Resumen. Tratado Sobre La Predicacion. Cap 1 y 2
Resumen. Tratado Sobre La Predicacion. Cap 1 y 2
Resumen. Tratado Sobre La Predicacion. Cap 1 y 2
La palabra texto, del latín textus, tejido, denota la trama de un discurso. Por esto
hablamos del texto de la escritura, el texto griego, el texto sagrado La historia del término
muestra el hecho de que la predicación era originalmente expositiva.
Los primeros predicadores hablaban sobre pasajes bastante largos; sus discursos eran
exposiciones. Pero poco a poco se fue dando la preferencia a textos más cortos; y en Inglaterra
en el siglo XII era cosa frecuente predicar muchos sermones sobre un pasaje breve. El objeto era
presentar una discusión completa de algún gran asunto, relacionando todos los discursos
mediante un mismo texto. Esta práctica contraría nuestro natural gusto por la variedad, y es
mejor escoger para cada discurso un texto distinto que presente el aspecto del asunto que
tratamos de considerar y satisfaga nuestros pro pósitos, sin fijarnos en su tamaño.
El tener un texto da al discurso cierta autoridad desde el principio, pero además muestra
a todos que tratamos sólo de enseñar la palabra de Dios.
El discurso es un desarrollo del texto, una explicación, ilustración y aplicación de sus enseñanzas.
A.- Hace a todos recordar, que nuestro objeto no es guiar al pueblo por nuestra sabiduría, sino
impartirles las enseñanzas de Dios.
B.- Si el texto ha sido bien elegido, despertará desde el principio el interés.
C.- Ayuda al oyente a recordar el hilo del discurso
D.- Proporciona la oportunidad de explicar en un solo pasaje de la escritura y de hacerlo
impresivo.
E.- Nos impide divagar tratando asuntos ajenos a la Escritura.
F.- Conseguiremos dar mayor variedad a nuestros sermones, pues aún los textos que se refieren
al mismo asunto, lo presen tan en aspectos diferentes.
Se han presentado algunas objeciones contra el uso de textos, fundadas en dos o tres
causas. El grave descuido de muchos en cuanto a la interpretación correcta del texto, ha hecho
que algunos consideren su uso como perjudicial e inútil. Otros, que tienen poca reverencia por
la Biblia, hablan del texto como si fuera una restricción para el pensamiento o un dique a la
elocuencia. Otros, que quisieran que cada sermón fuese una discusión filosófica de algún
asunto, y a quienes no agrada la predicación expositiva, también consideran el texto como una
restricción. No es impropio en ocasiones tener dos o más textos.
La elección propia del texto es de gran importancia. Una elección feliz animará al predicador en su
preparación y en la predicación de su sermón, y le ayudará a ganar la atención de sus oyentes.
En la elección del texto pueden sernos útiles las siguientes reglas:
A.- El texto no debe ser obscuro. Por regla general debe mostrar su sentido con claridad. Un
texto oscuro, o no llamará la atención, o sólo despertará curiosidad.
B.- Debemos tener cuidado en cuanto al uso de textos señalados por su grandeza de expresión.
Un gran texto es promesa de un magnífico sermón, y es difícil cumplir las esperanzas excitadas
por él. Pero no debemos tener por regla el evitarlos.
C.- Debemos evitar la elección de textos que puedan parecer chistosos. El humor en la
predicación debe ser cosa incidental. Puede ser útil, pero no hay cosa más seria que la
predicación.
D.- No evitéis un texto porque sea familiar. Es una equivocación desechar pasajes tan ricos
como Juan 3:16; 1 Tim. 1:15, etc. Siempre hallaremos algo bueno que decir sobre ellos.
E.- No se descuide habitualmente ninguna porción de las Escrituras, ni del antiguo testamento
como del nuevo testamento.
F.- Los dichos de hombres no inspirados que con tiene la Escritura no deben usarse como textos,
a menos que sepamos por otras enseñanzas de la Biblia que son verdaderos, o que nos
propongamos sacar instrucción del hecho de que tales hombres hayan hablado tales cosas.
G.- En el trabajo pastoral deben considerarse varias cosas para la elección propia de textos.
Una es la condición presente de la congregación; otra, el carácter de los textos sobre los cuales
se haya predicado recientemente, pues debe evitarse la monotonía. Otra consideración es que
debemos elegir textos y asuntos en los cuales nosotros mismos estemos Interesados.
Interpretar y aplicar el texto de acuerdo con su significado, es uno de los más sagrados
deberes del predicador. Al anunciar su texto, da a entender que de él sacará su sermón.
Son frecuentemente causas de dificultad las elipsis, las construcciones incompletas y las
palabras de significado no bien definido que frecuente mente encontramos en la Biblia; y si la
mente está preocupada de antemano, fácil es que atribuyamos a algunas de sus expresiones
un sentido que no tienen. El lenguaje de la Biblia no es científico, sino familiar.
En el lenguaje de la Biblia hay cierto número de palabras que podemos llamar capitales,
cuyo sentido, una vez determinado, viene a ser la clave de toda la Biblia. Si nos limitamos a la
significación usual de los términos que para traducir estas palabras se han empicado, estamos
expuestos a cometer serios errores. Recuérdese también que el lenguaje de la Escritura no es
filosófico, sino popular; no científico, sino poético; no analítico (con distinciones minuciosas y
exactas), sino más bien sintético, abundante en términos concretos, representantes no de
abstracciones si no de hechos.
B.- Es también causa frecuente de error en la interpretación el no tomar en cuenta el enlace del
texto.
Algunos casos, tomando una frase aparte de su conexión, dará un sentido a todas luces
falso. Ejemplo.: 2 Corintios. 12:16. En otros resultará ambiguo o de vago sentido. este principio en
la interpretación se llega a violar, unas veces por el afán de alegorizar de que hablaremos
después. Otras veces se descuida la conexión por la costumbre de usar exclusivamente textos
cortos. La división de la Biblia en capítulos, y la subdivisión en versículos, se hicieron para la mayor
conveniencia en las referencias; pero la costumbre de imprimir cada versículo como párrafo
distinto y el hecho de que la división de capítulos y versículos fue hecha sin cuidado ni atención
escrupulosa a la conexión, a llevado a que predicadores como oyentes, piensen que cada
capítulo y cada versículo es un todo separado. Todo predicador que desee ser fiel a la Palabra
de Dios, deberá hacerse el propósito de no interpretar jamás un texto sin observar
cuidadosamente su conexión. Pero en cierta dirección esta idea de fidelidad en la
interpretación puede llevarse demasiado lejos. Verdad es que, por regla general, es preferible
siempre confinar el sermón al asunto preciso, o aspecto del asunto presentado por el texto en
su conexión.
No tenemos manera alguna de representar las cosas espirituales sino por medio de
metáforas deriva das de las cosas temporales, y nuestros mismos conceptos del mundo invisible
dependen de imágenes proporcionadas por el mundo en que vivimos. Las Escrituras parecen
enseñar que hay realmente mucha relación íntima entre estas dos grandes esferas de existencia,
y el estilo alegórico en el amplio sentido de este término se emplea frecuentemente y de varias
maneras en la Biblia. Los numerosos sacrificios y purificaciones ordenados por la ley,
representaban la obra de Cristo y de su Espíritu. Los profetas frecuentemente emplearon objetos
o acontecimientos cercanos para representar las realidades de la era mesiánica.
Conviene añadir que hay pasajes de la Escritura que no pueden ser interpretados
como teniendo un sentido espiritual, pero que pueden ser usados de varias maneras para
inculcar verdades espirituales.
Pueden incluir principios capaces de aplicación a las cosas espirituales, aunque tal
aplicación debe hacer la el predicador bajo su propia responsabilidad y recibirla el pueblo
discretamente, y no como parte de la Escritura. Obsérvese también que en el caso de pasajes
figurados que realmente tienen sentido espiritual, hay peligro de forzar demasiado la figura e
imaginar sentido espiritual en algunos de sus detalles que no fueron dados con tal objeto por el
escritor. Al interpretar una parábola debemos averiguar por el contexto cuál era el asunto que
el Señor se proponía ilustrar, observar luego la luz que la parábola en general arroja sobre ese
asunto, o los aspectos de él que presenta, y finalmente inquirir hasta qué punto los detalles de
la narración tienen significación separada.
Jonas. 1:6. "¿Qué tienes, dormilón? Levántate y clama a tu Dios. " ¿Cómo puede un predicador decir que
este texto se refiere a los pecadores dormidos espiritualmente? Jonás, cansado de su viaje, y sintiéndose
ahora seguro a bordo, dormía, y el capitán, alarmado e impaciente, le dice: "Levántate y clama a tu
Dios," como lo están haciendo los demás. Son palabras del capitán, no de Dios, y no hay razón para
atribuirles sentido alegórico.
Proverbio 18:24. "Amigo hay más conjunto que el hermano ." No hay razón para interpretar estas palabras
como refiriéndose a Cristo. Es una afirmación general con respecto a la amistad. Puede tomarse este
texto para hablar de las amistades intimas y fieles, y por analogía, y bajo la responsabilidad del mismo
predicador, hablar de Cristo como amigo; pero esto no es afirmar que el pasaje se refiera a Cristo.
Hágase lo posible por determinar el sentido preciso de cada palabra y frase usada en el
texto. Averígüese si alguna de ellas tiene un sentido peculiar en las Escrituras, y si tal sentido tiene
en el texto.