Accesibles A Miembros de La Comunidad
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Las reglas diseñadas para la preservación del espacio público, desde que sean
razonables, no pueden ser consideradas como un impedimento para la libertad
de las personas sino la base misma de esa libertad, extendida y articulada para
todos. En consecuencia los ciudadanos deben sujetarse a los mandamientos
constitucionales y legales que regulan el debido aprovechamiento del espacio
público, como parte de su responsabilidad con la comunidad y de sus deberes
constitucionales.
DISCAPACITADOS-Integración laboral
Temas:
Espacio público
Confianza legítima
Comercio informal
Protección a los minusválidos
Magistrado Ponente:
Dr. ALEJANDRO MARTINEZ
CABALLERO
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
ANTECEDENTES
La misma peticionaria reconoce que nunca le han querido dar el permiso para
ocupar ese espacio público, agrega que la mayoría de los vendedores ambulantes
tienen permiso pero que “hay dos solamente que no tienen permiso que soy yo y
otro”. Ninguna prueba adjuntó para demostrar la confianza legítima en la
ocupación del mencionado espacio público.
Un testigo Fabio Taboada Moreno dice que jamás la alcaldía les ha dado
permiso; por el contrario otro testigo, Roberto Carreño Ramos, dice que se les
ha dado un permiso provisional sin señalar nombres, ni presentar documentación
alguna.
No hay ninguna prueba que indique estar cobijado bajo la figura de la confianza
legítima. Solamente existe la manifestación del peticionario en el sentido de que
esta forma de trabajo sirve de sustento para su familia.
Estos cuatro casos son los que las Salas de Selección han ordenado que se fallen
de manera acumulada.
A. Competencia.
B. Fundamentos Jurídicos.
Ahora bien, en el uso o administración del espacio público, las autoridades o los
particulares deben propender, no sólo por la protección de la integridad del
mismo y su destinación al uso común, sino también, -atendiendo el derecho a la
igualdad de todos los ciudadanos- , por facilitar el adecuamiento, diseño y
construcción de mecanismos de acceso y tránsito, que no solo garanticen la
movilidad general, sino también el acceso a estos espacios, de las personas con
movilidad reducida, temporal o permanente, o cuya capacidad de orientación se
encuentra disminuida por edad, analfabetismo, incapacidad o enfermedad.6
“…una vía pública no puede obstruirse privando a las personas del simple
tránsito por ella, pues semejante conducta atenta contra la libertad de
locomoción de la mayoría de los habitantes y lesiona el principio de
prevalencia del interés general, además de que constituye una apropiación
contra derecho del espacio público, esto es, un verdadero abuso por parte de
quien pone en práctica el mecanismo de cierre. No pueden tampoco
ocuparse los andenes -que son parte de la vía pública- ni las áreas de
circulación peatonal, espacios que se hallan reservados para el tránsito de
toda persona sin interferencias ni obstáculos como, por ejemplo,
estacionamiento de vehículos y el levantamiento de casetas de vendedores
ambulantes. Tampoco puede invadirse el espacio público con materiales de
construcción o exhibiciones de muebles o mercaderías, ni con la
improvisación de espectáculos u otra forma de ocupación de las calles, claro
está sin detrimento de las libertades de trabajo, empresa y reunión, las cuales
deben ejercerse de tal forma que no lesionen otros derechos y de conformidad
con las restricciones que impone el ordenamiento urbano a cargo de las
autoridades municipales.”11
Hay que tener claro, que el orden en los espacios abiertos, como calles y
parques, debe ser un valor social por excelencia que genera confianza, respeto
y tranquilidad en la comunidad, porque contribuye a mejorar las condiciones de
vida urbana y a neutralizar, así sea en mínima parte, las agresiones propias de
una gran ciudad (visuales, auditivas, de tránsito, de seguridad, etc.). Es por ello
que algunos doctrinantes sostienen que, el “atributo básico de una ciudad
9
Corte Constitucional. Sentencia T-550 y T-518 de 1992. M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
10
Corte Constitucional. T-778 de 1998. M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
11
Corte Constitucional. Sentencia T-518 de 1992. José Gregorio Hernández Galindo
exitosa es que una persona pueda transitar libremente por las vías públicas y
además pueda sentirse personalmente segura en las calles, entre todos los
ciudadanos que transitan en ella”. 12
En ese orden de ideas, las reglas diseñadas para la preservación del espacio
público, desde que sean razonables, no pueden ser consideradas como un
impedimento para la libertad de las personas13 sino la base misma de esa
libertad, extendida y articulada para todos. En consecuencia los ciudadanos
deben sujetarse a los mandamientos constitucionales y legales que regulan el
debido aprovechamiento del espacio público, como parte de su responsabilidad
con la comunidad y de sus deberes constitucionales.
Sin embargo, las actuaciones de la policía que bajo esas atribuciones se realicen,
deben orientarse esencialmente a hacer realidad los mandatos constitucionales
de protección de las personas residentes en Colombia en su vida, honra, bienes,
creencias y demás derechos y libertades, en la búsqueda de la convivencia
pacífica, la vigencia de un orden justo (artículo 2º) y en la prevalencia del interés
general (artículo 1º).
12
Jane Jacobs. The Death and Life of Great American Cities. 1961. Citado, Robert C. Ellickson. Controlling
Chronic Misconduct in City Spaces : Of Panhandlers, Skid Rows, and Públic-Space Zoning. The Yale Law
Journal. Volume 105, Mazo de 1996.
13
Robert C. Ellickson. Controlling Chronic Misconduct in City Spaces : Of Panhandlers, Skid Rows, and
Públic-Space Zoning. The Yale Law Journal. Volume 105, Mazo de 1996.
14
Corte Constitucional. Sentencia T-203 de 1993. José Gregorio Hernández Galindo.
violación de los derechos fundamentales de los asociados involucrados en
tal situación.”15
d) De ahí que las personas que usan el espacio público para fines de trabajo
pueden obtener la protección, a través de la acción de tutela, siempre y
cuando se encuentren amparados por el principio de la confianza legítima
con las condiciones que la jurisprudencia ha indicado. Es así como los
comerciantes informales pueden invocar el aludidio principio de confianza
legítima, si demuestran que las actuaciones u omisiones de la administración
anteriores a la orden de desocupar, les permitía concluir que su conducta era
jurídicamente aceptada, por lo que esas personas tenían certeza de que “la
administración no va a exigirle más de lo que estrictamente sea necesario
para la realización de los fines públicos que en cada caso concreto persiga ”
(Sentencia T-617 de 1995 M.P. Alejandro Martínez Caballero).
19
Sentencia C-478 de 1998 M:P. Alejandro Martínez Caballero. Sobre este tema también pueden
consultarse las sentencias T-398 de 1997, T-576 de 1998 y SU-260 de 1998.
20
Sentencia T-617 de 1995 M.P. Alejandro Martínez Caballero
21
Ibídem.
Un mecanismo que ha utilizado la jurisdicción constitucional colombiana
para ponderar los intereses en conflicto, es ordenar a la administración que
diseñe y ejecute un “adecuado y razonable plan de reubicación” (Sentencias
T-225 de 1992, T-115 de 1995 M.P. José Gregorio Hernández Galindo).
Igualmente, que la administración tome “medidas adecuadas, necesarias y
suficientes para reubicar a los vendedores ambulantes” (Sentencia T-372 de
1993 M.P. Jorge Arango Mejía.)
Aparece aquí una nueva cuestión social que según Emilio Bogado Valenzuela24
“se expresa principalmente en los campos de la educación, la salud, el medio
ambiente, la vivienda, la alimentación, la igualdad de oportunidades, el empleo,
la capacitación, la seguridad social, la marginación y exclusión, las relaciones
de trabajo”. Se aprecia la presencia armónica del derecho al trabajo y el derecho
al empleo, por ello Américo Pla Rodríguez25 hace caer en la cuenta que “se ha
sostenido por distinguidos laboralistas que la desocupación se ha convertido en
una compañera inseparable del derecho del trabajo, y que hay que
acostumbrarse a la cohabitación con ella”. Esta armonización del trabajo y del
empleo con mayor razón debe darse tratándose de discapacitados.
CASOS CONCRETOS
22
Art. 7º del Convenio 159: “Las autoridades competentes deberán adoptar medidas para proporcionar y
evaluar los servicios de orientación y formación profesionales, colocación, empleo y otros afines, a fin de que
las personas inválidas puedan lograr y conservar un empleo y progresar en el mismo...”
23
La OIT sostiene que “es importante ofrecer un mínimo de seguridad económica a los pobres ya que no
tienen otro modo de valerse por si solos”. El empleo en el mundo, Ginebra, 22 de febrero de 1995
24
Evolución del pensamiento juslaboralista, en homenaje al profesor Héctor Hugo Barbagelata, p. 331
25
ib., p. 387
De los planteamientos anteriormente relacionados surge que las autoridades
policivas están facultadas para recuperar el espacio público, es su obligación
hacerlo, respetando claro está el debido proceso y la confianza legítima.
Respecto a las ordenes que se darán en los casos de tutela que prosperan se
tendrá en cuenta lo determinado en la sentencia SU-360/99, en los puntos que
tienen que ver con la participación de los gobiernos municipales en la solución
al desempleo, en la forma de presentar opciones a los favorecidos con la tutela y
en las recomendaciones finales.
“Sin duda, para que las ciudades puedan crear y proteger eficazamente el
empleo mediante acción desplegada en tres niveles27, han de desarrollar
la capacidad técnica necesaria para comprender las complejidades de la
economía internacional y desarrollar y aplicar las políticas locales de
empleo. Considerando la situación actual, las ciudades se preocupan a
menudo por reducir los daños, limitándose a tratar de hacer frente en
forma pasiva a todas las consecuencias negativas del desempleo urbano
que son la pobreza, la violencia, los estupefacientes, la falta de vivienda,
los niños de la calle y las arcas municipales vacías. El tema central de las
siguientes secciones, enfocado desde un punto de vista práctico, será el
desarrollo de la capacidad institucional de los protagonistas a nivel local.
En particular, se insistirá en las esferas prioritarias, donde las autoridades
locales, asociadas con otro protagonista clave, pueden ejercer una
influencia determinante.”
Talvez una de las soluciones locales que ha planteado una mayor inquietud
es la de si debe legalizarse el sector informal o por el contrario dejarse
dentro del principio liberal del Laissez faire. Teniendo como fuente el
estudio The informal sector: legalization or laissez-faire, 28 la OIT dibuja
esta realidad:
a. Que habrá trabajo para todas las personas disponibles y que busquen
trabajo;
b. Que dicho trabajo será tan productivo como sea posible;
c. Que habrá libertad para escoger empleo y que cada trabajador tendrá
las posibilidades de adquirir la formación necesaria para ocupar el
empleo que le convenga y de utilizar en este empleo esta formación y
las facultades que posea, sin que se tenga en cuenta su raza, color, sexo,
religión, opinión política, procedencia nacional u origen social.
Con el propósito de que las órdenes que se den en este fallo no sean
obstaculizadas ni por la administración ni por los solicitantes de tutela, la Corte
Constitucional considera que además de la competencia que el funcionario de
primera instancia tiene para hacer cumplir esta clase de decisiones, es también
necesario que la Personería del Distrito ejerza la vigilancia sobre el
cumplimiento de la presente tutela.
Como las normas sobre acciones populares aún no están vigentes, quiere decir
que no existe via alternativa a la tutela. Cuando entren en vigencia aquellas
normas, podría ser un mecanismo adecuado; hoy lo es la tutela; además las
acciones de grupo no desplazan a la tutela cuando en ésta se invocan los
derechos fundamentales de personas individualizadas.
RESUELVE.