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Tema 1 y 2 Neuropsicología Del Desarrollo - RTF (Pendientes Revisar)

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Tema 1: Neuropsicología infantil.

Definición, objetivos y
aplicaciones

❖ INTRODUCCIÓN

La neuropsicología infantil estudia las relaciones entre el cerebro y la conducta y las


repercusiones cognitivas, emocionales y comportamentales que origina el daño cerebral
temprano, dentro del contexto dinámico de un sistema nervioso en desarrollo.

La emergencia de cualquier función cerebral depende de la maduración de circuitos


neuroanatómicos especializados que inician su desarrollo en etapas prenatales y pasan por
diferentes períodos críticos hasta completarse. Durante estos períodos críticos, las estructuras
cerebrales son especialmente sensibles/vulnerables a cualquier agente endógeno o exógeno que
interfiera su evolución, que puede llegar a modificar el patrón normal de desarrollo y provocar un
retraso en la aparición de una función, un deterioro en su expresión o incluso su total
desaparición.

La neuropsicología infantil se dedica especialmente al estudio de la población de niños con


alteraciones del desarrollo con un doble objetivo: la investigación y la clínica.

➔ Desde la investigación, la neuropsicología infantil estudia las repercusiones funcionales


que tiene un cerebro con anomalías en su desarrollo. Estos datos tendrán una repercusión
directa en el ámbito clínico , al conseguir mejorar la evaluación y la intervención de estos
niños.
➔ A su vez, las observaciones clínicas deben ser una fuente continua de nuevas preguntas
y nuevos retos para la investigación.

Esta disciplina está en auge y el interés creciente se debe, entre otras razones, a:

➔ El incremento en la supervivencia de la población infantil que nace con alteraciones en el


desarrollo.
➔ Los índices de fracaso escolar, en los que el diagnóstico neuropsicológico posibilita cada
vez más encauzar el currículo personalizado del alumno, llevando a cabo estrategias de
intervención para las dificultades de aprendizaje.

❖ UN POCO DE HISTORIA

➔ Inicios de la neuropsicología, a finales del siglo XIX, estuvieron vinculados a los


trastornos del lenguaje secundarios a lesiones cerebrales adquiridas.
➔ Dejerine en 1890, desvinculó los trastornos de la lectoescritura de una baja inteligencia
o de alteraciones en los sistemas sensoriales, relacionándolos, a partir del análisis post-
mortem.
➔ Morgan en 1896, comunicó el caso de un adolescente de 14 años que presentaba
problemas de lectoescritura similares a los detectados tras lesiones adquiridas, pero en
este caso sin daño cerebral aparente. Su descripción se convirtió en el primer caso de lo
que hoy se conoce como dislexia.
➔ En décadas posteriores se incrementó el número de investigaciones que se interesaron por
la relación entre dislexia y preferencia manual zurda, o los beneficios del entrenamiento
sobre la habilidades de lectura en individuos que presentaban dificultades en su
adquisición.
➔ En 1900, un interés creciente por el estudio de las dificultades del aprendizaje,
encuadradas por aquella época dentro del término disfunción cerebral mínima.
Dislexia, disgrafía, discalculia y otros se fueron desglosando como trastornos específicos,
aunque en la actualidad el DSM-5 vuelve a englobarse dentro del término trastornos del
aprendizaje.
➔ En la década de 1920, Lev Vigotsky y su discípulo, Alexander Luria, ocupan un lugar
destacado en la historia de la neuropsicología infantil debido a que:
1. Creen que el desarrollo del niño no se podía explicar abordando sólo el
«crecimiento de los procesos fisiológicos naturales»: había que contar también
con la tremenda influencia de la experiencia social. Y una de las experiencias
sociales más relevantes para el niño es la escuela.
2. Están convencidos de la necesidad de reflejar en la evaluación de los niños con
discapacidad no solo sus déficits, sino también sus habilidades; es lo que hoy
conocemos como perfil neuropsicológico. Para tal fin, diseñaron pruebas que
realizaban tanto una estimación cuantitativa como una valoración cualitativa del
niño.
3. De sus investigaciones en población infantil infirieron los profundos cambios en
los procesos superiores a lo largo del desarrollo ontogenético. El resultado final
no dependía solo del genotipo, sino también de los factores ambientales, como
demostraban sus estudios en mellizos y gemelos según fueran criados juntos o
separados al nacer.
4. Por último, se adelantaron varias décadas al concepto de plasticidad. A partir de
sus investigaciones concluyeron que, si bien un cerebro joven tenía mayor
plasticidad que un cerebro adulto, al no estar todas sus funciones desarrolladas ni
haber tanta especialización, el daño cerebral temprano afectaba de manera más
global a la cognición.
➔ En 1970, aparecen las técnicas de neuroimagen estructural y funcional. Gracias a estas
se detecta en numerosos trastornos del desarrollo anomalías cerebrales que no se podían
apreciar en estudios post mortem.
➔ A mitad del siglo XX, se incrementa la atención a los distintos síndromes
neuropsicológicos asociados al daño cerebral temprano.
➔ En 1980, es el origen de la neuropsicología infantil como disciplina. Antes, la
encuadran dentro de las teorías, modelos y metodología de la neuropsicología en
población adulta.
Aparece también en esta fecha la primera revista sobre neuropsicología infantil:
Developmental Neuropsychology.
➔ En la actualidad, la actividad profesional se rige por las directrices marcadas por la
Sociedad Internacional de Neuropsicología.
En España sigue sin haber una especialidad en neuropsicología.

❖ LA NEUROPSICOLOGÍA INFANTIL HOY. UNA CIENCIA BIOPSICOSOCIAL

Para entender, investigar y tratar las alteraciones del desarrollo desde una perspectiva
neuropsicológica, resulta imprescindible, en primer lugar, conocer la evolución ontogénica del
sistema nervioso, y en particular la del cerebro, los cambios que se producen en el curso de esta
tras un daño cerebral temprano. Las técnicas de neuroimagen han sido decisivas, han facilitado
datos acerca de la génesis de las diferentes estructuras cerebrales.

Se han podido visualizar los mecanismos de plasticidad y el patrón de reorganización del cerebro
tras la lesión. Estas técnicas han confirmado, además, el papel tan relevante del medio ambiente y
la experiencia en la configuración final del sistema nervioso y de su actividad funcional.

Las investigaciones con neuroimagen dentro de la neurociencia social han puesto de manifiesto la
existencia de una intrincada red de conexiones entre diferentes estructuras cerebrales que median
el comportamiento social. Algunos ejemplos de esto:
➔ Las funciones de regulación emocional requieren un tiempo más prolongado y no
completan su desarrollo hasta que se han configurado las áreas prefrontales y el cíngulo.
➔ Desde los 2 días de vida, el neonato muestra una preferencia por el movimiento biológico
frente a cualquier otro tipo de movimiento.
➔ En esos primeros días de vida también se observa una atención especial dirigida a
regiones faciales específicas (frente, ojos, etc.). La especialización cerebral para caras es
bastante evidente a partir de los 3 meses y a lo largo de toda la vida.

Los niños con alteraciones en el desarrollo tienen sistemas nerviosos con una configuración
distinta al patrón normal. Por ejemplo, los niños con Trastorno del Espectro Autista:
➔ Presentan dificultades para mantener la atención sobre el rostro desde los 6 meses de
vida.
➔ Sus circuitos cerebrales que median el comportamiento social no están lesionados, sino
que poseen conexiones diferentes.
➔ Presentan un procesamiento menos eficiente de la información social.
➔ La intervención temprana puede reorganizar estos circuitos.

En definitiva, para comprender a los niños con trastornos del desarrollo hay que conocer las
anomalías que presenta su sistema nervioso (neurociencia), los procesos que resultaron afectados
(psicología/neurociencia cognitiva) y las repercusiones que se percibirán sobre el
comportamiento particular del individuo y en relación con sus interacciones sociales
(neurociencia social).
❖ DIFERENCIAS ENTRE NEUROPSiCOLOGíA INFANTIL Y
NEUROPSICOLOGíA DEL ADULTO

La neuropsicología en adultos trabaja con cerebros ya configurados, mientras que la


neuropsicología infantil estudia un cerebro en desarrollo, con cambios dinámicos en su
organización anatómica y funcional.

1. ETIOLOGÍA DEL DAÑO CEREBRAL

La mayoría de las lesiones en un cerebro adulto se producen como consecuencia de una lesión
cerebral adquirida, que generalmente ocasiona daños más focales. Mientras que en el niño son
más frecuentes las alteraciones congénitas, que puede provocar síntomas más difusos y, en
general, mayores secuelas funcionales que en un adulto.

2. DETECCIÓN DEL DAÑO CEREBRAL CON PRUEBAS DE NEUROIMAGEN

El daño cerebral adquirido, se detecta en la TC o la RM. Sin embargo, los cambios cerebrales
que originan los trastornos del neurodesarrollo no suelen aparecer en las pruebas de neuroimagen
que se incluyen en los protocolos hospitalarios estandarizados. Y a veces no es porque no existan.

Las pruebas más específicas (como la tractografía, la RM funcional, etc.) que se emplean en
investigación han mostrado anomalías cerebrales en estos trastornos como displasias y ectopias
en dislexia; esclerosis del hipocampo en epilepsia resistente o alteraciones en la conectividad
cerebral en autismo.

Asimismo, los resultados compatibles con la normalidad que con frecuencia aparecen en los
protocolos rutinarios de exploración de niños con alteraciones del neurodesarrollo no se
correlacionan con las observaciones clínicas. Y en estos casos es prioritario atender a los
síntomas que el niño presenta, evaluarlos e intervenir en ellos.

3. ORIENTACIÓN DIAGNÓSTICA

El diagnóstico suele ser difícil de precisar cuando el niño es muy pequeño, por lo que se aconseja
cautela y seguir durante un tiempo prolongado que puede ser de años. Y con respecto a la
evaluación, generalmente los tests consideran como alterado un dato que se aleja 2 desviaciones
típicas en relación a la media del resultado esperado.

A veces, la disfunción permanece estable, pero en otras ocasiones se modifica. Por ejemplo, un
niño pequeño puede manifestar dificultades con el cálculo de sumas y restas simples, y cuando
crece y llega a operar con cantidades, sus problemas pueden relacionarse con el cálculo mental o
con operaciones aritméticas más complejas. Por eso, a la pregunta de cuándo hay que abandonar
el seguimiento evolutivo de un niño con alteraciones en el neurodesarrollo, quizá la respuesta sea
"nunca".

4. EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO: MAYOR PLASTICIDAD PERO MAYOR


VULNERABILIDAD
En adultos, el conocimiento de la funcionalidad premórbida es una variable que contribuye a la
predicción de la evolución de los déficits que se detectan. Por ejemplo, que personas con nivel
sociocultural alto tienen un mejor pronóstico tras un accidente cerebrovascular que las de nivel
más bajo. En un niño con alteraciones en el desarrollo ese pronóstico resulta más difícil de
realizar, ya que, además, no se cuenta con un nivel premórbido.

Relacionado con el pronóstico tras una lesión del sistema nervioso central, es conveniente
analizar la doble cara de la moneda plasticidad cerebral/vulnerabilidad. Aunque ya en el
apartado de historia se ha mencionado que Luria y Vigotsky hablaban de plasticidad parcial en
la infancia, a partir de 1940, con los trabajos de Margaret Kennard, resurgió con fuerza la idea
de la plasticidad completa, de acuerdo con lo que se denominó "Principio de Kennard". Este
principio se basa en la idea de que cualquier daño cerebral temprano apenas origina
secuelas.

Hebb, en 1949, demostró la falacia de tal proposición, y a pesar de la cada vez mayor evidencia
en contra continúa gozando de gran aceptación entre los profesionales que trabajan con estos
niños.

En realidad, aunque es cierto que el cerebro del niño es mucho más plástico que el de un
adulto y, en consecuencia, tiene mayor recuperación funcional; también se sabe que las
repercusiones de una lesión cerebral temprana son más graves y globales porque afectan a un
organismo en pleno proceso de aprendizaje y de adquisición de habilidades.

Una primera cuestión que modula el concepto de plasticidad infantil es el tiempo de evolución
desde que se reprodujo el daño. En el adulto, siempre es más corto que en un niño, que habrá de
convivir con sus déficits probablemente durante toda su vida.

En segundo lugar, y más importante, está el hecho de que en el niño la edad de la lesión y la de
la aparición de los síntomas no tienen porqué coincidir.

Muchos de los trastornos en el desarrollo tienen, además, un fuerte componente genético, lo que
hace que, desde sus inicios, el cerebro se configure de manera diferente, y una función se ejecute
también de manera diferente.

Con frecuencia, las alteraciones en el desarrollo del sistema nervioso configuran un patrón
anatómico y funcional diferente. De ahí que resulte arriesgado establecer un pronóstico que
equipare las pautas de desarrollo de un niño con alteraciones a las del desarrollo de un niño
normal.

5. EVALUACIÓN E INTERVENCIÓN: NECESIDAD DE UNA INTERVENCIÓN


MÁS LÚDICA

Una gran mayoría de los niños con alteraciones en el neurodesarrollo nunca logrará la
oportunidad de experimentar la normalidad en esas funciones deterioradas. Por lo que resulta
imprescindible asegurar su colaboración en el proceso de evaluación e intervención, haciéndolo
lo más lúdico, atractivo y estimulante posible.
❖ EL DÍA A DÍA DEL NEUROPSICÓLOGO CLÍNICO INFANTIL

El proceso asistencial del neuropsicólogo infantil se divide en: Evaluación neuropsicológica


e intervención neuropsicológica.

1. EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA

El proceso de evaluación sigue fases similares en niños y adultos, difiere en su orientación, el


contexto en el que debe realizarse, los datos que hay que recabar y los instrumentos de medida.
La finalidad de dicha evaluación es comprobar las consecuencias que tiene el funcionamiento
alterado del sistema nervioso en la cognición, la emoción y la conducta, con el propósito de
plantear métodos adecuados de intervención.

Para lograrlo, la evaluación neuropsicológica en el niño debe entenderse como un proceso con
varias fases:
➔ Motivo de consulta, que en ocasiones no tiene por qué coincidir con la situación real.
➔ Entrevista, donde se recoge información de antecedentes familiares, datos prenatales,
perinatales y postnatales, grado de autonomía en las actividades básicas de la vida diaria,
rendimiento académico, relaciones sociales, etc. (Primera entrevista acuden los padres y
el niño, si es muy pequeño; si tiene más de 4 años pueden acudir los padres solos; con
niños de aproximadamente 12 años o más resulta interesante recabar su propia opinión).
➔ Evaluación del menor, seleccionando los tests que se van a emplear y
complementandose. Hay que seleccionar aquellos que midan mejor los procesos
afectados.
La evaluación tiene que ser muy flexible, y podrá abandonar en ocasiones una prueba sin
concluir porque el niño está cansado o desmotivado.
En la evaluación se tenderá a incluir una valoración cognitiva global y después se
construirá un protocolo con pruebas específicas seleccionadas para explorar procesos
concretos. En niños muy pequeños o con bajo nivel de funcionamiento se prefiere la
administración de escalas de desarrollo.
➔ Corrección de los datos obtenidos.
➔ Devolución de la información, debe estar basada en un perfil neuropsicológico del niño,
que incluya tanto las funciones afectadas como las que se mantienen preservadas.

Desde nuestra perspectiva clínica, la evaluación neuropsicológica infantil debe ser de naturaleza
cuantitativa y cualitativa, como apuntaban los pioneros de la neuropsicología Luria y
Vigotsky.

➔ Otros puntos de interés en la evaluación:


1. Se deben integrar los resultados de las pruebas en el contexto de una evaluación más
amplia que tenga especial cuenta de los aspectos ecológicos.
2. La información sobre el contexto familiar y el ambiente escolar son imprescindibles.
3. El entorno en el niño determina su evolución y condiciona las técnicas que se
emplearán en su tratamiento.
2. INTERVENCIÓN NEUROPSICOLÓGICA

Cuando se habla de intervención con niños no es tan adecuado emplear el término rehabilitación
neuropsicológica ya que muchos procesos o funciones que se van a abordar no se han perdido,
sino que nunca llegan a generarse. En estos casos sería más conveniente hablar de habilitación.

La intervención suele consistir en un tratamiento directo con el niño, junto a información, pautas
y asesoramiento a los padres y a otros profesionales que trabajan con él.

Se han encontrado algunas características que se asocian con resultados mejores y que, por
consiguiente, será importante tener en cuenta:
➔ Partir de modelos teóricos de referencia
➔ Adoptar una perspectiva múltiple e interdisciplinar.
➔ Establecer un orden de prioridades.
➔ Comenzar la intervención de forma temprana.
➔ Basar el tratamiento en las habilidades y capacidades conservadas.
➔ Considerar las variables emocionales.
➔ Tener en cuenta los aspectos Familiares, sociales, culturales y económicos.

Y añadiremos, que dichas intervenciones se sirvan de los principios de modificación de conducta


para mejorar su eficacia.

Las actuaciones dirigidas a los aspectos deficitarios o alterados se conocen como estrategias
restitutorias, y las focalizadas en los puntos fuertes se conocen como estrategias
compensatorias.

❖ BIBLIOGRAFÍA

Este tema está extraído del Tema 1: Neuropsicología infantil. Definición, objetivos y
aplicaciones (A. Montes Lozano y M. Amedo Montoro), del libro NEUROPSICOLOGÍA DEL
DESARROLLO (2017) (Arnedo, M. ; Triviño,M. ; Montes, A.; Bembibre, J.) (Editorial Médica
Panamericana, S.A.).

Tema 2: Desarrollo ontogénico del sistema nervioso


central

❖ INTRODUCCIÓN

El estudio de la diversidad y creatividad del comportamiento humano implica la necesidad de


profundizar en el conocimiento de los procesos de maduración. La maduración cerebral se
presenta como un proceso complejo, por su dinamismo, y prolongado, por extenderse hasta la
vida adulta. A la vez, sometido a numerosas influencias: internas (en especial las
preprogramadas genéricamente) y externas (desde la mera nutrición, los efectos de fármacos o
virus, hasta las experiencias proporcionadas por el entorno familiar, escolar, histórico e incluso
climático). Además se observa una secuencia ordenada y un elevado grado de consistencia en
dicho desarrollo entre individuos, tanto a nivel cerebral como conductual.

Las relaciones entre cerebro y comportamiento se han examinado fundamentalmente de tres


maneras:
1. Observando el desarrollo estructural del sistema nervioso y relacionándolo con la
aparición de conductas específicas, puesto que ambos siguen procesos ordenados y
compartidos dentro de la misma especie.
2. Explorando las conductas y haciendo inferencias acerca de la maduración neural.
3. Relacionando las alteraciones cerebrales con los trastornos del desarrollo.

❖ LOS PASOS PREVIOS AL DESARROLLO CEREBRAL

Compartimos, desde el punto de vista filogenético, unos mecanismos madurativos que se


prolongan a lo largo del ciclo vital. A la vez, desde una perspectiva ontogenética seguiremos un
camino evolutivo que nos llevará a crecer como individuos con unos caracteres o rasgos
particulares (peso, estatura, capacidad intelectual o competencia social).

En psicología del desarrollo, el intento de explicar las diferencias individuales ha dado lugar a
una controversia histórica denominada “genes frente a ambiente”, “naturaleza frente a
crianzas”, “maduración frente a aprendizajes” o “nature vs nurture”.

En 2003 se hizo pública la primera versión considerada completa del genoma humano, con unos
20.000-25.000 genes estimados. Esta secuenciación permitirá estudiar la variación genética. Sin
embargo, ningún individuo madura sin interactuar con entornos variados. De ahí que sea
necesario hablar del genoma como una estructura dinámica.

Así, aunque los genes contienen información primordial, no pueden participar de forma directa
en los mecanismos biológicos, su información es extraída y traducida en proteínas. Cuando la
célula necesita sintetizar una determinada proteína, las enzimas “leen” el gen y hacen una copia
de la información. Este proceso se denomina transcripción, y la copia, ácido ribonucleico
(ARN) mensajero; mientras, la conversión del ARN mensajero transcrito en una proteína se
designa como traslación. Una vez que el gen ha sido transcrito, se dice que ha sido expresado. La
expresión de un gen resulta en el fenotipo.

Cada gen puede expresarse de numerosas maneras: como diferentes versiones de una proteína e
induso como diversas proteínas. Hay un largo camino desde la información codificada en el
ADN del individuo hasta su fenotipo conductual, con un amplio abanico de intermediarios,
incluido el ambiente. Por lo tanto, los genes serán probabilísticos, no deterministas; codifican
proteínas, no conductas.

En relación con esta idea se encuentra el concepto de epigénesis, el papel de la experiencia en la


explicación del desarrollo fenotípico. Se refiere a las modificaciones del genoma que alteran la
transcripción de un gen sin afectar a las secuencias de pares de bases a partir, por ejemplo, de
mecanismos como la adición o sustracción de moléculas (por lo general de un grupo metilo: así,
ocurrirá o bien una metilación -principal mecanismo epigenético que regula el desarrollo del
sistema nervioso central-, o bien hipometilación o demetilación, respectivamente a la hélice de
ADN). Estas modificaciones epigenéticas alteran la probabilidad de que un gen sea transcrito (se
considera la transcripción como el mecanismo genérico que mejor muestra la interacción entre
gen y ambiente, puesto que su activación se encuentra altamente regulada por señales
ambientales) y llegan incluso a silenciarlo completamente; se pondrían en marcha ante estímulos
del entorno que van desde la dieta o las toxinas al estrés.

Si bien no está claro que la metilación se correlacione de manera exacta con la metilación en el
sistema nervioso central (SNC), todo indica que ya desde el desarrollo prenatal el epigenoma de
un individuo es sensible a las experiencias de la madre y al ambiente intrauterino y extrauterino.
Algunos ejemplos de esto son:
➔ En bebés de madres con elevados niveles de depresión y ansiedad en el tercer trimestre
de gestación:
◆ Aumento de la metilación del promotor del gen receptor de glucocorticoides
Nr3cl en sangre de cordón umbilical.
➔ En bebés nacidos por cesárea:
◆ Metilación elevada de ADN global en leucocitos.
➔ En varones víctimas de suicidio con historia de maltrato infantil:
◆ Aumento de metilación en Nr3cl hipocámpica.

En conclusión, tanto la expresión de los genes como la recepción de la información ambiental son
necesarias para el desarrollo adecuado del cerebro, y la perturbación de cualquiera de ellas puede
alterar dicho desarrollo, en ocasiones de forma dramática.
❖ DESARROLLO ESTRUCTURAL. CONSTRUIR UNA PEQUEÑA GALAXIA

Una de las características del desarrollo neural en el ser humano es que los procesos de
conectividad entre neurona y el refinamiento de los circuitos continúa tras el nacimiento
(principalmente durante los primeros años de vida, aunque algunos sistemas siguen
perfeccionándose hasta la adolescencia y la primera juventud). Esto nos permite, al nacer, tomar
contacto con el entorno en unas excelentes condiciones de plasticidad cerebral, requiriendo
menos sistemas conductuales predeterminados y generándolos, en cambio, en continua
adaptación a los contextos en los que viviremos.
1. El desarrollo del sistema nervioso comienza, en la etapa embrionaria, a partir de la
primitiva capa ectodérmica, de la que surgirán las células epidérmicas (como la piel, el
pelo o las uñas) y las nerviosas.
2. Estas primeras células, precursoras de las futuras células nerviosas, dan lugar al tubo
neural durante la 3ª semana de la gestación en la parte dorsal del embrión.
3. Desde la 4ª a la 8ª semana de gestación, la parte rostral de este tubo neural se expandirá
y dará lugar a tres vesículas cerebrales: el rombencéfalo, que generará el bulbo raquídeo,
la protuberancia y el cerebelo; el mesencéfalo, que dará lugar a la estructura del mismo
nombre; y el prosencéfalo, que será el precursor de las estructuras del diencéfalo y del
telencéfalo.
4. A partir de la 9ª semana de gestación, ya en la etapa fetal, la morfología del cerebro irá
cambiando de forma evidente, y pasará de ser una estructura lisencefálica (lisa, sin
arrugas) a mostrar paulatinamente un patrón de circunvoluciones y surcos. Primero se
observará la cisura longitudinal separando ambos hemisferios cerebrales, para aparecer
posteriormente el resto de cisuras.

Los cambios a nivel celular se producen en 4 fases:

1. Neurogénesis y migración: la neurogénesis comienza con la formación del tubo neural


y parece finalizar aproximadamente a mitad del período de gestación. Los neuroblastos
producirán neuronas y los glioblastos células gliales. La mayor proliferación de neuronas
se producirá en la zona ventricular (en el interior) del tubo neural, desde donde
comenzarán a desplazarse, siguiendo un patrón radial, hacia la zona externa del tubo.

La migración, se extiende también durante la fase fetal, empieza con la aparición de las
primeras neuronas las cuales son guiadas y «trepan» por glías radiales hasta su lugar de
destino, recorriendo largas distancias. A medida que las neuronas van llegando a la parte
más externa del tubo, van formando las seis capas de la futura corteza cerebral con un
patrón de dentro hacia fuera: las primeras neuronas en llegar darán lugar a las capas
más profundas, mientras que las últimas irán a las capas más superficiales.

2. Diferenciación y maduración de las conexiones, comienza durante la etapa fetal (a


partir de la 9ª semana). Así, las neuronas se van diversificando y cambiando de forma -
según el lugar donde van a permanecer-, produciendo, para ello, neurotransmisores y
factores neurotróficos. A medida que se produce la migración a través de las glías
radiales, empiezan a crecer los axones mediante un proceso de “afinidad química” entre
el terminal axónico y la neurona “objetivo". Los axones se dirigen a zonas subcorticales,
a otras áreas corticales, o atraviesan la línea media formando las comisuras
interhemisféricas.
➔ El fascículo longitudinal inferior (procesamiento visual), el fórnix (memoria) y el
cuerpo calloso (comunicación interhemisférica) son los tractos que tienen el
desarrollo más temprano (primer trimestre) quizá debido a que se encuentran
relacionados con la emergencia de procesos básicos.
➔ A continuación, hacia el tercer mes, se desarrolla la comisura anterior, que
conecta los lóbulos temporales, seguida del tracto corticoespinal.
➔ Finalmente, comienzan a surgir las conexiones frontotemporales y
frontoparietales (cíngulo, fascículo uncinado o fascículo longitudinal superior).
Estos tractos, así como el cuerpo calloso, maduran de forma lenta, maduración
que continúa hasta la adolescencia y la juventud.

Una vez en su lugar de destino, las neuronas comienzan a establecer conexiones con
aquellas que las rodean, para lo cual se produce el crecimiento del árbol dendrítico. Esta
maduración continúa tras el nacimiento, lo que permite la sinaptogénesis o formación de
sinapsis. Como se ha indicado y según la hipótesis de Oppenheim genera factores
neurotróficos que guían el crecimiento de los axones, los cuales compiten por dichos
recursos neuroquímicos. Por lo tanto, las neuronas que consiguen establecer una
conexión tienen más posibilidades de recibir estos factores neurotróficos y sobrevivir..
Asimismo, la formación de sinapsis se ve influenciada por mecanismos:
➔ «Expectantes» de la experiencia. Estos hacen referencia a que el desarrollo de
las sinapsis necesita de la presencia de ciertas experiencias sensoriales que son
estimulaciones comunes a todos los miembros de la especie (p. ej., luz, color o
movimiento)
➔ «Dependientes» de la experiencia. Que aluden a la generación de sinapsis
dependiendo de las experiencias únicas para cada individuo (p. ej., visión de
rasgos faciales orientales o exposición a la fonética germánica).

3. Poda sináptica y muerte neuronal. El bebé nace con más neuronas de las que va a
necesitar. Los procesos de poda sináptica y de muerte neuronal o apoptosis permiten
perfeccionar y refinar aquellas conexiones que son funcionales, mientras que las que no
lo sean serán desactivadas o eliminadas. Existe una primera poda en la que las sinapsis
se reducen en un 50% a los dos años de edad, seguida de una segunda en la
adolescencia y una tercera en la senectud. La poda parece estar relacionada con el
perfeccionamiento de los circuitos, eliminando células con una función puntual
únicamente durante el desarrollo, corrigiendo errores de migración o diferenciación
neuronal y, sobre todo, refinando la selección de las conexiones funcionalmente más
efectivas (descartando las sinapsis redundantes y los axones colaterales). La poda
sináptica obedece a una secuencia temporal diferente para cada estructura, siendo las
regiones prefrontales las últimas en concluirlo.
Durante la infancia y la adolescencia: se produce un incremento de la sustancia blanca
(consecuencia de la mielinización), mientras que la sustancia gris tiende a decrecer
debido a los procesos de poda y muerte neuronal.

En relación con la sustancia gris, diferentes estudios muestran un descenso en el


volumen de los ganglios basales, el tálamo y el cerebelo. Por el contrario, la amígdala y
el hipocampo siguen aumentando su tamaño con la edad. Asimismo, las estructuras
relacionadas con la capacidad de mentalización y cognición social (ej. corteza prefrontal
medial) tienen un máximo desarrollo en la adolescencia, y decrecen posteriormente en la
edad adulta. En cuanto sustancia blanca: las redes cerebrales durante la infancia se
caracterizan por conexiones funcionales entre regiones próximas, mientras que conforme
se producen los procesos de maduración y refinamiento, estas redes comienzan a
organizarse de una manera más distribuida, integrando regiones más distales con
múltiples interconexiones.

4. Mielinización. Finalmente, las conexiones funcionales que hayan permanecido se


desarrollarán, crecerán y se cubrirán de mielina (cuya función principal es la de aumentar
la velocidad de transmisión del impulso nervioso).

❖ PLASTICIDAD. UN CEREBRO MOLDEABLE PARA UN MUNDO


CAMBIANTE

El desarrollo cerebral se ve moldeado por la información entrante (input) desde las primeras
semanas de gestación, influyendo en diversos procesos moleculares -la expresión genética- . y
celulares, no sólo en relación con la maduración de las neuronas, sino también respecto a la
mielinización y el refinamiento de las sinapsis en la etapa posnatal. Respecto a la plasticidad,
cabe destacar, que el cerebro durante su desarrollo es dinámico, pero no completamente flexible. .
Es decir, la plasticidad cerebral se rige por unas limitaciones estructurales y funcionales que,
además, varían a través de períodos críticos.

Es importante, además, diferenciar entre:


➔ Plasticidad asociada al desarrollo cerebral: hace referencia a mecanismos
≪expectantes de la experiencia≫ (experience-expectant), relacionados
con el desarrollo de las funciones innatas, propias de la especie y necesarias para la
supervivencia (p. ej., el sistema motor, el lenguaje, la memoria, la percepción, las
funciones ejecutivas o la cognición social). Estas funciones se adquieren sin esfuerzo por
parte del individuo, simplemente por estar expuesto al entorno, presentando períodos
sensibles o críticos para su consecución.
◆ El inicio de estos períodos críticos se produce cuando comienza de forma intensa
la estimulación relevante para los circuitos. El tipo de estímulo que será relevante
para cada circuito potencial está predeterminado genéticamente (especificidad
pese a la plasticidad). Dicho período finalizará cuando la estimulación recibida
no genere más cambios moleculares o celulares.
● Funciones sensoriomotoras: período crítico durante los dos primeros
años.
● Lenguaje: entre el 1º y el 5º año.
● Funciones ejecutivas: entre los 5 y los 8 años de edad. ‐
◆ La ausencia de estimulación relevante incrementa el tiempo de maduración del
período crítico, pero si finalmente el circuito no es moldeado por el entorno,
dicha función quedará mermada e incluso el circuito podrá ser reutilizado
parcialmente para otras funciones que comparten características estructurales y
funcionales (ej. uso de corteza auditiva para funciones somatosensoriales en
niños sordos).
◆ La exposición a un entorno enriquecido induce un incremento del número de
neuronas, de células gliales, la longitud de las dendritas, la densidad de las
espinas dendríticas y el tamaño de las sinapsis, lo cual se verá reflejado en un
procesamiento cerebral más efectivo y adaptado al entorno.

➔ Plasticidad asociada al proceso de aprendizaje: hace referencia a los mecanismos


“dependientes de experiencia” (experience-dependent), relacionados con el
aprendizaje de nuevas habilidades específicas (ej. nadar, tocar un instrumento,
almacenar conocimientos académicos, leer o escribir). Estas habilidades requieren
esfuerzo y entrenamiento y pueden adquirirse a lo largo de toda la vida, aunque con
mayor dificultad en la edad adulta y vejez.

Los estudios de Bryan Kolb a finales de 1980 pusieron de manifiesto que el pronóstico tras el
daño cerebral temprano dependía de la función implicada, de la magnitud y de la localización de
la lesión, pero, sobre todo, del momento preciso o la edad en la que se producía, es decir, de la
etapa del neurodesarrollo que quedaba afectada por la lesión. Los resultados de sus
investigaciones mostraron que:
➔ Lesión durante la neurogénesis (hasta el nacimiento en la rata; hasta el 5º mes de
gestación en el ser humano): se observa cierta recuperación posterior de la función
afectada, aunque a costa de un peor rendimiento general. La lesión durante esta etapa
parece estimular una sobreproducción de nuevas neuronas, si bien el volumen total es
menor y la reorganización de todas las funciones entre un menor número de neuronas
conlleva un descenso del cociente intelectual. Cuanto más temprana y extensa sea la
lesión, mayor será la discapacidad intelectual.
➔ Lesión durante el proceso de migración neuronal y de diferenciación celular (1ª
semana de vida en la rata; desde el 5º mes gestacional hasta el 1º mes postnatal en
humanos): el efecto es devastador. Cualquier agresión genera un mal posicionamiento de
las neuronas, ausencia en lugares donde deberían estar, con la consecuente reducción de
conexiones; la acumulación extra de células en lugares de la corteza donde no sólo no
van a ser funcionales, sino que van a entorpecer el funcionamiento normal de las que han
migrado de forma adecuada, o la génesis posterior de sinapsis no funcionales y de
procesos neuroquímicos ineficaces o alterados. Esto tendrá graves consecuencias en la
mielogénesis y en los posteriores procesos de poda y muerte, afectando el normal
funcionamiento de los circuitos durante toda la vida del individuo.
➔ Lesión durante la etapa de mayor crecimiento dendrítico y establecimiento de
sinapsis (2ª semana de vida en la rata; del 2º al 8º mes de vida en el ser humano): la
capacidad de recuperación será superior al estar ya prácticamente concluida la
organización cerebral y, de hecho, esta organización cerebral será la responsable de
recuperar y compensar el daño a través de nuevas conexiones que serán funcionales. Sin
embargo, el coste de esta recuperación comportará una merma de aquellos sistemas
neurales que estén «prestando ayuda» y, en consecuencia de las funciones (especialmente
cuando las demandas de la tarea son complejas).

Pasado este período crítico de máxima plasticidad sináptica, que es variable según la función
cognitiva que nos ocupe, las lesiones dejan secuelas equivalentes a las observadas en los adultos.

❖ DESARROLLO FUNCIONAL. VIVIR APRENDIENDO

El desarrollo estructural del cerebro se encuentra irremediablemente relacionado con el desarrollo


cognitivo, emocional y conductual. En ese sentido, primero maduran estructural y
funcionalmente las áreas más antiguas desde el punto de vista filogenético, después las
estructuras sensoriales, motoras, de aprendizaje y emocionales. Y por fin, las de las áreas de
asociación parietales y frontales.

Cabe destacar que, a la vez, este patrón de desarrollo cerebral estructural y funcional se produce
de forma relativamente ordenada a través de sus tres ejes: medial-lateral, dorsal-ventral y rostral-
caudal.
➔ Eje lateral medial: primero maduran las estructuras de la línea media (sistema límbico),
relacionadas con funciones emocionales y de aprendizaje (hot functions), mientras que
las estructuras más laterales, relacionadas con funciones cognitivas racionales (cold
functions), se desarrollan más tardíamente.
➔ Eje ventral-dorsal. Maduran en primer lugar las estructuras ventrales relacionadas con el
procesamiento perceptivo y semántico de los estímulos, el «qué», y posteriormente las
estructuras dorsales asociadas con el procesamiento de los estímulos dirigidos a una
acción: el «cómo» y el «dónde».
➔ Eje caudal-rostral. En primer lugar maduran las estructuras caudales, posteriores, en las
que se realiza un procesamiento concreto sobre los estímulos (cortezas sensoriales y
motoras), mientras que las estructuras rostrales maduran más tardíamente, que es donde
se va a realizar un procesamiento abstracto e integrador para regular la conducta y la
cognición, planificando, inhibiendo respuestas prepotentes y resolviendo problemas.

1. CONOCER EL MUNDO
El desarrollo sensoriomotor es el más precoz y fundamental para tomar contacto con el entorno
y permitir la maduración de otros sistemas cognitivos de mayor complejidad. Las capas más
profundas de la corteza (las capas eferentes) son las que inician los procesos de mielinización,
por lo que las conductas motoras van guiando la capacidad perceptiva en una dinámica en la que
actos motrices y percepciones se retroalimentan. El papel del cerebelo en esta etapa es
primordial, generando patrones predictivos de conductas en función de la información
sensoriomotora.

Estas primeras experiencias se caracterizan por ser dependientes del medio, es decir, los
estímulos guían las respuestas del bebé y éstas se producen de forma no deliberada, desde los
reflejos predeterminados hasta las respuestas condicionadas: el bebé no tiene capacidad para
inhibirlas. Sin embargo y de forma temprana, comienza a desarrollar las primeras funciones
ejecutivas que permiten el control voluntario sobre la conducta, es decir, la memoria de trabajo y
la inhibición de respuestas automáticas. El resultado de esta relación mutua permitirá finalmente
que el niño empiece a conseguir la autorregulación o autocontrol.

El conocimiento del entorno da lugar a que se genere un almacén semántica acerca de los objetos
y la relación entre ellos. Son los iniciales sistemas de memoria declarativa, que van
incrementando su capacidad de forma lineal durante los primeros meses de vida. Estudios con
RM funcional muestran la maduración del hipocampo y estructuras temporales mediales durante
la infancia temprana. Sin embargo, el almacenamiento de los trazos episódicos y de las memorias
detalladas depende de circuitos prefrontales que maduran principalmente durante la pubertad y la
adolescencia, permitiendo el paso de estas huellas episódicas al almacén a largo plazo. Esto se
relaciona con la amnesia infantil, característica de la primera infancia: los primeros recuerdos
episódicos que tenemos de nuestra infancia comienzan a los 3-4 años de edad, y siguen siendo
esporádicos y sin continuidad hasta casi la pubertad.

2. INTERACTUAR CON EL MUNDO

A medida que el bebé adquiere conocimiento del mundo, comenzará a designar las cosas: esto
será el inicio del lenguaje. Alrededor del 1º año de vida aparecerá la primera palabra referencial,
aunque, incluso antes del nacimiento, el planum temporale (una estructura relacionada con las
funciones receptivas del lenguaje) es mayor en el hemisferio que va a especializarse en el
lenguaje, normalmente el izquierdo. Por otro lado, la misma zona del hemisferio derecho parece
estar relacionada con una mejor capacidad de discriminar la música entre otros sonidos no
lingüísticos.

En relación con el lenguaje expresivo:

➔ A los 3 meses de edad, el crecimiento dendrítico es mayor en la región opercular derecha


que en la izquierda. Durante estos meses iniciales de vida, los patrones de comunicación
son principalmente afectivos. Así, existe una activación bihemisférica superior en estos
primeros años, y destaca posteriormente la activación en el hemisferio izquierdo.
➔ Hacia el 6º mes de vida se produce un incremento significativo de la arborización
dendrítica en el opérculo frontal izquierdo, relacionado con la programación
motora del lenguaje.
➔ Durante los primeros 5 años, las regiones perisilvianas anteriores se desarrollarán de
forma desigual en ambos hemisferios, siendo el sistema dendrítico más complejo en el
hemisferio izquierdo. De hecho, sobre los 6 años de edad, el área de Broca izquierda
alcanza el desarrollo adulto.

La cognición social se relaciona con la capacidad de imitación, la pragmática del lenguaje y la


teoría de la mente.
➔ Ya los bebés con pocos meses de vida exhiben cierta intersubjetividad primaria.
➔ Con 3 meses de edad se activarán estas regiones ante rostros con diferente orientación de
la mirada.
➔ Durante el 1º año de vida el bebé muestra claramente su capacidad para relacionarse no
sólo con el mundo de los objetos, sino también con las personas.
➔ Con 3 años ya puede mentir para evitar una consecuencia de una acción cometida.
➔ Con 4 años surge la comprensión de la mentira piadosa, la ironía, los dobles sentidos o
las bromas.

3. CONTROLAR EL MUNDO

La maduración de las habilidades de interacción con el mundo se encuentra directamente


relacionada con el desarrollo de las funciones cognitivas superiores más complejas, las funciones
ejecutivas, que van a permitir planificar, programar y resolver dificultades de forma efectiva.
Existen tres momentos de crecimiento intenso de las conexiones desde las cortezas parietales,
temporales y occipitales hacia el lóbulo frontal:
➔ Del 1 a los 5 años.
➔ De los 5 a los 10 años.
➔ De los 10 a los 14 años.

Después de los 14 años, los lóbulos frontales siguen desarrollándose con una tasa continua hasta
aproximadamente los 30 o 40 años.

Un funcionamiento frontal óptimo requiere no sólo la génesis de conexiones, sino también el


refinamiento de éstas. Por lo tanto, la poda, maduración y la mielinización de las fibras
frontosubcorticales se correlacionan con la adquisición de las funciones ejecutivas.

A partir del año y medio la capacidad de inhibición alcanza una mayor estabilidad. A los 8
meses surge la memoria de trabajo, con la adquisición de la permanencia del objeto. El
desarrollo de la inhibición y la memoria de trabajo posibilita la aparición de la capacidad de
imitación sobre los 9-10 meses. La autorregulación comenzará en torno a los 2 años,
coincidiendo con la emergencia del lenguaje. A partir de estas edades, el niño empieza a
organizar sus acciones de acuerdo con las instrucciones verbales del adulto y, alrededor de los 4
años, podrá hacerlo mediante autoinstrucciones.

El período de mayor desarrollo de las funciones ejecutivas se produce entre los 5 y los 8 años de
edad. Sin embargo, no se logra una ejecución adulta en planificación, fluidez verbal y
secuenciación motora hasta aproximadamente los 15 años. El desarrollo de las funciones
ejecutivas continúa hasta la juventud.
❖ BIBLIOGRAFÍA

Este tema está extraído del Tema 2: Desarrollo ontogenético del sistema nervioso central
(M. Triviño Masquen y J. Bembibre Serrano), del libro NEUROPSICOLOGÍA DEL
DESARROLLO (2017) (Arnedo, M. ; Triviño,M. ; Montes, A.; Bembibre, J.) (Editorial Médica
Panamericana, S.A.).

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