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SINOPSIS

Daniel Castro vive su vida felizmente, tiene una familia que lo ama y acepta como es y su
sueño es entrar a la universidad para superarse personalmente.
Cuando Jamie Oliver McKenzie, el heredero de una de las empresas más exitosas del país
entra Daniel se verá acompañado de un tumulto de situaciones difíciles que afectarán
también a su f

Pero Jamie tiene un sueño: quiere ser libre, quiere amar y ser amado por quién es y no por
lo q sabe perfectamente que la única persona que lo hará es Daniel aunque su madre no lo
aprueb

Para bien o para mal, Jamie y Daniel intentarán seguir juntos... sin importar cuántas cosas
tend para cumplir sus sueños.

............
Jamie Oliver McKenzie se siente encerrado en una jaula invisible que le impide ser
feliz. Y Daniel Castro Olivero es un alegre muchacho que lo liberará de todos
sus miedos.
Segundo libro de la serie: Amando a Amado.

2
Capitulo 01

El sonido de un despertador fue el que hizo que me despertara, había pasado una
semana desd de casa y todavía extrañaba el canto de los gallos.

El cambio había sido abrupto e inesperado, pero increíblemente necesario.


Toda la semana estuve cabizbajo, pero los cambios eran buenos y este no era la
excepción, por sacudí para que todo sentimiento negativo se fuese de mi cuerpo.
Necesitaba sentirme mejor. anterior había tomado la inteligente decisión de salir del
clóset, porque era tradición salir del cl uno se muda a una casa nueva, en un lugar nuevo,
¿verdad?

Me reí mientras me ponía de pie, me puse mis chanclas porque no quería pescar una
maldición bruja de Villa Azul y me dirigí al baño, ya que antes de decirle a mi familia que
mi atracción sex romántica estaba inclinada más para los hombres que hacia las mujeres,
–que bonita forma de maricón–, debía estar limpio.

—Las brujas no existen —murmuré en voz baja, entonces pensé en la señora que vivía
junto a pueblo y me estremecí como si hubieran pasado un gigantesco cubo de hielo
por mi espalda — existen.

Volviendo al tema. Antes de contarles, yo debía hacer popó. Extrañamente cada vez que
desper daban ganas de hacer popó.
Entré al baño y al terminar me bañé y me vestí, luego, salí de mi habitación listo para
decir mi secreto.

No sentía miedos, porque mi familia nunca fue intolerante con personas de la comunidad
LGBT tenía dudas. Dudas enormes en si era correcto contar esto.
Caminé por el pasillo de los cuartos y cuando llegué al punto que los dividía de la sala,
me qued cortina que se usaba de protección para cubrir lo que estaba atrás, sentí un
retortijón en mi est tenía miedo. Más bien estaba preocupado. Suspiré, negué con la
cabeza y salí.
Mi mamá estaba en la cocina como era de esperarse. Mi padre estaba sentado en su silla
ayudá los alimentos con el cuchillo.

Mi hermana mayor estaba tomando café, mi otro hermano mayor estaba mirando su
celular co tuviera la culpa de su soltería y mis dos hermanos pequeños veían dibujos
animados hasta que listos para irse a clases.

Entonces suspiré otra vez y dije.


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—Necesito hablar con ustedes.
El primero en verme fue mi padre, sus ojos negros siempre me veían con un amor al
que no le ocultar —¿Qué pasa, Dani?

—¿Estás enfermo? ¿Necesitas dinero? ¿Quieres algo para tu habitación? Sé que le


tienes miedo oscuridad, puedo comprar unos focos pequeños e instalarlos después,
¿Va? —me atacó Santiag hermano, viéndome preocupado. Él era alto, fornido, más dulce
que un algodón de azúcar y tan un pequeño perrito.

Yo negué con la cabeza —Ya estoy bien con los que pusiste —le dije, él sonrió tranquilo.
—¿Entonces de qué quieres hablar? —preguntó Verónica, mi hermosa hermana. Al
igual que yo pelo castaño, pero ojos color café, una boca pequeña y rosada y unas
pestañas tan largas que c abanicaba podía incluso hacer que un presidente renunciara
a su cargo.

Yo tragué saliva y dije lo que tanto quería decir desde que llegamos a la casa: —Soy gay.
Es eso.
Ninguno me miró como me espere, llenos de asombro o por lo menos con disgusto.
Sus ojos d que no le impresionaba mi confesión.

Santiago dijo: —¿Eso es todo?


Verónica, en cambio, sonrió y dijo: —¿Algo más?
Mi padre dejo de pelar las papas y me miró con una ceja levantada, evaluando mi rostro
deteni embargo, seguía esa mirada amorosa en sus ojos. Luego volvió a ver a mis
hermanos y dijo:

—¿Acaso no lo había dicho ya? Pensé que lo sabíamos.


—¿Qué? —quise saber, sorprendido. Yo no había dicho esto antes.
—Sí —dijo mi madre, saliendo de la cocina y poniendo en la mesa el plato con avena para
mi p hermano —, ya sabíamos que eras gay. —Ella trajo su gran cuerpo hacía mí y me
abrazó, luego beso en la frente. —Te amo, siéntate a desayunar.

—Acabo de decir que soy gay. —Repetí, recordándoles lo que dije anteriormente.
—Te oímos —dijo Santiago.
—Nosotros también —gritaron Laura y Mariano, mis dos hermanos más pequeños, los
cuales e Yo me senté en la silla, completamente sorprendido. ¿Cómo es qué se lo
tomaron tan bien? ¡Es

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Luego negué con la cabeza, mi familia era muy relajada, muy buena, muy amorosa,
siempre en buscaban la manera de hablar sin llegar a lastimar a nadie porque ponían el
amor en primer lu era de esperarse que sus reacciones sean increíblemente buenas.
—Pensé que esto sería más difícil. En las películas y en las telenovelas que ve mamá se
ve difíci libros.
—A veces es difícil, pero no siempre es así, mi vida—me respondió Verónica, riéndose
—, lo qu difícil es que papá me pague.

—¿Pagarte qué? —Preguntó él, mirándola.


Verónica bufó: —La apuesta —murmuró como si estuviera quejándose de algún dolor y
luego Recuerda que apostamos esto, que Daniel saldría del clóset cuando nos
mudáramos a Villa Azu siempre nos dice o hace algo nuevo cada vez que nos mudamos,
lo cual era muy seguido antes

—¿Ustedes hicieron qué? —Exigí mientras me ponía de pie de


un salto. Esta vez, sí había terror en sus miradas.
Papá habló primero: —¡Fue idea de tu madre! Yo dije que no iba a participar en eso, pero
ellos obligaron.

Mamá gritó: —¡Mentira, el invento fue de él!


Lo miré con cejas fruncidas y un puchero: —¿Ustedes apostaron para ver cuál era mi
sexualida
Santiago dijo que sí tan naturalmente que me sorprendí al ver que él se tomaba esto
como si fu Sin embargo, tragué saliva y me senté nuevamente.

La curiosidad de saber quién había apostado que no diría nada le ganó a mi casi
creciente enoj
—¿Quién apostó que lo haría?
Mamá levantó la mano mientras se sentaba, Santiago también lo hizo y Verónica
también. Inclu mellizos mientras se acercaban.

Miré a papá.
—¿Tú dijiste que no? —él se dobló de hombros, suspirando —¿Tan poco me conoces? No
sé, pe ofende más que hayas apostado sobre mi sexualidad. Me duele.

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—¡Pensé que dirías otra cosa! No sé, como que... ¿Pasaste en la universidad? Algo
así. Mire a mis hermanos e ignoré a papá por no conocerme —¿Cuánto
ganaron?
—Vente mil cada uno —respondió Santiago.
—¿Tan poco vale mi sexualidad? —les espeté y los amenacé con mis dedos largos —
¡Deben dar de todo!
—¡Yo no te voy a dar...! —Gruñí, acercando mis dedos al rostro de mi hermana. Ella
gimió con u
—Vale, vale, esta bien. Te lo debemos después de
todo. Todos rieron y yo me sentí bien. Me sentí
en paz.

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Entonces mamá dijo: —Te amamos, Dani. No importa si eres gay, trans, travesti.
Transgénero. A Lesbiana.

Me sentí contento con las palabras, pero respondí:


—No puedo ser lesbiana, mamá. Soy hombre.
Por el modo en que levantó su ceja, supe que se venía una respuesta inteligente.
—¿Y si alguna vez decides cambiarte de sexo y por casualidad te enamoras de otra mujer,
la cu No pude argumentar ante su lógica.
—Bien, si puedo ser lesbiana. — Ella sonrió triunfante y besó mi frente. —Te amo —los
miré a t ellos sonreían. Me miraban con amor. Cómo si yo fuera el objeto más preciado
que tenían y yo igual porque ellos eran los míos —Los amo y gracias.

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Capitulo 02

Estaba sentado tranquilamente en el banquillo de la Universidad de Villa Azul,


preparado ment la entrevista de solicitud de la beca que había pedido.
Mi padre había dicho que esta universidad, junto con la de San Félix eran las mejores de
la ciud yo quería estudiar en la anterior mencionada, ya que las oportunidades laborales
eran más pro conseguir.

—Daniel Castro Olivero —me llamó una mujer, ella estaba de pie en la entrada de la
puerta, qu muy grandes nos decía que era la Oficina de Admisiones.

—Soy yo —respondí, poniéndome de pie, los nervios estaban comenzando a trabajar


en mi est que el resultado de esto sería un pedo.

Por favor, Dios. Que no sea así.


Después de haber entrado, la mujer se sentó detrás de su escritorio en una silla
giratoria y me se encontraba de frente —Vamos, siéntate.

Me senté, una sonrisa estaba en sus labios mientras veía mis movimientos.
—¿Cómo estás?
—Bien, gracias. ¿Y usted? —susurré en voz baja, ella asintió levemente.
—También estoy bien, me alegro que tú también lo estés. Mi nombre es Wendy Salas,
mucho g esperó mi saludo de vuelta y cuando lo hice, no añadió nada más, sino que dijo:
—Cuéntame, D solicitud dice que te gustaría estudiar Comercio Internacional y Finanzas.
¿Qué me puedes deci eso?
Respiré lentamente, lamí mis labios y volví a sonreír. La mujer que tenía de frente, no
parecía ll treinta años todavía, sus ojos irradiaban bastante amabilidad y atención.
—Bien —comencé diciendo, mirándola fijamente—, se sabe que el mercado es el que
mueve al en todos lados, en tu barrio, en el mío, en el centro, en empresas. Incluso aquí
en la Universida estudiar esta carrera no sólo me ayudará a conocer otros ámbitos que
estén relacionados con e las finanzas, sino que también me dará un conocimiento más
complejo de lo que es el sector co país, por lo que de esa manera... Se pueda expandir
un negocio al exterior.

—Tienes una idea muy clara de lo que es esta carrera, Daniel. Por lo que entiendo, estás
busca expandir ese negocio fuera del país, sino que dejándome llevar por tus palabras,
entiendo que quieres poseer tu propia empresa.

Asentí antes de responder.


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—Lo hago, quiero tener mi propia empresa de exportaciones, así expando la
retroalimentación del país con el exterior.

Ella me miró, había compresión en su rostro y pude reconocer sus buenos deseos
cuando sonr
—Daniel, conseguir un beca en esta universidad es difícil, de San Félix, es de las más
demandad estoy viendo que tienes grandes oportunidades de obtenerla. Tus profesores
hablaron muy bie carta que nos enviaron, tienes unas notas excelentes y tu puntaje en el
ICFES supera al de muc aquí matriculados... Es difícil porque no cualquiera la obtiene, se
necesita de suerte... Pero com bastantes oportunidades de recibir un sí, estoy segura.
Tragué saliva, mordí mi labio superior y parpadeé varias veces para espantar mis
lágrimas, ella nuevo y eso me ayudó a alejarlas y reemplazar mi expresión a una
sonriente.

—Cuéntame sobre tu
familia. Asentí otra vez y
dije:
—En la casa somos... 6 personas, conformados por: mis dos hermanos mayores, mis
dos herm mi mamá y mi padre... en realidad es mi padrastro, pero eso no... no lo digo
siempre —sonreí t
—Saúl es su nombre, él me dio su apellido porque conoció a mi mamá cuando ella
estaba emb mí.

—¿Puedes explicarme eso un poco más?


—Por supuesto —le respondí con toda honestidad —. Mi madre y mi hermano
Santiago... Vivía muy pequeña en Montes de María, allá... —mordí mi labio, viéndola
con un poco de nervios. Ha familia era maravilloso para mí, siempre y cuando no tocara
este tema tan oscuro y doloroso p
—. Mi mamá vivía con un hombre que la maltrataba. Los maltrataba, mejor dicho. Así
qué un d un día dijo: "no aguanto más". Y huyó.
»Huyó con mi hermano y un bebé en su vientre al que desconocía llevar en él, al poco
tiempo c padre, en ese entonces ya ella sabía que estaba embarazada, así que... No
quería aceptarlo, aca de una relación, aunque no sé si sea bueno llamar eso relación.
—Te entiendo —me dijo Wendy con una sonrisa grande —. No se puede llamar
"relación" a alg reina la violencia.

Asentí porque estaba de acuerdo con ella y entonces continué con lo último de mi
relato.
—Ella estaba embarazada y tenía otro hijo más grande, así que veía eso como
impedimento pa pero finalmente mi padre se ganó su corazón y... Decidieron intentarlo,
él tenía en ese entonce Verónica, su madre murió en el parto y él creció con papá, en
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esos Vero tenía como... 5 años y S Ellos se amaron de inmediato. Y me amaron a mí aún
cuando ni siquiera me conocían. Sin verm cómo iba a ser yo, ellos me amaron. Todos.
Incluso la madre de Saúl, ella me dice: "nieto" a San Esa es mi familia, señora Wendy
Salas. En esta familia hay amor, hay respeto, hay vida. Hay uni

Ella asintió y parecía ser que eso era lo único que podíamos hacer los dos antes de decir
algo.

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—Daniel, lo repetiré: tú te mereces la beca.
....
La entrevista terminó y me tocaba irme al restaurante para comenzar a trabajar en mi
súper tra domiciliario y como no quería caminar hasta allá, decidí esperar por el bus.
Pero entonces le agradecí a mi suerte, porque justo ahí, en el paradero de autobuses,
estaba Ve auto de su mejor amiga: Ivonne Fontalvo. Ella sacó su mano por la ventana y
me llamó.

—Hola, Dani. —Me saludó Ivonne.


—Hola, hermanito. —Me saludó Verónica y oh, Dios mio, yo reconocí la maldad en su
voz. ¿Qué estás planeando pestañas largas?

—¿Qué harás ahora?


Di un paso hacia adelante como si eso me ayudaría a saber el plan que pasaba por la
cabeza de
—Trabajar.
—Diego me dijo que te dio el día libre por lo de la entrevista de trabajo —comentó
Ivonne, mir una ceja levantada y la otra inclinada.

Yo no quise contradecirla porque Diego era su primo y el dueño del restaurante y


además, grac que obtuve ese trabajo, porque de lo contrario todavía estuviese en busca
de uno.

—De todas formas terminé temprano y puedo ir.


—De ninguna manera —dijeron las dos al unísono y ese tono malicioso, pero también
lleno de voces, fue como si me apuntaran con una pistola, porque me eché hacía atrás
con las manos le

—¿Qué están planeando, engendros satánicos?


—Nada —dijo Ivonne con inocencia y yo casi le creí.
—Nada —repitió Verónica, pero entonces dijo: —, solo que tienes una cita.
—¿Una cita?
—Sí —dijo en respuesta y estiró su brazo para abrirme la puerta de atrás, yo
inmediatamente e senté, mirándolas con mi ceño fruncido listo para intimidarlas, pero no
funcionó —. Instale grin celular y puse una foto tuya con una pequeña descripción, un
chico te habló casi al instante y te con él.

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—¿Estás loca? ¡Eso es ilegal, Verónica! Y... Peligroso cuando se trata de ir a ver a un
desconocido Ella bufó —Van a verse en El Cielo.

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—¿Me van a matar? —Pregunté, poniéndome la mano en el pecho, pero en realidad
ella estaba Centro Comercial más visitado de Villa Azul.

—¿Entonces estas listo?


Yo fruncí el ceño con la misma intensión que antes, pero tampoco logré intimidarlas.
—¿Tienes datos?
—Sí —le respondí a Ivonne y ella tendió su mano, pidiéndome el celular. Se lo di
porque cuand pedía algo uno debía dárselo sí o sí —Te voy a instalar grindr, entraré a tu
cuenta y te dejaré en allá te vas a ver con MK.

—¿MK? —Pregunté con una sonrisa burlona —¿Quién se cree él: "medicamentos
totalmente co
Ellas rieron y entonces Ivonne me pasó mi celular, la aplicación era oscura y su interfaz
era bas de entender, estaban sus nombres o pequeños seudónimos, entendía que
querían estar en el a que fue comprensible para mí que pocos tuvieran fotos reales,
también había una pequeña ind mostraba en kilómetros o en metros, que tan cerca o
lejos, estábamos de ciertos perfiles.

Entendí eso tan rápido que me imaginé siendo uno de los desarrolladores de la app.
—En dónde está la cosita que parece un buzón, están los mensajes. Ignora lo otro,
son como lo que daban en hotmail antes, pero con intenciones más perversas.

—Bien, ignorare los zumbidos perversos, pero le haré caso a los mensajes de tipos
potenciales seriales.
—Ninguno de ellos es un asesino serial —incluso Verónica pudo sentir la duda en la voz
de Ivon miró un poco alarmada.

—Si algo le pasa a mi hermano, te mato, Ivonne.


—Lo máximo que le puede pasar es que pierda su virginidad.
Yo tosí y ellas me miraron, pero el bus que se estacionaba aquí para recoger a las
personas pitó tuvo que encender su Mazda y ponerlo en marcha, evitando de esa forma
un interrogatorio sob sexual.

Como quién dice, salvado por el bus tardío.


....
Llegamos al Centro Comercial de Villa Azul más rápido de lo que pensaba e
inmediatamente se de nervios al saber que me iba a encontrar con un chico que según su
perfil de grindr media 1. casi 72 kilos, era fornido, le gustaba la música de Taylor Swift,
el cine ochentero, la comida y ver estrellas.

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Ah, también decía que no tenía VIH y eso solo me hizo preguntarme qué tan cierto y
confiable persona que dice eso en una plataforma donde obviamente abundaba el sexo.
—Bueno, Daniel, te llegó la hora. —Me dijo Ivonne, mirándome con una sonrisa.
—Ustedes ni siquiera me preguntaron como me fue en la entrevista, qué malvadas.
—No lo hicimos porque sabemos que te fue bien, eres inteligente —me dijo mi
hermana dulce perdoné por usurparme y planear una cita con un tal MK.

Iba a decir algo, pero mi teléfono


vibró. Un mensaje en grindr, de
parte de MK.
MK: según esto, estás a 50 metros de mí. Aclaro algo, no soy un psicópata. Solo me di
cuenta de iba a escribirte para decirte que he llegado.

Leí el mensaje en voz alta y joder, me sentí más intimidado con este hombre.
—Esto es muy raro —siseé en voz baja —. ¿Qué podemos pensar cuando un tipo que no
conoc que no es psicópata?

Como era de esperarse, ninguna de ellas respondió. Escribí el mensaje de respuesta de


inmedi Yo: ¿Sabías que la mayor parte de los psicópatas que hay en el mundo, nunca
aceptan que lo so Su respuesta fue rápida y carajo, me hizo sonreír.
MK: Te aseguro que no soy uno, si lo fuera, te hubiera citado en el Averno Azul...
¡Tétrico!
Yo: Eso me haría pensar que además de psicópata, prácticas brujería. ¿Quién en su sano
juicio persona a un bosque embrujado? Respuesta correcta: ¡Un psicópata endemoniado!
Además, es que lo seas si me invitas a un lugar público, porque así generaría confianza.

Mk: Jajajaja. ¿Dónde estás? Yo estoy en la zona de comidas, entra. Te invitaré un


helado. Yo: ¿Lo compraste antes? Porque no comeré algo que probablemente tenga
un somnífero. MK: Oh, no creo que sea muy buena idea dormirte en una zona tan
pública.
Ivonne rio mientras estaba de acuerdo, mi hermana me miraba como si de repente me
descon lamiendo sus labios que vino acompañado de un largo suspiro, me preguntó:

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—¿No estabas en desacuerdo con esto?
Yo le dije: —¿Ves la foto de este chico? ¡Es hermoso! Tengo que verlo, oportunidades
cómo está ven una vez.

Ivonne dijo: —Además él es Piscis, cambian de opinión rápido.

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Su explicación pareció ser suficiente para Verónica, porque no añadió nada y me deseó
suerte, me bajara del coche y fuese por mi cita, que sinceramente, había comenzado
nuevamente a so gran locura. Inaceptable.

MK: ¿Vas a venir?


Yo, después de un minuto entero viendo la pantalla y a las chicas dentro del Mazda: Sí.
Me despedí de ellas moviendo las manos y luego empecé a caminar en dirección a los
locales d rápida, esto era una locura.
No conocía a este chico y la cita había sido planeada por mi hermana y su mejor amiga,
así que como era que yo me estaba dirigiendo hacia allá sin ningún tipo de queja.

....
Reconocí a MK desde el momento en que lo vi, estaba de pie, cerca del puesto de perros
calient a medio comer y cuando me vio, me saludó con una sonrisa y la boca llena de
pan. Inmediatam acercó y yo sentí el impulso de echarme para atrás.

—¿Junior?
—¿MK, medicamentos totalmente confiables?
Él rio, pero por su ceño fruncido supe que no había entendido el chiste, entonces añadí:
—Ya sabes, los productos farmacéuticos.
—Ah... ¡Cierto! Pero en realidad mi nombre es Jamie Oliver McKenzie y el MK es por
McKenzie. explicó, su era voz suave como la caricia del viento y le daba un toque más
tierno a su rostro po una mirada dulce, atenta y demasiado amable.
Estaba de pie frente a un psicópata. Uno real. Cumplía con todas las características de
uno, incl belleza física, porque él era alto tal y como decía su perfil de grindr, tenía los
ojos grises aunque extrañamente parecían tocar un diminuto color verde suave. Llevaba
el cabello bien peinado y l usaba hacía que se viera negro y brillante.
Suspiré para responder —Genial, aunque hubiera quedado mejor McK y no te hubiera
confund empresa de productos farmacéuticos. Y por cierto, mi nombre es Daniel, no
Junior.

Pensé que decir mi verdadero nombre sería lo mejor, ya que él había dicho su nombre
complet puede haber sido una mentira si no fuese por la camisa que llevaba con un logo
que decía: "Jam McKenzie", él se dio cuenta de que estaba mirando eso y me explicó sin
ni siquiera preguntarle

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—Es mi uniforme del trabajo, lleva mi nombre,
sí. Asentí.
—¿Eres de pocas palabras? En el chat "hablas" más.

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Ahora reí porque me había avergonzado.
—En realidad estoy pensando en como sería el titular de las noticias de mañana
cuando salga e periódico la noticia de mi muerte: "Encuentran cadáver sin vida de Daniel
Castro en las afueras Azul".

—Se supone que si hayan un cadáver es porque no tiene vida —dijo él, poniéndose a
mi lado y caminar. No sé si fue instinto o qué, pero empecé a seguirlo.

—Ese es el chiste, genio.


—¿Acaso tienes un stand up comedy?
—Si tuviera uno me llamaría MK y no Daniel.
Él levantó sus manos como si lo hubiera apuntando con una pistola y se carcajeó.
—¿Cuál es tu helado favorito?
—Mantecado —respondí riéndome entre dientes.
MK se sentó en uno de los lugares vacíos y me pidió que hiciera lo mismo, no pasaron ni
siquie segundos cuando una mujer llegó a atendernos.

Yo pedí mi helado de mantecado y MK accedió por uno de chocolate con brownie.


—¿Por qué usas grindr? —quiso
saber. Odiaba ser tan sincero,
porque dije:
—Hace tres días salí del clóset y mi hermana al parecer quiere que encuentre novio
porque ins su celular y luego en el mío.
Él asintió varias veces, la chica puso nuestros helados en la mesa y se despidió de
nosotros des le agradecimos.

—¿Me estas diciendo que tu hermana usó grindr en su celular haciéndose pasar por ti?
—Eso dije, sí.
El rio: —Ahora entiendo porque tus cosas favoritas son ver el atardecer mientras
escuchas mús del Rey.

Lamí el sabor del helado de mi lengua y lo miré fijamente, él entendió lo que yo decía
con mis o

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—¿Te gusta ver el atardecer mientras escuchas a Lana del Rey?
—Ambas cosas son relajantes —intenté defenderme, metiendo la cuchara en el helado
—¿A ti eso?

19
MK se dobló de hombros, terminó de comer su helado y me dijo:
—Daniel... ¿tu hermana no te contó lo que
hablamos? Negué con la cabeza lentamente.
—¿Tampoco leíste el chat antes de venir aquí?

—No, no tuve tiempo —dije, ahora si que me sentía intimidado.


¿Y si Verónica había dicho que este tipo y yo podíamos tener sexo legal y seguro en
los baños d comercial?

—Daniel...
—Mira, dime qué fue lo que ustedes hablaron ahora mismo porque estoy muy nervioso
y no pu mi helado de mantecado estando así.

Su sonrisa se extendió en su rostro hasta convertirse en una dulce carcajada.


—Bien, no sé porque esto me parece normal a pesar de ser tan raro... Digo, tu hermana
instaló teléfono, mantuvo una conversación conmigo hasta el punto de hacer que nos
viéramos person luego instaló la aplicación en tu teléfono sin darte información de
nada.

—Parece chiste, pero es anécdota —susurré —. También parece mentira, pero es cierto.
—¿Estuviste de acuerdo con todo eso? ¿Incluso de venir aquí?
—No y sí —él me pidió explicaciones y yo se las di —. No porque lo que hizo estuvo muy
mal, o usurpó... Y lo peor de todo es que planeó esto sin mi consentimiento. Y sí, porque
cambié de op vi tus fotos.
Él rio de nuevo y carajo, ese sonido era como el alcohol para los borrachos y la cocaína
para los drogadictos: adictivo.

¿Se puede ser adicto a la risa de alguien?


—Grindr está lleno de chicos que solo buscan sexo.
—Te creo. Vi un mensaje de un chico que se hizo llamar "Activo Pichón" y en vez de
decirme "h es de esperarse-, me mandó la foto de su pene.

MK volvió a reírse y me respondí la pregunta yo mismo: sí, se podía ser adicto a la risa de
alguie

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—Lo que hablé con tu hermana fue que que yo soy nuevo en Villa Azul y quería
conocer alguien enseñarme cosas de la ciudad. Por eso estás aquí hoy.

Chasqueé la lengua contra mi encía —Lamento decepcionarte, pero yo también soy


nuevo en la ciudad…

—Sí, eso me lo dijo —lamió sus labios.


—¿Entonces me invitaste para perdernos los dos juntos mientras conocemos Villa
Azul?
—No —susurró entre risas —, lo hice porque nunca vi intensión sexual en sus mensajes.
Todos llegaban eran: "¿Cuál es tu rol?" "¿Tienes sitio?" "¿Eres vergón?" Y... No me llama la
atención ese gente. Te invite por eso, pero ahora me entero que hablaba con tu hermana
y no contigo. Así q esperar.

—Lo único que puedo decirte es que ella me conoce más que nadie en el mundo, así
que no te
Él sonrió ampliamente, señaló a la mesera que comenzó a acercarse y le tendió una
tarjeta de c Mastercard.

—Tu hermana me contó que quieres estudiar Comercio Internacional y Finanzas y que
justame una entrevista para acceder a una beca.

—Sí, así es... Mi hermana te contó muchas cosas de mí.


—Lo hizo... —él asintió —. Esto parece tan irreal, créeme que está anécdota la contaré a
mis ni a tener hijos.

—¿Qué les vas a decir? "Oh, nietos, un día invité a salir un chico y luego me enteré que
era su h quién hablaba conmigo y luego esa bruja mandó a su hermano y él aceptó ir
como si nada porq que yo era jodidamente hermoso"?

—Primero, mi voz no suena así. Segundo, ¿quién carajos les dice "nietos" a sus nietos
directam tercero, acabas de decir que soy hermoso. Qué lindo. Gracias.

Puse los ojos en blanco, pero para mi mala suerte, no aguanté la


risa. De pronto, el teléfono de MK sonó en su bolsillo y él lo sacó.
—Es mi madre —me explicó, no respondió a la llamada, pero luego movió su boca
mientras veí porque seguramente leía un mensaje. Después de eso, me miró y dijo: —Me
disculpo, Daniel, p irme.

Asentí sin saber qué decir.

21
Capitulo 03

Llegué a la casa con una media sonrisa y mil maneras de insultar a Verónica por haberme
hech autorización, abrí la puerta y lo primero que recibí fue a toda mi familia con caras
preocupadas asustada Verónica sentada mientras tomaba lo que evidentemente era agua
con azúcar.
Cuando ellos me vieron, corrieron hacía mí y comenzaron a tocarme por todas partes,
parecían buscando alguna herida en mi cuerpo.

Mamá dijo: —¿Estás bien?


Papá dijo: —¿Alguien te hizo daño?
Santiago dijo: —Esa bruja vendió tu virginidad, ¿verdad?
Parpadeé varias veces, lamí mis labios al mismo tiempo y entonces me reí entre dientes
mientr más hacia adentro.

—Estoy bien y nadie me hizo daño y no, ella no lo hizo. ¿Qué tiene Vero?
—Mi mamá la regañó por andar buscándote novio por Internet —dijo Mariano,
resignado ya de familia tan loca como nosotros.
—Ajá, Vero cómo que no ha visto la Rosa de Guadalupe. ¿Acaso no sabe qué usar esas
cosas de para buscar novio son peligrosas? ¡Pudieron haberte secuestrado! ¡Y violado!

—¿Cuántos años tienes, Laura? ¡Tú no deberías saber qué es violación! —la regañó
ahora Santia
—Tengo 10 años y mamá nos enseña cosas así. Ella dice que una buena educación
sexual hace adolescentes y futuros adolescentes no cometan errores como
embarazos no deseados o viola hombres sucios.

—Y mamá tiene razón. —Dijo nuestro padre con mucho orgullo en su voz.
Me acerqué a Verónica, ella me miró con un puchero y parpadeando varias veces,
ocasionando pestañas humedecidas por las lágrimas, se vieran más tiernas.

—Lo siento, Dani. Sé que hice mal en usar tu foto para una aplicación de citas, pero
nunca hub intención, nunca. Yo solo... Solo quería que conocieras a alguien.

Agarré su mejilla con una sonrisa, ella achinó sus ojos mientras me veía con una notable
espera principio sentí un poco de rabia por lo que había hecho, pero tenía que aceptar el
hecho de que obligado a ir, yo había accedido a hacerlo sin tantas quejas después de ver
la foto de McKenzie, culpabilidad que ella sentía debía disminuir en este momento.
22
Entonces dije: —Mi vida, lo que hiciste, lo hiciste porque quizás querías que yo
encontrara a alg quien estar, pero esa no es la manera... ¿Está bien? Eso es algo que debo
hacer yo mismo. Yo so relacionarse con otras personas para ver si de alguna u otra
manera, encuentre a lo que suelen media naranja". Soy yo quién debe hacer todo eso.
Soy yo quien debe equivocarse o acertar. Po preocupes, yo estoy bien. Mírame.

—Pudo pasarte algo —me dijo, en un vago susurro que a lo mejor no fue oído por el
resto de la
—Pero no me pasó nada.
Asintió aliviada, estiró su brazo para acercarme a ella y me abrazó fuertemente mientras
repetí vez que lo sentía. Yo respondía la misma cantidad de veces, que no se
preocupara. Que la ama estaba bien.

...
Después que nos calmáramos, mamá trajo en un recipiente de vidrio papas fritas con
salsa de t rayado y una jarra con jugo de mora, nos sentamos frente al televisor para
ponernos a ver la no y justo cuando creí que el tema de mi entrevista con Wendy Salas
iba a quedar en el olvido, San preguntó:

—¿Cómo te fue en la entrevista, sonrisitas?


El apodo que usó me lo habían puesto mis hermanos mayores ya que yo siempre
andaba sonri no fue extraño cuando sonreí automáticamente y contesté:

—Bien, la señora Wendy Salas, la que me atendió, dijo que yo tenía muchas posibilidades
de en universidad. Que me pueden dar la beca, pero primero debo hacer un examen. La
entrevista la que te aprueben la realización del examen.

—¿Te dijo ella como vas a obtener la respuesta de que si puedes o no, realizar el
examen? —Qu mi papá, masticando con la boca abierta y mi querida madre lo golpeó en
la pierna antes de re su mala educación.

—Sí, dijo que me enviarían un e-mail.


Todos seguíamos riendo porque papá se estaba quejando por el golpe que se le dio.
—Yo solo espero que pases, hijo. Te lo
mereces. Negué con la cabeza.
—No los merecemos. Recuerda que todos somos uno solo.

23
....
Entré a mi habitación después de haber terminado de cenar y me senté en la cama con la
inten descansar, tenía que levantarme temprano porque debía hacer doble turno en el
trabajo ya qu un día libre en mi primera semana y no quería que mi jefe pensara mal de
mí, pero esa idea fue cuando vi la cara sonriente de Santiago y Verónica detrás de la
cortina.
—¿Qué quieren? —Pregunté, sonando lo más amargado
posible. Ellos ni siquiera se inmutaron, solo pasaron y se
sentaron a mi lado.
—¿Cómo te fue en la cita con el tipo ese?
—Bien.
—¿Se portó mal contigo?
Negué con la cabeza a su pregunta y él respiró como si le hubieran quitado un peso de
encima.
—Ese "bien", no sonó tan bien. —Dijo Verónica, acostándose en la cama, Santiago lo hizo
igual de manera que mi cabeza quedó en el vientre de mi hermana, la de ella estaba en
el hombro d tenía sus manos en mi cabello.

—En realidad estuvo bien, sólo que... Hablamos y hablamos y hablamos... Pero de
repente reci llamada y...

—¿La contestó? —Negué con la cabeza. —¿Entonces?


Recordé los ojos de MK, recordé el temblor en su voz cuando me dijo que la llamada era
de su también recordé la forma en que sus labios se movían mientras leía un mensaje
que segurame

—No, pero luego le mandaron un mensaje y lo leyó y simplemente dijo que tenía que
irse.
—¿Y nada más? —Cuestionó Santiago.
—Y nada más.
Verónica gimió. —¿Será que es un hombre casado?
—¿O será que es un chico al que su madre manipula a su conveniencia y quiere casarlo
con alg está en desacuerdo?
Verónica y yo bufamos para luego empezar a reír. Golpeé a Santiago en su mano y mi
hermana jalón de orejas que lo hizo gritar, pero también reír.

24
—¿Se quedarían a dormir aquí? En la noche esas cortinas se mueven y créanme cuando
les dig que hay alguien ahí parado.
Ellos volvieron a reír, entonces no respondieron verbalmente, solo se acomodaron lo
suficiente que yo pudiese acostarme en el medio. Verónica puso su mano en mi vientre y
Santiago recost hombro.

—Hasta mañana, miedoso. —Susurró Santi.

—Hasta mañana, oso cariñoso.


—Hasta mañana, Dani hermoso. —Susurró esta vez Verónica.
—Hasta mañana, Vero bella.
....
Me levanté a mitad de la noche porque ya no sentía la presencia de mis hermanos a mi
lado, se sentían demasiado incómodos en mi pequeña cama y decidieron irse a dormir a
las suyas, no l
Revisé mi teléfono para ver qué hora era y me di cuenta que los datos estaban
activados, golpe con mi mano porque iban a consumirse más rápido si los dejaba así,
por lo que lo desbloqueé desactivarlos, pero me di cuenta que había una notificación de
grindr. Abrí la aplicación y joder mensaje de MK, que según la hora, había enviado hace
4 horas.

Mk: Discúlpame si me fui así de rápido, tenía cosas que hacer en la casa, mamá me
necesitaba. Leí el mensaje más de dos veces, sin saber que responder, así que dije
únicamente...
Yo: No te preocupes, si yo estuviera casado también me iría apenas ella me llame.
Él respondió de inmediato, lo que me hizo pensar en quién carajos respondía un mensaje
tan r de la noche.

MK: ¿Casado? ¿Yo? ¡Nada que ver! ¿Qué te hace pensar eso?
Yo: Pues huiste como huye un hombre casado cuando su mujer lo
llama. MK: Estás loco. Me llamó mi madre.
Extrañamente, yo tenía una sonrisa en mi cara.
Yo: Un poco. Y... ¿Así le dicen a las esposas en estos días?
Mk: ¿Puedo compensarte por lo de ayer? Ayer, porque técnicamente ya es hoy, aunque
todavía en el cielo. Y no lo sé, porque no estoy casado, te lo juro.

25
Decidí no hacer más largo el tema del casamiento y simplemente respondí a su pregunta.
Aguanté la risa.
Yo: Me parece bien. ¿Qué
propones? Mk: ¿Qué
propones tú?
Yo: Que debemos dormir. Estoy cansado, hoy me toca trabajar y es doble
turno. MK: ¿Además de eso? ¡¡¡No te vayas sin responderme!!!!

26
Yo: Su mensaje no llegó, inténtelo más
tarde. MK: ¿¿¿Qué???
Yo: Envíe 1 para continuar.

MK: ¿Qué dices? XD ¡No te


entiendo! Yo: Envía 1.
Mk: 1.
Yo: Ahora que ha continuado, por favor, deje su pregunta.
Reí entre dientes, si este chico respondía a mi mensaje entonces estaba tan loco
como yo. Mk: ¿Cuándo podemos volver a salir?
Yo: El viernes que estoy de descanso, invítame a salir y compensarás lo que
hiciste. Mk: Está bien, pero... Realmente estás loco.
Yo: Un poco.
Mk: Jajaj... Descansa, Daniel.
Yo: Tú también, medicamentos totalmente confiables. O sea,
MK. Mk: Eres un caso perdido. Y yo estoy peor.
...
Mis pequeños hermanos me miraban con las cejas fruncidas mientras me veían
despertar, por que sus ojos me observaban pude darme cuenta que ellos tenían algo
que decirme, así que ge sentaba en la cama.

La primera en hablar fue Laura: —¿No te vas a lavar los dientes? No quiero hablar
contigo si te boca a cañandonga.

—¿Qué es cañandonga? —Pregunté en un bostezo que se alargó más de lo necesario.


—Una fruta que apesta a mierda.
Mariano se rio, pero él si tuvo la valentía de decirme que era lo que estaba pasando.
—No tenemos quien nos lleve al
colegio. Laura gimió.
—Técnicamente como que algo no cuadra aquí —susurré mientras los veía con los
ojos aún en
27
Tenía sueño. Mucho.
—Si te pones a pensar con más cuidado, quizás sí.
—¿Ustedes quieren que los lleve?
—Por supuesto. —Respondieron al unísono.
Puse los ojos en blanco antes de tirarme en la cara, quejándome
falsamente. Sonreí cuando ellos rieron. Y jalé a Laura para un abrazo.
—Entonces, tengo que ponerme ropa para salir y bañarme, no en ese orden, claro está.
—Entonces apúrate que no quiero llegar tarde —dijo Laura, agarrando a Mariano del
brazo.
Le di un beso en la mejilla y ella lo permitió aunque probablemente mi boca olía a
cañandonga. falsamente mientras oíamos la risa de nuestro hermano.
—¡De mí no te salvarás! —Grité en un susurro ronco, él quiso huir, pero Laura y yo fuimos
más agarramos del brazo, lo jalamos hasta montarlo en la cama y una de las tablas
chirrió, por lo qu quedamos estáticos como una estatua y después de un momento, al
darnos cuenta que no se c fuertemente.

...
—¿Ya nos vamos? —Indagó Mariano.
Asentí mientras agarraba mi celular de la mesa, miré la hora en el reloj del celular
cuando lo al Todavía me daba tiempo para ir a trabajar.
...
Ser un domiciliario se oía fácil, pero no lo era. Muchas veces te tocaba lidiar con personas
basta desagradables, que se la pasaban quejando por lo mínimo y lo peor de todo estaba
en que muc veces, me culpaban a mí.
Como si yo tuviera la culpa de lo que le haya pasado y como quería permanecer
trabajando aqu nada.
Apenas llevaba una semana, pero me había vuelto muy conocido ya por la mayoría de los
client importantes del restaurante.

Así que no me pareció raro cuando Diego dijo:


—Dani, debes llevar un pedido a la oficina de Dante, dile a Anabel que te dé
todo. Poniéndome de pie, asentí levemente con la cabeza.

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—No llegues tarde, sabes cómo es de desesperado.
Volví a asentir y Diego sonrió mientras lamía sus labios, él rodó los ojos y me dio la
espalda par cuarto de descanso.
—¿De casualidad sabes si el almuerzo tiene alacranes? —Pregunté, como todas las
veces que m llevarle el almuerzo a Dante.

Él, como siempre, se doblaba de hombros y volvía su mirada hacia mí.


—No lo creo, su mal humor es cosa natural.
Gruñí, poniéndome el casco y entrando a la cocina, donde me detuvo una robusta mujer
con el fruncido.

—No entres a mi cocina con esa cosa —me reprendió y me quité el casco mientras oía
la risa de Diego.
—Lo siento, es que vengo por un pedido para un abogado amargado.
Ella asintió, dándose la vuelta y entonces, aunque no la veía, pude sentir la risa en su
voz.
—Lo conozco, dame un momentito.
Diego me estaba viendo con una media sonrisa.
—¿Qué pasó?
—Nada... Es solo qué... —se quedó callado, moviendo las cejas de arriba abajo.
—¿Es solo qué...?
—¿Qué vas a hacer el viernes? —Me preguntó como si estuviera dudando de hacerlo,
miró su c momento y luego volvió su mirada a mí.

—Voy a salir con un amigo —le dije, Diego solo asintió con la cabeza.
—Ya veo... ¿Lo conozco? ¿A tu amigo? Es curiosidad, no me veas así. Es solo qué... Eres
práctica nuevo en Villa Azul y quería invitarte a comer un helado... O ver una película. Oí
que hay una de buena.

No sabía qué decir, estaba mudo y era primera vez en mi vida que yo quedaba así, por
eso agra Anabel apareció con el almuerzo de Dante y me lo tendió con su gran sonrisa de
oreja a oreja.

—Ve rápido, cielo. Ese hombre debe estar hambriento y


desesperado. Asentí, tomándolo. Y a Diego le dije:
—Lo siento, si quieres podemos hablar cuando vuelva y planeamos algo chévere.
29
—Puede que sí —me dijo, sonando como si estuviera decepcionado. Me señaló cuando
una son su rostro y chasqueó los dedos —¡El sábado!

—¿Qué hay el sábado?


—Es la fiesta de Ivonne, podemos ir juntos. ¿Qué dices?
—Me parece bien.
Él sonrió y volvió a mirar su teléfono, fingí que no había notado su sonrisa.
—Listo, ese día será.
—Sí. Ahora me voy, un abogado hambriento me espera.
Diego asintió varias veces, provocando que su cabello, tan negro como una pantera se
moviera. despidió con sus manos y yo simplemente salí del restaurante.

...
Dante Flores me estaba esperando sentado con el ceño fruncido, cuando me vio pasar a
su ofic amenazadoramente con su bolígrafo y me dijo:

—¡Estaba muriendo de
hambre! Yo asentí con
poco interés.
—Pero no te moriste —le dije, colocando el plato sobre el escritorio.
Él olió el arroz con pollo con los ojos cerrados y un suspiro de alegría fue el sonido que
llegó a mientras lamía sus labios.

Entonces me miró y levantó las cejas.


—¿Cómo estás, Dani?
—Muy bien, Dante. ¿Y tú?
Él solo asintió lentamente, cerró la boca en una línea recta y acomodó su traje.
—¿Qué sabes de Ivonne?
—Creo que está trabajando ahora mismo, fue por mi hermana en la mañana.

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¿Por qué? Él sonó exasperado cuando habló.
—No lo sé. ¡No la entiendo! Hace unas semanas estábamos hablando de casamiento y le
pareci maravilloso, a mí igual. Entonces le hablé de que podíamos casarnos y tener hijos,
pero ella dijo quería hijos por el momento. Y estuve acuerdo a pesar de que discutimos
por eso. Lo dejé pasa los días le dije que tenía razón, que no estábamos listos para ser
padres y discutimos un poco y solucionamos el problema rápido, ella no actúa igual. Ha
cambiado mucho después de eso.

—¿A qué te refieres con que cambió?


Él negó con la cabeza mientras ponía la cuchara de plástico en su plato.
—No sé, solo lo hizo. Las cosas no son iguales, Daniel. Uno sabe esas cosas cuando
lleva mucho alguien.

Me pareció interesante ese dato, así que pregunté:


—¿Qué le dijiste?
—"Estoy listo para ser tu esposo, pero no para ser padre. Aún no".
—¿Ella te dijo algo?
Asintió pensativamente. —"No te preocupes, no serás padre".
Sus palabras me quedaron sonando en la cabeza y un pensamiento me cruzó por la
cabeza, pe decir nada porque el teléfono de Dante sonó y él levantó el auricular de
inmediato.

—¿Aló?
Dante sacó un billete del bolsillo de su chaqueta, me lo tendió y me di cuenta que la
propina es en cuanto lo conté, me despedí de él y pude ver que tenía mucho que decir
en su mirada y que imprudencia de sus clientes, no podía hacerlo en ese momento.

Salí de la oficina con el ceño fruncido.


...
Jamie Oliver McKenzie me escribió un mensaje a grindr a las 2 de la
tarde. Mk: ¿Alguna vez has visto a un elefante con alas?
Yo: No jaja. Eso no existe.
Mk: Tienes razón, no existe. Por cierto: hola,
¿Cómo estás? Yo: Muy bien. ¿Y tú? Ahora mismo
31
estoy trabajando.
Mk: Clases. Estoy en clases. ¿De verdad que los elefantes con alas no
existen? Yo: No.
Mk: ¿Entonces como es que Dumbo vuela?
Me reí entre dientes, capté la atención de Diego y él me miró con sus intensos ojos
cafés.
—¿Muy divertida la charla?
Sólo sonreí y lamí mis labios con pena.
—¿Un pedido?
Él negó con la cabeza mientras volvía su mirada al portátil que tenía sobre la
mesita. Yo: Dumbo volaba con sus orejas.
MK: No lo sé, Rick, parece falso.
Yo: ¡Me vas hacer Googlear eso y no quiero Googlear ahora!
MK: Lo lamento, culpa mía. ¿Qué tal si nos vemos Dumbo, el elefante que podía volar, el
vierne estrenó una película en acción real.

Yo: ¿Hiciste todo eso para promocionar la película?


Mk: Técnicamente, hice todo esto para invitarte a cine. ¿Qué
dices? Yo: Nos vemos en El Cielo.
Mk: Odio a veces ese nombre, suena como que te vas a suicidar.
Me di cuenta que Diego me estaba viendo fijamente y con eso, pude percatarme de que
estaba oculté de inmediato y lamí mis labios, para luego morderlos.

Respondí el mensaje rápidamente.


Yo: Hablamos en la noche, tengo que ir a
trabajar. Diego asintió varias veces y dijo:
—¿Es tu amigo con el que saldrás?

—Sí.
Él solo volvió a levantar sus cejas y volvió a mirar la pantalla de su portátil.

32
Capitulo 04

El viernes por la tarde, cuando ya estaba guardando la moto en el garaje del restaurante,
Diego jefe, me estaba esperando en la salida con una deslumbrante sonrisa. Llevaba
puesta una cami frase que decía: "No lo dudes, no lo pienses, bésame ya". Reí cuando la
leí, y él lo notó porque cejas en un baile sexy.
Acercándome a él, le pregunté: —¿Por qué últimamente estás usando tanto esas camisas
con fr chistosas?

Él se encogió de hombros como si mi pregunta ya fuese sido hecha con anterioridad


por otras p de igual forma respondió.

—Con ellas puedo expresar lo que me es difícil


decir. Basándome en lo que decía esta camisa,
dije:
—Entonces... ¿Crees que todo el mundo piensa en querer besarte y tú simplemente estás
dispu hagan?

Él se dobló de hombros nuevamente, demostrando que no le importaba en lo más


mínimo.
—La ventaja de ser bisexual es que no te importa si el que te besa tiene senos o
pectorales. Puse los ojos en blanco y sonreí mientras asentía con la cabeza.
—¿Ya te vas para El Cielo? —Y antes de que pudiera responder —¿Quieres que te
lleve?
Negué con la cabeza porque en realidad no quería hacerlo perder el tiempo y además, él
era m parecía completamente raro de que me llevara a una cita.

—¿Estás seguro?
—Muy seguro.
Él gimió lentamente, frunciendo el ceño, se veía poco convencido pero al final asintió
con la cab volvió hacía la entrada del restaurante, movió sus manos en modo de
despedida y yo sonreí mi imitaba. Cuando lo vi entrar, empecé a caminar para buscar el
bus.

33
...
De camino al centro comercial El Cielo, no pude evitar pensar en Ivonne y Dante, ella
había esta distanciada en la última semana, incluso llegué a notar algunas veces, que se
quedaba mucho t a la nada, hundida en sus pensamientos.

34
No me atrevía a preguntarle si estaba embarazada como yo pensaba porque Dante me
había co en confidencialidad y no podía dejarlo mal, pero me preocupaba mucho el
estado anímico de la de mi hermana.

Los habíamos conocido mucho antes de llegar a pensar que saldríamos del pueblo,
así que esa que sentía por ella era abrumadora, habíamos acogido a los novios como
si fueran parte de nu el resultado había sido reciproco, porque también nos acogieron
como suyos al instante.

Cuando el bus paró porque había un semáforo en rojo, tuve la tentación de llamar a
Dante y pr cómo se estaba sintiendo, cómo habían avanzado las cosas, pero decidí que no
era una buena i ya que no podía entrometerme tanto.

No pude evitar sentirme mal, era como si estuviera fallándoles.


Suspiré. Lamí mis labios y les envié el mismo mensaje a Ivonne y a
Dante. "¿Estás bien?"
...
Cuando llegué al centro comercial, ni Ivonne ni Dante me habían respondido, lo que no
ayudó ahora me sentía más tranquilo ya que por lo menos sabía que pronto me iba a
enterar de cómo cosas entre ellos.

Iba a sacar mi celular para escribirle a Mackenzie y avisarle que había llegado, pero no
hizo falt se estaba acercando a mí con una gran sonrisa y moviendo su mano en forma de
saludo. Lo mi detenimiento, el tipo era hermoso. La definición misma de la belleza latina
pero con rasgos extr eso era posible.

Alabar la belleza física de Jamie me estaba pareciendo raro, incluso me llegué a sentir
como el de una novela publicada en Wattpad, así que me detuve y opté por pensar en
otra cosa, como p ese jean que llevaba Mackenzie, le quedaba tan bien que sus gruesas
piernas me hicieron agua negué con la cabeza, sonriendo mientras me burlaba de mí.
—Y aquí estoy, hola. —Me saludó amablemente, él extendió su mano y yo la sostuve
para sacu arriba abajo.

—¿Cómo estás?
—Muy bien, ¿y tú?
—También lo estoy.
Jamie me miró un poco incomodo, sus cejas se fruncieron y él tocó su nuca mientras
sonreía, a muy vaga.
—Siento que estás un poco incomodo, no sé. ¿Estás de acuerdo con lo del cine?
¿Prefieres otra conozco así como para decirlo, pero siento que tú no eres tú... No sé si
me entiendes. Llevamos por grinder unas semanas y es lo que transmites.
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Reí entre dientes, asintiendo y dándole a Mackenzie la razón, yo no me encontraba bien,
la con había tenido con Dante me había dejado pensativo y bastante preocupado, no
quería que ni él sintieran disgustados. No era de mi incumbencia sus problemas
personales, ni tampoco podía meterme en su relación y mandar en ella, pero algo que sí
podía hacer era oírlos y ver si su pro podía solucionar.

Eso era lo que me mantenía así, en cambio, a McKenzie, le dije:


—Es sólo que tengo hambre, ¿nunca has visto a un chico pueblerino con hambre? ¡Dios
santo! imaginas, supongo.

Él pareció convencido, sabía que yo acababa de salir del trabajo, así que era muy poco
probable comido algo, asintió levemente mientras señalaba la entrada del C.C y dijo:

—Vamos, comamos algo. ¿Quieres?


—Más que nada en el mundo.
...
Hablar con McKenzie me estaba distrayendo mucho, él era muy chistoso y también
amable al h con cuidado cada una de sus palabras y luego las decía, haciéndome sentir
halagado. Pero yo q más de él, así como él conoció mucho de mí cuando hablaba con
mi hermana.

—Mk, ¿cómo te diste cuenta que eres gay? Yo me dí cuenta porque veía a Zac Efron en la
pelícu un estudiante y decía que tenía que ser mi novio.

Él se rio como era de esperarse.


—En realidad, yo no soy gay —alcé las cejas y estaba a punto de contradecirlo, pero
agregó ráp
—Soy pansexual. Pero mi mamá, a pesar de tener una de las empresas más
importantes del pa mucho sobre eso, así que le dije que era gay. Más fácil.

—¿Cómo que es dueña de una de las empresas más importantes del país? —Pregunté
con aso Él suspiró profundamente, como si de repente se sintiera cansado.
—Mi mamá es la esposa del CEO de Machines S.A, la empresa desarrolladora de
software. Ella dueña oficialmente, pero dejó ese cargo a mi padre.

Solo pude decir —Oh.


Y él asintió levemente, miró el plato de su mesa con un poco de vergüenza y luego volvió
a verm supe cómo ni mucho menos por que, pero sentí que McKenzie estaba incómodo
porque ahora sobre su posición social y no podía mentirme, a mí me incomodaba un
poco porque la mía era la de él.

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Mientras su mamá poseía una empresa, mis papás se ganaban la vida trabajando con
mucho esfuerzo.No me avergonzaba, pero la diferencia era tan grande que llegué a
creer que los pensamientos de McK mí serían que yo era un interesado. Entonces él dijo:

—Espero que tú no cambies ahora que sabes que soy un niño


rico. Bufé.
—No te preocupes, a mí no me importa que tu almohada esté llena de billetes de
cincuenta mi
—No está llena de eso, pero entiendo tu
punto. Reí mientras pinchaba el pollo con
el tenedor.
—¿Qué es un pansexual? Nunca he entendido eso, o sea, es cómo...
McKenzie levantó su mano y me señaló con su dedo índice amenazadoramente, tenía que
darle voraz mirada, pero los resté todos cuando un atisbo de una sonrisa se asomó en
la comisura de

—Juro por Dios, que si dices algún chiste de panes, gritaré fuerte que tendrán que
sacarnos de probablemente nos veten de por vida.

Levanté mis brazos como si en vez de su dedo, estuviese apuntándome con una pistola y
reí nu había descubierto.

—Sé lo qué es un pansexual, quería decir un chiste pero no me dejaste. Que egoísta eres,
Jamie Él me miró como si yo fuese un extraño.
—¿Qué pasa?
—Nunca me habías llamado Jamie, es
todo. Asentí levemente.
—¿No te gusta que lo haga? Puedo seguir diciéndote medicamentos totalmente
confiables.
Cuando el rio, lo hizo tan fuerte que personas a nuestro alrededor nos quedaron viendo,
pero n ellos molestia, más bien se contagiaron y yo reí igual, sintiéndome relajado.

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Jamie me hacía sentir tranquilo, podía actuar con naturalidad y él no me juzgaría, lo
había nota vez que nos vimos, lo había notado también mientras hablábamos por grinder
y eso me hizo pe en por qué seguíamos hablando por ahí donde ya existía el WhatsApp.

Así que dije:


—Oye, ya llevamos dos citas, más de 1000 mensajes en grinder, ¿por qué no tengo tu
número? Él gimió y pensó en una respuesta, aunque pude darme cuenta que estaba
fingiendo.

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—No lo sé, quizás porque no me lo habías pedido y tampoco se me ocurrió
dártelo. Lo miré con los ojos entrecerrados.
—Creo que sentí algún eufemismo por ahí.

—Pervertido.
Él sacó su celular, escribió algo y luego me miró. A los pocos segundos sonó el mío.
—Ya tienes mi número, me
escribes. Asentí.
—¿Cómo reaccionó tu mamá cuando le dijiste sobre tu orientación sexual?
Él se dobló de hombros y había tanta sinceridad en su voz, que no pude evitar la sonrisa
que se mis labios.

—Ella no se lo tomó bien al principio, me preguntó si estaba equivocado, si me confundía


o alg ella podía hacer algo para que yo entendiera, pero luego dijo: "okey, eres mi hijo,
no puedo hac más que aceptarte". Y lo hizo.

—Owww, los míos reaccionaron igual, ni siquiera les importó, es más, lo tenían en
apuesta. McKenzie me miró como si acabara de decir algo extraordinario y
técnicamente, lo había hecho
—¿Apostaron tu sexualidad?

—Sí.
—Tu familia es realmente rara, Daniel.
Aunque me pareció un poco difícil admitirlo, asentí con la cabeza y agregué: —Así los
amo, Jam ellos yo no sería nada.

—Se nota —susurró él.


Entonces, sin darnos cuenta, nos habíamos agarrado las manos... Ambos miramos al
mismo tie las apartamos, al contrario, Jamie comenzó a acariciar mi palma con su pulgar
y yo dudé en imi terminé haciéndolo.

Sonreímos mientras nos mirábamos y juré que pude sentir un tirón extraño en mi
pecho cuand sus labios.

39
—¿Quieres ir a caminar? —me preguntó, olvidándose del asunto del cine, lo que me
pareció m
—Sí, caminemos. Podemos ir al Parque de las Flores, me gustaría conocer ese lugar, lo
he visto cuando cruzó por ahí, pero no he llegado.

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—Un momento —él dijo, poniéndose de pie —, se supone que eres un domiciliario,
pero eres n Villa Azul, ¿cómo haces para llevar los domicilios?

Doblando los hombros con poco interés y mostrando una muy bien actuada cara de
presumido
—Cariño, existe Google maps.
Él rió fuertemente y me repetí algo que me había dicho la primera vez que lo vi: su risa
era incr adictiva.

....
El Parque de las Flores era localmente conocido como el sitio ideal para parejas en
proceso, tam niños que jugaban y corrían mientras reían y además de eso, un lugar para
pensar y distraerse.

Jamie se sentó en una de las bancas disponibles y olió el lugar con los ojos cerrados, aquí
olía a tranquilidad y, obviamente, a flores.

Mientras me sentaba a su lado, Jamie se acomodó en la banca.


—¿Qué te han dicho en la universidad?
—Aún no responden —le dije, mirándolo.
Asintió levemente, él sonrió de medio lado —Dani, ¿puedo decirte algo?
—Sí, claro.
Jamie cerró los ojos, lamió sus labios y yo apreté su mano cuando la toqué.
—Dime.
Con un largo suspiro y un temblor en su voz que intentaba ocultar, McKenzie respondió:
—Tengo miedo.
De todas las cosas que creí poder escuchar de parte de McKenzie, nunca me imaginé
aquello, a preocupado y asombrado, él me miró por varios segundos y luego cambió la
dirección de sus o frente, pude sentir en él un poco de vergüenza, pero no hizo nada
para ocultarlo. Tragó saliva, s esperando de mí una respuesta, pero yo no sabía que
decir.

—Tengo miedo de mi madre, Daniel.


—¿Por qué?
—No lo sé —contestó y volvió a verme —. Siento que está planeando algo y no sé qué
es. Lo pe Daniel, es que tiene que ver conmigo... Sé que planea algo y mentiría si te
digo que no la obede me lo ordene.
41
—No entiendo... ¿Ella te obliga hacer cosas que no quieres?
Él tuvo que asentir con la cabeza y joder, se veía avergonzado.
—Daniel, te estoy contando todo esto porque realmente no tengo con quien hablar este
tipo de Pensarás que estoy muy grande como para permitir que mi mamá tome
decisiones sobre mí si primero mi opinión, pero... ella es así.

Quería decirle algo, cualquier cosa en la que pueda ayudarlo, pero no había palabras que
podía para eso, así que solo agarré sus manos y lo miré a la cara, él se encogió de
hombros como si tr hacerse pequeño, pero no dejó de verme.

—Lo único que puedo decirte, Jamie, es que hables con ella. Pregúntale lo que está
pensando, l hacer y luego de eso, tú dirás si lo harás o no.

—No es tan sencillo...


—Jamie...
Él se puso de pie bruscamente, pero luego volvió a sentarse y me miró tan
dolorosamente que rompió.

—Si no lo hago me volvería a sacar del país... Mi madre realmente da miedo, Dani. Y...
Yo no qu irme...

Agarré su mejilla, la acaricié y él susurró un agradeciemiento. Me conmovía esto y me


enfurecía tiempo porque no supe cómo era la manera correcta de actuar. Ni que cosas
decir.

El teléfono de McKenzie sonó y cuando él lo sacó, pude leer la palabra: "mi mamá",
asentí leve
—Contesta.
Él lo hizo mientras se ponía de pie y se alejaba de mí, aproveché ese momento para sacar
mi ce un mensaje de Ivonne y otro de Dante en mi buzón.

Dante: Sí, estoy bien. Gracias!


Ivonne: Necesito hablar contigo urgente, Dani. No lo estoy.
Cuando McKenzie volvió, llevaba una mirada llena de pena, supe lo que iba a decir
mucho ante abriera la boca.

—Debo
irme.
Asentí.

42
Capitulo 05

Llegué a la casa Ivonne, estaba sentada en la terraza, su pecho subía y bajaba


lentamente mien La escena hizo que mi corazón se apretara dentro de mi pecho y fue
difícil para mí caminar por mis pies pesados, como si estuvieran hechos de plomo.
La banca donde estaba sentada era lo suficientemente grande como para que pudiéramos
sent sin ningún tipo de incomodidad, dudé mucho en decir algo porque no hallaba
palabras que pud en este momento, así que solo puse mi mano en su espalda y ella
detuvo sus sollozos, levantó l miró. Su mirada llena de dolor, con los ojos rojos e
hinchados de tanto llorar, erizó mi piel.

—Daniel... Verónica... Ella... ¿está en


casa? Pude asentir con la cabeza antes
de decir algo.
—Sí, hoy no tiene turno. ¿Pasó algo entre ustedes?

Fue Ivonne quién asintió ahora y desvío su mirada hacia el frente, quizás no segura de
verme a
—Peleamos.
En los años que llevó conociendo a Ivonne, nunca me enteré de una pelea con mi
hermana, así asombró oírla decir aquello. Quería hacerle saber a Ivonne que podía
confiar en mí y que podía así que agarré su hombro y le pregunté:

—Oh... ¿por qué? —ella lamió sus labios, luego los mordió e inhaló tan
profundamente que su elevó un poco y luego fue encogiéndose mientras exhalaba.
Ella estaba sufriendo, lo podía ver en su rostro, lo podía sentir en su voz y por mucho
que lo ag mucho que me obligué a callar, no pude y solté esas palabras que tanto guardé
en mis pensam empeorar la situación.
—Dante me contó que ustedes pelearon —ella volvió a verme y no había decepción
en su mira menos enojo, solo había tristeza, tan grande como una ola y cuando Ivonne
comenzó nuevame cubrió por completo.

Esperé, no supe cuántos minutos, pero en este silencio, en esta abrumadora


tranquilidad, se si hora sin final.

Entonces, al rato, Ivonne susurró:


—Abortaré.
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Abrí mis ojos desmesuradamente, ella me miró y una nueva emoción apareció en sus
ojos: era dejaba al descubierto lo dolorida que se sentía y que sabía que me había
defraudado. Que me sentia decepcionado de ella, pero lo cierto era que yo no lo estaba.
—¿Estás... Estás segura?
—Lo estoy. Verónica no lo entiende. Dante no lo entiende. Mi mamá no lo entiende. ¿Por
qué n Daniel? Yo estoy muy joven. Realmente estoy muy joven. No estoy preparada para
ser madre. N una madre todavía, por Dios santo. ¡A duras penas y puedo cuidar de mí
misma! ¿Cómo puedo cuidar de un bebé?

Tragué saliva, miré al techo y luego miré mis zapatos, mis pies se movían incómodamente
en el entonces tragué saliva, llevando mis palabras al fondo de mi garganta, porque no
eran los corre entonces suspiré y dije:

—Ivonne, si tú decidiste esto, entonces hazlo. Nadie puede ni tiene el derecho de hacerte
camb opinión, habrán personas que te criticaran por esto, otras que no te apoyaran, pero
lo van a en que harán ambas cosas.

—Tu hermana dijo que me iba a ir para el infierno por abortar. Dante dijo que podíamos
darlo porque era mejor que pariera y regalarlo que tenerlo y cuidarlo. Mi madre dijo que
lo tuviera y sola, porque madres solteras hay muchas.

—No crees nada de eso, por supuesto.


Ella negó con la cabeza y aunque la tristeza seguía siendo la principal emoción en sus
ojos, un a calma se asomó en sus facciones.
—Es solo que no quiero hacerlo, Daniel. Yo no quiero sentirme atada toda mi vida al
pensamien tuve un hijo y que preferí entregárselo a unas monjas porque yo no podía
tenerlo. Llámame est egoísta, pero no veo eso como una buena opción. ¿Te sueno como
una hija de puta? Pues lo sie pero soy increíblemente joven. ¡Todavía tengo 25! ¿Crees
qué es una edad para ser madre? ¿Y o dijo Dante: "es mejor darlo que cuidarlo?

Ella volvió a taparse la cara con sus manos y volvió a sollozar, había tanta crueldad en
las palab amigo que no podía creer que las haya dicho.
—Daniel, es contradictorio lo que digo. Ya que no puedo tenerlo porque no me siento
como un también digo que si lo entrego a un orfanato, toda mi vida me la pasaré
pensando en él o en ell eso. No quiero ser madre tampoco. Soy egoísta. Soy una mala
persona, Daniel. Después de tod misma sangre de mi padre. Algo tenía que heredar de él,
¿no lo crees?

Entonces negué con la cabeza y dije: —Te prohíbo que vuelvas a decir algo como eso,
Ivonne. Estoy muy de acuerdo con el aborto, pero es la decisión que tienes planeada
realizar.

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¿Por qué futuro? Bien, un bebé es una bendición pero también hay que ver que no llegó
en el momento madre no lo quiere, su padre tampoco, muchos de los orfanatos del país
están sufriendo una e alimentos muy deprimente y entregar un pequeño bebé a esas
asociaciones sería prácticament a la muerte misma, ese niño crecerá con el
resentimiento en su corazón porque su madre lo abandono.

»Será un gran lío que lo lleguen a adoptar porque así funciona eso aquí, los ponen a
llenar una

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innumerable de documentos y si no cuentas con los requisitos, te niegan la adopción. No
impo familia homoparenral o heterosexual, la respuesta dependerá de tu situación
económica. Traer mundo con todo eso, es difícil y estoy de acuerdo con tu decisión
aunque no me parezca la corr dicho palabras que no debería haber dicho y lo detesto por
eso, pero también lo comprendo po que suene. Él tampoco se siente listo para ser el
padre de un bebé, sin embargo, prefiere vivir c pensamiento de que tiene un hijo en
cualquier parte del mundo que pensar en que lo tiene a s

»Y volviendo a lo del orfanato, no es sencillo. Nadie quiere adoptar niños, nadie se


interesa por están las calles llenos de esos? ¿No se puede condenar al infierno a ese
tipo de padres por darl miserable vida a personitas que ni siquiera se lo merecen?
Ivonne cerró los ojos, se acercó a mí y me abrazó tan fuertemente que mis huesos
crujieron, es aferrada a mí que todo el dolor que ella sentía parecía irse filtrando poco a
poco mientras acar espalda.

—Mañana... —ella susurró —, mañana iré a la cita. Necesito que alguien me acompañe,
Dani. ¿ Podrías...?

Asentí aunque ella no me estaba viendo, lamí mis labios y me separé un poco de ella.
—Lo haré, Ivonne. Puedo hacer eso. Te acompañaré.
Nos sobresaltamos cuando la puerta de la casa de Ivonne se abrió bruscamente, ella se
volvió h izquierdo para evitar que la persona que abrió la puerta la viera. Noté, antes de
volverme hacia que ella limpiaba sus ojos con la manga de su camisa.

Era Diego, sonreía con las cejas levantadas y un aire tranquilo y seguro, muy diferente al
que e cuando nos encontrábamos en el restaurante.

—Daniel, no me imaginé que estabas acá. ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue con ese chico
amigo tuyo
—Bien, bien. Gracias.
—Ya veo...
Entonces Ivonne silbó en un susurro y volteé mi cara para verla, ella sonreía en modo
burlesco pícara mirada en sus ojos.

—¿Saliste con McKenzie? —Indagó curiosa y ella no parecía destrozada como antes.
—Oh, ¿se llama McKenzie? Por lo menos ya sé algo de él, ¿te trató bien?
—Sí —le respondí a ambos, mirándolos como si estuviera en un partido de tenis.
Diego asintió con un puchero de comprensión. Caminó hasta nosotros y se sentó en los
brazos no se afincó lo suficiente porque sabía que podía quebrarla.

—¿Qué hacen afuera, por qué no entran?


46
Hablé mucho antes de que lo hiciera Ivonne.
—Es que ya me voy, solo vine a preguntarle a Ivonne algo.
—¿Qué cosa era? —Quiso saber él, tan chismoso como siempre.
—Cosas —repitió su prima y la determinación en su voz hizo que Diego asintiera
levemente, en así que el asunto no era de su incumbencia.

—Ah, vale —Entonces se levantó de dónde estaba sentado y rió entre dientes —.
Daniel, ¿quier lleve a tu casa?

Mordí mi labio inferior, con las cejas fruncidas. El cielo estaba muy oscuro y las calles ya
estaba solitarias, así que la idea de que me llevara no sonaba tan mal ahora. Asentí con
pena.

—Sí, por favor.


Él sonrió deslumbrante.
—Iré por mis llaves, ya vuelvo.
Cuando la puerta se abrió y cerró, Ivonne soltó un largo suspiro y entonces me volví hacía
ella p reía.

—¿Qué es tan gracioso? —Le interrogué, con los brazos


cruzados. Ella sólo se burló más y tenía la seria sospecha de
que era de mí. Me lo confirmó cuando dijo: —Creo que le
gustas a Diego.
—Oh... —iba a decir algo más, pero cualquier cosa que iba a salir de mi boca, fue
interrumpida puerta volvió a abrirse y Diego salió con una chaqueta de cuero puesta y
unas llaves en sus ma meneaba, haciéndolas tintinear.

—Vayámonos.

—Sí.
Me despedí de Ivonne, besé su frente y la abracé fuertemente. Ella agradeció en mi oído
y yo as disimuladamente, me aparté de ella y empecé a caminar, con Diego detrás de mí.
Lo que me ha Ivonne estaba rondando en mi cabeza y ahora que lo veía bien, tenía
sentido.

47
....
Diego me abrió la puerta de su coche y me hizo entrar en el lado del pasajero, sonriendo
tímida la petición.

Me iba poniendo el cinturón de seguridad mientras que él se subía a su coche, me


miró antes de encenderlo.

—¿Y qué tal tu cita? —preguntó justo cuando el motor rugió y el Chevrolet empezó a
andar.
—Te dije que bien.
—¿Detalles? —insistió, sin dejar de ver la carretera — ¿Algo que quieras contarme que
no pudis a mi prima?
Chasqueé mi lengua contra mi encía, luego reí entre dientes y volví a negar con la cabeza,
él gim también oí una sonrisa burlona.

—Dani, ¿te puedo preguntar algo?


—Creo que ya lo estás haciendo.
—Además de esto, claro.
—Vale, pregunta.
Él silbó, frenó cuando un semáforo se puso en rojo y fue donde él encontró la
oportunidad de v
—¿Te
caigo
mal?

Oh.
—No, claro que no.
—¿Entonces por qué siempre estás tan a la defensiva cuando estamos hablando?
—Nunca estoy a la defensiva cuando hablo contigo.
—Lo haces.

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Él miró un momento hacia el frente, solo para asegurarse de que el semáforo no había
cambia amablemente a un par de señoras que iban cruzando y volvió su mirada a mí para
obtener la re pregunta.

—No es eso. Mira, apenas llevo pocas semanas en conocerte, no nos tenemos mucha
confianza jefe...

—Entonces, ¿ves todo eso como una desventaja y por eso no socializas conmigo?
Negué antes de hablar, el semáforo cambió de color y le señalé a Diego, él asintió,
volviendo a su coche. Me quedé viendo cómo Diego agarraba el volante, la manera en
que movía sus dedos pensar que él estaba demasiado ansioso.
—No, obvio hay socialización entre un empleado y su jefe, pero solo que... no te conozco
muy b que eso me impide muchas cosas. Ejemplo, no sé qué tipo de cosas te disgustan y
como no sé, tratarte como jefe, es decir, con respeto.

49
Él se oyó dolido cuando habló.
—Pensé qué... éramos amigos.
—Lo somos, nunca dije lo contrario. Lo que quise decir es que...
Él me interrumpió: —Vale, me vas a conocer, te mostraré quién es Diego Fontalvo
Salamanca y podamos tener una amistad tan bonita como la que tienes con mi prima o
con Dante. O puede íntima, no lo sé. Pero veremos qué tal. ¿Esta bien? Quiero ser tu
amigo.
Asentí, Diego sonrió mientras se detenía frente a mi casa y yo me desabroché el cinturón
de se la puerta y antes de salir, dije:

—Gracias por traerme, Diego. Nos vemos mañana en el trabajo.


—Que así sea. Dios te bendiga.
—Amén, igualmente.
Él sonrió, se alejó cuando me despedí con la mano y mientras entraba a la casa, saqué mi
teléfo para ponerle la alarma y así despertar temprano.
Entonces lo hice y me dirigí a la aplicación de Facebook, para ver los estados que había
compar si decían algo de su estado de ánimo, pero me distraje cuando vi la imagen de un
pan tostado e una cara sexy mientras se huntaba mantequilla en lo que aparentemente
era su abdomen, la i tanta gracia que no pude evitar reír, pero esa risa se alargó y
aumentó cuando vi debajo de él, c palabras.
El Pan Sensual.
Abrí la imagen para guardarla y leí todo el contenido que decía en la publicación,
estaban habla pansexualidad y mientras lo hacía, me preguntaba si Facebook me vigilaba
porque extrañamen está publicación en mi inicio justamente hoy.

Salí de Facebook, todavía riendo, entré a grindr y me dirigí al chat con McKenzie, ahí
estaba el m su número de teléfono. Lo copié, me salí de la aplicación y guarde el número
agregándolo com
:)", de inmediato fui a WhatsApp, actualicé en la sesión de contactos y lo busqué.
Tenía la misma fotografía de su grindr. Entonces, le
escribí. Él respondió inmediatamente.

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Captitulo 06

Con las manos en la cintura y una muy preocupada mirada, Ivonne me esperaba
afuera de la c su coche.

Parecía que me estaba esperando para poder llorar, porque en cuanto me vio, una
lágrima rod derecho y luego vinieron más. Venían una tras otra sin poder detenerlas y en
el mismo silencio salí, me acerqué a ella y la abracé fuerte, para demostrarle que yo
estaba ahí para ella como su su hermano.

—Todo va a estar bien. Te lo juro —le aseguré, en un susurro que por un segundo lo
sentí más pensamiento.

—¿Dónde está Verónica, Dani?


Dios santo, su voz estaba llena de una profunda tristeza, sonaba como si estuviera
luchando co para procesar palabras y la batalla estuviese siendo pérdida, porque se
notaba el esfuerzo que simple pregunta.
—Ella esta dormida.
Asintió levemente y lamió sus labios sin dejar de mirarme.
—¿Nos vamos ya?
—Vamos — susurré de nuevo.
Ivonne se apartó de mí y de inmediato se metió en su auto, cuando yo hice lo mismo, la
miré y mano, haciendo que me mirara enseguida.
—¿Estás segura de esto? —Pregunté, porque no quería que ella luego sintiera el peso
del arrep sobre sus hombros.

Con determinación, pero aún con ese dejo de tristeza en sus hermosos y adorables ojos,
ella as luego, mucho más convencida que antes, dijo:
—Daniel, estoy completamente segura. Solo que me duele mucho que nadie, excepto tú,
me en debo atarme toda la vida a un hijo? ¿Acaso es una obligación ser madre? ¿Debo
tener a este be cuando no estoy preparada para ser madre? ¿Qué haré, Daniel? Si ni
siquiera puedo cuidarme voy a cuidar a un niño? No quiero esto. Mi carrera profesional
estaría en picada. Quiero estudia me presentaré en la universidad para hacer la
especialización en Neurología Pediátrica. ¿No te irónico?

No había respuesta a esas preguntas porque realmente ella no las necesitaba, así que
solo cerr volví a acercarme a ella para abrazarla. Se sentía tan débil y frágil como el ala
de una mariposa

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brazos, así que la sostuve con cuidado.
Ivonne sonrió cuando se apartó de mí y comenzó a conducir, hacía frío y todavía el sol no
se ha en el cielo, lo que hacía del momento algo mucho más nostálgico.

....
La clínica donde Ivonne se iba a practicar el aborto estaba a las afueras de Villa Azul,
todavía no tantas personas como pensé que habrían, lo que me hizo sentir más
ansioso.
Frente a la banca donde estaba yo sentado, había una mujer no mayor a 45 años, tenía
los ojos podía ver en ella un dolor gigantesco, sentí compasión por ella al instante, quise
acercarme y ag mano hasta que ese gesto que llevaba cambiara.

—Dani —Ivonne me llamó, yo la miré al instante.


—Estoy asustada.
—Yo estoy aquí, cariño. Tranquila.
Entonces pude ver, por el rabillo del ojo, a la mujer moverse.
—¿Es tu primera vez acá? —ambos volteamos a verla, ella movió sus cejas en un saludo
delicad Ivonne respondió con un asentimiento leve de cabeza.
—Estoy acá por tercera vez. —Nos dijo, aunque no sé lo preguntamos y así mismo como
ella co conversación, la continuó, solo que esta vez se paró de dónde estaba y se acercó
a nosotros —. hijos, uno de ellos tiene síndrome de Asperger, por lo que necesita más
atención que el resto y embarazada no me ayudara en eso. Soy madre soltera, no cuento
con el apoyo de nadie. Ni siq padre de esas criaturas.

Ivonne cerró los ojos ante la indignación, pude sentir lo mucho que le molestó eso, pero
no dije
—Ustedes se preguntarán: ¿"Entonces por qué estás embarazada"? Yo, chicos, trabajo en
algo e embarazada, con alguna enfermedad o muerta, es común.

Un nudo se me formó en la garganta, tragué saliva y me obligué a hablar.


—Lo lamentamos.
—Yo también lo hago. Quisiera poder darle la oportunidad a este niño: pero no puedo
traerlo a Ya tengo bastante con los otros que están en casa. Con Albeiro, que es autista.
Simplemente no hacerlo.

—Yo tampoco puedo —susurró Ivonne a mi lado.


La realidad de ambas era diferente, pero se asimilaban en cierta medida.
52
—Señorita Ivonne Fontalvo.
Mi amiga. Mi hermana. Se puso de pie, me miró con miedo, como si yo estuviera a punto
de irm aquí, pero le sonreí y vi como la seguridad renacía en ella.

—¿Es tu hermana? —Me preguntó la mujer mientras veíamos a Ivonne alejarse y


acercarse a la
—Sí —decidí responder.
—La primera vez que aborté, lo hice porque el padre del niño me dio una paliza que casi
me de La impotencia que sentí ante su declaración me enfureció, miré a la mujer a la
cara y fruncí el c
—¿Lo demandaste? —Negó con la cabeza y no sé porque carajos me esperé esa
respuesta —¡H Usted debió ir a la policía y...

—¿Quién le va a creer a una prostituta?


—Todo el mundo debe hacerlo. Todo el mundo. Conocen el riesgo que viven esas mujeres
todo Saben que ellas andan por todos lados con el credo en la boca y con la esperanza de
que ningú asqueroso este detrás de ella con malas intensiones. Saben muy bien que el
peligro para una m profesión es frecuente... Así que todo el mundo te creería.
—Es primera vez que dicen que dicen en mi cara que soy profesional en algo. Gracias,
dulzura. eso. Prostituta Profesional.
Sonreí aunque al principio no quise, ella también lo hizo, pero fue más breve que yo.
Luego lam y mirando sus manos con nerviosismo, ella dijo:

—Si en el mundo hubieran personas por lo menos con el quince por ciento de sentido
común c lo harían. Pero la realidad es que no.

El que ella este insistiendo tanto, me hizo pensar en que ya lo había intentado, pero no
me atre porque no hizo falta, dado que ella misma respondió, pareciera que mi rostro
había reflejado y

—Cuando fui, la policía se rio en mi cara. Dijo que una mujer como yo no tiene matriz
para sost criatura. Que mejor me arrodille y les...

—Cindy Fuentes, consultorio 2 —dijo la mujer de la recepción, ambos vimos en esa


dirección y de pie.

53
—Soy yo, me voy chico.
Me voy. Asentí —Me
llamo Daniel.
Fue ella quién asintió ahora. Vi a Ivonne aún parada con la mujer de la recepción, saludó
a la m ahora sabía se llamaba Cindy cuando esta cruzó a su lado y tocó su hombro.
Intercambiaron un íntima, cargada de muchas palabras que no podían ser dichas. Y
entonces, Ivonne se volvió hac

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La saludé con las manos y ella devolvió el gesto, se dio la vuelta y entró justo detrás de
Cindy.
...
Salí un rato por algo de tomar, la cabeza me palpitaba miserablemente y tuve que
agarrar lo pr Fui directo al cajero para pagarle y salí de inmediato después de eso.

Estaba sintiéndome acalorado y eso que el clima estaba normal. Cerré mis ojos. Estaba
asustad
Las palabras de Cindy se mezclaron con las que me había dicho Ivonne y me dolió. Me
dolió mu una mujer era juzgada por todo o por nada.

Mi teléfono sonó en el bolsillo del pantalón y me aventuré a sacarlo para responder. Era
Jamie.
—Y entonces yo dije: "Me parece que un pan con mantequilla en sus pectorales no es
una imag que digamos".

Resoplé y puse los ojos en blanco.


—Oh, no. Prohibido poner los ojos
blanco. Levanté una ceja, sonriendo.
¿Cómo lo supo?
—¿Cómo supiste qué...?
—Levanta la cabeza, piojito.
Entonces lo hice y a unos cuarenta centímetros de dónde estaba yo, se encontraba Jamie
McKe sonriendo ampliamente mientras colgaba la llamada y metía su teléfono dentro del
bolsillo de s empezó a acercarse a mí dudosamente.

—¿Qué haces acá? —Pregunté en cuanto estuvo cerca.


—Por acá vive una tía de mi mamá, la visitaba y entonces te vi y dije: "no puede ser
Daniel". Per eras. O lo eres.

Me reí entre dientes —¿Visitas a tu familia tan temprano?


Él asintió con tranquilidad, como si eso fuera lo más normal del mundo.
—¿Y tú qué haces acá? —No supe que responder, bajé la mirada a mis pies y empecé a
moverl frenéticamente.

¿Cómo le digo que estaba acompañando a la mejor amiga de mi hermana en la


55
práctica de su aborto?
Entonces McKenzie abrió la boca mientras seguía la dirección de mi mirada y tragó saliva,
volvié nuevamente hacia mí.

—¿Quién está dentro?

—Es una amiga, MK.


—Oh... Ella... Ella debe de sentirse horrible como para llegar hasta esta situación.
¿Estará bien?
—Lo estará.
Él asintió, frunció un poco el ceño y volvió a mirar hacía atrás, pero regresó de
inmediato. Él asi nuevo, sacó su teléfono y mandó un mensaje rápidamente. Después de
volver a guardarlo, dijo

—Dani, ¿puedo quedarme? Por si necesitan algo. No quiero dejarte acá solo... Debes
sentirte un Asentí levemente.
—¿Era esto lo que te tenía preocupado? ¿Por eso no hablamos bien, verdad?
—Lo lamento, no suelo permitir que mis emociones controlen mi actitud, pero esto era
más fue
—Ahora lo comprendo, Daniel. Esta bien, ¿que necesitas?
Negué con la cabeza y sonreí agradecido ante su buena voluntad, él solo se acercó a mí y
revolo cabello.

—Esta bien, si quieres algo, solo dilo. —Pronunció cada palabra con sumo cuidado, como
si est tratando con un pequeño niño. —. Hablé con mi mamá ayer, pero no me dijo nada.

El cambio de tema ayudó a alejar todos esos pensamientos que volvían como un
remolino a mi
—¿Nada de nada?
—No.
—¿Sospechas de algo?
Volvió a negar levemente y quise saber, de verdad que deseé hacerlo, por qué su madre
tenía t sobre él. Estaba a punto de preguntarle, pero mi celular volvió a sonar. Era la
alarma, la había p para cuando Ivonne saliera del consultorio.

—¿Qué pasó? —me preguntó McKenzie con bastante interés.


—Ya debo entrar.
56
Asintió y cuando empecé a caminar, sentí sus pasos detrás de mí.
....
Habían más luces en la sala de espera que en el pequeño cuarto donde Ivonne
descansaba, la c pareció un poco ilógica, pero si aquí hacían esto, debía ser por algo.

La mujer, Cindy, con la que había estado hablando era un mar de lágrimas, cubría su
rostro con la almohada,pero podía ver cómo su cuerpo temblaba y como sus sollozos la
delataban. Me atreví a acercar hombro, ella destapó su cara y me vio como si yo fuera
un ángel.

—Todo estará bien, cielo. Lo juro —dije, dándole mis esperanzas más
sinceras Cindy agarró mi mano, se sentía débil y fría como una navaja sin
filo.
—¿Quién está contigo? —susurré la pregunta, ella tragó saliva y supe la respuesta
mucho antes me la dijera negando con la cabeza. —. Te traje un amigo, ¿no te
molesta?

—¿Me trajiste un amigo?


—En realidad nos encontramos de casualidad, quiso venir a ayudarme sin preguntar
mucho. Lo pasar porque le dije a la señora de afuera que venía por ti.

Ella rió como si no se creyera esto, carajo, si yo estuviese en su posición, dudaría mucho
tambié
—No tengo dinero, Daniel.
—No es lo que que quiero; solo quiero ayudarte, Cindy. Solo eso.
Ella asintió, cerró los ojos y limpié su lágrima resbaladiza. El acto provocó más lágrimas
en ella jalar su cuerpo hasta donde mí y abrazarla, pero no lo hice porque podría
lastimarla.

—Voy a ver a Ivonne, Cindy.


—Ivonne, lindo nombre. Ella es realmente hermosa. Una mujer muy fuerte. Y tú un
buen herm
—Gracias, Cindy. Tú no te quedas atrás, eres mucho más fuerte que los dos.
—Daniel —volteé a verla —, cómprale toallas higiénicas. Las necesitará.
...
Ivonne sonreía dulcemente aunque su rostro estaba demacrado, ella extendió su mano
derech deje un beso que duró más de lo necesario y luego la apreté con la delicadeza.
57
—¿Cómo estás?
—Creo que estás haciendo las preguntas incorrectas... Pero he estado peor.
—¿Cómo la vez que te cayó piojos y tuvieron que cortar todo tu pelo y estabas tan calva
como l mi mano?

Ella rió con dolor y luego negó repetidamente con la cabeza.


—No estaba tan calva.
La ignoré, debía sacar el mayor provecho de esto, así que le recordé esta vez: —¿O
cuando te de dio varicela y parecías una patilla por todos los puntos negros que te
salieron en la cara y en el cuerpo? Aún r como mucho antes de que te salieran pisaste
mierda de perro y te desmayaste. La clínica del p y todos sabían que provenía de ti.

Ella también reía conmigo, solo que más débil.


—Juré jamás enfermarme en el pueblo. —Y era cierto, ella lo había dicho un centenar
de veces nosotros nos reíamos. —¿Ese chico... Es el de grindr?

—El mismo.
—¡Qué guapo! No me extrañaría que de repente hayas pasado de chico sano a padecer
Síndro Estocolmo.

—¿Qué? ¿Por qué?


—Fuiste a verte con él aún cuando estaba la amenaza de que podía ser un
secuestrador y asesino serial.
—Que afortunadamente, no lo soy. —Dijo Jamie, ya cerca de nosotros. Él sonrió a
Ivonne, noté ni una sola pizca de crítica en sus ojos. Él la miraba como si comprendiera
por completo a mi a Mucho gusto, Ivonne. Soy Jamie Oliver McKenzie.

—Sonaste tan presumido al decir tu nombre completo —le dije, riéndome entre dientes.
Jamie puso los ojos en blanco y levantó la ceja derecha, en una pésima y mal lograda
imitación engreído —¿Lo siento? No tengo la culpa de llevar un apellido extranjero.

Ivonne pareció notar que él bromeaba porque rió mucho antes de que yo lo hiciera.
—Mucho gusto, soy Ivonne Fontalvo
Salamanca. Ahora fue mi turno de
poner los ojos en blanco.
....
Jamie se ofreció a llevar a Cindy a su casa y ella rompió nuevamente en llanto mientras
58
repetía súper agradecida, yo la abracé fuerte y sentí en ella una vibra magnífica que me
hizo entender

El mundo era cruel y traer un inocente a él era entregárselo al sufrimiento.


Yo no era muy buen conductor, apenas y estaba dando clases cuando vivía en el pueblo
con el t papá, y como ahora me tocaba conducir el de Ivonne, no era de extrañar que me
moviera com en él. Para fortuna de los dos, el tráfico estaba tranquilo y casi solitario, por
lo que no tendríam conductores molestos detrás de nosotros.

Ivonne comenzó una conversación repentina, no me atreví a mirarla porque debía estar
concen frente.

—¿Te gusta Oliver?

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—¿Qué? No. No sé. Me cae bien. Pero...
—Debes conocerlo bien, Daniel.
¿Conocía yo a Jamie Oliver McKenzie? Sabía su nombre. Su edad. Algunas cosas como su
estatu peso o lo que dejaba en la información de su perfil de grindr, pero nada más.
—Te voy a proponer algo, —dijo Ivonne, tragando saliva. Sentí como se acomodaba a mi lado
— la semana que viene, me traigas 10 cosas de Jamie Oliver McKenzie. 10 cosas, Daniel.

—¿Y qué voy a ganar si las consigo?


—Mi aprobación para que andes con él.
—¿Y si no?
—Me negaré tanto a esta relación que te volverás hetero aunque eso parezca imposible.
Nos reímos fuertemente y después de calmarme, dije: —Hecho.
Mordí mi labio inferior, debía aprender 10 cosas de McKenzie. ¿Qué tan fácil o difícil sería?

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Capitulo 07

Habían pasado ocho días desde que Ivonne abortó, ocho días en los que Ivonne pasó
acostada En ocasiones se veía frívola, como si su decisión hubiera apagado todas sus
emociones positiva
Ivonne me miró cuando entré a su habitación, parpadeó varias veces y se acomodó hasta
qued su cama. La sonrisa que se asomó en sus labios estaba lejos de ser real, Ivonne
inhaló una boca con los ojos medio cerrados.

—¿Cómo te sientes? —Le pregunté, tocando su mano.


Ella me miró a los ojos, en los de ella vi un tanto dolor que sentí ganas de hacerla olvidar
todo.
—Me siento bien —si hubo algún indicio de que sus palabras eran ciertas, lo noté de
inmediato
—Me alegro —
susurré. Ivonne sonrió
de medio lado.
—No estoy arrepentida —su voz sonaba rasposa, como una piedra para limar uñas. —.
Solo est
Mi hermana estaba enojada con los dos, Dante nos había bloqueado a ambos de todas
sus rede negaba terminantemente a verme por mucho que insistiera. La madre de Ivonne
la ignoraba y en nada.

Mis padres y Santiago, comprendieron esto tanto como yo, pero no era lo mismo con
la madre señora Salamanca apenas y se limitaba a intercambiar una que otra palabra con
su hija.

Ivonne tosió mientras se erguía más, levantó una ceja y agarró su teléfono celular sin
dejar de v de volverlo a poner en la mesita de noche, preguntó en tono confidencial:

—Entonces... ¿qué tanto sabes ya de Oliver?


Preparé mi parlamento acomodándome en la silla, aclaré mi garganta y sonreí
dulcemente al decir:

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—Esto es lo que supe de Jamie Oliver McKenzie en esta semana:
1. Jamie Oliver McKenzie ama la música de Shakira.
Estábamos en su coche, íbamos camino a El Cielo por un helado cuando de repente,
McKenzie radio y estaban pasando una canción de la barranquillera en donde decía que
Maluma era puro cantaba la parte de Shakira con mucha emoción, e incluso se movía al
ritmo de la música.

Entonces le pregunté: —¿Te gusta esa canción?

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Al principio iba a decir que esta era la primera cosa que supe de él, pero lo cambié
cuando dijo:
—De hecho, me gusta es Shakira y toda su música. La sigo desde que oí "¿Dónde están
los ladro cuando era un niño. Ése es un álbum magnífico. Debajo de él, hay una gran
historia.

—¿Cuál es la historia? —pregunté interesado.


—A ella le robaron el él material original del álbum o algo así entendí. A decir verdad
poco recu eso, pero le robaron todo y por eso cambió toda la estética del álbum. Incluido
el título.

—Eso es realmente interesante.


Él asintió levemente y volvió a cantar la parte de Shakira.
...
Levanté las cejas y empecé a moverlas de arriba abajo mientras sonreía.
—Es muy buen dato. —Me felicitó.
—Un excelente dato —la corregí
presumido. Ella sonrió —Continua.
Asentí con el dedo como el Chavo del ocho.
...
2. Jamie es fan de Jane Austen.
Como era de esperarse, llegamos al centro comercial El Cielo, habíamos estado hablando
de Sh maravillosa que era escribiendo cuando de repente se me ocurrió preguntarle:

—¿Te gusta leer?


Él gimió y pensó en responder, quizá buscaba en su mente la razón por la que pregunté
aquello cuestionó al respecto. En cambio, mirando la librería que acabamos de cruzar,
dijo:

—Sí, me gusta leer. ¿Y a ti?


—Es una de las cosas que hago de vez en cuando.

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Él asintió a mi respuesta, sin dejar de verme. Todo esto me parecía surrealista debido a
que lo e analizando más detenidamente que antes.
—Tengo una pequeña obsesión con cierta autora de romance... He leído todos sus libros
y he v adaptaciones cinematográficas de los mismos muchas veces.

—¿Y quién es esa autora, si se puede saber? —levantó las manos.

—Creo que decirte esto es algo demasiado privado. Me reí.


—Ya tú sabes mi número de celular, creo que la privacidad entre nosotros se acabó hace
much
—¿Acaso casi nadie conoce tu número de celular?
Negué con la cabeza y él volvió a sonreír más ampliamente.
—Me siento privilegiado.
Asintiendo y señalándolo, agregué:

—Deberías. Jamie se sonrojó.


—Es Jane Austen esa autora. He leído más de seis veces "Orgullo y Prejuicio". Aunque
admito al "Sentido y Sensibilidad", es mil veces mejor.

—Solamente conozco el primer libro, no sabía del otro. Así que no puedo decir nada al
respect
—No te preocupes, es un libro poco
conocido. Asentí.
...
—¿Cómo voy? —le pregunté a Ivonne después de haberle terminado de contar la
segunda cosa asintió.

—¿Ves? Ahora sí me está agrandando cómo va todo esto.


...
3. Jamie baila. MUY BIEN.
Entramos a la sala de juegos en El Cielo, lo primero que vimos fue el "Just Dance" en toda
la ent parecía que el mundo estaba poniéndose a mi favor justo en ese momento
porque la máquina escuchaba uno de los éxitos más longevos de Shakira: "Suerte".

No me pareció extraño cuando los ojos de Jamie se iluminaron como los de un niño que
ve un j y empezó a caminar en esa dirección con tanta emoción que no pude resistirme y
terminé dicié
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—Juguemos, si quieres.
—¡Por supuesto que quiero! —Y entonces pasó la tarjeta de juego en el torniquete de la
máqui robótica empezó a decirnos que el juego acababa de comenzar.

Jamie y yo nos subimos y empezamos a movernos, a diferencia de mí, Jamie se movía


como si estuviera solo en el mundo. Había seguridad en sus movimientos, una ligereza
sorprendente y una agilidad en a su estatura y peso. Parecía una liviana hoja en el
aire.

Sonreía mientras lo veía e imitaba sus movimientos. En un momento, McKenzie se quedó


quiet poco su camisa, dejando al descubierto sus increíbles y perfectos pectorales.
Entonces empezó caderas y lo hizo tan magníficamente que varias personas a nuestro
alrededor empezaron a ap sus movimientos.

—No sabía que bailabas tan bien —le dije, dando una vuelta al igual que él.
—Tú también lo haces bien, Dani. —Me dijo, entonces —. Imita esto.
Él se puso en cuclillas, sosteniéndose con la punta de sus zapatos, yo lo imite y me salió
casi igu faltaba práctica. O quizás equilibrio.

...
Ivonne comenzó a reír, me lanzó una almohada y yo la agarré antes de que me golpeara.
—Eres buen bailarín, Daniel. No creo que lo hayas hecho mal.
—No lo hice mal, solo que Jamie fue mejor.
—Tienes que invitarlo a la fiesta que hará Diego la semana próxima, debo verlo bailar.
—¿Eso quiere decir que lo aceptas? —Ella asintió y dijo:
—En esas estoy. —Entonces sonrió y fijó su mirada en mi rostro —¿No te parece raro?
—¿Qué cosa?
—El hecho de que yo vaya a una fiesta aún cuando
aborté. Negué con la cabeza antes de hablar.

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—No. Debes seguir con tu vida,
Ivonne. Ella me agradeció con la
mirada.
—Menos mal, no pude hacer mi fiesta el sábado pasado. Entonces iré a la de Diego. No
cumple dijo que me celebraría la mía ya que no se pudo. Lo malo es que no sé si pueda
consumir alcoh dejemos de hablar de mis quejas y continúa, quiero saber más.

—Okey.
...
4. Jamie le tiene miedo a las cucarachas -como yo-

66
Un día después de haber bailado con él en la sala de juegos de El Cielo, Jamie me
preguntó por si podía venir a buscarme al trabajo y como yo estaba bastante cansado,
acepté. Le mandé el n restaurante de Diego y unos dos minutos antes de que mi turno
terminara, Jamie me estaba es Me despedí de todos como de costumbre y salí.

—Hola, Daniel. ¿Cómo estás? —Me preguntó, bajándose del auto.


—Muy bien. ¿Y tú?
—Pues acabo de salir del trabajo y estoy un poco cansado, tengo hambre y creo que
quiero un tranquilidad y eso lo conseguiré con tu compañía.

—¿Soy un tranquilizante?
Él asintió sin sentir vergüenza. Yo me reí y golpeé su pecho con mi puño.
Nos subimos a su coche y empezó a conducir, había una canción de Shakira y Rihanna de
fondo motivó a bailar con una sonrisa. Jamie me imitaba mientras tamborileaba el timón
con sus ded se estacionó frente a la entrada del Parque de las Flores.

—Vamos, sentémonos un rato —susurró Jamie, abriendo su lado del coche. Al bajarse,
caminó y me lo abrió.

—Entonces debo sorprenderme porque actúas como un caballero —dije en modo de


aseguran mismo me había dado cuenta que aquello sonaba como una pregunta.

—Vamos, sentémonos y busquemos algo de comida adentro.


—Solo hay comida chatarra —susurré con una carcajada.
—No importa.
Y mientras nos comíamos un helado sentados en una de las bancas, una cucaracha
tan grande concha de mar se acercó volando hasta donde yo estaba. Mi grito fue oído
seguramente hasta l porque el asqueroso animal se paró en mi pierna y empezó a
moverse.

—¡Maldita sea Jamie!


Él volteó a verme con una ceja levantada —¡No maldigas!

67
—¡Es que es una maldita cucaracha!
Cuando él volteó a ver mi pierna, también gritó. Aunque fue más chillón y aturdido que
el mío.
—¡Mátala! ¡Mátala, Daniel!
—¡Hazlo tú, eres el más grande!

—Pero está en tu pierna y .. ¡Está volando!

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McKenzie saltó hasta quedar en la posición similar a la de un sapo apunto de pegar uno y
yo m salvajemente mi pie y mis manos para espantar al sucio insecto que ahora quería
ponerse en m

Cuando logré espantarlo, salí corriendo lejos de él y oí detrás de mí el otro grito de


McKenzie cu al suelo al no poder sostenerse bien en el cabecero de la banca.

...
Ivonne reía a carcajadas mientras se agarraba el vientre, una lágrima resbaló por su
mejilla der limpió de inmediato, exhaló un profundo y largo suspiro mientras se obligaba
a calmarse y cua me miró con una media sonrisa.

—¿De verdad
eso pasó?
Asentí.
—Y también descubrí dos cosas más, que en realidad es una pero me gusta juntarlas.
—¿Qué es?

...
5. Jamie es una persona maravillosa (y un muy buen abrazador).
Cuando logramos salir del Parque de las Flores con nuestra dignidad casi intacta,
McKenzie con el bosque embrujado, también conocido como el Averno Azul y al bajarse,
imitó la misma acció

Se recostó en el capó de su carro y respiró hondo, luego empezó a reírse.


—No quiero que nadie se entere de esto.
—Nadie lo hará —prometí, aunque esto era más falso que mi
seriedad. Entonces McKenzie tocó un lado de su capó y yo me
senté a su lado.
—¿Recuerdas a Cindy? —Asentí —. Era obvio, la ayudaste mucho con tus palabras.
—¿Pasó algo con ella?

69
—Me contó cosas de su vida mientras la llevaba a su casa, que por cierto, es muy linda.
Pero de pequeña.

—¿Por qué no me dijiste antes?


—Porque primero quería hacer algo.
—¿Qué cosa?
—Ayudarla más. Me contó lo que le hizo ese hombre y por qué abortó, no con detalles
específicos, pero lo intuí todo. Hablé con mi abogado... Él empezó a asesorarla. ¿Sabías
que su primer aborto fue h año? —Negué tristemente —. Bueno, ya lo sabes. Mi abogado
comenzó la demanda y resulta q de esa mujer, también son de él. Ellas los tuvo porque
le prometió una mejor vida. Cosa que nu cierto.

—Maldito sea...
Él estuvo de acuerdo conmigo ante mi maldición.
—Le pusimos una demanda por abandonar a sus hijos, por maltrato físico y por no
hacerse car ya tiene. Apareció en sus registros que el hombre tiene una demanda por
asesinato y violación.

—¿Por qué... Por qué Cindy estuvo con alguien así?


—Era su trabajo, Dani. No podía negarse. Un cliente es igual a dinero y dinero es ir a su
casa co para sus hijos. —Él sonaba dolido y también bastante conmovido.

—¿Era? —Según mis recuerdos, Cindy seguía siendo trabajadora sexual.


—¿Hmm?
Sonreí cuando puse los ojos en blanco —Dijiste "era". ¿Eso quiere decir qué...?
—Que ya no es su trabajo —terminó de decir con más determinación y con un sonido más
con antes —. Resultó que mi abogado necesitaba una recepcionista y le ofreció el trabajo
a Cindy, p lo aceptó. También la está ayudando a que sus hijos vayan al colegio público
de Villa Azul.

—Ella tiene un hijo con Asperger... él...


—Esta bien —dijo antes de que terminara de preguntar —. En una guardería. Cindy
quiere vert
Yo no pude responder, estaba demasiado conmovido por el acto tan maravilloso que hizo
McKe adorable mujer. Así que agarré su brazo y lo jalé hacía mí, le agradecí un centenar
de veces mie pegaba a él.

—No es nada.

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—Es mucho más que eso —dije y lo abracé.
Al principio lo sentí tenso, pero poco a poco iba tranquilizándose y respondió a mi
abrazo. Me r cintura y sentí su barba en mi hombro cuando se inclinó un poco más. No lo
estaba viendo, per bien, que él estaba sonriendo.

...
—Eso fue muy lindo, Daniel.
—¿De verdad?
—Sí —me dijo al lamer sus labios. —Continúa.
...
6. Jamie ama a los perros.
No nos habíamos visto en dos días porque el trabajo y la universidad de McKenzie le
quitaban t que me sorprendí cuando él estaba estacionado afuera sin su carro, sino
con un perro de raza a su lado.
El sol estaba en su punto, pero sorprendentemente no picaba. Aún así, McKenzie llevaba
unas g y un pantalón corto con una camisa sin mangas.

—Hola, Dani. Lamento aparecerme sin avisar.


—¡Qué lindo perrito! ¿Cómo se llama? —No le hice caso a lo primero que dijo, más
bien me con el perro.

—Se llama Titán.


—Nunca lo habías mencionado —le dije mientras volvía a verlo, él frunció el ceño.
—No estaba en casa, lo trajeron hoy. Mi tío. Entonces decidí traerlo para que lo
conozcas.
—¿Y eso?
Él gimió mientras mordía su labio inferior y luego sonrió de medio lado.
—¿Quieres ir por un helado?
—Sí.
Mientras caminábamos, McKenzie me contó todo lo que hizo en el transcurso de los
días que n aunque ya sabía algo por lo que habíamos hablado por WhatsApp, pero de
igual forma lo oí mu

Entonces supe esta cosa cuando su perro comenzó a ladrar al ver otros más, él sonrió y
se agac acariciarlo. Los otros perritos se acercaron y él también los acarició, uno de ellos
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lamió la palm mano y él se carcajeó mientras me miraba.

—Ven, acércate.
Lo hice, los perros nos olían y nos lamían. McKenzie se veía emocionado y algo en mi
corazón s cuando él comenzó a preguntarles a los perros sus nombres.

—Nunca te van a responder —susurré con una sonrisa.


McKenzie leyó la placa que tenía uno de los perros en el
cuello.
—Te llamas Tuto, ¿no es así, pequeñito?

El perro ladró.
—¿Ves? Sí me respondió. —Entonces me sacó la lengua.
...
—Owww, cuenta más.
...
7. McKenzie canta.
Después de habernos comido el helado y jugar un poco con Titán, McKenzie se sentó en
el suel puse a su lado.

Algo había cambiado entre nosotros desde que lo abracé: había algo más cercano entre
nosotr se acostó y afincó su cabeza en mis piernas. Se retiró las gafas y me miró con
tanta dulzura que comenzaron a sonrojarse.

—Respeto tu espacio personal por el acto que acabo de hacer, pero reitero mi autoridad
como novio haciéndolo de todos modos.
—¿Qué? —pregunté entre risas, las cuales contagiaron a McKenzie, quien no respondió
mi preg que se puso a cantar.

»Tanto busqué, cuánto encontré, tanto perdí, cuánto


gané. Tantos amores y desamores no hicieron bien.
Dejándome el alma vacía.

Llegas a mí para sanarme, para enseñarme


cómo vivir. Quitas mis miedos, solo te importa
hacerme feliz Como nunca nadie lo hacía...
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Quedé viéndolo mientras cantaba aquella canción que jamás en mi vida había oído y que
de in cautivó hasta hacerme sentir súper emocionado.

...
—¿Y cantaste con él? Eso es tan cliché.
—No, no canté. No me sabía la letra.
—¿Cómo se llama la canción?
—"¿Cómo pagarte?" De Carlos Rivera. Es hermosa.

73
Asintió —Tienes una voz muy angelical, Daniel. Debiste haber cantando con él. —Solo
pude son hay cuatro cosas que tienen en común ustedes: le temen a las cucarachas, dan
buenos abrazos buenas personas, cantan muy bien y aman los perros. ¿Continúas?

...
8. Jamie tiene un tatuaje.
El viernes, McKenzie sabía que yo salía temprano del trabajo, así que me llamó una hora
antes venía buscarme.
Sonreí cuando lo vi llegar con Titán, solo que esta vez estaban en el carro. Él levantó las
cejas y que me subiera al coche con un gesto.

—¿Quieres ir a nadar?
—¿A nadar?
—Sí, quiero ir a una piscina. ¿Te gustaría ir? Me gustaría que me
acompañes. No sabía que decir, así que mordí mis labios y fruncí el
ceño.
—Si es por tus papás, pide permiso. —Me miró con dulzura y parpadeó varias veces y
Titán, qu buscaba que yo aceptará la petición, lamió mi mano —. ¿Ves eso? Le agradas.
Hazlo, vamos.
Saqué mi teléfono con un largo suspiro y lo hice: escribí un mensaje para mi madre y
para mi p respuesta de ambos fue en una diferencia de cinco segundos.

Mamá: vienes antes de la


comida. Papá: ¡Te espero
antes de la comida!
—¿Qué dijeron?
—Que sí.
Él sonrió y miró a Titán.
—¡Vamos con Dani! — le dijo, el perro ladró con emoción, como si entendiera lo que se le
acab decir.

Tuve que sonreír cuando ambos me miraron fijamente.


—Estas loco, McKenzie.
—Lo estoy.
74

Llegamos al Country Club de Villa Azul, como era viernes y era temprano, estaba casi
vacío. McK registró, se dirigió al baño y se quitó la camisa delante de mí, había un ancla
en su pectoral izqu tamaño de una pelota de golf y cuando él me captó mirándolo, sonrió
y yo me sonrojé.

—Significa estabilidad, según yo. Cuando lanzan el ancla en un barco, este se detiene. Se
manti como yo.

—Eso quiero decir que algo te mantiene fijo en un solo lugar,


¿no? Me miró a los ojos y asintió levemente.
...
—Escucha esta otra cosa
...
9. McKenzie es bueno con los niños.
Me imaginé que estar en el country club, iba a ser algo más que simple diversión, pero
estaba r equivocado. Fue mil veces mejor.
McKenzie estaba aquí porque le enseñaba a niños a nadar. Cada diminuta criatura corrió
en dir mientras vociferaban su nombre con la emoción que los caracterizaba. McKenzie
se agachó par y preguntarles sobre cómo habían avanzado desde la última vez, a lo que
ellos respondían posi
—Chicos, les quiero presentar a alguien. —Todos me miraron, hasta Titán. —Él es Daniel,
un nu
—¿O tu novio? —preguntó una pequeña niña.
McKenzie sopesó la pregunta y después de largos segundos, dijo con total seguridad:
—Todavía no.
Todos los niños corearon un "uyyyyy" mientras reían con la travesura impregnada en
sus ojos.
—Hola, chicos. Sí, soy Daniel —saludé y entonces vi como miraban detrás de mí con
complicida volví para ver qué pasaba, fue entonces cuando me di cuenta que el malvado
ser que se encont espaldas, es decir, McKenzie, planeaba algo, pero fue demasiado tarde
para que pudiese reacci Jamie Oliver McKenzie me cargó tan fácil como levantar una caja
vacía y mientras reía, con los n detrás, me lanzó al agua.

Fruncí el ceño para hacerle creer que estaba enojado, pero carajo, no sirvió de nada
porque un se me escapó cuando todos los niños lo tiraron al agua. Luego vinieron ellos
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junto con Titán.
Más tarde, cuando me dolía la barriga de tanto reírme y me secaba el cabello con la
toalla que me enteré que los niños eran huérfanos y Jamie los ayudaba
incondicionalmente. Sin ningún be único que pedía, es que el Country Club estuviese
vacío los viernes cada dos semanas
...
Ivonne sonrió.
—Creo que encontraste a tu alma
gemela... No supe como responder a
eso, entonces dije:
—Entre tantas cosas bonitas, hay una que no me gusta mucho de Jamie...
...
10. Jamie le tiene miedo a su madre.
Había conocido muchas cosas buenas de McKenzie, tantas, que me parecía extraño que
no tuvi defecto como todo el mundo.

Y aunque lo que descubrí el domingo por la tarde no era uno, se asemejaba un poco.
Estábamos sentados en las bancas del Parque de las Flores, al no tener tantos lugares
que visita Azul, frecuentábamos siempre los mismos, aunque eso no parecía
molestarnos.

Él y yo estábamos hablando de todo lo que habíamos hecho en la semana que ya casi


terminab celular sonó y no supe cómo, pero adiviné era su madre.
El rostro tan tranquilo de McKenzie se puso rojo y luego me miró como si buscara mi
aprobació fruncí un poco el ceño y él contestó a la llamada, no habló. Sólo escuchaba.
Entonces se paró d estaba y empezó a alejarse.

Volvió minutos después, con las manos en los bolsillos y una triste mirada.
—Debo irme, Dani. Mi madre me necesita.
—¿Harás algo?

76
—Sí. Una cena con una familia amiga
suya. Asentí.
—¿Ya sabes qué es la que
planea? Él negó
rotundamente.
—No.
Y entonces, se acercó a mí, sonrió ladino y me abrazó. Sentí su nariz en mi cabeza y se
me erizó cuando oí como olfateaba mi cabello.

—¿Podemos vernos mañana?

77
—Por supuesto, MK.

Gracia
s, JR.
Reímo
s.
Cuando empezó a caminar, lo llamé. Él volteó a verme.
—¿Estarás bien?
—Creo...
Corrí hacia él y lo abracé de nuevo. Su voz quebró mi corazón en mil pedazos.
—Yo siempre estaré para ti, McKenzie. ¿Está bien? Acabamos de conocernos, pero quiero
que s No importa qué, si necesitas algo, hablar con alguien, lo qué sea... Búscame o
llámame. Dijiste brindaba tranquilidad, así que hazlo siempre que quieras.

Jamie apretó su mandíbula, sus ojos, llorosos, me miraron fijamente. Él se inclinó un


poco y bes
—Lo haré —prometió.
...
Estaba a punto de decir algo, pero todo aquello que iba a salir de mi boca se vio
interrumpido c puerta de la habitación de Ivonne se abrió y nos mostró a una muy
molesta Verónica Castro.

78
Capitulo 08

—Daniel... ¿Qué estás haciendo acá? —preguntó Verónica, mirándome, aunque movía sus
ojos dirección a Ivonne.

—Vine a ver cómo sigue Ivonne.


—¿Para recordarla bien antes de que se vaya al
infierno? Me reí mientras me ponía de pie.
—Si vamos a repetir lo que dice la gente sobre esto, te recuerdo que para ellos, yo
también me infierno.

Mi hermana me quedó mirando, soltó un largo suspiro y se cruzó de brazos.


—Eso es diferente.
—¿En qué?
Mirando a Ivonne, dijo:
—Ella sí le hizo daño a un ser humano. Tú no haces eso.
Verónica se volvió hacia la salida, su cuerpo reflejaba tristeza y ella agarró el picaporte
de la pu más de un segundo, quizás en su cabeza, habían millones de palabras que no se
atrevía a decir muy furiosa que estuviese, ella media lo que iba a decir para no
arrepentirse después.

—Recuerdo cuando éramos niñas —comenzó diciendo Ivonne —. ¿Te acuerdas?


Cuando iba al mi mamá a visitarlos. ¿Aún recuerdas lo que dijimos? En caso de que
no lo hagas...

—Lo hago. —Dijo en voz baja. —Muy bien.


Aunque mi hermana no la estaba mirando, Ivonne asintió con paciencia.
—Dijimos que nuestros hijos serían primos. Que los tuyos me dirían tía Ivy y los míos a ti;
tía Ve
Escuché un sollozo de parte de mi hermana y no pude contenerme, odiaba oírla o verla
llorar, a abracé.

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—Parece que a la que se le olvidó fue a ti... Ivonne.
—Nunca —quedaron en silencio, yo abrazaba a mi hermana pero miraba a Ivonne,
diciéndole c que también quería estar ahí para ella —. Nunca, hermanita... Nunca. Pero
no estaba lista, no estoy lista aún.
¿Crees que no me dolió? ¡Lo hizo! ¡Aún lo hace! Pero sé muy bien que tú en el fondo
sabes que Dante no lo quería. Yo no lo quería. ¿Qué podía hacer al respecto?
Entonces mi hermana se alejó de mí y se volvió nuevamente hacia Ivonne, frunció el
ceño y ata de toda su vida en un tono alto, pero que sin duda alguna no pasaba a lo
violento.
—¡Hay centros de adopción! ¡Madres sustitutas! ¡Madres solteras! ¡Papás solteros!
¡Hombres ga de una familia! Y tú, que tuviste una oportunidad de tener un bebé, la
desaprovechas solo... ¿po estabas lista?

—¡No lo estaba, ni lo estoy ahora, Verónica! ¡No quería experimentar esos cambios en mi
cuerp avanzar en mis estudios! Tener una carrera profesional. Un trabajo fijo. Una casa
propia y desp amiga, un hijo.

Verónica calló, miró el suelo y empezó a mover las piernas con nerviosismo, cerró los
ojos, resp finalmente me soltó para acercarse a Ivonne.

—¿Dante tampoco lo quería?


—Criarlo no, entregarlo a un orfanato, sí.
—¿Y por qué no consideraste hacerlo? —Su voz sonaba calmada.
—Amiga, estar embarazada implica muchas cosas y tú lo sabes. Además, hay que aceptar
el he llegó en un momento de mi vida donde no lo esperaba. No puedo obligarme a
ser madre, no cu en mí en veinte años si lo hubiera tenido. Estoy segura, Vero, que
habría culpado a ese chico, p arruinado mi futuro.

—Él no lo arruinaría.
Ivonne cerró los ojos y luego me miró en busca de apoyo, pero yo solo asentí levemente
con un sonrisa.
—Lo haría —susurró —. Solo piensa en esos nueve meses con un bebé no deseado en
mi vient mí, dejando a la mitad mis estudios de medicina solo para convertirme en
madre. Piensa, Vero, que me darán en el hospital solo porque estoy embarazada.
»Dentro de cuatro meses ni siquiera cabría en mi vestido rojo, porque estaría
embarazada. En c caminaría con una mano en la cintura y sintiéndome más cansada de lo
usual, porque estaría e llegamos a los seis meses, en la bañera parecería una ballena. Y
no, no quiero tampoco eso.

Verónica miró hacia mí, sonrió y dijo: —¿Puedes dejarnos solas?

80
Abrí y cerré la boca buscando que decir, pero Ivonne asintió levemente y yo me rendí de
inmed
—Bien. Las espero abajo.
—Vete a casa, voy a dormir aquí hoy.
—¿De verdad? —Preguntó Ivonne con una gran sonrisa.

81
Verónica sólo supo asentir mientras volvía su mirada hacia ella.
....
En casa, mi madre estaba cocinando mientras mi padre lavaba los platos del almuerzo,
los salu con el ceño fruncido, Graciela Olivera me dijo:

—¡Carajo! Hasta que te acuerdas que tienes casa. Vives es en la calle.


—Vamos a tener que llevarle la ropa a la calle —coincidió mi padre, pasando la esponja
llena d aroma a chicle por un plato de losa.

—No es para tanto, solo salí del trabajo y me fui a ver Ivonne.
Mi madre me miró mientras cortaba en torrejas un cebollín, esa mujer era una experta
porque dedo en todo el proceso.

—¿Cómo sigue ella? Pobre chica, debe sentirse cansada. Yo tuve 4 hijos y uf, una
experiencia ba dolorosa...

Entonces mi hermano mayor apareció en la sala con una emoción que nos contagio a
todos al i
—¡Familia! ¿Cómo están
todos? Mamá sonrió.
—¿Qué te tiene tan contento, cariño?
Santiago me miró con las cejas levantadas y las balanceó en un baile cómico mientras
movía la mismo tiempo.

—Mañana estoy de descanso en el trabajo, ya que es sábado.


—Eso es estupendo —le dijo papá.
—Pero tengo otro día de trabajo donde me van a pagar muy bien —añadió al instante y
dado q seguía mirándome, supe que estaba tratando de hacer.

—¿Y quieres que te acompañe? —Pregunté con una media


sonrisa. Él asintió mientras comenzaba a aplaudir.
—¡Mi hermano es tan inteligente! ¿No es así, mamá?
—Tanto que pasará a esa universidad, estoy segura.
—¿A qué hora nos vamos?

—Sé que mañana también estas de descanso, así que... ¿te parece bien a las ocho?

82
Gruñí porque me tocaba nuevamente levantarme temprano.
—Bien.
—¡Gracias,
hermanito! Y
entonces
pregunté:
—¿Qué haremos?
—Limpiar una piscina en casa de gente rica. —Me respondió sonriendo. —¿Qué hay de
comer? hambre!

Mi mamá lo miró ceñuda.


—Anda, ponte a hacer el jugo.
Mi hermano refunfuñó mientras me despeinaba.
—¡Sí, señora! ¿Dónde está la maracuyá? ¡En esta casa todo es un desorden! Dios mío...

83
Capitulo 09

—¡Daniel, Daniel! —Los gritos eufóricos de mi hermano mayor me despertaron de


golpe y con acelerado, él estaba frente a mí con una gran sonrisa y moviendo las manos
mientras me indica pusiera de pie.
—¡Cinco minutos más! —Supliqué con un sollozo que se atenuó cuando hice una
exagerada en última palabra.

—¡Nada de eso! —Dijo Santiago, quitándome las sábanas de encima —. Hoy es un día
de trabaj al que madruga...

—Le da sueño a las tres de la tarde —le dije, aún


quejándome. Santiago me jaló de los brazos.
—No, Dios lo ayuda. Al que madruga, Dios lo ayuda.
—¿Qué hora es?
—Son las siete. Ni siquiera es de madrugada, pero tú me entiendes.
Asentí con una sonrisa mientras me sentaba finalmente, mi hermano me dijo que me iba
a esp yo obligué a mi cuerpo a levantarse de la cama.

Veinte minutos más tarde, estaba completamente listo.


...
—Te hice el desayuno, come rápido y nos vamos.
Asentí levemente, agarrando el plato con una arepa asada bañada en mantequilla y una
tacita d leche. Lo comí en silencio todo mientras pensaba en cómo habían quedado las
cosas con Ivonn hermana.

—¿Y a qué hora crees que terminemos?


—No tengo ni idea... primero tengo que ver qué tan grande es la piscina —susurró mi
hermano de voz que usó, supe que él estaba aburrido de tanto esperarme.

—¡Estoy listo! Hora de irnos —anuncié, sonriendo cuando él levantó las manos en
forma de bur

84
....

Mientras Santiago y yo íbamos a la casa donde íbamos a limpiar la piscina, saqué mi


teléfono celular y escribí un rápido mensaje a mi hermana, con la esperanza de que me
diga cómo habían termin entre ella y su mejor amiga, pero al no obtener una respuesta
inmediata, me las imaginé dormi abrazadas todavía.

Miré por la ventana del bus cuando se quedó parado y vi cruzar a varias personas ya
que el sem en rojo.

Entonces vi una pequeña panadería y recordé a McKenzie.


Yo: ¿Cómo amaneciste? Yo estoy bien. Pero... ¡Mira lo que me
encontré! Le escribí, adjuntando una foto de la panadería.
Mk: Me acabo de levantar, más tarde tengo que hacer algo así que terminaré algunas
cosas, po bien, ¿Y tú?

Yo: Bien, ya te dije, pero gracias por volver a preguntarlo. ¿No dirás nada a cerca de tu
lugar de Mk: Por ahora no puedo añadir nada... dado que no lo conozco.
Yo: Pensé que todo lo que llevaba la palabra «Pan» sería de tu agrado.
Sonreí a la pantalla y miré a mi hermano, quién llevaba el ceño fruncido y movía
impacienteme siquiera me había dado cuenta que el bus ya había estado en marcha.
MK: Dan, no es gracioso. ¿Desde cuándo un pan excita a un pansexual? ¡Eso es como
decir que metrosexual se orgasmea cuando está dentro de un metro!

Reí mientras escribía mi respuesta.


Yo: ¿No es eso lo que realmente sucede? Qué no te avergüence admitirlo, no juzgo a
nadie. Aunque no estaba viendo a McKenzie, sabía más que nadie en el mundo, que él
estaba sonrien Mk: Eres imposible.
Yo: Y tú un terco.
Mk: ¿Qué te parece si después de las siete nos vamos por ahí?
Yo: ¿Dónde es por ahí? Espero no me sea una panadería, todavía no estoy listo para verte
sonro tope.

MK: te sorprenderé, Daniel. Me tengo que ir a bañar. Besos.


Guardé el teléfono con una sonrisa en mis labios que no podía ocultar y con un claro y
85
muy per pensamiento: no quería que Jamie me mandará besos, quería me los diera
personalmente.

Mi hermano gimió lentamente.

86
—¿Con quién hablabas?
Respondí con sinceridad, no queriendo ocultarle nada:
—Con Jamie, el chico de
grinder. Él sonrió y asintió
con suavidad.
—Me doy cuenta que te gusta.
A eso, si no supe que responder.
....
La casa en la que teníamos que limpiar la piscina, era prácticamente una mansión:
grande, con eléctrico custodiado por dos hombres vestidos con trajes negros, que se
pararon de inmediato nosotros y mi hermano les dijo quien era, hablaron por un walkie
talkie al instante y una voz fe el otro lado, demandó:

—Déjalo pasar
—No viene solo, señora Alisha. —Dijo el hombre, sin apartar su mirada de mí.
—Déjenlos entrar, por el amor a Dios.
El hombre del walkie talkie nos señaló y su compañero asintió mientras se acercaba
para abrir este emitió un chirrido algo molesto mientras lo hacía lentamente.

—Gracias —les dijo Santiago, mientras empezaba a caminar.


Yo ibas detrás de él, mirando todo a mi alrededor como si estuviera en la exposición de
un mus acá todo parecía sacado de uno.
Una gran fuente con una estatua de un hermoso pez al que le salía agua por la boca
estaba en la entrada, quise meter la mano pero decidí que era una mala idea cuando vi
a una mujer de pi escalones un poco más adelante de nosotros. Llevaba un vestido
casual de color azul marino y sandalias que se veían más caras que mis zapatos.
—¿Eres Santiago Castro, verdad? ¿El hijo de Saúl, el
taxista? Mi hermano asintió antes de hablar.
—Sí, señora, soy yo.

87
—Tu padre me dijo que eres muy bueno limpiando piscinas, confió en que así sea.
—Mi padre no le mentiría, señora —le dijo él inmediatamente.
—Qué bueno, porque necesito que lo hagas bien. —Me miró fijamente y Santiago le dijo,
antes de que le preguntará, que yo era su hermano menor, ella asintió desinteresada y
añadió: —Vengan. Entre terminen, mejor.
Nos dispusimos a ir detrás ella cuando bajó los escalones y caminó hasta la parte de atrás
de la me pareció sorprendente, debido a la gran cantidad de flores que había, las miré
todas con una atreví a tocar unas de color amarillo, la señora me miró con una ceja
levantada pero no dijo na

—Les voy a mandar a Francia, ella les va a ayudar en lo que


necesiten. Dicho eso, desapareció por donde vino.
—¡Qué señora tan temperamental! —Dije finalmente, mi hermano estuvo de acuerdo
conmigo la cabeza.

....
Mientras mi hermano alistaba la máquina succionadora que usaría para vaciar la piscina,
yo pr detergente con Clorox para limpiar las paredes de la alberca.

Llevaba como mucho unos quince minutos cuando mi hermano suspiró hondo y me
volví hacia mirarlo.

—Ni siquiera nos brindan agua en esta casa —se quejó en un


susurro. Yo me puse de pie y me quité el tapabocas y los guantes
que llevaba.
—Si quieres puedo ir a la cocina y pedir un poco...
Él rio entre dientes y apagó la máquina de inmediato.
—Si no es mucha molestia.
Negué rápidamente con la cabeza, dejé los guantes sobre la silla playera que tenía cerca
y me d dirección a la puerta que estaba más cerca a nosotros.

Cuando llegué y me asomé por la rendija, no vi a nadie, así que toqué dos veces con la
esperan alguien me abriera y me sorprendió el hecho de que una voz, desde dentro, me
respondió.

—¿Quién?
Me aclaré la garganta un poco para que mi voz no sonase seca como me imaginé que
sonaría.
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—Disculpe, soy Daniel, yo estoy aquí trabajando en la piscina y pues... tengo algo de
sed... ¿pod regalarme algo de agua?

La persona desde adentro tosió y luego, con una voz completamente dolida, respondió:
—Me encantaría, pero creo que no puedo.
Me puse rígido, echándome un poco hacía atrás y sintiéndome incómodo al instante.
—Oh... comprendo, disculpe usted las molestias.
Entonces: —Puedes pasar y ver porque no puedo, no hay problema.
Fruncí el ceño, lamí mis labios y entonces giré la manilla de la puerta, ahogue un grito
cuando v tirado en el suelo en el momento en el que entré, un par de muletas estaban a
unos diez centím cuando me vio, entrecerró los ojos y sonrió de medio lado.
—De lo contrario, con mucho gusto —susurró, volví a pasar saliva y entonces me atreví
a dar u adelante.

Me agaché para agarrar las muletas y colocarlas en el mesón, el joven suspiró aliviado
cuando agarraron su brazo y comencé a sentarlo, él se apoyó en mí lo suficiente como
para poder acom cuando lo logramos, sonrió.

—Esto a veces me pasa, así que no te preocupes, estoy


bien. Asentí levemente.
—¿Puedes levantarte?
—Estaría muy agradecido si me ayudas en eso —me dijo, sin dejar de verme.
Asentí de nuevo y agarré su brazo con una mano, mientras que la otra sostenía su mano
derec nos fuimos poniendo de pie y rápidamente agarré una de sus muletas. Él la recibió
y se acomod instante. Cuando obtuvo la segunda, lo solté y él echó la cabeza hacia atrás.

—Al fin. Pensé que me quedaría allí tirado todo el día.


—¿Cómo te caíste? No oí nada afuera —dije.
—De seguro no lo hiciste por esa máquina chupa aguas. Gracias, Daniel. ¿Así te llamas
no?
—Sí. Y no es nada.
—Me llamo Guillermo, y respecto a la caída, me tropecé y caí como una fruta madura.
Menos m golpeé tan duro.

No pude evitar la risa y él levantó las cejas sorprendido por eso.

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—¿Te estás burlando de mí? Oye, que me hayas levantado del suelo no nos convierte
en cómplices.
Cerré la boca y lo miré con los ojos abiertos y llenos de vergüenza, él rio entre dientes
mientras paso apoyado en sus muletas hacia el frente.

—Te estoy molestando, Daniel. ¿Me dijiste que querías agua?


—Sí, sí.
Guillermo llegó a la nevera, la abrió y sacó una pequeña jarra con mucha facilidad,
entonces vo mesón, la colocó allí y buscó entre los estantes un vaso de vidrio, que antes
de llenarlo, lo enjua lavamanos.

—Aquí tienes, amigo.


Cuando recibí el vaso, este casi se me cae de las manos porque justo en ese momento,
Jamie O McKenzie, el chico que conocí en grindr y con el que estaba teniendo una
maravillosa amistad, cocina con una radiante sonrisa que se fue apagando de a poco en
cuanto me vio.

—¿Daniel? —preguntó con extrañeza, luego se acercó a mí y nuevamente esa sonrisa


volvió a s sólo que está vez, sin saber por qué, era más radiante.

—¿Lo conoces? —Cuestionó Guillermo a su lado. Jamie asintió.


—Es el chico del que te estaba contando, hermano.
¿Hermano?
—¿Él? ¿El que me dijiste que era tan hermoso como un ángel del cielo y que cuando
sonreía te todos tus males? ¿El que nada más con su voz hace que todo lo que te duele
sane de inmediato

Las mejillas de McKenzie se tornaron rojas y miró a su hermano con repremienda, acto
que me qué él era el mayor. Guillermo se encogió de hombros y me miró.

—Tomaré eso como un sí. Mucho gusto, futuro cuñado. ¿Sabes que él me ayudó a
levantarme?
La mirada de McKenzie cambió al instante a una de preocupación y analizó
detalladamente a su cuidado, al no verle ninguna herida física, le preguntó:

—¿Te golpeaste?
—No, bueno, sí, pero no dolió nada. ¡Estoy bien! De nuevo gracias, cuñaniel.
—¿Cuñaniel? —Quise saber, había una sonrisa en mi voz que no pude evitar.
—Sí —respondió Guillermo como si eso fuera suficiente como para explicar el apodo
repentino mezcla de cuñado y tu nombre. Me gusta. Se queda.
90
—Pero no soy... —antes de que pudiera terminar, Guillermo puso su dedo en mis labios y
artic susurrante: "shuuh".

—Lo sé, solo ten paciencia y pronto lo serás. Ahora, si me disculpan, me voy. Tengo una
películ pausada y estoy seguro que él ya está preguntándome si sigo ahí.

Me reí entre dientes mientras lo veía alejarse con una bolsa de papas fritas y un tarro de
helado.

—¿No se cae con eso? —Le pregunté a Jamie.


—¡No! —Gritó Guillermo en respuesta. Y al rato, desapareció por la puerta.
Jamie se inclinó un poco, se recostó en el mesón y me miró detenidamente, había una
pícara so labios y puse los ojos en blanco antes de decirle:

—No sabía que vivías aquí —susurré.


—¿Viniste a traer un
pedido? Negué con la
cabeza.
—Estoy trabajando con mi hermano en... ¡Mi hermano! Dios santo.
—¿Qué pasa con tu hermano?
—Él era el que quería el agua, vine a buscarla pero me distraje con todo esto que pasó
con tu h cierto, no sabía que tenías hermanos.

El tema en cuestión pareció ser algo bastante íntimo y por supuesto incómodo, porque
McKenz labio inferior y desvío su mirada hacia el lado derecho de la cocina, por donde su
hermano se h

No queriendo presionarlo con esto, me aclaré la garganta y sonreí cuando McKenzie


volvió a ve
—Bueno, tengo que irme, trabajo y todo eso.
—¿En la piscina? —Asentí al instante —¿Puedo ayudarte en algo?
Cuando iba a responder, la voz de la señora Alisha y que por obviedad era la madre de
McKenzi interrumpió.

—Si no quieres nada más, puedes salir ya, jovencito. —Su mordaz mirada se posó en
mí y en co estaba demasiado cerca, al parecer, eso fue suficiente como para que él se
echara hacía atrás.

—Mamá, no seas grosera. —En vez de sonar autoritario, McKenzie se oyó suplicante.

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—¿Cuando he sido yo grosera? —Me miró —¿Te ofendí, niño?
Negué con la cabeza. A ella esto no le pareció suficiente como para considerarla una
respuesta porque levantó las cejas y ordenó un: "díselo a él", con voz brusca y autoritaria.

—No.
La señora Alisha sonrió y miró a su hijo con una gran altanería en su mirada.
—¿Te das cuenta, mi vida? No hice nada malo...

Jamie lamió sus labios, asintió levemente y volvió a mirarme, vi tanto dolor y miedo en
sus ojos, el corazón se apretó en mi pecho y agarré el vaso con fuerza, tanto que
comenzó a temblar en mi
—¿Algo más? —Me preguntó la mujer con prepotencia. Negué con la cabeza —.
Entonces vete, a tu hermano.

Cuando me di la vuelta, oí a Jamie decir:


—Ayudó a Memo a levantarse porque él se cayó.
—¡Qué bueno! Gracias, niño —no supe como, pero tuve la certeza de que esos deseos,
no fuer sinceros.

Salí de la cocina casi corriendo y cuando llegué al centro del patio, la piscina ya no tenía
nada d hermano me miró como si mirase un desconocido y dijo:

—¿Estabas buscando el agua en


un río? A pesar de mi confusión,
logré sonreír.
—Ocurrió un accidente y me quedé ayudando.
—Como siempre mi hermanito ayudando a todos, por eso todo el mundo te ama,
Dani.
....
Las siguientes horas las pasé limpiando las paredes de la piscina con un líquido de olor
tan fuer filtraba por el tapabocas.
Mi hermano acomodaba todo lo que le echaría al agua en una bandeja cerca de él y
cuando yo mis brazos y lo miré.

—¿Ya puedo salir?


Santiago asintió levemente, poniéndose de pie, estiró su mano y la agarré para
ayudarme a sali
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—Prende la máquina, anda.
—Voy.
Cuando me puse detrás de la máquina y presioné el botón para encenderla, por el rabillo
del oj detrás de mí.

—Hola.
Me di la vuelta para tenerlo de frente.
—Hola.

McKenzie señaló la jarra que estaba en la mesita detrás de él con su dedo pulgar y una
pequeña sonrisa se asomó en sus comisuras.
—Traje limonada, ¿quieres un poco?
—Sí, me gustaría un poco. —Murmuré, dirigiendo mi camino hacia allá.
Antes de llegar, McKenzie me agarró el hombro y me vi obligado a voltearme
nuevamente, él m un poco de desespero en sus ojos.

—¿Podemos hablar en privado cuando


termines? Tragué saliva.
—¿De qué?

—Siento que debo explicarte muchas cosas... disculparme por la actitud de mi mamá...
—Mk, no... no tienes que...
—Lo tengo que hacer. ¿Por favor?
Mirando a mi hermano, que le echaba el Clorox al agua, asentí con la cabeza.
—Solo déjame terminar esto y hablaremos.
—Si quieres te llevo a tu casa —se ofreció McKenzie, mordiéndose el labio superior, una
espera mirada en sus hermosos ojos fue motivo suficiente para que yo volviera a asentir
con la cabeza Daniel.

Me di la vuelta para agarrar los vasos de la mesita y cogí la jarra con la otra mano, miré
un segu Jamie y me dirigí enseguida a mi hermano, que al sentirme llegar, se dio la
vuelta.

—Oh, moría de sed, gracias, hermanito.


Él tomó su limonada en solo dos sorbos y me mostró el vaso, que volví a llenar de
nuevo.
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—Mckenzie se ofreció a llevarnos —solté de sopetón, entregándole mi vaso. Él lo cogió y
llené d limonada enseguida.

—¿Quién?
Tomando con mi mano libre el vaso, dije: —El que está ahí atrás —tomé un pequeño
sorbo y se exquisitez del líquido bajar por mi garganta, refrescando mi cuerpo al
instante.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Acaso piensa que somos unos vagabundos sin
carro? Me reí y como siempre, hablé con sinceridad:
—Es el chico que conocí en grindr, ¿puedes creerlo? Esto parece una novela juvenil. El
chico que conoci en grindr y con el que he estado saliendo desde hace casi un mes, es el
mismo que vive aquí.
Sin preguntar nada más al respecto, Santiago se cruzó de brazos y miró a McKenzie con
las ceja levantadas.
—Dile que sí puede llevarnos, necesito ver qué tan buen chico es. Ningún pelele se va
meter co hermano pequeño tan fácil.

—¿Desde cuándo tan protector? —Me reí mientras tomaba un poco más de limonada.
Santiago lamió sus labios y no respondió a mi pregunta, solo se limitó a ver fijamente a
McKenz para saber que cara tenía Jamie, me volví hacia él.

McKenzie estaba sonriendo tímidamente y tenía una mano en su nuca mientras que la
otra la ll bolsillo de su pantalón corto.

—Voy hablar con él.


—¿Qué? ¡No! —Dije a Santiago, agarrando su brazo con mi mano libre para intentar
detenerlo p miserablemente.

Tuve que correr rápidamente para alcanzarlo y cuando llegó, se enfrentó cara a cara con
él.
—Así que tú eres el dueño de esta casa —comenzó diciendo, la piel blanca de McKenzie
palidec instante —¿Eres el novio de mi hermano?

—No, no. No. No.


Santiago frunció
el ceño.
—¿Te atreves a negarlo delante de él y justo frente a mí?
—No, no. Es qué... —Jamie me miró en busca de ayuda.
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—No es mi novio, Santi. Apenas estamos empezando a salir.
Santiago frunció más el ceño.
—¿Crees que mi hermano es un juego con el que puedes divertirte para pasar el rato?
Jamie alzó sus manos como si un policía se lo hubiera pedido y empezó a negar con la
cabeza v
—No, no, sé que él es muy preciado, nunca... —me miró a los ojos —, nunca lo haría
sentir me Lamiendo mis labios, agarré el hombro de Santiago.
—Ya, déjalo, por favor.

Mi hermano miró a McKenzie como si quisiera golpearlo y entonces, empezó a reír entre
dientes.
—Estoy jugando, amigo mío. Dijiste que nos llevarías en tu carro, ¿verdad? Él asintió en
respuesta, sin dejar de ver mi rostro.
...
Jamie y mi hermano iban hablando de fútbol mientras nos dirigíamos a la casa, yo, como
era ig tema, tenía los brazos cruzados mientras miraba por la ventana, llenando mi
cabeza de muchas

¿Qué quería decirme Jamie? ¿Por qué su madre era tan déspota? ¿Qué le pasaba a su
hermano madre sonó tan despreocupada cuando se le dijo que se había caído?

Esas preguntas parecieron muy cerca de ser respondidas, porque Jamie se estacionó
frente a m hermano, ni corto ni perezoso, se despidió de nosotros y salió del coche
enseguida.

—Te espero adentro —dijo al comenzar a caminar.


Entonces Jamie me miró por el espejo retrovisor y yo decidí colocarme en el puesto de
adelante
—Ibas a decirme algo —le recordé.
Él asintió levemente, su mirada se posó en mí tan intensamente que me ruboricé.
—Te estarás preguntando por qué nunca mencioné a Memo y por qué mi madre no
mostró pre cuando le dije que se cayó —asentí —. Él no es... hijo suyo. Lo crió nada
más.

—¿Y eso se lo impidió? —le pregunté, un poco molesto porque no creí que él fuese un
tipo de p no consideraba familia a alguien solo porque no eran del mismo vientre, tal
como era mi caso c así que se lo dije: —¿Sabías que el hombre al que llamo padre en
realidad es mi padrastro? ¿Y q que me usurpó en realidad es mi hermanastra?
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Él me quedó mirando, tragó saliva y lamió sus labios.
—Era algo...
—Personal, lo sé —susurré, agarrando su brazo. —No te lo reprocho, apenas estamos
conocién Jamie. No te sientas mal.

—No es eso, Daniel.


—¿Entonces?
—Mi madre... Dios Santo, Daniel, ella...
—Da miedo —intenté adivinar, él lo estuvo dudando, pero finalmente asintió sin mirar
mi cara.
—Ella... creo que ella quiere sacarme del país o no sé... lo sospecho y no quiero irme,
Daniel.
—¿Se lo has hecho saber?—No me atrevo, ella piensa que yo no sospecho nada. Pero la
conozco tan bien...
Lamí mis labios, saqué el teléfono de mi bolsillo y escribí un rápido mensaje a mi madre.
—¿Quieres ir por un helado? Yo invito.
Sonriendo tímidamente, él me miró al fin y asintió con suavidad.
—Por favor,
guíame. Me
reí
—Como si no supieras a dónde vamos.

96
Capitulo 10.

—Entonces... —Jamie tragó saliva.


—¿Sí?
Su voz estaba rota, la sentí cuando dijo mi nombre. McKenzie empezó a mover sus
manos con incluso sentía como su pie imitaba el mismo ritmo.

—Jamie —lo llamé, una ola de dolor se vio reflejada en la intensa mirada del hombre
que tenía
—A veces... Quiero desaparecer, es difícil, despertarse y que los pensamientos que
atormentan sea tan negativos. Intento dar lo mejor de mí, pero no puedo. Todo resulta
mal.

Iba a contradecirlo, que las cosas que él hacía eran maravillosas. Iba a recordarle las
cosas tan estaba haciendo, cómo la de los niños huérfanos o la ayuda tan magnífica que
le brindó a Cindy atajó cuando levantó su mano en señal de "stop".

—Hay cosas que no puedo contarte, no pienses qué es porque no te tengo confianza
—suspiró Aunque no lo creas, lo hago. Confío en ti, me has demostrado que puedo
hacerlo. Eres muy dif Pero...

—¿Pero qué? —Indagué, tocando sus manos, estás dejaron de moverse cuando las
apreté.
Jamie me miró cuando notó que lo estaba agarrando. Una sonrisa se asomó en sus labios
y la t tristeza que se llevaba en su mirada pareció ver la luz del sol cuando sus ojos
brillaron como la

—Tengo miedo, Daniel. Miedo de qué un día ella despierte y me diga: "Oliver, alista tus
maletas viaje programado para mañana". No puedo negarme.

—¿Por qué?
—No se me permite tomar decisiones.
—Eres lo suficientemente mayor como para que lo hagas —se lo dije, desconociendo la
verdad sus dolorosas palabras, pues cuando las oí, rompieron cada parte de mi corazón.

—Ella es mi madre, pero también es mi tutora legal.


—¿Qué?
McKenzie sonrió, pero no parecía algo real.
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—Soy patético.
Agarré sus manos con más fuerzas, tanto que mis nudillos empezaron a ponerse
blancos. Quiz secundarios del Clorox que se filtró por los guantes o el hecho de tener
todas las fuerzas de un aplicadas en este agarre.

—Mírame.
McKenzie
me miró.
—¿Tomas medicamentos
antidepresivos? Él asintió
levemente.
—Entiendo eso —una sonrisa de emoción mostró todos los dientes de Jamie.
—No me juzgas... —él lo aseguró con mucha convicción.
—Nunca lo haría —mi reacción fue automática, impulsiva, porque besé las manos de
Jamie.
—¿Puedo abrazarte? —Preguntó.
No le respondí verbalmente, sino que me levanté de la silla y me acerqué a él. Me aferré
a su c como este descargaba pesos inimaginables de dolor.

Cuando levanté mi cabeza y vi a Jamie con los ojos cerrados y lágrimas deslizándose por
sus me juré que tenía que hacer algo.

La sonrisa de Jamie era muy hermosa y adictiva como para que se esconda ante el dolor
y la tri
...
Mi madre me dio un abrazo en cuanto me vio llegar a la casa el martes por la tarde,
recibí su ab mismo entusiasmo y entonces caminamos hasta llegar a los muebles,
donde posteriormente n

—¿Qué tal te fue hoy? —me preguntó con una sonrisa, aún seguía abrazándome.
—Muy bien, un día bastante pesado. Hubo un cliente que pidió arroz de coco con pollo
frito y lu anduvo quejando porque supuestamente pidió el pollo asado, le dejé la comida
gratis.

—¿Diego no se enojó?
Negué con la cabeza en modo de respuesta y cuando ni madre me soltó, me recosté en
el mue enorme suspiro de alivio.
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Cualquier persona podría decir que yo al trabajar en una motocicleta todo el día era algo
relaja equivocaba: ir y venir a todos lados era algo complicado y más cuando te tocaban
clientes tan d el señor del arroz.

Mi madre meneó sus cejas y supe que tenía algo que decirme.
—¿Qué pasa, mamá?
Ella entonces arrebató mi comodidad cuando me volvió a agarrar para abrazarme.
—Santi me contó que tienes novio —susurró, en complicidad —¿Cómo se llama?
Apresurándome para que no viera mi sonrojo, me aparté de ella y me puse de pie.
—¡No es mi novio!
—Pero me dijo que vive en la casa donde limpiaron la piscina y que te fuiste con él
después de Suspiré hondo, me crucé de brazos y negué con la cabeza rotundamente.
—Todavía no somos nada —le aseguré, mi madre gruñó y asintió con la cabeza
mientras se po también.

—Espero ser la primera en saber si llegan a concretar algo, no quiero que mi hijo ande
por ahí vacilón de alguien, ¿bien? —Asentí levemente. Ella sonrió y besó mi mejilla
derecha con mucho
Mientras me dirigía a mi cuarto, no pude evitar pensar en Jamie y en lo poco que
hablamos el o mencionado que su madre no era la de Memo, su hermano. Como no fui
capaz de preguntarle llegar a la casa busqué en Google si había alguna noticia que me lo
dijera ya que la familia era u más importantes del país y, aunque sí aparecieron cosas
relevantes respecto a sus actualizacio software, no habían muchas noticias que
mencionarán aspectos personales de los McKenzie.
Me senté en la cama con la esperanza de dormir, pero mi teléfono sonó en mi bolsillo y
con mu de responder, lo agarré. El nombre en la pantalla me hizo saber que era Ivonne.

—¿Aló?
—¿Vas a venir? —Me preguntó en un elevado tono de voz, ya que en el fondo se oía
música. Me imaginar con una mano en su oído libre y el ceño fruncido.

—¿Para dónde? —Respondí con confusión.


—¡Para la fiesta de Diego y qué también es la mía de paso!
—¿Qué?
Antes de que respondiera, supe que Ivonne acababa de poner los ojos en blanco.
—¿Te acuerdas qué iba hacer mi fiesta para el sábado del pasado mes? —Gemí estando
de acu Bueno, tú sabes ya por qué no se hizo... —Ella se refirió más bien a su embarazo,
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porque lo otr mucho después —, y como tenía ese dinero guardado y mi primo alquiló
una discoteca, decidim las dos cosas en una. ¿Vas a venir?

—¿Tengo qué hacerlo?


—Pues sí.
—¿Entonces por qué me preguntas? —Reí mientras me ponía de pie e iba en dirección
a mi esc revisé con mis ojos los ganchos de ropa para salir y tomé un conjunto que
no me había puesto diciembre del pasado año.

—No quiero que vengas en contra tu voluntad —El turno de poner los ojos en blanco
ahora era de fondo que oí me hizo saber que ella adivinó mi gesto —. Por cierto, invité a
Jamie.

Me detuve en seco al oír su declaración.


—¿Cómo dices que dijiste?
—No repetiré nada.
—¿Cómo te contactaste con él?
—Lo busqué en Instagram porque parece que no usa Facebook, o lo tiene privatizado, lo
seguí mensaje, luego hablamos un poco y decidí que debía invitarlo a venir.

Una sonrisa se dibujó en mis labios sin poder controlarla, mi corazón se aceleró ante la
idea de Jamie en una discoteca donde podía ver nuevamente sus increíbles dotes de
baile y la emoción que me despedí de Ivonne, pero ella agregó, antes de colgar:

—Me costó un poco convencerlo, pero lo logré. Le dije que se escapara si no le daban
permiso, cabo es un hombre grande. Muy grande. ¿Viste su Instagram?
No me dio tiempo de responder, porque me colgó al instante y quise remarcar, pero
pensé que necesario y preferí mil veces irme a bañar.

....
Tenía un pantalón gris que se ajustaba a mis piernas lo suficiente como para revelar la
voluptuo muslos, una camisa blanca de mangas largas que tenía unas cuantas flores
rosas estampadas y negras que adoraba porque fueron un regalo de mi hermano
cuando ganó su primer sueldo el el pueblo.
Tomé el celular de la cama y la tentación de buscar a Jamie en Instagram volvió con más
intens puse los ojos en blanco al caer completito en ella como Eva cuando mordió la
manzana por la c diablo. Solo que mis resultados sí fueron favorables.

En algunas foto Jamie no llevaba camisa, en otras llevaba una puesta pero se veía en el
fondo d paisajes de lugares que al parecer estaba visitando.
Pero hubo una en especial que llamó toda mi atención y era de él recostado en una pared
100
con diferentes países, no tenía camisa y el pantalón corto que llevaba le quedaba tan
apretado que protuberancia entre sus piernas. Parpadeé impresionado varias veces y
refunfuñé cuando me d la jodida foto no podía hacer zoom, pero un corazón roto
apareció justo en la mitad.
Lancé un grito cuando me di cuenta que el me gusta no podía quitarse por más que lo
intentar eliminar mi cuenta, pero perder 200 seguidores me pareció tormentoso.
Pataleé un centenar d a Ivonne en mi cabeza, porque había sido culpa de ella al
despertar mi curiosidad respecto al p Jamie Oliver McKenzie.

Entonces se me ocurrió la idea de mudarme a Madrid y cambiarme el nombre a Ítalo


Ríos de la pero no tenía dinero así que la descarté.

Tenía qué buscar una excusa para explicarle a Jamie por qué reaccioné a su foto sin que
me vie acosador.

Rendido por fin, decidí pedir un taxi en Indriver.


...
Cuando salí de mi habitación, mi madre silbó como un albañil y señaló a su querido
esposo de i
—¿Para dónde va este hombrecito tan bonito? —preguntó mi madre, acercándose a mí
para pe sus manos.

—Iré a la fiesta de Ivonne y Diego. —Los miré a ambos con ojos de borrego —¿Puedo
ir?
—¿Quieres qué te lleve? —Preguntó mi
padre. Yo le dije que no y añadí, con más
detalle:
—Hoy descansas, pa. Quédate con mamá y mis hermanitos.
Él me quedó mirando, sabía que estaba luchando con aceptar mi propuesta, pero
finalmente se levantar las manos y asentir.

—Hoy se subieron dos chicos al taxi, eran novios. Uno de ellos estaba prendido en fiebre y
el ot tan preocupado. Vi miedo en los ojos del que no tenía fiebre y pensé que él estaba
así porque p yo lo iba a reprochar por ser tan cercanos.

—Cosa que no hiciste —adivinó mi madre y cuando mi papá negó con la cabeza, mi
madre son en los labios.

—Le dije que yo tenía un hijo que hace poco salió del clóset y que lo amaba demasiado.
Sabía por donde iba esto, así que puse los ojos en blanco, pero no en forma grosera ni
déspota bien burlona por su gran y perfecto plan que salió de maravilla.
101
—Puedes llevarme,
papá. Él fingió
estar ofendido.
—¿Crees que dije todo eso solo para convencerte? Estás tan equivocado, eso realmente
pasó. D chico con fiebre es el dueño del restaurante ese del centro que tu mamá ama.
—¿El de los Monteros? —Preguntó mi
mamá. Mi querido padre asintió.
—Sí y ya vayámonos.
Sonreí, y me dirigí a la aplicación de taxis, pero el Indriver todavía no daba señales de
vida, así aproveché la oportunidad de tener un papá con taxi y fui detrás de él.

...
Lo primero que papá dijo cuando empezó a conducir fue:
—¿Es verdad que tienes novio? ¿Quién es? Quiero conocerlo. Daniel, no me mires así,
yo debo c quién sales. No quiero que sea un pervertido. ¿Te has visto a un espejo? Eres
muy lindo y los ho pueden aprovecharse de eso. Además, eres muy inocente y confías en
las personas fácilmente, hacerte la presa fácil de viejos decrépitos y cochinos.

Me reí entre dientes con ternura y negué a todo eso.


—No, papá, no tengo novio. Aún no somos nada. Si llego a ser algo de él, tú y mamá serán
los p enterarse. ¿Va? Y no te preocupes, puedo ser inocente como dices, pero también soy
inteligente diferenciar entre lo que me hará mal y lo que no.

—¿Me lo juras? —Había tanta suplica en su voz que la mía se cortó y no pude articular
fácilmen palabras, así que solo asentí —. No quiero que esos ojitos se llenen de lágrimas
y si llega a suce sean porque eres feliz. Porque tú, hijo, te mereces todo lo bueno que
hay en el mundo.

Sus palabras me llegaron al corazón y me tiré para besarlo, él rió tan lleno de orgullo que
agrad por haberme entregado a un padre como Saúl Castro.
—Daniel, ser como tú es difícil: hay padres que echan a sus hijos, padres que los aceptan.
Hay p la calle que son capaces de dañarlos y otras que los protegen, si algún día, llegas a
sentirte ame alguien, no dudes en defenderte. Eres fuerte, hijo. Y si en mis manos está
defenderte, lo haré. D cómo sea.
Mi padre estacionó frente a la discoteca Stoplove y yo lo abracé fuertemente mientras me
bajab
—¿Tu hermana está adentro?

102
—¿Y lo dudas? ¡Esa que no se pierde ni
una! Entre risas, mi padre se despidió y se
alejó de mí.
Cuando me di la vuelta para entrar a la discoteca, un fuerte pecho me lo impidió cuando
choqu hizo falta saber de quién era, porque reconocí el aroma del perfume y la forma del
pecho ense

—Jamie. —Levanté la cabeza para verlo, él estaba perfectamente peinado y la barba y


bigote qu llevaba, habían desaparecido un poco. —¿No te dio tiempo de afeitarte?
Él se rió de mi broma poniendo los ojos en blanco.
—Te estaba esperando, entremos.
—Vale, vamos.
—¿Ése era tu padre? —Al parecer lo había visto dentro del taxi y notado nuestra
interacción.
—Sí, ese hombre era Saúl Castro.
—Se ve que te quiere mucho, Dani.
Sonreí antes de decirle que sí y entonces él se paró a mi lado, puso su mano en mi
espalda y e caminar, su cercanía me tenía mareado por la emoción que sentía y mi
corazón vibraba de aleg mi pecho, todas esas mezclas de emociones provocaron en mis
mejillas un rubor que esperaba notara.

—Hoy te ves más lindo que siempre, Daniel.


—Tú también.
—¿Aunque no me haya dado tiempo para
afeitarme? Asentí, dejando de lado el
nerviosismo.
—¿Y tus amigos?
—Me imagino que están adentro. —Le contesté, señalando la entrada.
Él sonrió, se inclinó unos cuantos centímetros hasta quedar a mi altura y desordenó mi
cabello revolvió con su mano derecha.

—Gracias por el me gusta a mí foto de Instagram, pero me parece una falta de


respeto no habe
Mis ojos se abrieron y estaba por defender mi integridad, pero Jamie salió disparo como
103
una ba adentro. Lo seguí mientras me reía, porque aún con la música de la discoteca,
lograba oír la de

...
La música retumbaba tan fuerte que mi cuerpo vibraba y se movía al compás de ella, era
un reg sonidos electrónicos y que hacía bailar a más de uno. Ivonne levantó la mano y me
saludó al ve

—¡Hay están! —le dije a Jamie, arrastrándolo cerca.


Ivonne plantó un beso en mi mejilla, extendió la mano a Jamie y éste la recibió con
amabilidad, amiga lo empujó hacia ella y lo abrazó como si fuesen cercanos, ese mismo
patrón se repitió co Diego, pero cambió drásticamente cuando fue el turno de Santiago
para saludar.

Mi hermano y Jamie se quedaron mirando fijamente, el primero tenía una ceja levantada
y la boca ceñuda, mientras que el otro miraba asustadizo y una sonrisa que intentaba
ganar puntos en demostra qué, cuando la risa de Verónica y su mejor amiga llegó a
mis oídos, dije:

—Suficiente, dejen de jugar.


—¿Cómo es que ustedes conocieron a Jamie primero que yo, que fui la de la idea de
crear el gri
—Nos indagó Verónica, su tono de reproche era tan dulce cuando hablaba en voz alta.
—La suerte nos acompaña —susurraron Ivonne y Santiago a la vez.
Diego puso los ojos en blanco, se cruzó de brazos en donde estaba sentado y me
miró.
—¿Cómo estás?
Llevaba un suéter negro con un estampado neón y como tenía los brazos sobre su
pecho, me i letras que seguramente tenía.

—Estoy bien, gracias.


Diego se metió la lengua entre los dientes.
—¿Cuándo vas a tratarme con más confianza? Soy mayor que tú solo por cinco años,
pero eso que debas tratarme tan respetuosamente, Daniel.

—Eh...
—No me vengas con qué eres así porque soy tu jefe —me interrumpió, él se liberó de
sus braz se inclinó un poco para agarrar la cerveza de la pequeña mesa —. ¿O no ves
como me trato con empleados?

Me reí mientras asentía con la cabeza.


104
—No iba a decir eso, solo me sorprendió enterarme que tienes veintitrés años.
—¿Cuántos me ponías? —cuando el levantó el brazo para tomarse un sorbo de su
cerveza, pud palabras de su suéter: "Soy un pastelito de dulce, cómeme".

—Sinceramente, unos treinta. Es que tienes tu propio negocio y es muy rentable y pensé:
"es m tener un restaurante tan exitoso".

Él asintió, dejó la botella de cerveza de donde la agarró y respondió:


—En realidad no es imposible, pero conté con la suerte de que el restaurante es de mi
padre, é casa cuando yo era niño y el restaurante quedó en manos de mi mamá
completamente en la q supo levantar. Al cabo de unos meses, imitó a su ex esposo y
también se fue, así que al no tene el lugar empezó a quebrar nuevamente, pero mi tía
—hermana de mi madre— notó que era un de poder rebuscar dinero, así que invirtió en
él, lo recuperó y apenas cumplí dieciocho, ella dijo turno, el negocio queda en tus
manos. Cuídalo». Jamás me ha pedido que le pague lo que gastó estoy eternamente
agradecido.
—Lo siento por lo de tus padres —susurré, pensé que Diego no había oído mi
pésame, pero lo la cabeza y supe que lo había hecho.
Diego me había contado cosas muy interesantes sobre él, pero fue lo de sus padres lo
que más atención, no sabía que era eso en mí que siempre que se mencionaba algo
relacionado con la f ponía en alerta y quería ayudar si se requeriría o contentarme si era
ese el caso.

—Oye, creo que alguien quiere hablar contigo —dijo Diego, señalando con su botella de
cervez que ahora era libre de mis hermanos mayores.
—Hola, no quiero interrumpir —dijo McKenzie, mirando a Diego, quién negó con la
cabeza despreocupado.
—No te preocupes, al fin y al cabo quería ir a bailar un poco. ¡Oye, Vero! ¿No te gusta
esa de J B
¡Vamos a bailar! —Él fue hasta donde ella y empezó a moverse al mismo tiempo al ritmo
de «M
—No soy muy fan de las discos hetero —me comentó en complicidad, tenía un vaso
con un ext en sus manos y cuando fruncí el ceño en él, me respondió: —Es una bebida
especial que pedí. ¿Quieres?

—No consumo alcohol —le dije mordiendo mi labio.


—¿Entonces por qué comes ron con pasas?
Su pregunta hizo rodar mis ojos acompañada de una carcajada inevitable.
—¿Qué te dijeron mis hermanos?
—¡Verónica realmente asusta! —Él se puso una mano en el pecho y me miró con una gran
105
aleg contagió —¡Y ni hablar de Ivonne! Estoy seguro que si algunos tipos vienen a
robarles, ellas se v pertenencias intactas y la de los ladrones, de paso.

—¿Tanto te intimidaron?
Con dramatismo, McKenzie limpió su frente y soltó aire por la boca como si el alivio
hubiera rec a su cuerpo.

—Eres un exagerado.
—¡Palabra! Me hicieron jurar que no te haría llorar cuando seamos novios. Que espero
que sea
—¿Y qué más esperamos? —Le pregunté, dándome cuenta demasiado tarde de que no
fue un
Él iba a decir algo, pero la voz gruesa de un cantante que jamás en mi vida había oído
empezó a parlantes de la discoteca y él se paró emocionado, le tendí la mano y le pedí:

—¡Me encanta esa canción! ¿Quieres bailar?


—Ni siquiera conozco esa canción.

106
—Yo tampoco.
—¿Entonces cómo es qué te
encanta? Lo miré con las cejas
fruncidas.
—¡Vamos! ¡Bailemos!
Jamie miró a su alrededor, estaba lleno de jóvenes y algunos adultos heterosexuales,
pero ver q me importaba mucho lo que nos rodeaba, recibió mi mano mientras asentía.
La canción era de un tal Bad Bunny, pero según Jamie, con los efectos de la electrónica
sonaba mejor, él se movía frente a mí, contoneando las caderas muy suavemente, acto
que dejaba en c estaba apenado.

Hubo un momento en el que me puse de espaldas y miré a Jamie por encima de mi


hombro, él tanto que sentí el cinturón que llevaba en mi coxis y nuestros movimientos
empezaron a ser m debido al ritmo de la música.

—Que no te pena ni miedo, no estamos haciendo nada malo. —Le aseguré.


Sentí las manos de Jamie en mi cintura, un toque que me parecía realmente posesivo,
pero en con él, lo sentí necesario y perfecto.

—Es solo qué...


—¿Qué?
Él se agachó hasta llegar a mis oídos y dijo: —Eres un excelente bailarín.
—Creo que ya te dije esas palabras a ti —respondí con una sonrisa.
Continuamos bailando hasta que la canción terminó y empezó otra, que sonaba mucho
más pe yo estaba entrando ya en ambiente, no quería irme a sentar, pero Ivonne se
acercó a nosotros una mirada alterada que me hizo preocupar.
—¿Qué sucede? —Le pregunté, viendo si algo le había pasado.
—Es Diego, no aparece en ningún lado.
—¿No estaba bailando con Verónica? —Pregunté.
—¡No! Él le dijo que iría al baño y que luego volvía, pero han pasado ya quince minutos y
no est ningún lado. Lo busqué con Santiago y Vero, pero no está aquí. Lo llamé y no
responde.

Miré a McKenzie, quién asintió con la cabeza y se acercó a nosotros.


—Vamos afuera y busquemos, quizás este comprando algo de comer.
107
—Vayamos —concordó Ivonne.
Ella fue en busca de mis hermanos, que estaban bailando con sus respectivas parejas y
despué disculparse, vinieron nuevamente en nuestra dirección, salimos al mismo tiempo
y en la salida, por todos lados pero no había rastro de Diego por ningún lado.

Vimos dentro de las tiendas que funcionaban las veinticuatro horas y tampoco, pero lo
más ext el coche de Diego, seguía estacionado afuera.

—¿Dónde está ese loco? —preguntó Ivonne a nadie particular. El celular en su oído fue
bajado obtuvo respuesta.

—Quiero saber algo... —se aventuró a decir


Verónica. Ivonne la miró en espera de la pregunta,
al igual que yo.
—Diego muestra algunas señales de que consume drogas... las conozco porque estuve
leyendo toxicología... Y siento que Diego consume alguna droga...

—No puede ser cierto... Diego es saludable... Él no —Ivonne lo pensó bien —. ¿Estás
segura? Entonces McKenzie se aclaró la garganta y cuando todos lo vimos, se rascó la
nuca:
—Creo... Tengo la sospecha de saber dónde puede estar. Si es verdad lo que dice Vero...
—¿Qué? ¿Por qué tú no dijiste eso antes? —Lo atacó Ivonne, al borde del desespero,
guardó su el bolso de mano que llevaba —. Andando, llévanos.

—No lo dije antes porque pensaba que estaría afuera, pero al ver que no, entonces la
duda volv suspiró —. Vamos, síganme.

Fuimos detrás de Jamie y él nos condujo hasta la parte trasera de la discoteca, caminó un
poco llegó a un callejón iluminado únicamente por una lámpara que luchaba entre
apagarse o mante encendida.

El lugar olía a orín y a todo tipo de drogas, se paró frente a nosotros y señaló con su dedo
índic lado derecho, tragando saliva, decidí dar un paso hacia adelante, sintiendo los de
mis hermano

—¡Oh, Dios santo! —Gritó Ivonne, al ver a Diego sentado en el sucio suelo del callejón
con una transparente en sus manos. Al oír el grito, él se volvió hacía donde provino.

—¡Prima!
La nariz de Diego estaba empolvada por culpa de la Coca, mi mano me tapó la boca al ver
con a como se la limpiaba con los dedos y luego se los metía a la boca, el sacó un
pañuelo de su bolsi restregó en su rostro, se puso de pie y limpió sus pantalones
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mientras se acercaba a nosotros, dudoso.

—Lo... Lo... Lamento mucho —dijo.


Ivonne lo miró con miedo, con asco, con repudio y luego con dolor, sus pies se movieron y
emp alejarse del lugar, Diego tragó saliva y entonces la siguió, se oía su voz suplicante
pidiéndole a s disculpas y un momento para hablar.

Verónica miró a McKenzie y luego a mí, pero tampoco dijo nada, solo se fue detrás de su
mejor Y entonces Santiago agarró a McKenzie por la solapa de su camisa.
—¿Tú cómo supiste esto? ¿Acaso eres drogadicto? Porque te lo voy diciendo de una
vez, mi her andar con un maldito drogadicto.

Sin importarle el acto de violencia, McKenzie tragó saliva y respondió:


—Conozco este lugar porque todas las discotecas de San Félix tienen un hueco donde se
consig fácil como comprar un pan.

—¿Dónde viste eso? —Preguntó un incrédulo Santiago, él seguía sin convencerse.


—Mi amigo... mi amigo... él era... drogadicto —Mckenzie cerró los ojos —. Te lo juro,
Santiago, y drogas. Sé todo esto por un amigo que tengo, afortunadamente dejó las
drogas, pero también enseñanza. Puedo reconocer a cualquier persona que las consuma
a simple vista y también pu en donde puede encontrarse un poco de esa porquería.

Santiago soltó a McKenzie por fin, lo señaló con su dedo índice y todavía con el ceño
fruncido y militar, ordenó:

—Andando.
McKenzie asintió, caminó adelante y luego me acerqué a él, acomodé su camisa con mis
manos dulcemente, sin pedir permiso, agarré su mano. McKenzie la apretó con más
fuerza.

...
En el momento en que Jamie y yo quedamos solos, él agarró mi mano con más fuerza,
sin impo humedecida que estaba debido al sudor.

—¿Qué pasará ahora con él?


—Tienen que hablar con él —le respondí, sintiéndome una hormiga frente a él, nunca
me habí analizar con detalle lo grande que era Jamie hasta ahora, para besarlo, en caso
de que suceda a tendría que empinarme.

109
—¿Crees que Ivonne se lo cuente a sus papás? —Mckenzie frunció el ceño y lamió sus
labios. Negué rápidamente a su pregunta.
—Sus papás no viven con él. —Sabía que él iba a cuestionar, así que me apresuré
diciendo: —Lo abandonaron.
—Oh... —él levantó una ceja, asintió levemente y exhaló un profundo suspiro.
Con su mano libre, Jamie tocó mi mejilla y la acarició con demasiada ternura, él se
detuvo en m pasó por ahí su dedo pulgar con un delicado movimiento que erizó mi piel,
entrecerré los ojos, y sonreí sin mostrar mis dientes mientras quedaba mi mirada fija
en su rostro sonrojado.

—Me haces sentir en paz, Daniel. No importa cuántos demonios estén atormentando
mi cabez contigo, ellos se callan. Desaparecen. Me das tanta paz que quiero siempre
estar a tu lado.

—Jamie... —sonreí un poco avergonzado —. Bueno, déjame decirte que contigo yo me


siento p Hay tanta seguridad a tu lado que podría caminar con los ojos cerrados y tendría
la certeza de q a caer porque sé que me sostendrías.

—Lo haría, tenlo por seguro. Pero... ya tú debes sospechar que ni siquiera puedo
moverme con libertad por culpa de mi madre. Quiero ser como tú, Daniel: así de libre, de
espontáneo, de mar
—Jamie, tú eres todo eso y mucho más. No he conocido todavía un chico tan
increíblemente m como tú.
—¡No lo entiendes! —Exclamó, unas cuantas lágrimas se aglomeraron en sus ojos y
rápidamen con la mano que tenía libre —. No puedo ser libre, Daniel. No puedo volar
como tú. No puedo v tengo alas.
Cerré los ojos, puse mi mano en su pecho y acaricié esa zona cubierta con su camisa
suavemen sentir su musculatura lisa debajo de la tela.

Cuando abrí mis ojos, le aseguré:


—Si no puedes hacerlo, entonces yo te prestaré las mías y volaremos juntos. Te apoyarás
en mí puedas hacerlo por ti mismo, ya verás.
Jamie sonrió, era una sonrisa melancólica que reflejaba claramente su esperanza, él se
inclinó u sujetó mi mentón de nuevo y dejó un gran beso en mi mejilla, muy cerca de mis
labios. Deseé q atreviera a hacerlo, deseé que mis ojos reflejarán lo que quería, pero no
supe si no fui lo suficie claro, porque él solo volvió a besar mi mejilla.

—Es tarde, Dani. Vamos, te llevaré a tu casa.


En todo el camino, Jamie y yo hablamos de todo un poco, reímos a carcajadas y podía
asegurar, corazones, estaban gozando de felicidad.

110
Cuando me por bajé del coche, McKenzie dijo:
—Sígueme en Instagram.
—¡Jamie!
Él solo rio y rio y rio.
La segunda promesa que me hice fue la siguiente: tenía que mantener permanente esa
sonrisa verdad que era tan hermosa como para ser opacada por un semblante gris.

111
Capitulo 11.

Diego no llegó a trabajar el lunes por la mañana, ni tampoco en la tarde, la preocupación


que s casi no me dio tregua, por lo que concentrarme en mis domicilios era un trabajo
realmente difí

Tuve que revisar más de una vez en el Google Maps las direcciones de las casas donde
llevaría l porque olvidaba la dirección en cuanto me paraba en un semáforo en rojo.
Según Ivonne, Diego estaba atravesando por un momento oscuro, ya que su tía le
reprochó el h esté usando drogas y él había decidido quedarse en su cuarto por ese día,
completamente trist decepcionar a la única mujer que había sostenido su mano cuando
sus propios padres lo había profundo pozo sin final en donde solo reinaba la oscuridad.

Me bajé de la moto frente al edificio en donde Dante trabajaba, lo que me hizo recordar
que to sin hablarme, por lo que decidí entrar a su oficina esta vez y no dejarle la comida
en recepción empezó a pedir después de lo sucedido con Ivonne.

—Hola, Daniel —me saludó la recepcionista, ella sonreía dulcemente mientras se


preparaba pa almuerzo y el de Dante.

—Hola —puse el plato de comida en su mesa, ella lo arrastró hasta destaparlo y


olfatear su con una hambruna voraz —¡Huele delicioso!

—Como siempre —dije y ella estuvo de acuerdo con un asentimiento de cabeza.


—¿Puedo llevarle el almuerzo a Dante? —Me miró dudosa, ella desconocía el motivo por
el que estaba tan renuente conmigo, pero seguía las órdenes al pie de la letra y era obvio
que le incom decirme que no, así que añadí: —Prometo que no te meterás en problemas.

—¿Me lo prometes?
—Ujum.
Ella asintió, señaló la entrada de la oficina y se puso de pie, alejándose hasta la pequeña
sala de descanzo.

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Respiré profundamente antes de decidir con seriedad si podía o no entrar, pero la
ventaja la lle lealtad y el cariño que sentía por aquel hombre que desde un tiempo para
acá, había decidido i que, decidí la mejor opción: entrar.

Dante estaba en su silla giratoria, escribía en un papel y se detenía un segundo para leer
lo que escrito, luego asintió levemente y continuó escribiendo sin levantar la cabeza para
mirar a quie oficina, como era la hora del almuerzo, seguramente no se imaginó que era
un cliente, por lo que el dijo:

—Eva, por favor, deja el plato ahí. Gracias.


—Pero te gusta la comida caliente —dije Dante, que levantó finalmente su mirada,
poniéndola tanto desdén que si él tuviera rayos en sus ojos, seguramente me habría
pulverizado.

—¿Qué haces aquí?


Caminé hacia él, dejé el plato en su mesita y luego me eché hacia atrás.
—Te traje el almuerzo.
—¿Por qué no lo dejaste con Eva?
—Lo hice, pero ella me dijo que la esperara un segundo ya que iba al baño y decidí entrar
yo m los viejos tiempos, ¿verdad?

Dante puso los ojos en blanco.


—Ni siquiera sabes mentir, porque, ¿para que la vas a esperar? ¿qué vas a hablar con
mi secret El turno de poner los ojos en blanco fue mío ahora y Dante se burló de mi
gesto con un resopli
—Hey, solo vengo a arreglar las cosas contigo. Con el hermano que Dios me regaló,
¿puede ser delito?

Dante desvió su mirada, se cruzó de brazos y luego lamió sus labios.


—¿Cómo está ella?
—Bien, está bien. ¿Y tú?
—No lo sé —respondió con un hilo de dolor en su voz que siempre había sido gruesa,
así que l dolor que se abrió cuando habló, fue muy notable.

113
—Dante, habla conmigo, desahógate. Vamos, mira, nunca he estado en una situación
así... ¡Car pueblo el mayor problema que puedes encontrar en una pareja es el de un
marido infiel, pero eso... soy tan ignorante en el tema, pero sé muy bien, tanto como tú
y como Ivonne, que usted hablar.
Cerrando los ojos mientras inhalaba y exhalaba profundamente, Dante negó con la
cabeza.
—No puedo ver a esa mujer, no puedo ver a la asesina de mi hijo.
—¿Querías tú a ese hijo? Dante, mira, sé que no o hacías —sin esperar que él me lo
pidiera, me silla frente a su escritorio —. Sé que preferías saber que el niño tenía una
vida con cualquier fa tenerlo a tu lado, pero ¿por qué obligar a Ivonne? Ella no quería. Un
embarazo pausa muchas c largos nueve meses y sabes tan bien como yo, que Ivonne
quiere convertirse en una profesiona

Dante no respondió, miró sus manos y en un tono que juraba sonar cínico, dijo:
—Creo que tú estás equivocado de carrera, en vez de negocios internacionales, deberías
estudiar Trabajo Social. Derecho o alguna mierda así. Me reí entre dientes.
—Soy bueno con los números, además, mi madre siempre quiso tener un hijo
empresario.
—¿Y eso es lo qué tú quieres?
A lo largo de mi vida, siempre había pensado que esa era la mejor opción, ya que era
bueno co personas, bueno con los números y con los idiomas, pero realmente nunca
me había puesto a lo que yo realmente quería.
Mi sueño siempre había sido entrar en una de las mejores universidades del país, pero
con la id estudiar algo cercano a lo que mi madre quería y con Dante diciéndome eso, me
lo pregunté m mientras me encogía en donde estaba sentado.

—Deberías pensar bien en qué inscribirte cuando te manden el mensaje de citación para
que h examen de admisión.

—Lo voy a tener en cuenta.


Dante asintió con la cabeza y señaló los papeles en los que estaba trabajando, entendí lo
que q me puse de pie para irme. Entonces él dijo:

—Daniel —volví mi mirada a Dante—. Gracias.


—No hice nada —dije, parpadeando con confusión.
—Sí hiciste, gracias. Ahora vete, odio que me miren cuando estoy comiendo.
—Será ahora. Tú que eres más hambriento —le dije, causándole una carcajada que se
escuchó primer piso, estoy seguro.

114
—Me siento culpable —confesó —. Por eso no puedo verla. Ella tomó esa decisión por
mi culpa
—Tomó la decisión porque es lo que quería, tú no tienes nada qué ver con eso. Vamos,
Dante, ella.

....
Me bajé de la motocicleta cuando llegué al restaurante, una de las meseras de turno me
estaba
—Hola, Daniel —saludó, me miró con una pregunta en sus ojos y yo asentí para que
siguiera ha
¿Has sabido algo de Diego?
—Me gustaría decirte que sí, pero lastimosamente no. Creo que cuando acabe mi turno,
iré a su casa.
—Solo espero que esté bien —murmuró Leila, mordiendo su labio pensativamente —. Si
vas, d estamos esperándolo y que se mejore de la gripe.
No recordaba que a nuestros demás compañeros de trabajo, les habíamos dicho que
nuestro je pescado un virus y por eso no pudo asistir.

Con una sonrisa, asentí con la cabeza. Y mi teléfono sonó, al sacarlo, vi un número
desconocido
—¡Hola! —Saludé, sonriéndole todavía a Leila.
—¡Hola! Para un domicilio...
...
Me estiré para relajar mis músculos cuando salí del trabajo, la columna me dolía por
estar tant sentado en la motocicleta, yendo y viniendo sin prácticamente un pequeño
descanso.

Ir a la casa de Ivonne y ver cómo seguía Diego parecía una idea fantástica, pero mi
estómago m con sus gruñidos, que necesitaba algo de alimentación. Así que opté por
hacerlo después.

Mis pies me llevaron hasta el interior del restaurante nuevamente, entré a la cocina y
pedí a la diera algo rápido pero delicioso, por lo que me sirvió parte de su comida,
asegurándome de qu comer todo porque estaba haciendo dieta.

En veinte minutos, mi estómago estaba tan tranquilo que el dolor de mi cuerpo


disminuyó favo Y fue un mensaje de Ivonne el que aumentó mi humor al cien por ciento:
Ivonne: ¿Dónde andas?

115
Yo: Me estoy reposando, terminé turno.
Ivonne: Vente a El Cielo, estoy comprando algo de ropa. ¡Pero rápido!
Puse los ojos en blanco y me dirigí al chat de WhatsApp que tenía con McKenzie.
Yo: ¿Ya comiste? ¡Espero que sí! Acabo de terminar turno, me iba para la casa pero
ayudaré en Ivonne. ¡Bonita tarde, MK!

Guardé el teléfono en mi bolsillo y me puse de pie.


....
Ivonne estaba esperándome cerca de la pequeña boutique que ella amaba, me agarró del
braz sonrisa de oreja a oreja y me arrastró hasta adentro.

—¿Tienes alguna fiesta? —Le pregunté, con la esperanza de saber el motivo de su


emoción.
—No —fue su respuesta —, pero me quiero comprar algo, quiero quitarme el estrés
que me oc drogadicto.

—No es un drogadicto.

116
—Daniel, si una persona usa drogas, de inmediato es un drogadicto.
La respuesta que iba a dar se atascó en mi garganta cuando vi a un grupo de
personas rodeand vestir, frunciendo el ceño, me quedé de pie en cuanto vi a una chica
con un vestido en sus man lágrimas aglomeradas en sus ojos.

—¿Qué le pasa? ¿Robó? —Preguntó Ivonne a una mujer que teníamos cerca.
—¡No! Sólo que la tipa esa no deja que la muchacha se mida el vestido. Y da es rabia —
explicó altanería la joven.

—Anda, y, ¿por qué? —Me atreví a preguntar.


No me respondió, porque justo en ese momento, la mujer que trabajaba ahí, habló.
—¿Es qué cómo voy a dejarlo pasar? ¿Acaso usted no se da cuenta qué es un hombre?
—Pero, señorita, yo se lo voy a comprar. Solo quiero ver si me queda bien.
—Pero nada. ¿Por qué mejor no se va a un almacén donde atiendan a personas como
usted? ¿O por qué no compra ropa de hombre, qué es la que debería usar?
Esa palabra. Esa maldita palabra alertó todos mis sentidos. Odiaba la discriminación con
todo m el impulso de la rabia, tomé la falda más cercana que tenía a mi alcance y me
acerqué a ellas.

—Me voy a medir está falda —le dije contundentemente.


Ella alzó una ceja, miró la falda en mi mano y luego negó con la cabeza, con completa
incredulidad.
—¿Estás tratando de hacer una broma? No estoy para estos juegos.
—¿No lo está haciendo usted? Que yo sepa, señorita... —por la placa de su camisa, supe
su nom usted está aquí para prestar servicios a sus clientes y si la señorita —usé una
entonación exage última palabra antes de mirar a la la chica —quiere colocarse este
vestido para comprarlo, uste dejarla entrar sin prestarle importancia a qué lleva o qué no
porque no es su dinero el que será
—¡Yo no puedo tolerar ese tipo de cosas! Es aberrante y antinatural. Un hombre debe
vestirse c y una mujer, como una mujer.

—Hasta hace poco usaste términos femeninos para referirte a su persona, incluso le
decías cos halagadoras —comentó una mujer cerca a nosotros, el ceño fruncido
demostraba que lo acaba
—. Entonces, ¿por qué no la dejas pasar?
—¡Por la hipocresía de la gente! —Casi grité, desdoblando la falda en mis manos —. Ven
a un c una lesbiana y de inmediato lo tratan como si pertenecieran al sexo opuesto: «Te
ves regía, que como te queda esa camiseta, rey». Pero cuando ese chico o esa chica
117
decide comenzar su trans a hombre o de hombre a mujer, nunca será tratado como tal
porque: «nunca será lo que tanto porque «es antinatural».
Varias mujeres a mi alrededor empezaron a asentir con la cabeza, vi a Ivonne con el
rabillo del frunció más su ceño, buscó entre las ropas de la zona masculina y volvió con
un par de camiset color rojo y negro.

—¿Me puedo yo medir las camisetas?


Sara abrió sus ojos desmesuradamente cuando vio que la mayoría de sus clientas
aparecían co según estándares sociales, no eran acorde a su género.

—Pero... ¿qué están haciendo?


Volteé hacia la chica trans, lloraba desconsoladamente con la mano derecha en su rostro,
me a la mía en su espalda, para consolarla.

—¡Si no nos deja probarnos la ropa, nos iremos de acá! —Gritó la mujer que nos explicó
la situ anterioridad.

—Pero es qué...
Agarré a la chica que lloraba.
—Tranquila, ¿vale? Todo está bien. Vas a medirte ese vestido, saldrás con la cara en alto,
te lo p poner y dejarás boquiabierto a muchos porque eres bella.

—Eso no va a suceder en esta tienda.


—¿Es qué tú eres la dueña? Dime, ¿lo eres? —Le pregunté, ya alterado. —Voy a hablar
con el en este tipo de conductas no pueden ser permitidas. Ella es un ser humano y
merece respeto, mer con la misma igualdad de los otros clientes.

—Pero es que esto no es igual.


La chica de antes, la que nos respondió, se acercó con intensiones de golpearla con un
gancho la detuve.

—No seamos violentos.


—¡Pero es que esa malparida está haciéndome coger rabia! Tú, ¿tienes hermanos?
¿Hijos? La mujer se rio.
—En mi familia gracias a Dios no se ven aberraciones como estas.
—Ya, chicos... yo me iré. —Dijo la chica, limpiándose los ojos —. Nada la hará cambiar
de opini es la que dice si puedo o no...

118
—Si no la dejas pasar, nos iremos de aquí —advirtió una mujer, el resto empezó a
estar de acu Entonces, un hombre alto y al parecer molesto por los gritos, se paró muy
de cerca y preguntó:

—¿Qué es lo que pasa?


Fue una de las empleadas de la boutique quién respondió:
—¡Jefe, es Sara! No deja que la muchacha esa que está llorando se mida el vestido.
—¿Y por qué? —Él miró entre su empleada y la clienta hecha un mar de lágrimas.
—Porque es una transfóbica de mierda —respondió la mujer de antes —. No sé qué
hará usted tipo de discriminación se ve aquí con frecuencia, no volveré.
—¡Ni yo! —corearon algunas mujeres, incluyendo a Ivonne.
El hombre tocó su frente, pidió permiso para pasar y agarró a la chica trans por los
hombros.
—Anda, cariño, pasa y mídete la ropa.
Ella levantó su cara, tenía miedo en sus ojos.
—¿Puedo?
—Sí. Le diré a Paola que te dejé todo lo que vayas a comprar a mitad de precio, sé que
eso no c el mal rato que pasaste, pero es lo que puedo intentar para que así sea. —Se
puso frente a la e Sara y dijo: —La boutique Caramel's Honey no acepta bajo ningún
término la discriminación, co ya lo has hecho dos veces, me temo que es hora de decirte
que pases por tu liquidación a mi of

Entre aplausos para el hombre y abucheos para Sara, la zona de vestir fue despejándose
poco a
—Gracias —oí decir a la chica al que aparentemente, era el dueño de este negocio.
—No te preocupes.
Entonces, ella se
acercó a mí.
—Vamos, puedes medirte la falda también,
¿Verdad? El hombre dijo: —Sí.
Yo reí.

119
—No, no uso ropa femenina, pero si lo hiciera, me pondría este vestido.
Ella comprendió todo con nada más esas palabras, supo que yo hice aquello solo para
comenza sus derechos, sonriendo tímidamente, me abrazó.

—Gracias.
....
Ivonne conducía con una sonrisa diminuta en sus labios, cuando se paró en la carretera
porque titilaba en rojo, ella se dispuso a mirarme:
—Eres un buen defensor, Daniel. Esas mujeres se atrevieron a hablar porque tú lo
empezaste...
—En realidad no hice nada —susurré.
—No seas modesto —me regañó —. Eres muy valiente y luchas cuando ves injusticias.
Me gusta eso de ti.

120
Capitulo 12.

La habitación de Diego estaba fría por el aire acondicionado y oscura porque ni una sola
luz est encendida, pude reconocer el bulto acostado en la cama y me acerqué a tientas
mientras busca llamar su atención.

—Hola —saludé, aclarándome la garganta para que su atención se centre más en mí.
No hubo respuesta verbal, pero sí un leve movimiento que me informó que él me
había oído.
—¿Cómo estás, Diego? ¿Qué tal te sientes? En el restaurante te extrañan, ¿sabes? Ya han
pasad sin ti en él.

Me incomodaba estar en un lugar tan oscuro, así que encendí la lámpara de mesa que
estaba s de noche y la habitación cobró vida de inmediato, haciendo que mis ojos
familiaricen más rápid cosas aquí.
Diego se quitó la cobija de encima, su rostro pálido y ojeroso fue lo primero que vi, se
veía fatal cuando ya me había acostumbrado a verlo siempre arreglado.

—¿Qué haces acá?


—Vine a ver cómo estabas.
—Puedes ver que no estoy muy bien.
No quise asentir con la cabeza para reafirmar su comentario, pero mentir era algo que no
sabía que dije:

—Te ves fatal, en comparación a cómo eres tú normalmente.


Su respuesta fue un gemido bajo que parecía aprobar lo que había dicho, cerró los ojos y
empe lentamente, como si estuviera cansado.

—¿Ya comiste algo?


—Sí —musitó su respuesta.
Asentí con la cabeza a pesar de que no me estaba viendo, pero las palabras verdaderas
que ten estaban atascadas en mi garganta y eso dificultaba las cosas.

—¿Va todo bien en el restaurante? —Cuestionó, como si estuviera tratando de poner


un tema d conversación diferente a su salud.

Sin embargo, no me presté para su juego de evasión y dije las palabras que tanto me
estaban c
121
—Necesitas buscar ayuda —susurré, mi corazón estaba palpitando y sentía un poco de
vergüen dicho algo que podría ser demasiado para mí, ya que era su empleado.
—Tú no sabes lo que yo necesito, Daniel —respondió Diego, cerró los ojos para
ocultar el dolor ellos cuando me miró después de mi consejo.
—Lo hago y por eso lo digo. Ivonne me comentó que no es la primera vez que lo haces...
Ella ve señales de que consumías drogas pero no podía confirmarlo porque nunca te había
visto direct pensaba que tus tics era más bien nerviosos y no producto de esa cosa. —No
pude evitar el ton mi voz cuando dije las últimas cinco palabras.
—Ivonne no sabe nada de mí. Mi tía no sabe de mí. Mis padres...
De pronto, Diego se puso de pie y rápidamente agarró la sábana con la que estaba
arropado y c desnudo cuerpo, exceptuando su pecho.

—Me voy a bañar, Daniel.


Entendí que me estaba sacando de su habitación con diplomacia.
—Diego, si alguna vez necesitas a alguien con quién hablar, búscame. Sé que no hemos
tenido que salga de jefe-empleado, pero podemos llegar a ser grandes amigos.

—¿Serías amigo de un drogadicto?


Sin pensarlo, asentí con la cabeza. Diego se puso de espaldas y se dirigió a la puerta, la
abrió pa salí después de darle una sonrisa.

—Vamos hablar, Daniel —dijo y antes de cerrar la puerta, agregó: —. Hoy no, pero algún
día. Gracias por venir.

....
Las calles no estaban muy concurridas esta tarde, puesto que el cielo estaba nublado,
amenaza podría llover en cualquier momento, aceleré mis pasos para no mojarme si eso
llegase a suced

La mirada en los ojos de Diego era increíblemente triste, algo doloroso ocultaba y no
sabía cóm palabras de la boca para que se desahogara.

Ayudar a las personas cuando lo necesitaban era mi naturaleza y saber que podría
haber una p hacerlo con Diego cuando hablase conmigo, fue suficiente para levantar mis
ánimos.

El pobre se veía destrozado, sus ojos perdieron brillo, estaban rojos y con manchas
negras simi osos pandas. Me dolió verlo así.

122
—¿Dani?—oí detrás de mí, conocía la voz de McKenzie
perfectamente. Dándome la vuelta para verlo de frente, dije al
sonreír:

—Hola.
Jamie estaba con Guillermo y al verlo, también sonreí.
—¿Qué haces por acá? —me preguntó Jamie, mirándome con una media sonrisa.
—Visitaba a Diego.
—¿Quién es ese? —cuestionó Memo, frunciendo el ceño y mirando fijamente a su
hermano.
—Su jefe —respondió y antes de que su hermano le preguntara el motivo del por qué
visitaba y le dijo: —. Él está enfermo y Daniel quería saber cómo estaba.

Asentí levemente y Memo pareció satisfecho con la explicación.


—Eres el novio de mi hermano, necesito saber esas cosas.
McKenzie tosió y me miró con vergüenza, yo solo sonreí más ampliamente.
Cambiando el rumbo de la conversión, me fijé en la cara de McKenzie y le
pregunté:
—¿Y ustedes qué hacen por acá?
—El alcalde electo: Fernando Guerrero, quiere cancelar la marcha del orgullo gay y
muchos chi comunidad harán una huelga para que eso no suceda, con Memo vamos a
participar.

—No sabía de eso —susurré con mucha vergüenza, entonces, viendo la petición en
los ojos de hermanos, pregunté: —¿Puedo ir?

—¡Pero claro que sí!


Hubo sonrisas de parte de todos nosotros y entonces empezamos a caminar mientras me
cont había dicho el político Fernando Guerrero, me sentí indignado de que en el mundo
todavía exis persona tan homofóbica, entonces Memo dijo:

—Y lo peor es que su hijo: Julio,


es gay. Jamie lo reprendió:
—¡Memo! No digas esas cosas.

123
—Discúlpame, pero todos sabemos que él también batea para el equipo de ustedes
dos. ¿O no cuando lo encontraron chupándole el pene a su primo en aquella fiesta?

McKenzie tosió, con mucha vergüenza.


Llegamos a un restaurante en donde estaban muchos chicos con banderas del arco-iris,
mucho sonreían ampliamente mientras otro más, les colocaba en sus manos manillas con
la bandera del orgullo.
El chico llegó a nosotros y nos agradeció por nuestra presencia, ató en mi muñeca la
manilla e con Jamie y Memo. Los tres agradecimos y él, mirándonos con las cejas
levantadas, dijo:

—¡A ustedes! —y luego se alejó.


...
Empezamos a caminar lentamente, las banderas del orgullo gay se extendieron hacia
arriba y lo resaltaban gracias al movimiento que provocaba el viento.
Alcé mi mano para acariciar una de ellas y sentí la liberación de muchas personas que en
el pas una.
La bandera del orgullo LGBT no era simplemente un arcoiris, era la muestra de que
después de lucha, las voces de nosotros fueron escuchadas. Era la muestra de que
pudimos hacernos un lu mundo.

Saber que este día se había logrado lastimosamente por la pérdida de una trans, me
llenaba de porque tuvo que pasar una tragedia para que las personas crueles se
dieran cuenta de que nos merecíamos respeto.

Tuvo que llover fuerte para que la bandera de colores se extendiera en el aire y
fuésemos nota
Escuchaba el clamor de todas las voces exigiendo que en este mes la marcha no se iba a
cancel acuerdo con ellos, gritando mi acuerdo con fervor.

Entonces empezaron a entonar una canción de Kanny García llamada "Bailemos un


Blues" y mi McKenzie con una sonrisa.

El chico que nos había colocado las manillas, extendió su mano a uno que llevaba una
falda y c recibió, empezaron a bailar.

Levantando una ceja, volví a mirar a McKenzie y le extendí la mano. Él miró hacia todos
lados, m hermano y luego volvió a mí. La duda estaba plantada en su mirada y yo sonreí,
acercándome a

—Bailemos, Jamie.
—Hay demasiada gente, estamos en la calle.

124
—Nadie dirá nada.
Entonces arranqué de raíz esa duda en la mirada de Jamie y me acerqué a él, colocando
mis ma hombros, él se puso rígido, pero después de ver mi sonrisa, puso las suyas en
mis caderas.

"¿A quién se le ocurrió que era pecado estar enamorado?" creo que decía una parte de la
canci ojos y me moví al ritmo de la música, con McKenzie sintiéndose relajado.

—No temas, Jamie.


—No quiero que te aburras de mí.
—¿Cuándo sucederá eso? Creo que nunca, todavía estoy tratando de resolver el
misterio de por gustan los panes.

Jamie se rio y aunque no lo estaba viendo, pude sentir que estaba


llorando. Limpié sus lágrimas y acuné sus mejillas.
—Por favor, no llores.
—Eres luz, Daniel. Lloro porque me alegra haberte encontrado.
...
Luego de un rato, volvimos a caminar, agarrados de la mano. Entonces nos paramos
frente a la los gritos se hicieron más fuertes, más suplicantes.

Y tal y como pensé antes, con respecto a la lluvia y el arcoiris al final, empezó a llover.
Pensé que este sería el fin, que todos nos iríamos, pero me equivoque. Porque con la
misma de de antes, los cientos de personas que nos acompañaban para hacerse oír,
empezaron a cantar Rihanna, sabía que era de ella porque McKenzie la mencionó cuando
empezaron la primera est vi, él se veía tan animado, tan contento, que tarareé la
canción.
Vimos el rostro del actual alcalde y gritamos más fuerte, señalando hacia donde se
asomó.
—¡No se esconda, cobarde! —Gritó alguien.

125
—¡Abajo Fernando Guerrero y su gobierno homofóbico! En Colombia nunca se ha
cancelado la orgullo gay y esta vez no sucederá solamente porque un homofóbico así
lo quiere. —Gritó Mem Era la primera vez que lo veía usando un tono tan agresivo.
Hubo más gritos, más insultos dirigidos a Fernando Guerrero y más críticas a la ineptitud
de Wi actual alcalde.

Luego, quizá cansado de nosotros, él mandó a pedir una representante y cuando Jamie la
vio, dijo.
—Ella es una abogada defensora de la comunidad LGBT, creo que en su despacho hay
muchas Incluso apoya la fundación de Regina Amado.

—¿De quién?
—Regina Amado —Mckenzie buscó con su mirada y luego de haber encontrado lo que
buscaba su dedo a una mujer hermosa —. Ella, es una defensora de la comunidad igual,
tiene una funda "Amando a Amado" recoge chicos que han echado a la calle cuando su
familia se entera de su o sexual y les busca empleo, un lugar donde vivir, aunque esto
último es mientras tanto... y tamb consigue dónde estudiar. La abogada que entró hace
poco apoya económicamente la fundación.
Me dio tristeza saber que un joven pudo haber sido echado por sus propios padres a la
calle so y me imaginé cuánto dolor podría sentir el saber que las únicas personas en
el mundo de las q más apoyo le dieran la espalda.

Mi familia, afortunadamente, mostró un apoyo demasiado increíble.


Pensé en lo que yo había hecho hoy, pensé en los chicos gays que defendía en el
pueblo de los chicos bullying y ver a una mujer como la abogada que entró a
representarnos o como Regina A convencieron de lo obvio: yo debía estudiar
derecho...
Siendo abogado, podía defender a más personas como siempre he querido hacer... El
problema
¿decepcionaría a mi madre por romper sus sueños de tener un hijo empresario?

126
Capitulo 13.

Mi celular sonó y me desperté de inmediato para apagar la alarma y así poder seguir
durmiend grande fue mi sorpresa cuando me di cuenta que en realidad era una llamada y
según el nomb era la señorita Wendy Salas, la mujer de admisiones de la universidad.
—¿Aló? —respondí con el corazón galopando en mi pecho, una súbita emoción que
me hacía s ansioso.

—Hola, Daniel. Soy Wendy Salas, de la Universidad de Villa Azul donde te inscribiste para
obten beca.

—Hola, sí, sé quién es. ¿Cómo está usted?


Ella respondió muy amablemente —Estoy bien, Daniel. Gracias. ¿Y tú?
—De maravilla.
—Me alegro, Daniel. —Sentí, no sé porque, que ella decía la verdad —. Daniel, el motivo
de mi para informarle que ha sido aprobada su solicitud para realizar el examen de
admisión, todavía fecha concretada, pero le estaré informando...

Una gran sonrisa se extendió en mi rostro y lágrimas de felicidad empezaron a brotar de


mis oj poner el teléfono en altavoz para no perderme todo lo que la señorita Wendy me
decía y aparté mi oído, quise gritar, pero no podía.

—¿Señor Daniel sigue ahí?


—Aquí estoy —dije, con un hilo de voz, pedí al cielo que por favor ella no haya oído mi
voz lloro
—Le preguntaba si todavía esta interesado en estudiar Comercio Internacional y
Finanzas.
Todo lo que había pasado en este mes vino a mí, todas las palabras de personas
diciéndome qu bueno ayudando y la conversación que tuve antes con Dante, me hicieron
dudar. Permanecí en mucho tiempo y Wendy tuvo que volver a llamarme, entonces,
después de nuevamente reporta

—No.
Sentí una sonrisa en su voz —¿Qué te hizo cambiar de opinión?

127
—Algunas cosas, señorita Wendy.
—¿Qué te gustaría estudiar? Tienes que tener eso claro antes del examen, Daniel. Para
que te i voy a pasar un link para que llenes un formulario, ahí escoges la carrera que
deseas y ojo: desp escojas, no hay reversa.
Hablamos un poco más respecto al examen y colgamos después de las respectivas
despedidas, en mi pecho, era emoción y miedo en partes iguales. El miedo estaba porque
no quería decepci madre diciéndole que la carrera que quería estudiar estaba lejos de las
finanzas y de la adminis comercio y de todo lo que tenga que ver con ello, quería hacerla
sentir orgullosa, pero también estudiar algo que me fascinase.

Mi madre, como si la fuese invocado, apareció en mi habitación con una sonrisa de


"buenos día necesito un favor tuyo".

—Hola, ma.
—Hola, mi bebé. ¿Y esa cara?
—Acabaron de llamarme de la universidad —le respondí, una pequeña sonrisa se
asomó en la sus labios y mientras me miraba, se sentó en mi cama.

—¿Cuál es el problema? —Indagó, tomando mis manos para besarlas.


La sinceridad me atacó en ese momento y solté lo que tanto me estaba atragantado la
garganta estudiar Comercio Internacional y Finanzas.

No hubo desilusión en su mirada, ella permaneció viéndome como si yo fuera su


mayor tesoro.
—¿Qué quieres estudiar, Dani?
—Derecho.
—¡Eso es increíble! Soy tan afortunada: una hija enfermera, un hijo abogado y otro hijo
diseñad
¡Soy tan afortunada!
—Mamá... ¿no te molesta que quiera estudiar derecho?
Ella me miró pensativamente —No... Si eso es lo que quieres... ¿por qué me molestaría?
—Dijiste que querías un hijo que estuviese en la rama de la Economía... Empresario...
A ella se le iluminó el rostro con una sonrisa cuando pereció recordar sus palabras —
¡Bebé! Po querías estudiar esto... ¡Tan lindo! Pero... Daniel, el hecho de que yo quiera
eso, no significa que hacerlo. Soy tu madre, no la dueña de tus decisiones, tú eliges qué
camino tomar, cuál evitar, e quedarte. Yo te puedo guiar, acompañar, lo que sea... Pero
jamás prohibirte que escojas uno di obligarte a tomar otro.

128
»Yo estoy para sostener tu mano en el camino al éxito y para admirarte cuando llegues a
la met abrazarte, para besarte, para consentirte y para demostrarte que tú junto con tus
hermanos so regalo.

»Daniel, tú solamente con ponerte de pie y decirme: "mami", ya me llenas de orgullo. Así
que n que por estudiar Derecho me voy a sentir decepcionada. ¡Lo importante aquí eres
tú! Y lo que e mientras te haga feliz, a mí también me causará felicidad.
Ella me abrazó cuando notó que yo estaba llorando y limpió mis lágrimas con sus dedos.
Había la iba desilusionar y me olvidé por completo que mi familia escoge primero actuar
con amor y c antes de llegar al despotismo, es más, mi familia ni siquiera, por muy
molesta que estuviese, lle allá.

—Levántate, tenemos que hablar con tu padre y tus hermanos. ¡Abogado Daniel Olivero!
¡Suena tan divino!
...
En la sala, el resto de la familia ya estaba cómodamente sentado en el comedor,
sonrieron en c vieron llegar con mi madre y ella, tan emocionada como un niño al que le
han regalado algo, di

—¡A Daniel lo llamaron de la universidad!


—¿De verdad? —preguntó mi hermana, poniéndose de pie para abrazarme —.
¡Felicidades! Mi padre esperó que Verónica me soltara para poder abrazarme.
—¡Ese es mi campeón! ¡Lo sabía! ¡Eres inteligente! ¡Felicidades, hijo
mío! Sonreí y abracé a mi padre con fuerza.
Ahora era el turno de mi hermano —¡Esto tenemos que celebrarlo!
Laura y Mariano, tan contentos como todos, se acercaron para abrazarme y felicitarme a
la par
—¿Y qué te dijeron? —preguntó mi padre, una sonrisa de completo orgullo adornaba
su rostro sentir la persona más afortunada del mundo.

—Me estarán llamando para la citación del examen de admisión —contesté, tragué saliva
y dije a mandar un link donde me inscribiré a la carrera que deseo estudiar... —
entonces, respirando profundamente y sonriendo con timidez, agregué: —Es decir;
derecho...

Como era de esperarse, mi padre preguntó:


—¿Y por qué el cambio de decisión en la carrera?
—No me sentía seguro de estudiar la anterior.

129
—¿Por eso tienes esa cara de pena? —asentí con lentitud.
Mi padre bufó —¡Dani! La carrera que escojas, nos hará felices a todos.
Mirando a mi familia, me di cuenta que ellos tampoco se habían
desilusionado.
....
Llegué al trabajo cuando faltaban quince minutos para las diez, me sentía tan feliz por
haber fin recibido respuesta de mi solicitud para la beca que sabía muy bien que mi día
en el trabajo sería fenomenal.
Y así fue, llevé todos mis pedidos a tiempo récord, recibiendo elogios de los clientes y
propinas servirían para mis gastos personales.
El reloj marcó las 7PM, dejé la motocicleta en el estacionamiento y me despedí de
todos, dejan terminado mi turno.

Y entonces, al salir, me encontré cara a cara con Jamie Oliver McKenzie.


—¡Hola, señor! —Me saludó él, como si no nos fuésemos visto el día anterior.
—¡Hola, señor! —Respondí yo de la misma manera.
Jamie puso sus ojos en blanco, pero todavía mantenía su sonrisa, mordió su labio inferior
y ent mi mano.

—¿Cómo estás hoy? —Me preguntó, cuando empezamos a caminar en dirección a su


coche.
—¡Feliz! Me llamaron de la universidad.
—¿Y qué te dijeron?
—Me mandaron un link para inscribirme y luego esperar hasta que me toque hacer el
examen
Jamie me felicitó con un tono tan alegre en su voz que me ruborice, él sonrió cuando me
vio int mi rostro y luego me abrió la puerta de su coche, entré sonriendo y él
inmediatamente se meti

—¿Y escogerás Comercio Internacional?


Negué rápidamente —No... Voy a estudiar
Derecho. Gratificante fue ver la sonrisa en Jamie.
...

130
Se estacionó en el Parque de las Flores, el que estaba cerca El Cielo, y se bajó del coche
rápidam para abrirme la puerta a mí.
Sonreímos mientras caminábamos hacia adentro y entonces, como si las nubes estuvieran
espe soltaron todo su contenido y lo vertieron en nuestros cuerpos. Intenté salir
corriendo, pero el b en mi cintura me lo impidió.

—¿Le tienes miedo a la lluvia?


—No —respondí a su pregunta provocativa. —¿Se te olvida que ayer estuvimos bajo
ella en la h
—Entonces no te escondas —murmuró con una sonrisa que apenas pude ver por culpa
de la llu
Nos quedamos mirando fijamente, pasaron alrededor de cuarenta segundos y entonces,
como mordió sus labios y con una sonrisa juguetona, dijo:
—¡A qué no me alcanzas!
Y salió corriendo como si su vida dependiera de ello. Sorprendido, lo seguí.
Corrimos por todo el parque, ajenos a que la gente que podría pasar nos llamara locos
por and una lluvia que probablemente nos enfermara, pero eso parecía no
importarnos.
Jamie se quejó con una sonrisa cuando lo alcancé y toqué su hombro, entonces salí
corriendo p me pille, pero al ser más alto que yo, sus piernas eran más largas, por lo que
un paso grande d eran dos míos, así que no me extrañé cuando me agarró.
Lo que sí me sorprendió fue que no nos fijáramos en el charco de barro que se hizo y lo
pisamo descuidadamente, que caímos de culo en el suelo. Encima del barro.

Jamie comenzó a reírse fuertemente cuando vio mi cara y yo empecé a limpiarla con un
pucher ni eso sirvió para calmar su risa, sino que la avivó más, ensucie la suya pasándole
las manos po

En todo mi arduo trabajo para ensuciarlo, McKenzie ni me detuvo, lo permitió con mucha
alegrí expresiones.

Y de pronto, no sé cómo, pero terminamos en el suelo, yo encima de él, mirándolo a los


ojos co llena de barro.

Jamie tragó saliva, con la mano que no agarraba mi cadera, se limpio la cara y luego hizo
lo mis mía.

—Me gustas, Jamie —le dije, sintiendo que algo en mi cuerpo se liberaba —. Me gustas
mucho.
Jamie sonrió, Dios santo, fue una sonrisa tan radiante que si fuese posible, iluminaria
todo el pa en ridículo a las lámparas. Entonces me abrazó, mi cara quedó pegada en el
131
hueco de su cuello aroma, que seguía impregnado en él a pesar de que estaba sucio y
mojado.

—Tú también me gustas, Daniel. Ya lo sabes.


—Y también sé que mañana vamos a despertar enfermos.
Riéndose, añadió: —Sí, eso también lo sé. Dos días mojándonos en la lluvia son
peligrosos.
Cuando levanté mi cabeza para verlo sonreír, unos pies con unas botas fontaneras
llamaron mi lentamente subí mi mirada hacia su dueño y me encontré con el ceño
fruncido de un policía.

—Hola.
—Hola —dijo también Jamie, soltándome. Aproveché para sentarme.
—Chicos, me dijeron que estaban acá dentro con un desorden de locos, es mejor que
salgan ya Sin preguntar nada, nos levantamos y obedecemos la orden del policía, así
que nos pusimos de pie.

—Vayan con cuidado. —Nos bendijo.

Nosotros volvimos la mirada hacia él y agradecimos. Cuando salimos del parque y vimos
al poli mirándonos, soltamos una fuerte carcajada.

132
Capitulo 14.

El sonido de las sirenas del camión de la policía y de los bomberos, alertó mis nervios y
me obli en seco, miré consternado a mi alrededor, buscando alguna respuesta que me
haga sentir tran tenía nadie cerca.
Fruncí el ceño y decidí estacionar la moto en la acera para así poder darle mayor acceso
a los p bomberos, fue entonces cuando me encontré con una mujer hecha un mar de
lágrimas en el a

—¿Qué sucede? —Le pregunté, varias personas a su alrededor se veían desesperadas,


con sus sus oídos y mostrando en sus expresiones un miedo innegable.
La mujer se balanceó de un lado a otro, tragó saliva y entonces se derrumbó en el suelo,
me ba para socorrerla y con ayuda de personas que no pude distinguir, la
levantamos.
Oí que alguien dijo que deberíamos llamar a una ambulancia, pero ni siquiera pude ver si
algui no, porque los sonidos de las sirenas, las personas llorando y gritando
desesperadamente me t completa confusión.

Mi celular sonó, asustandome más de lo que ya estaba y cuando lo saqué, reconocí el


número
—¿Mami?
—¡Ay, gracias a Dios me respondes, Daniel! —Entonces empezó a llorar en el teléfono y
me des más.

—¿Qué sucede? ¿Qué sucede, mamá?


Ella tomó un largo tiempo para responder, la oí respirar profundamente y entonces fue
capaz d
—¿Dónde estás?
—Camino a casa.
—Dios mío, hijo... ¡Ha sido horrible! ¡Ha sucedido algo horrible! En ese bar gay... Cariño,
¿cómo haber tanta maldad en el mundo? ¡Se supone que hoy era el día en el que debían
sentirse libre
Ella estaba hablando de la marcha del orgullo gay, habíamos estado hablando de que no
podía porque me tocaba trabajar, pero que sí iba a ir a la celebración en el BTW ya que
estaba dispon hora, pero seguía sin entender el por qué mi madre se oía tan angustiada y
dolida.

—Hicieron un atentado en el bar, cariño... Hay heridos... Murieron varias personas...


¡Qué cosa espantosa!

Entonces todo se silenció a mi alrededor. Comprendí el desespero de la gente, el dolor


en sus ojos y el desmayo de la mujer, era seguro que tenían conocidos o familiares en
ese sitio y el susto, al igu cómo con mi madre, era el sentimiento que los mantenía así.

Una mano me sostuvo el brazo y verifiqué con mi mirada de quién se trataba, pero estaba
en ta aturdimiento y confusión que no reconocí el rostro de mi hermana hasta que me
llamó varias v nombre.

—Jamie —susurré, recordando que él me iba a esperar allá. —Jamie, Jamie, Jamie...
Verónica me pidió que me calmara, me sentó en una banca y la vi caminar en dirección
al carro luego de eso ambas regresaron a mí.

—Lo estoy llamando —me dijo Ivonne, yo la miré en busca de respuesta.


Miré a todos los presentes, eran muchos carros que corrían a gran velocidad por la
carretera co estuvieran compitiendo, se dirigían exactamente al Born This Way,
reporteros, policías, bomber otros...
El miedo se filtró en mi cuerpo y me hizo temblar, lágrimas apresuradas comenzaron a
correr p mejillas y me aferré fuertemente a mis piernas. Seguía sin saber a ciencia cierta
qué pasaba, có que mi madre me había dicho...
Y entonces, llegó un poco de calma a esta repentina tormenta cuando Ivonne respiró
aliviada y celular.

—¿Daniel? —Era la voz de Jamie, lágrimas corrían por mis mejillas al oírlo.
—¿Dónde estás? —Pregunté con un hilo de voz.
—En casa, estaba por salir pero vi en las noticias que hubo un atentado en el BTW y me
asusté
¿Estás bien?
A pesar de que McKenzie no estaba viéndome, asentí con la cabeza y luego afirmé con un
susur Jamie me imitó y podría asegurar que acababa de sentarse en algún lado, porque
sentí un ruido el otro lado.
—¿Dónde estás? —Me preguntó.
—Camino a casa.
—Voy a ir.

...
Encontré a mi madre mirando las noticias con desdén, lágrimas silenciosas corrían por
sus mej aferraba con mucha fuerza el cojín de su mueble, cuando nos sintió acercarnos,
ella se volvió h y se levantó para abrazarme.

—Mi Dani...
—¿Cómo ocurrió, mamá? —Le pregunté aquello como si ella supiera algo, pero dado
que estab las noticias, podría ser así.

—Unos hombres entraron al bar, colocaron una bomba y creo que también hicieron
algunos di
—¿Una bomba? ¿Cómo pueden meter una bomba ahí? ¿No hay vigilancia?
Mi madre asintió levemente, totalmente de acuerdo conmigo, pero entonces añadió:
—Pasaron desapercibidos porque, supuestamente, la bomba era una de esas que se
fabrican p Además, entraron como todos, ¿quién iba a saber si iban con malas
intenciones?

—¿Cómo así? —Preguntó Santiago, sonando increíblemente molesto.


—Hay un clan aquí en Villa Azul que fábrica todo tipo de armas y municiones y
explosivos... no profesionales en eso, pero aun así son letales. La policía lleva
buscándolos desde hace cuatro a consiguen nada.

La explicación de Ivonne fue suficiente para nosotros, puesto que no indagamos más.
Mi madre se me acercó y me abrazó con tanta delicadeza que me sentí la persona más
débil de de alguna manera, me sentí también la persona más afortunada. Ella sollozaba
en mi hombro y su cabeza, el olor a miel de su cabello me hizo sentir en paz.

—Si en algún momento te llegara a suceder algo, no se lo perdonaría a Dios por permitir
algo c No fui capaz de responderle, sólo me aferré a ella con más devoción.
...
Jamie llegó media hora después, estaba pálido como un muerto y sus labios, que con
normalid rosados, estaban morados como si tuviera frío. Al verme, lo primero que hizo
fue abrazarme, s y acogedor, como si nos complementáramos para encajar
perfectamente.

—Pensé que te había pasado algo —fue lo primero que dije —, pensé que tú estabas
allá.
—Pensé lo mismo. Estaba muerto del miedo, Dani. Sé que acabamos de conocernos, pero
sient quiero que nada malo te suceda. Te has convertido en alguien importante para mí.

Lo abracé más fuerte para hacerle saber que él también se había convertido en lo
mismo para oímos a mi madre carraspear.

—Hola, señora... Lo siento —dijo Jamie, su voz tímida había vuelto.


—Hola, Jamie, ¿cómo estás?

136
McKenzie me miró y le expliqué: —Hemos hablado de ti.
Cuando los ojos de Jamie brillaron con alegría, sentí un calor en mis mejillas y supe que
estaba que estaba sonrojado.
—Estoy bien. ¿Y usted, señora?
Mi madre sonrió, todavía se veía dolida y triste, pero contestó con mucha dulzura:
—Bien, un poco decepcionada con el mundo por tanta maldad, pero es algo que por más
que q podemos evitarlo. Y por cierto, Jamie, puedes llamarme Graciela. Nada de señora.
Él, tal y como me lo esperé, asintió levemente. Mi madre se le acercó y le dio un abrazo,
Jamie t inclinarse porque la posición en la que estaba mi madre era incomoda para él,
debido a la estat madre.
Cuando McKenzie se alejó un poco de mi madre, ella aprovechó el momento y le dio un
beso e
—Eres el primer novio que le conozco a Daniel, eres muy guapo y amable,
aparentemente. Aun no te perdono por haberte ido la otra semana sin pasar a saludar.

Jamie tragó en seco.


—¿Qué semana?
—Cuando trajiste a mis hijos de tu casa —le respondió ella, y su voz sonaba tan dulce,
sentía co estuviera hablándole a otro hijo —. No nos conocemos aún, pero eres bienvenido
aquí, Jamie. C quieras.

—Muchas gracias, señora Graciela.


—¿Señora? —repitió mi madre, ella tocó su mejilla y sus ojos se llenaron repentinamente
de lá
¿Por qué hay tanto dolor en tu mirada, Jamie? ¿Qué tienes guardado que te duele
tanto?
Jamie se tuvo que alejar para tragar saliva, parpadeó muchas veces y entonces apretó
sus labio nerviosismo florecer y me vi obligado a tocarlo, él me miró y volvió a pasar
saliva, entonces res profundamente y cuando exhaló, lágrimas vinieron en compañía.

Mi madre volvió a abrazarlo.


—¿Puedo preguntarte algo? —Él no respondió, pero mi madre la hizo igual: —¿Tu
madre sabe q gay?

—Ella lo sabe —dije yo, viendo que Jamie no podía hablar por más que abriera y cerrara la
boca intentarlo.
—Entonces es otra cosa, Jamie... No soy quién para decírtelo, pero debes soltar ese peso

137
que ta está haciendo, si sigues manteniéndolo sobre tu espalda, llegará el día en el que
te agotaras tan podrás mantenerlo y te hará mucho daño.

Jamie cerró los ojos, muchas lágrimas seguían llegando y entonces no me contuve más y
lo abr se relajó al instante.

—¿Quieres un poco de agua? ¿Jugo? ¿Café? —Le preguntó mi madre cuando lo soltó.
—Agua.
Mi madre asintió, se alejó hacia la cocina y luego volvió con un vaso de agua, sin agregar
algo m su cuarto.

—¿Y tus hermanos y tu papá? —Preguntó Jamie cuando quedamos solos.


—Papá trabaja, Santiago se acaba de ir con Ivonne y Verónica a acompañarla a su casa y
los ge duermen.

—¿Tienes hermanos gemelos? —Sonrió dulcemente. Pensé que ya él lo


sabía. Jamie tomó un sorbo de su agua y cerró los ojos un momento.
—Tu madre es maravillosa, muy cariñosa.

—Lo es.
—¿Le hablaste de mí?
—A todos —le aseguré, viéndolo fijamente y había tanta verdad en las palabras de mi
madre, Ja mirada triste, él sonreía y sus ojos brillaban, pero había una pequeña falta de
luz en ellos.

—Nunca me había encontrado con una persona que le hablara de mí a sus padres —
pareció re momento después, dijo: —. Mi madre no me va a mandar fuera del país.
Me alegré mucho al oírlo, pero no dije nada porque su rostro se arrugó y supe que algo le
estab molestando.

—Ella quiere que yo me case con Gabriel Ojeda de ese modo, la empresa de mi familia y
la de G van a unir, por lo que se convertirán en socios y aunque no es necesario un
matrimonio para e conveniente porque están intentando llegar al mercado de software en
Europa y el CEO de la e que quieren hacer el negocio es homosexual, piensan que si
nosotros nos casamos, él aceptarí

—Eso es...
—Una estupidez —me Interrumpió.
—Iba a decir cruel. No pueden obligarte a eso, Jamie.
—No puedo evitarlo. No puedo cambiarlo. No puedo, Daniel. Lo intento, pero no puedo.

138
Ella...
Y como si hubiera sido invocada, el celular de McKenzie sonó y al sacarlo, supe que era
su mad rostro que puso.

—Tienes que irte —adiviné.


Él sólo asintió levemente y después de besar mi frente, se fue.

139
Capitulo 15

¡Empezaron los capítulos nuevos!? Quiero darle las gracias a todos. Estos capítulos NO
están es apenas los estoy haciendo... Así que se encontrarán con algunos errores
ortográficos y no es ex disculpo. Les juro que cuando la suba completa, haré lo mismo
que hice con Nadie Dijo Que fu editare los capítulos *-*
Ahoraaaaaaa a disfrutar de la historia de Daniel y McKenzie ??
....
A pesar de que habían pasado solo dos días desde la última vez que vi a Jamie, sentí que
había mucho más tiempo. Nuestras conversaciones por WhatsApp no estaban siendo
tan frecuentes pero nunca faltaban los mensajes en donde nos saludábamos.
No quería presionar a McKenzie con preguntas que quizás no sabría responder, no
quería most desesperación en mensajes, por lo que únicamente contestaba a lo que me
decía.
Mi madre había notado mi humor grisáceo y aunque me cuestionó por el motivo más
de una v capaz de contarle nada.

Suspiré cuando llegué al restaurante, tenía que dejar mi preocupación por Jamie atrás
para cum horario laboral correctamente.

—Buenos días —saludé a todos, una grandiosa sonrisa se asomó en los labios de
Anabelle en c vio.

—Hola, querido.
—¿Cómo amaneciste?
—Bien —Anabelle besó mi mejilla —. ¿Cómo amaneció usted?
—¡Enérgica! —Exclamó con emoción.
Charlamos un poco más y luego nos dirigimos hacia nuestros puestos, ella a la cocina
y yo al ga buscar la moto.
El teléfono celular que usaba para el trabajo vibró en mi bolsillo y supe, inmediatamente,
que m acaba realmente de empezar.

...

140
—Hola —La voz de Dante desde el otro lado del teléfono móvil hizo que mis pies se
detuvieran entré al garaje.

—Dante, ¿qué sucede?


Antes de que respondiera, lo oí tragar algo.
—La cagué —el poder de arrepentimiento que se vino con esas dos palabras, lo sentí en
mi pie cagué, Daniel. Y estoy arrepentido. Muy arrepentido, carajo.

Lo único que pude decir, ya que era quizá lo más idóneo e importante para él, fue:
—¿Quieres hablar con ella?
—¡Carajo! Por supuesto. Yo tengo la culpa, la tengo toda. Ella me dijo lo del embarazo
sutilment le dije que no, que no quería ser padre y que ni se le ocurra quedar
embarazada...

—Lo sé —contesté cuando Dante quedó en silencio, pese a eso, retomó el rumbo
principal de s pensamiento.

—Ella me lo dijo y yo solo le dije así... ¿puedes creerlo? —Un suspiro tembloroso llenó mi
oído, voz llena de dolor —. Ayúdame a hablar ella.

—Vale, no te prometo nada, pero lo intentaré. Ahora, no quiero sonar grosero, pero...
tengo qu
—¡Oh, caramba, sí! —Dante rio, pero ese sonido se alejaba del tono alegre que conlleva
una ris favor, tráeme mi pedido.

...
Cuando se hicieron las siete de la tarde, Diego asomó su cara en el garaje, estaba
sonriendo, pe pálido y ojeroso.

—Hola, Dani.
—Hola.
Cuando Diego entró al garaje, noté que estaba un poco más delgado, la camiseta que
llevaba p con letras desordenadas: "Juegas un juego juguetón", lo cuál no tenía sentido,
pero si era sincer que estaba pasando actualmente en mi vida lo tenía.

—Oí que te inscribiste en la facultad de


Derecho. Asentí furtivamente.
—No fue fácil, tuve que hacer un proceso largo, ya que había solicitado la beca para otra
carrer el cambio antes de tiempo. El examen de admisión me toca la próxima semana,
entonces... que das ese día libre.

141
Con una gran sonrisa, Diego asintió con la cabeza.
—Yo también quiero algo —siseó las palabras, pero pude oírlas muy bien, quizás
porque estáb en este sitio tan silencioso —. Quería agradecerte por el otro día, ya sabes,
tus palabras y todo

—Y todo eso —repetí en modo de burla.


—Ajá —cuando Diego volvió a reír, una pequeña lágrima se deslizó por su ojo derecho
—. ¿En s quieres ser mi amigo?

No dudé para responder, ni siquiera me sorprendí.


—Por supuesto. Ahora, si prefieres no serlo, te obligare hasta que aceptes.
—¡No te lo permitiré! Es más, creo que era yo quién lo estaba insistiendo antes. Menos
mal aho buscarme.

Extendí mi mano, Diego la tomó y la sacudió.


—Cuando quieras podemos ir por un helado —dijo Diego.
—Dalo por hecho.
....
Cuando salí del trabajo, vi a Jamie estacionado afuera, con una súbita alegría, me
acerqué al co inspeccioné a McKenzie con mucho detenimiento.
No tenía ningún rasguño, automáticamente mi cuerpo se llenó de tranquilidad. Cuando
supe q Jamie se había convertido en su tutora legal, me sentí asombrado, ya que eso
sucedía cuando l tenían algún problema o trastorno que les impedía ser completamente
libres.

Investigué posibles situaciones en las que eso sucedía y encontré que pasaba cuando
una pers en facultad de cuidarse a si mismo, por ejemplo, si tenía el Trastorno de
Espectro Autista o Tras de la Personalidad o algún otro y cuando ese segundo trastorno
llamó mi atención, me puse a b información.
Jamie no contaba con los signos de padecer Trastorno Límite de la Personalidad, ni
tampoco te así que tenía que ser otra cosa y recordé que él me había confesado haber
tomado antidepresi lo pregunté. Obviamente Jamie tenía depresión, así que me puse
nuevamente a investigar y enc una persona con depresión atentó en más de una ocasión
en contra de su vida, que si era incap responder por si mismo y sus decisiones, un juez lo
declaraba una persona incapacitada.

La incapacitación judicial por depresión de Jamie podría ser de por vida si no se


demostraba qu realmente era una persona que, al igual que yo, podía ser libre y tomar
sus propias decisiones.

142
—Dani... —dijo con un sollozo que me rompió en mil pedazos el corazón. Agarré su
mano cuan por la ventana —. Perdóname por haberte dejado así el otro día.
Jamie me miró como si estuviera esperando que le gritara y le dijera que se vaya a la
mierda, p quería hacer nada de eso, él no se merecía ese trato tan injusto. Agarré su
mano con más fuerz de ese modo trasmitir toda mi comprensión.

—No es culpa tuya —susurré, mirándolo a los ojos. —. No tienes que pedir perdón por
algo qu escapa de la manos. ¿Sabes por qué tienes que pedir perdón?

Jamie no me miró cuando le pregunté eso, negó con la cabeza y agarré su cara para que
volvier
—Por dejarme acá afuera y no dejarme entrar al carro —él se rio entre dientes, luego se
bajó d caminó hacia el puesto del copiloto y lo abrió.

—¿Tienes el gusto de entrar?


Sonreí cuando asentí levemente. Antes de entrar, besé a Jamie en la mejilla y el rostro
tan lleno perplejidad, de alegría y de una inmensa emoción, pegó todos los trozos de mi
corazón y cuand sonrió y me miró con una dulzura en su mirada, junto con las palabras
más hermosas que podí cicatrices en él desaparecieron.
—Eres la personas maravillosa que hay en el mundo, Dani. Y te prometo algo, no me voy
a casa Gabriel.

—¿Cómo le vas hacer?


—Es algo malo... Pero sé que va a funcionar.
Jamie se metió al carro y después de un momento, dijo:
—Hace tiempo que yo... no pienso en el suicidio —sus palabras alertaron todo en mi
sistema, a asustado, pensando que Jamie me iba a decir que eso estaba rondando
nuevamente por su cab idea desapareció cuando él siguió hablando —. No lo hago ya,
sigo yendo a psicología y ella insi busque asesoría para deshacerme de mi tutora,
pero uno puede deshacerse de la madre de un

Ahora entendía por qué Jamie estaba así, pero tenía que haber una razón mucho más
delicada deshacer la tutela que el simple hecho de ser su madre y como no quería ser
una molesta pied de Jamie, no pregunté. Solo volví al tema inicial y que parecía ser
mucho más importante para

—¿Cómo vas hacer para no casarte con él?

143
—¿Qué piensas de la infidelidad el mismo día de tu compromiso?

¿Q

?
Ja
mi
e
rio
.
—Espera, no hice bien la pregunta —Jamie empezó a conducir cuando un bocinazo nos
avisó q estorbando —. ¿Qué pasaría si toda tu familia e invitados descubren a tu
futuro esposo el mism compromiso siéndote infiel?
—No habría boda —susurré, mirándolo fijamente. Jamie sonrió y la respuesta a mi
pregunta lle antes de ser realizada —. ¿Le vas hacer infiel a Gabriel? ¿El día de tu
compromiso?

Con una carcajada que erizó mi piel, Jamie Oliver McKenzie asintió con la cabeza.
—Espera, ¿soy el otro?
Oliver me miró a los ojos y con completa seguridad, con toda la sinceridad que una
persona po en sus palabras, me contestó:

—No, eres el único y te lo demostraré.


No quería ser un imbécil, pero debía ser sincero con mis pensamientos.
—Jamie, nos acabamos de conocer... Y todavía estamos explorando para conocernos
más.
—Ya lo sé —Jamie tragó saliva y lamió sus labios —, pero te lo dije ya, Dan... me gustas y
eso es poco, ¿sabes? Siento qué... siento qué...
De repente, la mirada de Jamie se quedó fija en el frente, su respiración empezó a
trabajar con como si estuviera a punto de ahogarse, sus manos temblaban mientras
aferraba el volante de s pude evitar mirar hacia el frente.
Había un hombre con los brazos cruzados, estaba mirándonos con el ceño fruncido, mi
mano s automáticamente hacia el brazo de McKenzie y su parecía estar lleno de
electricidad, porque br puesto y cuando nos miramos, gotas de sudor corrían por su
144
frente.

—Tranquilo —susurré con calma.


—Ese hombre, ese hombre —señaló con la mirada, pero cuando volteé, no había
nadie.
—¿Quién es?
McKenzie no respondió, seguía teniendo su ataque de pánico, así que me acerqué a él,
agarré s mucho fervor y empecé a cantar dulcemente Make You Feel My Love de Adele,
la tranquilidad i filtrándose en el cuerpo de Jamie, dejando salir todo rastro de ansiedad.
Cerró los ojos cuando me pegué a él y puse su cabeza en mi hombro, estando así era
muy incó que lo motive a movernos atrás, accedió inmediatamente.

Jamie pegó su cabeza en mi hombro, lágrimas corrían por sus ojos y una temblorosa
mano tocó
—Me das tanta paz —dijo con un hilo de voz —, Daniel. Quiero que me prestes tus alas
como m harías, así sea un momento... quiero ser libre.

—Vamos hacerlo juntos, volaremos juntos, seremos libres juntos, porque yo no te voy a
dejar s
—¿Ni aunque me estén vigilando? —Con la pregunta, la identidad del hombre me fue
dada a co aunque no sabía su nombre, ya sabía el motivo por el cuál Jamie se puso
así.
—Haremos lo que vamos hacer ahora.
—¿Y qué es eso?
Reí mientras sacaba mi celular del bolsillo.
—Huir. Huiremos juntos.
...
Santiago contestó el teléfono al tercer timbrazo:
—¿Hola? ¿Hermanito? ¿Qué pasa?
Había mucho escándalo desde el otro lado de la llamada, por lo que arrugué mi frente y
alejé e mi oído.

—Te necesito, hermano —grité, porque seguramente no me oía. Reí cuando Jamie se
apartó de con susto.

Santiago caminó, lo sentí moverse por la manera en la que su respiración se aceleró.


Después, nada, salvo la voz de mi hermano, por supuesto.

145
—¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo? Dime dónde estás, vamos, hermano, me
tienes en
¿Estás bien?
—Estoy bien —mi hermano suspiró con alivio.
—¿Entonces qué sucede?
Con una sonrisa en mi rostro, respondí la pregunta:
—Ven a la calle 34B, la que está cerca del Hotel Los Ángeles. Necesito un favor tuyo.
La cara de McKenzie era tan graciosa por su confusión que no pude evitar reírme. Él me
pregun planeaba, pero solo me quedé callado, viendo que el hombre que nos vigilaba,
volvía a colocars mismo puesto.
Agarré la cara de Jamie para evitar que mirase al hombre que le ocasionó el ataque y la
recosté hombro nuevamente, llevé mi mano a su mejilla y empecé a acariciarla.

Los hermosos ojos de Jamie empezaron a cerrarse.


—No sabía que cantabas tan bien —me dijo con un susurro de ternura.
—Yo tampoco lo sabía —bromeé con una carcajada que lo contagió.
...

146
Mi hermano llegó sudado, agitado y con el rostro pálido, cuando reconoció el auto, entró
sin pe
—¿Qué sucede?
—¡Quítate la ropa! —Dije, señalando su cuerpo con mis
dedos. Mi hermano se llevó las manos al pecho.
—¡Oye, no quiero un trío! ¡Además, eres mi hermano! ¡Cochino! No sabía que eras del
tipo que incesto, Daniel. Es culpa de este cabeza de ají, ¿verdad? Tú eres el del
problema. Tú, pervertido.
—¡Yo no sé de qué hablas! No me gustan los tríos. —Se defendió Jamie, mirando a
hermano y l
—. Los tríos son sucios y... ¿qué carajos, Daniel? ¿Por qué quieres desnudar a tu
hermano en m
—Esa frase no la repitas en público —pidió mi hermano en modo de
amenaza. Yo me crucé de brazos mientras desordenaba el cabello de
Jamie.
—Quítense la ropa los dos. Rápido.
—¿Por qué quieres que me quite la ropa, Daniel? —Indagó mi hermano, que
conociéndome, sa planeaba algo, por lo que empezó a quitarse la camisa.

—Ya creo saber cuál es la razón —dijo Jamie, dándose cuenta que el hombre que nos
vigilaba e el poste afincado, viéndonos con tanta concentración, que me sentí intimidado
—. ¿Harás qué t yo cambiemos de ropa para distraerlo?

—¿Distraer a quién? —Me preguntó mi hermano, ya en ropa interior. McKenzie lo miró


y cuand que de la desnudez de Santiago, dijo:

—Esto es tan raro. No puedo creer que te prestes para todo lo que quiere
Daniel. Como si fuera suficiente explicación, mi amado Santiago, respondió:
—Es mi hermanito, no puedo negarme a hacer lo que me pida si está a mi alcance —se
dobló d pasándole a ropa a Jamie —. Y si él me pide que me desnude en el carro de su
novio, lo haré.

—Ahora soy yo quien pide que no repitas esa frase.


—¿Él nos está viendo? —Preguntó mi hermano, ignorando a Jamie.
—No —fue la respuesta de Jamie, suspiró profundamente y liberó todo lo que inhaló
con suavi Ventanas Polarizadas. Está ahí porque conoce mi carro. Estoy seguro.

147
Me pregunté entonces cómo es que Jamie, siendo incapacitado, tenía carro. Si se supone
que él peligro para si mismo, ¿por qué le daban un carro? ¿no podía él hacer algo para
atentar nuevam su vida?

Cuando volví a ver a Jamie, ya estaba desnudo. Su piel era perfecta, con algunos lunares
bastantes notables, el pecho de Jamie parecía el de un niño en comparación con el de
mi hermano por la escasez d corporal. Pero la complexión era un poco más fornida.

Jamie empezó a colocarse la ropa de mi hermano y cuando estuvo completamente


vestido, le c gorra.

—Tan
bonito.
Jamie se
sonrojó.
—¿Ahora saldrás con Jamie mientras yo conduzco y los alcanzo? —Me preguntó
Santiago.
—Esto no es película de Hollywood, Santi.
—El de la idea fuiste tú —mi hermano remedó mi tono de voz burlesco y si era
sincero -que po soy-, salió mil veces mejor que el mío.

—Vamos, hermano. Salgamos de aquí. —Miré a Jamie —. Te llamo cuando lo pierda de


vista. McKenzie asintió y sin importarle la presencia de mi hermano, besó mi frente.
La calidez de su cuerpo, la suavidad de sus labios y los brillantes ojos de Jamie, llenaron
mi cora mucha, mucha felicidad.

—Esto es tan hermoso —dijo mi hermano —, pero incómodo. Salgamos.


—Espera —le quité la gorra a Jamie y él hizo un puchero.
—¿Ya no soy bonito?
—Aún lo eres —sonreí sin mostrar mis dientes, le coloqué la gorra a mi hermano y
efectivamen parecido entre ambos era tan delgado como un hilo dental.

Bueno, no tanto. Pero alguien podría llegar a confundirse si los viera de


lejos. Y más si usaban la ropa del otro.
En el momento que mi hermano salió, el hombre se alarmó.

148
—A la cuenta de tres.
—Uno —dijo mi hermano.
—Tres —dije yo y salí corriendo.
Mientras lo hacíamos, oí a mi hermano decir:
—¡Te faltó el dos!
Me reí fuertemente cuando Santiago alargó la "o" mientras corría.
...
Le envié un mensaje a Jamie cuando perdimos de vista al hombre. Su respuesta me dio
tranqui Mk: Estoy en casa. Gracias por todo, Dani.
Yo: No es nada. Por cierto, mi hermano dice que le caes bien y que quiere invitarte unas
cervez tomar alcohol?

Mk: A tu hermano se la acepto.


Sonreí al teléfono, Santiago se sentó a mi lado.
—Ese chico está realmente enamorado de ti, mira que sigue contigo después que hiciste
que m en su carro.

Miré a mi hermano, su cara era completamente seria y cuando oímos el grito de asombro
de V cuando oyó lo que dijo Santiago, supimos que una noche de interrogación se
avecinaba.

Antes de dar todas las respuestas, envié un


mensaje más. Yo: Dulces sueños, Jamie.
Mk: Daniel, ¿qué hay después de soñar?

149
Capitulo 16

Con el corazón galopando en mi pecho, verifico la última pregunta del examen de


admisión par universidad; es correcta, como todas las demás. El aire acondicionado está
al nivel más bajo, po frío es inigualable, sin embargo, un hilo de sudor pasa por mi
espalda, causa de los nervios.
La encargada de vigilar el aula en donde realizaba el examen con otros chicos, me miró
como s descubrir que yo estaba fisgoneando las hojas de mis acompañantes, por lo que
bajé mi mirad respuestas.

Todas las preguntas eran de compresión lectora, lógica matemática, inglés y


competencias ciud lo que mi seguridad me decía que tenía todo ganado, pero ese lado
gris que se escurría de vez la rendija de la puerta donde lo mantenía encerrado, me
decía que era todo lo contrario. Qué la estaban mal contestadas.

Cerré mis ojos sin levantar la cabeza y recé a Dios, para que me ayudara a disolver por
complet negativo que me estaba carcomiendo como si fuera una termita y yo un pedazo
de madera olvi recóndito de un cuarto abandonado.

—Daniel —escuché, y sabía, perfectamente, que estaba soñando, porque la voz de Jamie
era ta que parecía imposible tenerlo aquí.
Bien, realmente él no estaba aquí, pero su dulce voz estaba escalando posiciones en mi
cabeza, en pedazos a la duda egoísta que me estaba haciendo sentir infeliz con las
respuestas que colo que había dado ya más de una revisión.

Por si las moscas, me asesoré una vez más y estaba completamente complacido con las
respue coloqué, todas eran correctas según mis conocimientos.

Volví a cerrar los ojos, un suspiro silencioso se liberó y con él, vino el recuerdo que
destruyó po mis nervios y mis dudas.

Un recuerdo que estaba haciéndome sentir mariposas en el estómago, demostrándome


que el real y reciproco.

—Daniel —había dicho Jamie en la mañana, mucho antes de llegar a la Universidad para
realiza examen.

—¿Sí, Jamie?
McKenzie sonrió, me miró con esa dulzura inocente que atrapó mi corazón en una red e
hizo im liberarlo.

—Ya sabes que me voy a casar... Pero en realidad, no me voy a casar.

150
—No entiendo.
Jamie simplemente miró hacia el lado derecho, por instinto, lo imité, una señora
arrastraba un veía pesado, pero cuando estaba por bajarme e ir a ayudarla, un chico un
poco más alto que Ja adelantó.

—Con el papá de Gabriel haremos algo para que mi mamá cambie de opinión con
respecto al m no se dará. Mi mamá es tan... ¿Cómo se dice? ¿Apegada a la antigua?

—Creo que ya hablamos sobre esto —sonreí —. Dijiste que serías infiel, pero pensé
que brome También pensé que lo del matrimonio era falso, porque, ¿quién en este siglo
se casa por un con

—Tribus en India, en Arabia creo que también, en Afganistán y aquí en Villa Azul,
especialment
Era la primera vez en mucho tiempo que oía a Jamie decir algo tan lleno de sarcasmo,
pero den palabras, se escondía un dolor inmenso que solo podría ser encontrado por
alguien que lo con

—¿Estás seguro que quieres hacer eso?


—Es la mejor manera —respondió.
—¿Y qué pasará contigo?
—No lo sé —dijo, tan bajo, tan gélido, que se echó a llorar ahí mismo en su auto. Puse mi
mano espalda, acariciándola.

—Todo saldrá bien, Jamie.


—Tú ni siquiera deberías estar conmigo —me dijo, sin mirarme —. Soy un maldito
problema; n personalidad, no tengo control de mi vida, y se demuestra porque me
obligarán a casarme... yo suficiente para ti.

—Jamie, mírame —él lo hizo, y vi en sus ojos el dolor, el rencor y la furia intercalando
posicione cuál ganaba —. No digas esas cosas, nunca más digas algo así. Tú eres
perfecto como eres, no h te sientas mal. Mira, ¿qué es tener personalidad? ¿Salir todos
los fines de semana? ¿Comprarse prendas de vestir en las mejores tiendas? ¿Usar tu auto
para enamorar a los chicos que te llam en un bar de ambiente? ¿A eso te refieres
cuando dices que no tienes personalidad?
»Porque déjame decirte algo, Jamie Oliver McKenzie, tú la tienes: eres coqueto, eres
dulce, tien inteligencia admirable, estoy seguro que tú tomas decisiones pensándolo todo
muy bien, lo que una vez más que estás en todos tus cabales. Eres ingenioso, bondadoso
de corazón. Eres como porque todo ese amor que absorbes de mí, me lo devuelves
cuando me miras, cuando me llam teléfono, cuando te tengo cerca, cuando me abrazas.
Eres sincero y estás lleno de miedo, pero Jamie: "Ningún miedo es más fuerte que tú,
porque todos se vencen cuando lo enfrentas" y est esto que estás por hacer, es enfrentar
un miedo. Ahora dime si me equivoco, porque para mí, e personalidad. Lo contrario fuese

151
si imitaras el mismo comportamiento de todos. Pero no lo hac eres único y maravilloso,
Oliver McKenzie.

Con lágrimas en los ojos, Jamie me abrazó.


—Dani... Si algo sucede, no me dejes nunca de hablar... Tú me gustas mucho. No me
importa q mí porque soy pansexual.
—Hablando de eso, ¿te sentirás excitado si entras a una panadería? Mira, soy yo y
cuando cruzo olor a pan me hace sentir en el cielo, no quiero imaginarme lo que tú
podrías sentir.

—¿Sabes qué? Sí me importa. No te rías de mí orientación, gracias.


—¿Pero si te gustan los panes?
Jamie se rindió ante mí por la manera en que su risa se escapó mientras negaba con la
cabeza, lágrimas cuando pudo detenerse y agarró mis manos.

—Eres lo mejor que me ha llegado a la vida, gracias por no demandar a tu hermana


por habert Grindr.

—No hay de qué, uno tiene que hacer esos esfuerzos cuando de la familia se trata.
Jamie volvió a reírse y una vez más, el sonido me hizo sentir la persona más importante y
espec mundo, porque solamente yo, era capaz de producirla y oírla al mismo tiempo.

...
La voz de la señora que nos vigilaba en el aula, me regresó a la realidad, ella me estaba
mostra sonrisa más gentil.

—¿Cómo te sientes?
—Bien, gracias. ¿Y usted cómo está?
Esa sonrisa de gentileza se ensanchó cuando oyó mi pregunta, dejando en evidencia que
nadie hecho antes.

—Bien, bien. —Suspiró —. ¿Terminaste?


Miré mi hoja del examen y volví al instante a la señora, mordí mi labio antes de
responder.
—Sí. —Tomé las hojas y di un repaso rápido a las respuestas, había contestado todas. Se
las ten mujer.

—Mucha suerte, chico.


—Muchas gracias. Usted es muy amable.

152
Ella me mostró una sonrisa mucho más amable.
Cuando me encontré con el auto de Jamie estacionado afuera, mis pies empezaron a
moverse con mas velocidad, él estaba dentro de su auto, llevaba la misma ropa que usó
en la mañana cuando me aunque eso no explicaba nada ya que apenas habían pasado
cuatro horas, la manera en la que estaban y el sudor en su frente y sus axilas, sí lo
hacían.

—¿Te quedaste aquí


esperándome? La mirada de
sus ojos lo delató.
—¿Por qué te quedaste? ¿Si quiera has desayunado? —Jamie se bajó del carro, se
acercó a mí y por la espalda.

Cuando me metí al coche, él sonrió.


—Vamos a comer.
—Jamie, en serio, no debiste esperarme... Eso...
—Fue mi decisión. Yo quería —negó con la cabeza, sin dejar de sonreír —. Quiero
esperarte, sie
—Tramposo. Sabes muy bien como hacerme callar. Eres un tramposo, Jamie.
Él sonrió deslumbrante y maravillosamente. Y las mariposas de mi estómago se avivaron
junto tremenda hambre que sentía.

—Entonces vamos a comer.


—Estaba esperando la orden, patrón.
—Qué bobito eres.
—¿Cómo sientes que te fue? —Antes de que yo respondiera, Jamie gruñó —. Estoy
seguro que
—Yo también estoy seguro. No quiero sonar presumido.
—Solo sonaste muy orgulloso, no te preocupes.

153
...
Jamie se pasó de largo los dos restaurantes más cercanos, por lo que pensé que
iríamos a dónd trabajaba, pero cuando se desvió hacia otra calle, mi primer pensamiento
fue: "iremos al centro El Cielo", pensamiento que una vez más, estuvo errado.

Miré a Jamie con las cejas fruncidas y un puchero de berrinche.


—Nos hemos pasado todos los restaurantes. —Le dije como si se lo estuviera
recordando, ya q sonar ni verme como un exigente.

Él sonrió de medio lado.

—Te va a gustar mucho el lugar donde iremos.


—Esta bien, gracias. ¿Hay buena comida? Es que en verdad tengo mucha hambre. —Para
hacer palabras, agarré mi barriga con una mueca de sufrimiento fingido. Incluso
lloriqueé falsamente

Jamie, como era de esperarse, se burló.


...
Se estacionó en el Averno Azul, el bosque que era considerado como el más embrujado
de toda bajó del carro y abrió mi puerta cuando llegó a mi lado, cuando puse el pie en el
suelo, el olor a inundó mis fosas nasales.

—Vamos —dijo Jamie, sonando un poco tímido.


—¿Es un picnic? —Le pregunté, con una media sonrisa, que se iba extendiendo poco a
poco mi caminaba con Jamie de la mano.

—Dijiste que te gustaba... Así qué... —Cuando llegamos a lo que supuse era el lugar
donde tend nuestro almuerzo, vi a Memo sentando junto con Titán —, con ayuda de mi
hermano y mi perr esta sorpresa.

—¡Hola, rey! ¿Te gustó?


Decir que sí era muy poco para mí, ya que sonaba como si fuera desinteresado, así que
grité m abrazaba a Jamie con fuerza.

—¡Me encanta, me encanta, me encanta! —Y para demostrar más mi emoción, alargué la


últim palabra mientras corría hacia adelante, para abrazar a Memo.

—Lo sabía y no es nada —dijo él, luego, con mi ayuda, se puso de pie. Se acomodó las
muletas hacia donde estaba su hermano, quién le dio unos cuantos billetes —. Bueno,
ahora debo irme almuerzo!

—¿No te quedas? —Pregunté confuso.

154
—No —respondió él, sonriendo con demasiado orgullo —. Esto es entre ustedes dos —
Miró a lo amenazó con su dedo índice y voz de sargento —. Tienes que tratarlo bien o te
castro, Jamie.

—¡Oye! ¿Tú también me amenazaras? ¡Suficiente tengo con su hermano! —Entonces me


miró — que dije eso, luego pensará que me cae gordo y no lo hace, él me cae
espectacularmente bien.

—No se lo diré.
McKenzie sonrió, volvió su mirada a su hermano y comenzó a caminar con él, mientras
tanto, y Titán y olí su pelaje mientras intentaba canalizar mis nervios, porque sí, estaba
nervioso y no en qué.

Había estado junto con Jamie muchas veces, pero estar aquí, sentado en un mantel
blanco con flores en el Bosque de Villa Azul, sin ningún sonido salvo nuestras voces, con
un refrescante viento, se sent Y cuando Jamie se sentó a mi lado, con una guitarra en sus
manos, lo confirmé.
Él empezó a cantar dulcemente, era la misma canción que había cantado hace tiempo,
solo qué sentía mucho más seguro, enérgico y feliz, realmente había ese tono de
felicidad en su voz.
Cuando llegó el coro, me uní a él y una gran sonrisa se plasmó en el rostro de Jamie que
aún cu terminamos de cantar, no desapareció.
—Me das paz —dijo como si yo lo hubiera olvidado —. Me das alegría. Me entiendes,
me apoya aconsejas. Así que me gustaría saber, Daniel Castro, tu opinión con respecto a
algo.

Sonreí mientras asentía con lentitud.


—Te escucho.
—Hay una pregunta que tengo atorada en mi garganta desde hace unos días, por más
agua qu para hacerla bajar, no puedo. Parece imposible tragarse esas palabras, ya que
cada día que pas convenzo de algo:

» Que tú eres la persona más importante que ha llegado a mi vida desde hace tiempo. Y
sé y en apenas llevamos poco tiempo conociéndonos, pero eso no quita ni cambia los
sentimientos qu entre nosotros.

» Estoy seguro que tú sientes lo mismo y por eso hoy, Daniel, me he atrevido a hacer algo
que n hecho y es... pedirte que seas mi novio. ¿Serías mi novio? Esa es la pregunta. Y no
me importa q de mí porque me gustan los panes o por lo que sea, no me importaría si
con eso, logro hacerte

—Yo nunca me burlaría de ti para hacerte mal, solo para que conste —él estuvo de
acuerdo co asintió con la cabeza —. Y para responder a tu pregunta, necesito que te
acerques.

155
Jamie se acercó a mí, tragó saliva y los nervios se apoderaron de su cuerpo cuando me
miró. Él dedos con mucho desespero, acto que me pareció tierno.

—Jamie, acércate más.


Mientras Jamie se acercaba a mí, yo me acercaba a él, por lo que quedamos tan cerca,
que nue pegaron.
Agarré el mentón de Jamie, parpadeé una sola vez antes de cerrar los ojos y me acerqué
más a rostro en el de McKenzie y lo besé.
Fue un beso pequeño, pero bastante lleno de sentimientos. Jamie tragó saliva, agarró mi
mentó besarme, esta vez con más ímpetu, respondí a él de la misma manera. Nos
besábamos de una podía considerarse como tímida si alguien nos veía, porque no a pesar
de que estábamos siend la delicadeza en el toque, los rostros sonrojado, las sonrisas
tímidas que teníamos mientras nos después del beso, lo hacían parecer como si fuera la
primera vez que lo hacíamos.
Jamie no parecía estar conforme, por lo que volvió a besarme una vez más y de nuevo,
ese sent inocencia se caló en mi corazón con mucha determinación.

Sus manos se sentían cálidas en mis mejillas, el aroma de su perfume me hacía sentir
cómodo Jamie acarició mi nuca antes de alejarse, lamí mis labios mientras inhalaba y
exhalaba con lentitud.

—Entonces... Si un beso no te dio a entender mi respuesta... —dije, pero Jamie atajó mis
palabr
—Cuatro sí lo harán —Y arrancó, nuevamente, a
besarme. Con eso, descubrí tres cosas:
1. Besar cuando tienes hambre no es tan mala idea.
2. Jamie es un perfecto besador y su cuerpo se siente espectacular cuando lo toco con
los ojos Y por último:
3. Encontré una nueva adicción: los besos de Jamie.

156
Capitulo 17

Nota: capítulo narrado por Jamie ?


....
McKenzie
Cuando me separé de los dulces labios de Daniel, una emoción recorrió mi espina dorsal,
hacié estremecer de pura felicidad. Había estado deseando besar los labios de mi
hermoso niño desd que lo vi por primera vez, pero el respeto y el miedo que sentía cada
vez que me aproximaba a impedía.
Estar con Daniel era un suceso extraño en mis emociones; me sentía contento, cómodo,
feliz, e un día en playa con el clima perfecto, la risa de los niños mezclándose con el
inconfundible son mientras el viento soplaba fuerte, pero al mismo tiempo me sentía
como en la punta de un pre asustado de caer y no sobrevivir.
Sabía perfectamente que ese agonizante pánico se debía a mi madre, ella jamás
aprobaría una como ésta sólo porque Daniel no era como yo.
Ella sabía que lo estaba viendo, me lo dijo cuando llegué a la casa el día que descubrí al
hombre seguía, quise pedirle que por favor no hiciera eso, que yo no era un niño ni
tampoco un maníac necesitaba vigilancia constante para no meter la pata en problemas,
pero esa voz que pudo ser jamás pasó de un pensamiento.

Las duras palabras de mi madre fueron:


—¿Crees que es muy bonito ver cómo te encuentras a escondidas con un chico que lo
único qu es el dinero que tienes en el banco?

Iba a decirle que no, que Daniel no era así, pero pensar y decir eran cosas distintas.
—Abre los ojos, Jamie, deja de soñar... jamás encontrarás una persona que te ame por lo
que e no te das cuenta que el amor es una idealización surrealista que la gente se
inventó para aprov más débiles?

Cerré los ojos, incapaz de responder, incapaz de verla, incapaz de hacerle ver qué
estaba lloran
—Mi pobre e iluso hijo, creyendo en las personas... ¿Por qué no puedes ser como tus
primos? ¿ das cuenta del orgullo que le producen a sus padres?

157
—Ellos no... —tragué saliva —. Ellos no son buenos. Son clasicistas y racistas. ¿Eso es
lo que tengo que ser?
Mi madre se echó hacia atrás, como si yo lo hubiera empujado. Luego, arremetió contra
mí, dá bofetada que resonó en toda la sala. Agarró mi barbilla y dijo:

—No es manera de hablar de la familia, Jamie. A la familia se le respeta.


—Sí, señora.
—Mi pobre hijo... todavía creyendo el amor sabiendo que no existe —el desprecio de
sus palab notable, ella me miraba como si yo fuera el causante de todo lo malo que le
había pasado, pero contrario.

Ella era la causante de todo lo malo que me había pasado.


—No sé cuándo dejaras de ver lo bueno en las personas... —me soltó cuando dijo eso
y yo no p cabeza —. Espero que no hayas gastado tanto dinero en ese chico.

—No... —ella sonrió, quizás pensando que yo no lo había hecho, pero necesitaba decirle
que D un amante del dinero.

—Mamá... Él no... es así.


—Todos son así —susurró y con él, me hizo recordar a muchas personas de mi pasado
que se a cuando ella les ofreció dinero.

—Él no...
Ella no me creyó. Agarró mi cabello con violencia y me dijo, con un tono de voz tan
calmado y s bien pudo helar mi sangre si se lo proponía:
—Diviértete con ese chico, juega con él todo lo que quieras. Pero recuerda que te vas a
casar y permitir esos juegos cuando tengas el anillo puesto. Procura no enamorarte de él,
no quiero ve nuevamente con el corazón roto al irse de tu lado cuando le ofrezca 2
miserables millones, por que siempre ha valido el amor que dicen tenerte... 2 millones,
lo que podríamos ganarnos en ta horas...
....
La mano de Daniel me atrajo a la realidad, él sonreía mientras me veía parpadear varias
veces.
—¿Te quedaste dormido?
—Sí.
—Bobito.
Le saqué la lengua y entonces él abrió la boca como si estuviera ofendido, se subió
encima de cachetes sonrojados, se lanzó a besarme.
158
Los besos de Daniel eran tan espontáneos como su personalidad, tenían ese sello
coqueto, únic transportador que lo caracterizaba. La mezcla entre la exigencia de querer
más de mí y la dulzu como la primera vez que besábamos también se podía sentir, lo que
convertía estos besos en u que bien podría ser una en todo el planeta.

Daniel se alejó de mí y con una sonrisa diminuta, pregunté:


—¿Te gustó la sorpresa?
En mi cabeza, yo ya conocía la respuesta, él la había dicho y estaba completamente
convencido mentía, pero la duda que había sembrado mi madre en mí a causa de su odio
por las personas, convertido en una persona que necesitaba oír constantemente lo mismo
para no olvidarlo.

Cerré mis ojos, alejando las palabras de mi madre, esas en las que diría que Daniel solo
estaba como un juego para pasar el rato, pero Daniel las acalló cuando con su dulce voz,
respondió:

—Me encantó, Jamie.


Abrí mis ojos, acaricié el rostro de Daniel como si fuera el objeto más frágil del mundo,
un obje delicado que podría compararse con la suavidad y fragilidad de un ala de
mariposa. Daniel cerr permitiéndome así que lo siguiera tocando, quería grabarme cada
parte de él, cada tono de su recordarlo como la persona que más supo valorarme en caso
de que mi madre lo alejase de mí
—Eres maravilloso, Dani. Gracias.
Cuando Daniel se apartó de mí, gritó fuerte,en modo triunfante.
—¡Qué maravilla! Le acabo de hablar a un pan, conquisté al chico pansexual más sexy
que cono entonces me miró pensativo —. Espera... En realidad eres el primero que
conozco.
Él sonrió deslumbrante y yo reí tan fuerte que me dolió la barriga. Daniel volvió a
besarme y no pero cada beso que Daniel me daba, se calaba en mis huesos.

—Dani.
—Dime.
—¿Qué viene después de soñar? —La pregunta lo tomo desprevenido. Yo continué
antes de qu respondiera:

»Es decir, estás aquí, acostado encima de mí, besándonos. Veo tu rostro y oigo tu voz y sé
que e entonces recuerdo mi vida y que me voy a casar con otro tipo por un contrato que
firmó mi ma que esto no es real, que esto es un sueño que estoy teniendo. Porque nunca
me imaginé que e una persona que conocí prácticamente gracias a la usurpación de su
hermana...

159
»A lo que quiero llegar es que... ¿Qué es lo que se encuentra después de soñar y soñar?
Siempr saberlo.

Daniel se incorporó, sentándose a mi lado, hice un puchero, extrañando el peso su


ausencia al saber cómo decirle que vuelva a acostarse sobre mí, me resigné a sentarme
a su lado.
»Se puede soñar despierto, Jamie. Mira, cuando uno es niño, suela con ser una persona
grandio ya sea un chef ejecutivo, un cantante famosísimo, un actor con muchísimos
premios... Un inteli un policía eficiente con muchas medallas de honor... y a medida que
vamos creciendo, nos enfr lo que serían las pesadillas de la vida real: los obstáculos.

»Entonces, conseguimos eso que tanto anhelábamos de corazón en el momento que


ponemos último escalón, porque eso es lo que se consigue después de soñar: obtener lo
que se deseó. A bien, eso solo se logra si lo intentas hasta conseguirlo... Porque una cosa
es soñar y soñar y otr es soñar y luchar por ello. Ahora... Jamie, ¿cuál es tu sueño?
La manera tan sencilla en la que Daniel me leía como la página de un libro me parecía
maravill mirada al suelo y luego la levanté cuando el gimió en desaprobación.

—Yo sueño con ser libre... Con dejar de tener


miedo. Daniel agarró mi mano y la besó.
—Te lo dije una vez y te lo repito hoy: libérate, alza tus alas y vuela, vuela alto, sin
miedos y com esa vez, si no tienes alas, entonces agárrate a mí, que yo te la prestaré.
Volemos juntos, atrévet plenamente en mí, a soñar y a luchar. Yo no te soltaré, créeme.
Y los miedos, Jamie, ninguno es como para minimizarte, si los ves así es porque no has
podido enfrentarlos. Si lo haces, si inten mostrarte valiente ante ellos, verás como
perderán tamaño. No hay miedos grandes, recuérdal
Las palabras de Daniel fueron acogedoras, me tomé la libertad de acercarme a él y darle
un bes frente.

—Lo estoy intentando.


—Lo sé... Pero me da miedo que salgas lastimado.
—Mi madre no me hará nada que no haya hecho antes. Probablemente me grite, me
pegue y d mandarme al extranjero pero luego se arrepienta de lo último porque soy su
nuevo pariente vi lejos no es algo que le guste.

—¿No tienes más familiares de parte de tu madre?


—Mi mamá era hija única. Mis abuelos maternos murieron hace muchos años.
—Yo no conozco a los papás del hombre que se supon6es mi padre... —él negó con la
cabeza — mi padre ese hombre.

—¿Le tienes rencor?

160
—No puedo odiar a una persona que jamás conocí, Jamie. Y sí, rencor y odio son dos
cosas dife no hablemos de mí...

—Me gusta hablar de ti. Conocer más detalles de tu vida me hacen feliz.
—Por dos —él lamió sus labios —. Si tu madre te golpea entonces está mal que sea tu
tutora le supone que ellos están para protegerte, no para maltratarte.

—Lo sé —mordí mi labio —. Daniel, he dejado de tomarme mis medicamentos... Ella aún
no lo los he dejado y me doy cuenta que no soy dependiente a ellos como creí en el
principio.

—¿Estás seguro que está bien dejarlos?


—¿Creí habértelo comentado? —Ambos negamos con la cabeza al mismo tiempo.
Reímos, prob burlándonos de nuestra pésima memoria —. Y sí, estoy seguro. Va una
semana ya desde que lo sentido... Bien.

—Me alegra mucho eso.


Asentí levemente, encontré entonces la manera de pedirle a Daniel que volviera a subirse
encim pero decir las palabras era tan difícil para mí que me puse nervioso. Empecé a
mover mis dedo todas partes, Daniel me tomó las manos con una de las suyas, mientras
que la otra sujetó mi ca
—Mírame —lo obedecí. Él tomó mi mano y la puso sobre su pecho —. Si te hace sentir
mejor, y estoy nervioso. Tenerte cerca me hace sentir así, pero al mismo tiempo tengo la
certeza de que proteger.
—Es lo que quiero —aseguré, viéndolo fijamente —. Pero también quiero otra cosa,
solo que n pienses que soy un pervertido...

Daniel alzó y bajó las cejas.


—No te voy a hablar de cómo se preparan los panes, Jamie. Hablar de sexo en la primera
cita c no está bien.
Sabía qué él se encontraba bromeando, por lo que me encontré riéndome nuevamente y
me pr mentalmente si Daniel solo decía cosas graciosas para provocar esto en mí y si esto
era cierto, enamoraría más de él.

Como no quería hacerle pensar mal de mí, aún sabiendo que él no lo haría, dije:
—No, no es eso —agradecí haberlo hecho, porque Daniel respiró hondo, como si
estuviera aliv
—¿Entonces?
—Dani yo...
—¿Sí?

161
—Yo quiero qué... —él me alentó a hablar cuando asintió levemente.
—Vamos, si no lo dices no sabré que quieres y no podré dártelo. Pídelo, Jamie, estamos
en confianza.

Entonces, tan rápido como un auto de fórmula uno, dije:

—Quiero que te vuelvas a acostar en mi pecho.


Daniel, que probablemente tenía un rentilizador de palabras incrustado en su cerebro,
me ente rio entre dientes y luego, se lanzó sobre mí, tirándome al suelo como si yo no
pesara nada.
—Eres una cosita bella y tierna. —Dijo, besándome todo el rostro. Me atreví a abrazarlo
por la c Creo que me mudare a tus brazos, qué comodidad se siente al vivir aquí.

—Tendrías que pagar el alquiler con besitos —susurré y pensé que también tendría otro
aparat sonidos silbantes en su cerebro, porque empezó a besarme por toda la cara
mientras decía:

—Empezaré a pagar desde ya, tú dime cuándo sea suficiente para cubrir todo el
mes. Por primera vez en mi vida, agradecí quedarme sin palabras.

162
Capitulo 18

Y sí, este es otro capítulo narrado por bebito hermoso de McKenzie


...

—Mckenzie... —la voz del señor Ojeda hizo que mis pensamientos desaparecieran —.
¿Estás lis
Nunca había sido una persona que respondiese con sinceridad cuando un adulto le
hacía ese ti preguntas, ya que era más fácil responder lo que suponía yo era lo que
querían oír, pero el tiem llevaba hablando con él, me hizo entender que podía decir la
verdad.

—No...
Él mostró una sonrisa de entendimiento, se arrastró con su silla de ruedas y cuando se
me acer manos.

—Estoy seguro que esto saldrá bien y si tu madre quiere hacer algo que tú no quieras,
me dice que puedes contar con nosotros.

—Estoy seguro que es así —susurré débilmente.


El señor Ojeda asintió levemente y suspiró, con prontitud.
—¿Sabes? Cuando eché a la calle a Gabriel, no sentí remordimiento alguno esa noche,
todo lo c Sentía una increíble satisfacción por haberme desasido de quién dañaría el
apellido de mi fami Gaby por mucho tiempo...

»Pero cada día que pasaba, días en que no lo veía, que no oía su voz... iba dándome
cuenta de extrañaba. Lo extrañaba tanto, que dolía. Pero no quería admitirlo porque
estaba enceguecido. día lo vi en una fiesta, él estaba... radiante, expendido, estaba tan
bien sin mí que me enfureció verlo.

»No fue hasta que regresó que lo entendí: mi rabia era porque...
Cuando se quedó callado, mirando hacia el suelo, entendí el peso de la vergüenza que
sentía, p nada al respecto, pues pregunté algo que sí quería saber.

—¿Quería usted verlo mal? Es decir... ¿Le molestó verlo así... en buen estado? —Tragué
saliva y tímidamente cuando el señor Ojeda me miró asombrado —. Realmente no sé
cómo preguntarl
¿pensaba usted que sin su ayuda, Gabriel iba a encontrarse en pésimas condiciones?

163
La respuesta a mi pregunta estaba en sus ojos, pero la corroboración llegó cuando el
hombre, fasintió con la cabeza.
—¿Sabes por qué te cuento esto?
—No, señor.
—Porque un padre que se alegraría al ver la desgracia de su hijo simplemente porque
este des ley, es un mal padre. Yo fui un mal padre con todos mis hijos,
independientemente de cómo ha jamás les di el amor que necesitaban. Tuve que pasar
por el abandono de todos ellos, unos cua el dolor de la mujer que amo para entenderlo.

—Nunca es tarde para nada —dije.


El señor Ojeda estuvo de acuerdo conmigo.
—Te devuelvo ese consejo, Jamie: nunca es tarde para nada. Yo sé qué no te vas a
arrepentir po hacer hoy, por eso el consejo no aplica para esto.

—¿Y dónde si aplicaría?


—Tú mismo lo debes de saber, Jamie.
Cuando iba a decir algo, mi madre entró al cuarto, se veía espectacularmente bella,
como era d Miró al señor Ojeda y le saludó con cortesía, luego se sentó a mi lado.

—Bueno, creo que los dejaré solos —dijo él, se dio la vuelta en su silla de ruedas y se
alejó. Cua puerta se cerró de golpe, mi madre se levantó de la cama.

—¡Jamie! ¿Cómo pudiste hacer eso?


—¿Hacer qué?
—¡No te hagas! ¡Estuviste viéndote con ese niño ayer...! Te dije que lo dejaras. ¿Lo
hiciste?
No le respondí, por lo que ella supo al instante la respuesta. Soltó un suspiro tan
resignado, qu podría pensar que realmente se preocupaba por mi bienestar.

—Espero que lo hagas pronto, te vas a casar, Jamie. Hoy es la fiesta de compromiso.
—Sabes que yo no me quiero casar —pude, finalmente, contestar.
Mi madre se quedó viéndome, levantó una ceja con incredulidad y luego rio entre
dientes, el ci reflejó aún más en su tono de voz.

—Como si pudieras decir que te gusta y qué no.

164
—Ma... Paremos esto. Existen otras formas para que puedas aliarte a esta familia... Pero,
¿Un m
—No solo es eso —respondió inmediatamente —, solo quiero irme de este mundo
sabiendo qu casado con un chico de buena familia.
—Sabes más bien que yo que Gabriel tiene novio y es Henry —le dije, con completa
tranquilida cierto era que mi corazón estaba bombeando fuertemente y el sudor corría
por mi espalda por nervios y el miedo.
—Al igual que tú, lo dejará muy pronto. No le conviene ese jovencito. —Ella me miró
amenazad
—. No tardes, estaré abajo.
...
Mis pies pesaban, cada paso que daba se sentía peligroso, como si estuviera transitando
por un minas. Sabía lo contraproducente que podía ser el hecho de actuar como un
imbécil el mismo d compromiso, pero la idea era la mejor manera de convencer a mi
madre para que se le quite la matrimonio.

El señor Valerio Ojeda estaba esperándome afuera, por su rostro supe que había
escuchado la de la conversación o quizá toda, pero no dijo nada cuando me vio llegar.
Solo asintió levemente embargo, tomando el consejo que él me devolvió, le pregunté:

—¿Cómo reaccionó usted cuando vio a Gabriel tan bien en aquella fiesta? Sé que se
enojó porq muy bien sin su ayuda, ¿pero cuál fue su reacción?

—Lo golpeé e insulté.


—¿Se arrepintió usted?
—La misma noche.
—¿Y qué hizo para...
enmendarlo? El sonrió.
—Le di dinero extra a mi esposa porque sabía que ella contrataría a alguien para
buscarlo —so vi el orgullo en su mirada —. Por supuesto que ella lo hizo, pero yo fui más
rápido. Porque patr escondidas, el proyecto de su amiga... La modista.

—¿Támara Luna?
—Sí —él se sintió avergonzado —, tenía un dinero extra y lo di para ese proyecto
cuando me en lanzaría pronto. McKenzie, ¿Puedo pedirte un favor?

—Por supuesto...
Cuando el señor Ojeda respiró hondo, yo ya sabía lo que él diría.

165
—No le cuentes nada de esto a Gabe.
—No lo haré.

El plan que había ideado el señor Valerio Ojeda, consistía en que sería infiel a Gabriel,
por eso e estaba sentado con Ezequiel, el chico que actuaría como mi pareja.

—Estoy tan nervioso —susurró Eze, mirándome con el ceño fruncido.


—¡Y qué lo digas! —Respondí yo, sintiéndome de la misma manera.
Él se quedó viéndome fijamente, sonrió sin mostrar los dientes y luego se volvió hacia la
cocina ausencia de Ezequiel me llevó a pensar en Daniel.
Daniel era sin duda alguna la persona más maravillosa que había conocido, si este
matrimonio planeado tratándose de Daniel, yo no estaría apunto de convertirme en el
estúpido que se acos mesero el mismo día de su compromiso.

A decir verdad, no me sentía bien haciendo esto, pero era la mejor manera de quitarme
a mi m encima, ya que contradecir su palabra era pérdida de tiempo. Ella nunca escuchó
mis peticione quejidos por muy altos que los dije.

Estaba cegada por el odio, por la aberración que sentía contra Guillermo al ser este hijo
de una mi padre, aunque su odio y su enferma actitud se remonta a muchos años atrás...
Años en los que me convencí de que mi voz no tenía valor, años en los que vi que era
mejor ha ella decía, años que hicieron un daño en mí que hasta la fecha se ha visto
irreparable... porque desesperada decisión me hizo preso de la vida, perdiendo mi
libertad, aún cuándo puedo ver la todos los días que me despierto, no estoy tan lejos
de parecer un prisionero.
Mi madre entró a la habitación con completa elegancia, me miró con una sonrisa al ver
que yo que ella, bien peinado, con un elegante smoking que probablemente costaba lo
mismo que un y tan perfumado que si pasaba por una calle, la fragancia quedaría
impregnada.

—Mi Jamie querido —susurró alegremente, se inclinó delante de mí, sujetó mis
manos y las ap enterrándome las uñas —. ¿Qué haces nuevamente en este cuarto?

—Hace mucha calor, el aire acondicionado aquí está más fresco.


Ella liberó un poco su apretado agarre, sin embargo, sus uñas todavía me hacían daño.
—Es cierto... Mi Jamie odia tanto el calor. Eres más amante de lo frío...
Mentira, pensé, amo todos los climas porque puedes hacer diferentes cosas dependiendo
cuál playa, comer helado, si hace mucha calor; quedarse en casa viendo películas
mientras tomas ca frío porque está lloviendo y si el tiempo es fresco, la mejor manera de
disfrutarlo es irte a cami perro al parque.

166
—¡Ay...! —se quejó mi madre y me soltó de inmediato, recobrando yo así mis manos,
habían pe marcas con gotas diminutas de sangre, agarré el paquete de pañuelos
desechables y empecé a

—Eres un maldito monstruo, Jamie, mira nada más como te limpias sin mostrar dolor
y lo peor que me rompiste las uñas. ¿Sabes cuánto gasté para que me las arreglaran?
Ojalá la gente no se percate de eso, pasaría una vergüenza. Me rompiste la uña y ni
siquiera te disculpas. La miré sin mostrar remordimiento, era culpa suya, no mía.
—¿En qué tanto piensas?

En Dani, mamá, pensé, pero dije:


—En nada.
—¿Sabes que no volverás a salir si cometes una burrada, verdad? —Advirtió con
convencimient volverás a irte a vivir a...

—No quiero ir a ese lugar, por eso obedeceré tus palabras, pero tengo una pregunta,
madre.
—Dime.
—Si no vuelvo a salir a la calle, me quedaré encerrado en mi habitación, ¿no es así? —Ella,
sin comprender, asintió con la cabeza —. Entonces, si quiero avisarle que tengo hambre,
¿tendría q agujero en la puerta lo suficientemente grande para que quepa una bandeja
de comida cuando pasando un vaso entre las rendijas para ser oído? Con eso de que mi
voz no tiene valor...
Ella me miró tan asombrada que una pestaña de su ojo derecho amenazó con caerse
y si no fu probablemente me habría gritado y golpeado, ya que se dirigió al espejo, se
arregló y nuevame frente a mí.

—Eres un estúpido.
Y entonces, nuevamente, cogí el consejo que me devolvió el padre de Gabriel. Nunca es
tarde p Nunca es tarde para desahogarme, para enfrentar a mi madre, para demostrar
que puedo ser l

—¿Por qué eres tan mala conmigo? ¿Qué daño te hice? ¿No querías tenerme? ¿O
acaso... mi pa Ella acalló mis palabras cuando me tapó la boca.
—Tu padre no abusó de mí —por más que busqué en su rostro algún indicio de que
mentía, no deja de decir que yo te odio, Jamie. Eres lo único que tengo y lo mejor que
me ha dado la vida.

—¿Entonces por qué eres tan mala conmigo?


Ella estaba sorprendida porque yo nunca había sido capaz de preguntarle tales cosas,
agarró m fuerza y me obligó a que la mirase fijamente.

167
—¿Te estás tomando tus medicinas?
—Ño. Ño.
—¿Qué?
—No me toques así —dije, riendo y entonces, mentí: —, sí, me las estoy tomando.
—Eso espero, hijo mío.
...
La situación actual que estaba viviendo en ese momento era increíblemente inverosímil,
tanto mismo podía creerla, pero cuando me encerré en el pequeño cuarto con Ezequiel
Esparta, me c completo.
Las dudas estaban surgiendo en mí de forma inesperada, pero pude disiparlas cuando
me vi lib compromiso que no quería tener. Cerré los ojos y me acerqué al bondadoso
chico, él puso sus mi pecho y entonces lo oí respirar con profundidad.

Ezequiel había aceptado esto ya que le ofrecieron un dinero que serviría para ayudar a
la enfer madre, aunque en realidad el señor Ojeda se lo había ofrecido sin nada a
cambio. Pero él, vién de recibir tanta cantidad, se vio obligado a pagárselo de alguna u
otra manera y se encontró co fingiendo ser mi amante por un día, lo lograría. El señor
Ojeda no quería aceptar tal cosa, pero insistencia en él, que terminó accediendo al
final.

Aunque algo me decía, que cometer está imprudencia demostraría que yo realmente era
un ine que no quería, pero el señor Ojeda me había asegurado, con tanta convicción, que
yo no saldrí Que al igual que él, obtendría beneficios.

Ezequiel sonrió deslumbrante cuando abrí los ojos y con un susurro, me preguntó:
—¿Quieres mucho a ese chico, verdad?
—Decirte que sí sería una exageración —susurré de vuelta, quitándome la camisa —.
Porque lit acabo de conocerlo, pero sí me gusta mucho, es un chico maravilloso.
Espectacular. Me hace se hace olvidar todo lo que me agobia. Es como si estuviera en otra
dimensión cuando estoy con é aunque no lo puedas creer, solamente con tenerlo a mi
lado o hablarle por chat, me da una inm en el corazón que siento que podría explotar en
mi pecho porque es tan grande, que no deja cu más. Desaparece el dolor, mis
preocupaciones y mis temores.
Ezequiel no dijo nada, pero se dispuso a besarme y después desabotonó mi pantalón, él
metió de mi miembro, pero se lo prohibí con un quejido que él entendió
afortunadamente. Aún así, c besándome, beso que no me provocó en absoluto, que no
me hacía sentir lo que Daniel sí.

Entonces, inesperadamente, la puerta se abrió de sopetón. Miradas furtivas me


observaban bo veía como una mujer con un micrófono señalaba al hombre que la
acompañaba para que me g cámara. De inmediato, mi mundo empezó a dar vueltas

168
cuando me imaginé a la familia de Dan en las noticias, no quería por nada del mundo ser
mal visto por ellos, no quería que me tuviera concepto.

Oía los gritos de dolor de Gabriel y la furia en cada poro del cuerpo de su hermano, la
situación pareciendo tan real que el pánico se apoderó de mi cuerpo y apenas pude
reaccionar cuando s golpeaban el pecho desnudo con una camiseta que logré
colocarme aunque no sé muy bien cómo.
La mujer con el camarógrafo salió cuando fue empujada prácticamente por Támara Luna
y una no pude reconocer, pero que logré asociar como las esposas de los hermanos de
Gabriel.
Todo era realmente confuso, estaba aquí, en plano terrenal, pero mis pensamientos se
sentían idea de que la familia de Daniel y el mismo Daniel tendrían qué entenderme,
tendrían que hace los explicaba...
Fue entonces que la tranquilidad empezó a surgir en mí cuando vi a Gabriel corriendo
escaleras consiguiente, a mi madre.

La estupefacta mirada que estaba en sus ojos me dijo tres cosas:


1. El plan había salido tal y cómo pensábamos. El matrimonio, no se daría.
2. No sabría lo que me esperaba y Dios tendría que apiadarse de mí sí es que en
realidad podí
3. Y por último, tenía que ir en busca de Daniel. Solo con él podría encontrar la paz que
mi alm necesitaba.

169
Capitulo 19

La semana pasó volando, la siguiente, ni siquiera se notó y es que los días parecían
esfumarse t como un parpadeo, porque era así como yo lo sentía.
La primera semana, después de que McKenzie me declaró su amor, salieron en las
noticias que muy prontamente con uno de los herederos de la Industria Ojeda; Gabriel. Y
aunque yo le cont que Jamie estaba completamente en contra de su voluntad, no
parecieron completamente conv

No me atrevía a contarles sobre la inestabilidad emocional de Jamie, ya que era un tema


bastan de tocar, pero me gustaba, sin embargo, ver cómo ellos se preocupaban por él
cuando me preg encontraba bien o si habíamos hablado.

Y por supuesto, no lo habíamos hecho. Mis nervios estaban a flor de piel, miraba día a día
el tel ver si me encontraba con una noticia de Jamie, pero ni siquiera en Internet hallaba
algo consola

Hasta que, a finales de la semana pasada, salió otra noticia de Jamie.


Una noticia que dejó mi corazón colgando en un hilo, se trataba de Jamie siendo "infiel"
el mism compromiso, en las imágenes que mostraban, se veía a McKenzie sin camisa y
con el botón del desabrochado, mientras se besaba con quien, según los periodistas,
era un mesero.

Mis padres apagaron la televisión de inmediato y comenzaron a charlar conmigo sobre si


estab seguir con Jamie, a lo cual respondí con total seguridad qué sí.

Pude ver en los ojos de ellos tal preocupación que casi me hace llorar y explicarles todo,
pero n hacerlo y ni siquiera entendía por qué, pero nuevamente agradecí al cielo por
haberme entrega padres, puesto que demostraron su apoyo diciéndome que todavía
querían cenar con Jamie pa mejor.

Por otro lado, poco había hablado con mis hermanos, la universidad y el trabajo de ellos
los est consumiendo, así que solo nos escribíamos por chat de vez en cuando.

Pero podía, aun así, ver que ellos estaban renuentes a que tuviera yo una relación con
Jamie Ol McKenzie, lo sentía en cada mensaje que me enviaban de reproche y fue
entonces en una noch todos milagrosamente descansamos que me atreví a explicar lo de
McKenzie, cuando Santiago

144
—No me agrada Jamie, no lo hace.
—Santi... Cállate —pidió Verónica.
Puse los ojos en blanco y entonces, comencé a contarles sobre el temor que había
infundido Al McKenzie en Jamie, les dije que desconocía la razón, pero que tenía que ser
algo realmente hor que él, a pesar de tener ya más de veinte años, actuara bajo su
dirección.
Les relaté con los ojos llorosos, el desespero que llevó a Jamie años atrás al pensar que
lo mejo acabar con su vida, pero el error de aquella decisión le quedó marcado para
siempre en su hist convirtió a su madre en su tutora legal.

Les dije todo lo que esa mujer había hecho con Jamie después de eso y me detuve un
segundo reacciones, mi papá estaba, junto con Verónica y Santiago, perplejos. Mi madre,
con la mano en lloraba desconsoladamente.

—Yo lo vi en sus ojos, Daniel —siseó con un hipo que se le escapó, ella limpio su rostro
con la s que tenía en su regazo —. Lo supe cuando lo vi.

—Lo recuerdo —le dije, mirando el


techo. Mi madre suspiró
profundamente.
—No me gusta verte triste.
—No estoy triste... estoy preocupado.
Cuando levanté la vista para decir algo, me abstuve, pues Verónica golpeó la mesa y su
iracund demostró que planeaba algo.

—Lo que esa mujer hace es abuso físico y mental o psicológico, yo qué sé. Pero el hecho
es que haciendo mal con Jamie. Así que hablaré con Dante para que me asesore al
respecto.

—¿Para qué?
—Vamos a demandar a esa bruja.
Mi padre tomó la cabeza de Verónica y la besó.
—Me temo que no se podrá, mija. No tenemos el poder para tomar decisiones de tal
grado.
La esperanza era como un cubo de hielo en estos momentos y al oír a mi padre decir
aquello, u flama de fuego pasó por encima, pero no la derritió, porque sabía que Jamie
no quería seguir p legalmente a su madre y él si tenía el poder de hacerlo.

Me dejaría de llamar Daniel Castro Olivero si me equivocaba.

145
Y así, nuevamente, transcurrieron más días, días en los que mi familia miraba noticias, el
celula periódicos, solo para ver qué hallaban de Jamie.
Algunas veces hablábamos de temas irrelevantes o de mi postulación a la universidad,
pero sie terminábamos intentando comunicarnos con McKenzie, sabiendo ya todos lo
que su madre era tan atroces a los que había llegado, temíamos lo peor.

Más yo, mi hermano y mi padre, que tuvimos la dicha de conocerla personalmente.



—Dani —mi madre hizo que dejara de pensar en la mitad del mes que se había ido
volando y s ella se me acercó —, vamos afuera. Están dando Terminator.

—Hmmmm —me quejé, acostándome más en la cama.


—Andando. Hice crispetas y les puse miel y también hay Coca-Cola.
—Hmmmm —me senté bruscamente y abrí los ojos con demasiada exageración —. ¿Me
darás grande?

—Goloso —dijo, mientras reía —. Lleva una cobija, hace frío porque está lloviendo.
Y los dos quedamos en silencio cuando oímos la puerta sonar, nos miramos con
confusión y mi oyendo la insistencia con que la puerta era tocada, dijo:

—¿Quién puede ser?


La respuesta llegó cuando oímos a Santiago gritar:
—¡Ay, caramba, Jamie!

146
Capitulo 20

Narrado por McKenzie........


Cuando llegué a la casa después del desastre que hice el día de mi compromiso, mi
madre emp todo lo que encontraba al suelo mientras gritaba improperios dirigidos a mi
incompetencia. Mi mostrar siquiera un poco de importancia, se dispuso a verla reclinado
en la pared.

—¿Cómo pudiste hacerme eso? —Preguntó, frunciendo el ceño mientras veía todo el
desastre ocasionado en menos de un minuto.

—Él no quería casarse, mujer. Hay te demostró que no siempre te sales con la tuya —le
dijo mi acercándose a ella solo para agarrar algunas cosas que no se habían partido en el
huracán Alish

Ella sonrió, levantó una ceja y empezó a caminar en círculos alrededor de nosotros.
—Hablaré con Valerio, él entenderá muy bien. Necesitamos una segunda oportunidad,
Jamie ti casarse.
—Jamie tiene que vivir su vida —dijo mi padre, atajando cualquier otra idea absurda
que pasas cabeza de mi mamá.

Pero ella se mostró en desacuerdo cuando pateó el suelo cual niña berrinchuda. Mi padre
se pe estaba a punto de volver a destrozar todo en la casa, por lo que la agarró de los
brazos y empez forcejear.

—¿Me vas a pegar, Liam? ¡Dímelo! ¡Eso es lo único que te falta!


—¡Ganas no me faltan de hacerlo! —Gritó mi padre en su cara, dejándola atónita y
congelada.
La relación de mis padres era más por compromiso social que por amor, hacía mucho
tiempo d los vi juntos como una verdadera pareja. La enfermedad de mi madre y la
infidelidad de mi pad acabado con esta familia.

Mamá se limpió las lágrimas y yo seguía ahí, de pie, sin decir nada. Solo viéndolos odiarse
mutu pero siendo incapaz de alejarse y así poder evitar que se hagan más daños
emocionales.

—Ya no eres el Liam con el que me casé —las palabras de mi madre olían a recuerdos
que anh

147
volver al presente.
Mi padre no dijo nada, solo soltó los brazos de mamá y llamó a la empleada, que llegó de
inme ordenó en un susurro que limpie el desastre.
Cuando mi padre salió de la sala, Alisha me miró con odio, con rabia, con desprecio, no
entendí una madre podía reservar tantos sentimientos oscuros en su corazón, desde que
tengo memor conocido un lado angelical en ella, siempre ha sido problema tras
problema, crítica tras crítica, que mi mera existencia produjera en ella tal intensidad de
abominación que no podía evitar de
—Mañana mismo te vas para La Clínica, hablaré con el doctor... Me estoy dando cuenta
que no tomando las medicinas.

—No voy a ir a ningún lado, mamá.


—Lo vas hacer, necesitas ayuda —lo dijo como si fuera cierto —. ¿No te ves? Estás
mal.
—Tú estás peor que yo, mamá... ¿Es que no te das cuenta? —Di una vuelta con los brazos
exten mostrarle todo el desorden en el que se había convertido la sala —. ¿Te estás
tomando tú las m acuerdas que yo no necesito nada de eso? ¿Te acuerdas que yo nunca
me intenté suicidar, pero cabeza a todo el mundo de eso? ¿Estás consciente de todo eso,
madre? ¡Me agobias!
Mi madre miró a la empleada, ella estaba concentrada en su labor, pero sabía que había
captad cada una de mis palabras. Con una voz al estilo de un sargento, mi madre la llamó
por su nomb se puso rígida como una tabla al instante, parecía un soldado en verdad.

—Lárgate, luego sigues limpiando, maldita chismosa.


—Con permiso, señora.
En cuanto estuvimos solos, Alisha de McKenzie corrió con intensión de pegarme, pero
esquivé s
—¡Estás comportándote como tu maldito padre! Tan egoísta, tan necio, tan imprudente,
tan dé insensible. Odio eso de ti, Jamie.

—¡Odias cada parte de mí, mamá! —Se lo grité a la cara, ella se echó hacia atrás y limpió
su ros posiblemente la había escupido —. Y sí, he dejado de tomarme las medicinas y ni
siquiera te im libre que me hace sentir... ¿Me embrutecías con esas medicinas, mamá?
¿Tenían algo que me h obedecer todo lo que decías sin tener yo la oportunidad de ver si
estaba bien o no?

—McKenzie...
—Nunca me has querido y no te lo voy a reprochar... Cuando a una mujer se le obliga a
ser ma lo quiere... Es normal.

148
Ella me quedo viendo, sus ojos se estaban llenando de lágrimas y recordé, por mucho
que no q de mi infancia que quería dejar bien enterrados en el pasado. Sucesos que
marcaron mi vida d

—Siempre supe que no querías tenerme, así como también sé que papá buscó otro
hijo por la calle y de ahí resultó Memo, sé que odias a Memo porque no es de tu
sangre, pero me odias más a mí porqu
Todas esas palabras habían estado encadenadas en mi garganta, queriendo siempre salir
y que punta de la lengua, lo difícil de decirlas era que sabía que la reacción de mi madre
estaba lejos conocida, siendo una mujer tan ilegible uno no podía imaginarse lo que
podría llegar a hacer.

—No puedo creer... que pienses eso de mí, Jamie Oli...


El dolor de su mirada atravesó mi pecho y quise suplicar perdón y buscar reconciliarnos,
acepta La Clínica, ese lugar donde me asesoría un médico especialista en problemas
mentales o, tamb como Centro Psiquiátrico y entonces volver después de unos meses
con el propósito de obedec órdenes sin mostrar quejas.
Pero no quería más eso. En mis veinticuatro años de vida jamás había decidido algo por
mi cue había experimentado como los otros jóvenes de mi edad, ya que no contaba con
el previo cons Su Majesta.d

—No digas esas cosas.


—Las digo porque las sé —Y sin darle chance de que diga algo, salí de la sala y me dirigí
a mi habitación.
...
La siguiente semana mi madre no mostró su rostro en ningún momento, pedía la
comida en su solamente podía entrar Lulú, nuestra empleada más antigua, que era de su
entera confianza, g supimos que ella se encontraba desolada, que comía con el mismo
gusto de siempre, pero que triste al pasar los días.

Si bien eso causó en mí una tremenda desesperación, no quise ir a buscarla en ningún


moment que caería nuevamente en su manipulación emocional, por lo que mandaba
recados con la señ
Esa semana en la que trabajé y estudié sin cesar, no pude ni siquiera un poco, agarrar el
teléfon Daniel. Tiempo, tuve, ganas, también; pero el miedo de oír su voz, diciéndome
que su familia le prohibido perentoriamente verme, me lo impedía. No quería oír eso, no
cuando Daniel ya era a importante para mí.

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—McKenzie —me llamó Memo, yo dejé de mirar el techo y suspiré —. Teléfono.
—¿Quién es?
—No sé, pero dice que es urgente.
—Pásalo.
Memo sé apuró a pasarme el teléfono y luego se sentó a mi lado, moví mis labios
diciéndole ch que él contestó:

—El que no es chismoso, no es gente.


Le saqué la lengua y me puse el teléfono al oído.
—¡Aló!
Y la voz desde el otro lado, furiosa como el rugido de un león, gritó:
—¡Imbécil! ¡Idiota! ¡Cabezón! ¡¿Quién mierda te crees que eres para ignorar las llamadas
de mi
¡Y para rematar ni se las devuelves! ¡Si yo supiera donde vives iría a buscarte para
romperte las piernas y así te digan "Jamie, el cojo"!

Reconocí inmediatamente la voz de Verónica y la de su amiga, Ivonne, desde el otro lado


dicién
—¿En serio? ¿"Jamie, el cojo"? ¿Cuántos años tienes, 12? Pásame el celular, yo lo
insultaré como
Verónica se quejó, pero aparentemente el teléfono fue pasado porque la voz de Ivonne
me salu amablemente y luego, con la misma violencia de una fiera, se dispuso a
atacarme.
—¿Pretendes que nos quedemos de brazos cruzados? ¡Daniel tan preocupado por ti y
tú tan ca sonante! ¡Pensé que eras otro tipo de chico...!

—¡No lo estás insultando! —Gritó Vero, quejándose.


—¡Lo sé! Es que me pongo nerviosa y triste porque Daniel está enfermo y...
—¿Qué tiene Daniel? —Pregunté, me puse de pie de inmediato y empecé a caminar
en busca d mi carro.

—Daniel está... —no le di el tiempo de responder, porque colgué y empecé a buscar mis
zapatos.
Memo me veía desde el sillón con el ceño fruncido, le di una breve explicación de la
llamada, o insultos que tan poco esmero tuvieron y le subrayé muy explícitamente que él
estaba enfermo, mostró evidente preocupación.

150
—Quisiera acompañarte, pero se me es imposible con estas muletas.
— Nunca digas eso, hermano, no hay límites para nada de lo que queramos hacer.
Siempre po lograrlo si ponemos todo nuestro empeño en conseguirlo. ¿Quieres ir?
Vamos.
Mi hermano arrugó su frente —Bonitas palabras, hermano. Bastante profundas, ¿estás
leyendo Neruda o a Pablo Coello? De todas maneras, está lloviendo, así que no, gracias.

—Es al revés; Paulo Coello y Pablo Neruda.


Le lancé una chaqueta porque era un estúpido al decir eso y ya se había ofrecido a
acompañar a escapar tan fácil. Poniendo los ojos en blanco, Guillermo McKenzie se
colocó la chaqueta y se pie.

—Vamos, mandón. Te salvas porque eres el mayor.


—Vamos, andando.
—Cuando uno está enamorado sale a la calle hasta lloviendo —bromeó.
—Sigue burlándote de mí, te quiero ver cuándo te enamores.
—¡Tengo el corazón de piedra! Yo nunca me voy a enamorar. —Memo se sostuvo de mí
cuando a bajar las escaleras.

—Eso lo veremos —le dije, ya cuando estábamos en la sala.


Mi madre no estaba en ninguna parte y mi padre, como también era de esperarse,
tampoco, as Memo sin ninguna dificultad, lo hice que me esperara debajo del techo de la
terraza para que n me metí al carro, conduje hasta que llegué al portón y ahí estaba
William, dentro del pequeño r un programa en su pequeño televisor.

—¿Joven? ¿A dónde va con este aguacero?


—¿Por qué no está en su cuarto, William?
—Su papá salió y lo estoy esperando. ¿Va a usted también a salir?
—Sí, William, pero a mí no me espere y es mejor que se vaya a dormir, sabe que papá
no llegar y menos con esta lluvia. —Él se mostró agradecido y apagó la pequeña
televisión, se acomodó impermeable y me abrió el portón antes de yo pedírselo.

—William, ¿no tiene que me preste un paraguas para Memo?


—Por supuesto, joven, un momento. Y gracias por darme el permiso de ir a dormir,
realmente cansado.

151
Y él corrió en dirección a su cuarto en la casa de los empleados y volvió en menos de tres
minutos con Memo a su lado, lo ayudó a ingresar al auto y luego me dispuse a salir, el
portón se cerró detrás de nosotros.

...
Saber que Daniel estaba enfermo y que no había hablado conmigo me estaba haciendo
sentir pesimo, había sido una pésima y terrible idea ignorarlo por mi cobardía. Memo
me estaba intentando hacer s con palabras tranquilizadoras, pero las oía lejanas a pesar
de que lo tenía a mi lado.

Quizás estaba exagerando en preocuparme, que Daniel estuviese enfermo no significaba


que s porque probablemente era un resfriado causado por los cambios tan drásticos del
clima en est días, pero la sensación de que él posiblemente se había quedado
esperándome afuera del rest pensando que yo llegaría en algún momento cruzó por
mi cabeza y me hizo sentir peor.

Cuando llegué a su casa, las luces de la terraza estaban apagadas, pero pude ver gracias a
la pe ventana que estaba cerca de la puerta, una luz encendida, por lo que supuse que
aún estaban despiertos.

Me bajé del coche y ayudé a Memo, caminamos hasta la orilla y cuando nos paramos
debajo del techito,empecé a tocar la puerta.
—Vas a tumbar la puerta, muchacho —dijo Memo, tocándome el hombro —. Dale más
suave.
Entonces la puerta se abrió y Santiago, en pijama, me recibió, no llegué a oír lo que me
dijo, po con mi mirada a Daniel detrás de él y al no verlo, pregunté:

—¿Dónde está Daniel?


—¿McKenzie? —Oí su voz, miré en esa dirección y lo vi, estaba en pijamas, con el cabello
desor los ojos adormecidos, sus mejillas estaban sonrojadas, quizás por la fiebre. —
¡Memo! —Lo salu alegremente.

—Hola —respondió mi hermano —. Oímos qué estabas enfermo.


—¿Ah? Yo no... —Daniel me miró, dio un paso hacia adelante y yo lo imité, toqué su
frente y se temperatura normal —. Yo no estoy enfermo.

—¿De verdad? —Daniel asintió levemente, me miró con esa dulzura en sus ojos, con la
cabeza una irresistible sonrisa en sus labios, estar ahí, frente a mí me parecía
maravilloso, sobre todo diferencia de estaturas y contextura. No pude resistir más y jalé
a Dani para un abrazo, su arom se impregnó en mis fosas nasales y a pesar de que era yo
quien rodeaba todo su cuerpo en mis sentía mucho más protegido.

—Jamie... —respondió Dani, abrazándome de vuelta, aumentando de manera inmediata


mi sen seguridad.

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Cuando nos soltamos, la madre de Daniel nos pidió disculpas por los modales de sus
hijos y no Memo se sentó en el mueble cuando lo vio y dijo:

—¡Wey, es Terminator! Me encanta esa película.


—Acaba de empezar —dijo uno de los hermanos de Daniel.
....
La casa de Daniel era pequeña, pero acogedora, les expliqué que había sido Verónica e
Ivonne dijeron que Daniel estaba enfermo y Vero, riéndose, añadió:

—¡Enfermo de amor por ti, pero nos colgaste!


—Ah...
—¿Siempre eres así de apresurado? —Me preguntó el padre de Daniel, que se había
presentad el señor Saúl.

—No.
—Sí —dijo Memo, el imprudente —, una vez le dije que me dolía la pierna y que se
me había acabado la pastilla, salió a buscarme una y recorrió como cinco farmacias
diferentes (palabras suyas, no m siquiera me dejó terminar de decirle que había más
píldoras en la cocina.
—Pero eso no es ser apresurado —dijo, para sorpresa mía, Santiago —. Es muy de
hermano m haría lo mismo por ellos. Te felicito, Bro.

Él y yo chocamos puños.
—Hice que te ganaras a tu cuñado, me debes una pizza.
Verónica se rio entre dientes y yo le lancé una mirada fulminante a Memo.
—¿Cómo está tu madre, Jamie? —La señora Graciela empezó está pregunta con un
propósito q reconocer de inmediato, sonreí de medio lado y negué con la cabeza, Memo
me demostró todo emocional cuando me agarró la espalda.

—Ella no está bien —susurró él, acarició mi espalda con más cuidado —. McKenzie
tampoco lo eso les pido que no hablemos de ella ni de lo que pasó, por favor.

—No lo exigimos —dijo el papá de Daniel —, pero sí queremos saber. No puedo


permitir que a pase algo, por eso preguntamos.

—Le aseguro, señor, que a Dani no le pasará nada —dijo Memo.


—Yo me encargaré de eso —prometí, viéndolo a los ojos.

153
—Alisha es una hijueputa —dijo Memo y me miró, pidiéndome disculpas en un
murmullo que apenas oi—, pero no le hará daño a Daniel. Últimamente no se le ve, ya que
cayó nuevamente en esa fas depresión tan en la que siempre ha vivido... Eso no tiene
sentido, re formularé mis palabras: ell su estado natural.

—¿Te sientes satisfecho? —Le preguntó Verónica, sonreía mientras negaba con la
cabeza.
—Mentiría si te digo
que no. Puse los
ojos en blanco.
—Mi madre no sabe quién es Daniel, o sea, no sabe que Dani es el chico que me gusta.
Eso es u a que no le hará nada, mi madre no...

—Si fue capaz de hacerte daño a ti... ¿qué le queda a los qué no son sus hijos?
—Así es, señorita Verónica, mírame a mí de ejemplo, Jamie. Ella nunca me quiso y lo
demuestra Ni siquiera me dejó ir a tu compromiso...
Daniel permanecía en silencio, oyendo todo lo que se decía sin ninguna expresión en su
rostro, mirada y me mostró una sonrisa que me cautivó al mismo tiempo que acercaba
su mano para

—Ma, pa, hermanos... no agobiemos más a Jamie, por favor.

Todos ellos asintieron levemente.


...
El resto de la noche lo pasamos hablando de anécdotas respecto a Daniel y sus
hermanos, habl algunas travesuras que Memo y yo hacíamos cuando la ocurrencia le
ganaba a la estricta obedi exigía mi mamá y poco a poco fui entrando en un ambiente
más familiar, más cálido, la risa tan del señor Saúl era un bálsamo increíble para
hacerlo ver como un hombre de esos que piensan en su familia.
La manera en la que la señora Graciela me llamaba "hijo" cuando decía alguna ocurrencia
no m ninguna duda de que yo era completamente bienvenido a su corazón tan
bondadoso.
La aceptación de Santiago era evidente cuando concordaba conmigo sobre la
sobreprotección q en cuanto a nuestros hermanos se trataba y no hacía falta decir más
respecto a Verónica, ella m desordenaba mi cabello cuando la molestaba y recordaba que
le decían "Vero-chimuela" en la cuando empezó a mudar los dientes.

Los hermanos de Daniel, los mellizos; Laura y Mariano, mostraron su aceptación al decir:
154
—Hola.
—Hola —respondí yo, mirándolos.
—No podemos meternos en conversaciones de adultos —comenzó diciendo Laura.
—Pero tenemos una pregunta para ti —dijo Mariano, viendo a sus padres con un poco
de verg esfumó cuando el señor Saúl asintió —. ¿Eres el novio de Daniel?

—Eh...
—¡Mariano! —Lo reprendió su madre.
—Sí, son novios. No te extrañes si algún día se casen y tengan hijos —dijo Memo.
—¡Memo! —Lo regañé y todos rieron, hasta yo me vi contagiado —. Ya lo oíste,
amiguito...
Mariano empezó a dar saltos y miró a Laura, que al igual de emocionada, demostró la
razón pri que se nos acercaron:

—¡Eso quiere decir que pasearemos en su carro! —Y cuando captó sus palabras, se tapó
la boc Nuevamente, empezamos a reír.
—Laura... —levanté mi dedo meñique —. Te prometo que te llevaré a comer helado en
mi carr papás me dejan, claro.

Ella miró a sus padres, los señores Castro mostraron su aprobación en una sonrisa que
me rec podía ser feliz en la vida.

Laura me abrazó tan fuerte que me sorprendió la fuerza que tenía una niña tan pequeña
y, al oido me dijo:
—Dani es muy valioso para nuestra familia, todos lo amamos... no lo hagas llorar, por
favor, po importaría despedirme de tu carro.
Y aunque se supuso que sus palabras serían un secreto, pude ver que todos la habían
oído y m sonrisa que parecía ser confidencial si se veía de pasada, pero como Laura no
supo entenderlo, comentaron nada al respecto, así que me tocó a mí.

—Nunca lo haré, te lo prometo.


—Me caes bien, man —dijo Mariano, que también me abrazó, sus palabras fueron más
una am a Memo —. Dile a tu hermano que deje de mirar a Verónica así o lo voy a
pellizcar.

Esta vez, nadie oyó lo que me dijeron.


—Así haré, no te preocupes.

155
Mariano miró a Guillermo como si fueran enemigos, Memo solamente se rio.

156
Capitulo 21

¡Final de la Primera Parte de la Novela!


...

—Creo que es hora de dormir —susurró mi padre, bostezando.


Habíamos pasado horas y horas hablando con McKenzie y su hermano, mi madre, al ver
que la cesaba y que era demasiado tarde para mandarlos a casa, los invitó a quedarse y
ellos, tan cont ofrecimiento, no dudaron en aceptar.

—Sí, ya es muy tarde —comentó Santiago, mirando el reloj en la pared —. Casi las 2
de la maña
—Lau, Mariano, a la cama —ordenó mi madre, los niños, sin quejarse, obedecieron.
Los dos se acercaron y nos dieron besos y abrazos a todos, se dirigieron a su habitación
corrien madre, viendo que pretendían no cepillarse los dientes, se los ordenó y ellos se
devolvieron con entrar al baño.

—Ellos son muy obedientes —observó Jamie con semblante pensativo.


—Es porque hay visitas —eso lo expresó Verónica y todos nos vimos en la obligación
de ratifica palabras con un asentimiento de cabeza —. Aunque en realidad ellos no
nos dan tantos proble

Santiago entonces se puso de pie y, señalándome a mí y luego a Verónica, dijo:


—Tú dormirás con Daniel, dejaremos que Memito duerma en la cama de Daniel con su
herman

—¿Memito? —Preguntó el aludido con una ceja levantada —. ¿Memito?


—No pretendemos incomodar —añadió McKenzie con un poco de vergüenza en su tono
de voz reloj de pulsera y luego sonrió tímidamente —. Podemos irnos, no importa.
—No quiero irme —eso sonó más como una súplica —. Aquí todos me hablan y me
preguntan me hace sentir como una persona normal... y no como en casa, que, si no
fuera porque puedo un pedazo de mueble más.

Las palabras de Guillermo hicieron un agujero en mi corazón, vi a mi madre con un


puchero y l acercó para darle un abrazo, él lo recibió contentísimo.

—Mi casa es tu casa, Memito.


—Todavía se escucha raro el Memito.
157
Todos reímos, McKenzie miró a su hermano y luego declinó la oferta de Santiago
diciendo:
—Quiero dormir con Daniel.
El asombro cruzó por el rostro de todos, la mandíbula de mi padre se expandió tanto
cuando a que le faltaba solo estar más delgado para parecerse a la pintura del
Grito.
—¡Estoy aquí presente, señor McKenzie! ¡No puedes pedir ese tipo de cosas con tu cara
bien pe padre no lo estaba regañando, ni tampoco insultando, pero Jamie se hizo ovillo
en donde estab quizás por vergüenza.

—No es lo que ustedes piensan.


—¿Entonces por qué quieres dormir con él? —Pregunto Santiago, que sí mostraba su
renuencia imaginarme en la misma cama que mi novio.

—Eres un pervertido y atrevido, Jamie. Pedir que dormirás con Daniel en la misma cama
en la c suegros es la petición más descarada de las peticiones descaradas.

McKenzie lanzó, una vez más, una mirada fulminante a su hermano y esta, como todas
las ante sin pena ni gloria.

—Solo quiero...
—Les recuerdo que yo estoy presente —les dije, casi riéndome por la situación que
estaba pasa como era normal en mí, era demasiado rara para ser verosímil —. El
hecho de que McKenzie q conmigo no significa que vayamos a tener sexo.

Mi madre estuvo de acuerdo, mi padre gruñó más bien para seguir bromeando porque
él casi n portaba serio, Verónica estaba tan concentrada en no quedarse dormida que no
dijo nada, pero Memo, que se habían pasado toda la conversación nocturna en
fastidiarnos a McKenzie y a mí, fijamente y, como si hubieran tenido una conversación
telepática para ponerse de acuerdo, dije tiempo:

—¿Por lo menos tienen condones?


Y las miradas fulminantes esta vez se convirtieron en un jalón de orejas para Memo de
parte de manotazo en la cabeza para Santiago de mi parte.

Memo se hizo el mártir y le salió muy bien porque mi madre regañó a Jamie y Santiago,
que pa sentir dolor, sacó un condón de su cartera y lo piso en mi manos.

Mi padre dijo: —Vaya, mi hijo tiene condones. Ya es todo un hombre, me gusta que seas
respon enseñes a tu hermano también a serlo.
Esto iba a convertirse en una conversación sobre sexo y sus consecuencias, lo veía venir,
así qu y antes de que dijera algo, mi padre volvió a hablar:

158
—El sexo gay al igual que el sexo heterosexual, es algo muy delicado hoy en día. Existen
muchas enfermedades de transmisión sexual que podrían poner en peligro sus vidas, así
qué...
—¡Tengo tanto sueño que podría dormirme en el suelo! —Exclamé, mi madre me pidió
que me
—Hijo —ahí viene, estaba tan cerca, McKenzie estaba junto con su hermano jactándose
de la si se avecinaba y que estaba seguro también la presentían —. ¿Ya has tenido sexo?

—¡Mamá!
—Solo quiero saberlo, ¿usaste condón?
—Mamá, por favor —le pedí y después tragué saliva, mis mejillas estaban tan rojas que
sentía c
La señora Graciela me guiñó un ojo y supe que esta conversación había quedado
aplazada para a solas de madre e hijo, mi padre, sin embargo, no dejó el tema para el
futuro:

—Si tú y McKenzie llegan a la base "S", me gustaría que consultaran los pros y contras.
Nuevamente llamé la atención de mi padre llamándolo con un tono de reproche.
Memo estaba riéndose tan fuerte que tuvo que golpear sus piernas para poder
estabilizarse.
—Amo está familia —dijo, entre risas —. ¡Adóptenme! Sería feliz aquí.
—Yo encantada, querido. —Dijo mi madre.
Santiago se puso de pie una vez más y luego, mirando a Memo, dijo:
—Vamos, hermano, quédate en mi habitación. Mi cama no es tan grande como la que
debes te por eso puedes dormir ahí, yo tiro al suelo el colchón inflable y me quedo ahí.
Estoy muerto del

—Disculpa las molestias


—No es ninguna molestia, eres mi hermano y mis hermanos jamás causarían
desagrados —él con dureza, pero lo que dijo me encantó tanto que le quedé debiendo
un abrazo —. Lo mismo de ajo.
Jamie sintió la calidez de sus palabras como una bienvenida cuando le contestó un
gracias, le te y mi hermano la recibió, pero lo jaló para un abrazo, le dijo algo al oído
que no alcancé a oír y J asintió rápidamente mientras se alejaba.

...

159
Después que todos se despidieron para ir a dormir, mi madre entró a la habitación
con un jueg adicional, se lo puso a Jamie en el regazo ya que él estaba sentado en la
cama y luego le dio un mejilla.

—Eres bienvenido siempre, hijo.


—Muchas gracias, Graciela.
Mi madre arrugó su frente —Mamá, Jamie. O suegra... Como prefieras, pero Graciela ya
no más.
Jamie asintió levemente, sus mejillas se pusieron coloradas y él llevó su mano a su nuca.
Mi ma entre dientes y acarició la mejilla de McKenzie. Luego, volvió a desearnos un buen
descanso y s habitación.

—Creo que buscaré papeles de adopción también —me dijo McKenzie después de un
largo sus familia tiene a las personas más maravillosas del mundo.

—Gracias, Jamie —dije, acostándome en la cama —. Pero te recuerdo que tú también eres
así d tanto como dices que nosotros somos.

Él dudó en acostarse, lo vi moverse e intentar hacerlo muchas veces, pero cuando sonreí
y asen cabeza, logró hacerlo. Se puso de medio lado, por lo que estábamos viendo
fijamente, puse mi mejilla y el entrecerró los ojos.

—Ya recibiste mi ayuda para volar, Jamie... Así que te sostendré fuerte, no voy a soltarte.
McKenzie dijo: —¿Puedo pedirte algo más?
—Sí.
—Dame un beso —sonreí y lo hice, lo besé dulcemente, él puso su mano en mi cintura y
el toq tan lleno de respeto que no la moví.

—Ahora yo quiero algo —le pedí con una media sonrisa.


—Dime.
Me di la vuelta, pegué mi espalda en su pecho y mordí mis labios después de decir:
—Abrázame, Jamie.
Él lo hizo de inmediato, no lo estaba viendo, pero sabía que sonreía al igual que yo.
El estar abrazado con Jamie en mi cama en esta posición podría ser demasiado íntimo,
pero él tocando con respeto, con dulzura.

—Descansa, Dani.
—Descansa, Jamie.
...
160
Mi hermano entró a la habitación cuando el reloj de mi mesita de noche marcaba las 10
y 30.
—¡Arriba, flojos! —Gritó, con tanta energía que lo odié.
McKenzie, sin embargo, se sentó en la cama mientras se rascaba los ojos. Cuando estuvo
más e Santiago le pasó un cepillo de dientes en su paquete y una camisa y un pantalón
que le pertene

—Cuando salga tu hermano del baño, entras tú, no quiero verte con la misma ropa de
ayer, soy los malos olores.

McKenzie se olió así mismo y cuando captó algo, asintió con la


cabeza. Al cabo de unos segundos, Memo asomó su rostro en
mi habitación.
—¿Cómo pasaron la madrugada? —Entonces me miró —. ¿Te duele el
culo? Me vi en la necesidad de defenderme lanzándole una
almohada.
—Wow, maltrato intrafamiliar normalizado, ya somos una familia del siglo
XXI. Me reí, pero aun así puse los ojos en blanco.
...
Cuando estuvimos debidamente aseados, mi madre pidió que nos sentáramos en la mesa
y col de Verónica y mi padre el desayuno de cada uno.

McKenzie miró las empanadas caseras de mi madre con una sonrisa que parecía
decirnos que que no las comía. Él mordió una y se saboreó con un gemido.

—¿Te gusta?
—¡Por supuesto! Con Memo comíamos empanadas cuando éramos niños, pero mi
mamá empe esos alimentos en la casa porque según ella tenían mucha grasa... ¡Estas
están deliciosas, Graci

Verónica dijo: —¿Hay algo que tu mamá no haya prohibido?


—Lo que le agradaba —respondió Memo entre risas.
—Espera, Jam —dijo Mariano —. Si te gusta así, imagínate con un poco de salsa de ají.
—También conocida como picante —dijo Santiago, tomando el tazón de la salsa y con
una cuch un poco en la empanada mordida de McKenzie.
El dio otro mordisco a la empanada y empezó a echar fresco para calmar el sabor
161
picante, entr pasé un vaso con jugo de naranja y él se tomó dos grandes sorbos.

Miró a mi madre con los ojos llorosos y el rostro vuelto rojo.


—¿Puedo pedir más? —Todos soltamos una carcajada.

—¿Y en serio puedo volver cuando quiera? —Preguntó Memo cuando terminamos de
desayuna
—Ya yo te adopté —dijo mi mamá —, así que sí.
Mi padre estuvo de acuerdo y luego de besar a su amada esposa, se despidió de
nosotros para trabajar.
McKenzie se recostó sobre el mueble y cruzó sus brazos, miraba con mucha alegría a
Laura, qu bailaba al ritmo de una ranchera que estaban pasando por la televisión, cuando
me senté a su l abrazó con tanta confianza que me sentí contento.
—Ustedes tienen algo que me hace sentir especial.
—Tú tienes algo que nos hace ser especial contigo.
Entonces, su teléfono sonó y cuando vi el nombre de contacto, esperé que su semblante
cayera otras veces, pero no sucedió así, él contestó con total normalidad:

—¿Aló? —Se quedó callado, escuchando todo lo que se decía, alcancé a oír un insulto,
pero no seguro. Entonces, McKenzie me miró y dijo: —. Si quieres que vaya lo llevaré, de
lo contrario, m hasta que me echen y... puedo asegurar que no lo harán.

—¡Nunca! —Gritó mi madre. Yo la regañé.


—Entonces está bien, Daniel irá conmigo a la casa. Es hora de que conozcas a mi novio.

162
Capitulo 22

Cuando llegué a casa de Jamie y vi la iracunda mirada en los ojos de Alisha, supe que
esto podr mal. La mujer mostraba tanta altanería en su gesto que por un momento me
sentí cohibido, pe estaba acá para apoyar a Jamie y me erguí con total confianza, ella
alzó una ceja, analizándome con mi rostro, gimió en desaprobación.
—El hijo del taxista —lo dijo como si fuera la cosa más espantosa del universo —.
Nuestro pisci
Liam McKenzie, el padre de Jamie, mostró una cálida y acogedora sonrisa, la forma en la
que re cuerpo me hizo entender que realmente estaba preocupado por sus hijos y cuando
los vio llega rasguño, el alivio se apoderó de su cuerpo. Al igual que los hermanos, me
paré al lado del dueñ casota.

—Buenos días, padre —dijeron al unísono —. Buenos días —repitieron, mirando a


Alisha.
—Buenos días, hijos —susurró Liam, besó la frente de Memo ya que éste era más bajo
que él y era unos cuantos centímetros más alto, no lo alcanzó, así que me pareció muy
tierno cuando él para que su padre le de el beso en la frente —. No puedo creer que
me hayan dado tremendo s volví a casa y Alisha me comentó que habían salido por la
noche y no habían vuelto me preocu estuvieron?

En su voz, no había ni un ápice de reproche, todo lo contrario, exigía de una manera tan
desesp preocupada, por una explicación.

—En mi casa, señor McKenzie —las miradas de los dueños del apellido se posaron en
mí, Jamie mi lado y agarró mis manos en modo de protección.

—¿Te conozco, jovencito?


—Lo dudo —le dije, un poco intimidado por su mirada tan amable.
—Yo sí lo conozco —dijo Alisha, el desprecio en sus ojos cuando me miraba podía
haberme eva como agua en una estufa —. Es el hijo del taxista y el chico que limpió
nuestra piscina una vez.

—Ya veo —dijo Liam, sin darle importancia a los detalles que su esposa se encargó de
hacer so cosas espantosas —. ¿Desayunaron antes de venir?

—Sí, papá —dijo Memo, cual niño contento —. La mamá de Daniel es una mujer
fantástica, coc delicioso. Además de que es tan amable, tan dulce y... Nos trató muy
bien, nos atendió excelen

163
—Me alegró mucho por eso, hijo —le respondió Liam, busqué hipocresía en su voz,
pero, o est fingiendo demasiado bien o simplemente estaba realmente siendo amable
—. Daniel, ¿Estás saliendo con mi hijo?
—Sí, señor —respondí.
—¿Desde cuándo?
—Hace unos meses —él miró a Jamie, sonrió de medio lado y juré que sus labios se
movieron y cómo: "con razón".

—Vamos, entremos, sé que desayunaron pero podemos pedir un postre, ¿qué les
parece?
—Daniel... Ese es tu nombre —ella gimió —. ¿Es tu madre cocinera de alguna casa?
—No, señora.
—Creo que deberíamos contratar a esa mujer, ya que cocina tan bien...
—Esa mujer —comencé diciendo, no iba a tolerar que se hablara déspotamente de mi
madre — Graciela. Y muchas gracias por el ofrecimiento, pero mi madre no necesita este
empleo.

—Yo solo digo —fue su respuesta y entonces nos dio la espalda, entró a su casa y cerró
la puer demasiada fuerza.

Liam se volvió hacia mí —No le prestes atención, Daniel. Ella siempre ha sido así, vamos,
entre frío.

...
La casa de Jamie por dentro parecía haber sido sacada de una teleserie turca, el diseño
de los m tan costoso y elegante, tan pulcro, que me imaginé a Alisha exigiendo a sus
empleados un cuid cada cosa.

El papel tapiz de las paredes se notaba que era cambiado anualmente y las alfombras,
por su te podían estar hechas de tela persa.

—Ven, siéntate —murmuró con tanta confianza el señor Liam —. Ven, Daniel.
Lo hice, me senté frente a él y McKenzie se puso a mi lado, Memo en el otro, por lo que
quedé de ellos.

—Así que eres el novio de mi Jamie —lo hizo sonar como algo bueno, algo fantástico y
sonreí — preguntar algo?

—Adelante —respondí, asintiendo levemente.


—¿A qué te dedicas?

164
—Daniel se presentó en la universidad para estudiar Derecho —se adelantó Memo, me
observó notable orgullo —. Antes iba a estudiar Negocios Internacionales y Finanzas.
—¿Por qué el cambio tan drástico de facultad? —El interés del señor Liam era
demasiado evide para ser una farsa.
—Me di cuenta que no era lo que soñaba —miré a McKenzie, él sonreía y me veía con
dulzura, admiración, como si yo fuera la persona más importante de su vida —.
Cuando uno siente que quiere algo y estamos haciendo lo contrario a sus deseos,
empieza a surgir la duda: ¿"Es esto re que yo quiero"? ¿"Por qué no estoy tan seguro"? Y
entonces empiezas a buscar respuestas a es hablando contigo mismo y te das cuenta,
que la respuesta siempre había estado ahí, pero la ign alguna razón en especial... Y
entonces, cuando finalmente tomas la decisión de hacer lo que tu anhleba, te das cuenta
que él está de acuerdo cuando sientes; alegría, orgullo... Cuando sientes cumpliendo un
punto más para realizar tu sueño.
En todo ese proceso, no dejé de mirar a Jamie y él, cuando terminé de hablar, agarró
mis mano
—¿Tus padres... qué dijeron de lo que salió en las noticias sobre Jamie?
—Padre —dijo Jamie, volviendo su mirada al señor Liam —, los papás de Daniel
entendieron to bien. Ellos... Incluso me aprobaron como su pareja.

Entonces, la señora Alisha apareció junto a su marido, ni siquiera la sentí llegar y su risa
era tan grosera y antipática que dejaba su faceta de señora distinguida a kilómetros de
distancia.

—¿Cómo no lo van a hacer? Una tipa que se dedica a la modisteria y un taxista de mala
muerte suficiente, es obvio que necesitan un yerno adinerado.

Iba a decir algo, pero Memo sé rio de eso, lo miré asombrado y más aún cuando dijo:
—Y si supieran que podrían tener otro más —su voz sonaba a reto, la señora Alisha
frunció el c detuvo su risa.

—¿A qué te refieres? —Le cuestionó, levantó una ceja y miró a su hijo y luego a
Memo.
—Me gustó la hermana de Daniel, le pedí su número y me lo dio —él estiró sus brazos y
los hiz Le escribiré para pedirle una cita y si el tiempo se pone a mi favor, será mi novia
y entonces los Castro tendrán otro yerno adinerado.

Él estaba provocando a Alisha, me volví para verla y mis mejillas se sonrojaron cuando
sus ojos en mí.

—¿Tú crees que tu hermana le hará caso a un hombre inválido por mucho dinero que
tenga? No aguanté más humillaciones y me puse de pie, acercándome a ella.
—No sé usted que piense, señora, pero a pesar de que el dinero es una prioridad para

165
la vida, s mucho más que una chequera o tarjetas de crédito. Son unas personas
maravillosas, amables y Personas que por culpa suya, nunca han experimentado lo qué
es el amor de madre, pero aún personas de bien, personas que, si habláramos de
apellido, lo dejaran en muy buen puesto. A d usted, que tan distinguida, tan importante,
está hueca de cabeza y no se ha fijado jamás en lo m hijos sufren por culpa suya. Por
culpa de sus tan asquerosos pensamientos arcaicos.

» De todas formas, señora Alisha, me alegro demasiado que usted haya mostrado tan
poca imp crianza de Memo y de mi novio, porque de haber ellos crecido influenciados
bajo sus pensamie sus aptitudes y actitudes, jamás; escúchelo bien: mi hermana y yo les
haríamos caso. Espero qu quedado claro, y entienda de una vez que yo me enamoré de
Jamie por cómo es y si mi herman algo por Memo, lo hará porque es una persona
demasiado especial. Y una cosa más, señora Ali vuelvo a oír, una vez más, que usted está
tratando a Memo con esos términos ofensivos, va a c realmente a Daniel Castro Olivero.

Las lágrimas corrían por mi rostro, las limpié con rabia y luego sentí la mano del señor
Liam en jaló con delicadeza y me sentó a su lado, él me abrazó.

—¡Este niño me amenazó, Liam! ¿Y en vez echarlo a la calle, lo abrazas?


—¡Te lo mereces, Alisha! ¡Te mereces eso más! ¿No te cansas de hacer un infierno la vida
de mi
¡Nunca has querido a Memo y puedo entenderlo! Pero tratarlo así, no lo voy a
tolerar. Ella se rio, fue un sonido hueco.
—¿Ahora te pones de su lado? Lo que me faltaba, está familia necesita mano dura...
Bastante ra madre, Liam. Eres una basura débil, sin carácter. Por eso la gente abusa de ti
tan fácilmente.

—¿Y qué? —El señor Liam gritó —. ¿Y tú Alisha? ¿Duermes bien por las noches? ¿No te
duele ve nuestros hijos sufren por culpa tuya?

—Ese inválido no es hijo mío.


Y entonces, furioso por oírla decir eso nuevamente, agarré de la bandeja que estaba en la
mesi un tazón grande que contenía azúcar y se lo eché en la cara a la despreciable mujer.

—Se llama Guillermo McKenzie y puedes decirle Memo. Gracias.


El asombro cruzó por sus ojos entrecerrados, ella tragó saliva y luego empezó a limpiar
su boca de su lengua, se echó hacia atrás, con pasos lentos, pero decididos.

—¿Cómo te atreves? —Preguntó, usando ahora sus manos para limpiar su rostro.
—No me voy a disculpar, porque usted no es una persona. Usted es un ser despreciable,
no mi de lo que piensa. No mide sus palabras, no mide sus actos. Crees que estás en un
pedestal, en cielo, pero la realidad es otra: sabes que estás sola, que ellos están contigo
por la razón que úni conocen ustedes, pero eso se acabará pronto.

166
—¿Qué quieres decir con eso, Daniel? —Preguntó
Liam. Lo miré con mucha determinación.
—Jamie pondrá una demanda en contra de su madre, la demandará por abuso de
poder, abuso maltrato físico. Se acabará la tutela, señora Alisha.

—¡Daniel! —Gritó McKenzie, poniéndose de pie. Corrió hacia mí y en vez de pedirme que
me calle, asintió a su padre.
—Pensaba decírtelo después, pa, pero es cierto. Tú más que nadie sabe que yo no
necesito una qué, espero que te pongas de mi lado.

Él señor Liam miró a su esposa y con firmeza, aceptó la petición de su hijo.


—Lo haré.
La señora Alisha gimió fuerte y pensamos que diría algo, pero salió corriendo en
dirección a su
....
—Es mejor que me vaya a mi casa —susurré cuando estuvimos solos.
—Te acompaño hasta la salida —se ofreció el señor Liam, miró a sus hijos, pidiéndole
permiso ojos.

Vi a Jamie asentir con la cabeza y a Memo sonreír de medio lado.


—Vamos —pidió el señor Liam, lo seguí con el ceño fruncido, confundido.
Entendí todo cuando estuvimos afuera y el hombre agarró mi hombro con una
grandiosa sonri y, después de lamerlos, dijo:

—Gracias por apoyar y defender a mis hijos —él se veía genuinamente sincero —. De
verdad, D esposa... ella está un poco enferma, quizás fuiste un poco demasiado lejos, no
con tus palabras otro que hiciste.

Sabía que se refería al tazón de azúcar que le eché en la cara, como él no lo dijo, yo
tampoco lo que solo asentí, pero si esperaba que me disculpara por eso, tendría que
sugerirle que se senta no se cansaría de esperar algo que por supuesto no iba a
suceder.
—Daniel, desde que Jamie sale contigo, ha cambiado —reflexionó con la mirada fija en mi
rostr sonríe más, ¿sabes? Y sale, Jamie no salía de casa. Ahora... Lo hace y se arregla y
sonríe y se tom hace llamadas y manda mensajes de texto... ¡Ya parece un joven de esta
década, por Dios! Y es

167
—No lo es —dije con un poco de pena —. Jamie ha logrado todo eso por sí mismo.
—Pero impulsado por ti y por eso te lo agradezco, Daniel. Algunas veces nosotros
necesitamos para hacer algo que temíamos hacer con anterioridad, cuando la
encontramos, nos enfrentamo fuiste esa razón en mi hijo. Yo te lo agradezco.

El señor Liam McKenzie me abrazó y, después de hablar un poco más sobre mí, nos
despedimo gran casa con dos sentimientos contradictorios. El primero, una angustia
estremecedora por cu víbora de Alisha de McKenzie. El segundo, una sensación de
tranquilidad al saber que Liam esta nuestro lado.


Mi hermano me estaba esperando afuera de la casa, se me acercó cuando me vio poner
un pie empezó a mover impacientemente el pie izquierdo, mientras mordía el lado
interior de su mejil

—Necesito tu ayuda.
—¿En qué?
Fue entonces cuando él mostró su espalda, traía un guitarra metida en su estuche.
—¿Y eso es para...?
—No tengo dinero para hacerle una serenata a la chica que me gusta —ya había entendido
lo q decir él, pero la vergüenza estaba pintada en sus ojos y quería molestarlo un poco,
así que frun para hacerme parecer confuso. Santiago refunfuñó, doblando sus cejas, con
furia. Resopló cuan hice un puchero —. Tú sabes cantar, yo sé tocar guitarra y quiero
hacer una serenata. ¿Necesita un dibujo para que lo entiendas mejor?

Me reí entre dientes, lo señalé amenazadoramente y le dije:


—No me habías contado nada a cerca de esa chica.
—No habíamos tenido tiempo —se quitó el estuche de la espalda y me señalo con él
—. ¿Me va Con un fuerte suspiro de alegría, dije:
—¡Vamos a rocanrolear!
—No se puede hacer rock con una guitarra como ésta, Dani.
—¡Vamos y ya!
Colocándose en piso militar, mi hermano dijo:
—¡A sus órdenes!

168
Capitulo 23

Cuando llegamos a la casa de Cynthia, la chica que le gustaba mi hermano, lo miré y él mordió
con nerviosismo.
Agarré sus brazos cuando noté que intentaba huir y negué repetidas veces con la cabeza, dánd
confianza que necesitaba con una mirada.

—¿Crees que le guste?


—Le encantará.
—¿Qué canción cantarás? —Inquirió, sacando la guitarra de su estuche, se la acomodó lo
mejo con sus temblorosas manos y luego quedó recostado en un árbol de almendras que
estaba afu de Cynthia.

—¿Eso, de Axel?
Él sonrió, asintió cual niño contento y empezó a entonar la melodía romántica de la canción, se
principio porque seguramente había lastimado sus dedos al tener demasiado tiempo sin tocar l
pero con toda la fuerza de voluntad que había surgido inesperadamente, continuó.

Santiago miró hacia mí, dando unos pasos más cerca a la casa de Cynthia y cuando asintió, yo e
cantar.

Mi voz no era tan profesional, ni tampoco perfecta, se escuchaba normal... decente, como cualq
pero cuando ya llevaba 2 minutos cantando y no aparecía nadie, pensé que quizás yo cantaba r

Me detuve, ya cuando terminé la canción.


—Canta esa que dice: «Soy tu mejor amigo... tu pañuelo de lágrimas...».
Asentí, pensando que esto ya se estaba poniendo incómodo, si Cynthia no salía no se le podía o
en mi cabeza una conversación futura con mi hermano para explicarle que él no de una mujer
específicamente el de una persona en general–, se respeta.

Pero cuando ya llevaba casi la mitad de la canción, una mujer robusta se asomó por la ventana
habitación de arriba y pensé que era la madre de Cynthia, por lo que sonreí. Fue entonces cuan
sorprendimos al quedar, completamente, empapados.

La mujer sostenía un balde de color blanco y se veía orgullosa con él mientras nos miraba con
—¿Quiénes son ustedes? Respeten las casas ajenas. Respeten el vecindario.
Iba a decir algo, pero la mujer sacó si teléfono y dijo:

169
—¡Si no se van ahora mismo, llamaré a la policía!
—Es mejor que nos vayamos. —Le susurré a mi hermano, que tenía la mirada llena de
tristeza, quizás pasase desapercibido, pero quizás él estaba a punto de llorar.

—Sí, vamos a casa...


Un grupo de personas estaban acumuladas unos centímetros más atrás de nosotros,
quizás el había ocasionado la mujer los había mandado aquí a chismear.
De repente, una chica morena con el cabello enrulado soltó una carcajada que sorprendió
a sus acompañantes, que atrajo a mi hermano y abrió la boca, con reconocimiento.

—¿Le estabas llevando serenata a mi vecina, Santiago? ¡No te conocía eso!


—¿Ah? —Pregunté yo con asombro, señalé la casa con mi dedo índice, una pequeña
sonrisa se labios de la morena, a la que me atreví a identificar como Cynthia —. ¿No
es tu casa?

—No —gimió ella con una risa —, mi casa es la de al lado. Ésta de ahí.
—¡No puede ser! —Exclamó Santi, llevándose las manos a la cabeza en señal de vergüenza
—. ¿ decir que estuvimos casi 10 minutos cantándole a tu vecina?

—Efectivamente —confirmó ella, todavía riéndose de nosotros —. ¿Le ibas a llevar una
serenat de acá o en verdad era para la señora Tita?

—Sí.
—¿Sí a lo primero o sí a lo segundo?
—A lo primero —mi hermano dudó en dar un paso hacia adelante, pero lo hizo
después de dos di cuenta que su zapato había pisado mierda de perro y lo que en
realidad había estado hacien la suela con el césped disimuladamente —. A ti, Cynthia. La
serenata era para ti.

—Todavía puede ser —canturreé yo, desde atrás.


Entonces, mi hermano me miró con la ceja levantada, miró a Cynthia con una diminuta
sonrisa mostrando toda la emoción en sus ojos y en su sonrisa.

...
Dejé a mi hermano hablando con Cynthia y me vine para mi casa, el día que había tenido
le dej pero con una sonrisa gracias a la serenata.

Ni siquiera había entrado a la casa cuando el sentimiento de inseguridad se había colado


en mi hacerme pensar en Jamie y su familia.

Las déspotas actitudes de Alisha me ponían furioso, nunca había sentido algo como eso.

170
Me sentía mal por haberle echado azúcar en la cara, pero es que la mujer se lo
merecía, había despotricando sin filtros, sin detenerse, lanzando crítica tras crítica,
tirando veneno como una serpiente y no pide abstenerme.

La inseguridad se convirtió en preocupación, en duda y en miedo, recosté mi cabeza en el


muro el techo y empecé a llorar de la frustración que me surgió inesperadamente.
No quería que por mi actuación la señora Alisha me odiara más y terminara haciendo algo
para McKenzie de verdad se aleje de mí.
No podía permitir eso. Me di la vuelta con intensión de ir a la casa de Jamie, pero vi a
Ivonne ba su auto y rápidamente limpié mis ojos, agradecí a la señora que nos mojó,
porque ellas pasaría desapercibidas.

Spoiler: no lo hicieron.
—¿Por qué lloras? —Preguntó Ivonne, acercándose cada vez más a mí con el ceño
fruncido.
—No lo hago —me defendí.
—Lo haces —confirmó ella, agarró mi hombro y me atrajo hacia su cuerpo —. ¿Qué te
pasó?
Le conté los últimos acontecimientos que habían tenido lugar en mi vida, omitiendo
detalles y s enfocándome en lo más importante. Ella soltó una carcajada cuando le
comenté mi ataque azu refunfuñé, recordándole que esa mujer podía sostenerse de eso
para decir que yo era una mal para su hijo.

—Él es mayor de edad.


—Tiene una tutela —le dije, como si lo hubiera olvidado yo y no ella.
—Cierto —mordió su labio superior, mostró una sonrisa y dijo: —Dante se está
haciendo cargo
—Sí, mis hermanos dijeron que hablarían con él.
—Yo también lo hice —susurró débilmente mi gran y hermosa hermana que la vida me
regaló.
—¿En buenos términos?
—Los mejores —ella se acomodó el chaleco que traía puesto, me miró como si no me
conocier dándose cuenta de que yo me encontraba mojado —. No ha llovido.

—No preguntes nada.


—Quiero saberlo —ella dijo, riéndose.

171
—Me fui a acompañar a mi hermano a darle una serenata a una chica y terminamos en
la casa Pensé que Ivonne iba a reírse, pero la seriedad estaba en todo su rostro.

—No me sorprende —se encargó de volverme a abrazar —. Estas cosas solamente le


pasan a u
—¿Gracias?
Ahora sí rio y desafortunadamente, fui contagiado.
—No hemos hablado más... ¿cómo está todo en tu casa? ¿contigo?
—Empecé a ir a terapia con mi madre y con Dante —ella mordió su labio superior —.
Sí, con Da que quería volver conmigo y todo eso...
»En realidad, apenas la semana siguiente será la primera cita con la especialista en la
que él y y juntos, de eso estábamos hablando. Él quiere volver conmigo, yo quiero volver
con él, pero qui entienda que yo no hice mal en abortar. Mi madre ya lo comprendió y él
también tendrá que h hice mal. No estaba lista.

—Cuando lo estés lo sabrás.


—Lo sé, Dani. Ojalá todas las personas fueran como tú, que entienden y aceptan lo que la
socie juzga.

—Debemos aprender primero que respetando a nuestros semejantes, sus derechos,


sus pensa demandas son importantes.

Verónica salió de la casa y me miró con una preocupación bastante notable, mordió su
labio, s quizá la señal que más nos identificaba a todos cuando algo nos preocupaba.

—¿Qué pasa? —Le pregunté, asustándome por su mirada tan llena de desesperación.
—Ven, ven, entremos.

172
Capitulo 24

Cuando entré a la casa y vi mi a mis padres sentados en el mueble con las caras
pensativas, sup andaba mal, pero cuando vi a mis tías, las cuáles eran las dueñas de la
casa, pasé de mal a peor
Mordí mis labios, confirmando mi pensamiento anterior y también porque era la
única manera reprimir la pregunta que colgaba en la punta de mi lengua, miré con
consternación a Vero, que hombros mientras miraba en dirección a nuestra tía.

—Dani, querido —dijo tía Piedad, la dulzura de su voz me tranquilizó un poco.


—¿Cómo está, tía? —Le pregunté con amabilidad, ella solo asintió y mostró lo que
supuse era u
—Dani, la cuestión es que les he pedido a tus padres que me desocupen la casa —soltó tía
Leila siquiera un ápice de sentimientos —. Mi hermano...

—Solo te estoy pidiendo un tiempo para saber a dónde iremos, no nos cobraban arriendo
esta como me dijiste que literalmente la casa era mi herencia no...

La tía Piedad interrumpió a mi padre:


—Leila, es verdad, esta casa es para él —agarró a su hermana de la solapa y la
zarandeó como par de niñas —. Debes dejarlos aquí, ellos no tienen a dónde ir.

Pero la tía Leila sonrió como si el comentario de su hermana fuese el chiste más bueno
del mu
—Me han ofrecido dinero y sabes que con la enfermedad de mi hijo lo necesito —mi
padre se se acercó a sus hermanas y susurró, de una manera que casi podía no ser
oída por todos en la gracias al silencio que reinaba en la habitación, su secreto pudo
ser escuchado por todos.

—Nos mudaremos, danos hasta fin de mes.


—Como quieras, hermano, pero recuerda que lo hago más por necesidad que por placer,
nece está casa me lo dará. Ya tú sabrás cómo arreglártelas, siempre lo has sabido.

Mi padre movió la mano la mano en señal de "como sea" y le dio la espalda a su odiosa
herman miró su reloj de pulsera y con un dejo de incomodidad, habló a todos nosotros:

—Eh... Ya es muy tarde, creo que debo irme —lo hizo sonar como una pregunta, por
lo que la p hizo más notable. Ella miró a Tita, le hizo señas con la cabeza y ésta se

173
levantó, cruzándose de brazos.
—Adiós, niños —dijo tía Tita, incómoda, molesta y triste por la situación.
Cuando quedamos solos, mi padre se volvió hacia el frente y la triste mirada de sus
siempre ale destrozó como una bola de demolición a un edificio, no pide evitar correr
para acercarme a él y

La manera en la que mi padre me devolvió el abrazo, lo hizo ver frágil en mis brazos. A
pesar d era demasiado alto, colocó su cabeza en mi hombro sin mucha dificultad, los
sollozos hacían qu temblara como una maldita hoja. Puse mi mano en su espalda y
comencé a consolarlo con mov circulares en ella.

—Lo lamento tanto —dijo, mientras se alejaba. Él vio mis lágrimas y las limpió de
inmediato, lu su alrededor, notando que todos en la sala nos encontrábamos igual
que él —. No lloren —ord autoridad.

Ninguno fue capaz de responder, mi madre se sentó en el mueble y se tapó la cara con
las man simplemente miró el techo, demasiado conmovida por la situación. Mi hermana
miraba con el el suelo, culpándolo de todo.

Suspiré profundamente, liberando todo el aire acumulado en mis pulmones con


meditación, m y agarrando su mano, le aseveré:

—Busquemos un lugar a dónde ir, esto no nos va a detener. Somos los Castro Olivero,
nunca n Nos mudamos del pueblo para mejorar nuestra vida y lo hemos estado
haciendo.

»Mi hermana tiene un excelente trabajo, mi hermano está estudiando y trabajando al


mismo ti niños estudian también. Yo conseguiré esa beca, ya lo verás. Y estaremos
bien...

Mi madre asintió con lentitud, limpio sus lágrimas con la cola de su vestido y se puso de
pie.
—Mañana mismo buscaré apartamentos que estén arrendando, ojalá contemos con la
suerte d en este mismo barrio. Es tranquilo y seguro y los recibos de los servicios
públicos so bastante b

—No sé si el dinero nos alcance para pagar arriendo y servicios públicos, amor.
—Todos estamos trabajando —dijo Verónica, como si de pronto pensara que nuestro
padre qu sobre sus hombros todo el cargo de responsabilidad.

Y tenía razón.
—Ese dinero es de ustedes —lo miré enojado, él repitió sus palabras.
—Jamás pensé que Saúl Castro fuese una persona tan terca —lo regañé, sonando como
un ver enojado —. Aceptarás todo lo que nosotros pongamos para colaborar. Viviremos
en la misma c comeremos ahí, nos bañaremos y lo justo es que ayudemos en lo que se

174
necesita. Así lo veníam aquí y será lo mismo adónde vayamos.
Mi padre vio que la convicción estaba en mis palabras y en los gestos de toda la familia,
así que se rindió.

—¿Dónde están Laura y Mariano? —pregunté.


—En una fiesta de una vecina, ya la iré a buscar.
Mi madre caminó hacia la puerta y abriéndola, nos encontramos con un Santiago
sonriente a p las llaves.

—Oh, mami, ¿tienes un radar o qué? —Mamá soltó una pequeña risita y besó su
mejilla.
—Llegaste tarde.
—Lo siento —le dijo mientras la veía alejarse. Al entrar, se encontró con nuestras caras
pensati que algo andaba mal.

Ivonne fue la única que pudo poner al tanto a Santiago, cada palabra era como una
puñalada p fruncía el ceño en muestras de dolor y rabia.

—Siempre le gustó humillarnos —él miró a mi padre —. Pa, cuenta conmigo para lo
que sea, te ahorrado... Creo que es lo suficiente como para pagar un mes completo. No
lo sé.

—¿Y tu universidad? —Recordó la prioridad de mi hermano, pero él sonrió


deslumbrante.
—Ya tengo media beca, sabes que no pago mucho y además, ese dinero lo recupero en
una se Santiago se encargaba de hacerle las actividades más difíciles a todos los de su
facultad y unive general, no entendía como ese cabeza hueca podía con todo y no se
estresaba.

—Tengo los mejores hijos del mundo —dijo papá y todos nos lanzamos a
abrazarlo. Entonces, el teléfono de la casa sonó y fui yo quién se levantó para
contestar:
—¿Aló? —Pregunté, mi voz sonaba ronca, como si estuviera tomando alcohol y ya
faltara poco borracho.

—¿Hablo con la señora Graciela Alonso Olivera? —preguntó una mujer desde el otro
lado.
—No —fue mi respuesta, mi padre me preguntó quién hablaba y yo le respondí con un
movimi labios: —No lo sé.

—¿Podría por favor pasármela? Necesito hablar con ella.

175
—Ella no está —antes de que pudiera responder o colgar, que parecía lo más probable,
dije: — hijo, podría decirme la razón y en cuanto ella vuelva, se la diré. Si quiere
también puede...

La mujer me interrumpió:
—¿Su hijo, dices?
—Sí —ella mostró un increíble asombro cuando gimió fuerte, perdiendo toda aura de
profesion poseía su voz.

—¿Santiago? ¿Eres Santiago?


—No, señora. ¿Quién es usted?
—¿Dónde está Santiago? ¿Dónde está tu madre? ¿Quién eres? ¿De verdad eres hijo de
Grace?
—¿Quién es usted, señora? ¿Para qué llama a mi madre? ¿Por qué conoce a mi
hermano? La mujer se vio desesperada y molesta cuando respondió a mis
indagaciones.
—Soy Teresa Olivero, mucho gusto, sobrino. Yo soy hermana de tu madre.
—Oh...
—Dile a esa ingrata —a pesar de que la palabra era un insulto, la hizo sonar más
como algo bu estuviera reprochando a mi madre porque la extrañaba y no porque le
guardaba algún resenti yo existo aún, por si me ha olvidado.

—No creo que lo haya hecho.


—Soy su hermana que más ama, obvio no lo haría —ella se rio —. ¿Cómo te llamas?
—Daniel.
—Lindo nombre. Daniel, cuando llegue tu mamá, dile que me llame... sigo teniendo el
mismo n teléfono... hay noticias de Reymundo... ella necesita oírlas.

—De Reymundo... ¿No sabes quién es Reymundo? ¡Esa Grace siempre con sus misterios! Le
ace haya vuelto a enamorar y haya seguido teniendo hijos, incluso que haya huido con
ese galán qu consiguió, pero de ahí a no hablarle a sus nuevos hijos del padre de su
primer hijo, no. Eso no.

—¿Qué dices?
—Reymundo, Santiago. Padre e hijo... —ella lo dijo como si estuviera enseñándome a
cómo mu 2.

—¿Qué...?

176
—Ay, niño, no repetiré más. Solo dale mis razones, ese hombre está al borde de la
muerte y ha su único hijo... No creo que Graciela sea capaz de negarse a la petición de
un moribundo.

—No lo creo tampoco, pero cuando una persona ha sido el infierno mismo en la vida de
alguie parece justo ni correcto, que se le invite a convivir así sea por tiempo limitado
con él.

—¿De qué estás hablando?


—Si sabes que mi madre huyó un galán, debes de conocer el motivo por el cuál tomó esa
decis la hermana que ella más ama, no estarías aquí llamándola a pedirle que vaya a ver
al hombre q le hizo. A ella y a mi hermano.

Sin esperar respuesta, colgué. Mi madre ya estaba con los niños en la sala, viéndome con
los ojos asustada.
—¿Qué pasa? —Preguntó.
—Creo que Reynaldo está muriéndose y quiere ver a su hijo.
Santiago se puso de pie y sonrió como si mis palabras fuesen un chiste.
—Típico de la gente desgraciada, solo recuerdan que tienen hijos cuando están ya por
irse. De digo que no voy a ir, yo no conozco a ese señor. Tengo solamente un padre y se
llama Saúl Cast creen miren mi cédula, dice: Santiago Castro —mi padre estaba a punto
de decir algo, pero vi c detuvo cuando mi madre negó con la cabeza, Santiago tampoco
se perdió el intercambio, por lo sus últimas palabras abrazando a nuestro padre y
luego dirigiéndose a su habitación.
—Yo creía que ese hombre había muerto hace mucho tiempo.
—Por lo que ves no lo ha hecho.
Mi madre asintió, mordió su labio y luego se acercó sigilosamente a mí.
—Biológicamente, es tu padre.
—No —dije, convencido de aquello —. Saúl es mi padre biológico, me vio nacer. Eso
es biología
—Si quieres ir a verlo, estás en todo tu derecho —dijo mi padre, accediendo a lo que
quizás yo hacer.
Su permiso me sirvió para cuestionarme seriamente, pero después de dos pensadas
me di cue había razón para hacerlo, nunca lo conocí. Nunca me conoció. No había
necesidad de ver al ho poco llenaba de traumas a mi amado hermano, al hombre que
dañó y convirtió la vida de mi m infierno.

—Tampoco lo haré.

177
Mi madre no mostró dolor, más bien se vio aliviada.
—Yo tampoco quiero verlo... Para mí, Reynaldo murió hace años.
...
La puerta fue violentamente tocada, mi madre corrió para abrirla y cuando vimos el
rostro suda preocupado de Pemberton, una amiga de Verónica, supimos que otra mala
noticia se acercaba.

Era cierto lo que decían, las malas noticias cuando llegaban, lo hacían juntas.
—Diego desapareció, ninguno de ustedes contestaba el teléfono... Me tocó venir
directamente.

178
Capitulo 25

—¿Cómo está Diego? —Preguntó la señora Fontalvo al doctor en cuanto lo vio


aparecer.

—Mejor —respondió él, la alentadora noticia tranquilizó a la señora.


Habíamos quedado en dividirnos para buscar a Diego por toda la ciudad, pero cuando
la herma Pemberton nos dijo que lo habían encontrado y posterior a eso, llevado al
hospital, literalmente hasta aquí.
La señora Fontalvo estaba pálida, no se creía la historia de que su adorado sobrino
consumía d tenido una sobredosis.

—¿Si fue una sobredosis de drogas? —Preguntó nuevamente, buscando quizás negación,
pero los labios en línea recta y asintió levemente con la cabeza.

—La prueba de toxicología demostró que sí, Diego está bajo los efectos de X-Fort.
—Dios mío —gimió la madre de Ivonne, se llevó las manos a la boca y empezó a
caminar de es asombrada. Llegó hasta la silla más cercana y se sentó —. No puede ser...
—ella me miró, luego hija y finalmente al doctor.

—¿Hay una manera de saber desde cuándo está mi sobrino drogándose?


El doctor, que anteriormente se había presentado como Jeremy, nos miró
analizadoramente.
—Eso solamente lo sabe él, señora —luego, pensativamente, dijo: —. Al menos que
ustedes se
—Solo sé que no es la primera vez —dijo Pemberton, con aura
melancólica. Ivonne estuvo de acuerdo con un asentimiento de cabeza.
—No lo puedo creer... tendré que llamar a mi hermana y contarle... Esto... Dios mío,
esto... ¡Ni s cómo actuar! En mi familia... Nunca se había visto esto.

—No se preocupe, señora. En el hospital contamos con asesoría psicológica, cuando él


despiert una consulta y si acepta, podremos internarlo para ayudarlo con su adicción.

179
—Mi sobrino no es un adicto.
—Mamá, si abusó de las drogas hasta el punto de tener una sobredosis,
créeme, lo es. La señora Fontalvo cubrió su rostro para llorar.

...
Santiago y yo llegamos a la casa exhaustos, apenas pusimos un pie en la sala nuestros
padres e noticias sobre Diego como si sus problemas hubieran perdido importancia, aun
así, Santi les dij

Mi madre prometió una visita a su amiga y mi padre se ofreció a acompañarla, me senté


en el asintiendo con la cabeza, llenándome de pensamientos que inundaban mi razón.

Quería saber por qué mi madre había guardado por tanto tiempo el secreto de que mi
padre, n de esperma, seguía con vida. Esa maldita curiosidad de saber aquello me estaba
costando conc

Ella, siendo tan empática y buena en leerme, se sentó a mi lado.


—¿Quieres hablar?
Aunque quería, no era el momento, habían otras cosas que eran más importantes, como
el hec unas semanas, ya no viviríamos aquí.

—No, está bien. Solo... estoy preocupado. No sabremos a dónde ir...


—Yo me voy a hacer cargo de eso —prometió mi padre, agarrándome las manos
cuando se me
—Lo sé, tú siempre encuentras que hacer.
—Entonces quita esa cara de culo, porque lo vamos a solucionar.
Asentí levemente, cerré los ojos para reprimir más lágrimas y me puse de pie.
—Me voy a acostar, tengo dolor de cabeza.
Pero desafortunadamente, me tocó declarar este maldito día como el peor de todos,
porque nu puerta fue tocada y reveló, nada más y nada menos que a Alisha de McKenzie.
La elegante mujer llevaba un vestido azul que hacía juego con sus zapatos, por el estado
en el q hacia adentro, supe que estaba borracha y lo confirmé aún más cuando me
miró con sus ojos r hinchados.

—¿Esta es la pocilga donde durmió mi hijo? —Se burló mientras giraba en torno a la
casa.
—¿Quién es esa mujer? —Preguntó mi madre, mirándola como si fuese el ser más
despreciable y mi madre no se equivocaba en eso.
180
—Es la mamá de Jamie. —Dijo Santiago, reconocí la ira en él.
—Así es —ellacse señaló así misma —. Soy Alisha de McKenzie, una de las empresarias
más im de este país.

—Ah... Señora, ¿esta usted bien?


—Quiero hablar con tu hijo... Con Daniel —ella ignoró la pregunta de mi madre y puso
sobre la razón del por qué se encontraba aquí a estas horas de la noche.

—Usted no tiene nada que hablar con él y mucho menos en su estado.


—¿Y qué estado tengo? —Alisha se acercó a mí madre y la miró de pies a cabeza —.
Mejor que Mírate, toda desaliñada y gorda. ¿Dónde está Daniel?

Mi madre agarró a Alisha por el brazo, con toda la fuerza humanamente posible, la obligó
a mo intención de sacarla, pero Alisha empezó a forcejear con ella y finalmente
terminaron en el sue

Fue mi turno de aparecer.


—¿Qué hace usted aquí?
Ella me miró con una sonrisa, sentada en el suelo, extendió la mano y yo se la agarré
pese a qu dejarla ahí en donde pertenecía como la serpiente que era.
Cuándo se levantó, sacudió su vestido y me miró con más detalle, una pequeña sonrisa
volvió a las comisuras de sus labios.

—Eres lindo —halagó —, pero no lo suficiente como para estar con Jamie.
—Señora creo que es mejor que se vaya.
—Te voy a dar 10 millones de pesos para que dejes a Jamie.
—¿Es eso lo que vale el amor de su hijo para
usted? Ella se rio entre dientes y luego miró a
mi padre.
—Él incluso piensa que hay amor entre ellos. —Volvió a mirarme —. Pensé que eras
más avispa veo que eres igual de patético que Jamie Oliver. Entiende una cosa, mocoso,
mi hijo solo se divi esta vez es diferente ya que se está tardando en dejarte... así que
aprovéchalo... 10 millones.

—No puedo creer que usted esté ofreciéndome dinero.


—Piénsalo bien —miró nuevamente la casa, solo que esta vez su aspecto lucía más
déspota —. me hablen un día, tú y tu padre taxista ni siquiera en un año podrían
reunir tanto.

181
Mi padre se paró violentamente del sillón en donde había estado permaneciendo
tranquilo y ag mujer por el brazo, no de manera violenta, por supuesto.

—Le voy a pedir que por favor se vaya de mi casa. Se supone que es usted una señora
decente haciendo estos espectáculos tan bochornosos en la casa ajena no es propicio de
su apellido tan distinguido.

La señora Alisha se liberó del agarre de mi padre con mucha facilidad, ya que ni siquiera
la tenía apretada.

—Dígale a su hijo que acepte los 10 millones.


—Su hijo, señora Alisha, ¿se sentiría bien al saber qué usted está aquí con esas
intenciones?
—¡Qué me importa lo que pueda pensar Jamie! Yo soy su madre y quiero lo mejor
para él y eso hallar en este mocoso.
La capacidad que tenía para tranquilizarme aun cuando tenía ganas de patearla, era
impresion embargo, lo más nos identificaba como familia era que no todos teníamos el
mismo temperam no me pareció tan extraño cuando mi enojada madre apareció cerca a
Alisha y la agarró por las
La señora Alisha empezó a gritar mientras mi madre la arrastraba hacia afuera, después
de hab empujó hasta lo que supuso era su coche.

—Espero no verla más por aquí, grosera, impertinente, váyase de mi casa.


Váyase. Saqué mi celular y llamé a Jamie inmediatamente.

182
Capitulo 26

—¿Aló? —La voz de Jamie se oyó soñolienta, despegué el teléfono de mi oído para ver la
hora. 2 mañana.

Cerré los ojos avergonzado y volví a colocar el celular en mi oído.


—Perdón llamar a esta hora.
Desde el otro lado, se oyó un quejido y luego otro ruido más, como si Jamie estuviera
moviéndo conociéndolo como lo hacía, probablemente lo estaba haciendo.

—No ha sucedido nada malo —le aseguré antes de que me lo preguntara.


—Por un momento creí que sí, pero, ¿ha pasado algo? ¿por qué me llamas a esta
hora? ¿te sien duele algo? ¿quieres que vaya a tu casa?

Negué con la cabeza mientras oía sus preguntas, no sabía cómo decirle que su madre
había est casa, no encontraba las palabras para decirle que me ofreció dinero para que lo
deje.

—Sí me siento y sí, también quiero que vengas a mi casa... no ahora, por supuesto, es
muy tard
Jamie se quedó callado, podía imaginármelo rebuscar en su clóset ropa, ya que lo que
dije no si darle tranquilidad.

—Estoy bien.
—No te creo —dijo, sonando agitado —. No hay una razón lógica para que me llames
a esta ho madrugada y estés bien.

En cierto modo, tenía toda la razón. Me llevé las manos al tabique nasal y suspiré
profundamen estaba disipando de mi sistema al oír la voz de Jamie.

—Tu madre nos visitó inesperadamente hace unos minutos —quizás no fue la mejor
manera d pero fue lo primero que logré articular.
Jamie volvió a callarse, el ruido que se oía ya había cesado, lo que me hizo pensar que
Jamie nu estaba tranquilo, aunque no lo estaba viendo, supe que él estaba frunciendo el
ceño de esa ma particular que tenía, llevando su labio inferior al superior y luego
poniéndose las manos en la ci
—¿Qué hizo? —Sonaba cómo si ya se lo imaginara y al preguntarme lo siguiente, me
convencí d
—. ¿Cuánto dinero te ofreció?

183
—10M —confesé con un hilo de voz, mi cuerpo empezó a sentir un cansancio
incomprensible, tocó sentarme en la cama que por alguna extraña razón ayudó a disipar
un poco el dolor.
—Tres más que el anterior —susurró, como si fuera más un pensamiento que una
confesión.
—No lo acepté. —Jamie se quedó, una vez más, callado, incluso dejé de oír el sonido de
su resp No quiero dinero. Hace falta, no te mentiré y se hizo tentadora la oferta... más
ahora...

—¿Sucedió algo que quieras contarme?


—Te contaré cuando estemos juntos —él pareció recobrar los sentidos, porque volvió a
respira reconocer una sonrisa de alivio en su rostro.
Era increíble cómo se podía llegar a conocer a alguien tanto así, que incluso podríamos
reconoc emociones y sentimientos sin necesidad de verlos de frente.

—Dani... ¿no me dejarás?


Habían muchos problemas de por medio, una madre loca, sobreprotectora, de creencias
arcaic sentimientos de superioridad que le hacían creer que tenía el derecho de ofender
y humillar a considerase un mínimo de su círculo social, pero, aunque todo esa tóxico y
agotador para una r Jamie Oliver McKenzie se estaba convirtiendo poco a poco, en un
chico importante para mí vida enamorando demasiado de él y aunque alejarme sería
convenientemente sano, rendirse no era opción.
—No, Jamie. No te dejaré.
—Daniel —oí un sollozo y luego nuevamente el ruido de antes —. Me voy para tu casa
ahora m Necesito verte y abrazarte y besarte y decirte cuánto me gustas y lo mucho que
te estoy querie

—Supongo qué, si vienes a esta hora, nos quedaremos dormidos juntos de nuevo y
probablem tendríamos que dormir abrazados porque mi cama es demasiado pequeña
y tú eres tan alto co palmera y tan grueso como un escaparate.

—No me gustan esas comparaciones, Dani-Dan.


Jamie se rio, pero sentí que también estaba llorando, sentí su miedo intercalándose en
sus hue agonía y sus ganas tremendas de ser libre.

—Jamie.
—¿Sí?
—No olvides nunca lo que te prometí: si algún día quieres volar, volar tan alto que ni
siquiera e más grande que te atormenta podrá alcanzarte, no dudes en decírmelo...
porque yo te prepara

184
—No quiero volar así, no quiero que me las prestes. Quiero que hagas lo que dijiste y
qué es m
—¿Y qué fue eso?
—Que me sostendrías y volaríamos juntos. Eso, Dani, es mejor. Qué los dos estemos
juntos, toc suaves nubes y sintiendo el viento en nuestros rostros.
Nos quedamos en silencio, yo imaginándome en los brazos de Jamie, sintiéndome
protegido y s él se sentía igual en los míos.

—También estoy queriéndote mucho.


—¡Eso me lo vas a tener que decir de frente! —Dijo, emocionado y entonces, me colgó.
El miedo volvió a ser el centro principal de mis emociones, marqué de vuelta al número
de Jam robótica, desgraciada y muy maleducada me respondió diciendo:

—Usted no tiene saldo para esta llamada, por favor, recargue.


—¡Maldita sea! —Dije mientras me reía a carcajadas, unos dos minutos después, Jamie
me llam
—Ya salí, voy con Memo y Titán. ¿Qué pasó?
—Me quedé sin saldo —expliqué, todavía sonriente. Jamie gruñó mientras repetía mis
palabras quién posiblemente le exigía explicaciones del por qué nuestra llamada se cortó
—. Me asusté porque era mejor ser sincero.

—¿Por qué?
—Pensé que tu mamá... —aunque era mejor ser sincero, me di cuenta que algunas cosas
no er decir, fruncí el ceño.

—Ni siquiera nos vio salir —aseveró con una voz calmante que logró su objetivo —. O
no ha lle sé yo. No quiero verla.

—Jamie... tu madre necesita ayuda psiquiátrica.


—Convencerla no será fácil.
—Pero es por su propio bien...
—Lo sé —Jamie suspiró —. Daniel, ¿qué me dirías si te digo que quiero decirte mi
historia? —D lado, se oyó la risa de Memo, burlándose por lo nervioso que estaba Jamie
al decir mucho "deci

—¿A qué te refieres?


—Quiero que conozcas la historia... Con mi madre.

185
Hubo un silencio del otro lado, incluso el el sonido del carro y de la carretera se esfumó
como a manos.

—¿Estás seguro de que quieres eso?


—Sí. —A los pocos segundos de decir eso, sonó el timbre —. Llegué, ábreme.

186
Capitulo 27

Lo primero que hice cuando llegué a la casa de Daniel, fue abrazarlo. Nuestros cuerpos
parecía perfección como dos piezas de un rompecabezas. Daniel se sentía diminuto en
mis brazos, enc cada vez más, pero que de alguna manera me hacía sentir seguro y
amado.
Nos separamos al poco tiempo, viéndonos fijamente con una pequeña sonrisa y con las
lágrima aglomeradas en los ojos. Daniel agarró mis mejillas y luego me acercó para
besarme. Fue un be calentó mi cuerpo, entregándole una poderosa paz interior que
satisfizo mi cuerpo.

Cuando Daniel se separó de mí y me miró con sus dulces ojos azules, supe que este
era realme momento, el momento exacto en el que contaría todo lo que mi madre había
hecho, en cómo convertido en su títere humano, en cómo ella movía los hilos que nos
sujetaban a toda la famili actuáramos de acuerdo a sus caprichos.

—Te quiero contar cómo... cómo...


—Tranquilo, McKenzie, tranquilízate.
—Quiero contarte la historia de mi madre.
—¿Por qué?
Daniel me quedó viendo, esperando una respuesta que sirva como excusa para mi tan
inespera confesión.

—Necesito que sepas cómo terminé... —negué con la cabeza y miré a Memo, él asintió
con la c como terminamos siendo títeres de Alisha.

—Es muy tarde —me dijo, acompañando sus palabras con un bostezo —. Vamos a la
cama.
Daniel agarró a Memo y luego a Titán, dándole un beso al perro en la cabeza y este,
perezoso, s suelo.
—Creo que ya tiene un lugar cómodo dónde dormir —dijo Memo, dejándose guiar por mi
novi ingresó a la habitación de Santiago.

Mientras se oían murmullos dentro de la habitación de mi cuñado, me quedé recostado


en la p manos apoyadas en mi coxis, Daniel salió de la habitación y se paró frente a mí.

—Hola —dijo, en la oscuridad del pasillo, era difícil verlo bien, por eso lo agarré por su
cintura y a mi cuerpo.
—Hola —le devolví el saludo, Daniel puso sus manos en mis hombros y luego alrededor
de mi pegué a más mí, tanto así que sentí, aún con mi suéter puesto, la suavidad de su
187
piel —. Todo empezo cuándo papá le pidió el divorcio... Daniel me puso un dedo en los
labios.
—No es necesario que lo hagas.
—Quiero hacerlo —le supliqué, porque sentía la necesidad de contarle ahora esto, ya que
en fo que no tenía ni encontraría tampoco, otra oportunidad.

...
—Quiero el divorcio —era una noche lluviosa, hacía frío dentro de la casa y eso que
teníamos p calefacción.

Mamá se quedó estática, con el tenedor en la mano, el pedazo de carne en él volvió a


caer al pl miró, luego a la empleada. Podía recordar tan bien cada mirada, cada manera
de respirar y el c movió antes de pedirle a la empleada que se fuera.

Lo recordaba todo muy bien.


—¿Qué dices, Liam? Tú y yo no podemos divorciarnos.
—Quiero hacerlo.
Ella me miró y me dijo: —Vete a tu cuarto. —Y mientras yo me ponía de pie, caminando
sin ent qué se veía tan furiosa, la oí preguntar: —¿Cómo se llama la zorrita, Liam?

—¿Cuál "zorrita"?
—La que te llevo a que me pudieras el divorcio.
—Ay, por favor. Ya vas a empezar con lo mismo —él negó con la cabeza, podía verlo bien
desde estaba escondido.
Yo estaba asustado, primero porque tenía prohibido desobedecer una orden, segundo
porque escuchando a escondidas una conversación adulta y tercero porque mamá estaba
furiosa y qué piedad de nosotros cuando era así.
—¿Ella te chupa el pene, Liam? ¿Es capaz de tener sexo anal contigo? ¿De disfrutar de la
exquisi encuentras en el «69»? ¿Permite que te la folles de «perrito»?

—Ya basta. Sólo firma cuando te lleguen los papeles.


—Creo que, inesperadamente, llamaré a mis suegros.
—De ninguna manera mis padres pueden enterarse de que nos divorciaremos.

188
—Mis papás están muertos, no tengo más familia salvo ellos, es normal que les llame
cuando a sucede. Un divorcio en un matrimonio de 6 años no es algo que se ve todos los
días. Y un hijo fuera del matrimonio, menos.
Yo no veía el rostro de mi papá, así que no puedo decir que cara puso con exactitud, pero
él se Lanzó un par de servilletas en la mesa después de usarlas para limpiar su boca y
gritó:

—¿Me estas espiando? ¿En serio?


—¿Cómo se llama ese mocoso, Liam? ¿Rupert? ¿Silas? ¿Cuál era el otro nombre que
querías par próximo hijo...? ¡Ah, sí! Guillermo. Guillermo McKenzie.
Mi padre negó con la cabeza, desde yo estaba, podía ver la socarrona sonrisa en mi
madre, ella comiendo como si fuera una cena normal y fue en ese momento, que
pensé en mi madre como mismo, porque mientras se tomaba una copa de su vino, un
relámpago iluminó la habitación, p eso, ella se puso de pie, afincó sus manos en la mesa
y se acercó a papá, que ni siquiera tuvo la moverse. Mi madre, gritando como él, dijo, en
compañía de un trueno que no solo se llevó la va padre, sino también la luz:

—¡Jamás nos separaremos! Si quieres, trae a ese muerto de hambre a la casa. Tráelo,
trae al he Jamie y lo cuidamos juntos... Pero jamás nos vamos a divorciar. Porque tú
sabes de lo que soy capaz.

Mi padre se puso serio, limpió su ropa con las manos y la acomodó, quitándole todo
rastro de a líneas. Se dio la vuelta y me vio.

Hubo un momento en el que creí que me iba a delatar, pero solo puso su dedo índice en
sus la la sala comedor. Mi madre terminó su cena normalmente, como si no hubiera
sucedido nada.

...
Pasaron unos meses y mis padres fingían tener un matrimonio de lo más feliz, salían en la
pren revistas de tecnología, de economía y negocios y muchas otras más, porque
Machines S.A era c exitosa.

Entonces todo se fue al carajo cuándo papá trajo a Memo el día de mi cumpleaños
número 7.
En ese tiempo, no me enteré del motivo por el cuál habían traído a mi hermano, pero
cuando l acompañé a Memo en su dolor.

Su madre había muerto en una de sus quimioterapias, ella tenía cáncer. No resistió
mucho.
Mamá estaba tan malditamente cabreada, tan furiosa, ignoraba a mi hermano en todo
momen odiaba. Él dormía en la habitación de empleados y eso me hacía sentir mal
porque no entendía hermano dormía en esa zona. Por qué no podía dormir conmigo o en
las habitaciones de arriba primos cuando venían a la casa.

189
Un día se lo pregunté a papá y después de eso, hubo una discusión en la que no fui
participe, p estaba cerca, pero supe que había sucedido por pequeños rumores que oí de
boca de las empl domésticas.

Memo empezó a dormir en las habitaciones de arriba. Yo era feliz porque me metía en
su cuarto y jugábamos con mis consolas de videojuegos o veíamos películas, en ese
tiempo no había Netfli tocaba DVDs.

Y eso, oh, eso sirvió para darle más razones a mi mamá para odiar a un niño. Un niño
de tan solo 5 años.
Tanto era el odio que ella no lo determinaba para nada, no le permitía que se me
acercara, per éramos niños y los niños no entienden de eso, así que seguíamos jugando.
A escondidas. O a v de ella, porque no nos importaba y nunca nos importará. Nosotros
somos hermanos y nos ama

Dos años después, cuando Memo tenía 7 y yo 9, mamá perdió la razón.


Nos llevaba a la escuela y ella estaba alterada, tocaba la bocina del carro como si la
gente de af insuficiente, como si el mundo fuese de ella y las demás personas vivían
alquiladas.

—Liam no me dejará —dijo —. No de nuevo.


Ella condujo por la carretera a una velocidad digna de salir en rápidos y furiosos, se
volaba sem verde, esquivaba camiones gigantescos, motocicletas, cualquier tipo de
vehículo que estuviera

Memo y yo nos pusimos a llorar. Llorábamos a gritos, suplicándole para que se detuviera
porqu nos seguía y después, tuvimos un accidente, todavía estoy seguro que fue adrede.

Chocamos con un árbol. Ella, quedó más loca de lo que estaba ya. A mí, no me pasó
nada. Ni m Memo, Memo perdió la movilidad en una de sus piernas.

...
A partir de ese entonces, papá empezó a llevarnos a la escuela, íbamos de vez en cuando
camin todo para alejarnos de mamá.

El primer intento de suicidio de mamá sucedió en mi cumpleaños número 10, papá dijo
que no Disneyland, sin mamá, por supuesto.

Nos llamó la empleada cuando estábamos en el aeropuerto, diciendo que mamá había
entrado maníaco bastante preocupante, que gritaba y amenazaba con matarse.

Casi se cumplía su promesa cuando la encontramos colgada en su habitación.

190
Papá estaba desesperado, Memo lloraba y yo, solamente la veía ahí, asustado, asustado
porque no era la primera vez que la veía así. Había sucedido antes y lo recordé esa
misma noche, recordé que la había visto así un día antes de que Memo llegara. Un día
antes de mi cumpleaños.

Ella me había dicho:


—Si tú me dejas, Jamie, me mato.
La siguiente vez, había sido un día antes del accidente, fui yo quién la descubrió y
posteriormen estaba vuelto loco, gritándole para que abriera la ojos y cuando lo hizo, se
tocó el cuello y las m había dejado la cuerda eran visiblemente horribles.
Ella me dijo:
—Nunca te atrevas a dejarme como lo quiere hacer tu padre.
...
Después de su intento de suicidio, no de esos que conté ahora, sino del que nos hizo
cancelar e Disneyland, mamá empezó a mostrarse más sumisa, lo que le parecía extraño
a todos.

Y al siguiente mes, todo empeoró. Yo quedé en tutela. Ella se liberó de todos sus
demonios y m a mí.

Ese día Memo estaba en terapia, yo estaba en casa y estaba desesperado por salir de ahí
porqu de mamá, sus constantes peleas con el personal de servicio, sus quejas a cualquier
servicio púb fallaba de alguna manera, su amargura, tristeza, su manera de hablarme, de
verme, me llenaba estremecedor. No quería estar cerca de ella, ni siquiera un
centímetro.

Siempre se llevaba un cuchillo al cuello, se cortaba con cuchillas o se golpeaba la cabeza


contra no hacíamos lo que queríamos y yo, yo, ese día...

Ese día.
Ese día... Sin saber nadar... Me lancé a la piscina... No me iba a suicidar... Iba a
buscarla.
Ella se había tomado sus pastillas para dormir y soñolienta, me miró y mostró una mueca
tan e se grabó hasta el sol de hoy en mi cabeza. Luego, lanzándose al agua, dijo:

—Ustedes quieren dejarme. No tengo razón para vivir...


Yo me lancé a buscarla... Me estaba ahogando y antes de que el mundo se volviera negro
para madre decir:

—Esto lo hago por ti. Si no quieres perderme, has lo que te diré.


...

191
Desperté en el hospital, mamá lloraba en mis piernas y papá estaba tan preocupado,
sudaba a estábamos en aire acondicionado y cuando me vio despertar me abrazó y lloró
en mi pecho.

—Iba a suicidarse porque te ibas con Memo.


Cuando mire a mamá y me agarró la mano, recordé sus palabras, recordé que no me
estaba ah saber nadar, me estaba ahogando porque ella hundía mi cabeza en el agua...

Yo había tomado, de alguna manera, sus pastillas para dormir. Me enteré muy tarde que
la hab mi jugo del desayuno.
Y por eso me quedé dormido cuando hundió mi cabeza en el agua, por eso los médicos
creyero suicidarme. Ella los convenció de que yo vivía en una profunda tristeza desde que
papá le pidió el divorcio.
Como sus intentos de suicidio jamás fueron notificados, nunca nadie los supo. Como el
mío sí, ser cierto, me mandaron a psicología.

El miedo que sentía por mi madre se convirtió para ellos en una especie de mamitis, por
así de una manera donde buscaba yo refugio. Mi silencio, ese que era incapaz de hacerse
oír para del convenció de que tenía depresión.

Me retuvieron en una Clínica Privada de Psiquiatría para niños, adolescentes y adultos


jóvenes, tomaba medicinas que me ponían cada vez más adormilado. Y no, no tenían
otra contra-indicac una exagerada somnolencia y debilidad.
Cuando tenía 11 años, mamá iba nuevamente a suicidarse y otra vez fue en dirección a
mí ese i quise, una vez más, salvarla.

Me pusieron la tutela porque era menor de edad, obviamente no la necesitaba por serlo.
Pero f para mi mayoría de edad y mamá se precipitó a hacerse cargo de mí por siempre.

Y ese supuesto segundo intento de suicidio me mostró como una persona incapaz.
Cada vez que intentaba hablar, de decir lo que pasaba, mamá amenazaba con hacerse
daño y c que era capaz, me callaba y me volví adicto al medicamento porque me hacía
olvidar todo lo qu me preocupaba, me asustaba.
Me acostumbré a eso, a perder interés en mí, a creer que no encontraría amor
porque todos se ella les ofrecía dinero y quise quedarme así, encariñandome con chicos
o chicas para saber que a querer y luego para sufrir cuando intentaba olvidarlos para
saber que podía sentir.

Así viviría para siempre, me estaba acostumbrando a eso porque no encontraba una
razón par libre. Pero...

...
—Todo eso terminó el día en el que te conocí —le dije a Daniel, para terminar mi relato.

192
Capitulo 28

Oír hablar así a McKenzie me llenó de angustia, saber que se había convertido en una
víctima p la psicopatía de su madre me hizo enfurecer, pero cuando lo vi, arrastrándose
por la pared has suelo, deshice todo sentimiento negativo.
Me arrodillé frente a él, acunando su rostro con mis manos y besándolo en la nariz, él
sonrió d con lágrimas que llegaban hasta mis dedos entumecidos cuando los
limpiaba.

—Todo está bien, yo siempre estaré contigo, McKenzie.


—¿Aún cuando estoy tan lleno de mierda?
—Limpiaremos todo eso de ti, poco a poco, con pasos de bebé y lograremos encontrar tu
libert Encontraremos lo que hay después de soñar.

Jamie puso su cabeza en mi hombro y lloriqueó, se sentía frío en mis manos y no podía
esperar cuando acaba de soltar todo un pasado lleno de traumas por culpa de una
enloquecida mujer q obsesionó con su marido y arrastró con eso a su único hijo
biológico, convirtiéndolo en un niño vivió más tiempo asustado e infeliz que contento
y despreocupado.

—Hablaremos con Dante y él nos ayudará, ya verás. Estoy seguro.


—Te quiero tanto, Daniel. Te quiero por hacer de mí lo que nunca creí posible, por
darme espe ayudarme, por entender todo lo que siempre grité y nadie era capaz de
oírlo.
No encontré una palabra válida para responder y solo me vi capaz de entregarle todo lo
que se beso. Terminé sentado en su regazo, con McKenzie agarrado de mi cintura, nos
besábamos com que me había contado antes había sido más imaginado que real, como
si las preocupaciones qu agobiaban fueran un tema que se trataría más bien al
amanecer, porque lo más importante pa que estábamos juntos y juntos queríamos
permanecer.
McKenzie me agarró más fuerte y me levantó, reí mientras seguíamos besándonos, la
facilidad llevó a mi habitación fue sorprendente, me hizo preguntarme si realmente yo
era tan jodidame delgado como para ser cargado así sin problemas.

Jamie me lanzo a la cama y se quitó la camisa, se acostó junto a mí y yo me coloqué de


espalda lado. Sonreí cuando sentí su fuerte mano en mí, acariciando todo mi cuerpo
como si yo fuese u oro y él estuviera admirándome con completa lujuria.

193
—Jamás te alejes de mí, Daniel.

—Nunca podría hacerlo.


—¿Es una promesa?
—Sí, una promesa.
Entonces me di la vuelta y quedamos frente a frente, nos pegamos, juntando mientras
frentes y
—Siento miedo —confesó Jamie, cada vez que decía esas palabras, me daban ganas de
tener p apartarlo de este mundo, llevármelo a un lugar lejano donde no nos conocieran y
hacer que su vuelva insignificante para él.

—Si me lo preguntas a mí —no quise decirlo, pero no me tocó de otra —, yo


también...
Jamie me abrazó, puso mi cara en su hombro y absorbí su aroma, era una mezcla de
dulce de l almendras.

—Haré todo para protegerte.


Si Alisha había sido capaz de intentar ahogar a Jamie cuando éste era solamente un
niño, podrí lastimar a otra persona sin temblar.

—Durmamos —me dijo y me acercó más a su cuerpo, me dio la sensación de que él quería
uni como si quisiera convertirme en una parte de él para siempre.

Y si era sincero, Jamie era una parte de mí ya.


...
Despertamos porque el fogaje del sol estaba colándose en mi habitación y el sudor ya era
una c nos miramos con una media sonrisa y los ojos hinchados por las lágrimas y por el
poco tiempo dormido.

Jamie se sentó, su espalda desnuda era una maravilla para mis ojos, pasé mis dedos por
ella y é estremeció, como le hubiera pasado más bien un pedazo de hielo.

—Estás arisco —le dije, riéndome y él volvió su mirada a mí, había lujuria y deseo en sus
ojos, t explícitamente excitante que sentí un bulto en mi ropa interior inflarse.

Jamie lo notó, lamió sus labios y luego se me subió encima.


—Más que yo, no
lo creo. Abrí los
ojos, sorprendido.

194
—Eres mucho más lindo cuando te despiertas —susurró Jamie, inclinándose y
dándome un bes
Me quedé mudo, lo que era extraño, pero quizás era por la intimidad del momento, había
algo complejo ahora, como si el placer sexual que sentíamos en este momento estuviera
uniéndono lo estábamos descubriendo.
Jamie se acostó encima de mí, seguramente sus largas piernas sobrepasaban el tamaño
de mi tuve ganas de averiguarlo, porque toda mi concentración estaba en los ojos, en los
labios y en e maravilloso del hombre que me había cautivado el corazón con su dulzura
inigualable.
—No es el momento propicio —dijo Jamie y me dio un beso en los labios que se sintió
eterno —
¿verdad?
Quería decir qué sí, que lo era, pero había tanta mierda ahora mismo en mi familia y en
la suya en el sexo se sentía raro, y aún más cuando ambos estábamos malditamente
excitados. Era tan la razón nos decía algo, pero el cuerpo, nos contaba otra.
Y mi bendita suerte, también aportó su opinión.
—Jamie, dice mi mamá qué... —Vero se quedó plasmada en la entrada del cuarto, con
la boca a
¡Están culiando!
Jamie se paró rápidamente, fue tan veloz en su movimiento que la sábana se enredó en
sus pie de culo en el suelo, Verónica vio todo y solo la alentó a reírse más.

—¡No estamos teniendo sexo! —Susurré yo, exaltado y con las mejillas ardiendo.
—Pero yo vi que sí —canturreó mi malvada hermana y se me acercó, consciente de que lo
únic teníamos puesto eran las camisetas.

Jamie se puso de pie, estaba incluso más sonrojado que yo. Verónica se lo quedó viendo
lasciva
—Qué desperdicio de hombre, maldita sea.
Jamie se cubrió el pecho en modo de broma y luego dijo, en dirección a mí:
—Mi cuñada me está morboseando.
Para mí fue imposible no sentir emoción al oírlo decir esa palabra, así que era obvio que
Vero t sintiera. Ella gritó fuerte mientras sonreía y luego se abalanzó encima de Jamie,
saltando.

—Me dijo cuñada, qué hermoso se oye, Jam-Oli.


El apodo fue lindo tanto para mí como para Jamie, porque él sonrió al oírlo y sus ojos
brillaron estrellas. Me dieron ganas de besarlo, de hacer que esa expresión quedara

195
grabada para siemp porque era perfecta.

—En vista de que soy tu cuñada.


—Oh, Dios mío, no. Por favor, Verónica,
no. Verónica me ignoró.
—¡Necesitamos hablar de hermana a novio! Así que óyeme bien, la mínima cosa que
le hagas a Daniel.
—Ya lo habías amenazado antes —dije, con las manos en la cara.
—De hecho, no —dijo Jamie y lo fulminé con la mirada por ser tan de buena ayuda —.
Fue Sant lo hizo.

—Es mi turno entonces.


Verónica agarró a Jamie por los hombros y lo jaló hasta ponerlo cerca a ella, lo
suficiente como poderle hablar al oído. Cuando terminó de decirle lo que sea que haya
dicho, Jamie me miró, lu sonrió.
Supe que no había sido amenazado tanto.

196
Capitulo 29

Cuando llegué a la casa después de un largo día de trabajo y de visitar a Diego en el


hospital, m descansar, pero cuando entré y vi a mi tía sentada en el mueble, tuve la
certeza de que el unive conspirando contra mí y las cuando a su lado, estaba el ser
humano más desagradable que pod Alisha de McKenzie.
Fue sorprendente, incluso para mí, que no corriera hacia ella y la sacara de los pelos de
la casa, fácilmente contenerme ya que no se vería bien que un hombre le haga eso a una
mujer, inclus es una perra demente.

—Hola —intenté sonar lo más tranquilo posible.


—Daniel —dijo mi tía, ni siquiera se dispuso a mirarme a la cara por más de un
segundo —. Qu llegaste, así puedes ayudar.

—¿Ayudar a qué?
Estaba tan concentrado en ellas dos, que ni siquiera me había dado cuenta de que mi
mamá es sus manos cubrían su rostro y mis dos pequeños hermanos la consolaban
como si ellos fueran

—Nos mudaremos —dijo Laura, con una fuerza tan sorprendente, que me sentí orgulloso,
pero también porque ese tipo de humillaciones no podían ser parte de su vida.

Mariano, sin embargo, se mostraba más triste, sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero
no las quizás porque quería hacerse el fuerte frente a mí madre mientras la consolaba.

—Ni siquiera se ha terminado el mes. —Dije, acercándome a mi madre, ella apoyó su


cara en m cuando sintió mi cercanía.

—Lo sé —dijo la tía, sin un ápice de remordimiento —. Pero, la compradora necesita


su casa pa viernes.

Lo que significaba que teníamos solamente dos días para trastear todo, ya que era
martes. Pod eso incluso en uno, pero, ¿para dónde íbamos a ir? ¿qué podíamos hacer
en solo dos días y sin

—No puedo... no puedo dejar a mis hijos en la calle —sollozó mi madre, quitándose las
manos hubo un momento en el que creí que mi madre volvería a atacar salvajemente a
Alisha o a mi tí ella se arrodilló como si ellas fueran un santo y luego pegó su frente al
suelo, tal y como hacen al pedir una plegaria —. Te lo suplico, cuñada, no me eches a la
calle con mis hijos. Yo sé que le otra vez, señora McKenzie, pero discúlpeme usted... Ese
día estaba...

—Levántate del suelo, mamá —dije, agarrándola del brazo.

197
Mi madre volteó a verme, lloraba tanto que incluso comenzó a temblar, se veía
desesperada, sus ojos habían perdido esa belleza tan especial y estaban oscuros y llenos
de ojeras.
—Daniel, no tenemos a dónde ir. ¡No puedo permitir que ustedes queden en la calle!
—Nuevam volvió a las mujeres más despiadadas del mundo y así arrodillada, se les
acercó —. Ustedes tien tanto así que podrían no trabajar en un año y aún así les
alcanzaría para sobrevivir dos más... N hemos tenido que guerrear siempre para darles
de comer a nuestros hijos. No tuvimos fuerzas para darle una buena educación
profesional a Verónica y Santiago, pero ellos, al igual que Dani conseguir becas que
cubrieron todo su proceso de aprendizaje y lo están logrando... queremos Laura y
Mariano, por favor, no nos echen a la calle.
La señora Alisha no mostró ni siquiera el más mínimo signo de pesar, sin embargo, mi tía
sí. Ell Alisha, quién le devolvió la mirada y poniéndose de pie, dijo:

—Una de mis sirvientas ya va a ser pensionada —no hacía falta más palabras cuando todo
esta como el agua —. Pensé que en agradecimiento a todos los años de trabajo, le podría
comprar u cuando visité una página por Internet y vi que esta estaba en venta no lo dudé
mucho. Es bonit está en un buen barrio de la ciudad. Ya pagué por ella, entonces, la
necesito urgente. Ya saben.

La mujer demonio se puso de pie y cogió su bolso de la mesita auxiliar, sonrió a mi tía y
luego v mirada a mí, la brillantina de sus ojos era tan malévola como la mueca que se
dibujó en la comi labios.
Sin decir otra palabra más, ella salió de la casa y el caos que había ocasionado tan
desastroso c tempestad, empeoró.

Nunca había vivido una humillación así, sí, mi familia siempre había tenido dificultades
económ nunca nos habían echado de un lugar de esa manera tan cruel.
Cuando mi tía de encontró con mi mirada, permaneció inmóvil en el mueble, no estaba
tan alta vez pasada, ahora se veía arrepentida y un poco incómoda, por lo que no fue
extraño que se le mirara y luego se fuera sin decir palabra alguna.

Me permití respirar hondo, mi cuerpo temblaba como si estuviera dentro de una tina con
hielo cuando sentí los brazos de Mariano sostenerme y luego abrazarme, grité y sentí que
mis cuerd rompían.

Lloré, lloré como nunca había llorado en mi vida y abracé a mi madre, que estaba tan
atónita, d adolorida como yo.

Una bola de demolición llamada Alisha de McKenzie había derribado nuestra comodidad y
segu familiar.

198
Capitulo 30

Mientras recogía mi ropa en una maleta, mis lágrimas salían de mis ojos como una
competenci cuál llegaba primero a la meta. Desde mi habitación, podía oír fácilmente a
mi madre llorar des pensé su dolor y sufrimiento me darían la fortaleza que necesitaba
para enfrentar esta humilla desafortunadamente no. Mi cuerpo ahora mismo estaba
hecho de plomo, pesaba demasiado c moverlo sin llegar a caerme al suelo.
Cerré los ojos y terminé arrodillado, pegué mi cara al colchón de la cama y empecé
nuevament
—¡Ya estoy harto! —Oí a Santiago decir desde dónde sea que estaba —. Yo sabía que
era una m venirse a esta hijueputa casa.
—¡Ya vas empezar! —Gritó Verónica de vuelta, las histérica qué él —. ¿Acaso íbamos a
estar bie
¡Responde!
No sabía que estaba sucediendo, así que me levanté del suelo y como pude, caminé
hasta la sa encontrar a mi hermano recogiendo los cuadros fotográficos de la pared y
poniéndolos en una

A Laura y Mariano logré verlos salir con sus pequeñas maletas llenas de ropa, la
pusieron sobre luego se acercaron sigilosamente a Santiago, quién los miró y asintió
cuando se dio cuenta que terminado con lo suyo.

—Ayúdenme guardando las cosas de la cocina que no sea de vidrio. Hay cajas en mi
cuarto.
Con un silencio tan maduro para sus edades, los mellizos asintieron en obediencia y se
dirigier les habían dicho.

—¿No vas a seguir recogiendo? —Me preguntó con un tono bastante filoso.
—Vengo a ver cómo estás —poco a poco, la casa se estaba poniendo fría, como si el
ambiente e tanto de que nos íbamos.

—Ninguno de nosotros está bien, Daniel.


—Tenemos qué buscar una solución. Dónde vamos a dormir.
Mi insistencia podía llegar a ser abrumadora en este día, pero cuando Santiago se volteó
para v frente a él, me abrazó y me besó la cabeza.

199
—Ya, relájate. Llamé a papá en cuánto ustedes me dijeron lo que pasó. Debe estar en
camino. A todavía nos queda el día de mañana.
Suspiré profundamente y me acomodé para quedar nuevamente frente a mí hermano,
con tod se me había olvidado llamar a mi papá.

—¿Y McKenzie?
Su nombre sonó tan lleno de rabia en la voz de Santiago, tanto que el odio podía ser
palpado in para mí.

—No lo he llamado —susurré, y tuve ganas de hacerlo, pero ¿qué propósito tendría?
—Deberías hacerlo —entonces me di cuenta de que mi hermano no odiaba a Jamie,
odiaba su ser el causante de esta situación tan desagradable. Odiaba al igual que yo, a
Alisha de McKenzie

—¿Qué le voy a decir?


—La verdad —respondió, como si fuera la cosa más obvia del mundo y luego se volvió
hacia la que le estaba quitando los clavos —. Ahora déjame, voy a terminar de recoger
para luego traste un amigo que tiene un camión de mudanza, veremos qué hacemos.

...
Había recogido todo lo que algún día fue mi habitación y decirle así, cuando apenas
teníamos m año viviendo aquí, fue extraño.

Era increíble como una persona podría acostumbrarse a los bienes materiales tan rápido
como de una persona.
La puerta fue abierta y salí corriendo, mi padre estaba sonriendo a pesar de que ya sabía
lo que pero si él estaba así era porque traía buenas noticias y yo estaba muy interesado
en oírla. Así q acerqué y lo abracé.
—Mi hijo adorado —y entonces, la vi. Ella era tan hermosa como una reina de belleza y se
veía angelical que podía trasmitir vibras positivas, incluso ahora. Me hizo sonreír.

—Hola —la saludé, sin soltar a mi papá.


—Hola —saludó de vuelta —, soy Regina Amado, yo soy cliente de tu papá. Solo
confío en sus s
¿sabes?
—No lo dudo.
Mi padre me soltó y luego, emocionado, llamó al resto de la familia. Todos salieron de
inmediat recostaron en la pared.

—Buenas noches —dijo Regina y todos respondieron un poco desganados, pero


también curios quién era —. No sé si alcanzaron a oír mi nombre, pero me llamo

200
Regina Amado. Soy cliente de

Entonces mi padre se acercó y dijo:


—La Sra. Regina es una mujer con muchas influencias, ella es dueña de una fundación de
chico de una empresa. Hace poco una de sus amigas más cercanas falleció y pues, eso la
motivó a co proyecto que a la difunta Macarena se le ocurrió.

—Así es —dijo Regina, volviéndose a mi familia —. El proyecto consiste en brindarle


un hogar a sin uno. —Vi la vacilación en su voz, como si intentara buscar las palabras
correctas que pudier
—¿Eres lesbiana? —Preguntó Santiago y yo lo miré con advertencia, porque de todo lo
que la m dicho, no podía su orientación sexual ser tan importante. Sin embargo, ella
respondió con una convenció de que era una dulzura.

—No, soy transexual.


Hubo una naturalidad, una franqueza, una manera tan fácil de decirlo que me dio otra
cosa par una mujer que había vencido todo tipo de prejuicios sociales y ahora mostraba
su victoria sin s presumida, solo segura de lo que era.

—Yo te conozco —me dijo, con una deslumbrante sonrisa —. Tienes un vídeo por ahí
en Faceb defiendes a una chica.

Bastó solamente 10 segundos para que pudiera recordar de lo que ella me hablaba y
asentí var mientras me avergonzaba.

—Ojalá haya más personas como tú, Daniel —entonces la miré porque ella se sabía mi
nombre con demasiada tranquilidad dijo:

—Creo que alguien ha estado hablándole mucho de ti a alguien —él sonrió —. Yo soy
ese algui
—Yo ese otro alguien.
Agradecí al cielo cuando todos en la casa soltamos una pequeña carcajada.
—¿Qué tan lejos les queda «Golden Rainbow»?
—De mi trabajo, no muy cerca. Son cómo... Tres horas —dijo Verónica pensativamente.
Regina Amado asintió y dijo: —¿Te gustaría quedarte en mi casa? Así se te facilitaría. Yo
tambié conozco, eres enfermera en el hospital dónde trabaja mi futuro esposo.

Verónica también la reconoció en 10 segundos.


—¡No puede ser! ¡Eres la novia del doctor
Jeremy! Regina asintió.

201
—Vivo en una casa muy grande, como escuchaste: Macarena fue asesinada y pues, obvio
su ha quedó vacía. Y también estuvo un chico que se llama Gabriel, pero también se
mudó. Puedes u de las dos habitaciones. Si quieres.
Verónica nos miró a cada uno en busca de aprobación, sabía que ella estaba pensando en
que primera vez en que estaríamos lejos como familia, viviendo en lugares diferentes y
entonces, yo

—Mi trabajo y la universidad a la qué me presenté. El trabajo y la universidad de Santiago


o el c los niños...

—Puedo reportar a los niños enfermos —dijo mamá y luego empezó a caminar en
dirección a R Pero es que Golden Rainbow queda muy lejos, se nos dificulta mucho.

—Hay otro lugar —dijo Regina y mordió su labio —. Es en


Monty Sky. Monty Sky no estaba tan lejos, pero aún así todavía
nos quedaba lejos.
—Yo llevaría a los niños en el taxi —era difícil porque él tenía que salir a trabajar más
temprano devolverse para irlos a buscar era una tarea difícil, pero la propuesta estaba
hecha y ninguno d tenía ganas de buscarle un pretexto.

—Yo puedo coger el bus 003. No se llena tanto y me dejaría en la universidad, luego iría a
traba entonces iría a la casa.
—Diego me prestaría su moto si se lo pido —susurré y la chispa innegable de la
esperanza flore inmediato —. Y yo sí podría llevar a mis hermanos al colegio.

—¡Ya está! —Articuló mi padre y todos sonreímos, porque habíamos encontrado


ayuda. Porque dormiríamos en la calle.

—¿Podemos irnos ahora? —Preguntó Santiago, con el teléfono en su mano —. Ya


encontré un mudanza y dijo que estaría dispuesto a salir ahora sí se lo pedimos.

Regina no era quien tendría que responder, así que se limitó a vernos y cuando mamá
dijo:
—Sí —ella sacó su teléfono y llamó a Jeremy.

202
Capitulo 31

La casa en Monty Sky no era tan pequeña como me la imaginé, contaba con cuatro
dormitorios patio, uno bastante grande.
Eran las 11:30 de la mañana y en la casa todos nos habíamos ausentado de nuestros
deberes p las cosas en completo silencio, no nos mirábamos por un de un segundo sin
sentir esa agonía e nos obligaba a llorar.

Estábamos bastante agradecidos con el bondadoso corazón de Regina Amado, no


cualquier per de darte un techo donde dormir sin esperar nada a cambio, sin siquiera
tomarte una foto para todo el mundo su caso de caridad, porque tal y como no los dijo:
ella hacía eso por amor y no l negocios empresariales.
Monty Sky era una de las partes de San Félix más pequeñas y alejadas, tanto así que
parecía má pueblo como esos que salen en las películas gringas. Las casas estaban
separadas a una distanc la más cercana, había notado yo, quedaba posiblemente a 5
minutos caminando.
No podía dejar de pensar en eso, en si tener a un vecino tan distante era bueno o malo.
Estaba a tener a mis vecinos a tan solo un paso de distancia, pero lo cierto era que
estaba intentando verdadera excusa para quejarme. Intentando encontrar algo que me
haga pensar en vivir aquí idea y si no la hallaba, era porque realmente no existía.

Mi madre entró a mi cuarto y me pasó las herramientas necesarias para armar mi


cama, puse u cansancio porque había dormido muy incómodo en el colchón y ella
mostró su entendimiento diminuta sonrisa que decía muchas cosas y entre esas estaba
lo agradecida y tranquila que se s la señora Regina.

—Es un lugar bonito —dijo, mirando por la ventana que había en mi cuarto —. Incluso
más bon casa esa.

—Pero estamos muy lejos —susurré, diciendo lo que ella posiblemente pensaba.
—Montes de María lo estaba aún más —me recordó y tenía razón —. Y aún así vivimos
ahí muc Eso no significa que nos quedaremos aquí para siempre, la señora Regina
Amado puede ser mu todo, pero no es correcto abusar de ella.

—¿Quién está abusando de mí para demandarlo? —Preguntó la susodicha, entrando a


mi cuart puerta. Los cuartos de ésta casa sí tenían. Todos ellos.

203
—Buenos días, señora Regina. Llegó temprano —mi madre amaba a las personas
puntuales y sinceras.

¿Desayunó? —¡Graciela! ¡Por favor! —ella se acercó a mi madre y la besó en la mejilla


—. Deja de ser tan for conmigo, no soy una política de esas. Soy Regina Amado, una
Drag-queen por la noche y una e día, pero eso no me hace más que tú. Quizás soy
como Superman pero en mujer.

—¿La Mujer Maravilla? —Se atrevió a ofrecer mi madre, pero Regina negó con la
cabeza.
—Es más divertido ser un Superman transexual —ambas rieron y entonces Regina
agarró a mi hombros —. Mentalizate, eres mi amiga ahora. Soy Regina para ti, o Regi si
prefieres los diminu de "señora" o "doctora". Y otra cosa más, ustedes no están
abusando de mí. Esta casa es de ust si no les gusta entonces díganmelo y nos vamos
ya mismo para Golden Rainbow.
Mi madre era una mujer que agradecía cuando las personas eran dadivosas con la
familia, pero desconfiada y lo hizo ver con su siguiente pregunta:

—Nadie le regala una casa a alguien así como así, por favor, dígame... ¿qué quiere a
cambio? ¿T fotos y luego llevarlas a su empresa o las presentaría usted como muestra
del pago de sus imp

Regina asintió levemente.


—Por los impuestos —mi madre quitó su expresión de confusión y sonrió cuando
Regina lo hiz Grachi, tengo negocios. Muchísimos, mi difunto marido me los dejó cuando
fue asesinado y de tengo que pagar una serie de impuestos al gobierno. Entonces me
propuse a construir casas, a bienes raíces o simplemente a construir casas nuevas en
terrenos en buen estado.
»Esas casas pasarían a manos de familias necesitadas y así yo no pagaría impuestos.
—Lo hubiera dicho ayer así, señora Regina. Mi familia y yo no nos sentiríamos como
un caso de jamás. Estamos agradecidos con usted.

Entonces Regina sonrió y dijo:


—Pues demuestren su agradecimiento, dejen de pensar que están siendo abusivos
conmigo. Es pague mis impuestos ofreciéndoles ayuda a las personas que realmente lo
necesitan a estar lle bolsillo a políticos barrigones.

Mi mamá rio entre dientes y agarró a Regina para un abrazo que las mantuvo en
silencio por ca segundos.

—Muchas gracias —susurró débilmente mi madre, su voz ahuecándose porque estaba


a punto
—Otra cosa —dijo Regina —. Ustedes no van a salir en fotos porque no son un caso de

204
caridad, de esas personas que presumen falsamente sus buenas acciones. Si lo hacen
ya no son buenas
—Pero tiene usted que demostrar de alguna u otra manera que está cumpliendo con
su deber y tenía razón.
—Solo es necesario una firmas que demuestren que vivimos en la casa, mami.
Posiblemente re visita de algún representante legal de la alcaldía para verificar y él sí
nos tome fotos, pero como proyecto de la señora Amado, por supuesto no lo hará.
Asintiendo varias veces, Regina se me acercó y me dio un abrazo que posiblemente dejó
su per impregnado en mi camisa.
—Sí, ya él está aquí y también traje los papeles para que firmen y sellen de inmediato
que la ca pertenece —ella miró a mi mamá —. El señor Saúl quiere que usted lo haga.

—¿Ah?
—Él quiere que usted sea la propietaria de la casa, Grachi.
Mi madre miró con asombro a Regina, luego a mí y abrió la boca para decir algo, pero no
pudo llanto y terminó con las manos en la cara.

—Ya veo de dónde nací tan llorón —dije entre dientes.


Regina se acercó a mi mamá y la consoló, le decía cosas al oído que por supuesto yo
no oía y m ambas salían de mi cuarto, yo me quedé pensando muy seriamente en
esto.
Era increíblemente inverosímil la rapidez en la que Regina encontró un lugar para
nosotros o, m aun, que haya accedido sin pensárselo dos veces. Podía entender en el
mundo todavía había ge pero no comprendía como alguien hacía algo así, sin pedirte algo.

Y lo peor de todo, es que era cierto. Salí del cuarto, bajé las escaleras porque esta era
una casa pisos, y vi a los hombres que Regina había dicho. Uno era un representante del
ministerio públi gobernación y otro de la notaría.

Los tres hombres hablaban con mis papás y entonces, mi teléfono vibró en mi bolsillo y
cuando el nombre de McKenzie. Lágrimas de asomaron en mis ojos al instante.

—Daniel —su voz fue como un bálsamo para mí corazón.


—Jamie, ¿estás llorando? —Me alarmé cuando oí su hipar.
—Sí. ¿Estás bien? —Jamie esperó mi respuesta y cuando se la hice llegar, él respiró
como si lo h estado reteniendo —. Qué alivio. Daniel, no estás en tu casa.

—No, yo...
—Lo sé —susurró y podía jurar que había cerrado los ojos para reprimir su ira —. Mi
madre.

205
—Sí, ella.
—¿Dónde estás? Me escapé de casa... Yo... Quiero estar contigo, Daniel. Con tu familia.
Quiero s normal... Quiero dejar de soñar ya, quiero ser libre. Quiero que me prestes tus
alas. Y volemos

Llorando al por sus palabras, respondí:


—¿Sabes donde queda Monty Sky...?
—Estaré ahí —prometió y yo sonreí, porque sabría que vendría.

206
Capitulo 32

Cuando mi madre llegó de la calle con una gran sonrisa petulante y perfecta, supe que
todo su había ido por el desagüe de sus emociones cambiantes. Mirarla por más de un
segundo se se s incómodo y peligroso, así que preferí bajar la cabeza y observar el plato
en la mesa, que era má interesante.
—¡Sarah, Sarah! —Empezó a bramar, con una emoción que me alertó inmediatamente,
algo ha
Sarah, la empleada, apareció por la puerta, estaba agitada y sudada, probablemente la
pobre m estado corriendo para llegar hasta aquí.

—¿Dónde estabas, mujer? ¡Me has hecho gritar como vendedora de mercado! —Tanto
Sarah co se rieron, aunque la primera de ellas lo hizo más bien por compromiso con
su jefe que por hab gracia.

—Lo siento, estaba algo lejos de la casa —su postura, que había estado jorobada, se
enderezó c hacen los soldados cuando mi madre la miró con una ceja levantada —.
¿Necesita algo?

—No —su respuesta fue tajante y dejó a Sarah muda —. No necesito nada, Sarah.
—¿Entonces por qué la llamas como una loca? —Pregunté, lo que posiblemente quería
saber S miedo no se atrevía.

Mi madre me miró con insignificancia y como si apenas se hubiera percatado de mi


presencia. se volvió hacia Sarah.

—Como tú, yo y todos en está casa sabemos; Karina pronto se jubilará —levanté la cabeza
para Sarah, la mujer sonreía mientras veía a mi madre y hubo un destello en su mirada
que me hizo contento.

—Así es, señora, mi madrina se jubilará. Me imagino que usted me llama para saber si
hemos e buscándole reemplazo.
Mi madre aleteó el aire como si estuviera espantando moscas y sonrió, la hilera de
dientes perf blancos le daban un aura escalofriante debido a sus ojos, que estaban llenos
de falsedad e hipo

—Eso no es un problema ahora —lo dijo como si de verdad no le importara —. Lo


importante a es que tú madrina se jubilará. Yo, como su jefe, le tengo una sorpresa y tú
tienes que ayudarme que se dé cuenta.

207
—¿Una sorpresa?
—Sí —mi madre miró hacia todos lados, buscando muros en la costa. Me miró y joder,
no supe lo adiviné de inmediato. Había sucedido ya. Mi madre había usado sus tácticas
para alejar a Da
—, le compré una casa. Una casa muy bonita y contigo, más tardar mañana, la iremos a
ver y le compraremos algunas cosas. Cuando tu madrina se vaya, la llevaremos ahí y ella
vivirá cómoda casa propia y con un dinero mensual que le depositaré en su cuenta.
Tendrá una vejez digna de haber trabajado tanto.

Sarah se llevó una mano al pecho y otra a la boca que sirvió para amortiguar su
sollozo, mi ma de pie y con la hipocresía más grande del mundo, abrazó a la empleada y
luego le dijo le dijo al llegué a oír, pero que hizo sonreír a Sarah. La mujer agradeció
como si mi madre fuese un dios disparada a terminar sus deberes.
Cuando quedamos solos, le pregunté:
—¿Dónde compraste la casa?
—¿Es importante? —Hubo un cinismo en su voz que antes me hubiera inmovilizado,
pero ahor me preocupó —. Si no le dices ahora mismo, lo averiguaré con el chófer y él
me dirá. Sabes que

—Repito: ¿Es importante?


—Lo es. Sí, es importante. Quiero saber dónde vivirá Karina.
—¿Por qué tanto interés ahora? —Otra vez ese tono de voz que hubiera sido mi
ultimátum.
—¡Dime! ¡No te estoy amenazando con decirte que saldré y se lo preguntaré al chófer!
—Te prohíbo, que me grites.
—¡No tienes derecho a prohibirme nada! ¡Ya dañaste mi vida con tu locura! ¿Y pretendes
que te Ella se cruzó de brazos y me miró con una obsesión estremecedora.
—Antes no te parecía importante para ti Karina —el hecho de que no haya comentado
nada res dije antes, me hizo entender que realmente el daño había sido causado a la
familia Castro.

—Ha trabajado aquí tanto tiempo que le tengo cariño —le contesté y entonces me puse
de pie.
—¿A dónde vas?
—A cualquier lugar menos en dónde tú estés. No quiero respirar tu mismo aire.
De inmediato, me arrepentí de mis palabras y volví mi mirada hacia la mujer que me dio
la vida en el instante que me lanzó el vaso de lleno de jugo, que una vez intentó

208
quitármela y aunque n físicamente, sí lo hice emocionalmente y en este caso, se podía
resucitar y con los Castro Oliver hecho.

Resucité.
—¿Se te olvida qué soy tu madre?
—¿Se te olvida qué casi me matas y me convertiste en tu maldito títere? Pues, escucha
esto, ma más. Se te acabó el show.
Me sequé la ropa húmeda del jugo con las manos y luego las sacudí en el aire, las gotas
cayero carísima alfombra persa y mi madre se alarmó, corrió hacia mí con Intensiones
agresivas y ant pudiera llegar, salí corriendo.

Gritó cuando se dio cuenta que había mierda de perro en la alfombra. No me iba a
disculpar po zapatos en esa tela tan tentadora. Yo no tenía la culpa de que fuese
perfecta para limpiar mierd

...
Después que me bañé, le envié un mensaje de texto a Daniel y esperé por su respuesta,
pero e llegó. Así que decidí acostarme.
Como era de esperarse, la preocupación por Daniel y su familia no se iba, así que dormir
se est convirtiendo en un martirio, por lo que me puse de pie y salí de mi habitación en
dirección al cu Memo, mi hermano estaba profundo. No quise despertarlo, así que salí de
ahí y bajé las escaler poco de agua.
—Papá —dije, cuando lo vi.
—¿Mala noche? —Adinó, yo asentí levemente. Mi papá me pidió que me sentara a su
lado con hizo con su mano.

Obedecí de inmediato y sentí como cuando era más joven y nos sentábamos aquí a
hablar de lo superhéroes que leía, mientras comíamos galleta y tomábamos leche tibia
con azúcar.

—¿Qué sucede?
—Creo que mi mamá ha lastimado a la familia de Daniel.
—Oh —Mi papá me miró y dijo: —¿Crees que eso tenga qué ver con lo que compró?
—¿A qué te refieres? —Sabía que él hablaba de la casa.
—De la casa —susurró mi papá y entonces me mostró una foto de mamá en el celular.
Dicha foto, había sido tomada por el chófer, en esta se veía a mi mamá de pie en la casa
de Dan lado había una mujer gordita y pequeña.

—Sí lo hizo.

209
—¿Qué? —Mi padre dejó que la pantalla se apagara y yo puse mis dedos en ella para
volverla a
—Mira la foto, papá. ¡Es la casa de Daniel!
—Dios santo.
—¡Compró la casa de Daniel! Papá, ¿me oíste?
Mi papá se llevó los dedos a la nariz y luego abrió la palma de su mano para sobar
todo su rost
—Estoy agotado, hijo. Tu madre me tiene muy agotado. Ni siquiera recuerdo la vez que
descan
—Yo sí —fui sincero, porque papá tenía que entender lo importantes que eran Daniel
y su fami
—. Cuando dormí en esa casa, con los Castro Olivero, yo sentí que había nacido allí. Con
ellos s era despertar y pensar que seguía soñando.

Mi padre sonrió y entonces al igual que yo, nos volvimos hacia la entrada de la cocina
cuando o ascensor sonar, luego el sonido hueco que hacían las muletas sobre la
baldosa. Memo apareció nosotros.

—¿Qué hacen despiertos? —Preguntó, bostezando.


—Alisha —dijo nuestro padre en respuesta mientras veía a Memo con tristeza, agarré
su brazo
—Tú no tienes la culpa —él supo de lo que hablaba y Memo, al parecer, también.
—No, no la tienes, papá. Esa loca sí. No entiendo por qué no la dejas y la metes en un
manicom
—No puedo —susurró mi padre —. Alisha es dueña absoluta de la empresa, sin ella no
funcion
—Sé que esa no es la razón real, papá. Mi mamá me la dijo —Memo confesó.
Mi padre bajó la cabeza y asintió levemente, la curiosidad por preguntar picaba mi
lengua, pero afortunadamente fue papá quién lo dijo, antes de que yo lo hiciera:
—¿Qué te dijo? —No le dio tregua para responder —. ¿Qué los McKenzie adoptaron a
mi famili eran buena gente y luego nos casaron a su hija y a mí por qué sabían que la
tipa estaba loca y n quería?

—Sí. —Dijo Memo, acercándose a nosotros para sentarse.


—No entiendo. —susurré y tragué saliva para alivianar el nudo que se formó en mi
garganta al Daniel desamparado.

210
—Mis padres: Duván Osorno y Catalina Turbay, fueron adoptados por la familia de
Alisha: Amy McKenzie; ellos acogieron a mis padres y les dieron trabajo. Incluso el señor
Adam hizo que mi quitara ese apellido.

—¿Por qué?
—Mi papá era de un orfanato y ese apellido se los pusieron allí. Mi mamá también era
de un or Misma historia del apellido.
—No sabía eso, pa —le dije y no sentí rabia ni celos al enterarme ahora cuando Memo
ya lo sab contrario, entendía muy bien las razones de papá: yo no podía saber eso
porque lo habría dich
—Cuando mis padres fueron adoptados y me refiero a que les pusieron sus apellidos y
los casa iglesia. Con el tiempo, la gente empezó a tratarlos como si siempre fuesen de
apellido McKenzi Entonces...

—¿Qué?
—Mis padres tuvieron dos hijos. Mellizos. Los verdaderos McKenzie no podían tener
hijos. Mis criaron un varón como suyo, ellos, una hembrita...

—No comprendo.
Mi papá se llevó las manos a la cara y empezó a llorar.
—Alisha y yo somos hermanos y estamos casados. ¿Entiendes?
El mundo dio vueltas a mi alrededor, las cosas estaban borrosas y sentí náuseas. Un
gorgojo ác mi estómago y cuando llegó a mi garganta la amargura de su sabor me
llenó la boca y con un lí caliente, terminé vomitando en el suelo.

Mi padre se levantó para ayudarme, pero su mano derecha me tocó el hombro y yo la


aparté vi mirándolo con odio y asco.

Muchas cosas empezaron a ser comprendidas para mí, la unión tan íntima y
enfermiza que sen él, la manera en la que él le hacía caso y temía cada vez que se
mencionaba el nombre de mis a

Lo entendía todo.
Salí corriendo de la sala y subí a mi cuarto, rápidamente agarré la maleta de mi clóset y
la abrí, que cupo en ella y luego busqué la otra, qué también llené al tope. Toda mi ropa
estaba pésima acomodada, pero no había ni un trapo en los percheros.
Busqué con mi mirada hasta que encontré una tercera maleta, la cuál llené de mis
zapatos y sa dirigí a la mesita de noche y agarré mi celular, llamé a Daniel y su teléfono
se fue a buzón de voz.

Memo tocó la puerta, sabía que era él por la forma en que lo hizo.

211
—¿Jamie?
—¿Por qué nunca me lo dijiste?
—No estaba en mí.
—¡No estaba en ti! —Grité y luego recordé las palabras de Daniel: "en mi familia ponemos
el am primero. Es lo más importante". Cerré los ojos, respiré y me tranquilice de
inmediato. —Lo sien

—No te preocupes.
—Mis papás son hermanos. —Terminé sentado en la cama.
—Si te sirve de algo, la mía era una prostituta —él se me acercó —. Tuve que
someterme a cua de ADN para verificar que realmente yo era hijo de mi papá. Eso
se escuchó raro.

Me reí entre dientes.


—No sabía que tu mamá era trabajadora sexual.
—Yo menos —lo miré confuso —. Lo comprendí cuando crecí. Ella dejó la
prostitución cuándo empezó a hacerse cargo de mí.

—No entiendo.
—Te explico: mi mamá y nuestro papá se conocieron en el bar en el que ella trabajaba,
cogiero veces porque habían clientes que se encantaban con ella. Luego mi papá la volvió
como su —a mucho decir la siguiente palabra —puta personal. Ella dejó de frecuentar
clientes. Solo lo veía a si no tenían sexo porque estaba trabajando mucho él le mandaba
su dinero y algo más. Mi mad embarazada.

—Sospecho que naciste sin él al lado.


—No —dijo entre risas —. Mi papá estuvo conmigo todo el tiempo, pero con
desconfianza, clar creer que una prostituta estuviera embarazada de él; un hombre rico.
Aún así, la acompañó tod hasta que nací.

—Y te hicieron pruebas de ADN.


—Cuatro, para ser exactos. —Él miró mi clóset vacío y las maletas llenas —. ¿Qué es
todo esto?
—Mi ropa. Me voy de aquí.
—¿Piensas dejarme aquí?
—¿Vendrías conmigo? —Él sonrió.
—¡No podemos irnos sin el perro! ¡Titán!

212
Y entonces, salió de mi cuarto. Me tiré a la cama y empecé a
llorar. No supe cuando me quedé dormido.
...
Me desperté con el perro y Memo a mi lado, cuando vi el teléfono, estaba cerca de ser las
12 de vi que había un mensaje en mi celular que el número de Daniel ya estaba
disponible. Lo llamé y respondió al instante.

Oír su voz me llenó de paz, pero también sentí tristeza cuando me dijo que no estaba en
su casa, tuuve que mentirle para que me lo dijera.
Monty Sky estaba lejos, pero podía llegar.

213
Capitulo 33

Cuando vi a Daniel de pie en la terminal de transportes, no me importó nada más que él.
Sus bellos ojos azules me miraron tan intensamente que sentí que estaba en el cielo.

Nos acercamos, sonrientes y concentrados únicamente en nosotros dos, ignorando


todo lo que nos rodeaba.
—¿Estás bien? —Preguntó, y hubo un tono bastante gélido, como si mi madre hubiera
sido cap más de lo que estoy y él estuviera decidido a tomar cartas en el asunto.

—Sí —fue más un soplido que una respuesta, Daniel le agarró y me acercó a él.
—¿Te gusta Monty Sky? —Le pregunté, notando que el ruido acá era más intenso que
en Villa A esta era una ciudad costera y había mucho movimiento turístico.

—Es lindo —dijo Daniel y respiró hondo —, huele a libertad.


—¿Huele a ti? —Lo dije porque era lo que sentía. Daniel se apegó a mí, se empinó
como un niñ agarrar su juguete de un lugar alto y viendo que yo no hacía ni el más
mínimo esfuerzo para in jaló del suéter y me besó.

—Quería hacer esto desde que llegaste —susurró, cerca de mis labios, para responder sin
nece palabras, le devolví el beso. Yo también quería hacer lo mismo.

...
Era de esperarse que todos los familiares de Daniel me recibieran con los brazos abiertos,
hubo amabilidad, tanta cercanía y tanto amor en su trato, que me creí libre de no
pertenecer a la fam McKenzie, por culpa de mi madre ellos habían pasado un cruel
momento, pero aquí estaban, re como si nunca hubiera pasado nada.

La señora Graciela me preguntó si yo había comido algo y apenado de decirle que no,
tragué sa Memo quién se adelantó.

—Ninguno de los dos hemos comido —susurró y luego bostezo —. Ni dormido.


Ella nos preparó rápidamente unos sándwiches de queso con limonada y entre Memo y yo
nos rápidamente, en completo silencio. Luego me puse de pie y pedí disculpas para ir al
baño, me i donde se encontraba y cuando me encerré en él... Pude llorar.

Lloraba porque me sentía conmovido y furioso al mismo tiempo, estás personas eran tan
increí buenas que no se merecían sufrir y mucho menos por culpa de mi mamá.

214
Alguien tocó la puerta y me aparté para ver quién era, pregunté:
—¿Quién es?
—Soy yo —dijo Daniel y entonces tuve la fortaleza de abrir la puerta y el descaro de no
limpiar lágrimas.

Cuando me vio llorando se abalanzó sobre mí y terminamos en el suelo, con él encima.


—¿Qué te pasa? —Preguntó, preocupado. Entonces pateó la puerta, por lo que se cerró
de inm
Daniel se puso de pie y yo no pude mi siquiera moverme del todo, solo tuve fuerzas
para queda con la espalda pegada en la puerta. Viendo que no tenía intensión de
moverme, mi novio se sen regazo, pegando su pecho al mío y tomándome la cara con
sus delicadas manos.

—¿Quieres hablar?
Asentí levemente y entonces empecé, le conté todo lo que había descubierto y como
saber que eran supuestamente hermanos me afectaba. Toda mi vida había sido un
engaño, una mierda to

Pero mientras más hablaba, más comprendía algunas cosas. Como el hecho de que en
la casa n siquiera una foto de mis abuelos por parte de mamá, nunca me hablaron de
ellos.

Mi padre había dicho que las personas que conozco como mis abuelos eran los padres
de él y e los de mamá, que los señores que criaron a mi madre en realidad no eran
sus verdaderos padr confusión de todo esto me revolvió todo el estómago, pero no sentí
ganas de vomitar. Solo un i

Daniel besó mi frente.


—Esto me ha dejado sin palabras y la situación que tengo en estos momentos en mi vida
tambi imposibilita —susurró cerca de mi cara —, pero siento que debes hablar con un
profesional. No lidiar con esto. Pero, ¿Tú estás seguro?

—¿De qué?
—De que... —a él le costó decirlo —tus papás son
hermanos. Me reí entre dientes y negué con la cabeza.
—Eso dijo mi papá, pero quizás lo quiso decir de manera figurada. Él creció viviendo ahí,
despu A lo mejor creció con el pensamiento de que ellos eran hermanos.

Pero yo sabía perfectamente que no era así, mi padre me había explicado muy bien
todo. Me h la pareja McKenzie tuvo una bebé que falleció y luego prácticamente le
arrebataron su hija a mi esa niña la criaron como si fuera suya y le dieron su nombre y

215
apellido.

Quería saber por qué mis abuelos habían permitido tal atrocidad, pero ya eso sería darle
más l
—Quiero dormir —gimo y Daniel se puso de pie, estiró su mano y yo la cogí.
Cuando estuve de pie, caminamos hacia afuera y luego subimos unas escaleras, él
bromeó sob no alcancé a oír lo que dijo, pero sí oí su risa y fue suficiente elixir para
sanar una herida en mi Cuando llegamos al que supuse que era su cuarto, me acostó
en la cama y luego se puso a mi l

—¿Quieres algo para tomar?


—No —dije y me hice a un lado —. Solo quiero que te acuestes a
mi lado. Él lo hizo.

216
Capitulo 34

McKenzie dormía profundamente, el agotamiento emocional lo había obligado a


permanecer a que me había contando parecía haber sido sacado de una serie televisiva
hecha en Turquía, la s tan inverosímil, pero tan dolorosa al mismo tiempo.
Cuando oí su confesión, quise aferrarme a la idea de que me mentía, pero la manera en
la que vieron cuando yo no dije nada, me hizo resbalar y caer en el piso de la realidad.
Él no me estab no había razones para que se creara una historia de esa índole.

Me levanté de la cama y salí de mi habitación, mientras bajaba las escaleras, me di


cuenta que invernal aun estando dentro de la casa y quizás se debía al extraño silencio
que había. Cuando escaleras y entré a la cocina, vi un papel pegado en la nevera, siendo
sujetado por un imán en f gallina.

Lo desprendí:
"Hola, Dani, Jamie. ¡No sabíamos que en Monty Sky empezaba una feria justo hoy! Así
que le dij "¿Vamos?" Y pues, si no nos ves, ya sabes la respuesta".

Con amor, Memo.


Me reí entre dientes y entonces sentí las manos frías y suaves de Jamie en mi espalda,
me estre frialdad de sus manos.

—Me asusté mucho cuando no te vi, me asusté cuando ni siquiera puede reconocer
este lugar.
Agarré las mejillas de Jamie y las acaricié, una media sonrisa se avecinaba en sus labios y
contin caricia hasta que finalmente lo conseguí.

—No tengas miedo, MK —el apodo encendió algo en mi corazón y seguro se lo


transmití a él, p sus ojos cuando rio.

—Estoy enamorado de ti, Junior.


—Yo estoy enamorado de ti, McKenzie.
Ambos nos miramos fijamente, con sonrisas bobaliconas y no supe en qué momento
terminé s encimera de la cocina, pero reaccioné cuando los labios de Jamie me
empezaron a besar salvaj besos voraces y llenos de desesperación, como si de repente
tuviera una idea en su cabeza en l estuviera enfocado, una idea en la que se torturaba
así mismo, diciéndose que por culpa de su a perder.

217
No entendí porque estaba pensando en esas cosas mientras entregaba todo lo que podía
en un más que le daba la espalda a aquello, más me obligaba a pensarlo.
Jamie metió me apretó las caderas, susanos se sentían firmes, pero suaves. Me obligué a
abrir l él se acomodó de inmediato, en mi muslo, sentí la erección de Jamie.

—Daniel, no me dejes, por favor —imploró, su voz, llena de pánico.


—Nunca lo haría —respondí, moviendo mi pie para frotar el bulto en los pantalones de
Jamie.
McKenzie gimió, volvió a besarme y entonces yo metí mis manos dentro de su camiseta,
la calid era impresionante, dado que sus manos parecían un témpano. Él continuó
besándome, pero se camisa y reveló su escultural cuerpo.

Jamie parecía haber sido dibujado por los dioses, no tenía ni siquiera el más mínimo
defecto en Todo estaba muy bien formado, su piel era aceitunada, suave, tenía un olor
florar que parecía s
Lo acerqué más a mí cuando lo agarré de los hombros y lo volví a besar, éramos más
agresivos aunque admito que también había un toque desbordante de amor y respeto
en el desesperant

Jamie me agarró por las caderas nuevamente, me levantó como si yo tuviera el peso de
una caj me vi obligado a rodearlo con mis piernas alrededor de su cintura, mis brazos lo
abrazaron por todo eso pasó fugazmente, ni siquiera interrumpió el beso que nos
estábamos dando.

Jamie empezó a caminar, todavía seguía pegado a mis labios y la impresión se apoderó
de mí c sentí subir las escaleras con la misma facilidad, viendo que quizás podíamos
tropezar y caer, m él, pero no quise bajarme, se sentía bien estar aquí.

—¿Eres un bebé? —Me preguntó tiernamente, yo no pude articular palabras y lo besé


en los la volver a mirarlo a la cara.

Cuando subió los 11 escalones, entró a mi habitación y me acostó en la cama, yo


instantáneam piernas y él se acomodó en medio de ellas, en esa posición, sentí la
erección de Jamie mucho m cuenta de que él era enorme.

A pesar de los besos, caricias y demás, yo sabía que no íbamos a tener sexo, lo sabía
porque ni estábamos listos para un paso tan grande como ese, y menos ahora que la
situación no estaba debería estar: en la tranquilidad.

Jamie se alejó de mí —¿Puedo? —preguntó y yo lo miré confundido.


—¿Puedes qué?
—Besarte el cuello, el pecho, tocarte —el hecho de que Jamie me haya pedido permiso
para ha como eso me dejó estático y sin palabras, tragué saliva y él, pacientemente,
esperó.

218
—Sí —gemí.
Y entonces Jamie se acercó a mí cuello, lo olió y me hizo reír cuando sentí su cálido
aliento, él también río entre dientes. Fue bajando por mi pecho mientras me daba
besos y luego se detuvo en mi omb beso. Jamie volvió a subir, continuando todavía con
su ronda de besos y luego picoteó mis labio centenar de veces.

Jamie metió sus manos detrás de mí espalda y me jaló a su cuerpo, luego se acostó él en
la cam yo quedé encima de él. Sus manos me acariciaron por toda la espalda, por mis
brazos, por mi c pasaron incluso hasta mis caderas, pero nunca pasaron más allá.

Había un respeto bastante impresionante, Jamie había solicitado mi permiso nada más
para toc mi cuerpo que él ya había tocado antes, pero quizás lo había hecho esta vez
porque era más íntimo.

—Tócame, Jamie —le susurré detrás de un beso.


Él me miró con una dulzura que me transportó de inmediato a otro universo.
—Me da miedo —lloriqueó.
—¿Por qué?
—Me da miedo perderte —él me abrazó más fuerte y metió su nariz en mi cuello.
—No me vas a perder —le prometí —. Recuerda que ahora tenemos las mismas alas y si tú
vue contigo en el cielo y si nos caemos, volveremos a intentarlo hasta que solo
aterricemos en lugar seamos felices.

—Aquí —lo dijo con tanta naturalidad —. Aterricemos aquí siempre. Con tu familia yo soy
feliz. soy feliz.

—Nosotros también sentimos lo mismo cuando están aquí —él sabía que me refería a
Memo y a Titán.
Nos íbamos nuevamente a besar, pero el celular de Jamie sonó y cuando yo lo agarré
debido a más cerca, fruncí el ceño.

—¿Es mi mamá? —Me preguntó.


—No —le dije en respuesta y le mostré la pantalla del celular —, es tu padre.
Él se quedó callado, viendo el nombre en la pantalla con el ceño fruncido, respiró hondo
y me q teléfono de las manos, apretó en contestar y colocó la llamada en voz alta.

—¿Qué sucede? —Indagó, como si estuviera hablando con un amigo que no le caía
bien.
—Es tu madre, Jamie —su padre no parecía contento cuando dijo eso.

219
Jamie puso los ojos en blanco y estaba por colgar, pero la voz de su padre lo detuvo:
—Esta mañana... explotó todo.
—¿A qué te refieres?
—¡Es difícil decir esto por teléfono! Pero no soy una persona que se anda con rodeos, así
que e madre recibió una visita de un abogado: Dante Flórez.

—Sí, lo mandé yo —dijo McKenzie, entre dientes.


—Eso nos dijo él, dijo que querías retirar la tutela, tu madre enloqueció y empeoró
cuando se d no estabas en casa, ni tú, ni Memo, ni Titán. Ella se volvió loca.

—¡Oh, Dios mío! —Exclamó Oliver, preocupado.


—¡En todas esas yo me quedé hablando con el abogado, muy avergonzado por la
actitud de tu hombre lanzó un gemido que se prolongó por diez segundos que
parecieron horas —. Le busq que me pidió, dijo que quería verlos.

—¿Ella accedió así tan fácil?


—Puso problemas, obviamente. Llamó a su pero este estaba en Brasil, aún así la asesoró
por lla Jamie me tocó la espalda y se aferró a mí, como si yo me hubiera a ir y estuviera
evitando que e
—. Ella accedió a darle los papeles a tu abogado.
—Quiero que vayas al grano —pidió Jamie, ya viendo que las cosas más horribles se
estaban av Parecía como cuando estaba por caer una tormenta y el cielo nublado junto
con los truenos, es el aviso.

—Él miró esos papeles y dijo que parecían no tener validez legal —el padre de Jamie se
quedó Jamie frunció el ceño y se tapó la boca.

Viendo que nadie decía nada, yo pregunté:


—¿Eso que significa?
—Dani, estás con él —no fue una pregunta, más bien fue una afirmación que llenó de
tranquili si me seguía por su relajado tono de voz, ya que el de antes tenía dudas —.
Significa que Jamie bajo tutela.

Hubo un momento en el que me desconecté de todo, más aún cuando Jamie me bajó
suaveme y se puso de pie y lo vi intentar respirar, pero no podía.
Me levanté para agarrarlo y su cuerpo entero temblaba, había incluso perdido la calidez
y fue remplazado por un sudor frío.

—¿Cómo es eso? ¿Estás seguro? —Gritó al teléfono.


—No lo sé —respondió su padre y lloriqueó como niño chiquito —. ¡Pero tu madre...!

220
Oh, Jamie todo eso y puede ir a la cárcel en caso de que mejore.

—¿A qué te refieres?


—¡Ella falsificó documentos en donde te tomaba bajo tutela porque supuestamente te
habías intado suicidar! Jamie, solo me bastó soltar algunos billetes en el hospital dónde
estuviste para saber e motivo de tu hospitalización. Me enteré que habías tomado
pastillas para dormir y que luego te metido en la piscina.

—No fue así —logró decir McKenzie.


—Lo sé —dijo el hombre y se sintió el cansancio en su voz, incluso desde una llamada
—. Jamie escuchado muchas cosas en menos de 24 horas.

—Yo también —concordó su hijo.


—Mira, Jamie, yo enfrenté a Alisha y me confesó que todo era cierto —el señor Liam
se quedó luego continuó: —. Entonces le dije que era una vieja loca que merecía estar
encerrada y me ab

—¿Qué pasó, papá? ¿Por qué necesita ella mejorar? —el hecho de que Jamie dijera
"ella" en lug "madre" me hizo estremecer.

¿Podía uno llegar a odiar a la persona que nos dio la vida?


—Jamie tu madre se apuñaló. Yo salí de la casa para el tomar algo y luego recibí una
llamada de empleada. Me dijo que había encontrado a tu madre en el suelo de la cocina,
sangrando y con la mano. Tu madre volvió a intentar suicidarse.

221
Capitulo 35

McKenzie y yo caminábamos en dirección al paradero de autobuses para dirigirnos hacia


la ter transportes, habíamos dejado una nota en el refrigerador y yo solo esperaba que
se entendiera escribí rápidamente y mi letra estaba a nada de parecerse a los jeroglíficos
egipcios.
McKenzie caminaba como si sus pies se estuvieran quemando y tenía que cruzar rápido
para ev dolor, yo lo seguía de la misma manera, buscando palabras que decir, hasta que
se quedó de p y terminó arrodillado en el suelo, llorando.

—Esto es mi culpa —él gimió, yo me agaché a su lado y puse su cabeza sobre mi


hombro.
—No tienes la culpa de las decisiones de tu madre.
—Las tengo —articuló, en mis brazos, Jamie parecía estar hecho de vidrio, porque sentía
como mínimo movimiento que hiciera lo rompería —. Ella me avisó.

Tragué saliva y me atreví a separar su cabeza de mi hombro para mirarlo fijamente, pedí
a los c rostro se viese neutro y no preocupado.

—¿Cómo qué te aviso?


—Me llamó, cuando bajaste. Me llamó —parecía como si lo acabara de recordar —. Yo
no le co porque sabía que me iba a joder la vida... Fue entonces cuando me mandó el
mensaje.

—Tu madre...
—Solo dijo que me iba a arrepentir —Jamie cerró los ojos, se veía cansado de nuevo y yo
lo bes labios, luego en la frente y en sus ojos.

—Vamos a ir a verla, ¿está bien? Ella se pondrá bien —prometí, aunque no estaba
seguro de qu hacer eso.

Jamie sacó su teléfono y buscó en la aplicación de taxis, pidió el más cercano.


—Ya vienen a buscarnos —me hizo saber.
—Jamie —exhalé un suspiro, me puse de pie y tuve que poner toda mi fuerza para
levantar a McKenzie.

¿Crees que le debemos avisar a tu hermano?


222
Él estuvo pensando en que responder por casi 50 segundos y cuando estuvo seguro de
hacerlo, cabeza.
—Ella no es nada suyo —supe cuánto dolor estaban cargando sus palabras —. Bueno,
quizás sí tía. Pero no, no se lo diré. Él ahora mismo se encuentra feliz en esa feria, no voy
a dañarle su m
Quise preguntarle por qué permitía que se dañara el suyo, pero no era correcto, así que
solo as levemente y abrí mis brazos, Jamie comprendió la señal y se acercó para
abrazarme.

Me alzó con un solo movimiento, sin poner mucho esfuerzo.


—Daniel, no sé sí es correcto esto, pero creo que te quiero.
—¿Crees? —hice un puchero, que él besó.
—No, estoy seguro —afirmó, sonriente.
—Yo también te quiero y como te dije antes, ahora tú y yo tenemos las mismas alas.
Me acomodé en Jamie, ya que me estaba resbalando y él me agarró más fuerte, nos
miramos s besamos, ahí, en la oscuridad de la noche y en plena calle.
Cuando el taxi llegó, Jamie me bajó y entramos de inmediato. Esto era precipitarse, lo
sabía bie Jamie estaba completamente desesperado y no podía negarme a acompañarlo.
—Mk —le dije cuando el señor del taxi empezó a conducir en dirección a la terminal
de transpo quieres duérmete en mi hombro. Yo te despierto cuando lleguemos.
Jamie agradeció por mi sugerencia y la tomó de inmediato, recostando su cabeza en mi
hombro ojos mientras lo acariciaba y yo le digne a llorar en silencio.

Me dolía ver a Jamie así, me dolía saber que en el mundo existía una persona cargando
con un le correspondía, con un problema que jamás fue suyo.
En mi vida había sentido odio, ni siquiera a mi padre biológico, que por poco convierte la
vida d en un infierno, lo odiaba. Pero a Alisha de McKenzie yo la detestaba, me sentía mal
al tener una diminuta de esperanza en la que ponía mucha fe: que ella muriera. Sabía
que estaba mal desea alguien, pero cuando una persona es en el mundo más tan dañina
como un virus, lo mejor era erradicara.
El hombre del taxi se estacionó en la entrada de la terminal, Jamie pareció llevar un
sensor, por inmediato se levantó y le pagó al hombre. Al bajarnos, se estiró.

—¿Sabes dónde están? —pregunté en voz baja,


calmada. Jamie asintió levemente.
—En el Berbel Bonny —lo susurró porque seguramente ese hospital le traía malos
recuerdos.

223
Cuando entramos en la terminal, Jamie compró los tickets para viajar hacia Villa Azul y
esperam sentados, en silencio, pero abrazados, la llegada del autobús.
Pasaron cerca de 30 minutos cuando el ayudante del conductor empezó a vociferar que
ya el vi Villa Azul estaba por salir, con Jamie nos pusimos de pie. Él puso en duda si subía
o no, pero cu hombre le indicó que lo hiciera rápido, McKenzie lo hizo y se sentó en los
puestos de atrás. Yo l

—Daniel, tengo miedo.


Quizás estaba mal decir esto, ya que no era de ayuda, pero lo hice:
—Yo también lo tengo.
...
Llegamos a Villa Azul cuando ya era de madrugada, mi teléfono sonó y vi que era mamá,
proba apenas estaban llegando y vieron la nota en el refrigerador. Contesté:

—Mami —ella se escuchó aliviada cuando suspiró.


—¿Cómo así que tuvieron que salir de imprevisto? ¿Pasó algo?
—Sí, mami —Jamie me miró, sudaba y sus ojos estaban medio cerrados y rojos por la
falta de s mamá de McKenzie se intentó quitar la vida.

Él cerró los ojos y una lágrima se deslizó por su mejilla izquierda, la limpié de inmediato.
—¡Padre Santo!
—Mami, tranquiliza a todos. Hazle saber a Memo que Jamie está bien y que volveremos
lo más posible, ¿bien?

—Sí, hijo, sí. Espero que esa mujer esté bien, que no le pase nada. ¡Qué horrible! Dani,
Dani, te Cuida también de McKenzie, por favor. Sabes que es muy frágil, cuando terminen
tráelo a la cas quede con nosotros. Tráelo, por favor.

—Eso haré mamá —le aseguré y agarré la mano de Jamie, que


posteriormente besé. Mi madre colgó la llamada.
—Una vez prometí algo —no esperé que Jamie hablara —. Prometí que te haría la
persona más mundo, porque amé tu sonrisa desde el primer día. Así que Jamie, vas a salir
de esta y cumpliré
¿Vale?
Jamie quiso sonreír, pero no lo logró y solo asintió levemente. Me besó con dulzura y
entonces capaces de entrar al hospital Berbel Bonny.

En la recepción, Jamie preguntó por su madre, la mujer muy amablemente le indicó en


dónde p y mientras entrábamos al ascensor, vi a una hermosa mujer idéntica a mi madre,
solo que más bajita.
224
—Ella se va poner bien —le aseguré a Jamie, que ahora temblaba.
La mujer nos miró y sonrió —¿A qué piso van?
—14 —le dije con una media sonrisa.
—Yo también —dijo la mujer, presionando el botón —. ¿Tienen algún familiar ahí?
—Mi madre —dijo Jamie, con los ojos cerrados y respirando entrecortadamente.
—Yo a mi ex cuñado. Esta muy mal. Cáncer en etapa terminar. No tiene familia, solo a
mí.
—Ya veo —contesté, pensando en la similitud de la mujer con mi madre y en lo que nos
acaba podía relacionarla con la mujer que había llamado a la casa hace un tiempo
diciendo ser mi tía, casualidad de esa magnitud podía ser posible.

Jamie puso su cabeza en mi hombro y yo acaricié su espalda lentamente, en círculos. La


mujer asombrada ante nuestra demostración de afecto y luego carraspeó, incómoda.

—¿Son hermanos? —nos preguntó, como si no supiera la respuesta.


—Novios —respondí, contento de recordárselo.
—Lo imaginé —murmuró débilmente —. ¡Qué ascensor
tan lento! Ni Jamie ni yo respondimos a eso.
...
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Jamie vio a su padre sentado en la sala de
espera, cabeza con las manos y nos dimos cuenta que dormía. Lentamente, nos sentamos
a su lado, ca las sillas que estaban en sus costados.

Jamie tocó suavemente la cabeza de su padre y este la levantó de inmediato.


—¡Jamie! —Exclamó, como si no estuviera esperando.

—¿Cómo está?
—Mucho mejor —su voz fue tan poco audible que por un momento creí que la había
imaginad
—¿Con quién viniste? —Jamie me señaló, el señor Liam me tomó por el cuello y me
abrazó —. susurró.

225
Cuando me soltó, yo le mostré una sonrisa que decía mucho más de lo que podía
articular.
—El cirujano dijo que está fuera de peligro —el señor Liam se rascó los ojos.
—¿Cómo es eso de la tutela? —Jamie hizo la pregunta tan lentamente, que pareció estar
apena a hablar en español.

226
—Nunca pasamos por un juez cuando se te impuso esa tutela —él me miró y luego a
su hijo — que esos documentos eran falsos. ¡Ese hombre apenas los vio y lo afirmó así
nada más! ¿Puede tenían ninguna validez legal. La que tenía tutela era tu madre. Yo era
su tutor. Sin saberlo, ¿pue

—¿Cómo ella planificó todo eso? —Mi voz hizo eco en toda la sala de espera.
—Asesoría de su abogado, me imagino.
—¿Estás consciente de que tu mujer es un peligro? ¡Puede ir a la cárcel!
—No irá —respondió con una risa hueca —. Muchas cosas están saliendo a la luz,
Daniel. Alish había estado recluida en un hospital psiquiátrico y nosotros no lo
sabíamos.

Cuando Liam miró a su hijo, este abrió los ojos, sabiendo algo que nos explicó así:
—¿Cuándo decía que viajaba para Argentina a visitar a sus amigos?
—Al parecer —el padre de Jamie hizo crujir su cuello cuando movió la cabeza de atrás
hacia ad Entraba voluntariamente, por lo que podía salir cuando quisiera. La cuestión es
que esos docto atendían tienen acceso a su historial clínico y supieron inmediatamente
que intentó suicidarse. visita que Alisha haga en cualquier hospital dentro del país, se le
notifica a esos doctores.

—Por eso iba a médicos particulares —adivinó Jamie. Liam asintió.


—Sí, ellos no tienen vinculación con ese Psiquiátrico. La cuestión es que ellos se
enteraron e inmediatamente vinieron porque había una autorización firmada por Alisha
de que si intentaba muriera o sobreviviera, desenterraran todo y se lo dieran a su familia.
Cosa que sucedió.

»Se supo todo. Alisha tiene esquizofrenia paranoide. Yo era su tutor legal desde que nos
casam había intentado suicidarse y hecho muchas cosas que la hicieron una incapacitada.
Luego nació no podía vivir con la idea de que había embarazado a mi propia hermana.
Alisha se enteró de n parentesco después del nacimiento de Jamie, ella nunca lo supo.

»Se negaba a dejarme porque decía que si Dios había permitido nuestra unión aún
cuando éra era porque tenía un propósito divino. Y yo no lo iba a echar perder. Se
obsesionó conmigo por más aún sabiendo que yo era su tutor y si no me tenía cerca, no
podía controlarme a su antojo legalmente tiene que ser lo contrario, ¿no?
»Bueno, no. Un tutor legal esta para proteger, no para dañar. Que era lo que le hacía
Alisha a Jamie.
—¿Qué sucederá ahora? —preguntó Jamie, todavía procesando la información.
—No lo sé, Dante está haciendo todo ese papeleo con mi abogado. Lo llamaré más tarde
y le pr La mujer que había estado con nosotros en el ascensor salió y se acercó.

223
—¡Señor Liam! —Dijo y le tendió un vaso de café humeante —. Veo que está con
familiares.

Él señaló a Jamie —Sí, es mi hijo —entonces me señaló a mí y con total naturalidad, dijo:
—y mi yerno.
La mujer está vez no pareció incomoda.
—Por lo menos ellos vinieron a verle a la primera llamada —comentó, exasperada —.
Yo he lla una loca a mi hermana y esa mujer, aunque vive aquí, ni siquiera se acerca a
visitar a su ex mar ya le dije que él quiere ver a su hijo antes de morirse! ¿Acaso no
siente remordimiento de un m
¡Yo cómo buena cristiana estoy aquí! Esa Graciela es...
—Se considera buena cristiana y aún así, está hablando mal de mi madre —me puse de
pie, fru ceño —. Soy Daniel Castro Olivero, mucho gusto, tía Teresa.

224
Capitulo 36

—Yo sabía... yo sabia que esos ojos los había visto en algún lado —gimió Teresa,
llevándose un cabello, casi tan rubio como el de mi madre —. Eres tan idéntico a ella...

Me abstuve de comentar algo al respecto, solo asentí y tratando de no sonar tan


descortés, respondí:
—Usted debería cuidar su lengua —le dije y ella se avergonzó cuando su piel se tornó
roja y rio dientes, con una mano tapando su boca.

—A veces a una se le escapan palabras así —lo dijo como si excusándose tan
patéticamente fue para hacerme olvidar su falsedad.
—De todas maneras... ¿Por qué he estado llamándolos a la casa y me dicen que ahí
no vive nin Graciela? ¡No me digas que se me ha estado negando!

Yo negué con la cabeza, aunque estaba a un solo movimiento de cabeza para decirle que
sí y as ser tan chismosa, pero no era correcto, no en este momento donde estábamos
tan preocupado

—Nos hemos mudado, es por eso —ella asintió como si le costara creerme —. Todo
fue inesperado.
—Ya veo... ¿A dónde se fueron? ¡Mira que Reynaldo quiere ver a su hijo...! ¡a Santiago!
—Dudo mucho que él quiera verlo —respondí, porque a eso no podía mentir ni buscar
excusa.
Hubo un momento en el que creí que mi tía me respondería, pero negó con la cabeza,
quizá rindiendose o cansándose de mi actitud tan renuente, sobó la espalda del señor
Liam y entonces se fue, alejá nosotros con pasos bastante suaves, como si estuviera
esperando que la llame porque había ca opinión.

No sucedió.
Jamie suspiró y me volví a verlo, el poco tiempo que habíamos dormido estaba
reflejándose en cansada.
—Creo que has sido un poco grosero —intervino, no queriendo regañarme, aunque su
tono de contradijo.

—Lo sé —susurré, con los ojos cerrados, McKenzie tragó saliva y se acercó a mí, pese a
que hab viajado cerca de 9 horas, él todavía conservaba su aroma exquisito,

225
convenciéndome de que re natural —, pero es que me da tanta rabia que ella... quiera
obligarnos a venirlo a ver cuándo no

Me di cuenta demasiado tarde que había dicho algo inapropiado, así que abrí los ojos
para ver las reacciones de los hombres y todos dos me miraban de una manera
completamente inexpresiva hubiera extraído un pensamiento que se negaban a
verbalizar.
—¿Consideras que Alisha no merece este tipo de atención? —Si Jamie tenía dudas para
pregunt no.

Lamí mis labios y terminé por taparme los ojos con las manos, intentando tranquilizar
mis nerv estaban cada vez más incesantes.

—Creo que no debí haber dicho eso —balbuceé, al borde de las lágrimas —, lo siento.
—No tienes que disculparte, el rencor existe, Daniel —observó el padre de Jamie y me
tocó el h lo que no resistí la necesidad de ver su rostro —. ¿Sabes que decía Nelson
Mandela? Que el ren como tomar veneno y esperar a que se mueran tus enemigos.

Asentí, porque tenía razón, entonces lo miré reflexivamente y le contesté:


— Si hay rencor, hay recuerdos —él se quedó callado y miró hacia su hijo, que no
movía ni siqu cuerpo cuando respiraba.

Fue entonces cuando un doctor se nos acercó y fue Liam quien se puso de pie para
hablar con alejaron lo suficientemente lejos como para no podamos oírlos hablar.

Aproveché ese momento para pensar, para ver qué había de bueno en ir a ver a mi padre
bioló donante y por más que intentara aferrarme a la idea de que había algo bueno, no la
hallaba. Er que sentí la necesidad de correr e irme de aquí, pero eso significaba que
tendría que abandona podía hacer eso. Si estar cerca de mu padre me debilitaba,
acompañar a McKenzie me fortalecí

—¿Quieres irte? —interpeló, agarrándome la mano y llenándome de energía, aunque él


tambié agotado.

—¿Quieres irte tú? En estos momento tú eres el que más importa.


Jamie fue incapaz de aceptar ese comentario, porque negó con la cabeza cuando me
agarró del hacer que lo vea.
— Los dos somos jodidamente importantes —aseveró con la voz hecha un susurro.
Agarré su m un beso en la nariz.
Y ahí estaba, esa sonrisa tan encantadora que llenaba todos los huecos de mi alma, esa
sonrisa una satisfacción tremenda y hacía que mi estomago diera vueltas y vueltas de
una manera mágica.

—Voy hacerlo —me confesó Jamie, aunque estaba un tanto inseguro de saber a que se

226
refería. fácil explicarlo: —. Ir a buscar ayuda profesional. Daniel, esto me tiene al límite,
solo tú me esta Siento que en un momento de mi vida estoy en la punta de un precipicio,
pero entonces recuer caigo, hay unas alas que me impulsarían al cielo, unas alas que,
aunque le pertenecen a alguien son mías.

Jamie me inspiró de alguna manera con sus palabras, ya que en este momento yo
también me sentia al final,solo que, en mi caso, el abismo tenía un nombre y un rostro
que en mi vida había visto: Reynal
—Yo también lo haré —le dije a mi novio y él miró hacia donde se había metido mi
dichosa tía. bueno para leerme o yo era más claro que el agua —. Hablare con mi padre.

—Lo sé —lo dijo, como si yo lo hubiera dicho antes —, siempre lo supe. Desde que me
contaste
—¿Por qué estabas tan seguro? —interrogué, metiendo mi cabeza debajo de su brazo,
Jamie m inmediato y con su otra mano empezó a acariciar mi cara.

—Te conozco, te conozco tanto que incluso sé cómo será ese encuentro.
—Te escucho, señor Adivino —me burlé, una picara sonrisa pintó los labios de Jamie.
—Vas a llamar a tu hermano —él cerró los ojos, el contorno de sus ojos me dio una
sensación d mi corazón —, le dirás que aquí esta ese hombre y entonces le
preguntarás si quiere o no verlo no, porque no le debe nada. Y tú estarás de acuerdo
porque a Saúl, le deben todo. Entonces tu dirá que tampoco, que, a su padre, no le
deben nada, porque todo lo compensan con el amor m tienen.

Jamie suspiró, su sonrisa se ensanchó más.


—Entonces le dirás a Santiago que sí lo verás —adivinó con la seguridad de un testigo
que habí presenciado toda una escena —. A lo que él se convence de que también quiere
hacerlo, porqu buscaban es permiso, un mutuo permiso.

Me quedé callado, sorprendido, porque era totalmente cierto, lo único que buscaba era el
perm Santiago y solo lo iba a tener si lo llamaba.

—¿Estoy en lo cierto? —él abrió un ojo y yo asentí suavemente.


—Hoy lo llamaré —gemí con cansancio —, pero primero quiero hacer algo.
—¿Qué?
—Vamos a bañarnos —susurré, señalando la ventana detrás de nosotros. Jamie frunció
el entre terminó de abrir los ojos, se volvió hacia atrás y su cara de póker fue cómica,
por lo que reí entr
—. Esta lloviendo, vamos a bañarnos en la lluvia.
Jamie sonrío con amplitud, se puso de pie y me jaló, corrimos en dirección al ascensor, y
este ta demasiado en abrir, con desespero, McKenzie presionó el botón del primer piso y

227
el empezamo descender.
De pronto, terminé con la espalda pegada en la pared del ascensor y con Jamie frente a
mí, su p encendió todo mi cuerpo con emoción y me embriagué con su aroma, lo agarré
por la solapa d y lo atraje a mí, besándolo como si necesitara de él para seguir viviendo.

Besándolo con la misma intensidad de alguien que se ahogaba, porque Jamie era mi
propio bál vida.
—No quiero perderte —deseó él, pegándose más a mí, devolviéndome los besos con
la misma mas devoción.

—Nunca lo harás —le aseguré y nunca había estado tan inconcuso en mi vida.
..
Llegamos al primer piso, salimos corriendo del hospital y sin importarnos las miradas de
los tra empezamos a brincar, a reír, a abrazarnos y a besarnos, ajenos a cualquier
problema, a cualqui cualquier necesidad que estaba tocando la puerta de nuestras
vidas.
Teníamos demasiado tiempo para eso, lo más importante para nosotros en ese momento
era s tranquilos, había pasado demasiado tiempo desde que Jamie y yo respiramos un
aire ameno, c una mala noticia diferente y que nos condenen por intentar buscar paz, no
nos importaba.

Jamie me abrazó más fuerte, me besó a los labios y dijo:


—Si mi madre no es mi tutora legal, entonces, Daniel: soy libre.
Lo besé en los labios y era imposible saber si alguien estaba llorando cuando llovía, pero
supe q hacía. Me alejé de él, limpié su cara y él, todavía filosofando, dijo:

—Fuiste la llave, Daniel. Tu me liberaste de esa jaula donde me encerraron, donde


cortaron mis evitar que me escapara, pero tu me ofreciste las tuyas y mira, donde estoy,
volando —él extend dándole la insinuación de unas alas —. Ahora puedo volar.

Lo imité, comenzando a aletear y correr por todo el patio del hospital, Jamie me siguió
de inme misma manera, al ser más alto que yo, me logró alcanzar y terminamos
tumbados en el suelo, encima de mí.

—Eres mi sol, Jamie. Nunca dejes de sonreír.


—Nunca lo haré —y selló su promesa con un beso.
Nunca imaginamos que después de ese día, encontraríamos lo que tanto soñamos...

228
Capitulo 37

Casi 5 días después de haber regresado a San Félix, McKenzie y su padre estaban en la
oficina d Flórez y sus abogados. La reunión que tenían ahí era para aclarar la situación
respecto al caso d de Jamie.
Todo estaba enredado, las cosas carecían de sentido y credibilidad, ya que no podía
entender c el abogado de Alisha y ella misma hayan logrado engañar por mucho tiempo
a toda la familia.

Alisha de McKenzie había salido del hospital dos días antes y estaba ya recluida en el
psiquiátric pidiendo ver a su hijo, quién se negaba terminantemente a verla.

—Daniel —susurró Memo, agarrándome la mano y dándole un apretón —. ¿Cómo va a


superar
—Con tiempo —respondí con calma, mirando si rostro sin expresión.
—Jamás me imaginé que Alisha llegara tan lejos —sopeso —. ¿Hacerle creer a todo el
mundo q estaba bajo tutoría legal solo para retener a todos a su lado?

—Algo así —él asintió con la cabeza y volvió su mirada hacia donde Jamie estaba —. Jamie
irá a psicológica la próxima semana, estoy seguro que allá le ayudarán a entender cosas
o no sé, sup
—Algo cómo esto no creo que se superen, quizás si se entiendan para aprender a vivir
con eso Memo, apuntando con su dedo índice la puerta del abogado —. ¿Y tú?

—¿Yo qué? —Lo miré con una ceja levantada y él sonrió de medio lado, en modo
burlesco. El giro de la conversación fue sorprendente e inesperado:
—¿Siempre irás a hablar con tu padre? —él se puso su dedo índice en el mentón y negó
con la Con el donante, querré decir.

—No sabría decirte —le contesté pensativamente, mordí mi labio inferior y luego volteé
la cabe mirar a mi izquierda y continuar hablando, intentando calmar el nudo que se
estaba formando
—. Santiago dijo que vendría el domingo, a verlo.
Entonces Jamie salió y apenas verme se arrodilló frente a mí y sonrió como nunca lo
había visto veía tan liberal, tan contento que me olvidé de mis penas de inmediato.

—¿Y qué pasó allá dentro?

229
—Dante dice que me dejen pagar una indemnización por daños y perjuicios —él se rio
entre di con la cabeza, parecía un niño chiquito —. ¡Cómo si yo le vaya a hacer eso a mis
padres!
—Tampoco te creo capaz —dijo Memo, fingiendo estar ofendido porque Jamie no lo
saludó.
McKenzie entonces abrió los ojos, sorprendido por la presencia de su hermano y
chocaron puñ molestia de Memo sé disipó enseguida.

—¿Cómo estás? —Sus ojos se enfocaron nuevamente en mí cuando se lo pregunté.


—¡Mejor que nunca! Aunque todavía un poco confuso... ¿Puedes creer que ella hizo que
mi pap acuerdo en dónde se estipulaba que sería su tutor?

Nuevamente me sentí extraño por la inverosímilitud de la situación.


—¿Y el abogado de tu madre? ¿Cómo es que tu papá aceptó todo eso sin la
supervisión de su a
—Mi padre vivió manipulado por ella toda su vida —susurró McKenzie con un aura de
desesper intentó reprimir respirando entrecortadamente —. Así que es obvio que ella lo
convenció de qu necesitarían uno. Y en cuanto al abogado de mamá...

—Se le quitó la licencia y ahora mismo estaría siendo arrestado por los delitos que
cometió con con la señora Alisha —dijo Dante, quién al verme sonrió y me señaló con
su dedo —. ¿Podemos

—Sí —susurré, poniéndome de pie.


Dante me hizo entrar a su oficina y entonces nos sentamos en nuestros respectivos
lugares, él una sonrisa amable:

—¿Cómo estás?
—Muy bien —asentí con la cabeza y luego le devolví la pregunta, siendo respondida
de igual m
—No sé si sabes pero he estado asistiendo a terapia con Ivonne.
—Ella me contó algo de eso —recordé y me sentí un desgraciado porque me había
olvidado de hermana.

—Lo supuse, te cuenta más cosas a ti que a la propia Verónica —él se rio fuertísimo.
—No lo digas delante de ella, me ahorcaría y luego seguiría con Ivonne —confesé y mi
voz se e filosa y gélida.

—¡No me pueden dejar viudo antes de casarme! —Y para darle énfasis a su confesión,
Dante m mano derecha y en su dedo anular, un anillo relució.

230
—¡Oh, Dios mío! —Grité y no aguanté, me paré de la silla y abracé a mi otro hermano, al
que la regaló.

—¡Gracias, gracias! —murmuró, riéndose también.


Me volví a sentar en la silla que estaba y Dante se limpió las lágrimas que habían
escapado de sus ojos gracias a la risa y luego de suspirar largamente, dijo:
—Todo es gracias a ti.
—De ninguna manera, yo...
—Me abriste los ojos y apoyaste a la mujer que amo cuando todo el mundo le dio la
espalda — interrumpió y las palabras fueron fáciles de decir y aceptar, porque era
cierto. Yo fui la única pe se sentó aquí a reprenderlo cuando intentó desquitar su
frustración con Ivonne.

—¿Cuándo será la boda?


—Eso estamos planeando, estamos esperando a qué tengas tiempo.
—¿Tiempo para qué?
Dante puso los ojos en blanco y como si fuera obvio, dijo:
—Eres el padrino.
—¡OMG! ¿Qué? —Lo mejor de todo era que ni siquiera necesité aprobarlo, ya ellos
sabían que l
¡Por favor, que sea pronto!
—Dalo por hecho —prometió y entonces dijo: —. Cuando termines tu carrera, hay un
puesto para ti aquí, ¿okey? Incluso hablaré con tu universidad para que hagas las
prácticas laborales aquí, si es posi que el padrino de mi boda y el de mis futuros hijos
trabaje en mi firma.

—¿Futuros hijos? —Que eso estuviera en sus planes me alegró mucho.


—Sí —él se puso rojo por la vergüenza —, con Ivonne hemos estado hablando de
volverlo a int estemos listos.

—¡Tengo que hablar con ella!


—Mira hacia atrás —dijo Dante con una sonrisa
enorme. Y cuando lo hice, ahí estaba ella. Corrí
para abrazarla.

231
Capitulo 38

Jamie acababa de salir de su sesión de terapia cuando recibí una llamada de Santiago,
levanté señal de espera y contesté.

—¿Sí?
—Estoy en el Hospital Berbel Bonny, ¿dónde estás?
McKenzie frunció el ceño y me preguntó con quién hablaba en un movimiento de labios,
le resp misma manera:

—Mi hermano —entonces él asintió y se puso a mi lado, agachándose para oír la


conversación, facilité alejando el teléfono de mi oído y colocándolo en altavoz —.
Nosotros estamos relativam espéranos ahí.

—Vengo a hablar con él, estoy listo, supongo.


Jamie me miró y esperó a que yo dijera algo, pero no salían palabras de mi boca. Mi tía
Teresa que Reynaldo había firmado su consentimiento para que le realicen la eutanasia,
ya que su enf vez de mejorar, empeoraba por día e iba a llegar un momento en el que no
sería más que un v

—Yo no creo estarlo —confesé y pensaba que la llamada se había cortado o mi


hermano había no tener respuesta, pero me equivoqué, puesto que él añadió:

—Supongo que nunca se estará listo para ver a la persona que tanto daño nos hizo —
entonces nunca te conoció, a mí sí.

—Santi, espéranos. Vamos en camino —dije y colgué.


Jamie me miró, sus ojos estaban diciéndome algo que en ese momento me obligaba a
entende de que me insistió sin ni siquiera abrir la boca, le dije:
—No le voy a decir que soy su hijo —Jamie se desabotonó un poco la camiseta que
llevaba y en abrió la puerta del carro.

—¿Por qué? —Quiso saber, mientras yo entraba y me sentaba en el puesto del pasajero.
—Porque no quiero atormentarlo más. Si él de verdad se siente cómo se siente; es decir,
arrep entonces no quiero que se vaya al otro lado con el pensamiento de que tuvo otro
hijo y tambié alguna manera.

—Sé más claro —pidió McKenzie mientras empezaba a conducir.

232
—Mi madre huyó de él sin saber que estaba embarazada —comencé diciendo,
perdiéndome en que no me pertenecían, ya que nunca estuve presente —. Si le digo a
ese hombre que soy su h madre huyó por sus maltratos, creo que se sentirá mucho
peor.

McKenzie gimió y negó con la cabeza.


—No lo creo así —articuló en voz baja, mirando la calle —. Es mejor que sepa la verdad,
para q cuenta del daño que causó por sus actos. Para que vea de lo que se perdió por ser
lo que fue.

—No lo sé —gemí, cerrando los ojos y recostando mi cabeza en el hombro de Jamie —.


Solo qu casa y dormir contigo.

Con casa me refería a regresar a Monty Sky, ya que llevábamos casi 2 semanas
viviendo en uno apartamentos de Liam McKenzie, debido a que el caso de la tutela y las
consultas psicológicas d habían terminado.

Con nosotros también se estaba quedando Memo, que había empezado a ir a terapia,
dónde le excelente noticia de que podría recuperar la movilidad en una de sus piernas y,
en caso de tene las dos.

Llegamos al Hospital y de inmediato me bajé, sintiendo un peso del tamaño de una piedra
en m no quería ver a Reynaldo, podía simplemente echarme para atrás, pero ya estaba
aquí y no hab que pudiera regresar.

—Santi —mi hermano volteó a verme y me abrazó cuando me le acerqué.


—¿Cómo estás? ¿Cuándo vuelves a casa?
—Creo que el caso de la tutela de Jamie no ha terminado, hay muchas cosas que todavía
no est pero regresaremos el fin de semana —le hice saber y él miró la entrada del
hospital.

—Creo que es hora.


...
Teresa nos estaba esperando adentro, sus ojos cuando vieron y reconocieron a Santiago
fueron sinceridad, ella realmente se alegraba de verlo. Lo abrazó, aún cuando él mostró
renuencia y lu beso seco en su frente.

—Te ves hermoso, sobri.


—Sí —coincidió mi hermano, mostrando petulancia y orgullo —, agradécele eso a mi
padre, qu criar de mí sin golpes, sin insultos, sin hacerme pasar hambre cómo castigo y
que me entendía lloraba.

Que él dijera eso simplemente revolvió la piedra en mi estómago, haciéndome dudar


cada vez

233
—Si quieres hacerlo, hazlo. Si no quieres, podemos irnos ahora mismo —aseveró
Jamie —. Nad obligar a hacer algo que no quieres.
Lo pensé tanto, que me sentí mareado, pero finalmente miré hacia la puerta justo
después de l Jamie.

—Lo haré —dije, enfocándome en lo que quería saber: en cómo era ese hombre, qué
tan arrep cómo sería su reacción si me viera dentro y la más importante: ¿tendría
parecido conmigo o co

Jamie, no contento con mi beso lanzado, se me acercó y me abrazó por la espalda.


—Estaré aquí —confirmó, aunque yo ya lo sabía. Me besó en la mejilla.
—Vamos.
Mi tía Teresa sonrió, aunque se veía muy forzado.
...
Adentro hacía frío, tanto que tuve que abrazarme para ver si me calentaba un poco.
El hombre sobre la camilla tenía los ojos abiertos y estaba jodidamente flaco, parecía un
cadáve descomposición, por el hedor que emanaba de él, me pregunté si era correcto
mantenerlo en u olía tan mal.
—Rey —dijo la tía Teresa, suavemente —, tu hijo está aquí.
—¿Me ayudas a verlo? —Me preguntó el hombre, su voz estaba lenta y cansada, ronca
y apaga
La mujer se le acercó y lo ayudó a sentarse, lentamente, el hombre giró la cabeza y su
mirada s nosotros dos. Hubo un leve parpadeo de reconocimiento cuando me vio, pero
luego tragó saliv hacia mi hermano.

—Eres todo un hombre —por la manera en la que Santiago lo veía, supe que ese
señor no se p a lo que alguna vez fue —. ¿Quién es él?

—Su hermano —respondió tía Teresa. Reynaldo la miró y dijo:


—¿Puedes dejarnos solos?
Ella asintió con comprensión y salió rápidamente del cuarto.
Todo quedó en silencio, solo se oía los pitidos de las máquinas y la respiración
dificultosa del h moribundo en la camilla.

—¿Eres hijo de Graciela? —Yo asentí —. Tienes su misma cara... Aunque... Tienes...
—Tus ojos y la misma forma de boca —me atreví a decir, porque era cierto, tenían una
similitu como si me hubieran dibujado pensando en él. Más exactamente en esas facetas.

234
Pensé en Jam palabras, por lo que no retuve lo siguiente: —. Soy tu hijo.

—¿Qué?
—Mi madre no sabía qué lo estaba, lo supo mucho después de que
escapó de ti. Él procesó todo y mostró una sonrisa sin dientes.
—Ya veo —miró a mi hermano —. Por eso, dile que la perdono. Y a ti también.

—¿Por qué? —Preguntó Santiago, su voz como un trueno —. ¿De qué estás hablando?
—Los perdono, por haberme abandonado, los perdono.
—¿Pero te estás oyendo? —Mi hermano se exaltó y se le acercó al tipo con violencia,
pero yo lo hombro y su mirada me mostró la aseguranza de que no le haría nada, así
que lo solté —¿Tú n nosotros?

—Sí.
Mi hermano se rio fuertísimo, miré a la puerta para ver si algún curioso estuviera por
entrar, no
—Escucha, Reynaldo, nosotros estamos aquí prácticamente obligados, no queríamos
verte ni si maldita fotografía, pero accedimos porque esa mujer que está allá afuera nos
dijo que estabas pegó su dedo índice y pulgar —de morir y quería venir a ver cómo
estabas y me alegro mucho no eres más que un maldito esqueleto, pálido y horrible ser.
Así que escúchame bien: tú no tien perdonarnos porque nosotros nunca te hicimos nada.
Tú nos lastimabas por todo o por nada, a verdaderas víctimas somos nosotros.
»Creo que te entristecerá saber que yo no te perdono ni te perdonaré, pero ¿sabes? Te
agradez aunque ni siquiera lo creas, porque gracias a tus actos, mi madre huyó y crecí en
una familia do predomina el amor y no el miedo.
»Reynaldo, yo ni siquiera tengo tu maldito apellido porque te negaste a dármelo y aún así
oblig madre a que permaneciera contigo, pero no lo aguantó más y huyó. ¿Crees que
vamos nosotro escucharte hablar mierda? Nosotros no estamos arrepentidos de haber
huido sí es lo que piens contrario, sabemos que fue la mejor decisión del mundo.

»Ah, y otra cosa: ¿sabes cómo se llamo? Santiago Castro Olivero. ¿Escuchaste? Castro, el
apellid padre. Un hombre de verdad y no un maricón cómo tú qué se escudaba en la
violencia para exi respeto. No me alegro de que estés así, porque mi padre no me crió
de esa manera, pero me d vez más de que Dios no se queda con nada en este mundo:
si daño haces en vida, se te devolve mismas proporciones. Así es el karma, Reynaldo
Ballesteros. Y para que lo sepas si no lo has lo entender: yo no te perdono. Mi madre no
te perdona y Daniel tampoco lo hace. No te adiamos, algún tipo de paz, pero ten
cuidado, Reynaldo, puede que te este mintiendo respecto a eso.

Y diciendo eso, Santiago miró al hombre con mucha rabia y salió del cuarto de hospital.

235
—Siempre quise ver de dónde viene —dije, mientras veía al hombre que quedó
pasmado —. Me arrepiento de hacerlo...
—Por más que lo nieguen, ustedes tienen mi maldito carácter —el hombre se rio como
si todav orgullo y me miró de la misma manera: —¿Me ayudas a acostar?
Lo hice.
Y cuando lo arrope, me dijo:
—Aquí me equivoqué —sonrió débilmente —. Tienes también el corazón de ella.
—Sí —caminé para salir, pero él me retuvo cuando me llamó.
—¿Puedes decirle que me perdone? Yo sé que Santiago se inventó todo porque es un
desgracia
—No te compares con él —le ordené. Él sonrió y repitió lo de: "tienen mi jodido
carácter" —. M perdonó hace mucho tiempo, no te preocupes. Sin rencores.

—Daniel.
—¿Sí?
—¿Sabías que Daniel era el nombre de un tipo de la Biblia?
—Sí, lo sé.
—Daniel.
—¿Sí?
—¿Puedo pedirte perdón? —Asentí —.
Perdón. Una lágrima se deslizó de sus
ojos.
—Dile a Santiago que me perdone y que lo extrañé todos estos años y que jamás
podré recupe
—¿Por qué no se lo dijiste?
—No me hubiera creído.

—Siento decir esto, pero con tus antecedentes yo tampoco lo haría. Ahora mismo lo
estoy duda
—Estoy siendo sincero —me confesó —. Y dile que gracias a ese hombre. Por darles a
ustedes l yo jamás pude darles.

236
Capitulo 39

Mis padres y el resto de mis hermanos llegaron de Golden Rainbow un sábado por la
tarde, es días después de mi charla con Reynaldo. La cara que tenía mi mamá cuando me
vio decía much antes de que llegara a articular palabra alguna, me adelanté:
—Ya falleció —era inaudito como mi corazón se arrugó en mi pecho, se suponía que yo
no tení sentimiento por esa persona, pero saber que su crueldad había tenido un precio
tan alto, me hi

¿Cómo hubiera sido mi vida si mi mamá no hubiese huido de las garras de ese
engendro?
—¿Ya lo sepultaron?
—Sí —asentí levemente, mirando a mi papá, que mantenía una orgullosa sonrisa en su
rostro llevó al mar, dijo que siempre quiso que sus cenizas quedaran donde nació.
¿Nació en la Costa?

—No —fue la respuesta de mi mamá, no se veía nostálgica, ni dolida, pareciera que le


estuviera más bien de un desconocido y quizás eso era él para ella —. Literalmente él
nació en la playa, e de Playa Dorada. En Monty Sky.

—Oh —dije, imaginándome a una mujer dando a luz en la orilla del mar.
—¿Te sientes bien? —Me preguntó Verónica, hablando por primera vez desde que
llegó.
En respuesta asentí levemente y de inmediato di un giro a la conversación, recordando el
suces esperado por todos:

—¡Ivonne se casa! —Exclamé, pero mis papás no mostraron sorpresa, Vero, tampoco.
—Sí, recibimos invitación —dijo mi padre, agachándose para agarrar su bolso y sacar la
invitaci
—A mí no me ha llegado invitación —me quejé, arrebatando el papel de las manos de
mi padre este papel sí llegó... ¡Jamie! ¡Jamie! ¡Jamie! ¡McKenzie!

El susodicho salió de la habitación con el ceño fruncido y la boca en forma de pago.

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—¿Qué? —preguntó, descruzando los brazos para saludar a nuestra familia, pues él
mismo se h encargado de llamarlos así —. Papá Saúl, mamá Grachi, hermana Vero. Mis
mellizos hermosos: Laura.

Todos ellos recibieron el abrazo con mucho gusto, incluso se atrevieron a besarlo en la
frente. E Jamie me miró con la ceja levantada.
—Creo que vi un sobre cómo este hace unos días, quiero saber dónde está —
indirectamente, e pregunta. Directamente, una exigencia.

Mi padre agarró a Jamie del brazo y lo sentó a su lado.


—¿Cuándo vuelves a casa, hijo? —Entonces me miró con cautela, como si estuviera
esperando reaccionara contra Jamie. Viendo que abrí la boca en asombro, abrazó a mi
novio para proteger

—El lunes —respondió Jamie, ajeno a la traición de mi padre —. Hoy iré a hablar con
mi mamá.
Cuando Jamie confesó eso, lo perdoné por haber perdido la invitación al matrimonio de
Ivonne todo no la necesitábamos. Yo era el padrino.

—Y pues, sé que llegaron hoy y todo eso, pero... ¿Puede Daniel acompañarme?
—¿A dónde se fue tu confianza de hace un momento? —dijo mi madre, riendo entre
dientes.
—Es solo que me tomaré ese atrevimiento aún cuando ustedes vienen a verlo.
—A verlos —corrigió Verónica y con su mirada se dispuso a buscar a alguien que todos
conocía no quisimos decirle nada sin que lo preguntara, esperamos y cuando lo hizo sus
mejillas estaba coloradas como un tomate —. ¿Y Memo?

—Fisioterapia —respondió mi novio, sonriente.


—¿Por qué Memo no tomó fisioterapia antes? —preguntó papá.
—Es otra de las cosas que hizo mamá —Jamie respiró hondo y asintió con la cabeza
cuando mi atónito —. Engañó a todos diciendo que los doctores dijeron que ni con terapia
ni con cirugía s mejorar la movilidad de Memo. Afortunadamente Memo hacia ejercicios
y en oportunidades yo con masajes que veía en Youtube, ya sabes hay fisioterapeutas en
Youtube y entonces eso lo m bien, digámoslo así. Le practicarán cirugía y seguirá
haciendo fisioterapia, posiblemente pueda con normalidad un pie y el otro sí tendría que
manejarse con más cuidado. Es decir, una sola m

—Yo puedo ayudarlo con los masajes cuando no esté trabajando —se ofreció Verónica y
todos con total asombro —. ¿Qué? Solo soy amable —Se acomodó un mechón de pelo
escurridizo y s captó que yo seguía viéndola.
—Ustedes harían bonita pareja —comentó Laura, viendo a nuestra hermana con una
sonrisa — increíble porque Daniel es novio de Jamie y Jamie es hermano de Memo y

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Memo es el novio de es hermana de Daniel.
—¡Ahg, eres una ternura! —Jamie arremetió contra mí hermana pequeña, tomándola en
sus br haciéndole cosquillas por todas partes.
La pequeña Laura comenzó a reír a carcajadas mientras que intentaba ser defendida por
su her Mariano, pero la fuerza de Jamie era superior, ya que también tomó a Mariano y
empezó a hac cosquillas.
Mis padres y Verónica miraban la escena con una sonrisa de orgullo y eso me llenó de
una her satisfacción.

....
La puerta del cuarto del hospital psiquiátrico donde Alisha estaba fue tocada varias veces
por la que nos miraba con una sonrisa de impaciencia.

—Ella siempre tarda. Se cree la reina. —Nos comentó como si hubiera estado
leyéndolo en algu Después de un largo minuto, Alisha respondió:
—¿Quién es?
—Sabes perfectamente que la única persona que toca tu puerta aquí soy yo —dijo la
guardia co tranquilidad, aunque la expresión de sus ojos decía todo lo contrario.

—¿Quién viene a verme? Si es esa loca de los Testigos de Jehová, dile que se vaya.
—Es alguien mejor que la loca —la guardia contempló a Jamie por varios segundos y dijo,
calm soltando el marco de la puerta: —. Es tu hijo.
Un estruendo se escuchó adentro.
—Déjalo pasar —la mujer sacó un manojo de llaves de su bolsillo trasero y buscó la que
servía la puerta. La usó y yo la miré con el ceño fruncido.

—¿Si tienes la llave por qué no abriste y ya? —Cuestionó Jamie, viendo a su madre
cuando la pu abrió.
—No tengo permitido abrir si el paciente no lo quiere —dijo, citando la regla general que
posib desobedecía cuando le daba la gana.
Alisha no era la misma que había conocido, ella se veía completamente diferente: tenía
ojeras, estaba suelto y la falta de maquillaje la hacía ver más vieja de lo que
probablemente era.
—Viniste con él —lo dijo como si realmente me esperara —. Entren y tú, gorila gigante, es
mejo alejes tanto.
Adentro, la habitación de Alisha era increíblemente cómoda. No había nada de vidrio, ni
siquier plástico que pudiera romperse y usarse como arma para auto lesionarse, todo era

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de papel o icopor. Incluso me atreví a tocar un peine que estaba en la mesita auxiliar y
por la textura, pude pensar que es algún material parecido a la goma elástica.

—Jamie —susurró tan débilmente que se perdió en el eco —. Gracias por venir.
—¿Cómo estás?
—Mejor que nunca —dijo ella, quiso acercarse, pero algo la detuvo, ya que negó con la
cabeza y se quedo allí de pie —. Cuando lo vi, supe que no se iría de tu lado.
Ambos estábamos claros que ella se refería a mí, aunque no nos veía, estaba
concentrada en sus corta uñas.
—A los otros los vi una sola vez y sabía que ofreciéndoles dinero se irían —finalmente nos
miró podría ofrecerle hasta el cielo, que no lo cogería porque ya estaba claro que el cielo
eres tú, Jam podría perderlo.

»Lamento no haber visto eso antes. Tú eres un cielo, lleno de paz y amor. Quizás fue por
eso qu siempre mantenerte conmigo.

»Yo pensé que ibas a nacer defectuoso... Después de todo eres mi hijo y sobrino al
mismo tiem Alisha se carcajeó.
—Mis padres —ella arrugó la nariz —. O mis suegros, no lo sé. Ellos fueron amenazados
de mu aceptaron darme a los McKenzie, Jamie. Todo eso lo supe cuando leí el diario de
mi madre falsa suicidó porque se estaba por descubrir cosas ilícitas que no te contaré
que hicieron y luego sigu
»Pensaban que con eso iban a acabar con la investigación y en efecto, lo lograron. Ellos
se suici año después de mi matrimonio y justo ahí me enteré que me había casado con
mi hermano. Él supo y aceptó casarse conmigo, desconozco el por qué, pero yo no soy la
que debería estar aqu Yo técnicamente fui la víctima de mis suegros por no defenderme,
de mis padres por no haber ayuda cuando mostré síntomas de padecer esquizofrenia y de
tu padre por no haberse negado matrimonio incestuoso.
Todas las palabras de Alisha llevaban un poco de verdad, sin embargo, eso no justificaba
en lo sus acciones y Jamie se lo hizo ver:

—Pero tú me dañaste, mamá. Dañaste también a Memo.


—Me arrepiento, ahora lo sé, pero eso no soluciona nada. Así que mejor váyanse, ya es
suficien Jamie se rio.
—Por muchos años me convertiste en tu marioneta, yo hacía todo lo que me decías
por miedo mataras y porque supuestamente eres mi tutora legal. ¿Por qué inventaste
todo eso?

—Era la única manera de tener a Liam conmigo. Si él aceptó casarse conmigo era porque
tambi Dios tenía un propósito divino para nuestra unión.
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—Acabas de decir que desconocías sus razones.
—¡Y lo hago! Pero decir que él estaba enamorado de mí, puede servir como una de las
tantas ra de Dios, otra más. Naciste a la perfección, Jamie. Eres la prueba de que Dios sí
tenía un propósi nosotros como esposos. Cómo el qué tú ibas a tener con Gabriel Ojeda
—Ella sonrió—. Gaby se ahora con Henry Montero. Lo veo venir.

Ella me miró y no lo hizo con odio, ni con rabia, lo hizo con paciencia y con confianza:
—¿Puedes cuidar de él, como yo nunca fui capaz?
No entendía el comportamiento de Alisha, pero si podía ver que ella, de alguna u otra
manera, hijo. Era una forma muy cruel, pero se veía que él era importante para ella.

Agarré la mano de Jamie y asentí varias veces.


—Lo haré.
—Todavía no te perdono que me hayas bañado en azúcar, pero confió en que harás un
buen tr protegerlo. Si fuiste capaz de desatar las cadenas en las que yo misma lo
amordace, puedes pro cualquier demonio menos peligroso.

Jamie mordió su labio para reprimir un sollozo y cuando su madre lo miró, ella lloriqueó.
—Oliver —él asintió y gimió en respuesta —. Abrázame, si eres capaz de perdonarme
algún día
Ella cerró los ojos y Jamie me soltó la mano, dudó mucho en dar un paso hacia adelante,
inclus luego se devolvía, pero lo logró. Se acercó a su madre y la abrazó, vi que había
pasado mucho t que algo así sucedía. Se notaba la rigidez en sus cuerpos y la falta de
práctica, pero el abrazo es de sinceridad, honestidad y perdón.

Eso lo hacía más importante.


—Daniel, quiero que te acerques a mí —demandó la mujer cuando estuvo libre, ella se
limpió l entonces cuando me le acerqué, agarró mi oreja y la piso cerca de su boca —. En
la mansión, e dentro de la caja fuerte... hay un oso. Se llama Moshe, era de Jamie. Le
dije que lo había perdid quería castigar, luego cuando se lo quise devolver no pude,
porque su padre me dijo que eso n hombre. No le digas eso, él tiene en buen concepto a
Liam, y la verdad es que aunque él tambi fallos, es mejor que yo en muchos conceptos,
en no dañar a Jamie, por ejemplo. El caso es que, quiero que le devuelvas el oso.

—Siempre supe que mi papá no me quería con el oso y te viste obligada a esconderlo
—susurr al parecer había oído todo.

Alisha se quejó y manoteó el aire.


—Ya váyanse, tengo sueño. Quiero soñar que algún día recuperaré todo lo que perdí.
Todo lo q tuve y no vi. Tu amor, Jamie.

Mientras salíamos, Alisha nos llamó y dijo:

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—La clave de la caja fuerte es tu cumpleaños —Jamie nunca se lo habría imaginado,
porque el instantáneo en su rostro.

...
Jamie condujo en silencio, sonreía mientras lo hacía y su mano izquierda estaba en mi
muslo, a mientras movía la cabeza. Ver a Jamie contento me hacía feliz a mí, y me
confirmaba cada vez más que éramos una sola pieza, una sola alma.
—Duerme si quieres, vamos algo lejos —susurró cuando volteó a
verme. Asentí y cerré los ojos.
...
Volví a abrir los ojos cuando sentí una húmeda lengua en mi mejilla, hay estaba Titán,
sonriend emocionado mientras me miraba ya despierto.

—¿Cómo llegaste hasta aquí?


El perro me respondió con un ladrido.
Volteé hacia afuera para ver si veía a Jamie y efectivamente, él estaba con los brazos
cruzados, desde afuera. Salí cuando me llamó.

—¿Cómo es que Titán está aquí?


—Lo trajo Memo —me dijo y entonces me agarró la mano —. Vamos. Titán, ven.
—¿A dónde vamos?
—Estamos en la finca de la familia, te llevaré a un lugar que amo —me contó,
emocionado.
Entonces agarró mi mano, yo lo seguí sonriente. Pasamos por árboles de diferentes frutas
y tam aquí era muy natural, olía a flores y plantas de menta. Se escuchaba perfectamente
el sonido d cantando, de sapos croar. Los conejitos saltaban con libertad, sabiendo que
nadie les haría dañ

Entonces llegamos a una colina, Jamie mostró con su dedo que la subiríamos, me negué
termin pero él parecía no querer tener un no por respuesta y se agachó frente a mí.

—Súbete a mi espalda —pidió y yo, concedí a su petición.


Jamie se puso de pie, comenzó a subir la colina sin mucho esfuerzo, ya que no era tan
dificultos obstáculos como piedras o ramas enterradas. Cuando llegamos a la cima, me
bajé y supe inme porque Jamie me había traído. Desde aquí podíamos ver el hermoso río
de Villa Azul, sus cristal daban la sensación de ser realmente azules como el mismo cielo.
Incluso la que caía en cascad plateada como la luna llena.

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Jamie se sentó a mi lado, pero fue removido por Titán, que se colocó en el medio. Ambos
miram el atardecer, el sol estaba escondiéndose poco a poco y yo estaba seguro que
desde una distan yo parecíamos sombras.

Él me miró y dijo, con seriedad:


—Daniel, prácticamente vivimos juntos —yo asentí porque sí, él se quedaría en la casa
en Gold y cuando entremos a la universidad viviríamos en el apartamento donde nos
estábamos actualmente quedando, así habíamos quedado —. Entonces, se me ocurrió
algo.
—¿Qué?
—Creo que deberíamos casarnos.
—¿Crees?
Él sonrió y negó con la cabeza.
—Tenemos que casarnos —aseveró, con más determinación.
Me levanté y caminé hasta donde Jamie, él se echó hacia atrás y se sostuvo con sus
manos cuan en su regazo.

—Después del matrimonio de Ivonne, tenemos que hablar de esto.


—Estoy de acuerdo —aprobó Jamie, dándome un beso.
Terminamos en el suelo, besándonos con más fervor que al principio, mis manos
temblaron inesperadamente, pero era más bien por el esfuerzo que tenía al estar
sosteniéndome para ver Jamie mejor, al no poder más, terminé encima de él y McKenzie
usó su fuerza para ponerme en lo que quedé debajo.

—Daniel.
—¿Sí?
—Quiero hacer el amor contigo —lo dijo como si me estuviera pidiendo permiso.
Abrí mis piernas, Jamie se acomodó en ellas y la presión de su erección en muslo me
hizo poner duro.
—Hazlo.
—No aquí —me besó —. Y tampoco con Titán presente.
Asentí, porque él tenía razón, pero aún así, lo jalé para un beso.
Y que me condenen si está noche no tenía sexo con Jamie Oliver McKenzie, mi
novio. Y próximamente, futuro esposo.

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Epílogo

Diego se veía elegante con su traje de smoking, sonreía mientras caminaba con Ivonne, ya
qué seleccionado para dejarla en el altar. Cuando ambos se pararon frente a Dante, él
sonrió much su prima en la mejilla.
—Te estoy entregando a la única persona en quien confío plenamente, por favor no la
lastimes mientras colocaba la mano de Ivonne en la de Dante.

La pareja se colocó de espaldas, centrándose en el sacerdote que los casaría. Él empezó


su ser matrimonio, en el que se extendió por casi 2 horas enteras, si no estaba
exagerando.

Mis pequeños hermanos llegaron con los anillos en unas almohadas rojas aterciopeladas y
Dan señal.
—Ivonne Fontalvo Ross, ¿acepta casarse con Dante Flórez Gebel para amarlo, respetarlo y
cuida que la muerte los separe?
Era el momento que todos estábamos esperando, nos concentramos en ellos, contentos de
pre momento hermoso.

—Acepto —respondió mi hermana de otra sangre, con una lágrima que amenazaba con
arruin maquillaje.

Ella le colocó el anillo.


—Dante Flórez Gebel, ¿Acepta usted casarse con Ivonne Fontalvo Ross para amarla,
respetarla por el resto de su vida?
—Por supuesto que sí, padre. Acepto —dijo Dante en voz alta, para que fuese oído hasta
por la que no estaban cerca.

Ahora fue el turno de Dante en colocar el anillo en el dedo anular de Ivonne.


—De ser así, prosigo entonces a preguntar: ¿tiene alguien alguna razón o un motivo
para que n cabo este matrimonio? ¡Qué hable ahora o calle para siempre!

Al ver que nadie se opuso, el sacerdote miró a los ya esposos y anunció, con voz tranquila
y can
—Que está unión sea eterna, porque lo que Dios ha juntado no será separado por
hombre. Os besar a la novia.

Dante miró a mi hermana, su madrina. Y luego a mí, que sonreí en aprobación y él me


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guiñó volver nuevamente a mirar a su esposa, besándola.
...
Después de la ceremonia de matrimonio, nos dirigimos a la casa de Dante, ya que era más
gran donde los esposos vivirían, toda la familia Olivero-Castro-McKenzie estaba sentada en
una enor

Mi madre, entusiasmada por haber participado en la decoración, dijo:


—Cuando alguno de ustedes dos se casen me dicen que decore, todos están
contentísimos con todo.

Mi madre estaba hablando de Memo y Verónica y de Jamie conmigo, ni siquiera fue capaz
de di
—Creo que mis hijos están muy jóvenes para pensar en el matrimonio, amor —comentó mi
pa con preocupación.

El tema de que Jamie y yo nos casaríamos había tocado sus oídos muchos días atrás. Y
aunque mostraba desacuerdo en eso, sí se veía un poco triste, quizás porque pensaba que
me mudaría definitivamente con Jamie. Lo que era prácticamente un hecho. Ya que estar
en la universidad c daba tiempo de ir a verlos en Golden Rainbow.

—Quiero decir que si Verónica quiere casarse en un mes, entonces nos casamos —dijo
Memo, bailando de arriba abajo.

Entonces Laura, que ya estaba por convertirse en una señorita de 12 años, dijo:
—Ni siquiera le has pedido para ser novios —todos, como era de esperarse, soltamos una
carc Mariano, como era defensor de los derechos de los hombres tímidos, agregó:
—No da risa —pero su expresión desmentía su intento de devoción hacia su mejor
amigo Mem da risa. Lo siento, Memo, intenté defenderte.

Memo nos mostró su dedo índice amenazador y luego se volvió hacia McKenzie, que
seguía rié
—¿Tú de qué te ríes? ¡Si te daba pena incluso mandarle un mensaje a Daniel!
Jamie levantó las manos en modo de rendición cuando todos nos reímos de él, pero él,
mostra dijo:

—Por lo menos ya lo besé.


—¿Y quién dijo que nosotros no? —Indagó Verónica, que se arrepintió inmediatamente de
esa puesto que todos la miramos con la boca semi abierta.

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Ella se levantó de la silla y salió corriendo en dirección a Ivonne, que se nos acercaba de la
mano de su esposo.
—¡Vero! Necesito que nos expliques...
—¡Oigan! —Me interrumpió Ivonne, exaltada —. Vengan a bailar el vals.
Obedientes como siempre, todos nos pusimos de pie y de uno en uno fuimos bailando
con Ivo cada pareja mostraba una sonrisa cada vez más radiante. Todos aplaudimos
fuertísimo cuando de Memo, que en estos largos 9 meses había movilizado con más
fijación su pie derecho, el izq siendo más trabajoso, pero lo podía afirmar y moverse de
un lado a otro sin la necesidad de m

Era la primera vez que lo veíamos bailando y eso nos contentó, mucho más cuando él se
separó manos al aire en modo de victoria, se acercó a mi hermana y la besó fuertemente
en los labios

—¡No hace falta que te pida que seas mi novia porque nos vamos a casar!
—¡Primero pídemelo como es debido! —Exigió Verónica, sacando su lado petulante
aunque tod que era bromista.

Memo sé avergonzó cuando oyó la risa de todos y entonces se arrodilló.


—¿Quieres ser mi novia? —Vero se cruzó de brazos y puso su rostro en modo pensativo
—. ¿Y posteriormente casarte conmigo?

—Levántate y bésame que es un sí, definitivamente.


Él lo hizo y la besó. Me di cuenta que estaba con las personas correctas, en el momento
correcto
...
Con Jamie nos alejamos de todos, a veces eso nos hacía ser llamados amargados, pero lo
cierto nos gustaba la tranquilidad, la paz y estar solos así sea por un hora.

—Será difícil para cuando nos casemos —lo dijo él, mirando hacia nuestra familia —. Mi
cuñad la madrina, pero Ivonne igual querrá serlo. Santiago, Diego, Memo y Dante, se
postularan como

Cuando miré a mi hermano bailando románticamente con Cynthia y sabiendo todo lo que
habí dije:

—Creo que escogí a mi padrino, será mi hermano.


—Memo y Dante se pondrán celosos.
—Tú te encargarás de decírselos —le exigí con una mueca de burla, él gruñó con tristeza
fingid arrastró a sus brazos, para besarme.

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Jamie sabía a alcohol.
—No tomes tanto —le pedí, lamiendo sus suaves labios.
—Solo fue una copa —confirmó y luego dijo —, pero no quiero más. Ni siquiera me
gusta, la tohicimos brindis.
Me reí —Yo tomé fue agua, luego arrugue la cara para que piensen qué era alcohol.
—Eres malvado.
—Soy ingenioso —gemí, sintiendo el bulto de Jamie crecer en su pantalón. Tragué saliva —.
Si t todos notarán lo que estoy sintiendo en mi estómago.

—Lo mismo digo de ti —susurró él, casi al borde de la risa.


—Nos vamos a quedar aquí y esperaremos a que se nos baje todo —planeé,
determinadament
Jamie asintió, pero me pegó más a su cuerpo, imposibilitando cualquier probabilidad de
perder erecciones, ya que la cercanía solo la activaba más.

—Dani —dijo Jamie, metiendo sus manos en los bolsillos traseros de mi pantalón y luego
pelliz nalga.
—¡Jamie! —Susurré un grito, si era posible, ya que advertí compostura, pero lo cierto era
es qu de esto.
Percatándome de que nadie me veía, metí mi mano izquierda dentro del pantalón de
Jamie y to miembro viril, estaba increíblemente erecto.

—No me hago responsable de lo que pueda pasar —amenazó mi novio, mirándome con
lujuria
—Estoy dispuesto a pagar por todo —avisé, acercándome a él más de lo que era
físicamente po mordí suavemente en la oreja.
Jamie me besó en el cuello, tocando todavía la nalga, pero entonces nos sorprendimos
cuando inesperadamente, terminamos en el suelo y solo un segundo después, Memo
apuntándonos co índice.

—Esta es mi venganza por burlarse de mí en la mesa y busquen un cuarto,


degenerados. A pesar de su tono hostil, Memo sé rio con nosotros y nos ayudó a
poner en pie.
Lo abracé cuando tuve la oportunidad.
—Bienvenido a la familia oficialmente como el novio de mi hermana —dije, tomándome la
liber besarlo en el cachete.

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—¿Oigan —empezó diciendo Memo, riendo mientras abrazaba a Jamie — y si nos
casamos al m tiempo?
La solución a la posible disputa de sobre quién sería el padrino de quién había sido
encontrada matrimonio doble no tendríamos ese inconveniente.
—¡Estoy de acuerdo!
—¡Sí! —exclamé alegremente, entonces Memo se alejó corriendo de nosotros y Jamie lo
miró c de un padre.
—La última vez que lo vi corriendo todavía comprábamos en la sección de niños. Aunque
lo hac dificultad, pero lo está haciendo.

—Llegará un momento en el que lo hará mejor —le dije y lo volví hacia mí —. Antes de
que nos interrumpiera... ¿por dónde íbamos?

Él entrecerró los ojos, sonrió de medio lado y me acerco a su cuerpo musculoso en un


jalón.
—Creo que estábamos por comenzar algo... que podríamos terminar en el cuarto. O en el
baño quieras.

Gruñí con lujuria, besándolo en la nariz.


—A la cuenta de tres salimos corriendo hacia tu auto, el último en llegar lava la ropa
mañana — asintió —. Uno.

Y entonces salió corriendo, asombrado, lo vi mientras pasaba literalmente volando por


todos, f cuando me digne a seguirlo.

—¡Eres un tramposo, Jamie Oliver McKenzie!


Cuando lo alcancé, él ya estaba abriendo el lado del pasajero.
—Creo que te toca lavar.

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—No puedo creer que te hayas convertido en un tramposo —,dije con indignación
fingida. Él, que reconocía cada una de mis facetas, se me acercó y me besó.
—Así me amas.

—Sí, así te amo. Pero vas a


lavar tú. Refunfuñó.
—Con una condición —pidió, yo esperé que la diera —. Si me pagas con besitos por
cada prend

—Es un trato —dije y lo acerqué, para adelantarle algunos besos que se


merecía.

Fin.

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