Foucault y Deleuze
Foucault y Deleuze
Foucault y Deleuze
NOCIÓN DE EPISTEME
En la concepción clásica, episteme es el estudio de la teoría del conocimiento, la concepción del saber cierto o en
la modernidad, se asocia con la ciencia.
Para Foucault, la episteme es el marco del saber y no el saber mismo; un marco que posibilita la verdad impuesta
desde un poder, en cada época. Es el marco en el cual se desarrolla el saber y a partir del cual se desarrolla el poder,
pues sirve para regular/normalizar la vida. La episteme es el orden a partir del cual pensamos y cambia según las
épocas, no porque signifique que progrese a medida que avanza el tiempo, sino porque se altera profundamente el
modo en que las cosa se ofrecen al saber. Las epistemes sólo duran un período limitado en la historia y son
reemplazadas por otras.
El hombre moderno aparece en una doble función o DUALIDAD: es el objeto del saber y a la vez el sujeto que
conoce.
La medicina está dotada de un poder de autoridad con funciones de normalización y se legitima a partir de dicho
acto de autoridad.
Hasta el s. XVIII la figura del hospital no había sido concebido para curar, sino que se trataba de una institución de
asistencia a los pobres y marginales, siendo así una institución de separación y exclusión. La institución apuntaba a
ser un lugar para ir a morir y el personal del hospital respondía al perfil religioso o laico caritativo, estando la
institución para salvar el alma del pobre. Estaba ausente la función médica, las prácticas médicas eran individuales y
no se incluía la experiencia hospitalaria en la formación del médico. El hospital y la medicina eran campos diferentes.
El cambio se da a partir del siglo XVIII con la introducción de los mecanismos disciplinarios en el hospital que ya se
venían usando en el campo militar, laboral y escolar. El orden jerárquico en el hospital se trastoca profundamente y
el médico (laico) pasa a ocupar las posiciones del poder por sobre el antiguo personal religioso. Se organiza de este
modo un sistema de registro permanente y lo más completo posible de todo lo que ocurre. Se constituye no sólo en
un lugar de cura sino también de registros y adquisición de conocimientos. Lugar de disciplinamiento y encierro,
cada enfermo es acostado en una cama y controlado bajo el poder del médico y de la institución que a la vez se erige
fuente de conocimiento y saber. El individuo se presenta como objeto de saber y objeto de la intervención del poder
médico.
Para Foucault, la medicina desempeñó y desempeña un papel fundamental en la formación del ejercicio del
Saber-Poder, un Saber-Poder que actúa sobre el cuerpo y sobre la población.
EL PODER
El poder es algo que no existe, no es una sustancia, no es algo que se tiene, sino que es una forma de relación. Es
en realidad un conjunto más o menos coordinado de relaciones.
Es en realidad un poder micro y múltiple que se replica horizontalmente en el entramado social. La imagen que
mejor describe el funcionamiento del poder es la de una red, un reticulado que atraviesa el cuerpo social; todos
somos receptores y emisores de poder, ejercemos y se ejerce sobre nosotros distintas formas de poder. Es una
concepción dinámica del poder. Esta red de relaciones conforma DIAGRAMAS, que son a su vez dispositivos de
control.
1. EL PODER-SABER
Se construye a partir de la sociedad panóptica, disciplinaria. El poder panóptico es de presencia permanente y
opera en todas aquellas personas sobre las que se ejerce. Este poder es a la vez un mecanismo constante de
formación del saber: anotación, transcripción del comportamiento individual.
Foucault no considera al poder como una fuerza negativa que reprime sino una fuerza que produce, produce
saber y da lugar a la resistencia creativa. El poder usa el saber para reproducirse. El poder genera VERDADES
CONSTITUIDAS, que son herramientas del saber-poder para que los individuos construyan sus subjetividades en
cada época. La verdad sirve para saber quién es el otro y quién es al que hay que combatir. El poder necesita
construir un saber para legitimarse. Como con la medicina, la ciencia como verdad sirve para legitimar al poder. A
partir de que se fija qué es la verdad, se empieza a normalizar a los cuerpos. El poder no es una institución, es un
DISCURSO.
Cada episteme despliega su propio discurso y sus propias formas discursivas. El concepto de formación discursiva
es un conjunto de reglas anónimas, históricas, siempre determinadas en el tiempo y en el espacio, que han definido
una época dada y, para un área social, económica, geográfica o lingüística dada. El saber no es una suma de
conocimientos, es el conjunto de elementos en el campo de una formación discursiva unitaria. La “positividad de un
saber” es precisamente el régimen discursivo al que pertenece.
Se corresponde con la noción de BIO-PODER. Un poder visto desde abajo, como algo que se ejerce, una red que
atraviesa el tejido social en múltiples relaciones entrecruzadas. El Bio-poder se reproduce por:
Foucault habla de una CRISIS EN LAS RELACIONES DE PODER, de una “INTERRUPCIÓN DE LA VIDA EN LA
HISTORIA” que es la construcción del bio-poder. El poder no es el derecho de espada: un soberano con poder que
decide sobre la vida, sobre quien merece morir. No necesita encerrar a los cuerpos o matarlos. Contrariamente, el
poder necesita meterse en la vida de cada uno y con esta interrupción de la vida en la historia, decide más bien a
quién se le permite vivir, ya que necesita reproducirse a través de los organismos vivos.
Las sociedades modernas son para Foucault SOCIEDADES DE NORMALIZACIÓN. El poder busca normalizar, hacer
cuerpos útiles y dóciles, útiles al sistema. Pero si todos tenemos una cuota de poder, siempre va a haber una
RESISTENCIA CREATIVA. El poder entonces “aparta” a la resistencia creativa y lo constituye en un “otro malo” que
atenta contra el orden (a través de la generación de las VERDADES CONSTITUIDAS que definen quién es el otro y a
quién hay que combatir). Cuando el bio-poder se reproduce lo suficiente muta en una TANATOPOLÍTICA y da lugar a
los grandes exterminios.
El cuerpo se encuentra inmerso en un campo político y las relaciones de poder operan sobre él: lo obligan al
trabajo, a ciertas ceremonias, le infringen castigos, le exigen ciertas conductas. Se trata en definitiva de una
estrategia de sujeción. Pero para lograrlo, no es preciso la violencia o la dominación ideológica, sino la organización
las técnicas, el cálculo, un conocimiento del cuerpo (saber) que constituye una tecnología política del cuerpo, difusa
y multiforme que no se formula en discursos sistemáticos y que tampoco está claramente en una institución
específica, se trata más bien de una microfísica del poder.
DISPOSITIVO
Es el conjunto de prácticas y mecanismos que tiene por objeto enfrentar una situación para obtener un efecto
más o menos inmediato. El dispositivo articula el poder. No actúa a través de la violencia, ya que no es necesaria. El
poder, en cambio, se manifiesta por medio de la DISCIPLINA, que se forma justamente gracias al bio-poder y
necesita de cuerpos dóciles.
Puede señalarse dos usos del término disciplina: uno corresponde al orden del saber y el otro al orden del poder,
ambos relacionados entre sí. La disciplina en el ejercicio del poder tiene por objeto los cuerpos y su normalización.
Para la comprensión de la historia moderna es importante la disciplina en el análisis del poder. Se trata de una forma
de poder que tiene como objetivo los cuerpos en sus detalles, organización interna, eficacia en sus movimientos. Se
trata de una anatomía política del cuerpo cuya finalidad es producir cuerpo útiles y dóciles, aumentar la fuerza
económica del cuerpo al tiempo que se traduce su fuerza política.
El DISPOSITIVO es, en definitiva, más general que la episteme, que podría ser definida como un dispositivo
exclusivamente discursivo. Hay un vasto repertorio de dispositivos: disciplinarios, carcelarios, de poder, de saber, de
sexualidad, de subjetividad, de verdad. El poder no debe ser comprendido en su nivel jurídico, sino en términos de
táctica y estrategia, desplegado desde múltiples instituciones y dispositivos: familia, escuela, fábrica, hospital,
prisión.
Asimismo, el poder disciplinario se vale de diferentes técnicas, a saber: la vigilancia jerárquica, la sanción
normalizadora, el examen; construyendo distintos rituales socialmente legitimados de disciplinamiento. El examen
como ritual conjuga la confirmación del poder (la jerarquía que vigila) y de la verdad (la mirada que califica, clasifica,
diferencia a los individuos, los sanciona). Saber y poder se refuerzan mutuamente en esta técnica, uno de los
elementos esenciales del poder disciplinario al establecer la visibilidad de los individuos.
La figura de la prisión es a la vez una metáfora de los mecanismos de disciplina, de lo que él define como la
anatomía política de los cuerpos. La sociedad panóptica se inscribe entre las técnicas para ordenar multiplicidades
humanas, obtener el máximo de eficiencia al menor costo económico posible . El funcionamiento de la prisión ha
sido el modelo institucional de la sociedad disciplinaria moderna, privilegiando el encierro como técnica punitiva. El
tejido carcelario de la sociedad asegura, a su vez, las apropiaciones reales del cuerpo y su perpetua puesta en
observación. Es, por sus propiedades intrínsecas, el aparato de castigo más conforme a la nueva economía del poder
y el instrumento para la formación del saber del que esta misma economía tiene necesidad.
Hay un proceso histórico de sustitución de los mecanismos de ejercicio del poder de las sociedades que Foucault
caracterizó como “sociedades disciplinarias” por los mecanismos de poder propios de otro tipo de sociedad
caracterizada como “sociedad de control” postulada Deleuze. Se puede construir el texto de Deleuze “Post-scriptum
sobre las sociedades de control” en tres partes:
- HISTORIA: El objetivo es hacer una historia del poder. Bajo la influencia de Nietzsche y Foucault, la historia
no puede ser concebida como una continuidad lineal. El tiempo que Foucault y Deleuze piensan no obedece
al esquema del antes y el después, sino que es propio de un orden de superposiciones de capas o estratos
que coexisten. La historia es una investigación sobre los acontecimientos y transformaciones.
- LÓGICA: Ideología que atraviesa la historias a través de la subjetividad. Para Deleuze la producción social es
tan sólo la propia producción deseante en condiciones determinadas. Se coloca la teoría del deseo en el nivel
de la infraestructura, negando considerarla como una simple superestructura subjetiva. La energía deseante
es la fuerza de producción. La lógica que Deleuze detalla es tanto la de la producción de las formas de lo
humano en las sociedades contemporáneas como las características del capitalismo como formación social. El
capitalismo es un sistema inmanente que constantemente desplaza sus límites y como última forma social
contiene una paradoja: tiene una afinidad con los flujos descodificados del deseo y asimismo es la más
terrible de las formaciones sociales, pues conserva un vínculo con el despotismo anterior. Las lógicas de la
subjetización suponen que toda forma es precaria puesto que depende de las relaciones de fuerza y de sus
mutaciones; no es una esencia inmutable.
- PROGRAMA: Son las prácticas del nuevo régimen de dominación. Hay una instalación progresiva y dispersa
de un nuevo régimen de dominación. Se vuelve urgente el rechazo del actual estatuto de los medios de
comunicación, asociado a la búsqueda de nuevas interactividades sociales, de una creatividad institucional y
un enriquecimiento de los universos de valores que fortalezcan la libertad. Ya no queda una imagen de un
sujeto político al que le bastaría con tomar conciencia (papel que cumplió la figura del proletariado).
Deleuze remite la noción de sociedad de control a la descripción que hace William Burroughs. El blanco de las
demoledoras críticas de Burroughs son las religiones, la universalidad, el ejército, la justicia corrupta, la sexualidad,
los traficantes, el colonialismo y la burocracia. Burroughs presenta a la droga como una gran industria y a la
psiquiatría como el gran sabe manipulador de las conciencias.
Según Foucault, la disciplina es un conjunto de técnicas en virtud de las cuales los sistemas de poder tienen por
objetivo y resultado la singularización de los individuos. Es una forma de ejercicio del poder que tiene por objeto los
cuerpos y por objetivo su normalización.
Primero existieron las sociedades de soberanía que actuaban sobre el territorio y las riquezas y ejercían un poder
discontinuo (por ejemplo, recaudando impuestos) y suponían la existencia corporal de un soberano: el cuerpo del
rey.
La disciplina como técnica política comenzó a elaborarse a partir del momento en que el ejercicio monárquico del
poder se volvió demasiado costoso y poco eficaz. Las disciplinas sucedieron a las “sociedades de soberanía” y
tuvieron como propósito organizar la producción y administrar la vida. El interés de la burguesía reside en el
beneficio económico de los mecanismos de exclusión y de control. Lo que comienza a importar es la técnica, los
instrumentos efectivos de acumulación de saber, de verificación y de capital. Las sociedades disciplinarias se
vuelven el territorio propicio para el desarrollo capitalista, porque su objetivo es extraer de los cuerpos tiempo y
trabajo.
Foucault advierte que se debe considerar la disciplina desde un punto de vista productivo (positivo), como
generadora de individualidad. Asimismo, no puede dejar de advertir que la finalidad perseguida por estas técnicas es
la de producir cuerpo útiles y dóciles, bajo la siguiente ecuación: aumentar la fuerza económica del cuerpo al mismo
tiempo que se reduce su fuerza política. Deleuze comienza su trabajo señalando las instituciones de encierro de
Foucault como técnicas de poder disciplinario, en las cuales el individuo pasa sucesivamente de un círculo cerrado a
otro, cada uno con sus leyes: primero la familia, después la escuela (“ya no estás en tu casa”), después el cuartel (“ya
no estás en la escuela”), a continuación, la fábrica, cada cierto tiempo en el hospital y a veces en la cárcel (el centro
de encierro por excelencia).
Al interior de los mencionados centros de encierro se construye la individualidad disciplinaria que presente
cuatro características: celular, orgánica, genética y combinatoria. Entre las técnicas se mencionan:
- La distribución de los cuerpos en el espacio, creando un cuadro viviente definido por la clasificación y el
establecimiento de un rango
- El control de las actividades, por una parte mediante la utilización exhaustiva del tiempo; y por otra parte, a
través de la correlación entre el cuerpo/los gestos y la articulación entre el cuerpo/objetos.
- El ejercicio que impone a los cuerpos tareas repetitivas y diferentes, pero graduadas
- La composición de las fuerzas, mediante un sistema preciso de mando
Entre los instrumentos que nutren las técnicas se señalan:
- La vigilancia jerárquica del panoptismo: del ver sin ser visto
- La sanción normalizadora, como modo específico de un castigo que pretende corregir
- El examen, que supone una relación de saber y de poder que hace ingresar a la individualidad en un campo
documental y que combina la vigilancia jerárquica con la sanción normalizadora.
Foucault había identificado que las disciplinas no sólo acrecentaron la utilidad de los individuos, sino que,
funcionalmente, también evitaron el peligro. Lo que cambia de una época a otra es cuál se manifiesta como el
dispositivo dominante y las correlaciones que se establecen entre las diferentes formas de ejercicio de poder. La
población es el personaje político absolutamente nuevo. El objetivo de los dispositivos de seguridad es administrar y
dirigir los procesos naturales de la población. Hay un elemento relevante a partir del cual se puede gobernar a la
población: el deseo.
Tanto para Foucault como para Deleuze, el poder es una relación de fuerzas, mientras que las instituciones
son agentes de integración y de estratificación de fuerzas. Las instituciones fijan las fuerzas y sus relaciones,
generando una función reproductora. Las diferentes instituciones no son las fuentes de relaciones de poder, sino
que derivan de ellas. Deleuze sostiene que el capitalismo es maleable y necesita racionalizar el ejercicio del poder,
controlando más con menos costo.
La transformación en el modo en que el poder marca el espacio tiene su expresión en la erosión de los muros de
los centros de encierro; cuestión que marca la sustitución de la dialéctica moderna del “adentro” y del “afuera”,
por un juego de grados e intensidades. Los espacios de la sociedad de control son híbridos e impuros. La sociedad
de control no está organizada alrededor de un conflicto central, sino atravesada por una red flexible de micro
conflictualidades que hace pensar en la figura de la “omnicrisis” que va estropeando y corrompiendo el
funcionamiento social, pero al mismo tiempo este modo es el de su funcionar: la crisis de la prisión significa que las
lógicas y las técnicas carcelarias están cada vez más extendidas a otros dominios de la sociedad. Frente al colapso
generalizado el funcionamiento de las instituciones es a la vez más intensivo y extenso. La producción de
subjetividad de la sociedad de control no está limitado a lugares específicos, y además, esos lugares tiene funciones
híbridas o acumulativas; y de allí la indeterminación de la forma de las subjetividades producidas.
Ya no es necesario disciplinar las subjetividades de manera lineal y progresiva en un espacio cerrado, sino
modularlas en un espacio abierto. Este proceso fluido de engendramiento y de deformación modulante de la
subjetividad sustituye el examen como instrumento propio de la sociedad disciplinaria por el control continuo y la
formación permanente.
Nunca se termina nada en una sociedad de control, nunca termina de conformarse siquiera una identidad fija:
el poder comienza pero no se termina y se extiende en todos los espacios abiertos a través de la AUTOCENSURA. No
se necesita disciplinar ya que el propio sistema hace que nos autocensuremos. En las sociedades modernas no se
necesita estar encerrado en la escuela o en las fábricas, pero sí estar siempre bajo la amenaza de reprimendas en
caso de no producir (concepto de “Gran Hermano” de “1982” de George Orwell). Hay injerencia de esa amenaza
hasta en los ámbitos más privados y se necesita que los individuos crean en ese Big Brother, no basta con que sólo se
sientan obervados. Creer en el sistema implica adherir a los mismos valores para que así el poder pueda
atravesarlos a todos. Quien no adhiere al sistema es considerado peligroso.
Las nuevas relaciones de poder se expresan en nuevas instituciones (la opinión pública) y nuevas técnicas (la
acción a distancia), mediatizadas y enriquecidas pro el desarrollo tecnológico. La velocidad supera cualquier límite
establecido por el lugar o la ley. En ese contexto priman la promoción de la necesidad de seguridad y el pedido de
“contraseñas” para ingresar o egresar a los espacios controlados. Se sustituyen así las “consignas” que otorgaba la
vigilancia jerárquica. La manipulación sobre la necesidad de seguridad en el espacio urbano es la contratara de la
respuesta autoritaria de la privatización del espacio público. La cultura cumple el papel que jugaba la biología para
sustentar prácticas de segregación social.
El capitalismo tiene afinidad con la liberación de los flujos de deseo de las codificaciones del poder; pero
simultáneamente, es una de las formaciones sociales más terribles. El rol del Estado es indisociable de la codificación
de flujos, aún en sus versiones más democráticas conserva el vínculo con el despotismo anterior. En particular en el
capitalismo el Estado se vincula con las potencias de muerte, que habilitan la continuidad de la propia dinámica
capitalista a partir de la producción de una lógica racista (apoyada en consideraciones biológicas o culturales) y de
espacios-tiempos arcaicos, como los de los estados fascistas.
Por otra parte en la sociedad capitalista, la figura de la empresa ocupa el lugar de la fábrica. La empresa
supone en el proceso de trabajo una lógica de “rivalidad interminable a modo de sana competición” que se
acompaña de la modulación de los salarios. La sociedad de control es la forma de ejercicio del poder más adecuada a
una soberanía propiamente capitalista, porque ella es una forma que no tiene afuera, sin fronteras, o más bien, con
límites fluidos y móviles, como lo es el funcionamiento del mercado mundial.
Foucault sostiene que la existencia de una relación de poder supone una relación de resistencia. Los puntos de
poder están dentro de la red de poder, son elementos irreductibles del enfrentamiento que surcan las
estratificaciones sociales y las unidades individuales.
Deleuze invita a pensar la posibilidad de una práctica política de resistencia a los mecanismos de control. La
práctica política es concebida como un acontecimiento y una singularidad que abren el presente al futuro, como
oportunidades a aprovechar. Para Deleuze, la historia designa únicamente el conjunto de condiciones de las que hay
que desprenderse para crear algo nuevo que responda a lo intolerable del presente. El capitalismo es un sistema
inmanente que constantemente desplaza sus límites y constantemente vuelve a encontrarse con ellos a una escala
ampliada, ya que el límite es el propio capital.
A la luz de esta lógica del capitalismo, la acción política deja de ser protagonizada por la clase, sino por las
minorías. Las minorías carecen de un modelo, son un proceso o un devenir, que se manifiestan como un “pueblo”
que falta. En contraposición, una mayoría se define por un modelo al que hay que conformarse. Cuando una minoría
crea un modelo para poder asegurar su supervivencia, ser reconocido o imponer sus derechos, pero su potencia
procede de aquello que ha sabido crear y que se integrará en mayor o menor medida en el modelo, sin depender
nunca de él.
La piratería, el sabotaje y el virus son los riesgos a los que están expuestas las máquinas informáticas conformes
a las sociedades de control.