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Actividad 4 Psicoterapia Infantil y de Grupos

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NOMBRE: SIXTO JAIR BUSTAMANTE PERALTA

MATRICULA: 133885

GRUPO: L P48

NOMBRE COMPLETO DE LA MATERIA: PSICOTERAPIA


INFANTIL Y DE GRUPOS.

NOMBRE DEL DOCENTE: MTRA. CAROLINA ALICIA


GOMEZ MACFARLAN.

NÚMERO Y TEMA DE LA ACTIVIDAD:

Actividad 4. Los retos de la Psicoterapia infantil actual.

FECHA: 29 DE OCTUBRE 2022

MAZATEPEC MORELOS.
LOS RETOS A ENFRENTARSE EN LA PSICOTERAPIA INFANTL.

INTRODUCCION.

Aurora García Morey (2013) plantea la definición de psicología clínica infantil como “la
especialización de la psicología clínica que estudia los procesos de desviación del
desarrollo de la personalidad, ya que, en tanto personalidad en formación, no podemos
asumirla como generalidad, desde el punto de vista psicopatológico, ni abordarla ni
trabajarla con los criterios tradicionales de la psicología clínica”. Algunas corrientes de la
ciencia psicológica contemporánea, como la psicología positiva, intentan despatologizar la
psicología clínica, en tanto se reconoce la importancia de centrarse en el potencial de
cada ser humano, así como trabajar desde la niñez el desarrollo del optimismo, la
resiliencia, el bienestar, la felicidad y otras cualidades que se relacionan directamente con
la salud mental, más allá de las adversidades que la vida depara. En el caso de la clínica
infantil todo esto se hace más notorio, por su propia naturaleza. La mayoría de los niños
que acuden, llevados por sus padres, a los servicios de salud mental no presentan
síntomas clínicos significativos, o los que tienen son el resultado de malos manejos de los
adultos a cargo de su crianza y educación. Durante los meses de aislamiento físico en
casa, como medida de prevención ante la COVID-19, se efectuaron grupos de apoyo
psicológico a las familias con hijos menores de 18 años. En esa experiencia se constató
que la falta de preparación sobre temas vitales para un buen ejercicio de la parentalidad
se convierte en un factor de riesgo para el bienestar de niños y adolescentes en etapas de
crisis como la que estamos viviendo. Por eso muchas veces en la clínica infantil las
estrategias de intervención se dirigen a la capacitación de los padres respecto a las
características del desarrollo psicológico de niños y adolescentes en general, a las
especificidades de sus propios hijos y al mejoramiento de la capacidad de conectar
emocionalmente con ellos, para lograr comprenderlos. Así se ha hecho también en el
trabajo virtual de apoyo psicológico de la experiencia antes mencionada. En este sentido,
somos partidarios de la noción de acompañamiento psicológico, que pretende lograr un
acercamiento a las vivencias de los hijos a partir de una combinación que supone, por una
parte, lograr representarse sus cogniciones y afectos y, al mismo tiempo, ponerse en
contacto con sus propias experiencias infantiles. (Cabrera, 2021)
A diferencia de la clínica general, en el trabajo con niños y adolescentes es indispensable
trabajar en una relación triangulada. Esto supone trabajar con el infante, con los padres y
con los requerimientos del sistema familiar en su conjunto, buscando un equilibrio
complejo que constituye un reto para el especialista. Mientras con los adultos es la
palabra la herramienta de trabajo terapéutico por excelencia, en el caso del trabajo con la
infancia es imprescindible contar con otros recursos que permitan acceder a su
subjetividad, tanto a los fines diagnósticos como para la propia intervención terapéutica.
De aquí se deriva que el psicólogo clínico infantil debe poseer esa preparación y
habilidades especiales para lograr una adecuada comunicación con los niños. Esta
comunicación es esencial, incluso para lograr el “enganche” del niño o adolescente con el
proceso clínico, porque, también a diferencia del adulto, la mayoría de las veces los
menores no sienten la necesidad de acudir al psicólogo, y de presentar algún malestar, es
diferente de la queja o demanda de sus padres. Hay que trabajar entonces la conciencia
de problema y encontrar la conciliación entre lo que le preocupa a la familia y el punto de
vista del infante. (Cabrera, 2021)

OBSTÁCULOS EN LA PSICOTERAPIA INFANTIL Y ELEMENTOS PARA


AFRONTARLOS.
1.- El primer de tantos obstáculos sería la de pensar en el niño como una personalidad en
formación y, por tanto, no se debe hablar de "enfermedad" o "cura", sino de señales de
desviación del desarrollo, en su búsqueda del equilibrio con un entorno percibido como
hostil. Estas señales de desviación son consecuencia de la interrelación permanente de
factores biológicos, psicológicos y sociales y son estos los que deben ser analizados en
primera instancia, tanto en el desarrollo normal de la personalidad del niño, como en las
desviaciones que se produzcan en esta. El psicólogo debe enfocarse siempre en la
relación que existe entre el niño y su entorno, en una etapa dada del desarrollo. Esta
relación única, especial e irrepetible es la llamada Situación Social del Desarrollo (SSD).
La SSD se entiende como la relación entre las condiciones externas y los procesos
internos, que se produce en condiciones específicas histórico-culturales. Este carácter
mediatizado de las influencias del medio, está condicionado por la edad. Cada edad,
entendida desde el nivel de desarrollo alcanzado, ofrece al niño un entorno organizado de
un modo especial, e incluso cuando el entorno permanezca poco cambiado, el propio
cambio que se da en el niño durante el proceso de desarrollo, implica que los mismos
factores ambientales, dos años después, empiecen a tener un significado diferente.
(González, 2017)

Se ha alterado la relación del niño con esos factores ambientales particulares. Dentro de
esta relación específica entre el niño y el entorno, el conjunto de experiencias cognitivo
afectivas que experimenta el pequeño y que están acompañadas por una valencia
positiva o negativa, es conocido como Vivencia, y constituye la unidad de análisis de la
SSD. La vivencia es la experiencia personal del niño en su interacción social, por lo que
es a partir de las vivencias, que se pretende modificar la SSD. Se debe diseñar un
proceso terapéutico que propicie el surgimiento de nuevas vivencias, que favorezcan el
autoconocimiento, el desarrollo de la autoestima, el establecimiento de vínculos afectivos
y, en general, el surgimiento de sentimientos positivos. Además, se espera que en este
proceso, las vivencias negativas anteriores adquieran nuevos significados y originen
“vivencias correctivas”, que logren la atenuación de rasgos nocivos y el fortalecimiento de
la personalidad en formación, para tener una relación más sana y equilibrada con el
medio.
2.- El acceso a los pacientes está mediatizado por su familia. Son los padres quienes
deciden llevarlo a consulta, pues los niños no tienen como generalidad la necesidad de
“curarse”, ni deciden buscar o recibir tratamiento, por lo que el psicoterapeuta no cuenta
con la motivación de mejorar, por parte del pequeño paciente. El acceso mediatizado por
la familia también recae sobre la identificación del “problema”. En primer lugar, es
importante determinar si los datos que nos aportan los padres son efectivamente
anómalos, o si son opiniones propias en cuanto a su modo de estimar el concepto de
normalidad. Por otra parte, lo que frecuentemente molesta a la familia es el síntoma, no la
problemática original que afecta al niño y sobre la cual se trazan los objetivos
terapéuticos.
La importancia de determinar si el síntoma es únicamente una manifestación que percibe
y/o molesta al adulto, o si está lacerando el bienestar personal del pequeño, ya que este
puede actuar como “válvula de seguridad” para “permitir ventilar, aunque por vías alternas
no necesaria-mente eficaces, pero sí paliativas, para conservar el precario equilibrio del
sistema”. En muchas otras ocasiones, los padres acuden a consulta en busca de
orientación sobre el afrontamiento de situaciones asociadas a crisis del desarrollo
psicológico, para la eliminación de sus culpas respecto al “problema del niño”, o porque
no saben cómo enfrentarse a la diversidad.
“Lo más difícil es, sin perder al niño como foco de la terapia, ayudar a los padres, no sólo
a entenderlo, sino también a entenderse y no culpabilizarse o angustiarse de manera
innecesaria”. De aquí se deduce la importancia no sólo de “enganchar” al pequeño con la
terapia, sino también de darle salida, de alguna forma, a las expectativas de los padres,
ya que son estos los que realmente deciden continuar o no el tratamiento. (González,
2017)
3.- Otra característica del trabajo con niños pequeños, es la imperiosa necesidad de
utilizar técnicas e instrumentos accesibles a su lenguaje y que, a su vez, resulten lo más
naturales y cercanas posible a sus intereses. No toda actividad es forma dora de la
personalidad, sino fundamentalmente aquella que adquiere sentido psicológico para el
sujeto, al vincularse a su sistema de motivos y necesidades. Por esta razón, la actividad
constituye una vía de formación de la subjetividad y se convierte en instrumento que
posibilita su diagnóstico y tratamiento. Esto es definido como actividad rectora, concepto
que hace referencia a un tipo de actividad que influye, de forma determinante, en el
desarrollo psicológico, en el contexto de una etapa dada. En las edades preescolares, la
actividad rectora es el juego, por lo que el psicoterapeuta infantil debe hacer un uso
efectivo de las actividades lúdicas, tanto para “ganarse” al niño al ofrecerle una actividad
que resulta natural y atractiva para él y en la cual esté dispuesto a participar, como para
interpretar y comprender lo que está diciendo abierta o simbólicamente, ya que se trata de
una información a la cual no se hubiera podido llegar de otra manera, e inclusive, para
enseñarle formas más productivas de comportarse en la vida cotidiana Diversos autores
han destacado la importancia del juego dentro de la clínica infantil. el juego en la
psicoterapia sirve para facilitar la relación con el niño, la libertad de expresión y para
ponerlo frente a una situación determinada. Es un medio con el que el terapeuta puede y
debe contar para optimizar su comunicación con el pequeño, muy eficaz cuando se es
capaz de manejar productivamente la fantasía infantil. Se hacen referencia a la
personificación de las imágenes del mundo interno en el juego o los juguetes mediante la
proyección. El juego es una experiencia creadora siempre, es una forma básica de vida.
El juego tiene propiedades terapéuticas que favorecen cambios cognitivos y conductuales,
constituye no sólo un medio para aplicar otros procedimientos terapéuticos, sino que es
terapéutico en sí mismo, y permite abordar diversos objetivos tales como la identificación
de emociones; el reconocimiento de las relaciones entre pensamiento-emoción-conducta,
el modelado, el control de impulsos, etc.
Entre sus principales beneficios, destaca: los elementos fantásticos, pues el niño crea
situaciones imaginarias que guardan una estrecha relación con la realidad; la imitación, al
representar personajes y situaciones que reflejan roles de la vida social que conoce, en la
que pueden aflorar lazos de ambivalencia o de reproducción de una situación de conflicto
o daño; la sujeción a reglas, ya que permite organizar la actividad y, al mismo tiempo, le
aporta carácter de reto aumentando la motivación hacia la misma; y el disfrute y placer en
sí mismos, pues propician un ambiente agradable asociado a la acción psicoterapéutica.
Por tanto, la utilización del juego y sus diferentes variantes, constituye una alternativa de
intervención eficaz en la clínica psicológica infantil. (González, 2017)

CONCLUSION.
Creo que la población infantil tiene algunas particularidades que hacen un poco
complicada la psicoterapia infantil. Esta exige al profesional, en primer lugar, entender el
continuo desarrollo del niño y la influencia de los múltiples factores para poder realizar la
caracterización de su SSD y, fundamentalmente, de su ZDP, pues en base a esta, podrá
concretar los objetivos terapéuticos. Como segundo lugar, el comprender que el acceso al
niño se encuentra bajo influencia en todos sentidos por la familia y que, por tanto, no sólo
es necesario motivar a niños y a padres con el tratamiento sino, de ser posible, integrarlos
a él. Y en tercer lugar, contar con un bagaje importante de técnicas e instrumentos para el
diagnóstico y tratamiento del niño, que resulten accesibles a su lenguaje y acordes a su
sistema de necesidades y motivos. En este sentido, se considera que la combinación de
las técnicas creativas no verbales con cuentos terapéuticos, constituye una excelente
alternativa para el tratamiento de las alteraciones emocionales y del comportamiento
infantil, pues además de su gran valor terapéutico, son fácilmente llevadas a contextos
lúdicos y propician la actividad grupal. (González, 2017)

Referencias
Cabrera, R. C. (2021). RETOS DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA INFANTIL FRENTEAL BIENESTAR
PSICOLÓGICO DE NIÑOS Y ADOLESCENTES. LAa Habana , Cuba.

González, O. d. (Febrero-Julio de 2017). Psicoterapia infantil: elementos distintivos y propuesta de


intervención. Mexico, Mexico.

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