Practica 2
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Trastornos
Alimenticios
La anorexia y la bulimia nerviosa son dos de los trastornos psiquiátricos más comunes
y graves de la adolescencia, caracterizados por un impulso obsesivo por perder peso.
Otros trastornos – a menudo descritos como “trastornos de la ingesta alimentaria” y
observados con más frecuencia en niños pequeños – se consideran aquí
principalmente en términos de diagnóstico diferencial. Algunos de estos trastornos,
como el trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos, comparten las
secuelas psicológicas de la pérdida de peso y pueden evolucionar hacia una anorexia o
bulimia secundaria si se desarrolla la obsesión por una imagen corporal delgada. Esto
es particularmente probable en las culturas occidentales. La obesidad infantil no se
aborda específicamente en este capítulo, aunque una variedad de dificultades
psicológicas pueden estar asociadas con su origen y consecuencias. En adelante, el
término “padre” será utilizado para referirse a los padres, cuidadores y tutores,
mientras que el término “niño” será utilizado para referirse tanto a niños como
adolescentes, a menos que se especifique lo contrario. En ocasiones, se hace
referencia al niño como “ella”, ya que la mayoría de los pacientes afectados
pertenecen al género femenino, aunque ambos géneros están incluidos. Hablamos
deliberadamente de “padres” en vez de sólo “madres”, ya que cuidadores de ambos
géneros pueden contribuir de forma importante en la recuperación. En algunos casos
se utiliza el término “adultos”, lo que indica que se incluye a los profesionales –médicos,
enfermeras y otros terapeutas– en el comentario.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
La anorexia nerviosa es un síndrome caracterizado por un miedo intenso al aumento
de peso, que se manifiesta en un amplio rango de conductas compensatoriaspara
perder peso. Ha sido reconocida durante muchos siglos, en todas las sociedades,
incluso donde la preferencia cultural es el de una apariencia bien alimentada. Se cree
que algunas santas cristianas de la época medieval, como Santa Catalina de Siena,
sufrieron de anorexia nerviosa, mientras que Richard Morton es reconocido por haber
descrito dos casos en un artículo que data de 1689. A finales del siglo XIX existió
competencia entre el médico inglés William Gull (1874) y el francés Lasègue, donde
ambos afirmaban haber sido los primeros en describir el trastorno. Si bien los expertos
siguen en desacuerdo, parece ser que fue Lasègue (1873) quien dio al síndrome el
nombre “anorexia”, el que perdura hasta hoy, en su artículo De L’Anorexie Hystèrique
(De la Anorexia Histérica, en francés). La conciencia del trastorno estuvo limitada en
gran medida a la profesión médica hasta finales del siglo XX, cuando la psicoanalista
germano-estadounidense Hilde Bruch publicó su popular obra The Golden Cage: the
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DEFINICIONES
La alteración de la ingesta es sólo uno de los síntomas de la anorexia nerviosa y la
bulimia nerviosa. Puede ser más útil considerarlos como trastornos caracterizados por
un miedo obsesivo al aumento de peso, involucrando un rango de diferentes
compulsiones diseñadas para evitar la temida consecuencia. El término anorexia, que
literalmente significa “ausencia de hambre”, es particularmente inadecuado para
enfermedad en la que los afectados están constantemente obsesionados por los
pensamientos – e incluso sueños – relativos a los alimentos, y atormentados por la
lucha por resistir el hambre extremo, para así evitar ganar peso.describir una
enfermedad en la que los afectados están constantemente obsesionados por los
pensamientos – e incluso sueños – relativos a los alimentos, y atormentados por la
lucha por resistir el hambre extremo, para así evitar ganar peso.
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Si bien más del 90% de las personas que padecen anorexia son mujeres; cuando la
prevalencia se mide a lo largo de la vida, en los niños pequeños la diferencia de género
en la prevalencia se reduce (Madden et al, 2009). También existe una creciente
conciencia de que las preocupaciones sobre la imagen corporal pueden tomar una
forma diferente en los adolescentes varones. Algunos hombres describen esforzarse
por conseguir un cuerpo musculado en lugar de uno delgado. En estos casos, el signo
más temprano del trastorno puede ser el ejercicio compulsivo, en lugar de la
restricción alimentaria. Algunos niños se vuelven adictos al ejercicio, sin presentar
preocupación por su imagen corporal en un inicio, aunque suelen desarrollarla
posteriormente. Las razones a la base de la evitación de los alimentos varían de una
cultura a otra, con explicaciones religiosas para el ayuno y la abstinencia en algunos
casos. Blake Woodside (2003) describió a pacientes de la India que atribuían su
rechazo a alimentarse a problemas gastrointestinales. Sorprendentemente, si estas
personas recibían tratamiento en grupos con pacientes con anorexia occidental, a
menudo desarrollaban el miedo a la ganancia de peso y la preocupación por la imagen
corporal, lo que reemplazaba a las molestias somáticas iniciales. Incluso en contextos
occidentales, algunos pacientes inician el trastorno con preocupaciones somáticas o
ascéticas, pero luego evolucionan retribuyendo su conducta al deseo de delgadez
promocionado por los medios de comunicación. Se desconoce la epidemiología del
trastorno evitativo/restrictivo de la ingesta alimentaria. Sin embargo, en los niños muy
pequeños puede ser una minoría considerable de presentación clínica y es más
frecuente que la anorexia nerviosa en los niños (Nicely et al, 2014).
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La aparición de la bulimia nerviosa hacia finales del siglo XX coincide tanto con la
glorificación de un cuerpo delgado por parte de los medios de comunicación, tanto
para la bulimia nerviosa como para el trastorno por atracón, como con la creciente
disponibilidad de productos sabrosos y ricos en calorías listos para consumir y la
pérdida del ritual de comer en familia. El pico de edad de aparición es similar al de la
anorexia nerviosa – 15-20 años (Kessler et al, 2013). Sin embargo, los síntomas son
más fáciles de encubrir que en la anorexia nerviosa, y la consulta a un especialista en
promedio no ocurre hasta que el paciente ha sido consciente del trastorno por
alrededor de un promedio de 10 años. Hasta el 12% de las adolescentes pueden
experimentar bulimia nerviosa, un trastorno por atracón o una presentación en forma
de bulimia nerviosa o de trastorno por atracón dentro de un trastorno alimentario o de
la ingestión de alimentos especificado (TAIAE) o de un trastorno alimentario y de la
ingestión de alimentos no especificado (TAIANE) (Stice et al., 2013). Todavía no se sabe
cuántos niños varones están afectados, pero una creciente preocupación sobre la
apariencia de los niños puede estar contribuyendo al aumento de este trastorno. Se
cree que los niños varones de la comunidad homosexual presentan un mayor riesgo de
desarrollar una bulimia nerviosa. En los estudios de personas mayores de 15 años,
existe una creciente y amplia minoría de hombres con trastornos alimentarios y, en
particular, con trastorno por atracón (Michinos et al., 2014).
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Factores ambientales
En las familias con al menos un miembro con un trastorno alimentario pueden
contribuir tanto la genética como el ambiente. Considerando que los trastornos
alimentarios ocurren en un ambiente familiar con mayor riesgo genético, resulta difícil
separar ambos factores y determinar el aporte de cada uno al desarrollo de la
enfermedad.
Algunos estudios muestran una alta incidencia de pérdida perinatal en las familias de
adolescentes con anorexia (Shoebridge & Gowers, 2000), que sugieren un papel causal
del duelo patológico. Sin embargo, el estudio no consideró la posibilidad de que las
madres estudiadas fueran de bajo peso y por lo tanto con mayor probabilidad de
aborto espontáneo. El mismo estudio encontró que las niñas con anorexia eran menos
propensas que los controles a pasar una noche fuera de casa antes de los 12 años de
edad. Esto puede reflejar una respuesta empática a la personalidad de los niños, más
que una causa del trastorno.
Factores desencadenantes
La pubertad y la adolescencia son sin duda los principales factores desencadenantes
(Michinos et al, 2014). En estas etapas los jóvenes experimentan simultáneamente el
reto de lidiar con un cuerpo cambiante y en crecimiento, cambios hormonales, nuevas
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Anorexia nerviosa
Las clasificaciones psiquiátricas como la CIE-10 y el DSM-5 definen la anorexia nerviosa
como: • Restricción de la ingesta energética que lleva a la pérdida deliberada de peso,
o a la falta de crecimiento e incremento en peso y estatura según lo esperado por edad
y género, con
• Miedo intenso al aumento de peso y/o fracaso persistente a mantener un peso
normal para la edad y estatura, y
• Alteración de la imagen corporal, que traduce cualquier malestar en la percepción de
que su cuerpo está demasiado gordo.
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Para que los pacientes cumplan con los criterios diagnósticos, debe haber por lo menos una
pérdida del 15% del peso normal mínimo o, de acuerdo con la CIE-10, un IMC por debajo de
17,5 en los adultos. La menstruación generalmente está ausente (aunque las mujeres que
toman la píldora anticonceptiva pueden tener sangrado por abstinencia). En los hombres, la
testosterona baja causa atrofia genital y ausencia de erecciones matutinas. En el subtipo
restrictivo, el bajo peso se logra por inanición exclusiva o acompañada de un exceso de
actividad. El subtipo purgativo involucra purgas por medio de vómitos, uso de laxantes,
diuréticos o píldoras adelgazantes para eliminar calorías. Existe un amplio acuerdo en que
estos criterios excluyen a muchas personas que pueden encajar en el diagnóstico y el DSM-5
ha introducido una nueva categoría bajo el nombre de otro trastorno alimentario y de la
ingesta alimentaria especificado: la anorexia nerviosa atípica en la que la persona puede haber
perdido una cantidad importante de peso pero no está técnicamente por debajo del peso
normal.
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Otros trastornos
El DSM-5 especifica otras cinco categorías de otro trastorno alimentario o de la
ingestión de alimentos especificado (TAIAE):
• Anorexia nerviosa atípica
• Bulimia nerviosa de frecuencia baja y/o duración limitada
• Trastorno por atracón de frecuencia baja y/o duración limitada
• Trastorno por purgas, y
• Síndrome de ingestión nocturna de alimentos.
Las personas que no cumplen con los criterios para otro trastorno alimentario y de la
ingestión de alimentos especificado o el trastorno de evitación/restricción de la
ingestión de alimentos (evitación/restricción de la ingesta con consecuencias físicas o
psicológicas en ausencia de preocupación por la imagen corporal) pueden ser
diagnosticadas de un trastorno alimentario o de la ingestión de alimentos no
especificado. Es probable que la revisión de la CIE (CIE-11) introduzca también el
trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos y otras categorías
subclínicas.
PREVENCIÓN
Por lo general, los programas de prevención se llevan a cabo con grupos de niños o
adolescentes en escuelas o servicios de salud, o con grupos juveniles, como los clubes
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