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CR #2 (2007) Articulo 7

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149

Patrimonio paleontológico
La paleontología marina en el Istmo de Panamá

Aaron O’Dea
Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, odeaa@si.edu
Scripps Institute of Oceanography

Félix Rodríguez
Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, RodriguezF@si.edu

Carlos De Gracia
Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, decarlosf@hotmail.com

Anthony G. Coates
Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, coatesj@hardynet.com

Palabras claves: Colectas, fósiles, geología, Istmo de Panamá,


paleontología.

Resumen
El Istmo de Panamá tiene un rico registro fósil que ha permitido a los
paleontólogos dilucidar la historia de su formación durante los últimos 10
millones de años, así como sus consecuencias ambientales, ecológicas y evo-
lutivas para la vida en los mares de los trópicos americanos. Este artículo
celebra 20 años del Proyecto de Paleontología de Panamá (Panama Paleonto-
logy Project, PPP), con una reseña de la paleontología marina en el Istmo. Se
presenta primero, una introducción sobre la formación del Istmo y posterior-
mente, se ilustra la importancia de la paleontología para explicar el origen
de la vida actual en los mares del área tropical de América. Se describen

Canto Rodado  2:149-179, 2007  ISSN 1818-2917


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además, algunas de las técnicas más apropiadas para colectar fósiles en la


región y finalmente, se presentan cinco formaciones geológicas en las costas
del Caribe y del Pacífico, como ejemplos de lugares donde, con relativa faci-
lidad, puede realizarse el estudio de fósiles marinos.
Por último, cabe mencionar que mediante este escrito, se busca motivar
a estudiantes e investigadores a introducirse en el mundo de la paleontolo-
gía de las áreas tropicales.

Key words: Collecting, fossil, geology, Isthmus of Panama, paleontology.

Abstract
The Isthmus of Panama contains an extremely rich fossil record that
has enabled paleontologists to assemble a fascinating account of how the
Isthmus formed, and what the environmental, ecological and evolutionary
consequences of its formation were to life in the seas of Tropical America.
In this paper we celebrate 20 years of the Panama Paleontology Project
(PPP) with an account of marine paleontology on the Isthmus with the
aim of stimulating interest in students and researchers into the currently
understudied world of tropical paleontology. We summarize over 100 years
of paleontological research on the Isthmus of Panama, present the most
up-to-date model of Isthmus formation, and describe the origins of the
Caribbean and Pacific environments that prevail today. We provide a short
review of the history of paleontological research on the Isthmus, illustrate
the significance of Isthmian paleontological research for understanding the
origin of life in Tropical American seas today, and highlight the potentials for
future research. We describe the most appropriate techniques for collecting
marine fossils in the region and the best ways to manage collections. Finally,
we present three geological formations (the Late Miocene Gatun formation,
the Pliocene Cayo Agua formation and the Plio-Pleistocene Burica
formation) that occur on the Caribbean and Pacific coasts of the Isthmus.
For each formation the location of outcrops, their sedimentology and their
ages are presented alongside geological and paleontological evidence that
describes their depositional environment. For each formation, we list areas
where fossils can easily be collected, illustrate those fossils commonly found
and discuss their environmental, ecological and evolutionary significance.

A. O’Dea, F. Rodríguez, C. De Gracia y A. G. Coates  Patrimonio paleontológico


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El Istmo de Panamá tiene un registro de la vida marina tanto en las


costas del Pacífico como del Caribe de los últimos 10 millones de años
(Ma), representado por los restos fosilizados de organismos con concha
que alguna vez vivieron aquí (ver por ejemplo Figura 1).
A medida que emergió el Istmo, los sedimentos que fueron deposi-
tados en los mares a ambos lados de éste han sido expuestos en la su-
perficie. Por tanto, actualmente es posible colectar fósiles de organismos
que habitaron en ambientes que van desde las profundidades oceánicas
abisales, cuando el Caribe y el Pacífico aún estaban conectados, hasta las
aguas someras, como las que se ven hoy en día a lo largo del Caribe, con
apenas 1Ma de edad.
El Proyecto de Paleontología de Panamá (PPP), auspiciado por el Ins-
tituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), se inició en 1986
con el objetivo de descubrir y estudiar la historia de la paleontología de
las costas del Istmo de Panamá (Jackson y D’Croz 1997; Collins y Coa-
tes 1999). Veinte años más tarde, tras múltiples expediciones, cientos de
muestras y grandes cantidades de fósiles colectados, el PPP ha tenido una
serie de logros importantes que incluyen:

Figura 1. Abundantes fósiles de moluscos preservados en una típica roca del Plioceno del
Istmo. Formación río Banano, Costa Rica. Aproximadamente 3Ma atrás.
(Foto: Aaron O’Dea)

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1. La profunda comprensión de los períodos y proceso de emergencia y


formación del Istmo de Panamá.
2. El registro de los efectos ambientales del cierre de vías marítimas en
ambientes costeros.
3. La elucidación de la historia de la biodiversidad en el Caribe.
Los nuevos métodos de recolección, procesamiento y análisis que uti-
liza el PPP, se han convertido en un estándar para la investigación pa-
leontológica en el campo y han sido adoptados para estudios similares
alrededor del mundo.
En este artículo se presenta, en primera instancia, la historia geológi-
ca del Istmo de Panamá y sus efectos ambientales y ecológicos sobre los
mares de la América tropical. En segundo lugar, se evalúan los aspectos
esenciales de la colecta de fósiles marinos en el Istmo y, se finaliza descri-
biendo la paleontología de cinco formaciones, ubicadas en tres regiones
de Panamá (Bocas del Toro, Colón y Chiriquí) donde la colecta de sedi-
mentos fosilíferos se torna más sencilla de realizar.
Se espera que esta revisión del tema estimule el interés de científicos,
profesores y estudiantes por el fascinante estudio de la paleontología del
Istmo, tan importante para entender el origen de la biota en América
tropical.

Formación del Istmo de Panamá


La formación geológica del Istmo de Panamá unió Suramérica con
Centro y Norteamérica, produciendo el “gran intercambio biológico ame-
ricano” de animales y plantas terrestres (Stehli y Webb 1985), y simultá-
neamente, cortó la vía marítima que había conectado el Pacífico oriental
con el Atlántico occidental por muchos millones de años (Jackson y Budd
1996).
La formación del puente terrestre que conocemos hoy fue el resultado
de dos procesos geológicos interconectados: la tectónica de placas y el
vulcanismo. El movimiento de las distintas placas tectónicas que forman
Centro y Suramérica movieron la base ígnea del Istmo a su actual po-
sición mientras que el vulcanismo, provocado por la subducción de las
placas del Pacífico, agregó material al arco insular que es la espina dorsal
del Istmo (Coates y Obando 1996).

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Sedimentos y fósiles que son típicos


de aguas abisales, han quedado ex-
puestos en varias regiones alrededor de
Panamá y nos dicen que en el Mioceno
temprano y medio (~20Ma), Centro-
américa y Suramérica estaban separa-
das por una vía marítima amplia y pro-
funda. Hay una hipótesis que sugiere
que la parte sur del Istmo de Panamá,
para esta época, formaba un archipié-
lago de islas que se extendían hacia el
sureste (Coates y Obando 1996), mien-
tras que otra hipótesis sugiere que la
tierra formaba una península continua
(Kirby y McFadden 2005). De cualquier
forma, la vía marítima entre el arco de
Panamá y Suramérica se volvió más
estrecha debido al movimiento de la
placa suramericana en dirección no-
roeste, hasta que a finales del Mioce-
no, alrededor de 10Ma atrás, el arco
de Panamá colisionó con Suramérica.
El arco del Istmo cedió ante la enorme
presión, creando la característica forma
de S de Panamá.

Figura 2. Formación del Istmo de Panamá.


Reconstrucciones de partes emergentes
del Istmo de Panamá durante los últimos
10Ma. Las flechas indican la dirección del
principal flujo de agua a través de la vía
marítima centroamericana
(Schneider y Schmittner 2006. Redibujado de Coa-
tes y Obando 1996; Coates et al. 2003; Coates et
al. 2004; Coates et al. 2005)

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La geología del Istmo sufrió una secuencia de rápidos eventos a partir


de los 10Ma. Inicialmente éste se hundió, lo cual una vez más profundizó el
estrecho Pacífico-Caribe (Coates et al. 2003; Coates et al. 2004). Posterior-
mente, empezó a levantarse una vez más, produciendo la emergencia de
tierra firme alrededor de 5Ma atrás, aunque persistieron conexiones mari-
nas poco profundas en las cuencas de Limón, Canal y Darién (Figura 2). La
tasa de levantamiento del Istmo aumentó y dichas conexiones se volvieron
progresivamente más estrechas y menos profundas hasta que, finalmente,
se cerró y se selló el estrecho Pacífico-Caribe (Collins et al. 1995).
Calcular una fecha definitiva del cierre final del Istmo ha resultado ser
un asunto complejo para los científicos. El registro fósil marino nos mues-
tra que la mayoría de los cambios biológicos y ambientales que ocurrieron
dentro del mundo marino en respuesta al cierre, ya habían terminado
hace 3.5Ma a 3.1Ma (ver Coates y Obando 1996; Kirby y Jackson 2004;
Teranes et al. 1996; O’Dea et al. 2007), pero esto no significa necesaria-
mente que la última gota de agua del Pacífico entrara al Caribe en ese
momento. De hecho, el registro fósil terrestre sugiere que la coalescen-
cia final de la tierra ocurrió mucho después, hace unos 2.5Ma cuando la
mezcla de las faunas del norte y del sur estaba en su máximo nivel (Webb
1985). Esta paradoja puede resolverse si consideramos que la existencia
de una conexión marina poco profunda entre ambas costas hubiera sido
insuficiente para garantizar la mezcla a gran escala entre ambos océanos,
separando las poblaciones de animales marinos e introduciendo la dife-
renciación de los respectivos ambientes marinos; pero, al mismo tiempo,
también constituirían un obstáculo para la migración masiva de animales
y plantas terrestres que no podían cruzar extensiones de agua.
Para entender bien los efectos biológicos de dicho cierre, es necesa-
rio primero examinar los ambientes y la ecología de los mares a ambos
flancos de este lugar en el presente. Debido a que el área es una barrera
física para la mezcla de las aguas del Pacífico y del Caribe, Panamá tiene
actualmente dos costas muy diferentes (Jackson y D’Croz 1997).
La costa del Pacífico experimenta el afloramiento estacional de aguas
frías y ricas en nutrientes, lo cual estimula la productividad planctónica a
gran escala, que hace que las comunidades bentónicas sean dominadas
por organismos heterótrofos que, a su vez, alimentan pesquerías comer-

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cialmente rentables (D’Croz y Robertson 1997). La productividad elevada


provocada por el afloramiento se suma a los altos niveles de escorrentía
producto de la alta precipitación, la cual aumenta el aporte de nutrientes
de origen terrestre. Los arrecifes de coral son incapaces de competir por
luz y nutrientes con las abundantes algas planctónicas y por consiguiente
son más escasos a lo largo de las costas del Pacífico.
La costa del Caribe, por el contrario, no experimenta afloramiento y
por consiguiente muchas regiones tienen bajos niveles de nutrientes y
productividad planctónica. Sin competencia de algas planctónicas, los
arrecifes de coral y pastos marinos son capaces de prosperar y dominar
la ecología bentónica de muchas de estas costas. Sin embargo, algunas
áreas como la Bahía de Almirante en Bocas del Toro también experimen-
tan altos niveles de nutrientes debido a escorrentías localizadas, afectan-
do negativamente el crecimiento de los corales y de los pastos marinos y,
promoviendo comunidades heterótrofas bentónicas (Best y Kidwell 2000).
Así, mientras la costa del Pacífico está casi completamente dominada por
comunidades heterótrofas bentónicas, la costa del Caribe contiene un
mosaico mucho más diverso de tipos de comunidades bentónicas que van
desde los sistemas dominados por formas auto y mixotróficas hasta los
dominados por heterótrofos (O’Dea et al. 2007).
A medida que el Istmo se levantaba lentamente a lo largo de los mi-
lenios, los sedimentos marinos que estaban sumergidos fueron llevados
a la superficie. Estos sedimentos y los fósiles que contienen, dan a los
paleontólogos la oportunidad de estudiar la biología y ecología de los ani-
males y plantas que alguna vez vivieron en los mares alrededor del Istmo
y además, han permitido demostrar cómo la interrupción de la vía marí-
tima del trópico americano provocó un cambio profundo en el entorno, la
ecología y la evolución del Caribe.
Antes del cierre, los mares costeros del Caribe eran muy parecidos
a los del Pacífico de hoy día, con un ambiente de fuerte afloramiento y
comunidades bénticas dominadas por organismos heterótrofos (O’Dea
et al. 2007). Los modelos de las corrientes oceánicas globales muestran
que la mayoría de las aguas superficiales que fluían a través de una vía
marítima centroamericana abierta, lo harían desde el Pacífico tropical
oriental hacia el Caribe (Schneider y Schmittner 2006), ayudando a

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explicar por qué la costa del Caribe era muy parecida a la del Pacífico
(O’Dea et al. 2007).
Al tiempo que la vía marítima se restringía, hace unos 4Ma, la influen-
cia del Pacífico en el Caribe se redujo, con la disminución de la fuerza del
afloramiento y el cambio en la composición de las comunidades bentó-
nicas. El efecto del afloramiento ya había cesado hace aproximadamente
3Ma atrás, lo que sugiere que la vía marítima ya estaba efectivamente
cerrada para esta época. En respuesta a estos sorprendentes cambios am-
bientales, las comunidades bentónicas marinas del Caribe sufrieron una
transformación que incluyó: una reducción dramática en la proporción de
organismos heterótrofos y un aumento concomitante en la proporción de
organismos autótrofos y mixótrofos (O’Dea et al. 2007). Esto indica que
el ambiente típico y la estructura ecológica general que conocemos hoy,
se iniciaron durante las etapas finales del cierre de la vía marítima del
trópico americano, hace alrededor de 3.5Ma.
Los efectos del cierre sobre la vía marítima del Istmo no se limitaron
a las costas centroamericanas, sino que se sintieron mucho más allá. Por
ejemplo, existe buena evidencia de que los patrones globales de circula-
ción de aguas oceánicas, se alteraron debido a la formación del Istmo, y
estos cambios pudieron haber dado inicio a la glaciación del hemisferio
Norte (Cronin y Dowsett 1996), creando las condiciones que han domi-
nado el clima global durante los últimos 2Ma. El cierre incluso, ha sido
indicado como una influencia clave en la evolución temprana de los seres
humanos (Stanley 1996).
Las poblaciones de especies marinas previamente existentes tanto en
el Pacífico oriental como en el Caribe se dividieron en dos con la forma-
ción del Istmo (Jackson y D’Croz 1997). Algunos grupos se extinguieron
en el Caribe o en el Pacífico, dependiendo de sus preferencias ecológicas
y ambientales, mientras que otros siguieron existiendo en ambos océa-
nos. Dado que se detuvo el flujo genético entre especies que sobrevivie-
ron en ambos lados, las poblaciones separadas divergieron y siguieron
sus propios caminos evolutivos. Es posible muchas veces ver ejemplos
de animales que son similares en apariencia tanto en el Caribe como en
el Pacífico oriental, tales como los erizos punta de lápiz (Eucidaris), los
trambollos (Labrisomidae) y los camarones tamarú (Alpheidae) (Jackson y

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D’Croz 1997:Figura 2-15). Éstas, son especies descendientes de un único


ancestro, cuyo ámbito geográfico incluía tanto el Pacífico oriental como el
Caribe cuando estaba abierta la vía marítima del Istmo, y muchas veces
muestran interesantes diferencias en morfología e incluso conducta. Más
aún, el nivel de afinidad entre estas especies se relaciona con el tiempo
que llevan ambas separadas, y esto puede analizarse para estimar en qué
momento ambas fueron capaces de intercambiar material genético por
última vez.

Historia de la paleontología en Panamá


El escenario que se presenta a raíz de la formación del Istmo de Pana-
má, resulta de muchísimo interés para innumerables científicos que han
sido atraídos por el gigantesco laboratorio natural que representa su cie-
rre y los cambios geológicos y biológicos asociados a éste.
Los primeros estudios en paleontología y geología en Panamá datan
del siglo diecinueve. Los trabajos publicados por Wagner en 1861 son los
más antiguos que se conocen. Posteriormente, en 1874, Maack publicó un
reporte sobre la geología y la historia natural de Panamá. Sin duda, las
obras de construcción del Canal tanto por los franceses en 1880, como por
los estadounidenses en 1904, atraerían el interés de los geólogos que en
ellas participaron. Es así como Hill (1898) publicó la Historia geológica del
Istmo de Panamá y algunas áreas de Costa Rica. Entre los años 1907 y 1915,
E. Howe (1907, 1908, 1915) presentó una serie de artículos sobre geolo-
gía y paleontología del Canal de Panamá. Durante este mismo período
Brown y Pilsbry realizaron un inventario de la fauna y flora de la forma-
ción Gatún y, en 1912, Dall documentó una serie de nuevas especies de
fósiles de conchas de Panamá y Costa Rica.
Sin embargo, no todos los trabajos de geología y paleontología de Pana-
má estuvieron basados o circunscritos al área del Canal; en 1901 Hershey
hizo observaciones geológicas en las provincias centrales, específicamen-
te en Veraguas y, Sapper (1937), realizó estudios de la geología de la pro-
vincia de Chiriquí. A partir de entonces, una larga lista de renombrados
científicos continúa trabajando con rocas y fósiles de Panamá.
Dentro del área de la paleontología marina se destacan los trabajos de
W. Woodring sobre la geología y la paleontología de la Zona del Canal y

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de las áreas adyacentes, realizados entre los años 1949 y 1982 (Woodring
y Thompson 1949; Woodring 1957, 1973). Otro científico destacado fue A.
Olsson, paleontólogo, geólogo y malacólogo, quien se dedicó por varias
décadas a recorrer el Istmo de Panamá en busca de afloramientos fosilí-
feros (Olsson 1922, 1942).
No fue sino hasta el año 1986 cuando investigadores como Jeremy B. C.
Jackson y Anthony G. Coates, fundaron el PPP dándole un nuevo enfoque
al estudio de la paleontología, al innovar en la forma de hacer colecciones
y procesar la información. Este proyecto atrajo el interés de estudiantes de
paleontología y geología de todas partes del mundo.

Colectando fósiles en el Istmo de Panamá


Ubicación
Las altas temperaturas, las intensas precipitaciones, y crecimiento ex-
cesivo de vegetación que es típico de los trópicos, hace que los sedimentos
expuestos sean rápidamente alterados y los fósiles sean inútiles. Debido
a ello, los sitios paleontológicos más importantes suelen localizarse en:
1) Costas cortadas por las olas y márgenes de ríos donde la acción del
agua expone constantemente la roca subyacente, 2) minas activas donde
se está constantemente removiendo material o, 3) áreas de construcción
donde se excava hasta la roca madre tales como, por ejemplo, algunas
áreas del Canal.
El trabajo de encontrar localidades fosilíferas se facilita mediante el uso
de mapas de campo (tanto topográficos como geológicos), referencias de
estudios previos en la región así como por una comprensión básica de la
geología y la sedimentología.
Debido a que el Istmo es fundamentalmente un arco insular volcánico,
creado por la subducción de las placas de Cocos y Nazca, la roca de la que
está hecha la espina central del arco istmeño esta constituida por una
roca intrusiva llamada granodiorita que se origina del enfriamiento del
magma. Otras rocas comunes, como es el caso de las tobas, se originan
por el ascenso a la superficie de magma de volcanes (Figura 3). Ninguna
de estas rocas ígneas contiene fósiles.
En cambio, es común encontrar fósiles en rocas sedimentarias,
constituidas por materiales que originalmente fueron depositados en

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Figura 3. Geología generalizada de Panamá mostrando la extensión aproximada de las


rocas sedimentarias versus las rocas volcánicas e intrusivas. (Mapa: Aaron O’Dea)

cuencas marinas. Las secciones costeras y otras áreas de Panamá que


estuvieron alguna vez sumergidas, están usualmente compuestas de
estos sedimentos, y por ende el investigador que busca fósiles marinos
debe concentrarse en estas áreas (Figura 3). Para información más
detallada sobre la abundancia de rocas sedimentarias marinas fosilíferas
en Panamá se recomienda consultar; Coates et al. (1992); Coates et al.
(2003); Coates et al. (2004); Coates et al. (2005); Collins (1993); Collins y
Coates (1993, 1999); Collins et al. (1995); Johnson y Kirby (2006); O’Dea
et al. (2007); Olsson (1922, 1942) y Woodring (1973).

Permisos, equipo y seguridad


Emprender investigaciones paleontológicas requiere la obtención de
los respectivos permisos oficiales. La mejor manera de obtener experien-
cia en esta disciplina, es a través de la participación como asistente en
algún proyecto que esté en marcha. La colaboración como voluntario o
voluntaria seguramente será bienvenida por los coordinadores.
El equipo apropiado y la seguridad son tan importantes como la pla-
nificación previa para asegurar una exitosa colecta de fósiles. El pico geo-

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lógico (Figura 4) es una herramienta esencial, debe estar hecho todo de


metal en lugar de tener mango de madera y debe contar con un lado pun-
tiagudo y un borde plano para ayudar a picar y partir rocas de distintos
tipos. Se deben llevar botas y/o sandalias resistentes y usar ropa holgada.
Si no se cuenta con un sistema de posicionamiento global (GPS), resulta
útil una brújula. Es esencial tener un cuaderno de campo para anotar y
describir las ubicaciones, número y tipo de muestras tomadas, para di-
bujar secciones y para hacer descripciones sedimentológicas. Se requiere
además, una cámara para registrar información importante sobre dónde
se tomaron muestras individuales o la sedimentología local. Las bolsas de
tela suelen ser adecuadas para guardar y transportar las muestras colec-
tadas. Sin embargo, para proteger mejor fósiles delicados como dólares de
arena, tenazas de cangrejo, huesos de vertebrados y conchas frágiles, las
muestras se deben envolver suavemente en papel toalla y colocar en una
caja de metal o plástico con tapa.

Figura 4. Típicas muestras de bulto (izquierda) y a mano (derecha) con el pico geológico
como escala de referencia. (Foto: Aaron O’Dea)

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Respecto a la seguridad, vale la pena hacer algunas recomendaciones. Si


se trabaja en canteras activas, los trabajadores de las mismas deben estar
informados de la presencia del colector. Las colectas deben hacerse lejos
de la excavación activa, de maquinaria pesada y de áreas donde puedan
caer rocas. Es imprescindible usar casco. En las regiones costeras existen
muchos peligros potenciales, incluyendo las mareas, las olas y los cambios
súbitos del clima. Si el acceso a un sitio es por el mar, es esencial contar con
un chaleco salvavidas, además de un botero con experiencia. Si se explora
a lo largo de ríos, hay que estar al tanto de corrientes, de la elevación del
nivel del mar y de las crecidas. En todo caso es esencial mantener comuni-
cación con quienes puedan socorrer en una emergencia.

Tomando muestras en el campo


La calidad de la preservación de
los fósiles varía considerablemente
de un lugar a otro, según el tipo de
sedimento en que se encuentre, el
nivel de exposición a la intempe-
rie, la cual conlleva la oxidación de
fósiles y sedimentos, y a la lluvia,
que produce acidificación y la di-
solución del material carbonatado.
El material que haya sido excava-
do poco tiempo atrás casi siempre
proveerá fósiles mejor preservados. Figura 5. Miles de conchas fósiles del
Los sedimentos de grano más fino género Turittella lavadas por la lluvia
(lodolitas, limolitas) generalmente en la formación Gatún (~10Ma), Colón
preservan sus fósiles mejor que los (Las Lomas, Sabanitas).
sedimentos de granos más gruesos (Foto: Aaron O’Dea)
(areniscas), ya que estos últimos
permiten el movimiento de aire y agua a través de los sedimentos, produ-
ciéndose mayor desgaste. Algunos sedimentos de grano muy grueso han
perdido todos sus fósiles debido a la erosión.
En el campo, es importante evaluar los procesos de erosión de las mues-
tras, para incluso inferir aquello que pudo haberse perdido. Las conchas

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erosionadas son usualmente mucho más frágiles y se desmoronan fácil-


mente cuando se manipulan, mientras que los fósiles marinos muy bien
preservados son duros, como las conchas que pueden encontrarse en la
playa hoy, e incluso pueden conservar sus patrones de color originales,
después de varios millones de años de estar incrustadas en sedimentos
(ver por ejemplo Figura 6).
Hay dos métodos principales
para tomar muestras en un aflo-
ramiento fosilífero y ambos tienen
sus ventajas y desventajas (Tabla
1). El primero y más tradicional
es el que se conoce como colecta a
mano y consiste sencillamente en
buscar fósiles bien preservados a lo
largo de los afloramientos de roca.
Las rocas fosilíferas del Neógeno
en el Istmo de Panamá son aún lo
suficientemente suaves como para Figura 6. Concha fósil de Siphocypraea
remover los fósiles de éstas sin (familia Cypraeidae) mostrando la pre-
mayor problema. Muchas veces, servación del patrón de color original.
especialmente después de lluvias Formación Escudo de Veraguas del
torrenciales, los sedimentos se la- Plioceno (~3Ma), Bocas del Toro.
van y quedan fósiles sobresaliendo (Foto: Aaron O’Dea)
que pueden ser fácilmente sacados
a mano (Figuras 1 y 5), o usando un pico geológico o un cuchillo sin
filo para los fósiles empotrados. Si se encuentra un horizonte o grupo de
horizontes estratigráficos muy fosilíferos, es una buena idea seguirlo ho-
rizontalmente, una tarea que permite también observar cambios laterales
en la biología y el ambiente de un fondo marino antiguo.
Una colecta a mano le da al paleontólogo la oportunidad de hacer un
sondeo relativamente rápido de un área amplia en busca de conchas,
dientes y huesos grandes bien preservados. Sin embargo, ya que se co-
lectan con preferencia los fósiles grandes y bien preservados, la colección
resultante tiende a no ser representativa (Figura 4). Por ejemplo, la princi-
pal proporción de los fósiles en un cúmulo de moluscos está compuesta de

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conchas pequeñas, frágiles y poco llamativas, las cuales quedarían com-


pletamente excluidas de una colecta a mano, llevando al paleontólogo,
una vez regrese al laboratorio, a conclusiones erradas sobre la ecología y
el ambiente marino pasado.

Tabla 1. Comparación de los dos métodos de muestreo de fósiles (ver Figura 4).
Colecta a mano Colecta en bulto
Colecta in situ de sedimentos completos
Colecta rápida de muestras grandes
de rocas sin erosionar, bajo la superficie,
Función y bien preservadas de afloramientos
para ser procesados en el laboratorio.
superficiales.
Generalmente de 10kg o más.
Fácil de hacer, bueno para buscar fósiles
Provee estimados excelentes de la diver-
raros o bien preservados, provee una
Pros sidad y estructura ecológica del conjunto
impresión preliminar del ambiente y la
de seres vivientes.
ecología.
Las colectas no representan el conjunto
de seres vivientes, los estimados de
Extracción y procesamiento difíciles y
Contras diversidad son mucho menores que la
prolongados.
diversidad real, la estructura ecológica
no puede evaluarse a cabalidad.

El segundo método, utiliza el muestreo en bulto del sedimento entero


y, a pesar que requiere mucho más esfuerzo para colectar, provee una
mejor visión de la fauna y flora total que existió en el momento de la
depositación. Una muestra en bulto normalmente está constituida por
unos 10kg de sedimento compactado (Figura 4) y para asegurar una
buena replicación estadística se toman de cinco a diez muestras en una
sola localidad, las cuales son llevadas de vuelta al laboratorio y lavadas
para remover los fósiles. Para lograr la muestra más representativa de lo
que alguna vez vivió en los antiguos mares, es esencial que la muestra
se tome de sedimentos que no esten erosionados. Usualmente la roca
cuya superficie se encuentra meteorizada es de un color café claro, pero
al cavar en el afloramiento unos 30cm con un pico o martillo geológico
generalmente se revelan sedimentos de un color azul claro a gris. Cuando
se alcanza este color el colector puede estar seguro de que las muestras
estarán menos alteradas y por consiguiente serán más representativas.
Se hace una colecta en bulto tomando porciones de buen tamaño y
poniéndolos en una bolsa (Figura 7).

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Las muestras tomadas deben ser


etiquetadas inmediatamente en el
campo para evitar confusión y mez-
cla de las muestras (Figura 4). Se
deben hacer anotaciones sobre el
lugar y la cantidad de muestras to-
madas de cada nivel estratigráfico.

Técnicas de laboratorio
Una vez en el laboratorio, resulta
útil hacer un inventario de todas las
muestras tomadas. Las muestras a
mano deben ser lavadas cuidadosa-
mente con agua, usando un poco de
jabón en polvo, si fuese necesario,
para remover el exceso de sedimen-
to, dejándose secar completamente. Figura 7. Extracción de una muestra
Los fósiles individuales pueden en- en bulto en el río La Peña, península
tonces almacenarse en cajitas con Burica. (Foto: Aaron O’Dea)
una etiqueta apropiada.
El procesamiento de las muestras en bulto requiere mucho más trabajo.
En primer lugar, se toma el peso de cada bulto antes de lavarlo, y se pone
en un cubo de agua dulce por uno a tres días para disgregar los sedimentos.
El tiempo necesario depende de la dureza de la roca. El sedimento ya
suelto se lava utilizando tamices de 2mm y 500µm para retener todos
los fósiles. El residuo fósil de cada fracción se debe secar completamente
antes de ponerlo en cajas etiquetadas para su estudio. Si el sedimento de
una muestra en bruto es difícil de disolver, se puede intentar congelar-
descongelar la muestra en una solución supersaturada de sal de Glauber
(Na2SO4.10H20) (Surlyck 1972). Las muestras se empapan en la solución
y se congelan a ~10ºC y recalientan a 40ºC repetidas veces. La acción del
congelamiento cristaliza el sulfato de sodio que desintegra la matriz del
sedimento pero no fractura los fósiles. Después de congelar-descongelar
la muestra de 10 a 20 veces, la matriz del bloque se convierte en una baba
fina que puede tamizarse con facilidad.

A. O’Dea, F. Rodríguez, C. De Gracia y A. G. Coates  Patrimonio paleontológico


165

El residuo de muestras en bulto está compuesto normalmente por una


gran cantidad de conchas y fragmentos de concha al igual que otros or-
ganismos. Los residuos mayores de 2mm pueden entonces ser revisados
con una lupa estereomicroscópica y separados en los siguientes grandes
grupos taxonómicos: bivalvos, gasterópodos, briozoos, equinodermos,
corales, crustáceos, escafópodos y, dientes y otolitos de peces.

Estudiando las colecciones


El paso siguiente a la colecta y procesamiento de las muestras, es iden-
tificar los organismos fósiles hasta familia, género o especie, en la medida
de lo posible. Esto permite hacer un estimado de la diversidad o riqueza
taxonómica y llevar a cabo estudios más detallados de rasgos específicos
de un taxón tales como crecimiento e historia de vida.
La identificación de taxones más comunes a nivel de especie suele ser
sencilla si se cuenta con la literatura correcta y/o la asistencia de un es-
pecialista, pero la identificación de los fósiles menos comunes está usual-
mente tan llena de problemas taxonómicos que en ocasiones sólo es posi-
ble llegar con confianza hasta la categoría de familia.
Un buen comienzo es consultar una base de datos paleontológica de
taxones fosilizados que se encuentran en el trópico americano y que esté
disponible en línea y sea de acceso libre1 o una guía en línea para la iden-
tificación de taxones marinos bentónicos.2
Ya que todos los sedimentos marinos fosilíferos del Istmo de Panamá
son geológicamente jóvenes, los fósiles suelen estar lo suficientemente
relacionados con las especies modernas como para usar las claves taxonó-
micas para organismos modernos e identificarlos hasta familia o género.
Hay guías excelentes para moluscos del Pacífico y del Caribe y para otros
taxones bentónicos, disponibles tanto impresas (ver por ejemplo Keen
1971) como en Internet. 3 Si la formación geológica bajo estudio es muy

1
Ver por ejemplo Neogene Marine Biota of Tropical America (en http://porites.geology.
uiowa.edu).
2
Como la que se encuentra en la página del Museo de Historia Natural de Florida
(http://www.flmnh.ufl.edu/invertpaleo/galleries.htm).
3
Ver por ejemplo, http://www.gastropods.com

Canto Rodado  2:149-179, 2007


166

joven, es posible incluso encontrar de esas especies aún.


Al separar en grupos tróficos diferentes (por ejemplo en plantas,
herbívoros y depredadores) a todos los fósiles de una colecta en bulto,
y pesarlos, el investigador puede estimar la abundancia relativa de cada
grupo en el momento de la depositación. De esta manera se puede tener
una idea de la estructura ecológica fundamental del antiguo océano.
Comparando estas proporciones entre distintas localidades es posible
construir un esquema de cambios ecológicos en los mares a través del
espacio geográfico y el tiempo geológico (O’Dea et al. 2007).
Se pueden usar especímenes individuales de conchas para analizar las
tasas de crecimiento o la fecundidad de organismos fósiles individuales
(O’Dea y Okamura 2000), asimismo un análisis morfológico o químico de-
tallado de los especímenes puede proveer datos de alta resolución sobre el
ambiente en el cual vivían los organismos, incluyendo temperatura (Jones
1998), estacionalidad (O’Dea y Okamura 2000) y química del agua (Jones
1998).
Siguiendo el análisis de las muestras, es importante que la colección
esté bien curada. Los especímenes deben mantenerse secos y etiquetados
en un lugar seguro, preferiblemente un museo o el archivo de una univer-
sidad, de manera tal que los fósiles estén disponibles para más estudios y
cualquier pregunta que surgiera de la investigación pudiese ser respondi-
da analizando el material original.

Las formaciones
Se presentan a continuación cinco formaciones geológicas fosilíferas,
elegidas por representar un interesante ámbito de condiciones ambienta-
les y ecológicas que existieron en mares costeros tanto del Pacífico como
del Caribe del Istmo durante los últimos 10Ma, y porque son de acceso
relativamente fácil. La selección no es una lista completa de sitios de fó-
siles en Panamá. De hecho, se pueden encontrar sedimentos fosilíferos
en todas las provincias de la República de Panamá, una gran parte de los
cuales permanecen sin descubrir.
Para cada formación presentamos las ubicaciones más accesibles para
la colecta de fósiles, la lista de los taxones más comunes y fáciles de en-
contrar y describimos las condiciones ambientales y ecológicas generales

A. O’Dea, F. Rodríguez, C. De Gracia y A. G. Coates  Patrimonio paleontológico


167

Figura 8. Mapas geológicos de las tres regiones fosilíferas de Panamá presentadas en


este artículo. A. Formación Gatún del Mioceno temprano (I) en Colón. B. Formación Cayo
Agua del Plioceno temprano (II) y formación Cayo Agua del Plioceno tardío (III) en la isla
Cayo Agua, Bocas del Toro. C. Formación La Peñita del Plioceno (IV), formación Burica del
Plioceno (V) y formación Armuelles del Pleistoceno (VI), península de Burica.
[Modificado de Coates et al. (2005) y Collins et al. (1992)]

dominantes en el momento de la depositación (Figuras 8 y 9). Para des-


cripciones estratigráficas, depositacionales y cronológicas más detalladas,
se refiere al lector a Coates et al. (1992); Coates et al. (2004); Coates et al.
(2005) y Collins y Coates (1999).

Canto Rodado  2:149-179, 2007


168

Formación Gatún (Mioceno)

Pleisto-
ceno
1
Los sedimentos de la formación
2 VI
Gatún se depositaron en un mar

Plioceno
3 V
poco profundo en la costa del Ca- III
4 IV

Edad (millones de años)


ribe del Istmo emergente durante II
5 Volcánico
el Mioceno tardío, de 12Ma a 8Ma

Península Burica
Cayo Agua
6
atrás aproximadamente (Collins

Gatún
7
y Coates 1999). Normalmente es- 8
tán formados de arena fina, limo y

Mioceno
9
lodolita con horizontes fosilíferos 10 I
que preservan un rico registro de 11
moluscos, vertebrados y plantas. 12
Volcánico
Al comparar los ámbitos de pro-
fundidad de taxones similares en Figura 9. Estratigrafía y cronología de
los océanos de hoy, los fósiles de las formaciones fosilíferas presentadas
foraminíferos bentónicos unicelu- en este artículo.
lares y los fósiles de dientes de pez
y otolitos encontrados en esta formación sugieren que la depositación
tuvo lugar a unos 20m a 40m de profundidad (Collins et al. 1999).
En el campo se encontrará una clara falta de laminación en la
mayoría de los sedimentos de Gatún (Figura 10a). Esto se debe a una
intensa bioturbación, un proceso mediante el cual los sedimentos son
constantemente alterados por el movimiento de animales en busca de
alimentos o construyendo espacios sobre y a través del sedimento antes
de silicificarse.
Los moluscos filtradores dominan el registro fósil del Gatún tanto en
número como en peso, demostrando que la ecología en esta época esta-
ba controlada por altos niveles de productividad planctónica, como ocu-
rre hoy en la costa del Pacífico de Centroamérica, pero no en el Caribe
(O’Dea et al. 2007). La cantidad de dientes grandes del tiburón Carcharo-
don (Figura 10b) es testimonio de la capacidad del ecosistema caribeño de
entonces, de sustentar grandes depredadores.
Los moluscos filtradores más abundantes incluyen a miembros de
las familias Arcidae y Veneridae (Figura 10b) que habitan hoy en día en
mares costeros poco profundos (Jackson et al. 1999). Los gasterópodos

A. O’Dea, F. Rodríguez, C. De Gracia y A. G. Coates  Patrimonio paleontológico


169

herbívoros tales como Turritella son


también abundantes a nivel local e
igualmente sugieren depositación
en el Gatún en un medio de aguas
poco profundas. A veces se pueden
encontrar en sedimentos gatunia-
nos grandes conchas enteras de
gasterópodos depredadores como
el género Turbinella (Figura 10b).
Además de organismos de con-
cha dura, la formación de Gatún
preserva un registro excelente de
hojas, madera y semillas de an-
giospermas. El trabajo preliminar
sugiere que la mayoría de este ma-
terial vegetal se originó en un gran
sistema de manglar. El registro de
moluscos apoya también la inferen- Figura 10. A. Formación Gatún B. Fó-
cia de la existencia de un manglar siles representativos de la formación
adyacente, en particular por la gran Gatún. Diente fósil de una especie ex-
abundancia de conchas del molus- tinta de Carcharodon, un pariente más
co filtrador Anadara, el cual está hoy grande del gran tiburón blanco (arriba
día asociado con manglares. izquierda). Concha del bivalvo filtrador
A veces se pueden encontrar estrictamente marino Dosinia sp. (fa-
grandes trozos de coral mezcla- milia Veneridae) (abajo izquierda). Una
dos con sedimentos de Gatún que concha grande y bien preservada de
a primera vista parecen fósiles. Turbinella sp. (derecha).
Sin embargo, muchas veces basta Escala de referencia = 5cm.
con pesar uno de estas piezas para (Foto: Aaron O’Dea)
confirmar que son en realidad co-
lonias de coral removidas recientemente del actual mar con propósitos de
construcción. Un coral fósil pesaría considerablemente más debido a que
sus poros y hoyos estarían llenos de sedimento.
El nombre de la formación Gatún proviene del pueblo cercano y fue
dado por Howe (1907). Los mejores afloramientos de esta formación

Canto Rodado  2:149-179, 2007


170

pueden encontrarse en la región de Sabanitas y en áreas cerca de la


comunidad de Gatún en el extremo norte del Canal de Panamá (Figura 8).
Por ejemplo, un pequeño montículo que aflora 50m antes de las puertas
de la refinería es Isla Payardi (9° 22.957’N, 79° 49.288’W), donde existe un
cúmulo de moluscos extremadamente rico, al igual que numerosos dientes
de tiburón y huesos de ballena. Las nuevas construcciones comerciales
y residenciales a lo largo de la autopista principal entre las ciudades de
Panamá y Colón exponen frecuentemente nuevos afloramientos, en los
que se recomienda llevar a cabo proyectos de investigación.
Además de ser impactados por cortes de carreteras y proyectos resi-
denciales, los sedimentos de Gatún se ven seriamente afectados por una
serie de minas abiertas para la extracción de carbonato y de arenas orien-
tada a la producción de concreto. La más importante de éstas se puede
encontrar detrás de las suites Las Lomas en la carretera Panamá-Colón (9º
21.316’W, 79º 50.393’W). Al momento de escribir este artículo la tasa de
excavación en estas minas se estaba intensificando para alimentar la cada
vez mayor demanda de concreto en Panamá.

Formación Cayo Agua (Plioceno)


La formación Cayo Agua aflora a lo largo de la costa norte de la isla Cayo
Agua en la región de Bocas del Toro (Figura 8). Los sedimentos consisten
casi en su totalidad de limolitas azul grisáceo que están fuertemente
bioturbadas, aunque también es bastante común encontrar bandas de
arenisca que revelan un origen volcánico. Todos los sedimentos fueron
depositados en un mar poco profundo en la cuenca de Bocas del Toro
durante el Plioceno, hace unos 3.25Ma (Collins y Coates 1999).
Las mejores ubicaciones para colectar fósiles de la formación Cayo
Agua son las caras de los acantilados y bloques caídos en Punta Tiburón
(9º 9.11’N, 82º 1.427’W), Punta Piedra Roja (9º 8.364’N, 82º 1.004’W), y
Punta Norte (9º 10.493’N, 82º 2.545’W), donde siempre se puede encon-
trar material fresco.
La formación Cayo Agua está representada por una diversa fauna de
moluscos dominada por bivalvos filtradores tales como Varicorbula y Ana-
dara, y un cúmulo de gasterópodos dominado por herbívoros tales como
Turritella y miembros de la familia Strombidae (Jackson et al. 1999). Se

A. O’Dea, F. Rodríguez, C. De Gracia y A. G. Coates  Patrimonio paleontológico


171

pueden hallar también horizontes con abundantes corales ahermatípicos


de la familia Caryophylliidae (Figura 11).
En comparación con la formación Gatún, existe un aumento en la do-
minancia de gasterópodos depredadores, tales como los miembros de la
familia Conidae (Figura 11), también es evidente la reducción en la abun-
dancia relativa y tamaño corporal de moluscos filtradores, el aumento en
la abundancia de corales y la reducción en el tamaño de peces, con lo
que se demuestra una diferencia significativa en la ecología entre las for-
maciones Gatún y Cayo Agua, que fue probablemente causada por una
reducción en la productividad primaria planctónica debido al cierre de la
vía marítima del trópico americano (O’Dea et al. 2007).

Figura 11. Fósiles representativos de la formación Cayo Agua, Bocas del Toro. Concha
bellamente preservada del herbívoro Strombus sp. (arriba izquierda). Especie del cono
depredador Conus sp. (arriba derecha). El bivalvo filtrador Anadara (familia Arcidae)
(abajo izquierda). Un coral ahermatípico (que vive sin algas simbióticas) de la familia
Caryophylliidae (abajo derecha). Escala = 2cm. (Foto: Aaron O’Dea)

La preservación de fósiles en la formación Cayo Agua tiende a ser


excelente, ya que encontrar material fresco en áreas cortadas por las olas
aumenta las probabilidades de encontrar un molusco perfectamente
preservado con sus patrones y diseños originales de color (Figura 6).

Canto Rodado  2:149-179, 2007


172

Formaciones La Peñita, Burica y Armuelles (Plioceno/Pleistoceno)


La península de Burica, en el límite entre Costa Rica y Panamá en la
costa del Pacífico del Istmo centroamericano (Figura 8), se origina geoló-
gicamente a partir de una cadena montañosa submarina no subducida de
origen volcánico (Coates y Obando 1996). Por encima de los sedimentos
volcánicos se encuentra una compleja serie de tres formaciones de se-
dimentos que se traslapan de manera secuencial. La más antigua es la
formación La Peñita (>3.5Ma), seguida de la formación Burica (~3Ma). La
más joven es la formación Armuelles (1.9-1.7Ma) (Coates et al. 1992). La
tendencia general de estas formaciones es sumergirse en dirección norte,
de manera que a medida que uno avanza a lo largo de la península en di-
rección sur se van encontrando sedimentos más antiguos (Olsson 1942).
La formación La Peñita aflora en los ríos en La Peñita (8° 14.283’N,
82° 57.852’W) y La Peña (8º 12.794’N, 82º 56.820’W) (Figura 8), al igual
que al menos una ubicación en la Península de Osa en Costa Rica (Coates
et al. 1992). Está compuesta principalmente por limolita con suturas de
conglomerado (Olsson 1942) (Figura 9) y es localmente rica en moluscos
y otros fósiles que sugieren que la depositación ocurrió en un entorno
costero de aguas poco profundas. Por ejemplo, son comunes los cirrípedos
que típicamente viven en condiciones intermareales y submareales y se
pueden encontrar numerosas espinas del equinodermo Eucidaris que
suele vivir en áreas expuestas a oleajes fuertes (Figura 12). Los moluscos
filtradores tales como Arca y Chione dominan pero son comunes también
los gasterópodos depredadores tales como Olivella, Conus y Cancellaria.
Las distribuciones de estos moluscos hoy en día también sugieren que la
formación La Peñita fue depositada en un mar costero poco profundo.
La formación Burica se superpone a la formación La Peñita y representa
la extraordinaria suma de 2,800m de depósitos de turbidita fina (Figura
13a). Una turbidita es un grupo de sedimentos que se originan en la costa
y la plataforma, pero que se han precipitado por la fuerte pendiente de la
plataforma marina y se han redepositado en mares profundos (Coates et al.
1992). Como resultado de esto, los fósiles que se presentan en la formación
Burica suelen ser una combinación de especies de mares poco profundos.
Por ejemplo, la fauna de moluscos está dominada por las familias Nuculidae
(Figura 13b) y Tellinidae, bivalvos de aguas poco profundas, así como de los

A. O’Dea, F. Rodríguez, C. De Gracia y A. G. Coates  Patrimonio paleontológico


173

Figura 13. La formación Burica y fó-


siles representativos. A. Parte de la
impresionante sucesión de 20km de
Figura 12. Fósiles representativos de la depósitos de turbidita expuestos en
formación La Peñita. Espinas y placas marea baja a lo largo del lado oriental
del erizo marino intermareal Eucidaris de la península Burica. B. La formación
sp., conocido como erizo punta de lápiz Burica tiene una mezcla de taxones
(arriba izquierda). El caracol carnívoro poco profundos que incluyen Nuculi-
Terebra sp. (familia Terebridae) (arriba dae (arriba izquierda) y Columbellidae
derecha). Bivalvo Anadara (familia Ar- (centro) al igual que taxones de aguas
cidae) (abajo izquierda). Gasterópodo profundas como el raro gasterópodo
depredador Cancellaria (familia Cance- planctónico Cavolinia (abajo) y el es-
llariidae) (abajo derecha). cafópodo lodófilo Cadulus (derecha).
Escala = 2cm. (Foto: Aaron O’Dea) Escala = 1cm. (Foto: Aaron O’Dea)

gasterópodos Columbellidae, Calyptraeidae y Nassariidae, pero es posible


encontrar además fósiles indicadores de aguas muy profundas tales como
el gasterópodo planctónico Cavolinia (Cavoliniidae) (Figura 13b), y el esca-
fópodo de aguas profundas Cadulus (Emerson 1957) (Figura 13b), y ciertos
foraminíferos bentónicos que demuestran que la parte más baja de la for-
mación Burica se depositó a una profundidad de unos 2,000m (Collins et

Canto Rodado  2:149-179, 2007


174

al. 1995). La formación Burica está


mejor expuesta en una impresio-
nante sección de 20km en el lado
este de la Península de Burica (Figu-
ra 13a), aunque la poca cantidad de
horizontes ricos en moluscos puede
hacer difícil la colecta de fósiles a
través de esta sucesión. Se pueden
encontrar dos horizontes donde
ocurren fósiles en abundancia aflo-
rando en áreas cerca de la boca de
la quebrada Corotú (8º 7.821’N, 82º Figura 14. Fósiles representativos de
52.292’W) y la quebrada Calabazo la formación Armuelles. Parte de una
(8º 8.777’N, 82º 52.497’W). valva de Pinna (izquierda). Gasterópodo
La formación Armuelles es un del género Oliva (familia Olividae) (arri-
depósito rico en fósiles que descan- ba derecha). Ostra (abajo derecha).
sa sobre la formación Burica. Sus Son abundantes a nivel local.
fósiles demuestran que se depositó Escala = 2cm. (Foto: Aaron O’Dea)
en aguas marinas muy poco pro-
fundas. Se expone mejor a lo largo del río Rabo de Puerco en Armuelles,
donde se puede atravesar una sección completa de horizontes fosilíferos
diferentes caminando un par de kilómetros río arriba desde donde se cru-
za con la carretera (8º 16.801’N, 82º 51.995’W). En la base de la sección
se pueden encontrar grandes peñascos que todavía retienen abundantes
ostras, corales y briozoos. Subiendo por la sección, se puede encontrar
un amplio lecho de moluscos bivalvos del género Pinna con ejemplares
excepcionalmente bien preservados de este molusco filtrador de gran ta-
maño (Figura 14). Hoy, Pinna habita en zonas arenosas y lodosas poco
profundas. Por encima del lecho de Pinna se encuentran una serie de ho-
rizontes de almejas y caracoles dominados por conchas de ostras y gaste-
rópodos del género Oliva (ver Figura 14).
El cambio de los sedimentos de turbidita de aguas profundas (<2,000m)
de la formación Burica hasta los sedimentos costeros de la formación Ar-
muelles demuestran que durante el Plioceno tardío la región de Burica
pasó por un rápido levantamiento debido a movimientos regionales de

A. O’Dea, F. Rodríguez, C. De Gracia y A. G. Coates  Patrimonio paleontológico


175

las placas tectónicas en la región. Para más información sobre la historia


geológica de la región ver Collins et al. (1995).

Conclusión
En el Istmo de Panamá se preserva un rico registro fósil que provee un
recuento fascinante de 10Ma de historia geológica y biológica del Istmo
centroamericano. La colecta y el estudio de fósiles es la manera más im-
portante de investigar los procesos en patrones evolutivos a gran escala
y de entender cómo la vida en los mares llegó a constituirse en lo que es
hoy. Si bien se ha realizado una cantidad considerable de investigación
paleontológica con fósiles del Istmo de Panamá, todavía hay una enorme
cantidad y diversidad de trabajos por hacer, incluyendo la búsqueda de
nuevas formaciones fosilíferas, investigar la evidencia geológica, sedi-
mentológica y paleontológica para estimar la posición de tierras antiguas
en la región y explorar cómo los organismos marinos evolucionan cuando
surgen barreras en sus ámbitos geográficos, como ocurrió cuando se cor-
tó la vía marítima del trópico americano. El éxito de estos proyectos futu-
ros depende de que se continúe el trabajo de campo, fundamentalmente
en áreas expuestas a las alteraciones antrópicas. Sólo así se descubrirán
nuevos sitios, los investigadores podrán hacer observaciones directas de
sedimentos y fósiles in situ, se colectará suficiente material y se dispondrá
de la información requerida para la contrastación de hipótesis.

Agradecimientos. Quisiéramos agradecer a Jeremy Jackson, Travis Smith,


Carlos Jaramillo, Eldredge Birmingham, Jill Leonard-Pingel, Gabriel Jáco-
me, Plinio Góndola, Eric Brown y todo el personal del Laboratorio de inves-
tigaciones de Bocas del Toro y a la tripulación del R/V Urracá; igualmente a
la Licenciada Celideth De León y a Recursos Minerales quienes otorgaron
los permisos de colecta. A Mir Rodríguez quien tradujo el manuscrito y, a
National Geographic Society, Smithsonian Marine Science Network, National
Science Foundation y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales
(STRI) por el financiamiento recibido.

Canto Rodado  2:149-179, 2007


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