Tamanes Rev China
Tamanes Rev China
Tamanes Rev China
), Alianza Edi-
996.
n, for the third
vst, 9.IH.1998.
i fry», Business
>er?>>, Financial
Un inmenso país (9,2 millones de km2), sólo menor por su superficie que la
ex-URSS y Canadá. La nación más poblada de la Tierra, con 1.330 millo
nes de habitantes (2009). Y una de las unidades políticas y culturales más
viejas de la Historia, pues en la tercera centuria a. J.C., el pueblo chino for
maba ya un gran Imperio, que a lo largo, de los siglos dio al mundo nu
merosas e importantes muestras dé su genio en invenciones y técnicas: el
papel, los precedentes de la imprenta, la pólvora, la porcelana, la seda, la
brújula, el uso de los abonos, la rotación de cultivos, etc. Así como aporta
ciones filosóficas tan notables como las de Confúcio, Mencio, Lao-Tsé...
Los primeros' contactos directos de la Historia moderna entre China y
Occidente —aparte de Marco Polo en el siglo xm, que llegó a la ciudad de
Shansdu en 1275, regresando a Venecia en 1295— se debieron a los na
vegantes portugueses (1516), que ya en 1533 establecieron su factoría en
Macao 2. En realidad, desde los tiempos de Roma hubo un comercio con
! Para una visión más amplia de China, Ramón Tamames, El siglo de China. De Mano
a primera potencia mundial, Planeta, Barcelona, 4.a edición, 2008. En libro de bolsillo
con un prólogo y un epílogo de actualización en Booket, Barcelona, 2008.
2 Para una visión histórica de China puede verse W. Eberhard, A History o f China,
Routledge & Kegan, Londres, 1952:
537
Las grandes potencias económicas
538
í:
i;fl?
'"e-:« ^opiilar China
539
Las grandes patencias económicas
3 Las biografías sobre Mao son ya muy numerosas. No falte, entre ellas la habitual de R.
Payne (autor de otras sobre Marx, Lenin, etc.): Portrait o f a Revolutionary: Mao Tse
Tung, Abelard-Schumann, N ueva York, 1961. Para la vida y la obra doctrinal de Mao
hasta 1949 contamos en lengua española con el libro de Jerome Chen (Mao y la Revolu
ción china, Oikos-Tau, Barcelona, 1967). También es de interés la obra de L. M. Chas-
sin, La conquista de China p o r Mao Tse Tung (Alianza Editorial, Madrid, 1966).
540
22. Itepúlstka Popular China
4 Un buen resumen sobre «La Larga Marcha» puede verse en el interesante y apasiona
do libro de Claude Roy Clefs pour la Chine, Laffont, París, 1953.
541
no al Kuomintang. Marshall, a quien nos referimos extensamente en el ca- j
pitillo 2 de este libro, supo apreciar cabalmente en el campo nacionalista
los fenómenos generalizados de desconfianza, inflación, corrupción, luga
de capitales y moral de derrota. El General estadounidense tomó la más sa
bia de las decisiones: no implicarse en lo que habría sido una guerra impo
sible en China. Y en consecuencia, abandonó al corrupto Chang, y desvió
su atención a Europa (el Plan Marshall), para salvar allí la victoria de la
SGM, frente a las apetencias expansionistas de Stalin.
En el nuevo contexto, el desplome de los ejércitos nacionalistas no tardó
en producirse ante la presión creciente del ELP, armado en buena parte con j
los stocks y los arsenales que los japoneses habían dejado en Manchuria en |
manos de los soviéticos, así como con las propias armas norteamericanas I
arrebatadas al enemigo. El 1 de octubre de 1949, en Pekín, Mao Tse Tung i
proclamaba la República Popular China en la histórica plaza de Tiananmen. j
Salvo el Tíbet —que pasaría a control de Pekín en 1950, y Formosa (Tai- j
wán), retenida por Chang con el apoyo de EE.UU.—, toda la inmensidad de j
China quedaba unificada y en paz tras más de un siglo de convulsiones y j
veintitrés años de guerra civil combinada con ocho años de guerra con Ja- !
pón. Tras veintinueve años, el PCCh, basándose en los campesinos y en el j
ELP, llegaba al poder efectivo en 1949. Así se abrió una nueva y revolucio- j
naria página de la historia china. j
Pero antes de entrar en el análisis de las grandes transformaciones ope- j
radas por la Revolución China, debemos hacer un breve paréntesis sobre la j
estructura económica y social de la China tradicional, y sobre la política de |
aislamiento preconizada por EE.UU. contra la nueva China.
Según una estimación de las Naciones Unidas, en 1947 la renta per cápita
de China era de sólo unos 40 dólares por año, la mitad que en la India y
muy por debajo de los 250 dólares per cápita del promedio mundial de en
tonces6.
542
t
22 , Popular China
543
*
,ss g ra fía s patencias econ*
-'rm ifilación con su máximo líder, Mao Tse Tung, y el ELP, que en su
avance hacia el Sur había iniciado la entrega de las tierras a los campesinos,
consumando así la definitiva extinción de los terratenientes y los usureros
como clase explotadora más numerosa.
Pero frente a esta ventaja comparativa, no tardó en surgir otra de carácter
negativo. La situación de aislamiento internacional contra China, un ele
mento que pasamos a analizar, y sin cuya debida comprensión no sería po
sible entender los sucesivos desarrollos de toda la economía y la política de
la República Popular China. Un aislamiento que, por otro lado, hizo aún
más difícil para los occidentales el conocimiento de lo que en verdad suce
día en China, convertida en el más enigmático coloso, rodeado por una es
pecie de «cordón sanitario» internacional que, ciertamente, fue cediendo en
su eficacia hasta desaparecer en la década de 1970.
544
enfriamiento progresivo de las relaciones con la URSS. Esas fricciones, a
las que nos referiremos in extenso más adelante, desembocaron finalmente
en una verdadera escisión del movimiento comunista internacional.
El viejo propósito de Sun Yat Sen, expresado en uno de sus slogans preferi
dos, «la tierra para los campesinos», no pudo ser llevado a la práctica en
vida del fundador del Kuomintang, y ni siquiera se aspiró a materializarlo
por sus corrompidos sucesores. Fueron los comunistas, según ya vimos,
quienes pusieron en marcha la experiencia de la reforma agraria durante la
década de 1930 en las «zonas liberadas», coincidiendo con la guerra civil.
La reforma era la meta final de la inmensa mayoría del campesinado chino
que para Mao Tse Tung representaba el 70 por 100 en la ponderación de los
factores decisivos para realizar la Revolución.
Una vez configurada la República Popular poder por el PCCh, la refor
ma agraria se generalizó a todo el país, y a fines de 1953 estaba práctica
mente ultimada. El mecanismo básico consistió en la confiscación de todas
o parte de sus tierras a los propietarios ricos y medios, para su redistribu
ción entre los campesinos pobres y los obreros agrícolas asalariados. La re
forma, que se hizo a título individual, significó la difusión máxima de la
propiedad privada y la supresión definitiva de la clase terrateniente, de los
arrendamientos onerosos, de los salarios miserables y del crédito usurario.
En definitiva, la reforma supuso la adhesión de la inmensa mayoría del
pueblo chino — 120 millones de títulos de propiedad y unos 500 millones
de beneficiarios— a la causa de la revolución. Los políticos chinos, por pri-
7 Sobre los aspectos agrarios de la Revolución china son indispensables las obras de
Charles Bourrier {La Collectivisation de l ’Agriculture URSS, Chine, Démocraties Popu
laires, FNSP, París, 1958) y de René Dumont {Révolution dans la campagne chinoise,
Seuil, Paris, 1957).
545
Las gaftaes patencias ee^fioisiícss
547
Las grandes patencias económicas
a) La recuperación (1949-1952)
548
*
22, República PopüUr China
549
LaS §T3ñ'í~x fa s económicas
Estas criticas de Ma Yin Chu, y otras muchas que se suscitaron en tomo menos
a la política seguida durante el Primer Plan Quinquenal no fueron bien aco ayuda s
gidas oficialmente. Por el contrario, provocaron una viva reacción maoísta tivos?
de réplica a las actitudes liberalizantes y flexibilistas, a las que se calificó La c
de «economicismo». De hecho se estaba combatiendo no ya la amenaza de por las
una NEP, impensable en la China de 1957, sino del paso a China de las in clara es
cipientes tendencias a la liberalización económica. los cen
De hecho, se inició así una clara separación de los puntos de vista sovié mutuar
ticos, que habría de hacerse más ostensible en las sucesivas secuencias de 5 muy es
la Revolución china. La apertura de esa línea, integrada en la teoría de la i: en los ]
continua «contradicción» preconizada por M ao12, no tardaría en traducirse ; Sint
en un nuevo autodesafío de China, en lo que se llamó el «gran salto ade- ■ básicas
lanle».
551
Las granees ;Kdê*>eías ec&ftémfcâs
Tras los problemas del GSA, la recuperación económica se produjo más rá
pidamente de lo que en. Occidente se pensaba, y en 1964 China se encontra
ba de nuevo en condiciones de plantearse algo parecido a un nuevo gran
salto adelante con una doble alternativa. De un lado, estaba la postura de
Mao, partidario siempre de la lucha, del avance revolucionario, pero sin
duda transitoriamente debilitado en su prestigio y su influencia política por
el fracaso, al menos relativo, del GSA.
Debido a esas circunstancias, en septiembre de 1958, Mao había aban
donado la Presidencia de la República (ocupada desde enero de 1959 por
14 Maurice Niveau, Histoire des faits économiques contemporains, PUF, 2.a ed., Paris,
1969, pâg. 539. De grau interés también para esta fase es el libre de Edgar Snow La
Chine en Marche, version francesa, Stock, Paris, 1963.
552
*
»úbiíea Popular China
Liu Shao Ki), aunque conservó la Presidencia del PCCh. Y entre 1962 y
1964 se gestó dentro del Partido el enfrentamiento de Mao y sus adictos
con la fracción encabezada por el propio Liu Shao Ki y Peng Chen (alcalde
de Pekín). La polémica se convirtió en septiembre de 1965 en lucha abierta
por el control efectivo del PCCh. Mao, con parte del Comité Central (fun
damentalmente Chu En Lai y Lin Piao), marchó a Shanghai, desde donde
puso en marcha la «Revolución Cultural», masivamente respaldada por la
juventud — «Guardias Rojos»—, que con diversas alternativas se mantuvo
en ebullición a lo largo de 1966, 1967 y 1968.
En pocos textos como en la entrevista que el sinólogo Edgar Snow le
hizo en enero de 196515, puede apreciarse el estado de ánimo de Mao poco
antes de esos acontecimientos. En aquella ocasión se expresaba en términos
de duda, y todavía sin una previsión clara sobre el futuro. Vacilaba entre
abandonar y retirarse, o seguir en la brecha. «Los chinos que ahora tienen
veinte años —dijo, según el citado testimonio de E. Snow— no lucharon en
la guerra, nunca vieron a un imperialista, ni conocieron el poder del capita
lismo... Hay dos posibilidades. Es posible que continúe desarrollándose la
revolución orientada hacia el comunismo, o bien la juventud podría negar
la revolución y ofrecer un lamentable espectáculo: concertar la paz con el
imperialismo, promover el retomo de los restos de la camarilla de Chang
Kai Chek, y apoyar a la pequeña proporción de contrarrevolucionarios que
todavía viven en el país.»
La vacilación de Mao duró bien poco; la Revolución Cultural, de im
pregnación masiva de la juventud en la ideología de Mao, llegó a todo el
país. Ya en agosto de 1966 la balanza del poder empezó a vencerse clara
mente a favor de Mao y la Revolución Cultural. El 8 de ese mes, el Comité
Central del PCCh aprobó una Resolución sobre la «Gran Revolución Cultu
ral» que en dieciséis puntos apoyaba incondicionalmente a Mao, exaltando
su pensamiento hasta casi la deificación. Que la polémica era sobre todo
ideológica lo demuestra el escaso contenido económico de «Los Dieciséis
Puntos», de lo cual da una idea el número XIV —que reproducimos a con
tinuación—, el único en que se desarrollan algunos aspectos económicos, y
como se verá, muy generales16:
«La gran revolución cultural proletaria procura capacitar al hombre para
que revolucione su propio pensamiento, permitiendo de ese modo la reali
zación de tareas en todos los campos con resultados mayores, más rápidos,
553
mejores y más económicos. Si se moviliza por completo a las masas y se 2 2 .7
crean formas organizativas satisfactorias, es posible garantizar que la revo- i
lución cultural y la producción no se estorbarán mutuamente y que en todos i
los casos se obtendrá un trabajo de elevada calidad. La gran revolución cul- j ras ja
tural proletaria es una poderosa fuerza motivadora para el desarrollo de la { p ^ g aj p
productividad social de nuestro país. Es erróneo oponer la gran revolución 1 tjco y SOt
cultural al desarrollo de la producción.»17 | gógica n
En octubre de 1968, dentro de un proceso de aparente desorden, pero agricidtu
con su propia lógica, Liu Shao Ki fue depuesto de su cargo de Presidente C01
de la RPC, y al año siguiente, en 1969, con ocasión del IX Congreso del gro sj
PCCh, Mao recuperaba el pleno control del Partido, volviendo a ocupar la su 0£jet-,
presidencia de la República. ' de econo
La tesis final de Mao en el curso de la Revolución Cultural —que cierta- partlc
mente estuvo llena de incidentes a veces pintorescos, y de exaltaciones en sería, mei
muchos casos de matiz parafaseista en apariencia— era clara: «La marcha qUe sa
hacia el socialismo no es irreversible. En una sociedad socialista mal dirigí- nen \QS (
da puede asistirse a una vuelta atrás hacia el capitalismo, a través del revi- lograr el
sionismo. Es un peligro más insidioso que el de una acción contrairevolu- a esos ml
cionaria violenta, porque procede de una evolución pacífica que sustituye a Todo •
la revolución; desvía la dictadura del proletariado hacia el revisionismo, n¿sta
que se ve favorecido por una degeneración de la dirección del Partido y del ! tomado 1
Estado. Esa situación ya se ha producido en Yugoslavia; está en trance de ; mente lo
repetirse en la Unión Soviética.» Eran palabras, proféticas, a su gran amigo ¡as cua
Edgar Snow.
El 25 de octubre de 1971 China Popular fue admitida como miembro de \ p n |a
las Naciones Unidas, en el lugar antes ocupado por China Nacionalista. lectivizat
Así, se consagró mundialmente como gran potencia, con su puesto en el jes £] p¿
Consejo de Seguridad junto a los otros cuatro «grandes» (Estados Unidos, i nistrativa
URSS, Reino Unido y Francia). | parcela s
A partir de entonces —y con relaciones cada vez más normalizadas con macenes
EE.UU. tras el viaje de Nixon a Pekín en 1972—.China empezó a participar
en todas las grandes reuniones internacionales: la UNCTAD, la Conferen- ;
cia sobre el Medio Humano, en Estoeolmo (1972); la de Población de Bu- Bantam B
carest (1974), etc. En definitiva, la entrada de China en la ONU contribuyó v
• i 1973 (exis
a disminuir la tensión mundial A a la China
___________ na: la opii
17 Ibídem. John K. C
18 Para la presente sección se ha tenido en cuenta la siguiente bibliografía: Lucien Bo- 1973.
dard, Les plus grand árame du monde, la Chine, Gallimard, Pans, 1968. lean Pierre Para la
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554
. 22, ' ^ j China
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1973 (existe version española en Plaza y Janes, Barcelona, 1974). Vicente Talón, Viaje
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na: la opinión de un turista», en Perspectivas Económicas, n.° 3, 1973, págs. 18 a 21.
John K. Galbraíth, Pasajero en China, versión española, Plaza y Janés, Barcelona,
1973.
19 Para la presente sección se han tenido en cuenta la obra de Lynn Pan, «The New
Chinese Révolution», Hamish Hamilton, Londres, 1987; y las publicaciones de Beijing
Informa; y sobre todo mis propias apreciaciones, consecuencia del viaje que realicé a
China en el verano de 1987.
555
Las q m n ém patefiria» st^ n é m icsz
556
22. República P au tar China
557
Las «raíidas potencias econéímcs«
gen de la recesión de los países industriales del Norte durante los años
1990/92, China continuó creciendo a ritmos musitados.
ios años cuatro modernizaciones de Deng Xiaoping. Y al volver la página del siglo
y el milenio, llegó el mayor de los cambios, de la mano de Jiang Zeming y
Zhu Rongji, Presidente de la República y Primer Ministro, respectivamente.
En el esquema de entrada en la OMC, a la liberalización comercial, ya
comentada en el capítulo 5, se incluyeron los servicios —fletes, derechos de
propiedad, seguros, establecimiento de entidades financieras, etc.— para dar
o estuvo máxima flexibilidad a la economía. Y fundamentalmente habrá d e permitir
nbién en se la libre circulación d e capitales, suprimiéndose las fuertes restricciones
layor del imperantes con facilidades también en el derecho de establecimiento.
r a la;de Por lo demás, con la mayor afluencia de capitales foráneos surgieron
nuevas estructuras de propiedad; con mayor presencia de empresas multina
ealicé en cionales, y una mayor difusión de bancos extranjeros y otras entidades fi
nos tiem- nancieras. Igualmente, se abrió plenamente el tráfico de IT (Information
or 100 de Technologies), y de las demás actividades relacionadas con internet.
íficación En esa dirección de grandes reformas, están en marcha los preparativos
istrito ur- para crear un único mercado bursátil a escala de todo el país, lo cual plan
oreta. tea un serio problema entre los tres existentes en Hong Kong, Shanghai y
Shezhen. Debiéndose agregar en este punto que durante el año 2001 co
menzaron a cotizar en bolsa las grandes compañías estatales en una genera
ad lización ya total.
: Entrando ahora en una visión más amplia, y para damos idea de qué su
pone la liberalización financiera en China, subrayemos que la participación
or China
de las inversiones extranjeras directas en el total ha experimentado una evo-
e los pre-
| lución impresionante. Con la particularidad de que las aportaciones de tales
il de Ca
fondos además de constituir un complemento muy significativo del ahorro
mbre del
nacional, lleva aparejadas otras consecuencias de largo alcance en términos
ipitulo 5,
de tecnología, recursos humanos, management, marketing, etc.
vo socio.
En definitiva, la aceptación por China de nuevas reglas y la prestación
a: la pri-
de más sólidas garantías ha contribuido a que el capital foráneo crezca y al
unda, en
tiempo se diversifique. A tales efectos será bueno precisar que una gran
rra mun-
j parte del capital extranjero de los últimos 20 años ha procedido de Hong
Mao Tse
Kong y Taiwan (los chinos de ultramar). En un fenómeno particularmente
laron las
! intenso en Hong Kong, que literalmente se vació de fabricas en su territorio
para irse ai continente, a fin de polarizar en su propia demarcación como
uiblicô un Región de Régimen Administrativo Especial —desde la salida de los britá
ntroduzco nicos en 1997— su actividad en comercio internacional, finanzas, y nuevas
en un an-
tecnologías.
irvard.
Por lo demás, ha de señalarse también que los chinos de ultramar tienen
China, en
las máximas facilidades para desenvolverse en el continente, por razones de
s sobre tal
idioma, relaciones familiares —la fidelidad entre parientes reviste en China
<Will Chi-
cumentos,
la máxima importancia— , y el mejor conocimiento de la idiosincrasia lo
l.X . 1999. cal, en la que los foráneos tardan un tanto en entrar.
559
*
las grandes p a s a d a s e m m m ia a .t
560
Y last but not least, n o cabe dejar en el olvido la adopción de una políti
ca de derechos humanos —objeto ya de un primer acuerdo entre Jian Ze-
ming y Mary Robinson, la responsable del tema en las Naciones Unidas—,
con la revisión de las leyes penales; para, entre otras cosas, acabar un día
con la pena de muerte, que despiadadamente siega la vida de miles de chi
nos cada año; por delitos que en Europa Occidental a veces no superan el
nivel de meras infracciones administrativas.
Pero con ser importantes las dificultades reseñadas' en todo lo anterior, las
cuestiones decisivas de cara al futuro de China radican en su estructura so
cial y en las migraciones que puedan producirse en el futuro. En otras pala
bras, la República Popular es un país dual, de grandes desequilibrios, que
ha progresado de forma espectacular en Pekín, la costa del Pacífico (sobre
todo en las zonas económicas especiales) y en las grandes ciudades del in
terior. En el resto del territorio, el centro y el oeste, se vive con un nivel
tecnológico inferior y todavía con fuertes penurias inffaestructurales.
Ese dualismo no deja de ser un verdadero sarcasmo histórico, a poco
que se recuerde que la revolución de Mao la hicieron los campesinos, cuyo
nivel de vida sigue muy bajo; en pequeñas explotaciones de baja capitaliza
ción, y muchas de ellas en tierras áridas o en zonas montañosas, donde el
cultivo sólo es posible atenazando laderas en bancales; que son origen de
paisajes de gran belleza pero de escasa productividad. Por lo demás, una
parte muy considerable de la producción es retirada a los agricultores por
los organismos oficiales a bajos precios.
Los economistas chinos reconocen paladinamente tan fuertes desequili
brios, con gran proporción de ciudadanos en situación de pobreza, la in
mensa mayoría en las zonas rurales. Y con la finalidad de atenuar tal estado
de cosas, desde 1978 se pusieron en marcha los llamados programas para
aliviar la pobreza, que han contribuido a mantener la paz social; y que nun
ca cayeron en el nacionalismo necio de excluir los créditos tipo FAD, otras
formas de ayuda oficial al desarrollo (OAD) de los países más avanzados, e
incluso la asistencia humanitaria. Pero esas ayudas son insuficientes para lo
que se prepara: la mayor migración de todos los tiempos.
En la actualidad puede haber en China un contingente cifrable entre 50 y
100 millones de personas no oficialmente registrado; tal como se suscitó
con ocasión del censo del 2000. Pero el mayor problema es que a esos efec
tivos tan importantes se unirán las próximas migraciones, con la común
particularidad de que tanto los migrantes aún no inscritos en asentamientos
ilegales, como quienes van llegando a sus nuevos destinos también ilegal-
Lss graneles potencias económicas
562
*
22, República Popular China
563
9
cilitada por la creciente prosperidad de las áreas urbanas. En otras palabras,
al lado de la oligarquía del Partido y una burguesía ya consolidada, están en
surgiendo segmentos sociales equiparables a clases medias. Que sin duda ^
contribuirán a una transición razonablemente calma, sin grandes convulsio- [es
nes sociales. Sobre todo si el PCCh sabe conducir ese trance sin veleidades ¿0
de vuelta ai pasado, y si un día — como sucedió en España en 1976— se C0I
hace el harakiri político para dar paso a las libertades; En el sentido que
apuntamos, los dirigentes chinos, desde Den Xiaoping para acá, han sabido ma
ir adaptándose de manera muy dúctil a las necesidades del cambio, y a dife- C10
renda de la vía Gorbachov, optaron de manera decidida por la economía q0
primero. De lo cual fue un doloroso exponente el Tiananmen de 1989, y ec¡£
ahora la persecución de las sectas pararreligiosas y los ñacionalismos; pero <je
con indudables éxitos en la senda del crecimiento.
Esos antecedentes nos mueven a pensar que los dirigentes chinos van a
seguir siendo pragmáticos de aquí al futuro. Especialmente si se aprecia ajLl
que el PCCh no es una nomenclatura sino una organización de indudable t0D
eficacia para promover el crecimiento. A diferencia de lo que sucedió en <ja
los últimos tiempos de la URSS con el PCUS; y después con la propia di- cia
solución de la Unión Soviética, que se tradujo en el cambio de la clase díri- qUe
gente autoritaria a una estructura mañosa y sin principios morales de nin
guna clase. pr0
de
a c;
22.9 El futuro de China y de Asia ma
; drá
Recapitulando, cabe decir que durante treinta años hemos asistido al espec- cas
tacular crecimiento de China, desde la entrada en vigor de las «cuatro mo- es<
demizaciones» de 1978, con una expansión ulterior a un ritmo medio del igu
9,5 por 100 acumulativo anual, con el resultado de que el P1B en términos nal
reales se ha multiplicado por dieciocho en menos de una generación. El de •
crecimiento más impresionante de la historia, naturalmente con toda clase
de desequilibrios en su arrollador avance. las
En paralelo —y esto refuerza nuestra tesis de que los cambios hay que ing
hacerlos sobre la marcha, sin esperar a pretendidos remansos—, China fue Jap
cambiando de piel, de modelo económico. Para irse instalando de forma un
gradual en un sistema de economía mixta, en la que cada vez pesa menos el cor
sector público y más el privado. Sin que tal cosa signifique que el futuro bla
esquema de funcionamiento del país esté definitivamente abocado a un ca- am
pitalismo de corte occidental. Lejos de ello, resulta más verosímil la idea To<
de que el sector público siempre mantendrá un elenco de macroempresas di£
predominantemente públicas, para utilizarlas como dispositivo de control co:
de los grandes sectores estratégicos. no
22o Kspyblica rapüt.ñí Chma
*
Las granáis ¡pUlfcnuss económicas
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