Antecedentes Histoicos Sindicatos
Antecedentes Histoicos Sindicatos
Antecedentes Histoicos Sindicatos
En el presente Ensayo se habla sobre los antecedentes del derecho del trabajo en
diferentes momentos históricos como los son la revolución francesa, la revolución
industrial, el movimiento obrero y sobre la creación de la organización internacional del
trabajo.
El derecho laboral es una rama del derecho formada por un conjunto de normas
jurídicas que se establecen en la relación entre los trabajadores y los empleadores. Lo
constituyen preceptos de orden público y legal, que se basan en la premisa de
asegurarle a quien trabaja un pleno desarrollo como persona y una integración real a la
sociedad.
Antecedentes del derecho del trabajo
Revolución francesa
En el siglo. XVIII se formulan nuevas ideas para reconstruir la sociedad y romper con las
tradiciones y supersticiones. Esta nueva visión mas tarde se llamaría Iluminismo, Ilustración,
Era de las Luces, Era de la Razón. Algunos reyes compenetrados con estas nuevas ideas
tratan de aplicarlos a asuntos de Estado. Nace el Despotismo Ilustrado, de Carlos III de
España, Catalina II La Grande de Rusia.
Pero mas no es así en Francia. La clase campesina estaba en completo abandono, había
obstrucción del trabajo artesanal, carencia de derechos cívicos de la clase rica e ilustrada,
despilfarro de la Corte, desigualdad en los impuestos, estos recaían mas sobre los que no
tenían tierras, los burgueses, los artesanos, los campesinos; estando exentos los nobles y el
clero. La revolución estalla el 14 de julio de 1789 con el asalto a la cárcel de Bastilla.
(Machilado, s.f.)
En febrero de 1848, el gobierno provisional francés publica un decreto en el que se
compromete a “garantizar la existencia del obrero a través del trabajo”. Durante los meses
siguientes, tiene lugar en la Asamblea Nacional un largo y enérgico debate sobre el derecho al
trabajo. El objetivo del texto es explicar el sentido de este derecho en ese momento histórico.
¿Consistía en el compromiso por parte del Estado de dar un trabajo a los desempleados? ¿O
era, en cambio, una reivindicación más ambiciosa? ¿Tiene acaso algo que ver el derecho al
trabajo de 1848 con la idea de que los trabajadores tienen derecho a los frutos de su trabajo?
Para responder a estas preguntas nos remontaremos a la Revolución Francesa, cuando el
discurso de los derechos irrumpe con fuerza en la escena política, e iremos trazando algunas
de sus transformaciones en los años sucesivos. (Benito, s.f.)
Revolución Industrial
El derecho laboral encuentra su génesis en los “abusos” que durante la Revolución
Industrial padecieron los trabajadores en las fábricas inglesas. Desde entonces, los derechos
de los trabajadores han sido el principal caballo de batalla de los socialistas para procurar
defender al proletariado de las opresoras garras del gran capital. Así, se denominan
“conquistas sociales” a la jornada de 8 horas, las vacaciones, los sistemas de pensiones, el
sueldo mínimo, las leyes de seguridad en el trabajo, entre otras. (Cabieses, 2013)
La Revolución Industrial dio origen a nuevas relaciones de trabajo, pues los trabajadores
pasaron a desempeñarse, en los establecimientos de propiedad de sus empleadores en lugar
de hacerlo en sus domicilios, sometidos a exigencias de orden y coordinación con las máquinas
y con sus compañeros de labor hasta el momento desconocidas. A esto se agregaba que la
introducción de la máquina hacía posible el trabajo de niños y mujeres que ingresaban al
mercado de trabajo en competencia con los adultos varones, lo que sumado a la mayor
productividad alcanzada por las máquinas ocasionaba la existencia de enormes contingentes
de trabajadores desocupados cuya condición era aún más mísera, y que podían sustituir a
cualquier asalariado que protestara por sus condiciones de trabajo. Esta nueva organización
del trabajo los sometía a condiciones de esfuerzo, horario, riesgos de accidentes,
enfermedades profesionales, falta de descanso y remuneración ínfima.
Fueron surgiendo en forma espontánea y esporádica diversos tipos de protestas, como las
manifestaciones, la huelga, la ocupación de fábricas y el sabotaje, que precedieron a la
formación de organizaciones de trabajadores (los sindicatos).
El ejercicio del poder político por representantes de los sectores sociales beneficiarios de esta
situación aseguraba su mantenimiento. En nombre de la libertad individual se sostenía que los
Estados no debían legislar interfiriendo en la "libre contratación" entre empleadores y
trabajadores. La intervención del Estado en los conflictos laborales se limitó durante mucho
tiempo a la represión de las protestas, consideradas ilícitas, mediante la acción policial o militar.
Movimientos obreros
El movimiento obrero surge de la Revolución industrial como consecuencia de la falta de
derechos que los trabajadores tenían en las fábricas. La lucha de los obreros contra situaciones
de injusticia fue el germen del futuro movimiento obrero que se concretará en la asociación de
campesinos y obreros con el fin de conseguir una mejora de su situación mediante la actividad
política y social. El proletariado industrial será el impulsor del movimiento obrero organizado.
Durante la primera etapa de la industrialización, los empresarios tenían plena libertad para fijar
las condiciones laborales de sus trabajadores. Los salarios eran tan bajos que no alcanzaban
para una vivienda digna o para poder subsistir todos los miembros de una familia. Si por
enfermedad, accidente o despido perdían su empleo, no existía ningún tipo de subsidio público
para estos casos.
Se inició en Inglaterra. Cuando surgió la revolución industrial una de las primeras
consecuencias fue la creación de fábricas en las que se buscaba rentabilizar al máximo la
producción, por lo que había un exceso de mano de obra disponible para trabajar. Al no existir
todavía ningún tipo de legislación que regulase la actividad industrial, los trabajadores se veían
obligados a realizar unas jornadas de trabajo de más de doce horas, los niños también
trabajaban y, además, eran unos de los objetivos más atractivos para los empresarios porque
sus salarios eran sustancialmente inferiores a los de los adultos.
Una de las primeras reacciones contra este mercantilismo fue la destrucción de máquinas, a las
que se responsabilizaba de la pérdida de la capacidad adquisitiva del pequeño artesano y las
hacían culpables del paro. La máquina simbolizaba todo aquello que el trabajador rechazaba y
su destrucción era un buen modo de presionar a los empresarios. La reacción del gobierno
británico fue la de imponer severos castigos. Buena parte de la historia del movimiento obrero
ha estado marcada por la persecución y la clandestinidad. Sólo a partir del año 1825 se
permitió la creación de sindicatos en Gran Bretaña.
Quizá el concepto más significativo en el que se basó el crecimiento del movimiento obrero
organizado fue la lucha de clases. Esta supuso la toma de conciencia de los trabajadores de
que pertenecen a una clase social diferente que sus patronos y que para mejorar su situación
el camino más adecuado era el de la lucha. Sin duda, la principal arma obrera en esta lucha de
clases ha sido la huelga, en la que los trabajadores tratan de convencer a los patronos de sus
exigencias mediante una demostración de fuerza de los trabajadores, paralizando la
producción. (ocw, s.f.)