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Paz Total-1

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10 2022

o c t u b r e

B o g o tá D . C .

ePazintegral
Total
Guía política para participar en la elaboración del
Plan Nacional del Desarrollo
Sin lugar a dudas, en las últimas cuatro décadas, desde importantes
sectores de la sociedad colombiana hemos venido insistiendo en la ne-
cesidad de construir colectivamente y avanzar en la materialización de
un acuerdo nacional a favor de la paz, la justicia social, la democracia,
y la equidad. Fue con la Asamblea Nacional Constituyente, y el na-
cimiento de la Constitución política de 1991, específicamente en
su artículo 22, que se allanó el camino para un pacto nacional en
procura de concretar la paz, en todas sus dimensiones: social, po-
lítica, económica, militar, ambiental y cultural, así como en el área
de lo público y privado.

Lamentablemente, la posibilidad de que esta Constitución Política nos


trajera la paz en todas sus dimensiones se fue alejando cada día más,
debido fundamentalmente a la decisión de diversos colectivos de la so-
ciedad, ligados a los escenarios de poder o que pretendieron por la vía
armada el derrocamiento del Estado, de aferrarse a las violencias para
mantener privilegios y continuar acumulando riquezas o para expandir
su accionar político-militar.

En la década de los 80 del siglo XX, se entablaron diálogos bilaterales


con la entonces Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar que no llega-
ron a feliz término y, posteriormente, se adelantaron diálogos multila-
terales simultáneos con todos los grupos insurgentes de la
época, que llevaron a principios de los 90 a la reincorporación de
la mayoría de E.P.L., el M-19, el P.R.T., el Quintín Lame, las Milicias
Urbanas de Medellín, en el marco de la naciente constitución y, final-
mente en 1993, con la Corriente de Renovación Socialista - CRS, una
escisión del ELN; procesos que a pesar de las estrategias de extermino
contra excombatientes firmantes de los acuerdos, se señalan como
exitosos.
En las últimas dos décadas se avanzó en el proceso de paz parcial con
las AUC y luego en la firma del acuerdo paz con la mayoría de las
FARC-EP. En todos los procesos de implementación de acuerdos,
se ha evidenciado el incumplimiento por parte del Estado Colom-
biano y, en algunas ocasiones, por personas o sectores de los
grupos ilegales firmantes; además, esto sumado a que no se ha
avanzado en diálogos simultáneos con todos los GAO, entre otras con-
sideraciones, ha sido determinante para el surgimiento de nuevos
ciclos de violencia.

Hoy, Colombia atraviesa una de sus más profundas crisis instituciona-


les y sociales; la falta de legitimidad del estado generada a partir de las
decisiones de anteriores gobernantes y congresistas de aplicar políti-
cas económicas, ambientales y sociales injustas y violatorias de los de-
rechos fundamentales, hacen urgente la implementación holística e
integral de políticas de cambio profundas que hagan posible la
Paz.

La sociedad de la paz se expresó en las elecciones presidenciales


y de congreso de este año, derrotando en la urnas a los llamados
pacificadores y pacificadoras que, aprovechando el anhelo de la so-
ciedad de vivir en armonía, han impulsado durante decenas de años,
políticas guerreristas y privatizadoras de derechos y, bajo el manto de
la corrupción, la impunidad, las alianzas con el narcotráfico y la limita-
ción de la democracia, entregaron la nación y sus instituciones a la de-
lincuencia, promoviendo violencias, rompiendo acuerdos de paz, apro-
piándose de los bienes comunes o suprimiendo a sangre y fuego dere-
chos conquistados por la ciudadanía.

Nuestra sociedad debe seguir insistiendo, si quiere lograr el buen vivir


de todas, todos y todes, en superar las múltiples violencias que la afec-
tan y avanzar en la superación de todos los conflictos violentos que la
victimizan, abocándose sin contemplaciones ni mezquindades,
a construir la Paz Total e Integral.
PAZ TOTAL E INTEGRAL
La paz Total e Integral, deberá ser un gran pacto nacional al cual
se llegue por diversos caminos, los cuales se deben transitar
simultáneamente, guiados por varios elementos sustanciales trans-
versales: la implementación de una ambiciosa estrategia transforma-
dora, comunicativa y pedagógica que acuda a la sensibilidad y la crea-
tividad de nuestra esencia artística y cultural, para instalar la paz y la
noviolencia como camino y fin; el desarrollo desde y para los territorios,
de mecanismos participativos dialógicos con poder de decisión, para
que la democracia deliberante y participativa ahogue las violencias y se
construyan consensos a largo plazo alrededor de la equidad, la justicia
social y la justicia ambiental; la implementación de un programa urgen-
te en defensa de la vida de lideres y lideresas, las garantías políticas y
el fortalecimiento de las diferentes organizaciones sociales nacionales
y territoriales para el ejercicio de su visión y el logro de su misión y las
estrategias tendientes a garantizar el derecho a la oposición honesta,
pacífica, deliberante y democrática.

Desde la Red Nacional de Iniciativas Ciudadanas por la Paz y


contra la Guerra -REDEPAZ, consideramos que se deben empren-
der el desarrollo de cuatro escenarios o estrategias simultáneas
tendientes a superar las violencias en el ámbito territorial y nacio-
nal, para arribar a la Paz Total e Integral:

1. La paz cotidiana entre las personas que integran la sociedad,


(paz doméstica, paz social, paz inter genero) avanzando decidida-
mente hacia un buen vivir en convivencia y estableciendo variados pro-
gramas y estrategias, de las cuales citamos algunas ideas:
a. Campaña nacional y territorial de desarme ciudadano, prohi-
bición definitiva del porte y tenencia de armas, estrategia de per-
secución y desmonte de las redes de tráfico de armas y municio-
nes. Hoy se estima que más de 5.000.000 de armas de fuego ilegales
están en poder de civiles y 1.200.000 armas de fuego de propiedad del
Estado; algunas de uso privativo de las fuerzas armadas y de policía,
han sido entregadas con permiso de tenencia o porte a civiles, causan-
do la muerte de más de 13.000 personas en el año 2021, en riñas entre
vecinos, atracos, ataques de sicarios, violencia intrafamiliar, violencia
contra las mujeres y violencia contra niños, niñas y adolescente, entre
otras.
b. Reparación integral e inclusión social y económica de vícti-
mas del conflicto armado interno. El país avanzará en el cierre de
ciclos de violencia y en la sanación colectiva de manera profunda, si se
materializa la reparación integral de los más de 9 millones de víctimas
del conflicto armado interno. Esta gran parte de país dolida y dañada,
vive mayoritariamente en las periferias de las ciudades, confinados en
muchas regiones, como migrantes permanentes de ciudad en ciudad,
sin lograr una inclusión real en la sociedad, han perdido su arraigo terri-
torial y muchos de los que desean retornar a sus lugares de origen en
resguardos, territorios colectivos, pequeñas parcelas, no lo han logra-
do por la falta de voluntad política y la confrontación armada que a la
fecha no ha parado en muchas de las regiones de nuestros país. Esta
paz cotidiana pasa por la reconstrucción del tejido social, la reparación
integral a los más de 850 sujetos colectivos y devolverle la ciudadanía
plena a quienes ha sido afectados por el conflicto armado interno y hoy
están a la espera de su dignificación y reparación integral.
c. La seguridad humana como modelo para la convivencia, la in-
tegración social y el buen vivir. La seguridad humana, como paradig-
ma que integra la seguridad con la inclusión social y el bienestar, debe
ser el modelo orientador para la superación de la conflictividad social y
los diversos ciclos de violencia barrial, local, territorial y social.

En esto se reconoce la intención del gobierno actual de crear un nuevo


Ministerio de Paz, de devolver a la Policía su condición civil (sin
ESMAD) y de adelantar acciones de inclusión e integración social para
el manejo de las situaciones de riesgo y de conflictividad social; ante
esto nos adherimos y nos ponemos a disposición para materializar
diversas estrategias de convivencia, inclusión y fortalecimiento de la
democracia local y territorial para superar la visión punitiva del manejo
de la seguridad.

d. Fortalecimiento de los programas de prevención de la violen-


cia escolar; fortalecimiento de las pedagogías de cátedra de paz,
cátedra de DDHH y cátedra de historia en el aula. Hay que avanzar
hacia una cultura de paz y DDHH que involucre a las nuevas genera-
ciones y se haga sostenible como política de estado para construir una
nueva sociedad incluyente y respetuosa de las diferencias.

Las comunidades educactivas, los niños, niñas y adolescentes, deben


ser sujetos de programas intraaula y fuera de estas, que hagan posible
que se convierten en ciudadanas y ciudadanos respetusos de los dere-
chos humanos y de las diferencias, amantes de la democracia y con-
tructores de paz.
e. Programas de fortalecimiento de las capacidades ciudadanas
para transformar pacíficamente los conflictos cotidianos: hay que
fortalecer las figuras de los Jueces de paz, promover los comités de
convivencia de las JAC y los Consejos de administración de P.H., y los
equipos o comités de convivencia de las diversas organizaciones so-
ciales. Debemos retomar las campañas de fortalecimiento de cultura
ciudadana.

f. Campañas pedagógicas. El Estado debe hacer presencia y pro-


mover mediante campañas permanentes pedagógicas la promoción y
defensa de los DDHH, haciendo énfasis en los derechos de la mujer, la
población LGBTIQ+ y los derechos de los niños y las niñas. La cultura
de los Derechos Humanos garantiza el avance hacia una sociedad
más solidaria y transparente.

2. La paz de los seres humanos con el planeta y el resto de los


seres vivos que lo habitan. Esto implica la reconciliación, la justicia
social y ambiental para garantizar la sobrevivencia de nuestra especie
en armonía con el planeta. Como el gobierno, y diferentes grupos am-
bientalistas y animalistas, lo han expresado, es preciso:

a. Fortalecer los programas, las normas y las leyes que propen-


dan por la defensa del medio ambiente y el territorio ancestral, en
especial para la defensa y el cuidado de los páramos, bosques, selvas,
quebradas y ríos.

b. Avanzar en la superación progresiva de la economía basada


en la energía de carbón (hidrocarburos), prohibir la fracturación
hidráulica para extraer petróleo y revisar la estrategia de producción de
energía a partir de los grandes embalses.
c. Disminuir los impactos de la minería legal e ilegal (Oro, Rodio,
Paladio, Platino, Plata, Esmeraldas) sobre el territorio y el medio am-
biente.
d. Revisar los permisos para establecer o desarrollar macropro-
yectos de infraestructura de transporte (marítimo, aéreo y terres-
tres) que atentan contra el territorio, la vida y las culturas ancestrales.

e. Compartimos con Ustedes la urgencia de defender, proteger y


reforestar la Amazonía, sus bosques, selvas y ríos, asi como pro-
teger y garantizar la pervivencia de la cultura y de los pueblos que
la habitan.

f. Hay que erradicar la producción y tráfico de narcóticos, cam-


biando el paradigma de criminalización del cultivo de coca y los cultiva-
dores, avanzando hacia la persecución de los grandes narcotrafican-
tes, lavadores de moneda, comercializadores legales e ilegales de
insumos y precursores (maquinaria, gasolina, acetona, hornos, etc.) y,
finalmente, continuar la incidencia mundial, tendiente a la pronta legali-
zación del tráfico de cocaína.

3. La paz y el desarme entre todos los Grupos Armados Organi-


zados. Para avanzar en la salida definitiva, sostenible y estable de las
violencias generadas desde los Grupos Armados Organizados-GAO,
sean estos de carácter político o no, es preciso como ustedes lo han
propuesto, y como hace años lo está clamando el pueblo colombiano,
establecer diálogos simultáneos y separados con todos los GAO.
Con relación al inicio de conversaciones, respaldamos la búsqueda
de un cese al fuego multilateral que involucre obligatoriamente el
cese de hostilidades contra la población civil, incluyendo desde un
inicio la devolución de los menores reclutados, la liberación de todas
las personas secuestradas, el cese de las amenazas, el desplazamien-
to, el confinamiento, la extorsión, el tráfico de narcóticos, la presión y
amenazas contra el campesinado que se reúsa a la siembra de coca y
marihuana ilegal, y demás infracciones al Derecho Internacional Hu-
manitario que afectan a la población civil.

Posibilitar desde el inicio de las negociaciones la participación de


la sociedad civil a través de diálogos regionales para la paz, bus-
cando con el compromiso de la sociedad y en su beneficio, superar
condiciones socioeconómicas y políticas que reproducen la violencia
armada organizada, la renuncia a proteger, incentivar o participar en la
cadena de producción y tráfico de cocaína, la reparación integral de las
víctimas, la verdad y la no repetición de los hechos violentos. Todas
las conversaciones deberán conducir a recuperar definitivamente
el monopolio total del uso de las armas por parte del estado, sacar
las armas de la política y garantizar el derecho a la vida y la pros-
peridad.

En relación con los grupos señalados como insurgencias, es preciso


contemplar que:

a. Es de vital importancia avanzar en el restablecimiento de la


mesa de conversaciones con el grupo guerrillero Ejército de Libe-
ración Nacional-ELN, revisando los avances ya logrados con esta
guerrilla durante el gobierno del Sr. Juan Manuel Santos y establecien-
do una nueva agenda de conversaciones, que de cuenta de los cam-
bios ocurridos en el país en los últimos años.
b. Establecer prontamente una agenda de conversaciones con
el grupo guerrillero que se hace llamar FARC-EP, liderado por el Sr.
Iván Lozada. Avanzar prontamente en la agenda de conversaciones y
los acuerdos humanitarios. Esto implica el reconocimiento de la exis-
tencia de un acuerdo de paz con las mayorías de las FARC-Ep repre-
sentados en su antiguo secretariado político.

c. Adelantar las acciones necesarias, para establecer una mesa de


conversaciones con las llamadas disidencias del E.P.L. que hace
presencia principalmente en Norte de Santander y Sur de Cesar, bajo
el nombre de Frente Libardo Mora Toro.

d. Revisar las condiciones necesarias para establecer conver-


saciones con el GAO, llamado FARC-Nueva Marquetalia, liderado
por el Sr. Iván Márquez, explorando junto con los voceros de los
firmantes del acuerdo de paz, hoy partido político Comunes y otros, la
comunidad internacional garante y acompañante de los acuerdos y la
misión de verificación de la ONU, las consideraciones que permitan en-
contrar la ruta jurídica y política de dicho proceso, en el entendido que
los incumplimientos del acuerdo se han dado por las dos partes firman-
tes (estado e insurgencia).

Para avanzar con los GAO de carácter no político y neo-paramilita-


res dedicados al narcotráfico y al microtráfico, el tráfico de perso-
nas, la extorsión, el secuestro y otras expresiones criminales
tanto en zonas rurales como urbanas, consideramos de gran impor-
tancia:
a. Establecer diálogos directos con el GAO autodenominado
Autodefensas Gaitanistas de Colombia- AGC, con la participación
de la Fiscalía General de la Nación -FGN, la Defensoría del Pueblo,
el acompañamiento de procesos ciudadanos de reconocido traba-
jo por la paz y los Consejos de Paz, Reconciliación y Convivencia
Territoriales, buscando el acogimiento a la justicia, desactivar su ac-
cionar delincuencial, la reincorporación de los combatientes rurales y
urbanos, la entrega de rutas de narcotráfico (internacionales, naciona-
les y microtráfico), la entrega de cómplices y mecanismos de lavado de
activos, la superación de las condiciones políticas, sociales y económi-
cas que hacen posible la reproducción de estas expresiones armadas
y violentas.

b. Establecer diálogos directos con los llamados La Oficina, Los


Rastrojos, La Sierra, Los Chatas, Los Paisas, La Unión, Los Pa-
chely, La Cordillera, Los Triana, Los Boyacos, El Tren de Aragua,
Las Águilas Negras, Bandas dedicadas al microtráfico, el robo de
vehículos, el asalto a entidades financieras y almacenes, tráfico de
personas, prestamos gota a gota, sicariato, extorsión, secuestro
exprés y demás manifestaciones de la delincuencia organizada, y
demás estructuras delincuenciales que actúan en zonas urbanas y que
afectan la convivencia. Con la participación de la Fiscalía General
de la Nación -FGN, la Defensoría del Pueblo, el acompañamiento
de procesos ciudadanos de reconocido trabajo por la paz y los
Consejos de Paz, Reconciliación y Convivencia Territoriales, bus-
cando el acogimiento a la justicia, desactivar su accionar delincuen-
cial, la reincorporación de los combatientes rurales y urbanos, la entre-
ga de rutas de narcotráfico (internacionales, nacionales y microtráfico),
la entrega de cómplices y mecanismos de lavado de activos, la supera-
ción de las condiciones políticas, sociales y económicas que hacen po-
sible la reproducción de estas expresiones armadas y violentas.
4. La paz entre el Estado y sus constituyentes, para superar el
empobrecimiento, la esclavización, la exclusión, la discriminación, el
patriarcado, el racismo, la persecución, los asesinatos y el totalitaris-
mo.

La tarea fundamental en esta transición democrática es recuperar el


espíritu que guía la Constitución Política Nacional y retomar el
sendero de hacer realidad el Estado Social de Derecho. Garantizar
la separación de poderes, la autonomía del poder judicial, el poder
legislativo y el poder ejecutivo será una clara manifestación de querer
avanzar hacia la paz integral y la recuperación de la legitimidad perdi-
da.

Implementar integral y pertinentemente, el acuerdo de paz con las


FARC-EP, recuperar el tiempo perdido en la implementación de la
Reforma Rural Integral y la Reforma política que debe incluir en
adelante el reconocimiento y fortalecimiento de la participación
ciudadana vinculante, el respeto y promoción de la organización
social y sindical; reparar integralmente a las víctimas-sobrevivien-
tes de la violencia, haciendo énfasis en las reparaciones colecti-
vas y las garantías de norepetición; fortalecer la justicia transicio-
nal y las instituciones que la conforman son, entre otras, tareas
que se deben abordar de forma sostenida.

Renunciar a las políticas económicas ligadas al modelo neolibe-


ral, a las energías sucias y promover una economía que ponga al
centro la vida, la solidaridad y la cooperación, es una ruta que com-
partimos totalmente. Hay que volver al estado garante que reconoce la
importancia de que, sus asociados gocen plenamente de los Derechos
Humanos en toda su integralidad. Reconocer la cultura, la soberanía,
la autonomía y el gobierno propio de los pueblos étnicos, para que su
presente y su futuro esté garantizado en sus territorios.
Hay que superar la doctrina del enemigo interno que guía el accio-
nar de las Fuerzas Armadas y de Policía, y avanzar en su reestruc-
turación para hacer de estas, instituciones más humanas al servi-
cio de la vida, la garantía de derechos, la libertad, la seguridad y la
convivencia.

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