Otomi Es
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ISBN 970753024-3
OTOMÍES
Se conservan los tejidos de fajas y enredos (chincuetes), así como los de telar de
cintura, prendas que todavía usan algunas mujeres. Es generalizado el uso del
rebozo, que proviene de Tenancingo y se adquiere en los mercados regionales.
Madre e hija. Jiquipilco, Estado de México.
Fotógrafo Jorge Pascual, 2000.
Acervo personal.
OTOMÍES DEL ESTADO DE MÉXICO
OTOMÍES DEL
ESTADO DE MÉXICO
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En este trabajo retomamos la propuesta de James W. Dow, quien utiliza la palabra ñähñu
para referirse al grupo otomí. Aunque existen organizaciones indígenas, como el Consejo
de la Nacionalidad Otomí, que escriben hñätho hñähñu y también ñätho ñähño.
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otomí son: Toluca, Temoaya, Acambay, cipando de una cultura local que conserva
Jiquipilco, Morelos, Otzolotepec, Lerma, particularidades semejantes a la cultura de
Chapa de Mota, Aculco, Amanalco, Te- quienes aún hablan su lengua materna. El
mascalcingo, Huixquilucan, Xonacatlán y otomí está considerado como una lengua
Atizapán de Zaragoza. Aunque en los mu- tonal, cuyas variantes dialectales dependen
nicipios de Zinacantepec, Timilpan y Oco- de su distribución geográfica. De acuerdo
yoacac, el número de hablantes otomíes ha con la clasificación lingüística, el otomí,
disminuido, sus prácticas sociales y religio- junto con el mazahua, el pame, el ocuilte-
sas, al igual que su manera de concebir y ca, el chichimeca-jonaz y el matlatzinca,
organizar la vida en colectivo, mantienen pertenece a las lenguas otomianas, las cua-
6 un fuerte vínculo con la cultura otomiana. les a su vez pertenecen a la rama otopame
También debemos tener en cuenta que mu- de la familia otomangue.
chos habitantes de los pueblos de la región Los otomíes se nombran a sí mismos
siguen considerándose otomíes aun cuan- ñähñu, que significa “los que hablan oto-
do ya no hablan la lengua. Por otro lado, mí”. La palabra otomí es de origen náhuatl
existen municipios como Naucalpan, Eca- (singular: otomitl, plural: otomí); pasó al es-
tepec, Nezahualcóyotl y Tlalnepantla que pañol bajo las formas otomí (plural otomíes),
albergan población otomí por efectos de la othomí, otomite, othomite. Según algunos
migración. La población total de hablantes autores, otomitl provendría del náhuatl oto-
otomíes en el Estado de México supera los cac, “que camina”, y mitl, “flecha”, porque,
100 mil (véase cuadro en la p. 31). supuestamente, los otomíes, grandes ca-
Es importante señalar que aunque los zadores, caminaban cargados de flechas.
criterios de identificación lingüística han También fue usado en términos despectivos
variado, el dato lingüístico sigue resultando por los aztecas, como sinónimo de sucio y
insuficiente, en tanto deja de lado una gran flojo, pero la enorme capacidad en el traba-
cantidad de individuos que, si bien ya no jo y la creatividad que a través del tiempo
hablan la lengua indígena, continúan parti- han demostrado los pueblos ñähñu deja sin
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sentido tal definición. Recordemos que los mar—, tiene una longitud de 110 kilóme-
mexicas mantuvieron constantes campañas tros y una superficie de 4,500 kilómetros
de conquista en esta región otomí y encon- cuadrados. Es un valle estrecho y alarga-
traron una gran resistencia. Una estrategia do, orientado de sureste a noroeste, punto
para dominar a un pueblo es definirlo por por el que se comunica con El Bajío. Por 7
principio como inferior; de esta manera se los otros costados está rodeado de mon-
justifica su sometimiento. tañas, de las que descienden infinidad de
El hábitat por excelencia de los ñähñu barrancas y arroyos que desembocan en el
se encuentra en las tierras altas; sus espa- río Lerma, eje del Valle.
cios ecológicos son variados, pues los valles Esta zona abarca los valles semifríos del
se alternan con zonas boscosas y de mon- Alto Lerma —valles de Toluca y de Ixtlahua-
taña. En el Estado de México identificamos ca-Atlacomulco— y las zonas montañosas
principalmente dos regiones: el Valle de To- y de antiguas vegas inmediatas al volcán
luca y el de Ixtlahuaca, continuación del Chicnauhtécatl (Nevado de Toluca), sobre
primero, y la Sierra de las Cruces; conside- todo en sus partes este y sureste. El Alti-
radas tierras frías, ambas regiones poseen plano fértil de Toluca, ha sido siempre una
un clima subhúmedo y frío, con una esta- encrucijada de pueblos. Aquí, los otomíes
ción de lluvias de mayo a octubre. comparten territorio con mazahuas y ma-
El Valle de Toluca, la planicie más ele- tlatzincas, principalmente. Los otomíes ro-
vada de todo México —en algunos luga- dean Toluca al este y al oeste; se extienden
res alcanza 2,683 metros sobre el nivel del en toda la mitad de los llanos, uniéndose
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Vivienda y parcela después de recoger el rastrojo. Jiquipilco, Estado de México.
Fotógrafo Jorge Pascual, 2001.
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Capillero de Acazulco, llegando al santuario. Jiquipilco, Estado de México.
Fotógrafa Guadalupe Barrientos, 1998.
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bros de estos grupos visitan durante el año tos de campo, los lugares más importantes
varios santuarios, algunos de ellos locali- a los que acuden los otomíes son: el san-
zados en la cima de los cerros, configu- tuario del Señor del Cerrito (Jiquipilco); el
rando una especie de circuito ritual cuyos Cerro la Campana, el cerro de Santa Cruz
puntos específicos varían de una comuni- Ayotusco (Huixquilucan); Santa Ana Nichi
dad a otra. De esta manera, se establecen y Santa Ana —”El Divino rostro”— (Ixtl-
redes sociales en toda la región, que deli- ahuaca), Chalma y Chalmita; la Capilla (Ji-
nean un intenso flujo de hombres y mujeres quipilco) y el santuario del Señor Santiago
con prácticas culturales entretejidas por sus (Temoaya); el santuario del Señor del Lla-
respectivos calendarios rituales. nito en Tlalpujahua (Michoacán), Valle de
Los lugares que conforman estos circui- Bravo, Los Remedios (Naucalpan) y la tra-
tos rituales pueden variar, dependiendo de dicional Villa de Guadalupe. Las visitas se
cada comunidad. De acuerdo con los da- pueden organizar en el ámbito de cada fa-
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Santuario del Señor del Cerrito. Jiquipilco, Estado de México.
Fotógrafo Jorge Pascual, 2001.
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uno o más de ellos, los capilleros realizan sión de un nuevo miembro debe ser san-
una serie de visitas a diversos lugares sa- cionada por uno o más de los integrantes,
grados, entre los cuales los cerros tienen en complejos rituales que implican la visita
un papel preponderante. La información de varios lugares sagrados. Los capilleros
obtenida a través de entrevistas directas son también trabajadores “del tiempo”; en
con algunos de ellos revela que su activi- otros lugares se les conoce como granice-
dad ritual proviene de una tradición here- ros o tiemperos.
dada de sus padres o parientes cercanos,
o que su tarea de curar les ha sido “reve- LAS OFRENDAS RECÍPROCAS
lada” en sueños. Parte importante de este Las prácticas ceremoniales de los ñähñu
poder de sanación radica en la visita a los están orientadas por sus concepciones
santuarios. Estos especialistas rituales per- acerca del mundo natural y sobrenatural,
tenecen a una asociación, donde la admi- las cuales también se expresan en la vida
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social del grupo. Históricamente, los indí- otomíes, estos lugares sagrados son “los da-
genas de esta región han otorgado a los ce- dores”, los que proporcionan las lluvias, la
rros un lugar central en muchos aspectos energía y el sustento, razón por la que se
de su vida, y como ya vimos, han ubicado les relaciona con la fertilidad agrícola, la
lugares de culto en su cumbre. Los víncu- salud y el bienestar en general. Esta capa-
los sociales se trasladan y se reproducen cidad creadora de los santuarios y de las
en el paisaje; es decir, hay una idea muy divinidades que habitan en ellos afecta a
generalizada de que los cerros están em- los productos de la tierra, y a la lluvia, cu-
parentados entre sí, lo mismo que las en- ya petición hacen los peregrinos en deter-
tidades veneradas en ellos. Por ejemplo, minadas fechas. Pero así como los santua-
la gente dice que el Señor del Cerrito y el rios y sus divinidades dispensan “fuerza”
Señor de Chalma son hermanos, al igual al maíz y a los demás frutos, también la
que el Cerrito Santa Cruz Tepexpan, el Ce- otorgan a los hombres y mujeres que acu-
rro la Campana y el Cerro de Santa Cruz den a ellos.
de Ayotusco. Los peregrinos establecen una relación
Además, en los numerosos relatos se de reciprocidad con las divinidades a las que
20 concibe a los cerros y los grandes peñas- alimentan a través de ofrendas de fruta, flo-
cos como sitios repletos de riqueza; en res, pan, danza, música y “esfuerzo”, es de-
estas narraciones se afirma que se abren cir, energía, fuerza. La peregrinación es la
el 1 o el 3 de mayo, y que quien penetra ofrenda en reciprocidad al vigor y al susten-
en ellos pierde la noción del tiempo. Del to que de ellos reciben, pues para los oto-
Cerrito Tepexpan (Jiquipilco), la gente di- míes la tierra y su paisaje son entidades vi-
ce que “los antepasados” contaban que el vas. Esta noción de reciprocidad se expresa
2 de mayo, cuando se abría, podía verse en las relaciones rituales con las divinida-
un mundo lleno de riquezas, y que quien des y también en las relaciones sociales.
entraba y no salía a tiempo se quedaba Los vínculos de ayuda que se establecen
encerrado durante muchos años. Para los tanto en las fiestas de los santos patronos
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comprende los valles semifríos del Alto Ler- área, llevada a cabo en varias etapas de
ma (Toluca-Ixtlahuaca-Atlacomulco) y las conquista y sometimiento. Estas campañas,
zonas de vegas inmediatas al volcán Xinan- realizadas en distintos años por diferentes
técatl, que se encuentran hacia el oeste, es- gobernantes tenochcas, deben verse como
te y sur. La región central del Valle, por lo continuas pacificaciones de algunos seño-
fértil de su suelo y la abundancia de agua, ríos rebeldes. Las consecuencias de este
fue propicia para el cultivo del maíz, huautli proceso de conquista y sometimiento fue-
y frijol. Antes de la invasión europea, en el ron el éxodo ñähñu hacia la zona de in-
Valle de Matlatzinco existía un intrincado fluencia tarasca y el repoblamiento nahua
panorama cultural y lingüístico, que presu- por parte de la Triple Alianza; una vez dis-
ponía migraciones constantes de diferen- tribuida la tierra conquistada, se fundaron
tes poblaciones indígenas. Fue un área de ahí varias colonias con migrantes prove-
poblamiento tradicionalmente dominada por nientes de la Cuenca de México.
grupos otomianos; con la conquista mexica, Después de la invasión española, los
el náhuatl se agregó a este complejo pano- antiguos señoríos del Valle de Toluca fue-
rama, generalizándose en la zona. ron reconstituidos territorialmente y organi-
24 La religión de los ñähñu giraba alrede- zados en lo que los conquistadores llama-
dor de la adoración de sus dioses patro- ron “pueblos de indios”. La recuperación
nos. Cada divinidad simbolizaba un oficio de estos espacios les aseguró a los pue-
o fuerza natural y cada pueblo tenía un blos otomianos mejores condiciones para
dios patrón que se identificaba con un an- su existencia. No obstante, a partir de ese
tepasado. A muchos de estos dioses se les momento enfrentarían el continuo asedio y
rendía culto en la cumbre de los cerros. En disputa de estos espacios, en tanto territorio
particular, el culto al fuego estaba muy ex- y recursos naturales, por parte de los colo-
tendido en toda el área otomiana. Otonte- nos españoles y las autoridades virreinales.
cuhtli o Xócotl, Señor de los otomíes, era El periodo colonial se caracterizaría para los
considerado el dios del Fuego. otomíes como una continua lucha por con-
El Valle de Matlatzinco aparecía ante servar y recuperar sus tierras. Entre otras es-
los ojos de los tenochcas como un inmen- trategias, pueden mencionarse: primero, el
so granero regado por el río Chignahuaten- no aceptar las reubicaciones que las auto-
co —hoy Lerma—, cuyas aguas otorgaban ridades virreinales trataban de imponerles,
una enorme fertilidad. A partir de 1470, ini- y segundo, conforme la sociedad colonial
cian los tenochcas la conquista militar del fue imponiendo sus leyes e instituciones
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más éxito en la preservación de su patri- dos a abandonar sus tierras y migrar a los
monio agrario que los indígenas de otros centros urbanos.
lugares del país. Muestra de ello es la im-
portancia que hasta la fecha tiene el ejido MOVIMIENTOS DE RESISTENCIA E
en el manejo de los recursos naturales de IDENTIDAD ÉTNICA
los pueblos. Como ya vimos, los pueblos otomíes han
En 1930 se establecieron fábricas en vivido en una constante lucha por la pre-
Cuautitlán y en Villa Cuauhtémoc. Sin servación de sus espacios vitales. Es a par-
embargo, de 1910 a 1930 el desarrollo in- tir de la década de los setenta cuando los
dustrial en todo el Estado de México se movimientos abiertamente políticos empie-
mantuvo en un perfil bajo. No es sino en zan a consolidarse a través de encuentros y
1940 y 1950 cuando se inicia el moderno alianzas de organizaciones ñähñu, primero
proceso de desarrollo urbano e industrial con grupos de tradición otomiana (maza-
en la entidad. En 1940, como ya vimos, se huas y matlatzincas) y después con otras
establece el Corredor Industrial Lerma-To- comunidades indígenas. En 1977, represen-
luca. Y el crecimiento de la zona es tan rá- tantes de distintos pueblos firman el Pac-
26 pido que entre este año y 1970, la produc- to de Matlatzinca, donde expresan: “No-
ción industrial del Estado de México llegó a sotros: matlatzincas, otomíes, mazahuas
ocupar el segundo lugar en la República, a y tlahuicas, habitantes milenarios de esta
la vez que éste constituía, junto con el Dis- tierra que ahora forma parte del Estado de
trito Federal, el complejo económico más México, nos comprometemos a estar uni-
importante del Valle de México. Tanto el dos en la lucha por el respeto a nuestra
incremento de la planta industrial como identidad.”
el demográfico ha implicado la pérdida de Se pronuncian, además, por la devolu-
las mejores tierras —producto de la oleada ción de sus tierras, por el reconocimiento
de inmigrantes—, debido a que se ha orien- y respeto de sus autoridades tradicionales,
tado al área plana del vaso lacustre. Lo an- por la defensa de sus recursos naturales
terior ha ocasionado una disminución de frente a la industrialización anárquica, por
la superficie cultivable de la llanura y una el reconocimiento de las lenguas indígenas,
pulverización de las parcelas ejidales; es- en suma, por la autodeterminación de los
ta situación ha agravado las circunstancias pueblos indígenas dentro del contexto de la
de sobrevivencia de los campesinos, quie- nación mexicana. Como un logro del grupo
nes, en muchos casos, se han visto obliga- del Pacto de Matlatzinca, en 1980 se cons-
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Viviendas 52 239
Notas
1
Se refiere a la población en hogares en donde el jefe, el cónyuge o algún ascendente declaró ser hablante de lengua
otomí.
2
Incluye hablantes de otomí y de otras lenguas indígenas de 5 años y más.
3
La diferencia entre la población ocupada y aquella en actividades agropecuarias está distribuida en otras actividades
económicas.
4
La diferencia entre la población ocupada y aquella sin ingresos está distribuida en otros rangos de ingresos.
Fuente: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas / Programa de las Naciones Unidas para el Desa-
rrollo, “Sistema Nacional de Indicadores sobre la Población Indígena de México”, 2002, con base en XII Censo General
de Población y Vivienda, México, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 2000.
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