6 Fisiología Renal
6 Fisiología Renal
6 Fisiología Renal
Introducción
Los riñones son esenciales para la vida. Habitualmente se ingiere una cantidad de agua e iones
superiores a las necesidades corporales; siendo eliminado este excedente a través de la orina. Los
riñones, por lo tanto, son los encargados de regular el volumen y la composición de los líquidos
corporales. Además, a través de la orina también se eliminan productos metabólicos de desecho
(incluyendo hormonas inactivadas) y productos exógenos junto con sus metabolitos.
Cada riñón humano tiene aproximadamente un millón de unidades funcionales, las nefronas, colocadas
en paralelo. La regulación renal del volumen y la composición de los líquidos corporales requiere que, en
cada una de estas nefronas, tengan lugar los siguientes procesos básicos para desarrollar su función:
Filtración glomerular.
Reabsorción tubular.
Secreción tubular.
Recordatorio anatómico
Las nefronas son tubos formados por células epiteliales apoyadas en una
membrana basal. Están formadas por varios segmentos: en la corteza renal
se encuentran los corpúsculos renales formados por dos componentes:
Estructura
El flujo plasmático y sanguíneo renal se miden a través del aclaramiento de PAH (para-amino hipurato).
En base a estas medidas, la corteza renal recibe el 92% del flujo, la médula externa el 7% y la interna el
1%.
disminución del flujo sanguíneo renal. Una disminución fuerte de la presión arterial, como en un
shock, disminuye el flujo sanguíneo renal y puede producir fallo renal.
FILTRACIÓN GLOMERULAR
Membrana glomerular
Así la mayor barrera la forma la membrana basal. Los solutos con un Pm (peso
molecular) inferior a 10.000 atraviesan libremente; e iones y metabolitos se
encuentran en igual concentración en el plasma que en el espacio de
Bowman. Las moléculas mayores presentan una difusión restringida, que cesa
cuando la molécula alcanza un Pm 70.000-100.000.
La tasa de filtración glomerular (GFR: glomerular filtration rate) es el flujo neto de ultrafiltrado que
pasa a través de la membrana en la unidad de tiempo.
Realizado el sumatorio, en el extremo aferente del capilar glomerular, la presión eficaz o neta de
filtración es de 17 mm Hg. y en el extremo eferente de 5 mm Hg. Lo que supone que en esta red capilar
el único movimiento de agua y solutos es hacia fuera del capilar.
4. Sin toxicidad.
5. Fácilmente medible en orina y plasma.
Y conociendo:
Su concentración plasmática [P].
Su concentración urinaria [U] (medidas ambas en las mismas unidades).
El flujo urinario o volumen de orina por minuto (V).
La cantidad de dicho soluto en orina por minuto (U · V) debe ser la misma que entra al espacio de
Bowman por minuto procedente del plasma (o lo que es lo mismo la cantidad filtrada por minuto a
través del glomérulo).
y consecuentemente:
U · V = GFR · P
Despejando GFR,
GFR = (U x V) / P
Un valor medio de la GFR en adultos es de 125 ml/min (o 180 l/día), es decir unas 50 veces el volumen
plasmático corporal. Si se referencia a una única nefrona la GFR es de 60 nl/min (o 90 microl/día).
Carga filtrada
Fracción de filtración
A través de los riñones fluyen unos 650 ml de plasma por minuto, de esta cantidad aproximadamente
1/5 parte se filtra y los restantes 4/5 pasan a los capilares peritubulares. La relación GFR/FPR
(flujo plasmático renal) o la fracción de filtración es de 0,20.
Variaciones en la GFR
Aclaramiento (Clearance)
El cálculo U.V/P puede realizarse para cualquier soluto y es denominado aclaramiento plasmático renal
o simplemente aclaramiento (medido por unidades de volumen por unidad de tiempo). Proporciona
información acerca del manejo renal de una determinada sustancia.
Podría definirse como el volumen de plasma que es aclarado o "limpiado" de una sustancia en la unidad
de tiempo.
En el caso de la inulina el valor de su aclaramiento proporciona la GFR. Si una sustancia que es filtrada
tiene un aclaramiento inferior al de la inulina, debe ser una sustancia reabsorbida a nivel tubular. Por
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ejemplo, la glucosa, una sustancia que es libremente filtrable, pero que es reabsorbida íntegramente en
los capilares peritubulares presenta un aclaramiento de 0.
Si el aclaramiento de una sustancia es superior al de la inulina, supone que ha de haber una secreción
neta desde las células tubulares al líquido tubular.
Esta comparación puede calcularse mediante la fracción de aclaramiento, esto es aclaramiento de una
sustancia X (Cx) / aclaramiento de inulina (Ci).
FUNCIONES TUBULARES
En un día se filtran y llegan a los túbulos un total de 180 litros de plasma, que arrastran agua, sales
minerales, vitaminas, hormonas, lípidos, azúcares sencillos, aminoácidos y proteínas de peso molecular
inferior a 70.000, así como subproductos de desecho metabólico (urea, ácido úrico, bilirrubina,
creatinina) y productos de naturaleza exógena, como medicamentos.
La composición inicial del ultrafiltrado sufre una serie de variaciones, por efecto del transporte tubular.
Estas variaciones permiten ajustar de forma precisa los solutos y el agua que debe abandonar el
organismo y los que deben ser recuperados impidiendo su salida.
Unos 125 ml/min de plasma filtrado comienzan su recorrido, en la porción proximal del túbulo, con una
concentración isotónica de 300 mOsm/Kg (280). Al finalizar el trayecto tubular, la orina aportada por las
nefronas corresponde a un flujo de 1 ml/min, cantidad que depende siempre de las necesidades hídricas
del organismo, y llega a alcanzar una concentración muy diferente a la inicial (de 50 mOsm/kg hasta
1200 mOsm/kg).
Los mecanismos de transporte que tienen lugar entre los túbulos de la nefrona y los capilares
peritubulares son:
1. Reabsorción. Por la que el epitelio tubular recupera solutos y agua, incorporándolos al espacio
intersticial, siendo finalmente absorbidos por los capilares peritubulares.
2. Secreción. Por la que las sustancias son aportadas desde el espacio intersticial a la luz del túbulo.
La diferencia entre la cantidad reabsorbida y la secretada de una sustancia constituye la cantidad
neta de dicha sustancia transferida por los túbulos.
Se denomina carga tubular de una sustancia a la cantidad de la misma que por unidad de tiempo pasa
desde la sangre al túbulo de la nefrona; y su valor depende de la concentración plasmática de la
sustancia y de la tasa de filtración glomerular.
Los productos reabsorbidos, como los que deban ser secretados, tienen dos caminos posibles:
1. La vía transcelular.
2. La vía paracelular.
Transporte pasivo
1. Osmosis.
2. Difusión simple.
3. Difusión facilitada. Que permite el paso de sustancias a mayor velocidad que la que cabe
esperar por la simple difusión y es importante destacar su carácter saturable, que impone un
límite a la máxima cantidad de soluto, que puede ser transportado por unidad de tiempo.
La principal característica es que utiliza energía metabólica para efectuar el paso de sustancias a través
de la membrana, porque se realiza en contra del gradiente electroquímico, mediante un transportador
específico que tiene actividad ATPasa.
Transcitosis
Las sustancias con difusión facilitada y transporte activo, dependen de un mecanismo de naturaleza
saturable y su velocidad máxima de reabsorción o secreción se denomina transporte máximo para esa
sustancia.
El túbulo proximal
En conjunto, el túbulo contorneado proximal soporta un intenso proceso de reabsorción, que supone un
65% del filtrado.
Por término medio, se filtran al día unos 30 g de proteínas con peso molecular inferior a 70.000, que se
recuperan en su totalidad en el túbulo proximal por endocitosis en el borde en cepillo de la cara apical.
En el túbulo proximal se recuperan de forma prácticamente total las moléculas que tienen utilidad para
el organismo, especialmente glucosa, aminoácidos y vitaminas, por un mecanismo de transporte activo
secundario, de cotransporte con el sodio. La glucosa plasmática es filtrada y recuperada por completo. La
reabsorción de glucosa está sujeta a un máximo de transporte tubular y la cantidad reabsorbida por
unidad de tiempo constituye el transporte de glucosa (Tg), expresado en mg/min, hasta que se alcanza el
máximo de transporte tubular (Tmg), a partir del cual el transporte se hace constante y concentraciones
superiores conllevan la eliminación del exceso por la orina. El valor de Tmg es de 320 mg/min e indica el
máximo de glucosa que puede transportar el sistema. Sin embargo, debido a que unas nefronas difieren
de otras en su capacidad de saturación, el umbral de glucosa se sitúa en un carga tubular de 220 mg/min,
equivalente a una concentración plasmática de 180 mg/dL, (umbral renal) a partir de la cual comienzan a
aparecer cantidades significativas de glucosa en orina.
El asa de Henle
Las células que constituyen su epitelio están adelgazadas, no presentan borde en cepillo y muestran un
escaso número de mitocondrias. El tramo descendente es muy permeable al agua y a solutos como la
urea y el sodio. La parte ascendente delgada es mucho menos permeable al agua y mantiene la relativa
permeabilidad a los solutos, lo que favorece la difusión pasiva de éstos, pero no el flujo osmótico de
agua.
El túbulo distal es la continuación de la rama gruesa ascendente y sigue un trayecto tortuoso a través de
la corteza, hasta desembocar en el túbulo colector. Se distinguen dos partes: la porción de dilución y la
porción final o de conexión. La primera tiene las mismas características que la rama gruesa del asa de
Henle, mientras que en la porción final se producen importantes modificaciones: aparecen dos tipos
celulares en su epitelio, uno de mayor tamaño que interviene en la reabsorción de Na y agua, y otro de
menor tamaño, denominado células oscuras o intercaladas, que se encargan de secretar activamente
hidrogeniones.
El tránsito a través de los túbulos distal y colector tiene un efecto determinante en el ajuste de iones y
agua que deben ser reabsorbidos, según las necesidades homeostáticas. Al comienzo del túbulo distal
llega un flujo de filtrado de 25 ml/min, con una concentración hiposmótica de 150 mOsm/Kg,
resultado del efecto diluyente de la rama ascendente del asa de Henle. El primer tramo continúa la
dilución activa, con reabsorción de Na y Cl; el segmento terminal del túbulo distal y el túbulo colector
reabsorben Na y excretan K.
Este proceso por el cual la vejiga se vacía de la orina almacenada, tiene lugar cuando se produce el
llenado y se desencadena un reflejo nervioso o reflejo de micción. Se produce la contracción del músculo
detrusor de la vejiga, de la pared abdominal y del suelo de la pelvis y la relajación de los esfínteres
interno y externo de la uretra.
La micción es un reflejo espinal (médula espinal) simple que está sujeto a
control consciente e inconsciente por parte de los centros cerebrales superiores. Se inicia por la
estimulación de los receptores de estiramiento de la pared vesical causada por el llenado de la vejiga,
iniciándose con un volumen de 150 ml. siendo muy fuerte con 300-400 ml. El reflejo se controla en el
SNC en la médula sacra; la información sensorial llega a través de los nervios pélvicos y las fibras motoras
parasimpáticas contraen el músculo detrusor y relajan el esfínter interno; las fibras motoras somáticas se
inhiben dando lugar a la relajación del esfínter externo. La onda de contracción que recorre la pared de
la vejiga empuja la orina en dirección descendente hacia la uretra y sale al exterior ayudada por la fuerza
de la gravedad.
Este reflejo simple se produce en los niños hasta que aprenden el control de las necesidades fisiológicas.
El reflejo aprendido para el control voluntario del reflejo de la micción requiere la integración a niveles
superiores del SNC existiendo áreas facilitadoras del reflejo y otras inhibidoras. Fibras sensitivas
adicionales proporcionan información a estos centros respecto al grado de repleción o llenado de la
vejiga, si voluntariamente se anula el reflejo de micción se inhiben las neuronas parasimpáticas y se
estimula la contracción del esfínter externo. En el momento deseado estos mismos centros retiran la
inhibición y liberan el reflejo.
La ATPasa Na/K está presente en las membranas basolaterales de la nefrona, a excepción de la rama
estrecha del asa de Henle; por consiguiente, el sodio puede ser reabsorbido activamente en todos estos
puntos.
En este tramo de la nefrona, se produce la reabsorción variable de agua y sodio. En su reabsorción juega
un papel importante la aldosterona, especialmente en el túbulo colector. Concentraciones plasmáticas
elevadas de aldosterona promueven la reabsorción, prácticamente total, del sodio contenido en el
túbulo, mientras que una disminución favorecería una natriuresis (eliminación urinaria de sodio) que, en
caso de ausencia absoluta de hormona, alcanzaría a la totalidad del sodio que ingresa en el tubo
colector. Cuando la permeabilidad es grande, es decir, en presencia de ADH, la reabsorción de solutos en
el túbulo colector cortical se ve acompañada por el desplazamiento de agua, con lo que el contenido
tubular se vuelve isoosmótico. En esta situación, y manteniéndose la permeabilidad en el tramo medular
del túbulo colector, la hipertonía de la médula favorecería el desplazamiento de agua hasta el equilibrio
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de concentraciones (1200 mOsm/Kg). Cuando la permeabilidad está reducida, el filtrado hipotónico que
discurre por el túbulo distal y el colector se introduce en la médula sin que tenga lugar reabsorción de
agua, por lo que llegará a la papila con un elevado grado de dilución.
Las modificaciones que afectan a la excreción de sodio tienen una repercusión inmediata en la
osmolaridad y el volumen del líquido extracelular.
Cuando las necesidades de control se extienden a largo plazo, existen mecanismos de mayor entidad que
el control de la velocidad de filtración y que afectan directamente al transporte de sodio y agua.
El mantenimiento de una tasa de reabsorción relativamente constante en el tramo proximal tiene como
efecto más relevante amortiguar las variaciones de la TFG para que el flujo, que circula por las porciones
distales de la nefrona, se mantenga dentro de límites habituales y así garantizar la precisión de los
mecanismos de regulación homeostática de solutos y agua que actúan a ese nivel.
Acción de la aldosterona
a) Modificaciones de la presión
arterial.
b) Alteraciones del flujo tubular
que accede a la porción distal de
la nefrona, con efecto
estimulante sobre la mácula
densa.
c) Aumento de la actividad simpática renal, e inhibida por la acción de la propia angiotensina,
que ejerce un efecto de retroalimentación.
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A pesar del efecto sobre la reabsorción de sodio, la aldosterona tiene una importancia relativa en el
control de su concentración plasmática. La razón es que, al aumentar la cantidad de sodio reabsorbida,
aumenta paralelamente la de agua y el volumen de líquido extracelular resulta incrementado.
Constituye uno de los mecanismos más eficaces en el control de la osmolaridad del medio interno. El
control de la ADH se realiza en el hipotálamo, donde se localizan osmorreceptores que son estimulados
por un aumento de la concentración de sodio y, a su vez, inducen la síntesis de ADH en la hipófisis
posterior. La ADH ejerce su acción sobre los túbulos renales aumentando la reabsorción de agua.
En la misma zona hipotalámica se localizan una serie de áreas que, convenientemente estimuladas,
provocan el deseo de beber. Cuando la osmolaridad del medio interno supera en 4mOsm/kg a la
fisiológica (umbral de bebida), se dispara el mecanismo de la sed.
La creación de un ambiente medular muy hipertónico, favorecido por la ADH, implica una máxima
capacidad para concentrar orina y soportar una pérdida hídrica mínima. Si el intersticio medular resulta
poco concentrado, también será menor la concentración máxima que pueda alcanzar la orina y, en
consecuencia, el volumen de agua perdido por diuresis será mayor. Esta estrategia permite
mantener un equilibrio hídrico satisfactorio, incluso en condiciones extremas. Por ejemplo, ciertos
roedores del desierto logran concentraciones de orina de hasta 5000 mOsm/kg, lo que permite una
eficacia tal en la reabsorción de agua que basta para suplir sus necesidades con la que se produce por vía
metabólica, con lo que la
ingesta es prácticamente nula.
Para lograr el ambiente hipertónico medular que posibilite la concentración de orina, participa un
conjunto funcional medular constituido por el asa de Henle, el túbulo colector y los vasa recta. Estos
ponen en funcionamiento coordinado dos mecanismos:
Es el mecanismo que causa el ambiente hipertónico medular, a expensas de cloruro de sodio (ClNa)
procedente de la reabsorción activa en la rama ascendente del asa de Henle y de urea difundida desde
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los túbulos colectores. Este mecanismo es desarrollado por las nefronas yuxtamedulares cuyas asas se
internan en la médula, hasta los extremos de las papilas.
El mecanismo se basa en el hecho de que la rama descendente del asa es muy permeable al agua. Por el
contrario, la rama ascendente es impermeable al agua y permeable al ClNa y la urea (esta última en
menor proporción), desarrollando, además, en su tramo grueso, una intensa reabsorción activa de ClNa.
En esta situación, la extracción activa de cloruro sódico permite mantener un gradiente de 200 mOsm/kg
con el intersticio. Por su parte, la rama descendente perderá agua para restablecer el equilibrio con el
intersticio.
Este modelo sirve para explicar la creación de un gradiente cortico-medular con hipertonía en las zonas
más profundas y el papel que desempeñan los vasa recta de la circulación medular en el mantenimiento
del gradiente de concentración.
Analizando la composición del medio intersticial se puede observar que la concentración máxima de las
zonas más profundas se logra a expensas de un 50% de urea y un 50% de ClNa. La urea procede del
túbulo colector, del que difunde pasivamente al concentrarse en su interior a medida que se produce la
reabsorción de agua inducida por ADH.
Si la circulación que acompaña al asa de Henle a través de la médula fuera la ordinaria, se eliminaría en
poco tiempo el gradiente de concentración establecido. En su lugar, la circulación la desarrollan vasos
largos y rectos que disponen de ramas descendentes y ascendentes, las cuales se unen en su extremo
final (región papilar), formando una horquilla.
Los vasa recta son muy permeables al agua y solutos, estableciendo un mecanismo de intercambio a
contracorriente, de manera que acceden a la médula con una concentración plasmática isotónica y, a
medida que se internan en ella, se produce una difusión de solutos hacia su interior y de agua al exterior,
equilibrando la concentración con el intersticio que le rodea. En la rama ascendente el proceso se
invierte: se absorbe agua y difunden solutos hacia la médula, disponiendo de una concentración
ligeramente superior a la inicial cuando retornan a la región cortical. Así, el intercambio a
contracorriente producido evita que se disipe el gradiente de concentración logrado para la médula.
Diuresis
El organismo necesita eliminar diariamente una cantidad determinada de solutos, que varía según la
situación metabólica y la ingesta, cifrándose en unos 700 mOsm por día. La excreción de solutos requiere
un volumen de agua tal que la concentración sea equivalente a la máxima que pueda lograrse en la
médula renal. Esa mínima cantidad de agua, que se había calculado en poco más de medio litro,
constituye la diuresis diaria obligada.
Cuando la ADH está ausente, la permeabilidad en los túbulos colectores disminuye drásticamente y, en
consecuencia, la recuperación de solutos no se acompaña de reabsorción de agua; esto sucede en
situación de exceso de agua. La eliminación del exceso de agua se logra recuperando mayor cantidad de
solutos que de agua, lo que provoca un contenido tubular diluido.
Se puede aplicar la fórmula del aclaramiento para calcular el volumen de plasma (por minuto) depurado
de sustancias osmóticamente activas, según la expresión:
Esta expresión indica la cantidad de agua necesaria para eliminar la carga de solutos en una orina
isotónica con el plasma. Si se resta al volumen de orina por minuto el valor del aclaramiento osmolar, se
obtiene el aclaramiento de agua libre, o exceso de agua eliminado, por encima de la que sería necesaria
para excretar una orina isotónica. Si tiene un valor positivo, el organismo elimina orina hipotónica y en
consecuencia pierde agua. Si el aclaramiento de agua libre es un valor negativo, la orina es hipertónica y
el organismo recupera agua.
La elevación de la
concentración extracelular
de potasio produce el
aumento de la excitabilidad
celular por disminución del
potencial de reposo.
Su descenso tendría un
efecto contrario, es decir,
elevaría dicho potencial al provocar una hiperpolarización, con lo que la excitabilidad se vería reducida.
Por encima de 5,5 mEq/l extracelular de potasio, el aumento de excitabilidad podría causar un ataque
cardíaco, mientras que por debajo de 3,5mEq/l, podrían producirse arritmias por falta de excitabilidad.
El equilibrio del potasio en el organismo es el resultado, por una parte, de la relación entrada-salida
(ingesta-excreción) y por otra, del reparto que se establezca entre el interior y el exterior celular. El
control del primero de los factores es responsabilidad de la excreción renal, que se encarga de acoplar la
eliminación de potasio a la cantidad ingerida.
Diversos factores contribuyen a alterar la concentración de K dentro y fuera de la célula. Puesto que su
concentración extracelular es tan pequeña, variaciones mínimas tienen un efecto directo que provoca
alteraciones notables de la concentración de potasio extracelular. Un aumento de K extracelular
estimularía la producción de insulina, adrenalina y aldosterona favoreciendo la entrada de potasio en las
células hepáticas, el tejido óseo, el músculo esquelético y los eritrocitos.
En conjunto, al llegar al túbulo contorneado distal se ha reabsorbido alrededor del 85% del potasio
filtrado, porcentaje que se mantiene con escasa variación, independiente de la ingesta. El control final
del potasio excretado se ejerce especialmente en el túbulo colector cortical, mediante secreción o
reabsorción facultativas que terminan por ajustar la concentración plasmática definitiva de potasio.
a) Concentración de K
intersticial. El incremento de
potasio en el medio intersticial,
aunque escaso, puede resultar
suficiente para estimular la
actividad de la ATPasa Na'/K'
basolateral.
b) Concentración de Na en el
líquido tubular. La
concentración tubular
aumentada de sodio aumenta la
secreción de potasio.
c) Acción de la aldosterona. Una concentración plasmática elevada, de potasio, tiene un efecto
directo en la corteza suprarrenal, promoviendo la secreción de aldosterona. El mecanismo por el
que esta hormona aumenta la excreción de potasio es el mismo por el que aumenta la
reabsorción de sodio.
d) Efecto del pH.
Además de Na, K y Cl, otros iones requieren una homeostasis que asegure su presencia plasmática
estable. Los riñones, en situaciones normales, excretan cantidades equivalentes a la aportada por la
dieta y ante aumentos o disminuciones se actúa sobre la absorción intestinal y reabsorción tubular para
obtener la adecuada regularización de sus concentraciones plasmáticas.
El proceso de filtración renal incorpora al túbulo el 60% del calcio total, no asociado a proteínas, del que
es recuperado alrededor del 99%. En el túbulo proximal se reabsorbe el 60% y en el asa de Henle un 20%
de la carga inicial, un 15% se obtiene del túbulo contorneado distal y el resto, alrededor del 4%, en el
túbulo colector.
El ion magnesio se encuentra en el plasma a una concentración de 1,8 mEq/L. Se encuentra asociado en
un 20% a proteínas plasmáticas, por lo que resulta filtrado un 80% del total.
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En estado normal, la excreción viene ajustada al aporte de magnesio por la dieta, recuperándose
alrededor del 97% del filtrado inicialmente. Hasta el túbulo distal, es reabsorbido un 95% de la carga
filtrada mediante difusión pasiva, especialmente en la rama ascendente del asa de Henle, donde se
recupera más del 60%. En las porciones más distales de la nefrona se reabsorbe una pequeña cantidad,
alrededor de un 2%.
La mayor reabsorción se produce en el túbulo proximal (65%), por vía transcelular, cotransportado con el
sodio. En el asa de Henle tiene lugar la recuperación de un 12% y en las porciones distal y túbulo colector
se recupera alrededor de un 3%.
La urea es el mayor producto final del metabolismo proteico y el mayor soluto urinario en condiciones
normales. Se filtra libremente en cantidades de 900 mmol/día y su reabsorción es pasiva dependiendo
del gradiente de concentración y de la velocidad del flujo tubular, aproximadamente el 50% es
reabsorbido a nivel del túbulo proximal. La ADH aumenta la permeabilidad de los túbulos colectores
pudiendo reabsorberse hasta el 70%. Colabora en la generación de la hipertonicidad de la médula renal y
su concentración aumenta por el mecanismo de contracorriente, ya que es reciclada entre el túbulo
colector y el asa de Henle.