Cuento Ray
Cuento Ray
Cuento Ray
5
Raymundo Castillero Palacios
6
Post mortem
7
Raymundo Castillero Palacios
8
Post mortem
9
Raymundo Castillero Palacios
10
Post mortem
11
•
13
Raymundo Castillero Palacios
14
Post mortem
15
Raymundo Castillero Palacios
16
Post mortem
17
•
19
Raymundo Castillero Palacios
Yo, por mi parte, soy apto para pasar por una especie de
hibernación, de manera voluntaria, por si se presenta algún
imprevisto en el cuerpo, por lo tanto puedo existir en un es-
tado de «reposo» en pleno uso de todas mis facultades, hasta
que el cuerpo mejore, mientras la mente pasa unas hermosas
vacaciones «donde sea», hasta podría tener mi antiguo birlo-
cho favorito o mi ánsar predilecto.
Ocupé mis pensamientos en lo que podría hacer ahora;
gobernar el mundo, ser un tirano, un rey, un dios... todo lo
que mi egolatría permitiera.
No había de que preocuparse, nada malo pasaría en mi te-
rritorio, a menos que yo lo dispusiera, todo estaba bajo control.
Era momento de explorar lo que yo mismo había construído
como mi escenario ideal para el momento final.
Despojé al otrora «mi cuerpo» del reloj de oro con
incrustaciones de cobre, para ponérmelo yo mismo; ne-
cesitaba saber de alguna forma cuánto tiempo pasaba
hasta «resucitar». Noté algo extraño: ahora yo tenía el
reloj que funcionaba perfecto, pero, eso no hizo que el ca-
dáver dejara de tenerlo, detenido, sin funcionar... ¡jah!...
curiosa experiencia.
Cuando quise hacer lo mismo con el fino calzado descu-
brí que eso era lo único que no podía tocar, como si hubie-
ra una dimensión distinta entre las manos y los mocasines,
como la típica repulsión de polos iguales en un fenómeno
magnético: no podía acercarme.
No me permití vacilar, indiferente ante ese hecho, decidí
dejar la habitación.
20
Post mortem
21
Post mortem
23
Raymundo Castillero Palacios
24
Post mortem
25
Post mortem
27
Raymundo Castillero Palacios
28
Post mortem
29
Post mortem
31
Raymundo Castillero Palacios
—¡¡¡Aaaah!!!...
32
Post mortem
33
Raymundo Castillero Palacios
apretar los puños y la boca con tanta fuerza que sentí que
los dientes estallaban y, súbito, volví a gritar:
—¡¡¡Estupidoooo!!!...
34
Post mortem
35
Raymundo Castillero Palacios
36
Post mortem
37
Raymundo Castillero Palacios
38
Post mortem
39
Raymundo Castillero Palacios
40
Post mortem
—¡Infelices bastardos!...
41
Raymundo Castillero Palacios
42
Post mortem
43
Raymundo Castillero Palacios
—¡Aaaauuuuch!
44
Post mortem
Así que puso al lado mío a los cinco verdes con los que
había logrado algún entendimiento.
45
Raymundo Castillero Palacios
46
Post mortem
47
Raymundo Castillero Palacios
48
Post mortem
— ¡Yaaaaaaa! ¡bastaaaa!
49
Raymundo Castillero Palacios
50
Post mortem
51
Raymundo Castillero Palacios
52
Post mortem
53
Raymundo Castillero Palacios
54
Post mortem
55
Raymundo Castillero Palacios
56
Post mortem
57
Raymundo Castillero Palacios
58
Post mortem
— ¡Aaaaaaaaaaaaah!...
59
Raymundo Castillero Palacios
60
Post mortem
61
Post mortem
63
Raymundo Castillero Palacios
64
Post mortem
65
Raymundo Castillero Palacios
66
Post mortem
67
Raymundo Castillero Palacios
68
Post mortem
69
Raymundo Castillero Palacios
70
Post mortem
71
Raymundo Castillero Palacios
72
Post mortem
73
Raymundo Castillero Palacios
74
Post mortem
75
Raymundo Castillero Palacios
76
Post mortem
Yo.— Jajajajajaja
77
Raymundo Castillero Palacios
78
Post mortem
79
Raymundo Castillero Palacios
80
Post mortem
Traté de alejarlo, este bicho verde lucía aún más raro que
Oliver Jackson, más raro aún que aquel tonto con su varita;
su inexplicabe explosión afectuosa se debía, desde luego, al
hecho de que yo hubiera entendido su escritura oculta, re-
servada sólo para iniciados y para místicos. Su comporta-
miento era ahora todo afabilidad. Me abrazó por unos ins-
tantes, yo estaba tranquilo ya, colegí que ahora me veía como
su igual... ¡jaaah!, bastardo, basura... Lo empujé con suavidad
para alejarlo de mí, lo miré fijamente a los ojos y me dispuse
a indagar sobre todo lo que nos rodeaba.
81
Raymundo Castillero Palacios
82
Post mortem
83
Raymundo Castillero Palacios
— ¡Ya!... ¡basta!
84
Post mortem
85
Raymundo Castillero Palacios
86
Post mortem
87
Raymundo Castillero Palacios
... ¿Papá?...
88
Post mortem
89
— ¡Lo que me faltaba! Un imbécil que siempre qui-
so reconocimiento y alabanza, he ahí el porqué
de tus comportamientos salvajes, ¿acaso no sa-
bías que antes que cualquier reconocimiento tú
debes autorreconocerte?, debiste sentar bien las
bases de tu autoestima sobre la métrica adecua-
da, pobre niño idiota, ¿siempre es reconfortante
sentirse reconocido eh?, nos hace sentir aprecia-
dos; al parecer no cubriste bien tus necesidades
infantiles de reconocimiento y ya de adulto lo
buscas y lo ansias como demente, desde aquí es-
cucho a tu corazón gritar y llorar «si no pasa lo
que yo necesito desde mi anhelo voy a sufrir» ja-
jaja... cuña, cuña... pero la culpa la tienen tus pa-
pás, debieron haber sido unos grandes idiotas,
¿qué pasó, el niño no recibió el reconocimien-
to de sus padres?, ¿nunca aprendiste que al ser
adulto te permites renacer?, pero fuiste un joven
traumado, con complicaciones, en tu sociedad
la valía estaba condicionada... idiota, seguro que
eres muy crítico con los demás, ¡claro!, así son
todos los que buscan reconocimiento. No sabes
reconocer, por tu ego y tu miedo; eso es porque
siempre has buscado donde no hay reconoci-
miento alguno, piensas que es una obligación el
que te reconozcan los que te rodean, que triste
eres, patético, tu castigo, tu cataclismo eterno eres
tú mismo pues nunca será suficiente el que te re-
Post mortem
91
Raymundo Castillero Palacios
92
Raymundo Castillero Palacios nació en Ciudad de México,
México, en 1990. Folklorista amateur de supersticiones y mi-
tos populares especialmente de magia, director y fundador
del colectivo ambientalista Green Works, creador de conte-
nidos para Youtube y moderado enfermo mental. Post mor-
tem está basada en las sensaciones ultraterrenas que el autor
experimentó del otro lado de la muerte en su tercer intento
de suicidio, así como en sus estudios y acervos acerca da la
magia, la santería, el ocultismo, el cristianismo y el nihilis-
mo; de igual manera sigue experimentando e investigando
entre la psicosis, la depresión y la ansiedad. Este compilado
de experiencias a manera de narración pretende tener la la-
bor social de ayudar con sus ganancias al albergue para pe-
rros «Cuatro Patitas un Corazón». para la manutención del
mismo y poder rescatar, rehabilitar y restablecer a una vida
digna a cada vez más caninos posibles, haciendo de éste libro
el primero de varios cuentos para ayudar a la causa de los
albergues para animales en situación de abandono.
Post mortem
abril de 2020.