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Cacao

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Cacao, la historia Detrás del “alimento de Dioses”

Venezuela
Las investigaciones hechas al AND mitocondrial del cacao criollo
(o de fino aroma) revelan que su aparición surgió en Venezuela,
específicamente en el Sur del Lago, región compuesta por los
estados Zulia, Mérida, Trujillo y Táchira.

Los investigadores aseguran que el cacao proviene de la zona


noroccidental de Venezuela, debió ser allí donde se encontraron
las primeras plantas silvestres de este fruto; así como la
explotación de esas plantas de cacao debió sucederse en la
parte meridional de la cuenca del Lago de Maracaibo, antes de
la llegada de los españoles”. Asimismo, indican que durante ese
entonces las comunidades indígenas “mitotes” en Mérida y
“cuicas” en Trujillo, ya preparaban bebidas llamada “chorote” a
base de la semilla de cacao.

Por su parte la Cámara Venezolana del Cacao (Capec) menciona


que “los primeros datos sobre el cacao en Venezuela se
remontan a finales de 1600, cuando se cataloga como un
producto generado en Mérida y exportado a España. Dicho
cultivo se extendió a las costas de Aragua, Barlovento y Sucre”.
De igual manera, detallan que durante el período 1701 – 1703,
los volúmenes exportados llegaron a 600 Tm/año, alcanzando
unas 2.230 Tm/año.

Los orígenes del cacao en Venezuela están ligados a la cultura


indígena, tal cual como ocurrió en México o Ecuador, siendo
después influenciada por los europeos con su llegada al país.
Éstos a su vez, descubrieron el potencial de la valiosa semilla,
insertándolo en sus fincas y plantaciones para su posterior uso
en los intercambios comerciales mediante las exportaciones.

Con el paso del tiempo ocurrieron hechos importantes, tales


como la implementación en 1729 de la Compañía Guipuzcoana
de Caracas, principal compañía especializada en el comercio
internacional del cacao, privilegio concedido por la Corona
Española y eliminado con su disolución en 1785. En el año 1799
comienzan las primeras investigaciones sobre el cacao por parte
de Alejandro de Humboldt, quien encontró la planta en estado
silvestre en la zona del Casiquiare.

Todos y cada uno de los acontecimientos históricos


anteriormente nombrados, surgieron durante el tiempo en que
aún no habían sido explotados los primeros pozos petroleros.
Una época en donde productos como el cacao, el café o la caña
de azúcar, alcanzaban cifras de exportación interesantes y eran
considerados los tesoros agrarios mejores valorados en el país.

De visita por la
atrayente ruta del cacao de
Paria
Sucre

Paria es tierra de exuberante naturaleza, de encanto, de riqueza, de historia, de


turismo y por supuesto, de cacao. En el estado Sucre, ubicado en la región
nororiental de Venezuela, este fruto ancestral está presente en casi todos sus
rincones.

Se convirtió en el legado de familias que a pesar del auge petrolero y el paso del
tiempo, decidieron mantener a flote la experiencia acumulada en el cultivo de este
rubro, patrimonio cultural de la Península de Paria.

No se conoce mucho sobre la presencia del cacao en Sucre. Se ha creído que se


introdujo como cultivo a la zona de Paria durante el periodo colonial; sin embargo,
antes de la llegada de los españoles a esta “tierra de gracia” ya se reportan bosques
de cacao.

De acuerdo con algunos documentos y testimonios, el tipo de cacao de esta área


geográfica era de tanta calidad como los de tipo criollo encontrados en la región
centro costera de Venezuela.

Aunque fue un proceso de conquista bastante lento, si se considera la fecha de


llegada de los españoles en 1498, la mayor parte de los pueblos del estado Sucre se
fundaron a raíz de la Colonización Española, de la mano de los misioneros
capuchinos aragoneses.

La región de Paria, que no formaba parte de la Provincia de Venezuela sino de la


Provincia de Cumaná, se caracterizó por el viejo intercambio comercial ilícito que
se practicaba desde el siglo XVI. Allí el cacao era el principal producto de
contrabando, por lo que muchos poblados se crearon tras la dinámica de esta
actividad ilegal.

Ruta de ensueño

La ruta del cacao en Sucre la iniciamos en una de las poblaciones más hermosas y
acogedoras del Oriente venezolano: Río Caribe, en el municipio Arismendi. Hay
que viajar desde Caracas aproximadamente unos 530 kilómetros. Son ocho horas
de recorrido. Un viaje largo, pero vale la pena.

Aquí se pueden identificar dos ejes viales de importancia. El que viene de Carúpano
y sigue a Río Caribe; y el que inicia también desde Carúpano hasta la población El
Pilar, municipio Benítez. Ambos convergen en el pueblo de Yaguaraparo.

En Río Caribe encontramos pequeñas haciendas productoras de cacao. Algunas


también fabrican chocolate. Es el caso de Chocolates Paria, ubicada en la
comunidad de Chacaracual, a unos 10 minutos de la paradisíaca Playa Medina.

Allí se ofrecen visitas guiadas para conocer el proceso desde el cultivo hasta la
elaboración del chocolate. El paseo incluye una degustación de los diversos tipos y
finalmente los turistas pueden adquirir las deliciosas tabletas u otros productos
como bombones o licor de cacao.

Siguiendo por esta vía se distinguen otros sitios de interés como la tienda de Mabel,
que elabora ponches, helados y otros productos artesanales derivados del cacao; y
la Hacienda Paria Shakti (antigua Hacienda Bukare) que además de la producción
de cacao se ha erigido como un centro de bienestar basado en terapias holísticas,
yoga y masajes.

En esta ruta funciona un importante circuito de posadas y opciones de hospedaje


adaptados a las necesidades de los visitantes. Además de Playa Medina, se
encuentran Playa Uva, Chaguarama de Loero o Pui Pui, lo que la convierte en un
destino de gran atractivo para los turistas.

Fundación para el progreso

En Río Caribe funciona también la sede de la Fundación Proyecto Paria (FPP), que
desde 1989 se dedica a la reactivación de la economía del cacao a través de diversos
programas de capacitación y asesoramiento a los productores.

Gracias a la participación de entes públicos y privados como PDVSA, la


Corporación Andina de Fomento (CAF), Fundacite, Nestlé Venezuela, el Banco
Europeo, entre otros; la FPP se ha convertido en una referencia en el cultivo,
procesamiento y comercialización de cacao en el estado Sucre.

“Dentro del enfoque de desarrollo sustentable abordamos el tema social, económico


y productivo, en esas tres dimensiones el centro es el cacao”, expresa Carlos
Guerra, presidente de la FPP.

Como importantes iniciativas que han estado vinculadas a la FPP, se destacan la


planta de fermentación y secado Cacao Río Caribe (Carioca) y el centro comunitario
de cacao, que sirve como lugar de formación y capacitación no solo del municipio
sino de todo el país.

El centro de desarrollo cacaotero, un proyecto ejecutado por la FPP en conjunto


con el Plan Cacao Nestlé es otro proyecto de relevancia. Ofrece apoyo integral a los
productores de cacao a través de diferentes componentes; entre ellos el centro de
propagación, una central de beneficio y el banco de germoplasma, permitiendo la
enseñanza, práctica e investigación bajo altos estándares de calidad que se espera
tengan los productores de la región.

El de mayor producción

Hoy en día el estado Sucre es el mayor productor de Venezuela (representa el 52%


de la producción nacional según datos de la FPP). “De los 15 municipios, al menos
ocho son cacaoteros, pero los más importantes son Arismendi (Río Caribe) Benítez
(El Pilar) y Cajigal (Yaguaraparo)”, indica Carlos Guerra.
Las plantaciones del estado Sucre están conformadas por mezclas de árboles de
cacao forastero y trinitario (el 80% de la producción se basa en estos dos tipos) y
también híbridos que son el resultado de mezclas entre materiales locales e
introducidos.

La práctica de la fermentación no está extendida y un porcentaje considerable de la


producción es de cacao corriente. El Río Caribe Superior es quizás el tipo más
destacado al considerarse de altísima calidad por algunos fabricantes. Es un cacao
trinitario que puede o no fermentarse, dependiendo del mercado al que va dirigido.

Modelo productivo innovador

Continuando el recorrido seguimos hacia El Pilar, en el municipio Benítez; donde


se ubican, entre otras, la Hacienda San José, una de las más importantes del estado
y del país.

La finca es propiedad de la familia Franceschi y como la mayoría de las haciendas


de la zona es de origen francés, específicamente de la Isla de Córcega. Esta
empresa, responsable de los exquisitos Chocolates Franceschi (anteriormente
Chocolates San José), no trabaja con los cacaos típicos de la zona, sino con
variedades de cacao criollo e híbridos como Ocumare, Chuao, Porcenala o Guasare,
especies que fueron recolectadas hace algunos años durante un arduo trabajo para
reconstruir la hacienda.

Vicente Franceschi, uno de los artífices de esta exitosa marca, lo explica: “la
Hacienda San José no es una hacienda tradicional, tenemos otra manera de ver las
cosas, hemos tratado por ejemplo que el cultivo no se haga por semilla sino por
injerto, tenemos diferente tecnología y una forma distinta de abordar la calidad del
cacao.”

En Chocolates Franceschi se han enfocado en desarrollar áreas de investigación


sobre las mezclas de cacao, con el fin de obtener cada vez más y mejores cultivos
para la posterior obtención de chocolates finos y extrafinos que hacen delirar a los
más exigentes paladares.
El esfuerzo ha valido la pena. En varias ocasiones los varietales Franceschi han sido
reconocidos con importantes galardones internacionales, entre ellos
el International Chocolate Awards en Nueva York, que premia los mejores
chocolates del mundo.

Eje de interés

En el municipio Benítez se destaca el eje de Quebrada de mono, una zona de


montaña en la que concurren comunidades como Mauraco, La Hierba, Las
Conotas, Cangrejera, Periquito y Papelón, entre otras.

En este eje se concentran un grupo de productores agrupados en cooperativas


donde funciona una central de beneficio, con capacidad de procesar 25 toneladas
de cacao al año.

En Sucre el mayor porcentaje está en manos de pequeños productores. Algunos de


ellos son beneficiarios de antiguos hacendados y otros han heredado una pequeña
tierra que han tratado de mantener.

Pero aunque estas tierras poseen productos de gran calidad, los problemas de tipo
cultural e histórico sobre el cultivo del cacao prevalecen. De esto conoce muy bien
Carlos Guerra. “Se trata de individuos con edades comprendidas entre 60 y 65
años, que poseen entre 3 y 5 hectáreas, con una producción promedio de 300 kilos.
La mayoría realizan pocas labores de renovación y rehabilitación de las plantas y
por eso las haciendas se van quedando atrás. Los productores se acostumbraron a
administrarlas así y para ellos es más cómodo, pero están perdiendo muchos
beneficios económicos”.

Es precisamente este panorama el que poco a poco ha ido cambiando la FPP.


“Gracias a los referentes tecnológicos algunos productores han logrado llevar la
producción a 1000 kilos por hectárea”, detalla el responsable de dirigir esta
institución.

Calidad genética
Además del mejoramiento de los cultivos mediante el apoyo técnico a los
productores, uno de los aspectos más valorados por la FPP es la calidad genética
del cacao. El objetivo es impulsar a los productores a injertar, como paso
importante para crear materiales de mayor calidad y así fortalecer la producción.
Para Carlos Guerra, a esto están orientados los productores más jóvenes, con
mayor conocimiento técnico al respecto.

El municipio Benítez cuenta con opciones turísticas interesantes. Se destacan los


caños del Parque Nacional Turuépano, los balnearios de aguas termales, la cría de
búfalos y el lago de asfalto natural de Guanoco, entre otras.

La Serranía de La Cerbatana, un área agroecológica sumamente frágil donde nacen


varios afluentes que surten de agua a los municipios Bermúdez, Arismendi y
Libertador, es otra de las zonas de interés de esta ruta.

Yaguaraparo estratégico

La última parada de este trayecto cacaotero es la población de Yaguaraparo,


municipio Cajigal. Por su ubicación geográfica, con acceso a varios puntos
estratégicos de la Península de Paria (cerca se ubica el cruce para ir al Caribe y
hacia Guiria), se ha convertido en el principal centro de intercambio y
comercialización de cacao del estado.

Allí acuden constantemente compradores, intermediarios y exportadores de cacao,


que buscan obtener precios competitivos y conocer detalles del mercado actual de
este rubro.

También hacia este territorio la FPP ha tratado de extender sus experiencias para
repetir las buenas prácticas con resultados satisfactorios en materia de producción.
Productores de sectores como El Bordal, Cachipal y Río Seco, son algunos de los
que ya se han iniciado en el tema de la capacitación. “Desde hace muchos años se
viene haciendo un trabajo para que haya un cambio de percepción de los
productores sobre el cacao, cuando llegamos aquí se estaban yendo y vendiendo las
haciendas, ahorita buscas comprar una y no consigues”, comenta Carlos Guerra,
destacando el arraigo por el cacao que ahora nota entre ciertos productores. “La
presencia del productor ya no es transitoria, por el contrario hay una mayor
permanencia en las fincas y esto poco a poco está mejorando la producción”.

Cacao y conuco

Al igual que ocurre con otras zonas cacaoteras del país, algunos productores
combinan el cultivo del cacao con otros rubros. Yuca, ocumo o plátano, entre otros,
son cosechados para aliviar la actual situación económica de Venezuela
caracterizada por la escasez de alimentos. En algunos casos, agrega Carlos Guerra,
“este conuco se maneja de forma anárquica, originando la tala de extensiones de
tierra cercanas a las cuencas de los ríos, con terribles consecuencias ambientales”.

El paseo por el estado Sucre es un viaje fascinante. Las pequeñas haciendas de


cacao vinculadas el creciente turismo de Río Caribe, la diversidad productiva y
sorprendentes opciones turísticas en el municipio Benítez y la frontera inhóspita
pero estratégica de Yaguaraparo, muestran un territorio cautivador que mezcla las
bondades de la naturaleza con la fertilidad de sus tierras.

Pese a estas potencialidades, en Paria aún hay mucho por hacer. Mejorar la calidad
de vida de los habitantes, impulsar iniciativas para favorecer nuevas opciones
turísticas y con ello generar fuentes de ingreso que reduzcan los índices de pobreza;
son algunas de las asignaturas pendientes. Y en todas ellas, es el cacao esa valiosa
semilla que, al igual que ocurrió en la época colonial: puede originar progreso,
desarrollo y bienestar para todo un país.

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