Represion Durante La Guerra Civil en Ecija
Represion Durante La Guerra Civil en Ecija
Represion Durante La Guerra Civil en Ecija
Protección del
Patrimonio Histórico
de Écija
Dirección y coordinación:
Antonio Martín Pradas e Inmaculada Carrasco Gómez
Écija, 2015
© Asociación de Amigos de Écija.
PRÓLOGO…………………………….………………………………………….……….….…...… 7
Antonio Martín Pradas e Inmaculada Carrasco Gómez. Directores de las XII Jornadas
XII JORNADAS
COMPRENDER LA COMPLEJIDAD.
LOS CEMENTERIOS COMO PAISAJE CULTURAL…………….…………………...……ǯ… 13
Francisco Javier Rodríguez Barberán. Doctor en Historia del Arte.
Director del Departamento de Historia. Teoría y Composición Arquitectónicas.
Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad de Sevilla
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La represión (mecanismo de venganza de los insurrectos) y la violación de los derechos
humanos durante el periodo bélico y en la posguerra, revistieron una extrema dureza, siendo
los trabajadores y las fuerzas de la cultura, junto con las organizaciones políticas y sindicales
que los representaban, las principales víctimas de la misma.
La represión hace alusión al proceso de violencia física, económica, política y cultural,
procedimiento común durante la guerra y la posguerra.
El balance a nivel nacional de la represión llevada a cabo por los golpistas se cifraría
alrededor de los 200.000 muertos durante la guerra, de los que dos tercios corresponderían a
los primeros meses del conflicto. La mayor parte de las víctimas fueron enterradas en fosas
comunes repartidas por toda España sin que sus muertes fuesen inscritas en los registros
civiles.
No se pretende hacer un juicio de valor ya que todos los muertos, pertenecieran a uno u
otro bando, fueron víctimas, ahora bien, no para todos hubo la misma verdad, justicia y reparación.
La guerra civil y sus consecuencias inmediatas han sido contadas muchas veces desde
el punto de vista de los vencedores ya que a los vencidos que lograron sobrevivir se les
amordazó y censuró, la sociedad española entró en una especie de pacto de silencio que se
hizo, más explicito si cabe, en la época de la transición.
Después de, casi ya, 40 años de democracia en nuestro país, aún no solo no se ha
conseguido justicia para esta masacre, si no que siguen existiendo miles de familias las cuales
no pueden cerrar el duelo por sus familiares desaparecidos… asesinados, porque ni siquiera
saben donde se encuentran. Como señalan muchos familiares de estas víctimas "Casi todos
estos muertos no existen", "Son desaparecidos, porque en el registro no aparecen y, por tanto, no están
oficialmente muertos" (Jiménez, 2011). Sólo el recuerdo y el testimonio de sus familiares son la
constancia de su existencia y de la muerte violenta que recibieron.
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La represión fue especialmente violenta en todas aquellas localidades que ejercieron
algún tipo de resistencia y rechazo a la insurrección militar que tuvo como consecuencia el
Golpe de Estado3.
La inmensa mayoría de las miles de víctimas ejecutadas por las fuerzas militares
rebeldes en su avance por tierras sevillanas, pertenecían:
bien a las organizaciones políticas y sindicales de signo republicano o izquierdista,
principalmente dirigentes.
bien a sectores populares, principalmente campesinos y especialmente jornaleros,
que habían protagonizado durante pasado el inmediato pasado, acciones conflictivas que
afectaron seriamente a los intereses de la patronal agraria, como el intento de crear
colectividades agrarias como forma de acceder a la explotación de la tierra.
De ahí que la mayor parte de las víctimas de la represión nacionalista, ejecutadas por las
tropas rebeldes en su avance por las distintas comarcas sevillanas, se registrasen allí mismo
donde más numerosos eran los colectivos de jornaleros y campesinos pobres adscritos a los
sindicatos agrarios de carácter socialista o anarquista –comarcas de La Campiña o La Vega–.
O bien allí donde las organizaciones políticas de izquierda –con el PSOE a la cabeza– habían
logrado durante el periodo histórico precedente persistentes incursiones, logrando la
adhesión de amplios colectivos populares del mundo rural. (Cobo, 2011)
El mayor número de asesinatos se producen en la fase más cruenta de la represión. Fueron
perpetrados en los primeros meses de la contienda entre julio de 1936 y marzo de 1937.
En este momento todos los asesinatos se consumaron mediante la aplicación del bando
de guerra. El general Queipo de Llano artífice de la represión en nuestro territorio, da paso a
la eliminación directa con ejecuciones inmediatas.
Todo esto se articuló a través de sus famosos bandos de guerra. Estos fueron “el
soporte legal”, que justificaron toda la barbarie que se produjo4.
Estos primeros momentos son difíciles de controlar y evaluar. La represión que se
produjo de manera inmediata a la ocupación de los diferentes pueblos, principalmente en
aquellos que mostraron cierta resistencia, fue cruel y desmesurada. Estos acontecimientos
son conocidos principalmente por testimonios orales de familiares o vecinos de las víctimas.
Los pasos que daban los insurrectos tras la ocupación de un pueblo eran siempre los
mismos:
Entrada y toma violenta
Nombramiento de gestora para el Ayuntamiento.
Armamento de fuerzas derechistas
Registros domiciliarios, saqueos y expolios.
Detenciones y asesinatos de izquierdistas o vecinos que realizaron algún tipo de
resistencia o protesta.
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ello un trabajador (el jornalero José Pérez Jiménez alias “el hormiguita”) grito “Viva el ejército
rojo” y uno de los militares le disparó y lo mató allí mismo, esto provocó la rápida dispersión
de la gente que estaba concentrada. Por tanto, la ciudad quedó sometida a las 22.00 horas de
ese mismo día. Así quedó declarado el Estado de Guerra ordenándose la detección de los
marxistas y la liberación de las personas simpatizantes de la derecha detenidas horas antes y
que se encontraban en los calabozos del Ayuntamiento. A las 23 h. el alcalde republicano
Juan Tamarit Martell-Arcos hacia entrega de la alcaldía a Eduardo Tomas Velasco designado
por el comandante militar. A las 24 h de ese mismo día toda la ciudad quedaba sometida.
(Jiménez, 2011)
Tras este primer asesinato la Guardia Civil se hizo con el control del ayuntamiento y
los centros de organización del Frente Popular, así como con los locales de los sindicatos.
Esta rápida acción de los golpistas en nuestra ciudad es fácilmente entendible: Écija
como segunda ciudad más importante de la provincia tras la capital y su situación
estratégica desde el punto de vista geográfico, era una plaza fundamental para la ocupación
de otras localidades de la provincia. Así el 19 de julio fueron requisados todos los coches y
camiones a la población, y empezaron a salir del pueblo las fuerzas de la Guardia Civil,
Falange y el ejército para participar en la toma de otras localidades cercanas: la Luisiana,
Marchena, Fuentes de Andalucía, La Campana…
El hecho de que no hubiera resistencia a la implantación por la fuerza del nuevo sistema
político no fue óbice para que no se produjera una fuerte represión en nuestra ciudad, causando
numerosas desapariciones, encarcelamientos y asesinatos. A partir del día 18 comienzan los
verdaderos días de terror: empiezan a sucederse los famosos paseíllos y encarcelamientos,
tanto en los bajos del Ayuntamiento como en una nueva cárcel habilitada para la ocasión
situada en los graneros de Palmilla, en la Plaza de Santacruz, desde donde se trasladaban a
los presos a las tapias del cementerio para ser asesinados. Sin embargo, los escenarios de la
barbarie no se circunscribieron exclusivamente al cementerio, aunque en sus tapias es donde
se produjeron la mayoría de las muertes, cualquier sitio era bueno: plazas, parques….
Uno de los primeros desaparecidos fue Manuel Cuenca Crespillo, dirigente del PCE y
antiguo presidente de la Casa del Pueblo, que al ofrecer resistencia junto a un grupo de
hombres fue asesinado.
El alcalde de la ciudad Juan Tamarit Martell fue asesinado el 13 de agosto, al 22 de
agosto Justo Morterero Felipe, maestro nacional, el alcalde franquista lo justificó porque
hacia propaganda contra la iglesia y no cumplía con sus preceptos. También fueron
asesinados dos médicos del hospital de San Sebastián, el relojero del Ayuntamiento…
Pero el mayor número de asesinatos se produjeron entre jornaleros y trabajadores del
campo cuyo único delito fue el de querer trabajar. Muchos de ellos se encontraban apuntados
en los libros de sindicatos para poder optar a un trabajo o a alguna parcela en las incipientes
colectividades agrarias, todo esto está relacionado con las reformas agrarias acaecidas
durante la Republica y la redistribución de la tierra que esta promulgaba, a través de la cual
braceros y campesinos eran realojados en colectividades agrarias.
Una de las primeras disposiciones de las autoridades de la dictadura fue anular las
decisiones de conceder tierras a los braceros y campesinos de la administración del Frente
Popular (Fernández. 2000)
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Además de la represión física no hay que olvidar la fuerte represión económica 5:
embargos, multas, confiscaciones…En muchos pueblos de Andalucía el origen y crecimiento
de algunas de las fortunas de las grandes familias fueron gracias a estas prácticas.
El número de casos de represaliados en Écija documentados ascienden a 292 (solo 136
están inscritos en el registro civil), correspondiendo 148 de ellos a los primeros meses tras el
golpe. De todos ellos solo han sido identificados 203. (García, 2012)
Después de ser asesinados, buena parte de ellos en las tapias del cementerio, eran
trasladados a las fosas comunes existentes en el interior del cementerio.
Algunos testimonios de familiares de fusilados recogidos en las investigaciones de Mª
Carmen Jiménez Aguilera comentan:
“Tampoco es posible asegurar que estén en la fosa común del cementerio municipal. "La fosa y el
monolito se levantaron sin un censo y sin contar con que había más fosas", comentan, "aparte de que
los testigos hablan de fusilados y abandonados en varios lugares y de que una parte de la fosa no está
abierta. Ni se mató a todos el mismo día ni en el mismo sitio. "Igual hay grandes fosas que pequeños
enterramientos", añaden. (Jiménez, 2011, 67)
Actualmente los restos de los asesinados como consecuencia de la represión tras el
golpe de Estado de 1936 se encuentran depositados en un panteón construido ex profeso a
principios de los años 80.
Según consta en el expediente sobre la construcción del mismo, existente en el archivo
municipal, en el año 1980, a iniciativa de miembros del partido comunista se propone a la
corporación municipal, atendiendo al mal estado de conservación de la fosa de represaliados,
arreglar las fosas formando una sola (aquí hablan en plural).
La corporación de forma unánime en un pleno celebrado el 27 de marzo de 1980
aprueba esta iniciativa de forma unánime. Para ello realizan una suscripción popular abierta
para costear la construcción del panteón. Se recogieron 101.400 pts, insuficiente para sufragar
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los costes por lo que el Ayuntamiento contribuyó para hacerse cargo del resto de los gastos.
Hubo una queja de un concejal (A. P.) ya que, según él, ese gasto no redundaba en el bien
común.
Familiares de víctimas y miembros de algunos partidos políticos de la localidad
colaboraron en el traslado de los restos, ahora bien, estos se hicieron sin un censo, y por
supuesto sin la aplicación de métodos de individualización e identificación. Se hizo lo que
estaba al alcance en aquella época (momento todavía muy delicado porque este tema todavía
era tabú para la sociedad).
A través de noticias orales aportadas por personas que colaboraron en este proceso,
hablan de unos 300 cuerpos trasladados (contabilizados según ellos por los cráneos), sin
embargo, en la documentación que se recoge en el Mapa de fosas de Andalucía dice: “Cuando
se exhumaron los restos en 1982 que fueron introducidos en el mausoleo: habían aparecido los restos de
635 personas, aunque no se puede asegurar que todos estos restos sean de personas fusiladas en la
localidad”. (Mapa de Fosas de las víctimas de la Guerra civil y posguerra en Andalucía)
Como se puede observar existen discrepancias en las cifras según la fuente consultada.
Existen además noticias de otras fosas, al menos dos:
Una situada en la finca La Rabia, en el cortijo de dicho nombre a escasos 40 metros
de la esquina noreste del cortijo. Según testimonios de personas que viven en Lantejuela, en
el cortijo llamado La Rabia, en el término municipal de Écija, se pueden encontrar, en un silo,
los cadáveres de cuatro personas que fueron desaparecidas en el año 1.936, en el mes de
septiembre y asesinadas poco después. Los cuerpos fueron arrojados a una tinaja o silo
romano. Dos de ellos fueron ediles de la Lantejuela.
Hay testimonios orales que sitúan una tercera fosa en Écija, concretamente en el
molino Castril Chico. No se conoce la ubicación con exactitud. Se tratarían de víctimas de
Fuentes de Andalucía, sin concretarse el número exacto.
Sin olvidar la Finca de las Turquillas, donde existió una especie de campo de
concentración donde los prisioneros estaban condenados a trabajos forzados (se habla de la
posible existencia también en esta finca de fosas con restos de represaliados)
En definitiva, la dura Represión llevada a cabo por los golpistas a partir de julio de
1936 dejó, entre otros, como testimonio, un paisaje funerario que se extiende por toda la
geografía española, cuyos exponentes arquitectónicos son las Fosas comunes diseminadas
por todo el territorio, donde se encuentran los restos de miles de personas sin identidad.
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lado la identificación de los restos y por otro, clarificar las circunstancias de la muerte, es
decir, demostrar con total certeza, que los individuos exhumados son víctimas de la
Represión Militar posterior al Golpe de Estado de 1936.
Ambas exigencias han sido nuestro compromiso con la verdad, la justicia y la
reparación a las que tienen derecho las víctimas y sus familiares, y constituyen la base de
nuestro trabajo.
La apertura de las fosas y la exhumación de los cuerpos suponen la culminación de un
largo proceso que se inicia con la investigación documental (diferentes archivos y registros) y
oral por parte de los familiares y vecinos de desaparecidos que aportan su testimonio sobre
los hechos y ayudan a clarificar y localizar, aquellos lugares donde se encuentran ocultados
los restos de las víctimas.
6 Archivo de la Guerra civil de Salamanca y Archivos militares territoriales, siendo los de Sevilla y
Álava los únicos desclasificados hasta el momento.
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Hasta la fecha, la administración pública solo funcionaba como catalizador de la
financiación de estas actuaciones, a través de subvenciones o elaborando protocolos de
actuación como instrumentos procedimentales y metodológicos que sirvan de orientación y
pauta de actuación para quienes deseen iniciar un proceso de búsqueda, recuperación e
identificación de personas desaparecidas7.
Hasta la fecha de redacción de este artículo la Dirección General de Memoria
Democrática, dependiente de la Consejería de Administración Local y Relaciones
Institucionales está trabajando de oficio, muy activamente en la recuperación de la Memoria
de este episodio lamentable de nuestra historia reciente8.
Los trabajos de búsqueda material se inician con la localización y delimitación de la
fosa. Una vez localizada se procede a la excavación y exhumación para la recuperación de los
restos humanos que en ella se deposita.
El depósito osteológico que encontramos en las fosas presenta una serie de
características muy concretas, que a la vez suponen la clara evidencia, sin dejar ninguna
duda, de su adscripción histórica y cronológica.
Caracterización de los depósitos:
El depósito osteológico que encontramos en las fosas comunes presentan una serie de
características muy concretas que describimos a continuación:
1.- Enterramientos colectivos en fosas. El carácter colectivo de este procedimiento supone la
falta total de consideración a la individualidad de cada sujeto, disuelta en un enterramiento
en masa. Se trata por tanto de una ruptura de la morfología usual de un enterramiento,
prescindiendo de las tradiciones y rituales habituales en relación a un grupo de población
determinado. Esta característica obliga a utilizar una metodología de trabajo que aúne
criterios arqueológicos y estratigráficos, así como principios que deben tener en cuenta el
tipo de depósito antropológico. En él, sus componentes esqueléticos pierden su
individualidad en pro de acumulaciones múltiples o colectivas.9
2.- Ubicación. En un mayor número de casos se sitúan dentro del recinto del cementerio
municipal. Se aprovechaban los espacios que estaban abiertos en ese momento, no hay que
olvidar la rapidez y urgencia con la que actuaron los represores para la ocultación de los
cuerpos, lo más apresuradamente posible. En la mayoría de los casos esto provocó la
alternancia de usos dentro del mismo espacio: ocultamiento de represaliados y actividad
propia de cementerio (osario o enterramientos de beneficencia con ritual en ataúdes lo que
obliga a una constante comprobación de conexiones anatómicas entre los restos).
3.- Posición y distribución. Hace referencia al tratamiento de los cuerpos de los fusilados en
el interior de la fosa.
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En los enterramientos canónicos lo usual es recurrir a una disposición normalizada,
colocando el cadáver en posición de decúbito supino (bocarriba), extremidad inferior
extendida y extremidad superior con los brazos flexionados sobre el tórax, abdomen o
cintura pélvica, o sea, con los miembros fijados al cuerpo. Ello implica un control, un cierto
nivel de planificación o una intencionalidad en la forma en que queda depositado el cuerpo,
sancionado por cuestiones afectivas, ideológicas, religiosas o simples costumbres legales.
Esto se asocia a unos márgenes de consideración y respeto a esos cuerpos, que variarán de
acuerdo a la carga afectiva, caritativa o de necesidad sanitaria que rodea a la inhumación,
pero en cualquier caso quedarán fijados unos mínimos requerimientos formales que no se
verán alterados en el enterramiento.
Sin embargo en las fosas de represaliados de la guerra civil no existe la más mínima
intención de seguir procedimientos normalizados de inhumación, existiendo un total
desentendimiento de la forma en que se colocan los cuerpos, así como de la posición final
que adoptan, la única salvedad es la necesidad de adaptarlos a un espacio limitado tanto en
superficie como en profundidad. Estas evidencias son indicativas de la total desvinculación
de los enterradores, sólo de la forma en que caen los cuerpos, sino en la forma en la que
quedan depositados en la tumba, limitándose a cubrir los cuerpos con tierra y cal.
Las posiciones de los miembros reflejan que los cuerpos han sido arrastrados, sujetados
o sometidos a tracciones para asirlo y transportarlo y que, en determinados casos, pueden
venir condicionadas por lesiones perimortem o daños inferidos por episodios de violencia. La
presencia de inhumaciones en las que los cuerpos presentan una importante distorsión de los
miembros y una gran variabilidad en la posición del cuerpo, responderían a volteamientos o
caídas al interior de la fosa
No existe un patrón de determinación en las posiciones anatómica de los cuerpos al ser
enterrados en decúbito supino, lateral o prono. (bocarriba, de lado o bocabajo). Esas posiciones
se acompañan de marcadas distorsiones de los miembros, en las que las extremidades se
alejan del tronco, presentando diversos grados de flexión. A veces los brazos se extienden a
los lados del cráneo, aparecen por detrás del cuerpo o a los lados, con similitud bilateral o no.
Lo mismo ocurre con las extremidades inferiores, en la que encontramos un extenso
repertorio de flexiones y abducciones (movimiento por el que un hueso se aleja de otro). El
tronco puede presentar marcadas cifosis (curvaturas) de la columna, hiperextensiones
cervicales, caídas del cráneo hacia uno u otro lado, con el rostro hacia abajo o hacia arriba.
Estas distorsiones, contrastadas en la mayoría de las inhumaciones estudiadas, ha sido
también una característica que se ha tenido en cuenta para su adscripción histórica.
Los grupos o enterramientos, a los que por criterios metodológicos denominamos
actividades, se establecen a partir del momento de depósito de los cuerpos en el interior de la
fosa de forma superpuesta, y responde a un intervalo temporal de horas o de días, que va en
función de las ejecuciones.
Hay que proceder a una minuciosa recogida de datos tomados tanto en campo como en
laboratorio, intentando ser lo más exhaustivo posible para que las características óseas detectadas
se conviertan en un elemento que pueda contribuir a la identificación de cada uno de ellos
(características óseas determinadas, fracturas óseas mientras vivía, dentición, cojera, etc...).
4.- Signos de violencia. Como es de suponer quedan reflejados en el depósito osteológico (huesos).
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Existencia de ligaduras. En depósitos determinados, los sujetos presentan la
extremidad superior proyectada al dorso, con los antebrazos en contacto al nivel de las
muñecas, y con las manos a veces palma contra palma, evidenciando su fijación mediante
ligaduras de las que ha quedado algún testimonio en forma de impresión en el sedimento
(hueso).
Las lesiones perimortem. Son frecuentes las evidencias de fracturas de los huesos
largos, con preservación de las articulaciones en cada extremo del hueso e incluso con
retención de los fragmentos en la vecindad de las roturas. En algunos casos se identifican en
el húmero, en otros en el fémur y solo en algunos casos se identifican proyectiles in situ
asociados a la zona rota. Otras evidencias consisten en fracturas en espiral, oblicuas o
transversas. Este tipo de fracturas justifican situaciones de violencia previas a la muerte. En
cualquier caso, las evidencias muestran que las roturas de huesos se presentan en fresco, y
fueron provocadas bien por impactos de bala, bien por golpes ocasionados por la culata de
un fusil, bien por forcejeos.
Los impactos de proyectiles en el hueso. Las lesiones en el cráneo son, por el
contrario, mortales de necesidad. Por ello, la bóveda craneal es la mejor ubicación para
detectar orificios atribuibles a proyectiles. Se pueden inferir claras diferencias entre las zonas
de entrada, de paso y de salida del proyectil.
5.- Materiales asociados a las inhumaciones. Lo generalizado es encontrar objetos
asociados a los cuerpos, bien relacionados con la ropa y calzado, o con objetos personales
que portaban en el momento del asesinato.
Botones
Calzado (alpargatas y botas)
Correas (hebillas)
Objetos personales: relojes, monedas, lapiceros, medallas, etc.
6.- Identificación
El último paso sería la identificación de los diferentes restos exhumados a través de la
realización de pruebas de ADN.
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Mapa de Fosas de las víctimas de la Guerra civil y posguerra en Andalucía. Dirección
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Recursos electrónicos
http://www.aurorafundacion.org/?El-verdadero-robo-de-Ecija
https://www.flickr.com/photos/etecemedios/261331187/in/photostream/http://books.google.e
s/books?id=Lx0JKDfBTP0C&pg=PA185&lpg=PA185&dq=Guerra+civil+en+ecija&source=bl&
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