alternativa de
nociones aplicables a la física. La generalización filosófica parcialmente
acertada que se derive de la física encontrará aplicación en campos de
experiencia que van más allá de la física" 37 •
Aunque aceptemos, con cie.rtas reservas, que Whitehead pueda partir
de la física mayormente, vemos ahora que, a su entender, ello no deter-
mina, o no debe determinar, los resultados finales de su metafísica. Si, co-
mo veremos después, el Universo es una totalidad orgánicamente estruc-
turada y cada una de las "entidades actuales" que lo componen está vincu-
lada de diversas maneras a todo lo demás, cada una de estas entidades es
una síntesis que refleja el universo mismo, o al menos, el adscrito a la
situación espacio-temporal de la entidad en cuestión. De esta premisa bá-
sica se deduce que las características metafísicas de una entidad actual
deben aplicar, en principio, a todas las demás entidades actuales 38 • Lo
mismo ocurre con las formas de relación -las llamadas "prehensiones"-

31 FR., p. 32. 36 Para señalar algunos ejemplos, véase


35 Whitehead's Metapl,ysics, Georg e PR., pp. 192 247, 285, 323, 353-354, 389.
Allcn and Unwin Ltd., London, 1958, p. 5. 37 PR., pp. 7-8.
38 Opus cit., pp. 138-139.
Boletín del Seminario de Derecho Político 115

de las entidades entre sí y con los "objetos eternos", que son las otras en-
tidades fundamentales a que Whitehead se refiere.
No debe extrañarnos. pues, que Whitehead señale. que, en principio,
las consecuencias metafísicas derivadas de la física deban aplicar ideal-
mente a campos tan dispares como la ética, la estética, psicología, la so-
ciología, etc. Las consecuencias generales derivadas de un específico cam-
po de experiencia son aplicables a dicho campo, si además estas conse-
cuencias aplican a otros son también adecuadas. Un auténtico sistema me-
tafísico deberá mostrar al menos cuatro características: coherencia y lo-
gicidad, en cuanto a su estructura y aplicabilidad y adecuación en cuanto
a su capacidad instrumental. Un sistema es adecuado, según Whitehead,
cuando no hay elementos en la realidad que no sean dables a interpreta-
ción mediante el sistema 39 •
No debe entenderse que Whitehead mantiene que un sistema metafí-
sico pueda cab3lmente alcanzar este. objetivo de adecuación ID, y mucho
menos que el suyo lo haya alcanzado. La adecuación, en el sentido que
aquí se emple::i el término, debe ser la met:i de todo sistema filosófico, pero,
por motivos obvios, es siempre inalcanzable. No obstante, mientras mayor
adecmción a la realidad en su conjunto, mayor validez tendrá el sistem:i
en cuestión.
Mucho se ha hablado y discutido sobre la adecuación de la filosofía
del organismo; de si esta doctrina permite interpre.tar con utilidad los
diferentes ámbitos de la experiencia humana. Un número de especialistas
<le reconocida competencia en la materia opinan que sí 11 y creemos que
esta opinión puede aceptarse en términos generales.
Tampoco han faltado críticas muy severas contra la filosofía bajo es-
tudio. La mayor parte de ellas provienen de filósofos de. orientación cien-
tificista acaso un tanto estrecha 12• Muchos pensadores que fueron grandes
admiradores de Whitehead en su etapa de. filosofía de la ciencia, no le
perdonaron nunca su entrada en la met:\física, considerándola poco menos
que una traición producto de debilidad senil.

CIENCIA Y FILOSOFIA

Conviene considerar por encima los motivos que se encuentran o pue-


den encontrarse detrás de esta actitud. El científico, o el filósofo de la
ciencia, enfrenta un ámbito de pensamiento perfoctamente definido y con
un contenido concreto dable al análisis lógico. Es un mundo cómodo y
amable, dentro de su frialdad, en el que los fenómenos se repiten una y
otra vez sin que podamos o queramos dar realmente cuenta de por qué
ocurre así. En última instancia, la objetividad del ámbito científico no nos

39 lbid., p. 4. tehead's Pililosophical Developmcnt". Los


40 lbid., p. 6. tres últimos ensayos en The Philosophy of
41
Véanse, entre otros, los ensayos de A. N. Whilehead, 2.• Ed. Tudor Puhlis-
J. D. GARC!A BACCA: "A. N. Whitehead o hing Co. N. Y., 1951, pp. 241-271; 275.
la Metafísica del Ser ActuJI", anteriormente 299: y 17-124, respectivamente.
citado; <le J. NEEDIIAM: "A Biologist's '" Véase, entre otros, el libro Process
Vii:-w of Whitchra<l's Philosophy": de PER· a111/ Unrealif}', de KohlsJat Wells. (prcf. p.
CY IIUG!iFS: "Is Whitchcad's Psychology vi-vii). '
Adecu~tt7"; y el de VÍCTOR LOWE: "Whi-
116 Boletín del Seminario de Derecho Político

compromete; el hombre no es nunca responsable de sus descubrimientos,


sólo de sus creaciones. El objeto sobre el que se proyecta la ciencia tiene
un contenido, un ser propio, una conducta que se nos descubre ante. el
análisis. El lenguaje del mundo físico son las matemáticas y en ellas el de-
cir se plasma en la exactitud. La ciencia descubre y nos muestra lo dado
y su lenguaje matemático nos permite fijar ese ser concreto sin ambigüe-
dades peligrosas. A mayor especialización mayor profundidad, pe.ro
"Mientras más se extienda el objeto de estudio de una ciencia, más se
contrae su pertinencia al universo, ya que presupone un ambiente más es-
trictamente definido" '". La ciencia, sin referencia a la metafísica, dice
lo que dice, nada más. Si intenta extenderse amplía con ello su ambiente
y los nuevos eleme.ntos que en él se encuentran influyen en los contenidos
cambiándolos.
La filosofía nos encauza, tarde o temprano, hacia ámbitos indiferen-
ciados y el último de estos ámbitos es la dimensión de lo que no es. En
esta dimensión encontramos el fundamento de toda posibilidad. Whitehead
llama a este mundo "el reino de los objetos eternos". Mientras la ciencia
se ocupa de lo dado, la filosofía, en su dimensión metafísica, tiene que.
tomar necesariamente en cuenta lo por darse, que es de por sí indefinido
hasta tanto adquiere realidad a través de nuestra definición o de alguna
otra forma de encarnación en lo actual.
Es el mundo en que se encuentran los valores, que sólo son, hablando
en términos clásicos, cuando se plasman en un bien, pero que no por ello
dejan de constituir un factor determinante en nuestra realidad cotidiana.
En oposición a la doctrina platónica Whitehead mantiene que los ob-
jetos eternos no son un en si: su ser depende de su ingresión en lo actual.
Al adentrarnos en el estudio de este tipo de objetos encontramos que los
conceptos de verdad y exactitud no aplican en la misma forma en que lo
hacen en los objetos que la ciencia estudia. La definición de lo posible no
encuentra un objeto concreto que le sea anterior y al que refleje y, en
consecuencia, h "verdad" de la definición metafísica es, en general, muy
otra que el concepto de verdad que tradicionalmente se. aplica a la cien-
cia: la adecuación de un juicio con el objeto enjuiciado. Ya Kant señaló
en su tiempo este grave problema a que se enfrenta la metafísica; lo que
realmente intenta Whitehead es crear una metafísica que haga posible esta
constatación.
La filosofía de Whitehe.ad intenta ser una de ida y vuelta. Aunque
los conceptos metafísicos puedan carecer de objetos concretos que les sean
anteriores, toda realidad está estre.chamente vinculada al reino de la po-
sibilidad. Así, en cualquier nivel, aun en el de las cosas más concretas,
encontramos la dimensión metafísica implícita y vigente. Por lo tanto,
las relaciones y estructuras de los planos físico y metafísico pueden siste-
matizarse y comprobarse su veracidad y adecuación con la realidad ori-
ginaria. Esto no es otra cosa que el método normal de la ciencia, pero los
contenidos del método -la realidad en este caso- se. amplían y definen
de manera estructural para que la interrelación sea posible. Una metafísica

49 Modes o/ Thought, Capricorn Books,


N. Y., 1958. p. 77.
Boletín del Seminario de Derecho Político 117

que carezca de esta condición sine qua non no tiene para Whitehead sen-
tido. Es evidente que en la metafísica no puede nunca alcanzarse la exac-
titud que es dable a la ciencia. Esto se debe a que el instrumento que la
metafísica emplea es el lenguaje y éste no es un vehículo de expresión
exacto; al menos no en el sentido en que lo son las matemáticas 44. No ha
de extrañarnos la prevención con que buen número de los antiguos com-
p3ñeros y admiradores de Whitehe:1d miran y calibran su aventura me-
tafísica. Es mucho más cómodo limit3r nuestro pensamiento a problemas
concretos, fácilmente constatables y traducibles a un lenguaje exacto y
unívoco, que enfrentar generalizaciones de aparie.ncia ambigua e impre-
cisa, como son los valores, los objetos eternos, Dios, y otros muchos con-
ceptos que Whitehead ofrece.
Estos mismos filósofos no pare.cen haberse percatado de que la meta-
física de Whitehead- siendo metafísica en el sentido más estricto- no
sólo no contradice los principios y métodos de la ciencia, sino que los
supone. En el fondo, como señala W. Mays 45 , la metafísica de. Whitehead
se basa en dos nociones científicas de señalada importancia; una es el
método empleado por la lógica simbólica, con su especial hincapié en los
sistemas complejos relacionados; la otra es la field theory de la física
actual, con su énfasis en la historicidad de los sistemas físicos.
Apunta este autor 46 que el sistema abstracto que se nos ofrece. en
Proceso y Realidad puede identificarse. con el continuo extenso que emplea
cerno marco de referencia. Este continuo puede. limitadamente, interpre-
tuse como el "receptáculo" en donde los acontecimientos tienen lugar y
la actualinción del mismo -que supone unas propiedades en potencia-
da lugar a la cosmología completa. El contilluo extenso, con sus propieda-
des geométricas y matemáticas, no existe como tal hasta tanto se actualiza.
En esta función debemos entender también lo que Whitehead llama objetos
eternos. Debe. aclararse, sin embargo, que tanto los objetos eternos como
acaso también el continuo, reciben una actualidad a priori, un orden pres-
tablecido, a través de la Naturaleza Primordial de Dios, pero este pro-
blema de.be ser tratado separadamente.
Señala justamente Mays 17 que la lectura del ensayo On Mathematica/,
Concepts of the Material World, publicado en 1906 48 , revela que White.-
head intenta en él aplicar el sistema axiomático a la física, en forma muy
similar a lo que, muchos años después, en 1929, haría e.n Proceso y Rea-
lidad en relación a la cosmología.
Ello parece confirmar que la obra de Whitehead tiene una mayor co-
herencia lógica de lo que en un principio se creyó y que no hay una di-
ferencia básica, en cuanto a métodos y objetivos se refiere, entre su meta-
física y su obra anterior.

14 PR., p. 16. 18 Phi/osophica/ Transactions o/ The Ro-


15 The Philosophy of Whitehead, Geor- .val Society, Series A, 205, 1906, pp. 465-
ge Allen and Unwin Ltd., London, 1959, 525. También se incluye este ensayo en:
p. 20. .4. N. Whitehead . .411 Antho/ogy, por F. S.
16 Opus cit., p. 43. C. NORTHROP y MASON W. GROliS, The
H lbid., p. 20. MAcMILLAN Co. N. Y., 1961, pp. 11-82,
118 Boletín del Seminario de Derecho Político

EL PROBLEMA DEL DUALISMO


El cómodo re.chazo de la metafísica desemboca inevitablemente en un
nuevo dualismo, implícito si se quiere, pero no por ello menos peligroso.
La realidad nos ofrece, en apariencia, dos ámbitos; uno en el que los pro-
blemas tiene.n soluciones constata bles; el otro nos lleva a un mundo cuya
problemática no puede fijarse, al parecer, con la misma exactitud. Nada
más fácil y tentador que prescindir del segundo ámbito afirmando nuestra
acción sobre el primero. Este. nuevo dualismo divide, como los tradiciona-
les, la realidad en dos mitades para quedarse con lo que más le conviene,
en la que más a gusto el hombre se puede afincar. La otra se recusa como
continente de seudo-problemas, indignos de la consideración de pensado-
res serios. Pero gústenos o no, ahí se. nos queda, muda y quieta, condi-
cionando nuestro diario actuar. A fin de cuentas, el hombre sólo puede
dominar lo que conoce.
Whitehead niega la posición dualista tradicional sin caer, por otra
parte, e.n una posición monista. Para nuestro filósofo la realidad es una y
múltiple al mismo tiempo. Monismo y dualismo son dos formas de in-
terpretar lo real, ambas válidas desde una cierta perspectiva, pero falsas
si se consideran por separado o si se intenta dar primacía a una sobre. otra.
Señala que su posición propone un dualismo con una interpretación di-
ferente a la tradicional 10 • La diferencia platónica entre lo espiritual y lo
físico, las sustancias pensante y extensa cartesianas, y la dualidad de en-
tendimiento humano y cosas externas de que nos habla Locke, son dualis-
mo todos que se encuentran dentro de cada ocasión actual. Si considera-
mos cualquier objeto actual, una silla, por ejemplo, e.s uno si lo situamos
en un momento de su historia-vida, pero es muchos a través de su historia.
Es también uno en relación a sí mismo, pero muchos en cuanto a la to-
talidades de sociedades que. lo componen. A su vez, cualquier entidad ac-
tual está unida estrechamente a todo lo que ha sido y es, formando un
conjunto que es el universo en dicha síntesis. Pero no podemos hablar de
monismo puesto que el universo uno nunca es estático, se encuentra en
contiuuo proceso de. creación, formando, a su vez, una compleja entidad
actual dable al mismo análisis anterior. Aunque toda entidad tiene un
polo físico y otro mental, ambos no son separables; son dos formas de
ser, entre otras muchas, una entidad actual. Por otra parte, el universo no
es uno con muchas fases subordinadas, ni estático tras su cambiante apa-
riencia. Cada vez que en filosofía se comete. este error, se debe a la falacia
de la concretación fuera de lugar, que consiste e.n confundir una abstrac-
ción con un hecho concreto último. Esta falacia ha sido la causante de la
mayor parte de los errores que han plagado la historia de la filosofía!;().
Nos dice Whitehead: "El universo es dual porque, en el más amplio
de los sentidos, es tanto transitorio como eterno. El universo es dual por-
que cada actualidad final es tanto física como mental. El universo es dual
porque cada actualidad exige carácter abstracto. El universo es dual por.
que cada ocasión une su inmediatez formal con su otredad objetiva. El

49 A1., p. 244.
,o PR., pp. 11 27.
Boletín del Seminario de Derecho Político 119

universo es muchos porque es analizable, total y completamente, en mu-


chas actualidades finales, o, en lenguaje cartesiano, en muchas res veruae.
El Universo es uno debido a la inmanencia universal. Existe, por lo tanto,
un dualismo en este contraste entre la unidad y la multiplicidad. Por todo
el universo reina la unión de los contrarios, que es el fundamento del
dualismo 51 •
Whitehead se nos presenta a contrapelo de la corriente en boga en las
modernas filosofías de. la ciencia, buscando armonizar los dos ámbitos en
entredicho, pero rechazando, por otra parte, la tentación de tomar el dua-
lismo como premisa de su filosofía. El pensamiento de Whitehead explica
e incluye el dualismo en su sistema, pero no lo supone.
Al analizar los problemas que se plantea la fisiología actual 52, señala
la influencia que una metodología útil y aplicable puede tener en el recha-
zo, por no amoldarse al método, de. hechos empíricamente constatables en
nuestro diario vivir. La metodología empleada por la fisiología aplica, con
gran éxito, a los problemas en que se ocupa, pero es evidente que el pro-
blema ese.ncial de la fisiología consiste en entender las actividades de un
organismo; todas sus actividades, o al menos, así debiera ser.
Al tomar como premisa que los principios que gobiernan las transfor-
maciones de materia y energía que constituyen un organismo son idénticos
a los que gobiernan las actividades de la materia inorgánica, la fisiología
moderna ofrece una verdad incuestionable. No obstante, de ahí a suponer
que no hay otros principios envueltos hay mucha diferencia. La conducta
humana, tan "física" y concreta como puede serlo cuale.squiera de sus otras
funciones, se gobierna por una serie de actividades como la valoración, los
propósitos, la previsión, etc., que no son analizables en función de la me-
todología que. la fisiología aplica. En consecuencia, se quedan sin analizar.
Pero, en último término, el hombre es lo que es como un conjunto y el
pensamiento, por ejemplo, es tan parte esencial de su ser concreto como
pueda serlo el latir de su corazón. Si algo no debemos hacer es limitar un
problema a las posibilidades de solución de una metodología. Si caemos en
esa tentación, el problema se queda ahí, esperando solución e interfiriendo
en nuestras actividades. Podemos y debemos aceptar las soluciones opera-
tivas que el método ofrece, pero teniendo siempre en cuenta que. es preciso
seguir buscando nuevas fórmulas que nos permitan enfrentar el problema
en su conjunto.
Whitehead, frente a la estrecha perspectiva de algunos- acaso mu-
chos- hombres de. ciencia, se niega a rechazar, por más molesta que pue-
da resultar, la evidencia del sentido común, que trata de incorporar a su
filosofía.
Muchos científicos, nos dice Whitehead, se han dedicado pacientemente
a diseñar experimentos con el propósito de probar su creencia de que las
actividades animales no estén motivadas por ningún propósito. Este mismo
señor puede escribir largos y eruditos ensayos sosteniendo que los seres

51 A1., p. 445. El párrafo que citamos referencia bibliográfica se da como The


es, con algunas modificaciones, similar al Philosophical Review, Vol. XLI 1932), pp.
que cita A. H. JoHNSON en su libro While- 145-146.
head's Theory of Rea/ity, (p, 168), cuya 52 FR., pp. 11-16.
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humanos son exactamente lo mismo que. cualquiera de los otros animales


y que, en consecuencia, la categoría de "P.ropósito" es totalmente ajena a
la explicación de sus actividades físicas, incluyendo, claro está, la del
científico en cuestión. "Los científicos animados por el propósito de pro-
bar que carecen de él, constituyen un interesante objeto de estudios ... "
" ... El clero cristiano ha presentado frecuentemente las mismas objeciones
a aquellas innovaciones juzgadas como peligrosas para la fe y la moral.
El mundo de la ciencia resiente vehemente estas limitaciones a h conside-
ración de la evidencia. Sin embargo, en defensa de sus propios dogmas, el
científico no actúa en forma diferente a como lo hace el clero. El fisiólogo
y el legislador del Estado de Tenessi exhiben los mismos principios de
conducta humana. De hecho, todos los hombres se encuentran a este res-
pecto a un mismo nivel, y nunca podremos mejorar a no ser que com-
prendamos la fuente de nuestra tentación" 53 •
Esta "tentación" de que nos habla consiste en la enraizada tendencia
humana a rechazar la novedad, puesto que toda novedad supone un cam-
bio en el orden constituído y puede dar lugar, en último término, al des-
orden y al caos, lo que conlleva la desagradable tarea de ordenar de nuevo.
El rechazo de. esta tentación es una de las características de la obra de
Whitehead, quien sabe muy bien que el mundo no puede explicarse de
una vez para siempre.
En La Ciencia y el Mundo Moderno 5 \ se nos hace un análisis somero
de las últimas consecuencias del mecanicismo materialista tradicional, de-
mostrando la imposibilidad de aceptarlas por ser inoperantes en nuestro
mundo. En el caso del me.canicismo materialista encontramos que sus re-
sultados sólo aplican a un ámbito de fenómenos muy restringido -a cier-
tas entidades abstractas producto del pensamiento lógico-, pero no apli-
can a una extensa gama de experie.ncias perfectamente comunes y consta-
tables.
Si mantenemos que las moléculas se mueven sin ningún propósito, no
hay posibilidad de enfocar desde esta premisa toda una gran esfera de ac-
tividades adscritas a los organismos vivos. Las entidades atómicas mate-
riales que la física toma en consideración son una abstracción que se ob-
tiene rechazando todo aquello que concierne a su interrelación mutua, que
determina sus formas de comportamiento. Por ello, las leyes de la física
dejan fuera lo que las partículas son en sí y sus posibles modificaciones 55•
O sea, la física asume que. una vez conocida una ley en el comporta-
miento de estas partículas, la misma aplica a todas las demás partículas
sin referencia al ambiente en que puedan encontrarse. Un electrón, por
ejemplo, sigue el mismo comportamiento si forma parte de un pedazo de
roca que si la forma de un cerebro humano. En esto estriba principal-
mente la abstracción que da lugar al error inicial.
Rebatiendo esta doctrina, mantiene Whitehead sti que e.! mundo externo,
el ambiente en que se encuentra cualquier entidad, influye. en forma de-
terminante en la misma. Por lo tanto, al considerar a las entidades sin
referencia a su ambiente cometemos una falacia que no refleja los hechos

53 Opus cit., p. 17. 55 Opus cit., pp. 155-156.


&I SMW., pp. 115-116. b6 PR., pp. 151-152.
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constatables y observados. La diferencia en los ambientes da lugar a dos


tipos de cambio en las entidades a que nos referimos: por una parte, pue-
den presentarse diferencias entre las entidades entre sí, y por otra, quizá
la más frecuente, pueden presentarse diferencias en el comportamiento de
las entidades en dos ambientes distintos. "Un caso obvio de una tal dife-
rencia de comportamiento la ofrece la noción de la deformación de un
electrón de acuerdo a las variaciones de su situación física" 57 •
Mantiene Whitehead que las entidades reales son organismos, aunque
no debe entenderse esta palabra en la acepción biológica que comúnmente
recibe, y que la estructura del conjunto influye e.n el carácter de los orga-
nismos subordinados que lo componen. En el caso de los seres vivos, los
estados mentales son parte esencial de su estructura y modifican la de los
organismos subordinados hasta alcanzar a los organismos más pequeños,
tales como el electrón 58 • Conviene aclarar que el término organismo se em-
plea en La Ciencia y el Mundo Moderno en el sentido que en libros pos-
teriores habrá de tener el término "sociedad".
"La ciencia", nos dice Whitehead, está adquiriendo un nuevo aspecto
que no es ni puramente. físico ni puramente biológico. Se está convirtiendo
en el estudio de los organismos. La biología es el estudio de los organis-
mos más grandes, mientras que la física es el estudio de los organismos
más pequeños. Existe otra diferencia entre estas dos divisiones de la cien-
cia. Los organismos de la biología incluyen como ingredientes los más pe-
queños organismos de la física, pero en la actualidad no existe evidencia de
que el más pequeño de los organismos físicos pueda ser analizado en or-
ganismos componentes. Puede que sea así. Pero, sin embargo, nos enfren-
tamos al problema de si no hay organismos que sean incapaces de. mayor
análisis. Parece poco probable que pueda haber un regreso al infinito en la
naturaleza. En consecuencia, una teoría científica que descarte el materia-
lismo tiene que ofrecer una respuesta sobre el carácter de estas entidades
primarias" 59 •
El carácter de estas entidades y sus relaciones es el objetivo primordial
de la filosofía de Whitehead. Sobre estas entidades y sus características ha
de descansar todo el edificio lógico del sistema.
JORGE ENJUTO
Profesor de la U. de Puerto Rico

57 Opus cit., p. 152.


58 SMW., p. 115.
59 Opus cit., pp. 150-151.

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