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Los que no pueden salir a la cancha: las malas condiciones
laborales de los migrantes de la construcción en Qatar
Históricamente, el deporte es utilizado como una herramienta de soft power que busca
promover cierta imagen de una entidad e impulsar determinada propaganda política. Claro está
que no es el único ámbito donde ocurre, o ¿acaso tantas películas pro estadounidenses acerca
de la Segunda Guerra Mundial no nos hacen dudar 2 veces los hechos históricos? Según el
filósofo esloveno Slavoj Žižek, el poder recae precisamente en esa capacidad discursiva de
materializar lo intangible -el conjunto de ideas-, es decir de generar una imagen y proyectarla -a
través de los aparatos ideológicos del Estado- generando así un efecto en las prácticas sociales,
siendo la principal función la producción y legitimación de las relaciones de poder (García y
Aguilar, 2017). Esta instrumentalización dependerá según el contexto y los objetivos específicos
de ese entonces. Pueden variar desde buscar un acercamiento a algún país, como fue el caso de
la Diplomacia del Ping-Pong entre China y Estados Unidos, a promover una integración interna,
como el caso de Mandela en el 95 con la Copa del Mundo de Rugby; mera rivalidad como los
picos de tensión entre EE.UU y la URSS durante los Juegos Olímpicos que tuvieron lugar durante
la Guerra Fría, o completos lavados de imagen para mostrar una realidad ficticia, como el caso
de la Copa Mundial de Fútbol masculina del 86 en Argentina. Ya sea por una cuestión de
cooperación, competencia o búsqueda de prestigio, la conclusión es simple: los eventos
deportivos y todo lo que sucede a su alrededor son el escenario ideal para hacer política.
Este año se juega la Copa del Mundo en Qatar y la monarquía árabe no escapa a esta
instrumentalización del deporte. Por el contrario, se encuentra realizándolo en su máximo
esplendor. A diferencia de ediciones anteriores, el Mundial tendrá lugar entre noviembre y
diciembre, debido a que las altas temperaturas imposibilitan realizarlo a mitad de año, como
278 Estudiante de Relaciones Internacionales y Ciencia Política Gobierno y Administración (Universidad de Belgrano).
Integrante del Departamento de Medio Oriente (IRI-UNLP). E-mail de contacto: rocioramosvarde@gmail.com
suele ser costumbre. En lo que va del año, se realizó el sorteo de grupos, se presentó la canción
oficial e inició la venta de entradas. La realidad es que no falta tanto como parece, sin embargo,
los preparativos para este evento masivo deportivo comenzaron hace tiempo, con todo lo que
ello conlleva.
Un inicio polémico
En Zurich, en 2010, tuvo lugar la votación para las ediciones de la Copa Mundial de Fútbol
2018 y 2022. Siguiendo la rotación por continentes, para este último se presentaron como
candidatos de sede Australia, Corea del Sur, Estados Unidos, Japón y Qatar. Para que un país
quede oficialmente electo, debe contar con la mayoría absoluta de los votos del Comité
Ejecutivo de la FIFA. Qatar así se convertiría en el primer país árabe en hospedar una Copa de
estas características, lo cual es muy positivo, pero la gran sorpresa se debió más bien a que
nunca había participado del evento con anterioridad. Por ende el interés, estaba basado más
bien en una cuestión de prestigio internacional, crecimiento interno y turismo. La elección
inmediatamente fue percibida como el resultado del pago de sobornos del gobierno qatarí a los
miembros de la FIFA. A pesar de que una supuesta investigación independiente llevada a cabo
por la Federación de Fútbol no encontró evidencia condenable, una línea de indagación francesa
continúa abierta. Acá surgen 2 grandes interrogantes: ¿qué cambió internamente en el emirato
que generó ese interés repentino en ser sede por allá en 2010? Y, ¿qué pasaría, estando tan
cerca del evento, si la línea de investigación francesa corroborara la veracidad de los pagos
ilegítimos de Qatar hacia la FIFA? Con tanta plata en juego y estando tan cerca del gran evento,
difícilmente suceda algo. Los antecedentes de suspensiones tanto de juegos Olímpicos como de
Mundiales de Fútbol suelen estar ligados a causas extremas, como la Primera y Segunda Guerra
Mundial. Aunque ciertamente se han llevado a cabo boicots liderados principalmente por Rusia y
EE.UU. como es el caso de Moscú 1980 o Los Ángeles 1984. Actualmente, por la invasión a
Ucrania también tiene lugar algo similar para ejercer presión sobre Rusia.
Todo país que vaya a albergar un evento de semejante magnitud debe prepararse
ediliciamente para recibir al aluvión de turistas. Principalmente, se considera la construcción de
estadios, hoteles y todo tipo de carreteras como ejes fundamentales. Qatar no es la excepción,
aunque ciertamente tiene a favor su economía, basada en yacimientos petrolíferos y gas natural,
que lo convierte en uno de los países con mayor PBI per cápita del mundo. La construcción
genera empleo, y el emirato llena las vacantes con “mano de obra barata”, por lo general,
migrantes de Asia del Sur, de países como Sri Lanka, India, Bangladesh o Nepal. Los trabajadores
migrantes representan el 90% de la mano de obra, unos 1.7 millones de personas (Amnistía
Internacional [AI], 2016). Llegaron con sueños de alcanzar cierta prosperidad y terminaron
víctimas de abusos y explotación laboral. En este breve informe exponemos su historia, el estado
de situación actual y lo que significa estar tan prontos al Mundial.
Hasta hace unos años regía el sistema kafala en su plenitud, basado en sponsoreo, un
sistema de esclavitud moderno en el que los empleados le ceden casi en su totalidad sus
derechos a los empleadores; sus libertades se ven limitadas viéndose obligados a contar con el
consentimiento de sus jefes para realizar determinadas acciones. Las críticas produjeron la
abolición de algunos puntos de este sistema (Organización Internacional del Trabajo [OIT], 2020),
aunque dado que muchos siguen vigentes, no significó un gran cambio en materia laboral. En
este sentido, organizaciones como Human Rights Watch [HRW] declararon el año pasado que
estas “prácticas perpetúan el abuso, la explotación y las prácticas de trabajo forzado” (HRW,
2021). Por ejemplo, una de las cuestiones más polémicas es que al tratarse de un sistema de
patrocinio, el empleador es de quien depende el estatus legal respecto al permiso de residencia
del trabajador, ya sea renovar o cancelar el mismo. Huír sin contar con el consentimiento del
patrón es considerado un delito hasta el día de hoy.
Mundial (...) en Qatar sufren abusos y explotación… mientras la FIFA obtiene enormes
beneficios” (AI, 2016). Por ende, nuevamente establecen un nexo entre el rédito económico de
los grupos de interés vinculados al evento y la libertad que posee el gobierno qatarí como
resultado de ese mismo poder financiero con el que cuentan.
En lo que respecta a fatalidades, según la BBC (2022), medios británicos sostuvieron que
desde el 2010, 6500 trabajadores extranjeros perdieron la vida en Qatar. Sin embargo, el
gobierno respondió que la cifra era engañosa debido a que se contabilizó erróneamente a todos
los migrantes, inclusive a los radicados hace tiempo, no se limitó al rubro de la construcción y se
ignoran las causas de deceso. De acuerdo al conteo oficial, entre el 2014 y el 2020 solo
fallecieron 37 trabajadores en la construcción de estadios, como el de Jalifa. Por su parte, la OIT
indirectamente desmiente ambas cifras con su reporte “Uno es demasiado: la recopilación y el
análisis de datos sobre lesiones laborales en Qatar” (OIT, 2021) en el que concluyeron que solo
durante el 2020 en contextos de construcción tuvieron lugar 50 fallecimientos. Sin embargo,
aclaran que el total está basado en “los datos recogidos en todas las instituciones médicas que
atienden a los trabajadores lesionados en el país” (OIT, 2021).Por ende, al no tratarse de una
recolección completa, directa e independiente por parte del organismo, Amnistía Internacional
considera que los valores no son los exactos. Precisamente, en su documento titulado “Reality
check 2021: a year to the 2022 World Cup” (AI, 2021) informan que el Estado árabe, en relación
a estos decesos de trabajadores migrantes, está fallando en 3 sentidos: no previenen las
muertes, no investigan ni certifican bien las mismas (lo que generaría siempre un recuento
erróneo) y no otorgan remedio o subsanación a las familias. En cuanto a ganancias de los
principales actores, Amnistía presenta lo siguiente:
Mundial no deja de ser una performance donde no solo los jugadores son observados, sino toda
la élite política. Hagan lo que hagan, estarán bajo el escrutinio internacional.
Referencias bibliográficas