Las Dos Naturalezas Del Creyente
Las Dos Naturalezas Del Creyente
Las Dos Naturalezas Del Creyente
De acuerdo con Efesios 4:22-24 y Colosenses 3:9-10 en el creyente operan dos naturalezas diferentes: el viejo hombre
(la naturaleza humana pecaminosa, o sea la carne) y el hombre nuevo (la naturaleza divina, o sea el espíritu). Jesucristo
se refirió a las dos naturalezas del creyente cuando en Mateo 26:41 dijo que el espíritu a la verdad está presto, mas la
carne enferma. Al viejo hombre (Ro. 6:6) se le llama carne en numerosos pasajes bíblicos, primordialmente en los escri-
tos del apóstol Pablo. La palabra carne puede significar tres cosas distintas en la Biblia, por lo cual es necesario estudiar
cuidadosamente el contexto para determinar a cual de estas tres se está refiriendo el escritor: 1. MATERIA Elemento del
que está formado el cuerpo físico tanto de animales, aves y peces, como de seres humanos 1 Corintios 15:39. Efesios
6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, si no contra principados, y contra potestades contra huestes espiri-
tuales de maldad Jesucristo al encarnarse o humanizarse, tomó un cuerpo físico: Juan 1:14 Y aquel Verbo fue hecho car-
ne 1 Timoteo 3:16 Dios ha sido manifestado en carne Lucas 24:39 el espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo
tengo. Aún después de su resurrección, Jesucristo tenía un cuerpo físico, aunque sin sangre, la cual fue vertida o derra-
mada en la cruz del Calvario. 2. HUMANIDAD La raza humana en general: Lucas 3:6 Y verá toda carne la salvación de
Dios. Hechos 2:17 derramaré de mi Espíritu sobre toda carne Mateo 24:22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nin-
guna carne sería salva 3. NATURALEZA PECAMINOSA (depravada o corrompida a causa del pecado): Gálatas 5:19 Y
manifiestas son las obras de la carne Romanos 7:18 Y yo sé que en mi (es a saber, en mi carne) no mora el bien
La carne, como naturaleza humana depravada, es un engendro de Satanás. El término psicológico que identifica la carne
en nosotros es el yo personal o ego (derivados: egoísmo, egocéntrico, ególatra, etc.) El apóstol Pablo también se refiere
a la carne como: 1. Romanos 6:6 para que el cuerpo del pecado sea deshecho 2. Colosenses 2:11 con el despojamiento
del cuerpo de los pecados de la carne 3. Romanos 7:24 quién me librará del cuerpo de esta muerte? 4. Romanos 7:17,20
el pecado que mora en mi. El apóstol Juan hace una distinción entre el pecado como naturaleza pecaminosa (1 Jn. 1:8,
Si dijéremos que no tenemos pecado ) y el pecado como acción pecaminosa (1Jn. 1:10, Si dijéremos que no hemos pe-
cado ). El hombre no es pecador porque peque; más bien, el hombre peca porque es pecador. El Señor Jesucristo enseñó
que donde estuviere el cuerpo muerto, allí estarán la águilas (Mt. 24:28; Lc. 17:37). Según Romanos 7:24, el cuerpo
muerto representa la carne (naturaleza pecaminosa), y según Mateo 13:4,19, 32, las aves del cielo (especialmente las de
rapiña, como las águilas o buitres, gavilanes, lechuzas y halcones, que se alimentan de carroña o sea carne putrefacta
Job 39:29-33) representan a Satanás y sus demonios (Mateo 13:4, 19, 32). Según Génesis 15:9-11, cuando Abraham (si-
guiendo instrucciones precisas que había recibido) preparó un sacrificio a Dios, tuvo que ojear o espantar las aves que
descendían sobe los cuerpos muertos de los animales y las aves que serían utilizados para concertar el pacto con
Abraham (v.11). De la misma manera mientras haya carne (naturaleza pecaminosa) en nosotros, vamos a tener que man-
tenernos vigilantes con el fin de espantar las aves (demonios) que van a querer descender sobre nosotros. Los demonios,
al penetrar o infectar al ser humano, residen y operan en el viejo hombre (la carne). Esos demonios refuerzan el viejo
hombre en su oposición a Dios (Ro. 8:7). Mi convicción personal es que para que el cristiano pueda por el Espíritu mor-
tificar o sujetar la carne (Ro. 8:13), es preciso que primero sea liberado de demonios, si los tuviere. Todo ser humano
por nacimiento físico recibe de sus antepasados una naturaleza humana inclinada al pecado. El hombre es pecador desde
el momento que es concebido en el vientre de su madre (Sal. 51:5). La naturaleza pecaminosa la transmite el padre en el
momento de la concepción
La carne, como naturaleza humana depravada, es un engendro de Satanás. El término psicológico que identifica la carne
en nosotros es el yo personal o ego (derivados: egoísmo, egocéntrico, ególatra, etc.) El apóstol Pablo también se refiere
a la carne como: 1. Romanos 6:6 para que el cuerpo del pecado sea deshecho 2. Colosenses 2:11 con el despojamiento
del cuerpo de los pecados de la carne 3. Romanos 7:24 quién me librará del cuerpo de esta muerte? 4. Romanos 7:17,20
el pecado que mora en mi. El apóstol Juan hace una distinción entre el pecado como naturaleza pecaminosa (1 Jn. 1:8,
Si dijéremos que no tenemos pecado ) y el pecado como acción pecaminosa (1Jn. 1:10, Si dijéremos que no hemos pe-
cado ). El hombre no es pecador porque peque; más bien, el hombre peca porque es pecador. El Señor Jesucristo enseñó
que donde estuviere el cuerpo muerto, allí estarán la águilas (Mt. 24:28; Lc. 17:37). Según Romanos 7:24, el cuerpo
muerto representa la carne (naturaleza pecaminosa), y según Mateo 13:4,19, 32, las aves del cielo (especialmente las de
rapiña, como las águilas o buitres, gavilanes, lechuzas y halcones, que se alimentan de carroña o sea carne putrefacta
Job 39:29-33) representan a Satanás y sus demonios (Mateo 13:4, 19, 32). Según Génesis 15:9-11, cuando Abraham (si-
guiendo instrucciones precisas que había recibido) preparó un sacrificio a Dios, tuvo que ojear o espantar las aves que
descendían sobe los cuerpos muertos de los animales y las aves que serían utilizados para concertar el pacto con
Abraham (v.11). De la misma manera mientras haya carne (naturaleza pecaminosa) en nosotros, vamos a tener que man-
tenernos vigilantes con el fin de espantar las aves (demonios) que van a querer descender sobre nosotros. Los demonios,
al penetrar o infectar al ser humano, residen y operan en el viejo hombre (la carne). Esos demonios refuerzan el viejo
hombre en su oposición a Dios (Ro. 8:7). Mi convicción personal es que para que el cristiano pueda por el Espíritu mor-
tificar o sujetar la carne (Ro. 8:13), es preciso que primero sea liberado de demonios, si los tuviere. Todo ser humano
por nacimiento físico recibe de sus antepasados una naturaleza humana inclinada al pecado. El hombre es pecador desde
el momento que es concebido en el vientre de su madre (Sal. 51:5). La naturaleza pecaminosa la transmite el padre en el
momento de la concepción.
Dios evitó que Su Hijo, Jesucristo, tuviere una naturaleza pecaminosa por medio del milagro del nacimiento virginal
(Pc. 1:34-35). Si Él hubiera tenido un padre humano (José) hubiera heredado una naturaleza pecaminosa igual que noso-
tros. Por eso fue absolutamente necesario que El naciera por obra y gracia del Espíritu Santo para que pudiese ser el sa-
crificio perfecto por el pecado. Con razón Cristo pudo afirmar que viene el príncipe de este mundo, más no tiene nada
de mí (Jn. 14:30). De acuerdo con Romanos 7:23; 8:2, en la carne (el viejo hombre) opera la ley del pecado y de la
muerte y en el espíritu (el hombre nuevo) opera la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús. El viejo hombre esta total-
mente viciado (Ef. 4:22), lo que quiere decir que es un ser corrompido, malvado, pervertido o degenerado, que no puede
ser reformado (mejorar o corregir la conducta de una persona haciendo que hábitos o comportamientos censurables sean
atenuados o eliminados) o regenerado (dar nuevo ser a una cosa que se degeneró: mejorarla o restablecerla) como lo in-
tentan hacer algunas religiones o instituciones benevolentes. El viejo hombre no tiene salvación, sino que tiene que ser:
1. Despojado (Ef. 4:22, 25, 31; Col.3:8-9; 1P. 2:1). Despojar = desposeer mediante acto violento. 2. Mortificado (Ro.
8:13). Mortificar = privar de vitalidad alguna parte del cuerpo atormentar o molestar mucho a alguien física y moral-
mente. 3. Amortiguado (Col. 3:5 VA = hacer morir VR) Amortiguar = hacer menos intenso o violento un ruido o un gol-
pe. 4. Subyugado (1 Co. 9:27 VA= poner en servidumbre). Subyugar = avasallar, sojuzgar, dominar, poderosa y violen-
tamente. 5. Crucificado (Ro. 6:6; Ga. 5:24). El creyente tiene que identificarse con la muerte de Jesucristo, reconocien-
do que cuando Cristo murió, el hombre viejo también murió (Ro. 6:6). El creyente necesita pensar o considerar que su
hombre viejo esta realmente muerto al pecado (Ro. 6:11).
Dios evitó que Su Hijo, Jesucristo, tuviere una naturaleza pecaminosa por medio del milagro del nacimiento virginal
(Pc. 1:34-35). Si Él hubiera tenido un padre humano (José) hubiera heredado una naturaleza pecaminosa igual que noso-
tros. Por eso fue absolutamente necesario que El naciera por obra y gracia del Espíritu Santo para que pudiese ser el sa-
crificio perfecto por el pecado. Con razón Cristo pudo afirmar que viene el príncipe de este mundo, más no tiene nada
de mí (Jn. 14:30). De acuerdo con Romanos 7:23; 8:2, en la carne (el viejo hombre) opera la ley del pecado y de la
muerte y en el espíritu (el hombre nuevo) opera la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús. El viejo hombre esta total-
mente viciado (Ef. 4:22), lo que quiere decir que es un ser corrompido, malvado, pervertido o degenerado, que no puede
ser reformado (mejorar o corregir la conducta de una persona haciendo que hábitos o comportamientos censurables sean
atenuados o eliminados) o regenerado (dar nuevo ser a una cosa que se degeneró: mejorarla o restablecerla) como lo in-
tentan hacer algunas religiones o instituciones benevolentes. El viejo hombre no tiene salvación, sino que tiene que ser:
1. Despojado (Ef. 4:22, 25, 31; Col.3:8-9; 1P. 2:1). Despojar = desposeer mediante acto violento. 2. Mortificado (Ro.
8:13). Mortificar = privar de vitalidad alguna parte del cuerpo atormentar o molestar mucho a alguien física y moral-
mente. 3. Amortiguado (Col. 3:5 VA = hacer morir VR) Amortiguar = hacer menos intenso o violento un ruido o un gol-
pe. 4. Subyugado (1 Co. 9:27 VA= poner en servidumbre). Subyugar = avasallar, sojuzgar, dominar, poderosa y violen-
tamente. 5. Crucificado (Ro. 6:6; Ga. 5:24). El creyente tiene que identificarse con la muerte de Jesucristo, reconocien-
do que cuando Cristo murió, el hombre viejo también murió (Ro. 6:6). El creyente necesita pensar o considerar que su
hombre viejo esta realmente muerto al pecado (Ro. 6:11).
El apóstol Pablo dijo en Gálatas 2:20, Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo (el hombre viejo), mas
vive Cristo (el hombre nuevo) en mí; y lo que ahora vivo en al carne (el cuerpo físico), lo vivo en la fe del Hijo de Dios
Una es la solución para la carne: crucifixión. Y otra es la solución para una infección demoniaca: liberación. Según el
apóstol Pablo, existen cuatro clases de hombres: 1. El hombre natural o animal (1 Co. 2:14) el inconverso, en quien la
carne (la naturaleza pecaminosa) ejerce un dominio absoluto. 2. El hombre carnal (1 Co 3:1, 3-4) el creyente en quién la
carne todavía ejerce cierto predominio. En el hombre carnal se libra continuamente una batalla entre la carne y el espíri-
tu. 3. El hombre espiritual (1Co. 2:15; 3:1) el creyente en quien el espíritu (regenerado) fortalecido por el Espíritu Santo
(Ef. 3:16) ha sujetado la carne y ha tomado control de la vida del creyente en Cristo Jesús. 4. El hombre perfecto (Ef.
4:12,13 ver también Mt. 5:48; Lc. 6:40; 1 Co. 2:6; 2 Co. 13:14; Fil. 3:15; Col. 1:28; 4:12; 2 Ti. 3:17; Stg. 1:4; 3:2; 1 P.
5:10 el creyente que ha alcanzado la madurez espiritual y quién la imagen de Jesucristo ha sido plenamente reproducida
(Ef. 4:13; Ro 8:29; 2 Co. 3:18; Lc.6:40).
LAS DOS NATURALEZAS DEL CRISTIANO ESPÍRITU (El Nuevo Hombre) CARNE (El Hombre Viejo) Rom. 8:1-
13 Gal. 5:16-25 EL HOMBRE EL HOMBRE EL HOMBRE NATURAL CARNAL ESPIRITUAL (NO REGENERA-
DO) (1 Cor. 3:1-4) (1 Cor 2:15) (1 Cor. 2:14)
Al hombre nuevo se le llama espíritu en numerosos pasajes bíblicos, pero especialmente en Romanos 8:1-4. El hombre
nuevo es la naturaleza divina (2 P. 1:4) implantada en nuestro espíritu cuando nacimos de nuevo. El espíritu regenerado
es una criatura divina (Ef. 4:24; 2 Co. 5:17), santo desde su creación. El nuevo hombre no puede pecar (1 Jn. 3:9; 5:18).
Al hombre nuevo también se le llama hombre interior en Romanos 7:22 y Efesios 3:16; y hombre del corazón en 1 Pe-
dro 3:4. Al nacer de nuevo nuestro espíritu que estaba muerto en pecados y delitos (Ef. 2:1,5; Col. 2:13) es vivificado y
convertido en la morada del Espíritu Santo (Ef. 2:22). Desde allí el Espíritu Santo extiende toda su influencia a todo
nuestro ser, vivificando el cuerpo (Ro. 8:11), renovando la mente (Ro. 12:2; Tit. 3:5), purificado el corazón (Hch.
15:8,9) y sujetando o cautivando la voluntad a la obediencia de Cristo (2 Co. 10:5). El hombre nuevo al nacer es como
un niño recién nacido (1 P. 2:1,2) que requiere cuidados especiales (alimento, ejercicio, etc.) para que pueda crecer, de-
sarrollar, madurar. Un niño espiritual que no crece, se estanca en su desarrollo y se convierte en un creyente carnal (1
Co. 3:1-2; Ef. 4:14; He. 5:12-14), que poco se diferencia del hombre natural (1 Co. 3:3).
Dentro de todo creyente, pero particularmente en el creyente carnal, se libera una batalla (1 P. 2:11, los deseos carnales
batallan contra el alma ) entre la carne (el viejo hombre) y el espíritu (el hombre nuevo), descrita en Gálatas 5:17 y Ro-
manos 7:15, 19-21, 23. Esta guerra interna la carne versus el espíritu o el viejo hombre versus el hombre nuevo se libera
principalmente en el alma (o mente). Esta batalla es ilustrada por la lucha que había dentro de Raquel entre los gemelos,
Esaú y Jacob, que se estaban gestando en su matriz (Gn. 25:22, Y los hijos se combatían dentro de ella; y dijo: Si es así,
para qué vivo yo?. Esta batalla puede ser resuelta satisfactoriamente con el poder del espíritu Santo que recibimos cuan-
do somos bautizados con el Espíritu Santo (Hch. 1:5,8; Lc. 24:49). De allí se deriva la necesidad e importancia de reci-
bir el Espíritu Santo (Hch. 10:47; 19:2) para poder vivir una vida victoriosa sobre la carne, el mundo y el diablo, los tres
enemigos principales del creyente en Cristo.