TEMA 6 Geología.
TEMA 6 Geología.
TEMA 6 Geología.
- GEOCRONOLOGÍA Y ESTRATIGRAFÍA
6.1.- INTRODUCCIÓN.-
Términos utilizados desde hace más de dos siglos como Primario, Secundario, Terciario
y Cuaternario y otros introducidos en la nomenclatura geológica hace más de un siglo
(como Carbonífero, Devónico, Jurásico, etc.) son expresiones de la edad relativa. A la
rama de la Estratigrafía que tiene como finalidad la ordenación relativa de los materiales
del registro estratigráfico es la Cronoestratigrafía. La introducción de medidas numéricas
en años y sus múltiplos (edades absolutas) en el registro estratigráfico es el objetivo de la
Geocronometría, que es una ciencia iniciada en los primeros decenios del siglo XX
cuando se aplican las técnicas radiométricas de medida de edad absoluta de las rocas.
Una sección estratigráfica local es justamente una representación gráfica de los materiales
que afloran en una región, colocados en el mismo orden en el que tuvo lugar su depósito
La ordenación temporal se hace según tiempo relativo, ya que en ningún caso se tiene
cifras numéricas de la valoración del tiempo.
Se llega al final del siglo XIX con una escala de tiempo geológico relativo muy detallada,
en la que se reconocían más de 50 intervalos de tiempo sucesivos, y sin embargo se seguía
teniendo una idea pintoresca del valor del tiempo absoluto. Esta escala de tiempo
geológico relativo, ya muy detallada, era modificada permanentemente a medida que se
conocían materiales no representados en ella. Esto ocurría, en especial, al estudiar
regiones nuevas, fuera de los países donde se definieron la mayoría de los pisos y
encontrarse materiales que contenían asociaciones de fósiles intercaladas entre dos que
se habían considerado consecutivas anteriormente. El amplio conocimiento regional y la
multiplicidad de los estudios de fósiles hacen que esto ocurra cada vez con menos
frecuencia.
La edad absoluta de una roca es la medida del tiempo transcurrido desde su formación
hasta nuestros días, expresada en años y sus múltiplos. Cuando se habla de edad absoluta
de la Tierra se refiere a la edad de la formación de la Tierra como planeta dentro del
sistema solar, la cual siempre será obviamente anterior a la edad de la roca más antigua
conocida. Cuando las medidas se expresan en millones de años no es necesario tomar un
punto de referencia reciente para iniciar la cuenta. Sin embargo para medidas recientes
(centenas o miles de años) se recurre como en la Arqueología a una fecha de referencia,
concretamente al año 1950, indicándose con la expresión B.P. (before present) que la
cifra dada está contada desde esta fecha hacia atrás.
Los primeros intentos de datación absoluta son cálculos sobre la edad de la Tierra, y no
medidas directas de la edad de rocas concretas.
Cuando en nuestros días se lee que el obispo Ussher calculó, hacia mediados del siglo
XVII, que la Tierra fue creada el año 4004 antes de J.C, el 25 de octubre a las 9 de la
mañana, causa cierta hilaridad. Sin embargo, como analiza Hallam (1985), dicho cálculo
realizado a partir de la interpretación de documentos antiguos, en especial del sistema de
calendario astronómico, fue hecho con el máximo rigor en su época (a partir de un amplio
conocimiento de lenguas, de historia y de astronomía). Se basaba en la suposición de que
la existencia de la Tierra era contemporánea con la existencia del hombre. El resultado
no es más que una prueba del grado de ignorancia que, sobre la edad de la Tierra y de las
rocas que la forman se tenía en los principios de la Geología como ciencia.
A lo largo del siglo XVIII se sigue admitiendo de manera generalizada una cifra del orden
de los 6.000 años para la edad de la Tierra. Buffon hacia el final del mismo siglo propuso
una edad de 75.000 años, cifra que desde la perspectiva actual es ridícula, pero que en su
tiempo significaba un aumento considerable. Buffon se basó para su cálculo en la
evidencia del calor interno y midiendo el índice de enfriamiento partiendo de una supuesta
masa en fusión permanente.
Entre 1860 y 1870 William Thomson (Lord Kelvin), profesor de Filosofía Natural de la
Universidad de Glasgow, y una figura relevante de la Física, desarrolló una teoría según
la cual en la Tierra hay una disminución progresiva de la temperatura, desde una inicial
semejante a la de la fusión o solidificación de las rocas hasta la actual; Kelvin midió este
descenso de temperatura y estimó que la edad de la Tierra era de 100 Ma. Las ideas de
Kelvin, que actualmente no se mantienen, tuvieron una influencia enorme hasta los
primeros años del siglo XX y más concretamente hasta que la puesta a punto de las
técnicas radiométricas acabó con todos los intentos previos de datación.
Esta teoría fue inicialmente propuesta por Halley a principios del siglo XVIII y
desarrollada por Joly a final del siglo XIX. Este autor partía de la idea de que la tasa de
aporte de sodio a través de los ríos al mar ha sido constante, de manera que midiendo
dicha tasa y la salinidad del mar actual calculó el tiempo que haría que el mar era de agua
dulce, estimando que la edad de la Tierra era de 90-100 Ma.
En definitiva al inicio del siglo XX la edad estimada para la Tierra por la mayoría de los
científicos era del orden de los 100 Ma, aunque incluso había científicos que seguían
admitiendo edades muy inferiores, del orden de las propuestas por Buffon (75.000 años).
La controversia sobre la edad de la Tierra (Hallam, 1985, cap. 4) acabó con la utilización
de las técnicas radiométricas que permitieron dataciones de rocas y por tanto de
fenómenos geológicos ocurridos en el pasado. Este avance en el campo de la Geología
vino como consecuencia de un avance en otras ciencias y por tanto como una aportación
interdisciplinaria.
Entre 1895-1905 científicos del máximo prestigio en los campos de la Física y la Química,
entre ellos Becquerel, el matrimonio Curie, Strutt, Ruttherford y Soddy, descubrieron el
fenómeno de la radioactividad y reconocieron que en la naturaleza hay formas inestables
de elementos químicos (isótopos radioactivos) que están en continua desintegración
emitiendo radioactividad y cambiando hacia formas de menor energía.
Muy poco tiempo después Boltwood (1907) descubrió que el plomo se asociaba a los
materiales de uranio, y lo consideró como su producto de desintegración. Este autor
observó que la relación entre los dos elementos (uranio/plomo) era igual para rocas de la
misma edad mientras que variaba en rocas de distintas edades, con lo que pensó que
podría servir para determinar la edad de una roca. Calculó en el laboratorio, con las
técnicas disponibles, de manera simple la velocidad de desintegración y calculó el tiempo
del inicio del proceso de desintegración, que hacía coincidir con la edad de la roca. Este
autor suministro las nueve primeras dataciones radiométricas de rocas, todas ellas del
Paleozoico y del Precámbrico. Los valores obtenidos (desde 410 a 2.200 Ma) son
sorprendentemente coincidentes con los medidos sobre los mismos materiales en tiempos
recientes con las técnicas instrumentales mucho más desarrolladas.
A pesar de este éxito, visto con la perspectiva histórica, Boltwood dejó esta línea de
investigación y fue Strutt quien la siguió en su laboratorio del Imperial College de
Londres aunque con un método basado en el helio, cuyos resultados no fueron tan
brillantes. Un discípulo de Strutt, llamado Arthur Holmes (1890-1965), puso a punto la
técnica del uranio/plomo y determinó la edad de numerosas rocas, situándolas en su
posición estratigráfica de la escala de tiempo relativo, publicando (Holmes, 1913) la
primera tabla de tiempo geológico relativo con valores de edades absolutas en varios de
sus límites. La publicación del artículo de Barrell (1917) que incluye una nueva tabla de
edades en millones de años, marca el final de la controversia sobre la edad de la Tierra,
de manera que a partir de este momento y hasta la actualidad se consideran, de manera
generalizada, como únicos métodos fiables de medida de edades absolutas los métodos
radiométricos. La edad de la roca más antigua conocida es de unos 3.600-3.800 Ma. La
edad de la Tierra obviamente es superior, y diferentes cálculos efectuados a partir de
numerosos muestras, incluidas algunas de meteoritos, estiman en 4.600 Ma (ver
argumentación en Anguita, 1988), con lo que todas las estimaciones realizadas por los
diferentes autores en el siglo precedente pasan a ser meros datos curiosos en la historia
de la ciencia.
Método Potásico-Argón
Se trata de un método que se puede aplicar sobre una roca volcánica, en muestra total,
sobre algunos de sus minerales (muscovita, biotita, hornblenda, glauconita, etc). El
potásio es uno de los ocho elementos más abundantes de la corteza terrestre y un 0,4%
del mismo corresponde a 40K radiactivo (Potasio con un núcleo de 19 protones y 21
neutrones). La desintegración del mismo suministra un 11% de Ar y un 89% de 40Ca, al
tiempo que emite partículas 8. La medida del calcio (como elemento hijo) no es posible
por ser un elemento muy abundante en las rocas y por tanto lo que se mide es el 40Ar.
Método Rubidio-Estroncio
Es un método aplicable a diversos minerales como la muscovita, biotita, lepidota,
microclina o glauconita de rocas ígneas o metamórficas. En el caso de las rocas ígneas
data la edad de la solidificación, por tanto de la roca, mientras que en las rocas
metamórficas data la última etapa de metamorfismo. El rubidio es un elemento poco
común en la corteza terrestre, pero un 28% del mismo corresponde al isótopo radiactivo
87Rb. Aparece como elemento traza (elemento traza se define como un elemento que está
presente en una roca en concentraciones menores al 0.1% (1000 ppm). La mayoría de los
elementos traza si bien no forman especies minerales por si solos, son capaces de sustituir
a los elementos mayores en los minerales formadores de roca) en los minerales antes
citados y se descompone dando como elemento hijo 87Sr, emitiendo partículas 6.
Método Uranio-Thorio-Plomo
Especialmente aplicable a rocas ígneas, entre ellas las graníticas, con minerales de circón,
los cuales contienen alrededor del 0,1% de uranio. Se ha aplicado con éxito a muestras
totales de rocas lunares. El método comprende varios procedimientos relacionados con
las cadenas de desintegración de 238U, 235U y 232Th que tienen como elementos finales
206Pb, 207Pb y 208Pb, respectivamente, emitiendo en todos los casos partículas a.
6.3.2.2.- Limitaciones
Además de esta grave limitación hay otras dos limitaciones que conviene considerar. La
primera de ellas es que han podido ocurrir modificaciones de las composiciones
isotópicas originarias, debidas a procesos de reactivación como el metamorfismo, que
producen un "rejuvenecimiento" de la edad de la muestra, con lo que los resultados
obtenidos pueden ser erróneos. Otra posible causa de modificación de la composición
isotópica original es la producida por la meteorización por lo que hay que cuidar al
máximo que las muestras que se tomen no presenten signos de alteración.
La segunda limitación son las propias limitaciones instrumentales del método que de una
parte exigen el uso de equipo complejos y costosos y de otra conllevan un margen de
error en la medida a veces considerable (del 1 a 5%). Este margen de error es superior al
centenar de millones de años en el Precámbrico, del orden de la decena de millones de
años en el Paleozoico y algo menos en el Mesozoico. Así por ejemplo, entre dos muestras
cuyas dataciones de 190 ± 10 Ma y 185 ± 10 Ma no se podrá decir cuál es la más moderna
y cual la más antigua.