La ecoeficiencia es una estrategia empresarial que busca reducir el uso de recursos naturales y la contaminación asociada a los procesos productivos a lo largo de todo el ciclo de vida de los productos. El Ministerio del Ambiente está trabajando para promover la ecoeficiencia en instituciones públicas, municipios, empresas y escuelas. La ecoeficiencia ofrece oportunidades para las empresas de crear valor económico al mismo tiempo que reducen los impactos ambientales.
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
37 vistas8 páginas
La ecoeficiencia es una estrategia empresarial que busca reducir el uso de recursos naturales y la contaminación asociada a los procesos productivos a lo largo de todo el ciclo de vida de los productos. El Ministerio del Ambiente está trabajando para promover la ecoeficiencia en instituciones públicas, municipios, empresas y escuelas. La ecoeficiencia ofrece oportunidades para las empresas de crear valor económico al mismo tiempo que reducen los impactos ambientales.
La ecoeficiencia es una estrategia empresarial que busca reducir el uso de recursos naturales y la contaminación asociada a los procesos productivos a lo largo de todo el ciclo de vida de los productos. El Ministerio del Ambiente está trabajando para promover la ecoeficiencia en instituciones públicas, municipios, empresas y escuelas. La ecoeficiencia ofrece oportunidades para las empresas de crear valor económico al mismo tiempo que reducen los impactos ambientales.
La ecoeficiencia es una estrategia empresarial que busca reducir el uso de recursos naturales y la contaminación asociada a los procesos productivos a lo largo de todo el ciclo de vida de los productos. El Ministerio del Ambiente está trabajando para promover la ecoeficiencia en instituciones públicas, municipios, empresas y escuelas. La ecoeficiencia ofrece oportunidades para las empresas de crear valor económico al mismo tiempo que reducen los impactos ambientales.
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 8
ECOEFICIENCIA
La ecoeficiencia es una oportunidad para hacer negocios, promover las
inversiones, crear puestos de trabajo, abrir nuevos nichos de mercado y asumir la responsabilidad empresarial hacia el ambiente y la sociedad. Por ello, la promoción de la actividad empresarial es política de Estado.
El Ministerio del Ambiente está trabajando en cuatro líneas de acción en cuanto
Ecoeficiencia: marco de análisis, indicadores y experiencias
Introducción
Una de las maneras en que se plantea el proceso de avance de los países
hacia un desarrollo sostenible en la industria, o al menos, más sostenible, es adoptar un enfoque de sus procesos en lo que se ha llamado la ecoeficiencia. La ecoeficiencia se apoya en dos pilares: 1. reducir la sobre explotación de los recursos naturales (lograr un uso más sostenible) y 2. disminuir la contaminación asociada a los procesos productivos.
Pero apunta aún más allá: busca un incremento de la productividad de los
recursos naturales, así como a reducir los impactos ambientales a lo largo de todo el ciclo de vida de los productos. El lema “producir más con menos” es común a todas las aproximaciones al tema. Tal enfoque no es una novedad strictu sensu en lo que ha sido la historia de la formulación de políticas ambientales desde que en 1972, con la Conferencia de Estocolmo, se lanzó al mundo la preocupación por el deterioro ambiental. Desde entonces han ocurrido desarrollos importantes en casi todos los países del mundo, que han implantado arreglos jurídicos e institucionales que han dado pie, posteriormente, a la implementación de estrategias y políticas para impulsar el tema ambiental; lo que se ha traducido a su vez en planes, programas y regulaciones para lidiar con los múltiples y complejos aspectos que conlleva la problemática del medio ambiente y los recursos naturales. La evolución del enfoque “ambiental” al de “sostenibilidad”, impulsado a nivel también mundial por la Conferencia de Río de 1992, trajo consigo la incorporación de nuevos actores en un esfuerzo que hasta entonces aparecía casi exclusivamente como una misión del estado, una materia de política pública. En la Conferencia de Río se actualizaron los compromisos adquiridos por los estados y se incorporó activamente a otros actores que hasta entonces habían permanecido al margen, entre ellos el empresariado. La necesaria simbiosis entre lo económico, lo social y lo ambiental que la sostenibilidad implica significó para muchos sectores, en particular los productivos privados, una manera de enfocar el tema desde una perspectiva más positiva. Dejan de ser los “malos” para ser, si no los “buenos”, al menos protagonistas respetables del proceso de mejoramiento ambiental, en un contexto en que sus objetivos de producir, generar empleo, obtener ganancias e invertir no aparecen como nuevos enemigos del medio ambiente, sino como aliados. Es así como nacen y se desarrollan en la década de los 90 conceptos como la “producción más limpia” y la ecoeficiencia que intentan traducir este aporte de los sectores productivos a la práctica de la gestión ambiental en la empresa, particularmente la productiva. Para algunos los conceptos son equivalentes, sin embargo, hoy en día se hace una diferencia que responde al distinto punto de vista de las iniciativas: la producción limpia es una estrategia de política pública que es impulsada desde los gobiernos para embarcar a sectores productivos en una tarea de cumplimiento y superación de las exigencias de la regulación. En tanto la ecoeficiencia es una estrategia corporativa, una iniciativa empresarial, fundamentalmente privada; pero que cuenta con cada vez mayor apoyo de la instancia pública. Operar de manera ecoeficiente significa pues aunar los conceptos de desarrollo económico sostenible y protección ambiental, en un marco de aplicación a procesos concretos del sector productivo. La ecoeficiencia por eso ha sido calificada de una nueva “revolución tecnológica”. La ecoeficiencia es la manera en que se mide la vinculación entre economía y medio ambiente en una perspectiva práctica de la sostenibilidad. En muchos casos, es importante recalcarlo, el estado se hace parte de una estrategia de ecoeficiencia, apoyándola e impulsándola, ya que sus promotores se transforman en aliados importantes de la acción pública de protección del medio ambiente y uso de los recursos naturales. Cabe mencionar además que la ecoeficiencia no es simplemente un híbrido entre la ecología y la eficiencia económica o técnica. Es un enfoque que apunta a desarrollar acciones “de tal forma que el bienestar de la sociedad aumente y, al mismo tiempo, los perjuicios sobre el medio ambiente disminuyan” (Gobierno Vasco, 2003). Es éste un punto de vista importante para conocer hasta qué punto los gobiernos se hacen cargo, a través de las políticas públicas, de avanzar hacia un desarrollo más sostenible. Hay, pues, también, una visión de política pública de la ecoeficiencia. Hay otro punto a destacar, que tiene que ver con la manera en que la ecoeficiencia se asume como aliada de la política pública. Tal impulso no puede enfocarse tan sólo desde la perspectiva del gobierno nacional, que establece políticas de aplicación global que se han revelado en muchos casos inútiles o inaplicables. Es justamente a los niveles inferiores, provincial o local (municipal), donde los avances en ecoeficiencia, en ámbitos territoriales muchos más limitados, pueden ser más sujetos de control. Algunos ejemplos se presentan a lo largo de esta recopilación. Ahora bien, la ecoeficiencia debe ser medida y evaluada, de allí la necesidad de establecer un conjunto de indicadores que puedan dar una visión cuantitativa de los avances o retrocesos. Estos indicadores de ecoeficiencia tienen por objeto, en forma genérica, reflejar las presiones que se ejercen sobre el medio ambiente como consecuencia del desarrollo económico. Por cierto, su evolución dará una imagen y una tendencia respecto a cómo se comportan los países en la materia, tanto los gobiernos (nacionales, provinciales, locales) como los sectores productivos privados. Menor utilización de los recursos naturales (materiales y energéticos) y mayor productividad en los usos; y menores impactos ambientales debidos al crecimiento económico, son los elementos que confluyen para la definición de los mejores y más útiles indicadores de ecoeficiencia, pero aplicados a situaciones específicas y con propósitos concretos, no definidos a priori según su factibilidad de construcción. De allí que los indicadores de ecoeficiencia no son en general establecidos de manera arbitraria por las compañías sino como instrumentos de apoyo a sus políticas de desarrollo sostenible. Tal vez el aspecto más débil sea el social. En este sentido es altamente interesante el planteamiento siguiente: “En lo que se refiere al punto de vista social, se debe aplicar el concepto de ecoeficiencia social a través del estudio de estrategias orientadas al incremento del empleo, al incentivo a la creación de empresas, al incentivo a nuevos emprendimientos, al apoyo al entrenamiento orientado a tecnología industrial básica, a la capacitación de empresarios emprendedores y administradores de negocios. Es preciso también que las empresas sean capaces de ejercer su influencia, junto con los gobiernos, sea a través de cambios en la legislación u otras más radicales, para revertir el cuadro del desempleo; una intervención inteligente y orquestada se hace necesaria, tanto para el mantenimiento de los empleos actuales como para la creación de nuevos. Respecto a la educación, con certeza, su estructura, infraestructura y condiciones actuales, deberá estar también integrada a los nuevos conceptos del desarrollo. Lo cual es fundamental para tornar irreversible el proceso de reinvención del desarrollo” (Almeida, 1998).1 En otras palabras, hay una tarea pendiente que no puede ser considerada secundaria, que es la responsabilidad que tienen las grandes corporaciones por “derramar” sus logros en materia de ecoeficiencia más allá de las fronteras de sus unidades productivas o sus canales de comercialización, sobre todo cuando sus políticas de expansión las han llevado a instalarse en países de menor desarrollo relativo y con problemas sociales a veces agudos. Por último, la ecoeficiencia es uno de los movimientos más expandidos en la actualidad para colocar la necesaria y fundamental colaboración público-privada en el centro de las estrategias de sostenibilidad, en un contexto global de crecimiento económico y desarrollo de los mercados que va más allá de las fronteras nacionales. Ya esto es un argumento suficientemente importante como para hacer de la estrategia un punto de inflexión en el enfoque que el sector empresarial ha tenido respecto al tema ambiental. Sin embargo, existe otro aspecto no menos crucial, que es el del financiamiento de la política ambiental y el desarrollo sostenible. Los esfuerzos del sector privado en materia de ecoeficiencia aportan sin duda con alivios a los esfuerzos públicos por optimizar los recursos destinados a la protección del medio ambiente y los recursos naturales, sobre todo los de dominio público (áreas protegidas, parques industriales, biodiversidad). Aunque estos alivios provenientes de alguna empresa privada aislada puedan ser sólo incrementales y a veces marginales, no cabe duda que en su conjunto pueden llegar a hacer aportes significativos, sobre todo en el contexto de las dificultades gubernamentales que hay para dotar adecuadamente de recursos y capacidad operativa a las autoridades ambientales nacionales. Y en este plano, América Latina y el Caribe es un caso dramático de debilidad de las instituciones públicas ambientales.
1. Concepto de ecoeficiencia
1.1. Marco general Tal como se ha señalado, la ecoeficiencia se mueve en
un campo más amplio que la protección del medio ambiente o el control de la contaminación, las formas tradicionales de tratar los problemas de la responsabilidad de los sectores productivos en su contribución a la calidad de vida de la población. Tal enfoque se asocia normalmente a regulaciones y controles, cuando no a costos adicionales para la empresa, que no siempre puede asumir ni tampoco traspasar a los precios de sus productos, sobre todo en mercados altamente competitivos. La ecoeficiencia apunta claramente no sólo en esa dirección sino también en el tratamiento de los recursos naturales, tanto materias primas como insumos energéticos. Es un enfoque que se interna en la operación las empresas mismas y no se queda en las externalidades (emisiones, efluentes, residuos), forma tradicional de tratar el tema. De allí que el concepto tenga las dos caras que se señalan a continuación. Recursos naturales Uno de los aspectos que diferencia claramente a la ecoeficiencia de otros enfoques de sostenibilidad como la producción limpia, es la importancia que asigna al tema específico del uso de los recursos naturales como elemento del desarrollo económico. En este plano caben tres dimensiones principales: a) El uso de los recursos naturales sea agua, materias primas, y energía; b) La provisión de servicios ecológicos, en particular para contribuir a la vida del ecosistema y absorber los desechos de la actividad económica; y c) La protección de la diversidad biológica. Los indicadores de ecoeficiencia de recursos naturales buscan así medir el uso absoluto de estos recursos, y los aumentos o disminuciones de productividad asociados, como un elemento para definir políticas de sostenibilidad. Estos indicadores no son diferentes de aquellos utilizados en la mayoría de las propuestas de indicadores de sostenibilidad desarrollados por organismos internacionales o países, como es el caso de las propuestas de la OECD, por ejemplo. Sin embargo, su alcance es limitado a las necesidades de la empresa o la dimensión territorial de sus aplicaciones. No tienen esa pretensión de universalidad de los indicadores de sostenibilidad, entendidos como instrumentos de información para la política pública De paso, es importante tener en cuenta que los indicadores de sostenibilidad parecen haber conocido una fortuna más bien efímera, ya que no han tenido la aceptabilidad necesaria como para transformarse en la base para la toma de decisiones en materia de medio ambiente global. Algunos se han utilizado en reemplazo de los indicadores ambientales, pero la complejidad para aunar los factores ambientales, económicos y sociales más allá de ejercicios globales ha hecho que se vuelva a los indicadores ambientales tradicionales, más prácticos al momento de hacer el seguimiento de las políticas ambientales. Contaminación La ecoeficiencia es un concepto que nace en la Eco 92, en Río de Janeiro, como una propuesta fundamentalmente empresarial. Es una expresión acuñada por el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (CEMDS), como una manera de embarcar de manera más proactiva a los sectores privados en una senda de sostenibilidad. Se le considera por eso, al inicio, como equivalente a la producción limpia, que sin embargo se asocia más a políticas públicas y a temas de contaminación, como se señaló antes. Es por ello que este concepto estuvo desde su origen más ligado a los temas del alivio o recuperación del deterioro ambiental. En este marco, los indicadores de ecoeficiencia no son tampoco demasiado diferentes de cualesquiera indicadores que buscan reducir la contaminación, entendida como la superación de los estándares establecidos para lidiar con determinadas emisiones que afectan al medio ambiente. En todo caso, no pretenden ser representativos de la totalidad de los efectos contaminantes, como sería el caso de los indicadores de desarrollo sostenible o de sostenibilidad, de limitado uso práctico muchas veces y a menudo cuestionados políticamente. Los indicadores de ecoeficiencia son en este sentido más limitados a problemas a resolver, poseen un fuerte carácter técnico y permiten una relativamente sencilla o directa comparabilidad. avanzar en la sostenibilidad, procurando así aunar los esfuerzos públicos y los privados. En concordancia con lo anterior, los principios que la OECD plantea para avanzar hacia un desarrollo sostenible se formulan así: • Favorecer la integración de las políticas gubernamentales, • Dejar que las fuerzas del mercado desempeñen un papel más importante, • Cumplir con los compromisos internacionales, • Mejorar la rentabilidad, la transparencia y la responsabilidad de las políticas ambientales. En este esfuerzo, es interesante este planteamiento: “La eficacia del seguimiento de los avances mediante el uso de datos e indicadores ambientales ya ha sido probada. En el futuro, será todavía más importante ya que servirá para medir los resultados obtenidos tras la aplicación de las políticas ambientales, para identificar las deficiencias surgidas en cualquier departamento gubernamental, y para seguir más de cerca la puesta en marcha de las políticas ambientales por parte de las partes interesadas. Los países miembros que reconozcan el interés de evaluar su propia ecoeficiencia podrían promover el uso de este mismo planteamiento a las autoridades subnacionales, sobre todo en los países dotados de un sistema federal” (OECD, 2002). Se trata, por cierto, del aprovechamiento de los esfuerzos privados para hacer avances y ajustes en materia de política pública, entendiendo que la alianza público-privada es fundamental para lograr la integración entre los aspectos económicos y ambientales, que, junto con los sociales, constituyen la base de un desarrollo sostenible apoyado en el esfuerzo de los sectores productivos. No menos significativa es la recomendación de la OECD para prestar atención a los niveles inferiores de la institucionalidad (estadual, provincial o local). 3. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) El BID, a través del Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) ha tomado el tema de le ecoeficiencia como parte de su programa del desarrollo de clusters de proyectos. Conceptualmente, se trata de conseguir ecoeficiencia a través de una producción más limpia y la expansión de las prácticas de gestión ambiental.
El Desarrollo Sostenible Es Un Concepto en Continua Evolución Que Genera Una Búsqueda de Formas de Progreso Que Satisfaga Las Necesidades de Hoy Sin Hacer Que Sea Difícil Para Las Generaciones Futuras Satisfacer Las Suyas Pr