Tema 4 - Intervención Bucodental
Tema 4 - Intervención Bucodental
Tema 4 - Intervención Bucodental
TEMA 4:
ELIMINACIÓN Y CONTROL DE LA PLACA
BACTERIANA.
Índice:
1. Introducción.
El control de la placa dental y la higiene oral en el domicilio del paciente forman el núcleo
de la prevención odontológica. El punto de interés de la higiene oral ha sido y es el control
de las dos enfermedades de la cavidad oral con mayor prevalencia: la caries y la
enfermedad periodontal.
La matriz acelular está formada por componentes orgánicos e inorgánicos (hidratos de carbono,
glucoproteínas, proteínas, lípidos, potasio, sodio, fosfato, calcio, agua). Permite a las colonias
bacterianas el intercambio de nutrientes con el medio oral en el que se encuentran.
La placa dental no es perceptible a la vista en sus fases iniciales (para que sea visible requiere cierto
grosor), ni eliminable por acción del aire a presión o chorro de agua.
Conforma una estructura dinámica en continua formación, de manera que inmediatamente después
de limpiar los dientes comienza otra vez a formarse la placa sobre sus superficies. Las fuentes
primarias de placa microbiana son los microorganismos orales y los componentes de la saliva. Es
una estructura viva y, por tanto, su composición es variable (cualitativa y cuantitativamente), siendo
sensible a las variaciones en el medio oral que la rodea (químicas, físicas y biológicas).
Placa cariogénica.
Placa periodontopatógena.
La película adquirida es una delgada cutícula (10 µm de espesor) de naturaleza orgánica, estéril y
acelular, que recubre todas las superficies dentarias expuestas al medio bucal, así como las
obturaciones y prótesis; sobre la que se van aposicionando los gérmenes de forma secuencial.
La formación de la película adquirida sobre la superficie del esmalte se produce por un mecanismo de
adsorción selectiva de iones. Su composición es principalmente glucoproteica. También contiene
polisacáridos, enzimas (amilasa, lisozima), inmunoglobulinas (IgA e IgG), lípidos y diferentes restos
provenientes del metabolismo bacteriano.
La profilaxis dental profesional elimina toda la materia orgánica y las bacterias de la superficie del
esmalte, incluida la película adquirida; pero cuando el esmalte vuelve a contactar con la saliva, en
cuestión de segundos vuelve a reconstituirse la película adquirida.
En esta etapa, la adhesión de los microorganismos a la superficie bucal es laxa, pudiendo eliminarse
fácilmente con medios químicos o mecánicos. Se produce dentro de las primeras 4 horas de formación
de la placa bacteriana.
3. Colonización primaria:
El proceso de formación de la placa continúa con la adhesión firme e irreversible de las bacterias a la
película adquirida, formando una capa relativamente delgada. Se produce entre las 4 y 24 horas
posteriores a la formación de la película adherida.
Siguen adhiriéndose nuevas cepas bacterianas, pero predominan los procesos de multiplicación
bacteriana. Las distintas bacterias se agregan entre sí dando lugar a una placa de mayor espesor
5. Placa madura:
6. Mineralización.
Si la placa persiste a lo largo del tiempo sobre las superficies dentarias va a sufrir un proceso de
mineralización progresiva por parte de los componentes inorgánicos presentes en la saliva y en el
fluido crevicular, dando lugar a la formación de cálculo o sarro.
2.3. Factores favorecedores en la formación de placa.
La placa se acumula con mayor rapidez en aquellas superficies de la cavidad oral que no son
fácilmente autolimpiables durante los movimientos masticatorios tales como las superficies dentales
retentivas (fosas y fisuras), los espacios interproximales y la zona cervical.
A lo largo del tiempo han ido apareciendo diversas teorías que intentaban explicar el papel de la
placa bacteriana en la aparición y desarrollo de la enfermedad:
Actualmente existe un consenso generalizado sobre el factor determinante que tiene la placa
bacteriana en la aparición de caries y enfermedades periodontales (gingivitis y periodontitis).
Es decisivo para frenar el avance de las posibles lesiones el control de la placa bacteriana junto con
otras medidas de prevención primaria (control de dieta, selladores, aplicación de flúor) y
secundarias (tartrectomía, antibioterapia, etc.).
Mecánicos: dirigidos a eliminar todas las bacterias presentes en la placa, las potencialmente
cariógenas y las no cariógenas, y las relacionadas con gingivitis y periodontitis.
Químicos: dirigidos a disminuir la carga bacteriana, actuando de forma más selectiva sobre
aquellas cepas más directamente relacionadas con caries y enfermedad periodontal.
Los métodos mecánicos de control de la placa dental son los más aceptados. Los elementos
esenciales de estos procedimientos mecánicos son el cepillado de los dientes y el uso de la seda
dental, junto con otros elementos suplementarios como son los cepillos interproximales, los
irrigadores orales, las puntas de goma, los palillos interdentales y los raspadores linguales.
El cepillado de dientes es el método más efectivo para eliminar la placa de la cavidad oral. Si el
cepillado es adecuado, se consigue el control de la placa supragingival y de la placa subgingival
situada cerca del margen gingival, ejerciendo un marcado efecto en la composición de esta última.
Existe evidencia suficiente que demuestra que el correcto cepillado dental es eficaz en la
prevención de la enfermedad periodontal; además la combinación del cepillado con el uso de una
pasta dental fluorada parece ser en gran medida responsable de la disminución de caries en los
países desarrollados.
Se entiende como cepillado dental eficaz la eliminación mecánica de la placa dental supragingival y
subgingival llevada a cabo en el ámbito doméstico por el propio individuo o, si sus capacidades
psicomotrices están limitadas, por los cuidadores del mismo.
Es una práctica que se incluye entre las normas higiénicas consideradas socialmente como
imprescindibles. Involucra el compromiso de las tres áreas de la conducta, tanto en el profesional
como en el paciente:
Sin embargo, hay que considerar que el cepillado, aun siendo el método más utilizado y efectivo,
apenas controla la placa de las superficies interproximales, por lo que debe complementarse con
un control específico de la placa interdental, sobre todo en pacientes con enfermedad
periodontal.
El cepillo de dientes:
Hoy en día existen en el mercado una gran variedad de cepillos de diferentes formas y tamaños, sin
que haya podido demostrarse que ninguno tenga una eficacia claramente superior en la eliminación
de la placa bacteriana. Hay que tener en cuenta que existen otros factores que intervienen en la
eficacia del cepillado, como la habilidad manual, el tiempo y la presión utilizados y, en general,
la motivación del individuo.
Partes del cepillo de dientes manual
Mango: normalmente recto y de material ligero. Han de ser fáciles de limpiar y resistentes al
deterioro producido por el agua y la saliva. Para las personas con limitación de los movimientos
de la mano se han diseñado aditamentos que favorecen la sujeción del cepillo al cambiar la
forma y tamaño del mango (la sujeción del mango a la mano en estos casos se puede realizar
mediante cintas, lazos, velcros, etc.).
Cuello: puede ser recto o presentar una ligera angulación para facilitar su acceso a
determinadas localizaciones.
Cabeza: debe ser pequeña para poder acceder a cualquier zona y adaptarse a las arcadas
dentales. Es la parte más importante, ya que en ella se encuentran los filamentos o cerdas:
Se recomiendan de cerda artificial de nylon con extremos redondeados, que son los que
producen una menor irritación del tejido gingival (en la actualidad el mejor material es el
Tynex®, que son monofilamentos de nylon, conteniendo partículas finas para la abrasión
adicional y que tiene como característica importante que no absorbe agua).
A los filamentos se deben las características del cepillo en cuanto a su dureza, pudiendo ser
clasificados en extraduros, duros, medios, blandos/suaves y extrablandos/extrasuaves. El
diámetro es de 0,16-0,22 mm (blandos), 0,23-0,29 mm (medios) y 0,30 mm o más (duros). La
rigidez de las cerdas es directamente proporcional al cuadrado de su diámetro, e inversamente
proporcional a su longitud; la longitud de las cerdas suele ser de 10 a 12 mm.
El conjunto de cerdas puede adoptar diferentes configuraciones: planas, serradas, convexas,
cóncavas, terminando en punta, etc. Así, por ejemplo, cepillos con las cerdas en forma de “U” o
“V” se recomiendan en pacientes portadores de ortodoncia fija, aunque en estos pacientes
también puede usarse el cepillo sulcular, que tiene dos hileras de penachos. En relación con
estos diseños, los cepillos de cerdas no paralelas parecen ser más eficaces que los
convencionales de cerdas paralelas.
En el diseño y la fabricación de los cepillos de dientes se tienen en cuenta diversas variables, entre
las que destacan las siguientes: el material de las cerdas, su longitud, diámetro y número; y el
diseño de la cabeza, así como su longitud, orientación y angulación con respecto al mango.
Los cepillos ideales son aquellos de cabeza corta con una distancia pequeña entre los distintos
haces, puntas redondeadas, blandos y de filamentos sintéticos para la conservación del tejido
duro y de las partes blandas.
En cuanto a la dureza de los filamentos, se aconsejan los cepillos medios y blandos, ya que se
asocian a una disminución de los traumatismos de las encías y a un aumento de la capacidad
de limpieza interproximal. Como las principales áreas que alojan la placa son el tercio cervical
del diente y el surco gingival, lo mejor es un cepillo muy adaptable y que no lesione los tejidos
blandos.
Además, los cepillos infantiles es conveniente que posean una cabeza más pequeña y un
mango más grueso que el cepillo del adulto, con el fin de facilitar el acceso a la cavidad oral y
para que el niño pueda agarrarlo mejor.
La eficacia de cepillos se mantiene hasta que su desgaste es muy avanzado. Aunque los
fabricantes afirman que por término medio su duración es de tres meses, el tiempo variará
según los hábitos de cepillado del individuo.
Los cepillos dentales deben adaptarse a las exigencias individuales de tamaño, forma y
aspecto; y deben ser manejados con soltura y eficacia.
Los cepillos no deben absorber humedad, se deben poder limpiar y conservar con facilidad, y
deben ser económicos para poder ser renovados con frecuencia.
Existen recomendaciones especiales según las características clínicas o condiciones orales del
paciente (niños, pacientes con apiñamiento, después de procedimientos quirúrgicos, etc.).
Técnicas de cepillado:
Existen diferentes técnicas descritas para lograr una correcta remoción de la placa bacteriana y
alimentos adheridos a la superficie del diente, no existiendo evidencia científica suficiente que
acredite la superioridad de ninguna de ellas de forma generalizada.
Es más importante que el individuo desarrolle la técnica que le sea más fácil de reproducir, con
un orden determinado que asegure que son limpiadas todas las superficies dentarias de
forma correcta (mediante fricción y arrastre), con una duración y frecuencia adecuadas, sin
que se produzcan durante el cepillado lesiones dentarias ni gingivales. Por lo tanto, la
fisiopatología de la cavidad oral, la presencia y localización de la placa y la destreza en el
manejo de los cepillos determinarán la idoneidad de uno u otro método para cada individuo.
Es importante recalcar que el objetivo final de la sistemática del cepillado dental es retirar la placa,
minuciosamente, de todas las áreas de la boca, independientemente del método que se utilice. En
general, el cepillo manual es más eficaz en las superficies vestibulares que en las linguales y
palatinas, y su eficacia es muy limitada en las interproximales.
Al igual que ocurre con el diseño del cepillo de dientes, las técnicas de cepillado son diversas. Una
buena técnica de cepillado debe reunir una serie de características:
Las distintas técnicas manuales de cepillado se pueden clasificar según los movimientos
fundamentales que se realizan al llevarlas a cabo en horizontales, verticales, vibratorias y rotatorias.
A continuación se describen las técnicas de cepillado más utilizadas.
Las cerdas se colocan con una angulación de 90º con respecto a las superficies dentales, y se les
imprime un movimiento repetido de vaivén hacia atrás y hacia delante, Las arcadas se dividen en
sextantes, debiendo realizarse unos 20 movimientos por sextante.
Es útil en niños y en personas que necesitan un cepillado asistido, por ser la más fácil de realizar;
pero hay que tomar precauciones porque se pueden producir lesiones dentales (abrasiones) y
gingivales, por lo que no debe ser de elección siempre que exista la posibilidad de llevar a cabo otra
técnica más segura.
Técnica de Charters:
El objetivo de esta técnica es la eliminación de la placa interproximal. Esta técnica, que requiere
bastante habilidad manual, está indicada en pacientes adultos con enfermedad periodontal.
El cepillo se coloca en ángulo de 45º con respecto al eje dental pero dirigido al borde incisal y se
presiona ligeramente para que los filamentos penetren en el espacio interdental. Se realizan
movimientos vibratorios que además producen un masaje en la encía.
Técnica de Bass:
Las cerdas del cepillo se colocan en el surco gingival formando un ángulo de 45º respecto al eje
mayor del diente y en dirección al ápice; se presionan suavemente las cerdas para que penetren en
el surco gingival y en los espacios interdentales, y se realizan movimientos vibratorios o de vaivén
(sin apenas mover los extremos de las cerdas), con 10-15 movimientos en cada sector
(aproximadamente durante 15 segundos cada dos dientes).
En las caras linguales y palatinas del grupo anterior se utilizará la técnica del “cepillo separado”
(colocación del cabezal en sentido vertical con respecto al eje longitudinal del diente).
Está técnica está indicada tanto en adultos con tejido periodontal sano como en pacientes con
enfermedad periodontal (gingivitis y/o periodontitis).
Mediante esta técnica la placa subgingival se elimina por capilaridad y la supragingival por las
cerdas que no están en el surco, por ello se recomienda de manera especial en pacientes
periodontales.
Técnica de Stillman:
Es similar a la técnica de Bass, pero los filamentos del cepillo de colocan 2 mm por encima del
margen gingival, es decir, encima de la encía adherida, y se realiza mayor presión que en la de
Bass. La vibración se mantendrá unos 15 segundos por cada dos dientes. Para las superficies
linguales y palatinas se utilizará igualmente la técnica del cepillo separado.
En la técnica de Stillman modificada, este método desarrollado en un principio para estimular y dar
un masaje a la encía, fue posteriormente modificado para incorporar la limpieza completa del diente.
Se trata de un movimiento mixto de vibración de las cerdas junto con un movimiento de barrido que
sigue el eje longitudinal del diente hacia oclusal/incisal.
El método de Stillman se recomienda para la limpieza de las zonas con recesión gingival progresiva
y exposición radicular, con el fin de prevenir la destrucción abrasiva de los tejidos.
Los movimientos verticales son aquellos en los que el cepillo se desplaza en sentido ascendente y
descendente siguiendo el eje longitudinal del diente. Estos movimientos verticales de barrido
implican un giro de la muñeca para su realización.
Tanto la técnica de Bass modificada como la técnica de Stillman modificada pueden por lo tanto
incluirse en este grupo de técnicas, ya que incluyen este tipo de movimientos.
Técnica de giro o rodillo:
Se colocan las cerdas del cepillo lo más paralelas posibles al eje del diente, contra la encía, en
dirección apical; se ejerce una presión lateral con los lados de las cerdas y se imprime al mango
una rotación hacia el borde incisal o las superficies oclusales, con el fin de que las cerdas puedan
limpiar las superficies gíngivo-dentarias.
Se utiliza tanto para la eliminación de la placa bacteriana de la encía como del diente, con especial
énfasis en el surco gingival. Hay que prestar atención a los posibles traumatismos de la unión
mucogingival y de la mucosa alveolar.
Se entiende por movimiento rotatorio aquel que desplaza el cabezal del cepillo de forma
perpendicular a la superficie del diente dibujando círculos en sentido horario sin realizar giro de
muñeca.
Técnica de Fones:
Conocida también como “técnica circular”, es una técnica sencilla que se basa en la realización de
una serie de movimientos circulares con la cabeza del cepillo dental, manteniendo las cerdas bajo
presión contra la encía y dientes; el mango se mantiene paralelo a la línea de oclusión y las cerdas
se encuentran perpendicularmente situadas sobre las superficies dentarias.
Vestibularmente, este método se aplica con los dientes en oclusión (en niños) o en posición de
reposo mandibular (en adolescentes y adultos).
Está técnica está indicada en niños, por su sencilla realización, y en pacientes con tejido periodontal
sano si no es posible la realización de otra técnica más adecuada.
Los cepillos eléctricos se han desarrollado con el objetivo de aumentar la eficacia en la eliminación
de placa y reducir el tiempo de cepillado.
Son muchos y muy variados los cepillos de dientes eléctricos que existen en la actualidad en el
mercado; presentan diferentes patrones de movimiento: acción recíproca, acción en forma de arco,
acción elíptica, acción vibratoria, acción rotatoria, y combinaciones de varios de ellos; algunos
tienen un efecto electrónico (iónico). En general han demostrado ser seguros y eficaces en la
eliminación de la placa bacteriana.
Entre las razones para su utilización está que muchos pacientes eliminan mal la placa dental porque
carecen de la suficiente destreza manual para realizar un cepillado efectivo. De este modo, los
cepillos eléctricos disminuirían la necesidad de destreza manual, al incorporar un movimiento
automático de su cabeza. Es por ello por lo que tienen una importante indicación en los pacientes
física o psíquicamente comprometidos, en personas mayores, enfermos artríticos, etc.
Aunque con una técnica y duración adecuadas el cepillo manual es muy eficaz para eliminar la
placa bacteriana, la mayoría de los estudios en los que se han comparado ambos tipos de
cepillos concluyen que se consigue una mayor eliminación de la placa supragingival con los
cepillos eléctricos especialmente con los que describen movimientos de rotación-oscilación,
sobre todo en zonas de difícil acceso, como los espacios interproximales, y cuando el paciente
recibe instrucciones de uso del cepillo eléctrico. Además, el tiempo necesario para eliminar
la placa es menor con los cepillos eléctricos que con los manuales.
Si bien hasta hace no mucho tiempo se atribuía a la eliminación de placa con cepillo eléctrico un
mayor riesgo de lesiones gingivales y bacteriemia que con el cepillado manual, no se han
encontrado diferencias en la aparición de efectos adversos (lesiones de tejidos blandos y duros)
al comparar ambos tipos de cepillos. En este sentido, algunos cepillos eléctricos incorporan
sistemas de control de presión, pero no se ha demostrado que reduzcan de forma significativa
la prevalencia de recesiones gingivales.
Consideraciones en relación al cepillado de dientes:
Aunque diversos estudios han demostrado que sería suficiente un cepillado adecuado que
eliminara totalmente la placa bacteriana cada 24-48 horas, la realidad es que normalmente el
cepillado no se realiza de forma totalmente efectiva (sólo elimina aproximadamente un 50% de
la placa), por lo que la recomendación es de 2-3 veces al día.
En cualquier caso hay que tener en cuenta que vale más la eliminación correcta de la placa una
vez al día que realizar 2-3 limpiezas incorrectas cada día. Se recomienda que si la higiene oral
solo se realiza una vez al día, se realice por la noche, justo antes de acostarse.
El tiempo mínimo de duración del cepillado debe ser de 2 minutos, siendo recomendable
prolongarlo hasta los 3 minutos. La mayor cantidad de placa bacteriana se elimina en los
primeros 60 segundos de cepillado; pero hay zonas menos accesibles, como los dientes
posteriores y las superficies linguales, en las que al prolongar el tiempo de cepillado hasta 3
minutos se aumenta la eficacia en el control de placa.
En los niños, los procedimientos de higiene oral deben realizarse con supervisión de los padres,
y el tiempo de cepillado debe ser como mínimo de un minuto.
El momento en que los niños pueden hacer por si mismos estos procedimientos con una
eficacia adecuada ha sido y es objeto de diversas valoraciones. Son muchos los profesionales
que utilizan otros datos anecdóticos para esta valoración (capacidad para escribir bien, atarse
los zapatos, usar correctamente cuchillo y tenedor, etc.). De forma general, se consideran los 7-
8 años como la edad a partir de la cual se realiza un cepillado considerablemente aceptable.
Una técnica de cepillado incorrecta, la utilización de cepillos duros o extraduros, así como el uso
de pastas dentífricas muy abrasivas pueden producir efectos secundarios perjudiciales en los
dientes, como abrasiones; y en tejidos blandos, en forma de úlceras traumáticas del epitelio o
recesiones gingivales (especialmente en los caninos), éstas se relacionan también con la
frecuencia de cepillado.
3.1.2. Seda dental.
El cepillado de los dientes es el método más usado en el control mecánico de la placa, pero
normalmente no consigue eliminarla de manera adecuada en todas las superficies del diente. Así,
no es eficaz para eliminar la placa a nivel interproximal, por lo que son necesarios otros métodos de
higiene que lleguen a ese nivel. Se ha sugerido el uso de diversos medios para la eliminación de la
placa interproximal. La seda dental es el más efectivo y recomendado, y constituye la referencia con
la cual suelen compararse los otros medios.
El uso de la seda dental en la población general está todavía poco extendido, posiblemente por
desconocimiento, dificultad en su uso, consumo de tiempo y miedo a efectos adversos. En niños, se
considera que el aprendizaje de la técnica de uso del hilo dental se puede realizar a partir de los
diez años (una vez que se haya adquirido una técnica adecuada de cepillado).
Existen diferentes tipos de seda dental: encerada o sin encerar, de sección redonda o aplanada
(cinta dental), con flúor o clorhexidina añadidos, aromatizada o sin aromatizar,…Casi toda la seda
dental existente en el mercado es de nylon, aunque existe una seda a base de un tipo de teflón
(politetrafluoroetileno).
Aunque no se han encontrado diferencias significativas en cuanto al uso de cera encerada o sin
encerar, se suele recomendar la cera no encerada, ya que al ser más fina pasa con mayor facilidad
entre los contactos proximales estrechos (además de percibirse un sonido diferente cuando se
desliza sobre un diente limpio, lo que resulta útil para comprobar su correcta utilización).
Las cintas dentales al ser planas presentan mayor superficie de contacto con el diente (en
contraste con la configuración redondeada del hilo convencional) que se desliza por amplias
superficies arrastrando la placa más fácilmente.
En los pacientes con ortodoncia o prótesis fijas se ha recomendado el uso de una variante del hilo
dental llamada Superfloss®, que incluye un extremo firme y duro con una sección de seda sin
encerar y finalmente un área de mayor espesor constituida por una maya cilíndrica de nylon. El uso
de la seda dental en estos pacientes es un proceso laborioso, aunque fundamental para mantener
la salud de la cavidad oral.
En muchos casos, los pacientes se encuentran con dificultad para la utilización de la seda dental, o
los padres para la utilización en sus hijos. Los aparatos con mango o aplicadores son una buena
alternativa en estas situaciones en las que la destreza del paciente impide utilizar correctamente la
seda.
En cualquier caso, debe contarse con las necesidades específicas de cada paciente antes de
recomendar un tipo u otro de seda dental.
La seda se adapta en forma de “C” alrededor de cada uno de los dientes a limpiar (primero uno y
después el otro), y se mueve en sentido cervical-oclusal/incisal, hasta eliminar la placa dental.
Un dedo irá recogiendo el hilo sucio, usado, desenrollando la parte correspondiente del dedo de
la mano que contiene la parte del hilo limpio (que debe ser inicialmente la mayor parte del hilo).
Método del carrete para uso de seda dental
Es el método más empleado, pero su aprendizaje puede resultar complicado y requiere cierta
práctica, siendo imprescindible una buena coordinación neuromuscular; por ello en niños y algunos
pacientes especiales es necesario recurrir a una técnica más sencilla.
Se toma un trozo de seda de unos 30 cm y se atan los extremos haciendo un círculo rematado;
todos los dedos excepto los pulgares se colocan dentro del círculo, utilizando estos últimos para
situar el hilo entre los dientes.
Según se van limpiando los dientes, el círculo de hilo va rotando, utilizándose hilo limpio para
cada espacio interdentario.
Esta técnica se usa especialmente en niños, disminuidos físicos y psíquicos e incluso en adultos
con escasa agilidad neuromuscular.
Tras describir las dos técnicas esenciales destinadas a la eliminación mecánica de la placa
bacteriana (el cepillado y el uso de la seda dental), hay que considerar también el empleo de otras
técnicas más específicas para la eliminación de placa en pacientes o en situaciones con
características específicas, como la ausencia de puntos de contacto, la enfermedad periodontal
avanzada, portadores de prótesis, etc. Entre ellos se encuentran los cepillos interproximales, los
irrigadores dentales, las puntas de goma y los palillos interdentales o los limpiadores linguales.
Cepillos interproximales:
Son pequeños cepillos de un solo penacho con filamentos de nylon que recubren un eje central que
suele ser de alambre, lo que permite utilizarlos en presencia de pilares de implantes y otros
elementos protésicos sin que se rayen, unidos a un mango generalmente de plástico. Existen
variadas formas (espiral, cono, cilindro, etc.) y tamaños.
También son útiles para la limpieza de espacios entre dientes y dispositivos de prótesis y ortodoncia
fijos, y para aplicar localmente agentes terapéuticos.
Es importante escoger el tamaño adecuado: debe ejercer una muy ligera presión al introducirlo
en los espacios interdentales, pero sin que ocasione molestias.
Se manejan con una acción de vaivén en sentido vestíbulo-lingual/palatino en el espacio
interdental, evitando el roce de eje metálico sobre la superficie dental. Se debe utilizar toda la
longitud activa del cepillo, cerrando parcialmente la boca mejora el acceso a las áreas más
posteriores.
Es recomendable lavar el cepillo varias veces durante cada sesión de higiene. Su deterioro con
el uso es mucho más rápido que en los cepillos convencionales y también se contaminan con el
uso, por lo que deben renovarse con frecuencia.
Uso del cepillo interproximal
Son dispositivos que permiten la aplicación de un chorro de agua a presión sobre la superficie de
los dientes, alcanzando algunas zonas de difícil acceso para el cepillo o la seda dental.
Están especialmente indicados en aquellas situaciones específicas en las que exista una mayor
predisposición a la acumulación de restos y dificultad para su eliminación por la presencia de zonas
retentivas (prótesis fijas dentosoportadas o implantosoportadas, dispositivos de ortodoncia, etc.). En
personas con enfermedad periodontal activa pueden producir efectos adversos, como dolor,
inflamación, abcesos e incluso provocar una bacteriemia, dependiendo de la presión y de la
dirección del chorro.
Los irrigadores se utilizan también con la adición de soluciones antibacterianas como soporte de
una acción química.
Raspadores linguales:
Son unos instrumentos de plástico planos que se utilizan para eliminar los depósitos alimentarios y
bacterianos que se acumulan en la rugosa superficie dorsal de la lengua. Tienen dos caras, una de
perfil ondulado que se adapta a la superficie dorsal de la lengua, y otra lisa para limpiar sus
laterales
La limpieza de la lengua debe incluirse dentro de la higiene oral rutinaria, ya que en el dorso de la
lengua proliferan bacterias cariogénicas, periodontopatógenas y anaerobios gramnegativos que
liberan compuestos volátiles de sulfuro (principales responsables de la halitosis). Al igual que los
métodos anteriormente descritos, deben ser recomendados por los profesionales de la salud oral
como suplementos de la higiene, y no como sustitutos de los métodos más básicos.
Palillos interdentales:
2.4. Dentífricos.
En relación a la eliminación o control de la placa bacteriana, los dentífricos se consideran un
elemento complementario para el cepillado de dientes, aunque hoy en día cumplen múltiples
funciones en la higiene de la cavidad oral gracias a la incorporación de diferentes agentes.
Abrasivos: materiales sólidos con la función de pulir mecánicamente los dientes. La actividad
abrasiva de un dentífrico va a depender del tamaño, forma y concentración de las partículas. En
las pastas infantiles conviene que dicha actividad sea reducida. No todos los compuestos
abrasivos son igualmente compatibles con los distintos compuestos fluorados empleados en los
dentífricos. Los abrasivos más utilizados son el carbonato cálcico, el fosfato dicálcico dihidratado,
el pirofosfato cálcico y el sílice.
Humectantes: ayudan a prevenir el secado de la pasta dentífrica una vez abierto el tubo. En un
principio, se utilizaba una solución al 50% de glicerina en agua. En la actualidad se utilizan otros
humectantes como: sorbitol, xilitol, polietilenglicoles de bajo peso molecular y propilenglicol,
cuyas propiedades confieren al dentífrico una mayor humectabilidad, evitando así el secado y
endurecimiento del producto, y disminuyendo el punto de congelación, además de mejorar la
textura y aroma del dentífrico.
Además de estos elementos esenciales, los dentífricos pueden incorporar otros elementos, con los
que se consiguen acciones preventivas y/o terapéuticas ante diferentes procesos:
Caries: la incorporación de flúor en los dentífricos es una medida muy extendida, responsable en
gran parte de la disminución en la incidencia de caries en países desarrollados.
Sarro: los pirofosfatos solubles parecen efectivos para inhibir la calcificación de la placa;
actualmente también se utiliza el citrato de zinc trihidratado.
Los agentes quimioterapéuticos utilizados como agentes antiplaca deberían tener las siguientes
características:
Baja toxicidad.
Alta sustantividad.
Mínimos efectos colaterales adversos.
Poca inducción a la resistencia bacteriana y poca alteración de la flora microbiana normal.
Efecto de acción localizada.
Bajo coste.
Disminución de la motivación del paciente, ya que puede pensar que el medicamento “hace todo
el trabajo”, descuidando así el elemento fundamental de su higiene oral, el cepillado.
Modificación bacteriana: el perfil bacteriano del paciente se puede modificar cuando se utiliza un
medicamento durante un largo período de tiempo, pudiendo desarrollar resistencia a múltiples
fármacos (aunque es infrecuente en el caso de los antisépticos orales). Por eso es más
recomendable su uso como método complementario del control de placa durante cortos periodos
de tiempo.
La mayoría de los antisépticos orales pueden interferir en la organización de la placa dental de las siguientes
formas:
Colutorios: su acción más potente es sobre la placa supragingival, pudiendo llegar únicamente
1 o 2 mm subgingivalmente, Con un sistema de irrigación dirigido a la superficie del diente se
puede alcanzar alrededor de 4,5 mm de penetración.
Geles bioadhesivos: permanecen más tiempo adheridos a los tejidos orales, por lo que la
liberación del principio activo es más prolongada.
Barnices: el barniz es pincelado sobre la superficie del diente y el ingrediente activo es liberado
supragingivalmente; sin embargo, no penetra muy subgingivalmente
Dispositivos de liberación lenta: en este grupo se incluyen las fibras, esponjas y geles
impregnados con sustancias antimicrobianas y antibióticos que se colocan en el interior de las
bolsas periodontales.
3.2.2. Agentes químicos para el control de placa de mayor uso
en odontología.
CLORHEXIDINA.
Representa el antiséptico oral de referencia, por su especial eficacia. Pertenece a la familia de las
bisguanidas y constituye el agente químico antiplaca mejor estudiado y más utilizado hasta el
momento, debido a que une una gran actividad antibacteriana con una alta sustantividad (por tener
carga positiva).
Mecanismo de acción:
Espectro de actividad:
Adhesión:
Metabolismo y toxicología:
Efectos adversos:
Excepcionalmente puede aparecer también cierta alteración de las mucosas con queratinización
y descamación y, en ocasiones, alguna alteración del gusto, aunque la queja más frecuente por
parte de los pacientes es simplemente el sabor amargo del producto.
Colutorios:
Los colutorios son el método más utilizado. Enjuagues con 10 ml de solución de clorhexidina al
0,2% han resultado supresores de nuevos depósitos de placa dental. Se ha comparado el efecto de
distintas dosis de los enjuagues bucales con clorhexidina (al 0,12% y 0,2%) sobre la acumulación
de placa dental, encontrándose que el máximo efecto inhibitorio se logra con una concentración de
0,2% y dos enjuagues al día.
Su utilización se recomienda después de las comidas y mejor por la noche, antes de acostarse,
preferentemente media hora después del cepillado si hay interacción con componentes de los
dentífricos (la combinación de clorhexidina y monofluorofosfato es incompatible, ya que
reduce la actividad tanto de la clorhexidina como la del flúor. La clorhexidina también se ve
inactivada por el laurilsulfato sódico. Por el contrario, la combinación de clorhexidina y fluoruro
sódico produce un efecto sinérgico).
Irrigaciones:
Las irrigaciones son un excelente vehículo para aplicar agentes antimicrobianos en el área
interproximal, así como supra y subgingivalmente. La clorhexidina, cuando se utiliza un irrigador
bucal, puede aumentar la penetración de la solución más allá del margen gingival, dando como
resultado una mejoría en la salud de los tejidos periodontales al conseguir una disminución del
índice de placa dental a ese nivel.
Barnices de clorhexidina:
Otros:
Los aerosoles son útiles en situaciones en las que no se pueden realizar los enjuagues, por
ejemplo en discapacitados físicos o psíquicos.
Los dentífricos tienen la ventaja de administrar el agente activo varias veces al día en
pequeñas concentraciones, aunque los efectos adversos también pueden aparecer.
Otra forma muy útil de aplicación de la clorhexidina son los geles bioadhesivos, que se utilizan
con concentraciones de 0,12-0,2%, e incluso al 1% en pacientes de alto riesgo.
ACEITES ESENCIALES.
Los aceites esenciales más utilizados son el timol, el eucaliptol, el mentol y el metilsalicilato, en
solución, solos o asociados a otros antisépticos. Se presentan exclusivamente en forma de
colutorio. Su mecanismo de acción se basa en dañar la pared celular bacteriana e inhibir la acción
de las enzimas, provocando la muerte del microorganismo.
También se ha evaluado la capacidad que tienen estos productos para reducir el mal olor bucal, y
se ha encontrado que tiene la capacidad de suprimir las bacterias odorigénicas, eliminando así los
compuestos volátiles de sulfuro de la cavidad oral.
Entre sus efectos adversos, en ocasiones pueden provocar sensación de quemazón en las
mucosas y gusto amargo, así como tinciones. La presencia de alcohol en su formulación
contraindicaba su uso en aplicaciones a largo plazo y en determinadas situaciones (por ejemplo,
ante la existencia de lesiones erosivas en la mucosa oral, durante tratamientos de radioterapia y en
pacientes alcohólicos). Actualmente existen ya en el mercado soluciones libres de alcohol.
El mecanismo de acción de los compuestos fenólicos es por inhibición de las enzimas bacterianas,
actuando además sobre la pared celular de las bacterias. Por otra parte, tienen actividad
antiinflamatoria e inhiben la actividad de la cicloxigenasa, pudiendo ocurrir este hecho a una
concentración menor que la antibacteriana.
El triclosán inhibe tanto la cicloxigenasa como la lipoxigenasa con similar eficacia, por lo que tiene
un importante efecto antiinflamatorio. Existen además evidencias que indican que tiene un efecto
analgésico por su acción sobre la transmisión neuromuscular. Otro beneficio atribuido al triclosán,
esta vez combinado con el zinc, es el de reducir la incidencia de úlceras aftosas recurrentes.
Es, por tanto, un producto con buenas propiedades a largo plazo, al que hasta ahora no se atribuían
efectos indeseables de consideración, no posee efectos colaterales adversos significativos (se han
descrito dolores y erosiones de la mucosa oral, mal sabor de boca y tinciones dentales leves, en
especial cuando se combina con el zinc) si bien recientes estudios lo relacionan con la aparición de
ciertas alteraciones metabólicas y hormonales, desaconsejando su uso en embarazadas y niños,
así como con alteraciones de la flora intestinal e incluso determinados tipos de cáncer, por lo que su
utilización es cuestionada actualmente.
No se han obtenido con ellos buenos resultados in vivo debido a su baja sustantividad; presentan
además varios efectos adversos como son la aparición de manchas dentarias, sabor amargo,
ulceraciones mucosas y un posible incremento en la mineralización de los depósitos blandos. Por
todo ello, su uso como antisépticos es hoy muy escaso.
El compuesto más utilizado es el cloruro de cetilpiridinio. El cloruro de cetilpiridinio al 0,05%
potencia la acción de la clorhexidina, por lo que en ocasiones se asocian.
HEXETIDINA:
Tiene una sustantividad muy limitada y se han descrito numerosos efectos adversos, como
alteraciones del gusto, enrojecimiento y quemazón de la mucosa oral, descamación epitelial,
úlceras orales, erosiones en el esmalte y tinciones dentales.
IONES METÁLICOS:
Los iones de cobre, zinc y estaño, cuando se administran en forma de sales metálicas y a altas
concentraciones, tienen un efecto inhibidor de la placa bacteriana. Generalmente se usan
combinados con otros antimicrobianos, como el triclosán o el flúor (fluoruro de estaño).
Agentes aniónicos:
Alcoholes de aminas:
Los agentes fluorados tienen algunas propiedades antiplaca, presentan moderada substantividad y
su mecanismo de acción parece estar relacionado con una alteración en la agregación y el
metabolismo bacteriano. Su efecto se ve favorecido por un pH ácido.
El agente fluorado con mayor actividad antiplaca y mayor substantividad es el fluoruro estañoso
(SnF2) y su acción es atribuida al ión estaño, cuya concentración más efectiva es de 0,3 a 0,4%.
Sus efectos adversos son mal sabor, posibilidad de que aparezcan tinciones sobre los dientes, alto
coste y vida media corta. La presentación en que más frecuentemente se consigue es en gel.
Para que la placa sea visible, el depósito debe tener un cierto grosor, por lo que al inicio de su
formación es preciso recurrir a medios colorantes que tiñan la placa y la hagan evidente para poder
valorarla. Estos productos se conocen como reveladores de placa. Los principales objetivos de
los reveladores de placa son:
Los reveladores de placa permiten mostrar al paciente en la consulta odontológica las superficies
dentales que aparecen teñidas tras haber realizado el procedimiento de higiene habitual (cepillado,
seda y, en su caso, colutorios), chequeando la efectividad del mismo (se considera que la higiene es
aceptable cuando aparecen teñidas el 10 % o menos de las superficies bucales) y, en caso
necesario, instruirle sobre la técnica, instrumental y medios más adecuados para realizarla.
Los agentes reveladores de placa son preparados disponibles en diferentes presentaciones
(generalmente en forma de líquidos o de tabletas) que contienen colorantes que se fijan sobre las
zonas de las superficies dentarias en las que existe depósito de placa bacteriana. Existen
reveladores para uso doméstico o profesional (siendo habitual en las consultas de odontología para
detectar y cuantificar la placa así como para realizar educación sanitaria del paciente).
Los agentes reveladores deben cumplir diferentes propiedades para asegurar su objetivo, entre los
que cabe mencionar: estar carentes de toxicidad y tener un sabor agradable, colorear o contrastar
adecuadamente las zonas con placa (destacándolas del resto de superficies orales) y ser fácilmente
eliminables tras su uso.
La tinción puede ser monocromática (utilizando un solo colorante) o dicromática (dos colorantes que
permiten diferenciar la placa nueva de la antigua) y basarse en métodos químicos (la mayoría de los
colorantes) o físico-químicos (lectura de la coloración mediante luz ultravioleta: fluoresceína).
Mediante la disolución o masticación de las tabletas (se mezclan con la saliva del paciente y se
hace que este pase dicha solución por todas las superficies dentarias, tras lo cual se le pide que
se enjuague con agua antes de visualizar la placa).
Mediante la colocación de 2 o 3 gotas de la solución colorante en la punta de la lengua del
paciente (se le solicita que pase la lengua por todas las superficies dentales, tras lo cual se le
pide que se enjuague con agua).
Mediante enjuague bucal (en caso de disoluciones que contengan colorantes alimentarios).
Pasando una torunda de algodón sujeta por pinzas de exploración por las superficies dentales
del paciente (cuando se utiliza isocianato de fluoresceína y cuando se explora a niños y
pacientes discapacitados).
Es interesante destacar que los agentes reveladores presentan cierto grado de actividad
antimicrobiana. Aunque no se ha observado una inhibición cuantitativa a corto plazo del crecimiento
de la placa, el empleo a largo plazo de los reveladores en el domicilio del paciente favorece las
diferencias cualitativas en la composición de la placa.
Para conseguirlo hay que introducir al paciente en un programa control de placa y conectar
directamente con lo que se llama educación sanitaria.
Para conseguir un hábito positivo se debe realizar un programa control de placa individualizado
para cada paciente que comienza en el consultorio y continúa en el hogar, teniendo en cuenta que:
El programa se llevará paso a paso, promoviendo la participación del paciente y estimulándolo
continuamente.
En cada cita se valorarán los progresos realizados por el paciente en cuanto al control
doméstico de la placa bacteriana, reforzando los logros positivos y corrigiendo aquellos
aspectos que sea necesario mejorar.
La utilización de medios visuales (revelador de placa, imágenes y videos, etc.) resulta de gran
utilidad a la hora de instruir a los pacientes.
Si el paciente tiene una buena técnica de cepillado, es decir, controla bien su placa y no lesiona
las estructuras bucales, esta técnica no debe ser modificada por el higienista sino reforzada (se
reforzará su mejora en aquellos lugares donde el control sea defectuoso).
Sin embargo, si la técnica es insuficiente o inexistente, el paciente debe ser instruido en las
técnicas de cepillado de nuevo. Para ello, el higienista debe conocer las distintas técnicas de
cepillado aceptadas actualmente para el correcto control de placa, y decidir cuál es la más
adecuada para el nivel intelectual y la destreza manual de cada paciente.
Conocer los diferentes modelos de cepillos y los medios auxiliares para la higiene bucal.
Mostrar el método de una forma sencilla.
Dar instrucciones sobre el cepillado dentario y la aplicación de los medios auxiliares
controlándolo con el espejo.
Solicitar al paciente que realice los ejercicios bucales bajo su control.
El paciente debe:
Progresivamente irá adquiriendo los conocimientos y técnicas adecuadas para remover la placa
bacteriana, estando sometido a un control de placa, de forma que se pueda apreciar su evolución,
tanto positiva como negativa.