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Tipos de Lectura

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1.3.

5 Clases de lectura

“Ninguna lectura puede arrogarse el


derecho de ser definitivamente
la lectura" Alberto
Escobar

La lectura es diversa en sus modalidades y estilos, pues un mismo libro, e incluso


el mismo pasaje de un libro, indiscutiblemente ha de ser interpretado, pensado o
vivido de distinto modo hasta contrapuesto entre uno y otro lector. Aún más, en
épocas distintas un lector ha de tener una interpretación diversa de un mismo texto,
razón por la cual es correcto lo expresado por R. Barker y R. Escarpit, al decir que:
“No hay una lectura sino innumerables clases de lectura” (7).

Alberto Escobar utiliza una imagen para abordar este problema, al hablarnos de la
“partida inconclusa” (8), de un diálogo siempre abierto, de una invitación permanente,
inagotable y que variará según la época, la cual ha de favorecer una aproximación
histórica, cultural o lingüística, siempre distinta.

La lectura es una segunda vida, un paso a otro nivel. Y es difícil caracterizarla: no


pudiendo decir de ella que es un acto reflexivo, con exclusividad, porque también es
un acto lúdico, ni siquiera podemos afirmar que es un acto multidimensional porque a
ratos es un acto en un solo sentido, tampoco se puede asegurar su bondad porque
hay lecturas que dañan, malogran y alienan.

Pero, como siempre es interesante una sistematización, aunque forzada, vamos a


intentar, con ayuda de algunos autores, un ordenamiento de clases o “tipos” de
lectura.

El especialista peruano Alfredo Valle Degregori la sistematiza por pares. Así, de


acuerdo al ritmo o velocidad empleada, la lectura puede ser lenta o veloz] respecto
al propósito que guía al emprenderla puede ser diversiva o perfectiva', en cuanto a
la naturaleza de su contenido puede ser informativa o formativa y en cuanto a la
actitud, pasiva o activa (9).

Armando Zubizarreta sostiene, a su vez, que en el plano de las motivaciones


existen dos grandes impulsos que suelen llevarnos a leer: el afán de empresa
imaginativa (lectura recreativa) y el ímpetu de perfección (lectura de perfección),
impulsos que en algún momento son uno solo o suelen combinarse. Desde el punto

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de vista de la aspiración intelectual Zubizarreta considera dos tipos de lectura: lectura
cultural y lectura especializada (10).

R. Barker y R. Escarpit hacen una distinción entre la lectura indolente y la lectura


motivada. Al respecto dicen: “Hay personas para quienes leer es un gesto y para
otras que es un acto”. La lectura indolente quedaría asimilada a la expresión
“pasatiempo”; es una lectura entre paréntesis, que no deja huella sobre la vida “real”
(11). La selección caracterizaría a la lectura motivada, en la cual el lector no lee sino
determinados libros, dependiendo todo esto más que de la naturaleza de las obras en
sí, de la actitud con que ante ellas se enfrente el lector.

Para sintetizar, hay múltiples clases de lectura que determinan, por un lado, la
posición o actitud del lector, y, por otro, el tipo de libro o texto escrito, como también
la circunstancia que en determinado momento rodea al acto de la lectura; tanto que
un mismo libro por un mismo lector puede ser leído de distintos modos y en distintos
niveles.

La lectura es, pues, un fenómeno tan complejo tal vez como la vida: ora superficial
ora profunda; placentera o cargada de incertidumbre; abierta o intrincada; de allí que
un lector frente a un texto cualquiera corre una aventura no por mental menos
expuesta a riesgo, como la existencia misma.

Tres grandes propósitos

En otro orden de cosas, tres son las grandes funciones que se le asignan a los
libros en el mundo:

1) Comunicar mensajes variados, necesarios para la marcha de la sociedad,


2) difundir el contenido de las distintas formas de cultura, y
3) servir de instrumento para la transmisión de ciencia y tecnología.

La lectura persigue, asimismo, cualquiera de estos tres grandes propósitos, como


tres grandes vías o caminos:
- Entretenimiento,
- Información, y
- estudio.

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Estas funciones son esenciales al ser, e inagotables en sus posibilidades. Sin
embargo, es menester insistir en que la lectura es una unidad vital y por lo tanto
indivisible; siendo el único propósito al clasificarla -corriendo el riesgo de caer en lo
esquemático- ayudarnos a comprender zonas que analizadas puedan luego ser útiles
en la didáctica y pedagogía de la lectura misma.

Hecha esta salvedad, que nos ajusta a un marco preciso del valor de lo que a
continuación se expone, encontramos que la lectura puede ordenarse en:
- Lectura recreativa
- Lectura informativa
- Lectura de estudio o científica.

Estos tipos de lectura guardan estrecha relación con los diversos géneros de
elaboración de materiales. Así, a la lectura de recreación corresponden los elementos
narrativos y poéticos, a la información principalmente el género periodístico y a la de
estudio la forma descriptiva, sea ésta pedagógica o científica.

Corresponden, asimismo, distintas motivaciones para cada especie de lectura. Así:

1) En la lectura de recreación, el propósito es:


- Deseo de descanso o expansión.
- Búsqueda de experiencias.
- Evasión de la realidad.
- Deseo de vivencias novedosas.
- Apreciación estética.

2) En la lectura de información, el fin es:


- Mantenerse informado del acontecer nacional y mundial.
- Deseo de sentirse integrado en la sociedad actual.
- Conocer diversos tipos de realidades.

3) En la lectura de estudio o científica se busca:


- Anhelo de superación a través de la educación.
- Cumplir con tareas encomendadas.
- Actualizar profesionales.
- Deseo de investigación en ciencia y tecnología.

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A cada tipo de lectura le corresponde distinto material y hasta distinto público
lector.

1) Se lee por recreación:


- Mitos, fábulas, leyendas.
- Cuentos, novelas, poesía.
- Libros de aventura en general.

2) Se lee por información:


- Avisos y señales.
- Periódicos.
- Revistas.
3) Se lee por estudio:
- Textos escolares.
- Documentos oficiales.
- Artículos científicos.

a) Lectura recreativa
La lectura recreativa, o de entretenimiento, tiene motivaciones bastantes
diferentes como:

- Asegurar placer dentro de las horas de ocio.


- Satisfacer la curiosidad o vivir mundos ideales.
- Evadirse de la realidad.

En este tipo de lectura, la motivación está dada por el interés de lo que se lee
como también por el olvido de la realidad presente. Se lee superando las limitaciones
del tiempo y el espacio y proyectando la experiencia de otros hombres, la misma que
está plasmada en libros y documentos.

No podemos dejar de mencionar, a su vez, un fenómeno reciente en el mundo


como es la propagación del libro de lectura denominada con el nombre genérico de
subliteratura, consecuencia de la alta tecnificación de la industria gráfica y el
esquema netamente mercantilista de la función editorial que alientan ciertos centros
de poder mundial, y que hacen parte de la lectura recreativa o de entretenimiento.

Los materiales de la lectura trivial tienen ahora algunas ventajas frente al resto de

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publicaciones, como son su amenidad, su dinámica y la complementariedad de
lenguajes, lo que hace que ellos se impongan más fácilmente en un número muy
vasto de personas, gracias también a que se utilizan dos niveles de realización con la
misma intensidad: la imagen y el texto, acercándose al lenguaje global que algunos
teóricos de la comunicación postulan como el lenguaje del futuro. Pensemos que en
la historieta impresa no hay más que un paso al cine o al dibujo animado que se
propala por la televisión.

Por su técnica, recursos y algunos aspectos formales, las historietas y fotonovelas


son recreativas, amenas, impactantes; pero falso es que tengan únicamente ese
carácter, pues ya lo han demostrado numerosos sociólogos, psicólogos y
educadores, que han analizado el contenido de este tipo de materiales. Sin embargo,
legítimo es aprovechar estos modelos para transmitir otros contenidos más ligados a
la educación y a la formación de las personas.

Sin embargo, opuesta a aquella que veníamos exponiendo, hay una lectura
fascinante que tiene un alto nivel en sus contenidos y también una larga tradición en
su desenvolvimiento. Se trata de la literatura en su diversidad de formas, géneros,
escuelas y estilos, que nos posibilitan un perfeccionamiento de nuestra sensibilidad
para la belleza como para la ética, edificando en base a ella determinados valores en
las personas y en el conjunto social.

b) Lectura informativa

La lectura informativa es aquella que adquiere en grado máximo un carácter


instrumental y utilitario, convirtiéndose en una herramienta de trabajo, en un medio
para la acción y en un servicio que desemboca frecuentemente en la práctica. Leer
solicitudes, cuentas de gastos, informes de situación, no es lo mismo que la lectura
de un poema lírico o épico, o la lectura de una obra dramática.

Algunos motivos que impulsan la lectura informativa son:


- Mantenerse al corriente de los sucesos actuales.
- Conocer más acerca de situaciones o problemas de especial interés.
- Indagar sobre la opinión ajena sobre los problemas sociales, económicos,
cívicos, etc.

En la lectura de información están comprendidos actos de lectura casi automática

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como la que hacemos al leer avisos y señales cuando caminamos por una calle, o
cuando tomamos nota de las advertencias acerca de cualquier asunto, o cuando se
revisan diarios y revistas. La civilización actual hace uso frecuente de este tipo de
manifestaciones y hasta resulta un abuso el atiborramiento de información con que
nos asedia la publicidad impresa en una sociedad de consumo como es la nuestra.

Rasgo característico de la lectura informativa es la superficialidad, que da asidero


y razón de ser a “la lectura rápida”, o “lectura veloz” o “lectura en diagonal”,
programas que se ofrecen tan recurrente en el mundo actual, lectura que sólo logra
recoger la información pero no ahonda en las vivencias ni propicia la reflexión.
Lamentablemente, hay mucha información superflua en el mundo contemporáneo,
razón para que se instalen con tanto éxito las ofertas de cursos de lectura rápida,
porque el mundo profesional debe estar siempre “bien informado”, es decir “devorar”
una enorme cantidad de datos y “acumular” por lo menos otra igual.

Sin embargo, y pasando a hablar del periodismo o prensa escrita, ninguna


información debe ser tomada a la ligera. Pretender simplemente acumular
proporciones cada vez mayores de información es un síntoma de estragamiento o
inercia, que puede terminar haciéndonos perder el sentido para aprovechar los
tesoros que nos ofrecen los otros tipos de lectura.

La lectura de los materiales informativos de la prensa, al contrario de lo que


ocurre, debe hacerse con aguzado sentido crítico y esto vale remarcarlo
enfáticamente en relación a estos materiales porque es donde menos empleamos
esta actitud. Así, habrá que juzgar la importancia de la noticia, los propósitos que
persigue o su intencionalidad, la parcialidad de las fuentes o servicios que la
organizan, la competencia del diario o del autor, dado que es en este ámbito donde
más se tergiversa, manipula y sirve intereses parciales o sesgados.

c) Lectura de estudio o científica

Un contenido que alienta la lectura de estudio es el concepto de valor, de


recompensa a la dedicación y al sacrificio que ésta demanda.

Viene a ser una especie de trabajo, aunque cuando se logra una gran
compenetración llega a ser un acto placentero; sucede esto último con aquellos
especialistas y profesionales para quienes la lectura de libros de su especialidad les

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abre constantemente nuevos ámbitos de interés, caminos siempre nuevos y
apasionantes, posibilidades de descubrir y aportar algo original. Supone pues una
formación previa.

Algunos motivos que la impulsan son:


- Descubrir la verdad científica.
- Progresar profesionalmente.
- Afán de empresa individual.
- Proteger intereses de grupo.

Se realiza motivada por la satisfacción que producen los resultados, por ejemplo,
el dominio de algunos conocimientos; y en su desarrollo frecuentemente ocurre que
la satisfacción nace en el proceso mismo de la lectura, como cuando nos dirigimos
hacia la casa de un ser querido, en donde el fin es vernos con esa persona, pero el
hecho de caminar hasta ese lugar puede convertirse en placer.

Características propias de esta clase de lectura son las metas muy precisas a
conseguir y cierta especialización, que ubica al conocimiento cada vez más en un
campo técnico o científico, siendo en un primer momento una lectura de selección y
luego, probablemente, de investigación.

La lectura de estudio o científica se constituye en actos de aprendizaje y


frecuentemente es creativa, es decir, ayuda a concretar ideas, las mismas que
confrontan nuevas teorías, nociones o conceptos; e incluso de ellas surgen nuevas
obras con distintos enfoques y novedosas maneras de comprensión de la realidad.

Básicamente para este tipo de lectura hay un género de libros, los que pertenecen
a las distintas ramas de la ciencia, para abordarlos hay que seguir un método y estar
imbuidos en un proceso de asimilación de conocimientos especializados.

Los materiales que le sirven son bienes o recursos esenciales para el desarrollo
de una sociedad, por ser aquellos que encierran el mayor grado de eficacia para el
progreso humano, razón por la cual siempre debería incorporar los elementos
positivos de los otros tipos de lectura que anteriormente hemos referido como el ser
entretenidos e informativos.

Sin embargo, es bueno advertir que la utilidad de la caracterización que acabamos


de presentar no pretende reducir la lectura a tipologías rígidas, cerradas o exclusivas

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sino que abra paso a lecturas mixtas, porque mientras más se identifique la lectura
con cualquiera de los modelos que hemos enunciado menos completa y rica será; y
al contrario, mientras tienda a combinar las distintas clases de lectura ha de resultar
más plena y cabal.

1.3.6 Lectura complementaria

LA BIBLIOTECA DE BABEL
Jorge Luis Borges

El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y


tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio,
cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos
inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es
invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los
lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un
bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca
en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán
hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las
necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia
lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los
hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera
realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies
bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que
llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que
emiten es insuficiente, incesante.

Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he


peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis
ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas
del hexágono en que nací. Muerto, no faltarán manos piadosas

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