Los Hombre de La Comunidad de Qumrán
Los Hombre de La Comunidad de Qumrán
Los Hombre de La Comunidad de Qumrán
CONTENIDO
COLECCIÓN ESTRUCTURAS Y PROCESOS Serie Religión
© Florentino García Martínez Julio Trebolle Barrera, 1993
© Editorial Trotta, S.A., 1993
Altamirano, 34 - 28008 Madrid
Teléfono: 549 14 43
Fax: 549 lo 15
Diseño Joaquín Gallego
ISBN: 84-87699-85-5 Depósito Legal: VA-686/93
Impresión
Simancas Ediciones, S.A. Pol.
Ind. San Cristóbal
C/ Estaño, parcela 152
47012 Valladolid
Presentación............................................................................................ 9
I. LOS HOMBRES DE LA COMUNIDAD DE QUMRÁN
Los manuscritos del Mar Muerto: Florentino García Martínez............... 13
Los descubrimientos de Qumrán, sin ánimo de escándalo: Julio Trebolle
Barrera.............................................................................................. 31
Los hombres del Mar Muerto: Florentino García Martínez.................... 45 Los
esenios de Qumrán, ente el dominio de la ley y la huida apocalíptica:
Julio Trebolle Barrera ...................................................................... 63
Orígenes del movimiento esenio y de la secta qumránica: Florentino García
Martínez...................................................................................... 91
II. BIBLIA, PUREZA, ESPERANZA MESIÁNICA
Biblia e interpretación bíblica en Qumrán: Julio Trebolle Barrera............. 121
Las fronteras de lo bíblico: Florentino García Martínez.......................... 145 El
problema de la pureza: la solución qumránica: Florentino García
Martínez.................................................................................................. 165
Esperanzas mesiánicas en los escritos de Qumrán: Florentino García Mar-
tínez.................................................................................................. 187
III. QUMRÁN Y LOS ORÍGENES DEL CRISTIANISMO
Los manuscritos de Qumrán, Jesucristo y los orígenes del cristianismo:
Florentino García Martínez............................................................... 225
Los textos de Qumrán y el Nuevo Testamento: Julio Trebolle Barrera.... 237 La reprensión fraterna en Qumrán y
en Mt 18, 15-17: Florentino García
Martínez........................................................................................... 257
fndice de textos de Qumrán citad PRESENTACIÓN
(•manuscritos del Mar Muerto han podido ser conocidos en su totali-|tn fechas muy recientes. En
efecto, la publicación en microfichas de I los fragmentos de manuscritos hallados en las cuevas de
Qumrán y IS cuevas de las orillas del Mar Muerto ha visto la luz hace tan sólo l meses. El lector
español dispone, en su lengua y publicado por esta Editorial, I versión más actual y completa de
las existentes hoy en las diversas i modernas de los textos de Qumrán 1. En ella se recoge la
totalidad documentos dados a conocer recientemente, incluso de aquellos I de los que apenas se
conservan algunas palabras y letras sueltas.
interpretación de estos textos es sumamente compleja, debido t todo al número ingente de
fragmentos encontrados y al pésimo es-i de conservación de muchos de los mismos. A ello se añade
la nece-I de relacionar los nuevos textos conocidos con cuerpos muy vastos tritura helenística, judía
y cristiana, con los que se producen infi-I cruces e interferencias.
fÜIM vez descifrados y traducidos los nuevos textos y muy avanzadas I grandes líneas de
interpretación de los mismos, el lector interesado aner de una información sólida y completa sobre
el contenido de manuscritos tendrá a su disposición próximamente una Introduc-loi textos de
Qumrán, cuya redacción ultima Florentino García ti. Esta obra se convertirá sin duda en un libro de
referencia idl tanto para los investigadores de los manuscritos como para el culto interesado en
conocer las aportaciones científicas de los
Ipnwv*
libro ofrece una colección de trabajos de carácter y contenido muy variado, que proporcionan una
información completa y actual acerca del contenido de la literatura, la estructura social y concepciones
religiosas de la comunidad qumránica.
Una serie de artículos ofrece la información básica que interesa al lector que ha leído titulares en los
grandes medios de comunicación que suscitan cuestiones como las siguientes: ¿ha habido retrasos
injustificados en la edición de los manuscritos?, ¿se han encontrado textos que cuestionan la forma
«canónica» de la Biblia?, ¿es cierto que el cristianismo era en un principio una forma de esenismo?, ¿qué
se sabe de los esenios y de otros grupos judíos y cristianos de la época?, ¿es cierto que los textos de
Qumrán ponen en cuestión aspectos sustanciales de la tradición judía y cristiana?, etc.
Otro bloque de artículos pretende introducir al lector en la cocina de la investigación sobre Qumrán.
Junto al plato cocinado se acompaña la receta de cocina. Versan estos trabajos sobre algunas de las
cuestiones más actuales y debatidas del estudio sobre los textos de Qumrán: los orígenes del movimiento
esenio y de la secta qumránica, las fronteras entre lo bíblico y lo extracanónico, las líneas de
demarcación entre lo puro y lo impuro, las esperanzas mesiánicas del grupo qumránico, y un ejemplo,
entre otros muchos posibles, de coincidencia muy llamativa entre un texto de Qumrán y otro del Nuevo
Testamento, con diferencias entre ambos no menos significativas.
Los trabajos aquí reunidos y que integran los diferentes capítulos de la presente obra vieron
originalmente la luz en diversas publicaciones científicas recientes y tres de ellos han sido redactados
expresamente para esta edición.
I. LOS HOMBRES DE LA COMUNIDAD DE QUMRÁN
Madrid, septiembre de 1993
Los EDITORES
10
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I
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
significado para él. Esos signos tampoco tenían un gran significado para Khalil Iskander, mejor conocido
como Kando, el comerciante de Belén en cuya tienda se aprovisionaban los beduinos Ta'amireh y que
también era carpintero y zapatero remendón. Aunque las pieles eran más bien frágiles y se hallaban en
tan mal estado que no podían emplearse para remiendos, al menos podrían producir algún beneficio,
puesto que parecían antiguas. Kando se quedó con los primeros rollos, y a su tienda fue igualmente a
parar parte del resultado de una segunda visita de los beduinos a la Cueva a mediados de 1947. En total,
Kando recuperó así cuatro de los rollos encontrados. Otros tres terminaron en manos de Faidi Salahi, un
anticuario de Belén2.
A finales de 1947, en los mismos días del nacimiento del Estado de Israel, Salahi consiguió entrar en
contacto el profesor E. L. Sukenik de la Universidad Hebrea de Jerusalén a pesar de las dificultades de
comunicación entre las zonas árabe y judía. Sukenik reconoció inmediatamente la antigüedad y el interés
de los tres manuscritos en poder de Salahi [la Regla de la Guerra (1QM), el rollo de los Himnos (1QH) y
una copia fragmentaria del texto de Isaías (lQIsab)] y consiguió adquirirlos para la Biblioteca de la
Universidad3.
Kando era un cristiano sirio y, después de un cierto tiempo, decidió consultar a los miembros más sabios
de su comunidad, los monjes del monasterio sirio de San Marcos de Jerusalén, a los que finalmente
vendió los cuatro rollos en su poder [una copia completa de Isaías (IQIsa"), la Regla de la Comunidad
(1QS), el Pesher de Habacuc (IQpHab) y el Génesis apócrifo (IQapGen)]. El superior del convento,
archimandrita Atanasio Yeshue Samuel, emprendió entonces una serie de consultas destinadas a
determinar el contenido de los manuscritos y su antigüedad. De una forma o de otra, representantes de la
Biblioteca de la Universidad Hebrea y de «L'École Biblique et Archéologique Franc,aise» pudieron
observar los manuscritos en el Monasterio de San Marcos, y el mismo Sukenik tuvo ocasión de
examinarlos, pero o no reconocieron el valor de los textos o sus intentos por comprarlos fracasaron 4. En
febrero de 1948 un emisario del archimandrita Samuel llevó los cuatro manuscritos a la «American
Schools of Oriental Research», donde fueron examinados por J. C. Trever, quien enseguida se convenció
de su importancia y de su antigüedad y consiguió el permiso para fotografiar íntegramente tres de ellos
con vistas a su publicación5. Los originales fue-
2. El lector dispone en castellano de una buena presentación de la historia de los descubrimientos en la obra de A. González Lamadrid, Los
descubrimientos del Mar Muerto, Madrid, 1971.
3. Sukenik, como los demás protagonistas de esta historia, nos ha transmitido su propia versión de los hechos en la introducción a su The Dead
Sea Scrolls of the Hebrew University, Jerusalem, 1955, 13-17, obra que contiene la publicación oficial de los tres manuscritos adquiridos.
4. A. Y. Samuel, Treasure of Qumran. My Story of the Dead Sea Scrolls, London, 1968,141-201.
5. También J. C. Trevers ha publicado su versión de los acontecimientos en The Dead Sea Scrolls. A Personal Account, Grand Rapids, 1977, una
versión corregida y aumentada de su The Untold Story of Qumran, publicada en 1965. Los tres manuscritos fueron publicados por M.
Burrows, J. C. Trever y W. H. Brownlee, The Dead Sea Scrolls of St. Mark Monastery, Volume I, New Haven, 1950
14
LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO
ron inmediatamente trasladados a Estados Unidos, donde el archimandrita Samuel esperaba encontrar un
comprador dispuesto a pagar por ellos el precio deseado. Esto sólo sucederá mucho más tarde, en 1954,
cuando el hijo del profesor Sukenik, Y. Yadin, con la ayuda de un intermediario, conseguirá comprarlos
para el Estado de Israel y trasladarlos a la Universidad Hebrea 6.
Mientras tanto la escena palestina había cambiado completamente. En mayo de 1948 había terminado el
mandato británico y comenzado la guerra que terminaría dividiendo el país en dos mitades. El resto de la
historia se desarrollará en el sector jordano del país.
En abril de 1948 aparecieron las primeras informaciones en la prensa, tanto sobre los manuscritos
estudiados por los miembros de la American School como sobre los manuscritos en posesión de la
Universidad Hebrea7. Y con la aparición de estas primeras informaciones comenzó la actividad frenética
de búsqueda y de recuperación de los materiales que terminarán por formar las distintas colecciones
conocidas como «los manuscritos del Mar Muerto». -" ,,
El pastor Adh-Dibh había desencadenado, sin saberlo, la búsqueda y la recuperación de un tesoro aún
mayor que los descritos en Las mil y una noches.
La importancia de los primeros textos (y su consiguiente valor monetario) estimularon la búsqueda de
nuevos manuscritos. Kando primero, los monjes sirios después y, finalmente, un equipo arqueológico
del Departamento de Antigüedades jordano (en 1949) excavaron la Cueva 1 recogiendo cada uno una
parte del botín8. La cueva había contenido más de setenta manuscritos, aunque de la gran mayoría sólo
mínimos restos han sido recuperados. Los hallados por los arqueólogos se encontraban en manos seguras
en el Museo Arqueológico Palestino, pero había que recuperar el resto. Y en este proceso Kando se
transformará en el intermediario indispensable por cuyas manos pasarán la mayoría de los manuscritos
que serán adquiridos por el Museo cada vez a un precio más elevado.
El descubrimiento de la Cueva 1, su excavación y la recuperación de los manuscritos allí encontrados no
forma el final de la epopeya de los manuscritos del Mar Muerto, sino sólo su comienzo. En 1952 los be-
(IQIsa" y IQpHab), y Volume II, New Haven, 1951 (1QS). El archimandrita no autorizó la apertura del cuarto manuscrito, que se hallaba en muy
mal estado, por lo que su publicación parcial sólo se realizó posteriormente.
6. Y. Yadin, The Message of the Scrolls, London, 1957. La edición oficial de los tres primeros manuscritos, perparada por E. L. Sukenik,
apareció después de su muerte: The Dead Sea Scrolls of the Hebrew University, Jerusalem, 1955; IQapGen fue posteriormente publicado por
N.
Avigad y Y. Yadin, A Génesis Apocryphon. A Scroll from the Wilderness ofjudaea, Jerusalem, 1956.
7. En las revistas Bulletin of the American Schools of Oriental Research y The Biblical Archaeo-logist de los años 1948 y 1949.
8. Los resultados de la excavación fueron publicados como parte primera del volumen que contenía la publicación de los fragmentos recuperados
o adquiridos: Discoveries in the ¡udaean Desert 1: Qumran Cave 1, Oxford, 1955.
15
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
duinos Ta'amireh descubren la Cueva 2 en las cercanías de la primera ' cueva. Para averiguar si otras
cuevas de la misma zona habían servido también de depósito de manuscritos, fue organizada una
operación arqueológica en gran escala, con intervención de la Legión Árabe jordana, que exploró todas
las cuevas de la región. Los arqueólogos encontraron así la Cueva 3, y posteriormente las Cuevas 5, 7, 8,
9 y 10, que contenían restos de manuscritos9, así como muchas otras cuevas con cerámica y otras trazas
de habitación humana. Pero los beduinos Ta'amireh consiguieron ser más rápidos y más hábiles que los
arqueólogos. En el verano de 1952, durante las excavaciones de las ruinas de Qumrán en las que habían
sido empleados como peones, y a un tiro de piedra del campamento de los arqueólogos, consiguieron
vaciar en una noche gran parte del contenido de la Cueva 4. Aunque el equipo de arqueólogos, a la
mañana siguiente, consiguió aún encontrar en la Cueva restos de más de 100 manuscritos, miles y miles
de fragmentos provenientes de más de otros 400 manuscritos habían sido ya «excavados» por los
beduinos y transportados a lugar seguro. Ellos mismos encontrarían poco después la Cueva 6, y en 1956
la última de la Cuevas con manuscritos, la Cueva 11, en la que, como en la Cueva 1, se hallaban
depositados un gran número de manuscritos completos y en buen estado de conservación.
Poco a poco todo estos textos fueron apareciendo y pudieron ser adquiridos por el Museo Arqueológico
Palestino. Pero ante la avalancha de materiales los fondos del Museo se agotaron rápidamente, lo mismo
que las aportaciones del gobierno jordano, por lo que el Museo se vio obligado a recurrir a la ayuda
internacional para conseguir comprar los manuscritos que continuaban siéndole ofrecidos cada vez en
mayor número. Como contrapartida por la aportación económica, distintas instancias internacionales
(como la Real Academia de Ciencias Holandesa) adquirieron-el derecho exclusivo de estudiar y de
publicar una parte de los hallazgos proporcional a la ayuda aportada para adquirir los manuscritos. Al
mismo tiempo, el padre R. de Vaux, director de la Ecole Bi-blique y de las excavaciones de Qumrán,
organizó un equipo internacional e interconfesional para realizar la ingente tarea de clasificar los miles
de fragmentos, recomponer los manuscritos de los que procedían y prepararlos para su publicación,
equipo en el que se integraron los representantes de las distintas instituciones que habían contribuido a la
adquisición de los manuscritos, tanto los procedentes de las distintas cuevas de la región de Qumrán
como los encontrados en otros lugares del desierto de Judá.
Qumrán, en efecto, no es el único sitio en el que en esos años fueron hallados manuscritos antiguos. Los
beduinos Ta'amireh no se han sentido nunca limitados por las fronteras políticas que cortaban en dos sus
te-
9. Todos los materiales encontrados en estas cuevas, designadas como «cuevas menores», fueron publicados M. Baillet, J. T. Milik y R. de Vaux
en Discoveries in the Juanean Desert of Jordán III: Les «Petites» Grottes de Qumrán, Oxford, 1962.
16
LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO
rritorios ancestrales, y a pesar de los controles del ejército jordano y del ejército israelí continuaron
explorando las gargantas rocosas de ambos lados de la frontera. Su tenacidad y su paciencia serían
recompensadas con los ricos hallazgos de las cuevas del Wady Murabba'at, en el sector jordano, y del
Nahal Hever, en el sector israelí, que contenían impresionantes testimonios de la época de la segunda
revuelta contra Roma capitaneada por Bar Kokba en los años 132-135 del siglo primero. El conjunto de
estas distintas colecciones de manuscritos es lo que se designa habitualmente como «manuscritos del
Mar Muerto». Pero, puesto que todos estos otros hallazgos provienen de un período posterior en un par
de siglos a la época en la que fueros escritos los manuscritos encontrados en las cuevas de los
alrededores de las ruinas de Qumrán, es preferible separar estos textos de la colección que aquí nos
ocupa, la formada por los manuscritos hallados en esas cuevas y conocidos como los «manuscritos de
Qumrán» 10.
II. EL MAS IMPORTANTE DESCUBRIMIENTO DE MANUSCRITOS DE LOS TIEMPOS MODERNOS
La riqueza y la variedad de los materiales que forman la colección de los manuscritos de Qumrán sólo
podrá ser debidamente apreciada cuando todos ellos hayan sido publicados. Pero ya desde la publicación
de los primeros textos procedentes de la Cueva 1 se vio claramente que estos materiales nos ofrecían
algo muy distinto de los otros grandes hallazgos de manuscritos con los que nuestro siglo ha sido
agraciado, ya que su contenido los relacionaba directamente con el libro que más profundamente ha
marcado la experiencia religiosa occidental, la Biblia. •—
Los primeros textos publicados eran una copia casi completa del libro de Isaías, un comentario del libro
de Habacuc, y una colección de las normas que regulaban la vida de una comunidad religiosa que
pretendía vivir de acuerdo con todas las prescripciones del texto bíblico. Las publicaciones posteriores
ampliarían y diversificarían los materiales, pero manteniéndose siempre dentro de los parámetros de la
literatura religiosa, bíblica o para-bíblica, que los primeros textos presagiaban. En total, más de 800
manuscritos han sido recuperados. La cuarta parte de ellos consiste en copias de los diversos libros del
Antiguo Testamento, más o menos completas y más o menos diferentes del texto conocido, con la sola
excepción del libro de Ester, del que no se ha encontrado ningún fragmento. Los otros 600 manuscritos
representan una buena selección de la literatura religiosa de la época. Hay numerosas composiciones
apócrifas, muy parecidas en cuanto al estilo y al contenido a los libros del Antiguo Testamento, pero que
no consiguieron entrar dentro del canon
10. El lector puede encontrar una breve descripción de cada una de estas colecciones de manuscritos y de lu publicación en la «Introducción» a
Textos de Qumrán, Trotta, Madrid, 41993,17-21.
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FLORENTINO GARCLOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTOÍA MARTÍNEZ
de la Biblia. Algunas de ellas, como los Libros de Enoc o el Libro de los j Jubileos, nos eran
conocidas por habernos sido transmitidas (en traducción) por alguna de las posteriores Iglesias
cristianas. Otras muchas más / eran antes completamente desconocidas. Entre ellas encontramos todos
los géneros literarios que aparecen en los distintos libros del Antiguo Testamento: obras narrativas que
recuentan la historia santa, composiciones poéticas e hímnicas, obras sapienciales, historietas
edificantes, composiciones litúrgicas, diversos apocalipsis, etc. Más curiosas e inte- x resantes aún
resultan toda una serie de composiciones que reflejan el pen- ) samiento, las polémicas, la
interpretación bíblica, la práctica religiosa, la -^ organización social y la forma de vida de un grupo (o de
varios grupos) judío que se sitúa aparentemente al margen del judaismo oficial, y que nos proporcionan
una visión del judaismo muy distinta de la que conocíamos a través de los escritos rabínicos posteriores
u.
Además, todos estos textos, que habían sido escritos y conservados en el país mismo de la Biblia,
llegaban directamente hasta nosotros desde su escondite en el desierto. Se hallaban, pues,
completamente libres de toda intervención posterior, tanto de la intervención de la censura ra-bínica (que
destruyó toda la literatura religiosa judía anterior que no se acomodaba a la nueva ortodoxia), como de la
censura cristiana (que había incorporado y conservado algunas de las obras ahora recuperadas, pero
adaptándolas a sus propias necesidades).
El estudio paleográfico primero, y el análisis mediante el carbono 14 después, establecieron rápidamente
que todos los manuscritos habían sido copiados entre el siglo m a.C. y la primera mitad del siglo i d.C 12.
Las excavaciones arqueológicas de las distintas cuevas y de las ruinas de Qumrán 13 dejaron igualmente
claro que todos los manuscritos habían sido depositados en las cuevas antes de la destrucción ocasionada
por el ejército romano durante la primera guerra judía contra Roma en los años 66-74 del siglo I. Todos
los textos, pues, provenían de un período especialmente importante en la evolución y en el desarrollo de
las ideas religiosas, un período anterior a la canonización definitiva del texto de la Biblia hebrea, y
anterior sobre todo a la formación del judaismo rabínico y al nacimiento del cristianismo. El
escepticismo inicial ante lo improbable de un tal descubrimiento
11. El lector puede encontrar una descripción brevísima de cada uno de los manuscritos hallados, así como de su eventual publicación en la
«Lista de los manuscritos de Qumrán», incluida en Textos de Qumrán, cit., 483-518.
12. Si podía quedar alguna duda después de los análisis realizados mediante el método de data-ción del carbono 14 en los años cincuenta, debido
al margen de error existente y al hecho de que se había aplicado sobre tejidos y leña y no directamente sobre los mansucritos para no
destruirlos, estas dudas han sido totalmente disipadas mediante los nuevos análisis realizados en 1990 directamente sobre los manuscritos,
gracias al empleo de una nueva técnica que reduce enormemente la cantidad de material necesario para el análisis. La datación del carbono
14 de los textos sometidos al análisis concuerda completamente con la datación paleográfica propuesta, ver G. Bonani, M. Broshi, I. Carmi,
S. Ivy, J. Strugnell, W.
Wólfi, «Radiocarbon Dating of the Dead Sea Scrolls»; 'Atiquot 20 (1991), 27-32.
13. Publicadas por R. de Vaux, Archaeology and the Dead Sea Scrolls, London, 1979.
dio rápidamente paso a las mayores expectativas. Puesto que los manuscritos bíblicos recuperados eran
anteriores a la canonización de la Biblia hebrea, el estudio de las diferencias que presentan con el texto
oficial permitiría comprender el proceso de formación de los distintos libros y la progresiva fijación del
texto sagrado. Puesto que se trataba de textos conservados en su lengua original (en hebreo y en arameo,
y algunos pocos en griego), su estudio permitiría colmar las grandes lagunas de nuestro conocimiento
del hebreo y del arameo, tal y como eran escritos y hablados en Palestina durante la época helenística y
romana. Puesto que se trataba de textos religiosos provenientes directamente de un grupo judío, su
análisis nos permitiría comprender cómo era en realidad el mundo judío anterior a la gran catástrofe del
año 70. Y puesto que ese grupo había sido coetáneo con el nacimiento del grupo cristiano, sus textos
prometían proporcionarnos un punto de observación privilegiado para comprender la génesis del
cristianismo dentro del judaismo de la época. En palabras de un gran especialista, los manuscritos de
Qumrán eran «un sueño hecho realidad» 14. III. ¿BIBLIOTECA O CENIZA?
El clima extremadamente seco y la temperatura constante dentro de las cuevas habían conseguido
preservar parte de este tesoro durante dos mil años. Pero ¿de dónde provenían todos estos manuscritos?
La pregunta es todo menos ociosa, si se piensa en los costes y en la escasez de los rollos manuscritos en
aquella época, y en las dimensiones de otras colecciones de textos coetáneas.
Nada tiene de extraño que la primera interpretación propuesta para responder a este interrogante
recurriera a un hecho bien conocido en la tradición judía posterior: la existencia de «genizas» en las que
los libros sagrados inservibles son abandonados a una destrucción natural sin intervención humana. El
ejemplo de la geniza de la sinagoga de El Cairo, en la que S. Schechter, a comienzos de este siglo,
recuperó una gran cantidad de manuscritos que han transformado nuestro conocimiento del judaismo
medieval, parecía proporcionar un buen precedente. Pero, independientemente de que la existencia de
genizas en una época tan antigua no está atestiguada, el cuidado con el que algunos de los manuscritos
habían sido depositados (envueltos en telas y colocados en grandes vasijas) no permite pensar que
habían sido depositados en las cuevas para que se consumieran naturalmente, y la inaccesibilidad del
sitio, en pleno desierto, hace difícil imaginar que nadie se tomara el esfuerzo de transportar los rollos allí
para que fueran destruidos por el tiempo. Las cuevas de Qumrán no son genizas como la de la sinagoga
del viejo El Cairo.
Tampoco son el depósito de las diferentes bibliotecas de Jerusalén, es-
14. C¡. Vermes, The Dead Sea Scrolls. Qumrán in Perspecüve, London, 1977, 10.
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de la Biblia. Algunas de ellas, como los Libros de Enoc o el Libro de los j Jubileos, nos eran
conocidas por habernos sido transmitidas (en traducción) por alguna de las posteriores Iglesias
cristianas. Otras muchas más / eran antes completamente desconocidas. Entre ellas encontramos todos
los géneros literarios que aparecen en los distintos libros del Antiguo Testamento: obras narrativas que
recuentan la historia santa, composiciones poéticas e hímnicas, obras sapienciales, historietas
edificantes, composiciones litúrgicas, diversos apocalipsis, etc. Más curiosas e inte- x resantes aún
resultan toda una serie de composiciones que reflejan el pen- ) samiento, las polémicas, la
interpretación bíblica, la práctica religiosa, la -^ organización social y la forma de vida de un grupo (o de
varios grupos) judío que se sitúa aparentemente al margen del judaismo oficial, y que nos proporcionan
una visión del judaismo muy distinta de la que conocíamos a través de los escritos rabínicos posteriores
u.
Además, todos estos textos, que habían sido escritos y conservados en el país mismo de la Biblia,
llegaban directamente hasta nosotros desde su escondite en el desierto. Se hallaban, pues,
completamente libres de toda intervención posterior, tanto de la intervención de la censura ra-bínica (que
destruyó toda la literatura religiosa judía anterior que no se acomodaba a la nueva ortodoxia), como de la
censura cristiana (que había incorporado y conservado algunas de las obras ahora recuperadas, pero
adaptándolas a sus propias necesidades).
El estudio paleográfico primero, y el análisis mediante el carbono 14 después, establecieron rápidamente
que todos los manuscritos habían sido copiados entre el siglo m a.C. y la primera mitad del siglo i d.C 12.
Las excavaciones arqueológicas de las distintas cuevas y de las ruinas de Qumrán 13 dejaron igualmente
claro que todos los manuscritos habían sido depositados en las cuevas antes de la destrucción ocasionada
por el ejército romano durante la primera guerra judía contra Roma en los años 66-74 del siglo I. Todos
los textos, pues, provenían de un período especialmente importante en la evolución y en el desarrollo de
las ideas religiosas, un período anterior a la canonización definitiva del texto de la Biblia hebrea, y
anterior sobre todo a la formación del judaismo rabínico y al nacimiento del cristianismo. El
escepticismo inicial ante lo improbable de un tal descubrimiento
11. El lector puede encontrar una descripción brevísima de cada uno de los manuscritos hallados, así como de su eventual publicación en la
«Lista de los manuscritos de Qumrán», incluida en Textos de Qumrán, cit., 483-518.
12. Si podía quedar alguna duda después de los análisis realizados mediante el método de data-ción del carbono 14 en los años cincuenta, debido
al margen de error existente y al hecho de que se había aplicado sobre tejidos y leña y no directamente sobre los mansucritos para no
destruirlos, estas dudas han sido totalmente disipadas mediante los nuevos análisis realizados en 1990 directamente sobre los manuscritos,
gracias al empleo de una nueva técnica que reduce enormemente la cantidad de material necesario para el análisis. La datación del carbono
14 de los textos sometidos al análisis concuerda completamente con la datación paleográfica propuesta, ver G. Bonani, M. Broshi, I. Carmi,
S. Ivy, J. Strugnell, W.
Wólfi, «Radiocarbon Dating of the Dead Sea Scrolls»; 'Atiquot 20 (1991), 27-32.
13. Publicadas por R. de Vaux, Archaeology and the Dead Sea Scrolls, London, 1979.
dio rápidamente paso a las mayores expectativas. Puesto que los manuscritos bíblicos recuperados eran
anteriores a la canonización de la Biblia hebrea, el estudio de las diferencias que presentan con el texto
oficial permitiría comprender el proceso de formación de los distintos libros y la progresiva fijación del
texto sagrado. Puesto que se trataba de textos conservados en su lengua original (en hebreo y en arameo,
y algunos pocos en griego), su estudio permitiría colmar las grandes lagunas de nuestro conocimiento
del hebreo y del arameo, tal y como eran escritos y hablados en Palestina durante la época helenística y
romana. Puesto que se trataba de textos religiosos provenientes directamente de un grupo judío, su
análisis nos permitiría comprender cómo era en realidad el mundo judío anterior a la gran catástrofe del
año 70. Y puesto que ese grupo había sido coetáneo con el nacimiento del grupo cristiano, sus textos
prometían proporcionarnos un punto de observación privilegiado para comprender la génesis del
cristianismo dentro del judaismo de la época. En palabras de un gran especialista, los manuscritos de
Qumrán eran «un sueño hecho realidad» 14. III. ¿BIBLIOTECA O CENIZA?
El clima extremadamente seco y la temperatura constante dentro de las cuevas habían conseguido
preservar parte de este tesoro durante dos mil años. Pero ¿de dónde provenían todos estos manuscritos?
La pregunta es todo menos ociosa, si se piensa en los costes y en la escasez de los rollos manuscritos en
aquella época, y en las dimensiones de otras colecciones de textos coetáneas.
Nada tiene de extraño que la primera interpretación propuesta para responder a este interrogante
recurriera a un hecho bien conocido en la tradición judía posterior: la existencia de «genizas» en las que
los libros sagrados inservibles son abandonados a una destrucción natural sin intervención humana. El
ejemplo de la geniza de la sinagoga de El Cairo, en la que S. Schechter, a comienzos de este siglo,
recuperó una gran cantidad de manuscritos que han transformado nuestro conocimiento del judaismo
medieval, parecía proporcionar un buen precedente. Pero, independientemente de que la existencia de
genizas en una época tan antigua no está atestiguada, el cuidado con el que algunos de los manuscritos
habían sido depositados (envueltos en telas y colocados en grandes vasijas) no permite pensar que
habían sido depositados en las cuevas para que se consumieran naturalmente, y la inaccesibilidad del
sitio, en pleno desierto, hace difícil imaginar que nadie se tomara el esfuerzo de transportar los rollos allí
para que fueran destruidos por el tiempo. Las cuevas de Qumrán no son genizas como la de la sinagoga
del viejo El Cairo.
Tampoco son el depósito de las diferentes bibliotecas de Jerusalén, es-
14. C¡. Vermes, The Dead Sea Scrolls. Qumrán in Perspecüve, London, 1977, 10.
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19FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
condido en el desierto como medida de precaución ante la inminencia del ataque romano, y que contiene
la producción literaria de todo el judaismo de la época, como pretende N. Golb. El sabio americano
pretende explicar de esta manera no sólo la abundancia y la variedad de los manuscritos de Qumrán, sino
el hecho de que fuera de estos manuscritos ningún otro escrito literario judío de la época haya llegado
directamente hasta nosotros. Los manuscritos provienen ciertamente de la biblioteca de una colectividad
(la presencia de numerosas copias de una misma obra excluye el que se trate de una biblioteca
individual) y fueron depositados en las cuevas para protegerlos del inminente ataque romano. Estos dos
elementos, que la hipótesis de Golb tiene en común con la interpretación tradicional, son correctos, pero
los dos elementos que le son peculiares son falsos. Nada en los manuscritos indica que los textos
provengan de Jerusalén, ni de la biblioteca del Templo, ni de otras bibliotecas imprecisas, ni menos aún
que representen la producción literaria de todo el judaismo de la época.
Todos los manuscritos encontrados provienen de la biblioteca de la comunidad que vivió en lo que hoy
son las ruinas de Qumrán y que, a falta de otro nombre, conocemos como «la comunidad de Qumrán».
Que ésta es la respuesta correcta al interrogante, ha sido demostrado por un doble camino: mediante el
análisis de la totalidad de los textos encontrados, y gracias a los resultados de las excavaciones
arqueológicas en las ruinas de Qumrán.
La excavación de las ruinas ha mostrado que pertenecían a un centro de actividades comunales: amplias
instalaciones para baños rituales, salas de reunión, un gran refectorio, un scriptorium, cocinas, talleres y
varios cementerios en los alrededores con más de 1.200 tumbas. Los miembros de esta comunidad
habitaban en las cuevas de los alrededores (los arqueólogos han identificado unas 40 de estas cuevas) y
en tiendas o cabanas de las que no ha quedado rastro alguno. No se trata ni de una fortaleza ni de un
centro agrícola, sino del lugar de reunión de una verdadera comunidad. Además, las excavaciones de las
ruinas y de las cuevas en las que se han encontrado manuscritos han mostrado que entre ambas hay una
relación orgánica: ambas son ocupadas durante el mismo período de tiempo y en ambas se encuentra el
mismo tipo peculiar de cerámica proveniente de la alfarería que se halla en las ruinas.
Por su parte, los manuscritos nos prueban que los textos encontrados en las diversas cuevas proceden de
una misma biblioteca. Las mismas obras típicamente sectarias aparecen en cuevas diversas, e incluso
tanto libros bíblicos como obras sectarias procedentes de cuevas diversas han sido copiados por un
mismo escriba. Los manuscritos, además, nos revelan la vida de una comunidad fuertemente
estructurada, con asambleas religiosas, reuniones de estudio, baños rituales, comidas comunitarias, etc.,
y sobre todo nos muestran que se trata de una comunidad exclusiva, una comunidad que ha roto con el
resto del judaismo y que prohibe todo contacto con quienes no son miembros. Y de hecho, y a pesar
20
LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO
de la gran variedad y diversidad de materiales, no se ha encontrado ningún escrito que contradiga las
ideas básicas de esta comunidad o que represente las ideas de un grupo opuesto a la misma. En concreto,
no hay ningún manuscrito en el que aparezcan los elementos característicos de la ideología o de la
interpretación de las normas legales características de los fariseos, el grupo más influyente del judaismo
de la época.
Evidentemente, no todos los manuscritos nos transmiten obras que son un producto propio de esta
comunidad. La abundancia de textos bíblicos y de otras composiciones que son anteriores al nacimiento
de la comunidad constituyen la mejor prueba de que no todas las obras presentes en la biblioteca de la
comunidad eran composiciones propias y características. Pero el carácter exclusivo de la comunidad que
nos revelan los textos nos asegura que todas las obras allí contenidas, a pesar de su diversidad, eran
percibidas como compatibles con la ideología propia de esa comunidad y con su peculiar interpretación
de las normas legales, y que todas ellas formaban parte de su historia o de su prehistoria, su herencia
más preciada cuya salvaguardia merecía cualquier esfuerzo.
El precioso tesoro de los manuscritos de Qumrán no es más que jirones, restos mutilados y fragmentarios
de lo que fue la impresionante biblioteca de la comunidad de Qumrán.
IV. UNA COMUNIDAD SECTARIA
No es fácil describir brevemente esta comunidad. Menos aún colocarle una etiqueta de identificación que
nos permita clasificarla cómodamente, identificándola con una u otra de las comunidades de la época
conocidas. Las informaciones que los manuscritos nos proporcionan son para ello demasiado
fragmentarias, por una parte, y, por otra, demasiado abundantes y no siempre coherentes. Ninguno de los
manuscritos nos presenta de una forma sistemática y completa las constituciones y las leyes de la
comunidad. Uno de los documentos nos precisa los motivos ~¿, por los que sus miembros se han
separado del resto del pueblo de Israel; / en otro se desarrollan algunas de las ideas teológicas
características; de / otros textos pueden deducirse algunos de los elementos de su organiza- ' ción
interna, o del sistema penitencial mediante el cual se mantiene la fidelidad de sus miembros, o las etapas
a seguir en la formación y admisión de candidatos; otros textos proyectan en el futuro de la edad
mesiánica la praxis actual de la comunidad. A esta comunidad podemos caracterizarla como una
comunidad peculiar gracias a sus concepciones religiosas particulares, como el dualismo o el
determinismo, a causa de su rigorismo legal, debido a su alejamiento del Templo, al que se considera
temporalmente contaminado, y a la sustitución del culto sacrificial, etc. Podemos incluso, y esto es aún
más importante, definirla como una comunidad propiamente sectaria por su empleo de un calendario
dife- 21
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
Hace unos meses una revista italiana, que también se publica en traducción castellana, comenzaba así un
amplio dossier dedicado al evangelio de Marcos:
Un pequeño fragmento de papiro, color ocre, de 3,9 centímetros por 2,7, con los restos de algunas palabras griegas, en total veinte
letras, escritas con tinta negra. Precisamente este pequeño resto de un antiguo rollo, llamado 7Q5, está provocando un terremoto
subterráneo en la Iglesia. Para los estudiosos es una bomba de relojería hasta ahora neutralizada, cerrada en el estrecho círculo de
los «expertos». Pero parece que ya llegó el momento de la «explosión» y son muchos los que temen sus consecuencias ".
Esta «bomba» sería el descubrimiento hecho en 1972 por el gran pa-pirólogo español, el jesuíta José
O'Callaghan, profesor del Instituto Bíblico de Roma y director del Instituto de papirología de Barcelona,
de que determinados fragmentos de papiro encontrados en la Cueva 7 de Qumrán podrían contener
restos de lo que habrían sido las copias más antiguas de varios libros del Nuevo Testamento: fragmentos
del evangelio de Marcos, de los Hechos de los Apóstoles, la carta a los Romanos, la 1 Timoteo, e incluso
la 2 Pedro y la carta de Santiago. Estos fragmentos proporcionarían la prueba de que hacia el año 50 los
Evangelios y todo el Nuevo Testamento habían adquirido ya en Palestina la forma que nosotros
conocemos. Las opiniones de los críticos, que postulaban un largo proceso de transmisión oral previo a
la plasmación escrita de los textos, así como la datación mucho más tardía de los primeros textos
cristianos, deberían desmoronarse ante la nueva evidencia procedente de la Cueva 7. Y por eso los
«expertos» se habrían empecinado durante veinte años en desacreditar el descubrimiento y en ocultar o
negar una evidencia que daba al traste con las ideas progresistas comúnmente admitidas.
La realidad, sin embargo, es muy distinta. A los «expertos» se les podrá culpar de muchas cosas, pero si
hay algo de lo que no se les puede acusar es precisamente de haber tratado de ocultar un descubrimiento
que, de ser verdadero, sería ciertamente sensacional. O'Callaghan publicó sus identificaciones en 1972,
en un breve artículo en la revista del Pontificio Instituto Bíblico de Roma, Bíblica 17, y las dio a conocer
al mismo tiempo en una conferencia pública cuyo recuerdo está fuertemente grabado en mi memoria y
en la de todos aquellos que tuvimos la suerte de ser testigos presenciales del anuncio y seguidores
apasionados de la polémica que se desarrolló en los años siguientes a este anuncio. El artículo de
O'Callaghan fue inmediatamente traducido al inglés y apareció en el mismo año como suplemento de la
revista Journal of Biblical
16. 30 días, julio 1991,12.
17. J. O'Callaghan, «¿Papiros neotestamentarios en la cueva 7 de Qumrán?»: Bíblica 53 (1972), 91-100. O'Callaghan ofreció una presentación
más amplia y detallada en su libro Los papiros griegos de la cueva 7 de Qumrán, Madrid, 1974. La última presentación de su hipótesis se
encuentra en su artículo «Sobre el papiro de Marcos en Qumrán»: Filología Neotestamentaria 5 (1992), 191-198.
24
LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO
Literature18. Las publicaciones científicas dedicadas a examinar los pros y los contras de la hipótesis de
O'Callaghan se multiplicaron de tal modo que el elenco de los libros y artículos dedicados al tema
ocupaba ya cinco páginas en la Bibliografía de Fitzmyer publicada en 1975 19. No se puede, pues, decir
que se ha tratado de ocultar el descubrimiento. Se trata en realidad de una de las hipótesis que más
atención han recibido desde su lanzamiento. Con el pasar de los años, la hipótesis había caído en el
olvido como tantas otras que no logran imponerse; en los últimos años ha sido recuperada y relanzada de
nuevo, aunque reducida a la identificación del fragmento 7Q5 con el evangelio de Marcos, sobre todo
por el libro de Thiede20 (traducción castellana del 1989), e incluso se ha dedicado todo un congreso
científico a su estudio21.
Tampoco se puede culpar a los «expertos» de rechazar a priori la identificación de un texto porque su
contenido parece incongruente con el contexto arqueológico en el que ha sido hallado. Los mismos
«expertos» han aceptado sin dificultad la identificación de un fragmento hallado en la fortaleza de
Masada con un pasaje de la Eneida de Virgilio, a pesar de que su presencia parece inverosímil en un
grupo zelota como el que ocupó Masada hasta su destrucción.
Ni se puede acusar a los primeros editores de los papiros griegos de la Cueva 7 (como lo hace el artículo
en cuestión) de negarse a aceptar la hipótesis de O'Callaghan debido a «la reticencia de un editor que no
admite que otro haya tenido éxito donde él ha fallado»22. Los mismos editores que, después de un atento
examen de los argumentos de O'Callaghan, los han rechazado como no concluyentes, no han tenido
ninguna dificultad en admitir las identificaciones propuestas posteriormente por otros investigadores
para otros fragmentos que ellos no habían conseguido identificar, e incluso (como ha sucedido
repetidamente) para fragmentos que ellos habían identificado erróneamente 23.
El problema con la hipótesis de identificación propuesta por O'Callaghan, y la razón por la que los
«expertos» en su inmensa mayoría no la han aceptado, no reside en las conclusiones históricas o
teológicas que
18. Traducido por W. L. Holladay, «New Testament Papyri in Qumrán Cave 7?»: Suplemento a JBL 91/2 (1972), 1-14.
19. J. A. Fitzmyer, The Dead Sea Scroüs. Majar Publications and Tools for Study, Missoula, 1975, 119-123.
20. C. P. Thiede, Die alteste Evangelien-Handschriftf Das Markus-Fragment von Qumrán und die Anfange der schriftlichen Überlieferung des
Neuen Testamente, Wuppertal, 1986.
21. En la universidad católica de Eichstátt, del 18 al 20 de octubre de 1991. Las comunicaciones han sido publicadas en el libro editado por el
organizador del congreso B. Mayer, Chrísten und Chris-tliches in Qumrán?, Regensburg, 1992.
22. El editor de los textos de la Cueva 7, M. Baillet, respondió a O'Callaghan en dos amplios artículos: «Les manuscrits de la grotte 7 de Qumrán
et le Nouveau Testament»: Bíblica 53 (1972), 508-516 y 54 (1973), 340-350.
23. Baillet ha aceptado sin problemas la identificación de 3QS como restos del Libro de los Jubileos o la identificación de 6Q8 como restos del
Libro de los Gigantes, a pesar de haber previamente identificado los fragmentos correspondientes como parte de otras composiciones
apócrifas.
25
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
de la identificación de estos fragmentos griegos con diversos textos del Nuevo Testamento se derivarían,
sino que son de un orden puramente técnico. En primer lugar, se trata de problemas de transcripción: las
lecturas de determinadas letras que O'Callaghan encuentra en los distintos fragmentos son muy
discutibles; vista la escasísima extensión de los fragmentos, toda la fuerza de la identificación reside en
la exacta correspondencia de los restos conservados con los textos supuestos. De las 20 letras
conservadas en 7Q5, sólo 14 son de lectura segura. Para identificar el fragmento con le evangelio de
Marcos, O'Callaghan se ve obligado a leer las otras 6 de manera distinta a los editores; por lo que, en
definitiva, los «expertos» concluyen que O'Callaghan acomoda la evidencia a su propia identificación.
Además, siempre en el caso de 7Q5, incluso leyendo el fragmento como quiere O'Callaghan, sólo se le
puede hacer corresponder con Marcos 6,52-53, suponiendo una variante textual (la omisión de tres
palabras) que no se halla atestiguada en ningún manuscrito. Pero el argumento más fuerte de quienes se
oponen a la identificación es que otras identificaciones alternativas (y más plausibles, como diversos
textos del Antiguo Testamento o de la literatura apócrifa) son igualmente posibles e incluso más
probables, ya que no implican ninguno de los cambios de letras requeridos por O'Callaghan 24. Y si
varias identificaciones son posibles, ninguna de ellas puede considerarse como definitivamente
establecida 2S. Y mucho menos puede constituir la base a partir de la cual se pretende cambiar el curso de
la exégesis. Es decir, que aunque la hipótesis de identificación sea en cuanto tal interesante, tiene una
base tan mínima e implica un tal grado de elementos problemáticos, que sobre ella no puede construirse
nada sólido.
O'Callaghan, como buen científico, presentó cuidadosamente su identificación como una simple
posibilidad, guardándose mucho de sacar conclusiones apresuradas de la misma y de pasar del terreno
papirológi-co a sacar conclusiones generales sobre los evangelios o sobre la comunidad de Qumrán.
Otros, menos precavidos y sin duda menos competentes, no han dudado en hacerlo, presentado los
mínimos restos de 7Q5 como una pieza clave en un proceso a los «expertos», olvidando que, por
desgracia, un examen desapasionado de la evidencia no permite confirmar las identificaciones
propuestas por O'Callaghan. Las aportaciones de los manuscritos de Qumrán al conocimiento del Nuevo
Testamento no consisten en habernos proporcionado la copia más antigua del evangelio de Marcos o de
cualquier otro escrito del Nuevo Testamento.
Estas aportaciones tampoco se sitúan en el plano de una lectura «esotérica» de los textos qumránicos.
Este tipo de «lectura» supone que
24. 7Q5 ha sido identificado con distintas obtas de la literatura clásica griega, con distintos textos del Antiguo Testamento griego, y con obras de
la literatura apócrifa conservadas en griego, como el Libro de Henoc.
25. Ver G. W. Nebe, «7Q4 - Móglichkeit und Grenze einer Identifikation»; Revue de Qumrán 13 (1988), 629-633
26
LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO
los manuscritos están escritos en clave, que los manuscritos no quieren decir lo que aparentemente dicen,
sino que debajo de la superficie tersa de las palabras se encuentra un significado oculto, únicamente
accesible a los iniciados o a aquellos que han descubirto esta clave de lectura secreta. El «Maestro de
Justicia» sería Jesucristo, o Pablo, o Santiago, o Juan Bautista (todas estas claves, y otras muchas más,
han sido propuestas), y sus enemigos y los conflictos en los que él y su comunidad se habrían visto
envueltos serían los que conocemos por el Nuevo Testamento. Así leídos, los manuscritos de Qumrán no
serían más que la otra cara del Nuevo Testamento, la verdadera, aquella que la historia posterior habría
conscientemente desfigurado u ocultado. El resultado de esta «lectura» es que los manuscritos de
Qumrán nos permitirían conocer el verdadero rostro de un Jesucristo esenio y el de una comunidad
cristiana anterior a Jesucristo. En esta interpretación «esotérica», los manuscritos de Qumrán nos")
revelarían una serie de doctrinas y de prácticas secretas u olvidadas en las/ que se manifiestan los
verdaderos orígenes y la verdadera naturaleza del cristianismo. Por desgracia, tampoco esta «lectura»
resiste el mínimo escrutinio, y un análisis serio de los datos muestra que se trata de puras
especulaciones. Esta «lectura» no sólo es arbitraria e infundada, sino que se halla contradicha por lo que
los textos dicen y por el contexto histórico y cronológico preciso al que se refieren.
Las verdaderas aportaciones de los manuscritos al conocimiento del cristianismo primitivo y del Nuevo
Testamento se sitúan en otro plano y son mucho más importantes que esas elucubraciones. Ellas afectan
a todos los niveles del estudio del Nuevo Testamento: lingüístico, literario, / legal, histórico y
teológico26. Gracias a los manuscritos de Qumrán po- ' demos descubrir ahora el significado concreto de
frases o expresiones enigmáticas del Nuevo Testamento, incomprensibles previamente en un contexto
griego y documentadas ahora en un ambiente judío contemporáneo. Gracias a los mismos manuscritos
podemos rastrear ahora el orir gen de determinadas inserciones que encontramos incorporadas en
diversos escritos neotestamentarios. Gracias a ellos disponemos ahora de paralelos literarios exactos de
ciertas perícopas tan importantes como las Bienaventuranzas. Estos manuscritos nos descubren por
primera vez las prescripciones legales operantes en grupos judíos marginales y gracias a ellos podemos
comprender ciertas prescripciones neotestamentarias, como la reprensión fraterna o las polémicas sobre
la observancia sabática. Los mismos manuscritos qumránicos hacen que el pensamiento teológico de los
destinatarios de ciertos escritos neotestamentarios, como la carta a los Hebreos, nos resulte menos
desconcertante. Ellos nos prueban igualmente que determinadas ideas teológicas sobre el carácter
sacerdotal del Mesías esperado, sobre la expiación vicaria de un salvador de origen celeste, sobre la
justificación por la fe, sobre la omnipresencia de la
26. Para mayor detalle, ver el capítulo «Los manuscritos de Qumrán, Jesucristo y los orígenes del cristianismo», infra, pp. 225-235.
27
admiración profunda, hacia quienes han dedicado inteligencia y años de trabajo entusiasta al estudio del
«más importante descubrimiento de manuscritos de este siglo», como así lo calificó desde un principio el
gran semitista W. F. Albright.
Los beduinos que en la primavera de 1947 habían descubierto los primeros manuscritos en la que más
tarde se llamaría Cueva 1 trataron de vender los rollos a unos anticuarios de Belén. Uno de éstos, Khalil
Is-ka nder Shahin, más conocido como Kando, se convertiría a partir de este momento en agente entre
los beduinos y los científicos interesados en la adquisición y estudio de los manuscritos. En julio de
1947 Kando ven- " dio al metropolita Atanasio Y. Samuel del monasterio siró-ortodoxo de San Marcos,
en la Ciudad Vieja de Jerusalén, cuatro de aquellos siete manuscritos: el primer rollo de Isaías (IQIs"), el
Pesher de Habacuc ¡ (IQpHab), la Regla de la Comunidad (1QS) y el Génesis apócrifo / (IQapGn). El
precio convenido fue el ya mencionado de 24 libras esterlinas. A finales del mismo año, Eleazar L.
Sukenik, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, compró en Belén, probablemente a Kando, los
tres manuscritos restantes del lote de los siete descubiertos hasta entonces: el rollo de los Himnos
(1QH"), el rollo de la Guerra (1QM) y el segundo manuscrito de Isaías (lQIsb).
/
A comienzos del año siguiente, 1948, Mar Atanasio, deseoso de conocer el valor científico y pecuniario
de los cuatro ejemplares de los que disponía, hizo llegar éstos al profesor Sukenik, quien tras detenido
examen se mostró dispuesto a adquirirlos. El metropolita siró-ortodoxo quiso conocer otras opiniones y
envió tres de aquellos manuscritos (/ QIs", 1 QpHab y 1QS) a la American School of Oriental Research.
En ausencia del director del Instituto, fue John C. Trever quien tuvo la oportunidad de examinar los
manuscritos. Tras reconocer su autenticidad, solicitó del propietario autorización para fotografiarlos, lo
que hizo a lo largo de varias semanas en fotografías en blanco y negro y en color.
Las investigaciones llevadas a cabo independientemente por el profesor Sukenik y por John C. Trever
confirmaron la autenticidad y antigüedad de los manuscritos. El hecho de que éstos hubieran quedado
depositados en jarras bien cerradas explicaba el buen estado de conservación de los mismos. Demostraba
al mismo tiempo que los manuscritos eran un preciado tesoro para quienes los habían guardado con tanto
esmero.
Los siete manuscritos descubiertos representaban obras de carácter muy variado. Salvo dos copias de un
libro bíblico, el del profeta Isaías (ÍCj/s"; lQIsb), los demás manuscritos reproducían el texto de obras
desconocidas hasta entonces: un comentario exegético de un género característico de la comunidad
qumránica, el pesher al libro de Habacuc; un libro del género de «reescritura» de la Biblia, el llamado
Génesis apó- ¡ en/o; un texto que contenía la Regla de la Comunidad o Serek (1QS); ¡ una obra de
contenido escatológico con un título muy característico, / / 33
JULIO TREBOLLE BARRERA
Regla de la Guerra (de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas) (1QM), y, finalmente, un libro
de Himnos de la comunidad qumránica (Hodayot, 1QH").
El hallazgo de este rico lote de manuscritos no podía menos de suscitar el interés por llevar a cabo
excavaciones arqueológicas en la zona del descubrimiento. Las circunstancias derivadas de la guerra
entre judíos y árabes en 1948 obligaron a retrasar las prospecciones arqueológicas hasta enero-marzo de
1949. La excavación de la Cueva 1, en la que se habían encontrado los primeros manuscritos, corrió a
cargo de G. Lan-kaster Harding y Roland de Vaux. Los trabajos para la edición de los nuevos textos
comenzaron muy pronto y a buen ritmo. En la primavera de 1950 la American Society of Oriental
Research (ASOR) publicó el primer rollo de Isaías (IQIs") y el Pesher de Habacuc (IQpHab), en edición
a cargo de M. Burrows (The Dead Sea Scrolls ofSt. Mark's Monastery, vol. 1). Un año más tarde veía la
luz el segundo volumen con la edición de la Regla de la Comunidad (1QS). A finales de este mismo año,
1951, dieron comienzo las primeras excavaciones en el propio yacimiento de Qumrán, a cargo también
de R. de Vaux y G. L. Harding. Las monedas y la cerámica encontradas confirmaron la conexión entre el
yacimiento y la cueva en la que habían sido hallados los manuscritos.
Al mismo tiempo no dejaban de aparecer nuevos manuscritos. Los beduinos Ta'amireh encontraron por
entonces los primeros fragmentos procedentes de las cuevas de Wadi Murabba'at y los trajeron al Museo
Arqueológico Palestino, el Museo Rockefeller, situado en la zona oriental árabe de la ciudad de
Jerusalén, que había quedado dividida entre árabes y judíos tras la guerra del año 1948. Poco más tarde
Kando aportó a De Vaux nuevos fragmentos de la misma procedencia. Ello dio lugar a que fueran
suspendidas totalmente las excavaciones en el sitio de Qumrán a comienzos de 1952 y se iniciaran
prospecciones en las cuevas de Wadi Murabba'at. En febrero los beduinos localizaron una nueva cueva,
en la que también hallaron materiales manuscritos. En el mes de marzo De Vaux y William Reed,
director de la American School of Oriental Research, excavaron esta Cueva 2 y llevaron a cabo una
prospección de la zona rocosa de la montaña en una extensión de 4 kilómetros al norte y al sur de
Qumrán. En el verano los beduinos, siempre por delante de los científicos, encontraron más manuscritos,
primeramente en Khirbet Mird y luego en Nabal Hever, en las llamadas «Cueva de los horrores» y
«Cueva de las cartas». En la primera quincena de septiembre los beduinos descubrieron la cueva que
había de deparar las mayores sorpresas, la Cueva 4, y también la Cueva 6. En el mismo mes de
septiembre, De Vaux y Harding procedían a excavar la Cueva 4. A sólo 30 metros de distancia de esta
cueva J. T. Milik encontró la Cueva 5. Por aquel entonces el hallazgo de manuscritos proporcionaba ya
pingües beneficios a los beduinos. El gobierno jordano pagó a los beduinos la cantidad de 15.000
dinares, equivalente a 42.000 dólares, por aproximadamente 15.000 fragmentos procedentes de la Cueva
4. 34
LOS DESCUBRIMIENTOS DE QUMRÁN, SIN ANIMO DE ESCÁNDALO
II. LOS MANUSCRITOS DE LA LLAMADA «BIBLIOTECA DE QUMRÁN»
La cueva más importante, la Cueva 4, encerraba lo que se ha podido de- / nominar la «biblioteca de la
comunidad» de Qumrán. En 1956 fueron/ halladas otras cuatro cuevas más, que contenían también
restos de manuscritos. Todos los manuscritos fueron depositados en el Museo Arqueológico Palestino o
Museo Rockefeller. La custodia y conservación de los manuscritos correspondía por ello al
Departamento de Antigüedades Jordano. A la sazón y a pesar de que el mandato británico sobre
Palestina había concluido en 1948, el Departamento estaba dirigido todavía por Un británico, el
arqueólogo ya citado G. Lankaster Harding.
La ingente acumulación a lo largo de 1952 de manuscritos y de Otros objetos, que era preciso estudiar y
publicar, indujo a G. L. Harging • solicitar colaboración para ello a los institutos arqueológicos y
bíblicos de la parte jordana de Jerusalén: la conocida «École Biblique et Archéo-logique Francaise», el
ya citado Instituto americano, que hoy lleva el nombre de «Álbright Institute of Archaeology», y los
Institutos británico V alemán. El equipo debía tener carácter internacional e interconfesional. Estaba
integrado por cuatro representantes de «PÉcole Biblique» o relacionados con la misma: Roland de Vaux,
en calidad de director, D. Barthélemy y J. T. Milik, a los que se sumó algo más tarde M. Baillet. Los dos
primeros eran dominicos; Milik, de origen polaco y refugiado en Occidente, pasó más tarde a ser
miembro del «Centre National de la Re-Cherche Scientifique» (CNRS) en París. En 1953 y 1954 se
unieron progresivamente al grupo los americanos F. M. Cross (Jr.) y P. W. Skehan, los británicos John
M. Allegro y John Strugnell y el alemán C.-H. Hun-Einger, el cual se retiró más tarde del equipo de
investigadores. Hasta 1960 este grupo trabajó con dedicación exclusiva y a pleno rendimiento gracias a
los fondos suministrados por la Fundación Rockefeller.
A finales de 1952 Milik inició los trabajos de clasificación de los materiales de la Cueva 4. F. M. Cross
se hizo cargo de la publicación de los folios bíblicos (4Q1-10, 13-21, 23-43, 47-54, 70-81, 99-100,
104118). El lote de Milik era el más amplio y heterogéneo; además de los textos no bíblicos de la Cueva
1, de los textos hebreos y árameos de las cuevas de Murabba'at y de los manuscritos de la Cueva 5,
incluía textos de filac-terias, mezuzot y targumim (4Q128-157, cf. DJD VI), así como nume-fosos textos
no bíblicos de muy diverso género, todos de la Cueva 4 Í4Q195-363). J. M. Allegro se encargó de la
edición de textos parabí-blicos, de comentarios y paráfrasis (4Q158-186 = DJD V). El francés Jean
Starcky, especialista en textos árameos palmirenos, se unió al grupo •n enero de 1954, encargándose del
estudio de textos árameos no bíblicos y de algunos textos hebreos (4Q521-575). P. W. Skehan se hizo
Orgo de la edición de parte de los textos bíblicos, incluyendo textos palco-hebreos y griegos,
correspondientes a los libros de Isaías, Salmos, Proverbios, además de un manuscrito del Deuteronomio
y otro de Profetas Menores (4Q11-12, 22, 44-46, 55-69, 82-98, 101-103, 119-127). 35
JULIO TREBOLLE BARRERA
J. Strugnell se encargó de la edición de toda una serie de textos hebreos no bíblicos hasta entonces
desconocidos: paráfrasis del Pentateuco, textos pseudoproféticos, hímnicos, litúrgicos, sapienciales y
otros varios (4Q364-481). A Hunzinger le fue encomendada la edición del Rollo de la Guerra y de
algunos textos litúrgicos. Tras su renuncia, este lote fue asignado a Baillet (4Q482-520 = DJD VI), quien
tenía ya el encargo de editar los manuscritos de las Cuevas 2, 3 y 6-10 (DJD 3).
La llegada incesante de nuevos materiales desbordaba la capacidad de adquisión del gobierno jordano y
del Museo Rockefeller. Se quiso evitar a toda costa que, ante la imposibilidad de comprar todos los
materiales y de recogerlos para su estudio en el Museo, éstos comenzaran a entrar en los circuitos de
venta de los anticuarios y se dispersaran entre compradores ocasionales de América y Europa, haciendo
imposible el estudio conjunto y sistemático de los mismos. La dispersión de los materiales haría más
difícil todavía la recomposición de los manuscritos. Se decidió por ello invitar a determinadas
instituciones académicas a contribuir financieramente a la edición de los manuscritos a cambio de
determinados derechos. Respondieron progresivamente a la invitación las Universidades McGill de
Canadá, de Manchester y de Heidelberg, la Biblioteca Vaticana, el «McCorkick Theological Seminary
de Chicago», la Real Academia de las Ciencias de los Países Bajos, la Escuela Bíblica de Jerusalén,
«The All Soul's Church» de Nueva York y la Universidad de Oxford.
III. LAS ULTIMAS CUEVAS DESCUBIERTAS. EL TRABAJO DE INVESTIGACIÓN POR REALIZAR
Proseguían entre tanto los trabajos de excavación y de edición de los textos. En los meses de febreroabril
de 1954 se llevó a cabo la tercera campaña de excavaciones en el yacimiento de Qumrán, saliendo a la
luz el llamado «refectorio» y las instalaciones de hornos de cerámica. La cuarta campaña se desarrolló
entre febrero y abril de 1955. A comienzos de este año apareció la edición de lQIsb, 1QH" y 1QM a
cargo de E. L. Sukenik (The Dead Sea Scrolls of the Hebrew University). Apareció también el primer
volumen de la serie Discoveries in the Judaean Desert (DJD). Una vez que J. Beiberkraut logró
desenrollar el rollo del Génesis apócrifo de la Cueva 1, Y. Yadin y N. Avigad lo publicaron en 1956 (A
Génesis Aprocryphon: A Scroll from the Wilderness ofjudaea).
En marzo de 1955, por encargo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, de la «Israel Exploration
Society» y del Departamento de Antigüedades de Israel, los profesores M. Avi-Yonah, N. Avigad, Y.
Aharoni, I. Dunayevsty y S. Gutman llevaron a cabo una primera campaña de prospección arqueológica
en Masada, con atención particular al palacio situado en la zona Norte. Un año después Y. Aharoni y S.
Gutman hicieron una segunda campaña. Años más tarde, de octubre a abril de 1963-64 y de diciembre a
marzo de 1964-65, Yadin dirigió dos campa- 36
LOS DESCUBRIMIENTOS DE QUMRAN, SIN ANIMO DE ESCÁNDALO
ñas de excavación con el propósito de poner al descubierto la totalidad del yacimiento. En la primera se
descubrieron diversos manuscritos bíblicos y otros de contenido heterogéneo, además de monedas,
óstraca y documentos en papiro de carácter civil.
Habían pasado más de siete años desde los primeros descubrimientos y éstos no tenían visos de cesar. En
marzo de 1965 los beduinos encontraron una nueva cueva en Wadi Murabba'at, en las cercanías de otras
cuatro halladas previamente. En enero de 1966 fueron también los beduinos quienes hallaron la Cueva
11, donde apareció un importante lote de manuscritos, entre ellos 11 Qtgjob, 11 QpaleoLeV y 11 QPs".
La Cueva fue excavada inmediatamente por De Vaux, quien prosiguió a continuación con la quinta
campaña de excavación en Qumrán. Esta Cueva 11 fue la última que deparó materiales manuscritos. No
hay que olvidar, sin embargo, que en el año 1962 los beduinos encontraron una cantidad de papiros en
Wadi ed-Daliyeh, que pasaron también al Museo Rockefeller.
A partir de 1955 el equipo de científicos tenía ante sí un verdadero rompecabezas hecho de unos 40.000
fragmentos de manuscritos. Para recomponerlo se dieron un plazo de diez o doce años. Este cálculo
resultó demasiado optimista. Han pasado más de cuarenta años y el rompecabezas sigue ocupando a los
55 miembros que componen actualmente el equipo internacional encargado de la edición oficial de los
manuscritos. La primera tarea que era preciso llevar a cabo consistía en desplegar y limpiar los
fragmentos rescatados del polvo de las cuevas y clasificarlos en grupos según las características y el
colorido del cuero o del papiro utilizados, la tinta, el tipo de escritura, etc. Una vez clasificados se
procedía a fotografiarlos, utilizando en muchos casos el sistema de infrarrojo para lograr un mayor
contraste y hacer así más fácil la lectura de unos textos que con el tiempo habían ennegrecido hasta el
punto de que su lectura se hacía en ocasiones casi desesperante. El trabajo de clasificar los manuscritos
llevaba consigo el de identificar los textos, es decir, determinar a qué obra pertenecían los fragmentos
encontrados. Una vez que íe lograba identificar un texto, resultaba más fácil relacionar unos fragmentos
con otros e incluso casarlos entre sí, completando poco a poco el texto conservado de la obra que fuere.
Si se trataba de textos bíblicos, la identificación no resultaba demasiado difícil; la consulta de unas
«Concordancias» del texto hebreo del Antiguo Testamento, es decir, de listados completos, ya
existentes, de todas las palabras utilizadas en la Biblia, permitía identificar una palabra o conjunto de
palabras y, a partir de ahí, recomponer e identificar todo el resto del material conservado de este
manuscrito. Tampoco resultaba muy difícil identificar los fragmentos que correspondían a una obra
hebrea perdida, pero de la que se conservaban traducciones antiguas a otras lenguas como el griego,
latín, siríaco, etiópico, etc. La identificación era muy difícil, y lo es todavía, cuando se trata de textos de
los que no se conoce ninguna otra copia o traducción y de los que no se conservan más que fragmentos
pequeños e inconexos.
37
JULIO TREBOUE BARRERA
La edición de los manuscritos progresó en los primeros años a un ritmo razonablemente rápido (DJD
11955, II1961, III1962, IV 1965, V 1967). Los editores suministraron también información «preliminar»
o provisional sobre el resto de los materiales a un ritmo incluso trepidante. La identificación de los
manuscritos de la Cueva 4 avanzaba también a buen paso. En agosto de 1955 se había logrado identificar
330 manuscritos de la Cueva 4, recogidos en 420 fotografías. En el verano de 1956 habían sido
identificados 381 manuscritos en 477 fotografías; los fragmentos recogidos en otras 29 planchas no
habían podido ser identificados y otras 13 planchas con fragmentos en papiro no habían sido todavía
objeto de estudio. En junio de 1961 el total de manuscritos identificados era de 511 sobre 620 planchas
de fotografías; los fragmentos de 25 planchas se resistían todavía a la identificación. En 1957 J. Fitzmyer
inició los trabajos de confección de una «Concordancia» de los manuscritos, que prosiguieron R. Brown
y W. G. Oxtoby. Un español, Xabier Teixidor, investigador actualmente en el «Centre National de la
Recherche Scientifi-que» en París, participó también en este trabajo, incorporando a la concordancia los
textos de las llamadas «cuevas menores» (2, 3 y 5-10).
Esta breve reseña quedaría incompleta si no se hiciera alusión a las investigaciones llevadas a cabo al
tiempo que se trabajaba en la preparación de la edición de los textos. Algunas de estas investigaciones
eran absolutamente necesarias para avanzar en el proceso de edición. Otras presentan grandes síntesis o
conclusiones derivadas del estudio de los manuscritos. Entre las primeras es preciso citar el artículo en el
que F. M. Cross diseñó la historia de la paleografía de Qumrán, «The Development of the Jewish
Scripts» (The Bible and the Anáent Near East, 1958,133-202). Entre las segundas cabe destacar la obra
en la que D. Barthélemy descubría la existencia de tempranas recensiones o revisiones del texto de la
versión griega de los LXX (Les Devanciers d'Aquila, Leiden, 1963).
A partir de finales de los años 60 el proceso de edición de los manuscritos fue haciéndose
considerablemente más lento. Hasta los años 1976 y 1977 no volvieron a aparecer grandes
publicaciones: en 1976 Milik editó los textos 4Q201-212 bajo el título The Books of Enoch: Aramaic
Fragments of Qumrán Cave IV; en 1976 Y. Yadin publicó la edición del Rollo del Templo; en este
mismo año aparecía también el volumen VII de la serie DJD con la publicación de la excavación
arqueológica de la Cueva 4 y una parte del lote de Milik: Qumrán Cave 4 II. I. Archéologie II. Tefillin,
Mezuzot et Targums (4Q128-4Q157). Años más tarde, en 1982, apareció el volumen VI de la serie DJD
a cargo de M. Baillet, Qumrán Cave 4 III (4Q482-4Q520). En 1985 D. N. Freed-man y K. A. Mathews
publicaron otro de los grandes manucritos de Qumrán, el 11 QpaleoLev", The Paleo-Hebrew Leviticus
Scroll.
En 1984 el profesor John Strugnell de la Universidad de Harvard fue designado editor-in-chief del
equipo internacional, sucediendo al padre Benoit de la Escuela Bíblica, quien a su vez había sucedido en
1971 a R. de Vaux a la muerte éste.
38
LOS DESCUBRIMIENTOS DE QUMRÁN, SIN ANIMO DE ESCÁNDALO
IV. LOS MÓVILES DE UN ESCÁNDALO Y LAS RAZONES DE UN RETRASO O VICEVERSA
En los últimos años ha saltado a la prensa y al gran público lo que Geza Vermes, profesor de la
Universidad de Oxford, ha calificado como «el escándalo académico por excelencia del siglo xx». El
hecho de que hayan pasado más de cuarenta años sin que viera la luz la totalidad de los manuscritos
encontrados en las cuevas del Mar Muerto ha dado pie a sospechas que han ido en ocasiones más allá de
lo razonable. Lo verdaderamente escandaloso es el escándalo mismo: que un inmenso espectro del
público leído y enterado y los medios de comunicación que suministran la lectura y las imágenes para
ello concedan total credibilidad a «sospechas» y a teorías muy minoritarias y desconfíe, por el contrario,
del juicio mayoritario de los expertos. El escándalo de Qumrán constituye más un fenómeno social que
académico. Lo escandaloso es que una mezcla adecuada de información científica de primera mano y de
cierta dosis de sensacionalismo y escándalo constituya un género de periodismo y de literatura que tiene
garantizado el éxito. Dos periodistas británicos, M. Baigent y R. Leigh, han publicado un libro modélico
de este género híbrido de información y desinformación. El propio título del libro llama la atención
sobre el escándalo de los rollos del Mar Muerto, cuyas revelaciones hacen temblar al Vaticano. Vi el
libro por vez primera en una exposición en Estados Unidos. No pude evitar un comentario bastante
negativo ante el representante de la Editorial, presente en el ítand de venta. Mi comentario no pareció
extrañarle lo más mínimo. Con un tono muy profesional sentenció: «La Editorial no se hace responsable
de las opiniones de los autores».
El hecho de que revistas y periódicos americanos de gran tirada se hicieran eco de numerosas noticias y
comentarios en torno a una injustificada tardanza en la edición de los manuscritos aireó las sospechas
sobre lo existencia de una verdadera «conspiración del silencio». Al mismo tiempo se daban a conocer al
gran público las opiniones de dos profesores, R. Eisenman y Barbara E. Thiering. Éstos afirman que los
manuscritos de Qumrán y, en particular, los pesharim proceden de una secta judeo-cristiana o de un
grupo judío de tendencias zelotas, que fueron escritos en los años de la revuelta judía contra Roma (años
68-70 d.C.) y que contienen información que hace cambiar la historia de los orígenes cristianos. Los dos
autores hacen, sin embargo, propuestas muy vagas y dispares. Según Eisenman, el Maestro de Justicia
del que hablan los manuscritos de Qumrán podría ser el mismo Jesús de Nazaret, o tal vez Juan Bautista
o Santiago. Para B. Thiering, el llamado Sacerdote Impío podría haber sido Pablo o el mismo Jesús de
Nazaret, etc.
En el Congreso Internacional sobre los Manuscritos del Mar Muerto, organizado por la Universidad
Complutense y celebrado en El Escorial en mnrzo de 1991, fueron presentados por vez primera los
resultados de las pruebas del carbono 14 aplicadas a una serie de manuscritos de diferen-
39
JULIO TREBOUE BARRERA
tes épocas, cuatro de ellos de fecha bien conocida, para poder controlar así los resultados de las mismas
pruebas científicas. El resultado fue una clamorosa confirmación de la datación de los manuscritos que
había sido propuesta anteriormente por los paleógrafos y, en particular, por el profesor F. M. Cross de la
Universidad de Harvard. En su ponencia a este Congreso el profesor H. Stegemann zanja la discusión en
torno a la propuesta de Eisenman con estas palabras:
En consecuencia, las ideas del doctor Eisenman a este respecto pueden ser rechazadas. Al menos no pueden seguir molestando a
la hipótesis común sobre el carácter esenio (de los manuscritos de Qumrán) l.
La tesis de que los manuscritos de Qumrán reflejan los orígenes fudeo-cristianos reposa sobre una
datación errónea de los mismos.
Si al supuesto de que los manuscritos más significativos de Qumrán son de origen judeo-cristiano y que
suministran, por tanto, importante información sobre los orígenes del cristianismo, se añade la sospecha
de que tal información contradice la interpretación tradicional mantenida por las iglesias cristianas, y si,
por otra parte, corre el rumor de que gran parte de los manuscritos permanecen ocultos desde su
descubrimiento, es explicable que muchos aprendices de «maestros de la sospecha» se hayan apresurado
a denunciar que altas instancias religiosas han estado tratando de ocultar algo sensacional y comprom
etido.
El escándalo cae por su peso o se diluye, como ya está sucediendo, en querellas, ante los tribunales
judiciales si es preciso, pero querellas que para el gran público no pasarían de ser, si no mediaran otros
escándalos, simples discusiones sobre derechos de autor y edición o disquisiciones bizantinas entre
científicos. El pequeño olfato de hijo de impresor en provincias me ha hecho «sospechar» desde el
primer momento que en todo este escándalo, más que el contenido de los propios manuscritos que no da
pie para grandes algaradas populares, han estado en juego cuestiones de derechos de autor y de
publicación de los manuscritos, que reportan gran prestigio académico, editorial y periodístico a quienes
los detentan. El escándalo reciente no hace sino repetir otro similar de hace cuarenta años. Hoy como
entonces el motivo de escándalo ha sido la sospecha de que autoridades religiosas pudieran estar
ocultando manuscritos todavía inéditos, que podrían modificar la intepretación tradicional y oficial sobre
los orígenes judíos y cristianos. Es preciso decir claramente que el judaismo y el cristianismo no tienen
nada que temer del estudio de los manuscritos de Qumrán. La mejor prueba de ello me la ofreció la
pancarta que paseaba un corpulento fundamentalista ante el edificio en el que se celebraba un congreso
sobre Qumrán (Kansas City, 1991). La pancarta rezaba así: «Qumrán Yes, JEDP No». La sigla JEDP
(Yahvist -
1. «The Qumrán Essenes - Local Members of the Main Jewish Union in Late Second Temple Times», en The Qumrán Madrid Congress, Actas del
Congreso Internacional sobre los Manuscritos del Mar Muerto, Madrid, 18-21 de marzo de 1991,1992,1, 96.
40
LOS DESCUBRIMIENTOS DE QUMRÁN, SIN ANIMO DE ESCÁNDALO
Elohist - Deuteronomist - Priest o «sacerdotal») hace referencia a las cuatro fuentes literarias que, según
la crítica moderna, componen el Pentateuco. Los muy conservadores han visto siempre con gran recelo
la crítica bíblica moderna. Qumrán, por el contrario, no les asusta, tal vez porque perciben una cierta
afinidad con la comunidad de Qumrán, convertida a la postre en una secta fundamentalista judía de la
época.------
A la hora de juzgar sobre el retraso en la edición es preciso tener en cuenta las circunstancias en las que
se encuentran los manuscritos y en las que se ha realizado el estudio de los mismos. Quisiera comenzar
con una observación que nada tiene que ver con el retraso en la edición de los manuscritos, pero sí
mucho con las recientes prisas por acelerar el proceso de edición. Las quejas sobre el retraso han
coincidido con el comienzo del uso generalizado de los ordenadores en el trabajo científico. La
invención y difusión del ordenador, como la invención del alfabeto 1.500 años antes de Cristo y la de la
imprenta 1.500 años después de Cristo, han traído consigo un cambio radical en los procesos de
realización del trabajo científico. Las operaciones de recogida, elaboración y transmisión de datos se
realizan hoy con una rapidez increíble hace tan sólo unos años. Las prisas son ahora posibles porque
disponemos de medios técnicos que no sólo permiten sino que obligan a prisas, que en el trabajo
científico pueden ser muy peligrosas.
No hay que olvidar cuál era la situación hace tan sólo unos años. En el verano de 1988, bajé por vez
primera a los sótanos del Museo Roc-kefeller, en los que se guardan los manuscritos de la Cueva 4
pendientes de estudio. Tras las emociones primeras por sentir entre los dedos el misterio de lo escrito en
los pequeños fragmentos que debía preparar para la publicación, puesto a trabajar disponía allí de dos
instrumentos para ello: el catálogo de los manuscritos, escrito en folios a máquina con numerosas
correcciones a mano, y la «Concordancia», de la que se ha hablado anteriormente, en fichas escritas a
mano. El color amarillento de las fichas delataba que las «Concordancias» habían sido realizadas años
atrás. El catálogo y las concordancias, realizados por manos diferentes y a lo largo de mucho tiempo
según avanzaban los estudios, no podían menos de contener errores, inexactitudes, lagunas, etc. Por
entonces varios de los miembros del equipo internacional decidieron ampliar el equipo de investigadores
responsable de la edición de los manuscritos a su cargo. En 1988, y para facilitar el trabajo de los
investigadores, se hizo una edición muy reducida de las «Concordancias». Uno de los ejemplares se
encuentra en la biblioteca del Departamento de Estudios Hebreos y Árameos de la Universidad
Complutense. Un ejemplar de las «Con-condancias» sirvió para hacer la edición por ordenador llevada a
cabo en 1991 por Ben Zion Wacholder y Martin G. Abbeg.
No hay que olvidar tampoco que los grandes manuscritos de Qumrán estaban ya publicados desde hacía
años. Se ha jugado muchas veces con una cierta confusión entre manuscritos y fragmentos de un
manuscrito. Cuando muchas veces se ha criticado que la mayor parte de los ma-
4JULIO TREBOLLE BARRERA
nuscritos de Qumrán no estaba todavía publicada, se ha silenciado o ignorado que los grandes
manuscritos estaban ya editados y se ha querido ignorar que lo pendiente de publicación eran en gran
parte fragmentos minúsculos que, según Florentino García Martínez, «no aportan estrictamente nada»
(Textos de Qumrán, p. 9). En un mundo en el que se impone cada día más el inglés como lengua única
de comunicación científica, no faltan quienes consideran «no publicado» todo lo que no está en inglés,
hasta el punto de presentar como material inédito lo conocido ya en otras lenguas desde hace años. Han
sido muchos y muy diversos los factores que han influido en el proceso de estudio de los manuscritos y
en el retraso en su edición. Uno de los más decisivos ha sido el determinado por la situación política en
el Medio Oriente, crítica en muchas ocasiones desde el inicio de los descubrimientos. Los primeros
hallazgos habían tenido ya lugar en el ambiente que rodeó a la guerra entre árabes y judíos en el año
1948. En el año 1956 la crisis del Canal de Suez y la ocupación por parte de Israel de la península del
Sinaí crearon en la parte árabe de Jerusalén un clima tal de tensión que obligó a los estudiosos
extranjeros a abandonar temporalmente la ciudad. Por razones de seguridad, los manuscritos de la Cueva
4 fueron trasladados al Banco Otomano en Ammán, la capital jor-dana. Al año siguiente fueron
devueltos al Museo Rockefeller en Jerusalén, pero algunos manuscritos volvieron en un estado
irrecuperable.
Los vaivenes de la política del Medio Oriente incidieron también en el proceso de publicación a cargo de
la Clarendon Press en Oxford. La serie oficial de edición comenzó llamándose «Descubrimientos en el
desierto de Judá» (Discoveries in the Judaean Desert = DJD). A partir del año 1962 pasó a denominarse
«Descubrimientos en el desierto de Judá de Jordania» (Discoveries in the Judaean Desert of Jordán),
con referencia explícita al reino hachemita de Jordania, cuyo Departamento de Antigüedades
supervisaba entonces la custodia y edición de los manuscritos. Los volúmenes IV y V de la serie
aparecieron bajo este título. A partir de 1967, cuando Israel tomó la parte oriental de Jerusalén y el
Museo Rockefeller pasó a jurisdicción israelí, las nuevas autoridades insistieron en que la serie pasara a
denominarse «Descubrimientos en el desierto de Judá de Israel». Este solo factor contribuyó a dilatar,
más allá de la muerte del propio autor, la publicación del volumen que P. W. Ske-han tenía preparado.
Este volumen acaba de aparecer en el año 1993 bajo la responsabilidad de otro editor, E. C. Ulrich, de la
Universidad de Notre-Dame, a quien P. W. Skehan había confiado la edición definitiva (P. W. Skehan,
E. Ulrich, J. Sanderson, Qumrán Cave 4. IV: Palaeo-He-brew and Greek Biblical Manuscripts, DJD
IX).
Otra de las razones del retraso ha sido en no poca medida el tipo de edición escogido por los
responsables de la misma. Éstos podían haberse limitado a publicar las fotografías de los manuscritos,
presentar una transcripción del texto en caracteres hebreos y adjuntar la correspondiente traducción a
una lengua moderna. Los responsables de la edición 42
LOS DESCUBRIMIENTOS DE QUMRÁN, SIN ANIMO DE ESCÁNDALO
optaron por una edición acompañada de amplios estudios y comentarios. A medida que se incrementaba
el número de textos que era preciso comparar, tanto de la literatura qumránica como de la literatura judía
y no judía de los períodos persa, helenístico y romano, la tarea adquiría proporciones inabarcables. Se ha
criticado especialmente a J. T. Milik el retener textos inéditos importantes, a la espera de realizar
estudios minuciosos sobre éstos y otros textos. Con el tiempo se reconocerá a Milik la admiración y el
respeto merecidos. Ha sido quien más y con mayor rapidez ha publicado (DJD I, 1955 y II, 1961). Por su
trabajo incesante y directo sobre los manuscritos desde los inicios de la investigación sobre Qumrán,
posee una visión del conjunto de los manuscritos, fruto de unos conocimientos vastísimos de las lenguas
y literaturas de la época.
No hay que olvidar el factor económico. Hasta el año 1960 el equipo internacional pudo disponer para su
trabajo de fondos de la Fundación Rockefeller. En ese año el grupo se dispersó y regresaron a sus
respectivas universidades o centros de investigación, donde hubieron de simultanear el trabajo sobre
Qumrán con la docencia y otros muchos compromisos de trabajo en campos muy dispares.
Se ha criticado que algunos de los editores encomendaran a sus alumnos la edición de manuscritos a su
cargo. En realidad ello contribuyó a dar un nuevo impulso al proceso de edición y supuso una primera
ampliación del grupo inicial de editores. Es cierto que esta circunstancia creó un estado de animosidad
frente a la situación privilegiada de los estudiantes de un profesor determinado o de una universidad
como la de Harvard. Los profesores y doctorandos que no tenían acceso al estudio de los manuscritos se
sentían en inferioridad de condiciones, a merced de que las conclusiones de sus trabajos aparecieran
refutadas con datos de los manuscritos de Qumrán a los que no tenían acceso.
En Estados Unidos dos revistas de gran difusión, Biblical Archaeology Review y Bible Review, llevaron
a cabo una campaña por la libertad de acceso a las fotografías de los manuscritos. En sus páginas
apareció toda una cascada de artículos y cartas al Director con duras críticas, en ocasiones excesivas,
contra miembros del equipo de edición. Siguiendo desde este lado del Atlántico las sucesivas entregas de
este proceso público contra el llamado sindicato o «cartel» formado por los editores oficiales de los
textos de Qumrán, y asistiendo esporádicamente a reuniones internacionales, Como la celebrada
conjuntamente por la «Sociery of Biblical Literature» y las «American Schools of Oriental Research en
Kansas City» en noviembre de 1991, en la que se aprobó una declaración sobre la conservación, difulión
y publicación de manuscritos y otros materiales antiguos, uno no labia si admirar la lucha pionera de los
norteamericanos por la libertady libre acceso en este caso para todos los científicos a los materiales
consef-Viulos en los museos, o pensar que estaba asistiendo a un caso más, vía ttiass media, de lucha
encarnizada o normal por los derechos que les corresponden a unos y a otros, a museos, bibliotecas,
equipos de edición, empresas editoriales, revistas de difusión científica, público lector, etc.
43
JULIO TREBOLLE BARRERA
Una declaración hecha pública por asistentes al coloquio sobre Qum-rán en Cracovia [«The Mogilany
Resolution 1989», cf. Folia orientaba 26 (1989), 229-230; Qumran Chronicle 1 (1990), 10-11] pedía la
rápida publicación por parte de la Clarendon Press de las fotografías de los manuscritos todavía inéditos
sin esperar a la edición crítica de los mismos; pedía también una rápida «edición preliminar» de todos
los textos de Qumran en la Revue de Qumran, la publicación de las «Concordancias», así como la
confección de bibliografías sobre Qumran y de un diccionario de Qumran. Es sorprendente comprobar
cómo esta serie de desiderata se va haciendo realidad o convirtiendo en proyectos en marcha. Tras de
que la «Hungtington Library» de San Marino en California hubiera anunciado su decisión de poner a
disposición del público científico en general la colección de fotografías de los manuscritos que poseía en
depósito, en octubre de 1991 las autoridades competentes israelíes («Israel Antiquities Authority»)
decidieron poner también a disposición de los estudiosos la totalidad de las fotografías de todos los
manuscritos existente en los museos de Jerusalén. Pudo comprobarse inmediatamente que la inmensa
mayoría de los textos inéditos consisten en pequeños fragmentos, con los que a menudo no se alcanza a
reconstruir ni tan siquiera una frase con un mínimo sentido.
La muy reciente publicación de todos los manuscritos en microfichas y la ampliación del grupo de
editores hasta el número de 54 acelerará sin duda el proceso de edición, pero los nuevos editores y
quienes accedan a la edición en microfichas necesitarán también tiempo para sus estudios.
BIBLIOGRAFÍA
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manuscritos del Mar Muerto, Barcelona, 1981. Yadin, Y., The Message ofthe Scrolls, New York, 1992. 44
LOS HOMBRES DEL MAR MUERTOl Florentino García Martínez
Textos de Qumran he procurado ofrecer una traducción, fiel y res-Día, de los textos o fragmentos más
importantes de la colección de critos de Qumran. Aquí, y partiendo de esos mismos fragmentos, ir al
encuentro de los hombres detrás de esos textos, los hombres [Mar Muerto. Mediante una selección de
citas de distintos manuscri-i propongo presentar una imagen calidoscópica, fragmentaria e in-como los
textos mismos, de las personas que los escribieron, los jn, los copiaron y recopiaron, los consideraron
como su tesoro ^precioso y de esta manera consiguieron que llegaran hasta nuestras ai.
ira ello es necesario embarcarse en un viaje imaginario que nos per-[i franquear no sólo las barreras del
tiempo y del espacio, sino esas I barreras, más sutiles pero no menos reales, de una lengua que nos ÍU y
una cultura que nos es extraña.
viaje nos lleva a través del desierto de Judá, nos hace caminar irras casi blancas de puro calcinadas, nos
fuerza a atravesar quede un ocre ferruginoso y oxidado, nos obliga a descender por ¡IfUas rocosas y
profundas y a seguir el curso tortuoso de torrentes
Íuc buscan la fosa más profunda de la tierra: el valle del Jordán angación, que los antiguos llamaban
«Lago asfáltico» y que no-
I Conocemos por el nombre, igualmente adecuado, de «Mar Muer-
sus aguas inmóviles, bordeadas de depósitos salinos, y a unos troN bajo el nivel del Mediterráneo, se
reflejan de un lado los
II de Moab y del otro las quebradas del desierto de Judá. A media i futre estas cimas y el Mar
Muerto se halla una amplia terraza ar-
(illnforrm la leída en el Salón de Actos de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid I A) íMI de I <*,1 con motivo de la presentación de la
obra Textos de Qumran, Trotta, Madrid,
45
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
cillosa, final de nuestro viaje. En ella son aún visibles las ruinas de Qumrán, y en las paredes rocosas del
desierto o en quebradas talladas por las aguas en la terraza misma se encuentran, entre otras muchas
cavidades, las cuevas en las que fueron hallados nuestros textos. Y en esa misma terraza podemos
encontrarlos a ellos, los hombres del Mar Muerto, por centenas.
No se inquieten, no voy a describírselos con sus hábitos blancos de una sola pieza dirigiéndose en
silencio a la comida común en la gran sala, ni modelando vasijas o cociéndolas en el horno del alfarero
aún visible entre las ruinas, ni construyendo o reparando el acueducto que conduce las aguas desde la
presa en el wády cercano hasta las cisternas, ni purificándose en los baños rituales, ni siquiera curvados
sobre las mesas del escritorio mientras copian o componen los textos que han llegado hasta nosotros.
A los hombres del Mar Muerto podemos encontrarlos de una mane-/ ra mucho más concreta y real, y el
encuentro se realiza antes incluso de / que hayamos podido penetrar en el interior de las ruinas de
Qumrán. / Fuera del Khirbet, en efecto, a unos cincuenta metros, se hallan situados ' los tres
cementerios en los que descansan sus restos2. El gran cementerio, con más de mil tumbas, en las que
solamente se han encontrado restos de varones, y los dos pequeños cementerios en los que también se
han hallado tumbas de mujeres y de niños.
- No hay piedras tumbales ni nombres en superficie. Sólo pequeños montículos ovales de piedras marcan
las tumbas dispuestas con gran regularidad. Las tumbas son un simple foso de uno a dos metros de
profundidad, con el nicho que contiene el cadáver excavado en una de las paredes y cerrado con losas o
adobes. En su interior tampoco hay otros restos que los de los cadáveres, acostados sobre el dorso, con
las manos cruzadas sobre la pelvis, y la cabeza orientada hacia el sur.
Los hombres del Mar Muerto están ahí, en sus tumbas, desde hace dos milenios, esperando ser
recompensados por su fidelidad. Un hermoso texto transforma la promesa de restauración nacional de la
visión de los huesos secos del profeta Ezequiel en una promesa de resurrección individual:
[Y conocerán que yo soy YHWH] que redimo a mi pueblo dándoles la alianza. Vacat. [Y dije: «YHWH,] yo he visto a muchos de
Israel que han amado tu nombre y han marchado en los caminos de [justicia.] ¿Cuándo sucederán estas cosas? ¿Y cómo serán
recompensados por su fidelidad?». Y YHWH me dijo: «Yo haré ver a los hijos de Israel y sabrán que Yo soy YHWH». Vacat. [Y
dijo:] «Hijo del hombre, profetiza sobre los huesos y di: Que [se una] un hueso a su hueso y una juntura [a su juntura».] Y así fue.
Y dijo una segunda vez: «Profetiza, y subirán sobre ellos nervios y será cubiertos de piel [por encima».] Y así fue. Y dijo de
nuevo: «Profetiza sobre los cuatro vientos del cielo, y soplarán los vientos [del cielo sobre ellos y vi- 2. Para una descripción de
estos cementerios, ver R. de Vaux, Archaeology and the Dead Sea Scrolls, London, 1973, 4.5-48 y 57-58.
46
LOS HOMBRES DEL MAR MUERTO viran,] y una gran multitud de hombres se alzará y bendecirán a YHWH Shebaot que [les
Evidentemente, quienes han amado el nombre del Señor y han marchado
ha hecho vivir.»] (4Q385 frag. 2)3.
por caminos de justicia son ellos, esa gran multitud, los hombres del Mar Muerto, que en el silencio de
estas tumbas esperen la recompensa de su fidelidad en una vida nueva. ¿Por qué y cuándo se retiraron
al desierto? ¿Cómo vivían? ¿Qué pensaban? ¿Quiénes eran? Los textos que escribieron hace dos mil
años, y que el azar ha hecho lleguen a nuestras manos de lectores de finales de este siglo xx, nos darán
ellos mismos las respuestas a estos interrogantes. I. ¿POR QUE Y CUANDO SE RETIRARON AL DESIERTO?
Uno de estos textos, 4QMMT, expresa claramente por qué se separaron de todos sus hermanos: por un
deseo de fidelidad absoluta a la palabra revelada, cuya comprensión correcta sólo ellos poseían:
[Y vosotros sabéis] que nos hemos separado de la mayoría del pue[blo y nos abstenemos] de mezclarnos en estos asuntos, y de
unirnos a ellos en estas cosas. Y vosotros sa[béis que no] se encuentra en nuestras obras engaño o traición o maldad. Pues sobre
esta cosas os hemos es[crito] que debéis comprender el libro de Moisés, [y las palabras de los Projfetas y de David [y las crónicas
de ca]da generación. Y en el libro está escrito [...] (4QMMT 92-96)4.
«Estas cosas» es una larga lista en la que los otros, la mayoría del pueblo, se ha apartado de la correcta
interpretación de la Ley: el calendario, los sacrificios de los gentiles, la transmisión de la impureza por
las corrientes líquidas, la contaminación que introducen en la ciudad santa las pieles de animales, los
perros, los ciegos, sordos, leprosos, los cadáveres, las uniones ilícitas, los matrimonios de sacerdotes con
laicos, los diezmos, etc.
¿Como participar en el culto de un templo cuyo ciclo festivo no corresponde al ritmo fijo e inmutable
que Dios ha revelado, un templo en el que es introducido el trigo de los gentiles, un templo cuyos
sacrificios pacíficos no son consumidos en el día mismo, o en el que se inmola un mismo día la vaca y
su ternero? ¿Cómo poder vivir entre los muros de una ciudad que debe ser tan santa como el
campamento del desierto, ha-
3. El texto fue publicado por J. Strugnell-D. Dimant, «4QSecond Ezekiel», en F. García Martí-ne/.-E. Puech (eds.), Memorial Jean
Carmignac, París, 1988, 45-58. Para un estudio detallado de este texto puede verse mi trabajo «4QSecond Ezekiel y las tradiciones apocalípticas»,
en III Simposio Bíblico Kt/iañol, Valencia, 1991, 477-488.
4. Una traducción castellana del texto reconstruido por E. Qimron y J. Strugnell se encuentra en Textos de Qumrán (TQ) 127-130. Para
un estudio de conjunto de 4QMMT puede verse L. H. Schiff-mnn, «The New Halakhic Letter (4QMMT) and the Origins of the Dead Sea Sect»:
Biblical Archaeo-loxist 55 (1990), 64-73.
47
hitado por la presencia divina, con aquellos que tienen una idea distinta de lo que esta santidad exige
para ser preservada? ¿Con aquellos que no sólo fabrican vasijas con las pieles y los huesos de animales
impuros, sino que introducen esas pieles en el templo, o permiten que los perros circulen por la ciudad?
¿Cómo cohabitar en esa ciudad santa con ciegos, o con sordos, o leprosos, o con quien no se ha
purificado después de inmolar la ternera roja? ¿Cómo compartir el techo de una casa con aquellos que
emparejan animales de distintas especies, o mezclan lana y lino en sus vestidos, o siembran distintas
simientes en sus campos o viñas? ¿Cómo vivir junto a aquellos que no se preocupan del contacto con
cadáveres, o que piensan que los líquidos no transmiten la impureza, o que creen que un hijo de Aarón
puede unirse impunemente a quien no es de linaje sacerdotal?
Cuando lo que está en juego son preceptos divinos, la cohabitación pacífica es imposible. Si la ciudad es
impura por culpa de sus habitantes, permanecer en ella es contaminarse. Si el templo es profanado, si las
fiestas son celebradas a destiempo, si los sacrificios han sido hechos inmundos, la participación en el
culto carece de sentido. Y si, a pesar del celo desplegado, no se poseen los medios de restaurar el orden e
imponer la observancia, sólo queda preservar la pureza del resto alejándose y esperar el momento en el
que la intervención divina permita restaurar el orden quebrantado.
¿Pero por qué al desierto? En estas condiciones, la huida hacia el desierto puede ser una alternativa real,
a pesar de sus dificultades. Para los hombres del Mar Muerto, impregnados de Biblia, el desierto es el
lugar del éxodo. De ahí que no les sea difícil transformarlo de lugar de destierro en morada, residencia
temporal, etapa en el camino, de la que estos «exilados del desierto» partirán un día para la gran batalla
que hará posible el retorno a una Jerusalén y a un templo renovados. Por eso, en sus textos, el desierto es
un lugar de encuentros, de visiones, de voces; es, sobre todo,-el recuerdo del éxodo del Israel histórico
en marcha hacia la tierra, y, por eso, es metáfora de los hijos de la luz en camino, en ruta hacia la patria
verdadera. La Regla de la Comunidad nos describe así (reutilizando el texto de Isaías) el proyecto de
transformarse en grupo, de formar una comunidad, con el que estos «separados» sueñan:
Y cuando éstos existan /como comunidad/ en Israel /según estas disposiciones/ se separarán de en medio de la residencia de los
hombres de iniquidad para marchar al desierto para abrir allí el camino de Aquél. Como está escrito: «En el desierto, preparad el
camino de *""**, enderezad en la estepa una calzada para nuestro Dios». Éste es el estudio de la ley, que ordenó por mano de
Moisés, para obrar de acuerdo con todo lo revelado de edad en edad, y que revelaron los profetas por su santo espíritu (1QS VIII,
12-15; TQ, 59)5. 5. Texto hebreo en M. Burrows (ed.), The Dead Sea Scrolls ofSt. Mark's Monastery. 11/2: The Manual ofDiscipline, New
Haven, 1951.
48
LOS HOMBRES DEL MAR MUERTO
La misma Regla nos explica así el para qué de esta separación, para nar una comunidad en el desierto,
una comunidad de bienes y de ley, ,jo la autoridad de los sacerdotes legítimos:
Ésta es la regla para los hombres de la comunidad que se ofrecen voluntarios para convertirse de todo mal y para mantenerse
firmes en todo lo que ordena según su voluntad. Que se separen de la congregación de los hombres de iniquidad para formar una
comunidad en la ley y en los bienes, y sometiéndose a la autoridad de los hijos de Zadok, los sacerdotes que guardan la alianza, y
a la autoridad de la muchedumbre de los hombres de la comunidad, los que se mantienen firmes en la alianza. Por su autoridad
será tomada la decisión del lote en todo asunto que concierne a la ley, a los bienes y al juicio, para obrar juntos la verdad y la
humildad, la justicia y el derecho, el amor misericordioso y la conducta modesta en todos sus caminos. Que nadie marche en la
obstinación de su corazón para extraviarse tras su corazón y sus ojos y los pensamientos de su inclinación. Sino que circuncide en
la comunidad el prepucio de su inclinación y de su dura cerviz, para establecer un fundamento de verdad para Israel, para la
comunidad de la alianza eterna. Que expíen por todos los que se ofrecen voluntarios para la santidad en Aarón y por la casa de la
verdad en Israel, y por los que se les unen para la comunidad, para el proceso y para el juicio, para declarar culpables a todos los
que quebrantan el precepto (JQSV, 1-7; TQ, 54).
El cuándo preciso no podemos saberlo. Nuestros textos no se ocupan fhistoria, a lo sumo de «historia de
la salvación», y a esta «historia» es :il darle fechas concretas. Un famoso pasaje del Documento de
Daico sitúa así los orígenes:
Porque cuando fueron infieles al abandonarlo, él ocultó su rostro de Israel y de su santuario y los entregó a la espada. Pero
cuando recordó la alianza de los primeros, preservó un resto para Israel y no los entregó a la destrucción. Y al tiempo de la ira, a
los trescientos noventa años de haberlos entregado en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, los visitó e hizo brotar de
Israel y de Aarón un retoño del plantío para poseer su tierra y para engordar con los bienes de su suelo. Y ellos comprendieron su
iniquidad y supieron que ellos eran hombres culpables; pero eran como ciegos y como quienes a tientas buscan el camino durante
veinte años. Y Dios consideró sus obras, porque le buscaban con corazón perfecto, y suscitó para ellos un Maestro de Justicia
para guiarlos en el camino de su corazón. Vacat. Y para dar a conocer a las últimas generaciones lo que él había hecho a la
generación postrera, la congregación de los traidores (CD-A I, 3-11, TQ, 80) 6.
La fecha del destierro de Israel es conocida, y la adición de los 390 31, más los 20 años en los que el
grupo marcha como un ciego que Ca a tientas su camino, no es especialmente complicada. Lo que nos
jporcionaría una fecha de comienzos del siglo n a.C. Todo sería fácil si I profeta Ezequiel no hubiera
precisamente utilizado la misma cifra de 1 para indicar los días en los que soporta sobre sí, acostado
sobre el
é. Texto hebreo en M. Broshi (ed.), The Damascus Document Reconsidered, Jerusalem, 1992.
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FLORENTINO GARCLOS HOMBRES DEL MAR MUERTO ÍA MARTÍNEZ
costado izquierdo, el pecado de la casa de Israel, un día por cada año, a los que suma otros 40 días,
acostado sobre el costado derecho, para llevar la iniquidad de la casa de Judá, aludiendo así a su vez a
los 430 años de esclavitud en Egipto que menciona Ex 12,40. Sea lo que fuere de este juego de símbolos
y alusiones, lo que sí es cierto es que, en la segunda mitad de ese siglo n anterior a la era cristiana,
nuestros hombres del Mar Muerto han roto ya con «el resto del pueblo» y se hallan instalados en los
alrededores de las ruinas de Qumrán para hacer realidad ese sueño de vida comunitaria conforme a la
Ley.
II. ¿COMO VIVÍAN LOS HOMBRES DEL MAR MUERTO?
Tal vez la manera más fácil de describir su vida sea la de definirla como una vida dedicada
completamente a la observancia de la Ley. Desde el momento del ingreso hasta el momento del reposo
final en los cementerios en el que los hemos encontrado, su vida entera estaba regida por la observancia
de las prescripciones divinas y de todos otros aquellos preceptos que se derivan de las normas reveladas
y cuya finalidad es la de crear una barrera protectora en torno a la Ley que impida infringir ninguno de
sus mandatos.
Entrar en esta comunidad es, por supuesto, un acto voluntario. Pero es todo menos fácil. No sólo se
requieren determinadas cualidades, sino que la incorporación se halla regulada por un proceso con
distintas etapas, en cada una de las cuales debe franquearse un nivel cada vez más elevado, con sus
correspondientes ritos de pasaje:
Y a todo el que se ofrece voluntario de Israel para unirse al consejo de la comunidad lo examinará el Instructor que está al frente
de los Numerosos en cuanto a su discernimiento y a sus obras. Si es apto para la disciplina, lo introducirá en la alianza para que
se vuelva a la verdad y se aparte de toda iniquidad, y lo instruirá en todos los preceptos de la comunidad. Y después, cuando entre
para estar ante los Numerosos, serán interrogados todos sobre sus asuntos. Y según resulte el lote en el consejo de los
Numerosos, será incorporado o alejado. Si es incorporado al consejo de la comunidad, que no toque el alimento puro de los
Numerosos mientras lo examinan sobre su espíritu y sobre sus obras hasta que complete un año entero; y que tampoco participe
en los bienes de los Numerosos. Cuando haya completado un año dentro de la comunidad, serán interrogados los Numerosos
sobre sus asuntos, acerca de su discernimiento y de sus obras con respecto a la ley. Y si le sale el lote de incorporarse a los
fundamentos de la comunidad según los sacerdotes y la mayoría de los hombres de la alianza, también sus bienes y sus
posesiones serán incorporados en manos del Inspector con las posesiones de los Numerosos. Y las inscribirán de su mano en el
registro, pero no las emplearán para los Numerosos. Que no toque la bebida de los Numerosos hasta que complete un segundo
año en medio de los hombres de la comunidad. Y cuando se complete este segundo año será inspeccionado por autoridad de los
Numerosos. Y si le sale el lote de incorporarse a la comunidad, lo inscribirán en la regla de su rango en medio de sus hermanos
para la ley, para el juicio, para la pureza y para la puesta en común de sus
50
bienes. Y su consejo será para la comunidad, lo mismo que su juicio (1QS VI, 13-23; TQ, 56-57).
En cada una de esas etapas el candidato debe dar pruebas de sus progresos en el conocimiento y en la
perfecta observancia de todos los preceptos. Lo que no debía resultar nada fácil. Basta comparar las
prescripciones concernientes a la observancia del sábado que hallamos en el Documento de Damasco
con las prescripciones bíblicas al respecto o con U práctica usual de otros grupos de la época: iti I.
Sobre el sábado, para observarlo de acuerdo con su norma ... Y en el día del sábado que nadie hable una palabra vana o estúpida.
Que no preste nada a su prójimo. Que no se discuta sobre la riqueza y el beneficio. Que no se hable de asuntos de trabajo y de la
tarea a realizar al día siguiente. Vacat. Que nadie marche en el campo para hacer el trabajo que desea (en) el sábado. Que no
marche fuera de la ciudad más de mil codos. Vacat. Que nadie coma en el día del sábado excepto lo que ha sido preparado; y de
lo perdido en el campo que no coma. Y que no beba excepto de lo que hay en el campamento... Que nadie se ponga ropas sucias
o que están en el cofre, a no ser que hayan sido lavadas con agua o frotadas con incienso. Vacat. Que nadie ayune
voluntariamente en sábado ... Que no abra un vaso sellado en sábado. Vacat. Que nadie lleve sobre sí perfumes en sábado para
salir o para entrar. Vacat. Que en su residencia nadie levante una piedra o polvo. Vacat. Que la nodriza no lleve a la criatura para
salir o para entrar en sábado. Vacat. Que nadie presione a su siervo o a su criada o a su empleado en sábado. Vacat. Que nadie
ayude a parir a un animal el día del sábado. Vacat. Y si lo hace caer a un pozo o a una fosa, que no se le saque en sábado. Vacat.
Que nadie se pare en un lugar cercano a los gentiles en sábado. Vacat. Que nadie profane el sábado por riqueza o ganancia en
sábado. Vacat. Y a todo hombre vivo que cae a un lugar de agua o a un lugar, que nadie lo saque con una escalera, o una cuerda o
utensilio... (CD-A X, 14-XI, 17; TQ, 88-89).
Pero no sólo debe dar pruebas de conocimiento y de observancia per-Cta; su «lote» debe estar entre los
hijos de la luz. Para nuestros hombres el Mar Muerto la línea que divide la luz de las tinieblas no se
limita al |pundo de los ángeles y al universo entero, sino que atraviesa el ser de |da hombre. Lo que en
definitiva determina el que uno pueda llegar a
Ír miembro perfecto de la comunidad de «hijos de la luz» es el hecho de le desde el comienzo ha
recibido más partes de luz que de tinieblas, que i suerte ha caído en el lote de la luz:
Hasta ahora los espíritus de verdad y de injusticia se disputan en el corazón del hombre y marchan en sabiduría o en necedad. De
acuerdo con la heredad del hombre en la verdad y en la justicia, así odia él la injusticia; y según su parte en el lote de injusticia,
obra impíamente en ella, y así abomina la verdad. Pues Dios los ha dispuesto en partes iguales hasta el final fijado y la nueva
creación. Él conoce el resultado de sus obras por todos los tiempos eternos, y los ha dado en heredad a los hijos de los hombres
para que conozcan el bien [y el mal], para que determinen el lote de todo viviente de acuerdo con el espíritu que hay en él [al
tiempo de la] visita (IQS IV, 23-26; TQ, 54).
51
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
LOS HOMBRES DEL MAR MUERTO
De ahí que el Inspector y los Numerosos deban recurrir a todos los medios posibles para determinar las
partes de luz y de tinieblas de cada candidato. Incluso el examen de sus características físicas, de su
horóscopo, del signo de su progenitura, etc., pueden proporcionar informaciones importantes en esta
cuestión realmente decisiva. Uno de los textos más sorprendentes, conservado fragmentariamente en
hebreo y en ara-meo, nos describe así dos tipos de personas: (4Q186 y 4Q561)7:
Y sus dientes son de alturas desiguales (?). Los dedos de su mano son gordos. Sus muslos son gordos y llenos de pelos cada uno.
Los dedos de sus pies son gordos y cortos. Su espíritu tiene ocho (partes) en la casa [de las tinieblas] y una en la casa de la luz
(TQ, 471).
Sus ojos son entre negro y atigrado. Su barba es ... [...] y rizada. El sonido de su voz es sencillo. Sus dientes son finos y se hallan
bien ordenados. No es alto ni es corto, y así es desde su nacimiento. Los dedos de sus manos son delgados y largos. Sus muslos
son suaves y las plantas de sus pies [...] se hallan bien ordenadas. Su espíritu tiene ocho (partes) [en la casa de la luz,] en la
segunda posición, y una [en la casa de las tinieblas...] (TQ, 471).
El candidato que ha sobrepasado las distintas pruebas, que conoce todos los preceptos de la comunidad y
los observa, y que ha recibido como lote en el misterio de la elección divina más partes de luz que de
tinieblas, es finalmente considerado como apto para ser miembro de pleno derecho de la comunidad y
para entrar a formar parte de la alianza nueva. Esta incorporación se realiza solemnemente en una fiesta
en la que son proclamadas las bendiciones y las maldiciones de la alianza:
Y todos los que entren en la regla de la comunidad establecerán una alianza ante Dios para cumplir todo lo que ordena y para no
apartarse de su seguimiento por ningún miedo, terror o aflicción, que suceda durante el dominio de Belial. Cuando entren en la
alianza, los sacerdotes y los levitas bendecirán al Dios de salvación y a todas las obras de su fidelidad, y todos los que entren en
la alianza dirán: «Amén, Amén». Vacat. (1QS I, 16-20; TQ, 49-50).
A continuación los sacerdotes y los levitas proclaman las bendiciones y las maldiciones de la alianza. Y
todos los candidatos responden al unísono, sellando así su compromiso e incorporándose de esta manera
a esa «sociedad eterna» que forman los miembros de la «alianza nueva». A partir de ese momento son
miembros de pleno derecho de la comunidad y pueden participar en el banquete sagrado para el que se
requiere el nivel más alto de pureza. La mejor descripción de ese banquete la encontramos proyectada en
el futuro, en la edad mesiánica; pero nos sirve
7. Traduzco la columna III del fragmento 1 y la columna I del fragmento 2 de 4Q186, un texto publicado por J. Allegro, Discoveries ofthejudaean
Desert of Jordán V, Oxford, 1968. Se trata de un texto hebreo, aunque transcrito a la inversa y empleando a veces letras griegas, paleo-hebreas y
otras en uno de los alfabetos crípticos. La versión aramea (4Q581) aún no ha sido publicada.
52
infectamente de ilustración, puesto que ese futuro es presentado como reflejo del presente, como imagen
ideal de lo cotidiano:
Y [cuando] se reúnen a la mesa de la comunidad [o para beber] el mosto, y esté preparada la mesa de la comunidad [y mezclado]
el mosto para beber, [que nadie extienda] su mano a la primicia del pan y del [mosto] antes del sacerdote, pues [él es el que
ben]dice la primicia del pan y del mosto [y extiende] su mano al pan antes de ellos. Después el Mesías de Israel extenderá su
mano al pan. [Y después benjdecirá toda la congregación de la comunidad, cada [uno de acuerdo con] su dignidad. Y según esta
norma actuarán en cada co[mida, cuando se re]únan al menos diez hom[bres] (IQSa [lQ28a] II, 17-22; TQ, 178)8.
Esta comida, esta participación en la «pureza», en el alimento puro I los Numerosos, que aquí vemos
proyectada como banquete mesiáni-9, es en realidad la comida comunitaria de cada día, en la que los
'cmbros participan siempre y cuando se encuentren en un tal estado de íreza ritual que permita
considerarlos como ángeles:
Que ningún hombre contaminado por alguna de las impurezas de hombre entre en la asamblea de éstos; y todo aquel que está
contaminado por ellas, que no sea establecido en su función en medio de la congregación. Y todo el que está contaminado en su
carne, paralizado en sus pies o en sus manos, cojo, ciego, sordo, mudo, o contaminado en su carne con una mancha visible a los
ojos, o el anciano tambaleante que no puede mantenerse firme en medio de la asamblea, éstos no entrarán a ocupar su puesto en
medio de la congregación de los hombres famosos, porque los ángeles de santidad están en medio de su congregación] (IQSa
[lQ28a] II, 3-9; TQ, 177).
Pero no sólo estas «contaminaciones» temporales o permanentes edén alejar a un miembro de la
participación en la «pureza». La vida tidiana está llena de riesgos. Puesto que la exigencia de fidelidad es
ab-iluta, y las normas establecidas para salvaguardar la observancia total ! los preceptos de la Ley son
numerosas y variadas, cualquier miembro ¡ÍOrre el riesgo de quebrantar una u otra. La gravedad de la
transgresión j | los ojos de la comunidad determina la duración de la privación de par-Jtlcipación en la
«pureza» que se impone al que es culpable. He aquí al-(§Unos ejemplos:
Y si ha hablado con ira contra uno de los sacerdotes inscritos en el libro, será castigado un año y será separado, bajo pena de
muerte, del alimento puro de los Numerosos. Pero si habló por inadvertencia, será castigado seis meses. Y quien miente a
sabiendas, será castigado seis meses. Quien a sabiendas y sin razón insulta a su prójimo, será castigado un año y será separado. Y
quien habla a su prójimo con engaño, o a sabiendas lo engaña, será castigado seis meses. Y si es /negligente/ con su prójimo, será
castigado tres meses. Pero si es negligente con los bienes de la comunidad causando su pérdida, los completará totalmente. Y si
no consigue completarlos, será castigado /sesenta días/. Y quien guarda rencor a su prójimo sin H.
Texto hebreo publicado por D. Barthélcmy en Discoveries ofthejudaean Desert I, Oxford, 1955.
53
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
razón, será castigado /un año/. Y lo mismo, a quien se venga en cualquier asunto. Quien pronuncia con su boca palabras vanas,
tres meses; y por hablar en medio de las palabras de su prójimo, diez días. Y quien se acuesta y duerme en la reunión de los
Numerosos, treinta días. Y así quien abandona la reunión de los Numerosos, sin razón, o se duerme hasta tres veces en una
reunión, será castigado diez días; pero si [...] Vacat. y se aleja, será castigado treinta días. Y quien marcha ante su prójimo
desnudo, sin estar obligado, será castigado tres meses. Y aquel que escupe en medio de una reunión de los Numerosos, será
castigado treinta días. Y quien saca su «mano» de debajo de su vestido, o éste es un andrajo que deja ver su desnudez, será
castigado treinta días. Y quien ríe estúpidamente haciendo oír su voz, será castigado treinta días. Y el que saca su mano izquierda
para gesticular con ella será castigado diez días. Y quien va difamando a su prójimo, será separado un año de la comida pura de
los Numerosos y será castigado; pero aquel que va difamando a los Numerosos, será expulsado de entre ellos y no volverá más
(1QS VII, 2-19, TQ, 57-58).
La privación puede, por consiguiente, ser definitiva. Lo que equivale a una expulsión del miembro
transgresor. La comunidad no duda en cortar las ramas secas o aquellas cuyos frutos no son los
esperados. Lo mismo que el ingreso, la expulsión se realiza oficialmente, en la fiesta de renovación de la
alianza que se celebra en el tercer mes y que incluye las maldiciones sobre aquellos que han sido infieles
a la alianza nueva: «Los hijos de Leví y los hombres de los campamentos se reunirán en el tercer mes y
maldecirán al que se inclina a la derecha o a la izquierda de la Ley», como nos dice el final de una de las
copias del Documento de Damasco de la Cueva 4 (4Q267 18 V, 17-18):
Y así es el juicio de todo el que entra en la congregación de los hombres de santidad perfecta y es remiso en el cumplimiento de
las instrucciones de los rectos. Éste es el hombre que es fundido en el horno. Cuando sus obras sean manifiestas, será expulsado
de la congregación, como aquel cuyo lote no ha caído entre los discípulos de Dios. De acuerdo con su ofensa le reprenderán los
hombres de conocimiento, hasta el día en que vuelva para tomar su puesto en la reunión de los hombres de santidad perfecta.
Pero cuando sus obras sean manifiestas, según la exacta interpretación de la ley en la que marcharon los hombres de santidad
perfecta, que nadie se junte con él en la riqueza ni en el trabajo, pues le han maldecido todos los santos del Altísimo. Y según este
juicio (se procederá) con todos los que desprecian, tanto entre los primeros como entre los últimos, pues han puesto ídolos en su
corazón y han marchado en la obstinación de su corazón. No hay para ellos parte en la casa de la ley (CD-B XX, 1-10; TQ,
9394).
III. ¿QUE PENSABAN LOS HOMBRES DEL MAR MUERTO?
Trazar un simple esbozo del pensamiento de los hombres del Mar Muerto es algo que sobrepasa los
límites de un tiempo razonable. La biblioteca que nos han legado es demasiado amplia, demasiado
variada para ello. Intentar delinear siquiera lo que ellos sentían sería aún más largo. Un simple recorrido
por los Himnos nos permite recoger los ecos más va-
54
r,
LOS HOMBRES DEL MAR MUERTO
riados de una experiencia humana quemada de absoluto, apasionada, rica, indefinible. Me limitaré, pues,
a señalar uno solo de los elementos que me parecen característicos: su pensamiento dualista que se
expresa en metáforas e imágenes, luz y tinieblas, caminos contrapuestos, bien y mal. Un dualismo
cósmico, que sólo se detiene ante el principio básico del monoteísmo, la unicidad del Dios de la alianza,
la fuente primordial de todo lo que existe, sea luz o tinieblas, bien o mal. Un dualismo que se-iara a los
seres celestes en dos categorías: ángeles y demonios de todos os plumajes. Un dualismo que divide la
historia entre «buenos» y «malos», los hijos de la luz y los de las tinieblas. Un dualismo que penetra el
corazón del hombre y descubre en cada uno la presencia de esa parte de luz y de tinieblas, de pecado y
de gracia, que constituye la raíz del ser hombre. Un tratado incorporado al comienzo de la Regla de la
Comunidad formula así este pensamiento:
Del Dios de conocimiento proviene todo lo que es y lo que será. Antes que existieran fijó todos sus planes, y cuando existen
completan sus obras de acuerdo con sus instrucciones, según su plan glorioso y sin cambiar nada. En su mano están las leyes de
todas las cosas, y él las sostiene en todas sus necesidades. El creó al hombre para dominar al mundo, y puso en él dos espíritus,
para que marche por ellos hasta el tiempo de su visita: son los espíritus de la verdad y de la falsedad. Del manantial de la luz
provienen las generaciones de la verdad, y de la fuente de tinieblas las generaciones de falsedad. En mano del Príncipe de las
luces está el dominio sobre todos los hijos de justicia; ellos marchan por caminos de luz. Y en mano del ángel de las tinieblas está
todo el dominio sobre los hijos de la falsedad; ellos marchan por caminos de tinieblas. A causa del ángel de tinieblas se extravían
todos los hijos de justicia, y todos sus pecados, sus iniquidades, sus faltas y sus obras rebeldes, están bajo su dominio de acuerdo
con los misterios de Dios, hasta su tiempo; y todos sus castigos y sus momentos de aflicción son causados por el dominio de su
hostilidad; y todos los espíritus de su lote hacen caer a los hijos de la luz. Pero el Dios de Israel y el ángel de su verdad ayudan a
todos los hijos de la luz. Él creó a los ángeles de la luz y de las tinieblas, y sobre ellos fundó todas las obras, [sobre sus cajminos
todos los trabajos. Dios ama a uno de ellos por todos los tiempos eternos, y en todas sus acciones se deleita por siempre; del otro,
él abomina sus consejos y odia sus caminos por siempre. Vacat (1QSIII, 15-IV, 1; TQ, 52-53).
Otros textos nos transmiten los nombres concretos de estos dos príncipes celestes, los jefes del ejército
de la luz y de las tinieblas: Príncipe de la Luz, Miguel, Melqui-sedec; Príncipe de las tinieblas, Belial,
Mclqui-resa', y nos los muestran disputándose la posesión del corazón del hombre:
en mi visión, la visión de un sueño. Y he aquí que dos se disputaban sobre mí y decían: [...] y entablaron sobre mí una gran
disputa. Y les pregunté: Vosotros, ¿por qué así vosotros [... sobre mí? Y respondieron y me dijeron: Nosotros] [hemos recibido]
el dominio y dominamos sobre los hijos de Adán. Me dijeron: ¿Entre quién de nosotros tú [escoges...? Alcé mis ojos y vi] [que
uno] de entre ellos tenía un aspecto horrible [...] y su vestido estaba coloreado y oscurecido de tinieblas [...] [Y
55
miré al otro, y he aquí que [...] en su aspecto, y su rostro estaba sonriente y él estaba cubierto de [...] (4Q544 1,1-10; TQ, 321)9.
En esta lucha sin cuartel, los hombres del Mar Muerto no están desamparados. Su lote ha sido, como ya
hemos dicho, predestinado y ellos forman parte de las fuerzas del bien, de los ejércitos de los «hijos de
la luz». Su vida entera transcurre en comunión con los ángeles. En el silencio del desierto, resuena
continuamente «el ruido del silencio divino» 10. Y la visión de la liturgia angélica acompaña la plegaria
de aquellos que han hecho de la «ofrenda de los labios» un sustituto temporal de los sacrificios del
templo profanado. Aunque las fuerzas del mal siguen activas, «los hijos de la luz» pueden protegerse de
los asaltos de las tinieblas y exorcizar el influjo de los ángeles de destrucción. Uno de los Cánticos del
Sabio nos muestra al Instructor ejerciendo estas funciones de exorcista:
Y yo, el Instructor,
proclamo la majestad de su esplendor a
fin de asustar y aterrorizar]
a todos los espíritus de los ángeles destructores
y los espíritus bastardos, demonios, Lilits,
buhos y [chacales...] y los que golpean de
improviso para desviar al espíritu de
conocimiento, para desolar sus corazones y ...
en la época del dominio de la impiedad y en los períodos de
humillación de los hijos de la luz, en los períodos culpables de
los contaminados de iniquidades. (4Q510I,4-9;TQ, 399)".
Este cuadro hermenéutico en el que se cruzan lo humano y lo celeste, en el que toda luz proviene del
manantial perpetuo pero convive rodeada de sombras incluso en el corazón de «los hijos de la luz», les
permite descubrir la raíz del ser hombre en la lucha continua entre ese ser pecado y la gracia que salva, y
que para ellos, «los elegidos», termina por resolverse en un abandono confiado en el seno de un Dios:
Estas cosas las sé por tu conocimiento, pues abriste mis oídos a misterios maravillosos aunque soy criatura de arcilla, moldeada
con agua, cimiento de vergüenza, fuente de impureza, horno de iniquidad, construcción de pecado, espíritu de error, extraviado,
sin conocimiento, aterrorizado por tus juicios justos.
9. Texto arameo publicado por J. T. Milik, «4QVisions de 'Araran et une citation d'Origéne»! Revue Biblique 79 (1972), 77-
99.
10. Según la expresión de 4Q405, los «Cánticos del Sacrificio Sabático».
11. Texto hebreo publicado por M. Baillet, Discoveríes oftbejudaean Desert Vil, Oxford, 1982.
¿Qué podré decir, que no sea sabido?
¿Qué podré anunciar, que no haya sido contado?
Iodo ha sido grabado en tu presencia ton el
punzón del recuerdo por todos los períodos
perpetuos en las épocas del número de los años
eternos en todos sus tiempos prefijados.
¿Cómo contará el hombre su pecado? ¿Cómo
defenderá sus transgresiones?
¿Cómo responderá a todo juicio justo?
A ti, Dios del conocimiento, pertenecen
todas las obras de la justicia y el
fundamento de la verdad;
» los hijos del hombre,
el servicio de la iniquidad y las obras del engaño (1QH IX, 21-27; TQ, 364).
¿Qué es la carne comparada con esto?
¿Qué criatura de barro puede hacer maravillas?
Esta en pecado desde el seno materno, y en
iniquidad culpable hasta la vejez.
Pues yo sé que no pertenece la justicia al hombre, ni
el camino perfecto al hijo de hombre.
Al Dios Altísimo pertenecen todas las obras de justicia, y el
camino del hombre no es estable ll no es por el espíritu que
para él Dios crea para que perfeccione el camino de los
hijos de hombre, para que conozcan todas sus criaturas la
fuerza de su poder y la grandeza de sus misericordias con
todos los hijos de su beneplácito. Y yo —el terror y el
espanto me han cogido,
IC han quebrado todos /mis huesos/,
Itli corazón ha fundido como cera ante el fuego, mis
rodillas resbalan como agua que corre en la pendiente,
pues he recordado mis culpas Con la infidelidad de mis
antepasados, cuando se alzaron los impíos contra tu
alianza y los perdidos contra tu palabra—, yo dije: «Por
mi pecado he sido excluido de tu alianza». Pero cuando
recordé la fuerza de tu mano y la multitud de tus
misericordias, lt>e mantuve firme y me alcé; Wl
espíritu se afirmó en su posición frente a la aflicción.
Pues me he apoyado en tus ternuras y en In abundancia de tus
misericordias (1QH XII, 29-37; TQ, 373).
Pile» tú me has conocido desde mi padre, llenlr las entrañas |mc has establecido,] [del vientre de] mi madre me has colmado,
dfídr ION pechos do la que me ha concebido tu nilucricordia ha estado sobre mí,
56
57
iClli;;
Han sido muchos los cismas originados por disputas sobre el calendario. El cisma entre la Iglesia latina y
la Iglesia griega arranca ya desde los primeros tiempos del cristianismo por una disputa sobre la fecha de
celebración de la Pascua. La comunidad de Qumrán rompió con el sacerdocio jerosolimitano también
por una cuestión de calendario:
Pero con los que se mantuvieron firmes en los preceptos de Dios, con los que quedaron de entre ellos, Dios estableció su alianza
con Israel por siempre, revelándoles las cosas escondidas en las que había errado todo Israel: sus sábados santos y sus
¡ festividades gloriosas (CD 3,12-15; TQ, 82).
No podía participar en el culto de Jerusalén, que celebraba sus fiestas i en fechas erróneas:
Para separar lo impuro de lo puro y distinguir entre lo sagrado y lo profano; para ' observar el día del sábado según la
interpretación exacta, y las festividades, y el día del ayuno, según lo que habían hallado los que entraron en la alianza nueva en la
tierra de Damasco» (CD 6,17-19;TQ, 84); de acuerdo con todas las cosas reveladas sobre los tiempos fijados (1QS 1,8-9); no se
apartarán de ninguno de todos los mandatos de Dios sobre sus tiempos: no adelantarán sus tiempos ni retrasarán ninguna de sus
fiestas (1,13-15).
Los qumranitas seguían un calendario diferente de aquel por el que se regía el resto de los judíos y al que
se ajustaban las celebraciones en el Templo de Jerusalén. Los judíos utilizaban un calendario de 354 días
y de 12 meses de 29 días y medio, sin atención alguna a los ciclos de las estaciones (solsticios y
equinoccios), por lo que cada tres años se había de intercalar un mes supletorio, el segundo mes de Adar,
que seguía al primero de Adar (febrero/marzo). El calendario de Qumrán, de origen sacerdotal, se regía
por el sol; los meses se contaban por la sucesión de números, sin nombres para cada mes. El año tenía
364 días y se dividía, con absoluta regularidad, en 52 semanas y en cuatro estaciones de tres meses de
30, 31 y 32 días (13 semanas). En consecuencia, todas las fiestas caían en un día fijo de la semana. La
Pascua comenzaba al anochecer del día 14 del primer mes, siempre en el cuarto día de la semana, el
miércoles. La fiesta de las Semanas se celebraba el día 15 del tercer mes, en el día primero de la semana,
el domingo. La celebración de Kippur caía i el día 10 del undécimo mes, en el sexto día de la semana, el
viernes. 1 fiesta de los Tabernáculos era el día 15 del mes séptimo, en el cuarto dial de la semana, el
miércoles. La Regla de la Comunidad no da información! sobre cómo resolvían el problema que supone
el que en este calendario! falten 29 horas, 48 minutos y 48 segundos para ajustarse exactamente al]
movimiento de la tierra en torno al sol.
El uso de este tipo de calendario aparece atestiguado en los dos tex-; tos siguientes:
Y (David) escribió salmos, tres mil seiscientos; y cánticos para cantar delante del I altar sobre la ofrenda perpetua de cada día,
para todos los días del año: trescientot\ sesenta y cuatro... (HQSalmos* 27,4-7; TQ, 347); ' 74
... padres de la congregación, cincuenta y dos. Dispondrán a los jefes de los sacerdotes detrás del Sumo Sacerdote y de su
segundo, doce jefes para estar sirviendo perpetuamente ante Dios. Y los veintiséis jefes de los levitas, para servir por siempre...
(IQRegla de la Guerra 2,1-2; TQ, 146).
Antecedentes y referencias a este calendario pueden encontrarse en Ez 5,18-20; Jub 6,29-33; 1 Enoc
74,11-12; 82,6.11.15.18.
El Rollo del Templo (13,8-30,2) ofrece un elenco de fiestas específi-|S de Qumrán, no celebradas por los
demás judíos. II. LOS ESENIOS DE QUMRAN, ¿QUIENES ERAN Y CUANDO COMENZARON A SERLO?
1. El historiador judío Flavio Josefo menciona en diversas ocasiones líos «esenios» (Guerra judía
2. 8.2, n.° 119) o «Esaioi» (Antigüedades días 15.10.4, n.° 371). Constituían una de las tres
«filosofías» o «sec-I» judías de la época, sobre las que informa el mismo Josefo (Auto-Ografía 2,
n.° 10). Éste menciona por vez primera a los esenios en re-CÍón con los acontecimientos que
tuvieron lugar en tiempos de Jonatán ícabeo. Según Josefo, los esenios seguían «un camino de vida
enseña-i a los griegos por Pitágoras», caracterizado por la vida en común y la "esis religiosa
(Antigüedades judías 15.10.4, n.° 371). La comparación los pitagóricos no es muy adecuada, pero el
hecho es que vivían en 9m unidad y que se consideraban miembros observantes y privilegiados i la
Nueva Alianza. Plinio el Viejo (Historia natural 5.17.4) y Filón de ejandría (Hypothetica 11.14, n.°
380) hacen referencia al celibato de esenios, y Josefo, por su parte, habla del desprecio que éstos
manilla ban hacia el matrimonio, aunque alude también a «otro orden de enios» que, en aras de la
propagación de la especie, practicaban el ma-ímonio y tenían hijos (Guerra judía 2.2, n.° 120;
2.8.13, n.° 160). Es 3sible que los esenios de Qumrán se mantuvieran célibes mientras que llenes
vivían en las ciudades y aldeas estuvieran casados. Estos eran tal BZ los que vivían en los llamados
«campamentos». El hecho es que las Srmas de la Regla de la Comunidad se dirigen y afectan
exclusiva-Cnte a varones, sin referencia alguna a mujeres y a niños. Por otra irte, el cementerio
situado al este del yacimiento de Qumrán contiene ñas 1.100 tumbas, ordenadas en hileras. Todas
las tumbras excavadas,
ÍffXccpto una, 31 en total, distribuidas en diversas zonas, contenían úni-Mmente huesos de varón. En
tumbas de zonas más alejadas se encon-[ tíaron también huesos de mujeres y de niños.
Algunos estudiosos ponen en cuestión actualmente esta relación •Otrc el yacimiento arqueológico y el
supuesto carácter «monástico» de la Comunidad que aparece reflejado en los manuscritos allí
encontrados. La tenis según la cual el lugar de Qumrán era una especie de «monasterio», •n el que un
grupo de célibes se dedicaban a copiar e interpretar los tex-
75JULIO TREBOLLE BARRERA
tos de la Ley y de las restantes Escrituras sagradas a la espera de los tiempos escatológicos, ha sido
puesta en cuestión por N. Golb en un Congreso organizado por la New York Academy of Sciences
(1417 de diciembre de 1992) sobre el tema «Métodos de investigación de los Rollos del Mar Muerto y
de
Khirbet Qumrán». Según N. Golb, Qumrán no era un asentamiento aislado y perdido en el desierto de
Judá, sino una especie de aldea con carácter de enclave militar: un emplazamiento estratégico, una torre
y muros de asedio y un sistema sofisticado de recogida de aguas. Por otra parte, Robert Donceel y
Pauline Donceel consideran que Qumrán era un centro de producción de cristal de lujo y de un tipo de
cerámica nabatea, para lo que estaba dotado de un sofisticado sistema de hornos; era también un centro
de explotación de los recursos del Mar Muerto (el bitumen).
La información transmitida directamente por la Regla de la Comunidad coincide sustancialmente con los
datos suministrados por Josefo y Filón sobre el modo de vida, sistema de organización y doctrinas de los
esenios. La coincidencia entre una y otra información constituye el argumento más sólido a la hora de
caracterizar al grupo de Qumrán como un grupo esenio o una rama del esenismo. Las diferencias de
detalle pueden deberse al proceso de evolución que la comunidad sufrió a lo largo de sus dos siglos de
existencia (Vermes, Beall).
2. En los primeros años de estudio de los manuscritos del Mar Muerto fueron muchas y muy variadas las
teorías sobre el origen e historia del grupo de Qumrán, identificado con la secta medieval de los ca-raítas
(hipótesis errónea propuesta por Zeitlin), con un grupo judeo-cristiano (Teicher), un grupo zelota
relacionado con los acontecimientos de la guerra judía del año 70 d.C. (Roth, G. R. Driver), o un grupo
del período de Alejandro Janneo, Aristóbulo o Hircano II (De Vaux en un primer momento). También se
relacionó al grupo de Qumrán con una u otras de las corrientes judías existentes en la época: los fariseos
(Rabin), los saduceos (R. North) o los zelotas (Roth, Driver).
La teoría que mayor aceptación ha obtenido es la que sitúa el origen de la comunidad de Qumrán en el
período de los Macabeos e identifica a sus miembros como un grupo de esenios, formado a partir del
movimiento de los hasidim (Sukenik, Dupont-Sommer, Milik, Cross, De Vaux, Yadin, Vermes, G.
Jeremias, Hengel, Stegemann, etc.). En contra de la «tesis esenia» se han manifestado N. Golb, L.
Schiffman y R. H. Ei- senman.
Los estudios recientes tienden a situar los orígenes remotos del grupo de Qumrán en un período anterior
a la época de los Macabeos, fuera en Babilonia o en Palestina.
La teoría del origen babilónico supone que el grupo de esenios se constituyó en Babilonia. En el
momento de la revuelta macabea este grupo regresó a Palestina, entrando muy pronto en conflicto con
los demás grupos y corrientes del judaismo. A raíz de aquel conflicto se 76
LOS ESENIOS DE QUMRÁN, ENTRE EL DOMINIO DE LA LEY Y LA HUIDA APOCALÍPTICA
formó un pequeño grupo, que, dirigido por el Maestro de Justicia, rompió con la corriente esenia
mayoritaria y se refugió en el desierto, dando así origen a la comunidad de Qumrán (Murphy O'Connor).
La llamada «hipótesis de Groningen», desarrollada por F. García Martínez (cf. supra, 103-117), supone
que el movimiento esenio tuvo origen en Palestina en el contexto y ambiente de la tradición apocalíptica
palestina, con anterioridad a la crisis antioquena, es decir, a finales del íiglo m a.C. o comienzos del
siglo II a.C. El grupo de Qumrán nació a raíz de una ruptura dentro del propio movimiento esenio, a
consecuencia de la cual el grupo fiel al Maestro de Justicia abandonó Jerusalén y se estableció
definitivamente en Qumrán. Esta hipótesis parte de varios supuestos: la designación «sacerdote impío»
no se aplica a un único dirigente asmoneo, a Jonatán o a otro de los macabeos, sino a varios lucesivos;
existe una distinción neta entre los orígenes del grupo de Qumrán y los orígenes del movimiento esenio;
la tradición apocalíptica de la que este movimiento arranca se remonta al siglo ni a.C.
La comunidad de Qumrán surgió del movimiento esenio, como una rama desgajada del mismo. No es
fácil determinar el momento en el que le produjo esta escisión. Lo cierto es que en el período del
pontificado de Juan Hircano el grupo de esenios que había seguido al Maestro de Justicia estaba ya
instalado en Qumrán.
Así pues, la comunidad de Qumrán era una «comunidad apocalíptica», que tuvo su origen en el ambiente
de los movimientos apocalípticos, muy extendidos en aquella época. El Maestro de Justicia y el
«Hombre de Mentiras» fueron figuras proféticas de mitad del siglo n a.C., cuyas preocupaciones giraban
en torno a cuestiones de orden haláquico y apocalíptico al mismo tiempo (cf. infra). No es posible
establecer con seguridad conclusiones más precisas. La tesis del origen babilónico de la comunidad de
Qumrán parece contradecir los datos más explícitos del Documento de Damasco. Por otra parte, la
hipótesis según la cual la retirada de la secta fue causada por una disputa sobre la sucesión en el lumo
sacerdocio carece de apoyo en los textos. Igualmente, la hipótesis de que el Maestro de Justicia actuó
como sumo sacerdote durante un período de «sede vacante» no resulta muy verosímil (Collins).
3. Un grupo social adquiere conciencia de su propio carácter en relación con otros grupos sociales afines
u opuestos. Es preciso estudiar por ello el tipo de relación que los esenios mantenían con fariseos,
saduceos, /.dotas y otros grupos o corrientes del judaismo. Es ésta una de las cuestiones más complejas
de la investigación actual. Es de esperar que el estudio de nuevos manuscritos como el de la Carta
haláquica (4QMMT) contribuya a esclarecer esta cuestión. Expresiones como la que se refiere a los
«buscadores de interpretaciones fáciles» pueden aludir a los fari-«cos (4QpNah frag. 3+4 1,2.7, p. 246).
Los textos de la comunidad de Qumrán extreman por lo general el rigor de las leyes practicadas por los
fariseos (cf. en este sentido el Rollo del Templo). Por lo que se refiere a la
77''tan;;
JULIO TREBOLLE BARRERA
relación con los saduceos, los miembros de la comunidad aparecen designados como los «hijos de
Sadoc» (1QS 5,2.9; IQSa 1,2.24; IQSb 3,22; 4QFlor 1-2 i 17; CD 3,21; 4,3), pero ello no significa que
se haya de relacionar a estos «hijos de Sadoc» precisamente con el grupo de los saduceos, el partido
sacerdotal en torno al Templo de Jerusalén.
Una de las características más sobresalientes de la comunidad de Qumrán es su oposición al Templo de
Jerusalén y al culto allí celebrado. No se ha de pensar que el esenismo representara una corriente
religiosa contraria a los sacrificios y al culto. Eran en realidad miembros del sacerdocio que se
consideraban sucesores legítimos del sacerdocio sado-quita y que habían roto toda relación con los
sacerdotes que detentaban el poder religioso oficial. Su ruptura con el Templo se debió a cuestiones más
rituales que teológicas. Acusaban a los sacerdotes de Jerusalén de haber modificado el calendario
festivo, detotante de numerosos cismas en la historia de las religiones, y de haber abandonado las
prácticas tradicionales de culto, sobre todo las relativas a las leyes de pureza (cf. supra, 165-186).
La ruptura con el sacerdocio de Jerusalén fue la razón de la retirada al desierto, con el fin de comenzar de
nuevo la historia de Israel a partir de sus raíces en el desierto y preparar precisamente en el desierto el
camino del Señor mediante el estudio de la Ley: se separarán de en medio de la residencia de los hombres de
iniquidad para marchar al desierto para abrir allí el camino de Aquél. Como está escrito: «En el desierto, preparad el camino de
****, enderezad en la estepa una calzada para nuestro Dios». Éste es el estudio de la ley, que ordenó por mano de Moisés, para
obrar de acuerdo con todo lo revelado de edad en edad (1QS 8,13-15). Habiendo roto con el Templo de Jerusalén y
sin posibilidad de ofrecer sacrificios, la comunidad se consideraba a sí misma, sin embargo, como «el
templo de Dios»: como está escrito en el libro de [Moisés: «Un templo del Señor] establecerás con tus manos. YHWH
reinará por siempre jamás». Esto (se refiere a) la casa en la que no entrará [...] nunca, ni el amonita, ni el moabita, ni el bastardo,
ni el extranjero, ni el prosélito, nunca, porque allí [revelará] a los santos; [gloria] eterna aparecerá sobre ella siempre; extranjeros
no la devastarán de nuevo como devastaron al principio el tem[plo de Isjrael por sus pecados. Y ordenó construir para él un
templo de hombre, para ofrecerle en él, ante él, obras de la ley» (4Qflor 1,2-7).
La comparación de la normativa legal contenida en los manuscritos del Mar Muerto con las tradiciones
legales conservadas en la literatura rabínica pone de relieve que la normativa de la Carta haláquica,
extremadamente rigorista, es decididamente antifarisea y, probablemente, sa-ducea. Es preciso adaptar,
por lo tanto, la tesis común según la cual los miembros de la secta de Qumrán eran esenios, al nuevo
dato de que la normativa religiosa de la secta era saducea. Y. Sussmann propone que los 78
LOS ESENIOS DE QUMRÁN, ENTRE EL DOMINIO DE LA LEY Y LA HUIDA APOCALÍPTICA
esenios, posiblemente los betusianos mencionados en la literatura rabí-nica, seguían una tradición
haláquica saducea. La secta luchaba, por lo tanto, en un doble frente. Mantenía un conflicto ético, social
y teológico con los saduceos, a los que se designa con el apelativo «Manases», y un conflicto legal y
teológico con los fariseos, designados como «Efraín».
Todos los grupos judíos consideraban fundamental la estricta observancia religiosa. Saduceos y fariseos
representaban las corrientes principales del judaismo. Sus raíces se remontaban al período bíblico más
tardío o, posiblemente, a un período más antiguo. El grupo sacerdotal consideraba que el culto del
Templo constituía el eje de la vida religiosa, por lo que la exigencia de estricta observancia de la ley
equivalía a rigor en el cumplimiento de la normativa del culto. El grupo más flexible pretendía hacer
extensiva la observancia religiosa a un círculo lo más amplio posible de judíos y a todos los ámbitos de
la vida ordinaria. Entre estos dos grupos se situaba de alguna manera el grupo de Qumrán, más reducido,
de carácter pietista y zelota, que seguía la normativa haláquica saducea, pero sobre bases teológicas y
religiosas de una orientación diferente.
4. Si los esenios de Qumrán evitaban relacionarse con los demás judíos, con mayor razón eludían los
contactos con los gentiles. El término utilizado para designar a los paganos es goyim (1QM 2,7; 4,12).
Los pes-harim (IQpHab 1,2; 3,4.9; 4,5; 6,1.10; 9,7) y el Rollo de la Guerra (1QM 1,2.3.6.9.12, etc.)
designan a los romanos con el término Kittím, derivado del griego Kition (la actual Larnaka al SE de
Chipre). El Documento de Damasco contiene normas específicas sobre el trato con gentiles:
Que no extienda su mano para derramar la sangre de uno de los gentiles por causa de la riqueza y del beneficio. Ni que tampoco
tome ninguna de sus riquezas, para que no blasfemen, excepto por consejo de la corporación de Israel. Que nadie venda un
animal o un ave pura a los gentiles para que no los sacrifiquen. Y que no les venda a ningún precio nada de su era o de su lagar.
Y su siervo y su criada que no se los venda, pues entraron con él en la alianza de Abrahán» (CD 12,6-11; TQ, 90).
III. LOS ESENIOS DE QUMRÁN ENTRE EL NOMISMO Y EL APOCALIPTICISMO
La comunidad de Qumrán vivía en una tensión extrema entre dos tendencias contrapuestas: la espera
escatológica de un fin anunciado en las Escrituras, que había de hacerse realidad en la propia
comunidad, y el cumplimiento estricto de las normas o halakab propia de la comunidad. Kn el
Documento de Damasco (1,5-12) se dice que «(Dios...) les suscitó un Maestro de Justicia para guiarles
por la senda de su corazón y para hacer conocer a las últimas generaciones lo que hará a la generación
última». Estas dos frases expresan la doble misión del Maestro de Justicia:
79JULIO TREBOUE BARRERA
LOS ESENIOS DE QUMRÁN, ENTRE EL DOMINIO DE LA LEY Y LA HUIDA APOCALÍPTICA
"C....."3 caí;:
la revelación escatológica — la dimensión apocalíptica — y la interpretación haláquica — la dimensión
nomista — . Expresan asimismo la polaridad entre las dos características y tendencias que se manifiestan
en la comunidad de Qumrán y que inducen a interpretaciones encontradas sobre el sentido de los escritos
de esta comunidad.
La cuestión del calendario, piedra de discordia entre los diferentes grupos judíos, pone bien a las claras
la doble vertiente, escatológica y haláquica a la vez, de los escritos y del género de vida de la comunidad
de Qumrán. El calendario de fiestas no tiene sólo un significado legal, como presupuesto básico de la
ordenación del culto, sino que cumple una función de periodización de la historia, por una parte, y de
cálculo del final de los tiempos, por otra, temas estos propios de la tradición apocalíptica anterior
recogida por los esenios de Qumrán.
Así, pues, el grupo de Qumrán une en sí los dos polos que ponen en tensión al judaismo de la época: la
intepretación haláquica y la revelación apocalíptica.
1. El nomismo qumránico. El Rollo del Templo, segunda Torah a) Rigorismo en la observancia de la
Ley
El grupo de Qumrán formaba una comunidad de observantes de la Ley o Torah. Además de los textos ya
señalados al describir las condiciones de vida de la comunidad, cabe añadir algunos todavía, para captar
en toda su profundidad el espíritu nomista que dominaba en Qumrán:
Ésta es la regla para los hombres de la comunidad que se ofrecen voluntarios para convertirse de todo mal y para mantenerse
firmes en todo lo que ordena según su voluntad. Que se separen de la congregación de los hombres de iniquidad para'for-mar una
comunidad en la ley y en los bienes, y sometiéndose a la autoridad de los hijos de Zadbk, los sacerdotes que guardan la alianza, y
a la autoridad de la muchedumbre de los hombres de la comunidad, los que se mantienen firmes en la alianza. Por su autoridad
será tomada la decisión del lote en todo asunto que concierne a la ley, a los bienes y al juicio, para obrar juntos la verdad y la
humildad... (1QS 5,1-3; TQ, 54).
Éstas son sus normas de conducta sobre todos estos preceptos cuando son admi-
tidos en la comunidad. Todo el que entra en el consejo de la comunidad entrará en
la alianza de Dios en presencia de todos los que se ofrecen voluntarios. Se com-
prometerá con un juramento obligatorio a retornar a la ley de Moisés, como todo
lo que prescribe, con todo el corazón y con toda el alma, según todo lo que ha sido
revelado de ella a los hijos de Zadok, los sacerdotes que observan la alianza e
interpretan su voluntad, y a la muchedumbre de los hombres de su alianza... (1QS
5,7-9; TQ, 54-55).
Éste es el estudio de la ley, que ordenó por mano de Moisés, para obrar de acuerdo con
todo lo revelado de edad en edad, y que revelaron los profetas por su santo es- píritu
(8,15-16).
Y que no falte en el lugar en el que se encuentran los diez un hombre que interpre- te
la ley día y noche, siempre, sobre las obligaciones (?) de cada uno para con su
80
prójimo. Y los Numerosos velarán juntos un tercio de cada noche del año para leer el libro, interpretar la norma, y bendecir
juntos. Ésta es la regla para la reunión de los Numerosos...» (6,6-8; TQ, 56). Cf. igualmente CD 6,4-7 y 6,14-15).
Junto a los libros de la Torah, patrimonio religioso común a todo el judaismo, los qumranitas disponían
del llamado libro de Hagy:
Desde su juventud lo educarán en el libro de HAGY, y de acuerdo con su edad le instruirán en los preceptos de la alianza (IQSa
1,7; TQ, 176); y en un lugar de diez, que no falte un sacerdote instruido en el libro de HAGY; y por su autoridad todos serán
gobernados (CD 13,2-3; TQ, 90); y el sacerdote que es nombrado [a la cabejza de los Numerosos será de entre treinta y sesenta
años, instruido en el libro de [HAGY]» (CD 14,7-8; TQ, 91).
Este libro de Hagy pudiera ser, según Yadin, el propio Rollo del Templo, una especie de segunda Torah
o de nuevo Deuteronomio.
b) El Rollo del Templo, segunda Torah
Los estudios llevados a cabo por A. Wilson y L. Wills han demostrado que el llamado Rollo del Templo
es una obra compuesta de piezas muy diversas. El documento de base (2,1-13,8 + 30,3-47,18) contiene
leyes relativas a la construcción del templo, a las que sigue material legal adaptado de Dt 12-22
(51,1156,21 + 60,1-66,17). Un redactor añadió el calendario de fiestas (13,9-30,2) y las leyes de pureza
(48,151,10). Todas estas partes, así como la «Tora del rey» (57-59), constituían documentos
independientes. La Tora del rey pudo haber sido incorporada en el documento de base con aterioridad a
la intervención del redactor. No ha sido establecidos todavía la fecha y el ambiente de origen de los
diversos documentos que componen el escrito. La corrJposición pudiera ser obra del llamado Maestro de
Justicia; procede del período de formación de la secta de Qumrán, posiblemente con anterioridad a la
instalación en este lugar. Su testimonio es importante, por lo mismo, para establecer cuáles fueron las
causas que motivaron la secesión de la secta de Qumrán respecto al esenismo y al judaismo en general.
Otras cuestiones todavía pendientes de solución son la relación del Rollo del Templo con el libro de los
Jubíleos y con el material pre-qum-ránico contenido en el Documento de Damasco, y si la redacción del
Rollo del Templo se llevó a cabo en Qumrán o en otro lugar y si no se remonta a una época muy anterior
a la de su composición definitiva. Tras comparar el Rollo del Templo con las obras citadas y con el libro
de Enoc y la halakhah rabínica, Wacholder considera que el autor del Rollo del Templo no fue un simple
compilador o editor, sino que se proponía nada menos que «suplantar» la Torah mosaica por esta Torah
qumránica. Aceptando que el Rollo del Templo es un libro de la Torah (Sefer Torah), H. Stegemann
cuestiona que se trate de la Torah propia y específica de la comunidad esenia de Qumrán. En su opinión,
el Rollo del Templo cons- 81JULIO TREBOLLE BARRERA
LOS ESENIOS DE QUMRAN, ENTRE EL DOMINIO DE LA LEY Y LA HUIDA APOCALÍPTICA
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tituye un desarrollo muy antiguo de la Torah, una especie de sexto libro añadido al Pentateuco. Este
desarrollo de la Torah se produjo con anterioridad a la fijación del texto del Pentateuco. Fue compuesto
como reacción a la canonización del Pentateuco por Esdras. En el 458 a.C. Esdras estableció como
Torah del Sinaí un Pentateuco «abreviado», importado de Mesopotamia, excluyendo tradiciones y
desarrollos de extracción «sacerdotal» palestina, que fueron recogidos precisamente en el RO//O del
Templo (la lengua y estilo del Rollo del Templo están próximos a los de la obra del Cronista de origen
sacerdotal). La edición de este sexto libro de la Torah representa la última fase de formación de la
Escritura en lo que respecta a la Torah. Su editor no intentaba reemplazar la Torah existente, sino
completarla con un sexto libro, cuya autoridad era comparable a la de los restantes libros de la Torah. A
lo largo del período del Segundo Templo, desde finales del siglo V a.C. hasta finales del rv o incluso del
III a.C., al menos algunas familias sacerdotales de Jerusalén reconocían a este libro el valor de «Torah
del Sinaí», comunicada directamente por Yahvé, y utilizaban su texto para completar e interpretar la
Torah del Pentateuco.
2. El apocalipticismo qumránico
El esenismo hunde sus raíces en la tradición apocalíptica. En el estudio de esta tradición es preciso
distinguir claramente tres aspectos diferentes: el género literario de los «apocalipsis» y las obras que
pertenecen a este género, el «apocalipticismo» como movimiento social en el que se enmarcan el
esenismo y la comunidad de Qumrán, y la escatología «apocalíptica», es decir, el mundo de ideas y de
representaciones simbólicas que encuentran expresión en los apocalipsis. Lo apocalíptico era algo que
flotaba en el ambiente de la época. No es extraño que ideas y motivos de corte apocalíptico aparezcan
con frecuencia en obras que pertenecen a otros géneros literarios y que fueron escritas por autores de
círculos religiosos no específicamente apocalípticos (Koch, Hanson, Stone, Knibb). a) El género
literario de los apocalipsis
Entre las obras literarias del género apocalíptico o «apocalipsis» nos fijaremos especialmente en las dos
de mayor antigüedad, Jubileos y Enoc, y en otra muy característica, la Regla de la Guerra de los hijos
de la luz contra los hijos de las tinieblas.
1. El libro de los Jubileos es la obra más antigua del género. Adapta y actualiza los libros del
Génesis y del Éxodo (hasta 24,18) y utiliza expresiones y datos de diferentes libros bíblicos. Hace
referencia también a escritos enóquicos más antiguos como los libros de las Luminarias, de los
Vigilantes, de los Sueños, y, posiblemente también, la Epístola de Enoc.
La importancia que el libro de los jubileos tenía en la comunidad de
82
Qumrán queda bien de relieve en el número de copias de este escrito encontradas: doce copias, la más
antigua de los años en torno al 100 a.C. El estudio de estos manuscritos prueba que el libro fue escrito en
hebreo y que el único texto completo conservado, el de la versión etíope, realizada sobre una traducción
griega, reproduce con gran fidelidad el texto original (VanderKam).
2. El llamado libro de Enoc se compone en realidad de otros varios. En 1976 J. T. Milik publicó la
editio princeps de los fragmentos de once copias de 1 Enoc, fechados entre los inicios del siglo II a.C. y
la primera mitad del siglo I d.C.
— El «Libro astronómico» o «Libro de los cursos de las luminarias celestes» (1 Enoc 78-82) es la parte
más antigua de las que componen 1 Enoc. Mezcla elementos astronómicos y geográficos con otros
apocalípticos y de carácter moral. El estudio de VanderKam concluye que la parte más antigua del
«Libro astronómico», que circulaba ya al menos a finales del siglo III a.C., está contenida en los
capítulos 72-78; 82,9-20 y 82,1-8. Los elementos astronómicos y geográficos de este libro se remontan a
tradiciones de origen mesopotámico y se encuentran ahora insertadas en el contexto narrativo de una
revelación: Enoc transmite a su hijo Matusalén las revelaciones recibidas de Uriel sobre el sol, la luna,
las estrellas, vientos, puntos cardinales y órbita celeste. La parte más antigua del libro incluía ya un
calendario de 364 días, cuyo origen es anterior a la formación de la «secta» de Qumrán. VanderKam
opina que no es posible establecer si el citado calendario es de carácter «secatario» o no; Beck-with, por
el contrario, opina que es una creación del movimiento esenio O pre-esenio. En todo caso, este
calendario será uno de los elementos a tener en cuenta en toda discusión sobre la ruptura de la
comunidad de Qumrán respecto a las corrientes más centrales del judaismo. La forma más antigua y
original de «Libro astronómico», aunque no pueda ser calificada de verdadero apocalipsis, contenía
suficientes elementos de carácter apocalíptico como para que más tarde, a través del añadido de los
capítulos 80-81, se convirtiera en un verdadero apocalipsis.
— La parte más antigua del «Libro de los Vigilantes» (1 Enoc 1-36) está recogida en los capítulos 6-11,
en los que Enoc no aparece todavía citado. Estos capítulos fueron integrados más tarde en los capítulos
siguientes (12-16) y en el corpus enóquico. Los manuscritos 4QEnah, que al parecer sólo contenían la
sección correspondiente a los capítulos 1-36, proceden de comienzos del siglo H a.C. El hecho de este
libro aparezca citado en el libro de los Jubileos prueba también que el de los «Vigilantes» es anterior a la
época de mediados del siglo u a.C. Por otra purte, la ortografía de este libro obliga a remontar la fecha
de su composición a finales del siglo m a.C. (Milik). Este dato es de enorme importancia para la
discusión actual sobre los orígenes de la apocalíptica. Prueba que los apocalipsis de tipo cósmico son
anteriores a los de tipo histórico y que la apocalíptica en general es anterior y, por lo mismo, in-
83JULIO TREBOLLE BARRERA
LOS ESENIOS DE QUMRAN, ENTRE EL DOMINIO DE LA LEY Y LA HUIDA APOCALÍPTICA 'iaiiB!
dependiente respecto a la crisis helenística y a la misma helenización de Palestina.
— El «Libro de los Sueños» está recogido en los capítulos 83-90 de 1 Enoc. Los manuscritos 4QEncde,
que contienen esta sección, proceden de los años 150-125 a.C. El libro fue compuesto en el período que
media entre el comienzo de las guerras macabeas y la muerte de Judas Macabeo, en el año 164, poco
después de la batalla de Betsur (Milik). El libro nació en los ambientes de los hasidim partidarios de la
revuelta ma-cabea. En opinión de D. Dimant, procede más bien del grupo de Qum-rán, a cuyo origen se
refiere el pasaje de 90,6-7. El contenido del libro consistía en dos sueños o visiones de Enoc: el primero,
que no se ha conservado, hacía referencia al diluvio; el segundo desarrolla a través de una alegoría
animal la historia de la humanidad desde el primer hombre hasta los últimos tiempos. — La «Epístola de
Enoc» se encuentra recogida en 1 Enoc 91-105. Dos manuscritos de Qumrán (4QEncg) conservan restos
de esta «Epístola». La historia que el Libro de los Sueños dividía en 70 períodos aparece aquí dividida
en un ciclo de diez «semanas de años»: las siete primeras se refieren a la historia humana y las tres
últimas al tiempo esca-tológico. Este esquema combina otros dos, uno de 70 por 7 y otro de 10 por 49,
ambos conocidos por otros textos de Qumrán. Este conjunto forma el «Apocalipsis de las semanas»
(capítulos 93.91), obra de origen premacabeo a añadir a las reseñadas anteriormente.
3. La obra titulada Para el sabio, la regla de la guerra es más conocida como la Guerra de los hijos de
la luz contra los hijos de las tinieblas. El ejemplar de la Cueva 1 no conserva el texto completo de la
obra. En la Cueva 4 se encontraron fragmentos de otros 6 ejemplares (D/D 7). El escrito propone un plan
de campaña diseñado para los 40 años de la guerra que tendrá lugar cuando Dios aniquile las fuerzas del
mal designadas con el término Kittim, que en otros escritos qumránicos sirve para designar a los
romanos. Utiliza términos característicos de la estrategia militar romana (Yadin). La guerra se desarrolla,
sin embargo, conforme a una concepción teológica más que siguiendo una estrategia militar realista: las
fuerzas de la luz se organizan en un orden semilitúr-gico, conforme a las indicaciones de Num 2,1-5,4;
los estandartes presentan leyendas que aseguran la victoria por parte de Dios; los sacerdotes arengan al
pueblo y hacen sonar las trompetas con los diversos toques de batalla. Los ángeles Miguel, Rafael y
Sariel encabezan las fuerzas del bien, Belial, las de las tinieblas. El protagonismo corresponde al sumo
sacerdote; no se expresa claramente espera alguna de un mesías davídico. La obra puede tener origen
prequmránico en relación con el dualismo persa; la mayor parte de los autores fechan la obra entre los
años 50 a.C. y 25 d.C. Para unos se trata de la obra de un único autor, para otros, de dos obras diferentes
que aparecen unidas.
Los estudiosos debaten sobre la formación literaria de este escrito. La
teoría más elaborada es la propuesta por P. Davies, quien supone que el autor de esta obra ha utilizado
tres fuentes de época anterior y otros dos textos incompletos: una colección de tradiciones que se
remontan a las guerras macabeas, compuesta en época asmonea (cois. 2-9); el desarrollo de un escrito
macabeo sobre las leyes de la guerra (cois. 15-19), y una colección de himnos y oraciones, muchas de
las cuales corresponden al ambiente característico del período macabeo (cois. 10-12); los textos
incompletos corresponden a los pasajes de las cois. 13 y 14.
b) El mesianismo y la escatología apocalíptica
El hecho de que a lo largo de un período de tiempo de más de 150 años se escribieran numerosas obras
de estilo y género apocalípticos no puede menos de significar que existía un movimiento y un grupo
social «apocalíptico», que dio vida a estas obras literarias. Los mismos apocalipsis contienen referencias
a grupos de tales características (1 Enoc 1,1; 90,6; 93,5.9-10). Las corrientes, las ideas y el género
literario apocalípticos cristalizaron en el movimiento esenio y más tarde se institucionalizaron en la
comunidad de Qumrán, separada de la corriente esenia mayoritaria.
Se tiende actualmente a buscar los orígenes del movimiento apocalíptico en el mundo mesopotámico
(VanderKam), aunque no se puede olvidar que la literatura greco-romana y la persa ofrecen también
escritos de carácter apocalíptico. El apocalipticismo, nacido en Mesopotamia no más tarde del siglo III
a.C., cristalizó en el movimiento esenio, cuyos rasgos más característicos son justamente de naturaleza
apocalíptica: el determinismo, el interés por todo lo referente al mundo de los ángeles (Liturgia
angélica, Libro de la Guerra 7,6), la concepción del Templo es-catológico (con el consiguiente rechazo
del Templo de Jerusalén), y un tipo de interpretación bíblica de unas características determinadas. La
idea de predestinación y de un fin establecido hacia el que el mundo camina inexorablemente está muy
enraizada en los textos:
Ahora, pues, escuchad todos los que conocéis la justicia, y comprended las obras de Dios; pues él tiene una querella con toda
carne y ejecutará el juicio contra todos los que lo desprecian. Porque cuando fueron infieles al abandonarlo, él ocultó su rostro de
Israel y de su santuario y los entregó a la espada. Pero cuando recordó la alianza de los primeros, preservó un resto para Israel y
no los entregó a la destrucción» (Documento de Damasco 1,1-5; TQ, 80).
Los miembros de la comunidad de Qumrán vivían un ambiente es-catológico exacerbado. Toda la
historia bíblica era para ellos la «preparación» de lo que había de venir, que no era otra cosa sino la
comunidad de la Nueva Alianza integrada por ellos mismos. Esta praeparatio esse-nica es un anticipo
de la misma idea de una praeparatio evangélica de-mtrrollada por los cristianos. Pasajes del Pesher de
Habacuc expresan el convencimiento de que todo el que es justo se adhiere a la comunidad
84
85JULIO TREBOLLE BARRERA
LOS ESENIOS DE QUMRAN, ENTRE EL DOMINIO DE LA LEY Y LA HUIDA APOCALÍPTICA
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«*,•!; esenia, la cual está viviendo el tiempo final, prolongado conforme al plan de los misterios
divinos:
Su interpretación se refiere a todos los que cumplen la Ley en la Casa de Judá, a quienes librará Dios del castigo a causa de sus
trabajos y de su fidelidad al Maestro de Justicia (IQpHab 8,1-3; TQ, 251). Afirma que todo el que es justo se adhiere
a la comunidad:
Y dijo Dios /a/ Habacuc que escribiese lo que había de suceder a la generación postrera, pero el fin de la época no se lo hizo
conocer. Y lo que dice: (Hab 2,2) «Para /que corra/ el que lo lee». Su interpretación se refiere al Maestro de Justicia, a quien ha
manifestado Dios todos los misterios de las palabras de sus siervos los profetas. (Hab 2,3) Pues la visión tiene un plazo, tendrá fin
y no fallará. Su interpretación: que se prolongará el período postrero y sobrepasará todo lo que dicen los profetas, porque los
misterios de Dios son maravillosos (IQpHab 7,1-8; TQ, 251).
No cabe identificar, sin embargo, al Maestro de Justicia con un me-sías o con el mesías de la comunidad
qumránica. Los textos no lo presentan como tal. No es posible identificar tampoco al Maestro de Justicia
como el «Retoño de David», título aplicado al llamado «Mesías de justicia, el retoño de David» en
4QBendiciones Patriarcales 3 (TQ, 265) y a un sucesor en el trono davídico en 4QFlorilegio 1,11-12:
«Esto (se refiere al) «retoño de David» que se alzará con el Intérprete de la ley que [surgirá] en Si[ón en]
los últimos días». Este mismo título de «Intérprete de la Ley» tampoco es aplicable al Maestro de
Justicia, como pretendía Allegro. El «Intérprete de la Ley» es mencionado también en el Documento de
Damasco (6,7) y viene identificado con la «estrella» aludida en el oráculo de Balaán: «Y la estrella es el
Intérprete de la ley que vendrá a Damasco, como está escrito...» (CD 7,18). En el Antiguo Testamento la
designación de «Intérprete de la Ley» es demasiado genérica para aplicarla a un personaje histórico
concreto (Esd 7,10; 1 Mac 14,14; Sir 32,15). En Qumrán se trata más bien de una figura esperada,
posiblemente de un sacerdote legítimo.
Dado que los qumranitas esperaban la venida de dos Mesías, uno de carácter sacerdotal, el Mesías de
Aarón, y otro de carácter político, el Mesías de Israel, no es probable que esperaran todavía a otros dos
Mesías diferentes, un «Retoño de David» y un «Intérprete de la Ley». Es posible que el título «Retoño
de David» fuera una designación del Mesías de David y el título «Intérprete de la Ley» correspondiera al
Mesías de Aarón.
La esperanza mesiánica de los esenios de Qumrán se concretaba en la espera de la venida de un profeta y
de dos mesías, uno sacerdotal, «de Aarón», y otro» político, «de Israel»: «hasta que venga el profeta y
los mesías de Aarón e Israel» (1QS 9,11; TQ, 60; cf. CD 12,23; 14,19; 20,1). El profeta esperado es el
prometido por Moisés conforme al libro del Deuteronomio (18,18). A veces se encuentra la fórmula en
singular,
«el Mesías de Aarón y de Israel», sobre todo en el texto de las copias medievales. Esta esperanza se
manifiesta también en un texto importante de 4QTestimonia, que combina cuatro citas bíblicas.
Menciona un profeta como Moisés, una estrella que simboliza a un sacerdote, un cetro símbolo del
Mesías davídico y una bendición de Leví:
Y habló ***•* (= YHWH) a Moisés diciendo: «... Les suscitaré un profeta de en medio de sus hermanos, como tú, y pondré mis
palabras en su boca, y les dirá todo lo que yo les ordeno. Y acaecerá que el hombre que no escuche mis palabras, que el profeta
dirá en mi nombre, yo le pediré cuenta». Y profirió su poema y dijo: «Oráculo de Balaán, hijo de Beor, y oráculo del varón de ojo
escrutador, oráculo del que escucha las palabras de Dios y conoce la ciencia del Altísimo, de quien ve la visión de Shadday, que
cae y abre el ojo. Yo lo veo, pero no ahora, lo diviso, pero no de cerca. Ha salido una estrella de Jacob, y ha surgido un cetro de
Israel. Él quebrará las sienes de Moab, y cortará a todos los hijos de Set». Y sobre Leví dice: «Dad a Leví tus Tummim y tus
'Urim, a tu hombre piadoso, a quien probaste en Masah, y querellaste sobre las aguas de Meribbah, el que dijo a su padre (...) (...)
y a su madre 'no te he conocido' y a sus hermanos no los reconoció, y a su hijo no conoció. Pues guardó tu palabra y conservó tu
alianza. Ellos han hecho brillar tus juicios para Jacob, tu ley para Israel, han puesto incienso ante tu paz y holocausto sobre tu
altar». ¡Bendice, ****, su valor y acepta con placer la obra de su mano! ¡Aplasta los lomos de sus adversarios, y quienes le odian
no se alcen! (4QTestimo-nia 1-20, TQ 185).
En conclusión, quien quiera comprender el mesianismo del judaismo y el nacimiento del cristianismo a
partir de esta matriz apocalíptica del judaismo, representada con toda radicalidad por el esenismo
qumránico, habrá de poder y de saber pensar a un mismo tiempo los dos conceptos de Ley y
Apocalipsis, dejarse llevar a un tiempo por dos fuerzas y corrientes aparentemente antitéticas, la nomista
y la mesiánica, y responder al mal en el mundo y en la historia con una ética hecha a un tiempo de
fidelidad a la realidad regida por la Ley y de aspiración a la utopía mesiánica. Dentro de la ética farisea
hay un espacio para la esperanza apocalíptica y en el esenismo apocalíptico la Ley es el camino para
acelerar la venida escatológica.
La esperanza apocalíptica, representada por el esenismo, aspira al cumplimiento, a través de una brusca
intervención divina, de una moral atemporal o metahistórica (escatológica), prefijada en la Ley que
prevé la restauración de Israel; la corriente legalista, representada por el fariseísmo, propugna el
cumplimiento minucioso y fiel, por parte de la comunidad judía, de una moral de la realidad
intrahistórica, contenida y encauzada por la Ley o Torah.
No cabe contraponer radicalmente estos dos polos, pues en el judaismo en general, y en los textos
esenios de Qumrán muy en particular, el principio de la Ley y el principio del mesianismo apocalíptico
marchan juntos y se apoyan el uno al otro.
Ley (halakhah) y mesianismo representan dos términos en tensión, 86
87JULIO TREBOLLE BARRERA
LOS ESENIOS ü lili! >' DE QUMRAN, ENTRE EL DOMINIO DE LA LEY Y LA HUIDA APOCALÍPTICA
•.* »*
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«•
lian pero se coaligan para formar la expresión «halakhah mesiánica» o «Torah del Mesías». Los textos
de Qumran diseñan una Ley utópica para el momento de la Restauración de Israel. Se ha podido
afirmar que la Misnah es la Ley diseñada por el rabinismo para los tiempos mesiánicos (Wacholder).
Los apocalípticos esenios resultan ser más legalistas que los fariseos (cf. la llamada «Carta haláquica»)
y la esperanza de éstos en la restauración de Israel no es menor que la de los esenios.
En el mesianismo utópico laten tendencias anárquicas y antinomistas, al igual que el mundo de la Ley y
de la halakhah ve con inmenso recelo las especulaciones y falsas salidas mesiánicas, pero lo apocalíptico
y lo legal ahondan en las mismas raíces y tratan de confluir en un misma meta final. Las dos corrientes,
halakhah y mesianismo, tratan siempre de encontrar un acuerdo en la teoría, chocan, sin embargo, en la
realidad siempre que una de las dos corrientes rompe el equilibrio por llevar al extremo sus propias
tendencias.
Todo mesianismo y, en particular, el mesianismo arquetípico judío, constituye una «mezcla explosiva»
de aquellas dos fuerzas. Posee por ello la fuerza indomable que confiere la creencia en que el tiempo
definitivo ha llegado, que lo utópico se hace realidad y se convierte en Ley, y que el cumplimiento
riguroso de esta Ley acelera el cumplimiento de la era mesiánica (Scholem, Schiffman para la época de
Qumran).
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88
89ORÍGENES DEL MOVIMIENTO ESENIO Y DE LA SECTA QUMRANICA1
Florentino García Martínez
.....a- r
i......í!.....
ao ¡•Presentar una nueva hipótesis para comprender mejor e intentar esbozar runa solución a uno de
los problemas más amplia y abundantemente \ discutidos en la investigación qumránica desde hace
más de treinta años | puede parecer presuntuoso y en todo caso corre el riesgo de aumentar liún más
la confusión en un campo en el que la claridad no es precisa-! mente la virtud más abundante. Si, a
pesar de esto, osamos cuestionar las ¡Certezas trabajosamente adquiridas mediante el esfuerzo de
muchos investigadores, se debe al convencimiento de que ninguna de las síntesis comúnmente
admitidas permite comprender la totalidad de los datos conocidos cuando dichas síntesis fueron
elaboradas, a que nuevas hipótesis de comprensión de estos mismos datos permiten eliminar
barreras artificialmente levantadas y, sobre todo, a que textos recientemente publicados o en vías de
publicación aportan nuevos datos que exigen modificar la trama interpretativa para darles cabida.
En sustancia esta nueva hipótesis propone situar los orígenes ideológicos del movimiento esenio en
la tradición apocalíptica palestina anterior a la crisis antioquena, es decir, anterior a la helenización
de la Palestina y a la subsiguiente revuelta macabea, hace derivar la comunidad qumránica de una
escisión interior del movimiento esenio, e intenta precisar los múltiples factores que originan la
ruptura y culminan con la instalación de la comunidad en Qumrán.
Pero antes de pasar a indicar los motivos que nos llevan a formular CNtn hipótesis, es necesario
probar que las teorías actualmente en vigor no permiten englobar todos los datos conocidos y son
insuficientes para explicar los orígenes de la comunidad qumránica.
1. Conferencia leída durante el II Simposio Bíblico Español, celebrado en Córdoba del 15 al 18 Uc «rpticmbre de 1985 y publicada en las actas del
Congreso editadas por V. Collado Bertomeu y V. Vílar Hueso, // Simposio Bíhlico Español, Valencia-Córdoba, 1987, 527-556.
ciona el período de ocupación de la ciudad por Antíoco IV Epífanes, es obligado reconocer que no nos
dice nada ni sobre el intento de heleni-zación ni sobre la resistencia que este intento provocó. Nada en el
texto sugiere que el período durante el cual Jerusalén fue entregada en las manos de Antíoco haya tenido
una importancia seminal en el desarrollo ¡ de la secta.
El período de los orígenes es designado en el Documento de Damasco (CD) como «la época de la
cólera». G. Vermes afirma explícitamente] que la expresión es un criptograma que sirve para designar
precisamen--\ te la crisis antioquena16. G. Jeremias va aún más lejos y, basándose en el] empleo de
«cólera» en los libros de los Macabeos, postula que en el ju-fj daísmo antiguo en general la expresión
«época de la cólera» era com-¡ prendida como una alusión específica al período de las persecuciones de
Antíoco IV Epífanes 17. Sin entrar a discutir aquí el uso de «cólera» en»J Macabeos (pero señalando que
en los textos que él cita la única referen-] cia a una época emplea la expresión «tiempo de la catástrofe»,
1 Mac] 2,49), indicaremos que el empleo en Qumrán de la expresión en plural! «épocas de la cólera» 18,
invalida este supuesto. Que no se trata de unJ criptograma que designa a la crisis antioquena resalta del
empleo de la'f expresión para aludir al juicio escatológico en la otra única utilización d la expresión en
singular en Qumrán (1QH 111,28). Lo que nos obliga comprender la expresión en CD en el sentido de
que con el nacimiento d. la comunidad ha comenzado el período que se terminará con el juicio
escatológico. Una interpretación que me parece probada por el hecho de que un redactor posterior se ha
visto obligado a precisar el sentido ero-1 nológico de la expresión añadiendo al texto poético una
inserción en| prosa que especifica que esta «época de la cólera» se sitúa 390 años des* pues de que Dios
«les hubo entregado en manos de Nabucodonosor,; de Babilonia».
El hecho de que esta inserción rompa la estructura métrica de la tual introducción histórica de CD (lo
que prueba su carácter secundaré y su pertenencia a un nivel redaccional distinto 19), lo mismo que la
constatación de que el número concreto se inscribe en una tradición! exegética que arranca de Ezequiel,
no disminuye en nada su importan-j cia 20. Al contrario, esta famosa inserción en CD nos prueba que el
texi preexistente con su mención de la época de la cólera ha sido reinterpr_ tado dentro de la comunidad
qumránica con el fin de dotarle de una ex^f
16. G. Vermes, Qumrán in Perspective, 147-150; «The Essenes and History», 26.
17. G. Jeremias, Der Lehrer der Gerechtigkeit (SUNT 2), 1962,159-162.
18. JQHfrag. 1.5y4Q166I, 12.
19. Un hecho señalado ya por los más antiguos comentadores de CD y que resalta claramente t la disposición esticométrica de Jeremias, Die
Lehrer, 151-152; ver R. A. Soloff, «Toward Uncoverin Original Texts in the Zadokite Fragments»: New Testament Studies 5 (1958-59), 62-
67, y P. R. Davie The Damascus Covenant (JSOTS 25), 1982, 61-65.
20. Para una buena discusión de las distintas opiniones y una defensa de la interpretación lit< ver P. Sacchi, «II problema degli anni 390 nel
Documento di Damasco 1, 5-6»: Revue de Qumrán j] (1964-66), 89-96.
96
presión más precisa y exacta de los orígenes del grupo, orígenes que están relacionados con (pero que no
son idénticos a) los del movimiento csenio y que son independientes de (y anteriores a) la crisis
antioquena.
II. ORÍGENES BABILÓNICOS
La segunda de las dos teorías mencionadas ha tomado en serio estas dos i objeciones y ofrece una
reconstrucción de los orígenes qumránicos que levita ambos escollos, respetando mejor los datos
conocidos. Esta teoría lista asociada al nombre de J. Murphy-O'Connor, que, basado en sus de-Itallados
análisis de los distintos niveles redaccionales de 1QS y de CD21, afreció una síntesis brillante, aunque no
completamente convincente, los orígenes qumránicos22. Murphy-O'Connor distingue claramente Itre el
movimiento esenio y el grupo qumránico. Los orígenes del mo-(dmiento esenio no tienen nada que ver
con el grupo de los Hasidim ni t)n la crisis de la helenización de la Palestina, sino que se sitúan en
BaMlonia y en una época anterior a la crisis antioquena. A un cierto mo-ito, difícil de precisar
(MurphyO'Connor sugiere como posible la ola antisemitismo originada por las victorias de Judas
Macabeo y la racción que debieron suponer estas victorias para los judíos de la diás-jra), un grupo de
esenios conservadores retorna de Babilonia a Israel, ero entra rápidamente en conflicto con la realidad
palestina. A este upo se unirá el Maestro de Justicia, que presentará un nuevo exilio al sierto como la
solución a los problemas del grupo. Una parte del mo-niento esenio aceptará su propuesta y le seguirá a
Qumrán, dando ori-i así a la secta qumránica, mientras que la mayoría permanecerá dise-lada en las
ciudades del país, fieles a los ideales del movimiento tnio.
El mayor problema de esta segunda teoría es que los argumentos que ÍUce para probar el origen
babilónico del movimiento esenio no son nvincentes. El argumento central está derivado de la
comprensión de VI,5, que Murphy-O'Connor traduce así: «Los retornados de Israel
21. Ver, para su análisis de 1QS, J. Murphy-O'Connor, «La genése littéraire de la Regle de la nmimauté»: Revue Biblique 76 (1969), 538-549. Este
análisis fue desarrollado y ligeramente medido por J. Poully, La Regle de la Communauté de Qumrán: son évoution littéraire, 1976. Aunque no lo
aceptado unánimemente [ver las recensiones de E. Puech en Revue de Qumrán 10 (1979-81), t\ 11 y de P. A. Mantovani en Henoch 5 (1983), 69-
91], su influencia en el estudio de 1QS ha sido Uva. Otro tanto puede decirse de su serie de artículos dedicados a estudiar los distintos niveles
reales de CD publicados en la Revue Biblique: J. Murphy-O'Connor, «An Essene Missionary Do-
nt? CD II, 14-VI, 1»: RB 77 (1970), 201-229; «A Literary Analysis of Damascus Document VI, III, 3»: RB 78 (1971), 210-232; «The Translation
of Damascus Document VI, 11-14»: RQ 7
171), 553-556; «The Original Text of CD 7:9-8:2 = 19:5-14»: Harvard Theological Review 64 f\), .179-386; «The Critique of the Princes of Judah
(CD VIII, 3-19)»: RB 79 (1972), 200-216; Urtrury Analysis of Damascus Document XIX, 33-XX, 34»: RB 79 (1972), 544-564. 11. J. Murphy-
O'Connor, «The Essenes and their History»: RB 81 (1974), 215-244 y «The Es-iln l'nicstinc»; Bihlical Archaeohgist 40 (1977), 100124.
97........i
I*
IIHOlFLORENTINO GARC ÍA MARTÍNEZ
que salieron del país de Judá y fueron exilados en el país de Damasco» : En esta frase Murphy-O'Connor
da a Damasco un valor simbolice*! como equivalente de Babilonia; mantiene una significación
geográfica precisa para el «país de Judá» y defiende que sevy ysrael no debe com| prenderse en un
sentido religioso: «los convertidos de Israel», sino en "•" sentido geográfico: «los retornados de Israel».
Este último elemento r parece el más difícil de aceptar, no sólo porque la raíz sub en el Antiguüj
Testamento y en Qumrán se emplea mayoritariamente en el sentido dj conversión, sino porque la
expresión misma en otros lugares del CÍ tiene precisamente el sentido de «convertidos de Israel». CD II,
5 y XX 17 emplean la expresión paralela Sevy pesa', «convertidos del pecado» en la que el sentido
religioso de Sub es indiscutible. Murphy-O'Connor Id reconoce, pero lo explica como una
reinterpretación del sentido geográj fico de «retornados de Israel», puesto que la expresión aparece en u
nivel redaccional más tardío24. Pero el mismo Murphy-O'Connor se obligado a admitir que CD VIII, 16
y XIX, 29 emplean la misma exprd sión de Sevy ysrael, en este caso con sentido religioso25. Como en el
casi de los «convertidos del pecado», la mención de estos «convertidos de I? rael» se encuentra en un
nivel redaccional distinto; pero, puesto qu aquí se trata de la misma frase, Murphy-O'Connor no puede
recurrir a 1 reinterpretación. En total, en CD encontramos seis empleos de Sub, cuál tro de los cuales
tienen un sentido religioso evidente (incluso pai| Murphy-O'Connor). Postular para los otros dos un
sentido distinto ir parece gratuito26. Si el redactor qumránico que unió los distintos elfl mentos en nuestro
actual CD hubiera percibido la diferencia de signifjl cación de la frase en IV, 2/VI, 5 y en VIII, 6/XIX,
29, no habría dejad de precisar el sentido o evitar la contradicción modificando la expresiólS Así, pues,
la teoría que sitúa los orígenes qumránicos en el «retorno» d un grupo de exiliados se ve privada de su
apoyo en el texto.
Hay que añadir que un análisis detallado de los tres textos que nos blan del origen del grupo en CD no
aporta ningún elemento que pueda iií dicar los orígenes babilónicos del mismo, como ha probado
convincent| mente M. Knibb 27. El solo dato que contienen es que el nacimiento de 1 comunidad es visto
como el final del destierro. En esta óptica no es el t torno del siglo vi a.C. el que termina el exilio, sino
que la situación de e lio se prolonga hasta el nacimiento de la comunidad. Es la pertenencia a!
23. ]. Murphy-O'Connor, «The Essenes and their History», 220. Posteriormente Murph O'Connor ha abandonado esta interpretación de CD VI, 5
y ha adoptado la traducción «los convertid de Israel»: ver su «The Damascus Document Revisited»: RB 92 (1985), 223-246 (en las pp. 23
233), aunque mantiene para CD XIX, 33-34 el significado de «que retornaron (a Judea)»; igualmente I abandonado su datación del retorno
en 165-160 a.C. y sugiere que la vuelta pudo estar motivada pi «cálculos esotéricos de la llegada del final escatológico», en una fecha que no
precisa.
24. J. Murphy-O'Connor, «An Essene Missionary Document?», 211-212.
25. J. Murphy-O'Connor, «The Critique of the Princes of Judah», 211
26. Ver la detallada encuesta de H. J. Fabry, Die WurzelSWB in der Qumranliteratur, 1975;!
27. M. A. Knibb, «Exile in the Damascus Document»: Journal for the Study of the Oíd Testa ment25 (1983), 98-117.
98
ORÍGENES DEL MOVIMIENTO ESENIO Y DE LA SECTA QUMRANICA
nunidad la que permite a cada uno pasar de la situación de desterrado l de miembro de la alianza nueva,
sin limitación geográfica alguna. 1 Los otros argumentos de Murphy-O'Connor: presencia de influjos
ranjeros que se explicarían en un contexto babilónico28, y legislación 'gida a una comunidad que reside
entre paganos29, tampoco son contentes. Los influjos extranjeros no son típicamente babilónicos, sino i
pertenecen al patrimonio común de la cultura helenística operativa e Juyente en Palestina desde finales
del siglo rv a.C. por lo menos, y los "entes trabajos de Schiffman 30 han probado que la legislación que
re-I las relaciones con los gentiles está sustancialmente de acuerdo con la »ká tradicional.
* Ninguna, pues, de estas dos teorías ofrece una explicación satisfacía de los orígenes qumránicos. Cada
una de ellas, sin embargo, inclu-llementos que son válidos y deben conservarse en una explicación glo-i
La distinción entre el movimiento esenio y la realidad qumránica y la iración de los orígenes del
esenismo de la crisis antioquena de la hi-esis de Murphy-O'Connor corresponden a los datos de los
manus-s. Lo mismo que situar los orígenes del esenismo en Palestina de la ría de Vermes. Estos
elementos válidos se encuentran igualmente en ¡Itra hipótesis. Pero antes de pasar a explicarla en detalle
es necesario plicitar algunos de los supuestos metodológicos que la condicionan.
III. PRESUPUESTOS METODOLÓGICOS
1) El primero es que toda teoría que pretenda interpretar los textos i respetar los límites reales fijados
por la arqueología y la paleografía. I nuestro caso esto significa que el período de los orígenes
qumránicos fpitúa antes del pontificado de Juan Hircano, época en la que el grupo 1 Sectarios se instala
en Qumrán. Es cierto que la opinión común, basa-i en la presentación que de los resultados de las
excavaciones hizo i de Vaux en las Schweich Lectures31 admite que la primera ocupación otaria de
Qumrán se remonta al pontificado de Jonatán. Pero esta con-lión contradice los resultados obtenidos y
publicados previamente 1 De Vaux32 y los mismos argumentos que él avanza para apoyarla33.
2H, Que Murphy-O'Connor toma de W. F. Albright, From the Stone Age to Christianity, 21957,
29. Que Murphy-O'Connor deriva de S. Iwry, «Was there a Migration to Damascus?»: Eretz Is-/» (1969), 80-88.
.10. L. H. Schiffman, «Legislation Concerning Reíations with Non-Jews in the Zadokite Frag-Htl and in Tannaitic Literature»: RQ 11 (1982-84),
379-389; Sectaria» Law in the Dead Sea Scrolls, M.
.11. R. de Vaux, Archaeology and the Dead Sea Scrolls, 1973, 5 y 116-117. 32, En sus publicaciones precedentes, ver sus comunicaciones en
la Revue Biblique 61 (1954), Mi ».í (1956), 538 y 565; 66 (1959), 102.
,1.1. listos argumentos son: los restos de esta ocupación son tan escasos que el que la ocupación I lldo tic corta duración resulta cierto; la
ausencia de monedas impide una datación directa de este pe-
*......•
El hecho es que De Vaux modificó su opinión entre los diferentes rappc préliminaires y esta
presentación (que ha llegado a establecerse como a toritativa en espera de la publicación completa del
material de las exc vaciones aún no realizada) obligado no por la evidencia arqueológicl sino únicamente
con objeto de dar cabida a las teorías que identificaba^ a un Sacerdote Impío único con Jonatán o con
Simón; es decir, para cerrar la puerta a la interpretación de los textos propuesta por Milikg por Cross 34.
Es revelador en este sentido la formulación de De Vaux i la que este motivo aparece claramente 35, y en la
del mismo Cross3é,' sada en la ausencia de monedas seleúcidas anteriores a Hircano excep 6 bronces, sin
fecha precisa, de Antíoco III, IV y V. Si se tiene en cuec que Hircano probablemente sólo empezó a
acuñar moneda a partir i 119 a.C.37, se ve claramente que el argumento contradice no sólo la ide
tificación del Sacerdote Impío con Jonatán, sino la misma identific ción con Simón propuesta por Cross,
y que la media docena de años \ tulada por éste no es más que una escapatoria para dar entrada;
personaje38.
Pero si se abandona la hipótesis de un Sacerdote Impío único y se; mite la teoría de Van der Woude que
supone que «Sacerdote Impío»\jj una designación colectiva que se refiere en orden cronológico a los <"
tintos Sumos Sacerdotes asmoneos 39, si se realiza que el Maestro > Justicia entra en conflicto
únicamente con tres de estos «Sacerdotes '. píos»: Jonatán, Simón y Juan Hircano, y que el famoso texto
de 1( Hab XI, 4-8 (TQ, 252) se refiere precisamente a Hircano, el único «S
ríodo de ocupación; los restos de cerámica son idénticos a los del período siguiente, lo que indical continuidad entre los períodos la y Ib. El período
Ib comienza durante el pontificado de Alejandro Ja y puesto que «la modesta envergadura de los edificios testimonia que esta primera instalación
breve duración», su extensión hasta el pontificado de Jonatán, unos 50 años, es gratuita y sin fun mentó.
34. Milik indentifica al Sacerdote Impío con Jonatán, Ten Years, 84-87; Cross lo identifica < Simón, ver su obra The Ancient Library of Qumran
and Modern Biblical Studies, 1958, 107-115.
35. R. de Vaux, Archaeology and the Dead Sea Scrolls, 116-117.
36. F. M. Cross, The Ancient Library of Qumran, 43-44.
37. Ver Y. Meshorer, Jewish Coins of the Second Temple Feriad, 1967, 41-52 y «The I of the Hasmonean Coinage»: Israel Exploration Journal
24 (1974), 59-61.
38. E.-M. Laperrousaz, que ha analizado críticamente los argumentos arqueológicos de ¡i Vaux llegando a una conclusión distinta en cuanto al
final del período Ib, confiesa que es imposible (" con precisión el comienzo de la instalación qumránica, el período la, Qoumrán.
L'établissement des bords de la Mer Marte. Histoire et archéologie du site, 1976, 33.
39. A. S. van der Woude, «Wicked Priest or Wicked Priests? Reflections on the Identificatio the Wicked Priest in the Habakkuk Commentary»;
Journal of Jewish Studies 23 (1982), 349^ Una cierta pluralidad de Sacerdotes Impíos había sido ya postulada por W. H. Brownlee, «The I
Allusions of the Dead Sea Habakkuk Midrash»: BASOR 126 (1950), 10-20, y, aún antes, por B. 1 ke, «Die Ta»amire-Scriften und die Damaskus
Fragmenten»; Studia Theologica 2 (1949), 60, pen encontrar eco alguno. Van der Woude ha proporcionado a la hipótesis las bases metodológicas
1 sarias y la ha transformado en la clave de comprensión de los pesharim. El punto mas problemático! la hipótesis, la posibilidad de atribución del
Sumo Sacerdocio a Judas Macabeo, ha sido confirmado'! mi estudio «Judas Macabeo. ¿Sacerdote Impío? Notas al margen de IQpHab VII, 8-13»,
en Melé bibliques et orientaux en honneur de M. Mathias Delcor (AOAT 215), 1985, 169-181.
100
I ccrdote Impío» que persigue al Maestro de Justicia en el lugar de su des-Mierro, es decir, en Qumran
(lo que implica que la instalación en Qumran [es contemporánea con el pontificado de Hircano), la
ampliación forzada idel cuadro cronológico se hace innecesaria y es posible coordinar los rebultados de
un análisis literario del Pesher de Habacuc con los límites re-Iíles fijados por la arqueología. Los datos
firmes proporcionados por las txcavaciones son que el período Ib es precedido por un período de ocu-
ación sectaria de corta duración, período la, es decir, que la ocupación setaria de Qumran comienza
durante el pontificado de 30 años de du-Bción del predecesor de Alejandro Janeo, Juan Hircano, el
Sumo Sacer-jlote durante cuyo mandato se opera la ruptura dentro del movimiento *»enio que da origen
a la instalación del Maestro de Justicia y de sus par-Warios en Qumran y el último Sacerdote Impío con
el que el Maestro de Usticia entra en conflicto.
2) Otro presupuesto metodológico importante es que la ruptura ntre el grupo qumránico y el movimiento
esenio del que proviene ha debido ser precedida de un período de tiempo más o menos largo, pero en
T)do caso suficientemente extenso como para permitir el desarrollo ¿eclógico que diferenciará al grupo
qumránico de la matriz esenia de la lúe proviene y que terminará con la escisión. Una buena parte de los
Tfoblemas que la investigación de los orígenes qumránicos ha encontra-S proviene del falso presupuesto
de que la incorporación del Maestro de sticia al movimiento esenio marca el momento de la instalación
en umrán. De ahí la objeción frecuentemente hecha a los partidarios de la interpretación literal de los
conocidos datos cronológicos de CD de lie esto les obligaría a situar la instalación en Qumran en una
fecha im-Dsiblemente alta e incompatible con los datos arqueológicos. O el em-(razo de
MurphyO'Connor para incorporar en su teoría los 20 años tic preceden a la entrada en escena del
Maestro de Justicia y durante los Bales los miembros del movimiento esenio son «como ciegos que
buscan \ tientas su camino». Puesto que Murphy-O'Connor sitúa el retorno lenio a Palestina después de
165 a.C. y la instalación en Qumran en 152 j|C., se ve obligado a interpretar los 20 años como
designación de media Sneración y a comprender esta media generación como durando única-ente 10
años40. Estos problemas se eliminan si se reconoce la impor-ncia y la extensión de esta fase pre-
qumránica o período de formación, I período extraordinariamente fecundo del que deben proceder los
es-fitos que sientan las bases ideológicas de la ruptura con el movimiento icnio, y durante el cual se
desarrollan los conflictos que se resolverán Bti la marcha al desierto del grupo sectario.
listos dos presupuestos determinan los limites cronológicos de nues-l hipótesis sobre los orígenes y
obligan a distinguir entre la cuestión de i orígenes qumránicos y la de los orígenes del movimiento
esenio.
40. J. Murphy-O'Connor, «The Essenes and History», 224-225.
101•C! "»'
III. II
MU
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
3) Un tercer presupuesto de nuestra hipótesis es que la literatura no-bíblica encontrada en las distintas
cuevas de Qumrán está relacionada o con la secta de Qumrán o con las corrientes ideológicas en las que
la secta hunde sus raíces. Evidentemente no todos los manuscritos no-bíblicos encontrados son de un
origen qumránico; la datación paleográfica de ciertos manuscritos excluye formalmente el que hayan
sido compuestos o copiados en Qumrán y la larga historia redaccional de varias obras exige igualmente
el que los niveles más antiguos hayan sido compuestos en un período anterior a la instalación de la
comunidad junto al Mar Muerto. Pero, visto el carácter de la comunidad qumránica, me parece
impensable el que haya conservado y utilizado obras incompatibles con su propia ideología. La
biblioteca de la comunidad no debe ser vista como una biblioteca moderna, como una especie de
depósito del saber de la época; la ausencia total de obras «profanas» es en este sentido reveladora. Pero
ni siquiera, visto el carácter exclusivista de la comunidad y las repetidas prohibiciones de contacto con
los no-miembros, me parece posible que la comunidad haya conservado la literatura religiosa de grupos
ajenos o cía- 1 ramente hostiles. Aun dejando el amplio espacio necesario para permitir | una evolución
ideológica inevitable y reconociendo que no existe nada que pueda considerarse como un «canon»
qumránico, una situación ¡ como la de las antiguas bibliotecas de los seminarios católicos en las que ' ; un
apartado especial e inaccesible encerraba las obras que la Iglesia había '• incluido en el índice de Libros
Prohibidos es impensable en Qumrán. ' j Este presupuesto implica que si el hecho de haber sido
encontrada en Qumrán no nos garantiza el origen qumránico de una obra determinada, sí nos asegura
que esta obra ha sido comprendida por la comunidad como compatible con su ideología propia (y con su
halaká, aún más inv portante que su ideología), es decir, como proveniente o del movimientdj esenio o
de la tradición apocalíptica en la que el movimiento esenio s< inspira41. Lo que equivale a decir que la
literatura no-bíblica encontrad como parte de la biblioteca qumránica puede dividirse en:
— obras sectarias, que representan el pensamiento y la halaká qv ránica en su forma más desarrollada y
típica;
— obras del período de formación, que presentan una visión aún tan claramente diferenciada del
esenismo del que emanan, pero qu sientan las bases del desarrollo posterior y ofrecen una halaká ya
caraé terística;
— obras que reflejan el pensamiento esenio y concuerdan con U que las fuentes clásicas nos enseñan
sobre el esenismo no qumránico | que pueden atribuirse a este movimiento;
41. En el artículo «The Damascus Document Revisited»: RB 92 (1985), 240, Murphy-O'C hace una observación importante que aparentemente
contradice este presupuesto: que esta literatura f maría parte de la prehistoria del Maestro de Justicia, pero no de la prehistoria del movimiento
esenio I terior e independiente de él. Pero, puesto que esta figura es determinante en la formación del pen miento qumránico, como el mismo
Murphy-O'Connor reconoce, su «prehistoria» puede considera como la prehistoria de la secta que él origina.
102
ORÍGENES DEL MOVIMIENTO ESENIO Y DE LA SECTA QUMRÁNICA
— obras que pertenecen a la tradición apocalíptica de la que emana el esenismo y que han sido
consideradas como parte del patrimonio común.
Este presupuesto nos permitirá establecer en el período anterior al pontificado de Juan Hircano tres
etapas en el desarrollo que culmina con la instalación sectaria en Qumrán:
— etapa pre-qumránica de formación sectaria, —
etapa esenta,
— etapa apocalíptica.
Estas tres etapas se suceden cronológicamente y culminan en la instalación del grupo en Qumrán. Pero
este presupuesto no supone automáticamente una ordenación cronológica sucesiva de los cuatro tipos de
literatura señalados, ya que la compatibilidad ideológica es independiente de la fecha de origen. 4) Un
último presupuesto, aunque no el menos importante, es el de la naturaleza compuesta de las obras
fundamentales y del carácter evolutivo del pensamiento en ellas reflejado. Ambos elementos son el
resultado de una visión no estática de una realidad religiosa que se desarrolla durante más de 200 años.
Este presupuesto implica el reconocimiento de que buena parte de los escritos mejor conservados
incorporan elementos de los distintos períodos o etapas, reinterpretados al filo de la evolución histórica,
así como la aceptación de que ideas centrales dentro de la comunidad Como el determinismo,
mesianismo o escatología, pueden presentarse bajo \ formas distintas en distintos documentos de la
comunidad o en distintas re-i dacciones de un mismo documento. Por sólo mencionar los dos ejemplos
mejor conocidos: «El manifiesto de fundación» de 1QS proveniente del período formativo prequmránico
ha sido incorporado y transformado para adaptarlo a los sucesivos desarrollos históricos, teológicos y
organizativos de la comunidad ya instalada en Qumrán; el núcleo esenio de CD, completado con una
serie de prescripciones haláquicas del período formativo, ha sido claramente reinterpretado una vez
constituida la comunidad y en Un período ciertamente posterior a la muerte del Maestro de Justicia. Por
otra parte, este presupuesto reconoce que la evolución del pen-límiento no es forzosamente lineal y
directa, y que es posible que distintas concepciones hayan incluso coexistido temporalmente. Lo que
ÍCtermina el tipo de evidencia que nuestra hipótesis toma en considera-¡ión y la manera crítica con la
que esta evidencia es considerada42.
IV. NUEVA HIPÓTESIS
I La hipótesis de comprensión de los orígenes qumránicos que aquí pre-Ileiitamos parte de estos
presupuestos y distingue claramente el problema
42. Mencionada en CD XX, 14.
103>!,:•
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
de los orígenes del movimiento esenio y el problema de los orígenes de la secta qumránica 43. Las
informaciones sobre los orígenes del movimiento esenio deben buscarse en las noticias clásicas sobre los
esenios, en las obras esenias conservadas en Qumrán y en los documentos esenios incorporados en obras
qumránicas posteriores. El estudio de estos materiales nos permite concluir que el esenismo es un
fenómeno palestino, anterior a la crisis antioquena, que hunde sus raíces en la tradición apocalíptica. Las
informaciones sobre los orígenes qumránicos, por el contrario, se hallan contenidas en las obras del
período de formación pre-qumránico, en los documentos de este período incorporados en obras sectarias
posteriores y en las mismas obras sectarias que expresamente se refieren al período de los orígenes. Su
estudio nos permite comprender los motivos haláquicos, ideológicos y políticos que originan el cisma
dentro del movimiento esenio que cristalizará con la instalación en Qumrán.
I. Orígenes del movimiento esenio
Josefo, que es quien más informaciones ha conservado sobre el movimiento esenio, introduce por vez
primera a los esenios en la escena política palestina en tiempos de Jonatán junto con los saduceos y
fariseos44. Lo que parece implicar que comprende el movimiento esenio, como el fariseo y saduceo,
como un fenómeno típicamente palestino. Ésto aparece aún más claramente en la presentación de las tres
sectas en Ant. XVIII,
II, donde nos asegura que estas tres «filosofías» hebreas, «que existen desde los tiempos más antiguos»,
hunden sus raíces en sus tradiciones, propias, un dato que Filón en su Apología expresará diciendo que
se re-; montan a Moisés. Es cierto que Josefo (Ant. XV, 371) afirma que los ese-? nios son un grupo
«que practica el género de vida que Pitágoras enseñó)I a los griegos», una afirmación que ha sido
empleada para situar los orí-l genes del movimiento en las doctrinas neo-pitagóricas. Pero, como ha| sido
frecuentemente señalado45, lo único que Josefo hace en este caso es$ dar un punto de referencia a sus
lectores paganos para permitirles comprender el fenómeno palestino, del mismo modo que al hablar de
los fa^ riscos (Vita 12) dirá que se asemejan a los estoicos46. Ni en uno ni en
43. También D. Dimant, en su contribución «Qumrán Sedarían Literatura», enjeivish Writin ofthe Second Temple Feriad (Compendia Rerum
ludaicarum ad Novum Testamentum, II, 2), 1984 483-550, concluye su presentación de la historia de la secta distinguiendo entre los orígenes
de las doc trinas sectarias, que sitúa en una corriente indeterminada en los siglos m y n a.C., y las circunstancias hi» toncas y políticas, que
no precisa, y que llevan a la creación actual de la secta. Aunque su conclusiól desliga correctamente los orígenes ideológicos de la secta de la
crisis antioquena y sitúa estos orígenes e Palestina en una época anterior, no consigue identificar el terreno concreto en el que las doctrinas se
tarias surgen («una amplia corriente existente dentro del judaismo») y sobre todo mantiene la identid entre el movimiento esenio y el grupo
sectario, viciando así toda su reconstrucción histórica.
44. Ant. XIII, 171-172.
45. Ver las referencias en L. H. Feldman, Josephus and Modern Scholarship: 1937-1980, 1984 590-592.
46. Hipólito, en un intento claramente apologético, invertirá los términos y hará a Pitágoras y i
104
ORÍGENES DEL MOVIMIENTO ESENIO Y DE LA SECTA QUMRÁNICA
otro caso puede hablarse de un origen extrapalestino. Como Hengel señala 47, la dependencia directa de
los esenios de los pitagóricos es improbable, visto el celo esenio en defender su heredad judía contra los
influjos ajenos.
Por otra parte, el hecho de que Josefo introduzca por vez primera (Ant. XIII, 171-172) a los esenios,
fariseos y saduceos en tiempos de Jonatán, ha sido invocado con frecuencia como prueba de un origen
ma-cabeo de las sectas. Si ésta fuera la correcta interpretación del texto, la afirmación ya citada de Ant.
VIII, 11 de que existen «desde los tiempos más antiguos», o, como dice Plinio (Historia Natural V, 73),
que existen per saeculorum milla, sería incomprensible. Pero el hecho es que Josefo 48 no dice que las
sectas surgen en ese período, sino que los esenios, como los fariseos y los saduceos, son sectas que
«existen ya» en tiempos de Jonatán, lo que lógicamente supone que sus orígenes se sitúan en un período
anterior.
Pero no sólo las informaciones clásicas sobre los esenios nos indican su origen palestino, los mismos
textos esenios pre-qumránicos contienen indicaciones en este sentido.
Al discutir la interpretación de Murphy-O'Connor negábamos que los argumentos que él emplea para
postular un origen babilónico del grupo reflejado en los niveles más antiguos de CD fueran
convincentes. Aquí podemos añadir que una serie de indicios en estos mismos niveles prequmránicos de
CD apuntan a un origen palestino, como son una serie de prescripciones haláquicas referidas
específicamente a la ciudad de Jerusalén y en completo acuerdo con las halakoth de HQTemple49, a las
que lo más lógico es suponer un contexto palestino, lo mismo que a las halakoth que determinan la
presentación de ofrendas en el Templo50.
Más clara aún que estos indicios indirectos es la síntesis de 1 En 90. Dentro del panorama histórico que
representa la segunda de las visiones del Libro de los Sueños conocida como el Apocalipsis de los
Animales, y en la descripción del período que va de Alejandro Magno al alzamiento macabeo, el autor
nos describe el nacimiento de un grupo que marca el final del tercer período y el comienzo del cuarto
período en los que divide la historia desde el destierro hasta la era escatológica:
He aquí que nacieron corderos de aquellas ovejas blancas y comenzaron a abrir los ojos, a ver y a gritar a las ovejas. Pero las
ovejas no les gritaban ni escuchaban sus palabras, sino que eran sordas en extremo y sus ojos eran total y absolutamente ciegos.
*
k» ritoicos depender de los esenios: «Las prácticas esenias que conciernen a la Divinidad son más an-
tlfluus que las de todas las naciones; lo que prueba que todos aquellos que han hablado de Dios o de la I "Iffíción no han recibido sus doctrinas de
otra fuente que de la Ley judía. Entre ellos, son sobre todo Pi-
Mgnrns V 'os estoicos de Egipto los que han aprendido en la escuela de los esenios», Refutado IX, 27. t 47. M. Hengel, Judentum und
Hellenismus, Z1973,445-453.
48. Como ha notado Feldman, Josephus and Modern Scholarship, 564-594.
49. Comparar CD XII, 1 -2 con llQTemple XLV 11-12, por ejemplo. ÍO. CD XI, 17-21.
i ÜBi, cion propia de esta interpretación como revelada60 no es más que el resultado y la prolongación
de la transformación de la interpretación pro-fética que se realiza dentro de la tradición apocalíptica.
Es en esta tradición donde encontramos primero el recurso a los libros secretos o a las tablas celestes
como procedimiento hermenéutico, un recurso que aparece tanto en las descripciones clásicas de los
esenios (Bell. II, 136.142.159) como en obras esenias61 y en obras propiamente sectarias62.
Un tercer elemento importante en el movimiento esenio y en los escritos sectarios es la conciencia de la
comunión con el mundo angélico, uno de los aspectos generalmente reconocidos como centrales en la
tradición apocalíptica63. La importancia de este elemento en los escritos sectarios aparece no sólo en
composiciones como la Liturgia Angélica sino en textos como 1QM VII, 6, que justifica la exigencia de
pureza ritual en la guerra santa «porque los ángeles de santidad están junto con sus ejércitos», 0 como
1QS XI, 7-8:
A quienes Dios ha elegido, les ha dado como posesión eterna, y él ha puesto su heredad con el lote de los Santos, y con los Hijos
del Cielo ha unido su asamblea para formar el Consejo de la Comunidad.
Estos textos nos revelan una familiaridad con el mundo angélico 64 que prolonga la familiaridad que
encontramos ya en los más antiguos niveles de la tradición apocalíptica y que nos permite comprender la
información de Josefo sobre los esenios (Bell. II, 142) según la cual «los nombres de los ángeles»
forman una parte importante de su saber secreto.
Otro elemento para mí revelador65 es la concepción del Templo esca-tologico. Las descripciones clásicas
nos dicen que los esenios enviaban sus ofrendas al Templo, pero que no ofrecían allí sacrificios (Josefo,
Ant. XVIII, 19) s¿no que sacrificaban entre ellos, o que rechazaban absolutamente los sacrificios,
prefiriendo a los mismos la santificación del pensamiento (Filón, Quod omnis probus, 75), dos
afirmaciones difíciles de conciliar entre sí, pero que atestiguan el rechazo esenio del Templo y del culto
"0. Este aspecto fue puesto de relieve por O. Betz, Qffenbarung und Schriftforschung in der Qumransekte,
1960.
61- Ver F. García Martínez, «Las Tablas Celestes en el Libro de los Jubileos», en Palabra y Vida. Homenaje a José Alonso Diez, 1984, 333-349,
donde se pone de relieve la dependencia de Jubileos con relación a 1 Enoc en este aspecto.
62. Ver F. Notscher, «Himmlische Bücher und Schickalsglaube in Qumran»: RQ 3 (1958-59), 405-411.
"3. C. Rowland, The Open Heaven, 1982, 113, ve en él la esencia misma de la apocalíptica.
64. Rowland insiste en el carácter permanente de esta comunión qumránica con el mundo celeste, lo que la diferenciaría del carácter temporal que
presenta en la apocalíptica: The Open Heaven, 120. Según él, este cambio se debería a que la comunidad ha sustituido al Templo como el lugar de
encuentro con las realidades celestes.
6-5. Este elemento lo he desarrollado más ampliamente en «Essenisme Qumranien: Origines, ca-ractenstiq ueSj héritage», en Correnti culturali e
movimenti religiosi del dadaísmo, 1987, 37-57, y en «La Nueva Jerusalén y el Templo Futuro de los MSS de Qumran», en Salvación en la
Palabra. En memoria de Alejandro Diez Macho, 1986, 563-590.
108
allí practicado. Los manuscritos qumránicos nos muestran este mismo rechazo y nos proporcionan
además elementos suficientes para comprender los motivos de esta posición y para encontrar los
orígenes de la misma en la concepción del Templo escatológico de la tradición apocalíptica.
La concepción del Templo normativo de HQTemple nos explica la radicalidad de la oposición sectaria y
al mismo tiempo su carácter transitorio, a la espera de poder hacer realidad el Templo normativo. Nos
explica igualmente el carácter vicario y temporal de la sustitución del Templo y de sus sacrificios por la
Comunidad considerada como Templo. Pero el mismo llQTemple XXIX, 9-10 nos prueba que este
Templo normativo no es el Templo definitivo, sino que sólo deberá durar «hasta el día de la creación,
cuando Yo cree mi Templo estableciéndolo por siempre». Es decir, que el Templo final, escatológico,
será creado directamente por Dios. Esta idea, que aparece igualmente en otros textos sectarios como
1QM II, 1-6 y sobre todo 4Q174, es la que permite comprender la posición esenia con relación al
Templo y su ambigüedad, puesto que revela la inadecuación del Templo actual y su carácter transitorio.
Ahora bien, esta idea del Templo escatológico, como ha probado Hammerton-Kelly 66, se desarrolla en el
interior de la tradición apocalíptica a partir de la ideología del Templo de Ezequiel. Después del fracaso
del compromiso entre esta ideología del Templo y la concepción del Templo de la tradición sacerdotal
que representan Ageo y Zacarías, esta concepción desaparece de la escena oficial durante el período de
la Restauración y sólo la encontramos en la tradición apocalíptica, donde representa una constante,
puesto que aparece en 1 Enoc, en Jubileos y en el Testamento de Leví, o en Asunción de Moisés y //
Baruc, por sólo citar algunos ejemplos representativos de dos épocas distintas.
Este rápido recorrido prueba que la mejor manera de comprender un buen número de elementos
característicos del pensamiento esenio es la de situarlos en el contexto de la tradición apocalíptica del
siglo III a.C. Precisar la fecha exacta en la que el movimiento esenio surge como realidad distinta de la
matriz apocalíptica me parece imposible. El resultado concreto de nuestra investigación sólo permite
afirmar confiadamente que estos orígenes se sitúan en un período anterior a la crisis antioquena, y 3ue
las indicaciones concordantes de 1 Enoc 90 y de CD apuntan al final el siglo m a.C. o a comienzos del
siglo n a.C. como el período de los orígenes del movimiento esenio.
2. Orígenes de la secta qumránica
En el origen del desarrollo dentro del esenismo que desembocará en la formación de la secta qumránica
está la figura poderosa del personaje que, a falta de un nombre concreto, designamos con el título que los
es-
66. R. (i. Hammerton-Kelly, «The Temple and the Origins of Jewish Apocalyptic»: Veías Tes-tuntfntum 20 (1970), 1-15.
Un análisis de las doce halakoth publicadas por Strugnell muestra una sorprendente coincidencia
temática con HQTemple73. Según 4QMMT, la controversia de la secta con sus adversarios se centra
sobre:
— el calendario cúltico;
— prescripciones sobre el Templo y la ciudad y las normas de pureza que les conciernen 74.
— Halakoth relacionadas con los diezmos, impureza y estatuto matrimonial 75.
El único elemento prominente de 12 QTemple que no parece estar reflejado en 4QMMT son las halakoth
que forman la Torah del Rey, un hecho fácilmente explicable si se tiene en cuenta que la carta haláquica
parece dirigida no al poder político de Jerusalén ni a los soberanos as-moneos, sino al grupo religioso del
que la secta se ha separado76.
Ambos textos, pues, indican que las disputas fundamentales dentro del movimiento esenio durante el
período formativo de la secta se centraban en la cuestión del calendario y la consiguiente organización
del ciclo festivo y en una manera determinada de comprender las prescripciones bíblicas relativas al
Templo, al culto y a la pureza de personas y cosas.
Que el primero de estos elementos (las disputas sobre el calendario) había sido un factor decisivo en la
formación de la secta y una de las causas que provocaron el cisma qumránico fue reconocido desde los
comienzos de la investigación sobre los manuscritos77. CD III, 14-15 (TQ, 82) precisa que «sus santos
sabbaths y sus gloriosos festivales» son la primera de las cosas ocultas en las que ha errado todo Israel y
que Dios ha revelado a aquellos con los que ha establecido su Alianza, y CD VI, 18-19 (TQ, 84)
especifica entre los compromisos que adquieren los que en- j
73. Ver L. Schiffman, «Miqsat Ma'as'eh Ha-Torah and the Temple Scroll»: RQ 14/55 (1990), | 435-457.
74. Halakoth 1 a 7 de la lista publicada: 1) prohibición de aceptar sacrificios de los gentiles; 2) i degüello de animales preñados (llQTempleLll,
5); 3) los que tienen prohibida la entrada en la asamblea-] (IQSa II, 5-9; 1QM VII, 3-6; 4Q491 1-3, é); 4) la ley de la ternera roja (UQTemple
LXIII, 1-8); 5) ex- J clusión de ciegos y sordos del Santuario (UQTemple XLV, 12-13); 6) pureza de las corrientes líquidaJj| 7) interdicción de
introducir perros en Jerusalén (UQTemple XLVII,1-14): ver E. Qimron-J. Strugnell,I «An Unpublished Halakhic Letter», 401-402. 75.
Halakoth 8 a 12 de la lista publicada: 8) los frutos del cuarto año, para los sacerdotes; 9) ell diezmo del ganado, para los sacerdotes
(UQTemple LX,l-5); 10) regulaciones del período de purifl-J cación del leproso (UQTemple XLV, 17 ss.); 11) impureza de los huesos humanos
(UQTemple I, 5-9 LI, 4-6); 12) prohibición del matrimonio entre sacerdotes e israelitas (UQTemple LXV-LXVI). Según! Qimron-Strugnell, 402,
la obra contenía probablemente otras halakoth matrimoniales en el texto que se- J guía a esta última halaka.
76. Es interesante notar que este elemento tampoco aparece en el sumario de CD VI, 11-VII, 4|| que ofrece un buen paralelo en cuanto al
contenido de los dos elementos aquí señalados como carac rísticos, presentados como prescripciones para quienes han sido admitidos en la
Alianza: calendario J fiestas (VI, 18-19); prescripciones relativas al Templo (VI, 15-16), al culto (VI, 10); impureza (VI, 17-18)|J los diezmos (VI,
20). El sumario añade otras prescripciones que suponen la comunidad ya establecida! (VI, 14-15; VII, 1-4).
77. Es suficiente releer el artículo clásico de S. Talmon, «The Calendar Reckoning of the Secf| from the Judaean Desert»: Scripta
Hierosolymitana IV (21965), 162-199.
tran en la Alianza «el observar el sabbath según su interpretación y las fiestas y el día del ayuno según lo
que han hallado78 los que han entrado en la Alianza Nueva». Ahora bien, los problemas de calendario,
como la escatología, no aparecen reflejados en las descripciones clásicas del movimiento esenio 79, con
la importante excepción del grupo esenio de los Terapeutas, una de cuyas características más llamativas
es, junto con la dedicación completa a la vida contemplativa, la adopción precisamente de un calendario
festivo pentecostal semejante al empleado en Qum-rán80. Esto nos permite suponer que el movimiento
esenio aceptaba el calendario festivo del resto del judaismo de la época y que la adopción de un
calendario distinto fue uno de los factores determinantes de la constitución como secta dentro del
movimiento esenio tanto del grupo qumránico como del grupo terapeuta.
A. Jaubert postuló que los orígenes del calendario sectario se situaban en un antiguo calendario
sacerdotal81, pero R. Beckwith ha probado que los orígenes reales de este calendario se sitúan dentro de
la tradición apocalíptica y que reflejan preocupaciones características de esta tradición 82.
Como en el caso de la escatología, Jubileos nos proporciona el punto de entronque. Es más, nos prueba
que el calendario servía no sólo para regular el culto sino que era empleado como base de la cronología
que permite «el cómputo de las épocas» y que estimula la periodización de la
78. La corrección del texto propuesta ya por S. Schecter, Documents ofjewish Sectaries, 1910, XXXIX, de leer KMSWT «según los preceptos», en
vez de KMS'T del manuscrito y que ha sido aceptada, entre otros, por Talmon, 166 y A. Dupont-Sommer, Les écrits esséniens, 147, no parece
necesaria. La expresión, que es paralela a PRWSH, empleado en la línea 18 para significar la correcta interpretación del tabbath y en la línea
20 para la correcta interpretación de «las cosas santas» (los diezmos), subraya de por sí el carácter peculiar del calendario festivo del grupo.
79. Con la sola (posible) excepción del añadido que el traductor eslavo de Josefo ha conservado en Bell. II, 147, que precisa que, además de
observar el sabbath, observan igualmente «la séptima semana, el séptimo mes y el año séptimo», un detalle que les pondría en relación con el
sistema de cómputo que conocemos por el Libro de ¡os Jubileos, ver M. Philonenko, «La notice de Joséphe slave sur les Enséniens»:
Semítica 6 (1956), 69-73. Pero la valoración del Josefo eslavo es una cuestión muy discutida y su Habilidad, problemática.
80. Filón, De vita contemplativa, 65. Sobre el calendario de base ver el comentario de P. Geol-trian, «Le Traite de la vie contemplative de Philon
d'Alexandrie. Introduction, traduction et notes»: Semítica 10 (1960), 1-66, en las pp. 24-25, así como A. Jaubert, La notion d'alliance dans le
Judaísme, 1V63, 477-479 y J. van Goudoever, Fétes et Calendriers Bibliques, 31967. Ver igualmente el artículo de J, Haumgarten, «4Q
Halakah»
5, the Law of Hadah and the Pentecostal Calendar»: JJS 27 (1976), 39-42. Sobre el carácter esenio del grupo de los Terapeutas , ver G. Vermes,
«Essenes and Therapeutai»:
, flU 3 (1962), 594-504 y The History of the Jewish People, vol. II, 591-597.
81. A. Jaubert, «Le Calendrier des Jubiles et la secte de Qumrán. Ses Origines bibliques»: Vetus tntamentum 3 (1953), 250-264; La date de la
Cene, 1957; «Fiches de Calendrier», en Qumrán. Sa fltlf. sa théologie et son milieu, 1978, 305-311. La hipótesis de Jaubert ha sido defendida por
J. C. Van-llf rK.im, «The Origin, Character and Early History of the 364-day Calendar. A Reassement of Jaubert's Hypothesis»: Catholic Biblical
Quarterly 41 (1979), 390-411, que ha intentado incluso precisar que este inti|(uo calendario fue empleado en el culto del Templo hasta 167 a.C.,
fecha en la que habría sido sustituido por un calendario luni-solar seléucida, ver «2 Maccabees 6. 7a and the calendrical change in Je-numlcm»:
Journal for the Study of Judaism 12 (1981), 51-74, pero ha sido refutado por P. R. Davies, •Ciülrnilncal Change and Qumrán Origins: An
Assessment of VanderKam's Theory»: CBQ 45 (1983), IQ-HV.
H2. Ver los artículos citados en la nota 50.
112
113FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ ORÍGENES DEL MOVIMIENTO
historia y el cálculo del «final de los tiempos», elementos de claro influjo en el desarrollo de la espera
escatológica que caracterizará a la secta qumránica.
Junto con la polémica sobre el calendario, tanto HQTemple como 4QMMT mencionan una serie de
halakoth relacionadas con la pureza ritual, el culto del Templo y, en menor medida, la halaká
matrimonial, como las áreas centrales en las que se perfila la polémica con el movimiento en cuyo
interior se formará la secta qumránica y con el resto del judaismo. Estos sectores son, desde luego,
sectores fundamentales en toda vida religiosa común y se hallan regulados por las prescripciones del
texto bíblico. Por lo que, en definitiva, el problema del origen de la halaká sectaria se reduce a un
problema de interpretación del texto bíblico.
¿Cómo es posible explicar, dentro del movimiento esenio, el surgir de esta distinta manera de interpretar
las prescripciones bíblicas que fundamenta la halaká sectaria? La respuesta a este interrogante no es otra
que la conciencia del Maestro de Justicia de haber recibido por revelación divina la correcta
interpretación del texto bíblico, interpretación que es así inspirada y normativa, y la aceptación por parte
de los miembros de la comunidad de esta interpretación como revelada. El rechazo de esta intervención
y de las halakoth concretas que de ella se derivan por el resto de los miembros del movimiento esenio
terminará por hacer la cohabitación imposible.
Los textos sectarios muestran que el texto bíblico es visto como un misterio cuyo significado sólo es
comprensible mediante una interpretación revelada 83. De ahí el convencimiento de que el Libro de la
Ley permaneció sellado y que ni siquiera David pudo leerlo, es decir, que permaneció «escondido y no
fue revelado hasta la venida de Zadok» (CD V, 5; TQ, 83), y que quienes deseen entrar en la Alianza
deben obligarse a convertirse a la Ley de Moisés «según todo lo que ha sido revelado a los hijos de
Zadok» (1QS V, TQ, 55). Si el Maestro de Justicia ha sido capaz de reescribir una parte del Pentateuco
en 11 QTemple, osando incluso presentar esta nueva Torah como Torah de Dios, esto sólo es posible
desde el convencimiento de que esta interpretación del texto bíblico se hace bajo la acción directa de la
revelación divina.
Algunas de las composiciones hímnicas incluidas en 2 Qfí y atribuí-: das al Maestro de Justicia nos
muestran la realidad y las dimensiones de ] este convencimiento:
Pero tú me has puesto como bandera para los elegidos de la justicia, como diseminador sabio de los secretos maravillosos. Vacat.
Para poner a prueba a [todos los hombres] de la verdad, para acrisolar a los que aman la instrucción (1QHII, 13-14; TQ, 366).
83. R. E. Brown, «The Pre-Christian Semitic Concept of Mystery»: CBQ 20 (1958) 417-443,1 ñaló hace ya tiempo que la literatura qumránica es
la única que emplea la categoría de misterio al habUf I de la interpretación de la Escritura.
114
Por mí has iluminado la faz de los Numerosos, los has multiplicado hasta hacerlos innumerables, pues me has manifestado tus
misterios maravillosos. En tu consejo maravilloso has reforzado mi posición (1QHIV, 27-28; TQ, 373).
Este convencimiento íntimo es aceptado como un hecho objetivo por el grupo de sus partidarios, que
atribuye a su interpretación de los textos bíblicos el carácter de interpretación revelada y por tanto
normativa:
La interpretación (de Hab 2,2) se refiere al Maestro de Justicia, a quien ha manifestado Dios todos los misterios de las palabras de
sus siervos los profetas (IQpHab VII, 4-5; TQ, 251).
De ahí que quienes no aceptan esta interpretación son considerados como enemigos:
La interpretación de la cita (de Hab 1,5) se refiere a los traidores en los días postreros. Ellos serán violadores de la Alianza que no
creerán cuando oigan todo lo que va a pasar a la generación postrera de la boca del Sacerdote que ha puesto Dios en medio de la
comunidad para predecir el cumplimiento de todas las palabras de sus siervos los profetas (IQpHab II, 6-9; TQ, 248-249).
Los textos sectarios que se refieren a este cisma fundacional84 lo sitúan invariablemente en el contexto de
una polémica sobre la correcta interpretación del texto bíblico que es expresada como «no creer en las
palabras del Maestro de Justicia de la boca de Dios» (IQpHab II, 1-3) o «no escuchar al Intérprete del
Conocimiento» (1Q1711 1,19). Un texto característico es IQpHab V, 9-12. Se trata de un pesher a Hab
1,13, un texto que menciona a unos traidores, a un impío y a un justo. La interpretación qumránica dice:
Su interpretación se refiere a la Casa de Absalón y a los miembros de su consejo, que se callaron cuando la reprensión del
Maestro de Justicia, y no le ayudaron contra el Hombre de Mentira que rechazó la Ley en medio de toda su comunidad (TQ,
250).
Los elementos fundamentales del pesher son que el Hombre de Mentira «rechaza la Ley» en medio de
toda la comunidad a la que tanto él como el Maestro de Justicia pertenecen, y que la mayoría de esta
eomu-nidad acepta la posición del Hombre de Mentira, a pesar de que la re-
84. Estos textos designan al movimiento al que pertenecen tanto el Maestro de Justicia y sus partidarios como sus adversarios con el mote de
«Casa de Absalón» (IQpHab V, 9-12); a los miembros del movimiento que no aceptan al Maestro de Justicia con el de «Charlatanes» (CD XX,
1013; 4Q162 II, ft. 10) y el de «Traidores» (IQpHab II, 1-3); y al jefe del movimiento que se opone al Maestro de Justi-ila con el de «Charlatán»
(CD
I, 13-17; XX, 1112) y sobre todo, con el de «El Mentiroso» (CD 1,15; IV, 19; VIII, 13; XX, 15; IQpHab II, 1-3; V, 9-12; X, 9-13; 4Q171 I, 18-11,
1; IV, 14-15).
historia y el cálculo del «final de los tiempos», elementos de claro influjo en el desarrollo de la espera
escatológica que caracterizará a la secta qumránica.
Junto con la polémica sobre el calendario, tanto HQTemple como 4QMMT mencionan una serie de
halakoth relacionadas con la pureza ritual, el culto del Templo y, en menor medida, la halaká
matrimonial, como las áreas centrales en las que se perfila la polémica con el movimiento en cuyo
interior se formará la secta qumránica y con el resto del judaismo. Estos sectores son, desde luego,
sectores fundamentales en toda vida religiosa común y se hallan regulados por las prescripciones del
texto bíblico. Por lo que, en definitiva, el problema del origen de la halaká sectaria se reduce a un
problema de interpretación del texto bíblico.
¿Cómo es posible explicar, dentro del movimiento esenio, el surgir de esta distinta manera de interpretar
las prescripciones bíblicas que fundamenta la halaká sectaria? La respuesta a este interrogante no es otra
que la conciencia del Maestro de Justicia de haber recibido por revelación divina la correcta
interpretación del texto bíblico, interpretación que es así inspirada y normativa, y la aceptación por parte
de los miembros de la comunidad de esta interpretación como revelada. El rechazo de esta intervención
y de las halakoth concretas que de ella se derivan por el resto de los miembros del movimiento esenio
terminará por hacer la cohabitación imposible.
Los textos sectarios muestran que el texto bíblico es visto como un misterio cuyo significado sólo es
comprensible mediante una interpretación revelada 83. De ahí el convencimiento de que el Libro de la
Ley permaneció sellado y que ni siquiera David pudo leerlo, es decir, que permaneció «escondido y no
fue revelado hasta la venida de Zadok» (CD V, 5; TQ, 83), y que quienes deseen entrar en la Alianza
deben obligarse a convertirse a la Ley de Moisés «según todo lo que ha sido revé-; lado a los hijos de
Zadok» (1QS V, TQ, 55). Si el Maestro de Justicia ha ' sido capaz de reescribir una parte del Pentateuco
en 12 QTemple, osando j incluso presentar esta nueva Torah como Torah de Dios, esto sólo es po* sible
desde el convencimiento de que esta interpretación del texto bíblico ¡ se hace bajo la acción directa de la
revelación divina.
Algunas de las composiciones hímnicas incluidas en 1 QH y atribuí",1 das al Maestro de Justicia nos
muestran la realidad y las dimensiones dé j este convencimiento:
Pero tú me has puesto como bandera para los elegidos de la justicia, como diseminador sabio de los secretos maravillosos. Vacat.
Para poner a prueba a [todos los hombres] de la verdad, para acrisolar a los que aman la instrucción (IQHll, 13-14; TQ, 366).
83. R. E. Brown, «The Pre-Christian Semitic Concept of Mystery»: CBQ 20 (1958) 417-443,1 ñaló hace ya tiempo que la literatura qumránica es
la única que emplea la categoría de misterio al hab de la interpretación de la Escritura.
114
ORÍGENES DEL MOVIMIENTO ESENIO Y DE LA SECTA QUMRÁNICA
Por mí has iluminado la faz de los Numerosos, los has multiplicado hasta hacerlos innumerables, pues me has manifestado tus
misterios maravillosos. En tu consejo maravilloso has reforzado mi posición (1QHIV, 27-28; TQ, 373).
Este convencimiento íntimo es aceptado como un hecho objetivo por el grupo de sus partidarios, que
atribuye a su interpretación de los textos bíblicos el carácter de interpretación revelada y por tanto
normativa:
La interpretación (de Hab 2,2) se refiere al Maestro de Justicia, a quien ha manifestado Dios todos los misterios de las palabras de
sus siervos los profetas (IQpHab VII, 4-5; TQ, 251).
De ahí que quienes no aceptan esta interpretación son considerados como enemigos:
La interpretación de la cita (de Hab 1,5) se refiere a los traidores en los días postreros. Ellos serán violadores de la Alianza que no
creerán cuando oigan todo lo que va a pasar a la generación postrera de la boca del Sacerdote que ha puesto Dios en medio de la
comunidad para predecir el cumplimiento de todas las palabras de sus siervos los profetas (IQpHab II, 6-9; TQ, 248-249).
Los textos sectarios que se refieren a este cisma fundacional84 lo sitúan invariablemente en el contexto de
una polémica sobre la correcta interpretación del texto bíblico que es expresada como «no creer en las
palabras del Maestro de Justicia de la boca de Dios» (IQpHab II, 1-3) o «no escuchar al Intérprete del
Conocimiento» (1Q1711 I, 19). Un texto característico es IQpHab V, 9-12. Se trata de un pesher a Hab
1,13, un texto que menciona a unos traidores, a un impío y a un justo. La interpretación qumránica dice:
Su interpretación se refiere a la Casa de Absalón y a los miembros de su consejo, que se callaron cuando la reprensión del
Maestro de Justicia, y no le ayudaron contra el Hombre de Mentira que rechazó la Ley en medio de toda su comunidad (TQ,
250).
Los elementos fundamentales del pesher son que el Hombre de Mentira «rechaza la Ley» en medio de
toda la comunidad a la que tanto él Como el Maestro de Justicia pertenecen, y que la mayoría de esta
comunidad acepta la posición del Hombre de Mentira, a pesar de que la re-
H4. Estos textos designan al movimiento al que pertenecen tanto el Maestro de Justicia y sus partidarios como sus adversarios con el mote de
«Casa de Absalón» (IQpHab V, 9-12); a los miembros del movimiento que no aceptan al Maestro de Justicia con el de «Charlatanes» (CD XX,
10-13; 4Q162 II, ft, 10) y el de «Traidores» (IQpHab II, 1-3); y al jefe del movimiento que se opone al Maestro de Justi-l'U tiin el de «Charlatán»
(CD I, 13-17; XX, 1112) y sobre todo, con el de «El Mentiroso» (CD 1,15; IV. W; VIII, 13; XX, 15; IQpHab II, 1-3; V, 9-12; X, 9-13; 4Q171 I,
18-11, 1; IV, 14-15).
prensión justa del Maestro de Justicia les reduce a silencio. Este texto re-j fleja, en mi opinión, de una
manera sobria y concisa, el desenlace déla largo período de tensiones que caracteriza la fase formativa
de la comu-¡ nidad qumránica. La conciencia del Maestro de Justicia de haber recibi j do por revelación
divina la interpretación correcta de la Ley le lleva propugnar una serie de posiciones ideológicas y
legales (inminencia de final de los tiempos, calendario festivo concreto, inadecuación del templ^ y del
culto existentes con relación al templo y al culto normativos, etc.| y de halakoth concretas que
condicionan la vida diaria (4QMTT' HQTemple) y a intentar imponer al resto de los miembros del movíj
miento esenio esta comprensión de la Ley. El fracaso de esta tentativa i deberá, según los textos
sectarios, al influjo del Hombre de Mentira, líder del movimiento esenio «que descarrió a muchos con
palabras en ganosas, pues escogieron tonterías y no escucharon al Intérprete del' nocimiento» (4Q171 I,
18-19). El resultado será la ruptura entre grupo de adeptos al Maestro de Justicia y el resto del
movimiento esenití En la decisión concreta de retirarse a Qumrán debieron también ir fluir otros
elementos como la necesidad de una separación física resto del judaismo para poder practicar la halaká
propia y la tradicií profética de preparación de la venida del Señor en el desierto. Pero las i ices
ideológicas del cisma dentro del movimiento esenio se sitúan en distinta interpretación de la Ley que
fundamenta la halaká sectaria, «manifiesto de fundación» 85 lo expresa en estos términos:
Cuando éstos existan como comunidad en Israel, según estas disposiciones se i pararán de en medio de la residencia de los
hombres de iniquidad para marcheri desierto para abrir allí el camino de Aquél. Según está escrito: «En el desierto pfl parad el
camino de ****, enderezad en la estepa una calzada para nuestro Diosí Éste es el estudio de Ley, que ordeno por mano de
Moisés, para obrar de acue con todo lo revelado de edad en edad, y que revelaron los profetas por su santo < píritu (1QS VIII,
1315; TQ, 59).
Una vez esclarecidas así las raíces del cisma que da origen a la ce munidad qumránica, habría que
determinar las circunstancias concre en las que este cisma se produjo. Pero sobre estas circunstancias los
i tos conservados no se muestran pródigos y el estudio de los indicie que pueden recuperarse debe
dejarse para otra ocasión8é. Un element
85. Así define Murphy-O'Connor el nivel más antiguo de la Regla de la Comunidad, que en c ta manera traza el programa de la futura
secta y que proviene del período formativo de la misma.
86. Un camino posible para determinar algunas de estas circunstancias lo constituye la difeíi te posición de las autoridades constituidas con
relación al movimiento esenio y a la secta qumrái Filón nos asegura, en su descripción de los esenios (Quod omnis probus, 89-91), que «ninguno
de t (los soberanos de Palestina hasta su época), ni los más crueles, ni los más taimados y falsos, fueron ja, capaces de acusar de nada a los esenios
o los santos; todos ellos, por el contrario, fueron vencidos pottt virtud de estos hombres y los trataron como a gentes independientes y libres por
naturaleza», y en I Hypothetica, 18, repite que «incluso grandes reyes se admiraban ante ellos y se complacían en rendir \ menaje a su carácter
venerable y en colmarles de favores y de honores». Lo que se comprende, visto ^ Josefo los presenta sumisos a toda autoridad, hasta el punto de
que en el juramento de ingreso se inclu
116
|ícrto es que en el pontificado de Hircano el cisma ya se había consulado y el grupo de esenios fieles al
Maestro de Justicia se halla instalado I orillas del Mar Muerto, donde continuará su evolución durante un
par e siglos, practicando la halaká sectaria y plasmando en textos inolvi-ibles la espera escatológica y la
interpretación bíblica que nutrió sus orí-enes.
, Imitad para los que detentan el poder político «porque la autoridad no recae nunca sobre un hom-| Un l.i voluntad de Dios» (Bell. II, 140). Los
escritos qumránicos, por el contrario, nos ofrecen una f n distinta. Sobre todo en los pesharim, la secta se presenta en conflicto continuo con la
autoridad Mecida, los Sumos Sacerdotes asmoneos. Dos de estos Sumos Sacerdotes, designados como Sacer-I Impíos, entran en conflicto directo
con el Maestro de Justicia: Hircano lo persigue una vez cóndilo i'l cisma e instalada la comunidad en Qumrán (IQpHab XI, 4-8); el castigo que
Jonatán sufre «no» de Trifón es atribuido precisamente a su iniquidad contra el Maestro de Justicia (IQpHab IX, |]2). l'.l influjo que en esta
enemistad con el poder político pudieron tener las exigencias que refleja la irali ilcl Rey» de UQTemple, presentadas como programa frente a la
realidad de la dinastía asmo-, « un factor aún no determinado, pero ciertamente relevante. Otro campo posible es el estudio de "tkoth concretas en
relación con (o en polémica contra) hechos históricos conocidos o supuestos, „! 1,1 clnusula que en UQTemple XLV1I, 7-8 prohibe la
introducción de pieles de animales impuros ¡Jtrmmltii y la prescripción paralela del decreto de Antíoco III relativo al Templo (ver Ant. XII, 146); '
i (Wiilrlos con las halakoth atribuidos a Hircano (m.M.Sh. V, 15) o a Jonatán (m.Par. III, 5) en los (ton rtiblnicos.
117
II. BIBLIA, PUREZA, ESPERANZA MESIANICA
(houtos estin) (Rom 9,7-9; Hech 2,16 s., cf. Mt 3,3; 11,10; Jn 6,31.50;; Hech 4,11; Rom 10,6-8; Heb 7,5;
1 Pe 1,24) se encuentra también en un| contexto escatológico y tiene sus antecedentes en el tipo de
intepretaciót pesher (cf. IQpHab 12,6 s.; CD 7,14 s.; 4QFlor 1,11-14).
La interpretación neotestamentaria del Antiguo Testamento tien<| antecedentes en la exégesis judía de
Qumrán. Jesús y el Nuevo Testal mentó comparten con el apocalipticismo qumránico la idea de una
divil sión de la historia en dos épocas. Para el judío la época definitiva todavía no se ha hecho realidad.
El cristiano, por el contrario, cree que ya ha te? nido comienzo con el mensaje y la acción salvífica de
Jesús el Cristo. ;
La exégesis neotestamentaria del AT desarrolla todos los métodos < interpretación conocidos en el
judaismo de la época, en particular dos c racterísticos de la exégesis qumránica, el pesher y el género
antológico i los testimonia. 1. El género pesher en el Nuevo Testamento
Este género de interpretación característico de escritos exegéticos qu ránicos se encuentra tanto en los
evangelios como en las cartas de Pat y otros escritos del Nuevo Testamento. a) El pesher en los
evangelios
Se han observado paralelos llamativos entre las citas bíblicas de Matei la exégesis del Pesher de
Habacuc de (Stendahl). Sin embargo, Mateo I vacía de sentido propio el texto profético aludido,
mientras que el Pesí de Habacuc no reconoce al texto bíblico otro sentido que el relativo ¡ situación
presente y escatológica (Bruce). Las 11 citas bíblicas de Ma| han de ser consideradas seguramente como
interpretaciones del génfl pesher. La cita que Mt 1,23 hace de Is 7,14, «la virgen concebirá y da a luz un
hijo y le pondrán por nombre Enmanuel» (Is 7,14), utiliza unj jeto impersonal y entiende el nombre de
Enmanuel como un título. Nq trata seguramente de creaciones ad hoc, pues tales cambios encuenfi
apoyo textual en IQl^wqr'} (De Waard). El influjo de los LXX se h, notar en el uso del término
parthenos como traducción del término I breo 'almah («doncella»).
El evangelio de Mateo, al igual que los Pesharim de Qumrán resj to a la comunidad esenia, interpreta los
pasajes bíblicos como prof« sobre el presente y el futuro de la comunidad cristiana. Lo caracterís del
midrás de la escuela de Mateo es que desarrolla toda una biografía Jesús como marco en el que inscribe
las citas bíblicas interpretadas i luz del acontecimiento cristiano.
Un ejemplo muy elocuente de utilización del pesher en el evangelio Lucas es el correspondiente al
pasaje de Le 4,16-21. Jesús se aplica mismo el texto de una profecía veterotestamentaria: «Hoy se ha
cum do esta escritura» (Is 61,1 s.). El mismo género de interpretación est 138
BIBLIA E INTERPRETACIÓN BÍBLICA EN QUMRÁN
juego en la cita que Me 12,10 s. (Mt 21,42; Le 20,17) hace del Salmo 118,22 s. («la piedra que
desecharon los constructores, ésa llegó a ser piedra angular...»).
Las citas bíblicas del evangelio de Juan siguen el modelo de interpretación pesher, pero no en forma tan
desarrollada como la que presentan las citas de Mateo. Son las siete siguientes: Jn 2,17 (Sal 69,9); 12,15
(Zac 9,9); 12,38 (Is 53,1); 12,40 (Is 6,9s.); 19,24 (Sal 22,18); 19,36 ( Sal 34,20); 19,37 (Zac 12,10). b)
El pesher en las cartas de Pablo
La exégesis de Jesús y la de sus discípulos afincados en Jerusalén parece tener una relación más estrecha
con el tipo de interpretación pesher que no la exégesis de Pablo. Ésta ofrece más puntos de contacto con
el tipo de exégesis practicado más tarde por el rabinismo fariseo. Pablo se sirve Blas de los métodos
midrásicos que del pesher. Ello justifica que Pablo aya podido ser clasificado entre los hillelitas (J.
Jeremias). Sin embargo, l tres ocasiones Pablo desarrolla el método de interpretación pesher en elación
«a la revelación de un misterio mantenido secreto por tiempos tcrnos, pero manifestado ahora» (Rom
16,25-27; igualmente Col 1,26 s.; Ef 3,1-11). Cabe, pues, decir que la exégesis paulina es rabínica en la
'arma y cristocéntrica en el contenido. Se puede establecer también una ta oposición entre el acento
escatológico que Jesús imprime a su iicación en sintonía con el movimiento esenio, y el énfasis que
Pablo al tema de la Ley en polémica con el rabinismo fariseo. En la época anterior a los descubrimientos
de Qumrán se pensaba : las variantes textuales que ofrecen las citas paulinas se debían a aptaciones
realizadas por el propio Pablo o por la tradición cristiana él representa. Sin embargo, las citas de Pablo
son un fenómeno muy plejo, que pone en juego toda una serie de factores: el interés de jblo por el
mundo de la gentilidad, la formación rabínica del apóstol, el Inocimiento que tenía de variantes textuales
transmitidas en los ma-Blcritos y la incorporación en sus escritos de textos caracterizados por | género de
interpretación de los Pesharim.
La libertad de Pablo respecto al texto bíblico no es comparable, sin ibargo, a la que muestran escritos
como el Génesis apócrifo, Jubileos, 'ífüedades bíblicas o el Rollo del Templo. En estos escritos el autor
no nunca, como hace Pablo, de apoyar o desarrollar una afirmación ípia valiéndose de una cita bíblica.
Pablo tampoco desarrolla su in-pretación sobre un texto previamente seleccionado, como hace Filón o
sucede en los Pesharim. Más que citar o comentar textos, Pablo ara una nueva formulación teológica de
las antiguas tradiciones bitas.
lis más adecuado comparar las citas paulinas con las que se encuen-, en el Documento de Damasco
(CD), en la Regla de la Comunidad S) y en el Libro de la Guerra (1QM), y, en un segundo plano, con las
139JULIO TREBOLLE BARRERA presentes en 4QTest, 4QFlor y los Pesharim. La analogía más exacta es la
que ofrece el Documento de Damasco, pero Pablo va mucho más allá en la combinación de textos y su
exégesis resulta, por otra parte, menos escolar.
El descubrimiento de los textos de Qumrán ha permitido reconocer que importantes ideas y
concepciones que eran atribuidas al genio y a la originalidad de Pablo tienen antecedentes en el judaismo
de la época he-; lenística (300 a.C.-200 d.C.). Tales son: la insistencia en que todos los\ hombres han
pecado (Rom 3,23; 1QH 1,22); el hombre no puede ga-J narse el perdón de Dios (Gal 2,16; 1 QH 4,30);
la Torah no es un medió*! para adquirir la justificación ante Dios; sólo Dios puede justificar al-1
hombre; Dios predestinó para la salvación sólo a los elegidos por Él; 1» importancia del Espíritu, etc.
No es posible afirmar tajantemente que Pablo estuviera influido poí los esenios, aunque sus palabras
muestren contactos evidentes con loi textos del Mar Muerto (Fitzmyer). Es más probable que seguidores
di Pablo, miembros de la escuela paulina, como los que compusieron H carta a los Efesios, estuvieran
influidos directamente por los esenk (Kuhn) o tal vez por grupos esenios convertidos al cristianismo. c)
El pesher en otros escritos del Nuevo Testamento
Las cartas de Santiago, las dos de Pedro, las tres de Juan, la carta Judas y el Apocalipsis muestran
características comunes en la exége que hacen del Antiguo Testamento. Las cartas de Pedro, en
particular I primera, y también la carta de Judas utilizan el género pesher (cf. 1 ' 1,10-12; 1,24 s.). En
ello se diferencian de las de Juan y de Santiago también del Apocalipsis. El pasaje de 1 Pe 2,4-8, que
desarrolla el tei de Cristo «piedra viva», combina imágenes del Antiguo Testamento (l cogidas también
en escritos de la comunidad de Qumrán, 1QS 8,7 «t 1QH 6,26) y hace la correspondiente aplicación
cristológica de las r mas, agrupando por un procedimiento midrásico varios pasajes del tiguo Testamento
(Sal 118,22; Is 28,16 e Is 8,14).
2. El género qumránico de los testimonia en los escritos cristianos
El Nuevo Testamento hace una lectura selectiva del Antiguo Téstame tanto de temas como de pasajes
citados. Utiliza el género de testimc conocido ahora por los textos de Qumrán. Este género de exégesis c
siste en la yuxtaposición de pasajes del Antiguo Testamento que girarí torno a una temática común. Los
pasajes de 1 Ped 2,6; Ef 2,20;:j 21,42; Hech 4,11, fusionan los textos de Is 28,16; Sal 118,22 e Is 8,1 que
¡
sirven para desarrollar el tema de «Cristo-Piedra»: *
Porque está incluido en la Escritura: Mirad, pongo en Sión una piedra fuña elegida, preciosa; y el que crea en él no quedará
avergonzado (Is 28,16). Así (
140
BIBLIA E INTERPRETACIÓN BÍBLICA EN QUMRÁN
honor es para vosotros los creyentes; en cambio, para los que no creen, la piedra que desecharon los constructores, ésa llegó a
ser piedra angular (Sal 118,22) y una piedra de traspiés y una peña de tropiezo (Is 8,14); ellos chocan con ella...
Se ha llegado a suponer que la iglesia primitiva disponía para la polémica antijudía de un Libro de
testimonios, del cual estarían extraídas las citas bíblicas contenidas en el Nuevo Testamento (J. R.
Harris). Según Dodd, las citas del Nuevo Testamento se habrían hecho más bien a partir de grandes
bloques de textos del Antiguo Testamento y no tanto sobre la base de versículos sueltos. Estos grandes
bloques, que constituyen la «infraestructura de toda teología cristiana», se reagrupan en torno a tres
temas básicos del kerigma cristiano: apocalíptica y escatología (Jl 2-3; Zac 9-14; Dan 7 y 12), el Nuevo
Israel (Os; Is 6,1-9,7; 11,1-10; 40,1-11; Jer 31,31-34; Hab 2,3 s.), y el Siervo de Dios o el Justo que sufre
(Is 42,1-44,5; 49,1-13; 50,4-11; 52,13-53,12; Sal 22, 3, 69, 118). Algunos textos específicos recibieron
un marcado sentido mesiánico: Sal 2, 8, 110; Dt 18,15.18 s.; 2 Sam 7,14.
Las citas contenidas en la carta a los Hebreos han sido explicadas como paráfrasis libres de los
correspondientes pasajes bíblicos, como fruto del uso de fórmulas litúrgicas o de testimonia de aquellos
pasajes, o como creaciones ad hoc del autor de la carta. Sin embargo, los puntos de coincidencia
detectados entre la carta a los Hebreos y manuscritos del Mar Muerto apuntan a la posibilidad de que
tales citas conozcan variantes de una recensión de los LXX, que se basaba en textos hebreos perdidos.
Es significativo el hecho de que Heb 1,5 y 4QFlor relacionen por igual los pasajes de Sal 2 y 2 Sam
7,14, formando una especie de testimonia sobre tema mesiánico, y de que Heb 5-7 y 11 QMelq muestren
parecido interés en la figura escatológica de Melquisedec.
La exégesis judeo-cristiana de la primera época patrística tiene como
isgo identificativo la utilización del género de los testimonia. Los ejemplos más significativos son los
testimonia referentes a la cruz. El pasaje de Carta de Bernabé 5,13 enlaza tres citas del Antiguo
Testamento apli- ídas a la pasión de Cristo:
Era necesario, en efecto, que él sufriera sobre el madero, pues dice el profeta a propósito de él: «Libra mi alma de la espada» (Sal
21,21) y «atraviesa con clavos mis carnes» (Sal 118,120), pues «banda de malhechores me ha acorralado» (Sal 21,17).
La segunda cita sigue el texto de los LXX, «clava con tu temor mi irne», frente al TM, «se estremece
con tu pavor mi carne». Más tarde neo (Demostración de la enseñanza apostólica 79) reproduce el
mismo njunto de citas, pero como si se tratara de una cita única y sin que sea posible percibir que se trata
de un texto compuesto:
Libra mi alma de la espada y mi cuerpo de los clavos, pues una banda de malhechores me ha acorralado.
141JULIO TREBOLLE BARRERA
iplc
3. Para una presentación de todos los manuscritos bíblicos procedentes de Qumrán publicad hasta 1989, puede verse F. García Martínez,
«Estudios Qumránicos. Panorama crítico VI»: Estudio! 1 bucos 47 (1989), 225-266, o A. S. van der Woude, «Fünfzehn Jahre Qumranforschung
(1974-198 (Fortsetzung)»: Theologische Rundschau 55 (1990), 274-307. Para una lista completa de los m critos bíblicos de la Cueva 4 aún
inéditos, ver E. Ulrich, «The Biblical Scrolls from Qumrán Cave' Progress Report of their Publication», en F. García Martínez (ed.), The Texis of
Qumrán and the ¡ tory ofthe Community, vol. I, Paris, 1989, 207-228.
146
del texto bíblico conocido, lo que disminuía nuestra dependencia de los grandes códices medievales, mil
años más jóvenes; además, ya no era necesario postular una forma de texto hebreo subyacente a la
traducción griega, puesto que textos como 4QJeremtasb 4 nos ofrecían el texto hebreo mismo, más breve
y en un orden de versículos y capítulos distintos del Texto Masorético, que los LXX nos presentan en
este libro; pero la pluralidad textual que estos manuscritos reflejaban se podía reconducir a la misma
trilogía fundamental y los nuevos textos podían agruparse en proto-masoréticos, proto-septuagintales o
proto-samaritanos, o, empleando la terminología de la teoría de los «textos locales» (hecha famosa por
F. M. Cross y que ha dominado la crítica textual de los últimos veinte años 5): textos babilónicos,
egipcios o palestinenses respectivamente, según que en ellos predominaran las lecturas comunes con una
de las tres tradiciones textuales. Al desarrollo de los tres tipos textuales mediante recensiones para
aproximarse al estándar del Templo se oponían tres tipos textuales con características propias
desarrollados autónomamente en localidades distintas (o por comunidades distintas 6) y sin contactos
unos con otros.
Pero esta forma de comprensión de la evolución del texto bíblico ha sido modificada radicalmente por la
publicación en 1985 de HQpaleo-Lev" (un manuscrito relativamente completo del libro del Levítico
copiado en caracteres palco-hebreos)7, por el estudio, aparecido en 1985, de 4QpaleoExm (un manuscrito
igualmente amplio e igualmente copiado en caracteres palco-hebreos)8, y por la descripción y
publicación parcial enl991de4QNwmfc9.
4. Todos los manuscritos de Jeremías de la Cueva 4 han sido publicados por E. Tov, «The Jere-; minh Scrolls from Cave 4», en The Texts of
Qumrán and the History ofthe Community, vol. I, 189-206.
5. Cross ha expuesto su teoría en numerosas publicaciones. Tal vez las más significativas en este Hpccto son sus artículos «The Oldest
Manuscripts from Qumrán»: JBL 74 (1955), 147-172; «The His-tery of the Biblical Text in the Light of the Discoveries in the Judean Desert»:
HTR 57 (1964), 281-299, Jf «The Evolution of a Theory of Local Text», en F. M. Cross y S. Talmon (eds.), Qumrán and the His-tOry ofthe
BibHcal Text, Cambridge, 1975, 306-320.
6. Es el elemento más característico de la teoría de Sh. Talmon, «The Textual Study of the Bible • A New Outlook», en F. M. Cross-Sh. Talmon
(eds.), Qumrán and the History ofthe Biblical Text, 121 -400.
7. Algunas de las variantes del texto eran conocidas desde 1974 [ver D. N. Freedman, «Variant ldÍM|>s in the Leviticus Scroll from Qumrán
Cave 11»: CBQ 36 (1974), 525-534], pero el manuscri-íompleto fue publicado en 1985: D. N. Feedman-K. A. Mathews, con la colaboración de R.
S, Han-
B, The Paleo-Hebrew Leviticus Scroll (HQpaleoLev), Winone Lake, 1985. El carácter textual del mafrito ha sido estudiado por E. Tov, «The
Textual Character of the Leviticus Scroll from Qumrán «ve 11»: Shanton 3 (1978-79), 238-244 (en hebreo) y por el mismo K. A. Mathews, «The
Leviticus llnll (UQpaleoLev) and the Text of the Hebrew Bible»: CBQ 48 (1986), 171-207.
8. Realizado por J. Sanderson como tesis doctoral: «An Exodus Scroll from Qumrán. The Tex-Klll (iharacter of 4QpaleoExodm, Scribal Practice,
and the Samaritan Tradition», y publicado con el tí-
I An Exodus Scroll from Qumrán. 4QpaleoExodm and tbe Samaritan Tradition (Harvard Semitic lile» , .U)), Atlanta, 1986. La misma Sanderson
ha precisado sus conclusiones en un artículo posterior ' I iontribution of 4QpaleoExm to Textual Criticism», en Memorial Jean Carmignac, Paris,
1988, <M).
•>. I lecha por N. Jastram, «The Text of 4QNum», en The Madrid Qumrán Congress, 177-198.
HQpaleoLev" ha probado que es imposible reducir la pluralidad textual encontrada en Qumrán a los tres
tipos textuales mencionados. El! texto del libro del Levítico que contiene nuestro manuscrito concuerda
en parte con el Texto Masorético, en parte con los LXX y en parte con el.; Pentateuco samaritano, pero
contiene igualmente otras muchas lecturas' ] propias que no se encuentran en ninguna de las tres
tradiciones y que'-j obligan a considerarlo como un texto aparte e independiente 10. La pu-¡ j blicación de
este texto ha relativizado el valor hermenéutico de la teoría? de los textos locales, ya que este texto, que
debería (según la teoría) in-< tegrarse dentro de «la familia palestinense», no presenta las característMj
cas típicas de esa «familia», sino que tipológicamente se halla más cer« cano al Texto Masorético que al
Pentateuco samaritano.
Esta riqueza inesperada y la puralidad textual que el manuscrito irn^j plica, en lugar de simplificar la
terca de la investigación bíblica la cor plica aún más. Hablando crudamente: la publicación de 11
QpaleoLe parecía obligarnos a reconocer que en Palestina, entre los siglos III a.C.' i d.C., no existía un
«texto» bíblico sino que existía una multiplicidad i4 «textos» bíblicos distintos, de los cuales, debido a
los azares de trar misión, sólo una parte habría llegado hasta nosotros. Y ésta es la coi clusión a la que
llegó Tov, que opuso a las teorías de los textos locales1! a la del soporte sociológico de los tres tipos
textuales su teoría de la mu tiplicidad de textos n. Frente a las teorías hermenéuticas en curso, Tfi
planteabla claramente el problema de «texto» ver sus «textos» y ter naba por diluir radicalmente las
relaciones orgánicas entre los distint manuscritos, disolver el concepto mismo de tipo textual y reducir
evidencia manuscrita a un bosque de textos, a una pluralidad de testig no de un «texto» bíblico sino de
«textos» bíblicos distintos12.
Las consecuencias sacadas de la publicación del segundo de los te mencionados, 4QpaleoExm, son
igualmente importantes. Este manus bastante completo del libro del Éxodo (copiado en Qumrán en la
prir mitad del siglo I a.C.) presenta todas las características tipológicas i caracterizan al Pentateuco
Samaritano, como adiciones provenientes] otras partes del libro del Éxodo o del Deuteronomio o
ampliaciones < racterísticas, con la sola excepción de la única adición propiamente I taria: el precepto
del culto en el monte Garizín, por lo que 4QE* presenta ningún carácter sectario.
Su publicación ha relativizado la validez general de las conclusio de Tov sobre la diversidad textual casi
ilimitada. 4QpaleoExm no] como era HQpaleoLev*, un texto independiente, sino un texto qi)
10. E. Tov, «A modera Textual Outlook Based on the Qumrán Scrolls»: HUCA 53 (1982)j 27. El editor, K. A. Mathews llega a una conlusión
muy parecida: CBQ 48 (1986), 198.
11. Entre las numerosas publicaciones en las que Tov ha expuesto su hipótesis, tal vei I significativas e influyentes ha sido el artículo citado, «A
Modera Textual Outlook Based on the (J Scrolls»: HUCA 53 (1982), 11-27, y su artículo de síntesis: «Hebrew Biblical Manuscripts from I
daean Desert: Their Contribution to Textual Criticism»: JJS 39 (1988), 5-37.
12. E. Tov, «Hebrew Biblical Manuscripts», 35.
148
LAS FRONTERAS DE LO BÍBLICO
pesar de tener lecturas propias, se encuadra claramente dentro del tipo textual samaritano y que no sólo
justifica el empleo de «tipo textual» como elemento de clasificación, sino que incluso permite defender
la noción de un Urtext orginal para este libro bíblico13. Aún más claramente ha asestado un duro golpe a
la teoría del soporte sociológico de los tipos textuales de Talmon, ya que este texto nos prueba
claramente que no existe ninguna diferencia ni de naturaleza ni de método entre la adición sectaria del
Pentateuco samaritano (el precepto sobre el culto en el monte Garizín) y todas las demás adiciones que
son comunes al Pentateuco samaritano y a 4QpaleoExm. Esto significa en claro que la comunidad
samaritana, antes de su constitución como grupo sectario, empleaba un texto bíblico del mismo tipo
expansionista que otros grupos de la época. Por otra parte, este texto, cuyo tipo textual aparece
claramente definido, nos sugiere que detrás de la aparente multiplicidad textual lo que en realidad se
esconde es una actitud distinta frente al texto bíblico, una actitud más libre en la que la modernización
ortográfica, los cambios gramaticales y contextúales, la modificación de pasajes bajo el influjo de
lugares paralelos, las diversas expansiones y armonizaciones, e incluso las i transformaciones mismas
del texto por influjo de una exégesis determi-i hada, son permitidas, y una actitud más conservadora en
la que estos i mismos fenómenos (que se encuentran igualmente presentes) se hallan re-[ducidos a
proporciones menores.
4QpaleoExm parece probarnos que la tradición textual subyacente al jTexto Masorético, al Pentateuco
samaritano y a 4QpaleoExm ha seguido I desarrollándose durante un cierto tiempo después de la
separación del |tronco común del antepasado de la traducción griega; la tradición sub-•cente al Texto
Masorético entró luego en una fase de transmisión de irácter conservador, mientras que la tradición
subyacente al texto qum-inico y al texto samaritano continuaron incorporando una serie de ex-insiones;
finalmente, la tradición samaritana entró en una fase de rtnsmisión conservadora semejante a la del
Texto Masorético una vez cibida la adición «sectaria» del precepto sobre el culto en el monte Ga-íín. Lo
interesante de 4QpaleoExm es el haber probado que, mientras lie en la comunidad samaritana la actitud
libre frente al texto bíblico va a la constitución del grupo como secta, en Qumrán esta misma ac-ad libre
convive sin dificultades aparentes con la actitud conservadora ble revelan otros manuscritos bíblicos allí
encontrados. Lo que nos a a plantear con una nueva luz el problema del status y de la auto-de un texto
determinado en el interior de una comunidad deter-plnnda, es decir, el problema del canon y el problema
con él relacionado i-IR inspiración.
No menos interesantes son los problemas planteados por el tercero de i textos mencionados: 4QNumb.
Este manuscrito, que nos ha conser-Jo un 10% del total de las palabras del texto hebreo, se halla tipoló-
IV |. E. Sanderson, «The Contribution», 553.
gicamente relacionado con 4QpaleoExm y con el Pentateuco samaritanc y pertenece a su misma familia
textual. El manuscrito presenta un cier número de lecturas originales en las que apoya al texto más
amplio de le LXX, una cantidad mucho mayor de lecturas secundarias (las interpoli ciones provenientes
de Deuteronomio insertadas en Números que el j nuscrito tiene en común con el Pentateuco samaritano y
que prueban qu estas interpolaciones eran características de una tradición textual palé tina y que no
deben atribuirse a la tradición samaritana), y un buen m¡ mero de lecturas únicas. Pero el elemento más
interesante que ofrece i una interpolación de unas 12 líneas en la última columna del manuscrit que
consiste fundamentalmente en el añadido de 27,2-11 después 36,2. Esta interpolación probaría que el
proceso de crecimiento del tes representado por 4QpaleoExm, y de una forma aún más avanzada por
¡ Pentateuco samaritano, continuó hasta la época herodiana, fecha en ' que 4QNumb puede ser datado. Lo
que implica que la actitud libre : te al texto bíblico que estos textos representan ha convivido dentro de?|
comunidad qumránica con otras actitudes más conservadoras reflejad en otros manuscritos durante un
período muy largo de tiempo.
La evidencia conjunta y conflictiva de estos nuevos textos ha deja claro que las tres teorías mencionadas,
que se disputan el dominio i campo de la crítica textual posterior a los descubrimientos de Qumrá son
insuficientes para dar una explicación completa de todos los feq| menos que estos textos presentan. Cada
una de estas tres teorías se < centra en un aspecto del problema, sin llegar a proporcionar una cación
global. La teoría de Cross (teoría de los textos locales) ilumir problema de los orígenes de los distintos
tipos textuales, pero no coi gue explicar que en un lugar concreto como es la biblioteca qumráfi
coexistan grupos textuales diversos, aparentemente con el mismo sí y con la misma autoridad; la teoría
de Talmon (teoría del origen so lógico de los tres grupos textuales) explica el resultado final de los-tipos
textuales como las Biblias de los grupos judío, cristiano y sat taño, pero no sólo no consigue aportar
pruebas de que los distil grupos hayan modificado intencionadamente el texto para llegar a es sultado,
sino que choca con la evidencia proporcionada por 4QNw«j 4QpaleoExm; la teoría de Tov (teoría de la
multiplicidad de tes puede iluminar el proceso, pero, aunque reconoce que ciertos te provenientes de
Qumran pueden clasificarse corno de tipo samaritar vida que la gran mayoría de los textos encontrados
refleja la tradúi textual palestinense, minimiza la importancia de los tipos textuales; brevalora la
ortografía como criterio determinante.
Si los nuevos textos no han ofrecido aún una teoría global que.J mita resolver el problema del «texto»
frente a los «textos», han tido al menos plantearnos claramente el problema y han descubU que en el
interior mismo de la historia del texto bíblico hay un amplio rritorio que resulta aún térra incógnita.
Estos nuevos textos, al me han dejado muy claro que es necesario distinguir las aportaciones
150
LAS FRONTERAS DE LO BÍBLICO
pueden hacernos para la comprensión de la historia del texto bíblico, de las que nos hacen para ese
trabajo paciente y fatigoso que es la crítica textual 14. Las variantes únicas e ideológicas que permiten
recuperar deben ser situadas en su contexto cultural e histórico para que puedan permitirnos recuperar
los diversos «textos» bíblicos y compararlos entre sí, mientras que las variantes comunes nos permitirán
tal vez trazar las líneas de las distintas recensiones para llegar a un «texto» a pesar de la pluriformidad
de «textos». II. TEXTOS FRONTERIZOS
¡Algunos de los manuscritos «bíblicos» procedentes de Qumran nos pre-entan un orden de perícopas
distinto al que conocemos por el Texto lasorético o por las versiones griegas. Así, 4QDeuff, un
manuscrito que antiene restos de los capítulos. 5, 6, 8,11 y 32 del Deuteronomio, junto 3n partes de los
capítulos. 12-13 del Éxodo, editado como manuscrito ibíblico» por J. Duncan 15, y que es interpretado
ahora por su misma edi-9ra como un texto «no bíblico», un texto con extractos de citas bíblicas stinado a
una utilización litúrgica o devocional, tal vez para dar gracias pues de las comidas 16. O 4QDeuf, un
manuscrito que contiene, en este den, Deut 8,5-10, 5,1-6,21 y una forma armonizante del decálogo,
pupeado igualmente como manuscrito «bíblico» por S. A. White17, e inter-etado ahora por su misma
editora como un texto con extractos de citas blicas destinado a ser empleado con fines devocionales o de
estudio18. Otros manuscritos qumránicos «no bíblicos» publicados hace una ena de años (como el Rollo
del Templo [11Q19]l9) o que están apa-Ciendo ahora (como los Salmos de Josué [4Q378-379]20, el
Segundo tquiel [4Q385-390]21 o el Pseudo Moisés [4Q375-376]22), nos habían
14. Un elemento subrayado ejemplarmente en el trabajo de Bruno Chiesa, «Textual History and Uní Criticism of the Hebrew Oíd
Testament», en The Madrid Qumran Congress, 257-272.
15. J. Duncan, A Critical Edition of Deuteronomy Manuscripts from Qumran Cave IV (Diss. Vlrd University, 1989), 89-114. l6i
J. Duncan, «A Consideration of the Text of 4QDt' in Light of the 'All Souls Deuteronomy' |ClVC 4 Phylactery texts», en The Madrid
Congress on the Dead Sea Scrolls, 199-216.
17. S. A. White, A Critical Edition ofSeven Deuteronomy Manuscripts (Diss. Harvard Univer-¡1988).
1H. S. A. White, «4QDtn: Biblical Manuscripts or Excerpted text?», en H. Attridge, J. J. Collins, • Tiihin (cds.), OfScribes and Scrolls. Studies
on the Hebrew Bible, Intertestamental Judaism, and
»lt Origins (Resources in Religión 5), Lanham, 1990, 13-20. lí, Publicado por Y. Yadin, Megillat ham-Miqdash - The Temple Scroll, 3 vols. y un
suppl., Je-B DI, 1977 (en hebreo); 1983, edición inglesa con suplementos.
ll). Publicados por C. A. Newsom, «The Tsalms of Joshua' from Qumran Cave 4»: JJS 39 -7.V
Publicado por J. Strugnell-D. Dimant, «4Q Second Ezekiel», en Memorial Jean Carmignac, I1»NH. 46-58; «The Merkabah Vision in Second
Ezekiel», en F. García Martínez (ed.), The Texts Hr*H and the History ofthe Community, Vol. II, París, 1990, 331-348. Publicados por J.
Strugncll,«Moscs-Pseudcpigrapha at Qumran. 4Q375, 4Q376, and Simi-
enseñado que las fronteras entre lo que era considerado en Qumrán como texto «bíblico» y lo que era
visto como «interpretación» del texto bíblico eran mucho más fluidas de lo que nosotros osábamos
imaginar.
Pero en Qumrán habían aparecido también otra serie de textos cuyo carácter no era fácil de determinar 23
(4QFlorilegium [4Q174], 4QTes<-timonia [4Q175], 4QCatena" [4Q177], por ejemplo, y sobre todo;
4Q154, «Paráfrasis Bíblica», considerado ahora por Tov como otra' copia de la misma obra representada
por 4Q364-367), ya que de alguna j forma se situaban entre los dos tipos de textos mencionados. Por
uná| parte estaban constituidos fundamentalmente de citas bíblicas, en utf j orden que no era el del Texto
Masorético y que podía deberse a una : nalidad interpretativa, pero incluían también algunos otros
elemento cuyo carácter «interpretativo» parecía claro.
El texto del que vamos a ocuparnos, contenido en los manuscrito 4Q364-367 y designado por la sigla
4QRP24 [= 4QR(eu>ritten) P(ent teuch], une en uno todos estos problemas, ya que nos ofrece aparent
mente buena parte de Pentateuco, aunque en un orden distinto al Texto Masorético, junto con
«interpretaciones» bíblicas y con otros te tos previamente desconocidos. 4QRP nos plantea
ineludiblemente problema de «fronteras» al nivel mismo de texto bíblico, ya que no < fácil el determinar
si se trata de un texto bíblico, más o menos aberrar o de una composición estrechamente relacionada con
el texto bíblico que no posee el carácter de «Escritura». 4QRP nos plantea así y de'j forma más aguda el
problema de la delimitación de fronteras entre lo • blico» y lo «no bíblico», entre lo que es «texto» y lo
que es «paráfrasí!
Este texto de la Cueva 4, que pertenece al lote de J. Strugnell, no j sido aún publicado íntegramente,
aunque algunas fotografías hat aparecido en la editio princeps del Rollo del Templo de Y. Yadin25,
mismo había hecho pública hace años una descripción de su conté* por J. Strugnell 26. Pero ahora
disponemos de una descripción bast detallada de cada uno de los manuscritos en los que la obra se ha i
servado, de sus relaciones mutuas y de la naturaleza de la obra en i preservada, hecha por E. Tov durante
el Congreso de Madrid y publii da en las actas del Congreso27.
De 4QRP se habrían conservado cuatro o cinco copias, aunquel todas de la misma extensión. Los dos
manuscritos más amplios I lar Works», en L. H. Schiffman (ed.), Archaeology and History in the Dead Sea Scrolls (JSP 8), í
1990, 221-247.
23. PorJ. M. Allegro en Discoveries on the]udaean DesertofJordanV, Oxford, 1968.
24. Previamente se le conocía como 4QPP [= 4QP(aráfrasis del) P(entateuco)] y as! el I signado en las publicaciones de Tov y de
White que mencionamos a continuación.
25. Y. Yadin, Megillat ham-Miqdash, Supplementary Plates, Pl. 38, 5 y 40,1-2.
26. Comunicada en una carta personal, que publiqué en «La «Nueva Jerusalén y el Tei turo de los mss. de Qumrán», en Salvación en
la Palabra. Targum-Derash-Berith. En memoria t fesor Alejandro Diez Macho, Madrid, 1986, 363-64.
27. E. Tov, «The Textual Status of 4Q364-367 [4QPP]», en The Madrid Qumrán CnngrtuH
152
LAS FRONTERAS DE LO BÍBLICO
4Q364 y 4Q365. 4Q364 contendría restos de los capítulos 2 y 25-48 del Génesis, capítulos 16-26 de
Éxodo, capítulos 14 y 33 de Números y abundantes restos de Deuteronomio 1-14. 4Q365 no habría
proporcionado más que un solo fragmento de Génesis (capítulo 21), pero contendría abundantes restos
de Éxodo 8-38, Levítico 11-26, Números 1-38 y dos fragmentos de Deuteronomio (capítulos 2 y 19).
Los restos de los otros manuscritos serían más escasos: 4Q366 ofrecería únicamente un fragmento de
Éxodo (capítulos 21-22) junto a restos de Números 29 y de Deuteronomio 14 y 16, y 4Q367 solamente
nos habría guardado restos de Levítico (capítulos 12, 15, 19, 23 y 27). Junto a estos materiales bíblicos,
4QRP contiene igualmente otros elementos, más o menos amplios, que no se hallaban atestiguados en
ningún otro manuscrito propiamente bíblico, aunque buena parte de estas adiciones no se distinguen I ni
por la extensión ni por el carácter de las expansiones que caracterizan | • los manuscritos de tipo
protosamaritano.
Para Tov, 4QRP se caracteriza por combinar el texto bíblico con co-|mentarios exegéticos, por presentar
el texto bíblico en un orden distinto habitual, y por añadir u omitir libremente diversas secciones más o
enos amplias. Tov caracteriza la obra como una «re-escritura del texto Wblico», cuya finalidad exegética
aparece en la yuxtaposición de deter-ainados textos que no se encuentran juntos en el original bíblico, y
que iría semejante en muchos aspectos al Rollo del Templo, una obra con la : 4QRP tendría en común
ciertos elementos, como añadir comentarios egéticos y reordenar el texto de acuerdo con sus principios
propios. Es cir, que para él no hay duda (como lo indica el título que ha dado a la bra «Pentateuco
Reescrito» o «Paráfrasis del Pentateuco») de que se Ita de un texto que ya no es propiamente bíblico.
Tan convencido de esto, que llega incluso a separar de 4QRP las secciones «no bí-as» más amplias y
características, los fragmentos 25 y 28 de 4Q365, ra hacer de ellas otra copia del Rollo del Templo,
copia, eso sí, hecha 1 el mismo escriba (¿y en el mismo rollo?) de 4QRP. Pero esta decisión de Tov me
resulta incomprensible, vista la des-ción que él mismo hace de la obra. El único argumento que Tov ce
es el del contenido (esas dos adiciones corresponden a llQTem-y el de la extensión (estas adiciones
serían más extensas que las Es), argumentos que difícilmente pueden considerarse convincentes y
además, dejan sin explicar la afirmación de la coeditora del texto : «En cuatro fragmentos relativamente
extensos [además de los , 25 y 28], 4Q365 contiene material relacionado con los festivales y ^uitectura
del templo que son muy parecidos al mismo tipo de ma-I en el Rollo del Templo».
Kn su comunicación en el Congreso de Madrid. En la versión publicada en las actas del Con-I M ffrtKC en cuestión, lo mismo que la transcripción
y análisis de la columna ii del fragmento 28, no ' I Incluida. Ver S. A. White, «4Q364 8c 365: A Preliminary Report», en The Madrid Qumrán
11,217-2228.
White señaló en su comunicación algunas de las adiciones menoreíj dentro de pasajes familiares del
texto bíblico (corno la adición a Génesis** 28,6 de 4Q364), pero se concentró en los grandes bloques de
texto adicional, sin paralelo bíblico, cuyos contenidos presentó, y que se ei cuentran en varios
fragmentos de 4Q365: fragmento 7 (el comienz del cántico de Miriam, añadido a Éxodo 15,16-20),
fragmento 6 II (u himno no bíblico seguido de Éxodo 15,22-26), fragmento 25 (Levític 23,42-24,2 más
nuevo material halákico concerniente al festival dfl aceite y de la leña) y fragmento 28 II (con los
nombres de las puertas d patio exterior del Templo). A diferencia de Tov, White considera toda estas
adiciones al texto bíblico como parte de la misma obra, una co1 posición que habría sido una de las
fuentes empleadas por el autor J Rollo del Templo.
En cuanto al carácter textual de 4QRP, Tov concluye que 4Q3í muestra afinidades claras con el tipo
textual designado como pr1 to-samaritano y representado por manuscritos como 4Qpaleo« 4QNumb,
4QDeuf o 4QTestimonta, y que 4QJ58 está igualmente i cercano a ese tipo textual; la evidencia
conservada en los otros ma critos no es decisiva, pero sería compatible con esta calificación, sol todo en
el caso de 4Q365.
Mientras los textos no hayan sido íntegramente publicados, la nición exacta de su carácter «bíblico» o
«no bíblico» es una tarea,! posible. Pero su mera existencia y las dificultades que sus editores cuentran
para clasificarlos como «bíblicos» o como «no bíblicos» |¡ indican la realidad del problema planteado y
su interés para el mejora nocimiento de la historia del texto del Antiguo Testamento. .a
III. 4QPROTOESTER ARAMEO
Estos problemas de «fronteras» son elevados a su exponente máj el último de los textos que deseaba
presentar. Todo parece indica! nos hallamos ante una composición (una novela o historieta de ex»í
judíos en la corte persa) cuya relación con el «texto» bíblico para sumo, periférica o accidental. Y, sin
embargo (y aunque no se ac interpretación que de ella propone su editor), sus aportaciones a ni
conocimiento de la «historia del texto» (o de su «pre-historia») son i valor incalculable.
En el Memorial Jean Starcky, ]. T. Milik ha editado por vez prj una serie de textos árameos del lote de
Starcky, conocidos desde' como «los restos de un texto pseudo-histórico situado a la época( que recuerda
a Ester o Daniel»29. Se trata de siete manuscritos dif»"
29. J. Starcky, «Le travail d'édition des fragments manuscrits de Qumrán»: Rtvui I (1956),
66.
154
LAS FRONTERAS DE LO BÍBLICO
y que contendrían, en palabras del editor Milik, «"los modelos", "los arquetipos", "las fuentes" de las
versiones del libro de Ester conservadas en hebreo, en griego, en latín (y hasta un pasaje en armenio)» 30.
Estos siete manuscritos provendrían de tres obras distintas en las que se desa-«rrolla progresivamente la
trama que nos es conocida por el libro de Ester31.
La primera obra estaría atestiguada por tres copias distintas según tMilik 32, aunque sólo se habría
conservado un fragmento de cada copia, |los manuscritos que él designa como 4Qpr(oto-)Esth(er)
ar(améen)a¡h-c (respectivamente. La segunda obra, preservada en el cuarto manuscrito IQprEsthaf1,
estaría representada por una sola copia, pero de la que nos iabrían llegado al menos restos de tres
columnas distintas. Milik consi-'era los dos pequeños fragmentos que él designa como 4QprEsthare ímo
uno de los dos testigos (junto con 4QprEstharf) de la tercera obra, linque reconoce que «la escritura de
los dos fragmentos del mauscrito e
I semejante a la del manuscritos d, pero la mano parece diferente». Las inchas publicadas no
permiten ni contradecir ni apoyar esta afirmación
II editor, pero el material que estos dos fragmentitos proporcionan no ta nada nuevo a lo que los
otros manuscritos nos revelan, por lo que í creo necesario detenerme en ellos. El contenido del otro
testigo de esta supuesta tercera obra (4QprEst-" es muy distinto de todo lo demás. De esta copia sólo se
habría convado un fragmento con restos de tres líneas que provienen aparente-ite del final de la obra y
que tienen unas resonancias apocalípticas Ky acentuadas y muy distintas de las de los otros fragmentos
y sin las Aleaciones onomásticas que permitirían afirmar que el contenido es el '|mo. Por lo que la
existencia misma de esta tercera composición no Aparece demasiado segura, y la designación de este
fragmento como íto-Ester», más bien problemática. Por eso, aquí me limitaré a pre-ir únicamente los
fragmentos de las dos primeras composiciones en Milik encuentra las fuentes y los precedentes del libro
de Ester caco. i este libro (que en las dos versiones griegas existentes es notable-diferente del texto
hebreo) no se ha encontrado absolutamente , entre la masa de manuscritos bíblicos procedentes de las
distintas I, Las explicaciones que se han propuesto son muy variadas, pero el i en sí (que en absoluto
podría ser puramente accidental) no deja de
J. T. Milik, «Les modeles araméens du livre d'Esther dans la Grotte 4 de Qumrán», en E. C, (Jarcia Martínez (eds.), Memorial Jean Starcky II,
París, 1992, 321-406, cita en la p. 321. "i «I.'nnalyse du contenu des manuscrits proto-Esther de 4Q, confrontée aux textes des cinq I du livrc
d'Ksí/7er, nous a conduit á postuler, a titre d'hypothése, l'existence des trois écrits es-iN distincts: a-c, d et f, e. Ces compositions successives se
caractérisent par l'enrichissement llf tlm tlicincs, intrigues, trames», «Les modeles», 384-385.
Aunque el mismo Milik reconoce que el argumento paleográfico empleado para atribuir los I fragmente» a manuscritos diversos no es del todo
concluyente debido a la semejanza de las gra-' . -U» modeles», 384.
ser significativo. De ahí que la publicación de estos fragmentos árameos' sea por sí misma especialmente
importante. Su publicación sería más im- i portante aún si se acepta la interpretación de Milik que ve una
relación j genética entre estos fragmentos árameos y el libro de Ester canónico, y que explica la ausencia
de la biblioteca de Qumrán de este último como debida a que el libro hebreo aún no existía en la época
en la que los ma- j nuscritos fueron depositados en las cuevas de Qumrán, ya que sola-1 mente habría
sido traducido del griego al hebreo después del desastre de J la guerra contra Roma 33. Los principales
elementos conservados de los distintos manuscritos | pueden traducirse así 34: 4QprEsthara
1
[y obe]decían a tu padre Patireza [...]
2
y entre los servidores del ropero real [...] ejerciendo
2
el servicio del Rey según todo lo que [...]... en aquella hora
3
Prolongándose la cólera del Rey, (Dios lo mantuvo despierto, y i Rey ordenó que) los libros de su
padre fuesen leídos ante él;
4
entre los libros se halló un rollo [sellado con] siete sellos del ar lio de Darío su padre. Su asunto 5
[«...]...[... de Da]río el Rey a los servidores del Imperio de toda I tierra, paz». Leí el comienzo y se
encontró escrito en él: «Darío ( Rey
6
[...] reinarán después de mí y a los servidores del Imperio, pal Sabed que todo opresor y mentiroso
[...»].
A pesar del carácter fragmentario, es posible seguir el desarrollo ¡_ neral de la historia contada. En este
fragmento, que proviene de la últin columna de una hoja, probablemente la primera del rollo, se nos pres
al personaje, el hijo de un funcionario encargado del ropero real, llar do Patireza, que debió de haber
actuado en algún momento del reinad de Darío. Se introduce luego el tema del rey que, a causa de su
insomnio se hace leer las crónicas reales, entre las que aparece un escrito sellad con el sello de su padre
y del que únicamente el comienzo nos ha sid conservado.
Sin embargo, las últimas palabras permiten suponer que la histo relatada tiene una función ejemplar,
puesto que afirma que ningún opr sor o mentiroso quedará sin el castigo merecido. El fragmento
siguienti procedente de otro manuscrito pero perteneciente a la misma obr como lo prueba el nombre de
los protagonistas, nos permite comprencf mejor de qué se trata.
33. J. T. Milik, «Les modeles», 399.
34. Ibid., 324-325 (texto arameo); 325-331 (análisis y comentario).
1 un hombre; pero el Rey sabe si hay [...] y no pasará su buen nombre, y su fidelidad
2 del Rey será para Patireza hijo de Ya'[ir ]
3 cayó sobre él el terror de la casa de Safra [...]
4 el pregonero del Rey: Que diga y se dará [...]
5 de mi casa y de mis posesiones a todo aquel que [...]
6 ser medido; y tú recibirás el servicio de tu padre [...]
El texto es aún más fragmentario que el precedente35, pero también aquí podemos seguir el hilo de la
historia. El padre de Patireza ha hecho algo que merece una recompensa por parte del rey, como consta
en el escrito de Darío, pero esta recompensa no le ha sido concedida, sino que sobre él se ha abatido la
156
LAS FRONTERAS DE LO BÍBLICO
4QprEstharb
cólera de la «casa de Safra», una expresión que parece aludir a los sufrimientos de Patireza bajo un clan
o un funcionario i rival. El resultado de la lectura de estos hechos es claro: el rey ordena que ¡ se dé al
hijo de Patireza todo lo prometido a su padre, que se le instale en í la función que su padre desempeñaba
y que incluso se añadan nuevos | -dones provenientes de los bienes del rey.
Estos dos fragmentos nos presentan un marco narrativo claro y de I lobra conocido, que coincide en
grandes líneas con el cuadro narrativo [ que enmarca la historia de Ester y de Mardoqueo del texto
bíblico.
El fragmento siguiente nos describe un conflicto en el que por vez primera aparece un nuevo personaje
femenino en la historia, «la princesa», [so, si se comprende el resto de letra conservado en el borde como
una co-(rrección, «Sarah», que junto con sus hijas recibe como catigo la expul-lión. De la subsiguiente
mención de Hama, el segundo del reino, se puede concluir que el castigo que sobre ellas cae es una parte
del castigo ¡jue éste recibe, y al que se contrapone la recompensa de Patireza. El txto puede traducirse
así36:
\4QprEstharc
1
[...]... del Rey: que diga a la princesa [y a sus hijas] que sean ex-pulsa[das...]
2
{...] Patireza [tu] padre, de Hama que se alzó sobre los servidores del [reino] ante el Rey [...]
' [...] ...servía con justicia y con [...] ante ella [...] 4 [...] ... y dijo el pregonero:
5
[...]...la púrpu[ra...] * [...]...[...]
t.S. Ibid., 331 (texto arameo); 332-333 (análisis y comentario). ,ifi. Ibid., 333 (texto arameo), 334-336 (análisis y comentario).
Aunque provenientes (según Milik) de distintos manuscritos, es tres fragmentos reprentan restos de una
misma obra, como lo prueba I identidad de los protagonistas nombrados 37. Los fragmentos siguienfl
provienen todos ellos de un mismo rollo, un manuscrito de pequeñas i mensiones con sólo siete u ocho
líneas de texto por columna. La histc que en ellas se cuenta corre paralela a la que se narra en los
fragmenfl presentados38, aunque los nombres que se dan a los protagonistas claramente distintos: los
antagonistas son en este caso Bagasro, el «pe feta de Dios», y Bagoshe, que será castigado, desposeído
de sus biene ejecutado. Se nos han conservado restos de tres columnas, una de las < les parece contener
el final de la obra. La primera es la más amplia y, j algunos aspectos, la más interesante. Su protagonista
es claramente) menino y presenta la enemistad entre dos funcionarios en la corte real términos de
conflicto de etnias: judíos contra samaritanos. El texto i
4QprEsthard 1, IV
Mira, tú sabes [...]... [...] ... y por las faltas de mis padres que
habían pecado ante ti, y [...]tranquila ... [...] y salió [...
servidores, un hombre
judío, de los jefes de Benjam[ín...] uno de los desterrados, se i
para una acusación y quiere [... un adi]vino bueno, un hombre
bueno, servidor [...] ¿Qué puedo hacer por ti? sabes [...]
posible
a un hombre Kuteo el volver [...] de tu reino, alzándose desp de
que tú te alzas [...] ... [...]
Pero lo que tú desees ordénamelo y cuando tú mueras te ent re
en [...]
violentando (?) todo. ¿Significa la ascensión de mi servicio^ todo
lo que [...?]
37. Ibid., 365-366, resume así el contenido de estos tres manuscritos: «De los tres frai pertenecientes a la misma historia aramea, el primero, a,
formaba parte de la sección inicil obra, mientras que los fragmentos b y c se situaban hacia el final del rollo. El relato novelesco ( liaba dos
motivos del cuento, ambos ligados a la vida en la corte. El primero trataba el tema del I prestado al príncipe, rescatado del olvido en el que
había caído y recompensado con genen gundo concernía la rivalidad entre dos oficiales de la corte, uno importante y otro insignifi que a la
larga resulta vencedor. Yo no pienso, vistas las reducidas dimensiones del rollo, que hub bido espacio para un tercer motivo popular: la bella
extranjera que llega a ser reina».
38. Ibid., 375-376, resume así su contenido: «El texto conservado de 4QprEstharJ nol I el terreno familiar de una intriga literaria en la que se
entrelazan dos motivos de cuentos c ascensión fulgurante de una favorita extranjera en la corte del Gran Rey persa, y la carrera y Itl | dades
de un funcionario igualmente extranjero. El rasgo innovador del autor del escrito arameo ( haber traspasado en bloque un tema complejo,
histórico y literario, de querellas de vecinoi I pueblos hermanos, judíos y samaritanos, que vivían en un lugar oscuro del orbe, al centro mili
plandeciente de la capital del gran Imperio».
39. Ibid., 336-337 (texto arameo), 338-347 (análisis y comentario).
158
LAS FRONTERAS DE LO BÍBLICO
El fragmento siguiente, de difícil comprensión (para Milik se trataría íl relato de una visión del profeta
judío), parece suponer una alter-íncia de períodos buenos y malos, presentados como el discurrir
al(rnado de aguas negras y blancas o luminosas, un tema que reaparece el apocalipsis siríaco de Baruc
(caps. 53-76), en el que las distintas ses de la historia del mundo son representadas por aguas luminosas
y bscuras que se alternan. En el fragmento esta alternancia parece re-esentar la distinta suerte de los dos
protagonistas. El texto puede tra- cirse asi
40.
-II
[...] ... la decisión de [... Y] los segundos pasarán [...]
[... las] plagas y los terceros pasajrán ...] en el ropero [real...]
[...] la corona de o[ro sobre su cajbeza. Y pasarán cinco años [...]
[...] sólo y [... y los sex]tos pasarán, ne[gros]
... [...] toda plata y todo oro y todos [los biejnes que pertenecen a Bagoshe,
doblados, [...]
y los séptfimos pasarán... En]tonces Bagasro entró en paz en la corte
del Rey [...]
Bagosh[e vol]vió a [...] su juicio fue juzgado [y la sentencia] pro-
nunciada y fue ejecutado. Entonces entró Bagasro a la séptftima] corte
del Rey [...]
Y le toma la mano [...] sobre la cabeza [...] y lo abraza respon- diéndole
y diciendo: «En [...].. Bagasro de [...]
El fragmento siguiente contiene aparentemente el final de la obra41. lluye las prescripciones para
perpetuar la decisión real, la fijación por rito de los hechos y las recomendaciones a los futuros lectores.
En el
Jo, más que del conflicto entre dos grupos, de lo que se trata en I colofón es de la ascensión fulgurante
de un «profeta judío» dentro de jrte persa.
1 -I
[...] el Altísimo que vosotros reverenciáis y veneráis es quien go-
bierna [toda la] tierrra. Todo lo que quiera el que se acerca [...] |...]
todo hombre que profiera una mala palabra contra Bagasro
|...]será matado, porque no tiene nada [...]
[...] una barrera por siempre. [ ... todo] lo que había visto en las dos
[...]. Y el Rey dijo: «Esc[ribe... ]
|...] Imper[rio ...] ellos en el patio interior del palacio real [...]
Ibid., 347 (texto arameo), 348-351 (análisis y comentarios). Ihid., 351-352 (texto arameo), 352-358 (análisis y comentario).
constituye uno de los problemas centrales del mundo judío y cristiano de los siglos II a.C. al II d.C.; él
nos ofrece una clave importante para comprender el proceso de autodefinición de los distintos grupos
judíos del período del Segundo Templo, incluida la primitiva comunidad cristiana. * más, por lo que
respecta a la primitiva comunidad cristiana, pienso qv no es posible comprender ni el proceso de
autocomprensión cristiana qu< culminará con una superación de la problemática de la pureza median
soluciones propias ni la persistencia dentro de distintos grupos judeo-cris tianos en siglos posteriores de
una problemática teóricamente ya sup rada, si no se tienen muy presentes la variedad de soluciones
ofrecidas ¡ problema dentro de los distintos grupos judíos.
Las soluciones dadas al problema de la pureza por el judaismo ral: nico han sido ampliamente estudiadas
en los 22 volúmenes de J. Neus sobre la historia de las normas de pureza DKXC 5, y el mismo Neusr ha
investigado igualmente las posiciones fariseas anteriores al 70 y nos! ofrecido una síntesis en su The
Idea ofPurity in Ancient Judaism, ya i tado.
Tampoco faltan estudios sobre las soluciones cristianas. Tanto las _ siciones que los evangelios
atribuyen a Jesús mismo, como las expreí nes de Pablo sobre el tema, o su importancia en los conflictos
entre judeo-cristianos y los cristianos provenientes de la gentilidad o entre¡| mismos Apóstoles tal y
como están reflejadas en los Hechos de los Api toles, han dado origen a una abundante literatura6. Por lo
que no esj cesario ocuparse de nuevo de ellas. ,<J
Aquí me concentraré en uno de los grupos para los que el probll de la pureza resultó un problema
central, un problema que condiciottí autocomprensión y su separación del resto del judaismo 7: el grupo
(
aU conocemos como la comunidad de Qumrán. ' No es necesario que aquí nos
detengamos en presentar el prot
5. J. Neusner, A History ofthe Mishnaic Law ofPuríties (SJLA 6), Leiden, 1974-1977.¡
6. Que se encuentra cómodamente reunida en las últimas monografías aparecidas: R. P» Jesús and the Laws ofPurity: Tradition History in Mark
7 (Journal for the Study of the New Til Supplement Series 13), Sheffield, 1986, y N. Newton, The Concept ofPurity at Qumrán and MÍ ters of
Paul (Society for New Testament Studies Monograph Series 53), Cambridge, 1985. . ^
7. Los estudios sobre el problema de la pureza en Qumrán aparecidos en los primeros vestigación qumránica fueron numerosos y variados; como
ejemplos representativos de trab cados específicamente al tema puedo señalar: G. W. Buchanan, «The Role of Purity in the St the Essene Sect»:
Revue de Qumrán 4 (1963-64), 397-406; A. Dupont-Sommer, «Culpabilité (ti purification dans la secte juive de Qoumran»: Semítica 15 (1965),
61-70; S. B. Hoenig, « Rules of Impurities»: Revue de Qumrán 6 (1967-69), 559-568; H. W. Huppenbauer, «HR und 1 der Sektenregel (1QS) von
Qumrán»: Theologische Zeitschrift 13 (1957), 350-351. Para un estos trabajos y del material entonces disponible, puede consultarse la tesis de L.
Rosso, La .
a Qumrán, Torino, 1973. En los últimos años los estudios sobre el tema son menos numeroMMJ vit, «Pureza e impureza según la Secta del
Desierto de Judá»: Bet Miqra' 26 (1980/81), 18-Jf breo); B. Janowski-H. Lichtenberger, «Enderwartung und Reinheitsidee. Zur eschatologiicnMl I
von Reinheit und Sühne in der Qumrangemeinde»:/o«rn<j/ ofjetvish Studies 34 (1983), 31-<* Schiffman, «Purity and Perfection: Exclusión from
the Council of the Community in the ? Edah», en Biblical Archaeology Today, Jerusalem, 1985, 373-389, me parecen los mal r'«*
166
EL PROBLEMA DE LA PUREZA: LA SOLUCIÓN QUMRÁNICA
en sí mismo, puesto que Paolo Sacchi lo ha hecho ya, y magistralmente, estudiando el desarrollo de las
ideas sobre el impuro/puro y sus relaciones con el concepto de sacro/profano tanto en el Israel antiguo
como en el período postexílico8. Lo único que, tal vez, necesite una justificación es i la decisión de no
incluir en este estudio las posiciones del movimiento I esenio del que proviene el grupo qumránico, ni
las de la tradición apo-¡ calíptica en la que el movimiento esenio hunde sus raíces 9. Aparte del I hecho de
que recientemente ha sido publicado un excelente estudio sobre ¡hs informaciones que Flavio Josefo
transmite sobre las purificaciones de ''-- esenios10, la decisión de concentrar nuestro trabajo sobre el
grupo es-cíficamente qumránico proviene del convencimiento de que en el Uundo judío se produjo una
agudización del problema de la pureza "Orno consecuencia de la crisis antioquena durante el período
macabeo. lite es el período en el que Josefo sitúa los orígenes de las distintas sectas lu reinterpretación
de las normas de pureza n; éste es el período en el lie se sitúan las disputas entre fariseos y saduceos
sobre los problemas "i pureza recordadas en la tradición rabínica posterior12; éste es el pe-"do en el que
fueron redactados los escritos de la fase formativa de la nunidad qumránica en los que, como veremos, el
problema de la pula es un elemento central. La experiencia traumática de la des-execra-6n del Templo,
en torno al cual estaba centrado el sistema de pureza, 'bió sin duda funcionar como un potente reactivo.
De hecho, la re-de-'ación del Templo por Judas Macabeo es presentada primariamente no una
purificación del Templo, y las conquistas macabeas de las dis-;as ciudades, como una purificación del
país (1 Mac 13,48 concluye (el relato de la toma de Cazara por Simón: «Expulsó de ella toda im-""eza, e
hizo habitar en ella hombres que cumplían la Ley»). Es más, > esta renovada preocupación por la
pureza, originada por la expe-, cia traumática de la profanación del Templo, permite comprender fl allá
de las necesidades militares) la política macabea y la radicali-íu'i de la misma que supone la judaización
forzada de las poblaciones
8. P. Sacchi, «Omnia munda mundis, Tito 1.15: il puro e l'impuro nel pensiero ebraico», en // ) di Paolo nel cristianesimo antico, Genoa, 1984,
2955; «II puro e l'impuro nella Bibbia. An-~'í e storia», Henoch 6 (1984), 65-80. Para el estudio del vocabulario de pureza, ver W. Paschen, I
Unrein. Untersuchung zur biblischen Wortgeschichte (Studien zum Alten und Neuen Testa-, München, 1970, y A. Vivían, í campi lessicali della
separazione nell'ebraico bíblico, di Qum-tlla Mishna (Quaderni di Semitistica 4), Firenze, 1978.
>, Ambas afirmaciones se hallan justificadas en F. García Martínez, «Essenisme Qumránien: li curactéristiques, héritage», en. B. Chiesa (ed.),
Correnti culturali e movimenti religiosi del giu-i Roma, 1987, 37-57; «Qumrán Origins and Early History: A Groningen Hypothesis»; folia illa 25
(1988), 113-136. Ver el estudio «Orígenes del movimiento esenio y de la secta qumráni-Tliducido en este volumen, pp. 91-117. li K, l.upieri, «La
puritá impura. Giuseppe Flavio e le purificazioni degli Esseni», Henoch 7 J ÍS-4.Í.
II, Anl. XIII, 171-173; Bell. II, 119-166.
}1, Ver J. M. Baumgarten, «The Pharisaic-Sadducean Controversies about Purity and the Qum-• I Jnumal of Jewish Studies 31 (1980), 157-170,
y los estudios de G. Alón reunidos en el vo-
\¡IU>I, Juilaúm and the Classical World, Jerusalem, 1977.
167\ií:
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
sometidas en los estados anexionados por los reyes asmoneos. Si Judas ,„ Simón se limitan a transportar
a Jerusalén a la población judía de Gala^ ad y de Galilea, Hircano someterá la Idumea a una judaización
forzosa jj lo mismo hará Aristóbulo I con Galilea y Janeo con varias de las ciudad des de la Decápolis,
de Galaad y de la Traconítide, siguiendo una polítij ca a la que no sólo no es posible encontrar una base
en la Escritura sir>« que contradice el principio mismo del yavismo como «religión particul; y bien
propio del pueblo elegido» 13.
Tanto M. Smith como J. Neusner han subrayado la importancia i problema de la pureza en el desarrollo
del sectarianismo judío14. El tudio de la solución dada al problema entre la revuelta macabea y la di
trucción del Templo en el interior del grupo qumránico mostrará (eso f pero) la amplitud y la
profundidad del problema en la conciencia r< giosa de la época y su centralidad en el «Israel a la
búsqueda de identidad». La solución qumránica al problema de la pureza nos pem tira comprender más
fácilmente tanto la novedad de la solución aporta el Jesús de los evangelios como la fundamentación
teológica ¿ que Pablo dota a la solución cristiana, e incluso la persistencia de fu tensiones en la
comunidad cristiana primitiva a causa de este probl tensiones que continuarán desgarrando a las sectas
judeo-cristianas dej siglos siguientes15. J
Mi método consistirá en analizar separadamente los distintos < qumránicos en los que el problema de la
pureza es preeminente, par tentar discernir la evolución del pensamiento y la sistematización tí gica que,
progresivamente, terminará por diferenciar al grupo rmmi co de todos los otros grupos judíos de la
época. I. LA PUREZA EN 11QTEMPLE XLV-LI,10
El primer documento en el que encontramos un cuerpo extenso mogéneo de enseñanzas relativas al
problema de la pureza es el Roíj Templo. Estoy convencido, a pesar de las opiniones contrarias, <t este
texto proviene del período formativo de la secta qumránica y i sienta las bases de los desarrollos
posteriores. Estoy igualmente c< cido de que su origen se remonta a los comienzos del período qi nos
interesa. Tiene además la ventaja de que un bloque importa! mismo está expresamente dedicado a
plantear el problema de la p| las columnas XLV a LI,10. Sin entrar a discutir aquí si el bloque r" 1
13. Como precisa R. de Vaux, Les Institutions ííe I'Anden Testament, París, 1961-67J 14. M. Smith, «The Dead Sea Sect ¡n Relation to
Ancient Judaism»; New Testamtntf (1960), 352; J. Neusner, The Idea ofPurity, 28.
'
15. Los textos pertinentes se hallan cómodamente reunidos en A. F. J. Klijn-G. J. 1 tristic Evidence for Jewish-Christian Sects (Supplements to
Novum Testamentum 36), Leiden, 1 por ejemplo, Orígenes, In Matth. XI,12 (p. 128), Epifanio, Panarion 30, 2.3-6 (p. 176)| JO 182).
168
EL PROBLEMA DE LA PUREZA: LA SOLUCIÓN QUMRÁNICA
alguna de sus partes constituye una fuente previamente existente empleada por el redactor del
documento final16 o no, es evidente que el bloque forma en sí una unidad temática completa, con su
fórmula conclusiva en LI,5a-10.
La primera parte de esta unidad (XLV-XLVII) enfoca el problema de lia pureza en el ámbito del Templo
y de la ciudad del Templo: la colum-na XLV trata de la posible contaminación durante el cambio de los
tur-os de servicio en el Templo (lín. 3-7), se ocupa del afectado por una polución nocturna (lín. 7-10),
prohibe el ingreso en la ciudad durante tres as a los que han tenido relaciones sexuales (lín. 10-12),
excluye de ella nfinitivamente a los ciegos (lín. 12-14), prescribe el período de purifi-ción de los que
padecen gonorrea (lín. 15-17) y regula la contamina-6n adquirida como consecuencia del contacto con
un cadáver o a asa de la lepra (lín. 17-18). La columna siguiente ordena la construc-6n de una serie de
estructuras cuya finalidad no es otra que la de evitar Contaminación del Templo o de la ciudad del
Templo: XLVI,l-4 pres-be la construcción en los techos del Templo de un sistema para evitar Vuelo
sobre él de pájaros impuros, prevé una plataforma alrededor del lío exterior y una explanada alrededor
del Templo para separarlo de la dad (lín. 5-12), legisla la construcción de retretes a 3.000 codos de udad
(lín. 13-16) y de tres construcciones, igualmente fuera de la ciu-B, para los leprosos, los que padecen
gonorrea y los que han tenido polución (lín. 16-18). La columna XVLII está toda ella dedicada a "ervar
la pureza dentro de la ciudad del Templo, distinguiéndola cla-ente de las demás ciudades del país. Las
líneas 3-7 establecen el tipio general y las líneas 7-18 exigen el empleo exclusivo de las pie-"ovenientes
de animales sacrificados en el Templo para introducir los B a la ciudad y al Templo.
l segunda parte de esta unidad temática sobre la pureza engloba las •8 de pureza de las personas y de las
cosas. La columna XLVHI es-ca los animales que está permitido o prohibido comer (lín. 3-7), f las
incisiones por los muertos (lín. 8-10), legisla la construcción enterios (lín. 11-13) y designa lugares
especiales en todas las ciu-| para los leprosos, los que padecen gonorrea y las mujeres mens-"II (lín.
1317). Las dos columnas siguientes se concentran en la im-proveniente del cadáver: impureza de la casa
y de lo que contiene í • la presencia de un muerto (lín. 5-10) y purificación de la casa y jtncs han entrado
en contacto con el muerto (lín. 11-12), argu-í que se continúa en la columna siguiente (L,4); sigue la
impureza "Ontacto con un cadáver y su purificación (lín. 5-9) y la impureza i por el feto muerto en el
seno materno (lín. 11-18); el último U sección es la contaminación por el contacto con los cadáveres
Hiles impuros y su purificación (lín. 20-LI, 5).
10 creo haber prohado en otro lugar, ver F. García Martínez, «Sources et rédaction du T»mplr»: Hemifh 13 (1991), 219-232.
169FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
El bloque se concluye con una exhortación solemne en la quej concepto de pureza se combina con el de
santidad: "
Precaved a los hijos de Israel de toda impureza. Vacat. Que no se contaminen ^ aquellas cosas que yo te declaro en este monte.
Que no se contaminen. Vílr Porque yo, YHWH, moro en medio de los hijos de Israel. Se santificarán y f santos. No harán
detestables sus almas con nada de lo que yo he separado ( impuro para ellos, y serán santos (HQTemple LI,5-10; TQ, 220).
Aunque un buen número de elementos de este bloque de leyes sol la pureza provienen directamente del
texto bíblico (sobre todo del! vítico y del Deuteronomio), otros muchos se deben a modificaciones!
innovaciones introducidas por el autor del Rollo del Templo. Son p cisamente estos elementos los que
nos permiten apreciar su posicic la del grupo al que el escrito pertenece) con relación al problema
pureza.
Esta halaká sectaria nos revela algunas tendencias claramente nidas17:
a) Deseo de extender a toda la ciudad el nivel de pureza exigido q Templo.
1
b) Deseo de extender a todo el pueblo las normas de pureza esjSj ficamente sacerdotales.
''
c) Extensión del campo de contaminación.
a] Es bien sabido que en la halaká tradicional (t.Kelim, Baba QÜi 1:12) Jerusalén estaba dividida en tres
zonas de pureza progresiva: la I dad, la colina del Templo y el Templo mismo, y que en esta mismáy
laká se tiende a restringir las prescripciones de pureza a la zona m,* grada, el Templo, aunque para esto
haya que apartarse del sentido 1 del texto bíblico. La tendencia del Rollo del Templo va en el sentido i
trario: extender al conjunto dé la ciudad las exigencias de pureza del bernáculo. Es representativa en este
sentido la formulación general' encontramos en 11 QTemple XLVII,3-7:
La ciudad que santificaré estableciendo mi nombre y mi Templo en medio será santa y estará limpia de toda clase de impureza
con que pudieran pr~* Todo lo que hay en ella será puro, y será puro todo lo que entre en ella 'n Un par de ejemplos nos
mostrarán claramente esta tendencia.
Aquel que se acueste con su mujer y tenga una eyaculación no entrará dura días en toda la ciudad del Templo en la que
estableceré mi nombre (11QT| XLV.11-12; TQ, 216). 17. Para más detalles, ver F. García Martínez «El Rollo del Templo y la
Halaká se Simposio Bíblico Español, Madrid, 1984, 611-622.
170
EL PROBLEMA DE LA PUREZA: LA SOLUCIÓN QUMRANICA
El primer elemento de esta halaká, que se encuentra también en CD (1,1-2, es que prohibe las relaciones
sexuales dentro de la ciudad. En la Uterpretación tradicional (m.Kelim 1:8) el impuro a causa de una
eyaulación era excluido únicamente del campamento de la Sekiná, es decir, el Templo mismo, mientras
que en el Rollo del Templo es excluido de
da la ciudad. El segundo elemento es que esta exclusión, la duración de 1 impureza contraída por el acto
sexual, se extiende a tres días, mientras Be en el texto bíblico en el que el autor se inspira la purificación
se
íliza en el mismo día: «Si un hombre se acuesta con su mujer y tienen i eyaculación, se bañarán los dos y
quedarán impuros hasta la tarde» Lv 15,18). Por el contrario, la purificación que el Rollo del Templo
•"age para entrar en la ciudad es la que el texto bíblico exige como pre- Tación
para la teofanía del Sinaí18: abstención de relaciones sexuales
rante tres días y baño de purificación (Ex 19,10-15). Es cierto que stro texto no especifica la necesidad
del baño, pero esto se debe, en
I opinión, a que el procedimiento completo ha sido detallado en la ha-
ká inmediatamente precedente con la que está en estricto paralelo e ín-
namente relacionada. Esta halaká nos precisa:
Aquel que haya tenido una polución nocturna no entrará en todo el Templo hasta que hayan pasado tres días. Lavará sus vestidos
y se bañará en el día primero, y en el día tercero lavará sus vestidos y se bañará a la puesta del sol. Después entrará en el Templo.
Pero no entrarán en mi Templo con su sucia impureza para profanarlo (HQTemple XLV,7-10; TQ, 216).
Para el autor del Rollo del Templo la polución nocturna y la eyacu-jión marital tienen exactamente el
mismo grado de impureza y exigen tiisma purificación. El que en un caso se le prohiba al contaminado
far «en todo el Templo» y en el otro entrar «en toda la ciudad del
iplo» se debe, como ha explicado Milgrom 19, a que la polución (turna puede ocurrir dentro de la ciudad,
mientras que la eyaculación
rital sólo puede ocurrir fuera de ella. Ambas normas legales atesti-la ampliación y absolutización de las
condiciones de pureza con re-jión a la ciudad santa, como especifica el manuscrito un poco más liante:
Harás tres sitios al oriente de la ciudad, separados unos de otros, a los que irán los leprosos, los que padecen gonorrea y los
hombres que tienen una polución (/íQTemí>/eXLVI,16-18; TQ, 217).
Como el sujeto de la eyaculación marital, el de la polución nocturna ' gonorreico son puestos en
cuarentena y mantenidos alejados de la
1N, Como señaló Yadin, Megillat ha-Miqdas, vol. I, 224-225, que observó igualmente que en a-l(i se exige una purificación de tres días para
participar en las asambleas de la comunidad fu-
1». |. MÜRrom, «Studics in thc Temple Scroll»: Journal afBiblical Literature 97 (1978), 501-523.
ciudad santa, mientras que en la interpretación tradicional el gou quedaba únicamente excluido del
campamento de los levitas, es ij la colina del Templo.
El segundo de los ejemplos en el que encontramos el mismo ] operativo básico es el siguiente:
En sus ciudades se harán con esas pieles (es decir, las de los animales deg las ciudades, no sacrificados en el Templo) utensilios
para todas sus ne pero no las introducirán en la ciudad de mi Templo ... Con las pieles de I males sacrificados en el Templo, con
esas mismas introducirán en la ciud" Templo su vino, su aceite y toda su comida. No profanarán mi Templo ce les de los
sacrificios de sus abominaciones que degüellen en su tierra. Lo i_ fiquéis en mi Templo, es puro para mi Templo; lo que degolléis
en vuestr^ des, es puro para vuestras ciudades. Todas las provisiones del Templo las É ciréis en las pieles del Templo; y no
profanaréis mi Templo y mi ciudad con I les de vuestras abominaciones, pues yo moro entre vosotros (HQTemple. 18; TQ, 217).
Según la halaká tradicional (m.Hullim 9:2), «cuando las pielí sido tratadas para poder ser utilizadas son
puras, excepto la piel 1 na». El Rollo del Templo prohibe la utilización de las pieles de ar puros (excepto
los sacrificados en el Templo) para el transporte < cancías no sólo con destino al Templo, sino a toda la
ciudad 20. hemos traducido como «provisiones del Templo» es expresado frase ohorat kammiqdas, que
puede traducirse como «todo aquel requiere el nivel de pureza del Templo». Todo esto debe ser introd a
la ciudad en las pieles de los animales sacrificados en el Templo al no «profanar el Templo y la ciudad».
Dicho de otro modo: el nil santidad de la ciudad es tal que exige el nivel de pureza del Templo esto no es
extraño que en la ciudad entera la única carne que puecf sumirse sea igualmente la de los sacrificios del
Templo:
Dentro de mi ciudad, la que yo santifico poniendo mi nombre dentro de ellá|, meréis carne de vaca, oveja o cabra, que no haya
entrado dentro de mi Te: sacrificarán allí, versarán su sangre sobre la base del altar de los holocau rramarán su grasa...
(HQTemple LII,19-21; TQ, 220).
Más revelador aún de esta misma tendencia: el consumo de de animales puros, pero defectuosos, está
prohibido en un radio del, o estadios, y la defecación sólo está permitida a 3.000 codos de ll
20. Flavio Josefo, Ant. Bibl. XII,146, incluye en el decreto de Antíoco III relativo al Til Jerusalén una cláusula por la que se prohibía introducir
en Jerusalén las pieles de animales imp1IH sula tan ajena a la tradición judía que se la utilizaba como argumento para negar la historicid creto. Para
una defensa de esta historicidad cf. E. Bickermann, «La charte Séleucide de Jé Revue des Etudes Juives 100 (1935) 4-35, reproducido en el vol. II
de sus Studies injewish t tian History, Leiden, 1981. HQTemple es mucho más riguroso que el decreto de Antíoco III, | prohibe introducir en
Jerusalén incluso las pieles de animales puros y sólo considera lícito el i de mercancías en las pieles de animales puros sacrificados en el Templo.
172
EL PROBLEMA DE LA PUREZA: LA SOLUCIÓN QUMRANICA
M'( una halaká que contradice directamente la opinión tradicional de leí excremento humano no
contamina (y.Pesahim 7:11) y la afirma-l de m.Tamid 1:1 de que existían retretes en la Cámara de la
Inmer-los subterráneos del Templo.
paralelo con esta extensión a toda la ciudad de las normas de pu-tradicionalmente reservadas al Templo,
el nivel de pureza exigido l entrar en contacto con el Templo mismo se halla incrementado en el del
Templo, según el cual una serie de acciones que en la halaká llcional podían realizarse dentro de la
ciudad, ahora sólo pueden • dentro del Templo; lo que exige para realizarlas un nivel superior
purificación. Así, el sacrificio pascual no puede ser comido en cual-1 parte de la ciudad (como dice la
mishná, m.Zebahim 5:8), sino que ameran los de veinte años para arriba, y lo comerán por la noche,
patios del santuario» (HQTemple XVII,8-9); el sacrificio de collón no «puede ser comido en cualquier
parte de la ciudad, por cual-ra, preparado de cualquier modo, durante dos días» (m.Zebahim ¡jsino que
deber ser consumido en el día mismo y en el patio exterior Templo, como precisa el Rollo del Templo a
propósito del sacrificio fiesta del aceite nuevo: «Y lo comerán durante ese día en el patio fior ante
YHWH» (HQTemple XXII,13-14). Del mismo modo los dotes deben consumir las primicias en el patio
interior (XIX,5-6) y irar en las cocinas allí situadas los sacrificios pacíficos (XXXVII,8-?Este principio
deberá incluso ser plasmado arquitectónicamente en el iplo «normativo»:
Harás una plataforma alrededor del Templo, de 100 codos de anchura, que separe el Templo Santo de la ciudad, para que no
entren repentinamente en mi Templo y lo profanen (llQTemple XLVI,9-11; TQ, 217).
La tendencia a extender a todo el pueblo las normas de pureza sa-Dtales puede adivinarse ya en varias de
las normas citados. Pero ce aún más claramente en el texto siguiente:
Ningún ciego entrará en ella (la ciudad del Templo) durante toda su vida; no pro-I' finará la ciudad en cuyo centro yo habito,
porque yo, YHWH, habito en medio de los hijos de Israel para siempre jamás (llQTemple XLV,12-13; TQ, 216).
|Yadin considera con razón que aquí «ciego» es utilizado no sola-1 como designación de los ciegos, sino
como cabeza de lista, como lten/.o y abreviación de la cita que incluye las demás imperfecciones I.v
21,17-20 excluyen del ejercicio de las funciones sacerdotales, irvución que se halla reforzada por el
empleo de los verbos y sufijos
III. l.i> que implica que los retretes descritos en HQTemple XLVI,13-16 quedaban fuera de la Mu rn Irt que se podía caminar durante el sábado,
con la inevitable consecuencia de que los ir I» de la secta deberían abstenerse de defecar el sábado, como Flavio Josefo afirma que hacían los ,
IMI. /«</. II, 147-149; ver la discusión de Y. Yadin, Megiüat ha-Miqdas, vol. I, 228-29.
t.....r
en plural. Es bien sabido que una serie de textos qumránicos niegan la j posibilidad de pertenecer a la
secta, o a la congregación mesiánica, o la| participación en la guerra final, a las mismas personas a las
que el textoJ del Levítico excluye de la función sacerdotal a causa de sus defectos corporales 22. El hecho
de que el Rollo del Templo les prohibe la entrada| en la ciudad muestra que considera a todo el pueblo
sujeto a las mismas exigencias de pureza con relación a la ciudad que los sacerdotes tiene con relación al
Templo. Un israelita con uno de estos defectos haría] impura la ciudad, lo mismo que un sacerdote
igualmente afectado impuro el Templo.
c) Para mostrar la tendencia a extender el campo de contaminación citaré únicamente dos ejemplos
procedentes de la esfera de contacto ce el cadáver, «el padre del padre de la impureza» según la
terminología ra bínica:
El día en el que saquen al muerto de la casa, la limpiarán de toda mancha aceite y de vino y de humedad de agua; frotarán su
suelo, sus paredes y sus puert| lavarán con agua sus goznes, sus jambas, sus umbrales y sus dinteles (HQTe¡ XLIX,11-15; TQ,
218).
De acuerdo con la halaká tradicional, los objetos que están inc tados en la pared y más aún en el suelo,
no son capaces de ser contan nados y no necesitan por lo tanto ninguna purificación. Nuestro te por el
contrario, los considera como necesitados de purificación, y sólo las jambas, los goznes, los umbrales y
los dinteles, sino inclusoj mismo suelo y las paredes 23. Aún más flagrante es la extensión campo de
contaminación en el ejemplo siguiente:
Cuando una muujer esté embarazada y su hijo muera en su vientre, todos los ( que él esté muerto en su interior, ella será impura
como un sepulcro; toda casa< que entre, con todos sus utensilios, quedará impura durante siete días; que toque (la casa) quedará
impuro hasta la tarde; y si entra con ella al interio la casa quedará impuro durante siete días; lavará sus vestidos y se bañará el pn
día; al tercer día rociará y lavará sus vestidos y se bañará; al día séptimo rociará] segunda vez, lavará sus vestidos, se bañará y
quedará puro a la puesta (HQTemple L.10-16; TQ, 219).
En la halaká tradicional, la madre no es considerada impura en | caso. m.Hullin 4:3 dice expresamente:
«Si el feto muere en el vient su madre y la comadrona mete su mano y lo toca, la comadrona qu impura
durante siete días, pero la madre permanece pura hasta qu
22. CD XV,I5-17, completado con la copia de 4QD* según J. T. Milik, Ten Years ofDít in the Wilderness ofjudaea, London, 1959, 114; IQSa
11,5; 1QM VIL3-6; 4Q491 1-3,6.
23. Ver la halaká semejante de CD XH,16-18 y su paralelo en el Targum Jon»t»n 19,14.
174
feto salga de ella» 24. El Rollo del Templo, por el contrario, afirma rotundamente que «ella será impura
como un sepulcro».
Esta misma extensión del campo de contaminación se realiza con relación a la impureza contraída por el
contacto con los huesos de los animales, que en la tradición rabínica no son capaces de transmitir la
impureza del cadáver, como no lo son tampoco la piel, las uñas, los cuer- ¡ nos, etc. (m.Hullin 9:1). El
RO//O del Templo, por el contrario, especifica | al tratar de los animales que reptan por tierra:
Todo el que transporta sus huesos, o su cadáver, o la piel, o la carne, o las uñas, lavará sus vestidos y se bañará en agua y después
de la puesta del sol será puro (HQTemple LI,4-5; TQ, 220).
II. LA PUREZA EN 4QMMT
)tro texto igualmente importante e igualmente antiguo que nos revela |s posiciones qumránicas de cara al
problema de la pureza es la famo-, carta haláquica dirigida por el jefe de la secta al jefe de sus oponen-i
para explicar los motivos por los cuales el grupo qumránico se ha se-irado del resto de Israel: «Nos
hemos separado de la mayoría del lie[blo...] de mezclarnos en estas cosas y de participar en ellas con
¡los», como dice expresamente en el epílogo. Aunque este texto, cono-do como Miqsat ma'ase ha-torah
(«algunos de los preceptos de la /» = 4QMMT), aún no ha sido íntegramente publicado, suficientes
eletntos de su contenido han sido hechos públicos como para permitirnos rociar más correctamente las
posiciones de la secta de cara a la pure-| *•'. De hecho, la gran mayoría de las veinte normas legales
discutidas i la carta o tratado se relacionan con los problemas de pureza, espe-jtlmente con relación al
Templo y al culto. Tal vez no sea inútil el re-aquí la lista de los doce temas discutidos, divulgada por
Strugnell y uron:
1) Prohibición de aceptar sacrificios de los gentiles. ¡,2) Degüello de animales preñados. | 3) A quienes
les está prohibida la entrada en la Congregación.
' 24. Kl Targum Jonatan Num 19,16 ni siquiera en este caso considera a la persona contaminada: I toque en el campo —y, por tanto, no en el caso
de un muerto que se encuentra en el vientre de jldtc— a un apuñalado...».
Í5. De esta obra se han conservado seis copias fragmentarias en la Cueva 4 (4Q394-399). La I tul y como puede reconstruirse conjuntando los
distinto fragmentos, debía componerse de las sec-
I «iKiiimtes: Introducción (que no se ha conservado), Calendario (conservado parcialmente), I hítltlkhot peculiares a la secta, Epílogo (que
contiene algunos principios teológicos qumránicos
Ule !<>« motivos por los que la secta se ha separado del resto del pueblo, exhortando a los opo- I1 volver
al camino recto). Ver E. Qimron-J. Strugnell, «An Unpublished Halakhic Letter from «II-.
• 175
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
EL PROBLEMA DE LA PUREZA: LA SOLUCIÓN QUMRANICA
'<:•;
4) La ley de la ternera roja.
5) La prohibición a los ciegos y a los sordos de acercarse al Temple 6)
La pureza de las corrientes líquidas (nioq).
7) Prohibición de introducir perros en Jerusalén.
8) El fruto del cuarto año ha de darse a los sacerdotes.
9) El diezmo del ganado ha de darse a los sacerdotes.
10) Regulaciones relacionadas con la impureza del leproso.
11) Impureza de los huesos humanos.
12) Prohibición de matrimonios entre sacerdotes e israelitas.
Por supuesto, mientras que el texto completo de todas las non conservadas no sea publicado en su
totalidad, es imposible emprender i estudio de detalle. Pero el simple enunciado del contenido de las
halak conservados es interesante, ya que nos permite:
— conocer cuáles eran los problemas fundamentales para el gru¡ qumránico al momento de su ruptura
con el resto del judaismo;
— distinguir su halaká y sus posiciones cara al problema de la pu za de las posiciones fariseas que más
tarde cristalizarán en la halaká \ bínica;
— apreciar la evolución del problema de la pureza dentro de la i munidad, comparando estos contenidos
con los contenidos de de mentos posteriores.
Las tres tendencias que veíamos reflejadas en el bloque de halak sobre la pureza del Rollo del Templo se
hallan igualmente presentes! las halakhot de 4QMMT. Este texto además nos permite precisar qu tercera
de esas tendencias, la extensión del campo de contaminación^ hacía de acuerdo con la halaká saducea,
como ya había intuido Geig señalado como posible P. Sacchi antes incluso de la publicación HQTemple
y de 4QMMT 26. Aunque las disputas haláquicas entré!J duceos y fariseos conservadas en la tradición
rabínica son muy pocas' censura posterior (que ha sustituido el nombre de «saduceos» por «j rejes» en
muchas ocasiones, tanto en las ediciones como en parte i tradición manuscrita) dificulta aún más la tarea
de precisar exac te la halaká saducea, en dos problemas en los que ciertamente los sa ceos y los fariseos
se hallaba'n enfrentados (el Tebul Yom y el NissC 4QMMT presenta la posición sectaria como
coincidente con la ción saducea conocida27.
Para las gentes de Qumran la corriente líquida (nioq) es transn de impureza, es decir, que cuando se
vierte un líquido cualquiera i
recipiente puro a otro impuro, la impureza de este último se transmite por la corriente y contamina al
recipiente originariamente puro:
Y también sobre las corrientes líquidas nosotros decimos que no hay en ellas pureza. Incluso las corrientes líquidas no pueden
separar lo impuro de lo puro, porque la humedad de las corrientes líquidas y sus recipientes es una misma humedad (4QMMT
5861; TQ, 128).
Esta posición era contradicha formalmente por los fariseos (m.Ya-[¿ayim 4:7) y defendida por los
saduceos.
También en la controversia sobre si el Tebul Yom (uno que se ha ba-|ftado pero no ha esperado hasta la
puesta del sol, según la terminología fabínica) debe considerarse puro o impuro, la halaká sectaria
coincide Con la saducea y es más rigurosa que la farisea (m.Parah 3:7). Para los fariseos el baño
permitía recuperar el estado de pureza sin esperar a la puesta del sol, lo que facilitaba sensiblemente la
vida de la gente, mientas que para los qumranitas sólo a la puesta del sol uno es considerado Buró de
nuevo. Esto podía deducirse ya de varios de las halakhot del \ollo del Templo, pero aparece aún más
claramente en las regulaciones abre la impureza del leproso de 4QMMT y está afirmado explícitamente i
la halaká sobre la ternera roja de este documento:
Y también en lo que concierne a la pureza de la ternera roja de la ofrenda por el pecado: que quien la degüelle y quien la queme y
quien recoja las cenizas y quien rocíe el agua de purificación, todos éstos a la puesta del sol deberán ser puros, de manera que
quien es puro rocíe al impuro (4QMMT 16-19; TQ, 127).
III. LA PUREZA EN CD IX-XII,20
Rollo del Templo y 4QMMT son dos textos característicos del perío-i formativo y de los inicios de la
instalación de la comunidad en Qum-in. Lo que más adelante aparecerá como elementos peculiares de la
so-ción qumránica al problema de la pureza se encuentra en estos textos j mente en germen, como una
tendencia hacia soluciones propias den-i de lo que debía ser la problemática general del judaismo de
mediados siglo II a.C. Esta problemática cambia sensiblemente cuando coméntalos a estudiar los textos
que corresponden a un período posterior y i nos muestran cuáles eran los problemas importantes para la
comu-íad una vez rotos los lazos que la unían a Jerusalén y al Templo. I,a segunda parte del Documento
de Damasco contiene una amplia ción haláquica que sirve perfectamente para nuestro propósito (CD II,
20) y que se concluye con una especie de colofón28:
26. En su contribución: «Da Qohelet al lempo de Gesú», en Aufstieg und Niedergang t mischen Welt II, Principal 19.1, Berlin-New York,
1979, 3-32.
27. Los lexios rabínicos peninentes se hallan recogidos y comentados en el artículo citl J, M. Baumgarlen, «The Pharisaic-Sadducean
Controversies aboul Purity and ihe Qumran TeX
2H. Así lo considera C. Rabin, The Zadokite Documents. I The Admonition. II The Laws, Ox-I IVÍH, que añade en su traducción: «Thus far» (p.
63). Otros prefieren considerar el texlo como el hliii/o de una nueva sección cuyo conlenido se habría perdido; así E. Colhenel en Les Textes de
Hraw Iraduits et antmtés, Paris, 1963, vol. 2, 198.
176
177FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ EL PROBLEMA DE LA
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este largo proceso es descrito corno un proceso de purificación progresé I va en el que cada etapa pasada
permite al candidato franquear un nivel» j de purificación, lo que le permite una participación cada vez
más cor pleta en la pureza de la secta. El texto es explícito:
Y cuando él se acerque al consejo de la comunidad (después del primer examen < resultado positivo de los Numerosos), no
entrará en contacto con la pureza de 1 Rabbitn hasta que ellos lo hayan examinado sobre su espíritu y sus obras, hasta qu
complete un año entero (1QS VI,16-17; TQ, 46).
Sólo después de este año puede entrar en contacto con la pureza de le Numerosos. Esta pureza no son
«las purificaciones rituales especial? practicadas por los miembros de la comunidad», como supone
Moraldi < su nota37, influido sin duda por la descripción de Josefo sobre el «noy ciado» esenio, sino que
es el alimento puro de la secta, como probó Lich3 Pero incluso después de este primer paso, su nivel de
pureza no es aún ce siderado completo. Es suficiente para inscribir sus bienes en el registro de ]
comunidad, pero no para que él mismo sea considerado lo suficienten te puro como para participar en el
masqeh, la bebida de los Números
Que no entre en contacto con la bebida de los Numerosos hasta que complete un j gundo año en medio de los miembros de la
comunidad (1QS VI,20-21; TQ, 57
Sólo cuando el nivel de pureza adquirido por el candidato es si] cíente como para permitirle participar en
el alimento líquido de la munidad, es considerado como un miembro completo en cuanto a la I horah, la
pureza.
Este proceso de incorporación progresiva es el que nos permite i prender la serie de penas que son
impuestas por las distintas transjj siones en el Código Penal. «La separación de la pureza de los Nur sos»
durante un año significa que el transgresor se halla reducid nuevo al estado de pureza de uno cuya
presencia contaminaría a " munidad, es decir, que queda relegado al nivel de pureza en el que i lian los
aspirantes y necesita purificarse durante un año antes de refl grarse plenamente en la comunidad. Un
ejemplo tomado del final del Código Penal nos prueba sin lu dudas que ésta es la interpretación correcta,
ya que describe exac te este mismo proceso no como el proceso de introducción de un ni miembro sino
como la pena impuesta por una falta grave:
Aquel cuyo espíritu se aparta del fundamento de la comunidad para traicl< verdad y marchar en la obstinación de su corazón, si
se arrepiente, será <
37. L. Moraldi, / manoscriti di Qutnran, Torino, 1970, 153.
38. J. Licht, Megillat ha-Serakim, Jerusalem 1965, 294-303 (en hebreo), y ya antes S. Llb «The Discipline of the so-called Dead Sea Manual of
Discipline»: Journal of Biblical Lltt (1952), 199-206.
dos años; durante el primero no se acercará al alimento puro (tohorah) de los Numerosos, y durante el segundo no se acercará a la
bebida (masqeh) de los Numerosos; y se sentará detrás de todos los hombres de la comunidad; y cuando se cumplan los dos años,
los Numerosos serán interrogados sobre su asunto, y si lo aceptan él será inscrito en el lugar apropiado y después será interrogado
sobre el juicio (1QSVII,18-21;TQ, 58).
En estos textos haláquicos encontramos todos los elementos característicos de la solución qumránica al
problema de la pureza. El transfer de las exigencias de pureza de la esfera del Templo a la comunidad es
completo. Las penas impuesta no tienen otro objeto que el de garantizar la pureza de la comunidad. La
separación de esta comunidad es expiatoria y funciona como un sustituto de la expiación del Templo. En
torno a la comunidad se crean incluso una serie de niveles de pureza progresiva en paralelo a los niveles
concéntricos de santidad y de pureza en torno al Santo de los Santos.
Otro elemento fundamental en estos textos es la completa identificación de lo que nosotros distinguimos
como impureza ritual y como impureza moral (para entendernos). En Qumrán el concepto de impureza
se ; na identificado con el concepto de pecado. Esta innovación es conside-I rada por Neusner
«absolutamente sin paralelo» 39. La impureza contraí-i da por cualquiera de las faltas enumeradas en el
Código es considerada J como efectiva, y el culpable debe someterse a un proceso de purificación Gra
poder librarse de ella y participar de nuevo en la pureza de la secta, s ofensas que originan el alejamiento
de la pureza de la comunidad no I ion únicamente las transgresiones que causaban una impureza ritual,
sino Quebrantar cualquier precepto. Como dice Neusner, en Qumrán «aquel ue peca es impuro y
requiere purificación; la impureza de la mujer henstruante y la de una persona arrogante no se distinguen
en modo alano». Del mismo modo que en la halaká tradicional, por ejemplo, el pe-jíodo de impureza de
una mujer es mayor después de haber dado a luz a na niña que a un niño, así en Qumrán el período de
castigo está en re-ición con la gravedad de la ofensa; el período de separación de la pure-de la
comunidad nos indica la gravedad de la falta cometida y la favedad de la contaminación que esa falta
supone para la pureza de la Cta.
Hasta ahora nos hemos concentrado exclusivamente en textos halá-llicos de la secta, los menos aptos tal
vez para expresar una teología, iro los más adecuados para reflejar la vida de un grupo y para indicar- l
el proceso de autodefinición sectaria. No podemos olvidar, en efecto, ||e dentro del judaismo del
Segundo Templo las diferencias ideológicas
1, en definitiva, sólo relativamente importantes, y que es en la halaká
J. Neusner, The Idea ofPurity, 54.
182
183FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
.....<EL PROBLEMA DE LA PUREZA: LA SOLUCI t ÓN QUMRANICA
que gobierna la vida del grupo donde se precisa su desarrollo sectario. Pero no podemos abandonar
nuestro tema sin mencionar al menos algunos de los textos de fuerte contenido teológico en los que la
formulación de los pensamientos sobre la pureza nos revelan lo que constituye tal vez el elemento más
radical del la concepción qumránica de la misma. Me refiero a lo que Paolo Sacchi ha definido como
«identificación del hombre y de la impureza», la consideración de la estructura misma del ser humano
como impura, y la identificación de purificación y justificación.
En Qumrán, en efecto, el hombre es considerado como radicalmente! impuro, «una estructura de
pecado». Quien no pertenece a la secta esj descrito así:
Él no será limpiado por las expiaciones; no será purificado por el agua lustral; no j será santificado por las aguas del mar y de los
ríos; no será justificado por todas laí i aguas de ablución; impuro, impuro será... (1QS 111,4-5; TQ, 51).
Pero esta situación radical de impureza no es exclusiva de quien n<jl pertenece a la comunidad. En el
Himno que concluye la Regla de Comunidad, el salmista dice expresamente:
Yo pertenezco a la humanidad impía, a la asamblea de la carne perversa. Mis i quidades, mis faltas, mi pecado, con la perversión
de mi corazón, pertenecen a asamblea de los gusanos y de quienes caminan en tinieblas (1QS XI, 9-10; TQ, 60f<
En esta situación, que es, pues, la de todo hombre, la impurez como dice Sacchi, «no es sólo una fuerza
que debilita al hombre, sil que es la realidad misma del mal» 40. De esta situación sólo Dios pued salvar
al hombre justificándolo, justificación que es una purificación. T mismo Himno de la Regla afirma:
Con la abundancia de su bondad él expiará todas mis iniquidades, y con su ju él me purificará de la impureza de hombre y del
pecado de hijo de hombre (1QS1 14-15; TQ, 65).
Pero esta justificación-purificación no se realiza en la esfera del Ten pío, sino que sólo se obtiene en el
interior de la comunidad, el nuev Templo en el que actúa el Espíritu divino que hace de la secta el lugar i
purificación y justificación:
Puesto que por el espíritu de la comunidad de verdad /con relación al camino i hombre/ serán expiadas todas sus iniquidades (las
del miembro de la comunida^j para que contemple la luz de la vida; y por el santo espíritu, (dado) a la comunid en su verdad, será
purificado de todas sus iniquidades; y por el espíritu de rectitl 40. P. Sacchi, «Da Qohelet al tempo di Gesü», 26-27.
184
y de humildad será expiado su pecado; y por la humildad de su alma para todas las leyes de Dios será purificada su carne,
asperjándola con aguas lústrales y santificándose con aguas de pureza (1QS 10,6-9; TQ, 52)41.
El miembro de la secta así purificado se encuentra al nivel de pureza de los ángeles. Los textos que nos
describen la comunidad del final de los tiempos nos ofrecen el ideal supremo de pureza de la secta: una
comunidad tan pura que los ángeles mismos se hallan en medio de ella 42. La Regla de la Congregación
(IQSa II, 3-11; TQ, 177) precisa detalladamente quiénes podrán formar parte de la comunidad del final
de los tiempos. Como es previsible, todos aquellos a quienes cualquier defecto físico según Lv 13 y 21
descalifica para ejercer las funciones sacerdotales son igualmente excluidos de la Congregación. Pero no
sólo ellos; de esta comunidad no podrá formar parte «ningún hombre que está afligido de cualquier
impureza de hombre». El motivo aducido es: «porque los ángeles santos están en su comunidad». La
Regla de la Guerra nos presenta el mismo ideal. Del ejército de los hijos de la luz son excluidas las
mismas personas a las que se niega la participación en la comunidad es-catológica (1QM VII,4-5); ni
ellas ni «el hombre que está afligido con una impureza de carne, todos ellos no irán con ellos a la
guerra». También aquí el motivo es «porque ángeles santos están junto con sus ejércitos» (1QM VII, 6),
los mismos ángeles que según 1QM XII,7-9 combaten la batalla final al lado de los hijos de la luz contra
los hijos de las tinieblas y los ejércitos de Belial, pero, sobre todo, los ángeles que ofician en el Templo
celeste y a cuya liturgia se asocian los sectarios.
Para terminar, resumiré brevemente los resultados de mi estudio. En el Israel a la búsqueda de su
identidad en el período del Segundo Templo el problema de la pureza fue determinante para dotar al
grupo qumráni-co de una identidad propia y para diferenciarlo de los otros grupos judíos que no
participan de los mismos ideales de pureza y que terminan por ser considerados como impuros y con los
que todo contacto es prohibido.
En Qumrán, en un comienzo, como en el resto de Israel, la pureza es una exigencia del ámbito del
Templo y del culto y que afecta particularmente al sacerdote. En los textos del período formativo
encontramos ya, sin embargo, una tendencia a extender las exigencias de pureza del Templo a toda la
ciudad santa y a no reducirla a los sacerdotes sino a extenderla a todos los fieles. Paralelamente hemos
podido constatar un recrudecimiento de las exigencias de pureza, una rigurosidad mayor, coincidente
con las posiciones del grupo saduceo.
Una vez realizada la ruptura con el Templo, cuyo culto se considera
41. Esta traducción de 1 QS 111,6-7 sigue la explicación del texto de Janowski-Lichtenberger, «Kndcrwartung und Reinheitsidee», 49-50, y H.
Lichtenberger, Studien zum Menschenbild in Texten der Oumrangemeinde (Studien zur Umweelt des Neuen Testaments 15), Tübingen, 1980, 120,
nota 8.
42. El tema de la pureza en IQSa ha sido estudiado suficientemente por L. H. Schiffman en su • rtloilo ya citado «Purity and Perfection».
185FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
profanado y cuyos ministros son vistos como impuros, la comunidad adapta las prescripciones de pureza
a su nueva situación con objeto de salvaguardar la pureza de la comunidad. La comunidad misma es
vista como un sustituto del Templo, lo que lleva consigo una transferencia de las exigencias de pureza a
la esfera de la comunidad. El estudio del Código Penal y del proceso de admisión nos ha mostrado que el
concepto de impureza acaba por identificarse con el de pecado. Las faltas de los miembros obligan a una
separación de la pureza de la comunidad; la presencia de un pecador hace impura a la comunidad, y todo
pecado es fuente de impureza. La teología de la secta llegará incluso a ontologizar la impureza radical
del hombre y a identificar la purificación con la justificación. Finalmente, los textos que nos describen la
comunidad esca-tológica situarán la pureza de la secta al nivel mismo de la pureza del Templo celeste: la
pureza que permite la comunión con los ángeles es el ideal máximo y la exigencia última de la pureza
qumránica.
ESPERANZAS MESIANICAS EN LOS ESCRITOS DEQUMRAN1
Florentino García Martínez
Pocos temas fueron tan ampliamente discutidos en los primeros veinticinco años que siguieron a los
descubrimientos y primeras publicaciones de textos procedentes de Qumrán como el tema del
«mesianismo» 2. El motivo de este interés es fácilmente comprensible. Contrariamente a la mayoría de
los otros escritos judíos de la época del Segundo Templo en los que la figura del Mesías o no aparece o
juega un papel muy secundario, los nuevos textos expresaban no solamente la esperanza de una
salvación escatológica, sino que introducían en esta espera la figura o las figuras de un Mesías
empleando la terminología técnica y prometían así clarificar los orígenes de la esperanza mesiánica que
ocupa un lugar tan central dentro el cristianismo. Estas esperanzas no se vieron cumplidas y la reacción
no se hizo esperar. El interés por el «mesianismo qum-ránico» pasó rápidamente a un segundo plano en
la agenda de estudios qumránicos3.
En las publicaciones de los últimos años se percibe un nuevo interés por el tema del mesianismo
qumránico, no en función de la idea mesiánica del Nuevo Testamento, sino como un objeto de estudio
en sí. Nuevos estudios aparecen con regularidad y abundancia4. No sería necesario,
1. Texto escrito a petición del profesor Günter Stemberger y publicado en alemán en el Jahrbuch für Biblische Theologie 8 (1993).
2. Desde el trabajo fundamental de A. S. van der Woude, Die messianischen Vorstellungen der (tcmeinde von Qumrán (Studia Semítica
Neederlandica 3), Assen, 1957. Una bibliografía de los trabajos más importantes de esos primeros veinticinco años se halla recogida en J. A.
Fitzmyer, The Dead Sea Sf ralis. Majar Publications and Tools for Study (SBL Sources for Biblical Study 4), Missoula, 1975, 114-118.
3. Es significativo que Fitzmyer en la edición puesta al día de 1991 de su The Dead Sea Scrolls. Ma/or Publications and Tools for Study (SBL
Resources for Biblical Study 20), Atlanta, 1991,164-167, unió añade seis títulos a la lista publicada en 1975.
4. Entre los estudios últimamente publicados, véase G. J. Brooke, «The Messiah of Aaron in the Dnmiiscus Document»; KQ 15/57-58 (1991),
215-230; A. Chester, «Jewish Messianic Expectations and
186
187FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
ESPERANZAS MESIANICAS EN LOS ESCRITOS DE QUMRAN
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pues, ocuparse de nuevo del tema si en el curso de 1992 no hubieran sido publicados diversos textos que
aportan nueva luz al mesianismo qumrá-nico5 y que, hasta ahora, no han sido integrados en una visión de
conjunto del problema.
Mi propósito es el de presentar simplemente los textos mesiánicos recuperados, es decir, todos los textos
de la biblioteca de Qumrán (publicados o inéditos) en los que se encuentran referencias a la figura del
Mesías empleando el término técnico, o a varias otras figuras mesiánicas, agentes de salvación
escatológicos a los que no se designa con el término específico de Mesías. Como es natural, trataré con
mayor detalle los textos que hasta ahora han sido menos estudiados, y mucho más brevemente aquellos
cuyo contenido ha sido ampliamente analizado en el pasado. Contrariamente a la presentación de otros
autores 6, no hago distinción entre los textos que pueden considerarse como sectarios o aquellos otros
cuyo carácter es más impreciso, convencido como estoy de que el simple hecho de que estos textos
fueran recogidos en la biblioteca sectaria es suficiente como para garantizarnos que su contenido fue
percibido como coherente con el pensamiento fundamental del grupo, y de I que también esos textos
cuyo origen es difícil de precisar reflejan el des- ! arrollo de las ideas bíblicas corriente en la época en la
que los textos pro- j píamente sectarios fueron compuestos. '• f
La imagen que resulta es fragmentada y calidoscópica, como los] textos mismos. No podemos olvidar
que nos hallamos ante la acumula^- j ción de textos producidos durante un período no inferior a
doscientoSjj años, y que pueden perfectamente reflejar distintas apreciaciones, modi-|
Mediatorial Figures and Pauline Christology», en M. Hengel-U. Heckel (eds.), Paulus und das anüke dentum, Tübingen. 1992, 17-89; M.A.
Knibb, «The Teacher of Righteousness - A Messianic Title?», P. R. Davies-R.T. White (eds.), A Tribute to Geza Vermes (JSOTS 100), Sheffield,
1990, 51-65; M. Knibb, «The Interpretation of Damascus Document VII,9b-VIII,2a and XIX,5b-14»: RQ 15/57-: (1991) 243-251; P. Sacchi,
«Esquisse du développement du messianisme juif a la lumiére du qumránien HQMelch»; ZAW 100 (Supplement) (1988), 202-214; F. M.
Schweitzer, «The Teacher Righteousness», en Z. J. Kapera (ed.), Mogilany 1989. Papers on the Dead Sea Scrolls, Volume 2 (~ ranica
Mogilanensia 3), Kraków, 1991, 53-97; L. E. Schiffman, «Messianic Figures and Ideas in Qumrán Scrolls», en J. H. Charlesworth (ed.), The
Messiah. Developments in Early Judaism and ristianity, Minneapolis, 1992,116-129; S. Talmon, «Waiting for the Messiah-The Conceptual Uni' se
of the Qumrán Covenanters», en S. Talmon, The World of Qumrán from Within. Collected Si Jerusalem/Leiden, 1989, 273-300 (= J. Neusner-W.
S. Green-E. Frerichs (eds.), Judaisms and Their Mi siahs at the Turn of the Christian Era, Cambridge, 1987, 111-137); S. Talmon, «The Concept
Masía and Messianism in Early Judaism», en J. H. Charlesworth (ed.), The Messiah, 79-115. J. C. Vi derKam, «Jubilees and the Priestly Messiah
of Qumrán»: RQ 13/49-52 (1988), 353-365.
5. Se trata de la editio princeps de tres textos árameos realizada por E. Puech, «Fragment d' apocalypse en araméen (4Q246 = pseudo-Dan) et le
'Royaume de Dieu'»: RB 99 (1992) 98-13| «Une apocalypse messianique (4Q523)»: RQ 15/60 (1992), 475-522; «Fragments d'un apocryphe
Lévi et le personnage eschatologique. 4QTes(Léww(?) et 4QAJ», en J. Trebolle Barrera-L. Vi Montaner (eds.), Proceedings ofthe Madrid
Congress on the Dead Sea Scrolls (STDJ 11), Leiden, 1' 449-501, pl. 16-22; y de un fragmento hebreo publicado por G. Vermes, «The Oxford
Forum for Qi ran Research: Seminar on the Rule of War from Cave 4 (4Q285)»:7/S 43 (1992), 85-94.
6. Por ejemplo, L. H. Schiffman en «Messianic Figures and Ideas in the Qumrán Scrolls» (ci en la nota 3).
ficaciones, transformaciones, de una misma idea. La biblioteca de Qumrán es homogénea, pero no es
unidimensional o monolítica. No podemos esperar más uniformidad en ella que la que se encuentra
dentro de la Biblia hebrea, el texto base que constituye el fundamento de todos los desarrollos
posteriores.
En ninguna de las 39 ocasiones en las que en la Biblia hebrea se emplea la palabra «Mesías» tiene esta
palabra el sentido técnico preciso de título de la figura escatológica cuya venida introducirá la era de la
salvación7. Los «Mesías» del Antiguo Testamento son figuras del presente, generalmente el rey (en Is
54,1 se trata de Ciro); más raramente, sacerdotes, patriarcas o profetas; y en los dos casos en los que
Daniel emplea la palabra, dos personajes cuya identidad es difícil de precisar pero que ciertamente no
son figuras «mesiánicas». La tradición posterior reinter-pretará ciertamente varias de estas alusiones
veterotestamentarias al «Mesías» como predicciones «mesiánicas», pero las raíces de las concepciones
que posteriormente emplearán el título de «Mesías» para designar a las figuras que introducirán la
salvación escatológica se hallan en otros textos del Antiguo Testamento que no emplean la palabra
«Mesías». Textos como las bendiciones de Jacob (Gen 49,10), el oráculo de Balaam (Num 24,17), la
profecía de Natán (2 Sam 7) y los Salmos reales (como los Sal 2 y 110) serán desarrollados por Isaías,
Jeremías y Ezequiel en dirección a la espera de un futuro «Mesías» real, heredero del trono de David.
Las promesas de restauración del sacerdocio de textos como Jr 33, 14-26 (ausente en los LXX) y el
oráculo sobre el sumo sacerdote Josué recogido en Zac 3, servirán de punto de arranque de la esperanza
posterior de un «Mesías» sacerdotal, lo mismo que la doble investidura de los «hijos del aceite»,
Zorobabel y Josué, en Zac 6,9-14 será el punto de partida de la espera de un doble «Mesías», reflejo de
una cierta división de poderes, presente ya desde Moisés y Aarón. De la misma manera, la presencia de
la triple función: rey, sacerdote, profeta, unida al anuncio de la futura venida de un «profeta como
Moisés» de Dt 18,15.18 y a la esperanza concreta del retorno de Elias de Mal 3,23, servirá de punto de
arranque para el desarrollo de la esperanza en la venida de un agente de salvación escatológico, se le
designe o no como «Mesías». Igualmente, la presentación de la misteriosa figura del «Siervo de
YHWH» de los capítulos 40-55 de Isaías como una alternativa al mesianismo tradicional en la
perspectiva de la restauración dará como resultado el desarrollo de la esperanza de un «Mesías
sufriente», y el anuncio de Mal 3,1 de que Dios ha de enviar a su «ángel» como mensajero para preparar
su venida permitirá desarrollar la espera de un mediador escatológico de origen no terrestre.
Este complejo de esperanzas «mesiánicas» tan diversas, apenas apuntadas en la Biblia hebrea, se hallan
recogidas y desarrolladas dentro de
7. En palabras de Hesse, «Reine der Messias-Stellen des Alten Testaments kann messianisch ge-dmtct wcrden», TWNT IX, 494.
188
189FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
ESPERANZAS MESIANICAS EN LOS ESCRITOS DE QUMRAN
«i
los manuscritos de Qumrán. Con la excepción, tal vez, de la figura «Hijo del Hombre», una figura que
arranca de Dn 7 y adquiere su piel desarrollo mesiánico en el Libro de las Parábolas de Enoch, pero
sobre 1 que los manuscritos de Qumrán parecen guardar un silencio que deja de ser sorprendente visto el
influjo de Daniel en los escritos qur nicos y la presencia entre ellos de varias composiciones
pseudodaniélic todas las otras figuras potencialmente mesiánicas del Antiguo Tes mentó se hallan más o
menos ampliamente desarrolladas en los escrit de Qumrán. El análisis de los textos que contienen estas
referencias i permitirá trazar el cuadro complejo de las esperanzas mesiánicas de la i munidad.
Comenzamos con aquellos textos que de hecho mencionan a una ¡ figura mesiánica, o porque era la
única esperada, o porque el azar conservación nos ha privado de los pasajes en los que otras figuras :
siánicas eran mencionadas, y concluimos con aquellos textos en los i varias figuras mesiánicas aparecen
simultáneamente.
I. TEXTOS QUE MENCIONAN UNA SOLA FIGURA MESIÁNICA
i 1. Mesianismo davídico <
En Qumrán encontramos una serie de textos que contienen la prolon ción de las líneas básicas del
mesianismo real y davídico de origen • rotestamentario, tal y como es expresado en textos como Jr 23,5é
oráculo de Balaam en Num 24,17 y el Salmo 2. Estos textos nos prue que dentro de la comunidad estaba
muy viva la esperanza de un «í sías-Rey». El paso de la alusión a un Rey-ungido a la esperanza de
«Ungido» que vendrá en el futuro como Rey, la encontramos el textos siguientes:
1.1. 4Q252 (4QpGena)
Este primer texto nos prueba que dentro de la comunidad de Qur famosa bendición de Jacob a Judá de
Gen 49,8-12 era ya interpr un sentido claramente mesiánico, confirmando así la antigüedad de I
terpretación mesiánica de este texto que se encuentra en el Tai Palestinense 8. El texto en cuestión
proviene de un pesher discontir Génesis que aún no ha sido íntegramente publicado, pero cuya pa
siánica es conocida desde 1956 como 4QPatriarchal Blessings '.¿i
8. En los que la bendición de Judá constituye uno de los textos claves para la expresión ( peranza mesiánica. Ver el estudio detallado de
M. Pérez Fernández, Tradiciones mesiánicas en il 1 Palestinense, Jerusalén-Valencia, 1981, 112-144, especialmente pp. 123-135 sobre Gen 49,10.
9. El pasaje mesiánico fue publicado por J. M. Allegro, «Further Messianic Referencei ín | ran Literature»: }BL 75 (1956), 174-184; las
dos primeras columnas conservadas del manuii sido recientemente publicadas por T. H. Lim, «The Chronology of the Flood Story in a Qu
composición se ha conservado en tres copias fragmentarias (4Q252, 253 y 254), de las que 4Q252 es la
más amplia. Por lo que puede deducirse de los fragmentos conservados, la obra comentaba secciones
escogidas de Génesis: la historia del diluvio, la maldición de Canaán, la alianza con Abrahán, el episodio
de Sodoma y Gomorra, los descendientes de Esaú y las bendiciones de Jacob. El comentario de estas
bendiciones, reconocidas como una unidad independiente 10, ocupaba al menos tres columnas del texto n.
El género literario de la obra es el de un verdadero pesher discontinuo o temático, como lo prueban no
sólo las fórmulas introductorias, «como está escrito» (111,1), «como dijo» (IV,2), o el empleo
reasumptivo [ de los pronombres (V,2.3), sino el mismo empleo del término técnico pes-íher en IV,2.
Esto mismo nos indica que se trata de una composición ori-I Binaria de la comunidad qumránica, un
hecho evidente por el empleo de lia expresión «los hombres de la comunidad» en V,5 y de la fórmula
[«corno dijo a Moisés para el final de los tiempos» en FV,2. Como pesher, pues, el texto pretende
ofrecernos el significado profundo del texto bíblico. Para la comunidad, la bendición de Jacob a Judá
contiene la veni-i del «Mesías» y se refiere realmente a ella. El texto en cuestión (4Q252 i/, 1-7) puede
traducirse así:
1
[No] se apartará un soberano de la tribu Judá. Mientras que Israel tenga el dominio, 2 [no] faltará quien se siente sobre el trono
de David. Pues «la vara» es la alianza de la realeza, 3 [y los mi]llares de Israel son «los pies». Vacat. Hasta que venga el mesías
de justicia, el retoño 4 de David. Pues a él y a su descendencia les ha sido dada la alianza de la realeza sobre su pueblo por todas
las generaciones eternas, que 5 ha observado [...] la Ley con los hombres de la comunidad. Pues 6 [... «a quien los pueblos deben
obediencia»,] es la asamblea de los hombres de [...] 7 [...] El da (TQ, 265).
En cuanto el carácter fragmentario del texto permite averiguar, cada lo de los elementos de la cita bíblica
ha sido provisto de su interpre-Ción 12. La palabra hebrea shebet ha sido interpretada en su doble Itido de
«cetro» y de «tribu», y cetro ha sido comprendido como jberano», sin llegar a la radicalidad de la
interpretación del Targum
)»: JJS 43 (1992), 288-298. Las fotografías de todos los fragmentos conservados se hallan en I 4.1.253 y 43.381, reproducidas en las planchas 1289
y 1375 de R. H. Eisenman -J. M. Robinson i), A Facsímile Edition ofthe Dead Sea Scrolls, Biblical Archaeology Society, Washington, 1991 (en
»nfc = FE).
10. Separadas por un Vacat del texto precedente y encabezadas con el título «Bendiciones de l)b-, en 4Q2S2 IV, 3.
11. La columna IV,3-7 contiene restos de la bendición de Rubén, V,l-7, parte de la bendición de i, y los restos de la columna VI corresponden a
la bendición de Neftalí.
\1. La cita misma no se ha conservado, y es imposible saber si una cita literal de Gen 49,10 pre-I «I comentario de esta columna V. La evidencia
de las columnas precedentes es ambigua en este sen-I lo bendición de Rubén comienza con la cita literal seguida de su pesher, pero la
interpretación, por Rplo, tic la historia del diluvio se halla incorporada en las adiciones, modificaciones y supresiones del i mutuo.
190
191FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
f
ESPERANZAS MESIANICAS EN LOS ESCRITOS DE QUMRAN
palestinense que traducirá claramente por «rey», pero con las misma plicaciones. «La vara» es
comprendido como la alianza de la realeza y i como el Intérprete de la Ley de CD VI,7. Esta expresión
sitúa la int pretación claramente en la perspectiva de la promesa de una continuic dinástica que
culminará, como el texto expresa, en la venida del «Me as». La ecuación de «los pies» con los millares
de Israel acentúa el ce texto militar de la realeza prometida. PAM 41.708 (FE 409) muestraj existencia
de un Vacat en el manuscrito, y este dato permite compreníí que la expresión «Mesías de justicia» es
presentada como el equivale del misterioso shtloh del texto bíblico. La expresión es única en los tes de
Qumrán, pero el paralelo con Maestro de Justicia deja claro que j significado no es otro que el de Mesías
verdadero, legítimo13. La cli dependencia de la expresión de Jr 23,5 y 33,15: «En aquellos días si: taré a
David un retoño legítimo que ejercitará el derecho y la justici« muestra igualmente el carácter polémico
de la expresión en el conté anti-asmoneo de la comunidad y nos permite así encuadrar en un c<j texto
apocalíptico este desarrollo de la esperanza de un «mesías para el final de los tiempos. El más lógico
antecedente de la frase «que| observado» parece ser «su pueblo»; pero la ruptura del manuscrito^
permite precisar el sentido de «su pueblo». La unión con los hombre la Comunidad en la observancia de
(todos los preceptos de) la Ley, i llevaría a suponer que en la perspectiva del texto el reinado del «Mesí
se limita al pueblo fiel, es decir, a los miembros de la comunidad quj ránica, pero esta conclusión
sobrepasa la evidencia preservada. La __ dida del resto del texto nos impide igualmente saber en qué
sentido'] interpretada la referencia a los pueblos del texto de Génesis; la mis construcción de «a quien los
pueblos deben obediencia» en la lagur es más que una de las posibles reconstrucciones, sugerida por la
pre cia del pronombre reasumtivo, y keneset solamente se emplea una < vez en todos los textos
(4QpNah 111,7), con sentido negativo, referqj la asociación de los buscadores de interpretaciones
fáciles. A pesar de ello, las líneas generales del texto son suficientement ras como para asegurarnos que
en la interpretación qumránica la ción de Jacob a Judá ha sido vista como una promesa de restaurad^ la
monarquía davídica y de la perpetuidad de su función real. Y pij que al futuro representante de la
dinastía se le identifica no solar como el retoño de David, sino explícitamente como el «ungido verd ro»,
no queda duda sobre el tenor «mesiánico» del texto. Desgra mente, las precisiones que el texto aporta
sobre este «Mesías» muchas. Además de su carácter legítimo y davídico, de su insercU una dinastía
perpetua, y del tenor militar de su realeza, el texto pr< su venida en relación con la comunidad
qumránica y en polémica CC usurpadores asmoneos. Desgraciadamente el carácter fragmentar texto y la
ambigüedad de los pronombres empleados no nos
13. Como ya había probado van der Woude (obra citada en la nota 1), 171-172.
192
i precisar si su realeza perpetua se ejerce sobre todo el pueblo (de Israel) o lolamente sobre su propio
pueblo formado por aquellos que observan la j Ley dentro de la comunidad, ni en qué sentido los otros
«pueblos» son Ipuestos en relación con su venida.
Este primer texto, pues, refleja únicamente la idea tradicional del |«Mesías» hijo de David. Pero
conviene subrayar un caveat importante, f (¿252, a pesar de ser la copia más completa de la obra
conservada, es un nanuscrito extremadamente fragmentario, por lo que no puede excluirse |ue en otras
partes perdidas de la obra otras figuras mesiánicas jugaran un ípel. Este caveat no es simple reserva
metodológica, sino que está pro-icado por dos alusiones sorprendentes que se encuentran en las otras dos
)pias aún más fragmentarias de la obra que continúa inéditas. En uno de fragmentos de la parte inferior
de una columna de 4Q25414 se leen iramente las líneas siguientes: «/[...] los dos hijos del aceite de la
unción [...] / [...] observaron los preceptos de Dios [...] / [...] porque los ibres de la co[munidad...]». La
referencia a Zac 4,14 no deja ninguna Ja, y este texto, como veremos más adelante, parece haber
desempe-do una función importante en el desarrollo del mesianismo bicéfalo que Contramos en los
escritos de Qumrán. Por su parte, el fragmento más Iplio de 4Q253 1S, que conserva restos de dos
columnas, incluye una literal de Mal 3,17-18, un texto que precede directamente a la prosa del retorno de
Elias, promesa que condiciona la espera del profeta ítológico de la comunidad y cuyo carácter mesiánico
indicaremos más plante. Estos dos textos no permiten sacar ninguna conclusión, pero son i indicación
preciosa del tipo de materiales perdidos de nuestro pesher íénesis, y constituyen una invitación a la
prudencia. La misma esperanza en un retoño de David como futuro Rey-Mesías ncontramos en otros
textos claramente sectarios. A pesar de su caer fragmentario, estos textos aportan algunas precisiones
más que nos liten delinear los contornos de esta figura.
4Q161 (4Qphaa)
Kto en cuestión forma parte de un pesher continuo a Isaías del que se | Conservado tres columnas y nos
ofrece la interpretación qumránica |texto clásico de Is 11,1-5 u. Después de haber citado íntegramente el
bíblico en cuestión en las líneas 12-17 de la columna III, el texto Ce la interpretación qumránica del
mismo:
11
| La interpretación de la cita se refiere al retoño] de David que brotará en los dí[as postreros, puesto que] " [con el aliento de sus
labios ejecutará a] sus enemigos y
1M, 4<¿254 (4QpGenc): PAM 43.233, FE 1270. 4U2H (4QpGen''>: PAM 43.258, FE 1294.
ft, Texto en J. M. Allegro, Discoveries in the Juanean Desert of Jordán V, Oxford 1968, 11-15, n la» correcciones de J. Strugncll, «Notes en
marge du volume V des 'Discoveries in the Ju-ri nf Jordán'»: RQ 7 (1969-71), 183-186.
I FLORENTINO GARCÍA
MARTÍNEZ
En IQSfc la identificación del «Príncipe de la congregación» «retoño de David» es implícita. Por lo que
podría ser disputada.1) tunadamente, esta identificación es explícita en el texto siguient texto aún
parcialmente inédito pero que últimamente ha recibía gran publicidad. Se trata del fragmento 5 de
4Q285. "i
La obra de la que este fragmento proviene se ha conservado ,j ejemplares19 y era conocida como
Berakhot Milhamah, aunque es fl»¡ sible que ambas copias provengan del final perdido del Rollo déla*
conocido por copias de la Cueva 1 y de la Cueva 4. El contenido ge1 los fragmentos conservados, la
referencia en ambos a la destruccid Kittim, la mención de los arcángeles Gabriel y Miguel, y las ali1'
«Príncipe de la congregación»20, son otras tantas indicaciones e rección. Sea lo que fuere sobre la
identidad de ambas composic cierto es que el fragmento 5 de 4Q285 es interesante para nuestl El
fragmento fue dado a conocer en los periódicos en noviei 1991 por los profesores R. Eisenman y M.
Wise como contení muerte de Mesías y ofreciendo así un perfecto paralelo a la ideaí y a la posterior
concepción rabínica del Mesías hijo de José que $ la batalla escatológica. Un artículo posterior de G.
Vermes 21 p* no el primer análisis científico del texto, al que respondió mente J. D. Tabor22. El texto en
cuestión puede traducirse asírji
!
1.4. 4Q28S frag. 5
1
[... como dijo] Isaías el Profeta: «Serán cortados [los más gruesos ( con el hierro y el Líbano, con su esplendor,] caerá. Saldrá un
renuevo I Jesé [...] 3 [...] el retoño de David, y entrarán en conflicto con [...] 4 [,,J el Príncipe de la congregación, el reftoño de
David ...] 5 [...] y con herís cerdote ordenará [...] 6 [...] la destrucción de los Kittim [...] (TQ, 17i|
La polémica se centra evidentemente en la interpretación i y se debe tanto al carácter fragmentario del
texto como a la í misma de la expresión hebrea empleada. La forma hiphit puede ser vocalizada como
una tercera personal plural (ellos í como una tercera persona singular con sufijo (él lo matará). H
19. 4Q28S y la copia proveniente de la Cueva 11 publicada por A. S. van der ' tulo de HQBerakhot, «Ein neuer Segensspruch aus Qumran», en
Bibel una Qunt*** Bardtke), Berlín, 1968, 253-258, que coincide con los fragmentos 3 y 4 de 4Q285.1 cia fue señalada por J. T. Milik,
«Milkíedeq et Milkí-resa' dans les anciens écrits juiflt 23 (1972), 143, que fue igualmente el primero en sugerir que ambos manuscritos
pro"1* dido de la Regla de la Guerra.
20. Además del fragmento 5,4, se hace referencia al «Príncipe de la congrí mentos 4,2 y 6 y 6,2; pero desgraciadamente se trata de referencias
demasiado frag' aportarnos ningún elemento útil.
21. G. Vermes, «The Oxford Forum for Qumran Research Seminar on th« 7 Cave 4 (4Q285)» (citado en la nota 4).
22. J. D. Tabor, «A Pierced or Piercering Messiah? - The Veredict ii Stlll I (1992), 58-59.
196
ESPERANZAS MESIANICAS EN LOS ESCRITOS DE QUMRAN
k verbo en plural en la línea 3 podría favorecer la comprensión del •bo como plural suponiendo una
continuidad entre ambas; pero la la-existente y la presencia en la línea 5 de un verbo en singular reduce
_erza de este argumento. Por otra parte, la ausencia del indicativo de |to (en hebreo 'et) delante de
«Príncipe de la congregación» aconseja (mente considerar al «Príncipe de la congregación» como sujeto
del , aunque tampoco es éste un argumento decisivo. En definitiva, sólo itexto puede ayudarnos a decidir
entre las dos interpretaciones Bticalmente posibles. Pero este contexto no deja, en mi opinión, | alguna
sobre el significado de la frase.
' el texto de Isaías que el autor cita expresamente, no se anuncia la ! del «retoño de David» sino que
será él expresamente quien juzgará .n matará al impío. Aún más importante es la interpretación qum-I de
este texto bíblico en 4Q161, que hemos citado previamente. En O solamente se menciona al «Príncipe de
la congregación» en la co-111,15, sino que se acentúa su carácter victorioso y se interpreta «Lí-Py «los
más gruesos del bosque» como significando a los Kittim que Mstos en su mano (col. 111,1-8). Esa
misma exaltación victoriosa del pe de la congregación» la hemos visto en IQSb, que también em-exto de
Isaías, y aparece igualmente en las demás alusiones qum-1 personaje. De la misma manera, la referencia
a la destrucción de i de la línea 6 nos sitúa claramente en la perspectiva del Rollo de l y de la victoria
definitiva sobre las fuerzas del mal. Lo que nos UC la idea de que es el «Príncipe de la congregación»
quien mata a a rio es la que mejor se adapta tanto al texto bíblico de origen •S otras interpretaciones de
ese texto en los escritos qumránicos; I mejor explica todos los elementos conservados, y está provista de
convincentes en otros textos relacionados. ba, por el contrario, de la muerte de este «Príncipe de la
conk» a manos de su adversario escatológico no se halla documen-Ungún otro texto qumránico que trata
del «Mesías» davídico, ni Otro de los textos qumránicos que mencionan al «Príncipe de *«ción» la
alusión de Dn 9,25-26 a la muerte del «Ungido» o ._l al «siervo sufriente» de Is 40-45 juegan ningún
papel. Por lo Hos concluir que la muerte del «Mesías» es contextualmente "or de nuestro texto. vo texto
nos aporta simplemente y de una forma concreta la que la victoria del «Mesías hijo de David» incluirá la
des-j IU adversario escatológico en la guerra del final de los tiem-brueba explícita de que en los textos
qumránicos la figura el «Príncipe de la comunidad»23 es idéntica con el «retoño de I decir, con el
«Mesías-rey» tradicional.
I tlfl en los textos ya citados, el «Príncipe de la congregación» aparece en 1QM V,l, M (ion dice la inscripción que portará en su cetro, y en CD
7,20 y 4Q376, dos textos I mal mirlante.
197
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
Otro texto que puede referirse a la misma figura mesiánica ha recientemente publicado por E. Puech 24.
Es un texto fascinante, ai su interpretación no deja de presentar problemas. El manuscrito sido descrito
con una gran precisión por J. Starcky en 1956: «Un texte mentionne le Messie, mais les bienfaits du
salut eschatologique, 1 qués d'aprés Is XLss et Ps CXLVI, sont attribués directement a nai» 25. La
referencia al «Mesías» aparece en el fragmento mejor ce vado, frag. 2 col. II:
7 [pues los cié] los y la tierra escucharán a su mesías, 2 [y todo] lo que hay en ( se apartará de los preceptos de los santos.3
¡Reforzaos, los que buscáis al f su servicio! Vacat. 4 ¿Acaso no encontraréis en eso al Señor, (vosotros,) ti que esperan en su
corazón? 5 Porque el Señor observará a los piadosos, y ] por el nombre a los justos, 6 y sobre los pobres posará su espíritu, y a los
fí renovará con su fuerza. 7 Pues honrará a los piadosos sobre el trono de la j eterna, 8 librando a los prisioneros, dando la vista a
los ciegos, enderezarle torcidos. 9 Por siempre me adheriré a los que esperan. En su misericd juz[gará] 10 y a nadie le será
retrasado el fruto [de la obra] buena, " y el Señe, rá acciones gloriosas como no han existido, como él lo ha di[cho,] n pues <S los
malheridos, y a los muertos los hará vivir, anunciará buenas noticias f J mudes,13 colmará [a los indigenjt.es, conducirá los
expulsados, y a los 1 los enriquecerá. 14 [...] y todos [...] (TQ, 409).
El primer problema que el texto presenta es el de determinar i primera línea se trata de un «Mesías»
(como hemos traducido) ~ rios. El texto hebreo lee claramente lemeshiho, pero, como editor, en el
hebreo de Qumrán la forma puede también ser leíd un plural (y de hecho un buen número de autores
traducen en plu ungidos» lemeshiho de CD 11,12 y VI, 1 sin corregirlo en lemeshfa lo que Puech traduce
prudentemente «Su (Sus?) Mesía(s)». Si tado claramente por una traducción en singular se debe a la pr<
la misma palabra en el fragmento 8,9, pero en una forma que '< mente plural26 y que parece designar a
los profetas (o, según """ sacerdotes), y porque el paralelo en la línea 6 de «su espíritu.,, fuerza» me
1.5. 4Q52Í 2 II
parece favorecer claramente la comprensión de la ¡ como un singular con el sufijo claramente referido a
Dios.
Así, pues, el texto trataría aquí de un solo «Mesías». Pero determinar si este personaje es el «Mesías
davídico» u otra fig, siánica», ya que lo único que sobre él nos dice el texto es que «J. y la tierra le
escucharán» y que en su época todo lo que ha)N «no se apartará de los preceptos de los santos» 27. Una
refer
24. E. Puech, «Une apocalypse messianique» (citado en la nota 4).
25. J. Starcky, en «Le travail d'édition des manuscrits de Qumrán»: RB 63 (1954)(<
26. En el fragmento 9,3 la palabra «Mesías» se halla incompleta, por lo que no M1
27. Una expresión única y difícil de explicar, puesto que en los demás escrito» u I
198
ESPERANZAS MESIANICAS EN LOS ESCRITOS DE QUMRÁN
entaria a «su cetro» en la columna siguiente (frag. 2 111,6) podría íientarnos hacia el «Mesías real», pero
por una parte la lectura es in-'erta y por otra no hay manera de probar que este personaje es el lismo que
el «Mesías» de 11,128. La única indicación que yo encuentro I el texto para identificar este «Mesías» con
el «Príncipe de la con-legación» es que el horizonte de la salvación escatológica que el Señor Jaliza
durante su época parece estar limitado a la congregación esca-Jógica, la asamblea de los fieles de los
últimos tiempos. Es cierto que H fórmulas empleadas son casi todas ellas de raigambre bíblica, pero el n
junto de las promesas se limita ciertamente a los que buscan al Sor, esperan en él y perseveran en su
servicio. Aunque en sí mismas as expresiones pueden perfectamente referirse a todos los fieles de Is-|1,
la doble mención de los «piadosos» (los asidim a los que se re-jínpensa con «el trono de la realeza
eterna») que encuadran las refe-¡Icias provenientes del Salmo 146 y el hecho de que una de las biones de
esta edad mesiánica sea precisamente la supresión de los Itáculos físicos que impiden formar parte de la
Comunidad, parece "car que el horizonte de la salvación escatológica que el Señor reali-n la época de su
«Mesías» se limita a los miembros de la congrega-i escatológica. Lo que podría indicar que en este texto
la simple delación de «Mesías» era empleada como referencia al «Mesías ídico», el «Príncipe de la
congregación», al que IQSb presenta en tcha relación con la congregación.
[ El único estudio aparecido hasta el momento sobre este manuscrito 29 lidera que nuestro texto habla
efectivamente del «Mesías» davídico, » sin aportar ningún otro argumento que la aserción (claramente
nea) de que en Qumrán (con la posible excepción de 1QS) sola-|te se esperaba a un «Mesías». Para los
autores, el personaje descrito ÍQ521 sería el precedente directo de la concepción cristiana del «Me->. Su
argumento es doble: la suposición de que 4Q521 presenta al lías» resucitando a los muertos, y el paralelo
de las expresiones de la 12 con Mt 11,4-5 y Le 7,22-23, la respuesta a la embajada del Bau-en la que son
descritos los signos de la llegada del «Mesías». Esta se-
H'cptos» de Dios, y en la mayoría de los casos Dios aparece explícitamente mencionado. En los idf Qumrán, como en la Biblia hebrea, «Santos»
puede designar obviamente a los ángeles, por lo Ifrlue podría significar la unión del «Mesías» con los «Santos» e indicar que en la época
mesiánica p Crrncíón observará los preceptos angélicos; pero «los santos» es igualmente empleado (sobre todo % de contenido escatológico, como
1QM y 1 QSb) como una designación de los miembros de la 'id, por lo que la expresión podría comprenderse como aludiendo a los preceptos
divinos tal y fililí interpretados por los miembros de la comunidad. ¿O se trata simplemente de una calificación I df estos preceptos como preceptos
santos?
De hecho, la referencia a «todo Israel» en 111,5 podría implicar un contexto diferente, ya que [ parece restringir su horizonte a los miembros fieles
de la comunidad en la descripción de la edad Iv'A de la columna II. Puech reconoce en la alusión al cetro una referencia al «Mesías de Israel», y
imloncH al sacerdocio de los fragmento 8-9 una posible referencia al «Mesías sacerdotal», pero I prudentemente que el estado del manuscrito no
permite sacar ninguna conclusión definitiva. M. O. Wise-J. D. Tabor, «The Mcisiah at Qumran»: BAR 18/6 (1992), 60-65.
<l
gunda constatación es correcta, en cuanto que la unión en una mis frase de la resurrección de los muertos
con el anuncio de buenas nue a los anawim proveniente de Is 61,1 no estaba atestiguada precede mente
fuera del Nuevo Testamento. Pero la primera suposición, que i «Mesías» como el agente de las acciones
portentosas de la salvación ¡j catológica, me parece completamente equivocada y no es más qu resultado
de una lectura defectuosa del manuscrito.
En la línea 10 leen «y [en su bon]dad [por siempre. Su] Santo [i sías] no tardará [en venir]», apoyando su
reconstrucción en el emple esta misma expresión en 1Q30; pero tanto la lectura de «y en su 1 dad»,
como la de «Santo», son paleográficamente imposibles, los tra supuestos no corresponden con los restos
conservados. Igualmente :' es su lectura «la obra», en la línea 11, que además de ser sintáctica' te extraña
priva de sujeto a los verbos siguientes; leer con el edite hará».
Wise-Tabor se ven obligados a reconocer que el Señor es el age las obras anunciadas en las líneas 5-9
(entre las que se encuentran i nos de los elementos, como la curación de los ciegos, que tambiéivj recen
en los textos neotestamentarios), pero suponen un cambio de ( a partir de la línea 10. Para ello
introducen en la laguna de la lín una mención del «Mesías» 30 y en la línea 11 una idea que no si aparece
en el texto correctamente leído, sino que es contraria al pj miento de toda la Biblia hebrea: la idea de que
hay acciones marav (en sentido positivo) que no son obra del Señor. Wise-Tabor tradui las líneas en
cuestión: «(10) a[nd in His] go[odnes forever. Hir [Messiah] will not be slow [in coming.] (11) And as
for the wond were not the work of the Lord, when he (i.e. the Messiah) [con then he will heal the sick,
resurrect the dead, and to the poor ; glad things». Pero todas estas especulaciones son innecesarias si < es
correctamente leído. En él, ni el Mesías resucita a los mi hay acciones maravillosas que no son obra de
Dios. Lo que el i enseña es que en la época final, en el tiempo del «Mesías», Dic acciones maravillosas
como lo ha prometido, y que la resurreccid muertos (de los que han sido fieles, por supuesto 31) será una
obras maravillosas.
Estos textos nos prueban suficientemente que la esperanza i turo «Mesías» heredero de las promesas
davídicas, que constit tro del mesianismo rabínico posterior, estaba muy presentes samiento de la
comunidad de Qumrán. Pero, a diferencia del i posterior, las esperanzas mesiánicas de la comunidad no
se '. esta figura del Mesías-Rey, sino que desarrollará al mismo tie varias de las figuras potencialmente
mesiánicas del Antiguo Te
30. Aunque reconocen que se trata de una reconstrucción puramente especulÉtlV
31. Como lo precisa el fragmento 7+5 11,5-6: «como ellos los malditos; puei elloil muerte [cuando] (6) [haga aljzarse el vivificador a los
muertos de su pueblo».
200
i 2. Mesianismo sacerdotal
I Junto con el Rey, el Sumo Sacerdote es uno de los principales personajes Ique reciben la «unción» en
la Biblia hebrea. Nada tiene, pues, de extra-lílo que ya dentro del mismo Antiguo Testamento
encontremos indicios fiel posible desarrollo de estas referencias al Sumo Sacerdote en cuanto «ungido»
en dirección de la expectación de un agente de salvación de ca-ácter sacerdotal en la época escatológica
junto con el «ungido» de ca-ícter real. En esta dirección creo que debe interpretarse la visión de Zac ' y
el desarrollo de Zac 6,9-14. En el primero de estos textos la futura dad mesiánica está claramente
dominada por la figura de Josué, el imo Sacerdote, mientras que «el retoño» sólo aparece
incidentalmente en una posición secundaria. A ninguno de estos dos personajes se les isigna ahí
expresamente como «Mesías», pero ambos textos están liertos a esta interpretación. Como veremos
luego, esta interpretación fá desarrollada dentro de la comunidad qumránica en un mesianismo Céfalo;
pero un texto últimamente publicado nos permite entrever un '•arrollo autónomo de la esperanza de la
venida de «Mesías sacerdotal» '[no agente salvador al final de los tiempos.
Se trata de un texto arameo, una de las copias del Testamento ara-10 de Leví, recientemente publicado
por E. Puech 32 y que contiene (fresantes paralelos con el capítulo 18 del Testamento de Leví griego
Huido en los Testamentos de los XII Patriarcas. Por lo que puede decirse de los restos conservados, el
protagonista de la obra (probable-TJte el patriarca Leví, aunque no puede excluirse completamente el
que ¡raíase de Jacob dirigiéndose a Leví) se dirige a sus descendientes con 1 serie de exhortaciones y les
cuenta algunas de las visiones que le han ) reveladas. En una de ellas, les anuncia la venida de un
personaje mis-bso. Aunque el texto es desesperadamente fragmentario, tiene un in-1 notable, ya que
parece evocar la figura de un «Mesías sacerdotal», jMesías» descrito con los rasgos del Siervo sufriente
de Isaías, como Idicaba J. Starcky en su primera descripción del manuscrito 33. Los Srngmentos más
extensos e importantes de este nuevo texto pueden Ucirse así: 4Q540 frag. 9 col. I
1
|...| los hijos de la generación [...] 2 [...] su sabiduría. Y expiará por todos los hijos ilr su generación, y será enviado a todos los
hijos de 3 su pueblo. Su palabra es Como la palabra de los cielos, y su enseñanza, según la voluntad de Dios. Un sol eterno
brillará 4 y su fuego quemará en todos los confines de la tierra; sobre las tinieblas brillará. Entonces desaparecerán las tinieblas 5
de la tierra, y la obscuridad tí. l'ucch, «Fragments d'un apocryphe de Lévi et le personnage eschatologique. 4QTestLé- [}A¡* (citado en la
nota 4).
|. Siüivky, «l,cs quatrc étnpcs du mrssninismr ñ (Jumrñn: KR 70 (1963), 492.
201FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
ESPERANZAS MESIANICAS EN LOS ESCRITOS DE QUMRAN
del orbe. Proferirán contra él muchas palabras, y abundancia de 6 mentiras; in taran fábulas contra él, y proferirán toda suerte de
infamias contra él. Su genera transformará el mal, 7 y [...] establecida en la mentira y en la violencia. El pu errará en sus días y
estarán perplejos (TQ, 319).
El texto conservado no designa a este personaje expresamente! mo «Mesías». A pesar de ello, y a pesar
del estado fragmentario en 4 el texto nos ha llegado, no hay duda de que en el personaje en él f crito es
posible reconocer una figura mesiánica cuya venida se and para el futuro. Que este futuro es el futuro
escatológico está cij puesto que es descrito como el período del dominio de la luz en r'" las tinieblas
desaparecerán del orbe, pero durante el cual una par pueblo se mantendrá en el error y se opondrá
directamente a est viado. El carácter sacerdotal de esta figura está expresamente inc 11 en su función
expiatoria: «Y expiará por todos los hijos de su gi ción». Este mismo personaje tendrá una clara función
docente,';] seerá la sabiduría suprema, puesto que «su palabra es como la p de los cielos». La
correspondencia del personaje así descrito con el «Mesías dote» descrito en el capítulo 18 del
Testamento de Leví griego préndente34 y nos prueba, al menos, que la presencia de esta fig" cerdotal en
los Testamentos de los XII Patriarcas no debe ser at sin más a interpolaciones o influencias cristianas,
sino que se trat desarrollo existente ya dentro del judaismo. Este texto nos pruebi mente que la
caracterización de este «Mesías-sacerdote» con lor del «Siervo sufriente» del Deutero Isaías tampoco es
una innoví origen puramente cristiano, sino el resultado de desarrollos pretí Nuestro texto subraya que
aunque será enviado «a todos los hij pueblo», la oposición a esta figura, «luz de las naciones» (Is 4J
grande: «proferirán contra él muchas palabras, y abundancia >, ras; inventarán fábulas contra él, y
proferirán toda suerte del contra él» (comparar con Is 50,6-8; 53,2-10). Más aún, según r no podría
excluirse que el texto arameo incluyera incluso la ' muerte violenta de este «Mesías-sacerdote», es decir,
que Q ción fuera llevada hasta sus últimas consecuencias como en Is gumento proviene del otro
fragmento de la obra de una cierta i en el que encuentra posibles alusiones a una muerte violenta f xión.
Pero*esta interpretación me parece problemática. El fra cuestión puede traducirse así:
34. «Después que el Señor haya tomado venganza de ellos se interrumpirá (I I tonces suscitará el Señor un sacerdote nuevo, a quien serán
reveladas todas las palabrai í gara rectamente en la tierra muchos días. Su estrella se levantará en el ciclo como luz del conocimiento, al igual que
el sol durante el día, y será ensalzado en el mundo I Brillará como el sol en la tierra, eliminará todas las tinieblas bajo el cielo, y h»b mundo».
TestLev 18,1-4, en la traducción de A. Pinero, Apócrifos del Antiguo Tu 1967, 59.
202
12.2. 4Q540 frag. 24 col. II
2
No hagas duelo por él [...] y no [...] 3 Y Dios preparará muchas [...] muchas revelaciones [...] 4 Escruta, pregunta, y conoce lo
que la paloma ha preguntado; no castigues a uno debilitado a causa de la fatiga y de estar colgado to[do ...] 5 no le acerques el
clavo. Y tú establecerás para tu padre un nombre de gozo, y para tus hermanos harás surgir un cimiento probado. 6 Lo verás y te
regocijarás en la luz eterna. Y no serás del enemigo. Vacat. 7 Vacat (TQ, 319).
Las primeras líneas son más bien confusas, y las líneas 4 y 5 presen-|n problemas tanto de lectura como
de interpretación. Ni la lectura estar colgado» es cierta, ni la interpretación de la palabra previamente
ísconocida en arameo y que traducimos por «clavo» es segura. Además i parece imposible probar que
ambos fragmentos se refieran al mismo Dnaje. Lo que sí está claro es que ambos fragmentos están
redactados ¡ estilo distinto, y que el segundo se halla en estilo directo. Su carácter i exhortación, la
fórmula empleada, y el hecho de que el Vacat de la ea 6 sea seguido de un línea completa en blanco,
permitiría pensar que fragmento ha conservado efectivamente el final de la obra, o, al nos, el final de una
sección mayor. Por lo que la exhortación a no Ber duelo se refiere, se comprendería perfectamente ante
la muerte (cima del Patriarca, lo mismo que la promesa final a su descendiente. | lo que fuere de la
posible alusión a la muerte del «Mesías-sacerdote» rado, la identificación de esta figura con el «Siervo»
de Isaías me pa-I establecida por los paralelos señalados en el fragmento 9. En cual-|r caso, la idea de
que la eventual muerte de este «Mesías-sacerdote» era tener una función expiatoria, como la tradición
cristiana atribu-|>la muerte del «Siervo», está excluida de nuestro texto, puesto que la ción que él realiza
(frag. 9 11,2) se mantiene en la perspectiva del
i cuanto me es conocido, éste es el único texto que trata en las par-anservadas únicamente del «Mesías»
sacerdotal. Pero otros mu-ftextos aluden a esta figura al hablar del doble mesianismo, el me-
10 bicéfalo en el que nos presentan juntos al «Mesías davídico o My al «Mesías levítico o sacerdotal» a
los que designan respectiva-"' como los «Mesías de Israel y de Aarón». Pero antes de pasar a erar las
composiciones que mencionan a varios «Mesías», debemos Itar otro texto que se refiere a otro tipo de
figura «mesiánica», un
I de salvación escatológico de naturaleza sobrehumana.
«Mesías» celeste
i de este apartado puede causar extrañeza y puede incluso parecer iíctorio. El que en el judaismo de la
época pudiera haberse desa-In esperanza de un agente de salvación escatológico de naturale-ihumana es
algo perfectamente comprensible; el que a este agente Ición escatológica lo consideremos como un
«Mesías» puede pa-
203FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
ESPERANZAS MESIANICAS EN LOS ESCRITOS DE QUMRAN
líí
recer no sólo una ampliación ilegítima del concepto de «Mesías» sino i ampliación que vacía el concepto
de «Mesías» de su característica profunda, su dimensión humana. No sólo resulta difícil imaginar la
sibilidad de que a un personaje sobrehumano se le considere como gido» (los ángeles ciertamente no
reciben la unción), sino que la natura leza humana de los «Mesías» que hasta ahora hemos encontrado se
hall fuertemente acentuada tanto en la descendencia davídica del «Mesías-re como en la perspectiva
cultual en la que el «Mesías-sacerdote» realiza i expiación. Si además se tiene en cuenta que en el texto
en cuestión el i mino técnico «ungido» no aparece, el intento de considerarlo como siánico» puede
parecer como algo artificial, y la ampliación semántica i término «Mesías» que ella implica, como
carente de sentido.
Y sin embargo me parece difícil evitar el empleo del adjetivo «r siánico» para caracterizar al
protagonista de este texto, puesto que ! funciones que se le atribuyen son realmente funciones
«mesiánicas»; | hecho de que otros escritos judíos no qumránicos que describen agente de salvación
escatológico de naturaleza sobrehumana emple término técnico de «Mesías» como una de las
designaciones de la fig salvadora que describen, prueba, en mi opinión, que la ampliación)! campo
semántico de «Mesías» se había ya realizado en el judaismo i época y nos obliga a no excluir a priori
esos textos, bajo pena de igiuj uno de los posibles desarrollos de la esperanza «mesiánica» reflejadc los
manuscritos que se han conservado. Los textos a los que me re son, evidentemente, Las Parábolas de
Enoc y el IV Esdras. El prie emplea ocasionalmente el término «Mesías» (en 48,10 y 52,4) ji con las
designaciones más comunes de «Elegido» y sobre todo de «I del Hombre» 35 para designar a una figura
preexistente, transcende de origen celeste. En la visión incorporada por el autor del IV Esdfi el capítulo
13, un personaje «como un hombre», al que se desig 7,28 y en 12,32 como «Mesías» y más
frecuentemente como «hijo/si de Dios», es presentado claramente como un personaje igualment
existente, trasncendente y de origen celeste36. Ambas figuras son i nadas en estos textos como «Mesías»
a pesar de su carácter sobreh no y de ser descritas con imágenes tradicionalmente asociadas divinidad,
por lo que, como atinadamente observa Collins37, «t
35. Ver últimamente J. C. VanderKam, «Righteous One, Messiah, Chose One, ¡ Maninl Enoch 37-71», en J. H. Charlesworth (ed.), The
Messiah (citado en nota 3), 169-191! ferencia a los estudios precedentes.
36. M. Stone, «The Question of the Messiah in 4 Ezra», en M. Stone, Selected Studittá depigrapha ¿r Apocrypba (SVTP 9), 317-332 (= J.
Neusner-W.S. Green-E. Frerichs [eds.],/M Their Mesiahs at the Turn of the Christian Era, Cambridge, 1987, 209-224), y «Excursus ( demeer
Figure», en M. Stone, Fourth Ezra (Hermeneia), Minneapolis, 1990, 207-213.
37. En un excelente artículo en el que subraya cómo ambas figuras representan una < da interpretación «mesiánica» de Dan 7, «The Son of
Man in First-Centuy Judaism»: NTS 31 448-466. El mismo Collins fp. 466, nota 78) sugiere que 4Q246 podría contener una scmcJA prefación
mesiánica de la figura daniélica, una intuición que me parece completamente corrí forme a mi comprensión del texto.
derstanding of "messiah" is thereby qualified». Estos paralelos en dos composiciones cuyo origen judío
hoy no parece ser puesto en duda justifican el que incluyamos el texto siguiente en nuestro estudio.
Algunas líneas de este texto eran conocidas desde hace bastante tiempo 38 y habían sido ampliamente
estudiadas39, pero la reciente publicación íntegra del fragmento40 que nos da a conocer les últimas cinco
líneas de la columna ii permite analizarlo de una manera más completa. Se trata del único fragmento
conservado de una composición aramea, da-table paleográficamente en la primera mitad del siglo i. Este
fragmento proviene del final de una hoja de cuero y conserva trazas de la costura con la hoja siguiente;
en él se nos ha conservado una columna completa de nueve líneas y la mitad aproximadamente de la
columna precedente. El texto puede traducirse así: 4Q246 col. I
1
[...] se instaló sobre él y cayó ante el trono 2 [...] rey eterno. Tú estás airado y tus años 3 [...] te verán, y todo venga por siempre. 4
[...] grandes, la opresión vendrá sobre la tierra 5 [...] y grandes matanzas en la ciudad 6 [...] Rey de Asiría y de Egipto 7 [...] será
grande sobre la tierra 8 [...] harán, y todos servirán ' [...] grande será llamado y será designado con su nombre (TQ, 185).
ICol. II
1
Será denominado hijo de Dios, y le llamarán hijo del Altísimo. Como las centellas
2
de una visión, así será el reino de ellos; reinarán algunos años sobre 3 la tierra y aplastarán todo; un pueblo aplastará a otro
pueblo y una ciudad a otra ciudad, 4 Vacat. hasta que levante al pueblo de Dios y haga descansar a todo de la espada. Vacat. •'
Su reino será un reino eterno, y todos sus caminos en la justicia; juzga[rá] 6 la tierra con justicia, y todos harán la paz. Cesará la
espada en la tierra,7 y todas la ciudades le rendirán homenaje. El Dios grande con su fuerza 8 hará la guerra por él; pondrá los
pueblos en su mano y 9 arrojará todos ante él. Su dominio será un dominio eterno, y todos los abismos (TQ, 186). 38. El texto
había sido presentado por J. T. Milik en una conferencia dada en la Universidad de vard en 1972 y fue dado a conocer por J. A. Fitzmyer en su
estudio «The Contribution of Qumran to the Study of the New Testament»: NTS 20 (1972-74), 382-407, estudio reproducido con un tirillento
importante en J. A. Fitzmyer, A Wandering Aramean. Collected Aramaic Essays (SEL bnciRraph Series 25), Chico, 1979, 85-107.
39. Ver D. Flusser, «The Hubris of the Antichrist in a Fragment from Qumran», Immanuel 10 NO), 31-37, y F. García Martínez, «4Q246, ¿tipo
del Anticristo o Libertador escatológico?», en
j Colhido-E. Zurro (eds.), El Misterio de la Palabra. Homenaje a Luis Alonso Schókel, Madrid, 1,1, 229-244 (versión inglesa, «The eschatological
figure of 4Q246», en F. García Martínez, Qumran
\ Atrn,;¡lyptic [STDJ 9], Leiden, 1992, 162-179). El estudio de G. Kuhn, «Rom 1,3 f und der davi-Khr Mcssias ais Gottessohn in den
Qumrantexten», en Ch. Burchard-G. Thiessen (eds.), Lese-Zeichen i'lirs t:indei/i zum 65. Geburtstag am 25. Marz 1984, Heidelberg, 1984, 103113,
mencionado
P H.. l'mvh en su edición del fragmento, no me ha resultado accesible.
40. li. Puech, «Fragment d'une apocalypse en araméen (4Q246 = pseudo-Dan" 1) et le 'Royaume f)lru'» (citado en la nota 4).
204
205FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
ESPERANZAS MESIANICAS EN LOS ESCRITOS DE QUMRAN
<i
Yo describía así el contenido del texto tal y como era conocido en 198|
El texto nos habla de que alguien (¿un vidente?) cae ante el trono del un rey y se < a él. Le describe los males que han de venir,
entre los que la referencia a Asiría y 1 to desempeña un papel importante. Aún más importante será la aparición de un ¡ sonaje
misterioso al que le serán dados los títulos de «hijo de Dios» e «hijo del J simo», personaje que «será grande sobre la tierra» y a
quien «todos servirán», ii aparición seguirán tribulaciones, pero éstas serán pasajeras como una centella y i durarán «hasta que se
alce el pueblo de Dios». El resultado será el fin de la gue: reinado eterno en el que todos harán la paz, las ciudades estarán
sumisas, ] Dios grande estará con él (¿con su pueblo?) y le someterá a todos sus enemig
Después de exponer las interpretaciones de Milik (que identifica! personaje misterioso con Alejandro
Balas), de Fitzmyer (que aplicab títulos a un personaje real, heredero del trono de David, pero no ; nico)
y de Flusser (que veía en este personaje misterioso una refere Anticristo) y los motivos por los que me
parecían inadecuadas, ponía comprender el personaje al que el texto se refiere como bertador
escatológico» de naturaleza angélica, es decir, no-hur figura semejante en cuanto a sus funciones a las
que 11 QMelch at a Melquisedec o 1QM al «Príncipe de la Luz» o al arcángel Mig editor del texto
completo, E. Puech, piensa que el texto conser permite zanjar definitivamente entre una interpretación
«histori! como la de Milik y una interpretación «mesiánica» hacia la que [ ir sus preferencias. Puech
parece excluir mi interpretación por de vos: porque no es seguro que 4Q246 sea una composición
qumránico y porque, en su opinión, «les figures "celestes" qi médiateurs de salut dans le juda'isme
ancien, Hénoc, Elie, Mel: le Fils de l'Homme, n'ont pas, a proprement parler, recu "messie"» 42. Pero esta
afirmación no es, como ya hemos indic pletamente correcta, y los paralelos que yo señalaba con las ic
nidas en otros escritos qumránicos, si no son determinantes [ un origen sectario a la composición, sí la
hacen al menos per compatible con el pensamiento del grupo qumránico.
Yo sigo, pues, convencido de que mi interpretación de columna fragmentaria y de las cuatro primeras
líneas de la sigue siendo la que mejor explica los elementos conservados., ción del personaje en cuestión
como «angélico» se fundaba en j con otras figuras no humanas de los textos qumránicos, ai sea más
correcto designar a esta figura sobrehumana simple «celeste». Y las nuevas líneas ahora disponibles
confirman y i mi opinión, esta conclusión, puesto que describen a esta figura j gos del «Hijo del
Hombre» de Daniel43. Las citas de Dn 7 i
mente notables: «Su reino será un reino eterno» de la columna 11,5 pro-i viene de Dn 7,27, donde es
aplicado al «pueblo de los santos del Altísi-ímo», mientras que «Su dominio será un dominio eterno» de
la columna 111,9 proviene de Dn 7,14, donde es aplicado al «Hijo del Hombre». En el exto bíblico el
paralelismo de ambas expresiones en la visión y en su explicación podría favorecer la interpretación del
«Hijo del Hombre» como ¡igura colectiva, pero el autor de nuestra composición parece atribuir ibas
expresiones al protagonista misterioso de su relato, al que consi-era sin duda alguna como un individuo,
precediendo así la interpretación íramente individual que encontramos en el Libro de las Parábolas. El
texto conservado no excluye definitivamente el que los sufijos pro-íminales de tercera persona que
emplea a partir de la columna 11,5 edan referirse al pueblo de Dios. De hecho, a la mayoría de
expresiones Bpleadas se les puede encontrar equivalentes bíblicos que las refieren is veces a un
personaje individual y otras a un personaje que representa pueblo o al pueblo mismo. Pero a pesar de
esta ambigüedad, las líneas Siriamente publicadas me inclinan a modificar la posición que yo había
piado en 1983 atribuyendo estos pronombres al «pueblo de Dios» y a ptar la interpretación de Puech que
los refiere claramente al protago-, mencionado al final de la columna I y al comienzo de la columna II. ,
indicación de Puech de que en la columna 11,4 puede leerse «él le-s» en vez de «se alce (el pueblo)», y
«él hará descansar todo» en de «todo descansará», permite comprender esta línea 4 como la linación del
período de crisis descrito precedentemente, permite prender los títulos excelsos que se dan al
protagonista, puesto que la que él deberá cumplir es la de introducir la situación de paz escapea, y
permite dar a la partícula empleada su valor de término 44. Iterpretación se halla reforzada por el empleo
en la columna 11,5 de gara», lo mismo que por la afirmación de la dimensión cósmica de ido de
columna 11,9. lectura del texto se halla reforzada por la manera en la que la I cuestión está dispuesta en
el manuscrito. El Vacat que precede a la i del «pueblo de Dios» parece destinado a realzar que esta situa-
> paz escatológica es precisamente la conclusión de la situación pre-i descrita y que se debe a la
actuación del protagonista, al que se do los títulos excelsos de «hijo de Dios» e «hijo del Altísimo». El
jue en la misma línea sigue a esta expresión suprime la necesidad ' al antecedente más próximo («el
pueblo de Dios», el objeto de la Cedente) toda la serie de sufijos de las líneas siguientes, y permite líos
al sujeto de la frase, el «hijo de Dios» e «hijo del Altísimo». prendido de esta manera, 4Q246 nos
describe un libertador [Ico de naturaleza celeste semejante al «Hijo del Hombre» de Dn
41. F. García Martínez, «4Q246, ¡tipo del Anticristo o Libertador cscatolí
42. E. Puech, 124-125 y 102, nota 14.
43. Sobre la interpretación del «Hijo del Hombre» de Dan 7 como un índlv
206
f j, J. Cullini, The Apocalyptic Vision ofthe Book of Daniel (HSM 16), Ann Arbor, 1977, '« K. l'iiffh, 116-117.
i
7, al que designa como «hijo de Dios» e «hijo del Altísimo», perso: que será el agente que introducirá la
salvación escatológica, juzg; toda la tierra, vencerá a todos los reyes por la fuerza de Dios y dom: rá
sobre el universo entero.
Esta interpretación mesiánica del «libertador escatológico» de que yo había propuesto en 1983 coincide
en definitiva con la interi tación «mesiánica» propuesta por Puech como alternativa a la inte; tación
«historizante» de Milik (que él reconoce como igualmente val Aunque Puech insiste en el carácter real y
en la filiación davídica personaje, termina por considerar a este «Mesías» como un «Me particular,
divinizado, semejante a Melquisedec de HQMelch y al del Hombre celeste4S. Y éste es precisamente el
elemento que aquí i viene subrayar: en Qumrán, junto a un «Mesías-rey» y a un «Mesíi cerdote», se
esperaba la venida de un agente de salvación escatoló; que este texto no designa explícitamente como
«Mesías») tan e: como el «Hijo del Hombre» preexistente de las Parábolas de El como el «Mesías» de
IV Esdras.
Este mismo tipo de figura salvadora de naturaleza sobrehu: encontramos en otro texto (HQMelch) en el
que la designad* «Mesías del Espíritu» ha sido parcialmente conservada. Pero pui esta designación
parece referirse a la figura «mesiánica» del pro: catológico, a la que se menciona junto con el libertador
escatolói naturaleza celeste que es Melquisedec, este texto debe ser consi entre aquellos que nos hablan
de varias figuras mesiánicas y que brevemente a continuación.
II. TEXTOS QUE MENCIONAN VARIAS FIGURAS MESIANICAS 1. Dos «Mesías»: los «Mesías de Aarón y
de Israel»
Tal vez el elemento más estudiado y mejor conocido del mes| qumránico es su mesianismo bicéfalo: las
esperanza de un dofe sías», el «Mesías de Aarón» y el «Mesías de Israel». Por esto i demos contentarnos
con unas breves referencias. El texto clave | de la Regla de la Comunidad*6.
1.1. JQSIX,8-11
45. ¡bid., 129.
46. Edición y planchas en The Dead Sea Scrolls of St. Mark 's Monastery^ Vol. 11| 1951. Fotografías en color de J. C. Trever en Scrolls from
Qumrán Cave /, Jerusalem, 11 dido emplear además una nueva edición crítica preparada por E. Qimron, que incluye I los ejemplares de las
otras cuevas, y que será publicada próximamente. los hombres de la comunidad comenzaron a ser instruidos, n hasta que venga el
El texto es límpido y claro y expresa sin ninguna duda la
profeta y los mesías de Aarón e Israel. Vacat (TQ, 60).
esperanza al iterior de la comunidad qumránica de la futura venida de dos «ungías» (en plural): el
«Mesías de Aarón» y el «Mesías de Israel», dos fiuras que corresponden aparentemente al «Mesías
sacerdotal» y al «Meas real» que hemos encontrado como figuras separadas en los textos ccedentes.
Junto a ellos, y distinto de ambos «Mesías,» se espera en el ||turo escatológico la venida de otro
personaje: un profeta. De estas tres Juras lo único que este texto nos afirma es la esperanza en su
venida; i se nos dice nada de sus funciones, ni del soporte bíblico que ha per-|tido desarrollar su
espera, ni de su posible identificación con las otras Dignaciones empleadas en los textos para dar un
nombre a esas figuras, Cepto la del carácter sacerdotal implicado en la proveniencia «de ron» de uno
de ellos y del carácter no-sacerdotal del otro que provie-I «de Israel». Pero a pesar de su parquedad,
este texto es fundamental, sto que nos permite clarificar toda una serie de expresiones que men-nan
al «ungido» (en singular) de Aarón y de Israel como refiriéndose Ni un solo «Mesías» sacerdote y
rey al mismo tiempo sino a dos «Me-I»: un «Mesías-sacerdote» y un «Mesías-laico». I Se ha
discutido mucho sobre el origen de esta esperanza de un doble esías» que aparece igualmente en los
Testamentos de los XII Pacas 47, sobre todo desde que se supo que en la copia más antigua de la de
la
Comunidad (4QSe) no se encuentra el pasaje en cuestión48, íste manuscrito el texto pasa directamente de
VIÍI,15 a IX,12 49, Ijue es imposible saber si se trata de una omisión accidental del co-i de algo que se
hallaba en la obra original, o de una adición poste-itroducida en la copia de la Cueva 1. De todos modos,
la presencia te pasaje en el manuscrito de 1QS es suficiente aquí para nuestro Ssito, probar que esta
esperanza de un doble «Mesías» existía en ¡Irán y garantizar que esta misma esperanza se halla reflejada
en los | textos que utilizan para expresarla una formulación menos clara, texto no nos permite precisar si
la primera figura que introduce, jfeta, tiene o no rasgos «mesiánicos». Su contraposición a los |ías»
parece más bien indicar lo contrario; pero otros textos que ve-a continuación nos permiten precisar que
este profeta esperado Ér, era considerado como una figura «mesiánica». Del carácter Inico» de los
«Mesías de Aarón y de Israel» no puede haber duda I, Kste carácter mesiánico es aún más evidente en
los otros textos
Puní iinn visión de conjunto del mesianismo de esta obra, ver A. S. van der Woude, Die mes-I Vorslellungen (citado en la nota 1), 190-216.
lili detallo dado a conocer por J. T. Milik, Ten Years of Discovery in the Wilderness ofju-Imi. 1959, I2.1-124,yen RB 67 (1960), 41.3, y explotado
por J. Starcky en su famoso artículo Hfp ítílpps du messianisme á Qumrán» (citado en la nota 35). col. 111,6; ver PAM 41.26.1, M! 1299.
208
que mencionan a estas dos figuras en el Documento de Damasco50, ¡ que en ninguna de estas referencias
emplee la palabra «Mesías» en plu
1.2. CD
22
Vacat. Y ésta es la regla de la asamblea 23 [de los campamentos. Quienes jj chan en ellas en el tiempo de la impiedad hasta que
surja el mesías de Aarón $ rael serán en número de diez como mínimo para (formar) millares, centi cuentenas, 2 y decenas (CD
XII,22-XIII,1; TQ, 90). 18 Vacat. Y ésta es la exacta interpretación de las normas por las que [se i [hasta que surja el mesí]as de
Aarón y de Israel51. Se expiará por sus pecadojl perdón, y la culpa] (CD XIV,18-19; TQ, 92).
10
Éstos escaparán en la época de la visita; pero los que quedan serán enti la espada cuando venga el mesías " de Aarón y de Israel
(CD XIX,10-11;' 33 Y así, todos los hombres que entraron en la alianza 34 nueva en la tierra I masco y se volvieron y traicionaron
y se alejaron del pozo de aguas vivas¿| serán contados en la asamblea del pueblo y no serán inscritos en sus [lis]tas < día de la
reunión l del Maestro único hasta que surja el mesías de Aarón y I rael. Vacat (CD XIX,33-XX,1; TQ, 93).
Como hemos indicado, estos cuatro textos emplean una expresé cierto modo ambigua: «Mesías de Aarón
e Israel» en CD XII,2 XIV,19 y XIX,10, y «Mesías de Aarón y de Israel» en CD XX,1, > sión que
puede traducirse tanto por «Mesías de Aarón y de Israel» < por «Mesías de Aarón y (Mesías) de Israel».
Aunque la segunda sión puede más fácilmente interpretarse como aludiendo a dos perj| jes distintos 53, la
posibilidad de interpretar ambas frase como refiriéi a un personaje único, proveniente a la vez de Aarón
8 No se apartarán de ningún consejo de la ley para marchar 10 en toda \ de su corazón, sino que serán gobernados por las ordenanzas
primen!
y de Israel, no] es una posibilidad real, sino que parece reforzada por el hecho de qv CD IX, 19 la
expresión está seguida de un verbo en singular. Por lo varios autores han hecho del «Mesías» el sujeto
de verbo, y puesto i acción es la de expiar, han concluido que la figura indicada sería la i «Mesías
sacerdotal» que expiaría por los pecados del puebloS4. Pe texto ya citado de 1QS IX, 11 resuelve la
ambigüedad de la expresic brea y prueba que en todos estos casos la interpretación más probal] la que ve
en estas frases una referencia a los dos «Mesías» esperadc la comunidad S5.
50. Empleo la edición crítica preparada por E. Qimron e incluida en M. Broshi (ed.),' mascas Document Reconsidered, Jerusalem, 1992,
que va acompañada de fotografías de exceU lidad y contiene los paralelos de las copias encontradas en Qumrán.
51. La frase se encuentra en la copia más antigua de CD de la Cueva 4, 4Q266 (4QD") i 111,12, lo que prueba que se trata de una lectura
original y no de una corrección del copista r ver PAM 43.276, FE 1312.
52. El manuscrito lee meshuab, un error evidente como todos los investigadores recon 53. Aunque la copia de 4QD* frag. 18 111,12
(PAM 43.270, FE 1306) lee «Mesías de í rael».
54. Ver últimamente el artículo de G. Brooke citado en la nota 3.
55. F. M. Cross, «Some Notes on a Generation of Qumrán Studies», en The Madrid (
En estos cuatro textos la venida de estos personajes se espera para el [«tiempo de la impiedad» y para «la
época de la visita», dos expresiones (ue no dejan duda alguna de la perspectiva escatológica en la que se
litúa la esperanza de su llegada. Los textos no nos dicen apenas nada di-ctamente de las funciones de
estos personajes. La primera y la cuarta nención ponen su venida en relación con la estructura y
organización de i comunidad en el período escatológico; la segunda, con la exacta interpretación de las
normas; la tercera, con la distinta suerte, de salvación o perdición, que corresponderá a los fieles o a los
infieles cuando ellos engan; la cuarta, en fin, sugiere que su venida se espera para (poco) después de la
desaparición del «Maestro único», la figura histórica que cocemos como el «Maestro de Justicia» y que
al momento de la redacción : esta versión del Documento de Damasco es ya una figura del pasado.
Alguna precisión más sobre sus funciones podemos deducirla de dos extos de otro de los manuscritos
que parecen mencionar conjuntamen-i ambas figuras, la Regla de la Congregación56.
{.3. IQSa
11
Ésta es la asamblea de los hombres famosos, [los convocados a] la reunión del consejo de la comunidad, cuando haga nacer 12
[Dios] al Mesías con ellos. Entrará [el sacerdote] jefe de toda la congregación de Israel y todos 13 [sus hermanos, los hijos] de
Aarón, los sacerdotes [convocados] a la asamblea, los hombres famosos, y se sentarán 14 an[te él, cada uno] de acuerdo con su
dignidad. Después entra[rá el Me]sías de Israel y se sentarán ante él los jefes 15 [de los clanes de Israel, cada] uno de acuerdo con
su dignidad, de acuerdo con sus [posiciones] en sus campamentos y en sus marchas (IQSa 11,11-14; TQ, 178).
17
Y [cuando] se reúnen a la mesa de la comunidad [o para beber] el mosto, y esté preparada la mesa de ls la comunidad [y
mezclado] el mosto para beber, [que nadie extienda] su mano a la primicia del 19 pan y del [mosto] antes del sacerdote, pues [él es
el que benjdice la primicia del pan 20 y del mosto [y extiende] su mano al pan antes de ellos. Después el Mesías de Israel
extenderá su mano 21 al pan. [Y después benjdecirá toda la congregación de la comunidad, cada [uno de acuerdo con] su
dignidad. Y según esta norma actuarán 22 en cada co[mida, cuando se re] unan al menos diez hom[bres.] Vacat. (IQSa 11,17-22;
TQ, 178).
Estos dos fragmentos mencionan a un «sacerdote» y al «Mesías de Is-lel» como dos figuras claramente
distintas. Del «Mesías» se nos dice Barentemente que Dios lo «hará nacer» con ellos. La sintaxis es
extraña Fin lectura, incierta; pero el editor es formal en cuanto que en el manus-fito se lee «engendrará»
o «hará nacer»57. Lo que significa que nuestro
ss (STDJ XVI), Leiden, 1992, 14, formula tajantemente esta conclusión: «El putativo mesías Ico no es más que un fantasma de mala filología».
¡
56. Edición y planchas en DJD I, Oxford, 1955, 108-118, pl. 23-24. La única monografía ínte-•mnitc dedicada a este manuscrito es la de
L. H. Schiffman, The Eschatological Community ofthe 1,1 Sea Scrolls (SBLMS 38), Atlanta, 1989.
57. DJD I, 117. Ver igualmente P. Skehan, «Two Books on Qumrán Studies»: CBQ 21 (1959) , l'ur;i otras lecturas e interpretaciones,
ver K. G. Kuhn, «The Two Messiahs of Aarón and Israel», en
210
211FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
texto debe recoger las ideas de Sal 2,7 aplicándolas al origen «divino» del «Mesías». Debido a la laguna
no es posible saber con certeza si se trata del «[sacerdote] ungido» (como propone Kuhn, que lo
identifica con el Mesías de Aarón) o de un uso absoluto de «Mesías» que más bien podría corresponder
al personaje que el texto a continuación designa como «Mesías de Israel». Las incertezas del texto nos
impiden atribuir un gran valor a este pasaje sobre el que las opiniones de los autores se hallan muy
divididas.
Afortunadamente, existe un acuerdo mayor sobre la identificación del sacerdote en cuestión, en el que la
mayoría de los investigadores reconocen al «Sumo Sacerdote» de la época escatológica y al que
identifican con el «Mesías de Aarón». Que se trata de la era escatológica lo indica el texto expresamente,
al señalar que se trata de las normas «para el final de los tiempos» (col. 1,1). Que el «sacerdote» es el
Sumo Sacerdote es igualmente evidente en el texto que lo define como «jefe de toda la congregación de
Israel». Que este Sumo Sacerdote de la época escatológica es la misma figura que en los textos
precedentes hemos encontrado designada como «Mesías de Aarón», es una deducción lógica basada en
su preeminencia sobre el «Mesías de Israel» que a continuación se menciona, una preeminencia indicada
ya en la fórmula misma en la que ambos aparecen juntos: «Mesías de Aarón y de Israel» 58. De esta
figura mesiá-nica nuestro texto nos subraya su conexión con la congregación y su función preeminente,
no sólo con relación a los demás hijos de Aarón, los sacerdotes, sino sobre todos los miembros no
sacerdotales de la comunidad, incluido el «Mesías de Israel». Tanto en las asambleas como en el
banquete es él el que preside y el que ocupa la posición más preeminente. Del «Mesías de Israel» estos
textos subrayan su posición subordinada;] al sacerdocio y su carácter militar, indicado en la terminología
empleada] que depende de Núm y concuerda con 1QM. j
Otra posible alusión a las funciones de ambos «Mesías» podría pro-J porcionárnosla 4Q375 y 4Q376,
aunque el significado de estos dos tex-| tos es ambiguo y problemático, y su interpretación, muy incierta.
Ambos manuscritos fueron publicados por J. StrugnellS9, que le considera como dos posibles copias de
una misma composición. 4Q376 es ciertamente otra copia de la obra conocida por algunos fragmentos
de
K. Stendahl, The Scrolls and the New Testament, London, 1958, 56, o L. H. Schiffman, op. cit (n precedente), 54, que sigue las lecturas y
reconstrucciones de J. Licht.
58. Ver, por ejemplo, A. S. van der Woude (op. cit. nota 1), 101-104 y L. H. Schiffman (op. i nota 56), 55-56. Esta conclusión obliga, en
mi opinión, a reconocer esta misma figura mesiánica en el < cerdote Jefe» o «Sumo Sacerdote» de 1QM 11,1; XV,4 y XVI,13, como ya lo había
hecho van i Woude, en contra de lo que L. H. Schiffman afirma explícitamente en la p. 123 del artículo citado en 1 nota 3. Tanto más que en
4Q2SS, que aparentmente proviene del final de la misma composición, el < ~ ' cipe de la congregación» juega un papel importante y como hemos
visto sufra este nombre es una de I designaciones del «Mesías davídico». Pero la discusión de estos textos debe dejarse para otra ocasión, 1!
59. J. Strugnell, «Moses-Pseudepigrapha at Qumran: 4Q37S, 4Q376, and Similar Works», < L. H. Schiffman (ed.), Archaeology and
History in the Dead Sea Scrolls, The New York Confercncc I Memory of Yigael Yadin (JSPS 8), Sheffield, 1990, 221-256.
212
ESPERANZAS MESIANICAS EN LOS ESCRITOS DE QUMRAN
la Cueva 1 (2Q29), y considerar estos tres manuscritos como copias de una misma composición me
parece razonable. El editor presenta además ciertos argumentos de tipo estilístico en favor de la
identificación de la composición representada en estos tres textos con el pseudepígrafo mosaico
conocido como Dichos de Moisés (1Q22), lo que proporcionaría el cuadro narrativo de la obra; pero esto
me parece más problemático y, en todo caso, no es importante para nuestro propósito. Lo que sí podría
ser importante es la referencia en 4Q375 11,9 a «el sacerdote ungido, sobre cuya cabeza será derramado
el óleo de la unción» y la mención en 4Q376 \ 111,1 de «el Príncipe que está sobre toda la
congregación» en un contexto claramente militar y relacionado con «el sacerdote ungido» que es
mencionado en la primera columna de este manuscrito (4Q376 11,1).
Si 4Q375 y 4Q376 fueran en realidad dos copias de una misma composición, si «el Príncipe de toda la
congregación» tuviera en esta obra el mismo significado que en todos los otros textos qumránicos en los
que se emplea la expresión y en los que siempre designa al «Mesías davídico», y si pudieran encontrarse
elementos que indicasen que a este personaje se le sitúa en un contexto escatológico, estos fragmentos
serían muy interesantes para el estudio de las ideas mesiánicas. Esto permitiría ver en el «sacerdote
ungido sobre cuya cabeza ha sido derramado el óleo de la unción» una alusión no sólo al Sumo
Sacerdote, sino al «Mesías sacerdotal», y en el «Profeta» una alusión al Profeta escatológico. Es más, el
complicado procedimiento mediante el cual el Sumo Sacerdote determina si se trata de un verdadero o
de un falso profeta mediante un rito sacrificial, la investigación de los preceptos ocultos y el empleo
oracular de los Urim, podría interpretarse como el procedimiento de verificación de si en realidad se
trata o no de este profeta escatológico, y no simplemente de si se trata de un verdadero o de un falso
profeta. Pero me parece imposible probar de manera definitiva las condiciones sobre las que esta
interpretación reposa60. No existe ninguna indicación clara de que ambos textos se sitúen en una
perspectiva escatológica. Los textos pueden explicarse perfectamente como un pseudepígrafo en el que
en un lenguaje puramente deuteronomístico el Sumo Sacerdote juzga a un falso profeta que dispone ael
respaldo de una tribu entera que lo considera como un profeta fidedigno mediante un procedimiento
distinto del prescrito en Dt 13 y 18 y que consiste en una ceremonia expiatoria, la investigación de los
preceptos divinos que han sido ocultados al pueblo y el empleo oracular de los Urim. Y el «Príncipe de
toda la congregación» podría no ser más que una modificación del plural «príncipes de la congregación»
de Ex 16,22; Núm. 4,34; 16,2; 31,13; 32,2 y Jos 9,15.18. Por lo que este texto fascinante debe quedar,
por el momento, fuera de la discusión del «mesianismo».
60. Las dos alusiones más características a nivel de vocabulario para indicar un origen qumráni-di- la composición: «cosas ocultas» y «padres de
la congregación», son, en parte, reconstrucciones del nliiur.
Lt*
2. Dos «Mesías»: el «Príncipe de la congregación» y el «Intérprete de la Ley»
Junto a los textos que mencionan a los «Mesías» de Aarón y de Israel encontramos otros que mencionan
igualmente a dos figuras mesiánicas las que designan con otros nombres y cuya identidad debemos
intenta determinar. 2.1. CDVII,18-2161
18
... Vacat. Y la estrella es el Intérprete de la ley " que vendrá a Damasco, con está escrito: «Una estrella avanza desde Jacob y se
alza un cetro 20 de Israel». '. cetro es el Príncipe de toda la congregación y cuando él surja arrasará 21 a todos lo hijos de Set.
Vacat (TQ, 85).
El «Príncipe de toda la congregación» nos es ya familiar y, salvo i 4Q376, donde su carácter no se puede
determinar, designa siempre ur. figura «mesiánica». Como en los textos anteriores, aquí se le identifit
con el cetro, por lo que no hay duda en cuanto a su identidad con «Mesías-rey», el «Mesías» davídico de
la tradición judía y el «Mesías f Israel» de los otros textos en cuya designación el carácter davídico
puesto en sordina. Este texto únicamente nos dice sobre él que «arras a todos los hijos de Set»,
empleando la expresión de Núm 24,17, pero ¡ precisar su significado (que tampoco es muy claro en el
texto bíblico i origen). Pero ¿quién es el «Intérprete de la Ley» que aquí aparece con su paralelo? ¿Se
trata de una figura del pasado o del futuro?
La ambigüedad del texto es bien conocida y, en definitiva, todo i pende del valor de pasado o de futuro
que se de al participio emplead Los autores que se hallan convencidos de que en este Amos-Numbers *
drash sólo se habla de una figura mesiánica62 consideran al «Intérpre de la Ley» como una figura del
pasado, mientras que aquellos que ciben en nuestro texto una alusión a dos figuras «mesiánicas» ven en i
mismo «Intérprete de la Ley» una figura del futuro, coetáneo con1 «Príncipe de toda la congregación» 63.
El estrecho paralelismo entre 1' dos figuras, el hecho de que ambas sean interpretadas a partir del misÉ
texto bíblico (al que la tradición posterior dará un claro valor mesiánid y, sobre todo, las precisiones que
nos aporta 4Q174 sobre este «Int prete de la Ley» que vendrá en los últimos tiempos junto con el «rete
de David», una figura a la que 4Q285 identifica expresamente con]
I
61. El texto se encuentra parcialmente en la copia 4QDh (4Q267) frag. 3 col. IV, 9-10 (P| 43.270, FE 1306) y posiblemente en 4Q271,
4QD' frag 5 (PAM 43.300, FE 1335), aunque este C muy inseguro.
62. Como, por ejemplo, A. Caquot, «Le messianisme qumránien», en M. Delcor (ed.), Qu Sa píete, sa théologie et son milieu (BETL 46),
Louvain, 1978, 241-42.
63. Por ejemplo, G. J. Brooke, «The Amos-Number Midrash (CD 7,13b-8) and MessianiC ( pectation»: ZAW 92 (1980), 397-404. Ver
últimamente el estudio detallado del pasaje de M. Kn RQ 15/57-58 (1991), 248-251 (citado en la nota 3).
214
«Príncipe de la congregación», son suficientes, en mi opinión, para resolver la ambigüedad del texto en
favor de la interpretación que ve aquí reflejada la espera de dos figuras «mesiánicas». Más difícil me
parece precisar quién es este «Intérprete de la Ley». Se han propuesto dos interpretaciones. Starcky 64 lo
identifica con el profeta escatológico esperado, aunque esta identificación parte de un presupuesto falso,
la no distinción de los dos «Mesías» de Aarón y de Israel en CD. La opinión más general, siguiendo a
van der Woude65, identifica a este «Intérprete de la Ley» con el «Mesías de Aarón», el «Mesías-sacer-
dote», que debería ser identificado con la figura escatológica de Elias. La argumentación de van der
Woude consiste esencialmente en lo siguiente: el «Intérprete de la
Ley» del pasaje es un personaje del futuro, y por tanto distinto del «Intérprete de la Ley» que aparece en
CD VI,7 y que es un personaje del pasado; este personaje se encuentra en paralelo con el «Príncipe de
toda la congregación», que es una figura mesiánica idéntica con el «Mesías de Israel», por lo que debe
ser igualmente una figura mesiánica; el título que se le da, «Intérprete de la Ley», es muy general y
puede designar a distintas figuras, pero la precisión «que vendrá a Damasco» (designación de Qumrán)
es más significativa; la frase provendría de 1 Re 19,15, donde Elias recibe de Dios la orden de ir a
Damasco para ungir al rey de Siria, al rey de Israel y al profeta Elíseo; en la tradición posterior
(atestiguada en Justino, Dialog. 496é y en los materiales caraí-tas recogidos por N. Wieder67) Elias es
presentado como el Sumo Sacerdote escatológico que realiza la unción del Mesías, y en la tradición
rabínica Elias es presentado igualmente como aquel que resolverá los problemas haláquicos que los
rabinos no son capaces de resolver cuando vuelva al final de los tiempos como precursor del «Mesías»;
lo que le permite concluir que el «Intérprete de la Ley» es una designación del Elias cuya venida se
espera al final de los tiempos, que esta figura es vista como un «Mesías-sacerdotal» y que por lo tanto es
idéntica con el «Mesías de Aarón» de los otros textos qumránicos.
Mi problema con esta argumentación es que los dos textos que nos hablan de la figura escatológica del
«Intérprete de la Ley» no nos dicen ab-lolutamente nada sobre su carácter sacerdotal, y que el rasgo de
«profeta» parece más característico de Elias que el de «sacerdote». Por lo que yo, por motivos muy
distintos a los de Starcky, me siento más inclinado a identificar esta figura mesiánica del «Intérprete de
la Ley» escatológico con la figura mesiánica de la que aún no hemos hablado, la del «Profeta» espera-
64. J. Stracky, «Les quatre étapes» (citado en nota 35), 497.
65. En la obra citada en la nota 1, 43-61, y en su contribución a las K" Journées Bibliques de Louvain, «Le Maítre de Justice et les deux messies
de la communauté de Qumrán», en La secte de punirán et les origines chrétiennes (RechBibl 4), Bruges, 1969, 121-134.
66. Ver últimamente P. Pilhofer, «Wer salbt den Messias? Zum Streit um die Christologie im ers-N>n Jnhrhundert des jüdisch-christlichen
Dialogs», en D.-A. Koch-H. Lichtenberger (eds.), Begegnungen ttl'i*i'hi'n Christentum und Judentum in Antike und Mittelalter (Festschrift
für H.
Schreckenberg), tíOltiiiRen, 1993,335-345.
67. N. Wicdcr, «The Doctrine of the two Messiahs among the Karaites»://S 6 (1953), 14-23.
do al final de los tiempos, cuya identificación con Elias redivivus puede aceptarse sin problemas. Los
motivos de esta inclinación los expondré al tratar más detalladamente de esta figura del «Profeta
escatológico».
2.2. 4Q174 (4QFlorilegium)
El otro texto que menciona a estas dos misma figuras «mesiánicas» es el designado como Florilegium6S.
Frag. 1-3 col. I
10
«Y YHWH te [anunjcia que te construirá una casa. Yo haré alzarse tu semilla de-1 tras de ti y estableceré el trono de su reino n
[por siem]pre. Yo seré para él un padre j y él será para mí un hijo.» Esto (se refiere al) «retoño de David» que se alzará coijl el
Intérprete de la ley que 12 [surgirá] en Si[ón en] los últimos días, como está escrit «Haré alzarse la cabana de David que está
caída.» Esto (se refiere a) «la cabana ( 13 David que está caída», que se alzará para salvar a Israel. Vacat (TQ, 184).
Este texto designa al «Intérprete de la Ley» por este mismo nombr mientras que junto con él nos habla
del «retoño de David», una exprí sión familiar para designar al «Mesías-rey» al que el texto preceden!
nombraba «Príncipe de toda la congregación» y cuya identificación ce el «Mesías de Israel» no ofrece
ningún problema. De ambas figura salvo su futura venida, no se nos dice nada; pero la precisión de que
es venida se realizará en «los últimos días» no deja de ser importante,' cuanto que acentúa su carácter
claramente escatológico.
3. Dos «Mesías»; el «Mesías celeste» y el «Profeta escatológico»
Otro de los fragmentos qumránicos en los que aparece la figura de «Mesías» celeste es un midrás de
contenido escatológico en el que personaje celeste, un elohint, al que se llama Melquisedec, es el instí
mentó divino de salvación, y el ejecutor del juicio. La parte central fragmento (col. 11,6-19) puede
traducirse así69:
6
Él (Melquisedec) proclamará para ellos (los de la heredad de Melquisedec)! beración para librarlos de [la deuda] de todas sus
iniquidades. Y esto suce[derá}(| la semana primera del jubileo que sigue a los nue[ve] jubileos. Y el día [de laf" piacio]nes es el
final del jubileo décimo 8 en el que expiará por todos los hijo [Dios] y por los hombres del lote de Melquisedec. [Y en las alturas]
él se j nun[ciará a su] favor según sus lotes; pues 9 es el tiempo del «año de gracia» ' Melquisedec, para exal[tar en el pro]ceso a
los santos de Dios por el domin
68. Texto y planchas en DJD V, Oxford, 1968, 53-57, pl. 19-20.
69. El manuscrito fue publicado por A. S. van der Woude, «Melkisedek ais hmimlischt I sergestalt in den neugefundenen eschatologischen
Midraschim aus Qumran Hóhlc XI»: Oudtitt* tische Studien 14 (1965), 354-373, 2 pl., y ha sido ampliamente estudiado. Mi traducción
recoge ( parte las lecturas y reconstrucciones propuestas por E. Puech, «Notes sur le manuscrit de 1IQÍ sédeq»: RQ U/48 (1987), 483-513.
216
ESPERANZAS MESIÁNICAS EN LOS ESCRITOS DE QUMRAN
juicio, como está escrito 10 sobre él en los cánticos de David que dice: «'Elohim se yergue en la asam[blea de Dios], en medio de
los dioses juzga». Y sobre él dice: «Sobre ella " retorna a las alturas, Dios juzgará a los pueblos». Y lo que di[ce: «¿Hasta cuándo
juzjgaréis injustamente y guardaréis consideración a los malvados? Sélah.» n Su interpretación concierne a Belial y a los espíritus
de su lote, que fueron rebeldes [todos ellos] apartándose de los mandamientos de Dios [para cometer el mal.] 13 Pero Melquisedec
ejecutará la venganza de los juicios de Dios [en ese día, y ellos será librados de las manos] de Belial y de las manos de todos los
es[píritus de su lote.] 14 En su ayuda (vendrán) todos «los dioses de [justicia»; él] es qui[en prevalecerá en ese día sobre] todos los
hijos de Dios, y él presidirá la asamblea] 15 ésta. Éste es el día de [la paz del que] habló [Dios de antiguo por boca de Isajías el
profeta que dijo: «Qué bellos son 16 sobre los montes los pies del pregonero que anuncia la paz, del pre[gonero del bien que
anuncia la salvación,] diciendo a Sión: «Tu Dios [reina».»] 17 Su interpretación: Los montes son los profe[tas ...] " Y el pregonero
es [el un]gido del espíritu del que habló Da[niel... y el pregonero del] " bien que anuncia la salva[ción es aquel del que está
escrito que [...] (TQ, 186).
A pesar de la incerteza de las reconstrucciones, las líneas generales de contenido parecen bastante claras
y son bien conocidas, por lo que aquí sólo debemos señalar las precisiones que nos aportan sobre las
figuras mesiánica a las que el texto se refiere. El tejido del texto está formado por Lv 25,8-13 sobre el
año jubilar, Dt 15 sobre el año de remisión y por Is 61, aunque el autor también aplica al protagonista,
Melquisedec, otros textos de Isaías, de los Salmos y de Daniel, cuya interpretación le permite desarrollar
sus ideas. El contexto escatológico es evidente, no sólo por la ejecución del juicio y la liberación de
Belial, sino porque el conjunto está expresamente situado en la primera semana del décimo ju- ; bileo, el
último jubileo en su sistema cronológico. En este contexto, el |(utor atribuye a esta figura excelsa tres
funciones fundamentales: la de Juez vengador con referencia a Sal 82,1-2 y 7,1, la de sacerdote celeste 1
realiza la expiación por su heredad en el «día de las expiaciones», y , de salvador definitivo de «los
hombres de su lote» que quiebra el do-jinio de Belial e instaura la paz.
Con la instauración del día de la paz, el texto parece introducir un |lievo personaje al que se identifica
con «el pregonero» de Is 52,7, texto : el autor une con Is 61,2-3. A este personaje se le define como «el
un-do del espíritu», claramente en singular. Desgraciadamente, ni el texto I Daniel ni las precisiones
posteriores se han conservado, por lo que lo íleo que podemos afirmar sobre él es que el texto lo
distingue clara-ínte de los profetas del pasado, y que parece considerarlo como el in-Juctor de la acción
del «Mesías celeste». Su identificación con el rufeta escatológico» que estudiaremos a continuación no
puede con-lerarse como definitivamente probada, pero es ciertamente la más jbable 70.
7(1. Como explicaba el editor en un artículo conjunto con M. de Jonge, «3IQMelchizedek and Itw Tcstament»: NTS 12 (1966), 307.
«Maestro de Justicia» e «Intérprete de la Ley» era vista como un ' dadero «profeta», lo que le permitió
concluir que esta figura histc había sido percibida como el «Profeta como Moisés» cuya venida se| pera
en 1QS IX,11. En mi opinión, esta conclusión es equivocada,; texto como CD XIX,35-XX,1 prueba que
el período de la existencia^ «Maestro único» (o de la comunidad) es visto como claramente < to de la
futura venida de los «Mesías» con los que se halla asociac venida del «Profeta» 75. Pero sus argumentos
para probar el cara profético del personaje son perfectamente correctos. Y ellos pruebanj la figura
designada como «Intérprete de la Ley» o «el que enseña la| ticia al final de los tiempos» debe
identificarse con ese «Profeta» e| rado junto a los «Mesías de Aarón y de Israel». Precisamente porqi)
«Maestro de Justicia» histórico fue percibido como un verdadero ' feta como Moisés, fue posible
designar como «el que enseña la justiij o como «el Intérprete de la Ley» a esa figura esperada para el fir
los tiempos a la que se describe igualmente como un «Profeta» Moisés.
La diferencia fundamental entre mi manera de ver y la de Va Woude es que para éste el «Profeta» no es
una figura «mesiánica» un precursor de los Mesías. Yo, por el contrario, creo que el «Prof escatológico
es una figura «mesiánica», por lo que solamente identificarse con un personaje histórico del pasado si es
que a sonaje se le considera redivivus. Que este carácter de figura «mes no es obstáculo a su carácter de
«precursor» me parece probadc tercera de las figuras, la del «pregonero», a la que HQMelch de junto
con el «Mesías» celeste, cuya venida se espera en el último ji de la historia, y al que el manuscrito no
sólo caracteriza como pr sino que lo designa como «ungido del espíritu».
Para completar esta presentación de los textos es necesario inclu referencias, una publicada y las otra dos
provenientes de manuscrit inéditos, en las que se menciona a uno o varios «ungidos». Dess damente las
frases carecen de un contexto que permita precisar i ficado, pero todo indica que en las dos primeras no
se trata de un ^ sías» sino de uno o varios «profetas» y el personaje al que es aplic tercera no puede ser
precisado.
La primera se encuentra en 1Q30 fragmento 1,2 76 y es de muy incierta: [unjgido de santidad. El paralelo
con la expresión VI, 1 y la posible referencia de la línea 4 a «los cinco libros» suge aplicarla a un
profeta.
La segunda está en la última línea de una columna, la única j conservada en el fragmento 10 de 4Q28777.
La obra de la que prq
75. Un hecho que Van der Woude reconoce, pero que soluciona suponiendo que el t IX,11 que atestigua la espera del «Profeta» es anterior a la
aparición del Maestro de Justícíi?'! conocimiento como profeta y a su misma muerte; ver Die messianischen Vorstellungen, 84-8J. j 76. Texto
y planchas en DJD I, 132-133, pl. 30.
77. PAM 43.400, FE 1394.
220
ESPERANZAS MESIANICAS EN LOS ESCRITOS DE QUMRAN
Its una colección de bendiciones y maldiciones de la que se han encon-1 trado varias copias y de la que
Milik había publicado algunas líneas78. [ Según la transcripción de la línea en cuestión en la Preliminary
Concor-•mce, la frase debería traducirse: «el espíritu santo [repojsó sobre su ungido». Pero la lectura es
incierta. De hecho la fotografía aconseja leer el Jplural, «sus ungidos», y el paralelo con CD 11,12 obliga
a traducir |«sobre los ungidos del espíritu de santidad», es decir, los profetas.
Tampoco podemos concluir nada de otro texto aún inédito en el que (parece la frase «ungido con el
aceite de la realeza» 79, puesto que no sabemos a quién se refería. En el fragmento en el que se encuentra
(frag. 2 1 4Q45880) alguien destruye a alguien y devora a los incircuncisos, por que la frase podría haber
sido aplicada al «Mesías-rey» esperado, ero lo único que se puede concluir es que expresa la unción real
del per-lonaje al que se refiere, sea quien fuera este personaje.
La simple presentación de los textos «mesiánicos» ha resultado ¡Éemasiado amplia como para
permitirnos ahora intentar sintetizar los itos que estos textos aportan en una especie de conclusión.
Además no estoy seguro de que una síntesis del tipo de la famosa síntesis de |, Starcky 81, en la que
descubría cuatro fases de desarrollo en el me-líanismo qumránico correspondientes a las cuatro fases de
desarrollo la comunidad qumránica, sea hoy posible. La famosa omisión del usaje mesiánico de 1QS
IX,11 en la copia paleográficamente más an-jigua de la Regla, si no es debida a motivos accidentales,
sugiere una íerta evolución. Y la datación, paleográficamente tardía (del siglo I i,C.), de los dos textos
que mencionan al «Mesías» celeste podría in-jlcar que esta forma de esperanza mesiánica es un
desarrollo posterior, (ro estos simples datos no permiten, por ejemplo, intentar una sínte-en la que,
partiendo de los claros precedentes bíblicos de la idea Mesías davídico, pasando por un Mesías
sacerdotal, el doble me-jUnismo, la multiplicación de las figuras mesiánicas esperadas (desig-idas o no
como «Mesías»), se llega a culminar en la espera de un icsías» celeste.
Ni siquiera estoy convencido de que sea posible encuadrar todos tos textos dentro del esquema de G.
Scholem de un «mesianismo res-lurativo» frente a un «mesianismo utópico» como lo hacen Talmon y
íhiffman82. Sin que por eso crea que haya que concluir que para la co-punidad de Qumrán las ideas
«mesiánicas» eran un asunto privado, en que opiniones diversas e incluso contradictorias pudieran
coexistir
7H. ). T. Milik, «Milkí-sedeq et Milkí-resa'» (citado en la nota 18), 130-131. 7'l. La frase es citada por Strugnell (artículo citado en la nota 58),
230, como paralelo a la ex-rtn cíe 4Q175 1,8 «aceite de la unción», y a «aceite de su unción seacerdotal» de 1QM IX,8, y como feVPMÍrnrc de
4Q453 2 11,6. La obra parece haber recibido ahora la designación de 4Q458. HO. I'AM 43.544, FE 1493.
NI. Kn su artículo «Les quatre étapes du messianisme á Qumrán», citado en la nota 35. H¿. Fu los estudios citados en la nota 3.
se hallan numerosos textos cuya publicación supone un gran peligro para las religiones establecidas,
tanto el judaismo como el cristianismo; estos supuestos textos permitirían demostrar tanto la falsedad del
cristianismo como la del judaismo en cuanto religión y, por lo mismo, las autoridades religiosas (tanto
judías como cristianas) habrían impedido hasta ahora su publicación. En otra de las versiones del mito,
no son las autoridades religiosas (el Gran Rabinato, el Vaticano, o el Consejo de las Iglesias), sino los
mismos investigadores responsables de la publicación (algunos de los cuales son sacerdotes o ministros)
quienes habrían voluntariamente censurado ciertos textos que hieren sus sensibilidades religiosas o
habrían retrasado su publicación para impedir el daño que pudieran ocasionar a los fieles.
Estas acusaciones son tan ridiculas que no merecería la pena ocuparse de ellas si no hubieran alcanzado
un notable grado de difusión gracias a su frecuente aparición en los periódicos. Sería suficiente recordar
que entre los miembros del equipo internacional e interconfesional de edición de los textos figuran
personas tan carentes de preocupaciones religiosas como John Allegro (el autor de El champiñón
sagrado o de Los manuscritos de Qumrán y el mito cristiano, por ejemplo), o que desde 1967 el control
de todos los manuscritos de Qumrán se halla en manos del Departamento de Antigüedades del Estado de
Israel, que (como probaron las excavaciones en la zona sepulcral del Qfel) se halla libre del control del
Rabinato. Pero como mi primera tarea es la de disipar obstáculos, y puesto que en cuanto editor de los
textos de la Cueva 11 yo me siento personalmente aludido por este mito, quisiera entrar algo en detalle
en cuanto a sus fundamentos.
El mito de la conspiración del silencio se funda en un hecho real: después de 40 años, no todos los
manuscritos encontrados en las cuevas de Qumrán han sido aún publicados. Este hecho no resultará tan
extraño si se piensa, por ejemplo, que los materiales procedentes de la geniza de El Cairo, descubiertos
en el siglo pasado, siguen aún en gran parte inéditos, y si se tiene en cuenta que de la enorme masa de
manuscritos únicamente una parte de los procedentes de la Cueva 4 y algunos fragmentos de la Cueva 11
siguen aún inéditos. Pero, como les digo, el hecho del que parte el mito es real. La que es completamente
falsa es la explicación que •e da de este hecho (es decir, que la publicación de estos materiales supondría
un peligro para las religiones establecidas). De hecho, todas las instituciones de investigación seria en
todo el mundo disponen de una Concordancia en la que se encuentran anotadas todas las palabras que se
han conservado en todos los manuscritos qumránicos, incluidos aquellos que aún siguen inéditos. No
hay, pues, ningún texto que se haya mante- Í nido secreto.
Las explicaciones reales del retraso en la publicación de los textos son
I muchas y muy variadas: la guerra, una situación política enmarañada y
¡' ifl prematura muerte de los dos primeros directores del proyecto de edi-f ion (Roland de Vaux y Fierre
Benoit) y de varios de los editores (Patrik
227FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
se hallan numerosos textos cuya publicación supone un gran peligro para las religiones establecidas,
tanto el judaismo como el cristianismo; estos supuestos textos permitirían demostrar tanto la falsedad del
cristianismo como la del judaismo en cuanto religión y, por lo mismo, las autoridades religiosas (tanto
judías como cristianas) habrían impedido hasta ahora su publicación. En otra de las versiones del mito,
no son las autoridades religiosas (el Gran Rabinato, el Vaticano, o el Consejo de las Iglesias), sino los
mismos investigadores responsables de la publicación (algunos de los cuales son sacerdotes o ministros)
quienes habrían voluntariamente censurado ciertos textos que hieren sus sensibilidades religiosas o
habrían retrasado su publicación para impedir el daño que pudieran ocasionar a los fieles.
Estas acusaciones son tan ridiculas que no merecería la pena ocuparse de ellas si no hubieran alcanzado
un notable grado de difusión gracias a su frecuente aparición en los periódicos. Sería suficiente recordar
que entre los miembros del equipo internacional e interconfesional de edición de los textos figuran
personas tan carentes de preocupaciones religiosas como John Allegro (el autor de El champiñón
sagrado o de Los manuscritos de Qumrán y el mito cristiano, por ejemplo), o que desde 1967 el control
de todos los manuscritos de Qumrán se halla en manos del Departamento de Antigüedades del Estado de
Israel, que (como probaron las excavaciones en la zona sepulcral del Qfel) se halla libre del control del
Rabinato. Pero como mi primera tarea es la de disipar obstáculos, y puesto que en cuanto editor de los
textos de la Cueva 11 yo me siento personalmente aludido por este mito, quisiera entrar algo en detalle
en cuanto a sus fundamentos.
El mito de la conspiración del silencio se funda en un hecho real: después de 40 años, no todos los
manuscritos encontrados en las cuevas de Qumrán han sido aún publicados. Este hecho no resultará tan
extraño si se piensa, por ejemplo, que los materiales procedentes de la geniza de El Cairo, descubiertos
en el siglo pasado, siguen aún en gran parte inéditos, y si se tiene en cuenta que de la enorme masa de
manuscritos únicamente una parte de los procedentes de la Cueva 4 y algunos fragmentos de la Cueva 11
siguen aún inéditos. Pero, como les digo, el hecho del que parte el mito es real. La que es completamente
falsa es la explicación que •e da de este hecho (es decir, que la publicación de estos materiales supondría
un peligro para las religiones establecidas). De hecho, todas las instituciones de investigación seria en
todo el mundo disponen de una Concordancia en la que se encuentran anotadas todas las palabras que se
han conservado en todos los manuscritos qumránicos, incluidos aquellos que aún siguen inéditos. No
hay, pues, ningún texto que se haya mante- Í nido secreto.
Las explicaciones reales del retraso en la publicación de los textos son
I muchas y muy variadas: la guerra, una situación política enmarañada y
¡' ifl prematura muerte de los dos primeros directores del proyecto de edi-f ion (Roland de Vaux y Fierre
Benoit) y de varios de los editores (Patrik
227FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
Skehan, Yigael Yadin y Jean Starcky), desaparecidos antes de haber terminado su trabajo, son algunos
de los factores que han influido en la situación actual. Pero el factor más importante es la situación
misma en la que se encuentran los textos aún inéditos, centenas de fragmentos minúsculos, con restos
miserables de palabras incompletas.
Cuando los textos en cuestión se han conservado en fragmentos relativamente amplios, la tarea de
lectura, traducción e interpretación no es extremadamente complicada e incluso textos previamente
desconocidos pueden ser publicados con una relativa celeridad. Pero, incluso en estos casos, la rapidez
de publicación puede tener resultados funestos, como lo prueba la publicación del primer grupo de textos
de la Cueva 4. Su edición en la serie oficial, a cargo de John Allegro2, apareció con gran rapidez en
1968, pero esta edición apresurada (de sólo 90 páginas de texto) es tan defectuosa que no puede
emplearse sin las más de 100 páginas de correcciones publicadas en 1971 por el actual director del
equipo internacional de edición de los textos, John Strugnell, de la Universidad de Harvard 3.
Cuando de los textos originales lo único que se ha conservado son fragmentos de extensión mínima, con
muy poco texto escrito, la tarea de reconstrucción de este rompecabezas gigantesco con miles de
menuda* piezas sin uniones directas es desesperante. Sin olvidar que los fragmentos aislados admiten
múltiples interpretaciones y que todas ellas de ser sopesadas antes de proceder a la edición.
Terminaré con un ejemplo de lo que no debe hacerse para acelerar ! publicación de los materiales aún
inéditos: el caso de 4QTherapeia. Es> pequeño fragmento de forma casi triangular, con restos de 11
línea aparentemente completas, fue asignado para su publicación a Josep Milik. Pensando que se trataba
de un texto extraordinariamente impofl tante cuya publicación se había mantenido secreta porque podía
servir i" base para una interpretación gnóstica de la iniciación cristiana mediar la unción con el esperma
(rito al que Jesús habría sometido a sus disi pulos), Allegro lo publicó en 1979 en un apéndice a un libro
sobre mito cristiano 4. Según su interpretación, el fragmento qumránico col servaría las anotaciones de
las visitas de un médico esenio, en una CÍ traña mezcla de griego, hebreo y arameo, con los tratamientos
que el ti* sodicho médico Ormiel habría aplicado a un cierto Caifas. Vista escasez de textos médicos
judíos del período precristiano, un texto de e* tipo sería efectivamente muy importante,
independientemente de toda terpretación simbólica. El texto sería aún más espectacular si la reo que el
médico Ormiel preconiza y emplea para curar a Caifas fue como pretende Allegro, la aplicación del
semen de un cabrito. Pe
2. J. M. Allegro, Qumran Cave 4.1 (4Q1S8-4Q186) (Discoveries in the Judacan Desert of ] dan V), Clarendon Press, Oxford, 1968.
)'
3. J. Strugnell, «Notes en marge du volume V des "Discoveries in the Judaean Desert of ] dan"»: Revue de Qumran 1 (1969-1971), 163-276.
4. J. Allegro, The Dead Sea Scrolls and the Christian Myth, London, 1979.
228
LOS MANUSCRITOS DE QUMRAN, JESUCRISTO Y LOS ORÍGENES DEL CRISTIANISMO
desgraciadamente, el fragmento qumránico no tiene nada que ver ni con la medicina, ni con el empleo
del semen del cabrito como rito de iniciación mistérico (como supone Allegro) o como simple remedio
(como postula Charlesworth en una monografía dedicada a este texto en 19855). El texto (como ha
probado Joseph Nave6 y como ha reconocido el mismo Charlesworth en una retractación pública) es un
simple ejercicio de escritura hecho por el escriba sobre un resto de piel para acostumbrar la mano antes
de comenzar a copiar sus textos y no contiene otra cosa que una lista de nombres hebreos en orden
alfabético. Este enorme error de interpretación es un triste ejemplo de las consecuencias a las que lleva
el empecinarse en el mito de la conspiración del silencio para interpretar los textos qumránicos.
2. La interpretación esotérica
Otro de los malentendidos más difundidos que conviene igualmente disipar es el propagado por quienes
piensan que la verdadera importancia de los manuscritos de Qumran para comprender el cristianismo
sólo puede percibirse mediante una lectura esotérica de los textos qumránicos. A diferencia del mito
precedente, este nuevo mito aparece en publicaciones serias y que se pretenden científicas. Sus dos
representantes con las mejores credenciales académicas son Barbara Thiering, de la Universidad de
Sidney, en Australia, y Robert Eisenman, de la State University de California. La primera ha publicado
cuatro libros7, el segundo en dos volúmenes 8. Es cierto que entre la obra de ambos investigadores
existen notables diferencias de detalle (para la primera, el Maestro de Justicia habría sido Juan el
Bautista, y su oponente, Jesucristo; para el segundo, el Maestro de Justicia habría sido Santiago, y su
oponente, Pablo), pero los elementos metodológicos comunes nos permiten englobarlos bajo un mismo
denominador. Ambos parten del supuesto de que tanto los manuscritos qumránicos como el Nuevo
Testamento están escritos en clave, de que los textos no dicen lo que dicen, sino que tienen un
significado secreto que se oculta bajo la tersa superficie de las palabras, y de que son ellos (Thiering y
Eisenman) quienes por vez primera han descifrado el código secreto y han podido revelar ese misterio
oculto durante dos mil años. Y lo que es más: que ambos cuerpos de escritos son las dos
5. J. H. Charlesworth, The Discovery of a Dead Sea Scroll (4QTherapeia). Its Importance in the llistory of Medicine and Jesús
Research, Lubbeck, 1985.
6. J. Nave, «A Medical Document or a Writing Exercise? The So-called 4QTherapeia»: Israel Ex-/iloration Journal 36 (1986), 52-55.
7. Barbara E. Thiering, Redating of the Teacher of Righteousness (Australian & New Zealand Studies in Theology and Religión), Sydney, 1979;
The Gospels and Qumran. A New Hypothesis (Australian & New Zealand Studies in Theology and Religión), Sydney, 1981; The Qumran
Origins of the (Ihrístian Church (Australian & New Zealand Studies in Theology and Religión), Sydney, 1983, y Jesús ttii1 Man. A new
interpretation from the Dead Sea Scrolls, New York, 1992.
8. R. Eisenman, Maccabees, Zadokites, Christians and Qumran (Studia Post-Biblical 34), Leiden, 1¥N3, y James the Just in the Hahakkuk
Pesher (Studia Post-Biblica 35), Leiden, 1986.
229FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ caras de la misma moneda, que ambos nos cuentan la misma historia desde
dos perspectivas distintas: el Nuevo Testamento, desde la perspectiva de Jesús y de Pablo; los
manuscritos de Qumrán, desde la perspectiva de Juan el Bautista y de Santiago.
Como en el caso del mito precedente, también este nuevo mito parte de un hecho real: un grupo de
manuscritos qumránicos, los pesharim, están efectivamente escritos de tal manera que su significado
sólo es transparente para los iniciados, es decir, para los miembros de la secta; lo que es algo muy
distinto a considerar tales textos como un roman-á-clef. Estos textos, que son comentarios a los libros de
los Profetas y a los Salmos, consideran el texto bíblico como conteniendo un misterio que ha
permanecido oculto incluso para sus mismos autores, los Profetas, y que únicamente ha sido revelado al
Maestro de Justicia. Este misterio consiste en que el significado real de los textos bíblicos no se refiere a
la época de los Profetas, sino al presente del Maestro de Justicia y de su comunidad, un presente que es
considerado como «el final de los tiempos».] Ahora bien, este presente, esta realidad de finales del siglo
n antes del Cristo raramente es designada por su nombre en estos textos. Solamente uno de ellos, el
pesber de Nahún, emplea nombres propios: Demetrio' Antíoco; en los demás textos, los protagonistas de
esta realidad se oci" tan bajo designaciones como las de «Maestro de Justicia», «el Sacerd Impío», «el
Mentiroso», el «León furioso», los «buscadores de int< prefaciones fáciles», «los simples», «Efraín y
Manases», la «casa de abominación», etc. Estas designaciones, que para los miembros de la o munidad
de Qumrán debían ser transparentes, no lo son para nosotrc para quienes estos personajes resultan
misteriosos. Pero el cuadro hist rico en el que se sitúan y actúan no por eso deja de ser claro y preciso:'-!
Palestina de finales del siglo II antes de Cristo a mediados del siglo I A¿ pues de Cristo.
También en el Nuevo Testamento encontramos el mismo princij hermenéutico, mediante el cual las
palabras de los Profetas son referid a la realidad presente de Jesús, pero, a diferencia de los pesharim,
eitj Nuevo Testamento esta realidad no aparece cubierta bajo designado* simbólicas, sino que es
totalmente transparente.
Este hecho es real. La explicación propuesta por quienes propc una lectura en clave de los textos es
completamente falsa y viola el I niñeado directo de ambos tipos de textos. Las realidades a las I ambos
aluden son realidades distintas y se hallan separadas por casi i siglos.
*
Independientemente del contenido de los textos, las excavacU arqueológicas han probado ciertamente
que la comunidad de Qurt existió y produjo sus textos entre finales del siglo u antes de CristoJ momento
en el que su instalación fue destruida por el ataque án* el 68 después de Cristo.
De la misma manera, e independientemente del contenido textos, la paleografía ha probado que las
copias de los textos qu>« 230
LOS MANUSCRITOS DE QUMRÁN, JESUCRISTO Y LOS ORÍGENES DEL CRISTIANISMO
que han llegado hasta nosotros han sido hechas entre el siglo III antes de Cristo y mediados del siglo I
después de Cristo. Ninguna teoría de explicación del contenido de los textos puede ignorar o ir contra
esta evidencia externa e independiente. Y tanto Thiering como Eisenman se ven obligados a negar esta
evidencia. En ambos casos no se nos ofrecen hipótesis para explicar los hechos, sino que se tergiversan
los hechos para que puedan caber dentro de las hipótesis.
De un tipo distinto es la interpretación de Allegro. Él ha trabajado directamente con los manuscritos
qumránicos y ha aprendido a respetar los límites cronológicos impuestos por la paleografía y la
arqueología. Pero, puesto que está convencido de que el Nuevo Testamento está escrito en un lenguaje
secreto, no duda en imponer al Nuevo Testamento el cuadro cronológico e histórico de los textos
qumránicos. ¡La consecuencia es que Jesucristo, que habría sido el Maestro de Justicia, habría vivido a
mediados del siglo u antes de Cristo! Si Thiering y Eisenman no respetan los datos de la arqueología y
de la paleografía, Allegro olvida los más sólidos datos de la historia. En definitiva, todos estos intentos
no son ciencia, son ciencia-fícción. Y no merece la pena el detenerse más en ellos.
Pasemos, pues, a la segunda parte de esta comunicación, en la que pretendo indicar dónde se hallan
realmente las aportaciones contenidas en los manuscritos de Qumrán de cara al conocimiento de
Jesucristo y del cristianismo.
En mi opinión, la gran aportación de los manuscritos de Qumrán consiste en habernos revelado el
transfondo judío contra el que se dibuja, en el que se inserta, y a partir del cual se desarrolla, tanto la
figura de Jesucristo y de su mensaje como el cristianismo primitivo. Expresado crudamente, yo diría que
los manuscritos de Qumrán no nos explican el cristianismo, sino que nos dan a conocer el judaismo del
que nace el cristianismo; un judaismo muy distinto, mucho más rico, variado y plu-ri forme, de lo que
podíamos imaginar a través de la imagen que reflejan los escritos rabínicos con los cuales estábamos
acostumbrados a comparar el cristianismo.
Tal vez pueda parecerles extraño, pero el hecho es que nuestra ignorancia sobre el período histórico en el
que nace el cristianismo y en el que cuaja el judaismo rabínico sólo puede compararse a la importancia
rjiisma de este período. Es cierto que poseemos el Nuevo Testamento, : Flavio Josefo, Filón y algunos
otros elementos de los historiadores ro-Itianos. Pero la literatura religiosa de la época, los desarrollos
ideológicos, UN polémicas haláquicas, la liturgia, las especulaciones místicas, etc., inm para nosotros un
mundo ignorado antes de los descubrimientos de Qumrán. Basta recorrer la lista de los Materiales para
el Diccionario bis-
231FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
tórico de la lengua hebrea9 que prepara la Academia de la Lengua de Israel y en la que se hallan
recogidos todos los textos hebreos conservados entre el 200 antes de Cristo y el 300 después de Cristo,
para comprobar que todos los materiales recogidos (a excepción de algunas brevísimas inscripciones o
de las expresiones que aparecen en monedas) proceden de los descubrimientos de Qumrán. La
conciencia de nuestra ignorancia sólo se precisa con la adquisición de nuevos conocimientos. No creo
que sea exagerado decir que antes de los descubrimientos de Qumrán la figura de Jesucristo aparecía
como un fruto magnífico y exótico, y que ahora podemos ver el árbol, con sus frutos ciertamente
diversos, pero también con una savia común que cada rama transforma a su manera. Y son precisamente
los textos de Qumrán los que nos permiten, como ningún otro texto, comprender las raíces de ese árbol y
sus ramas diversas, y ver cómo esa savia común es transformada en frutos muy distintos.
Pero todo esto puede parecer muy abstracto. Ilustraré esta metáfora con algunos ejemplos concretos,
comenzando por los niveles puramente literarios, para avanzar a través de la halaká y terminar con la
teología.
1. 4QBéat
Ninguna composición evangélica es tan conocida ni ha sido tan estudiada como las Bienaventuranzas.
Todas y cada una de sus expresiones han sido examinadas en detalle, y todos sus antecedentes
veterotesta-mentarios, puestos de relieve. Pero hasta ahora no se conocía ningún texto judío que
proporcionase un paralelo literario realmente cercano a la serie de macarismos del texto de Mateo, por lo
que el texto evangélico se veía como la conclusión de un largo proceso de evolución literaria. Pero un
texto de la Cueva 4, últimamente publicado10, contiene el frag-( mentó siguiente:
1
[Bendito aquel que dice la verdad] con un corazón puro
y no calumnia con su lengua. Benditos quienes se apegan a sus leyes y no se
apegan a caminos perversos. Benditos quienes se regocijan en ella y no
indagan en caminos locos. Benditos quienes la buscan con manos puras y no
la solicitan con corazón traidor.
9. Materials for the Dictionary Series I, Academy of the Hebrew Language. Historical Dic nary of the Hebrew Language,
Jerusalem, 1988. Distribuidos en una edición de 105 microfichas con i de 21.000 páginas de texto.
10. E. Puech, «Un Hymne essénien en partie retrouvé et les Beatitudes. 1QH V 12 -VI18 (= ( XHI-XIV 7) et 4QBéat», en F.
García Martínez-E. Puech (eds.), Memorial]ean Carmignac, Paris, 198| 59-88, y «4Q525 et les péricopes des beatitudes en Ben Sira et
Matthieu»: Revue Biblique 98 (1991), 8fl 106.
232
LOS MANUSCRITOS DE QUMRÁN, JESUCRISTO Y LOS ORÍGENES DEL CRISTIANISMO
Bendito el hombre que alcanza la sabiduría y camina en la ley del Altísimo y aplica su corazón a sus caminos y se obliga a su
disciplina y en sus correcciones se complace siempre; y no la abandona en la aflicción de sus males, y al tiempo de la congoja no
la desecha, y no la olvida en los días de espanto, y en la aflicción de su alma no la aborrece (4Q525 2 II, 1-6; TQ, 410). Como
se puede apreciar, se trata en este caso de un texto puramente sapiencial. Ni el carácter programático ni,
sobre todo, la dimensión esca-tológica que resuena en la Bienaventuranzas evangélicas se halla presente
en él. Pero la forma literaria concreta es idéntica y la serie de macarismos que contiene ilustran
admirablemente la forma literaria adoptada para la redacción de la Bienaventuranzas y prueban que el
modelo literario circulaba en el transfondo judío que los textos qumránicos revelan.
2. La halaká
Si de los paralelos puramente literarios pasamos al terreno de las prescripciones legales, la importancia
de los manuscritos de Qumrán y su función iluminadora aparece aún más claramente, ya que, como se
sabe, el judaismo es y ha sido siempre más una «ortopraxis» que una «ortodoxia». Ahora bien, mientras
que la halaká rabínica nos es perfectamente conocida, de la halaká pre-mísnica o de la halaká de la
época pre-cris-tiana era muy poco lo que sabíamos.
Tomemos, por ejemplo, el proceso jurídico de reprensión fraterna, tan claramente expresado en Mt
18,15-17, y que precisa la manera de conducirse con un miembro que se ha desviado de la praxis
comunitaria. Una tal norma jurídica no existe en absoluto dentro del judaismo rabínico, y su presencia en
el evangelio de Mateo resultaba incomprensible. Pero ahora disponemos de un paralelo excelente en el
proceso jurídico de reprensión fraterna en vigor dentro de la comunidad qumránica. Lo que no quiere
decir que el proceso de reprensión mateano dependa del qumránico, pero sí prueba que la praxis de un
proceso jurídico de reprensión de las faltas cometidas por los miembros de un grupo no era algo insólito
dentro del judaismo pluriforme del siglo i, y además permite comprender la derivación haláquica a partir
de los textos del Antiguo Testamento de este proceso u.
Al mismo tiempo, el conocimiento de las posiciones haláquicas sectarias permite constatar las enormes
diferencias entre los distintos grupos. Volviendo a la metáfora del árbol y las ramas, permite ver cómo
una misma savia puede dar frutos tan distintos. La mejor manera de apreciar la diferencia de estos frutos
es la de comparar las formulaciones progra-
11. Ver a este propósito el capítulo «La reprensión fraterna en Qumrán y Mt 18,15-17», ni/mi, 257-271
máticas del Sermón de la Montaña con las formulaciones igualmente programáticas del texto (4QMMT)
en el que se expresan los motivos por los que el grupo qumránico se ha separado del resto del
judaismo12. Se trata de problemas como la prohibición a los no judíos de llevar ofrendas al templo; la
prohibicón de cocer las ofrendas en vasijas de cobre; la prohibición de aceptar sacrificios de los gentiles;
la prohibición de dejar ciertas ofrendas para comerlas al día siguiente; la ley de la ternera roja; la
prohibición de introducir pieles de animales en el templo; las normas sobre las pieles y los huesos de
animales impuros; la impureza de quien transporta la piel, los huesos o el cadáver de un animal puro; del
degüello de animales preñados; de la exclusión de ciegos y sordos del Santuario; de la pureza de las
corrientes líquidas (nissoq), de la prohibición de introducir perros en Jerusalén; de la pertenencia a los
sacerdotes de los frutos del cuarto año; de la pertenencia a los sacerdotes del diezmo del ganado; de las
regulaciones del período de purificación de los leprosos; de la impureza de los huesos humanos; de la
prohibición del matrimonio entre sacerdotes e israelitas, etc. Es difícil imaginar un contraste mayor entre
este programa y el programa que el Sermón de la Montaña nos propone.
3. La teología
Esta misma función iluminadora de los manuscritos de Qumrán aparece sobre todo cuando pasamos al
nivel de las ideas, de las formulaciones de j contenido religioso, de la teología.
1
Un buen ejemplo nos lo proporciona el midrás sobre Melquisedec c la Cueva 1113, que nos presenta este
personaje como una figura angélici y como un salvador celeste, y nos permite comprender los
desarrollos itvi tervenidos y ayuda a colmar la distancia que media entre el Melquisedefl del Génesis y el
Melquisedec de la carta a los Hebreos. •,
El texto siguiente14, proveniente de uno de los himnos atribuidos j Maestro de Justicia, nos permite
comprender de una manera nueva U raíces judías de las fórmulas paulinas sobre la justificación:
i
Yo sé que hay esperanza en tu gracia
y espera en la grandeza de tu fuerza.
Pues nadie es justo en tu juicio ni
inocente en tu proceso.
Únicamente por tu bondad el hombre es justificado.
12. Se trata de una carta (de la que se han conservado seis copias) enviada por el jefe de 1 munidad qumránica poco después de la separación de
su grupo del resto del judaismo, dada a col por E. Qimron y J. Strugnell, «An Unpublished Halakhic Letter from Qumrán», en Biblical Arch
Today, Jerusalem, 1985, 400-407, y que hemos tratado con mayor detalle en el capítulo «Or!( movimiento esenio y de la secta qumránica»,
infra, 91-117.
13. Publicado por A. S. van der Woude, «Melchisedek ais himmlische Erlósergestalt in i neugefundenen eschatologischen Midraschin aus
Qumrán Hóhle XI»: Oudtestamentische StudiMi (1965),
354-373.
14. Procedente de la colección de Himnos de la Cueva 1, 1QH IX, 14-15.
234
LOS MANUSCRITOS Di QUMRÁN, JESUCRISTO Y LOS ORÍGENES DEL CRISTIANISMO
Y puesto que nuestro tema central es la figura de Jesucristo, quisiera terminar traduciendo parte un texto
arameo del siglo I antes de Cristo, últimamente publicado en su totalidad (4Q246)15, que emplea toda
una serie de expresiones que nos son familiares por Le 2,32-35 y que nos presenta un personaje
misterioso de origen celeste que aparece al final de la historia y que desencadena la fase final de la lucha
escatológica que será seguida de la paz definitiva:
Será llamado grande y será designado por su sombre.
Será denominado hijo de Dios y le llamarán hijo del Altísimo. Como las centellas de una visión, así será el reino de ellos;
reinarán algunos años sobre la tierra y aplastarán todo; un pueblo aplastará a otro pueblo y una ciudad a otra ciudad, hasta que
levante al pueblo de Dios y haga descansar a todo de la espada (4Q246 II, 1-4; TQ, 186).
No es mi tarea aquí elucidar quién es este personaje misterioso. Pero su presencia en un texto qumránico
del siglo i a.C. nos permite percibir la variedad y la riqueza del judaismo que los manuscritos de Qumrán
nos han revelado.
Estos ejemplos no representan más que una mínima muestra de la significación de los manuscritos de
Qumrán para el conocimiento de Jesucristo y del cristianismo. Pero espero que sean suficientes para
demostrar la enorme importancia que el descubrimiento de estos manuscritos ha tenido para iluminarnos
ese judaismo pluriforme en el que la figura de Jesús hunde sus raíces, del que se alimenta y del que
constituye el mejor fruto.
15. Este texto es tratado con más detalle en el capítulo «Esperanzas mesiánicas en los escritos de irán», infra, 187-222.
235LOS TEXTOS DE QUMRÁN Y EL NUEVO TESTAMENTO Julio Trebolle Barrera
La publicación en los últimos años de nuevos manuscritos de Qumrán y, en ocasiones, la sospecha de
que pudieran aparecer todavía datos sensacionales han vuelto a traer a la actualidad la cuestión de la
relación entre los escritos cristianos del Nuevo Testamento y los escritos esenios de Qumrán.
E. Renán escribió una frase que adquirió fama cuando todavía no se habían descubierto los manuscritos
del Mar Muerto: «El cristianismo es un esenismo que alcanzó el éxito». Cuando aparecieron los textos
de Qumrán y pareció confirmarse que éstos eran efectivamente escritos de los antiguos esenios, muchos
vieron en los manuscritos de Qumrán el eslabón que faltaba para enlazar definitivamente a los primeros
cristianos con los esenios y a Jesús de Nazaret con el llamado Maestro de Justicia. La primera reacción
de los investigadores cuando estudian textos nuevos como los aparecidos en Qumrán es es fijarse en los
puntos de contacto entre los nuevos materiales y los ya conocidos. Con el paso del tiempo, cuando se
amplía la perspectiva de estudio y se toma mayor distancia respecto a las cuestiones de detalle, se
advierten más las divergencias y los contrastes. Hoy conocemos muchísimos datos que acercan el mundo
de los primeros judeo-cristianos al mundo judío de la época y al esenio en particular. Sin embargo,
aparecen también a las claras las diferencias que separan al cristianismo del esenismo o de lo que cabe
conocer de éste. No deja de ser significativo que la investigación actual tienda a relacionar la figura de
Jesús más con la de un fariseo que con la de un esenio, reconociendo además los tíazos originales de la
figura de Jesús, cuyos antecedentes, si los tiene, se remontan a las figuras de los grandes profetas
bíblicos. No cabe reducir la comparación entre el Nuevo Testamento y los textos de Qumrán a
cuestiones de detalle. La comparación de estas dos colecciones en su conjunto, y no sólo de versículos
sueltos tomados de una y de otra, pone de relieve más a las claras las diferencias que las separan.
237JULIO TREBOLLE BARRERA
LOS TEXTOS DE QUMRAN Y EL NUEVO TESTAMENTO
[;*
hltill
El hecho cierto es que los textos del Nuevo Testamento muestran numerosos paralelos y puntos de
contacto con los textos de Qumrán. Siendo los escritos esenios más antiguos que los cristianos, es lógico
suponer que los primeros pudieron influir en los segundos. Sin embargo, al igual que dos líneas paralelas
nunca llegan a encontrarse, un texto qumránico y otro evangélico pueden discurrir paralelamente sin que
ello signifique que el primero haya influido de una manera directa en el segundo. Los estudios de la
literaturas y religiones comparadas han caído con frecuencia en una «paralelomanía» (Sandmel), que
confunde las paralelas con las tangentes y los parecidos formales o de contenido con los contactos e
influjos directos. A este respecto no deja de ser sorprendente el hecho de que el evangelio de Marcos, el
más antiguo y semitizante de los j evangelios, presente muy escasos paralelos con los textos de
Qumrán,» mientras que los evangelios de Mateo y de Juan y las cartas de Pablo! ofrecen, como veremos,
numerosos puntos de contacto. •
Es preciso recordar que los escritos de Qumrán son anteriores al nacimiento del cristianismo. No
suministran por ello información alg"*1* directa sobre los orígenes cristianos. Dos autores, Robert H.
Eisenr profesor de la «State University of California» en Long Beach, y Barí ra Thiering de Australia
opinan, por el contrario, que algunos de los < critos más significativos de los encontrados en Qumrán
son de orig judeo-cristiano. R. Eisenman llega a identificar a Santiago, hermano i Señor (Gal 1,19), con
el «Maestro de Justicia», y a Pablo con el «Hoi bre de Mentiras» (IQpHab 2,2). Con presupuestos
parecidos, B. Thf ring establece identidades muy diferentes: Juan Bautista era el «Maest de Justicia» y
Jesús el «Sacerdote Impío». Estas opiniones se enfrentan, los datos y resultados de la arqueología, de la
paleografía y del análisis.^ los manuscritos con las técnicas del radiocarbono. No tienen tampoco^
cuenta el hecho de que los manuscritos fueron copiados en una época a terminada, más antigua de la
supuesta por ellos, y los escritos de los f tales manuscritos son copia se remontan siempre a una época
muy p' rior, tras un proceso por lo general largo y complejo de redacción < texto.
Auque no ofrezcan un testimonio directo sobre los orígenes cri nos, la importancia de los textos de
Qumrán para el estudio del Ni Testamento es absolutamente decisiva. Ofrecen una información i rica y
valiosa sobre el judaismo de la época y permiten conocer, eni secuencia, lo que se ha llamado la matriz
judía del cristianismo (K mann). No es de extrañar por ello que el Nuevo Testamento y de r especial los
evangelios y los Hechos de los Apóstoles contengan • rosos elementos que responden al ambiente de la
geografía palestir la época de Jesús.
Hasta el momento de los descubrimientos de Qumrán no cabial recurso que comparar la primitiva
literatura cristiana con la literatUT" lenística contemporánea o con la literatura rabínica de época pos
(Billerbeck). Hoy disponemos de materiales que proceden de una i
238
inmmediatamente anterior a la cristiana o son rigurosamente contemporáneos de la época de Jesús. Ello
no significa que los datos de la literatura rabínica no puedan ser explotados para el estudio de los
primeros escritos cristianos. El hecho de que referencias de los escritos rabínicos encuentren paralelo en
textos de Qumrán o en obras de Filón y de Flavio Josefo prueba que, de una manera u otra, se remontan
al siglo i d.C. o a un período anterior y pueden ser utilizadas, en consecuencia, para su estudio
comparativo con referencias similares presentes en los textos del Nuevo Testamento.
Presentamos seguidamente algunos de los puntos de contacto más significativos entre los textos de
Qumrán y los textos neotestamentarios. La selección no es ni mucho menos exhaustiva. Tampoco se ha
de olvidar que la interpretación de muchos de los pasajes que entran en consideración es objeto de
debates entre los estudiosos y no cabe por ello establecer conclusiones demasiado tajantes.
I. JUAN EL BAUTISTA
La afirmación de que Juan el Bautista pudo haber tenido contacto con los esenios fue hecha ya en el
siglo pasado por H. Graetz. Es fácil pensar que así fuera. Juan predicaba en las orillas del Jordán, en una
zona geográfica muy próxima a aquella en la que, según las fuentes clásicas, habitaban los esenios. Los
textos de Qumrán han venido a suministrar nuevo material que invita a relacionar todavía más a Juan
con los esenios de Qumrán. Sin embargo, y a pesar de que la información disponible actualmente es
mucho mayor que la existente en el siglo pasado, nadie se atreve hoy a sentenciar, como podía hacerlo
Graetz en su tiempo, que Juan fue un esenio y que el bautismo de Juan no era sino un rito de ingreso en
el movimiento esenio.
Los textos de Qumrán no hacen mención alguna de Juan Bautista. Nada tendría de extraño que Juan
hubiera pertenecido por algún tiempo a la comunidad de Qumrán. Lo cierto es, sin embargo, que no hay
datos para afirmarlo o negarlo. Flavio Josefo dice haber pasado algún tiempo entre lo esenios (Vida 2, n.
10-11). Lo mismo pudo haber hecho Juan Bautista. Cabe relacionar con ello el hecho de que, según el
evangelio de Lucas (1,80), Juan vivió «en el desierto» hasta el momento de comenzar tu propia misión.
En alusión a la presencia de Juan en el desierto, los cuatro evangelistas citan la expresión de Is 40,3: «la
voz de uno que clama en el desierto» (Me 1,3; Mt 3,3; Le 3,3-6; Jn 1,23). Es significativo que la Regla
de la Comunidad (1QS 8,12-16) eche mano también de esta cita de Isaías para dar cuenta de la presencia
de la comunidad de Qumrán en el desierto.
Si Juan formó parte de la comunidad qumránica, debió de abando-. narla en un momento dado para
seguir su propio camino y dedicarse a I predicar un bautismo de conversión a todos los judíos sin
distinción.
239JULIO TREBOLLE BARRERA
LOS TEXTOS DE QUMRAN Y EL NUEVO TESTAMENTO
Juan no establecía separaciones estrictas entre judíos, al contrario que los qumranitas.
El bautismo de Juan es también comparable a los ritos bautismales esenios. Se diferencia, sin embargo,
en su carácter único, no repetible. Éste se diferencia de aquéllos en su carácter de baustismo «de
arrepentimiento para el perdón de los pecados» (Me 1,4; Le 3,3). La relación del bautismo con los
pecados es común al bautismo de Juan y al de los esenios:
Que no entre en las aguas para participar en el alimento puro de los hombres de santidad, pues no se han purificado, a no ser que
se conviertan de su maldad» (1QS 5,13-14; TQ, 55).
La frase de Juan Bautista referida al bautismo de Jesús, «él os bautizará con espíritu santo y fuego» (Le
3,16), se ha de poner en relación con el pasaje siguiente de la Regla de la Comunidad:
Entonces purificará Dios con su verdad todas las obras del hombre, y refinará para sí la estructura del hombre arrancando todo
espíritu de injusticia del interior de su carne, y purificándolo con el espíritu de santidad de toda acción impía. Rociará sobre él el
espíritu de verdad como aguas lústrales... (1QS 4,20-21; TQ, 53-54).
La figura adusta y ascética de Juan, parangonable en ello a la de los esenios de Qumrán, está, sin
embargo, muy lejos del espíritu sectario y cerrado de éstos. Resulta difícil pensar que Juan pudiera
sentirse a gusto en una comunidad que había roto toda relación con el sacerdocio de Je-rusalén, al que la
familia de Juan pertenecía. II. JESÚS DE NAZARET
Los escritos de Qumrán no mencionan tampoco a Jesús de Nazaret* G. Lankaster Harding llegó a
proponer que Jesús realizó tal vez estudios; con los esenios de Qumrán. Quien visite las ruinas de
Qumrán podría recorrer las aulas y pasillos de la escuela en la que Jesús estudió. Los cier tíficos harían
bien en no llamar la atención sobre sus descubrimientos I modo de los crédulos peregrinos medievales,
que trataban de descub" todos y cada uno de los pasos de Jesús por la geografía de Palestina.
No es posible saber si Jesús tuvo relación alguna con los esenios < Qumrán. El pasaje de Mt 24,26, «Si
os dicen: "Mira, el Mesías está en desierto"..., no os lo creáis», podría ofrecer un indicio de que así fue.
embargo, no hay modo alguno de probar que estas palabras hagan ' rencia
a Qumrán.
A la hora de trazar la figura histórica de Jesús o lo que de ella es i cernible a través de las fuentes, es
preciso no dejarse llevar por tendeni de carácter apologético o polémico y, menos todavía, por apetencias
J sensacionalismo. Es lamentable que, existiendo una amplísima bibM grafía científica sobre la figura de
Jesús, lo que llega al gran público f"
240 muchas ocasiones, fruto del sensacionalismo y de perspectivas muy parciales y
partidistas.
Antes y después de los descubrimientos de Qumrán se han hecho muchos y muy diversos retratos de la
figura de Jesús de Nazaret: un mesías apocalíptico (A. Schweitzer), el gran maestro de una ética elevada,
muy alejado de veleidades apocalípticas (así lo veían sobre todo los representantes del liberalismo
teológico del siglo xix), un rabino o profeta exis-tencialista (Bultmann), el profeta-mesías y «Siervo
sufriente» según los textos del llamado Segundo Isaías (W. Manson, V. Taylor, Dodd, Cull-mann,
Kümmel), un esenio (Flusser) o un Maestro de Justicia al estilo esenio (Allegro), un zelota o
revolucionario político (Reimarus, Branden, Carmichael), un zelota para quien el Reino sería establecido
desde lo alto por pura intervención divina (Bartsch), un pacifista (G. Edwards, A. Trocmé) o alguien
muy alejado en todo caso de las corrientes zelotas (F. Hahn), un mago al estilo de otros magos conocidos
por las fuentes polémicas y por escritos mágicos de la época (Morton Smith), un caris-mático galileo que
hacía curaciones y enseñaba a las gentes y, a la vez, un «justo» o «santo» al estilo de los hasidim y de
figuras como Honi y Ha-nina ben Dosa (Vermes), etc.
No han faltado interpretaciones favorables a la figura de Jesús realizadas desde perspectivas en principio
muy alejadas de lo religioso, como la interpretación marxista y atea de Jesús realizada por Machovec, y
otras, por el contrario, un tanto malévolas como la que Allegro hacía del nombre de «Jesús» como una
referencia críptica al «Hongo sagrado», una droga alucinógena supuestamente utilizada por los primeros
cristianos (Allegro). Se ha podido decir también que Jesús estuvo en realidad casado o que mantuvo
relaciones sentimentales (Ben-Chorin, Kazantza-kis). Se ha afirmado también, por el contrario, que
Jesús se mantuvo célibe, conforme al modelo del celibato profético practicado en Qumrán (Vermes,
1973).
A pesar de que los textos de Qumrán no contienen información alguna directa sobre Jesús, suministran,
sin embargo, una información muy rica y valiosa sobre la época en la que vivió. Qumrán ha contribuido
por ello de modo decisivo a todo un movimiento de «vuelta al Jesús histórico». No es de extrañar que
una corriente de estudios actual ponga el acento en la continuidad entre el Jesús de la historia y la
cristología posterior (Hengel), frente a quienes, desde la época de Bousset, contraponen el Jesús
histórico y el Cristo de la fe, la figura histórica de Jesús de Nazaret de la figura del Cristo resucitado y
entronizado a la derecha del Dios Padre.
Los paralelos que se puedan establecer entre Jesús y Qumrán se refieren a aspectos o datos sueltos. A
continuación se señalan, de forma muy escueta, algunos de los más significativos.
1. La actitud de Jesús hacia la riqueza es comparable a la de los esenios de Qumrán. Jesús renuncia
abiertamente a todo género de propie-
241JULIO TREBOLLE BARRERA LOS TEXTOS DE
QUMRAN Y EL NUEVO TESTAMENTO
dad privada y advierte sobre los peligros que entrañan las riquezas. La recomendación a los discípulos de
no llevar dinero y de confiar en la hospitalidad de las comunidades a las que se dirigen (Mt 10,9)
corresponde a lo que, según testimonio de Flavio Josefo (Guerra 2.8.4, n.° 142-146), era una práctica
habitual de los esenios. No se tienen noticias de que otros grupos conocieran este tipo de práctica, que
tiene, sin embargo, antecedentes en el Antiguo Testamento, por lo que no es necesario pensar que Jesús
tuviera conocimiento de ella a través de los esenios. Jesús pudo haber hecho, él mismo y por iniciativa
propia, una recomendación muy consonante con el espíritu de la tradición bíblica.
2. Jesús acompañaba sus curaciones y exorcismos con la imposición de manos sobre los enfermos
y posesos. Los textos judíos de la época no relacionan la imposición de manos con la curación o el
exorcismo. Un pasaje del Génesis apócrifo establece, por el contrario, esta relación:
Vino a mí y me pidió que fuese y rezase por el rey, e impusiese mis manos sobre él para que viviese... Yo recé por [...] e impuse
mis manos sobre su cabeza. La plaga fue removida de él... (IQGénesis apócrifo, 20,22.29) (Flusser).
La literatura mágica asiro-babilónica conoce esta práctica extendida seguramente en ambientes muy
diversos y no sólo en el esenio, por lo que 1 no cabe establecer con seguridad que Jesús fuera en este
punto directa- j mente deudor de los esenios.
3. La enseñanza de Jesús en relación con la prohibición del divorcifl parecía no tener paralelo
alguno en el mundo judío de la época. Cabe i "' contrar ahora una doctrina similar en el Rollo del
Templo:
No tomará otra mujer además de ella, porque sólo ella estará con él todos lo de su vida. Si muriese, tomará para sí otra de la casa
de su padre, de su fan (IQRollo del Templo 57,17-19; TQ, 223). t1|
Otro texto del Documento de Damasco permite también una < paración:
Son capturados dos veces en la fornicación: por tomar dos mujeres en sus vid pesar de que el principio de la creación es: «varón y
varona los creó» (Do de Damasco 4,20-21; TQ, 83).
Estos textos dan a entender que la doctrina esenia relativa al divc era conocida seguramente en época
anterior a la creación de la cornil dad de Qumrán, aunque de hecho ni Filón ni Josefo informan ! ello. No
deja de ser significativo el hecho de que tanto los pasajes ¡| Nuevo Testamento alusivos al divorcio (Me
10,6 y Mt 19,4) como elj
tado del Documento de Damasco, fundamentan la prohibición del divorcio en el orden primigenio
establecido en la creación (Gen 1,27).
4. En los comienzos de la investigación sobre Qumrán, A. Jaubert propuso que la última cena de Jesús
con sus discípulos había tenido lugar en el atardecer del miércoles de la semana de Pascua y no en la
noche del viernes. Jesús siguió el calendario solar de los esenios, atestiguado en el libro de los Jubileos e
indirectamente también en el Documento de Damasco (6,19). Algunos grupos cristianos utilizaban
todavía este calendario un par de siglos más tarde en la época patrística. La investigación posterior (J.
Blinzler) ha puesto en duda, sin embargo, los argumentos aducidos por A. Jaubert. Esta autora no tenía
suficientemente en cuenta la enorme complejidad de los datos evangélicos y suponía, por otra parte, que
la última cena tuvo un carácter pascual, lo cual dista mucho de haber sido probado definitivamente. Los
evangelios suponen que la última cena tuvo lugar en el marco de la celebración de la Pascua judía, pero
esta presentación puede responder más al deseo de conferir a la última cena un significado teológico y
litúrgico que a la realidad de los hechos (Haag). Lo cierto es que aquellos aspectos en los que la última
cena de Jesús no parece tener relación con la cena pascual judía encuentran, por el contrario, analogías
en el tipo de comidas que celebraba la comunidad esenia.
En éste, como en otros muchos casos, la investigación se ha vuelto más cauta. Antes de afirmar que
determinadas características de la última cena de Jesús tienen origen en las comidas de los esenios, es
preciso tener en cuenta que existían con seguridad otros tipos de celebraciones, consistentes también en
comidas religiosas o rituales, diferentes de la practicada por los esenios de Qumrán. Un ejemplo
conocido es el de las comidas celebradas en las «hermandades» o aburoth de fariseos. La última cena de
Jesús pudo tener aspectos similares a cualquiera de estas formas de celebración, dotadas todas ellas de
un cierto carácter religioso, pudiendo tener también al mismo tiempo un carácter original y propio. 5.
Dentro de una común referencia monoteísta, la concepción de Dios expresada en el Nuevo Testamento
difiere respecto a la de los textos de Qumrán. Jesús se dirige a Dios, en un tono familiar, como abba,
«padre» o «papá» (Me 14,36; Gal 4,6; Rom 8,15). En el Antiguo Testamento es raro que un individuo se
dirija a Dios utilizando el título de «Padre» (cf. Sir 51,10). En textos de Qumrán cabe encontrar dos
ejemplos. «Mi Padre, mi Dios, no me abandones a los gentiles» (4QSalmo de Josué [4Q372] 1,16, cf. E.
Schuller, «A Preliminary Study of 4Q372 1»: KQ, 14 [1989-90], 352), «Mi padre y mi señor» (4Q460
5,6).
6. Un campo privilegiado del estudio comparativo entre el Nuevo Testamento y Qumrán es el que se
refiere a los títulos aplicados a la per-
242
243!*!
JULIO TREBOLLE sona de Jesús:.«Hijo de Dios», «Señor»
BARRERA
N
pecado, a un hijo del hombre tu justicia» (HQTgJob 26,2-3, p. 198). Estas expresiones eran conocidas en
el mundo judío de la época de Jesús tanto en el sentido indefinido de «alguien», como en el genérico de
«hombre», «ser humano». No se encuentra, sin embargo, ningún ejemplo de uso de tal expresión en
forma de título, como es el caso en el Nuevo Testamento, ni tampoco como sustituto del pronombre de
primera persona singular «yo», tal como se encuentra en los targumim. Así, pues, el uso
neotestamentario sigue teniendo un carácter original y único.
d) Los textos de Qumrán aplican con frecuencia el título «siervo» a Moisés, a David y a los profetas. En
los textos oracionales la expresión «tu siervo» equivale a la simple referencia pronominal «yo». Ningún
texto de Qumrán ofrece, sin embargo, la expresión «siervo de Yahvé», típica de las profecías bíblicas
sobre el Siervo sufriente (Is 40-53). No puede decirse que el motivo de un «Mesías sufriente» sea en
modo alguno característico del Antiguo Testamento ni es probable tampoco que aparezca en texto
alguno de Qumrán. Este motivo se encuentra, por el contrario, en el Nuevo Testamento y sólo en pasajes
de la obra lucana, sea en el evangelio o en los Hechos de los Apóstoles (Le 24,26; Hech 3,18; 26,23).
III. EL EVANGELIO DE MATEO Y LOS TEXTOS DE QUMRAN
Al igual que en los apartados anteriores, nos limitamos a seleccionar gunos de los paralelos más
llamativos entre los textos de Qumrán y los evangelios, el de Mateo en primer lugar.
1. El Sermón de la Montaña contiene una colección de nueve biewj naventuranzas (5,3-11). El género
literario denominado «bienaventuil ranza», caracterizado por la expresión «Bendito/s el/los que... (pofi
que...)», era bien conocido en el Antiguo Testamento, de modo particulaf I en la literatura sapiencial (Sal
1,1; 2,12; Prov 3,13; 8,32.34; Ecl 10,17o Sab 3,13). Un manuscrito publicado recientemente (4Q525) ha
depara«¡ do toda una colección de bienaventuras qumránicas:
[Bendito aquel que dice la verdad] con un corazón puro, y
no calumnia con su lengua.
Benditos quienes se apegan a sus leyes,
y no se apegan a caminos perversos.
Benditos quienes se regocijan en ella, y
no indagan en caminos locos.
Benditos quienes la buscan con manos puras,
y no la solicitan con corazón traidor. Bendito
el hombre que alcanza la Sabiduría, y camina
en la ley del Altísimo,
y aplica su corazón a sus caminos,
246
y se obliga a su disciplina,
y en sus correcciones se complace siempre; y
no la abandona en la aflicción de [sus] males, y
al tiempo de la congoja no la desecha, y no la
olvida [en los días de] espanto, y en la aflicción
de su alma no la aborrece. Pues siempre piensa
en ella, y en su mal él medita [la ley],
[y durante toda] su existencia [piensa] en ella,
[y la pone] ante sus ojos para no marchar
por caminos [de maldad...]
(4QBienaventuranzas, frag. 2, col. II 1-7; TQ, 410-411).
El texto hace referencia seguramente a la «Sabiduría» o tal vez más bien a la «Ley». La correspondencia
entre Sabiduría y Ley hace gue, en cualquiera de los casos, el sentido de la composición no cambie. Esta
reviste en todo caso un carácter sapiencial. Las bienaventuranzas del evangelio de Mateo presentan un
carácter escatológico más acentuado. Es evidente que Jesús y los evangelistas hicieron uso de un género
literario, la «bienaventuranza» suelta o en colección, bien conocido en el Antiguo Testamento y en el
judaismo de la época.
2. Las dudas que José manifiesta ante el nacimiento del hijo de María encuentran un cierto
paralelismo en las dudas del patriarca pre-diluviano Lamec, expresadas en el Génesis apócrifo:
He aquí que entonces pensé en mi corazón que la concepción era obra de los Vigilantes, y la preñez de los Santos, y pertenecía a
los Gigan[tes, ...] y mi corazón se trastornó en mi interior por causa de este niño. Vacat [...] Entonces, yo Lamec, me asusté y
acudí a Bitenós, mi mujer, [y dije: ...]. [Júrame] por el Altísimo, por el Gran Señor, por el Rey del Uni[verso, ...] [...] los hijos del
cielo, que de veras me harás saber todo... (IQapGn 2,1-27; TQ, 280-281).
La continuación del relato deja bien a las claras que el nacimiento de Noé es fruto de la unión de sus
padres, pero en el texto queda flotando la idea y la posibilidad de que la concepción podía haber tomado
forma de diferente manera (Fitzmyer, 1973, 400).
3. La formulación de la frase «Habéis oído lo que se ha dicho: "amarás a tu prójimo y odiarás a tu
enemigo"» (Mt 5,43) da a entender que Jesús está haciendo referencia a un texto bíblico conocido. Las
dos expresiones «amarás a tu prójimo» y «odiarás a tu enemigo» deberían figurar en algún pasaje del
Antiguo Testamento o en algún escrito judío de la época. La primera se encuentra efectivamente en Lev
19,18. El mandato de «odiar al enemigo» no encuentra, por el contrario, paralelo alguno, si no es en dos
pasajes de la Regla de la Comunidad:
247JULIO TREBOLLE BARRERA
... amar a todos los hijos de la luz, cada uno según su lote en el plan de Dios, y odiar a todos los hijos de las tinieblas, cada uno
según su culpa en la venganza de Dios» (1QS 1,9-10, p. 49); Y éstas son las disposiciones de conducta para el Instructor en estos
tiempos, sobre su amor y su odio. Odio eterno con los hombres de la fosa... (1QS 9,21-22; TQ, 60).
4. La afirmación de Jesús «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48)
puede ser relacionada con la expresión qumránica «a fin de que se unan en el consejo de Dios y marchen
perfectamente en su presencia» (1QS 1,8, p. 49). Se echa de menos, sin embargo, la designación de Dios
como «Padre celestial».
5. La doctrina de los dos «caminos», expresada en Mt 7,13-14 y desarrollada más tarde en la
literatura cristiana primitiva tiene antecedentes en un pasaje de la Regla de la Comunidad, que presenta
un marcado acento dualista:
En mano del Príncipe de las Luces está el dominio sobre todos los hijos de la justicia; ellos marchan por caminos de luz. Y en
mano del Ángel de las tinieblas está todo el dominio sobre los hijos de la falsedad; ellos marchan por caminos de tinieblas (1QS
3,20-21; TQ, 52).
6. La afirmación de Jesús relativa a la construcción de la Iglesia sobre la «piedra» que es «Pedro»,
contra la cual (la piedra-la Iglesia) las puertas del infierno no prevalecerán (Mt 16,16-19), encuentra una
cierta similitud en una frase de la Regla de la Comunidad, en la que falta, sin embargo, el término qahal,
correspondiente a «Iglesia», así como la referencia a la construcción de la comunidad sobre una persona
(Pedro):
Cuando estas cosas existan en Israel, el consejo de la comunidad será establecido en verdad. Vacat. como una plantación eterna,
una casa santa para Israel y el fundamento del santo de los santos para Aarón, testigos verdaderos para el juicio y escogidos de la
voluntad (de Dios) para expiar por la tierra y para devolver a los impíos su retribución. Vacat. Ella será la muralla probada, la
piedra angular preciosa que no Vacat. /cuyos fundamentos no/ vacilarán y no temblarán en su lugar (1QS 8,4-8; TQ, 58).
7. Las recomendaciones sobre la corrección fraterna recogidas en Mt 18,15-17 y puestas en boca
de Jesús encuentran también determinados puntos de contacto en las normas de convivencia de la
comunidad de Qumrán, en especial por lo que se refiere al proceso de reprensión en tres etapas. El texto
de Mateo dice así:
Si tu hermano peca contra ti, vete a corregirlo entre él y tú solos. Si te escucha, g naste a tu hermano; y si no te escucha, todavía
llévate a uno o dos, para que! «toda causa se base sobre la declaración de dos o tres testigos»; y si no quiere es-1 cucharlos, di[lo]
a la Iglesia; y si tampoco quiere escuchar a la Iglesia, considéralo] como al gentil y al publicano.
j
248
LOS TEXTOS DE QUMRÁN Y EL NUEVO TESTAMENTO
las ideas expuestas (K. G. Kuhn, Murphy-O'Connor). Kuhn llamó muy pronto la atención sobre los
puntos de contacto existentes entre el pasaje de Ef 5,5-11 y diversos textos de Qumrán. El texto paulino
es el siguiente:
Pues tened bien sabido que ningún fornicario, o impuro, o avaro (es decir, idólatra) tendrá parte en la herencia del reino de Cristo
y de Dios. Que nadie os engañe con frases vacías, pues por esas cosas descarga la ira de Dios sobre los hijos de la desobediencia.
Así que no os hagáis cómplices de ellos; pues en otro tiempo erais oscuridad, pero ahora [sois] luz en [el] Señor; proceded como
hijos de [la] luz —pues el fruto de la luz [consiste] en toda clase de bondad, justicia y verdad—, sabiendo discernir qué es lo que
agrada a[l] Señor; y no participéis en las obras infructuosas de la oscuridad, antes bien reprobadlas abiertamente.
El lector podrá juzgar por sí mismo comparando el texto de Pablo con los siguientes pasajes de textos
qumránicos:
Al espíritu perverso lo has purificado del gran pecado, para que pueda ocupar su puesto con el ejército de los santos, y pueda
entrar en comunión con la congregación de los hijos de los cielos (IQHodayof 11,21-22); Que por la alianza se comprometa a
separarse de todos los hombres de iniquidad que marchan por caminos de impiedad (1QS 5,10-11); En mano del Príncipe de las
Luces está el dominio sobre todos los hijos de la justicia; ellos marchan por caminos de luz (1QS 3,20); Para obrar juntos la
verdad y la humildad, la justicia y el derecho, el amor misericordioso y la conducta modesta en todos sus caminos (1QS 5,3-4);
Maldito seas, sin misericordia, por las tinieblas de tus obras... (1QS 2,7).
3. La idea paulina de la justificación por la fe encuentra ciertos paralelos en textos de Qumrán como el
del himno conclusivo de la Regla de la Comunidad:
Pero yo pertenezco a la humanidad impía, a
la asamblea de la carne inicua;
mis faltas, mis transgresiones, mis pecados, [...|
con las perversiones de mi corazón, pertenecen
a la asamblea de los gusanos y de quienes
marchan en tinieblas. Pues al hombre (no le
pertenece) su camino, ni al ser humano el
afirmar su paso; puesto que el juicio (le
pertenece) a Dios y de su mano viene la
perfección del camino, por su conocimiento
existirá todo, y todo lo que existe
es él quien lo asienta con sus cálculos,
y nada se hace fuera de él. En cuanto a
mí, si yo tropiezo,
las misericordias de Dios serán mi salvación por siempre; si yo
caigo en pecado de carne, en la justicia de Dios, que permanece
eternamente, estará mi juicio;
253"Í,
K
JULIO TREBOUE BARRERA si comienza mi
aflicción él librará mi alma de la fosa y hará
firmes mis pasos en el camino; me acercará por
sus misericordias, y por sus gracias introducirá mi
juicio; me juzgará en la justicia de su verdad, y en
la abundancia de su bondad expiará por siempre
todos mis pecados; en su justicia me purificará de
la impureza del ser humano y del pecado de los
hijos de hombres, para que alabe a Dios por su
justicia y al Altísimo por su majestad. Bendito
seas, Dios mío, que abres el corazón de tu siervo
al conocimiento!
(IQRegla de la Comunidad XI,11-15; TQ, 64-65).
El autor de los Himnos reconoce su ser pecador. Cabe encontrar; paralelo de ello en la carta a los
Romanos 3,23: «porque todos peca,* y les falta la gloria de Dios». El texto de Qumran habla de «la
justicil Dios» al igual que lo hace Rom 1,17. El autor de los Himnos cree qu el juicio de Dios intervendrá
también la gracia del mismo Dios: «poi gracias introducirá mi juicio; me juzgará en la justicia de su
verdad, ] la abundancia de su bondad». La idea paulina de la justicia de Dios' la justificación por la
gracia encuentra de algún modo un anteceden* estos textos: el pecador se ve juzgado por Dios y
liberado, al mismo 1 po, por la gracia de Dios. Pablo atribuye todo ello a Cristo, quien 1; al pecador ante
el tribunal de Dios (Rom 4,24-25). Por otra parte, I tificación se cumple por gracia de Dios a través de la
fe.
Es preciso evitar en cualquier caso la tentación de leer ideas o i nos paulinos en textos de Qumran. Es
fácil encontrar paralelos textos qumránicos, cuando éstos han sido previamente «cristianiz
atribuyéndoles un significado que no tenían.
Si se atiende sólo a los puntos de contacto entre los textos mentarios y los de Qumran, se puede obtener
una visión distorsic , unos y de otros. Es preciso no olvidar los puntos de divergencil consideración
hemos pasado aquí por alto, y que resultan ser los n merosos y, por lo general, los más significativos.
Así, por ejem conceptos de «Ley» y «Alianza» son fundamentales en los ... Qumran. En el mensaje de
Jesús predomina, por el contrario, el I to de «Reino de Dios», muy marginal en los textos de Qumran
sola excepción de los Cánticos del sacrificio sabático: «Y contad plendor de su reino según su
conocimiento, y exaltarán [su g) todos] los cielos de su reino» (frag. 2,3-4).
En línea con textos del Antiguo Testamento, en particular i ta Ezequiel, los escritos de Qumran ponen el
acento en la traw
254
LOS TEXTOS DE QUMRAN Y EL NUEVO TESTAMENTO
divina y presentan la figura de un Dios que desencadena su ira contra las generaciones de los hombres
unas tras otras. En cada generación Dios no deja subsistir más que a un pequeño resto (Documento de
Damasco 3,13). Estos textos constituyen un eslabón entre el Antiguo Testamento y la doctrina paulina
de Rom 9-11, pero ofrecen, por otra parte, un fuerte contraste con textos evangélicos que hablan del
Dios Padre, «que hace salir su sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos» (Mt 5,45), o del
Padre que ordena matar el novillo cebado al retorno del hijo pródigo (Le 15,23). A la postre la imagen
global que los textos evangélicos ofrecen del mensaje de Jesús y de su figura contrasta con las actitudes
extremadamente rigoristas expresadas en los textos de la secta de Qumran.
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H. Charlesworth, New York, 1992. 255LA REPRENSIÓN FRATERNA EN QUMRAN Y MT 18,15-
17J Florentino García Martínez
I tí}
: W! | .*
y\a
r*
Ya en la primera traducción de la Regla de la Comunidad, W. H. Brownlee2 señalaba las relaciones
mutuas entre 1QS V,26-VI,1 y Mt 18,15-17, distanciándose de la interpretación que M. Burrows y
S. Iwry proponían para el pasaje en cuestión3. Nada tiene, pues, de extraño que en la primera década
de investigación qumránica el procedimiento de reprensión fraterna qumránico fuera aducido con
frecuencia como uno de los paralelos que permiten explicar el proceso de reprensión fraterna
reflejado en el texto de Mateo 4. Las posiciones de los diversos autores que se ocuparon del tema en
esa década pueden agruparse en dos categorías: la de quienes mantienen la dependencia del texto
evangélico con relación a los textos qumránicos 5 y la de quienes ven ambos textos como desarrollos
paralelos a partir de una misma base bíblica pero independientes entre sí 6. Pero tanto, unos como
otros parten del supuesto de que ambos procesos
1. Texto escrito a petición del profesor Jesús Peláez, y publicado en la revista Filología Neotes-tamentaria 2 (1989), 23-40.
2. W. H. Brownlee, The Dead Sea Manual of Discipline. Transalation and Notes, en BASOR Supplementary Studies 10-12, New Haven, 1951.
3. Brownlee añadía en nota: «La enseñanza de Jesús en Mt 18,15-17 nos proporciona la clave para interpretar el pasaje. Jesús especifica tres
estadios para tratar con el hermano que yerra: 1) reprensión personal, v. 15; 2) reprensión ante testigos, v. 16; 3) reprensión ante la Iglesia, v.
17. La primera de estas reprensiones coincide con 1QS V,25-26; la segunda, con la «reprensión ante testigos» de VI,1; la tercera, con la
«acusación
[...] en presencia de los Numerosos», VI,1. M. Burrows y S. Iwry no están de acuerdo con esta interpretación y prefieren traducir aquí «acusación
[...] sin prueba», 22.
4. H. Braun, «Qumran und das Neue Testament. Ein Bericht über 10 Jahre Forschung (1950-1959)»: Theologische Rundschau 28 (1962),
134136 ofrece un excelente panorama de los distintos estudios sobre el tema. Ver igualmente su obra Qumran und das Neue Testament I,
Tübíngen, 1966, 338-40.
5. Así, por ejemplo, H. Braun, Spatjüdtsch-haretíscher und frühchristlicher Radikatismus, II, Tü-bingen, 1957, 26, y J. Schmitt, «Contributíon á
l'étude de la discipline pénitentielle dans l'Eglise pri-mitive á la lumiére des textes de Qumran», en Les Manuscrits de la Mer Morte. Colloque
de Strasbourg ¿5-27mai 3955, París, 1957, 99-100.
6. Así, por ejemplo, J. Carmignac, Le Docteur de Justice et Jesús Christ, París, 1957, 80.
s
de reprensión fraterna reflejan una misma realidad, realidad que termina eventualmente por expresarse
en una praxis ligeramente distinta. Es este supuesto el que aquí queremos examinar con un cierto detalle,
ya que en los estudios de estos primeros diez años de investigación qumránica, más que de un análisis en
profundidad del problema, se trata de alusiones rápidas al mismo, y porque los estudios posteriores
aceptan este presupuesto como algo ya definitivamente probado 7. No parece, pues, fuera de lugar
considerar de nuevo los datos aportados por los textos qumránicos para precisar los elementos que
pueden ayudar a una mejor comprensión del texto neotestamentario. Tanto más, cuando que el proceso
qumráni-co de reprensión fraterna es hoy día mejor conocido gracias a los estudios de L. Schiffman, que
lo ha analizado y comparado con la hatra'ah rabí-nica 8, y de G. Forkman, que lo ha comparado con el
nidduy rabínico9.
I. LA REPRENSIÓN QUMRÁNICA
La ley qumránica de la reprensión se halla formulada explícitamente en el texto ya citado de 1QS
V,24VI,1 y en CD IX,2-8 10, textos que conviene analizar con un cierto detalle para comprender los
motivos y la forma concreta que en ellos adquiere la ley de la reprensión y para mejor entender otras
alusiones aisladas a la misma dentro de los escritos qumránicos.
CD IX,2-8 n
Y en cuanto a lo que dice: «No te vengues ni guardes rencor a los hijos de tu pueblo» [Levítico 19,18], todo hombre de entre los
que entraron en la alianza que in-
7. Estos estudios han sido hechos desde una perspectiva neotestamentaria y se concentran en el texto de Mateo. Entre ellos merecen citarse (por
orden cronológico): J. Gnilka, «Die Kirche des Mattháus und die Gemeinde von Qumrán: Biblische Zeitschríft N.F. 7 (1963), 43-63; W. D.
Davies, The Setting of the Sermón on the Mount, Cambridge, 1963, 220-224; W. Thompson, Matthew's Advice to a Divided Community. Mt.
17,22-18,35, Roma, 1970; G. Bornkamm, «Die Binde- und Losegewalt in der Kirche des Mattháus», en Geschichte und Glaube II, München,
1971, 37-50; H. Frankemólle, Jah-webund und Kirche Christi. Studien zur Form- und Traditionsgeschichte des «Evangeliums» nach Mattháus,
Münster, 1973, 226-232; G. Künzel, Studien zum Gemeindeverstándnis des Matthiius-Evangeliums, Stuttgart 1978, 194 ss; G. Barth,
«Auseinandersetzungen um die Kirchenzucht im Umkreis des Mattháusevangeliums": ZNW 69 (1978), 158-177; S. H. Brooks, Matthew's
Community. The euidence ofhis special sayings material, Sheffield 1983, 99-107; J. Gnilka, Das Matthausevangelium. u (Herders Theologischer
Kommentar zum Neuen Testament), Freiburg-Basel-Wien, 1988, 134-142.
8. L. H. Schiffman, Sectarian Law in the Dead Sea Scrolls. Courts, Testimony and the Penal Codé ; (Brown Judaic Studies 33), Chico, 1983,
89109; Id., «Reproof as a Requisite for Punishment in the Law ¡ of the Dead Sea Scrolls», en B. S. Jackson (ed.),Jewish Law Association
Studies II, Atlanta, 1986, 59-74.
9. G. Forkman, The Limits ofthe Religious Community, Lund, 1972.
10. Aquí podemos prescindir del problema de si ambos textos legislan para una misma o par* \ distintas comunidades, puesto que ambas
legislaciones son concordantes.
11. Empleamos para nuestra traducción el facsímil de CD editado por E. Qimron en M. Broihi < (ed.), The Damascus Document Reconsidered,
Jerusalem 1992, que contiene las variantes de las copiM \ encontradas en la Cueva 4 de Qumrán, y la edición de Ch. Rabin, The Zadokite
Documents, Oxford, 21958.
258
LA REPRENSIÓN FRATERNA EN QUMRÁN Y MT 18,15-17
troduzca contra su prójimo una acusación [lit. palabra] que no es con reprensión (bhwkh) ante testigos, y que la introduzca cuando
está airado o la cuente a sus ancianos para que lo desprecien, éste es «el que se venga y guarda rencor». ¿Acaso no está escrito
que sólo «Él se venga de sus adversarios y Él guarda rencor a sus enemigos» [Nahún 1,2]? Si guardó silencio sobre él de un día
para otro, o le acusó de una ofensa capital cuando estaba airado contra él, su culpa está sobre éln pues no cumplió el
mandamiento de Dios que le dice: «Tú deberás reprender a tu prójimo para no incurrir en pecado por su causa» [Levítico 19,17]
(TQ, 87).
Este texto nos muestra claramente que la halaká qumránica ha llegado a la formulación de la exigencia
de la reprensión ante testigos mediante la exégesis de Lv 19,17-18. Muestra igualmente que se trata de
una halaká específica de los miembros de la secta, puesto que la formulación sólo concierne a todos
aquellos «que entraron en la alianza» 13, e indica que en los escritos qumránicos el término hwkh se
emplea como término técnico para designar la comprensión qumránica del hwkh bíblico, es decir, la
reprensión «ante testigos».
El texto se halla dividido en dos partes separadas por la cita de Nahún 1,2 y encuadradas por las citas de
Lv 19,18 y Lv 19,17. La halaká de la primera parte contiene aparentemente tres elementos distintos:
acusación sin reprensión ante testigos; acusación cuando se está airado; acusación para provocar el
desprecio; pero una examen atento de la formulación permite concluir que los dos últimos elementos no
son más que una explicitación del primero, con el que están en paralelo, es decir, que toda acusación que
no es una reprensión ante testigos es considerada como motivada o por la cólera o por el deseo de
desprestigiar al prójimo y como tal es considerada como una violación del precepto de Lv 19,18. Quien
cometa tal acción es definido, parafraseando al texto bíblico, como «el que se venga y guarda rencor», y
el texto de Nahún sirve
12. Siguiendo la corrección de 'nh bw por 'wnw bw. Esta corrección fue propuesta por Schech-ter y es aceptada por Schiffman; se apoya en
el empleo en Núm 30,16 de 'wnh y en la presencia de 'wwn en el texto paralelo 1QS VI,1. La traducción literal del texto de la geniza conservado:
«él ha testimoniado contra él», parece tautológica y los traductores que la adoptan no consiguen explicar la relación de la frase con el texto
precedente; de hecho, y para obviar esta dificultad, las últimas traducciones publicadas, aún conservando ía lectura 'nh bw, le dan un sentido
reflexivo: «él ha testimoniado contra sí mismo», llegando así a una significación semejante a la que nosotros adoptamos (por ejemplo, G. Vermes,
The Dead Sea Scrolls in English, Sheffield, 31988, 93; A. Dupont Sommer, en La Bible. Ecrits In-tertestamentaires, Paris, 1987, 168. I. Robinson,
«A Note on
Damascus Document IX,7»; Revue de Qumrán 9 (1977-78), 237-220, propone traducir la frase: «[Dios] ha decretado contra él», pero su solución
(dar a 'nh el significado de «decretar contra» y considerar como sujeto a Dios) me parece forzada: el significado propuesto no tiene más apoyo que
un empleo en Rut 1,21 (un texto que las versiones han comprendido como 'ynnah, «humillar») y la omisión del sujeto resulta inexplicable. Con o
sin corrección del texto, estas tres interpretaciones concuerdan en considerar ía frase como la apódosis de las dos oraciones condicionales
precedentes que explica el resultado para el pecador de las acciones mencionadas. En favor de nuestra opción por una corrección del texto ha
influido el hecho de que el texto de la geniza es defectuoso en estas líneas, como lo prueba la repetición de bw después de 'pw de la línea
precedente y el hecho de que las copias qumránicas de 4Q y 5Q ofrecen un texto distinto.
13. O a todos los «miembros» de la alianza, si se adopta la lectura e interpretación de Rabin. En cualquier caso, se trata de una designación
clara de los miembros de la secta.
259
•niFLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
w
•í
OO
para probar que esto es algo prohibido a todo hombre y reservado exclusivamente a Dios. La única
acusación que a los miembros de la secta les está permitida cuando han sido testigos de un falta es la
reprensión ante testigos. En este caso, la reprensión ante testigos es obligatoria, como lo prueba la
segunda parte del texto.
En esta segunda parte se nos ofrece una doble concretización del precepto de reprender al prójimo de Lv
19,17: en el caso en el que el testigo de una falta no la reprenda ante testigos y en el caso en el que la
acusación esté hecha por ira. En ambos casos se quebranta la ley de la reprensión violando un mandato e
incurriendo en la culpa del transgresor. El punto de partida es la comprensión del mandato de reprender
al prójimo como la obligación de una reprensión ante testigos 14 y Schiff-man ha probado 15 que la
obligatoriedad de la reprensión ha sido deducida por analogía con la ley de la anulación del voto de una
mujer por su marido de Núm 30,15, texto reflejado en la formulación «de un día para otro». Esta
obligatoriedad aparece claramente en un texto de la Regla de la Comunidad que forma parte del «Código
penitencial»:
1QSVII,8-916
Quien guarde rencor a su prójimo, no conforme a la norma, será multado seis meses // un año //, y de la misma manera por
vengarse por sí mismo en cualquier asunto (TQ, 57).
El empleo de los verbos «guardar rencor» y «vengarse» reenvía, evidentemente, a Lv 17,18, y la
precisión de que será castigado quien no se atenga a la ley (Iw1 bmshpt) conforme a la cual debe
guardarse rencor y ejercerse la venganza muestra claramente que la interpretación de este texto bíblico
hecha en CD IX, 2-8 es considerada como una halaká obligatoria cuyo quebranto conlleva un castigo
determinado. Puesto que el texto del Documento de Damasco precisa claramente que quien no cumple
con la ley de la reprensión es «el que se venga y guarda ren-cor», la conclusión de que la pena aquí
señalada está destinada para í quien quebranta esta ley de la reprensión me parece imponerse. Es decir, j
que la privación durante seis meses (o durante un año 17) de una parte de í la ración de alimento está
destinada para aquellos miembros que han
.s'i
1
14. Curiosamente, la Vulgata traduce el mismo texto: «ne oderis fratrem tuum in corde tuo sed publice argüe eum ne habeas super illo
peccatum».
15. L. Schiffman, Sedarían Law, 90-91; «Reproof», 64-65.
16. Empleamos la edición de M. Burrows, The Dead Sea Scrolls of St. Mark's Monastery \\ftA New Haven, 1951. Entre los antiguos comentarios
de 1QS, los de P. Wernberg-Meller, The Manual Discipline, Leiden, 1957; J. Licht, El Rollo de la Regla, Jerusalem, 1965 (en hebreo) y A. R.
C. T -----The Rule ofQumran and Its Meaning, London, 1966, continúan siendo útiles.
17. La frase «un año» se halla añadida sobre la línea, pero sin que la frase «seis meses» haya i cancelada, lo que parece indicar un cambio en la
práctica comunitaria y un incremento de la pena pr*»1 vista.
*
260
LA REPRENSIÓN FRATERNA EN QUMRAN Y MT 18,15-17
presenciado la falta de otros y no han cumplido con el precepto de reprenderlos ante testigos. Esta
obligatoriedad aparece de una forma igualmente clara en el Documento de Damasco. En una lista de
preceptos tan característicos como los de «no entrar en él Templo», abstenerse de la riqueza injusta,
observar el sábado o las normas de pureza, etc., preceptos cuyo cumplimiento permite distinguir a «los
que han entrado en la Alianza» de «los hijos de la fosa», encontramos la formulación siguiente:
CD VII, 1-3
De abstenerse de la fornicación según la norma; de reprender (Ihwkyh) cada uno a su hermano según el mandamiento y no
guardar rencor de un día para otro; de separarse de toda impureza según sus normas (TQ, 84).
En este texto, que forma parte de lo que Murphy-O'Connor designa como «Memorándum» 18, la
obligatoriedad de la reprensión fraterna está unida a la de otros dos preceptos que, como la reprensión,
tienen una clara base bíblica, pero que, como ella, han sido desarrollados dentro de la comunidad en una
dirección determinada. Dentro de la comunidad la prohibición de la fornicación (hzwnwt) ha sido
entendida como incluyendo la prohibición de la poligamia (CD IV, 21-V,1) y las normas de separación
de lo puro de lo impuro han sido notablemente ampliadas 19; ambos preceptos deben ser observados
según los desarrollos legales característicos de la secta, como lo indica la precisión «según sus leyes»
(kmshptm). Si en el caso de la reprensión nuestro texto emplea kmswh es sin duda para acentuar la
relación del precepto con la formulación completa de la halaká en CD IX,2-8, donde aparece mswt. La
precisión «de una ofensa capital» (lit. un asunto de muerte) en la segunda parte de este texto del
Documento de Damasco (CD IX,6-8) concreta, en mi opinión20, la formulación de tipo general de la
primera parte (CD IX, 2-5) aplicando los principios de la ley de la reprensión fraterna al caso concreto
de los delitos castigados con la pena de muerte. Esto no implica que la reprensión no sea considerada
obligatoria en los demás casos, sino que la gravedad de las ofensas capitales justifican su tratamiento
aparte y con mayor rigor. Un texto famoso de la ley sobre los testigos me parece ofrecer la prueba de
este distinto tratamiento de las distintas ofensas. Este texto nos ofrece además informaciones concretas
18. J. Murphy-O'Connor, «A Literary Analysis of Damascus Document VI,2-VIII,2»: Revue Bi-hlique 78 (1971), 210-232. Para P. Davies la
lista contiene «Puntos principales de la halaká de la comunidad», ver su The Damascus Covenant (JSOTS 25), Sheffield, 1983, 125-132, y
para M. Knibb, The Qumran Community (CCWJCW 2), Cambridge, 1987, 51-54, «un sumario de los deberes de los miembros».
19. Ver el capítulo «El problema de la pureza: la solución qumránica», supra, pp. 165-186, y mi estudio «Les limites de la communauté: pureté
et impureté a Qumran et dans le Nouveau Testament», en Text and Testimony. Essays in honour ofA.F.J. Klijn, Kampen, 1988, 111-122.
20. A diferencia de Schiffman, 66, que prefiere considerar la precisión en un sentido metafórico.
261b¡ K
FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ
8
&
¡V.
Rabbim debe haber sido precedida de una reprensión, es decir, que dentro del proceso jurídico de
acusación de un miembro ante el consejo la reprensión constituye el primer paso, una etapa sin la cual es
imposible proceder más adelante. El hecho de que dentro de la legislación qumrá-nica el Mebaqqer
debía anotar las reprensiones hechas con vistas a una eventual condena ulterior del culpable facilitaba sin
duda la verificación del cumplimiento de esta condición en las acusaciones introducidas ante los
Rabbim1*.
Otro texto del Documento de Damasco sirve para aclarar este doble elemento, reprensión previa y
posterior condena por la asamblea: CD XX,4-8
Según su ofensa, los hombres de conocimiento le reprenderán (ywkyhtvbw) hasta el día en el que vuelva de nuevo a estar en la
asamblea de los hombres de santidad perfecta; pero cuando sus obras sean manifiestas de acuerdo con la interpretación de la ley
en la que marchan los hombres de santidad perfecta, que nadie tenga contacto con él en asuntos de dinero o de trabajo porque le
han maldecido los santos del Altísimo (TQ, 93).
Este texto trata de la expulsión temporal de los miembros infieles y es considerado generalmente como
una interpolación en el CD que revela la práctica comunitaria posterior25. Lo que aquí nos interesa de
este texto es la clara distinción entre la reprensión hecha por «los hombres de conocimiento» y el juicio
posterior ante la asamblea. Únicamente cuando el culpable es condenado en este juicio, en el que sus
ofensas son juzgadas a la luz de la halaká sectaria («la interpretación de la ley en la que marj chan los
hombres de santidad perfecta»), su expulsión de la comunidad es una realidad; pero este juicio no es
posible sin la previa reprensión ante testigos.
Es cierto que el texto de 1QS VI, 1 emplea tivkht en vez de hwyk pero ambos términos son sinónimos.
Aunque twkht es empleado ~ 1QH con un significado distinto (la reprensión divina27), uno de sus d
24. La posibilidad de desdoblar el proceso de reprensión qumránico en dos fases: una repn (privada) ante testigos y una posterior
reprensión (pública) ante los Rabbim (reprensión que podría I la misma que la reprensión ante el Mebaqqer, uno de los Rabbim, que sirve de base
para la eventual <•" dena del culpable) me parece excluida por la formulación misma en la que un wgm separa clarami ambas partes del texto y por
la insistencia en que la reprensión ante testigos y la denuncia ante el i baqqer deben ser hechas en el día mismo en el que se ha presenciado la falta,
cosa que no es exigida | las acusaciones ante los Rabbim. Aún menos probable me parece la opinión de M. Knibb, que cree 1 tres etapas en la
reprensión qumránica, The Qumran Community, 115.
25. Ver J. Murphy-O'Connor, «A Literary Analysis of Damascus Document XIX,33-XX,34 Revue Biblique 79 (1972), 544-564; P. Davies,
The Damascus Covenant, 181-182, y M. Knibb, * Qumran Community, 72.
26. Ver el estudios de H. Burgmann, «TWKT in IQpHab V,10. Ein Schlüsselwort mit verh nisvollen historischen Konsequenzen»: Revue
de Qumran 10 (1979-81), 293-300.
27. Ver 1QH VII,29; IX,33; XII.21.31; a comparar con 1QH IX,9.24. El mismo manuscrito I plea igualmente el verbo ykh con un sentido
ligeramente diferente y que no implica la reprensión fratr en sentido estricto, ver 1QH 1,25; VI,4; IX,23; XII,28; a comparar con XV1I1.12.
264
empleos en el pesher de Habacuc (IQpHab V,10) proporciona un buen ejemplo de la reprensión
qumránica, en este caso la reprensión del Maestro de Justicia al Mentiroso en medio de la comunidad de
la que ambos forman parte 28.
En 1QS V,24-VI,1, junto con la obligatoriedad de la reprensión y con la precisión de que ésta debe ser
hecha «en el día», encontramos la motivación de esta obligación: los miembros de la comunidad deben
reprender al culpable para evitar incurrir en la culpa presenciada. Leaney traduce la frase: «pero en el
mismo día lo reprenderá y no amontonará iniquidad sobre él» y niega expresamente la interpretación que
aquí proponemos 29, prefiriendo interpretar el texto como un mandato cuya finalidad sería la de evitar
que el transgresor caiga en poder de Belial, el príncipe de las tinieblas, cuando las tinieblas suceden al
día. Pero aunque su interpretación de «en el día», como designación no de un período de 24 horas sino
como el intervalo hasta el ocaso, es la más probable, su comprensión del resto de la frase me parece
forzada: obliga a dar a la forma qal del verbo nasha' el valor de un hif'il y olvida el influjo que Lv 19,17
tiene en la formulación de la ley de la reprensión qumránica. La idea de que el testigo que omite el
reprender una falta incurre en la culpa por él presenciada es uno de los elementos básicos de la
reprensión qumránica y se deriva de la exégesis de Lv 19,17-18 hecha en CD IX, 2-8.
El último de los elementos característicos de la ley de la reprensión qumránica es el que únicamente se
aplica a los miembros de la secta. Esta limitación, provenga, como supone Schiffman, del hecho de que
el resto del judaismo de la época ignoraba este proceso jurídico de reprensión 30 o, como me parece más
probable, de la actitud aislacionista de la secta que le lleva a considerar a todos los que no son miembros
como excluidos de la «nueva alianza», está claramente expresada en una de las leyes que deben gobernar
la conducta del Maskíl: ÍQSIX,16-18
Y que no reprenda (Ihwkyh) ni se dispute con los hombres de la fosa, sino que esconda el consejo de la ley en medio de los
hombres de iniquidad; y que reprenda (wlhwkyh) con conocimiento verdadero y juicio justo a los que han escogido el camino
(TQ, 60)31.
28. Se trata de un texto que describe el cisma fundacional de la comunidad: el Mentiroso es presentado como violando la ley, el Maestro de
Justicia como ejercitando su deber de reprensión, y el consejo manteniéndose silencioso sin apoyar al Maestro de Justicia en esta reprensión del
Mentiroso. La consecuencia será la ruptura en el interior del grupo del que tanto el Maestro de Justicia como el Mentiroso forman parte y la
instalación en el desierto de los partidarios del Maestro de Justicia.
29. A. R. C. Leaney, The Rule of Qumran, 179.
30. Sectarian Law, 96; «Reproof», 72.
31. Una de las copias de la Cueva 4, 4QSd, en vez de «los que escogen el camino» lee «los escogidos del camino». En ambos casos se trata de
una designación de los miembros de la secta, ver CD I, 13-16 y 11,15-16.
Así, pues, podemos resumir el proceso de reprensión qumránico como un proceso jurídico específico
deducido de la exégesis de Lv 19,16-18 y aplicable únicamente a los miembros de la secta. Todo
miembro que presencia la falta cometida por otro miembro está obligado a reprenderle ante testigos en el
día mismo en el que la ofensa ha sido cometida y en presencia del Mebaqqer, que toma nota del hecho,
so pena de incurrir él mismo en la culpa de la falta cometida. Esta reprensión ante testigos es además una
condición imprescindible para el posterior juicio del trans-gresor ante la asamblea.
II. LA REPRENSIÓN EN MT 18,15-17
Todos los comentaristas están de acuerdo en que Mt 18,15-17 representa una legislación sobre la
reprensión fraterna que es única dentro del Nuevo Testamento32, por lo que aquí podemos dejar de lado
las demás alusiones a la reprensión que se encuentran dentro del Nuevo Testamento, tanto las que se
hallan expresadas mediante noutheteó-nouthesía o con epitimaó, como aquellas en las que aparecen los
términos claves elenchó-elenchos33 (los términos preferidos por los LXX para traducir ykh y twkht), e
incluso las referencias, frecuentes en las cartas pastorales, a la obligación que tienen de reprender a los
que yerran quienes poseen autoridad dentro de la comunidad34. Todos los comentaristas están de acuerdo
en que estas alusiones a la reprensión fraterna indican únicamente una obligación moral o pastoral,
esencialmente diversa del proceso jurídico preciso delineado en Mt 18,15-17.
Los comentaristas están igualmente de acuerdo en que los versículo 15-17 forman una unidad distinta y
completa en sí misma, no sólo en ( nivel del contenido sino en el nivel formal, y que esta unidad ha sido
ir corporada sin alteraciones mayores dentro del contexto actual propoi cionado por el capítulo 18 de
Mateo. Las modificaciones de significac' que este nuevo contexto aporta al contenido de la unidad
considerad aisladamente han sido abundante y excelentemente estudiadas 3S, por 1 que aquí no
necesitamos detenernos en el significado que el texto quiere una vez leído en el contexto del capítulo 18
y en general en el i tual evangelio de Mateo. Sólo nos interesa el significado que la períco| ofrece en
cuanto unidad aislada, ya que sólo a este nivel es posible est blecer una comparación con el proceso de
reprensión qumránico delir do para ver si los supuestos influjos son reales o no.
32. Ver los estudios citados en la nota 6 y la bibliografía indicada en el último comenti Mateo publicado: J. Gnilka, Das Mattháusevangelium,
142.
33. Referencias en TWNT y Bauer-Aland, Griechisch-deutsches Wórterbuch (Gruyter, 1 1988), en las palabras correspondientes.
34. 1 Tim 5,20; 2 Tim 4,2; Tit 1,9.13; 2,15.
35. Sobre todo por Bornkamm, «Die Binde- und Lósegewalt», 40-45; G. Forkman, Tht \ 129-132 y G. Barth, «Kirchenzucht», 174-175.
En cuanto a los orígenes de esta unidad independiente y autónoma, las opiniones de los comentaristas
son menos uniformes. Pero en una forma u otra todos ellos la ponen en relación con Le 17,3. Brooks
considera la unidad como una expansión de uno de los dichos de Q, conservado en su forma más
original en Le 17,3, debida al redactor del evangelio de Mateo que refleja en ella la disciplina de su
propia época3é. La mayoría, sin embargo, aun manteniendo la dependencia con relación a Le 17,3,
considera que esta forma más antigua del logion había sido ya transformada en una norma de disciplina
eclesiástica en una comunidad judeo-cristiana37 y que es de allí de donde Mateo la toma.
En mi opinión, sin embargo, ninguna de estas dos soluciones explica correctamente los textos: ni Mt
18,15-17 me parece una expansión de un logion mejor reflejado en Le 17,3, ni la disciplina penitencial
reflejada en el texto de Mateo parece ser un desarrollo de la prescripción lucana.
Que Mateo conoce la serie de dichos recogidos en Le 17,1-4 es evidente por la correspondencia entre Le
17,1-2 // Mt 18,6-7, Le 17,3 // Mt 18,15-17 y Le 17,4 // Mt 18,21-22; pero si comparamos la
formulación respectiva de Le 17,3 y de Mt 18,15-17, es difícil percibir en Lucas signo alguno de
anterioridad o constatar una dependencia en la formulación de Mateo con relación a Lucas. El texto de
Mateo tiene unas resonancias semíticas más acentuadas que el de Lucas; aunque es cierto que, en
general, el lenguaje de Mateo refleja un griego más popular y menos estilizado que el de Lucas, en este
caso es Lucas quien emplea verbos mucho más comunes que Mateo para expresar el sentido de
«obedecer» 38; además, y éste es el argumento más importante, Mt 18,15-17 depende directamente de Lv
19,17 y de Dt 19,15 (LXX), textos que no tienen ningún influjo en Le 17,3 pero que condicionan la
formulación y el contenido de Mt 18,15-17. La conclusión que parece imponerse es que Mateo, que
conoce la serie de logia conservados en Le 17,1-4 (y en este orden) ha aprovechado la presencia del
logion sobre la corrección fraterna para insertar su ley sobre la reprensión (de temática relacionada),
sustituyendo con ella el logion que conocemos por Le 17,3. Nuestro texto no sería, pues, un desarrollo
sino un sustituto de Le 17,3, y su significado original puede perfectamente haber sido distinto del de Le
17,3. Tampoco me parece evidente que la disciplina eclesial reflejada en Mt 18,15-17 se haya
desarrollado a partir del logion de Le 17,3. Aunque la formulación de Le 17,3 es general: «si tu hermano
peca», el significado parece referirse a las ofensas entre hermanos, como lo indica claramente
36. Matthew's Community, 99-103.
37. Ya R. Bultmann, Die Geschichte der synoptischen Tradition, Gottingen, 71964, 151; ver, por ejemplo, G. Bornkamm, «Die Binde- und
Lósegewalt», 38-39; G. Barth, «Kirchenzucht», 168-169; y J. Gnilka, Das Mattháusevangelium, 135. Bornkamm es quien más argumentos
aporta para caracterizar t-sta comunidad como judeo-cristiana. Gnilka atribuye la halaká de los w. 15-17 a la escuela de Mateo.
38. Motivos por los que W. G. Thompson, Matthew's Advice to a Divided Community, 234, supone que tanto Mateo como Lucas han
transformado la tradición anterior, y que en este caso Mateo ha conservado mejor la formulación primitiva.
266
267FLORENTINO GARCÍA MARTÍNEZ LA REPRENSIÓN
Así, pues, podemos resumir el proceso de reprensión qumránico como un proceso jurídico específico
deducido de la exégesis de Lv 19,16-18 y aplicable únicamente a los miembros de la secta. Todo
miembro que presencia la falta cometida por otro miembro está obligado a reprenderle ante testigos en el
día mismo en el que la ofensa ha sido cometida y en presencia del Mebaqqer, que toma nota del hecho,
so pena de incurrir él mismo en la culpa de la falta cometida. Esta reprensión ante testigos es además una
condición imprescindible para el posterior juicio del trans-gresor ante la asamblea.
II. LA REPRENSIÓN EN MT 18,15-17
Todos los comentaristas están de acuerdo en que Mt 18,15-17 representa una legislación sobre la
reprensión fraterna que es única dentro del Nuevo Testamento32, por lo que aquí podemos dejar de lado
las demás alusiones a la reprensión que se encuentran dentro del Nuevo Testamento, tanto las que se
hallan expresadas mediante noutheteó-nouthesía o con epitimaó, como aquellas en las que aparecen los
términos claves elenchó-elenchos33 (los términos preferidos por los LXX para traducir ykh y twkht), e
incluso las referencias, frecuentes en las cartas pastorales, a la obligación que tienen de reprender a los
que yerran quienes poseen autoridad dentro de la comunidad34. Todos los comentaristas están de acuerdo
en que estas alusiones a la reprensión fraterna indican únicamente una obligación moral o pastoral,
esencialmente diversa del proceso jurídico preciso delineado en Mt 18,15-17.
Los comentaristas están igualmente de acuerdo en que los versículo 15-17 forman una unidad distinta y
completa en sí misma, no sólo en ( nivel del contenido sino en el nivel formal, y que esta unidad ha sido
ir corporada sin alteraciones mayores dentro del contexto actual propoi cionado por el capítulo 18 de
Mateo. Las modificaciones de significac' que este nuevo contexto aporta al contenido de la unidad
considerad aisladamente han sido abundante y excelentemente estudiadas 3S, por 1 que aquí no
necesitamos detenernos en el significado que el texto quiere una vez leído en el contexto del capítulo 18
y en general en el i tual evangelio de Mateo. Sólo nos interesa el significado que la períco| ofrece en
cuanto unidad aislada, ya que sólo a este nivel es posible est blecer una comparación con el proceso de
reprensión qumránico delir do para ver si los supuestos influjos son reales o no.
32. Ver los estudios citados en la nota 6 y la bibliografía indicada en el último comenti Mateo publicado: J. Gnilka, Das Mattháusevangelium,
142.
33. Referencias en TWNT y Bauer-Aland, Griechisch-deutsches Wórterbuch (Gruyter, 1 1988), en las palabras correspondientes.
34. 1 Tim 5,20; 2 Tim 4,2; Tit 1,9.13; 2,15.
35. Sobre todo por Bornkamm, «Die Binde- und Lósegewalt», 40-45; G. Forkman, Tht \ 129-132 y G. Barth, «Kirchenzucht», 174-175.
En cuanto a los orígenes de esta unidad independiente y autónoma, las opiniones de los comentaristas
son menos uniformes. Pero en una forma u otra todos ellos la ponen en relación con Le 17,3. Brooks
considera la unidad como una expansión de uno de los dichos de Q, conservado en su forma más
original en Le 17,3, debida al redactor del evangelio de Mateo que refleja en ella la disciplina de su
propia época3é. La mayoría, sin embargo, aun manteniendo la dependencia con relación a Le 17,3,
considera que esta forma más antigua del logion había sido ya transformada en una norma de disciplina
eclesiástica en una comunidad judeo-cristiana37 y que es de allí de donde Mateo la toma.
En mi opinión, sin embargo, ninguna de estas dos soluciones explica correctamente los textos: ni Mt
18,15-17 me parece una expansión de un logion mejor reflejado en Le 17,3, ni la disciplina penitencial
reflejada en el texto de Mateo parece ser un desarrollo de la prescripción lucana.
Que Mateo conoce la serie de dichos recogidos en Le 17,1-4 es evidente por la correspondencia entre Le
17,1-2 // Mt 18,6-7, Le 17,3 // Mt 18,15-17 y Le 17,4 // Mt 18,21-22; pero si comparamos la formulación
respectiva de Le 17,3 y de Mt 18,15-17, es difícil percibir en Lucas signo alguno de anterioridad o
constatar una dependencia en la formulación de Mateo con relación a Lucas. El texto de Mateo tiene
unas resonancias semíticas más acentuadas que el de Lucas; aunque es cierto que, en general, el lenguaje
de Mateo refleja un griego más popular y menos estilizado que el de Lucas, en este caso es Lucas quien
emplea verbos mucho más comunes que Mateo para expresar el sentido de «obedecer» 38; además, y éste
es el argumento más importante, Mt 18,15-17 depende directamente de Lv 19,17 y de Dt 19,15 (LXX),
textos que no tienen ningún influjo en Le 17,3 pero que condicionan la formulación y el contenido de Mt
18,15-17. La conclusión que parece imponerse es que Mateo, que conoce la serie de logia conservados
en Le 17,1-4 (y en este orden) ha aprovechado la presencia del logion sobre la corrección fraterna para
insertar su ley sobre la reprensión (de temática relacionada), sustituyendo con ella el logion que
conocemos por Le 17,3. Nuestro texto no sería, pues, un desarrollo sino un sustituto de Le 17,3, y su
significado original puede perfectamente haber sido distinto del de Le 17,3. Tampoco me parece
evidente que la disciplina eclesial reflejada en Mt 18,15-17 se haya desarrollado a partir del logion de Le
17,3. Aunque la formulación de Le 17,3 es general: «si tu hermano peca», el significado parece referirse
a las ofensas entre hermanos, como lo indica claramente
36. Matthew's Community, 99-103.
37. Ya R. Bultmann, Die Geschichte der synoptischen Tradition, Gottingen, 71964, 151; ver, por ejemplo, G. Bornkamm, «Die Binde- und
Lósegewalt», 38-39; G. Barth, «Kirchenzucht», 168-169; y J. Gnilka, Das Mattháusevangelium, 135. Bornkamm es quien más argumentos
aporta para caracterizar t-sta comunidad como judeo-cristiana. Gnilka atribuye la halaká de los w. 15-17 a la escuela de Mateo.
38. Motivos por los que W. G. Thompson, Matthew's Advice to a Divided Community, 234, supone que tanto Mateo como Lucas han
transformado la tradición anterior, y que en este caso Mateo ha conservado mejor la formulación primitiva.
266
FLORENTINO GARCÍA MARTÍ NEZ
III. CONCLUSIONES
Esta somera discusión del significado original de la perícopa incorporada en Mt 18,15-17 y la
descripción del proceso de reprensión en ella contenido es suficiente para establecer una comparación
con el proceso de reprensión qumránico y para mostrar que las afirmaciones de quienes establecían sus
orígenes, directa o indirectamente, en la praxis qumránica carecen de fundamento.
1) En Mt 18,15-17 el primer paso del proceso de reprensión es la reprensión privada; Qumrán no
conoce esta reprensión privada destinada a ganar al transgresor.
2) En Mt 18,15-17 esta reprensión privada es obligatoria en todos los casos, como se deduce del
carácter general de la formulación; en Qumrán toda reprensión privada está estrictamente prohibida y es
equiparada a una reprensión motivada o por la cólera o por el deseo de desprestigiar al prójimo. 3) El
elemento común en ambos procesos jurídicos de reprensión es la reprensión ante testigos; pero aun en
este caso las diferencias entre Qumrán y Mt 18,15-17 son notables. En Qumrán está prevista y regulada
la anotación de la reprensión ante testigos por el Mebaqqer y esta anotación permite tanto la
acumulación de los testimonios como el empleo de la reprensión previa en un proceso ante la
comunidad; en Qumrán se establece igualmente una distinción entre los delitos que acarrean la muerte y
los delitos monetarios así como en el número de testigos necesarios en cada caso; en Qumrán se precisa
que uno debe ser testigo presencial de una falta para poder reprender al infractor y que la reprensión
debe efectuarse en el día; ninguno de estos elementos se hallan reflejados en la reprensión ante testigos
neotestamentaria.
4) En Mt 18,15-17 la motivación de la obligatoriedad de esta reprensión se halla indirectamente
explicitada como el deseo de «ganar» al.; hermano; en Qumrán la motivación explícita de la
obligatoriedad es la j de evitar el incurrir en la falta presenciada.
5) Tampoco hay una simetría exacta en el resultado de amboo procesos. En Mt 18,15-17, que no
conoce distintos grados de incorpoif ración a la comunidad, el resultado del proceso de reprensión que
conduce al arrepentimiento es la expulsión definitiva del miembro peca1)
te pero que queda fuera de la perspectiva de este trabajo; ver las indicaciones al respecto de G. ] «Kirchenzucht», 177, y J. Gnilka, Das
Matthausevangelium, 141-142. Es interesante constatar que ( proceso de reprensión se ha desarrollado únicamente en el interior de comunidades
monacales y ot semejantes, ya que este hecho nos indica que los factores sociológicos juegan un papel, tal ' determinante, en la actividad exegética
que lleva a la formulación de la ley de la reprensión.
270
LA REPRENSIÓN FRATERNA EN QUMRÁN Y MT 18,15-17
dor; en Qumrán, éste no es necesariamente el caso y se prevé la relegación del trangresor a uno u otro de
los estadios de incorporación previos, la separación temporal, o la separación definitiva según los casos.
En resumen, tanto la ley de la reprensión qumránica como la contenida en Mt 18,15-17 son dos procesos
jurídicos de reprensión y en ambos se prevé que esta reprensión debe ser hecha ante testigos. Pero aquí
se acaban las semejanzas entre ambas. Las diferencias, por otra parte, me parecen lo suficiente notables e
importantes como para sugerir que la ley de la reprensión qumránica no ha podido funcionar como
modelo o antecedente, mucho menos como origen, de la ley de la reprensión de Mt 18,15-17. Y si se
considera que la ley más antigua (la qumránica) es a la vez la más completa y compleja, esta sugerencia
se convierte en una certeza razonable. La identificación de ambos procesos jurídicos de reprensión,
corriente en la primera década de estudios qumránicos, aparece como una conclusión apresurada, y las
conclusiones más moderadas de estudios posteriores44 deben relativizarse aún más.
Esta conclusión, sin embargo, no anula el interés de la ley de la reprensión qumránica para comprender
mejor Mt 18,15-17, tanto en su forma original como dentro del contexto evangélico. Su existencia
misma prueba que la praxis de un proceso jurídico de reprensión de las faltas cometidas por los
miembros de un grupo no es algo insólito dentro del judaismo pluriforme del siglo I. En Qumrán es más
fácil percibir los fundamentos exegéticos que han llevado a la formulación de la ley de la reprensión y
comprender su derivación haláquica de la Escritura. En Qumrán, igualmente, los condicionamentos
sociológicos que estimularon la formulación de la ley de la reprensión son fácilmente discernibles. Este
elemento lleva a suponer que la ley de la reprensión recogida en Mt 18,15-17 también se originó y
estaba vigente en su origen dentro de un grupo de características más o menos sectarias, y, en todo caso,
que nace como resultado de una actividad exegética.
Ambos procesos jurídicos de reprensión, paralelos pero distintos, prueban que, a pesar del silencio de las
fuentes rabínicas al respecto, en el judaismo pluriforme del siglo I la praxis de la reprensión fraterna,
comprendida como una obligación legal deducida del texto bíblico, era algo perfectamente normal y
corriente dentro de grupos más o menos sectarios. Es en esa praxis variada y no en un desarrollo de Le
17,3 o en un influjo de la comunidad qumránica donde deben buscarse los orígenes de Mt 18,15-17.
44. Por ejemplo, G. Forkman, The Limits^ 128: «Pero incluso si no se puede encontrar una dependencia literaria, está claro que de hecho Mt
18,1517 ha tenido que haber sido influido por Qumrán o por otra comunidad semejante»; J. Gnilka, Das Matthauseuangelium., 139: «Qumrán
ofrece la analogía más próxima. Una dependencia no puede probarse, pero tam ampoco puede excluirse completa-
271ÍNDICE DE TEXTOS DE QUMRAN CITADOS
CD
IQIs" lQIsb IQpHab
IQapGen 1Q22 1Q27 1QS
IQSa IQSb 1Q30 1QM
1Q39 1QH
4QEx"
4QpaleoEx"1
4QNumb
4QDeut'"
4QDeuf 4QJud>
4QSamabc
4QJera 4QJerb
4QJer<
4QpPsa
4QEz'b 4QDan"-<
4Q161
Documento de Damasco
IQIsaías" IQIsaías1» Pesher Habacuc
Génesis apócrifo Dichos de Moisés Libro de los Misterios Regla de la Comunidad
Regla de la Congregación Colección de bendiciones IQTexto litúrgico (?) Regla de la Guerra IQTexto
litúrgico (?) Hodayot
4QÉxodo"
4QpaleoÉxodom
4QNúmerosb
4QDeuteronomio'n
4QDeuteronomioq
4QJuecesa
4QSamuelabc
4QJeremías*
4QJeremíasb 4QJeremíasc
4QpSalmosa
4QEzequielab
4QDaniel"-e
Pesher Isaías*
49, 51, 54, 60, 65-74, 78-81, 85-86, 96-97, 103, 105, 110, 112, 115, 114,
134, 138-139,177-180, 197, 210-211, 214-219, 243, 249, 255, 258-265
14, 33, 123
14, 33, 36, 123, 143
14, 33, 68, 79, 86, 96, 100, 115, 134-
136,138,238 14, 33, 36, 135, 242
213
137
14, 33, 48, 51, 52, 54, 55, 65, 69-75,
78, 80, 86, 97, 103, 108, 114, 116,
134, 136, 139-140, 179-185,195,199,
208-210,218,221, 240, 248-251, 253-
254, 258-260, 265
53,66,73,78, 185, 195,211
66, 78, 194-197, 199
220
14, 33, 36, 59, 71, 75, 79, 82, 84,108-
109, 134, 136 185,197,199,212,249
14, 33, 36, 57-58, 67-68, 114, 134,
136, 140, 249-251, 264
126
125-126, 145, 147-150, 154
125, 127, 145, 147, 150, 154,162
125, 127, 131, 151, 154, 162
127, 130-131
132
127, 143
127,147 •
127, 147
127 68-69
127
128
193-194, 197
273ÍNDICE DE TEXTOS DE QUMRAN CITADOS
4Q169 4Q171 4Q174
4Q175
4Q177
4Q186 4QEna-«
4Q246
4Q252
4Q285
4Q287 4Q364-7
4Q372
4Q375-6
4Q378-9
4Q385-9
4Q394-9
4Q400-5
4Q477 4Q504-6
4Q510
4Q521
4Q525
4Q540
4Q544
4Q550 6Q8
HQPs"
HQPsb 11Q10
HQpaleoLev"
11Q19
11Q13
Pesher Nahún Pesher Salmos" Florilegio
Testimonia Cadena exegética" Horóscopos
Hijo de Dios Bendiciones patriarcales Destrucción de los Kittim Bendiciones
Paráfrasis del Pentateuco Salmo de Josué Pseudo Moisés Salmos de Josué Segundo Ezequiel Carta haláquica Cánticos
del sacrificio sabático
Reprensiones Palabras
de los Luceros
Cánticos del Sabio" Sobre
la Resurrección
Bienaventuranzas
Testamento de Leví"
'Amramb
Froto Ester arameo
Gigantes
HQSalmos' llQSalmosb HQtargum]ob (paleoLevítico) Rollo del Templo
Melquisedec
69, 77, 95, 137, 192
110
78, 86, 109, 125, 138-139, 141, 152,
214,216
87,125, 136, 139, 152, 154, 218
126, 152
52
38, 83-84, 106, 245
205-208, 235, 244
86, 190-193
96,214
220 126, 152-154, 161-
162
243 126,
151,213
126,151
47, 151
47, 63, 77, 111-112, 114, 116, 165,
175-177, 234
254
60 110
56
59,199-201
232-233
201-203
56 146, 155-
160
25 37, 74, 127-
128 128
37, 245-246
37-38, 126,129, 145, 147-150
69, 75, 77, 80-82, 109, 111-112, 114,
116-117,134-135,151, 154,165,168- 178,
242
141,208,218,220,245
BIBLIOTECA
T EXCOCO, MEX.
274
ÍNDICE GENERAL
Contenido .................................................................................................... 7
Presentación.................................................................................................. 9
I. LOS HOMBRES DE LA COMUNIDAD DE QUMRAN
Los MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO: Florentino García Martínez........... 13
I. Beduinos, monjes y tesoros........................................................... 13
II. El más importante descubrimiento de manuscritos de los tiempos
modernos..................................................................................... 17 III.
¿Biblioteca o geniza?.................................................................... 19
IV. Una comunidad sectaria............................................................... 21
V. Los manuscritos de Qumrán y el Antiguo Testamento................. 23
VI. Los manuscritos de Qumrán y el cristianismo.............................. 23
VIL Un tesoro aún por explorar.......................................................... 28
LOS DESCUBRIMIENTOS DE QUMRÁN, SIN ÁNIMO DE ESCÁNDALO: Julio Tre-
bolle Barrera..................................................................................... 31 I.
Los primeros manuscritos............................................................. 32
II. Los manuscritos de la llamada «biblioteca de Qumrán»............... 35 III.
Las últimas cuevas descubiertas. El trabajo de investigación por
realizar......................................................................................... 36
IV. Los móviles de un escándalo y las razones de un retraso o vice-
versa..................................................\............:•„;.'....'....;.............. 39
Los HOMBRES DEL MAR MUERTO: Florentino García Martínez.................. 45
I. ¿Por qué y cuándo se retiraron al desierto?................................... 47
II. ¿Cómo vivían los hombres del Mar Muerto?................................ 50
III. ¿Qué pensaban los hombres del Mar Muerto?............................. 54
IV. ¿Quiénes eran los hombres del Mar Muerto?............................... 60
275ÍNDICE GENERAL
LOS ESENIOS DE QuMRÁN, ENTRE EL DOMINIO DE LA LEY Y LA HUIDA APOCALÍPTICA: Julio Trebolle
Barrera...................................................... 63 I.
n.
III.
La comunidad de Qumrán............................................................ 65 1.
Escritos de la comunidad........................................................ 65
a) La Regla de la Comunidad (1QS)................................... 65
b) El Documento de Damasco (CD).................................... 66
c) Los Himnos.................................................................... 67
2. Género de vida de la comunidad de Qumrán......................... 67
a) El «Maestro de Justicia»................................................. 68
b) Sistema de gobierno........................................................ 69
c) Condiciones de ingreso................................................... 71
d) Comidas rituales y reglas dietéticas................................. 73
e) Calendario de fiestas....................................................... 73
Los esenios de Qumrán, ¿quiénes eran y cuándo comenzaron a serlo? 75
Los esenios de Qumrán entre el nomismo y el apocalipticismo..... 79 1.
El nomismo qumránico. El Rollo del Templo, segunda Torah 80
a) Rigorismo en la observancia de la Ley............................. 80
b) El Rollo del Templo, segunda Torah............................... 81
2. El apocalipticismo qumránico................................................ 82
a) El género literario de los apocalipsis............................... 82
b) El mesianismo y la escatología apocalíptica..................... 85
ORÍGENES DEL MOVIMIENTO ESENIO Y DE LA SECTA QUMRÁNICA : Florentino García
Martínez................................................................................
91
I. Orígenes hasídicos........................................................................ 92
II. Orígenes babilónicos..................................................................... 97
III. Presupuestos metodológicos.......................................................... 99
IV. Nueva hipótesis............................................................................ 103
1. Orígenes del movimiento esenio............................................. 104
2. Orígenes de la secta qumránica.............................................. 109
II. BIBLIA, PUREZA, ESPERANZA MESIANICA
BIBLIA E INTERPRETACIÓN BÍBLICA EN QUMRÁN : Julio Trebolle Barrera..... 121
I. Cuatro épocas y cuatro sorpresas en el estudio de los manuscritos
bíblicos de Qumrán...................................................................... 122 1.
Fiabilidad de la transmisión textual bíblica............................ 123
2. Pluralidad de textos y duplicidad de ediciones........................ 123
3. Textos afines al Pentateuco samaritano.................................. 124
4. Textos fronterizos entre lo bíblico y lo no-bíblico.................. 125
II. Los manuscritos bíblicos más importantes hallados en Qumrán... 126
III. El texto de la Biblia en la época anterior al cristianismo............... 128
IV. Importancia<le los nuevos manuscritos. Tres ejemplos................. 130
V. El canon bíblico en Qumrán: libros canónicos y libros apócrifos.. 132
VI. La interpretación del Antiguo Testamento en los textos de Qumrán. 134 VIL Géneros de la
importancia
bíblica en Qumrán: el pesher y los testimonia............................................................................................... 135
276
ÍNDICE GENERAL
VIII. Afinidades entre la exégesis qumránica y la exégesis del Nuevo
Testamento................................................................................... 137 1.
El género pesher en el Nuevo Testamento.............................. 138
a) El pesher en los evangelios.............................................. 138
b) El pesher en las cartas de Pablo....................................... 139
c) El pesher en otros escritos del Nuevo Testamento........... 140
2. El género qumránico de los testimonia en los escritos cristianos
..................................................................................... 140
LAS FRONTERAS DE LO BÍBLICO: Florentino García Martínez...................... 145
I. Textos bíblicos.............................................................................. 146
II. Textos fronterizos......................................................................... 151
III. 4QProtoester arameo................................................................... 154
IV. Los problemas planteados............................................................. 161
EL PROBLEMA DE LA PUREZA: LA SOLUCIÓN QUMRÁNICA: Florentino García
Martínez............................................................................................ 165
I. La pureza en HQTemple XLV-LI,10........................................... 168
II. La pureza en 4QMMT.................................................................. 175
III. La pureza en CD IX-XIL20.......................................................... 177
IV. La pureza en 1QS VI,24-VII,25.................................................... 180
ESPERANZAS MESIÁNICAS EN LOS ESCRITOS DE QUMRÁN: Florentino García
Martínez............................................................................................ 187
Textos que mencionan una sola figura mesiánica., 1. Mesianismo davídico......................................
1.1 4Q2S2 (4QpGen").........
1.2 4Q161 (4QpIsaa)...........
1.3 !Q28b(lQSb)V,20-29.
1.4 4Q285írag. 5................
1.5 4QS212II.....................
Mesianismo sacerdotal............
2.1 4Q540 frag. 9 col. I.......
2.2 4QS40ímg. 24 col. II.... Un «Mesías» celeste.
II. Textos que mencionan varias figuras mesiánicas., 3.
4.
Dos «Mesías»: los «Mesías de Aarón y de Israel»..................
1.1 1QS IX,9-11.................................................................
1.2 CD................................................................................
1.3 IQSa.............................................................................
Dos «Mesías»: el «Príncipe de la congregación» y el «Intérprete de la
Ley»......................................................................
2.1 CDVII,18-21................................................................
2.2 4Q174 (4QFlorilegium)................................................
Dos «Mesías»: el «Mesías celeste» y el «Profeta escatológico» . Tres «Mesías»: el Profeta
escatológico...................................
190 190 190 193 194 196 198 201 201 203 203 208 208 208 210 211
214 214 216 216 218
277ÍNDICE GENERAL
278 BIBLIOTECA
«tEXGOCO,
Florentino García Martínez
Trabaja directamente sobre los manuscritos de Qum-rán desde hace más de quince años. En la actualidad
lo hace como director del Qumrán Instituut, en la Universidad de Groningen (Holanda). Es miembro del
Comité Internacional de Edición de los Manuscritos del Mar Muerto y secretario de redacción de la
Revue de Qumrán y del Journal for the Study of Judaism. Autor, entre otros libros y artículos sobre
Qumrán, de Textos de Qumrán ("1993), publicado en esta Editorial, y Qumrán and Apocalyptic. Studies
on the Aramaic Texis of Qumrán (1992). Actualmente prepara el libro que llevará por título
Introducción a los textos de Qumrán, que aparecerá simultáneamente en Italia, Holanda y España (en
esta misma Editorial), así cómo el volumen correspondiente para la serie oficial «Discoveries in the
Judaean Desert» de los textos hallados en la Cueva 11 encomendados a la Real Academia de Ciencias
Holandesa.
Julio Trebolle Barrera
Es miembro del Comité Internacional de Edición de los Manuscritos del Mar Muerto. Profesor del
Departamento de Estudios Hebreos y Árameos y actualmente director del Instituto de Ciencias de las
Religiones de la Universidad Complutense de Madrid. Es doctor en Filología Semítica y en Teología,
licenciado en Filosofía Pura y en Ciencias Bíblicas y eleve honoraire de PÉcole Biblique de Jerusalén.
Autor de varios libros sobre crítica textual y literaria de la Biblia y sobre hermenéutica bíblica
contemporánea, entre ellos La Biblia judía y la Biblia cristiana (21993), publicado en esta Editorial.
Los trabajos recogidos en este libro, escritos por los dos miembros españoles del Comité
Internacional de Edición de los Manuscritos del Mar Muerto, responden a preguntas planteadas
recientemente en los grandes medios de comunicación: ¿ha habido ocultación de manuscritos?,
¿cuestionan los manuscritos aspectos sustanciales de la tradición judía y cristiana?, ¿era el
cristianismo primitivo una forma de esenismo?, ¿existían formas del texto de la Biblia diferentes de
la canónica y tradicional?, etc.
Este libro ofrece información sólida y actual acerca de la producción literaria, la estructura social y
las concepciones religiosas de los esenios de Qumrán y su relación con los orígenes cristianos.
Algunos de los trabajos pretenden introducir también al lector en la cocina de la investigación y de
la discusión científica en torno a Qumrán. Presentan el estado actual de la investigación sobre los
orígenes del movimiento ese-nio y de la secta de Qumrán, sobre las fronteras entre lo bíblico y lo
extracanónico, las líneas de demarcación entre lo puro y lo impuro en la legislación y esca-tología
qumránicas, las esperanzas mesiánicas del grupo de Qumrán, así como ejemplos de coincidencia
entre los textos del Mar Muerto y pasajes del Nuevo Testamento, entre los que las divergencias
resultan, sin embargo, más significativas.