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EL SUJETO Y EL PODER Extracto

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EL SUJETO Y EL PODER (Extracto)

Michel Foucault

Por que estudiamos el poder: la cuestión del sujeto.

Mi propósito no ha sido analizar el fenómeno del poder por el contrario mi objetivo ha sido elaborar una
historia de los diferentes modos por los cuales los seres humanos son constituidos en sujetos. Mi trabajo
ha lidiado con algunas formas de objetivaciones, las cuales transforman a los seres humanos en sujetos.
He estudiado los modos de objetivación a los que yo llamaría "prácticas divisorias". El sujeto está
dividido tanto en su interior como dividido de los otros. Este proceso lo objetiva. Los ejemplos son, el
loco y el cuerdo; el enfermo y el sano, los criminales y los buenos chicos.
He estudiado los modos en que los seres humanos se transforman a sí mismos en sujetos. Por ejemplo, he
elegido el dominio de la sexualidad: como los hombres han aprendido a reconocerse a sí mismos como
sujetos de la "sexualidad". Por lo tanto no es el poder sino el sujeto, el tema general de mi investigación.
Es cierto que me he visto un tanto implicado en el tema del poder
Sería conveniente no tomar como un todo la racionalización de la sociedad o de la cultura, sino analizar
tales procesos en diversos campos, cada uno en referencia a una experiencia fundamental: locura,
enfermedad, muerte, crimen, sexualidad y así sucesivamente.
Lo que debemos hacer es analizar racionalidades específicas, más que invocar constantemente al
Progreso y a la racionalización en general.
Me gustaría tomar como punto de partida, a las formas de resistencia contra las diferentes formas de
poder. Para usar otra metáfora, consiste en usar la resistencia como un catalizador químico, de forma de
traer a luz las relaciones de poder, ubicar su posición, encontrar sus puntos de aplicaciones y los
métodos usados. Más que analizar el poder desde el punto de vista de su racionalidad interna, consiste
en analizar relaciones de poder a través del antagonismo de estrategias.
Por ejemplo, para encontrar lo que nuestra sociedad entiende por sanidad, tal vez deberíamos investigar
lo que está aconteciendo en el campo de la insanidad.
Y lo que entendemos por legalidad en el campo de la ilegalidad.
Con el propósito de entender de qué se tratan las relaciones de poder, tal vez deberíamos investigar las
formas de resistencia y los intentos hechos para disociar estas relaciones.
Hoy en día, la lucha contra las formas de sujeción, -contra la sumisión de la subjetividad- se está
volviendo cada vez más importante, incluso cuando las luchas contra las formas de dominación y
explotación no han desaparecido, más bien lo contrario.
Desde el siglo XVI una nueva forma de poder político ha sido desarrollado de forma continua. Esta
nueva estructura política, como todo el mundo sabe, es el Estado. La mayor parte del tiempo el Estado es
percibido como un tipo de poder político que ignora a los individuos, que mira sólo los intereses de la
totalidad, yo diría, de una clase o de un grupo de ciudadanos.
Eso es bastante cierto, pero me gustaría subrayar el hecho de que el poder estatal (y esta es una de las
razones de su fortaleza) es una forma de poder, al mismo tiempo individualizante y totalizante.
El Estado occidental moderno, ha integrado en una nueva forma política, una vieja técnica de poder, que
tiene su origen en las instituciones cristianas. Podemos llamar a esta técnica de poder, poder pastoral.
El cristianismo es la única religión que se ha organizado a sí mismo como Iglesia, y como tal, postula en
principio que ciertos individuos pueden, por su cualidad religiosa, servir a los otros, no como príncipes,
magistrados, profetas, adivinadores, benefactores, educadores y demás, sino como pastores. De
cualquier manera esta palabra designa una forma especial de poder.
1) Es una forma de poder que tiene como último objetivo la salvación individual en el otro mundo.
2) El poder pastoral no es meramente una forma de poder que guía, sino que debe ser preparado para
sacrificarse a sí mismo por la vida y la salvación de la carne. Es más, este poder es diferente al poder
real que demanda un sacrificio de sus sujetos para salvar el trono.
3) Es una forma de poder que no atiende solamente a la comunidad en su globalidad, sino a cada
individuo en particular durante su vida entera.
4) Finalmente esta forma de poder no puede ser ejercida sin el conocimiento de las mentes humanas, sin
explorar sus almas, sin hacerles revelar sus más íntimos secretos. Esto implica un conocimiento de la
conciencia y la habilidad para dirigirla.
Esta forma de poder está orientada a la salvación. Esta es es individualizante; es coextensiva y continua
a la vida, está ligada a la producción de verdad, la verdad del individuo en sí mismo.
Podría decirse que todo esto es parte de la historia; el poder pastoral, si no ha desaparecido al menos ha
perdido gran parte de su eficiencia.
Esto es verdad, pero creo que podríamos distinguir dos aspectos del poder pastoral, el de la
institucionalización eclesiástica, la cual ha desaparecido o al menos ha perdido su propia vitalidad a
partir del siglo XVIII y el de su propia función, la cual se ha diseminado y multiplicado más allá de la
institución eclesiástica.
Un fenómeno importante tuvo lugar alrededor del siglo XVIII- este fue una nueva distribución, una nueva
organización de este tipo de poder individualizante: "Estado moderno". Una estructura muy sofisticada a
la cual los individuos pueden ser integrados bajo una condición: que esa individualidad pude ser
moldeada de otra forma y sometida a una serie de patrones muy específicos.
De cierto modo, podemos ver al Estado como a una moderna matriz de individualización, o una nueva
forma de poder pastoral.
 
Diré algunas palabras sobre este nuevo poder pastoral.
1.- Podemos observar cambios en su objetivo. Dejó de ser una cuestión de guiar a la gente para su
salvación en el más allá, para pasar a ser una cuestión de asegurar su salvación en este mundo. En este
contexto entonces, la palabra salvación toma significados diferentes: salud, bienestar (riqueza suficiente,
nivel de vida) seguridad y protección contra accidentes. Una serie de propósitos terrenales tomaron el
lugar de los propósitos religiosos propios del poder pastoral tradicional, todavía más fácilmente porque
este último, -por varias razones- había seguido de forma accesoria un cierto número de estos objetivos.
Sólo tenemos que pensar en el rol que ha jugado la medicina y su función de bienestar asegurada por
largo tiempo por las iglesias católica y protestante.
2.- Al mismo tiempo los oficiales del poder pastoral se multiplicaban. Alguna vez esta forma de poder fue
ejercida por los aparatos del Estado, o por una institución pública cualquiera, como la policía. (No
debemos olvidar que en el siglo XVIII la fuerza policial no fue inventada sólo para garantizar la ley y el
orden, para asistir a los gobiernos en su lucha contra los enemigos, sino en todo caso para asegurar los
recursos urbanos, la higiene, la salud y los niveles considerados necesarios para la artesanía y el
comercio). En cierto momento, el poder fue ejercido por iniciativas privadas, sociedades de bienestar,
benefactoras y filántropas. Incluso antiguas instituciones, como la familia, fueron movilizadas para
llevar adelante funciones pastorales. También fue ejercido por estructuras complejas tales como la
medicina, que incluye iniciativas privadas, tales como las ventas de servicios basadas en los principios
de una economía de mercado; como instituciones públicas, tales como los hospitales.
3.- Finalmente, la multiplicación de los objetivos y agentes del poder pastoral focalizaba el desarrollo
del conocimiento humano alrededor de dos roles: uno, globalizante y cualitativo, concerniente a la
población; otro, analítico, concerniente al individuo.
Esto implica el tipo de poder pastoral, que durante siglos, más de un milenio, ha estado ligado a una
institución religiosa definida, a menudo diseminada por todo el cuerpo social y que encontró apoyo en
una multiplicidad de instituciones. En lugar del poder pastoral o el poder político, relativamente ligados
el uno al otro, relativamente rivales, había una "táctica" individualizante que caracterizó a series de
poder: aquellas de la familia, la medicina, la psiquiatría, la educación y el trabajo.
La conclusión podría ser que el problema político, ético, social y filosófico de nuestros días no es tratar
de liberar al individuo del Estado y de las instituciones del Estado sino liberarnos de ambas, del Estado y
del tipo de individualización que está ligada a éste. Debemos promover nuevas formas de subjetividad a
través del rechazo de este tipo de individualidad que nos ha sido impuesta durante siglos.
¿Como es ejercido el poder?

En lo que concierne a este poder, en primera instancia es necesario distinguir aquel que se ejerce sobre
las cosas y da a su vez la habilidad de modificar, usar, consumir y destruirlas -un poder que procede de
aptitudes directamente inherentes al cuerpo o "apoyadas" en instrumentos externos. Diría que aquí hay
una cuestión de "capacidad”. Por otro lado lo que caracteriza al poder que estamos analizando es que
este pone en juego las relaciones entre los individuos (o entre grupos). Para no engañarnos a nosotros
mismos, si hablamos de las estructuras o los mecanismos del poder, es sólo en tanto suponemos que
ciertas personas ejercen el poder sobre otros. El término "poder" designa los relacionamientos entre
"compañeros" (y con esto no estoy pensando en juego de suma-cero, sino simplemente y por el momento
permaneciendo en términos generales, en un entramado de acciones que inducen a otras acciones y que
se concatenan entre sí).
Es también necesario distinguir las relaciones de poder de los relacionamientos comunicacionales que
transmiten información por medio del lenguaje de un sistema de signos o cualquier otro sistema
simbólico. Sin duda, comunicar es siempre una cierta forma de actuar sobre otra persona o personas.
Pero la producción y circulación de los elementos de significado pueden tener como objetivo o como su
consecuencia ciertos resultados en el "reino" terreno del poder, los últimos no son simplemente un
aspecto de los primeros. Más allá de que pasen o no a través de sistemas de comunicación, las relaciones
de poder tienen una naturaleza específica. Las relaciones de poder, los relacionamientos de
comunicación y las capacidades objetivas no deberían ser confundidas. Esto no equivale a decir que
existen tres dominios separados: por un lado un campo de cosas, de técnicas perfeccionadas, de trabajo
y transformación de lo real; por otro lado uno de los signos, de la comunicación, de la reciprocidad, de
la producción del significado; y finalmente un campo de la dominación, de los medios de sujeción, de la
desigualdad y la acción de los hombres sobre otros hombres. Es más bien en todo caso, una cuestión de
tres tipos de relacionamientos, los cuales de hecho, siempre se superponen uno sobre otro, se mantienen
recíprocamente y se usan mutuamente como medios para un fin. La aplicación de capacidades objetivas
en sus formas más elementales, implica relacionamientos de comunicación (tanto en forma de
información previamente adquirida como de trabajo compartido), está también unida a las relaciones de
poder (tanto si consisten en tareas obligatorias, de gestos impuestos por la tradición o el aprendizaje,
como de subdivisiones y de una distribución más o menos obligatoria del trabajo). Los relacionamientos
de comunicación implican actividades teleológicas (incluso en la correcta puesta en funcionamiento de
los elementos de significado) y por efecto de la modificación del campo de la información entre
"jugadores" producen efectos de poder. Difícilmente puedan ser disociados de las actividades
teleológicas, las cuales también permiten el ejercicio de ese poder (tales como técnicas de entrenamiento,
procesos de dominación; aquellos medios por los cuales se consigue obediencia) y que con el propósito
de desarrollar su potencial sugieren las relaciones de poder (la división del trabajo y la jerarquía de
tareas).
Es evidente que la coordinación entre estos tres tipos de relacionamientos no es ni uniforme ni constante.
En una sociedad dada no hay un tipo general de equilibrio entre las actividades teleológicas, los sistemas
de comunicación y las relaciones de poder. En todo caso existen diversas formas, diversos lugares,
diversas circunstancias u ocasiones en las que estos relacionamientos se establecen a sí mismos de
acuerdo a un modelo específico. Pero también existen espacios en los cuales el ajuste de las habilidades,
los recursos de comunicación y las relaciones de poder constituyen sistemas regulados y concertados.
Tomemos como ejemplo una institución educativa, la disposición de su espacio, las regulaciones
meticulosas que gobiernan su vida interna, las diferentes actividades que se organizan ahí, las diversas
personas que viven o se encuentran, cada una con su función, su carácter bien definido -todas esas cosas
constituyen un entramado de capacidad-comunicación-poder. La actividad que garantiza el aprendizaje
y la adquisición de actitudes o tipos de comportamientos, es desarrollada allí por medio de series de
comunicaciones reguladas (lecciones, preguntas y respuestas, órdenes, exhortaciones, signos codificados
de obediencia, calificaciones diferenciales del "valor" de cada persona y los niveles de conocimiento y
por medio de series completas de procesos de poder, encierro, vigilancia, recompensa y castigo, las
jerarquías piramidales).

¿Cuál es la naturaleza específica del poder?

El Poder existe solamente cuando es puesto en acción. Lo que define una relación de poder es que este es
un modo de acción que no opera directa o inmediatamente sobre los otros. En cambio el poder actúa
sobre las acciones de los otros: una acción sobre otra acción, en aquellas acciones existentes o en
aquellas que pueden generarse en el presente o en el futuro.
Una relación de violencia actúa sobre un cuerpo o cosas, ella fuerza, doblega, destruye, o cierra la
puerta a todas las posibilidades. Su polo opuesto sólo puede ser la pasividad, y si ella se encuentra con
cualquier resistencia no tiene otra opción que tratar de minimizarla. Por otro lado, una relación de
poder sólo puede ser articulada en base a dos elementos, cada uno de ellos indispensable si es realmente
una relación de poder: "el otro" (aquel sobre el cual es ejercido el poder) ampliamente reconocido y
mantenido hasta el final como la persona que actúa; y un campo entero de respuestas, reacciones,
resultados y posibles invenciones que pueden abrirse, el cuál está enfrentando a una relación de poder.
Obviamente la puesta en escena de las relaciones de poder no excluye el uso de la violencia como
tampoco la obtención del consentimiento, no hay duda que el ejercicio del poder no puede existir sin el
uno u el otro, sino a menudo con la presencia de ambos. Pero a pesar de que el consenso y la violencia
son los instrumentos o los resultados, ellos no constituyen el principio o la naturaleza básica del poder.
El ejercicio del poder puede producir tanta aceptación al punto de ser deseado: puede acumular muerte
y cubrirse a sí mismo detrás de cualquier amenaza imaginable. En sí mismo el ejercicio del poder no es
violencia, tampoco es consentimiento, que implícitamente es renovable. Es una estructura total de
acciones traídas para alimentar posibles acciones; el incita, induce, seduce, hace más fácil o más difícil,
en el extremo, el constriñe o prohibe absolutamente; es a pesar de todo siempre, una forma de actuar
sobre un sujeto o sujetos actuantes en virtud de sus actuaciones o de su capacidad de actuación. Un
conjunto de acciones sobre otras acciones.
Seguramente la naturaleza equívoca del término conducta es una de las mejores ayudas para arribar a
términos especifícos de las relaciones de poder. "Conducir" es al mismo tiempo "liderar" a otros y un
modo de comportarse con un campo más o menos abierto de posibilidades. El ejercicio del poder
consiste en guiar la posibilidad de conducta y poner en orden sus efectos posibles. Básicamente el poder
es más una cuestión de gobierno que una confrontación entre dos adversarios o la unión de uno a otro.
La palabra "Gobierno" debería considerarse en su más amplio significado, el que tuvo en el siglo XVI, la
cuál no hacía referencia sólo a las estructuras políticas o a la dirección de los estados, sino que
designaba la forma en que la conducta de los individuos o de los grupos debería ser dirigida: el gobierno
de los niños, de las almas, de las comunidades, familias, de la enfermedad. Gobernar es estructurar el
posible campo de acción de los otros.
Cuando se define el ejercicio del poder como un modo de acción sobre las acciones de los otros, cuando
se caracteriza esas acciones como el gobierno de los hombres por otros hombres, se incluye un elemento
muy importante: la libertad. El poder sólo se ejerce sobre sujetos libres, y sólo en tanto ellos sean libres.
Por esto entendemos sujetos individuales o colectivos que están enfrentados a un campo de posibilidades
en el cual diversas formas de comportarse, diversas reacciones y comportamientos pueden ser
realizados. Cuando los factores determinantes saturan la totalidad, no hay relacionamientos de poder, la
esclavitud no es una relación de poder en tanto los hombres están encadenados. (En este caso se trata de
una cuestión de relaciones de constreñimiento físico). Consecuentemente no existe la confrontación cara
a cara entre el poder y la libertad, los cuales se excluyen mutuamente (la libertad desaparece en todo
lugar donde es ejercido el poder), sino un juego mucho más complicado. En este juego la libertad bien
puede aparecer como la condición para ejercer el poder (al mismo tiempo que es su precondición, ya que
la libertad debe existir para que el poder pueda ser ejercido, y a la vez ser su apoyo permanente, ya que
sin la posibilidad de resistencia, el poder podría ser equivalente a la imposición física).
No puede entonces separarse el relacionamiento entre el poder y el rechazo de la libertad a someterse. El
problema crucial del poder no es aquel de la servidumbre voluntaria. (¿Cómo podríamos desear ser
esclavos?). En el corazón mismo de las relaciones de poder y constantemente provocándolas, están la
resistencia de la voluntad y la intransigencia de la libertad. En vez de hablar de una libertad esencial,
sería mejor hablar de un "agonismo", de una relación que es al mismo tiempo recíprocamente incitación
y lucha, es una provocación permanente, en vez de una confrontación cara a cara que paraliza a ambas
partes.
¿Cómo se pueden analizar las relaciones de poder?Se puede analizar tales relaciones de poder e incluso
diría que es perfectamente legítimo hacerlo, focalizando cuidadosamente determinadas instituciones.
Estas últimas constituyen un punto de observación privilegiado, diversificado, concentrado, puesto en
orden y llevado al punto más alto de su eficacia.
Volvamos a la definición del ejercicio del poder como el modo en que ciertas acciones pueden
estructurar el campo de otras acciones posibles. Lo que sería propio de una relación de poder es que esta
es ser un modo de acción sobre otras acciones. Esto es decir, que las relaciones de poder están
profundamente enraizadas en el nexo social, no reconstituido "sobre" la sociedad como una estructura
suplementaria de la que podamos imaginar su desaparición radical. En todo caso, vivir en sociedad es
vivir de tal modo que la acción sobre las acciones de los otros sea posible -y de hecho así sucede. Una
sociedad sin relaciones de poder sólo puede ser una abstracción. Por lo cual cada vez es más
políticamente necesario el análisis de las relaciones de poder en una sociedad dada, sus formaciones
históricas, sus fuentes de fortaleza o fragilidad, las condiciones necesarias para transformar algunas o
abolir otras. Decir que no puede existir una sociedad sin relaciones de poder, no es decir que aquellas
que están establecidas son necesarias o en todo caso, que el poder constituye una fatalidad en el corazón
de las sociedades, tal que este no pueda ser minado. En cambio, yo diría que el análisis, elaboración y
puesta en cuestión de las relaciones de poder y el agonismo entre las relaciones de poder y la
intransitividad de la libertad es una tarea política permanente inherente a toda existencia social.
Concretamente el análisis de las relaciones de poder exige establecer un cierto número de puntos:
1.- El sistema de las diferenciaciones, que permite actuar sobre las acciones de los otros:
diferenciaciones determinadas por la ley o por las tradiciones de status y privilegio, diferencias
económicas en la apropiación de riquezas y mercancías, diferencias en los procesos de producción,
diferencias culturales y lingüísticas, diferencias en el saber hacer y la competencia y así sucesivamente.
2.- Los tipos de objetivos impulsados por aquellos que actúan sobre las acciones de los demás: el
mantenimiento de los privilegios, la acumulación de beneficios, la puesta en funcionamiento de la
autoridad estatutaria, el ejercicio de una función o de un comercio.
3.- Los medios de hacer existir las relaciones de poder: acorde a como sea ejercido el poder, por la
amenaza de las armas, por los efectos de la palabra, por medio de las disparidades económicas, por
medios más o menos complejos de control, por sistemas de vigilancia, de acuerdo a reglas explícitas o
no, fijas o modificables, con o sin los medios tecnológicos para poner todas estas cosas en acción.
4.- Formas de institucionalización: estas pueden combinar predisposiciones tradicionales, estructuras
legales, fenómenos relacionados a la costumbre o a la moda (tales como los que se ve en instituciones
como la familia), ellas también pueden tomar la forma de un aparato cerrado en sí mismo, con su loci
específico, sus propias estructuras jerárquicas cuidadosamente definidas, una autonomía relativa en su
funcionamiento (tales como las instituciones de enseñanza o militares), también pueden formar
complejos sistemas provistos de múltiples aparatos, como en el caso del Estado, cuya función es poner
todo bajo su égida, la existencia de una vigilancia general, el principio de regulación y en cierta medida
también la distribución de todas las relaciones de poder en un entramado social dado.
5.- Los grados de racionalización: la puesta en juego de las relaciones de poder como acciones en un
campo de posibilidades puede ser más o menos elaborada en relación a la efectividad de los
instrumentos y la certeza de los resultados (mayores o menores refinamientos tecnológicos empleados en
el ejercicio del poder) o incluso en proporción al posible costo El ejercicio del poder no es un hecho
desnudo, un derecho institucional o una estructura que se mantiene o se destruye: es elaborado,
transformado, organizado, se asume con procesos que están más o menos ajustados a una situación.
Se ve por qué el análisis de las relaciones de poder dentro de una sociedad no puede ser reducido al
estudio de una serie de instituciones. Las relaciones de poder están enraizadas en el sistema de las redes
sociales. Sin embargo, esto no es decir que existe un principio de poder primario y fundamental que
domina a la sociedad hasta en su último detalle; tomando como punto de partida la posibilidad de la
acción sobre la acción de los otros (la cual es coextensiva a cada relacionamiento social) uno puede
definir distintas formas de poder, múltiples formas de disparidad individual, de objetivos, de la
aplicación de poder dada sobre nosotros mismos u otros, de institucionalización parcial o universal, o de
una organización más o menos deliberada. Las formas y las situaciones específicas de gobierno de los
hombres por otros en una sociedad dada, son múltiples: ellas están superimpuestas, se cruzan, imponen
sus propios límites, algunas veces se cancelan entre ellas, otras veces se refuerzan entre sí. Es cierto, que
en las sociedades contemporáneas, el Estado no es simplemente una de las formas o situación específica
del ejercicio del poder -incluso aunque este es una de las formas más importantes- , en un cierto sentido
todas las demás formas de relaciones de poder deben referirse a él. Esto no es porque las demás deriven
de él, sino porque las demás relaciones de poder han quedado cada vez más, bajo su control (a pesar de
que el control estatal no ha tomado la misma forma en los sistemas pedagógico, judicial, económico o
familiar). Refiriéndonos aquí al sentido restrictivo de la palabra gobierno, uno podría decir que las
relaciones de poder han sido progresivamente gubernamentalizadas, es decir, elaboradas,
racionalizadas, y centralizadas en la forma de -o bajo los auspicios de- instituciones del Estado.

Relaciones de poder y relaciones de estrategia

La palabra estrategia se usa corrientemente en tres formas. Primero, para designar los medios
empleados en la consecución de un cierto fin, es por lo tanto una cuestión de racionalidad orientada a un
objetivo. Segundo, para designar la manera en la cual una persona actúa en un cierto juego de acuerdo a
lo que ella piensa que sería la acción de los demás y lo que considera que los demás piensan que sería su
acción, esta es la forma en que uno busca tener ventajas sobre los otros. Tercero, para designar los
procedimientos usados en una situación de confrontación con el fin de privar al oponente de sus medios
de lucha y obligarlo a abandonar el combate; es una cuestión entonces de los medios destinados a
obtener una victoria. Estos tres significados van juntos en situaciones de confrontación -guerra o juego-
donde el objetivo es actuar sobre el adversario de tal forma de volver la batalla imposible para el otro.
Por tanto, la estrategia se define por la elección de soluciones ganadoras. Pero debe tenerse en cuenta
de que es un tipo de situación muy especial y que hay otras situaciones en las cuales es preciso mantener
las distinciones entre los diferentes sentidos de la palabra estrategia.
Referido al primer sentido, he indicado que uno puede llamar estrategia de poder a la totalidad de los
medios puestos en funcionamiento para implementar o mantener el poder de forma efectiva. Se puede
también hablar de estrategias propias de poder en tanto constituyen modelos de acción sobre posibles
acciones, las acciones de los otros. Se podría entonces, interpretar los mecanismos usados en las
relaciones de poder en términos de estrategias. Pero obviamente, es más importante la conjunción entre
las relaciones de poder y las estrategias de confrontación. Por lo que, si es verdad que en el corazón de
las relaciones de poder y como una condición permanente de su existencia hay una insubordinación y
una cierta obstinación esencial de parte de los principios de la libertad, no hay entonces relación de
poder sin los medios de escapatoria o fuga posibles. Cada relación de poder, implica en última instancia,
en potencia, una estrategia de lucha.. Cada una constituye para la otra un tipo de límite permanente, un
punto de posible revés. Una relación de confrontación alcanza su término, su momento final (y la victoria
de uno de los dos adversarios) cuando mecanismos estables reemplazan el libre juego de reacciones
antagónicas.
No sería posible para las relaciones de poder existir sin las puntos de insubordinación, que por
definición, son medios de escapatoria.
 
 

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