Antropología Económica. Comentarios Sobre Su Surgimiento Como Disciplina Y Su Expresión en Argentina
Antropología Económica. Comentarios Sobre Su Surgimiento Como Disciplina Y Su Expresión en Argentina
Antropología Económica. Comentarios Sobre Su Surgimiento Como Disciplina Y Su Expresión en Argentina
ISSN sobre
Alejandro Balazote y Héctor H. Trinchero – Antropología económica. Comentarios 0325-2221
su ...
Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXXII, 2007. Buenos Aires.
Alejandro Balazote*
Héctor Hugo Trinchero**
Resumen
ABSTRACT
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Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXXII
A modo de referencia inicial podemos decir que la antropología económica se configura como
una disciplina específica de la antropología social hacia los primeros años de la segunda posguerra
mundial. Así, un conjunto de textos debates e investigaciones producidas en las décadas de 1950 y
1960 hacen su irrupción poniendo sobre el tapete el campo de sus posibilidades y limitaciones.
Cuando afirmamos esto no pretendemos desconocer que en los antropólogos clásicos ya
existía una preocupación por el estudio de las “prácticas” y “costumbres” relativas al intercambio,
el trabajo, el dinero, la distribución, el consumo, etc. en las sociedades “ágrafas”. No obstante,
tales preocupaciones quedaban reducidas a algunos intentos de clasificación de datos etnográficos
dispersos bajo algunas variables o categorías que se suponían económicas. El objetivo explícito, o
bien implícito, en algunos casos era hipostasiar “estadios” de la evolución de la sociedad en base
a dichas categorías1 y, en otros -sobre todo en el período en que el trabajo etnográfico comienza
a sistematizarse como práctica-, organizar, también bajo dichas categorías, los materiales etno-
gráficos recolectados para dar cuenta, en forma específica o bien comparativa, de las prácticas
económicas de los denominados “pueblos primitivos”.
En esta parte introductoria pretendemos indicar, al menos, dos cuestiones: por un lado, que
el término antropología económica fue empleado por primera vez en 1952 por Melville Hersko-
vits, antropólogo norteamericano. Su objetivo era re-titular, luego de haberla revisado, una de sus
obras más conocidas -La vida económica de los pueblos primitivos-, cuya primera edición data
de 1940. Este cambio de denominación plantea cierto interés si se considera el período en que se
produce dicho cambio y, además, los ajustes realizados al texto inicial2.
Por el otro, que en general se sostiene que el surgimiento de la antropología económica
tiene como referencia insoslayable el conocido debate entre autores denominados formalistas y
sustantivistas. Este ocurrió en el seno de dos importantes revistas antropológicas norteamericanas
como American Anthropologists y Current Anthropology cuyo principal eje de debate era la apli-
cabilidad, o no, de la teoría económica moderna a las sociedades estudiadas por los antropólogos
(Trinchero y Balazote 2007).
En ambos casos parecía que se había recogido el guante de los dichos de Malinowski quien
ya en la década de 1920 formuló, con cierto tino, una fuerte duda sobre las posibilidades de una
antropología económica al señalar que:
Sin embargo aquello podría ponerse en duda cuando el “ajuste” del material etnográfico a
las categorías económicas sostenido por Herskovitz, con el objeto de un análisis comparativo,
implicaba desde el comienzo un cambio relevante respecto a las incursiones funcionalistas, pues
se retomaban tanto las prácticas comparativas como la intención -acorde a dichas prácticas- de
pronunciarse en torno a una teoría general en estrecho vínculo, según veremos, con determinada
teoría económica.
La antropología económica nace así presuponiéndose como una interdisciplina, un intercambio
de conceptos, información y conocimientos entre las ciencias económicas y las antropológicas.
Se trata de un intercambio con características particulares ya que desde el inicio parece propo-
nerse una direccionalidad específica en dicho intercambio: el ajuste de los datos etnográficos a
determinadas categorías económicas.
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ya en los recientes tiempos constitutivos de su campo (mediados del presente siglo, época de
posguerra) la irrupción de lo real-primitivo, es decir la existencia cada vez más acentuada de
poblaciones enteras en situaciones de pobreza extrema, las muertes por hambrunas, arcaicas
pestes, etc., volvía a mostrarse paralela al incremento de la productividad en la producción de
alimentos, a los desarrollos tecnológicos en las áreas de la salud, la vivienda, la educación,
etc. (Trinchero 1992a:11).
un indio de la Amazonia víctima del genocidio y de la paz blanca no esta más cerca de la
verdadera esencia del hombre que un obrero de la Renault o que un campesino vietnamita
en pie de guerra contra el imperialismo (1976:294).
Este tipo de posicionamiento produjo una ampliación sustantiva del sujeto en la práctica
antropológica, algo compartido hoy por la comunidad científica de la disciplina. Es que la esen-
cialización del sujeto -propensión tan cara a la práctica disciplinaria- ha permitido reinscribir
adecuadamente la construcción metodológica de la aproximación antropológica: dejamos ya de
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AGRADECIMIENTOS
NOTAS
1 Ejemplo de ello es el texto de Karl Bucher [1890] en el cual se planteaba que, al menos en los pueblos
de occidente, existieron tres estadios en la evolución económica. Un estadio de la economía doméstica,
donde la producción personal se realiza en forma aislada, la economía no conoce el intercambio y los
bienes son consumidos allí donde se producen; otro estadio de la economía urbana, donde la producción
es para unos clientes mediante intercambio directo y los bienes pasan inmediatamente del productor al
consumidor; y, finalmente, el estadio de la economía nacional, donde encontramos que la producción de
mercancías y los bienes pasan generalmente por una serie de economías antes de entrar en el consumo
(En: Godelier 1976: 85).
2 Sostenía Herskovitz en el libro mencionado: “En lo fundamental, he intentado ajustarme a las categorías
convencionales de la economía, indicando los puntos en que las economías de que hemos de tratar difieren
tan marcadamente de las nuestras que no es posible seguir estas convenciones. Nos hemos atenido en
general a los términos técnicos especializados tanto de la antropología como de la economía, de tal modo
que nuestra obra pueda ser accesible a todos los que se interesen por la dinámica de la cultura y por la
variedad de formas en que pueden captarse las instituciones comparables propias de diferentes tipos de
vida” (1952: 9).
3 Amartya Sen ha dedicado gran parte de su obra a señalar los inconvenientes que ha traído apararejado lo
que él considera como un alejamiento de la teoría económica moderna respecto a las reflexiones sobre la
ética y sus formulaciones (cfr. Sen 1991). Sin embargo, pensamos que en la economía clásica la preocu-
pación por los contenidos morales y éticos estaba integrada al análisis en forma explícita, mientras que
en la teoría económica moderna noeclásica y subjetivista tales contenidos se consideran un dato previo,
un presupuesto que recorre toda la producción discursiva sin requerimiento reflexivo alguno.
4 En un artículo se ha señalado que: “La noción de desarrollo, hacia la cual concentraron grandes esfuer-
zos la mayoría de las Ciencias Sociales, se inscribe en aquella utopía inicial que predecía una sociedad
autorregulada a partir de las fuerzas del ‘mercado’. Sintéticamente, el relato económico proponía: en la
medida que los mercados se liberen de ataduras políticas e ideológicas, permitirán el despliegue de las
potencialidades de los sujetos económicos. Los intereses contradictorios de los sujetos, lejos de conducir
al conflicto o la guerra encontrarían paulatinamente en el espacio del mercado el equilibrio entre deman-
das y ofertas. La paz de los mercados era el destino del proceso civilizatorio así narrado por la ciencia
económica hegemónica” (Trinchero 2002:66).
5 Para una referencia sintética sobre las mismas puede consultarse el ya clásico texto Antropología y Eco-
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6 No por casualidad Marx inicia sus estudios de crítica de la Economía Política y a partir de allí un camino
de demostración de las contradicciones del sistema capitalista moderno refiriéndose al “fetichismo de la
mercancía”; es decir a la eficacia simbólica que implica el dominio del valor de cambio respecto al valor
de uso en el ocultamiento de las relaciones de explotación (Marx 1971).
7 Esta no es la primera asignatura destinada al estudio de la antropología económica. En el breve interregno
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