Apuntes Sobre El Ocio
Apuntes Sobre El Ocio
Apuntes Sobre El Ocio
El ocio ha tenido, a través de la historia de las sociedades, diferentes valoraciones. Desde los
prejuicios arraigados en las diferentes valoraciones del trabajo, hasta culturas en las que el uso del
tiempo libre tuvo relativa importancia.
Lo cierto es que la mente humana puede “ser ordenada” de diferentes maneras. Es decir, puede ser
estructurada de maneras diversas según necesidades específicas. El ocio, desde este punto de
vistas, puede ser educado, y así debe ser. Desde un enfoque humanista, constituye una faceta del
desarrollo personal de vital importancia. Es un Derecho Fundamental, un derecho humano básico de
la persona humana, reconocido jurídicamente por diferentes legislaciones.
Pensemos, por ejemplo, en alguna actividad de nuestro tiempo libre que nos gustaba hacer en el
pasado y que hoy nos resultaría placentero realizar. Pensemos en alguna actividad en la que nos
gustaría ocupar nuestro tiempo libre en un futuro (Estar con amigos, nadar, trotar, danzar,
dedicarnos al scouttismo, etc.), todas ellas contribuyen al bienestar psicológico, a la realización y al
autoconocimiento.
No obstante lo anterior, es posible afirmar que el ocio no es símil de tiempo libre. El ocio, en la
medida en que somos capaces de planificarlo, posee una relevancia ontológica importante. Supone
pues, un disfrute que es planificado y disfrutado desde el momento en que comenzamos a
planificarlo, hasta que tenemos la experiencia y posteriormente la rememoramos. Supone siempre
entonces un estado de satisfacción que no necesariamente, es atribuible al tiempo libre tal como lo
concebimos en la cotidianeidad.
Hoy podemos observar que las culturas generacionales son diferentes. Los jóvenes europeos, por
ejemplo, prefieren inclusos, ganar menos dinero, pero viajar más. La adquisición de experiencias
humanas auténticas a través del viaje, logra relacionar conscientemente con el entorno, con otras
personas y con su propio ser. Un viaje es una experiencia que se disfruta antes, durante y después
de haberlo realizado y por lo tanto, es una experiencia humana integral, en donde la persona es la
protagonista, requiriendo para ello de un espacio propio en el que experimenta sus vivencias y
desarrolla todo su potencial.
Existen coordenadas del ocio, es decir, diferentes direcciones que este puede seguir según la
circunstancia vita de cada persona. En este sentido, es posible apreciar la existencia de una
“direccionalidad negativa”, cuando el ocio mismo se encuentra ausente. En otras palabras, se
evidencia una ausencia de vivencias libres y satisfactorias. Además, se puede hablar de “ocio
nocivo” cuando hay ausencia de libertad, cuando el ocio este se convierte en un fin en sí mismo.
Por otra parte, hablaremos de una “Direccionalidad positiva” cuando el ocio proporciona experiencias
que posibilitan la realización personal. De esta manera hablaremos de “Ocio Exotélico”, positivo y
muy utilizado en educación, cuyo fin no está en sí mismo, y “Ocio Autotélico”, que es libre,
satisfactorio y constituye un fin en sí mismo.
De esta manera, podemos entender que hay personas que gozan de mucho tiempo libre, pero que
no tienen, en esencia, momentos de ocio. El ocio, por lo tanto, no significa “no hacer nada” en
sentido negativo, sino todo lo contrario. Es una experiencia que suma, que abre un mundo de
posibilidades.
El ocio aporta a desarrollo personal y tiene múltiples beneficios a nivel social, psicológico, cognitivo
conductual, físico y fisiológico. Constituye, en la medida en que haya menos obligación, una
herramienta que posibilita el disfrute de las personas y su desarrollo.
Como proceso, posee un importante componente emocional y se manifiesta con diferente gradación
e intensidad según sea la persona y en diferentes dimensiones.
Se trata de un proceso en el que las personas deben aprender a gestionar instancias de ocio
auténtico, entendiendo éstas como momentos de crecimiento, disfrute y aprendizaje, eliminando los
prejuicios sobre las connotaciones negativas que el concepto ha tenido y tiene a lo largo de la
historia en diferentes culturas.
Entender el ocio desde una perspectiva constructiva, permite vencer, en diversos momentos de la
vida, la sensación de incertidumbre. Lo seres humanos necesitamos experimentar “la novedad”. Por
ejemplo, aquellas personas que llegadas a cierta edad comienzan a practicar deportes extremos, o
Artes Marciales. Sin embargo, el contar con un círculo de personas que nos alientes, nos acojan o
nos contengan resulta fundamental para poder anclar estas experiencias y significado.
Es significativo, como dato histórico, que en España, la educación del ocio se haya desarrollado en
tiempos de dictadura. En este periodo, los “grupos de parroquia” se constituyeron en verdaderos
centros de educación del ocio, desarrollando actividades planificadas para niños y niñas en los que
pudieron gestionar el tiempo libre. Dichos grupos, espacios seguros constituidos en este caso, al
alero de la Iglesia Católica, permitían la participación en actividades tales como: coros, grupos de
catequesis, conjuntos instrumentales, artísticos, etc., sin costo monetario para las familias que
muchas veces pertenecías a los sectores más vulnerables de la sociedad, lo que resultó del todo
significativo debido a que hubo una verdadera transformación del tiempo libre, permitiendo que niños
y niñas pudieran relacionarse constructivamente con el ambiente, sus pares y crecer por medio de
una tiempo libre “más educativo”.
Hoy en día resulta imperativo, especialmente en los países más empobrecidos luego de la crisis post
COVID.19, cultivar el ocio, pues muchos menores no tienen nada que hacer en vacaciones, lo que
genera prácticamente un efecto similar al encierro.
Idealmente, es necesario contar con un equipo de “profesionales del ocio”, quienes desde sus
diferentes líneas de formación, puedan intervenir a corto y largo plazo las instituciones con el
propósito de garantizar la formación y la calidad de los espacios gestionados. Sociólogos,
Psicólogos, artistas, etc., conforman este grupo de profesionales que deben planificar o gestionar
actividades de valor, pues muchas veces en nuestra realidad educativa se presentan actividades y
espacios que no son necesariamente constructivos.
Un buen ejemplo de lo anteriormente señalado lo constituye el uso actual que la mayoría de las
escuelas y colegios le dan al patio. En esta línea de acción, es necesario señalar que no solamante
los deportes deben cubrir esta necesidad de actividades constructivas. No todos los estudiantes
juegan al fútbol, por ejemplo y hay una gran mayoría que se encierra, por ejemplo, en su celular
utilizando espacios relegados dentro de las dependencias.
Como conclusión general, es posible afirmar que durante un periodo indeterminado de nuestra
historia, el ocio ha sido marginado de la idea del bienestar social y humano. Es imperativo generar
una mayor conciencia sobre lo importante que es el ocio como herramienta fundamental para el
desarrollo humano, espacialmente en el ámbito escolar. Su capacidad de generar experiencias
humanas de calidad cuando es bien gestionado, le otorgan características que desde la antropología
filosófica podrían ser calificadas como ontológicas, al igual que muchas de las posibles experiencias
de valor que pueden ser promovidas, entre ellas, el viaje, cuyo valor ontológico es ampliamente
reconocido desde el psicoanálisis hasta las nuevas tendencias en psicología.