Henry Kissinger es un experto estadounidense en relaciones internacionales nacido en Alemania que sirvió como Consejero de Seguridad Nacional y Secretario de Estado de EE.UU. En su libro más reciente, Orden Mundial, analiza el estado actual del orden mundial y argumenta que Estados Unidos ya no puede ejercer el mismo nivel de liderazgo global que antes, mientras que nuevas potencias emergentes plantean desafíos regionales constantes. Kissinger sostiene que el orden internacional necesita ser renovado para prevenir conflictos futuros, a
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Henry Kissinger es un experto estadounidense en relaciones internacionales nacido en Alemania que sirvió como Consejero de Seguridad Nacional y Secretario de Estado de EE.UU. En su libro más reciente, Orden Mundial, analiza el estado actual del orden mundial y argumenta que Estados Unidos ya no puede ejercer el mismo nivel de liderazgo global que antes, mientras que nuevas potencias emergentes plantean desafíos regionales constantes. Kissinger sostiene que el orden internacional necesita ser renovado para prevenir conflictos futuros, a
Henry Kissinger es un experto estadounidense en relaciones internacionales nacido en Alemania que sirvió como Consejero de Seguridad Nacional y Secretario de Estado de EE.UU. En su libro más reciente, Orden Mundial, analiza el estado actual del orden mundial y argumenta que Estados Unidos ya no puede ejercer el mismo nivel de liderazgo global que antes, mientras que nuevas potencias emergentes plantean desafíos regionales constantes. Kissinger sostiene que el orden internacional necesita ser renovado para prevenir conflictos futuros, a
Henry Kissinger es un experto estadounidense en relaciones internacionales nacido en Alemania que sirvió como Consejero de Seguridad Nacional y Secretario de Estado de EE.UU. En su libro más reciente, Orden Mundial, analiza el estado actual del orden mundial y argumenta que Estados Unidos ya no puede ejercer el mismo nivel de liderazgo global que antes, mientras que nuevas potencias emergentes plantean desafíos regionales constantes. Kissinger sostiene que el orden internacional necesita ser renovado para prevenir conflictos futuros, a
carácter de los países y el curso de la historia 1 Autor: Kissinger, Henry Editorial: DEBATE Año de edición: 2016 [2015] Páginas: 432 I.S.B.N.: 978-84-999-2571-4
LUIS VELASCO MARTÍNEZ
Departamento de Historia, Arte e Xeografía Universidade de Vigo http://orcid.org/0000-0002-4282-4572 luis.velasco.martinez@uvigo.es
Henry A. Kissinger es uno de los mejores ejemplos de
la capacidad de asimilación cultural e identitaria de los EE.UU. Nacido en la Alemania de la República de Weimar en 1923, en el seno de una familia judía, en 1938 tuvo que emigrar con el resto de su familia a Nueva York huyendo de la persecución racial del nazismo. Durante la segunda guerra mundial consiguió la ciudadanía estadounidense, siendo movilizado y destinado al frente europeo en 1943. Fue allí donde mostró su valía en la sección de inteligencia militar, participando activamente en la desnazificación del territorio y en la reorganización política y administrativa. Después del conflicto, inició en su nuevo país una brillante carrera académica, que lo llevó a graduarse en economía en el City College of New York
1Traducción de: Kissinger, Henry: World order, New York, Penguin,
2015, 420pp.
Recibido: 10/01/2018; Aceptado: 18/12/2019
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y en ciencias políticas en la Universidad de Harvard. En
este último centro completó sus estudios y se doctoró. Desde el primer libro que publicó, fruto de su tesis doctoral, A World Restored: Metternich, Castlereagh and the Problems of Peace 1812-1822 (1957), podemos comprobar la gran cantidad de proyecciones del peso de la historia sobre el presente que realiza. El análisis geopolítico de Kissinger no puede ser entendido sin recurrir a la conceptualización del path dependence, como tampoco sin reconocer su capacidad de análisis e interconexión de datos en el largo plazo. Reconoce los orígenes de los conflictos actuales en el pasado, y teje una red de genealogías de la práctica y la teoría de las relaciones internacionales que recorren toda la historia mundial desde el renacimiento hasta el presente. 2 Para un niño judío criado en la Alemania postguillermina, inmigrante en EE.UU, y soldado de de su ejército durante la segunda guerra mundial, convertido en académico brillante durante la guerra fría, el papel de analista internacional no parecía un reto suficiente. Su puerta entrada en la historia no llegó a través de sus lecciones de realpolitik o sus sesudos análisis, sino de superar la barrera entre teoría y acción. Cuando era un joven académico consolidado y respetado, ingresó como asesor en la administración Eisenhower gracias a las conexiones tejidas durante su etapa militar y universitaria. A partir de ese momento, la frontera entre el académico y el estadista se fue diluyendo. Su formación historiográfica y politológica,
2Hemos podido consultar toda la bibliografía del autor gracias a
nuestra estancia como Visiting Scholar del Institute for Latin American Studies de la Columbia University in the City of New York, financiada con cargo a la ayuda de movilidad EEBB-I-17-12643 del Ministerio de Economía y Competitividad del Reino de España. Agradecemos a José Moya, del Barnard College, todas sus atenciones. Gladius (1, 2019) RESEÑAS 303
sirvió como herramienta para desarrollar una amplia
variedad de funciones en el entramada político, diplomático y militar de Washington D.C., desde el Consejo de Seguridad Nacional, hasta la Corporación RAND, pasando indistintamente del sector público al privado. Durante estos años desarrolló una amplia red de contactos que sirvieron para que medrara en el seno del Grand Old Party, llevándole al puesto en el que ganó visibilidad, poder e influencia política en EE.UU y el mundo: consejero de seguridad nacional. Un recién elegido Richard Nixon lo nombró para este puesto en 1969. Desde él, extendió una red de poder e influencia sobre otras áreas del gobierno federal que le permitieron ganar un peso decisivo en la administración Nixon, alcanzando finalmente la secretaria de estado en 1973. Compatibilizó ambos puestos hasta 1975, quedándose a partir de entonces sólo con la dirección de la política exterior de los EE.UU. Ese inusitado acaparamiento de cargos en la democracia estadounidense nos permite entender como nuestro hombre, más allá de analizar la situación política insertándola en su contexto histórico y teniendo en cuenta sus raíces, también desarrolló un interesante sentido del ejercicio de la política. Probablemente Metternich y Castlereagh no sólo ilustraron su visión del orden mundial, también ejercieron influencia en la praxis política de Kissinger, seguramente con algunos retazos de Talleyrand. Después de su marcha de la administración, creó una asesoría internacional, a la que le acompañó su inmediato sucesor como consejero de seguridad nacional: Brent Scowcroft. Desde ella continúa asesorando a empresas y gobiernos, manteniendo sus cercanías con el partido republicano. Durante todas las etapas de su vida pública, tanto en el ámbito de la administración como en el de la asesoría, Henry Kissinger ha sido un referente en la política 304 RESEÑAS Gladius (1, 2019)
internacional. La distensión directa que promovió hacia
la URSS y la China comunista, la retirada de Vietnam o una política ambivalente con respecto a Israel, fueron acompañadas de un fuerte intervencionismo en otras zonas del sureste asiático, África, América del sur y central. Pese a los grandes claroscuros de su gestión y su pensamiento, Kissinger continúa haciendo gala de una capacidad de análisis y de previsión sin parangón en el ámbito de las relaciones internacionales y la polemología. Su último libro, el Orden Mundial, hace gala de ello. El autor centra su análisis de la realidad geopolítica mundial y del orden enmarcándola en una visión a largo plazo. Los conflictos recientes son analizados desde una visión histórica que permite indagar en sus orígenes, estableciendo relaciones de causalidad en el largo plazo, todo ello con un aparato crítico llamativo en el que no faltan algunos de las últimas aportaciones de la historiografía y la ciencia política, como tampoco ninguno de los considerados clásicos de la materia. El libro centra cada capítulo en los grandes actores estatales del escenario internacional, partiendo de una premisa común: hasta la fecha existía un orden mundial que, desde la Paz de Westfalia, se había ido manteniendo a lo largo de los siglos, reestructurándose después de cada gran crisis. Este orden habría sido puesta en tela de juicio en un nuevo escenario, en el que el papel rector de los EE.UU parece descomponerse, mientras que la aparición de nuevas tecnologías ponen contra las cuerdas las formas de la diplomacia y la política tradicional. Si el equilibrio de la guerra fría se basó en la seguridad de la mutual assured destruction (MAD), en la actualidad la interdependencia de los diferentes actores podría volver a servir como elemento equilibrador. A su vez, la falta de una primacía absoluta Gladius (1, 2019) RESEÑAS 305
por parte de una potencia, junto con un gran número
de potencias emergentes, hacen que éstas estén en condiciones de plantear retos regionales de manera constante al liderazgo de unos EE.UU con más limitaciones que nunca desde la caída de la URSS. El renacimiento de las disputas clásicas entre los estados-nación, junto con los retos comunes de la seguridad internacional, como la propagación de armas de destrucción masiva, el cambio climático y las nuevas tecnologías, que hacen que los enemigos tradicionales se escondan sus transgresiones de la diplomacia en el anonimato de la red, causan para Kissinger un caos sin precedentes. Al igual que en las grandes crisis posteriores a Westfalia, el orden internacional debe ser pactado de nuevo. Quizá con la salvedad de que esta vez no se tendría que realizar después de una guerra, sino antes, para prevenirla. Así pues, EE.UU no sería capaz de ejercer el poder como hasta la fecha, mientras que por otro lado, ningún otro actor estaría en posición de ser capaz de retarle y sustituirle. Un impasse en el que el orden mundial viviría un caos no conocido en siglos, recordando aquella vieja analogía tomada de Antonio Gramsci con la que Raymond Carr se refería a la España de la Restauración y la Dictadura de Primo de Rivera, podríamos estar ante: los estertores de un anciano agonizante, o los llantos de un recién nacido.3 En lo que respecta al análisis regional realizado por Kissinger, probablemente su principal valor reside en su capacidad para desenredar la complicada red de la historia de los movimientos políticos y sociales, ordenándola de tal forma que seamos capaces de entender la visión particular sobre su propia organización y la del mundo, que en cada rincón de la
forma, este análisis tiene dos puntos de vital interés: Rusia y China. Por su propia trayectoria personal, dos de los ejes sobre los que ha pivotado el interés académico del autor, pero también buena parte de su ejercicio de las relaciones internacionales, tanto en su papel rector como en su calidad de asesor. Comprender el carácter imperial e inseguro de la Rusia de Putin, o el papel a desempeñar por una China en constante cambio, le obliga a rememorar sus procesos de construcción nacional, y las formulas de éxito relativo que las han llevado a ser potencias emergentes capaces de enfrentarse a EE.UU dentro de sus propias esferas directas de influencia. En lo que respecta a Europa, mantiene una de sus lapidarias afirmaciones, al insistir en la falta de un liderazgo indiscutible en su seno o por lo menos de una organización capaz de hacer prevalecer el interés general europeo frente al de los grandes estados de la unión. La regionalización del mundo que prevé Kissinger tienen su base en una premisa indispensable: la confrontación de EE.UU con China. Mientras que los primeros siguen respondiendo a impulsos de carácter ideológico en su acción exterior, aunque sin renunciar a los intereses geopolíticos, lo cierto es que la China continental ha renunciado a imponer un modelo político y económico propio, anteponiendo su interés estratégico a cualquier otra reivindicación, a la vez que haciendo valer su apuesta de futuro por relacionarse de tú a tú con los EE.UU. Esto puede desembocar en el escenario que predice nuestro autor, pero lo cierto es que también puede evitarse. Los contactos diplomáticos entre la nueva administración norteamericana y el gobierno chino respecto a Corea del Norte pueden ser un ejemplo de ello, o convertirse en un nuevo elemento de disputa.