Tema 1 y 2 Neuropsicología Del Desarrollo - RTF (Pendientes Revisar)
Tema 1 y 2 Neuropsicología Del Desarrollo - RTF (Pendientes Revisar)
Tema 1 y 2 Neuropsicología Del Desarrollo - RTF (Pendientes Revisar)
Definición, objetivos y
aplicaciones
❖ INTRODUCCIÓN
Esta disciplina está en auge y el interés creciente se debe, entre otras razones, a:
❖ UN POCO DE HISTORIA
Para entender, investigar y tratar las alteraciones del desarrollo desde una perspectiva
neuropsicológica, resulta imprescindible, en primer lugar, conocer la evolución ontogénica del
sistema nervioso, y en particular la del cerebro, los cambios que se producen en el curso de esta
tras un daño cerebral temprano. Las técnicas de neuroimagen han sido decisivas, han facilitado
datos acerca de la génesis de las diferentes estructuras cerebrales.
Se han podido visualizar los mecanismos de plasticidad y el patrón de reorganización del cerebro
tras la lesión. Estas técnicas han confirmado, además, el papel tan relevante del medio ambiente y
la experiencia en la configuración final del sistema nervioso y de su actividad funcional.
Las investigaciones con neuroimagen dentro de la neurociencia social han puesto de manifiesto la
existencia de una intrincada red de conexiones entre diferentes estructuras cerebrales que median
el comportamiento social. Algunos ejemplos de esto:
➔ Las funciones de regulación emocional requieren un tiempo más prolongado y no
completan su desarrollo hasta que se han configurado las áreas prefrontales y el cíngulo.
➔ Desde los 2 días de vida, el neonato muestra una preferencia por el movimiento biológico
frente a cualquier otro tipo de movimiento.
➔ En esos primeros días de vida también se observa una atención especial dirigida a
regiones faciales específicas (frente, ojos, etc.). La especialización cerebral para caras es
bastante evidente a partir de los 3 meses y a lo largo de toda la vida.
Los niños con alteraciones en el desarrollo tienen sistemas nerviosos con una configuración
distinta al patrón normal. Por ejemplo, los niños con Trastorno del Espectro Autista:
➔ Presentan dificultades para mantener la atención sobre el rostro desde los 6 meses de
vida.
➔ Sus circuitos cerebrales que median el comportamiento social no están lesionados, sino
que poseen conexiones diferentes.
➔ Presentan un procesamiento menos eficiente de la información social.
➔ La intervención temprana puede reorganizar estos circuitos.
En definitiva, para comprender a los niños con trastornos del desarrollo hay que conocer las
anomalías que presenta su sistema nervioso (neurociencia), los procesos que resultaron afectados
(psicología/neurociencia cognitiva) y las repercusiones que se percibirán sobre el
comportamiento particular del individuo y en relación con sus interacciones sociales
(neurociencia social).
❖ DIFERENCIAS ENTRE NEUROPSiCOLOGíA INFANTIL Y
NEUROPSICOLOGíA DEL ADULTO
La mayoría de las lesiones en un cerebro adulto se producen como consecuencia de una lesión
cerebral adquirida, que generalmente ocasiona daños más focales. Mientras que en el niño son
más frecuentes las alteraciones congénitas, que puede provocar síntomas más difusos y, en
general, mayores secuelas funcionales que en un adulto.
El daño cerebral adquirido, se detecta en la TC o la RM. Sin embargo, los cambios cerebrales
que originan los trastornos del neurodesarrollo no suelen aparecer en las pruebas de neuroimagen
que se incluyen en los protocolos hospitalarios estandarizados. Y a veces no es porque no existan.
Las pruebas más específicas (como la tractografía, la RM funcional, etc.) que se emplean en
investigación han mostrado anomalías cerebrales en estos trastornos como displasias y ectopias
en dislexia; esclerosis del hipocampo en epilepsia resistente o alteraciones en la conectividad
cerebral en autismo.
Asimismo, los resultados compatibles con la normalidad que con frecuencia aparecen en los
protocolos rutinarios de exploración de niños con alteraciones del neurodesarrollo no se
correlacionan con las observaciones clínicas. Y en estos casos es prioritario atender a los
síntomas que el niño presenta, evaluarlos e intervenir en ellos.
3. ORIENTACIÓN DIAGNÓSTICA
El diagnóstico suele ser difícil de precisar cuando el niño es muy pequeño, por lo que se aconseja
cautela y seguir durante un tiempo prolongado que puede ser de años. Y con respecto a la
evaluación, generalmente los tests consideran como alterado un dato que se aleja 2 desviaciones
típicas en relación a la media del resultado esperado.
A veces, la disfunción permanece estable, pero en otras ocasiones se modifica. Por ejemplo, un
niño pequeño puede manifestar dificultades con el cálculo de sumas y restas simples, y cuando
crece y llega a operar con cantidades, sus problemas pueden relacionarse con el cálculo mental o
con operaciones aritméticas más complejas. Por eso, a la pregunta de cuándo hay que abandonar
el seguimiento evolutivo de un niño con alteraciones en el neurodesarrollo, quizá la respuesta sea
"nunca".
Relacionado con el pronóstico tras una lesión del sistema nervioso central, es conveniente
analizar la doble cara de la moneda plasticidad cerebral/vulnerabilidad. Aunque ya en el
apartado de historia se ha mencionado que Luria y Vigotsky hablaban de plasticidad parcial en
la infancia, a partir de 1940, con los trabajos de Margaret Kennard, resurgió con fuerza la idea
de la plasticidad completa, de acuerdo con lo que se denominó "Principio de Kennard". Este
principio se basa en la idea de que cualquier daño cerebral temprano apenas origina
secuelas.
Hebb, en 1949, demostró la falacia de tal proposición, y a pesar de la cada vez mayor evidencia
en contra continúa gozando de gran aceptación entre los profesionales que trabajan con estos
niños.
En realidad, aunque es cierto que el cerebro del niño es mucho más plástico que el de un
adulto y, en consecuencia, tiene mayor recuperación funcional; también se sabe que las
repercusiones de una lesión cerebral temprana son más graves y globales porque afectan a un
organismo en pleno proceso de aprendizaje y de adquisición de habilidades.
Una primera cuestión que modula el concepto de plasticidad infantil es el tiempo de evolución
desde que se reprodujo el daño. En el adulto, siempre es más corto que en un niño, que habrá de
convivir con sus déficits probablemente durante toda su vida.
En segundo lugar, y más importante, está el hecho de que en el niño la edad de la lesión y la de
la aparición de los síntomas no tienen porqué coincidir.
Muchos de los trastornos en el desarrollo tienen, además, un fuerte componente genético, lo que
hace que, desde sus inicios, el cerebro se configure de manera diferente, y una función se ejecute
también de manera diferente.
Con frecuencia, las alteraciones en el desarrollo del sistema nervioso configuran un patrón
anatómico y funcional diferente. De ahí que resulte arriesgado establecer un pronóstico que
equipare las pautas de desarrollo de un niño con alteraciones a las del desarrollo de un niño
normal.
Una gran mayoría de los niños con alteraciones en el neurodesarrollo nunca logrará la
oportunidad de experimentar la normalidad en esas funciones deterioradas. Por lo que resulta
imprescindible asegurar su colaboración en el proceso de evaluación e intervención, haciéndolo
lo más lúdico, atractivo y estimulante posible.
❖ EL DÍA A DÍA DEL NEUROPSICÓLOGO CLÍNICO INFANTIL
1. EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA
Para lograrlo, la evaluación neuropsicológica en el niño debe entenderse como un proceso con
varias fases:
➔ Motivo de consulta, que en ocasiones no tiene por qué coincidir con la situación real.
➔ Entrevista, donde se recoge información de antecedentes familiares, datos prenatales,
perinatales y postnatales, grado de autonomía en las actividades básicas de la vida diaria,
rendimiento académico, relaciones sociales, etc. (Primera entrevista acuden los padres y
el niño, si es muy pequeño; si tiene más de 4 años pueden acudir los padres solos; con
niños de aproximadamente 12 años o más resulta interesante recabar su propia opinión).
➔ Evaluación del menor, seleccionando los tests que se van a emplear y
complementandose. Hay que seleccionar aquellos que midan mejor los procesos
afectados.
La evaluación tiene que ser muy flexible, y podrá abandonar en ocasiones una prueba sin
concluir porque el niño está cansado o desmotivado.
En la evaluación se tenderá a incluir una valoración cognitiva global y después se
construirá un protocolo con pruebas específicas seleccionadas para explorar procesos
concretos. En niños muy pequeños o con bajo nivel de funcionamiento se prefiere la
administración de escalas de desarrollo.
➔ Corrección de los datos obtenidos.
➔ Devolución de la información, debe estar basada en un perfil neuropsicológico del niño,
que incluya tanto las funciones afectadas como las que se mantienen preservadas.
Desde nuestra perspectiva clínica, la evaluación neuropsicológica infantil debe ser de naturaleza
cuantitativa y cualitativa, como apuntaban los pioneros de la neuropsicología Luria y
Vigotsky.
Cuando se habla de intervención con niños no es tan adecuado emplear el término rehabilitación
neuropsicológica ya que muchos procesos o funciones que se van a abordar no se han perdido,
sino que nunca llegan a generarse. En estos casos sería más conveniente hablar de habilitación.
La intervención suele consistir en un tratamiento directo con el niño, junto a información, pautas
y asesoramiento a los padres y a otros profesionales que trabajan con él.
Se han encontrado algunas características que se asocian con resultados mejores y que, por
consiguiente, será importante tener en cuenta:
➔ Partir de modelos teóricos de referencia
➔ Adoptar una perspectiva múltiple e interdisciplinar.
➔ Establecer un orden de prioridades.
➔ Comenzar la intervención de forma temprana.
➔ Basar el tratamiento en las habilidades y capacidades conservadas.
➔ Considerar las variables emocionales.
➔ Tener en cuenta los aspectos Familiares, sociales, culturales y económicos.
Las actuaciones dirigidas a los aspectos deficitarios o alterados se conocen como estrategias
restitutorias, y las focalizadas en los puntos fuertes se conocen como estrategias
compensatorias.
❖ BIBLIOGRAFÍA
Este tema está extraído del Tema 1: Neuropsicología infantil. Definición, objetivos y
aplicaciones (A. Montes Lozano y M. Amedo Montoro), del libro NEUROPSICOLOGÍA DEL
DESARROLLO (2017) (Arnedo, M. ; Triviño,M. ; Montes, A.; Bembibre, J.) (Editorial Médica
Panamericana, S.A.).
❖ INTRODUCCIÓN
En psicología del desarrollo, el intento de explicar las diferencias individuales ha dado lugar a
una controversia histórica denominada “genes frente a ambiente”, “naturaleza frente a
crianzas”, “maduración frente a aprendizajes” o “nature vs nurture”.
En 2003 se hizo pública la primera versión considerada completa del genoma humano, con unos
20.000-25.000 genes estimados. Esta secuenciación permitirá estudiar la variación genética. Sin
embargo, ningún individuo madura sin interactuar con entornos variados. De ahí que sea
necesario hablar del genoma como una estructura dinámica.
Así, aunque los genes contienen información primordial, no pueden participar de forma directa
en los mecanismos biológicos, su información es extraída y traducida en proteínas. Cuando la
célula necesita sintetizar una determinada proteína, las enzimas “leen” el gen y hacen una copia
de la información. Este proceso se denomina transcripción, y la copia, ácido ribonucleico
(ARN) mensajero; mientras, la conversión del ARN mensajero transcrito en una proteína se
designa como traslación. Una vez que el gen ha sido transcrito, se dice que ha sido expresado. La
expresión de un gen resulta en el fenotipo.
Cada gen puede expresarse de numerosas maneras: como diferentes versiones de una proteína e
induso como diversas proteínas. Hay un largo camino desde la información codificada en el
ADN del individuo hasta su fenotipo conductual, con un amplio abanico de intermediarios,
incluido el ambiente. Por lo tanto, los genes serán probabilísticos, no deterministas; codifican
proteínas, no conductas.
Si bien no está claro que la metilación se correlacione de manera exacta con la metilación en el
sistema nervioso central (SNC), todo indica que ya desde el desarrollo prenatal el epigenoma de
un individuo es sensible a las experiencias de la madre y al ambiente intrauterino y extrauterino.
Algunos ejemplos de esto son:
➔ En bebés de madres con elevados niveles de depresión y ansiedad en el tercer trimestre
de gestación:
◆ Aumento de la metilación del promotor del gen receptor de glucocorticoides
Nr3cl en sangre de cordón umbilical.
➔ En bebés nacidos por cesárea:
◆ Metilación elevada de ADN global en leucocitos.
➔ En varones víctimas de suicidio con historia de maltrato infantil:
◆ Aumento de metilación en Nr3cl hipocámpica.
En conclusión, tanto la expresión de los genes como la recepción de la información ambiental son
necesarias para el desarrollo adecuado del cerebro, y la perturbación de cualquiera de ellas puede
alterar dicho desarrollo, en ocasiones de forma dramática.
❖ DESARROLLO ESTRUCTURAL. CONSTRUIR UNA PEQUEÑA GALAXIA
Una de las características del desarrollo neural en el ser humano es que los procesos de
conectividad entre neurona y el refinamiento de los circuitos continúa tras el nacimiento
(principalmente durante los primeros años de vida, aunque algunos sistemas siguen
perfeccionándose hasta la adolescencia y la primera juventud). Esto nos permite, al nacer, tomar
contacto con el entorno en unas excelentes condiciones de plasticidad cerebral, requiriendo
menos sistemas conductuales predeterminados y generándolos, en cambio, en continua
adaptación a los contextos en los que viviremos.
1. El desarrollo del sistema nervioso comienza, en la etapa embrionaria, a partir de la
primitiva capa ectodérmica, de la que surgirán las células epidérmicas (como la piel, el
pelo o las uñas) y las nerviosas.
2. Estas primeras células, precursoras de las futuras células nerviosas, dan lugar al tubo
neural durante la 3ª semana de la gestación en la parte dorsal del embrión.
3. Desde la 4ª a la 8ª semana de gestación, la parte rostral de este tubo neural se expandirá
y dará lugar a tres vesículas cerebrales: el rombencéfalo, que generará el bulbo raquídeo,
la protuberancia y el cerebelo; el mesencéfalo, que dará lugar a la estructura del mismo
nombre; y el prosencéfalo, que será el precursor de las estructuras del diencéfalo y del
telencéfalo.
4. A partir de la 9ª semana de gestación, ya en la etapa fetal, la morfología del cerebro irá
cambiando de forma evidente, y pasará de ser una estructura lisencefálica (lisa, sin
arrugas) a mostrar paulatinamente un patrón de circunvoluciones y surcos. Primero se
observará la cisura longitudinal separando ambos hemisferios cerebrales, para aparecer
posteriormente el resto de cisuras.
La migración, se extiende también durante la fase fetal, empieza con la aparición de las
primeras neuronas las cuales son guiadas y «trepan» por glías radiales hasta su lugar de
destino, recorriendo largas distancias. A medida que las neuronas van llegando a la parte
más externa del tubo, van formando las seis capas de la futura corteza cerebral con un
patrón de dentro hacia fuera: las primeras neuronas en llegar darán lugar a las capas
más profundas, mientras que las últimas irán a las capas más superficiales.
Una vez en su lugar de destino, las neuronas comienzan a establecer conexiones con
aquellas que las rodean, para lo cual se produce el crecimiento del árbol dendrítico. Esta
maduración continúa tras el nacimiento, lo que permite la sinaptogénesis o formación de
sinapsis. Como se ha indicado y según la hipótesis de Oppenheim genera factores
neurotróficos que guían el crecimiento de los axones, los cuales compiten por dichos
recursos neuroquímicos. Por lo tanto, las neuronas que consiguen establecer una
conexión tienen más posibilidades de recibir estos factores neurotróficos y sobrevivir..
Asimismo, la formación de sinapsis se ve influenciada por mecanismos:
➔ «Expectantes» de la experiencia. Estos hacen referencia a que el desarrollo de
las sinapsis necesita de la presencia de ciertas experiencias sensoriales que son
estimulaciones comunes a todos los miembros de la especie (p. ej., luz, color o
movimiento)
➔ «Dependientes» de la experiencia. Que aluden a la generación de sinapsis
dependiendo de las experiencias únicas para cada individuo (p. ej., visión de
rasgos faciales orientales o exposición a la fonética germánica).
3. Poda sináptica y muerte neuronal. El bebé nace con más neuronas de las que va a
necesitar. Los procesos de poda sináptica y de muerte neuronal o apoptosis permiten
perfeccionar y refinar aquellas conexiones que son funcionales, mientras que las que no
lo sean serán desactivadas o eliminadas. Existe una primera poda en la que las sinapsis
se reducen en un 50% a los dos años de edad, seguida de una segunda en la
adolescencia y una tercera en la senectud. La poda parece estar relacionada con el
perfeccionamiento de los circuitos, eliminando células con una función puntual
únicamente durante el desarrollo, corrigiendo errores de migración o diferenciación
neuronal y, sobre todo, refinando la selección de las conexiones funcionalmente más
efectivas (descartando las sinapsis redundantes y los axones colaterales). La poda
sináptica obedece a una secuencia temporal diferente para cada estructura, siendo las
regiones prefrontales las últimas en concluirlo.
Durante la infancia y la adolescencia: se produce un incremento de la sustancia blanca
(consecuencia de la mielinización), mientras que la sustancia gris tiende a decrecer
debido a los procesos de poda y muerte neuronal.
El desarrollo cerebral se ve moldeado por la información entrante (input) desde las primeras
semanas de gestación, influyendo en diversos procesos moleculares -la expresión genética- . y
celulares, no sólo en relación con la maduración de las neuronas, sino también respecto a la
mielinización y el refinamiento de las sinapsis en la etapa posnatal. Respecto a la plasticidad,
cabe destacar, que el cerebro durante su desarrollo es dinámico, pero no completamente flexible. .
Es decir, la plasticidad cerebral se rige por unas limitaciones estructurales y funcionales que,
además, varían a través de períodos críticos.
Los estudios de Bryan Kolb a finales de 1980 pusieron de manifiesto que el pronóstico tras el
daño cerebral temprano dependía de la función implicada, de la magnitud y de la localización de
la lesión, pero, sobre todo, del momento preciso o la edad en la que se producía, es decir, de la
etapa del neurodesarrollo que quedaba afectada por la lesión. Los resultados de sus
investigaciones mostraron que:
➔ Lesión durante la neurogénesis (hasta el nacimiento en la rata; hasta el 5º mes de
gestación en el ser humano): se observa cierta recuperación posterior de la función
afectada, aunque a costa de un peor rendimiento general. La lesión durante esta etapa
parece estimular una sobreproducción de nuevas neuronas, si bien el volumen total es
menor y la reorganización de todas las funciones entre un menor número de neuronas
conlleva un descenso del cociente intelectual. Cuanto más temprana y extensa sea la
lesión, mayor será la discapacidad intelectual.
➔ Lesión durante el proceso de migración neuronal y de diferenciación celular (1ª
semana de vida en la rata; desde el 5º mes gestacional hasta el 1º mes postnatal en
humanos): el efecto es devastador. Cualquier agresión genera un mal posicionamiento de
las neuronas, ausencia en lugares donde deberían estar, con la consecuente reducción de
conexiones; la acumulación extra de células en lugares de la corteza donde no sólo no
van a ser funcionales, sino que van a entorpecer el funcionamiento normal de las que han
migrado de forma adecuada, o la génesis posterior de sinapsis no funcionales y de
procesos neuroquímicos ineficaces o alterados. Esto tendrá graves consecuencias en la
mielogénesis y en los posteriores procesos de poda y muerte, afectando el normal
funcionamiento de los circuitos durante toda la vida del individuo.
➔ Lesión durante la etapa de mayor crecimiento dendrítico y establecimiento de
sinapsis (2ª semana de vida en la rata; del 2º al 8º mes de vida en el ser humano): la
capacidad de recuperación será superior al estar ya prácticamente concluida la
organización cerebral y, de hecho, esta organización cerebral será la responsable de
recuperar y compensar el daño a través de nuevas conexiones que serán funcionales. Sin
embargo, el coste de esta recuperación comportará una merma de aquellos sistemas
neurales que estén «prestando ayuda» y, en consecuencia de las funciones (especialmente
cuando las demandas de la tarea son complejas).
Pasado este período crítico de máxima plasticidad sináptica, que es variable según la función
cognitiva que nos ocupe, las lesiones dejan secuelas equivalentes a las observadas en los adultos.
Cabe destacar que, a la vez, este patrón de desarrollo cerebral estructural y funcional se produce
de forma relativamente ordenada a través de sus tres ejes: medial-lateral, dorsal-ventral y rostral-
caudal.
➔ Eje lateral medial: primero maduran las estructuras de la línea media (sistema límbico),
relacionadas con funciones emocionales y de aprendizaje (hot functions), mientras que
las estructuras más laterales, relacionadas con funciones cognitivas racionales (cold
functions), se desarrollan más tardíamente.
➔ Eje ventral-dorsal. Maduran en primer lugar las estructuras ventrales relacionadas con el
procesamiento perceptivo y semántico de los estímulos, el «qué», y posteriormente las
estructuras dorsales asociadas con el procesamiento de los estímulos dirigidos a una
acción: el «cómo» y el «dónde».
➔ Eje caudal-rostral. En primer lugar maduran las estructuras caudales, posteriores, en las
que se realiza un procesamiento concreto sobre los estímulos (cortezas sensoriales y
motoras), mientras que las estructuras rostrales maduran más tardíamente, que es donde
se va a realizar un procesamiento abstracto e integrador para regular la conducta y la
cognición, planificando, inhibiendo respuestas prepotentes y resolviendo problemas.
1. CONOCER EL MUNDO
El desarrollo sensoriomotor es el más precoz y fundamental para tomar contacto con el entorno
y permitir la maduración de otros sistemas cognitivos de mayor complejidad. Las capas más
profundas de la corteza (las capas eferentes) son las que inician los procesos de mielinización,
por lo que las conductas motoras van guiando la capacidad perceptiva en una dinámica en la que
actos motrices y percepciones se retroalimentan. El papel del cerebelo en esta etapa es
primordial, generando patrones predictivos de conductas en función de la información
sensoriomotora.
Estas primeras experiencias se caracterizan por ser dependientes del medio, es decir, los
estímulos guían las respuestas del bebé y éstas se producen de forma no deliberada, desde los
reflejos predeterminados hasta las respuestas condicionadas: el bebé no tiene capacidad para
inhibirlas. Sin embargo y de forma temprana, comienza a desarrollar las primeras funciones
ejecutivas que permiten el control voluntario sobre la conducta, es decir, la memoria de trabajo y
la inhibición de respuestas automáticas. El resultado de esta relación mutua permitirá finalmente
que el niño empiece a conseguir la autorregulación o autocontrol.
El conocimiento del entorno da lugar a que se genere un almacén semántica acerca de los objetos
y la relación entre ellos. Son los iniciales sistemas de memoria declarativa, que van
incrementando su capacidad de forma lineal durante los primeros meses de vida. Estudios con
RM funcional muestran la maduración del hipocampo y estructuras temporales mediales durante
la infancia temprana. Sin embargo, el almacenamiento de los trazos episódicos y de las memorias
detalladas depende de circuitos prefrontales que maduran principalmente durante la pubertad y la
adolescencia, permitiendo el paso de estas huellas episódicas al almacén a largo plazo. Esto se
relaciona con la amnesia infantil, característica de la primera infancia: los primeros recuerdos
episódicos que tenemos de nuestra infancia comienzan a los 3-4 años de edad, y siguen siendo
esporádicos y sin continuidad hasta casi la pubertad.
A medida que el bebé adquiere conocimiento del mundo, comenzará a designar las cosas: esto
será el inicio del lenguaje. Alrededor del 1º año de vida aparecerá la primera palabra referencial,
aunque, incluso antes del nacimiento, el planum temporale (una estructura relacionada con las
funciones receptivas del lenguaje) es mayor en el hemisferio que va a especializarse en el
lenguaje, normalmente el izquierdo. Por otro lado, la misma zona del hemisferio derecho parece
estar relacionada con una mejor capacidad de discriminar la música entre otros sonidos no
lingüísticos.
3. CONTROLAR EL MUNDO
Después de los 14 años, los lóbulos frontales siguen desarrollándose con una tasa continua hasta
aproximadamente los 30 o 40 años.
A partir del año y medio la capacidad de inhibición alcanza una mayor estabilidad. A los 8
meses surge la memoria de trabajo, con la adquisición de la permanencia del objeto. El
desarrollo de la inhibición y la memoria de trabajo posibilita la aparición de la capacidad de
imitación sobre los 9-10 meses. La autorregulación comenzará en torno a los 2 años,
coincidiendo con la emergencia del lenguaje. A partir de estas edades, el niño empieza a
organizar sus acciones de acuerdo con las instrucciones verbales del adulto y, alrededor de los 4
años, podrá hacerlo mediante autoinstrucciones.
El período de mayor desarrollo de las funciones ejecutivas se produce entre los 5 y los 8 años de
edad. Sin embargo, no se logra una ejecución adulta en planificación, fluidez verbal y
secuenciación motora hasta aproximadamente los 15 años. El desarrollo de las funciones
ejecutivas continúa hasta la juventud.
❖ BIBLIOGRAFÍA
Este tema está extraído del Tema 2: Desarrollo ontogenético del sistema nervioso central
(M. Triviño Masquen y J. Bembibre Serrano), del libro NEUROPSICOLOGÍA DEL
DESARROLLO (2017) (Arnedo, M. ; Triviño,M. ; Montes, A.; Bembibre, J.) (Editorial Médica
Panamericana, S.A.).