El Culto A Ismael
El Culto A Ismael
El Culto A Ismael
Los viejos:
Tomasito: Al igual que San Esteban aparece en todas las iconografías cristianas
con las piedras con las que fue dilapidado, Tomasito es representado con pistolas y
marcas de balas. Murió de 132 tiros durante un intento frustrado de robo
a un banco. Sus cómplices, que creía sus amigos, lo dejaron solo al llegar la
policía. Sus seguidores le invocan antes de cometer alguna fechoría.
El viejo portón de rejas negras deja mirar hacia el fondo de la casa. Solo se observa
una pared de tapón y a su lado se ve apenas un espacio que deja imaginar que hay
otro ambiente detrás. Caminar por el costado de la vivienda para llegar al fondo
representa una odisea para quien va por primera vez: una perra robusta sin raza
definida o popularmente llamada cacri lo sigue a uno con la mirada, con
inminentes ganas de persecución.
Y así pareciera estar arraigado en las mentes de quienes lo visitan siempre, como
Ana Ramones, quien tiene siete años asistiendo al portal (espacio que sirve como
templo), desde otro barrio que prefirió no revelar.
Con la voz aún carrasposa por los efectos del tabaco que acaba de fumar, Ana, de
unos 65 años, no piensa dos veces en dar fe de la petición concedida por Ismael.
“Mantenía mi cartera llena de medicamentos, pastilleros, órdenes para exámenes
de laboratorio y desde que conocí a Ismael se han sanado todos mis males”.
Una cara nueva en el portal genera suspicacia entre los devotos que están orándole,
ofrendando y agradeciendo a Ismael. Su sensación de defensiva se percibe en el
ambiente luego de miradas tipo escáner, pero de inmediato se incorporan de nuevo
a su concentración. Cierran los ojos, susurran oraciones o peticiones y fuman sin
cesar sus tabacos.
A los pies del “jefe de la corte” se observan cervezas, copas de ginebra, cigarros y
velones de varios colores, cada uno respectivo al significado de cada petición.
Tomás no niega que al portal asiste gente “que anda en malos pasos” a pedirle a
Ismael y su corte. “¿Para qué lo voy a negar? Sí vienen, pero Ismael los orienta,
aunque él anduvo en esas andanzas recomienda a quienes están pasando por lo
mismo que se alejen de esos caminos. Unos hacen caso, otros no. Pero tengo
testimonios de muchachos que eran malosos y que Ismael los rescató. Hoy son
policías y hasta funcionarios del Cicpc”, asegura “la materia” con sonrisa pícara.
“A quien se aleja de mal lo protege, a quien no hace el bien no lo ayuda. Por
ejemplo, si una mujer viene a pedir para salvar su matrimonio él hace una
evaluación y lo salva; pero si viene en busca de destruir otro matrimonio, depende
de lo que resulte de su evaluación, la puede apartar del camino. Ismael actúa ojo
por ojo y diente por diente. Un compadre vino porque tenía problemas con unos
sindicalistas que no lo dejaban trabajar y lo extorsionaban. Mi compadre oró a
Ismael y en una sesión él le dijo que lo ayudaría. El tipo del sindicato apareció
muerto a los tres días”, cuenta Tomás sin recelo.
“Él me cuida. Creo más en él que en los órganos de seguridad porque he visto
demasiados crímenes que pasan ante los ojos de la policía y ellos no hacen nada”,
afirmaba a la agencia Omar Alonso, uno de los visitantes habituales de la lápida de
Ismael, iniciando su particular ritual ante la lápida de “Ismaelito”.
A estos ladrones elevados a los altares también los siguen fieles que agradecen por
la salida de un familiar de la cárcel, por la prosperidad económica y hasta por lo
que se considera imposible. “Su nobleza lo concede todo, —afirma Marta, una
maestra de un colegio marabino, mientras se aferra a su tabaco —. La docente
asegura que ha visto el rostro de Ismael “cuando le baja a Tomás. Lo he visto bello,
sereno, bien vestido, elegante, caballero, molesto cuando no cumplen lo que
recomienda”.
La noche cae en el portal Negra Matea y no por eso se va quedando solo. La gente
sigue llegando. No hay consulta con el espíritu de Ismael porque “hay sesión
cuando él lo ordena”, según dice Tomás, pero igual sus fieles visitan su templo.
“Mientras tanto vengo toooodos los días, a fumarle su tabaco y agradecerle por su
protección en mi hogar y mi negocio”, dice Rosa, verdulera de Las Playitas.
A las 8:00 de la noche los robustos gallos siguen inmóviles en las capillas de la
entrada del portal, apenas abren los ojos con los roces o el movimiento de quienes
salen del templo. A la perra ya la ha vencido el cansancio de ver y entrar y salir a la
gente.