04 Ciudadania y Persona en La Era
04 Ciudadania y Persona en La Era
04 Ciudadania y Persona en La Era
(Editora)
CIUDADANÍA Y PERSONA
EN LA ERA
DE LA GLOBALIZACIÓN
lSlW
Granada, 2007
36 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN DE LA POLIS GRIEGA A LA CIUDAD VIRTUAL 37
toicos. Sin embargo, tampoco es tan egoísta ni tan inmoral como a primera vis- na rompiera con esa compatibilidad. El siglo XVII presenció —de la mano de
ta podría hacerlo creer su principio básico» 68. los juristas centroeuropeós y protestantes— el cambio definitivo en el quehacer
filosófico, que tuvo, sin duda alguna, una gran trascendencia para la nueva con-
figuración de la convivencia social. Fue en este siglo cuando el individuo se con-
4. LA CIUDAD VIRTUAL virtió en punto de referencia para cualquier construcción. El modo de analizar
los fenómenos humanos, copiado de las ciencias naturales, tomó otros derrote-
Las páginas anteriores nos pueden aproximar a la idea de lo que la ciudad ros: el hombre no era social por naturaleza, sino que debía construir su propia
fue en los primeros momentos de nuestra civilización occidental. Fue un punto sociedad por razones ajenas a sus naturales inclinaciones. Para llevar a cabo esta
de encuentro para todos, un marco de relaciones intersubjetivas en el que cada tarea se necesitaba un método, elaborado definitivamente por un grupo de inte-
uno podía aportar su granito de arena al patrimonio —en sentido moral— de to- lectuales, «cuyos logros en el campo de la filosofía y de las ciencias experimen-
dos. Encontramos propuestas, como la platónica, de un bien común tan ideali- tales merecerían la calificación conjunta de Revolución Científica» 70. Los dos
zado que suponía la eliminación de lo personal para algunos sectores sociales y, siglos anteriores habían ido preparando el terreno: el Renacimiento con su des-
por tanto, rechazable. Pero otras propuestas, como la aristotélica, tratan de com- cubrimiento del hombre y del mundo, y la Reforma con la emancipación de la
patibilizar perfectamente lo común y lo individual. conciencia individual. Las investigaciones y publicaciones de Copérnico, Kepler,
Con el paso del tiempo, la integridad personal de los ciudadanos, en espe- Bacon, Galileo, Descartes, Boyle y Newton marcaron la transformación cultu-
cial de los dirigentes, degeneró de tal manera que se cuestionó su necesidad, ral inmediatamente anterior al siglo XVII y durante todo este siglo.
apareciendo alternativas de carácter individualista. El amor a la ciudad de los De seguir sus planteamientos, habría que descomponer la sociedad en sus
primeros estoicos hizo, a pesar de ello, compatibles la filosofía individualista y elementos o partículas más simples —los individuos que la formaban, con sus
el bien común. Incluso más adelante, en el pensamiento ciceroniano o senequista, pasiones, sus deseos, etc., como componentes últimos— para proceder después
continúan los signos de compatibilidad del individualismo predominante y la a reconstruirla de nuevo estableciendo racionalmente las necesarias relaciones
preocupación por lo común. A ello contribuyó enormemente la extensión del cris- entre esos mismos elementos. Tanto los filósofos sociales como la Escuela del
tianismo. El amor a la ciudad estaba por encima del amor a uno mismo, pues era Derecho Natural Moderno partieron en sus explicaciones desde esta óptica ine-
lo que nos aseguraba nuestro propio bien. Si cada uno persiguiera exclusivamente quívocamente atomizada de la sociedad, sin perder de vista la trascendencia del
su propia utilidad, terminaría causando un daño al bien común. Sin embargo, papel jugado por el pacto social. Esta opción metodológica no podía sino desem-
cuando se favorecía el interés y bien de toda la sociedad, forzosamente nos ve- bocar en el protagonismo del individuo como foco de atracción prioritario en su
ríamos favorecidos nosotros, pues formamos parte de ella. condición de último —y primer— elemento del entramado social. El individua-
Aunque este modo de ver la vida continuó durante toda la Antigüedad y toda lismo constituyó una idea firmemente arraigada donde el Renacimiento y la Re-
la Edad Media, los rebrotes de individualismo aparecidos en el siglo XIV, sobre forma habían desplazado la concepción organicista de la sociedad y la concep-
todo en la Universidad de París 69, allanaron el terreno para que la Edad Moder- ción del hombre como un ser limitado. En esta atmósfera intelectual, laicista, in-
dividualista y plenamente confiada en las posibilidades de la razón humana y del
consenso, construyeron sus teorías Hobbes, Locke, Pufendorf, Wolf, Thomasius
y Kant, doctrinas que han llegado con más o menos modificaciones hasta nues-
tros días 71 .
68
Efectivamente, su placer no es el puro hedonismo de los cirenaicos, como afirma en sus
escritos: «Cada placer, por su propia naturaleza, es un bien, pero no hay que elegirlos todos. De
modo similar, todo dolor es un mal, pero no siempre hay que rehuir el dolor. Según las ganancias
y los perjuicios hay que juzgar sobre el placer y el dolor, porque algunas veces el bien se torna
70
en mal, y otras veces el mal es un bien». Carta a Meneceo, 129-130 (vid. también 131-132, don- SÁNCHEZ GONZÁLEZ, S. «El pretendido individualismo posesivo de las teorías de Hobbes
de desarrolla más este pensamiento). y de Locke», Revista de Derecho Político, (27-28): 263, 1988.
69 71
Vid. sobre esta cuestión CARPINTERO BENÍTEZ, F. «El desarrollo de la idea de libertad per- Vid. RODRÍGUEZ PUERTO, M. J. «JUS commune y derechos subjetivos en el siglo XVI» y
sonal en la escolástica», en CARPINTERO, R; MEGÍAS, J. J.; RODRÍGUEZ PUERTO, M. J., y DE MORA, DE MORA, E. V. «El derecho subjetivo en la neoescolástica», ambos en CARPINTERO, R; MEGÍAS,
E. V. El derecho subjetivo en su historia, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2004, págs. 35-288. J. J.; RODRÍGUEZ PUERTO, M. J., y DE MORA, E. V., op. cit
38 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN DE LA POLIS GRIEGA A LA CIUDAD VIRTUAL 39
Partiendo desde estos presupuestos, la cuestión que nos importa es ¿en qué radica el problema. En muchas ocasiones se ha pretendido poner de relieve la
medida pueden influir en nuestros días las Nuevas Tecnologías en la relación del gran independencia y autonomía que otorga la red, que nos brinda la oportuni-
ciudadano con los demás? ¿Pueden ahondar en el individualismo social, abriendo dad de prescindir en gran medida de quienes nos rodean, de erigirnos en indivi-
cada vez más la brecha entre lo público y lo privado de cada persona, aislándo- duos autosuficientes 73.
nos aún más de los demás? ¿O pueden romper ese aislamiento y servir como La imagen positiva de Internet que había prevalecido hasta el año 2003 como
medio de comunicación y entrelazamiento que aune los esfuerzos para afrontar medio de relación social, facilitadora de relaciones personales que jamás hubie-
empresas comunes? Entre los escritos más recientes seguimos encontrando opi- ran tenido lugar de no existir la red —debido, por ejemplo, a las distancias—
niones pesimistas y optimistas, pero la respuesta a esas cuestiones no es simple quedó un tanto en entredicho tras la aparición de los primeros informes sobre la
ni sencilla. Hoy tendemos a pensar que los grandes problemas de la ciudad y del adicción a Internet, con efectos secundarios que iban desde la desconexión del
ciudadano quedarían resueltos con los avances tecnológicos, sin más, pero esto entorno familiar y social inmediato hasta el abandono laboral 74 . Entre las acti-
sólo es una parte de la realidad: o se piensa bien lo que se quiere hacer y sus vidades que mayor adicción generan destacan los chats, foros, blogs y los jue-
consecuencias o es posible que se causen daños irreparables. La ciudad no con- gos. Los primeros pueden aparecer, sin embargo, como una vía para ganar en
siste simplemente en compartir un territorio y compatibilizar los fines individua- relaciones sociales, pues suponen interactuar constantemente con otras personas.
les para evitar daños, sino que implica, de modo especial, afrontar empresas co- La diferencia es que, aunque se busca compañía en la red, se rehuye también el
munes, sin ahogar la individualidad y personalidad de cada ciudadano. compromiso que acompaña a cualquier relación interpersonal: cuando queremos
Uno de los primeros informes elaborado por la Universidad de Stanford, en nos conectamos y cuando no, cortamos. Puede constituir una relación egoísta,
el año 2000, sobre el relieve de las nuevas tecnologías ponía de manifiesto el ries- en la que en muchísimas ocasiones lo que se da, se da interesadamente. En las
go de mayor aislamiento que podía suponer Internet, en particular para aquellas relaciones interpersonales nos encontramos ante la existencia de lazos sociales
personas de difícil relación con su entorno inmediato. Meses más tarde publi- fuertes y lazos débiles; los primeros se dan dentro del entorno familiar y
caba British Telecom su estudio Aquí no pasa nada, realizado sobre la base de limitadamente al margen de ese entorno (profesional, deportivo, etc.), mientras
cientos de hogares familiares conectados a la red. La conclusión fundamental de que los segundos pueden surgir de muy diversas maneras y cesar con la misma
ambos estudios dejaba entrever que el uso de Internet no transforma a las per- facilidad con la que surgen. Resulta que «Internet es apta para desarrollar lazos
sonas radicalmente, de modo que una persona sociable continuaría siéndolo, se débiles, para crear lazos débiles, pero no es apta para crear lazos fuertes, como
conectara o no a la red, mientras que la persona aislada tampoco modificaría sus media, y es excelente para continuar y reforzar los lazos fuertes que existen a
hábitos por contar o no con una conexión a Internet. Manuel Castells no coinci- partir de la relación física» 75.
de exactamente con esta visión —catalogada de excesivamente conservadora—
por entender que sí que puede influir de forma notable en las personas: «Internet
es un instrumento que desarrolla, pero no cambia los comportamientos, sino que
los comportamientos se apropian de Internet y, por tanto, se amplifican y se po-
73
tencian a partir de lo que son» 1? . Baste recordar, por ejemplo, la publicidad que se dio en mayo de 2000 al encierro de un
estudiante chileno, Enrique Piracés, en una casa donde tendría que permanecer durante ocho me-
El uso de la red no deja indiferente al usuario, pues se pone en sus manos ses sin más ayuda que su ordenador conectado a la red.
un medio de gran trascendencia e influencia para el desarrollo de su forma de 74
En ese año vieron la luz los primeros informes españoles en torno a esta cuestión. En
ser. Es decir, a la persona sociable la hace más sociable aún, mientras que a la el primero de ellos se hicieron públicos los datos de un estudio elaborado por investigadores de
las Universidades de Gerona y Politécnica de Cataluña sobre los efectos secundarios del uso de
persona aislada le brinda la oportunidad de aislarse más aún, y aquí es donde Internet. A la encuesta habían respondido 1.332 usuarios españoles y se pudo constatar que el
16% podría ser catalogado como adictos a la red. La AUI restó valor inmediatamente al infor-
me de las Universidades catalanas, aunque el único dato que aportaba era que la media de co-
nexión del usuario español era de 11,3 minutos diarios, mientras que el consumo de televisión
se disparaba a los 222 minutos diarios. Es evidente que una media tan baja en el uso de la red
72
CASTELLS, M. Internet y la sociedad red, Conferencia pronunciada en la UOC como Lec- no implica la inexistencia de picos desorbitados, pudiendo existir usuarios que se conecten dia-
ción inaugural del Programa de Doctorado sobre la Sociedad de la Información y el Conocimien- riamente horas y horas.
75
to. Curso 2000/01. La cita está tomada del epígrafe quinto, «La sociabilidad en Internet». CASTELLS, M., op. cit.
40 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN DE LA POLIS GRIEGA A LA CIUDAD VIRTUAL 41
No es de extrañar que se creara el Centro de Tratamiento de Adictos a ciudadanos. La ciudad de San Francisco, por ejemplo, inició en octubre de 2005
Internet en Estados Unidos y que se adoptara una decisión similar en los países un concurso público de una red Wi-Fi para ofrecer servicio básico gratuito a sus
con mayor desarrollo de la red 76 . Y tampoco extraña que la Alliancefor Chilhood 750.000 habitantes, dejando la banda ancha para los servicios comerciales. El
consiguiera en el año 2000 el apoyo de educadores, psicólogos y médicos para concurso fue ganado por Google y Earthlink, que invirtieron 15 millones de dó-
retrasar la iniciación infantil en Internet tras las declaraciones de Anne Albert, lares en el proyecto 78 .
directora de la Side by Side School, de Connecticut, sobre el automatismo, ¿Qué gana una ciudad con esto? Abrir una vía más para que los ciudadanos
hiperactividad y dificultades para socializar a los ciberniños77, así como su pér- puedan participar en la gestión de su ciudad, pues con ello se logra un mayor
dida de interés por lo que le rodea materialmente. acceso a la información municipal (política, administrativa, turística, social, etc.),
Es cierto que no se pueden superar los problemas ocasionados por Internet fácil acceso a la ventanilla digital (facilitando los trámites desde el hogar o desde
suprimiendo la red, como tampoco se pueden suprimir los accidentes de tráfico la oficina), una mayor participación política (posibilidad del voto electrónico),
prohibiendo el uso de los vehículos. Pero se debe realizar un esfuerzo para que una mayor participación en la gestión ciudadana (con la posibilidad de crear
la ciudad virtual, aquella que quiere apoyarse en las Nuevas Tecnologías, nunca «paneles de ciudadanos» que valoran los servicios públicos), un favorecimiento
olvide que el ciudadano es ante todo un ser humano. El esfuerzo debe ir dirigi- del desarrollo laboral y profesional (por ejemplo con la banca online y el
do sobre todo a la formación de los usuarios para que no se causen daño a sí teletrabajo), etc.
mismos ni dañen la sociedad mediante su utilización: se trata de infundir unos
valores solidarios y éticos que acompañen a la libertad que reina en la red. No
cabe duda que las nuevas tecnologías ofrecen muchísimas posibilidades, pero
puede ocurrir que no todas ellas sean convenientes para la convivencia, por lo
que habría que buscar un equilibrio que garantice el desarrollo de las cualida-
des personales libremente, pero de todas las personas, no sólo de los más pre-
parados en cuestiones digitales. No es cierto que tecnología y humanismo dis-
curran por caminos diferentes.
Sin perder de vista lo anterior, creo que el primer paso que se debe dar en
la ciudad es el de terminar con la brecha digital, única vía para que todos los ciu-
dadanos puedan participar en condiciones de igualdad en lo que tienen en común.
Para ello, una primera medida a adoptar por las autoridades sería la de eliminar
las posibles barreras y trabas administrativas a las empresas que ofrecen acceso
a Internet, así como velar por el cumplimiento de la legalidad en cuanto a igual-
dad de oportunidades para todas estas empresas.
En segundo lugar, habría que promover el acceso entre ios sectores ciuda-
danos menos favorecidos o con más dificultades de integración. Cada vez son
más abundantes las autoridades municipales que persiguen este objetivo entre sus
78
La experiencia fue seguida por una empresa municipal de Filadelfia, la Wireless
Philadelphia, que firmó un convenio con Earthlink para dar servicio WI-FI a los 84 kilómetros
cuadrados de ciudad. El acceso se ofrecía con carácter universal a un precio de 8 •, pero el ayun-
76
En septiembre de 2000 surgió la Asociación Española para la Prevención y el Tratamiento tamiento recibiría el 5% de los beneficios con objeto de subvencionar la adquisición de ordena-
de la Adicción a Internet (APTAI). dores entre los sectores de la ciudad más desfavorecidos. Toronto se sumó a la experiencia, aun-
77
La edad recomendada para iniciarse en la navegación por Internet es la de 12 años. Una que limitando la red a los 6 kilómetros cuadrados del centro; su empresa municipal de luz se en-
edad menor entraña riesgos, pues están desarrollando su personalidad y pueden adoptar valores cargaría de dar acceso gratuito los seis primeros meses, sin problemas hasta los pisos 40. Se han
sin criterio suficiente. iniciado experiencias similares en Londres, Chicago, Barcelona, etc.
72 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 73
Watkins, por ejemplo, explicaba que el objeto de los pensadores de Occidente capitalista27, hacía que aquellas personas se movieran con una agilidad y desenvol-
ha sido establecer una sociedad en la que cada individuo, con un mínimo de tura que hoy hemos perdido: son conocidas las reflexiones nostálgicas de Horkheimer
dependencia respecto a la autoridad discrecional rectora, disfrute el privilegio y Adorno sobre aquellos tiempos en los que un autor como Hume o Kant dedicaba
y la responsabilidad de determinar su propia conducta dentro de un previo y sus obras a sus soberanos con palabras como «El humilde servidor que está a sus
decidido esquema de derechos y deberes 25. No puedo estar enteramente de pies» (dedicatorias posiblemente sinceras), al mismo tiempo que en estas obras ex-
acuerdo con esta terminología, en parte porque disfrutar de la libertad ciuda- ponían las ideas que minaban los fundamentos del poder al que se dirigían.
dana no es un privilegio de nadie, y expresiones tales como libertades o privi- En cambio, hoy estamos presos de sobreentendidos y preconceptos afectivos
legios sólo tienen sentido en el marco de prohibiciones generales, frente a las sobre las exigencias de licitudes y de correcciones, que nos llevan a considerar
que el derecho de una persona o series de personas se presenta como una ex- necesaria la jerarquización social que se expresa a través de la actividad políti-
cepción. En un tono muy general se puede decir que si nos vemos forzados a ca tal como la conocemos; y para muchos, estos preconceptos constituyen un dato
usar la expresión plural de libertades, es sencillamente porque no está reali- tan inesquivable como innegociable. No me refiero al surgimiento de nuevas
zada la libertad 26. Frente a la tendencia de realizar mordiscos normativos con- nacionalidades desde la descomposición de antiguos Estados, sino a la dicoto-
cretos al poder, habría que buscar más sencillamente el establecimiento del mía establecida entre el sector público y el privado; porque parece que, entre
estatuto público de los ciudadanos dentro de la administración pública; como nosotros, lo público expulsa a lo privado, y que lo privado es incompatible con
esta administración es sólo una función de las necesidades de las personas, lo público. Hemos llegado a esta oposición a través de las teorías políticas y ju-
sería más correcto indicar directamente que buscamos el estatuto jurídico y rídicas que hubieron de luchar contra la monarquía absoluta y la sociedad
político de las personas. No de los hombres y de los ciudadanos, sino directa- estamental, que no encontraron otro cauce que concebir —en nombre de la ra-
mente de los ciudadanos. zón— un antes y un después del cuerpo social y político creado por un contrato
fundacional de la sociedad; aquellas teorías trataban de fundamentar la sociedad
igualitaria y capitalista, y les resultaba imprescindible separar a los individuos
4. E L ESTATUTO PÚBLICO DE LAS PERSONAS y a sus propiedades del poder público.
Frente a esto, hay que afirmar que cada persona posee, como ciudadano, un sta-
Me gustaría estar en condiciones de exponer mis ideas con la libertad de espí- tus activus, según la terminología de Jellinek 28. No existe un sector o vertiente de
ritu propia de tiempos pasados, como fueron los siglos XVII y XVIII. Posiblemen- la vida humana, separada del resto, que pueda ser llamada pública. El carácter pú-
te, la todavía escasa extensión de la mentalidad que creó el Estado y de la sociedad blico de las actuaciones es una consecuencia necesaria de la índole del ser humano,
que no solamente ocupa un lugar junto a los otros, como si fuera una piedra en un
pedregal, sino que actúa junto con los otros con derechos y obligaciones 29.
ferirse en mayor medida a derechos concretos y puntuales, de número cerrado, que a veces apa-
recen tan brusca como inmotivadamente en su función ante todo limitativa de ia actividad del po-
der público. Sin duda, desde la expresión plural de los derechos se aseguran eficazmente ámbitos
27
de privacidad, y quizá también derechos de índole más positiva, pero pierde de vista la conexión Cari Schmitt expresaba que «Der vom Kapitalistischen Zeitalter geschaffene Mechanismus
que ha de existir entre las personas que forman el cuerpo social y la actividad de ese cuerpo. Vio- der Produktion, hat eine rationalistische GesetzmáBigkeit in sich ... Ebenso wie die Bourgoisie
la matiza distinguiendo la antigua categoría de los derechos naturales, siempre de número cerra- durch die Übermacht des Produktionmechanismus in eine rationalistische und mechanistische
do, y la de los derechos humanos, abiertos a las distintas posibilidades de las personas. VIOLA, F. Mytenlosigkeit hineingeraten». SCHMITT, C. Positionen und Begriffe im Kampfmit Weimar-Genft-
De la naturaleza a los derechos: Los lugares de la ética contemporánea (trad. de V BELLVER), Versailles, Hamburg, Hanseatische Verlagsanstalt, 1940, pág. 15.
28
Granada, Editorial Comares, 1998, pág. 333. Y yendo más allá de Jellinek, demasiado encogido por las restricciones del siglo XIX,
25
The Political Tradition ofthe West, Harvard University Press, 1948, pág. 10. Citado por hay que afirmar que el status activo de ciudadanía no se limita a la posibilidad de poner en ac-
HAYEK, R, op. cit, pág. 17. ción el derecho público (Staatsrecht) al servicio de las pretensiones individuales.
26 29
Hayek observa, con razón, que «La diferencia entre libertad y libertades es la que existe Este hecho no lo entendieron Kant ni sus discípulos, que no conocieron la convivencia
entre una condición en virtud de la cual se permite todo lo que no esté prohibido por las reglas humana propiamente dicha, sino sólo ese tipo de coexistencia que únicamente supone una perso-
generales, y otra en la que se prohibe todo lo que no está explícitamente permitido». HAYEK, R, na al lado de las otras, cuidando cada una de la realización de su plan humano personal, sin que
op. cit, pág. 36. nadie quedara vinculado por la realización de las metas de los otros.
74 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN
LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 75
El peligro contemporáneo no es tanto el de la imposición directa de los con- sición forzosa de un solo cauce igual para todos puede suscitar en muchas per-
tenidos concretos de las decisiones, como el de la imposición de cauces tasados sonas una abierta repugnancia, y que su discrepancia o falta de adaptación no es
que, en buena medida, condicionan los contenidos de las decisiones públicas tanto incapacidad para sumarse a la marcha de la sociedad como desagrado a
según las personas que circunstancialmente dirigen el poder. Ya aludí a que el integrarse en una estructura operativa —y con frecuencia escasamente efectiva—
Estado previsor no admite por lo general la posibilidad de que las personas pue- que no comparten, y por ello rechazan.
dan crear nuevas mediaciones sociales que no coincidan con algunas de las po- Lo privado es el campo por excelencia de la heteronomía, pues el propieta-
sibilidades ofertadas por él 30 . Esto no es alegato en contra de la organización de rio impone sus criterios, y lo mismo hace el propietario de una empresa; todo
la sociedad o a favor de un Estado mínimo 3l . No me sumo a las propuestas ac- ello, según condicionantes racionales que obedecen a distintos motivos. A lo
tuales de Buchanan o Nozick, aunque haya ideas aisladas que den pie para pen- público le repugna este carácter heterónomo, pues al ser lo de todos, es lo de to-
sar así. Porque no hablo de individuos, sino de personas, sino la universalidad dos y de cada uno. Es realmente singular que el cauce impuesto se presente como
del derecho y de la persona; no entiendo al poder político como una sociedad el camino ordinario para la solución de ese tipo de problemas, de forma que los
más, ni enfrento a la sociedad civil con este poder; trato de entender al poder po- intentos de los discrepantes, lejos de aparecer como el ejercicio de una libertad
lítico como un sector más de las vidas de los seres humanos, esto es, de las di- que no debiera serles desconocida, se presenten por sus críticos como las acti-
mensiones públicas de ellos, de forma que, lejos de oponer el individuo al po- tudes provocadoras de unas personas que intentan alzarse con el poder; así se
der, reivindico para las personas lo que es suyo en el interior del poder. entra fácilmente en un juego de descalificaciones fáciles, en el que el derecho
El Estado que surgió desde las ideas triunfantes en 1789 no entiende la po- de cada cual a resolver antes que cualquier otro sus problemas, es presentado
sibilidad de esta autonomía pública ciudadana. La universidad napoleónica fue como intento desestabilizador llevado a cabo por personas que pretenden obte-
quizá el mejor exponente de esta mentalidad centralizadora y monopolista. Al ner algún provecho personal minando la confianza en las instituciones pública-
filo de esta mentalidad, cada una de las instituciones administrativas se compo- mente establecidas33. Se comportan como aquellos a los que describía el dicho
ne ante todo de cuerpos de funcionarios que poseen (o al menos poseían antes) latino cuando aludía a aquellos qui credebant solos esse colendos déos quos ipsi
un orgullo de clase o de cuerpo que les lleva frecuentemente a hablar en plural: colebant. Frente a este histrionismo, Kierkegaard explicaba que «hay un méto-
«hemos decidido», «hemos alcanzado un acuerdo para». Estas personas se do que, sin duda, se emplea raras veces: es el del silencio y el de la mirada» 34 .
vivencian en cierto modo como las depositarías de buena parte de la misma so- Este estilo de vida se fundamenta, en definitiva, en entender que el ámbito
beranía de los ciudadanos, y contemplan la incorporación obligatoria de los ciu- de lo público sería el sector del derecho impuesto, mientras que el de lo priva-
dadanos a sus funciones como una muestra especialmente representativa de la do sería el campo de la autorregulación, o el de los derechos subjetivos que lle-
unidad nacional o de la solidaridad social, de modo que el renuente es tachado gan a su máxima expresión cuando los ciudadanos pueden hacer actuar, según
de persona poco solidaria, irresponsable o antisocial32. No sienten que la impo- su voluntad, algunos mecanismos de la maquinaria oficial. Esta visión insuficien-
te de la conexión de las personas con la vida pública —aunque supone un avan-
ce notable respecto a otros tiempos— se fundamenta ante todo en la represen-
tación espacial de dos mundos distintos, uno el de la entidad pública, siempre
sometida a leyes generales, mientras que el ámbito de las personas como tales
30
Se hacen realidad las palabras de Hayek, cuando al distinguir entre forzamiento y coac-
ción, indica que «infringir la libertad consiste principalmente en impedir que los hombres obren,
mientras que la coacción entraña principalmente en obligarles a obrar en un sentido definido».
31
Por decirlo con palabras de Hayek, es un intento «contra todas las organizaciones exclu- 33
sivas, privilegiadas y monopolistas, contra el uso de la coacción para impedir a otros que traten Quien tiene una mínima experiencia del funcionamiento interno de la administración pú-
de hacerlo mejor». HAYEK, R, op. cit, pág. 56. blica, sabe hasta qué punto la administración está siempre tensionada internamente por escuelas
32
Estas personas encarnan las palabras de Llano: «Quizá eso es lo que quieren decir cuan- y banderías que discriminan los fines a conseguir, los procedimientos para lograrlos y el perso-
do emiten su solemne dictamen de irracionalidad: que ellos no entienden lo que pasa, que care- nal que ha de ser seleccionado. Es frecuentemente cualquier cosa, menos la casa común de los ciu-
cen de capacidad para percibir los términos del problema, esto es, que la cuestión desborda el marco dadanos.
34
de la racionalidad oficial. Y es que no se trata de un asunto de competencia técnica, sino de com- KIERKEGAARD, S. El concepto de la angustia, Madrid, Editorial Espasa-Calpe, 1982,
petencia cultural y comunicativa», LLANO, A., op. cit, pág. 54. pág. 150.
76 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN
LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 77
sería el de la estricta privacidad, y corresponde al poder político defender tal están siempre presentes; pero las situaciones de hostilidad o enemistad son jus-
privacidad declarándola no regulable jurídicamente 35 . tamente la antítesis del derecho de la sociedad humana: el juez las tiene presen-
De la exigencia de que todo derecho haya de ser necesariamente universal tes, pero la razón última de su actuación como juez, la que otorga sentido a su
(exigencia que había sido negada por la sociedad estamental) no se sigue que esta función, es precisamente la opuesta: la de reconciliar la enemistad patológica en
universalidad se reconcentre en sí misma y cobre vida independiente de las per- nombre de la universalidad humana 40.
sonas que son las portadoras reales de los derechos. La universalidad de lo pú- El tema de la dimensión pública de las personas no se deja tratar pacífica-
blicamente vinculante no forma una esfera 'objetiva' que pudiera ser señalada mente. Una mentalidad subliminalmente operativa en nuestra sociedad quiere ver
con el dedo, al margen de las personas. Ciertamente, la majestuosidad del edi- necesariamente en lo privado ámbitos protegidos compuestos por simples
ficio del Ministerio de Agricultura en la plaza de Atocha nos hace ver a todos privacidades, mientras reserva lo público para tareas que exceden el ámbito de
donde reside la dirección de algunos de los asuntos que se relacionan con los la privacidad. Si esta mentalidad fuera coherente y reconociera expresamente que
temas agrícolas. Pero a pesar de estas representaciones tan gráficas, no es pro- los derechos de los individuos no son más que concesiones o habilitaciones rea-
cedente representarse imaginativamente las relaciones entre los individuos y el lizadas por el poder público, al menos sus representantes se expresarían de for-
poder político como las relaciones entre dos individuos distintos, cada uno con ma más clara. Pero los autores que representan este modo de sentir —es más un
sus derechos y deberes 36 . Ciertamente, es fácil oponer estas pretendidas reali- modo de sentir que no una explicación racional— mantienen que son realidades
dades, porque la categoría más general de la oposición es una constante afectiva distintas. Proceden del mismo modo que Hobbes, que explicaba que una vez que
y mental del ser humano, digna de figurar entre los kantianos principios a priori los hombres han constituido el poder mediante sus voluntades, el poder así creado
del Entendimiento 37. Es cierto que el enfrentamiento existe (algunos entienden tiene una fuerza absolutamente distinta y superior de las voluntades que le han
incluso que si no existiera no habría derecho38), y nos enfrentamos ante todo con dado origen 41 .
nosotros mismos, porque no en vano el de Aquino definió siempre a la concien-
No trato de recortar lo público para que se extienda lo privado: esto iría con-
cia moral individual como «saber con otro» 39 . Existe también enfrentamiento
tra la médula misma de mi propuesta. Tampoco creo gran cosa en las
entre las diversas personas, porque las relaciones propias del hostes o del inimicus
virtualidades de las explicaciones usuales sobre las diferencias del Estado y la
sociedad civil. Los planteamientos mismos de las oposiciones usuales entre «lo
público—lo privado» son ya analíticos, pues lo uno presupone dialécticamente
lo otro, y en muchos casos también lo prejuzga42. No existen derechos privados
35
El planteamiento liberal más humanista, normalmente kantiano, ha visto precisamente en
esta defensa meramente negativa de lo personal la eticidad máxima que puede ofrecer la instan-
cia pública, que tendría así un carácter instrumental para hacer posible el propio plan moral de cada
individuo. Esta instancia aparece en este planteamiento como superior, benefactora y protectora
de las personas, que por definición constituyen entidades privadas. 40
Que el juez disponga de criterios contingentes para decidir no altera en nada la univer-
36
Sigo la recomendación de Otto von Gierke cuando indicaba que «Was wir Individuum salidad de su función. Una faceta de la humanidad es el fundamento del poder del juez, otra las
und was wir Allgemeinheit nennen, sind nur unentbehrliche begriffliche Abstraktionen, von der medidas de sus actuaciones. El fundamento no n uede ser sino la universalidad de las "ersonas oue
in ihrer Totalitát für unser Denken unerfaBlichen Realitát des geschitlichen Menschen. So kann toman parte en el proceso o pleito; las medidas que usa tienen un carácter más contingente.
auch die Rechtsordnunng, wenn wir sie sich in Privatrecht und offentliches Recht spaltet, wohl 41
John Austin no se mordió la lengua ante esta contradicción: «The capital error in Hobbes's
eine Weile davon absehen, daB der Einzelne für das Ganze und das Ganze für die Einzelne da ist». political treatises are the following: 1. He inculcates too absolutely the religious obligation of
Gierke, O. Die soziale Aufgabe des Privatrechts, Frankfurt am Main, Edición de Vittorio obedience». AUSTIN, J. Lectures on Jurisprudence or the Philosophy of Positive Law, 5.a edic,
Klostermann, 1948, págs. 4-5. London, John Murray, 1911, pág. 280, nota a pie.
37
Kant, en la Tabla Segunda de los principios a priori, en la Crítica de la razón pura, enuncia 42
Se puede demostrar una tesis por dos procedimientos dialécticos que pueden llegar a ser
los de Realidad, Negación, Limitación. Pero no parece que el de oposición pueda reducirse al de dialógicamente insuperables. Uno es llevar al absurdo la posibilidad de la solución contraria: es
la simple negación de una realidad ya dada. preciso saber proponer un planteamiento del problema que la haga directamente irracional o ab-
38
Es difícil estar de acuerdo tout court con esta tesis, porque la naturaleza social del hom- surda; por ejemplo, para hacer de la coacción una nota esencial del derecho, muchos autores han
bre, en los términos aristotélicos, reaparece una y otra vez, y el derecho, además de defendernos argumentado históricamente que una cosa es el consejo, no dotado de coercibilidad, y otra la or-
de las prepotencias ajenas, es el arte de saber crear y distribuir bienes. den coactiva; luego el derecho solamente puede consistir en órdenes coactivas. El otro procedi-
39
Vid. In IV Sententiarum, L. I, Dist. 34, q. 3. Edición electrónica de ALARCÓN, E. de la miento consiste en llevar los propios planteamientos en una dirección, o direcciones, que agoten
Editio Leonina. También en Suma teológica, I, q. 79, art. 13. lógicamente lo que se pueda decir sobre ese tema.
78 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALEACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 79
en este sentido, pues un derecho es tal únicamente cuando ha de ser defendido omnipresente de todo ser humano, en virtud de la cual unas veces las personas
por la fuerza y autoridad de toda la sociedad, y las distintas manifestaciones del exigirán abstenciones frente a los demás 46, y otras veces exigirán participar en
derecho a la privacidad, que operan coram omnes son, desde este punto de vis- lo que afecta también a los demás, porque nos afecta a todos, me afecta a mí, o
ta, similares a las exigencias de los derechos reales de propiedad. Buena parte nos incumbe a nosotros. Es una cualidad que pertenece a toda persona, y nada
de las manifestaciones de las necesidades de los ciudadanos (a las que podemos o nadie puede arrogarse un monopolio de esta cualidad personal que se expresa
llamar necesidades personales o privadas, si ése es nuestro gusto), tienen direc- necesariamente a través de cauces sociales. Son los derechos personales que dis-
tamente naturaleza pública, y habría que hablar de la vertiente pública de lo que ponen de un único cauce para hacerse efectivos: el viejo tema escolástico de la
aparentemente es privado: no trato de disminuir lo público, sino de aumentarlo, justicia y de la executio justitiae.
para que lo público abandone su esfera parcial por autonomizada y se muestre Todo ser humano debe reivindicar su condición simultáneamente pública y
como una realidad que es de cada uno, y de todos: pues si es importante señalar privada. La esfera pública se compone de distintas facetas, unas jurídicas y otras
el 'todos', es igualmente decisivo insistir en la referencia a 'los demás' 43. La políticas 47, porque desde algunos puntos de vista tan pública es la actuación del
totalidad uniforme por amorfa no representa adecuadamente la multiplicidad de que acude a votar al nuevo gobierno, como el trato del padre con sus hijos 48. Lo
las caras de la vida social: a veces el bien común es realmente único, y a veces público es una realidad más amplia que la de lo político, a la que desborda, por-
los bienes comunes son realmente diferentes dentro del bien común o interés que lo político es una manifestación más de la dimensión necesariamente pública
general. de cada persona. Cuando afirmamos que el ser humano es necesariamente so-
Lo público no se puede disolver en el arbitrio de los individuos, ni tampo- cial, no nos referimos a que los antropólogos experimentales muestren que nues-
co en las estructuras de gestión que hemos hecho cristalizar históricamente para tros ancestros han llevado siempre vida social; éste sería un simple dato de he-
afrontar nuestras necesidades: ambas realidades —el arbitrio individual y las cho. Que el hombre sea social indica ante todo un status activo de ciudadano por
estructuras políticas ahora consolidadas— constituyen kantianos principios del el que podemos exigir que nuestros derechos sean defendidos por la fuerza or-
entendimiento, como llamaba Hegel a este tipo de intentos parciales pero pre- ganizada de los demás, de modo que cada ciudadano, más allá del momento sim-
tendidamente omnicomprensivos. Parece que el poder político constituye una plemente defensivo, tenga la posibilidad positiva y eficaz de hacerlos realidad.
cualidad emergente, como la llamaron los biólogos 44, o una Gestalt, como la El momento simplemente negativo que se concreta en el «no está prohibido» pue-
designaron los psiquiatras austríacos, que por esta misma condición, ha de es-
tar necesariamente presente en la vida humana 45. Lo público es una vertiente
46
Austin explicaba claramente que los 'jura in re' consisten en abstenciones: «Jus in re (with
its corresponding obligation) is passive: i. e. it supposes no obligation on the part of anybody to
43
Aunque todo lo que se diga sobre este tema quedará afectado por dos problemas: Que do ... The negative or passive nature of these obligations, may account for their not being noticed.
es tan complejo que bastantes afirmaciones que son ciertas desde algún punto de vista, podrán sin They are merely obligations 'to forbear'; and the nature of them is described 'not in conjunction
embargo ser rebatidas desde otros puntos de vista; y que los míe go7an He situaciones He poder with their corresponding rights. but under the deseriptions of those violations of them (calleH delirts
privilegiadas bajo el pretexto de que ellos representan lo público porque son los representantes de in the narrower sense) which genérate obligations 'proper'». AUSTIN, J., op. cit, pág. 772
47
la legalidad democrática, se resistirán a abandonar sus privilegios. Si el juez condena al gamberro que ha dado una paliza a un indigente en la calle, el
44
Los biólogos repararon en el hecho de que cuando convive o se relaciona un grupo de maltratador puede ser acusado de alteración del orden público —lo que es una cuestión política—
individuos, resultan pautas de comportamiento necesarias en ese grupo que no pueden ser expli- o más propiamente en sede jurídica, según el derecho penal.
48
cadas desde la morfología, etc. de cada uno de los individuos. Llamaron cualidades emergentes a Algunos parecen desconocer un hecho radical, a saber, que las personas somos las mis-
este tipo de necesidades. mas seamos o no funcionarios, desempeñemos o no cargos políticos. Esto no sucede en las so-
45
Llano nos dice que «Hacia esa dirección apunta la nueva sensibilidad, para la que el des- ciedades que han tenido un origen voluntario, en las que sus miembros ingresan voluntariamente
cubrimiento del sentido precede a toda producción de sentido y la funda. Este otro modo de pensar y pueden salir de igual forma; en ellas se pueden distinguir entre miembros de pleno derecho y
complementa y supera la esquemática y cerrada noción de sistema con la más abierta y rica de ins- miembros sin derechos especiales: No sólo hay para cada uno de ellos un 'antes-después', sino
titución. Como ya advirtiera Arnold Gehlen...las instituciones son los auténticos órganos de exone- también un 'dentro-fuera' de ellas. Pues privado significa en este contexto tanto como voluntario,
ración de la complejidad, en cuanto incluyen en una multitud muldimensional a los actores reales y las voluntades diseñan, hacen y deshacen dentro de los límites de lo permitido por el derecho.
de los procesos sociales». LLANO, A., op. cit, pág. 38. La doctrina de las cualidades emergentes no En la sociedad política falta esta voluntariedad (con sus correspondientes antes-después, dentro-
implica erigir un monumento a las instituciones, con la consiguiente cosificación de la vida. fuera) porque al ser necesaria, es la sociedad de todos, y al ser de todos es necesaria.
80 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 81
de ser útil a veces, pero con frecuencia es insuficiente: ¿qué quedaría de los par- debemos hablar de lo público, pero sabiendo que es una abstracción abusiva,
tidos políticos españoles si se les aplicara esta sola regla, privándoles de las sub- como indicaba el de Aquiho.
venciones que reciben de los fondos públicos? Las doctrinas contractualistas sitúan limitaciones intrametódicas que les
Lo privado no antecede genéticamente a lo público, ni lo público crea o to- impiden entender estos hechos, porque la realidad de la personalidad humana,
49
lera las realidades humanas que usualmente son llamadas privadas. Es cierto simultáneamente pública y privada, se nos aparece en la capacidad para impo-
que está operativa la mentalidad que entiende que en un primer momento sólo ner obligaciones aún sin el consentimiento de los afectados: esto se produce
viven y operan los individuos, y que posteriormente estos individuos crearán las cuando el arrendador reclama su renta, el profesor exige silencio en clase, o la
reglas del poder político (que ellos constituyen) según algún rasgo dominante en mujer pide protección ante la brutalidad de su pareja53. Igualmente, cuando el
la índole del hombre o de su lenguaje. Pero si decimos que lo uno es anterior a poder público decide construir algo, o crear un nuevo subsidio social, la mino-
lo otro, esto no tiene más fundamento que un paralogismo de la razón; el ciu- ría disconforme no puede alegar que ella queda liberada de las cargas que con-
dadano es, por sí mismo sujeto del derecho, y por esto sus derechos y deberes lleva esa empresa. El contractualismo —tan útil en su esfera— degrada la dig-
son inmediatamente públicos50. Lo público o lo oficial no constituye únicamente nidad del hombre si lo extendemos como figura hermenéutica universal de toda
una dimensión de la sociedad considerada en su conjunto; tampoco consiste en la vida pública, porque bajo capa de la defensa de la autonomía de cada perso-
una faceta de las personas consideradas individualmente, sino que se prolonga na, somete a cada cual a relaciones en las que no ha consentido de hecho ni tie-
a lo largo y ancho de las personas y de la sociedad en la que vive, sin que poda- ne por qué consentir54. Y toda persona exige respeto a sus derechos, y estos de-
mos separar desde este punto de vista la persona individual de la sociedad. La rechos no tienen por qué limitarse ni al ámbito privado ni a los procedimientos
expresión misma de sociedad política, y otras similares, son imprecisas, y To- para la elección periódica de los gobernantes; tampoco se limitan a las diversas
más de Aquino nos indicaba que la palabra 'vida' era excesivamente abstracta, posibilidades de reclamar contra la posible ilegalidad de la gestión política, sino
porque así como la carrera consiste en el hecho de correr, la vida consiste en los que se extienden más ampliamente, porque los ciudadanos son los protagonis-
hechos propios del vivir 51 . Pues la sociedad representa a todas las personas, y tas imprescindibles en la gestión de lo que es suyo 55 .
la persona a toda la sociedad: por ello, si alguien ataca a una persona, el sujeto
dañado es esa persona concreta, pero interviene toda la sociedad52. Podemos y
sus peculiaridades y, en ese sentido, único, y al mismo tiempo, es representante de todas las ca-
racterísticas de la raza humana». FROMM, E. Ética y psicoanálisis (trad. de H. F. MORCK), 12.a
49
Si hacemos una referencia a un tema quizá algo colateral, pero que hace al caso, no es reimpresión, México, F.C.E., 1980, pág. 51.
correcto hablar de tolerancia. En las luchas de religión de los siglos XVII y XVIII se llegó a la 53
La vida cotidiana no constituye un simple conjunto de actuaciones privadas. Toda per-
noción de la tolerancia como la realidad constitutiva de la libertad religiosa: un Estado confesional, sona es persona pública: cuando el propietario exige que se respete su propiedad, cuando el pro-
toleraba la presencia en él de ciudadanos que no profesaban la religión del Estado. La tolerancia fesor exige a sus alumnos que estudien, cuando los clientes de los bancos exigen en los tribuna-
supone una preeminencia, de forma que el situado en situación de superioridad, tolera —como mal les defensa ante las comisiones excesivas, esas personas no están realizando actividades privadas,
menor— algunas conductas: pocas diferencias entre las nociones de tolerancia y disimulatio. Como ni sn cotiHianidad es irrelevante ante el derecho. Entre nosotros, la llamada quizá más fuerte a te-
el derecho de libertad religiosa ha constituido el diseño para los restantes derechos humanos, ha ner en cuenta es lo que Husserl llamaba el Lebenswelt, la cotidianidad. Es la expresada en la obra
impuesto un marco que entiende que un derecho del hombre es de algún modo una disimulatio de Alejandro LLANO, op. cit, pág. 49.
que vive el poder político ante realidades que le son desagradables pero que ha de soportar por 54
Acertadamente, Georg Jellinek indicaba que «So ist denn die Vertragstheorie, logisch zu
razones políticas. Ende gedacht, nicht Staatsbegründet, sondern Staatsauflósend». JELLINEK, G. Allgemeine
50
Más bien habría que decir que es una indignidad pretender que el hombre se escinda en Staatslehre, vol. I, Berlín, 1900, pág. 192.
dos partes, una pública, representada en sus capacidades jurídicas y políticas, y otra privada que 55
Un ciudadano es más que un individuo o que una persona considerada en su indetermi-
permanecería frente al poder público: Más bien habría que decir que este plano público pertene- nación individual o aislada: él posee una serie de especificaciones sociales que determinan que sea
ce a cada persona del mismo modo que le pertenece su cuerpo. Si tenemos en cuenta que confor- un sujeto de derecho con unas competencias y responsabilidades propias. Las nociones de capi-
me se normativiza y juridifica la vida cotidiana, los sectores privados reciben cada vez mayor aten- tán de barco, médico o constructor de casas son categorías jurídicas autónomas; ellas mismas po-
ción pública, la misma separación usual entre lo privado y lo público va perdiendo su sentido. seen ya naturaleza pública, porque constituyen conceptos funcionales, como los llama Maclntyre.
51
Vid. DE AQUINO, T. Suma teológica, I, q. 18, art. 2. Vid. MACINTYRE, A. Tras la virtud (trad. de A. VALCÁRCEL), Barcelona, Editorial Crítica, 1987, pág.
52
La razón de esta exigencia la explica Fromm: «Un individuo representa a la raza huma- 81, entre otros lugares, porque son realidades específicamente humanas. Sólo una vez que desapa-
na. Es un ejemplo específico de la especie humana. Él es 'él' y es 'todos'; es un individuo con rece de la moral la noción de propósitos y finalidades propiamente humanas, comienza la antigua
82 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 83
Lo que sería realmente problemático es, más bien, determinar lo que es el lisis de bastantes problemas. Si hablamos del poder público como una ins-
ámbito privado de las personas; porque buena parte de nuestra privacidad tiene tancia que ha de corregir los abusos cometidos por individuos o grupos, no
carácter público, y la gestión de lo que me afecta a mí, a nosotros, o a todos, es aludimos a un grupo social determinado, sino que nos referimos a la concien-
tan nuestro como lo es nuestra vida y como lo son nuestras necesidades. No es- cia moral viva entre los seres humanos que formamos ahora la sociedad. Si
toy aludiendo a ningún individualismo posesivo. Sucede que tan rechazable es la sociedad falla, como sucede en esos países en los que percibimos de modo
la lex permissiva originaria e individual como la lex possessiva de los socialis- más agudo la mutua penetración y corrupción del poder político y la socie-
mos extremos 56. Para hacer posibles los restos de aquella ley permisiva indivi- dad civil, entonces la conciencia personal que pudiera corregir los abusos ya
dual, la ONU declaró los derechos de los individuos; y para reconocer los dere- ha desaparecido 58 . Pues las realidades humanas, o son realidades persona-
chos del 'todo' social, esta misma Declaración limitó los derechos políticos de les y por ello sociales, o no son en absoluto.
las personas fundamentalmente a los derechos individuales de independencia y Por razones de funcionalidad es imprescindible distinguir entre gobernan-
privacidad. Pero carece de cualquier fundamento mantener que la persona tiene tes y gobernados, según una razón de ser que ha de ser lo más leve posible. La
solamente el derecho a su privacidad (con todas sus variantes de libertad de con- realidad de la madurez de los ciudadanos implica la exigencia de que sean ellos
ciencia, de expresión, etc.) y a participar en la elección de sus gobernantes. Este los que tomen sus propias decisiones, esto es, que gestionen y decidan en lo que
binomio centrado en la privacidad individual y las elecciones políticas ha teni- se refiere a ellos mismos; pues la dignidad exige que los ciudadanos deleguen
do éxito en el siglo XX; pero ha quedado muy retrasado en la marcha general en sus gobernantes sólo para la realización de las empresas que ellos mismos no
de la madurez ciudadana. pueden realizar, individual o asociadamente 59. Aunque no esté enteramente de
Algunos pueden entender que los poderes públicos disponen por sí mis- acuerdo con José Esteve, suscribo sus palabras cuando escribe que «La trayec-
mos de una eticidad superior a la de los ciudadanos. Pero es preciso aclarar toria y el modelo actual de estas relaciones constituye un tema que no parece
que las funciones benefactoras (¿podemos seguir tolerando la expresión be- recibir la atención que se merece. Es posible que a ello contribuya la adscrip-
neficencia pública?) del poder público no brotan desde ninguna conciencia ción de este binomio al modelo de Estado liberal, al Estado mínimo con límites
peculiar o con vida propia, sino desde los mismos ciudadanos. Solamente muy tangibles en su reducida intervención sobre una sociedad netamente dife-
existe una única y sola humanidad en cada poder concreto, pertenezca al de- renciada de él. La relación entre Estado y sociedad, en tanto presuponía la se-
recho público o al derecho privado. Las funciones de supervisión del ejerci- paración de ambas realidades, tiende a considerarse así un tema del todo supe-
cio de la patria potestad corresponden a funcionarios y jueces que en prin- rado en un sistema democrático en el cual el poder público encuentra su legiti-
cipio no son mejores personalmente que los padres concretos que ejercen mación en la propia sociedad» 60.
directamente esa competencia. James Lorimer ya explicaba en el siglo XIX
que «Free schools are justifiable only under the same limitations asfree State
charity ... Compulsory attendance is a substitutive for voluntary attendance
which only necessity can justify» 57. Si sustituimos el adjetivo público por el
58
'compulsory' u obligatorio (con la nota de unicidad que suele conllevar lo Las sociedades corrompidas se caracterizan porque la sociedad civil ha invadido la esfe-
ra pública: esta esfera conlleva su eticidad, a la que aludía al hablar de la conciencia moral de la
obligatorio), como hacía Lorimer, seguramente ganaremos claridad en el aná- sociedad, que normalmente está recogida en la legislación nacional. Pero se pierde de vista con
demasiada frecuencia que las personas que desempeñan cargos públicos son las mismas que com-
ponen esa sociedad civil corrompida.
59
Cari Schmitt, ateniéndose a la praxis política, explicaba que «en su mayoría Estados
nacionalmente homogéneos que intentan llevar a cabo, con el fundamento de una homogenei-
tendencia moderna y contemporánea de tratar a los juicios morales como simples hechos: pero las dad nacional, una democracia, pero sin tratar en ningún caso a una persona como ciudadano
nociones de padre, capitán o profesor son más que enunciados factuales. emancipado. Así, la absoluta igualdad humana sería una igualdad comprendida en sí misma
56
Pues los que afirmaron la lex permissiva centraron su atención en los individuos y des- y sin riesgos, una igualdad sin el necesario correlato de la desigualdad». SCHMITT, C. Sobre
conocieron buena parte de la vida social y jurídica y, por ello mismo, buena parte de lo que so- el parlamentarismo (trad. T. NELSON y R. GUERRERO), Madrid, Editorial Tecnos, 1980, págs.
mos las personas. Y los que mantuvieron una lex possessiva cuyo titular sería el todo social, ne- 15-16.
60
garon la incomunicabilidad y buena parte de la autonomía que caracteriza a toda persona. ESTEVE, J. Autorregulación: Génesis y efectos, Pamplona, Editorial Aranzadi, 2002,
57
LORIMER, J. The Institutes ofLaw, 2.a edic, Edimburgh, 1880, pág. 225. pág. 42.
84 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 85
5. DOS SOLUCIONES HISTÓRICAS A LA SEPARACIÓN PÚBLICO-PRIVADO Jellinek, aún demasiado influido por la doctrina decimonónica, considera-
ba ante todo la posibilidad de poner al orden jurídico en marcha en servicio pro-
Ciertamente, existe una entidad jurídica y política que está compuesta por pio, de lo que resultaba que la selección jurídica de las necesidades de las per-
el conjunto de la administración pública, y esto crea la ilusión de una vida de sonas seguía dependiendo de lo que reconociera oficialmente el ordenamiento
lo público segregada del resto de la vida humana. Las discusiones sobre esta jurídico, por lo que continuaba la situación de minoría de edad y de dependen-
visión de la entidad pública vienen de antiguo, porque ya a comienzos del si- cia de los ciudadanos.
glo XX Georg Jellinek se oponía a Paul Laband, porque Laband entendía que Es improcedente hablar de habilitación {Berechtigung, según la conocida
la Administración pública realizaba una actividad de naturaleza única, o uni- expresión alemana) otorgada por el Estado, y lo mismo sucede con el término
taria 61 , de forma que la actividad pública u oficial, siempre idéntica a sí mis- delegación; las habilitaciones han de quedar en su lugar, según las pirámides
ma, era la que creaba la categoría misma de lo público. Desde la actitud que normativas de las jerarquías administrativas, sean de la administración públi-
expresaba Laband, el problema era cómo coordinar las actividades de los ciu- ca o de las empresas privadas. Constituiría una visión tristemente equivocada
dadanos, siempre considerados privados o particulares, en la vida concreta del entender que los ciudadanos han enajenado sus capacidades públicas en los go-
derecho público. La historia reciente ha dado fundamentalmente dos respues- bernantes que los representan, y que después las reciben parcialmente desde
tas a este tema. ellos en forma de concesiones o habilitaciones M. La dimensión política y pú-
blica es una dimensión necesaria de toda persona, y no hemos enajenado nues-
tro derecho cediéndoselo al Leviatán, como pretendía Hobbes, sino que el
5.1. La teoría de la habilitación o Berechtigung Leviathan es tan nuestro como nuestros propios ojos. Porque el derecho no es
una función del Estado o de cualquier poder político, sino que es siempre una
En un marco doctrinal beligerante, de crítica contra la mentalidad jurídica función de las personas.
entonces más extendida, Georg Jellinek indicaba que «El sujeto jurídico es aquel Es cierto que el derecho aparece como un dato primero desde el que los se-
que puede poner el ordenamiento jurídico en funcionamiento a disposición de res humanos derivan sus derechos y deberes. Por esto, el juez no condena a al-
su propio interés ... Esta facultad se le concede al particular ante todo en la zona guien por haber robado, sino porque su conducta es la contemplada en el artí-
del derecho privado, pues él recibe no solamente el reflejo de la actividad esta- culo del código penal que establece una pena para estos actos. Pero esto parece
tal, como sí sucede en las actividades de policía y penal del Estado ... La facul- más bien un espejismo. Este hecho se ve potenciado porque la mayor parte de
tad individual otorgada por el Estado para situar al ordenamiento jurídico al ser- las leyes actuales regulan minuciosamente amplios sectores de la conducta hu-
vicio del propio interés crea, del mismo modo que todo poder individual limi- mana, de modo que podemos decir que si la legislación española contempla un
tado admitido por el derecho, una habilitación subjetiva. Por esta razón, la per- plazo de tantos días para completar la documentación para tomar parte en un
sonalidad es 'juris publici'. Ella es la condición del derecho privado y en gene- concurso convocado por la administración pública, el derecho a este plazo no
ral de todo ordenamiento jurídico 62 ... El reconocimiento del particular como viene escrito en los cielos, sino que es creación contingente de las leyes admi-
^ersona (Persona es el fundamento de toda relación Jurídica» ^ . nistrativas, i ero una cosa es ia cornpiCjiuau tccnica propia uc un oruenamienío
jurídico moderno, que establece numerosos derechos, exigencias, excepciones,
etc., y otra realidad es el hombre como persona jurídica. Las dimensiones bási-
cas de la condición humana no son creadas por las complejidades técnicas de la
01
Una «Beamtentátigkeit innerlich gleichartig». Vid. JELLINEK, G. Allgemeine Staatslehre,
vol. I, Berlín, 1900, pág. 234, nota a pié.
62
He introducido estas intensidades en el texto para señalar la ambivalencia de Jellinek. Pues
aunque él piensa en el ambiente de los derechos subjetivos individuales concedidos por el Esta-
64
do, y había de escribir al filo de este mentalidad para no verse clasificado sin más en el cajón de En este punto se nos muestra uno de los matices que separan al derecho de la política.
los jusnaturalistas, se remite sin embargo al dato —entonces considerado prejurídico o Pues en la política todos somos sui juris, de modo que el gobernante político no puede alegar más
extrajurídico— de la personalidad humana para reclamar para ella la condición de Rechtssubjekt. título para gobernar que el poder que expresamente le hemos concedido. Pero esto no sucede en
63
JELLINEK, G. Allgemeine Staatslehre, vol. I, Berlín, 1900, págs. 377-378. una empresa comercial privada.
86 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 87
legislación vigente, a no ser que tomemos en serio a aquel gallo que creía que bertad simplemente individual y negativa suena a mentalidad pequeñoburguesa,
el sol salía porque él cantaba 65 . para la que la libertad sólo puede consistir en un ámbito privado de autonomía,
de forma que el derecho a intervenir en los asuntos públicos es sustituido por las
garantías legales de la seguridad y de la privacidad individual67.
5.2. La libertad como privacidad Bajo estas discusiones, permanece un problema —no el único, pero sí de-
cisivo— que es el de la lucha por el dominio de la sociedad civil. Hace siglos,
Las explicaciones basadas en las habilitaciones estuvieron de moda en el las confesiones religiosas trataron de conformar la sociedad a través de sus res-
paso de los siglos XIX al XX, y dieron origen al movimiento de los derechos pectivas Inquisiciones, normalmente uniendo el poder eclesiástico al político. El
públicos subjetivos. Su fracaso práctico, tal como mostró la Segunda Guerra problema es que hoy los hombres no poseemos un nivel moral superior al de
Mundial, determinó una vuelta al espíritu de la Constitución norteamericana y entonces, y existe la misma lucha por el espíritu de la sociedad o de sus ciuda-
a la de la Declaración de 1789. Los derechos humanos expresados en estas De- danos; el medio más usado ahora para alcanzar este dominio es el cauce políti-
claraciones hacen consistir técnicamente su fuerza normativa y protectora pre- co, y para evitar la creación de agrupaciones que generarían resistencias efica-
cisamente en exigir jurídicamente la ausencia de normatividad en el ámbito de ces a las prepotencias institucionalizadas, resulta imprescindible presentar a la
la vida de estos derechos: han sido considerados como lagunas en los ordena- sociedad como unificada, esto es, como compuesta por ciudadanos uniformemen-
mientos jurídicos, en las que no pueden penetrar las regulaciones legales. De ahí te cincelados por la Constitución. Los portavoces oficiosamente autorizados en
su carácter negativo y penalista, que sólo requiere abstenciones por parte de los la interpretación del espíritu constitucional —normalmente aupados políticamen-
demás. Estas Declaraciones han usado ante todo la noción de excepción, de forma te en situaciones de privilegio— acaban de hacer el resto.
que los derechos aparecen como restricciones puntuales a un primer poder ge-
nérico; estas excepciones serían lagunas en el orden jurídico, que se les presen-
ta como un orden anterior pero no superior a ellas; del mismo modo que toda 6. DISTINTAS ÉPOCAS DE NUESTRA TEORÍA POLÍTICA
excepción, enfrentan un todo genérico y abstracto a lo que sería privativo de cada
sujeto, y parecen ignorar que la ley de la privacidad forma parte de la única ley El tratamiento de este tema es siempre complejo, porque implica arañar el
jurídica, siempre universal y determinada. Como es lógico, no es posible acep- fondo del barril de la vida humana, y este carácter último vuelve incómodo su
tar la equiparación de lo personal con lo irrelevante jurídicamente 66. estudio. Una intuición reiterada nos lleva a compartir la opinión de Cotta cuan-
Ante este problema, los propugnadores de las libertades meramente indivi- do entiende que el poder es una necesidad común, no un bien común, quizá por-
duales hacen una defensa de los derechos del individuo frente al dirigismo de los que —como expresaba Fernando Vázquez de Menchaca— «estar bajo el do-
gobiernos y frente a las malas y semiocultas influencias de los grupos operativos minio de un señor no es un bien, sino la peor de todas las cosas». Si antes aludía
en la sociedad. Pero no aluden siquiera a buena parte de los problemas perso- a la añoranza expresada por Adorno y Horkheimer por la libertad de espíritu
nales bien reales en las democracias que ya existen, y su reivindicación de la li- precontemporánea, ahora echo de menos la frescura intelectual de aquellos uni-
versitarios de comienzos del siglo XX, en los tiempos de Nawiasky y Jellinek,
que cuestionaban si el poder del Estado tal como ellos lo conocían era una re-
65
Aludo a las dimensiones básicas de la condición humana, y uno de los problemas sería
ahora el de distinguir esas dimensiones básicas de las que no tienen este carácter. Podemos ob-
servar que existen mediaciones humanas que no han sido creadas por la legislación, como es la 67
Ellos presentan la libertad que llaman positiva siempre como la sumisión a la forma de
propiedad o el matrimonio; otras mediaciones, en cambio, sí han sido creadas ex profeso por las vida que prescribe un sector de la sociedad; todo intento de autonomía en lo político les parece
leyes, como es el tercer ciclo de los estudios universitarios actuales. sospechoso, y se niegan a admitir la posibilidad de una libertad que vaya más allá del atomismo
66
Cari Schmitt explicaba que lo que no tiene contenido no puede ser rebatido, porque lo individual en el contexto de un marco público único. El autor reciente que más se ha distinguido
que se extiende hasta el absurdo no puede ser llevado ad absurdum. Vid. SCHMITT, C. Der Wert en la apología de la simple libertad negativa, y que considera negativamente a las libertades posi-
des Staates und die Bedeutung des Einzelnen, TÜBINGEN, J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), 1914, tivas —como la inserción de un individuo en un grupo, paradigma para él de este tipo de la liber-
pág. 7. tad— ha sido quizá Isaiah Berlín.
88 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 89
lación de simple poder (Gewaltverháltnis) o una relación de administración cial 69 . Fernando Vázquez de Menchaca, Diego de Covarrubias, Luis de Molina
(Verwaltungsverhaltnis), y si era verdaderamente esto último, qué diferencia o Francisco Suárez quisieron distanciar el regnum del sacerdotium, hecho que
existía entre la administración y el ejercicio del poder 68. Aquellas personas es- es especialmente patente en Suárez, que —según Cari Schmitt— fue el padre
taban en condiciones de hablar libremente del «egoísmo de la formación es- espiritual de Pufendorf70. El estudioso obtiene la impresión de que Molina o
pecializada de los conceptos jurídicos», mientras que hoy estamos presos de Suárez (más claramente este último) querían ganar un ámbito no-sacro de la vida
la terminología irrealmente inhumana del análisis económico del derecho, o de civil que hiciera posible la convivencia entre los integrantes de las distintas con-
la declamación sobre las legitimidades democráticas propias de un Estado de fesiones religiosas. Los jusnaturalistas del siglo XVII heredaron por igual las
derecho: de modo que lo que finalmente permanece son las estructuras públi- explicaciones de Vázquez de Menchaca y Suárez, cosa nada extraña, porque la
cas, mientras que pasan en la historia las necesidades que en su día les dieron formación académica de Samuel Pufendorf o de John Locke era exquisitamen-
la legitimidad moral para nacer. Así se hace realidad la frase de Otto Mayen te escolástica, suareziana71. Así, Pufendorf, Locke o Gundling ofrecieron a sus
«Mientras el derecho de la constitución pasa, lo que queda es el derecho ad- lectores un poder político que se sustentaba en un contrato, esto es, que se apo-
ministrativo». yaba en su racionalidad siempre que el contrato social cumpliera unos requisi-
Sin ánimo de parafrasear la ley conmtiana de los tres estadios, parece que tos determinados.
la doctrina sobre el fundamento de la obediencia al poder político ha pasado Una vez desembarazada de su carga teológica, este nervio doctrinal
por tres etapas, quizá no tanto estrictamente históricas como afectivas y por contractualista asumió diversas caras, no siempre compatibles. La realización de
ende racionalizadas. La primera habría sido teológica, y la Alta Edad Media la libertad personal según Pufendorf; la defensa de la libertad del individuo en el
abundó en prácticas cesaropapistas, porque se fundían en cierta unidad uso de sus propiedades según Locke; el 'Rechtsstaat' alemán del siglo XVIII, que
operativa el sacerdotium y el regnum. Acabada esta etapa, los partidarios del concebía al poder creado artificialmente en función de la defensa de los derechos
Emperador lanzaron tesis democráticas con la intención de emancipar de naturales del hombre, a saber, la libertad, la igualdad y la propiedad; la propuesta
Roma al Sacro Imperio Romano Germánico. Aunque la doctrina que sostuvo roussoniana, que concebía a la racionalidad como una función de la sociabilidad
que la titularidad del poder político reside en el pueblo, y que éste la traspa- entre seres racionales iguales. A lo largo del siglo XIX estas explicaciones se com-
sa a un gobernante con limitaciones, ya estaba madura en el siglo XIII —como plicaron al entrar en crisis la hegemonía de la mentalidad liberal: Hegel quiso ver
vemos, por ejemplo, en Pedro de Alvernia—, lo cierto es que el poder de los
reyes siguió dotado de un cierto carácter sacro, no tanto en la literatura doc-
trinal como en el sentir popular. Así, en pleno siglo XVII Calderón de la Barca
pone en boca de uno de sus personajes: «Al Rey la vida y la hacienda se le 69
Según J. W. N. Watkins, Hobbes fue el primer autor que —movido por la singular im-
han de dar...». La doctrina inglesa del origen divino de los reyes acabó ca- portancia que atribuyó a los contenidos mentales o ideas—, interpuso entre el hombre y su socie-
lando colectivamente en los sentimientos de los pueblos, también en los del dad un cuerpo de ideas necesariamente regulador de la sociedad. Vid. WATKINS, J. W. N. Hobbe's
Continente, conforme avanzó el prestigio de la monarquía a lo largo de los System of Ideas, London, Hutchinson University Library, 1965, págs. 47 y ss. Esta obra de Watkins
siglos XVI y XV11. mrKtitiivp nn ataniip frontal al sistema emnirist2 de las 'ideas'.
70
Vid. SCHMITT, C. Escritos políticos (trad. F. J. CONDE), Madrid, Editorial Doncel, 1975,
La segunda etapa fue más doctrinal, si por tal cosa entendemos que actuaban pág. 17. Tesis que reitera en El concepto de lo político (trad. E. MOLINA y V. R. CRISAFIO), Bue-
unas doctrinas políticas que ante todo se sustentaban a sí mismas, confiadas en nos Aires, Folios Ediciones, 1984, pág. 80.
71
Las doctrinas de los teólogos fueron rechazadas verbalmente por los jusnaturalistas de
su mayor capacidad para interpretar racional y normativamente la realidad so- los siglos XVII y XVIII, pero algunas de las ideas directrices permanecieron en sus libros, tomando
un sector de las explicaciones escolásticas como la totalidad de la doctrina del derecho natural.
Pufendorf dependió muy directamente de las filosofías de los Nominales de la Baja Edad Media
(cuyos conceptos usaba fluidamente) y del estilo de argumentar que he llamado Humanismo ra-
cionalista. Locke hizo posible la estructura argumentativa que le llevó hacia su fenomenismo
68
O si ambos tipos de relaciones eran compatibles porque expresaban sólo puntos finales sensista gracias al cañamazo retórico que le proporcionaron las categorías escolásticas en las que
de una continua y siempre fluyente serie de conceptos —así pensaba Nawiasky— que no se opo- se había formado, tales como sustancia-accidente, potencia-acto y, sobre todo, la de causa eficiente-
nen, sino que llevan hacia «la configuración de tipos» (Typenbildungen) que oscilan con diferen- efecto producido por tal tipo de causalidad. Si aplicáramos a su doctrina el esquema hermenéutico
cias sólo graduales entre ambos extremos. Vid. HENSEL, op. cit, pág. 78. de Hegel o Heidegger, no quedaría nada de ella, no al menos nada convincente.
90 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 91
una realidad divina inmanente en la historia, que había cristalizado en el Estado humano para situar en su lugar esas explicaciones doctrinales, presentadas cada
prusiano tal como existía en 1830; los comunistas vieron en el trabajo por cuenta una como la verdaderamente racional. El otro dato se manifiesta en la concep-
ajena la alienación de una clase social, representativa del género humano; fueron ción de los individuos solamente en función de la creación de un único centro
corregidos por los moderados socialdemócratas; y los anarquistas hicieron una del poder, de forma que si la finalidad del poder es ciertamente la de satisfacer
enmienda a la totalidad de lo propuesto hasta entonces; tras ellos vinieron las ex- algunos deseos y necesidades de los hombres, no es menos cierto que las per-
trañas derivas políticas de los que seguían a líderes carismáticos en el siglo XX; sonas participan como ciudadanos únicamente en su condición de subditos o
después de 1945, Apel quiere exponer la necesidad inesquivable de la igualdad subordinados de ese poder: siguen dependiendo de una sola instancia, frente a
individual que late en la comunicación humana; Habermas trata de mostrarnos la la que se fortifican con derechos. Actualmente, esta mentalidad 'doctrinaria',
verdadera estructura actual de las mediaciones de la humanidad insistiendo en que normalmente reposando sobre postulados o suposiciones, se nos presenta parcial-
la instancia intramundana deviene necesariamente normativa, y por ello mente bajo la forma de algunas doctrinas sobre los derechos humanos, que en
suprahumana. Rawls pretende enseñarnos lo que realmente deberían desear unos manos de algunos autores son más bien ficciones, porque son derechos de los
individuos coherentemente egoístas; aunque este autor ha dado tales bandazos que seres humanos, pero sin que podamos afirmar nada sobre estos seres que vaya
todo lo que se diga sobre él puede ser desmentido con sus propios textos. más allá del establecimiento de estos derechos. Resultaría así que los seres hu-
Entre todos ellos han llevado la capacidad dialéctica y raciocinativa de la razón manos somos humanos sólo en la medida en que nuestros derechos vengan re-
humana a prácticamente todos sus extremos posibles, y han hecho que el pensamiento cogidos positivamente por la legislación válida; desde este punto de vista, la úni-
político actual —desengañado de la operatividad de cada uno de estos momentos ca explicación procedente sobre la persona humana sigue siendo la que propor-
tomado aisladamente— sea marcadamente pragmático y por ello sincrético. Los fi- cionó Kelsen: la persona no es directamente una categoría jurídica, sino única-
lósofos se han comportado como esos ministros de educación que entran al minis- mente una explicación creada por los juristas (no por el derecho) que indica el
terio con su plan de estudios bajo el brazo, convencidos de que ellos acabarán defi- punto ideal de atribución (Zuschreibung) de un sector de las normas del orde-
nitivamente con la crisis que viene sufriendo la enseñanza desde siempre. namiento jurídico 73 . Así, los integrantes de las 'razas inferiores' compondrían
Estas propuestas han tenido en común fundamentalmente dos datos elemen- un punto ideal de atribución de las normas jurídicas dictadas por el III Reich.
tales: suponer que el seguimiento práctico de un esquema teórico llevaría a la re- Si partimos de que ahora ya hemos superado estas explicaciones que ha su-
dención política, cuando no a la redención humana total: muchos estudiosos han ministrado la historia, y que ahora disponemos de un marco de precomprensión
señalado el componente escatológico de estas ideologías. Por algún extraño y per- que nos permite pensar autónomamente al margen de estos condicionantes con-
verso mecanismo de la mente humana, estos últimos siglos han creído que las cretos históricos, el problema sería ante todo el de indicar desde qué dimensión
mediaciones humanas quedarían purificadas por la observancia de un solo mo- de lo humano han de regirse las mediaciones sociales que entendemos como
delo de vida colectiva. Ciertamente, Tomás Moro publicó su Utopía, pero esta políticas y jurídicas. La primera explicación mencionada aludió, como fundamen-
obra solamente ofrecía un marco para desarrollar las virtudes de las personas, to último, a la religión, y en un plano más próximo al bien común. Las doctri-
no un estilo de vida que —caso de ser seguido— hiciera superfluas estas virtu- nas modernas se cargaron de nociones metafísicas normalmente pivotando so-
des 72. La Edad Moderna dejó a un lado la vertiente propiamente práctica del ser bre las diversas posibilidades de la libertad individual74.
Si no atendemos ya a ninguno de los dos tipos de doctrinas que histórica-
mente se han sucedido, lo que nos queda son las personas o, por expresarlo con
más precisión, los que nos quedamos somos las personas. Obviamente no me
72
Alejandro Llano hace un resumen de este problema: «La felicidad, en sentido moderno,
se desvincula de la virtud. Para los clásicos, la eudaimonia no era el 'resultado' de algún modo
estereotipado de vivir y, en definitiva, de ser. La eudaimonia es una condición estable, que abar-
ca toda la vida, y que depende del propio daimon, del genio de cada uno, que le viene dado por
algún misterioso designio. No es que el hombre no pueda hacer nada por ser feliz. Sí que puede, 73
Vid. KELSEN, H. Reine Rechtslehre, Wien, Frank Deuticke, 1960, § 37.
y nada menos que vivir bien, es decir, practicar la virtud y aspirar a la contemplación. Pero el lo- 74
Los empiristas que publicaron en este tiempo fueron realmente poco empiristas, depen-
gro de la eudaimonia no es el esfuerzo programado, sino que tiene la índole de un regalo inmere- dientes de las fuerzas lógicas que manifiestan las trabazones de los conceptos, hecho especialmente
cido». LLANO, A., op. cit, pág. 169 perceptible en las razonadas y extensas obras de Locke o Hume.
92 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 93
refiero solamente a la persona entendida escuetamente como un ser individual marco de convivencia, cada vez con más prestaciones, con mayor
de naturaleza racional, o a la persona según el antiguo modo romanista, que la normativización de la vida, disponiendo de más recursos porque impone más
contemplaba como cada una de las dimensiones básicas y permanentes de la vida impuestos 76. Caso de que no guste su gestión, los ciudadanos pueden deponer
social; tampoco es cuestión de insistir más en la soledad personal —consecuencia a ese gobierno en la próxima votación periódica: éste sería para algunos el es-
de la necesidad moral de la autodeterminación de cada ser humano— ni, por ello píritu fundante de la democracia. De ese modo se acrecienta este hecho que to-
en las esferas de libertad individuales: fueron los discípulos de Kant los que lle- dos vivimos hoy: el poder administra y los ciudadanos somos administrados, y
naron las librerías de estudios sobre la libertad formal, negativa y vacía que co- tenemos el derecho de cambiar al administrador.
rrespondería a cada persona. Ahora es el momento de aludir a esa dimensión de Frente a esta representación de la vida pública, Jellinek explicaba que todo
la persona, que es su faceta necesariamente pública, porque lo público no pue- derecho es relación entre sujetos de derecho. No podemos pensar un sujeto jurí-
de ser disociado de las personas, ya que ni existe un poder originario del Esta- dico sin relaciones propiamente jurídicas, y el Estado mismo solamente será su-
do (el dominium jurisdictionis) que pueda ser opuesto al dominium de cada per- jeto de derecho en la medida en que reconozca otros sujetos iguales. Ciertamen-
sona sobre sí misma, ni existe tampoco y siempre un dominio universal de cada te, podríamos suponer una relación de dominio puramente fáctica —prosigue
persona sobre sí que pueda ser opuesto a los derechos de los demás: sucede, en Jellinek— y hablar de dominadores y dominados como portadores de derechos y
definitiva, que el derecho no es cuestión solamente de dominios excluyentes, obligaciones; pero las relaciones entre el amo y el esclavo únicamente son jurídi-
aunque frecuentemente también se manifieste así. cas frente a terceros, como sucede con toda relación de una persona con una cosa;
para el esclavo, la fuerza de su amo es simplemente fáctica, y como él no es suje-
to de derecho (Rechtsgenosse), no existe para él una fuerza propiamente jurídica77.
7. LA NOCIÓN DE SUJETO DE DERECHO Hay que decir, con Jellinek, que un ordenamiento jurídico en el que sólo exista una
personalidad pública o una persona eminens que pueda desconocer la autonomía
La aporía permanente que da sentido al trabajo jurídico y político es la per- de los ciudadanos, es una indignidad, como ha experimentado especialmente el
sona humana. Si lográramos encontrar la estructura permanente de las mediacio- siglo XX. Tenemos motivos para hacer nuestra la interrogación radical de Jellinek:
nes entre las personas —esas cualidades emergentes o Gestalten ya menciona- bajo este planteamiento, ¿es posible, en general, el mismo derecho público?78. El
das—, fijadas y garantizadas por el poder político, posiblemente se produciría
una cierta confusión entre política y derecho, porque el derecho quedaría garan-
tizado permanente y políticamente. Pero como éste no es el caso, sucede que, al
mismo tiempo que la instancia política declara y trata de hacer efectivos más cluida. Aún Fernando Vázquez de Menchaca y Samuel Pufendorf hablaron de hacer realidad la liber-
derechos de las personas, cada vez más urgentemente necesitamos un estatuto tad individual, Hobbes de la seguridad, Locke de la libertad en el uso y disposición de las propieda-
des. No quisieron creer que el poder único que ellos estaban contribuyendo a diseñar, reclamaría con
jurídico y político que sitúe a las necesidades de los seres humanos como pro- el tiempo su estricta individualidad, rechazando las estrategias teleológicas que ellos proponían.
tagonistas de la marcha de la vida pública. 76
Gaspar Ariño explicaba que «No estamos ante el Welfare State, sino ante el Welfare State—
El problema reside en que ei cauce que continuadamente ofrece el poder Socialista T os ciudadanos ?e ven hoy obligados a pagar unos impuestos por todo un conjunto de
conceptos ... sin que se les reconozca exención fiscal alguna por los gastos que esos mismos ciu-
público para el desarrollo de los ciudadanos, es el mismo: una vez designados dadanos tienen que asumir si quieren un servicio de calidad a la hora de educar a sus hijos, ha-
los gobernantes, el poder se emancipa hasta cierto punto de los votantes, y co- cerse una revisión médica ... Esta subsidiaridad invertida, como ha destacado agudamente An-
bra vida propia. De hecho, desde Bodin las reflexiones de la ciencia política han drés Ollero, se manifiesta ante todo en la educación, la sanidad y la cultura. Unos denominados
sistemas públicos de salud, de educación, o de fundaciones, han desembocado en los llamados
sido reflexiones sobre el Estado, como si el poder como tal debiera ser el único conciertos (escolares, sanitarios o culturales), en virtud de los cuales el estado, que ha vaciado
objeto del estudio de la política 75. Por este camino, el poder aspira a ofrecer un previamente los bolsillos de los ciudadanos, resulta incapaz de prestar con la calidad y extensión
requerida dichos servicios, por lo que acude a la prestación privada de los mismos en la que aquel
impone su ley». ARIÑO, G. op. cit, pág. 72.
77
JELLINEK, G. System der subjektiven óffentlichen Rechte, 2.a edic. Reprint de Scientia
(Aalen), Tübingen, 1979, pág. 10.
75 78
Por expresarlo con terminología más al uso de hoy, el Estado se constituyó en un sistema «Allein hier ist sofort der kritische Entwurf zu erheben: Ist óffentliches Recht überhaupt
autorreferencial cerrado, en el que la cuestión del sentido de la supervivencia del sistema estaba ex- denkbar?». Ibíd., pág. 9.
94 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 95
Estado contemporáneo y continental ha nacido y ha sido pergeñado fundamental- en el derecho público de personas que fueran sujetos de este mismo derecho,
mente al amparo de dos talantes, el liberal y el democrático, y de ahí la índole equí- parece una contradicción en los términos. «Toda negación de los derechos pú-
voca de la entidad que la misma palabra Estado evoca, que ni acaba de designar blicos subjetivos opera tácita o expresamente bajo este pensamiento básico» 83 .
un puro Rechtsstaat cuya tarea fuera defender los derechos naturales del hombre Si afirmamos que el ser humano es un verdadero sujeto de derecho 84, hay
que peligraban en el estado de naturaleza79, ni tampoco es una máquina de domi- que explicar qué quiere decir esta expresión. Pues sujeto de derecho no se refiere
nación cuyo solo funcionamiento, según la regla de la igualdad entre los intereses solamente a la posibilidad de ser titular de una relación jurídica privada osten-
individuales, volviera justo lo decidido. tando cada parte un derecho subjetivo, como mantenía Savigny; o de ser un punto
Es propio de estas construcciones binómicas jugar con la representación pasivo de atribución de un sector de las normas jurídicas, como pretendía
imaginativa del hombre antes y después del pacto social, o dentro y fuera de la Kelsen 85 ; tampoco se reduce a la posibilidad de reclamar unos derechos lega-
administración pública, como si los seres humanos pudiéramos ser antes o des- les frente al poder una vez que están establecidos por las leyes. Estas explica-
pués, o estar dentro o fuera de nosotros mismos y de nuestros derechos. Jellinek ciones son demasiado sectoriales, e incompletas en su conjunto, y es preciso rei-
se planteaba este problema a finales del siglo XIX, no sin cierta amargura: «Was terar que todo poder o jurisdictio pública es una función de las personas 86, por
ist die offentliche Rechtsordnung?». «El derecho público es aquel que regula la lo que tiene una naturaleza teleológica. La cualidad pública de una acción de una
organización y las relaciones del Estado con sus miembros» 80 . Pero —añadía
Jellinek— mientras que el derecho privado es la regulación de las esferas vita-
les de las personas subordinadas al derecho público, de forma que las obligacio-
nes y habilitaciones recíprocas traspasan toda esta rama del ordenamiento jurí- 83
Ibíd., pág. 10.
dico, en el derecho público no existe tal reciprocidad81. «Porque el portador del 84
Es la opción que reiteradamente expone Georg Jellinek: Hay que decidir si el poder del
orden público jurídico es el mismo Estado, y este Estado soberano es el creador Estado es un Herrschaftsgewalt, esto es, un poder de dominación, o un Berechtigungsgewalt, un
poder que habilita a los ciudadanos.
exclusivo de su orden. Sucede que él se determina a sí mismo, y el Estado que 85
Kelsen trató de refundir todas las relaciones jurídicas desde el único punto de vista del
formalmente es libre para normar, no está sometido a una fuerza superior» 82 . Rechtsreflex, de modo que los derechos de los ciudadanos sólo podían consistir en la misma norma
Parece excluida a priori —prosigue Jellinek— la posibilidad de que los subor- jurídica considerada desde el punto de vista de aquel a quien la norma otorga una posibilidad de obrar.
dinados lancen pretensiones jurídicas al Estado, porque el fundamento del de- Esto es, si la legislación de un Estado establece una franquicia de diez cajetillas de cigarrillos para
los que cruzan sus fronteras, los viajeros «tendrán derecho» a introducir esas diez cajetillas de ciga-
recho público es solamente la legalidad de la máquina estatal. El reconocimiento rrillos, sin tener que pagar impuestos. En los temas que dependen tan estrictamente de la discreción
del legislador, no hay problemas en admitir que los derechos subjetivos consisten efectivamente en
este Rechtsreflex. Son las zonas del derecho que los medievales llamaban jus arbitrarium. Pero tam-
bién resulta patente que no todo el ordenamiento jurídico se compone de jus arbitrarium entendido
al modo del ejemplo indicado. Por muy fuerte que sea la actitud antijusnaturalista adoptada, nadie
79
Adam Smith describía el Estado de derecho desde un punto de vista más inglés que ale- puede exigir —en nombre de la oposición a cualquier versión del derecho natural— que considere-
mán explicando que «The appropriation of lands and flocks, which introduced an inequality of mos que todos los derechos de los ciudadanos son simples reflejos de los contenidos de las normas
fortune, was that which first gave rise to regular govemment. Till there be property can he no jurídicas ya existentes Un estudio más detallado sobre la doctrina kelseniana del Rechtsreflex es el
government, they very end of which is to secure wealth, and to defend the rich from the poor». de Josef Aicher, Das Eigentum ais subjektives Recht. Zugleich ein Beitrag zur Theorie des subjektiven
SMITH, A. Lectores on Jurisprudence, Oxford, Clarendon Press, 1978, pág. 405. Ésta es una vi- Rechts, Berlin, Duncker und Humblot, 1975, págs. 24-29. Diego Medina se ocupó más extensamente
sión muy coherente, desde el primer liberalismo que representó Locke, de la naturaleza del cuer- de este tema en: El derecho subjetivo en Hans Kelsen, Universidad de Córdoba, 2005. Es obvio que
po político. El gran problema residía en que los dos modelos de Estado que diseñó el siglo XVIII estamos ante dos situaciones distintas: la de los simples Rechtsreflexen, y las pretensiones más fuertes
perseguían igualmente la emancipación del individuo y del poder político, como nos indica Gierke: de las personas. El intento de esbozar siquiera una línea divisoria suena a ridículo: durante tres si-
«Nun entdeckte sich das Individuum und es entdéckte sich der Staat. Emanzipation des glos lo hemos intentado, y si el lector quiere una rapsodia breve pero concisa, puede consultar el es-
Individuums und Emanzipation des Staates wurden die Ziele, auf welche von unzáhligen Punkten tudio de Kart PFEIFER, Die Idee der Grundrechte in der deutschen Literator von 1700 bis Georg
der eine anschwellende Bewegung hinarbeitete». GIERKE, O., op. cit, pág. 7. Así llegó la doctrina Jellinek (1892), Jena, Buchdruck-Werkstátte, 1930.
86
a la equiparación del individuo omnipotente junto al Estado igualmente omnipotente. Vid. Ibíd. Por función entiendo, por ejemplo, lo que expone G. Frege: «Funktion von V einen
80
JELLINEK, G. System der subjektiven óffentlichen Rechte, 2.a edic. Reprint de Scientia mittelst der Bezeichnungen der Summe, des Products, der Potenz, der Diferenz u.s.w.». FREGE, G.
(Aalen), Tübingen, 1979, pág. 9. Grungesetze der Arithmetik, Hildesheim-New York, Georg Olms, 1962, pág. 5. La noción de fun-
81
Ibíd. ción es, como podemos observar, ante todo positiva, porque mienta potencias, fuerzas, diferen-
82
Ibíd., págs. 9-10. cias, capacidades, etc.
96 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALEACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 97
persona también proviene ante todo desde su finalidad87, sin perjuicio de otros sujeto porta en él la infinitud de su individualidad (esa infinitud misma que per-
criterios que concurran junto con éste 88. mite predicar de él esos derechos humanos 90 ), los individuos quedan enfrenta-
Aclaremos incidentalmente un tema: todo derecho es una commentatio juris, dos necesariamente, sea entre sí, sea con la persona eminens con la que se rela-
esto es, comentario de un texto, y es lógico que el jurista actual suponga ya cons- cionan todos igualmente. Pero no en vano explica Luhmann que todo sujeto as-
tituido al poder político y a su ordenamiento jurídico y trate de derivar los de- pira a convertirse en la totalidad de la realidad 91, y la infinitud así entendida no
rechos de las personas desde las disposiciones ya establecidas por aquel poder. existe en las cosas humanas. Lo que nos lleva a intuir que la infinitud que lleva
Pero el problema se sitúa más bien en el texto jurídico que ha de ser comenta- a la percepción de la propia singularidad como totalidad, es realidad distinta de
do: desde luego, nadie cree hoy que exista esa positividad instantánea (como la universalidad que todo ser humano reclama para sí tanto en la ética como en
suele decir Ollero) que nos permita conocer inmediatamente nuestros derechos el derecho. Efectivamente, si partimos de sujetos cuya individualidad es infini-
y deberes. Además, el texto del derecho que ha de ser comentado no es solamente ta o absoluta, la relación jurídica queda necesariamente vacía, ya que sólo po-
la dogmática jurídica válida oficialmente: existen también diversos ámbitos de demos pensar a las subjetividades liberadas de cualquier carga o tope que entor-
la juridicidad que poseen o pueden poseer operatividad propiamente jurídica 89 . pezca su infinitud. Este enfrentamiento de estos pretendidos derechos de los su-
Pero si afirmamos que el derecho es una función del poder del Estado, la racio- jetos desembocará en direcciones mutuamente excluyentes, como si los intere-
nalidad retrocede ante la representación imaginativa de un ser o individuo do- ses del profesor fueran a priori intereses enfrentados a los de sus alumnos. Más
minante que ya esta ahí y que, lejos de vivenciarlo los ciudadanos como un sector bien parece que 'la cosa' que nos vincula hace confluir los esfuerzos, en lugar
o dimensión de su propia humanidad, lo objetivan alejándolo de las instancias de distanciarlos 92.
vitales que constituyen su razón de ser y de actuar. El texto que ha de ser comen- La humanidad porta ella misma las vertientes pública y privada, y es preci-
tado somos las personas con nuestras necesidades y con los derechos que deri- so recabar esta doble dimensión de toda sociedad y de toda persona humana. Las
van desde nuestra dignidad. personas oscilan entre aquello cuya gestión es privativa suya, y sus competen-
Esta explicación puede ser desfigurada fácilmente, porque pensamiento de cias más directamente públicas: estas competencias surgen normalmente desde
la posguerra ha recurrido a la figura de los derechos humanos, y así los derechos las determinaciones positivas de las personas (más allá de la simple defensa a
de los individuos quedan enfrentados a los derechos del poder público. Si cada la que se hacen acreedoras las libertades meramente negativas), y es correcto
decir que toda persona se prolonga en estas concreciones más positivas, con ca-
pacidades de gestión para influir en las conductas de los demás, abandonando
el momento del derecho que es simplemente negativo 93.
87
Las categorías de público o privado dependen ante todo de la naturaleza del interés per-
seguido, y no tanto de las instancias que gestionen ese interés. Si hablamos de derecho para refe-
rirnos al derecho privado, ello es porque el derecho privado es algo más que privado; porque los
intereses estrictamente privados suelen permanecer al margen del derecho. Georg Jellinek reparó
90
en este hecho, y distinguió los intereses puramente privados (reine Individualinteressen) de los Es bien conocido que diversos juristas y filósofos del derecho se niegan a conceder una
intereses con relevancia pública. Porque una persona puede tener interés en navegar a vela y porque base ontológica a estos derechos. «Estamos de acuerdo a condición de que no <¡e nos pregunte por
sus hijos reciban una buena formación escolar: en ambos casos usamos abusivamente la palabra qué». Pero, al menos, desde un punto de vista meramente formal y operativo, habrá que conceder
interés. que tales derechos existen porque disfrutan de algún tipo de universalidad que atribuyen a cada
88
Si usamos un lenguaje algo escolástico, podríamos distinguir entre finalidades (causas sujeto.
91
finales) y causas eficientes. La mentalidad teñida de materialismo de la Modernidad solamente Vid. Complejidad y Modernidad: De la unidad a la diferencia (trad. de J. BERIAIN y J.
entendió las causas eficientes, según algunos presupuestos metódicos que ya han sido aludidos. M. GARCÍA), Madrid, Editorial Trotta, 1998, págs. 59-62.
92
Pero esta mentalidad perdió de vista que los hombres nos movemos por fines, y no tanto porque Algunos consideran a los derechos solamente desde el punto de vista de su posible en-
nos 'empujen'. Desde el punto de vista de la exclusividad de la causa eficiente, lo que haga un frentamiento, al modo cómo sucede, en los pleitos. Todo pleito —si es auténtico y no una simple
'particular' será un acto privado, y lo que haga una entidad pública, habrá de ser necesariamente zorrería de juzgado— implica un desacuerdo sobre hechos concretos, y por tanto sobre las reglas
un acto de naturaleza pública. Esto a veces es cierto y a veces no, y si se toma como regla gene- jurídicas que han de normar esos hechos. Pero el pleito se produce precisamente porque ambas
ral, tal regla es falsa. partes se acogen a un mismo orden jurídico.
93
89
Vid. CARPINTERO BENÍTEZ, F. «¿Regla de reconocimiento o contexto de reconocimiento?», Sobre este momento más positivo de la libertad, vid. LÓPEZ HERNÁNDEZ, J. «El concepto
de libertad en el ámbito jurídico», en Libertad y seguridad. La fragilidad de los derechos, J. Cal-
en El positivismo jurídico a examen. Estudios en homenaje a José Delgado Pinto, Universidad
vo ed., Málaga, Sociedad Española de Filosofía Jurídica y Social, 2006, págs. 181 y ss.
de Salamanca, 2006, págs. 171-196.
CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN
98 LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS
99
Aquí late un problema que enturbia el entendimiento de esta realidad, que Al afirmar que el derecho es un sector de las funciones públicas de las per-
es el de la confusión entre necesidad e interés individual. Porque no toda la vida sonas, hay que matizar. Él orden jurídico no expresa al ser humano como tal. El
jurídica es cuestión de intereses individuales: si prescindimos de ese residuo de derecho es una función establecida entre el ser humano y un sector de sus nece-
laphilautia o Selbstliebe específicamente moderna (que llevaba a Brinz a hablar sidades, y esta relación tiene dos polos: las necesidades humanas efectivas, y el
del 'egoísmo del derecho' 94 ), una persona es sujeto jurídico porque tiene capa- orden funcional que las regula. Las necesidades son siempre de los hombres en
cidad para poner en marcha el ordenamiento jurídico por sí misma—en última la historia, y no suelen tener sin más carácter normativo o imperativo: en cierto
instancia porque esa persona en sus determinaciones no es distinta del mismo modo, forman parte del Sein del que hablaban los neokantianos, como lo son el
ordenamiento jurídico. Fue lógico que August Thon explicara, en un contexto frío, el hambre, y la previsión económica para hacer frente a esas necesidades.
similar, que todo el derecho, también el derecho privado, tiene un fundamento Entre aquellos factores y esta previsión se establece una relación, y si esta rela-
público 95, porque si existen derechos enajenables, tales derechos deben ser lle- ción es constante, podemos hablar de una función permanente. Estas funciones
vados por un portador, y se pueden enajenar en virtud de la fuerza interna de tal pueden ser simplemente negativas (como es excluir a los otros de los bienes es-
mismo portador96. casos que alguien posee), o positivas, como es impartir enseñanza. El continuum
que observamos en tales funciones es la exactitud y la regularidad de la medida
(entiéndase, del acto de medir), y por esto podemos hablar del derecho natural,
8. LAS FUNCIONES PÚBLICAS DE LAS PERSONAS que no siempre se compone sin más de atributos inmutables de las personas 98,
aunque encuentra siempre en ellas el título último o el fundamento de la sínte-
Si mantenemos que el derecho y la política son funciones de los sujetos de sis material en que consisten los procesos jurídicos " .
derecho, hay que tener presente que en todas las funciones existen valores va-
riables que son calculables a partir de los valores que toman desde las invaria-
bles o, también, desde las variables independientes. Estos elementos independien-
tes son las personas y sus necesidades, acompañadas de sus jurisdictiones, y por
ello el poder público no es tanto una función para los ciudadanos como desde algún modo, y por esto decimos que el derecho es una función de las personas, entre otras cosas
los ciudadanos, porque es una dimensión de la forma de vida humana, siempre porque el derecho es una realidad distinta de esas mismas personas. No hace falta irse a las filo-
necesariamente pública 97. sofías existencialistas de la posguerra, o a Ortega cuando hablaba de inexistencia inauténtica. Sim-
plemente, reconocemos que el derecho, que ha surgido desde las personas y ha de dirigirse hacia
las personas, expresa una serie de valores distintos de las personas mismas pero dependientes de
ellas. Este es quizá el significado más profundo de la expresión ontología jurídica: percibir que
el derecho, que es bastante exterior a las propias personas, expresa sin embargo una serie de va-
94
riables que son calculables a partir de los valores que toman sus variables independientes. Cabría
Así lo manifestaba August Thon: «Reine Privatrechte, meint Brinz, «nennen wir la posibilidad de postular unas variables (las instituciones jurídicas) que fueran calculables desde
diejenigen Rechte, welche nichts ais Rechte sind. Wo immer dagegen in einem Rechts zugleich las respectivas invariables, que serían las personas. Podemos seguir un camino u otro, porque es
eine Pflicht ist, wie /. R. Tn der vaterlichen und in der vormundschaftlichen Gewalt, hórt der cierto que las personas humanas portamos valoies invariables, y es igualmente cieno que inter-
Egoismus des Rechtes und damit des Privatrecht auf». THON, A. Rechtsnorm und subjektives Recht. viene la historia en esa relación entre el factor primero y el factor calculable desde él.
Untersuchungen zur allgemeine Rechtslehre, Weimar, 1878, pág. 125. 98
El derecho romano y el jus commune no dudaron en afirmar que el derecho natural dis-
95
Vid. Ibíd., págs. 109-110. pone de una parte o dimensión inmutable, y de otra parte o dimensión cambiante. La obra más
96
Vid. Ibíd., págs. 326-328. Concluye que: «Ist aber ein verausserliches Recht vorhanden, completa sobre esta inteligencia del derecho natural fue la Dicaeologia de Johannes Althusius. Para
so kann es von seinem Tráger übertragen werden-Kraft des ihm selbst innewohnenden Recht». una visión más contextualizada del tema, vid. RODRÍGUEZ PUERTO, La Modernidad discutida,
Pero habría que matizar a Thon: la fuerza de cualquier derecho no es distinta de ese derecho, y lurisprudentia frente a iusnaturalismo en el siglo XVI, Universidad de Cádiz, 1998, per totum. Yo
aunque ocasionalmente podamos distinguir una cosa en cuanto que es esa cosa y la cosa en cuan- había tratado este tema antes en «El derecho natural laico de la Edad Media», Persona y Dere-
to que es objeto de un derecho, el derecho no distingue entre lá cosa y la otra vertiente propia- cho, 8: 33-100, 1981.
mente jurídica. Para la crítica de Kelsen a esta tesis de Thon, vid. entre otros a MEDINA, D. op. 99
La persona oscila peligrosamente entre sus dos extremos, esto es, las cristalizaciones his-
cit., pág. 163. tóricas arbitradas o impuestas para arreglar problemas, que cuajaron en instituciones con vocación
97
Los matemáticos nos informan que una función establece una dependencia entre la serie de permanencia, y la consideración del ser humano exclusivamente o ante todo como individuo.
de valores correspondientes a una magnitud y la serie de valores correspondientes a otra magni- Fromm indica que esta peculiar índole de las personas, a veces individuos, a veces género, deter-
tud distinta. Efectivamente, en toda función hay dos series de valores que están coordinadas de mina que las necesidades de las personas o sujetos de derecho sean tanto el principio de la sínte-
100 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALEACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 101
La noción de función en el derecho puede ser peligrosa, porque cabe la po- La permanencia de estas necesidades más permanentes —que proporcionan un
sibilidad de que sea entendida en el marco de una teoría sistémica. En tal caso fundamento para hablar de derecho natural— no puede llevar a pensar que el con-
esa noción expresaría la relación cambiante del hombre con su entorno mediante junto del derecho que está fundamentado efectivamente en necesidades objetivas, ha
los mecanismos propios del input y output, y algunos afirman que el conjunto de componer derecho natural. Ésta fue históricamente la actitud de Luis de Molina
de las funciones de las personas que compone el derecho, consiste en el cálculo y Francisco Suárez, que ampliaron tanto el campo del derecho natural que apenas
de las consecuencias observadas desde el funcionamiento de estos mecanismos quedó margen para justificar la objetividad del derecho positivo. Giambattista Vico
(seleccionando las consecuencias que favorecen la adaptación del hombre al en- dio un serio varapalo a esta mentalidad, pero Vico no ha sido tenido en cuenta his-
torno), para favorecer la adaptación de tales personas a un sistema dado. Si el tóricamente por las doctrinas jusnaturalistas tardías101. La persona no implica por
ser humano fuera un ser viviente más, esta adaptación se reduciría a satisfacer sí sola todas sus determinaciones personales, y por esto algunas singularidades ju-
sus necesidades alimenticias, de salud, etc. Pero el hombre dispone de una di- rídicas que existen en Dinamarca no las hay en Marruecos, y viceversa102. No es lo
mensión de dignidad que va más allá de la libertad entendida como mera adap- mismo exigir como persona que exigir porque se es persona, y los contenidos con-
tación al entorno. Una de las grandes ventajas de concebir al derecho como una cretos de las exigencias de la personalidad se desgranan en la historia.
función variable que es calculada desde elementos invariables —los seres huma-
nos—5 consiste en romper el monopolio de las categorías restrictivas
intrametódicas, que normalmente se expresan a través de formas sistémicas. 9. LAS JURISDICTIONES Y LOS DERECHOS
A veces, el cálculo funcional entre el ser humano y las medidas de sus actua-
ciones, puede adoptar una cara algo distinta, pues ni se refiere directamente a la Quizá la mayor dificultad para entender el carácter plural y diversificado de
dignidad de las personas, ni tampoco a necesidades eventuales. He aludido a que las relaciones jurídicas consiste en que nos representamos a las distintas capa-
los biólogos repararon hace tiempo en que cuando varios seres se relacionan sur- cidades y competencias como la prolongación indefinida de un primer poder ori-
gen desde ellos necesidades de comportamiento que no pueden ser inducidas ni ginario, o que pueda ser llamado legítimo, como hizo Diego de Covarrubias en
deducidas desde la observación de esos seres aislados, y que llamaron cualidades el siglo XVI, y que influyó extraordinariamente en la doctrina del siglo XVII 103 .
emergentes a estas formas de comportamientos. Estas cualidades fundamentan No es así: más bien hay que decir que cada poder está creado por una jurisdictio
derechos que no pueden ser separados de la universalidad que es propia de la per- y destinado a ella, como reconocía episódicamente Rousseau cuando escribía que
sona humana. Sobre ellas recae igualmente el cálculo funcional 10°. «cada uno de estos actos no es una ley, sino la aplicación de una ley» 104, y de-
101
sis formal que componen las categorías jurídicas y políticas, como el contenido material de ellas. Los juristas medievales y del siglo XVI sí tuvieron en cuenta la acomodación de las re-
No siempre es útil recurrir a la persona como tal, que por este camino queda a veces sin proteger glas del derecho natural a las circunstancias humanas cambiantes. Vid., por ejemplo, mi estudio
frente a ias estructuras ue pouci que se crean en su nomurc, tai como quCuO apuntale a* ^a^ar «El derecho natural laico de la Edad Media», Pprxnnn y Dprprhn, VTTT- 87 y «s., 1981 Vico sola-
de las cualidades emergentes; la cotidianidad propiamente humana nos muestra más bien estruc- mente reiteró en pleno siglo XVIII —cuando ya se había extendido la versión esclerotizada del
turas de relaciones que son distintas de aquellas que podemos obtener desde el aparente estudio derecho natural que habían impuesto los últimos escolásticos españoles— lo que había sido doc-
de la persona aislada. trina común de teólogos y juristas hasta el siglo XVI.
102
100
La sociedad actual, ya prácticamente de ámbito planetario, de una economía tan com- El mismo hecho de que la comunidad internacional considere que la legislación de Ma-
pleja que lleva a redactar programas de actuación internacionales, no altera apenas este hecho, rruecos no es la más adecuada, porque favorece en exceso al Rey y a sus allegados, es también
aunque sí contribuye a dejarlo en un segundo plano, pues saltan más ante la mirada las reglas cris- una muestra de la universalidad de la condición humana.
103
talizadas y los programas de acciones: pero ni aquellas reglas ni estos programas son ni pueden Diego de Covarrubias escribía que «Sunt quidem distinguenda tria dominia, quarum
ser otra cosa que esas funciones, de naturaleza necesariamente teleológica, por las que los hom- quodlibet ab altero differt. Dominium jurisdictionis: dominium locorum pertinentium ab
bres buscan resolver sus necesidades. Se insinúa la tentación de pensar que, en un buen sector de universitatum jure universitatis: dominium particulare, quod pertinet privatis personis». D E
las relaciones jurídicas, el verdadero sujeto de derecho no son las personas, sino las funciones que COVARRUBIAS, D. Practicarum quaestionwn líber unus, Salamanticae, 1556, Secunda Partís
cuentan a la vez las necesidades humanas y los medios para resolverlas. Se haría así realidad el Relectionis, § Nonus, fol. 74, columna 1, § 7.
104
dicho romanista que mantiene que un hombre sólo es relevante en derecho para otro hombre por «Chacun de ees actes n'est point une loi, mais seulement une application de la loi».
relación a las cosas: una observación que puede que tenga a veces parte de verdad. ROUSSEAU, J. J. DU contrat social, París, Garnier, 1975, pág. 251.
102 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN
LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 103
bieran recabar nuestra atención las diferencias existentes entre las distintas gún él, existen actividades necesariamente públicas, como es la del notario cuan-
jurisdictiones jurídicas. En efecto, resulta patente la equivocidad de la palabra do da fe. Y existen actividades que, aunque desarrolladas por funcionarios pú-
poder, pues el capitán tiene poder sobre su unidad militar, el propietario sobre blicos, no se circunscriben al ámbito considerado público oficialmente, «porque
su casa, o el funcionario sobre su trabajo: el término poder significa relaciones el profesor de Universidad no explica la matemática imperial prusiana o la psi-
de naturaleza distinta en cada caso, pues el poder del militar brota y es medido cología del Gran Ducado de Badén» 108.
desde las exigencias de las funciones militares, el del propietario desde las ne- La expresión Estado de Derecho se extiende más ancha y profundamente
cesidades de mantener un bien inmueble, y el del funcionario desde la naturale- que lo que usualmente entendemos por tal cosa, porque designa ante todo la
za del trabajo que le ha sido asignado. Esto sí lo entendió bien Locke cuando creación de un cuerpo de reglas —un instituto jurídico— que está al servicio
escribía que «But yet we see, that neither the sergeant, that could command a de una jurisdictio, que implica no solamente un igual sometimiento de las par-
soldier to march up to mouth of a cannon, or stand in a breach, where he is almost tes que entran en conflicto a las leyes, sino ante todo el sometimiento al dere-
sure to perish, can command that soldier to give him one penny of his money»105. cho, es decir, a la causa de la posible norma o sentencia que se dicte, pues el
Y es que, en este ámbito de nuestra vida, destaca el carácter que pudiéramos lla- derecho representa un orden vivo humano y social que crea a la norma 109 . Si
mar fragmentario que resulta del plano medio en el que vive normalmente el reparamos en que los argumentos que es preciso dar a un funcionario que co-
derecho 106. mete cohecho, a un marido que adultera o a un ladrón vulgar son necesaria-
Por el contrario, los que propugnan un poder unitario del Estado desde el que mente distintos, entenderemos mejor las distintas exigencias del sometimien-
surgirían los derechos de los ciudadanos, han de oponerse a esta heterogenia de to al derecho. Esto es, el que se ocupa con el derecho no puede ir más allá ni
los principios prácticos107. En la polémica entre Jellinek y Laband, es difícil estar de la jurisdictio o necesidad concreta que les habilita para dictar derecho en
de acuerdo con Laband, porque si vamos más allá de los dogmas doctrinales que cada momento: Ya indicaba antes que si el padre —en nombre de la patria po-
hicieron posible el derecho administrativo continental del siglo XIX y atende- testad— ejerce un poder inadecuado sobre sus hijos, este poder es efectivamen-
mos al contenido real de las actuaciones públicas, más bien apreciamos que to- te algún tipo de poder, pero no puede ser llamado jurídico. Pero Rousseau re-
das las actividades, también las que representan al poder político, son desarro- volucionó la teoría social en nombre del prestigio que la idea de unidad poseía
lladas por personas humanas concretas, según su saber, entender y querer, de en el siglo XVIII, y hoy entendemos a los poderes jurídicos como las prolon-
modo que estas actividades pueden ser desempeñadas bien o mal, porque parti- gaciones de unos poderes que originariamente competen a unos sujetos o a una
cipan de las notas de la individualidad que acompañan a las actuaciones de los totalidad social y que, posteriormente, habrán de ser recortados ante las nece-
seres humanos. Es decir, el profesor de biología que es funcionario público puede sidades concretas. Pero no parece que tenga sentido afirmar en un primer mo-
ser un mal profesor de biología, y el profesor de biología que no es funcionario mento un poder absoluto por originario que más tarde será necesario limitar
público puede ser un buen profesor de biología. Jellinek apuntaba más alto. Se- según las distintas concreciones n o .
105
«Of Civil Government Book II», en The Works of John Locke, vol. V, London, 108
Vid. JELLINEK, G. Allgemeine Staatslehre, vol. I, Berlín, 1900, pág. 234.
1823, § 139. 109
Cari Schmitt explicaba, para distinguir los Estados antiguo y nuevo, que «Die Alte,
106
El derecho no se compone únicamente de reglas uniformes. Decimos que el padre tiene ursprüngliche Auffassung verstand unter 'Staat' dem wirklichen koncreten 'Status' von
un poder sobre sus hijos, que el director de la empresa tiene un poder sobre sus empleados, que Herrschaftsmitteln in der Hand individuellen Machtfaktoren ... Im Gegensatz dazu sich eine
el profesor tiene un poder sobre sus alumnos, etc. En estos casos es inútil dar vueltas a la palabra modernere Vorstellung im Staate 'das ganze der gegenseitigen Bezogenheiten einer
poder para obtener alguna nota que pudiera caracterizarlo esencial y unitariamente en todos los Herrshaftorganization ... und macht aus dem Staat eine Kórperschaft'». SCHMITT, C. Positionen
casos: Son realidades demasiado distintas genéticamente. Porque el carácter objetual en la filo- und Begriffe im Kampfmit Weimar-Genft-Versailles, Hamburg, Hanseatische Verlagsanstalt, 1940,
sofía práctica no designa solamente un modo de aproximarse al objeto y tratar de conocerlo, sino pág. 20.
también de entender su peculiar operatividad desde su razón de existir. 110
Esta visión puede corresponderse con una mentalidad de tipo geométrico que extraiga
107
Tampoco está claro que exista esta unidad en los principios de la física teórica: Los sus intuiciones contemplando, por ejemplo, como la masa inicial de agua se divide a través de va-
enfrentamientos entre Newton, Planck, Gódel, Einstein, etc., llevan a pensar que la razón huma- rios canales de riego. Pero la decisión vital concreta que da lugar a una jurisdictio no revista for-
na es demasiado limitada para dar razón de una posible unidad sistemática. mas tan geométricas.
104 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 105
9.1. La necesidad o causa jurídica y sólo existe esa causa cuando se produce una necesidad personal o colectiva113.
Las competencias jurídicas de las autoridades —ya se trate de la autoridad de
Es cierto que el ordenamiento jurídico ya está parcialmente constituido, y un padre sobre sus hijos o de la del presidente del gobierno— se originan ante
que emana de él una dogmática jurídica i n . Si partimos desde las necesidades todo desde la naturaleza teleológica l u de sus funciones.
humanas, es cierto que el conjunto de fórmulas ya cristalizadas en las que he- La doctrina de la causa ha sido impugnada por los juristas que han querido
mos sedimentado las funciones para resolver nuestros problemas, puede apare- establecer una dogmática jurídica autosuficiente, que no tome nada en préstamo
cer como un todo, y por ello hablamos normalmente del derecho o del ordena- a la ontología, porque buena parte de las causas o necesidades humanas impli-
miento jurídico. Niklas Luhmann habla incluso de una dogmática jurídica ya can un sesgo ontológico. Acusan al pensamiento jurídico que insiste en la cau-
existente, que él presenta como constitutivamente abierta y flexible, que se apo- sa de las obligaciones de ser antropocentrista o sustancialista. Pero advierto que,
yaría en el 'dato positivo'. El jurista comprueba que el dato positivo desde el que al prescindir de la consideración de la causa real que determina el origen del acto
ha de arrancar esta dogmática actualmente operativa no viene constituido tanto público, quedamos en las manos de doctrinas jurídicas conceptuales-formales,
por las cristalizaciones históricas de las funciones, como por las causas actua- bajo cuyo amparo son posibles demasiadas soluciones y medidas públicas; por-
les de las funciones mismas tal como se presentan ahora 112 . De hecho, la apli- que toda doctrina conceptual y formal es ante todo un instrumento para alcan-
cación hic et nunc de la regla jurídica sería ininteligible al margen de la necesi- zar fines sustantivos y concretos, y si consideramos este hecho, lo procedente es
dad actual que da lugar a esa función. Obviamente no existe una función única volver hacia posiciones realistas o sustancialistas que expliciten el sentido o ra-
que exprese un solo poder originario. Porque una realidad es que sea imprescin- zón de ser (la teleología) de estos actos. Pues los razonamientos formales están
dible que vivamos bajo un solo poder político, y otras realidades distintas son dirigidos por factores ya insilogizados (fundamentalmente lo que los escolásti-
las que surgen desde los problemas que demandan sus soluciones. La pluralidad cos y Kant llamaban el prosilogismo) que hacen avanzar los teoremas aparente-
de los poderes es consecuencia de la pluralidad de jurisdictiones: cada potestad mente técnico-formales. Éste será siempre el talón de Aquiles de los derechos
está creada por el derecho, y sometida a él, y corresponde a la entraña de la com- de los ciudadanos cuando estos derechos y sus aplicaciones son considerados
petencia jurídica volver la potestas y la auctoritas sobre aquel sector del dere- desde el punto de vista lógico-formal: que los prosilogismos ya operativos en el
cho al que ella pertenece. Una 'jurisdicción' mienta una capacidad 'para' que está razonamiento que se sigue aquí y ahora, ampliarán o restringirán los contenidos
creada y determinada por una finalidad o necesidad racional. El derecho activo, de esos derechos de formas infiscalizables (por no reconocibles de hecho), por-
capaz de dirigir las vidas de los demás, sólo puede nacer cuando hay una causa, que los que argumentan ofrecen sólo argumentos formales (inpropria forma) que
111
Nadie sabe muy bien lo que es la dogmática jurídica. La masa de opiniones y discusio- El primer estudio extenso sobre este tema, quizá aun no superado, fue el de Philip Lo-
nes sobre íal cosa cu ios teóricos u¿i ucrccuo aiciikancs uCi sigiO y-vi^A., no na seguido una ^ircc
ción unitaria. Para comprobar este hecho, el lector puede consultar a WILHELM, W. La metodolo-
114
gía jurídica en el siglo XIX (trad. de Rolf BENTHMANN), Madrid, Editorial Edersa, 1980, o La intuición nos hace ver que la naturaleza de la cosa no es tanto una realidad que sea
BóCKENFÓRDE, E-W. Die deutsche verfassunsgeschitliche Forschung im 19. Jahrundert, 2.a edic, objetivable o definible, como la fuerza que la hace tender hacia ella misma en su devenir cotidia-
Berlin, Duncker und Humblot, 1995. Otra obra asequible al lector de lengua española es la de no. En la filosofía práctica, la naturaleza de la cosa sería una realidad necesariamente teleológica,
HATTENHAUER, H. Los fundamentos histórico-ideológicos del derecho alemán. Entre la jerarquía porque no existen tout court el contrato de arrendamiento o las hipotecas, sino unas necesidades
y la democracia (trad. M. IZQUIERDO), Madrid, Editorial Edersa, 1981, especialmente la segunda humanas que impulsan a la creación de unos cauces socialmente estereotipados para su solución.
mitad del estudio. Marie Adelaida Carnevale Venchii realizó una labor extraordinariamente analí- Al margen de su teleología, cualquier institución jurídica es ininteligible, y todo el ordenamiento
tica en su tesis doctoral, publicada como Contributo alio Studio Della nozione difunzione pubblica, jurídico reconoce implícitamente este hecho cuando distingue y contrapone la aplicación de una
vol. I, Padova, Cedam, 1969. norma al abuso del derecho. Esto estaba reconocido en la metafísica antigua cuando diversos au-
112 tores exponían ideas como ésta: «Omnis subordinatio sub aliquo fine dirigí, accommodari et
Haber reparado y difundido este hecho es mérito de algunos filósofos alemanes de la
posguerra, como Arthur Kaufmann, y de algunos de sus discípulos, como Andrés Ollero en Es- mensurari debet tum secundum ipsius finis naturam, tum et quidem proxime secundum naturam
paña o Giuseppe Zacaría en Italia. La influencia de Luigi Lombardi-Vallauri fue decisiva en su ejus, quod ipsi subordinandum est». COSTA-ROSSETTI, J. Institutiones Ethicae et Juris Naturae,
día en los ámbitos del sur de Europa. Oeniponte, 1883, pág. 63.
106 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALEACIÓN
LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 107
siguen y pueden seguir direcciones distintas 115. Una discusión sólo sobre con- libertad. Quien habla de la autonomía humana no es el que debe cargar con el
ceptos, es normalmente estéril. peso de la prueba de los puntos de partida y de los criterios correctores de la
Podemos pensar, justificadamente, que es demasiado pretencioso exponer, praxis propiamente humana. Quien debe razonar sus categorías es más bien el
en general, la necesidad de la causa jurídica. Ciertamente, las necesidades hu- que propone principios intrametódicos restrictivos de la autonomía de las per-
manas que operan a modo de causas, necesitan ser articuladas formalmente a tra- sonalidades; unos principios sobre los que recae la sospecha de que solamente
vés de algún tipo de doctrina conceptual, con su inevitable rigor lógico: ¿cómo, tienen sentido en un determinado marco doctrinal pero que, fuera de tal marco,
si no, podríamos poner de acuerdo a los más de tres mil magistrados y jueces se revelan ineptos para explicar algunas dimensiones de la vida humana 117 .
que trabajan en España? Esta reflexión es válida, ciertamente, a condición de no No se pueden establecer cauces únicos —según el modelo de la
confundir el fundamento del problema —que es la necesidad que le da origen— decimonónica Instrucción Pública— para la resolución de las necesidades colec-
con los instrumentos técnicos que hacen posible su tipificación jurídica; las tivas. El respeto hacia las personas ha de llevar a afirmarles su derecho para ana-
tipificaciones de eventos y procedimientos son sólo vehículos imprescindibles lizar por sí mismas las dificultades que ya han surgido y que están surgiendo;
para analizar mediante categorías la realidad que se nos ofrece en bruto: De ellas pues las necesidades no se suelen presentar como un factum que fuera indubita-
se puede decir lo mismo que expresaba Cotta sobre el poder: Que constituyen ble por ser de naturaleza única, sino que un mismo problema puede presentar
una necesidad común, no un bien por sí mismos. Quizá sea preferible no con- distintas facetas. Se trata de penetrar en un problema que 'existe', pero que es
cretar más, porque Kant nos advertía que «Algunos libros serían mucho más cla- preciso establecer desde qué puntos de vista más concretos es un problema como
ros si no hubiesen pretendido ser tan claros. Pues aunque los medios que con- tal para ti y para mí, cual es la determinación que se presenta más importante
tribuyen a la claridad ayudan en algunos puntos concretos, suelen entorpecer en según cada cual. Pues la determinación de lo problemático no es un hecho que
el conjunto, ya que no permiten al lector obtener con suficiente rapidez una vi- se presente sin más, sino que depende de apreciaciones que no siempre tienen
sión panorámica, y con sus colores claros tapan y hacen irreconocible la articu- que coincidir.
lación o estructura del sistema, que es, sin embargo, lo más importante a la hora Una vez detectadas las distintas determinaciones del problema, llega el mo-
de juzgar sobre la unidad y solidez del mismo» 116. mento de la síntesis, y cada persona ha de estar en condiciones de poder llevar
a la práctica las categorías bajo las que reunirá los datos que ella considere más
relevantes, según su discreción118. Si el momento anterior era más analítico, este
9.2. La triple función de la autonomía personal segundo momento es más sintético, y ha de crear él relativamente su propia ver-
dad estableciendo su propia realidad de acuerdo simultáneamente con los datos
Pero si permaneciéramos en este plano, por así decir algo utilitarista, aban- que le ha ofrecido el análisis y con las categorías de que dispone para su sínte-
donaríamos demasiadas cuestiones de principio: porque el ciudadano, además de sis. Es un momento de mayor creatividad que el anterior, pues la razón está ahora
ser un administrado o subditus para el que el gobierno busca la mayor utilidad, guiada en mayor medida por una finalidad y ha de crear o seleccionar los me-
es precisamente un ciudadano, esto es, una persona activa en la que no se pue- dios que le parecen más adecuados para lograr el fin, que es la solución de la
de disociar lo que es de lo que hace. Las personas somos más que simples esfe- necesidad que ha puesto en marcha a la razón ' ,Q .
ras de libertad, y por ello no se trata tanto de respetar la libertad formal en el
plano privado como de hacer realidad públicamente lo querido en el uso de esa
117
Indicaba Llano que al aminorar la autonomía de las personas, «aunque la variedad epi-
dérmica sea muy alta, se ciega la fuente de la novedad radical que, en definitiva, brota sólo en cada
115
El problema de los razonamientos lógicos está en que rara vez concluyen algo de una hombre capaz de actuar». LLANO, A., op. cit, pág. 45.
118
forma convincente generalmente. Es posible —como muestra la experiencia cotidiana— que, par- Hay que afirmar que existen datos insilogizados que guían cada uno de estos tres mo-
tiendo desde el mismo ordenamiento jurídico, en un contexto político y económico común, que mentos, sin dejarnos engañar por el espejismo de un prosilogismo oculto que llevara directamen-
los juristas lleguen a conclusiones distintas. te desde los datos ofrecidos por la observación primera a las instituciones que hay que crear.
119
116
Crítica de la razón pura (trad. de P. RIBAS), Barcelona, Editorial Alfaguara, 1988, A XIX. La fluidez de ambos momentos, analítico y sintético, se pone de manifiesto especialmente
Las intensidades son de Kant. en la educación, ya que el pedagogo ha de evaluar las principales carencias del adolescente, para
108 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 109
El tercer momento es el de la institucionalización socialmente aceptable de Estas éticas son dogmáticas porque presentan el resultado institucional finalmen-
los cauces para la solución de la necesidad. Esta tercera fase supone tratadas las te logrado como contenido necesariamente en los elementos primeros que, se-
dos anteriores, de modo que el que actúa haya analizado el hecho estudiado para gún una ética más abierta 122 , debieran haber sido antes analizados y sintetiza-
determinar los puntos de vista que a él le resultan más importantes, y haya de- dos y expuestos los criterios seguidos en el análisis y la síntesis.
terminado también las categorías generales a través de las cuales estima que esas
primeras determinaciones pueden ser resueltas de la forma más satisfactoria para
su criterio. A la vista de estos dos grupos de exámenes, institucionaliza un con- 10. REFLEXIONES REITERATIVAS
junto de reglas, al mismo tiempo procedimentales y sustantivas, que ante todo
han de estar dirigidas por las exigencias reales (de 'res', cosa) del problema: pues Las categorías filosófico-jurídicas de la lex permissiva originaria y de la lex
la mayor parte de los problemas surgen desde una realidad humana y van diri- possessiva originaria dependieron, en definitiva, de la misma concepción de la
gidos hacia una realidad igualmente humana 12°. Obviamente estas reglas no vida pública: suponer un estado jurídico inicial que posteriormente será modi-
pueden ser iguales para todos los componentes de la sociedad, porque discrepa- ficado en temas concretos para hacer viable la convivencia. Los defensores de
rán sobre la importancia que es preciso reconocer a las facetas ya analizadas del la lex permissiva privata expulsaron lo público del ámbito humanamente rele-
mismo problema y, consecuentemente, sobre las categorías sintetizadoras de esas vante, y vieron el derecho como un mal impuesto para la defensa de sus liberta-
necesidades así observadas y valoradas; tampoco serán satisfactorias para todas des; los representantes de la lex possessiva partieron desde una ley constrictiva
las personas que se han adherido a una forma determinada de entender el pro- inicial que se fundamentaría, según la visión newtoniana y materialista del mun-
blema (sean las ya previstas, o las nuevas soluciones emergentes), pues estas re- do —a pesar de que Newton estuvo muy lejos de ser materialista—, en la igual
glas generales, al ser iguales para toda una serie de personas, se adaptarán sólo necesidad universal que hacía superfluas las libertades individuales; ellos echa-
parcialmente a los requerimientos estrictamente individuales. Como es patente, ron fuera de lo público (esto es, de lo universal y necesario) a las personas.
esta tercera fase es el momento más dogmático, en el que los análisis y síntesis Rousseau, tan sincrético en los temas políticos básicos, entendió que todo lo ju-
ya efectuados dan lugar o deberían dar lugar al establecimiento efectivo de una rídico consistía en condiciones públicas y únicas de las personas, porque la so-
pluralidad de instituciones sobre un mismo tema. ciedad en la que todos vivimos es una sola, y nuestra verdadera necesidad que
Una ética abierta reconoce estos momentos distintos, y es consciente de la da origen a la justicia es igualmente una.
contingencia de los datos analíticos, de las categorías sintéticas y de las institu- Hemos tratado históricamente de hacer frente al planteamiento de la lex
ciones formadas finalmente, ya que ni siquiera las categorías usadas en la constrictiva originaria mediante el establecimiento de derechos del hombre,
preselección de los datos se suelen imponer de forma excluyeme o definitiva. En ahora llamados —por mor del fenomenismo dominante— derechos humanos. El
cambio, las éticas más modernas han procurado, desde Hobbes a hoy, hacer emer- problema más relevante del tema (además del necesario conflictivismo entre
ger las instituciones desde propiedades que ofrecen directamente los datos pri- derechos absolutos 123) se nos manifiesta en que los derechos, así presentados,
meros obtenidos mediante el análisis, y desconocen estos momentos distintos 121. suponen —en realidad postulan— la lex constrictiva originaria, ya que ellos se
presentan como moruiscos concretos a un po^cr universal preexistente; asi, pa-
radójicamente, la carga de la prueba de la libertad ciudadana recae sobre los ciu-
señalar la que le parezca más relevante, no de acuerdo con un programa abstracto —como podría
ser un plan de estudios igual para todos— sino a la vista simultáneamente de las carencias del ado-
lescente en relación con su peculiar personalidad, de acuerdo con lo que la personalidad del edu- 122
Sobre lo que puede considerarse una ética más abierta (una expresión algo críptica), nos
cador puede aportarle, y según lo que la sociedad le exigirá. indica Viola que «La razón práctica está directamente implicada en el objeto que ilumina, refle-
120
Por supuesto, reconocemos la operatividad de los prejuicios y preconceptos que guían jándose ella misma durante el proceso de la deliberación y de la acción». VIOLA, F. De la natura-
las selecciones de las categorías bajo las que estudiamos el problema, a los que hemos aludido. leza a los derechos: Los lugares de la ética contemporánea (trad. de V. BELLVER), Granada, Edi-
121
El estudio que conozco que mejor refleja la tesis propuesta arriba es el de ARIÑO-DE LA torial Comares, 1998, pág. 242.
CUÉTARA-MARTÍNEZ LÓPEZ MUÑIZ, El nuevo servicio público, Madrid, Marcial Pons-Universidad 123
Vid. CIANCIARDO, J. El conflictivismo en los derechos fundamentales, Pamplona, Edito-
Autónoma de Madrid, 1997. rial Eunsa, 2000.
110 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN
LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 111
dadanos, de modo que son los pacientes los que han de alegar y probar que existe Es preciso prescindir de las explicaciones ilustradas basadas en los Urrechte
su enfermedad, como si los ciudadanos fueran hipocondríacos sobre los recae del hombre (propiedad, libertad e igualdad), para tratar de alcanzar una libertad
justificadamente la sospecha de falseamiento de su realidad. que no se limite a la defensa de las propiedades privadas y de la libertad indivi-
Nuestro derecho público —el Staatrecht alemán del siglo XIX— ha sido dual, sino que comprenda a las personas como personas, con facultades para
montado sobre restos del antiguo derecho del Kaiser, del Emperador francés y irrumpir por sí mismas en el ámbito de lo público, sin necesidad de atrincherar-
de la Monarquía Absoluta, y participa del carácter autoritario de aquellos regí- se en sus libertades concretas. Actualmente no necesitamos insistir en la igual-
menes políticos. No tiene nada de extraño que aún hoy haya que probar ad casum dad, haciendo de ella el fundamento de la libertad ciudadana: esto lo propusie-
la existencia de cada posibilidad de hacer en el interior de la sociedad. Este ron Rousseau y Anselm Feuerbach; pero eran otros tiempos. Ahora vivenciamos
Staatrecht ha pretendido resolver las necesidades de los subditos (subditus, en que toda persona es simultáneamente pública y privada, porque posee esferas de
lengua Latina significa sometido) ofreciendo posibilidades rigurosamente tasa- privacidad y esferas para entrar decididamente en la marcha de la sociedad apor-
das, llamadas servicios públicos, iguales para todas las personas, porque la so- tando su propia concepción de la realidad. Es obvio que no hago un llamamien-
beranía nacional es única e indivisible. El servicio al Rey fue sustituido por el to a la anarquía, sino a la superación de la imposición omnipresente de la lex
servicio al Estado, y el Estado es único. ¿Qué 'son' los servicios públicos? Es constrictiva originaria, que tan influyentemente opera aún en las cabezas de al-
inútil buscar una definición uniforme que nos proporcione una naturaleza clara gunos de nuestros conciudadanos, que quieren dejar reducido lo privado al ám-
de estas realidades, que pueda ser entendida desde la libertad de los ciudadanos bito exclusivo de lo irrelevante pública o socialmente.
y coordinada con ella. Lo único cierto es que las naciones continentales han de- Así como los juristas bajomedievales explicaban que cuando se le da liber-
pendido de las volubilidades del Conseil d'État, que ha declarado tad al esclavo no se le regala sino que se le devuelve su libertad 125 , podemos
contingentemente, según conveniencias políticas, el carácter de servicio públi- decir que cuando se le reconoce el derecho a alguien no se le adjudica, como
co de algunas necesidades y prestaciones 124. creando graciosamente ese derecho, sino que se le devuelve lo que ahora es suyo
No es cuestión de recortar lo público para extender más lo privado Actualmente bajo estas circunstancias. Lo cierto es que siempre hay personas concretas que
hay en los U.S.A. una fuerte polémica entre los partidarios de la ampliación de la son las titulares de los derechos, y si la personalidad introduce concreción indi-
sociedad civil y los defensores de los valores heredados del Estado: una nueva ver- vidual y un título último para exigir, la objetividad de la necesidad que las au-
sión de la sempiterna lucha de las fuerzas emergentes contra las tradicionales: sólo toriza a exigir, introduce la síntesis material que les es imprescindible para fun-
que ahora los progresistas no son los defensores de la unidad de la soberanía es- damentar sus exigencias 126. Porque ya indicaba que una cosa es exigir como
tatal. No parece que sea procedente enfrentar a los ciudadanos —que formarían personas (lo que determina aquellos derechos concretos que podemos reivindi-
el sector privado— con el Estado, como si los ciudadanos y la administración pú- car) y otra exigir porque somos personas.
blica por la que se expresa el poder del Estado fueran dos sujetos distintos y ne- En el plano más concreto de la administración pública, vemos que esta ad-
cesariamente enfrentados. Los antiguos regímenes comunistas trataron de superar ministración es la gestión indirecta de lo que es de todos. Es preciso insistir
esta escisión declarando que todas las manifestaciones de las personas revestían especialmente en este hecho porque, como explicaba Fuller, las injusticias no
naturaleza pública: su mismo fracaso nos muestra el derrotero equivocado de quie- se comenten hoy con los puños, sino con los codos. Los sujetos de derecho,
nes quieren volver a las posiciones del liberalismo primitivo, viendo en lo públi- como son los propietarios o los padres, gestionan personal y directamente par-
co una realidad ajena a las personas, solamente tolerable por su función de poli-
cía protectora de aquello que garantiza la libertad individual.
125
Para una exposición más completa de esta regla, vid. CARPINTERO BENÍTEZ, F. «El
derecho natural laico de la Edad Media», Persona y Derecho, 8: 64-89, 1981. También aludo
124
M. de la Cuétara explica que «Los autores que han tratado conceptualmente el tema de a este problema en CARPINTERO BENÍTEZ, F. Historia del derecho natural, México, UNAM,
los servicios públicos comienzan utilizando una referencia ya clásica, según la cual «existen tan- 1999, págs. 11-41.
126
tos conceptos de servicio público como tratadistas han escrito sobre él», El nuevo servicio públi- Vid. la exposición de LORIMER, J. The Institutes ofLaw, 2.a edic, Edimburgh, 1880, págs.
co, Madrid, Marcial Pons-Universidad Autónoma de Madrid, 1997. 270 y ss.
112 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA DIMENSIÓN PÚBLICA DE LAS PERSONAS 113
tes de sus esferas públicas, y responden ante los demás de ello: de ahí que a ser dejados a la historia, en manos del derecho positivo. Lo importante es dejar
un padre que cumpla mal las gestiones de la patria potestad, tal poder le sea clara la base teórica que hace posible la capacidad de todos y cada uno para ana-
quitado y concedido a otra persona. Esto implica que la administración públi- lizar y sintetizar por sí mismos los propios problemas, y la competencia para
ca no es la gestora directa de la patria potestad sobre los hijos: de hecho, si un determinar cada cual las instituciones que han de intentar resolver esos proble-
padre educa a su hijo adecuadamente, la administración pública no debe inter- mas. Sucede —como explicaba Chesterton— que cada cual tiene derecho a so-
venir. En este momento o sector de lo público no hay diferencias cualitativas narse él su nariz.
entre los poderes del padre y de la administración, y cuando es la administra-
ción la que suple o corrige, esto lo hace no tanto porque su poder sea superior
como porque es el mismo carácter público de la patria potestad el que vuelve
sobre sí mismo y corrige y suple lo que falta. Ésta es la 'causa' de la capaci-
dad de la administración para intervenir en este asunto. Si esto se hiciera en
nombre del poder más alto de la persona eminens, estaría abierta la puerta para
demasiadas prepotencias.
Pero estas ideas expuestas tienen algo de misterioso. Además de las ob-
jetividades (como sería el caso de la patria potestad, objetividades a las que
he llamado cualidades emergentes o Gestalten), está continuamente operativa
la capacidad de los ciudadanos a decidir por sí mismos la marcha de todos los
asuntos, no sólo los concernientes a sus privacidades. Nosotros nos hemos
acostumbrado —aunque afortunadamente no en el grado de los franceses ac-
tuales— a tener el referente común del Estado y de su legislación. Todos ele-
van la mirada al Estado ante las necesidades personales y colectivas, y las or-
ganizaciones administrativas se han convertido actualmente en aseguradoras
a todo riesgo, porque nadie se contenta con un resultado insatisfactorio, como
denuncian los civilistas. De hecho resulta imprescindible el marchamo que el
Estado otorga a los títulos: sin el aval estatal, muchos se sienten indefensos
ante la posible voracidad de sus conciudadanos. Los pobres de espíritu (aun-
que no en el sentido evangélico) vivencian la necesidad de la previsión social,
entendida no como la red de la Seguridad Social actualmente instituida en
España, por ejemplo, sino como la entidad que les resuelva muchos proble-
mas capitales, decidiendo por ellos. Parece que la vida confortable en el
Welfare State pasa a través de la renuncia a la innovación y al riesgo perso-
% nal. Quienes quieran renunciar a su capacidad creativa y a los riesgos que el
ejercicio de esta capacidad conlleva, no pueden imponer a los demás su pa-
sividad centrada en la dependencia.
No corresponde a este estudio indicar medios concretos para hacer realidad
la autonomía de las personas; cabalmente, no parece que tal tarea en su conjun-
to sea propia de ningún estudio teórico, a menos que entremos otra vez por el
camino de las utopías políticas, o por el camino de aquellas filosofías del dere-
cho del siglo XIX que querían resolver la justicia de todo ordenamiento jurídi-
co posible con la aplicación de una sola fórmula. Los cauces concretos han de
f
I'I
1
Algunos proponen abandonar las antiguas categorías de la sociología y pensar en otros
términos. Vid. TOURAINE, A. Un nuevo paradigma. Para comprender el mundo de hoy, Barcelo-
na, Editorial Paidós, 2005.
2
Se trata de un proceso que ha sido ampliamente estudiado. J.G.A Pocock es uno de los exper-
tos reconocidos en el estudio del proceso histórico de ciudadanía y en la determinación de qué es lo
que convierte a una persona en ciudadano dependiendo de épocas y culturas. Vid. POCOCK, J. G. A. «The
Ideal of Citizenship Since Classical Times», Queen's Quarterly, 99 (1): 35-55, Primavera 1992.
3
En esta distinción sigue siendo útil la conferencia de B. Constant en la que compara las
libertades en la antigua Grecia con las de sus contemporáneos, editada recientemente, una vez más,
116 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA CIUDADANÍA EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN 117
la pertenencia a una comunidad lo suficientemente grande como para exceder al utilizados con un significado poco preciso dando lugar a ambigüedad en cuanto
núcleo familiar, pero al mismo tiempo limitada y excluyente de quienes perte- a su contenido 6 .
necen a otras comunidades, lo que a lo largo de la Modernidad ha tendido a iden- Ciertamente, la palabra globalización es usada en demasiadas ocasiones con
tificarse con la figura del Estado. Pues bien, la globalización, con su superación escaso rigor, aunque esto es cada vez menos admisible por la proliferación de
de las fronteras, fundamentalmente estatales, pone sobre el tapete la cuestión de muchos y muy buenos trabajos que buscan perfilar el concepto, además de salir
si la ciudadanía no estará también superada o al menos, no debe ser considera- al paso de los efectos perversos del fenómeno. Ahora bien, la responsabilidad no
da de un modo diferente. es sólo de los investigadores, ni puede atribuirse en exclusiva a un mal uso del tér-
mino. Por el contrario, en el caso de la globalización el problema de la precisión
se agudiza debido a que el concepto mismo es global, esto es, no se refiere sólo a
1. UNA APROXIMACIÓN A LA GLOBALIZACIÓN la economía sino a toda la realidad 7. La misma palabra es muestra de lo que quiere
decir: acoge varios conceptos, como es habitual al hablar de fenómenos sociales
Como señala Beck, «globalización es a buen seguro la palabra (a la vez slo- cuya existencia se percibe, pero de los cuales todavía no se dominan su mecanis-
gan y consigna) peor empleada, menos definida, probablemente menos compren- mo ni sus consecuencias. Y, además, es exponencialmente complejo, esto es, se
dida, la más nebulosa y políticamente la más eficaz de los últimos (y sin duda desarrolla y cambia a gran velocidad, lo que provoca que los análisis que se ha-
también de los próximos) años» 4. Todos la usan con un significado similar, que gan hoy queden obsoletos en un lapso muy corto de tiempo.
permite la comunicación, si bien desde distintas perspectivas y, sobre todo, con En lo que hace al lenguaje vulgar, responde sin duda a la percepción del hom-
diferentes grados de precisión 5. Lo frecuente de su uso resulta claro en el len- bre de la calle, así como al modo en que ésta es articulada y conformada por los
guaje habitual; si pidiéramos al hombre de la calle que enumerase un listado de medios de comunicación. En consecuencia, su visión de la globalización consti-
términos sociales de reciente utilización, cuyo contenido le resulte familiar, y que tuye un dato que conviene no perder de vista, por reductivo y poco riguroso que
considere relevantes, probablemente el de «globalización» ocuparía uno de los pueda parecer. Sin caer en una uniformización de la opinión pública, sí puede en-
primeros puestos. Pero se encontraría en un aprieto si hubiera de precisar qué contrarse en ella una serie de tópicos en torno a los cuales gira y que merece la
entiende por globalización. A quienes se dediquen al estudio de las ciencias so- pena tener en cuenta, bien para demostrar su inanidad, bien para descubrir en ellos
ciales, este fenómeno les resultará familiar porque es constante en relación con algún rasgo de verdad. Los tópicos en cuestión guardan relación con la necesidad
términos como «derechos humanos», o «nacionalismo», popularizados por los de la globalización y el consiguiente carácter utópico de la oposición a ella; con
medios de comunicación y que forman ya parte del lenguaje habitual y que, sin su presunto carácter exclusivamente económico y con una identificación del fenó-
embargo, sólo con dificultad pueden ser dotados de un contenido concreto. Como meno con una forma de colonización de los débiles por parte de los fuertes.
apunta Pérez Luño en relación con los derechos humanos, pero de un modo que En el debate político también reina el caos como ha puesto de manifiesto
sería extensible a otras nociones, esto obedece por supuesto a razones de des- Bois 8. En ese ámbito, tanto como en el propiamente intelectual, se multiplican
conocimiento técnico, pero también a que se trata de términos que admiten ser las posturas encontradas acerca de las cuales Giddens 9 propone una distinción
6
en el volumen Sobre el espíritu de conquista; Sobre la libertad en los antiguos y en los moder- Vid. PÉREZ LUÑO, A. E. Derechos humanos, Estado de Derecho y Constitución, 9.a edic,
nos (trad. M. Antonio LÓPEZ y M. M. TRUYOL WINTRICH), Madrid, Editorial Tecnos, 2003. Una Madrid, Editorial Tecnos, 2005.
7
idea similar mantiene Pocock en el trabajo citado: la diferencia entre un 'ciudadano' clásico y un Nada de esto es casual si se analiza a la luz del poder configurador del mercado. Vid.
'sujeto' moderno es que mientras el primero hacía las leyes y era gobernado por ellas, el segundo ARECHEDERRA, L. «Revolución, tecnocracia y demagogia», en Persona y Derecho, 26: 29-50, 1990,
podía ir a los tribunales para reclamar sus derechos. y BALLESTEROS, J. Posmodernidad: decadencia o resistencia, Madrid, Editorial Tecnos, 1989.
4 8
BECK, U. ¿ Qué es la globalización ? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización Acerca de la «confusión indescriptible» que rodea al concepto en el debate político, vid.
(trad. MORENO y M. R. BORRAS), Barcelona, Editorial Paidós, 1998, pág. 40. Bois, G. Una nueva servidumbre. Ensayo sobre la mundialización (trad. R. PÉREZ PEÑA), Grana-
5
Vid. GIDDENS, A. Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vi- da, Universidad de Granada-Universitat de Valencia, 2004, pág. 24.
das (trad. P. CIFUENTES), Madrid, Editorial Taurus, 2000, pág. 19. 9
Vid. GIDDENS, A., op. cit, 20 y 21.
118 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA CIUDADANÍA EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN 119
inicial entre los escépticos y los que se toman en serio la globalización. Para los tiguo, como una dinámica humana, pero en realidad, culmina un proceso, lo que
primeros, el presunto fenómeno no es más que mera palabrería en tanto que los obliga a distinguir entre el fenómeno mundial en el que nos encontramos
segundos lo consideran, no sólo algo muy real, sino que entre sus consecuencias inmersos hoy y la tendencia que se aprecia a lo largo de la historia. A ésta últi-
está haber reducido a los Estados a la categoría de meras ficciones. Entre estos ma no han respondido de igual modo todos los pueblos y culturas lo que ha ge-
también se aprecian diferencias que tienen que ver con una visión positiva o ne- nerado para ellas consecuencias negativas que se han manifestado en épocas
gativa del fenómeno que condiciona a su vez el modo en que haya que afrontar- posteriores. Esa tendencia constante sólo habría podido alcanzar su desarrollo
lo. Unos entienden que hay que oponerse a él 10 : algunos, fundamentalmente los actual en un momento en que las comunicaciones lo han hecho posible. Asumir
llamados movimientos antiglobalización, por considerar que constituye una ver- este punto de partida no es inocente, puesto que implica considerar la comuni-
sión más de un sistema que beneficia a los países ricos en detrimento de los po- cación como la entraña de la globalización 15 y otorgar el papel de protagonista
bres; pero otros, por razones de otro orden, como la pérdida de identidad y la en la mayor revolución sociológica de los últimos años a una serie de adelantos
uniformidad que parece generar la globalización u . Frente a los críticos, son tam- (inventos) técnicos, como en su momento lo hicieran la máquina de vapor o la
bién muchos los que consideran que el fenómeno es positivo en sí mismo y puede imprenta.
incluso contribuir a que los países endémicamente pobres salgan de esa situa- La propuesta de que nos encontramos al final de un proceso iniciado hace
ción. Desde esta última perspectiva, la globalización conduce a una sustitución mucho tiempo ha sido formulada de modos diversos 16 si bien con un cierto
de la confrontación por una lógica de cooperación: allí donde los Estados entran acuerdo que vincula la historia de ese proceso al origen y desarrollo de la mo-
en el mundo globalizado dejan de entablar conflictos mutuos 12. Un último sec- dernidad y de un modo muy especial el juego del mercado. Pero es preciso co-
tor considera que se trata, simplemente, de un fenómeno inevitable como lo fue menzar sentando una hipótesis que pretendo desarrollar en las próximas páginas
la revolución industrial y sólo nos resta paliar sus efectos perversos tomando de y es que es posible hablar de este fenómeno en dos sentidos: globalización como
él lo que resulte aprovechable 13. expansión de los mercados pero también como expansión del Mercado sobre
En realidad, una cuestión previa a discutir es si nos hallamos o no ante una otras esferas de lo humano. Y quizá en esta clave se arroje un poco de claridad
realidad completamente nueva. Y la respuesta es, en general, afirmativa: sólo en sobre la cuestión de si la globalización es o no un fenómeno económico.
una sociedad como la nuestra y en el momento histórico en el que vivimos es En cuanto a lo primero, esa expansión no se produce de modo gradual sino
posible que se produzca un fenómeno de esta magnitud. Por definición, sólo un en lo que Robertson llama oleadas y que serían las siguientes: la primera, en el
momento en que las comunicaciones pueden llegar hasta el último extremo del Renacimiento, tuvo por eje la globalización del comercio regional; la segunda,
planeta hace posible que llegue también la Coca-cola, icono de la globalización. en los inicios del siglo XIX, recibió su impulso de la industrialización; la terce-
No obstante, muchos sostienen que, si bien el fenómeno es nuevo, responde a ra fue el resultado de la construcción de un nuevo orden mundial a partir de 1945.
tendencias que sí pueden rastrearse en otras épocas históricas. Algunos analizan Ninguna de las tres puede atribuirse a un solo país ni a una sola cultura o civili-
la cuestión desde una perspectiva cíclica entendiendo que nos encontramos en zación. En opinión de este autor, aquellos que no conocieron la generalización
un momento muy similar a otros períodos de crisis que se han producido a lo renacentista del comercio regional estuvieron en desventaja en el momento de
largo de la hisloria 14. Para otros, la globalización habría estado présenle de aü- la industrialización y han sido excluidos del nuevo orden mundial posterior a la
10 15
Uno de los más representativos es U. Beck en la obra ya citada; fundamentalmente en Según Giddens, guarda relación, sobre todo, con cambios en los sistemas de comunica-
razón del déficit que supone para la sociedad del bienestar y la protección de los derechos. ción, que datan únicamente de finales de los años sesenta. GIDDENS, A., op. cit, pág. 23.
11 16
Una visión escéptica de estos movimientos en HEATH, J., y POTTER, A. Rebelarse vende. En la versión de R. Robertson ese tiempo es extremadamente largo. En realidad los orí-
El negocio de la contracultura (trad. G. BUSTELO), Madrid, Editorial Taurus, 2005. genes de la modernidad habría que buscarlos «en las interrelaciones lentamente trabadas por los
12
Una visión positiva en Li Donni, V. Governare la Globalizzazione. Gli Stati moderni di seres humanos desde los tiempos más remotos, y en la progresiva globalización de éstas. En este
fronte alia sfida del mercato globale, Padua, Cedam, 2000, pág. 90. sentido, la globalización ha estado siempre entre nosotros como una dinámica humana, aunque no
13
Entiendo que el mismo Giddens podría integrarse en este último grupo. hayamos sido conscientes de su avance. ROBERTSON, R. Tres olas de globalización. Historia de
14
Vid. Bois, G., op. cit. una conciencia global (trad. P. SÁNCHEZ LEÓN), Madrid, Alianza Editorial, 2005, pág. 18.
120 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA CIUDADANÍA EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN 121
segunda gran guerra. La razón que aporta es que «el comercio profundizó el im- Wallerstein denomina la economía-mundo 20, pero después también se expande
perativo democrático y volvió menos viables las viejas formas de exclusión» 17. ocupando el lugar de las otras esferas. La política abandona su papel y copia el
Pone de manifiesto, en consecuencia, una relación entre el intercambio econó- modo de hacer de la economía del mismo modo que también la cultura se con-
mico y la mentalidad democrática. vierte en mero objeto de consumo (música, literatura, turismo). Esta primacía de
Por otra parte, la última oleada presenta una peculiaridad con respecto a las lo económico lleva consigo efectos perversos en relación con el medio ambien-
anteriores que obliga a distinguir entre globalización y globalismo atendiendo te, la pobreza en el tercer mundo o el riesgo nuclear,... que le hacen decir a
a la premeditación del proceso. El globalismo sería «un proceso consciente de Wallerstein que el capitalismo está muriendo de éxito.
globalización o conjunto de políticas diseñadas específicamente para desenca- Ahora bien, si el fenómeno puede responder a una tendencia antigua, eso no
denar interacciones mayores, más que internacionales, globales» 18. Así, mien- cabe decirlo del concepto, que es claramente reciente. El término globalización se
tras es posible hablar de globalismo americano desde 1944, en cambio, eso no localiza en los años ochenta, y su elaboración no se remonta mucho más allá... Hay
se puede decir de Gran Bretaña, que no diseñó estrategias de expansión. Ahora un acuerdo generalizado en considerar que el primero en utilizar el término
bien, esta misma formulación avala la tesis propuesta inicialmente: la 'globalización' fue el recientemente fallecido T. Levitt, en un artículo publicado
globalización puede ser consecuencia de un proceso imparable que empezó hace en 1983 en la Harvard Business Review, la revista de la que fuera editor. Las pa-
mucho tiempo, pero difícilmente puede decirse que lo peculiar de ese fenóme- labras con las que comienza tiene sin duda resonancias que invocan al fantasma
no sea en sí mismo antiguo. O, en todo caso, habría que distinguir dos sentidos que recorre Europa en El Manifiesto comunista: «una poderosa fuerza conduce el
en la globalización: la tendencia a expandirse y la expansión total propiamente mundo hacia una comunalidad convergente, y esa fuerza es la tecnología» 21.
dicha. En cambio, sí podemos encontrar, a lo largo del siglo XX, antecedentes de
Pero la globalización implica además una expansión del Mercado en un sen- esta formulación. Sztompka hace referencia a tres teorías que podrían conside-
tido diferente, que también tiene un origen renacentista. Como dice Ballesteros, rarse como tales: la teoría del imperialismo, la de la dependencia y la del siste-
el siglo XV nace bajo el signo de la supremacía del mercado, aunque todavía sea ma mundial 22 . Para la teoría del imperialismo, de corte básicamente marxista,
autónomo con respecto a lo político y cultural, cuyas primacías habrán de espe- enunciada por Hobson y desarrollada por Lenin y por Bujarin, se trataría del úl-
rar a otros momentos históricos 19. En ese sentido, puede distinguirse entre una timo estadio en la evolución del capitalismo 23. En los años cincuenta se desa-
modernidad económica (el hombre es un ser que intercambia mercancías y se rrolló la teoría de la dependencia, con origen fundamentalmente en América la-
mueve por su interés), otra política (que a partir del XVIII ve al hombre como tina y polarizada en los problemas de ese área geográfica cuyo subdesarrollo no
ciudadano) y, una última, cultural (a partir del XIX el modernismo se manifies- estaría ocasionado sólo por factores internos, sino también por constricciones
ta claramente hostil a la modernización lo que se traduce en su primacía de lo externas. Entre sus representantes 24, en general caracterizados por una visión
sensible sobre el interés). Pero si bien en un inicio todas estas esferas, más que
autónomas son antagónicas, una de ellas (y sólo ella) manifiesta una clara ten-
dencia a la expansión, primero en un sentido espacial, hasta alcanzar lo que
20
Vid. WALLERSTEIN, I. El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orí-
genes de la economía-mundo europea en el siglo XVI (no consta trad.), Madrid, Siglo XXI edito-
res, 1979.
21
LEvrrr, T. «The Globalization of Markets», Harvard Business Review, mayo, junio, 1983.
17 22
lbíd., pág. 24. Vid. SZTOMPKA, P. Sociología del cambio social (trad. A. RIVERO RODRÍGUEZ), Madrid,
18 Editorial Alianza, 1995, pág. 113.
lbíd., pág. 19. Sobre el globalismo, vid. también Li DONNI, V., op. cit, págs. 92 y ss. No
23
obstante, en este último autor el significado del término es algo diferente, ya que no pone el acento En palabras de S. Zizek, es ineludible la relevancia del Manifiesto Comunista para en-
en la predeterminación de los procesos, sino que se trataría más bien, de una vertiente dentro de tender la globalización. Vid. ZIZEK, S. El frágil absoluto o ¿Por qué merece la pena luchar por el
la globalización que pone de manifiesto la carencia de fronteras y la interdependencia de los pro- legado cristiano? (trad. A. GIMENO), Valencia, Editorial Pre Textos, 2002, págs. 21 y ss. También
cesos, de tal modo que la acción de pocos puede influir en la vida de muchos o incluso de todos. Beck señala la afirmación de Marx según la cual «con su explotación del mercado mundial, la
En este punto, como en tantos otros, se aprecia la plasticidad de términos que están todavía con- burguesía ha impreso un sesgo cosmopolita a la producción y consumo en todos los países (...)
formándose. la unilateralidad y cerrazón nacionales tienes los días contados», BECK, U., op. cit, pág. 45.
24
19
BALLESTEROS, J., op. cit Entre los que hay que contar a Prebisch, Gunder Frank, Cardoso o Faletto.
122 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALEACIÓN LA CIUDADANÍA EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN 123
negativa del fenómeno, algunos mantienen una postura relativamente más opti- cindible superar la ideología si se quiere conocer de verdad el fenómeno y paliar,
mista, al considerar que la dependencia genera algún efecto positivo, como con- en la medida en que sea posible, sus efectos perversos. Y estos últimos son cla-
secuencia de las inversiones extranjeras que contribuyen, de modo colateral y ros, al menos algunos de ellos. El más evidente es que mientras los ricos son cada
desde luego no buscado, al desarrollo de estos países. La última de las tres teo- vez más ricos, los pobres cada vez más pobres30, al menos hoy por hoy, y desde
rías apuntadas, y probablemente la de mayor utilidad actual, es la del sistema luego, es difícil sostener que la globalización esté promoviendo estrictamente el
mundial, que ha sido desarrollada fundamentalmente por Wallerstein 25. Según bien común. Pero, es preciso también insistir en que los efectos negativos no se
este autor, es posible hablar de tres estadios: el de minisistemas o unidades eco- reducen al terreno económico, al tiempo que las diversas manifestaciones de la
nómicamente autosuficientes, el de los imperios mundiales, que aglutinan globalización se caracterizan por una dificultad cada vez mayor de control.
minisistemas y se encuentran permanentemente en guerra y, por último, el del Sostienen Adorno y Horkheimer que el objetivo de la Ilustración es el dominio
sistema mundial, que surge en el siglo XVI junto con el capitalismo, que es quien del mundo31. Y por utilizar el símil mitológico del que ellos se sirven, la razón es
le otorga su tendencia expansiva. el camino de regreso a ítaca. Ahora bien, si ítaca es la seguridad, y la modernidad
Ahora bien, en todos estos enfoques hay una predisposición a adoptar la el retorno a lo conocido, ¿cómo es posible que la globalización (hija reconocida de
perspectiva económica, siendo así que, como dice Giddens, el error está en ol- la modernidad) genere, como pone de manifiesto Giddens, una inseguridad global?
vidar que es además una realidad «política, tecnológica y cultural» 26. No afec- Los ilustrados pensaban que la clave de dominación del mundo estaba en conocerlo
ta solamente a la economía, sino a todos los campos de la vida humana: fami- a él y a sus procesos: «cuanto más capaces seamos de comprender racionalmente el
lia, sexualidad, religión, arte,...; esto es, lo que en términos muy amplios podría- mundo y a nosotros mismos, mejor podremos manejar la historia para nuestros pro-
mos considerar cultura 27 . Aunque, si la hipótesis inicial es cierta, el núcleo de pósitos. Debemos librarnos de los hábitos y prejuicios del pasado para controlar el
esa expansividad sí sea principalmente económico. futuro»32. Ese dominio hacía temer el peligro del poder global, pero los profetas se
Esta dimensión cultural es vista con claridad por Sztompka, para quien las teo- han equivocado. Si en los años cincuenta el peligro aparente era el de un control cada
rías políticas y económicas de diverso signo desarrolladas a lo largo del siglo XX, vez mayor de los individuos y del mundo por parte de un poder desorbitado, la ame-
no pueden dar respuesta a un fenómeno tan reciente como éste, sino que es preci- naza hoy es la de la imposibilidad de control de un mundo que parece habérsenos
sa una explicación también cultural28. Las cuestiones relacionadas con el contac- ido de las manos. Incluso la ciencia y la técnica, que aparentemente conducían a un
to cultural en sus diversas manifestaciones desde el conflicto al contagio, han sido mundo más seguro, han resultado tener el efecto contrario. La posmodernidad res-
tratadas a lo largo de todo el siglo pasado por antropólogos, que se plantean la pro- ponde al descubrimiento de que es imposible conocer el camino de vuelta. Vivimos
gresiva desaparición de las sociedades tradicionales o las formas de vida sociales. en un mundo cuya complejidad exige aceptar que, o bien ítaca no existe, o que, de
Con frecuencia, ante este fenómeno, se adopta una postura ideológica que va bá- existir, no se puede volver a ella: no podemos retomar soluciones antiguas, sino que
sicamente del relativismo cultural, que considera que el imperialismo cultural con- es preciso encontrar caminos nuevos.
duce a consecuencias catastróficas para las culturas minoritarias, a una perspecti-
va etnocentrista, que alaba la misión civilizadora de Occidente 29. Pero es impres-
2. GLOBALIZACIÓN: RACIONALIDAD O COLONIZACIÓN
Formular esa cuestión exige preguntarse ante qué tipo de lógica nos encon-
25
tramos. Las respuestas posibles son fundamentalmente dos: la lógica política o
Vid. WALLERSTEIN, I. El moderno sistema mundial, op. cit., págs. 489 y ss.
26
Vid. GIDDENS, A., op. cit, pág. 23.
27
Vid. Ibíd., pág. 16.
28
Vid. SZTOMPKA, R, op. cit, págs. 116 y ss.
29 30
Aunque autores como Giddens insisten en que es importante no pensar en la globalización GIDDENS, A., op. cit, págs. 28 y 29.
31
como en un fenómeno sólo occidental. Por el contrario, se produce también una colonización in- ADORNO, T. y HORKHEIMER, M. Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos (trad.
versa: baste pensar en la latinización de Los Angeles, en la producción de alta tecnología en la J. J. SÁNCHEZ), Madrid, Editorial Trotta, 1997, pág. 59.
32
India, o en los culebrones televisivos latinoamericanos. A su entender, lo que está surgiendo es GIDDENS, A., op. cit, págs. 19 y 20.
32
una sociedad cosmopolita mundial que no sabemos cómo será, pero sí que el proceso es imparable. Ibíd., pág. 14.
124 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA CIUDADANÍA EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN 125
la del mercado, en el supuesto de que sean diferentes, que es una cuestión que que se espera de la Coca-Cola «es el que trascienda cualquier valor de uso in-
merece también ser dilucidada. Resultan interesantes, a ese respecto, las imáge- mediato (...) lo que hace que funcione como la encarnación directa de 'eso', del
nes a las que va unido el discurso acerca de la globalización. Sin ninguna duda, puro plus-de-goce por encima de las satisfacciones ordinarias, de la misteriosa
entre ellas ocupa un lugar principal la Coca Cola, aunque también Internet, y y elusiva X tras la que todos andamos en nuestro consumo compulsivo de pro-
Porto Belo como su antítesis. Es decir, hablar de globalización sugiere inmedia- ductos» 37. Esto señala al centro del consumismo, pero no termina de explicar
tamente la lógica del mercado, con las reglas que le son propias, al tiempo que porqué determinados productos responden a ese plus-de-goce del que habla el
sus efectos perversos y la inacabable discusión ideológica acerca de si convie- autor, y otros no. Y ambas cuestiones: el carácter expansivo de la sociedad de
ne domesticar al mercado o dejarlo en libertad. En cambio, hablar de política nos consumo y la razón de que unos productos se conviertan en bienes deseables (sus-
debiera conducir a criterios de justicia generalmente asumibles, así como a la ceptibles de globalización) y otros no, son la clave del problema que nos ocu-
posibilidad de encontrar ámbitos de diálogo, no sólo entre las instancias de po- pa 38 .
der público sino, entre las culturas mismas 33 . El problema es central, y vamos a tratar de darle una respuesta provisional:
Desentrañar esto es lo que nos puede ayudar a responder la cuestión plan- la tendencia al consumo responde, no tanto a una necesidad del hombre en el
teada: ¿estamos ante una forma de imposición o ante un fenómeno espontáneo sentido de supervivencia, cuanto en el sentido antropológico de búsqueda de la
que es posible estudiar y aprovechar? En opinión del creador del término, «no felicidad (Zizek diría del goce) que se caracteriza por la imposibilidad de satis-
hay excepciones (...) Los productos y métodos del mundo industrializado to- facción, lo que genera a su vez una huida hacia delante en pos de otros bienes
can la misma música en todo el mundo, y todo el mundo la baila. Las antiguas que produzcan la satisfacción 'todavía' no conseguida. En que los bienes prefe-
diferencias en cuanto a gustos nacionales o modos de hacer negocios, desapa- ridos sean unos u otros intervienen innumerables factores que no nos es posible
recen» 34. analizar ahora, aunque sí pueden aventurarse algunos: el papel de la publicidad,
Ahora bien, que Internet guarde relación con la globalización 35 , hasta el la asociación a determinados modos de vida, el deseo de formar parte de una
punto de que pueda ser considerado como elemento sine qua non, no nos ayuda comunidad o, por el contrario de diferenciarse dentro de ella... 39
a explicar el caso de la Coca Cola 36 . De hecho, las explicaciones son muy dife- Warnier parece adoptar una postura radical al explicar el hecho de que haya
rentes, y van desde una consideración básicamente tecnológica, en el caso de culturas o facetas culturales que se mundializan mientras otras no lo hacen (el
Levitt, a otra psicoanalítica, en el caso de Zizek. Para el primero, no es tanto una zen no, el rock sí, es uno de los ejemplos que propone). En su opinión, hay que
cuestión de distribución, cuanto de información, en el sentido de que la tecno- empezar por precisar el término «cultura», identificable con tradición, que se
logía ha hecho posible la familiaridad con productos que antes nos resultaban puede definir siguiendo a Puillon como algo del pasado que persiste activo en
desconocidos. No es sólo la comida americana la que ha inundado el mercado, el presente, siendo aceptado por quienes lo reciben, que, a su vez, lo transmiten
sino también la griega. Zizek, en cambio, sigue otro camino al apuntar que lo a las generaciones siguientes. De ahí que la cultura 'mundializada', sólo relati-
vamente se pueda llamar cultura. Esa mundialización, a su entender, es conse-
cuencia del desarrollo industrial y del afán de conquistar nuevos mercados (es
también prolotípico el caso del fútbol). Si esta interpretación es correcta, la fa-
33
Vid. LLANO, A. La nueva sensibilidad, 2.a edic, Madrid, Editorial Espasa-Calpe, 1989.
Una visión interesante en GRAY, J. Las dos caras del liberalismo. Una nueva interpretación de
la tolerancia liberal, Barcelona, Editorial Paidós, 2001. Para este autor el papel del liberalis-
mo (concretamente, de la tolerancia liberal) no ha de ser encontrar un ámbito de consenso ra-
37
cional sino procurar un modus vivendi en el que modos diferentes de ver la vida puedan convi- Vid. ZHEK, S., op. cit, pág. 33.
38
vir, vid. Ibíd., pág. 123. Por otra parte, no deja de ser interesante que el imperio de la Coca-Cola esté en la ac-
34
LEVITT, T., op. cit tualidad siendo acosado por bebidas como Aquarius y su invocación al hombre deportista que es,
35
Vid. ELSTER, J., El cambio tecnológico. Investigaciones sobre la racionalidad y la trans- según parece, el modelo del occidental de hoy.
39
formación social (trad. M. MIZRAJI), Barcelona, Editorial Gedisa, 1997. Heath y Potter hacen una interesante apreciación acerca del distinto papel que tienen los
36
Entendida en un sentido amplio que podría acoger también a McDonald's, o Levis. Este bienes de consumo (y de rechazo la publicidad) para los adultos en relación con los adolescen-
ejemplo es abordado por la inmensa mayoría de los que se ocupan de la globalización. No cabe tes; mientras estos buscan sentirse integrados en el grupo, aquéllos quieren más bien mostrarse
duda de su extraordinario carácter paradigmático. como diferentes (selectos).
126 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA CIUDADANÍA EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN 127
ceta cultural de la globalización responde a claves económicas, en tanto que la Esta visión negativa no se reduce a la globalización sino que afecta tam-
cultura que implica identidad, no puede propiamente ser globalizada. La cultu- bién al juego de mercado, y en general a la economía, en una posición bien
ra auténtica no puede no estar ligada a una sociedad dada 40 , del mismo modo plasmada por Simmel para quien el dinero es el gran destructor de las «formas»
que tampoco existe ninguna sociedad sin la cultura que le es propia. Por usar sus sociales y culturales. Es lo que Karl Polanyi llama la gran transformación47:
propias palabras: está localizada y es a su vez vehículo de identidad41 de donde antes de ella los intercambios económicos estaban subordinados a las lógicas
se sigue que la cultura sigue cumpliendo un papel de brújula, esto es, ayuda a sociales de reciprocidad y redistribución, mientras que después el mercado obe-
orientarse en un mundo cada vez más complejo 42. Retomaremos esta faceta de dece cada vez más a lógicas autónomas, eliminando el carácter social del in-
la cultura como identidad un poco más adelante. tercambio de bienes.
Es claro que este modo de entender la cultura 'mundializada' (la que se guía Lo desconcertante es que si bien la cultura tradicional ha escapado a la ló-
por una clave económica) constituye una visión muy negativa. Seguiría a la «in- gica del intercambio durante mucho tiempo, hoy ya no lo hace. Esto es, la in-
dustria como cultura», que pone de manifiesto las facetas oscuras de la moderni- dustria de la cultura aparentemente tiene la capacidad de matar la cultura autén-
dad industrial. Desde esta perspectiva, la «industria como cultura» se muestra in- tica. Pero, al mismo tiempo, y como signo de esperanza, hoy hay también una
capaz de transmitir una cultura profunda y queda reducida a la imitación, a la reflexión sobre la globalización que la transforma en un proceso, hasta cierto
inautenticidad y a la estandarización superficial43. De ahí surgirán, dándole la vuel- punto consciente y con consecuencias, si no evitables, sí por lo menos
ta al término antes usado, lo que en los setenta se comenzaría a conocer como 'in- predecibles 48. Por tanto, en este momento somos responsables de lo que pase,
dustrias culturales', entendiendo por tales aquellas «cuya tecnología les permite de un modo similar a como el hombre del siglo XIX empezó a ser responsable
reproducir en serie bienes que, evidentemente, forman parte de lo que llamamos de las consecuencias negativas de la revolución industrial cuando entendió el
cultura» 44. Es posible, por tanto, encontrar una lógica económica en estos proce- proceso y pudo empezar a dominarlo.
sos. De hecho, las actividades de las industrias culturales y mediáticas sólo pue- Por otra parte, si el análisis de la globalización se ciñe a la realidad, quizá
den sostenerse a largo plazo si se respeta la lógica económica45. Un efecto per- los resultados que arroje no sean tan catastrofistas. En el terreno estrictamente
verso es que no se globalizan propiamente las culturas, sino alguna de sus facetas. económico, el funcionamiento de un mercado global tiene las mismas
No se conocen las culturas, sino únicamente clichés, porque es lo único que pue- disfunciones e iguales ventajas que el mercado entendido en un contexto nacio-
de darse en unos minutos de televisión o conocerse en un viaje organizado46. nal y aquellas guardan relación sin duda con la existencia de vacíos legales 49.
Es posible trazar un símil con un campo estrechamente relacionado como es el
de Internet, que durante años se ha venido considerando un campo imposible de
regular, tierra sin ley. Sin embargo, la realidad ha demostrado que también algo
40
Muy gráficas las apreciaciones de Heath y Potter en Rebelarse vende acerca de la bús- tan etéreo como la información difundida por esta vía puede ser controlado, si
queda de la cultura auténtica por parte de los turistas, con el efecto contradictorio de que termi- bien con unas peculiaridades y dificultades técnicas que es preciso abordar.
nan eludiendo la compañía de los nativos.
41
WARNIER J. P. La mundialización de la cultura ^trad. ALCIRA BIXIO\ Barcelona, Edito-
rial Gedisa, 2002, págs. 13 y ss.
42
Aunque en este punto no es fácil evitar la trampa de la invención de tradiciones cultura-
les. El ejemplo más conocido y también más citado es el de los highlands escoceses, al que po-
dríamos sumar tantas otras invenciones del nacionalismo del XIX. Sobre esta cuestión uno de los 47
POLANYI, K. La gran transformación: crítica del liberalismo económico (trad. J. VÁRELA
textos de referencia es HOBSBAWN, E. J. y RANGER, T. O. The Invention of Tradition, Cambridge, y F. ÁLVAREZ-URÍA), Madrid, Ediciones La Piqueta, 1989.
Cambridge University Press, 1983. 48
Quizá sea ésta una de las interpretaciones posibles del nuevo paradigma que propo-
43
Por utilizar una expresión de Adorno y Horkheimer de 1947, invocada por el autor que ne Touraine tras denunciar que «la sociología ha obtenido sus más grandes éxitos denunciando
estamos citando. las ilusiones de los actores sociales, mostrándoles que, detrás de una apariencia de libertad,
44
WARNIER, J. P., op. cit, págs. 21 y ss. hay mecanismos sociales ocultos que determinan nuestras conductas». TOURAINE, A., op. cit,
45
Ibíd., pág. 62. págs. 72-73.
46 49
Vid. HEATH, J., y POTTER, A., op. cit, págs. 307 y ss. Acerca del turismo como forma de Acerca de la asimetría entre globalización socio-económica y globalización jurídica, versó
globalización, HELD, D.; MACGREW, A.; GOLDBLATT, D., y Perraton, J. Global transformation, la ponencia de F. Laporta en el Congreso de la Asociación Internacional de Filosofía Jurídica y
Politics, Economics and Culture, Cambridge, Politiy Press, 1999, págs. 360 y ss. Social (Granada 2005).
128 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA CIUDADANÍA EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN 129
A estas alturas las preguntas que se plantean son básicamente dos: la primera 3. LA GLOBALIZACIÓN COMO SUPERACIÓN DE LAS FRONTERAS
es la de si cultura entendida en el sentido orientador al que antes se hacía refe-
rencia es inmune al mecanismo globalizador, y ya hemos dicho que de esta cues- La noción de globalización está asociada en la psique general a la supera-
tión nos ocuparemos más tarde. La segunda es si sólo es aplicable a realidades ción de las fronteras más que a su supresión, si se entiende como clave de la di-
susceptibles de medición económica o si, por el contrario, puede decirse que el ferencia una cierta espontaneidad en el primer caso frente a imposición o plani-
fenómeno es trasladable a otros ámbitos. Porque la globalización es una serie ficación en el segundo. El Estado simplemente tiende a desaparecer. Pero esta
compleja de procesos y no uno sólo. O quizá fuera mejor decir que hay alguna sencilla aseveración supone la asunción de unas premisas que no resultan tan
similitud entre todos esos procesos, aunque también haya importantes diferen- evidentes. Además de que de ser así generaría unos efectos que quizá no sean
cias. Por ejemplo, no afecta sólo a los grandes problemas financieros sino tam- de desear si el Estado no es sustituido por una realidad análoga.
bién a pequeñas estructuras como la familia 50, y es preciso ver si el mecanismo El fenómeno de la globalización, tal y como se ha venido desarrollando, ha
por el que esa generalización se produce, es diferente o análogo al anterior. De desembocado en la estructuración del planeta (por supuesto, no de un modo uni-
nuevo provisionalmente, no cabe duda de que el mecanismo que genera la so- forme) en realidades políticas cada vez más permeables, lo que a su vez se ha
ciedad de consumo (en cuya raíz, como pone de manifiesto Zizek hay un traducido, de un modo paradigmático, en dos órdenes de factores: en primer lu-
obsoletismo endémico51) afecta a todos los ámbitos de la vida en un proceso al gar, la protección de los llamados derechos humanos y de la paz escapa ya defi-
infinito. nitivamente a las fronteras estatales; 53 y en segundo, las necesidades del tráfi-
En cualquier caso, y en lo que hace a la cultura, el fenómeno no necesa- co mercantil exigen un conocimiento cada vez mayor de otros sistemas jurídi-
riamente ha de ser visto desde una perspectiva colonizadora, si bien es cierto cos, así como una regulación común. Esto responde a la vieja ambición de uni-
que, como ya hemos visto, no todas las culturas tienen la misma capacidad versalidad de la modernidad, no sólo en el sentido epistemológico sino, sobre
expansiva y eso también merece ser estudiado. Ulf Hannerz denomina con el todo, en el del establecimiento de mecanismos racionales de solución de conflic-
término ecumene el ámbito de interacción, interpenetración y cambios cultu- tos: el mercado es uno, la racionalización del poder, otro.
rales, con la peculiaridad de que ese ámbito ha alcanzado enormes proporcio- Ahora bien, de ahí a considerar los Estados como estructuras superadas hay
nes en los últimos años. Parte de la premisa de que los flujos culturales no son una distancia grande. Una cosa es que haya organizaciones transnacionales con
recíprocos: mientras unos influyen, otros son influidos. Este fenómeno se ha capacidad de obligar a los Estados y otra bien distinta que hayan asumido el papel
dado siempre; podría decirse que hay núcleos de influencia y áreas de recep- de éstos. En realidad, si nos atenemos a los hechos, las organizaciones interna-
ción, aunque se admiten excepciones por las cuales lo que tradicionalmente cionales siguen funcionando conforme al principio de respeto a la soberanía de
venía siendo un ámbito de recepción se transforma a su vez en influyente. Des- los Estados miembros y las decisiones tienden a tomarse por la vía del consen-
conocemos cuál será el final de este proceso, pero Hannerz se atreve a resu- so. La única institución que en este momento podría entenderse como superadora
mir el panorama en cuatro posibilidades. La primera sería la de una de la soberanía de sus Estados miembros a través de un mecanismo democráti-
homogeneización global, como consecuencia de la dominación global de la co es la Unión Europea, que como sabemos, se encuentra en la práctica con la
cultura occidental; en la segunda, o de saturación, la periferia absorbe poco a resistencia de los ciudadanos mismos.
poco la influencia del centro; pero es posible también pensar en una situación En último término, la cuestión que está en juego es la de la posibilidad, por
de corrupción periférica, consecuencia de la decadencia de la cultura occidental una parte, y la deseabilidad, por otra, de un orden mundial. Las ventajas están
o incluso, y esta sería la última opción, en un mestizaje auténtico, que sería claras: la protección de los derechos humanos y la paz ya que si la guerra es con-
quizá la situación más deseable 52 . secuencia de conflictos de poder, la reducción a uno sólo impediría lógicamen-
te la existencia de conflictos. Es el viejo ideal ilustrado de la paz perpetua, que
50
GIDDENS, A., op. cit, pág. 25.
53
51
ZIZEK, S., op. cit, pág. 57. Vid. HABERMAS, J. Constelación posnacional: ensayos políticos (trad. P. FABRA, D.
52
Vid. HANNERZ, U. «Notes on the global ecumene», Public Culture, (1)2: 66-75. GAMPER y L. PÉREZ), Barcelona, Paidós, 2000.
130 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA CIUDADANÍA EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN 131
guarda estrecha relación con el imperio de la razón en el mundo. A la distinción el cual junto a la tendencia a la conformación de entidades supranacionales se
clásica entre guerras justas e injustas, la Ilustración opone una visión de la gue- produce el sólo aparentemente efecto inverso de la desmembración en comuni-
rra como el fracaso de la razón; por lo mismo, a través de la razón es posible dades más pequeñas de los antiguos Estados 59 . El ejemplo paradigmático sería
arbitrar mecanismos que eviten ese desatino. Kant propuso la instauración de un el de la Unión Europea frente a la multiplicación de nacionalismos entre sus
orden internacional54, propuesta a la que acompañan otras en materia de dere- Estados miembros.
cho internacional que constituyen muestra de su espíritu práctico y del modo en También los riesgos son patentes. El debilitamiento de los Estados no está
que se adelantó a su tiempo 55 . Pues bien, el nuevo cosmopolitismo parece te- exento de peligros, no sólo porque genera inestabilidad política, sino porque
ner la solución a este problema en forma de gran foro mundial 56 . Algo de esto puede operar en detrimento de los intereses de los mismos ciudadanos que los
hubo en las revoluciones de finales de la década de los ochenta del siglo XX que conforman, comenzando, como es natural, por los derechos humanos. Ciertamen-
se conocieron como las primeras revoluciones televisivas57. Sin duda la caída te, la protección internacional de los derechos humanos constituye un gran lo-
del gigante soviético tuvo que ver con que el control ideológico resultó imposi- gro, pero opera de modo subsidiario a la actuación de los Estados; muy difícil-
ble de mantener, fundamentalmente por una cuestión técnica: no se podían con- mente podría pensarse en un sistema universal de protección de los derechos que
trolar las emisiones de radio y televisión. Por otra parte, la generalización de la fuera eficaz si constituyera la única instancia 60.
participación social, así como la casi total ausencia de violencia, no hubiera sido Pero hay otro tipo de efectos perniciosos. Según Beck, que el Estado haya
concebible sin el componente de escenificación aportado por los medios de co- perdido su supremacía implica que el territorio ya no supone ningún tipo de
municación de masas. limitación para las empresas 61 . Aparte de las consecuencias que esto gene-
Pero dice Daniel Bell que la nación se hace, no sólo demasiado pequeña para ra en términos de desigualdad entre países desarrollados y pobres, lo cierto
solucionar los grandes problemas, sino demasiado grande para arreglar los pe- es que también se producen interferencias dentro del territorio de un mismo
queños 58. Frente a la tendencia a la superación de las fronteras surge también ámbito estatal. Así, las grandes empresas tienen medios para eludir el pago
la proliferación de otro tipo de fronteras, o, si se quiere, se alzan muros dentro de impuestos con la reducción consiguiente de ingresos para los servicios pú-
de los mismos Estados, como estamos viendo sobre todo en Europa en los últi- blicos; por otra parte, los sistemas on-line eliminan puestos de trabajo y so-
mos años. Puede decirse que el auge de los nacionalismos actuales tiene que ver bre todo, cada vez es mayor su fuerza para imponerse a los gobiernos bajo
con la disminución del peso de los Estados. Partiendo de este punto, sostiene Bell la amenaza de trasladarse a lugares con una mano de obra más barata. Todo
que el concepto de globalización se puede describir como un proceso que crea esto hace que, según Beck, una de las cuestiones centrales sea la necesidad
vínculos y espacios sociales transnacionales, revaloriza culturas locales y trae a de repensar la justicia social en la época de la globalización 62. Por último,
un primer plano terceras culturas. Nadie ha dejado de observar el proceso según si el Estado desaparece o se debilita, su carácter asistencial quedaría sin cu-
brir y uno de los logros de la mayoría de las democracias modernas (al me-
nos europeas) desaparecería.
54
Vid. KANT, I. Sobre la paz perpetua (trad. J. ABELLÁN), Madrid, Editorial Tecnos, 1985.
Sobre el proyecto kantiano y su pervivencia, vid. HABERMAS, J. La inclusión del otro. Estudios de
teoría política (trad. J. C. VELASCO y G. VILAR), Barcelona, Editorial Paidós, 1999.
55 59
No obstante, él mismo se dio cuenta de que los mecanismos por sí solos no son suficientes. Acerca del carácter abierto de las instituciones vid. TAYLOR, C. The Malaise ofModernity,
El optimismo ilustrado se ha dado de bruces con la realidad, que ha demostrado una y otra vez Concord, Editorial Anansi, 1991, págs. 106 y ss.
60
cómo la razón no basta para evitar lo que parece «destino de la humanidad». Quienes creyeran que La paradoja de que la protección de los derechos humanos exija el Estado y al mismo
la paz es un estadio necesario en el desarrollo humano, esto es, que alcanzado un determinado nivel tiempo lo exceda, en BECK, U., op. cit, pág. 135.
61
de desarrollo, se habría alcanzado también la paz, habrán visto sus esperanzas frustradas. Vid. Ibíd.
56 62
Es importante no confundir foro de discusión con estructura de poder. Sobre este punto Llano también lo considera como uno de los principales problemas, apuntando una vía
hay un acuerdo generalizado, vid. por todos ZOLO, D. Cosmópolis. Perspectiva y riesgos de un de solución: «En la raíz de la actual crisis de la conciencia política occidental se encuentra la adop-
gobierno mundial (trad. R. GRASA y F. SERRA), Barcelona, Editorial Paidós, 2000. ción de un modelo mecánico de solidaridad, donde el concepto de virtud ha sido sustituido por la
57
Vid. GIDDENS, A., op. cit, págs. 86 y ss. noción pragmática de eficacia», LLANO, A. Humanismo cívico, Barcelona, Editorial Ariel, 1999,
58
BELL, D. «The World and the United States in 2013», Daedalus, 116 (3): 1-31, 1987. pág. 101.
132 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA CIUDADANÍA EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN 133
4. GLOBALIZACIÓN Y CIUDADANÍA es, dice Rose Friedman en esa misma entrevista: «que llegan inmigrantes que quie-
ren seguir siendo mexicanos». Esta última observación es-muy interesante. Que-
Si hablar de globalización exige hacerlo también de ciudadanía es por dos remos que los inmigrantes vengan ordenadamente, conforme a la ley y que cuan-
razones aparentemente antitéticas: la primera, que el nuevo fenómeno parece que do crucen la frontera lo hagan para quedarse, esto es, que acaten nuestro modo de
puede poner en peligro un elemento central de nuestro sistema como es el de la ser ciudadanos y no alimenten el deseo de volver a su lugar de origen.
condición de ciudadano 63. La segunda, que pone de manifiesto las carencias de Y enlazando con lo anterior, podría pensarse que la apelación a la identidad
ese elemento y la necesidad de dotarlo de un nuevo contenido. A pesar de que (a la patria en un sentido literal) sólo genera problemas, mientras que resultaría
parece que habría que optar entre ambas visiones, quizá, en realidad, sean una mucho más beneficiosa para todos una ciudadanía universal67. Muchos son los
misma cosa. autores que han puesto de manifiesto el peligro de las soluciones simplistas para
Empecemos por la primera cuestión: si los Estados desaparecen, qué suce- «ordenar» un mundo que es cada vez más complejo 68, en tanto que otros consi-
de con una noción tan cara a nuestra cultura occidental como es la de ciudada- deran que el cosmopolitismo es el único modo viable de afrontar los problemas
nía, que está radicalmente vinculada a la de Estado-nación. Es verdad que en la de convivencia en un momento en que ya no cabe pensar en la exclusión. Giddens
Grecia y Roma clásicas era posible hablar de ciudadanía M, pero sin duda con utiliza una expresión muy fuerte (y sin duda cuestionable) al reducir las opcio-
un contenido diferente al actual, en el que hemos pasado del «ciudadano» clá- nes en un futuro próximo a ser cosmopolita o ser fundamentalista 69. Si bien el
sico al moderno «sujeto». Mientras el primero, participaba en la formación de significado de la frase de Giddens depende de lo que le hagamos decir, es difí-
las leyes y estaba sometido a ellas, el segundo sentido implica que se pueden cil dotar a estas palabras de un contenido débil.
exigir derechos y esto hasta la fecha, ha venido condicionado a un modelo de Si ser cosmopolita implica ser ciudadano del mundo, hay que empezar por
organización política y social. 65 determinar el contenido de esa expresión de Diógenes. Nussbaum la retoma, atri-
Si la ciudadanía se entiende como sistema de protección de derechos sólo es buyéndole un significado positivo: no se reduce a carencia de patria, sino que
un bien susceptible de ser protegido para los que habitan en un determinado mo- constituye en sí misma un valor. Supone adoptar la propuesta de los estoicos, que
delo de Estado. Y con mayor razón, para los que son ciudadanos de un Estado de desarrollaron esta idea a través de la distinción de dos comunidades dentro de
bienestar como decía el recientemente fallecido Milton Friedman en una entrevista las cuales habita cada individuo: la local, en la que nace, y la gran comunidad,
publicada en un diario nacional66. En cambio, si se entiende como identidad im- ámbito de deliberación y aspiraciones, en la cual se forman las obligaciones mo-
plica la pertenencia a un pueblo y tiene un componente sentimental. El problema rales. De esto último se deduce, entre otras cosas, que tenemos obligaciones más
fuertes con respecto a otros hombres por el hecho de serlo que con respecto a
nuestros vecinos. Los estoicos, dice Nusbaum, proponen que nos veamos como
rodeados de círculos concéntricos que comenzarían en lo más personal, segui-
rían en la familia inmediata, la familia extensa, la comunidad,... hasta llegar a
63
R. BEINER se plantea por qué la ciudadanía constituye un problema teórico en la última la humanidad entera 70. La patria quedaría para el ámbito de lo privado, en tan-
Horada dH SÍPIO XX RFTNF.R. R. Introducción al libro del aue es editor. TheorÍ7Íne CitizenshiD.
Albany, State University of New York Press, 1995.
64
Sobre la idea de ciudad en Grecia y Roma, vid. MEGÍAS QUIRÓS, J. J., «De la polis grie-
ga a la ciudad virtual», Ciudadanía y globalización en el siglo XXI, en este mismo volumen.
65 67
En palabras de Falk, «La idea moderna de ciudadanía estuvo clara y estrechamente vin- Vid. NUSSBAUM, M. C. «Patriotismo y cosmopolitismo», publicado inicialmente en Boston
culada a la aparición de individuos dotados de autoridad o derechos en relación con el gobierno Review, octubre-noviembre, 1994. Dio lugar a un debate que a su vez se recogió en el volumen,
de Estados territoriales soberanos. Así pues, es posible seguir los pasos de la historia de la ciuda- AA.VV., Los límites del patriotismo. Identidad, pertenencia y «ciudadanía mundial» (trad. C.
danía desde el derecho a liberarse de los abusos de la autoridad gubernamental, en especial de la CASTELLS), Barcelona, Editorial Paidós, 1999.
68
coerción arbitraria, a la libertad para (una libertad de carácter más afirmativo para participar di- Vid. ZOLO D. en el ya citado Cosmópolis. No obstante, los motivos del rechazo pueden
recta o indirectamente en el proceso de gobierno) y, finalmente, a una serie de derechos asocia- ser de diverso orden, basados en la ausencia de respeto a la identidad unos, y en el riesgo de tira-
dos a la democracia social o al Estado del bienestar». FALK, R. La globalización depredadora: una nía mundial otros.
69
crítica (trad. H. BEBÍA y A. RESINES), Madrid, Siglo XXI de España Editores, 2002. Vid. GIDDENS, A., op. cit, pág. 16.
66 70
«Si no hubiera Estado del bienestar podría haber inmigración totalmente libre», ABC, 30 Walzer habla también de esferas, pero las conclusiones a las que llega son las opuestas,
de julio de 2006. La entrevista fue publicada inicialmente en The Wall Street Journal. «Yo interpretaría la línea de Plutarco que Nussbaum cita como una apertura de este tipo: 'Debe-
134 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA CIUDADANÍA EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN 135
to que el cosmopolitismo regiría el de lo público. Sin duda parece fácil e inge- se mueven en dos direcciones: los grupos existen realmente (como los estoicos
nioso, pero oculta la eterna (y estéril, me temo) discusión acerca de la separa- y Nussbaum asumen sin problemas) y mientras unos .admiten en el grupo, otros
ción entre lo público y lo privado. A estas alturas, decir que en lo público se en- son admitidos. Y sólo los ciudadanos de algunos Estados pueden permitirse el
cuentran derecho y organización política, en tanto que quedarían para lo priva- lujo de ser cosmopolitas, mientras que otros no son aceptados en cualquier sitio
do la religión y la moral, no nos ayuda a solucionar los problemas a los que de con tanta facilidad. Pero, además, para ser cosmopolita hace falta haber tenido
hecho se enfrentan nuestras sociedades cada vez más interrelacionadas y com- una experiencia de cosmopolitismo. El dicho de que el nacionalismo se cura via-
plejas. jando ha demostrado no ser cierto pero a contrario tiene algo de verdad.
Las afirmaciones de Nussbaum han sido muy cuestionadas y han dado lu- Como tantas veces, lo peor del ensayo de Nussbaum no es su tesis, que es
gar a un amplio debate. Así, por ejemplo, pocos aceptan su tajante afirmación ampliamente aceptable 74, sino la argumentación en la que se apoya. No es cier-
de que la nacionalidad es una característica moralmente irrelevante, o de que de to que el hecho de nacer en un lugar no sea más que un accidente. Es verdad,
la gran comunidad humana es de donde emanan básicamente las obligaciones por supuesto, en un sentido literal y muy reductivo: si hubiera nacido en otro
morales71. G. Himelfarb considera mucho más útil la referencia a Aristóteles que lugar mi suerte hubiera sido diferente, sin duda. Pero las consecuencias no son
a los estoicos72. «Ciertamente, la polis aristotélica no es el Estado moderno. Pero accidentales, y las obligaciones que genera, tanto para mí como para otros, tam-
es una forma de gobierno. Y no un gobierno mundial, sino específico, históri- poco lo son. Lo que ella propone como un hecho (el lugar en el que se nace es
co; un gobierno de leyes e instituciones mediante las cuales (y sólo mediante las un accidente) es más bien un desiderátum, que no se corresponde con la reali-
cuales, creía Aristóteles) el hombre puede intentar instaurar, de manera conscien- dad (ni de hecho ni factible).
te y racional, un régimen justo y la búsqueda de una vida buena». En último tér- En su opinión, el problema es que no existe un Estado mundial. Pero en rea-
mino, sólo en la polis concreta pueden llevarse a la práctica esos valores univer- lidad, se trata de un problema previo: no hay un Estado mundial porque no puede
sales de los que habla el cosmopolitismo. haberlo, además de que no sería en absoluto deseable, entre otras cosas porque
Por otra parte, también cabe objetar, que nada de esto opera en la realidad 73 difícilmente lograría las metas que la autora propone y que se reducen, en últi-
y que hay que tener en cuenta que estamos hablando de relaciones humanas que mo término, a una igualdad de oportunidades, sean cuales sean las coordenadas
geográficas en las que se haya nacido. En cuanto a la cuestión de la identidad,
podría objetarse que se mueve en los círculos concéntricos más cercanos al in-
dividuo, que afectan al mundo de los sentimientos y no propiamente al de las
obligaciones. Pero quizá se trate de una visión simplista porque los sentimien-
riamos considerar a todos los seres humanos como si fueran nuestros vecinos y conciudadanos'. tos no están tan alejados de la solución de los problemas del mundo como pu-
Es decir, empezamos por comprender qué significa tener vecinos y conciudadanos: si no enten-
demos esto, estamos moralmente perdidos». WALZER, M. «Esferas de afecto», en Los límites del
diera parecer.
patriotismo. Identidad, pertenencia y «ciudadanía mundial» (trad. C. CASTELLS), Barcelona, Edi- Paradójicamente, dice Nussbaum, ser ciudadano del mundo es una labor
torial Paidós, 1999, pág. 154. De este autor vid. WALZER, M., Las esferas de la justicia: una de- solitaria porque implica una forma de exilio y puede exigir ir en contra de sen-
fensa del ~luralisniG y' la igualdad 'trad. H. RUBIO'*, México, Fondo de Cultura Económica, 1997
71
Entre esos pocos estaría sin duda Singer, quien, con el tono polémico al que nos tiene
timientos hondamente arraigados. Y en relación con esto, es preciso hacer rere-
acostumbrados, pone en cuestión el principio ético según el cual hay que ayudar en primer lugar
a los que están más cerca de nosotros, apoyándose en la dificultad de determinar quiénes son exac-
tamente esos «prójimos». Vid. SINGER, R Un solo mundo: la ética de la globalización (trad. F.
HERREROS), Barcelona, Editorial Paidós, 2003.
72 74
HIMERLFARB, G. «Las ilusiones del cosmopolitismo», en AA.VV., Los límites del patrio- En el caso de que se asuma como su tesis la que presenta en la «Réplica» a los partici-
tismo. Identidad, pertenencia y «ciudadanía mundial» (trad. C. CASTELLS), Barcelona, Editorial pantes en el debate: «Mi ensayo en defensa del cosmopolitismo sostiene, esencialmente, que de-
Paidós, 1999, págs. 91-96. beríamos (...) intentar, con todas nuestras fuerzas, construir unas sociedades en las que el mayor
73
Como dice Walzer en el trabajo antes citado: «Me convence menos la visión del mundo número posible de personas adopten esta norma en sus mentes y en sus corazones, y la fomenten
imperante y subyacente en dichos argumentos, quizá porque no soy un ciudadano del mundo, como mediante disposiciones legales e institucionales. Sean cuales fueren nuestros vínculos y aspiracio-
a ella le gustaría que fuese. Ni siquiera tengo conciencia de que haya un mundo del que uno pue- nes, deberíamos ser conscientes, independientemente del coste personal o social que ello impli-
da ser ciudadano. Nadie me ha ofrecido nunca esa ciudadanía, ni me han descrito el proceso de case, de que todo ser humano es humano y que su valor moral es igual al de cualquier otro»,
naturalización». WALZER, M., op. cit, pág. 153. NUSSBAUM, M. C , op. cit, pág. 161.
136 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN LA CIUDADANÍA EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIZACIÓN 137
renda a la cuestión de la identidad. En la modernidad, la noción de ciudadano, que la solución exija renunciar a los logros de la modernidad,79 sino más bien
como se ha visto, va asociada a la limitación del poder público y, en consecuen- colmar sus déficits.
cia, a la protección de los derechos de los individuos. Se trata de una concep- Según Llano, el Estado occidental moderno tiene el mercado como espina
ción de corte ilustrado y, en ese sentido, occidental, con capacidad de ser expor- dorsal, la cual lo es también del concepto moderno de ciudadanía. «La ciudada-
tada (si bien con matices) a otras culturas. No obstante, muchos autores seña- nía se convierte así en una noción abstracta e indiferenciada, que no confiere iden-
lan la vinculación de esa noción con un concepto de contenido más difuso, como tidad alguna al individuo» 80 . Todo esto pone de manifiesto que no es la
es el de identidad. Y aquí empiezan los problemas puesto que la existencia de globalización la que contribuye a una pérdida de identidad, sino el concepto mis-
fronteras puede no afectar a esa identidad y sí hacerlo en cambio, otras realida- mo de Estado, con el problema añadido de que su disolución hace inviable la con-
des como el lenguaje 75, las costumbres o la concepción de la familia y la mu- cepción moderna de ciudadanía. Se pierde la ciudadanía (en el modo en que la
jer... El proceso de descolonización, especialmente el del tercer cuarto del si- conocíamos) pero no la identidad, porque eso, en realidad, se había perdido ya.
glo XX, tendría también un papel importante de atender a las consecuencias que Hay un sentido de la ciudadanía al que prácticamente no se ha hecho refe-
ha generado en términos de proliferación de apatridas y de fenómenos de rencia todavía en estas páginas, me refiero a la dimensión participativa, que ob-
multiculturalidad en los países occidentales. viamente no puede reducirse al momento electoral. La ciudadanía tiene que ver
Sin duda, como muchos ponen de manifiesto, se percibe un miedo exagera- con la preparación de los individuos para mantener una actitud crítica frente al
do a la desaparición de formas culturales. Parece olvidarse, no sólo que las for- juego que ejercen los políticos 81 y, sin embargo, la realidad enseña que el cre-
mas culturales se suceden unas a otras ineludiblemente 76, y es labor inútil in- cimiento económico y el bienestar propios de nuestras democracias occidenta-
tentar hacer sobrevivir a las que están ya en proceso de extinción, sino sobre todo, les no lleva consigo un crecimiento proporcional en cuanto a madurez en ese
que la globalización misma es también un fenómeno cultural. Quizá sea éste el sentido. Cuando Ch. Taylor habla de los tres males que el ciudadano percibe en
ámbito más acertado de discusión, ya que la ciudadanía no se puede entender su vida como consecuencia de la modernidad, hace referencia en primer lugar
exclusivamente como reclamación de derechos sino como vía de transmisión de al individualismo y a continuación a la primacía de la razón instrumental. Pero,
cultura. Pero, paradójicamente, nuestras democracias occidentales carecen cada por último, habla del incremento de la presión pública en detrimento de la liber-
vez más de elementos culturales que transmitir 77 ... El origen de esa carencia, tad individual82. Alguien podría creer que Taylor todavía no se había dado cuenta
que afecta a los países del capitalismo tardío, guarda relación, según Llano, con de la nueva dirección del viento cuando escribía en 1991 acerca de nuestras so-
un producto neto de nuestra cultura, como es el individualismo abstracto, vin- ciedades fuertemente burocratizadas. Pero la realidad es que su razonamiento es
culado a su vez al mecanicismo y el representacionismo, así como con la ética válido en la globalización. Que el Estado pierda protagonismo no significa que
de inspiración estoica 78 . Ahora bien, que el origen del problema tenga que ver aumente el de los individuos, sino el de otro tipo de instancias, que se traduce
con elementos que están en el núcleo ilustrado de nuestra sociedad no implica en una pérdida de participación política. Los europeos lo estamos comproban-
79
Su crítica no persigue una vuelta a momentos históricamente superados. Por el contra-
75
Quizá géneros literarios como la poesía o incluso la novela aporten más claridad sobre rio «el nervio de mis objeciones apunta a la excluyente primacía de lo político y lo económico que
esta cuestión que sesudos ensayos. Así por ejemplo, acerca de la identidad palestina sigue siendo domina la concepción moderna de ciudadanía; exclusividad que es justo la causa de una concep-
un punto de referencia, SAID, E. Orientalismo (trad. M. L. FUENTES), Madrid, Editorial Debate, ción simplista de las relaciones entre lo público y lo privado» (...) Lo que la ciudadanía
2002, pero entre las últimas obras aparecidas en castellano pueden resultar muy útiles algunas ob- posmoderna (en su mejor sentido) ha captado con notable agudeza es que el parámetro clave para
servaciones de YEHOSHÚA, A. B. La novia liberada (trad. S. DE PEDRO), Barcelona, Editorial Ana- la comprensión actual de la ciudadanía es la cultura». Ibíd., págs. 116 y 117.
80
grama, 2005. En este último libro, el autor se sirve de la excusa de que su protagonista es un pro- Ibíd., pág. 115.
fesor universitario para asentar tesis intelectualmente sólidas. 81
Vid. SLOTERDUK, P. En el mismo barco: ensayo sobre la hiperpolítica (trad. M. FONTÁN
76
APPIAH, K. A. «Patriotas cosmopolitas», Los límites del patriotismo. Identidad, pertenen- DEL JUNCO), Madrid, Editorial Siruela, 1994,
cia y «ciudadanía mundial» (trad. C. CASTELLS), Barcelona, Editorial Paidós, 1999, pág. 35. 82
Vid. TAYLOR, Ch., op. cit, págs. 8 y ss., y CARPINTERO BENÍTEZ, F., «La dimensión pú-
77
LLANO, A. Humanismo cívico, Barcelona, Editorial Ariel, 1999, pág. 109. blica de las personas», Ciudadanía y globalización en el siglo XXI, Pamplona, Editorial
78
Vid. Ibíd., pág. 110. Comares, 2006.
138 CIUDADANÍA Y PERSONA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN
Está de moda hablar de Europa. Europa, en los últimos años, parece cobrar
enteros, es decir, es un valor que cotiza al alza. Además Europa, como concep-
to, aun cuando puede ser para muchos un enigma, aparece continuamente en boca
de los políticos, los intelectuales, los periodistas y de toda clase de estamentos
de eruditos o pseudo-eruditos. Que Europa está de moda tiene fácil constatación.
Para ello basta con viajar por los diversos Estados europeos donde veremos, a
la entrada de todos los municipios, la bandera de la Unión Europea, la misma
que Arséne Heitz bosquejase inspirándose en la Inmaculada Concepción de Rué
du Bac, la que todavía, igualmente esplendorosa, podemos contemplar en una de
las vidrieras que dan su maravillosa riqueza a la Catedral de Estrasburgo.
Europa es, en efecto, una realidad que todos estamos viviendo. No obstante
lo cual, no parece estar demasiado claro lo que —a veces muy diversamente—
pensamos cada uno de nosotros acerca de ella. Diversas efectivamente son las
múltiples opiniones que a ella se refieren y, precisamente, por tan heterogéneo
uso del término, podemos resultar confundidos —respecto a ella—. o lo que es
igual, podemos dudar acerca del significado de tal concepto.
Por esta y otras razones parece aconsejable detenerse a cuestionar algunos
aspectos: ¿qué es Europa? ¿qué significado cobra este nombre y qué realidad, o
realidades pretende re-presentar? l Cierto parece que, respecto a este tema, no
83 1
Quizá sea una de las razones del euroescepticismo que, según es preciso reconocer, es Como dijera Ortega: «el nombre es la forma de la relación distante, radicalmente distan-
característico sobre todo de los Estados de más antigua tradición democrática. te, entre nuestra mente y las cosas». Vid. ORTEGA Y GASSET, J. «La mismidad de la Filosofía», Obras
84
Vid. GIDDENS, A., op. cit, pág. 90. completas, t. IX, Madrid, Alianza Editorial-Revista de Occidente, 1983, pág. 382.