Hacia La Visibilidad de La Cultura Negra
Hacia La Visibilidad de La Cultura Negra
Hacia La Visibilidad de La Cultura Negra
Antioquia
ISSN: 0120-2510
bolant@antares.udea.edu.co
Universidad de Antioquia
Colombia
Resumen. El artículo retoma el concepto de “invisibilidad” del negro, con el cual la antropóloga
colombiana Nina S. de Friedemann criticó a mediados de los años 1980 la amplia ignorancia existente
en el mundo occidental acerca del negro. Aunque en Colombia ha cambiado la situación y los negros
se han vuelto visibles política y académicamente, aquellas preguntas que se ocupan de su cultura,
en un sentido más estricto, han sido relegadas a segundo plano. El artículo ilustra lo anterior a partir
de tres tiempos históricos donde los negros deberían haberse vuelto visibles, sin que esto ocurriera.
Después se presenta la idea de una percepción diferente basada en los “estudios culturales” de David
M. Schneider, que permite mayor visibilidad de la cultura negra. Posteriormente esta idea se aplica a
los conceptos de matrimonio y parentesco tal como se han desarrollado entre los habitantes negros del
Atrato medio en Chocó revelando un sistema social muy propio y original. Finalmente el artículo señala
que a pesar de compartir muchos aspectos con la cultura dominante hispanoamericana, este sistema
sólo se vuelve visible cuando el análisis parte de los conceptos propios de la cultura afrochocoana,
haciéndola, de cierta manera, hablar.
Palabras clave: Chocó, parentesco, negros, afroamérica, medio Atrato.
Abstract. This article takes up the concept of “invisibility” of black people that was used by the
Colombian anthropologist Nina S. de Friedemann in the middle of the 1980s to express her critique of the
widespread ignorance about Blacks in the western hemisphere. Although in Colombia the situation has
changed and Blacks have become politically and academically visible, issues dealing with black culture
in a stricter sense continue to have a low profile. Despite the feeling of some younger anthropologists that
the concept of invisibility raises the wrong questions, it has not lost validity. The article will illustrate this
briefly for three historical periods when Blacks should have become visible but did not do so. A different
type of perception will then be presented based on David M. Schneider’s “cultural studies” that —this
is at least the idea— allows a better visibility of black culture. This idea will be applied to the concepts
of marriage and kinship, in the specific forms developed by the people of the Middle Atrato River in the
Chocó. This will reveal an own and original social system. Sharing many aspects with the dominant
Hispano-American Colombian culture, this system will only become visible when the analysis starts from
the own concepts of the Afro-Chocó culture, letting it communicate itself.
Keywords: Chocó, Middle Atrato River, Kinship, black people, afroamerican culture.
Zusammenfassung. Der Artikel greift auf das Konzept der “Unsichtbarbeit” des Schwarzen
zurück, mit dem die kolumbianische Anthropologin Nina S. de Friedemann um die Mitte der 1980er Jahre
die breite Unkenntnis über den Schwarzen in der westlichen Welt kritisierte. Obwohl sich die Situation
in Kolumbien geändert hat und die Schwarzen politisch wie akademisch sichtbar wurden, sind dabei
Fragen, die sich im engeren Sinn mit ihrer Kultur beschäftigen, ins Hintertreffen geraten. Auch wenn
einige jüngere Ethnologen meinen, dass das Konzept der Unsichtbarkeit die falschen Fragen aufwirft,
hat es seine Gültigkeit nicht eingebüßt. Der Artikel will dies kurz anhand dreier historischer Beispiele
Hacia la visibilidad de la cultura negra: Parentesco y matrimonio en Chocó /377
illustrieren. Danach stellt er eine andere Art der Wahrnehmung vor, die auf David M. Schneiders “cultural
studies” basiert und —so wird wenigstens angenommen— ein bessere Sichtbarkeit der schwarzen Kultur
ermöglicht. Diese Idee wird auf die Konzepte von Ehe und Verwandtschaft angewandt, wie sie sich bei
den schwarzen Einwohner des Mittlerem Atrato im Chocó entwickelt haben. Dadurch wird eine eigenes
und originäres soziales System sichtbar. Weil es jedoch viele Aspekte mit der dominierenden hispano-
amerikcanischen Kultur teilt, wird dieses System nur sichtbar wird, wenn die Analyse von den eigenen
Konzepten der afrochocoanischen Kultur ausgeht und sie gewissermaßen zum Sprechen bringt.
Schlüsselwörter: Choco, Mittel Atrato, Schwarzen, Afroamerikaner, Verwandschaft.
revela un sistema social muy propio y original, el que a pesar de compartir muchos
aspectos con la cultura dominante hispanoamericana, sólo se vuelve visible cuando el
análisis parte de los conceptos propios de la cultura de los afrochocoanos, haciéndola,
de cierta manera, “hablar”.
Por falta de datos comparativos de otras partes de Chocó nos concentramos
en el medio Atrato, considerando la posibilidad de que los resultados sean válidos
para el resto de la región.
8 También el año 1992 cuando se conmemoraron los 500 años del así llamado descubrimiento de
America, creó condiciones favorables para la población negra.
9 García Márquez, 1989: 55 y ss.
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tomó las medidas necesarias para que no chocase con la realidad: Hizo restringir la
libertad, la que anteriormente por medio en un decreto había concedido a los escla-
vos, admitiéndola solamente a aquellos esclavos que con arma en mano apoyaban la
causa de los patriotas. ¿No hace pensar eso, acaso en un acto de autocomplacencia
y violación con liberación posterior?
Un segundo caso nos revela otra dimensión de la invisibilidad proveniente de
la propia antropología colombiana, la que tampoco prestó mucha atención al negro
como ser autónomo y —lo que es más importante para la antropología— como
creador y portador de cultura, el negro fue, en el mejor de los casos, objeto de actos
autocomplacientes de la sociedad que le rodeaba. Esto puede verse en el caso de
Gregorio Hernández de Alba y su bosquejo sobre la esclavitud, el cual escribió con
motivo del primer centenario de la liberación de los esclavos en Colombia. Por un
lado, es un mérito de este representante de la primera generación de antropólogos
colombianos haber hecho referencia a la población negra del país.13 Por el otro, sus
deliberaciones tampoco se basaron en el punto de vista de los esclavos y negros,
sino que asumieron la perspectiva del resto de la sociedad. El autor reflexionó sobre
la importancia de los negros para la nación colombiana, consideró la manumisión
fundamental y constitutiva para la conformación de la nación y siguió con esto la
tradición de Simón Bolívar y su idea de la liberación de los esclavos como cuestión
concerniente a la identidad de la nación soberana.
Es posiblemente útil recurrir a la identidad de la nación recordando, por ejem-
plo, las influencias afroamericanas en sus costumbres de música, baile y comidas.
De allí tal vez es más fácil derivar el interés hacia los negros mismos. Sin embargo,
vale preguntar ¿qué concepto antropológico se expresa a través de una reflexión
sobre los negros orientada al esfuerzo por contarle a la nación algo sobre sí misma?
Mientras que la sociología como ciencia que analiza la propia sociedad, debe ocuparse
naturalmente de los componentes afroamericanos de la nación, debe esperarse de
la antropología que se esmere en tomar la perspectiva del “otro” y comprender el
mundo desde el punto de vista de él. En este caso, el gran poeta negro del siglo XIX,
Candelario Obeso, con su poesía inspirada por las tradiciones orales de los negros del
río Magdalena habría representado una perspectiva mejor o, a lo menos, alternativa.
Solo que esta poesía no expresaba la participación del negro en la constitución de
la nación, sino por el contrario, el retiro del negro de una sociedad que, tal como
se expresaba en los versos del poeta, había dejado atrás la esclavitud pero no así la
desigualdad social y reticencia racial.14 Además, puede fácilmente imaginarse, que
la nación acepta o incluso celebra sus componentes afroamericanos, sin cambiar la
tradición de la invisibilidad del negro.
Pero ¿cuál sería una manera adecuada de acercase a la cultura de los negros de Chocó,
para hacerla visible o hacerla hablar? Visto detalladamente, ni siquiera los estudios
afroamericanos antropológicos han aportado mucho a clarificar esta pregunta. En vez
de tomar el “punto de vista del nativo”, como se debería esperar de la antropología,
esta subordinaba su objeto de estudio a las respectivas teorías actuales. Las inves-
tigaciones antropológicas sobre las culturas afroamericanas adolecían, en términos
generales, de no tomar en consideración la opinión del afroamericano y de su cultura.
Era indiferente si el haitiano negro daba alguna importancia al origen africano de
sus antepasados; fueron los antropólogos quienes definieron que este origen fuese
precisamente la clave para la correcta comprensión de la religión afrohaitiana. No
importaba la apreciación del negro sobre su vida familiar, fueron los antropólogos
quienes decidieron que se trataba de un fenómeno de clase baja o una adaptación
ecológica cultural. De esta manera, así como el europeo anteriormente hizo supues-
tamente lo correcto al mandar al africano a América en calidad de eslavo, asimismo
el antropólogo supo relatar lo correcto sobre el afroamericano.
Debe existir un punto de vista desde el cual sea posible acercarse más impar-
cialmente al negro americano y comprender mejor su cultura. Para este propósito son
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Todo esto parece ser correcto, sin embargo la pregunta de si el cuñado del
cuñado cuenta realmente como pariente y forma parte de la familia: es un tema que
merece una reflexión más detallada.
En cualquier caso la “familia” fue inscrita en la Ley 70 de 1993. Está mencio-
nada en el artículo 2 que contiene las definiciones relevantes de la ley y que dice en
el párrafo 5 sobre la “comunidad negra” que es “el conjunto de familias de ascen-
dencia afrocolombiana”. No se ha basado esta definición en una unidad geográfica
o política sino en la familia.20 La familia es por eso el objeto legal, que goza de la
21 Whittington, 1971.
22 Whittington, 1971: 167.
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personas. Es a través de los hijos que se constituye una relación de familia entre la
pareja, si se quiere, se crea tal relación.
Con esto se ha tocado un tema lo suficientemente importante para detenerse
un instante en él. La procreación tiene lugar, de acuerdo con los conocimientos oc-
cidentales, durante el acto sexual de un matrimonio o una pareja que no constituye
un matrimonio. Dejando de lado la partenogénesis y la fertilización in vitro, el acto
sexual ha sido desde siempre para la ciencia la condición fisiológica y biológica de la
familia y el parentesco. Ahora bien, en el Atrato no hay ninguna teoría de procreación
que sea distinta. Pero sí hay diferencias en la acentuación y el peso de la parte biológica
en relación a la social. La concepción occidental tiene la idea que la mujer está en
condiciones de parir hijos por su fisiología. Es por eso que ella puede voluntariamente
o involuntariamente, como realización de la relación matrimonial, como expresión
del amor a su marido o como madre soltera parir niños. La concepción de la mujer
en la cultura atrateña es diferente. Punto de partida es la idea, que la naturaleza se
impone y se hace respetar en los contextos humanos. La naturaleza no es un mundo
aparte de la cultura ordenada por leyes propias, la que existe para que el hombre la
amanse, controle o domine, sino ella tiene presencia dentro de la cultura y reclama
su propio derecho. La naturaleza no es un objeto de sumisión y la sumisión de la
naturaleza no es ningún acto de la cultura, sino la naturaleza y la cultura coexisten y
se toleran mutuamente. A esto corresponde la idea de una necesidad fisiológica del
organismo femenino de parir niños, la que la cultura reconoce. A esto corresponden
también conceptos medicinales, los que tienen que ver con la sangre y los líquidos
corporales. El parto y la correspondiente pérdida de sangre son considerados como
un acto de purificación del cuerpo. Para la mujer la esterilidad es un problema social
y físico en sí, pero al mismo tiempo perjudica el cuerpo femenino. La esterilidad
misma es considerada como enfermedad, pero trae como consecuencia otros ma-
lestares adicionales. A ello corresponde la idea, de que los niños son algo natural.
No existen, por eso, circunstancias por las cuales se criticaría a los adultos por tener
hijos. No existe el concepto de ilegitimidad, a los niños no se les discrimina por
las condiciones de su nacimiento, los niños nacidos fuera de matrimonio no sufren
perjuicios en su estatus y sus derechos legales. Ellos forman parte del ámbito que la
naturaleza reclama para sí y del que el atrateño concede a la naturaleza.
Existe otro contexto en el que se habla de la “familia”. Este en ultima instancia
es el más importante, se dice “soy familia con...” o “hago familia con...” o también
solamente “somos familia”. Estas expresiones corresponden aproximadamente a lo
que en otras palabras sería “soy pariente de...”. Lo importante es que los atrateños
en la categoría “familia” suprimen la división de familia y parentesco, es decir,
que denomina a parientes fuera de la familia nuclear (por ejemplo primos o tíos)
como familia. El uso del término “pariente” en el Atrato no es muy frecuente, se le
identifica con los “parientes lejanos” de tercer o cuarto grado, los que en un sentido
exacto etnológico ya no constituyen “familia”.
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o sería una razón para suponer que el padre es enajenado mental o alcohólico.30 Lo
que sí se puede imaginar es una relación incestuosa entre hermanos medios de sexo
diferente, si se cree que los involucrados desconocen su relación de parentesco. Uno
de los hermanos medios fue concebido tal vez fuera del matrimonio e involuntaria-
mente, ninguno de los dos sabe de la relación que les une porque la madre no les ha
comunicado el nombre de su padre o porque este no reconoció la paternidad. Los
niños crecen uno separado del otro sin conocer sus dos padres. Entonces el desti-
no quiere, así dicen los atrateños, que los medio hermanos de género diferente se
encuentren y entren en una relación amorosa. Sólo a través de algunos adultos que
conocen el caso, se enteran de su relación de parentesco. Son verdaderas tragedias,
las que se dice, se han desarrollado entre medios hermanos.31 Como culpables se
considera a los padres, que deberían reconocer públicamente su paternidad o ma-
ternidad respectiva, para mantener el orden social.
Con los parientes del tercer grado de la línea colateral “termina la familia”,
se dice. Los primos del tercer grado ya “no son nada” a pesar de que esto depende
también de la relación emocional y de la cercanía social. Por otro lado, se puede
“renovar la familia”. Así lo llamó Rafael al explicar que se había casado con Vi-
dela, una prima de segundo grado. Un matrimonio entre primos segundos es visto
generalmente como problemático, aunque no completamente prohibido. Los niños
conjuntos de Rafael y Videla representarían entonces la expresión viva de la “familia
renovada”, que ya estaba por desaparecer.
En la línea directa son los cuatro grados de ascendencia y los cinco grados
de descendencia los que forman parte de la “familia” del ego. Después se pierde la
“familia”. Los parientes de la generación ascendiente que conforman la familia son
los padres del ego, así como los hermanos de los mismos: Son “padre” [F], “madre”
[M] o los “padres”. No se usan muchas expresiones cariñosas para dirigirse a los
padres, predominando el respetuoso “papá” y “mamá”. Aparte del término “herma-
no/a”, “tío” y “tía” son los términos relativos más ambiguos que se encuentran en
el Atrato. “Tío” no se usa solamente para el hermano del padre y de la madre (FB,
MB) y “tía”, no es exclusivo para designar la hermana del padre y la madre (FZ,
MZ) sino que también parientes lejanos o vecinos mayores son tratados como “tío”
y “tía”. Se distinguen los unos de los otros clarificando que los primeros son “tíos
carnales”. El término relativo “papá tío” o “mamá tía” expresa una combinación de
respeto y cercanía social, que merecen solamente los tíos “verdaderos”.
En la siguiente generación de ascendientes se encuentran los abuelos (FF, MF)
y abuelas (FM, MM) y se les llama “abuelo” y “abuela”. Para los hermanos de ellos
se usan los términos “tío abuelo” (FFB, FMB, MFB, MMB) y “tía abuela” (FFZ,
FMZ, MFZ, MMZ). Existe la tendencia del ego a llamar a todos los parientes a partir
Hasta el momento se han presentado solamente aquellas categorías con sus res-
pectivos significaciones y símbolos, que corresponden a los parientes consanguíneos.
Siguiendo el modelo genealógico, faltan aquellos parientes del ego que se conocen
como parientes afines o políticos, es decir aquel núcleo de personas con las que un ego
mantiene una relación que se basa de una u otra manera en una relación matrimonial,
sea la propia del ego o la del papá, de la mamá o de la hermana. Además del propio
cónyuge de una persona, que en el Atrato se llama “marido” (H) y “mujer” (W) y
solamente en casos excepcionales “esposo” (H) y “esposa” (W), debe pensarse en
la “cuñada” (HZ, WZ) y el “cuñado” (HB, HZ), el “suegro” (HF, WF) y la “suegra”
(HM, WM). Debido a la existencia de la poliginia y las frecuentes separaciones de
parejas hay que incluir los “entenados” (HS, WS) y “entenadas” (HD, WD) a esta
categoría de personas. Pero a todos ellos, los atrateños no los consideran parte de
su familia. No niegan que existe una relación especial que incluye cercanía social
o por el contrario roces. Además, los cuñados son las personas preferidas cuando
se trata de buscar un padrino para el hijo recién nacido y, por ende, un compadre.
Sin embargo, la relación existe por el solo hecho de que se trata del hermano o de
la hermana del propio cónyuge o, mejor dicho, de la hermana/hermano de la mamá
o del papá de los hijos del ego. Pero uno no es “familia” con estas personas. “Con
mi cuñado no soy nada”, insisten los atrateños.
En el Atrato hay una división estricta entre parientes consanguíneos y afines
o políticos, la que no ha sido tomada en consideración por la antropología hasta el
momento; es oportuno mirarla más detenidamente.
En las anotaciones etnográficas de la autora se encuentra la secuencia de una
entrevista muy interesante, en la que la antropóloga preguntó a un atrateño sobre
los parientes políticos. El modelo genealógico establecido choca con las categorías
atrateñas. Surgen malentendidos, lo que al mismo tiempo ofrece una clave para la
comprensión.
Antropóloga: Marilí (la mujer del entrevistado) tiene una hermana.
Entrevistado: ¿Marilí? ¡Sí!
Antropóloga: Esta hermana es su cuñada.
Entrevistado: Es mi cuñada.
Antropóloga: ¿Pero es familia con usted, o no es familia?
Entrevistado: ¿Ella? Ella, ella... yo soy familia con la mamá.
Antropóloga: ¿Con la mamá de su cuñada?
Entrevistado: Sí, somos primos segundos... y la hija, pues la hermana
de Marilí, es mi sobrina...
Antropóloga: (Algo perdida e irritada hace un nuevo intento) Pero di-
gamos que no fuera así. Sino que usted se casara con otra
persona con quien no tiene nada de familia.
Entrevistado: Ah ya.
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Del hombre se dice que “coge mujer”. Carlos ha “cogido” a Luisa como mu-
jer cuando ella tenía catorce años, es la manera de expresarlo. “Coger mujer” tiene
amplias implicaciones que están relacionadas con ser adulto y asumir responsabili-
dades masculinas. El hombre debe estar en condiciones de mantenerse a sí mismo
y a su familia con el fruto de sus propias manos y ya no depender de los padres.
Para dar un ejemplo, explica don Pablo, el hombre debe saber manejar el machete.
Debe ser capaz de rozar el monte desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde,
o de ganar un jornal entero con el propio trabajo. En lo que se refiere a la caza o la
pesca existen “normas” parecidas. “Coger mujer”, implica entonces que un hombre
sea capaz de realizar los trabajos que son necesarios para el mantenimiento de la
mujer y los hijos conjuntos.
“Tener compromiso”, se dice en el Atrato cuando la mujer se casa. Mientras que
de los hombres se exige el cumplimiento de ciertos requisitos corporales y materiales
para comprobar su capacidad matrimonial, en el caso de la mujer, se reclama fidelidad
y respeto a ciertas reglas de comportamiento. La mujer se decide por un hombre,
lo cual indica que “tiene compromiso”. El matrimonio en el sentido que se le da en
el Atrato se basa en una división de derechos y obligaciones asimétricos. Parecería
que existieran dos versiones, una femenina y otra masculina. También se lo puede
expresar de otra manera, o sea que existe una fuerte división de la vida social en un
ámbito masculino y otro femenino, lo cual tiene sus implicaciones “muy adentro”
de la vida matrimonial, utilizando los conceptos empleados por los atrateños.
Existe un alto porcentaje de divorcios en el Atrato. Preguntando por las razo-
nes, difícilmente se recibe una respuesta más informativa que aquella de la pareja
que peleaba mucho, que no se entendía o que se separaron “así”. Por un lado, estas
respuestas expresan correctamente la relativa facilidad con que la pareja se separa.
Por otro lado, cierto conocimiento del pensamiento social chocoano puede ayudar a
profundizar la reflexión. Para esto sería oportuno no tomar el matrimonio estable de
por vida como punto de comparación, dado que en tanto ideal europeo ha sido siempre
tomado como norma en los estudios antropológicos de parentesco, especialmente
de sociedades afroamericanas. Sería por lo contrario propicio tomar el matrimonio
atrateño como algo inestable por principio, siendo esta inestabilidad la norma. Pre-
guntando por las condiciones bajo las cuales el matrimonio alcanza más estabilidad,
las respuestas son entonces más claras y es evidente que el matrimonio se vuelve
más duradero con el aumento del número de hijos comunes y años compartidos. Pero
esto significa también que el divorcio es más una regla que una excepción, y que los
atrateños consideran la relación hombre-mujer como algo frágil de por sí.
Esto es lo que se puede entender de las deliberaciones atrateñas sobre el ca-
rácter de los géneros. No se refiere en primer lugar a cuestiones legales, las que para
la antropología del parentesco siempre han sido centrales frente a las cuestiones de
matrimonio. De lo que se trata, es más bien que el hombre de acuerdo con el pen-
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samiento atrateño “está hecho para la calle” y que la mujer está obligada a ser fiel,
lo que no impide que tenga relaciones amorosas secretas.
En el Atrato medio existe una tradición oral de cuentos y chistes que contienen
motivos y detalles sobre los géneros. Hay un cuento que se presta muy bien para una
interpretación, pues revela aspectos importantes de la naturaleza femenina tal como
la imagina la cultura atrateña. Una versión resumida dice así:
Érase una vez un hombre con su mujer y la mujer con su hombre. Un día el hombre quería
salir de la casa y no sabía qué hacer con su mujer. La mujer era un poco “lambida”. Y el
hombre no sabía qué hacer para componerla. Entonces el diablo decía que él se la componía
una noche o dos. Para que el hombre se fuera, él se la cuidaba.
Entonces el hombre se fue y dejó a su mujer con el diablo para que él la cuidara. Vino
la noche y el diablo se fue a acostarse para dormir, tapando la región de la mujer. Entonces
vino el otro hombre que jugaba con la mujer. Él le puso una “parada” al diablo y le hizo
dormir. Se vino y se metió por entre medio de los dedos del diablo. Cuando este despertó
encontró sus manos pegajosas. Se dio cuenta de lo que pasó y salió de la casa gritando:
¡Maldita sea la mujer, la mujer no tiene quién la cuide!
Este cuento ayuda a comprender por qué el diablo odia a la mujer; porque
ella es más astuta que él. En muchos cuentos ella lo engaña, siendo su sexo el arma
más efectiva. Pero el cuento relatado tiene una dimensión interpretativa adicional,
se refiere a la naturaleza de la mujer: Si ni el diablo está en condiciones de controlar
a la mujer, tampoco ningún otro lo logrará. Esto está inscrito en la naturaleza de la
mujer, solo ella es la instancia que puede ejercer control sobre sí misma.
Las concepciones sobre la naturaleza de los géneros definen que un hombre está
hecho para la calle y que a una mujer sólo la domina el autocontrol. La relación entre
ambos está definida por lo anterior y en consecuencia concebida como débil. Pero
que se busquen mutuamente, también forma parte de la naturaleza de los géneros. El
hombre está hecho para la mujer y es la razón por la cual puede tener varias mujeres.
La mujer por su parte, necesita del “calor del marido”. Esta idea debe entenderse
dentro del esquema frío/caliente, que es un sistema de clasificación para mantener el
equilibrio fisiológico del ser humano. Esta misma idea existe en toda Latinoamérica
en diferentes versiones37 y está relacionado con la teoría humoral, es decir, con la
doctrina de los humores equilibrados del cuerpo humano. De acuerdo con ello, el
sistema cultural atrateño ha introducido a la condición física de la mujer la necesi-
dad de contraer matrimonio. Una ausencia prolongada del marido, por ejemplo por
razones de trabajo migratorio, es considerada como insoportable. Separaciones y
divorcios de las parejas, que tienen este origen o razones parecidas, conceden a las
mujeres el libre derecho a una nueva relación sin mayor condena moral.
Buscando un mecanismo, aparte de la magia de amor, que contribuya a esta-
bilizar la relación matrimonial se encuentra el casamiento católico. El hecho que
37 Rossbach/Greifeld, 1989.
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Anotaciones finales
merece un grupo de gentes que a lo largo de la historia han sido ignoradas en sus
expresiones culturales, hemos descubierto categorías y símbolos muy propios de
ellos. Estas categorías y símbolos intervienen en la vida cotidiana dándole sentidos
y significaciones. Al hacer uso de estas categorías en el marco de una reflexión
científica o filosófica obtenemos una visión del mundo, una cosmovisión propia, que
tiene como factor constante el dualismo. El parentesco está opuesto al no-parentes-
co, lo masculino está opuesto a lo femenino y lo bueno creado por Dios tiene que
convivir con lo malo proveniente del diablo. Existen ambivalencias y la posibilidad
de manipulación pero no habrá nunca una victoria de un lado sobre el otro, ambos
tienen su lugar en el mundo. En esto consisten las diferencias de las concepciones
culturales atrateñas en comparación con las nuestras, a pesar de las semejanzas en
muchos aspectos. Más que esto, el hecho de analizar un aspecto importante de la
cultura afrochocoana en sus propios términos es una contribución a la visibilidad
de la cultura. En lugar de fundamentarse en ideas autocomplacientes como las del
Libertador, de basarse en la identidad de la nación o de buscar orientación en los
indígenas, se tomó la propia cultura como base del análisis.
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