01 - Commander - Marie Kristy
01 - Commander - Marie Kristy
01 - Commander - Marie Kristy
Traducción
IsCris astrea75
RRZOE yira patri
Emotica G. W yiany
UsakoSerenity Dew'
MadHatter 3
AleVi
Diseño
Bruja_Luna_
Staff ___________ 3 16 ___________ 196
Sinopsis _________ 5 17____________ 206
Prólogo _______ 6 18 _____________ 217
1 ______________ 21 19 ___________ 229
2 ______________ 37 20 ___________ 239
3 ______________ 57 21 ____________ 249
4______________70 22 ___________ 259
5 ______________ 85 23 ___________ 269
6______________ 97 24 ___________ 283
7 _____________ 107
8 _____________ 117
25 ___________ 292
26 ____________301
4
9_____________ 123 27 ____________ 311
10 ____________ 133 28 ___________ 324
11 ____________ 143 29 ___________ 334
12 ____________ 150 30 ___________ 343
13 ____________ 158 Epílogo _______353
14 ____________ 170 Sobre la autora 359
15 ____________ 185
Quince años atrás, lo vi
Fuimos imprudentes.
Fuimos peligrosos.
Yo era su redención.
Él se convirtió en mi misión.
Me convertí en su Comandante.
De rodillas.
Anniston
SOLO MÉTELO
1
Twister, es un juego de suelo producido por Hasbro.
2Equipo Washington Nationals, los Nacionales, es un equipo de las Grandes Ligas de
Béisbol basado en Washington D. C., Estados Unidos.
—Sí, estoy segura. Lo he pensado mucho y quiero estar contigo.
Cierra los ojos como si le estuviera causando dolor físico incluso
discutir esto. No está ayudando a mi nivel de confianza.
Respirando profundamente, abre los ojos, expresando una
respuesta.
—Bien. Lo haré, pero quiero dejar como constancia que creo que
esta es una muy mala idea.
Salto hacia él mientras un sentimiento de alegría me atraviesa, lo
tomo por sorpresa con una tacleada que casi nos derriba por el costado
del sofá. Con demasiada emoción para ser un amigo, le muestro que
reconozco su preocupación con un firme apretón en una de las mejillas
de su delicioso trasero.
—¡Anotado!
***
3
Liga triple A es parte de las ligas menores de béisbol profesional que compiten en un
nivel por debajo del de las Grandes Ligas de Béisbol.
—No. No lo haré. Me mudaré a casa durante el verano.
Trago algunos sorbos más, ignorando las expresiones curiosas de
los compañeros de equipo de Theo ante esta revelación impactante.
—¡Oigan! —interrumpe Brody, cortando la tensión en la mesa—.
¡Me olvidé de contarles sobre esta instructora de yoga que me levanté el
fin de semana pasado!
Los ojos de los chicos se iluminan ante la mera mención de
levantarse cualquier cosa, efectivamente deteniendo cualquier otra
pregunta relacionada con los arreglos de vida de Theo y míos.
—¡La follé en un armario!
—¡De ninguna manera! ¿En un armario?
—Sí, amigo, me tuve que agachar como si estuviera atrapando una
bola de nudillo. —Brody se pone de pie, demostrando el movimiento de
sentadilla y cadera que utilizó—. ¡Follándola allí mismo en un armario de
la cocina!
Todos en la mesa se ríen histéricamente, incitándolo y creando una
ráfaga de cuentos de "aquella vez" que dudo que le hayan ocurrido a la
mayoría de ellos.
Solo escucho la mitad de todas las historias que comparten cuando
decido que ya es suficiente. Estoy lista para irme. Empujo a Theo en las
costillas, nuestro signo universal para: esto apesta, vamos.
Atrapa mi dedo, poniendo mi mano entera sobre su regazo,
13
entrelazando sus dedos con los míos. Comienza a frotar círculos suaves
sobre mi brazo con el pulgar, creando sensaciones de hormigueo que
irradian directamente a mi corazón. Me encanta cuando hace esto. Voy a
extrañarlo cuando se vaya, cuando le frote el brazo a otra chica.
Me inclino más cerca, mi hombro contra el suyo mientras conversa
aquí y allá con Brody y el resto de los muchachos. El calor de su cuerpo
me relaja tanto que podría acurrucarme como un gato y ronronear
aprobando sus caricias.
Una parte de mí se encuentra emocionada de que haya aceptado
tomar mi virginidad esta noche y otra parte de mí se siente como una
tonta por siquiera considerarlo. Parece apropiado, sin embargo, que
nuestra última noche juntos sea memorable. No es que pensáramos en
hacer algo grande. Planeábamos quedarnos despiertos hasta altas horas
de la madrugada, haciendo juegos de bebida y mirando películas de terror
hasta que llegara el momento de tomar el avión. Irresponsabilidad en su
máxima expresión. Siempre es la mejor manera de comenzar un nuevo
trabajo.
Le apoyo una mano en el muslo, sintiendo la suavidad de sus
vaqueros, el olor de su jabón Irish Spring filtrándose a través de la tela.
Me acerco más, soñando despierta sobre cómo me besa la parte superior
de la cabeza cuando me quedo dormida mirando sus imágenes del juego;
la forma en que sonríe de oreja a oreja cuando discuto con el árbitro sobre
una mala decisión. Voy a extrañar entrenarlo desde las líneas laterales,
animándolo desde las gradas. Mañana, nuestras prácticas del sábado
oficialmente habrán terminado.
Regodeándome en mi dolor, trazo los patrones en su mezclilla
descolorida, memorizando la forma en que abrazan sus muslos
musculosos, casi como si estuvieran diseñados solo para él. Más arriba,
deslizo los dedos mientras el movimiento hipnótico de su mano me lleva
a un trance. La cadencia de su voz solo me deprime más, ya que recuerdo
que ya no despertaré con sus gemidos sexys mientras se dirige a la cocina
en busca de café, o las conversaciones de ánimo que se da en la ducha
los días de juegos.
Cada vez más, desplazo la mano hacia arriba hasta que el tono
profundo de su voz comienza a tropezar y a tartamudear.
Con la voz tensa, responde a Callum sobre alguna profesora que
pensó que era soltera. Me pregunto qué lo maravilla tanto. La señora
James no es tan sexy. Volviendo a mis atenciones en su muslo, me doy
cuenta de que mis dedos se encuentran a unos centímetros de su polla.
Me arriesgo y los subo un par de pulgadas.
Deja de mover por completo la mano con la que me frota el brazo
mientras su cuerpo se pone rígido por la tensión. Bajo la mirada, notando
la tienda de campaña que ahora tiene en los pantalones vaqueros.
No sé qué me impulsa a hacer lo que hago a continuación.
¿Tal vez la cerveza? ¿Tal vez porque es nuestra última noche
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juntos? O tal vez porque no tengo nada que perder. Pero antes de
pensarlo demasiado, cierro hasta el último centímetro de espacio y me
sumerjo en su hombría, acariciándola con la totalidad de la mano.
Theo se sobresalta, su aliento sisea mientras trata de
recomponerse antes de que los chicos lo noten. Masajeando la plenitud
hasta dejarlo endurecido, su gruesa longitud pulsa en mi palma mientras
comienzo a acariciar arriba abajo a un ritmo pausado.
—Entonces, ¿qué piensas, hombre? ¿Debo perseguirla? Me estoy
graduando... ya no soy un estudiante.
Esbozo una inocente sonrisa mientras Theo se aleja de la fricción
que estoy creando. Incrementando mi tempo, mi agarre se vuelve más
firme, mis golpes más crudos y eróticos.
—Uh... yo. —Clava las caderas en mi mano instintivamente
mientras lucha por hablar con claridad—. S- Sí. Ve por ello, hombre.
Sale de la cabina completamente desquiciado.
—Tenemos que irnos.
Sonriendo como una idiota cuando me saca del reservado, Theo me
usa como escudo mientras se ajusta discretamente. Los muchachos se
despiden con palmadas en la espalda y un abrazo ocasional, sí, es Toby;
antes de que Theo me saque del restaurante, casi dislocándome el brazo.
Entramos en el auto como dos ladrones en una misión. Me hago la
tonta mientras me aseguro el cinturón de seguridad.
—¡Uf! Es bueno salir de allí. El calor en ese lugar me inquietó.
¿También tenías calor? —Mi comentario inteligente está lleno de
insinuaciones y tiene el efecto que pretendía.
Theo se da vuelta en su asiento, su rostro enrojecido, las pupilas
dilatadas. Lanzando su gorra sobre el tablero, pasa una mano por su
cabello aplastado.
—Espero que estés lista para una buena follada.
Golpea su entrepierna, demostrándome lo que hice.
Mi boca se afloja mientras trago el nudo que de repente se instala
en mi garganta. ¿Estoy lista para una buena follada? Ahora no estoy
segura, pero asiento de todos modos.
Se ríe de mi falta de habilidades sociales y se vuelve a poner la
gorra, girándola hacia atrás para mostrar esos ojos de medianoche. Sin
decir una palabra más, saca su Mustang 67 del estacionamiento del
restaurante y se adentra en el estrecho camino que conduce a un
interminable laberinto de intersecciones de concreto que tienen el poder
de hacerte perder con un cambio de carril equivocado.
Conducimos en silencio por más de una hora, el área me resulta
familiar. Ya sé a dónde me llevará, aunque hace cuatro años que no voy
allí. No estoy segura de cómo me siento acerca de ir hacia allí en este
momento, pero aparentemente es importante para él, así que no me
15
quejo.
El camino de entrada está lleno de enredaderas cuando llegamos.
Es obvio que nadie ha estado aquí desde que murieron en mi último año
de la escuela secundaria. El agudo dolor que he aprendido a ignorar se
despierta en mi corazón mientras atravesamos el camino abandonado.
La casa en la plantación de mis abuelos se erige desafiante en el centro
de cientos de hectáreas cubiertas de maleza. El granero en el que Theo y
yo solíamos jugar al escondite apenas se ve detrás de los altos tallos de
heno que se balancean con la brisa.
Theo me codea.
—¿Estás lista para esto?
Sé que si dijera que no, daría la vuelta y nunca hablaría de esto.
Ese es el tipo de amistad que tenemos. Entonces, no es como si me
sintiera presionada para hacerlo. Quiero, incluso si después lo voy a
lamentar, que es diferente.
—Este viejo lugar tiene una belleza tan clásica. Recuerdos
agridulces —digo distraídamente. Encogiéndome de hombros, confirmo
mi consentimiento apretándole la mano—. Estoy lista. Mandemos esta
amistad al infierno. —Me río de mi propia broma hasta que la mano de
Theo se tensa debajo de la mía—. Estoy bromeando —me retracto. No
quiero hacer esto más incómodo. Le doy un ligero apretón de manos y
sonrío con la esperanza de que lo deje ir.
Me mira largamente, esos ojos transmiten algo que no puedo leer.
Antes de que pueda resolverlo o hacerme alguna pregunta, abre el
maletero y salta.
La puerta del pasajero chirría, rompiendo el tenso silencio mientras
la abro para seguirlo.
—Sé que es un clásico, Theo, pero maldita sea, aceite al menos. —
El aire es pesado y húmedo cuando salto a la hierba. El calor de Georgia
es mortal en esta época del año. Lástima que no pensé en esto en otoño.
Que me piquen los mosquitos no es algo que desee. Me dirijo al baúl
donde Theo está amontonando mantas en su desgastada mochila de
gimnasio—. ¿Necesitas ayuda?
Sonríe, frunciendo los labios como hace cuando digo algo ridículo.
—Lo tengo.
Después de que se aleja, doy un portazo y corro para alcanzarlo. Él
pasa por alto la casa, despertando mi curiosidad sobre lo que tiene en
mente para la pérdida de mi virginidad.
—¿A dónde vamos?
—Ya verás. Atenta. No quiero que un coyote te ataque.
—Eso es tonto. ¿Un coyote? No he visto ninguno en años... —
Aullidos suenan en la distancia, y apresuro mi paso mientras lo sigo.
16
Pasamos por alto el granero, dirigiéndonos hacia atrás, al estanque. Theo
mantiene un ritmo rápido, sin molestarse en mirar por dónde camina.
Creo que los dos conocemos este lugar tan bien que no haría diferencia
si estuviera oscuro como la luna.
Finalmente, llegamos a un alto a unos metros del estanque. Ayudo
a extender las mantas a lo largo de la orilla, el temblor de mis manos va
en aumento.
—¿Estás nerviosa?
Me miro las manos, luego de nuevo la expresión preocupada de
Theo y dejo escapar un suspiro.
—Sí, un poco.
Un músculo se contrae en su mejilla cuando solo asiente a cambio.
No creas que me perdí que no reveló si estaba nervioso. Se agacha,
moviendo su rodilla debajo de él, pareciendo no afectado por lo que
estamos a punto de hacer.
Me congelo en el modo de lucha o huida, pensando bien mi decisión
de recostarme en la manta.
Se siente como si pasaran cinco minutos antes de que él suspire,
dando palmaditas en la manta junto a él.
—Esta fue tu idea. ¿Estás arrepintiéndote?
—Joder, no, no me estoy arrepintiendo. Solo estoy… saboreando el
momento. —Su expresión me dice que no me cree ni por un segundo.
Vamos, Ans. Puedes hacer esto. Ponte, o mejor dicho sácate, tus
braguitas de chica grande y folla a Theo. Aquí, bajo las estrellas como
querías. Como él sabía que querías.
Maldito seas, Theo, por ser tan malditamente perfecto. Maldito seas
por ser jodidamente mi mejor amigo.
Las cigarras chascan sus pequeños címbalos mientras orquestan
la música de fondo para nuestra pequeña sexoventura. Su molesto
zumbido solía agravarme, pero en mi situación actual, es una distracción
bienvenida. Tragándome los nervios, me agacho y me deslizo junto al
hombre que está a punto de tomar mi virginidad
—No estoy arrepintiéndome, imbécil. Solo estaba debatiendo si debí
haber traído más condones. Podríamos poner uno sobre otro, ya sabes,
así es más grueso. —Subo y bajo las cejas como algún tipo de villano de
dibujos animados—. Quiero asegurarme de que realmente rompas el
himen.
Divertida, sonrío como una tonta por su expresión de sentirse
insultado. Se siente bien romper el hielo y no actuar tan raro.
—Te aseguro, romperé el himen. ¿Quién dice himen, de todos
modos? —Me desestima con un gesto juguetón mientras rebusca en la
bolsa de gimnasia, arrojando un puñado de condones entre nosotros. Por
un momento, solo los miramos fijamente.
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—Dolerá —admite con la cabeza todavía inclinada.
Soy consciente. Por lo que he visto de su pene (¿qué? Vivimos
juntos. Es totalmente normal) arderá como una perra; sin importar la
montaña rusa emocional que voy a soportar cuando se suba a ese avión
mañana. Pero estoy decidida a seguir adelante con este horrible error,
incluso si me mata.
Lo acerco, enterrando mi rostro avergonzado en su pecho.
—Estoy preparada. —La mentira cae fácilmente de mis labios
Con manos inestables, mueve mi cabello hacia un lado.
—Ahora me quitaré la ropa.
Está bien, entonces será incómodo, no es gran cosa. Puedo lidiar
con lo incómodo. Trago grueso, y asiento como una idiota. Theo se pone
de rodillas, se quita la camisa y la arroja fuera de la manta con la finura
que solo posee un lanzador. Cuando está trabajando en el botón de sus
vaqueros, lo detengo.
—Permíteme.
Sin responder, aparta las manos, extendiendo los brazos
ampliamente. Lo hago con torpeza un poco antes de tener éxito al pasarlo
por el ojal. Aflojo su cremallera, con cuidado de no atrapar nada. Theo es
conocido por estar sin ropa interior a veces. Ahora, sin embargo,
calzoncillos bóxer rojos salen en plenitud desde debajo de la tela vaquera.
—Necesito que te pongas de pie —digo, mordiéndome el interior de
la mejilla. Sin emitir sonido, obedece. Centímetro a centímetro bajo el
material húmedo. Se queda en algunos lugares, pero después de unos
pocos tirones agresivos, logro abrirlo, revelando sus muslos atléticos
perfectos. Gracias entrenador Anderson por los días obligatorios de
gimnasio.
Está demasiado silencioso cuando alcanza mi camisa. ¿Dónde
están ahora, cigarras estúpidas? Elimina mi ropa pieza por pieza en
segundos con dedos expertos. Antes de darme cuenta, me encuentro
debajo de él mirando fijamente a los ojos hambrientos que gritan esta es
una mala idea, pero disfrutaré cada minuto de ello.
—Dime que pare —respira, casi suplicando.
No, lo haremos.
Lo acerco más, mi respuesta no expresada. Sus costillas se
expanden con respiraciones fuertes a medida que me sujeta el muslo con
su mano callosa, abriéndome suavemente para que acune sus caderas
estrechas. El peso de su cuerpo me persuade de bajar sobre la manta,
contra el algodón suave.
Soy consciente de todo, las cigarras, la brisa ligera, las briznas de
hierba luchando por atravesar la manta de flores.
Me permito bajar la guardia, tomándome un momento para
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catalogar cada recuerdo de este chico, este hombre que siempre ha tenido
mi corazón. Su respiración se vuelve agitada, los nervios evidentes en la
tensión de sus hombros. Quiero consolarlo, decirle que todo estará bien,
pero la verdad es que no lo estará.
Esto cambiará todo.
Beso el interior de su antebrazo apoyado junto a mi cabeza.
—Estaré bien —le aseguro con falsa fanfarronería.
Frunce esos bellos labios en una mueca antes de presionarlos
contra los míos. El beso es suave, amable incluso. Es cuidadoso, titubea
cuando introduce la lengua, probando los límites de nuestra amistad. En
segundos, desarrollamos fricción a medida que nuestros cuerpos toman
el control, empujando uno contra el otro en una danza pecaminosa.
Con más fuerza, comienza a devorarme como un postre decadente
que tiene prohibido comer. Cada uno de mis gemidos, cada suspiro está
lleno de furia apresurada, como si este beso fuera el último.
Probablemente lo será. El primero y el último.
En lo profundo de este momento precioso, me toma, empujando sin
vacilación. Mis gemidos de dolor escapan, justo sobre su boca cuando
rompe mi barrera, desgarrándome.
En este momento, somos uno.
En este momento, él es mío.
***
5
SWAT: Fuerzas especiales.
—¡Abre esta maldita puerta Ans, o la romperé! —Mi voz suena un
poco aterrada cuando golpeo más fuerte. Escucho movimientos al otro
lado de la puerta, provocándome alivio.
Me acerco más, ubicando la oreja hacia la grieta, y capto su
susurro:
—Rómpela. Te reto. —Maldita sea. Esta chica. Un suspiro de
frustración se me escapa mientras trato de mantener la calma.
En el tono más calmo que puedo manejar, respondo:
—Abre esta jodida puerta, o te dejaré aquí. No estoy de humor para
tus juegos.
Antes de que pueda decir más, abre la puerta y me hace entrar de
golpe. Mi espalda choca contra la pared, casi quitándome el aliento. El
agarre de Anniston es tenso, lo que me restringe contra la pared. Es
bastante fuerte para ser una chica. Podría fácilmente sacármela de
encima, pero avivé su llama con esa llamada telefónica y no se irá sin
una venganza. Brad no le dio lo que necesitaba, así que parece que
depende de mí. Tendré que sacrificarme por el equipo. No es que me
importe, me gusta jugar sus juegos enfermos.
—¿Me estás amenazando, Teddy? —Su voz es ansiosa por la
emoción de lo que estamos a punto de hacer.
Me estremezco, odiando ese apodo terrible que me dio hace años.
Nadie me llama Teddy además de ella. Anniston se humedece los labios
con anticipación, sonriendo, desafiándome a participar en nuestro juego
29
de larga data. Algunos mechones errantes de su cabello largo y dorado
caen sueltos debajo de una de mis viejas gorras de béisbol mientras
espera mi respuesta. Su mirada contiene demasiado atractivo sexual.
Así son las cosas con Anniston: puede pasar el rato con los chicos
en lo que sea que hagamos. ¿Deportes? Puede jugarlos todos. ¿Beber?
Puede bebe hasta debajo de la mesa. ¿Póker? Sí, también es genial en
eso. Pero no importa cuánto pueda andar con los muchachos, ella es cien
por ciento mujer. Con sus pechos llenos, con copas C, sí, ya sé lo grandes
que son, y con su cuerpo delgado presionándose contra mí, comprendo
claramente por qué todos los tipos en un radio de ciento veinte kilómetros
desean su atención.
Se aclara la garganta y levanta una ceja, esos brillantes ojos azules
contrastan contra sus mejillas ruborizadas. Levanto la comisura de mi
boca en una sonrisa arrogante. Liberando mi mano de la suya, la paso
sobre la parte exterior de su pecho.
—¿Qué pasa si lo hago?
Asoma la lengua, deslizándola sobre sus labios en un movimiento
lento y seductor, sabiendo qué botones presionar. Mi polla comienza a
hormiguear. Por favor, no, no en este baño desagradable.
—No. Aquí no —le digo severamente. Hace un puchero por un
momento.
—Sí. Aquí —contesta, de pie contra mi figura de metro ochenta y
dos.
Hago una pausa, tratando de idear un plan para reducir la
situación, pero no me da un segundo antes de palmear mi entrepierna
bruscamente, buscando mi erección.
Su mejilla se crispa, conteniendo una sonrisa de complicidad.
—Sé que lo deseas. La silenciosa Samantha no lo hizo por ti,
¿verdad?
Realmente gruño, incapaz de evitar que mi polla responda a su
toque. Maldita sea esta chica.
Se acerca más y me susurra al oído. Su cálido aliento va
directamente a mi polla.
—Vamos, Teddy. Sabes que lo necesitas. —Se desabotona los
pantalones cortos de mezclilla y desliza una mano en su ropa interior,
con cuidado de mantener sus ojos enfocados en mí—. Lo necesito, Theo.
Por favor... —Su voz es una súplica desesperada mientras comienza a
darse placer sin mí.
Verla en la cúspide de la mendicidad es todo lo que necesito.
Necesitamos esto.
Me abalanzo, empujándola más adentro de la habitación.
Agarrando sus caderas, tiro bruscamente de sus pantalones cortos,
liberando su coño con un solo movimiento. Chilla por la sorpresa pero
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rápidamente comienza a sacarme los pantalones. La llevo de vuelta a la
encimera del baño y la levanto. Me sonríe como si esto fuera exactamente
lo que quería y estuviera siendo manipulado perfectamente. Le devuelvo
la sonrisa, niego con diversión, consciente de que me rendí sin mucha
lucha. Enfadado por ser tan pusilánime cuando se trata de esta chica,
hundo un dedo sin previo aviso, provocando el grito que me moría por
escuchar antes. Oh, mierda. Esta chica nunca se relaja.
Es como si tratara de meter mi pene en un rollo de monedas de
diez centavos. Retrocedo, buscando en su rostro cualquier signo de dolor.
Pero ella se empuja contra mi mano, animándome, inserto otro dedo,
abriéndolos como tijera. Está empapada, claramente lista para mí,
aunque aun así muy apretada. Meter la punta y venirme enseguida no
ayudará a mi reputación.
Extiendo una mano y le acaricio el pecho, pellizcando su pequeño
pezón por encima de la camiseta. Echa la cabeza hacia atrás mientras
gime de placer. Tensa sus fuertes muslos y me jala más cerca,
encerrándonos en un fuerte abrazo.
—Mételo —ruega.
—Todavía no, nena. Tienes que abrirte para mí.
Frunce el ceño pero no discute. Pecho contra pecho, se inclina
hacia atrás lo suficiente como para deslizar las manos por debajo de mi
camiseta y acariciar mis abdominales.
—Juguemos —me exige con un susurro.
Y esta es la razón por la cual soy fanático de ella y de todo lo que
le concierne. Sonrío mientras me observo en el espejo y le susurro mi
respuesta en el oído.
—Sí, señora.
Su gemido en respuesta hace eco en el baño.
—Ahora Ans, para poder jugar a este pequeño juego, tendrás que
callarte, o tu chico juguete vendrá y se dará cuenta de que no te
encuentras a las puertas de la muerte como dijiste. —Se echa hacia atrás
y atrapa mi mirada. Le sonrío descaradamente y asiento hacia la pared—
. Inclínate.
No lo hace, lo cual es su típico modus operandi, la empujo del
pecho un par de veces hasta que obedece, inclinándose contra el espejo.
Afloja sus piernas alrededor de mi cintura y pone los pies en la repisa,
quedando a horcajadas sobre mí.
Asiento en aprobación porque finalmente hace lo que le pedí,
esparzo su humedad sobre su clítoris usando solamente mi dedo índice.
Se arquea ante mi toque, mordiéndose el labio para no hacer ruido.
Incremento la presión, girando el dedo suavemente alrededor de su
protuberancia hinchada.
—Von Bremen se alinea en el terreno de juego, asiente hacia
Michaels, toma impulso y lanza la pelota… —Dejo de acariciar su clítoris
y hundo un dedo en su interior, golpeando su pared frontal. Se estremece
31
con mi toque, su respiración sale en cortas bocanadas—. Y esta se acopla
perfectamente al guante de Michaels.
Anniston es el sueño húmedo de todos los hombres. A ella le gustan
las charlas sucias, pero sus favoritas son las estadísticas y jugadas de
béisbol. Con mi dedo hundido muy profundo en su interior, empiezo a
acariciar la carne redondeada que recubre su frente. Aplico presión con
la mano izquierda sobre el conjunto de nervios que la harán explotar en
cuestión de segundos.
—Se alinea, Von Bremen toma impulso y lanza un servicio que
algún imbécil golpea… —Introduzco un segundo dedo y continúo con el
movimiento hacia delante y hacia atrás, sus paredes se contraen y
aprietan mis dedos—. Ni siquiera pienses en venirte —le advierto con un
gruñido mientras introduzco otro dedo en su interior, provocando que
grite.
Se agarra de mis hombros y me sostiene la mirada. Le tiembla el
labio inferior en protesta mientras lo muerde con fuerza para mantener
los gritos a raya. Cuando toco su punto sensible, le brillan los ojos y
pareciera que estuviera a punto de llorar. Pero no lo hará, estuve
completamente asustado la primera vez que hizo eso.
Continúo acariciando sus paredes desde el interior, mientras que
con la palma de mi mano toco su clítoris. Mueve su trasero para intentar
escapar de mis embestidas, pero reajusto mi agarre para mantenerla
quieta.
—¿Estás lista?
Asiente, hundiendo los dientes firmemente en su labio, mientras le
comienzan a temblar las piernas a mi alrededor. Está cerca. Agarro su
pierna por detrás de la rodilla y rodeo mi cintura.
—Shh… —le recuerdo, llevo mi dedo índice a mis labios y le doy
una larga y minuciosa chupada.
Deja caer la cabeza hacia atrás ante la imagen de sus fluidos en mi
boca, en el momento en que mi pene sin protección penetra en su coño
apretado y caliente.
—Joder, eso se siente bien.
Anniston esconde el rostro en mi hombro mientras intenta
recuperar el aliento. Retrocedo, solo para hundirme más profundo esta
vez. Jalo sus piernas para posicionarla al borde de la encimera y me
empujo hacia ese espacio hecho solo para mí. El maldito espacio que
buscaba antes con Sarah.
—Oh, joder —gimo. Se siente tan bien, ni siquiera puedo encontrar
mejores palabras para decir. Me hunde las uñas profundamente en mis
hombros mientras sofoca un grito en mi camisa. Es muy probable que
me haya hecho sangrar con las uñas. El agarre vicioso que tiene en mi
pene es tan apretado que siento que puede cortar mi flujo sanguíneo. Voy
a venirme pronto. Es divertido como funciona esto. Una chica no puede
32
hacerte venir, la otra te hace venir demasiado rápido.
—Deja de contraer tus músculos —siseo entre dientes.
—¿Cuál es el problema, Theo? —jadea—. ¿Dejaste toda tu
resistencia en el campo hoy?
Eso es todo, empujo dentro de ella casi violentamente, cerrando
satisfactoriamente esa sarcástica boca suya. Gruñe y me muerde la tetilla
a través de mi camiseta.
—Maldición —grito.
—¡Hazme venir entonces! —me exige, contrayéndose a mi alrededor
tan fuerte que hace que mis rodillas se aflojen. Debo apoyarme en la
repisa mientras ella sonríe victoriosa, riéndose silenciosamente desde su
posición. Me lleva un minuto recuperar el aliento y concentrarme en no
venirme.
Una vez que he recuperado el control, me encuentro enojado por el
uso de sus injustas técnicas. Con un casi gruñido comienzo aplicar
presión en su pequeña línea de vellos, por encima de su hueso pélvico,
aumento la presión y subo su pierna derecha a mi hombro utilizando su
otra pierna como palanca, uso toda mi concentración para mandar a la
jodida mierda a esta pequeña provocadora.
Retorciéndose y tratando de zafarse de mí, grita:
—Es demasiado. Aquí no, Theo.
Sudor corre por mi espalda, pero mantengo el ritmo.
—Puedes soportarlo. Te vendrás sobre mi pene. ¿Me entiendes?
¡Vas a malditamente empapar mi pene!
Su rostro cubierto de sudor adquiere una expresión de pánico. No
le gusta tener orgasmos del punto G en ningún otro lugar que no sea en
su casa. Pueden resultar muy desordenados, pero justo ahora, al ver que
se encuentra al borde de un orgasmo alucinante, esto es totalmente
aceptable.
Moviendo las manos por todos lados tratando de encontrar un
punto de apoyo, grita sin aliento:
—¡No, Theo!
La dejo gritar sus objeciones. Uno, porque no puedo mover las
manos, si las muevo perderé todo el avance que he conseguido y mataré
su orgasmo y dos, porque me encanta el sonido de sus gritos. Le tiemblan
las rodillas incontrolablemente, su coño palpita en movimientos rítmicos.
Si ella no se viene pronto, yo lo haré.
La beso en la boca, hablando con calma.
—Vamos nena, déjalo ir, déjalo ir por mí.
Abraza mi cabeza, impidiendo que vea su rostro.
—¡Es demasiado! 33
—Está bien —le digo—. Déjalo ir.
Agrego más presión y se aprieta tanto alrededor de mi polla que
creo que podría romperla.
—Déjate llevar, nena —jadeo.
Suelta mi cabeza pero deja sus manos sobre mis orejas mientras
enfoca sus ojos azules en los míos. Arquea la espalda y su coño me
aprieta una vez más antes de que grite y se derrame sobre mí. Con los
ojos cerrados, cabalga ola tras ola de felicidad eufórica.
Mientras su orgasmo se calma y su cuerpo termina febril y
empapado en sudor y jugos, yo continúo golpeando cada vez más rápido,
frotándole el clítoris. Se retuerce, y se aferra a mis antebrazos mientras
comienza a venirse otra vez. Mi cuerpo es como un cable de alta tensión,
la cuenta regresiva de una detonación, y al final, derramo mi semilla
dentro de su perfecto coño, lo cual es jodidamente sexy.
Los dos nos estabilizamos mientras observo su hermoso rostro
empapado en sudor. Su cabello se ha soltado y mi gorra ahora se
encuentra en el piso, supongo que terminará en la basura. Con mi polla
todavía en su interior, levanto una mano y le acaricio la mejilla.
—Tranquilízate, Samantha estuvo mejor.
Suelta una carcajada y me da un puñetazo.
—Al igual que Chase —se encoje de hombros—, pero estaba
desesperada.
¿Viste lo que hizo? Me vuelve malditamente loco. Me dan ganas de
subirme los pantalones, salir a buscar a Chase y golpearle el culo. Pero
sé que es una de sus estrategias. Sé que lo dijo solo para meterse debajo
de mi piel. Me regresó la ofensa, lo cual me merecía.
—Salgamos de aquí. —Me libera de sus piernas y se baja de la
encimera. Dándome palmaditas en el hombro tal como haría cualquier
compañero de equipo, toma una toalla de la repisa y se limpia antes de
arrojármela para que haga lo mismo.
Lo hago en silencio, un ambiente pesado de repente nublando
nuestra diversión. Solo amigos, Theo. Ella solo quiere ser tu amiga. Decido
no permitir que nuestros comentarios agresivos arruinen la noche.
—Huele como a sexo y dulces aquí —bromeo, reventando un globo
de goma de mascar en mi boca, un hábito que adquirí en las ligas
mayores.
Suelta una carcajada.
—Eres un idiota. —Al menos rompió la tensión entre nosotros.
Le agarro la mano y la guío hacia la puerta.
—Vamos, quiero comida mexicana, tú la comprarás como pago por
haberme obligado a venir aquí. —Entrelazando sus dedos con los míos,
nos saca del baño de Brad.
34
—Trato.
***
En la actualidad
La tranquilidad se siente en el aire. El clima frío me aclara la mente,
aunque sigo adormilada, mi cabeza me ruega que vuelva al calor de mi
cama. Pero sigo adelante, desesperada por el ejercicio y por refrescar mi
mente.
Es mi primer día libre en dos semanas de mi trabajo en el hospital.
La temporada de invierno mantuvo las puertas girando con cada brote de
37
gripe, virus y otras cosas desagradables a las que mis compañeros de
trabajo y yo nos referimos como "la mugre".
Me subo la cremallera, asegurando el calor de mi cuerpo dentro de
mi sudadera con capucha mientras paseo por la calle desierta. Los
ciudadanos de Madison se encuentran acurrucados frente a sus
rugientes chimeneas o trabajando. No puedes hacer muchas cosas en un
pueblo pequeño. Literalmente tenemos una tienda de abarrotes, tres
estaciones de servicio y una ferretería. Gracias a Dios, hay algunos
restaurantes familiares. Ya sabes, somos sureños, nos gusta comer.
He estado trabajando a tiempo parcial en la sala de emergencias
del hospital local, St. Francis, desde que completé mi residencia en
medicina deportiva con el equipo de Theo, los Nacionales. Como él es
lanzador, solo juega una vez a la semana de acuerdo a su actual rotación
de lanzadores, dejándome mucho tiempo libre. Así que vuelvo a casa con
la mayor frecuencia posible, disfruto de la tranquilidad de mi pequeño
pueblo. El constante viaje es agotador. Además no estoy tan segura de
que la vida de la ciudad sea para mí como para vivir de forma permanente
allá.
Hablando de Theo, no he tenido noticias suyas hoy. Ha estado
ocupado con el entrenamiento de primavera durante el último mes y
medio. Volé no hace mucho en uno de sus días libres, y viajamos a
Orlando para unas minis vacaciones. Mickey Mouse no tenía
posibilidades con nosotros enloqueciendo en la tierra de los sueños.
Montaña rusa tras montaña rusa, nos reímos y bromeamos con libertad,
molestándonos el uno al otro como siempre lo hacemos. No siempre
tenemos la oportunidad de pasar tiempo juntos.
Si soy sincera, como que extraño al imbécil. Mi participación con el
equipo es mínima durante el entrenamiento de primavera en
comparación con los juegos. Hay un montón de entrenadores disponibles
en caso de lesiones durante su entrenamiento de pretemporada. Sin
embargo, no tengo dudas de que Theo me llamaría si me necesitara.
Mi aliento sale flotando frente a mí como una burbuja de diálogo
de los dibujos animados. Es extrañamente reconfortante. Mi cerebro salta
de una idea a otra a medida que avanzo sobre las tierras de cultivo que
rodean la carretera desierta. Necesito un pasatiempo, algo que hacer
aparte de estar a disposición de Theo. Tengo mi trabajo en St. Francis,
pero eso es solo porque estoy aburrida de estar en casa durante la
temporada baja. Podría tener algo de diversión en mi vida, algo que me
haga feliz. Algo solo para mí.
¿Quizás pintar? Podría pintar. ¿Qué tan difícil podría ser? Tomas
un lienzo, pintas, lo salpicas en lugares aleatorios y ¡voilá! ¡Arte abstracto!
Nah. Demasiado sedentario. Necesito algo salvaje. Divertido.
Entretenido.
A lo largo de la carretera Old Mill, que corre por toda la extensión
de la propiedad de mis abuelos (que en realidad es mía ahora), los pájaros
cantan, recordándome que el verano llegará pronto. Durante años, he
38
asociado el verano con una cosa: béisbol.
Durante la temporada, Theo se queda conmigo aquí en la
plantación. Estoy cien por ciento segura de que es porque es un tacaño
y aquí se puede esconder de los medios de comunicación, ya que ellos no
llegan a las profundidades del campo del país. Después de todo, él tiene
su propio ático en Atlanta y uno en Washington. Pero algunos días,
cuando estamos tumbados en la hierba, con el sol en la cara, la brisa en
el cabello, creo que tal vez solo extraña lo simple que solían ser nuestras
vidas. Antes de las Grandes Ligas. Antes de la escuela de medicina. Antes
de esa noche.
La nueva canción de Bieber comienza a sonar en mi cabeza (lo sé,
pero es tan pegadiza) y empiezo a tararearla ya que no me sé la letra.
Balanceo los brazos al ritmo mientras un escalofrío me recorre la piel,
dejando un rastro de piel de gallina a su paso. Probablemente es hora de
dar media vuelta y entrar. No sé cuánto más pueda soportar este frío.
Con un suspiro, doy la vuelta por donde llegué, cuando por el
rabillo del ojo veo mantas que se amontonan, arrojadas descuidadamente
en la zanja. Malditos imbéciles. Me canso tanto de recoger el desastre de
los que tiran basura. ¡Tengan algo de respeto, gente!
Me acerco a la trinchera y agarro la esquina del material
desagradable, lista para tirar cuando golpeo algo sólido con la mano.
Lanzo un chillido femenino y salto hacia atrás, sosteniendo mi pecho con
sorpresa. ¿Toqué a un ciervo muerto o algo así?
Curiosa, me vuelvo a acercar, con cuidado de no asustar a lo que
sea que se encuentre allí. Estoy segura de que no quiero que me ataque.
Centímetro a centímetro, me acerco a lo misterioso y veo que la manta
hecha jirones está subiendo y bajando rítmicamente, casi como si
estuviera respirando. ¡Mierda! ¿Acabo de encontrar un bebé
abandonado?
Olvidada la preocupación, saco la raída manta y encuentro... a un
hombre. Bueno, al menos creo que es un hombre. Está en posición fetal.
Tiene los ojos cerrados, le tiembla el cuerpo. Oh, Dios. Tiene la ropa sucia
y llena de agujeros, la piel hundida hasta los huesos. Este hombre está
obviamente deshidratado y desnutrido.
Un vagabundo. No tiene hogar, vive en la calle. Por mucho que
quiera juzgar a este hombre y simplemente cubrirlo de nuevo y
marcharme, el médico en mí insiste en que me asegure de que se
encuentra bien. Vagabundo o no, es un ser humano.
Extiendo la mano, vacilando un momento antes de colocar el dorso
de mi mano en su frente. El miedo comienza a aparecer. ¿Y si está loco y
se lanza contra mí, o peor aún, me asalta? Bueno, no es que haya traído
dinero ni nada. Solo mi teléfono.
—Por favor, Señor, cuídame —rezo antes de tocarlo. El hombre no
abre los ojos, lo que me preocupa. Tiene la piel helada. Puede estar
sufriendo de hipotermia, especialmente si vive aquí. Ha sido uno de
39
nuestros inviernos más fríos en los últimos cinco años.
Sacudo al hombre suavemente.
—Señor. Señor. ¿Puede abrir los ojos?
No lo hace. Me pongo de rodillas, preocupada, y llevo los dedos a
un lado de su cuello y toco buscando el pulso. Apenas puedo distinguir
el ritmo superficial.
Lista para llamar a emergencias, desbloqueo mi celular y marco el
primer número cuando escucho
—Me moveré. No llames a la policía.
Ensancho los ojos, conmocionada. Está despierto, ¿y cree que lo
estoy despertando para sacarlo de la propiedad? Parpadea. Una, dos, tres
veces, antes de que sus párpados revelen oscuras iris color menta.
Hermosos ojos verdes resplandecen hacia mí con confusión. Y déjenme
aclarar que estos son los ojos verdes más magníficos que he visto en todos
mis años. Son hermosos. Lo miro, mis modales saliendo completamente
por la puerta mientras recorro con la mirada a este hombre, observando
su fuerte mandíbula que parece aún más definida con sus mejillas
hundidas y huecas. Pómulos angulosos y fuertes sobresalen de su rostro,
una sombra oscura cubre la parte inferior de su rostro, dándole una
apariencia ruda. Saludable, este hombre estaría totalmente en mi radar.
Haría alarde de mi trasero frente a él hasta que accediera a salir conmigo.
Estoy perdida en mi fantasía de mi nuevo y rudo amigo, cuando me
doy cuenta de que sus ojos verdes se posaron en mi mano, todavía en su
cabeza. La quito por instinto.
—Está helado. Creo que tiene hipotermia —le explico, esperando
que confunda que mi sonrojo viene por el viento.
Frunce el ceño, haciendo un suave ruido mientras se acomoda a
una posición sentada.
—Estoy bien. —Su voz es áspera, arrastrada por el frío. Intenta
levantarse, tratando de alejarse de mí. Pero solo gime, dejando descansar
la cabeza contra la hierba, agotado. Definitivamente hipotermia.
—No está bien —le advierto, dándole mi mirada de no-discutas-
conmigo.
Su respiración se vuelve superficial cuando comienza a quedarse
dormido otra vez. Oh, mierda.
—¡No se duerma! —grito, logrando que mantenga los ojos abiertos.
Se pasa el brazo por la cara, ocultando esas magníficas esmeraldas.
—Déjeme en paz, señora.
—Llamaré a una ambulancia —discuto, sacando mi teléfono,
marcando el nueve con los dedos.
—No —murmura —. No iré.
Qué culo tan terco.
40
—No te dejaré aquí para que mueras. —Quiero decir, realmente,
¿qué tipo de persona sería si me fuera ahora, doctor o no?
Sus ojos se reducen a rendijas. Se ve enojado, pero eso no me
molesta. Ponte en línea, amigo. La idiotez masculina no es rival para mí.
—Vete —repite, sus palabras lentas y amortiguadas.
Lástima para él, soy el culo más grande y terco. Pongo los ojos en
blanco, molesta, y con resentimiento resignado, le alcanzo el brazo.
—Vamos hombre. Déjame calentarte, prometo dejarte ir para que
puedas morir otro día.
Solo me mira por un momento más. Mantengo la mano extendida,
esperando a que la agarre. Cuando no lo hace, me aferro a él y tiro. Difícil.
Gruñe por el movimiento pero no se mueve. Para un hombre escuálido,
seguro que es pesado.
—Podemos hacer esto a mi manera o por el camino difícil. De
cualquier manera. Lo. Harás. ¡Ahora ven!
Mira mi mano extendida una vez más antes de agarrarla y
ayudarme a levantarlo. Mierda. Es más pesado de lo que pensaba. Y alto.
Debe ser al menos de 1,90. De repente, esta misión de rescate no parece
una gran idea.
Mi culo recién adquirido6 pasa su brazo por encima de mi hombro
e intenta caminar, tropezando varias veces.
—Vamos a tomarlo con calma. ¿De acuerdo? —Creo que asiente,
pero no estoy segura. Me toma todo lo que tengo para mantenerme en
pie. Gracias a Dios, comienza a dar pequeños pasos. ¿He mencionado el
olor? No es exactamente un olor a alcantarilla, pero me recuerda a un
ático con un perro mojado viviendo en él durante un mes o dos. Tal vez
cuatro.
Poco después de unos minutos, hemos desarrollado un ritmo y
mientras mi espalda se resiente por el peso adicional, no disminuyo la
velocidad. Este hombre realmente necesita un doctor.
—¿Cuál es tu nombre? —le pregunto para mantenerlo hablando.
Gruñe y empiezo a pensar que no me va a contestar, pero luego
mira hacia otro lado y con los dientes castañeteando tartamudea:
—C-C-ade.
—Es un placer conocerte, Cade. Soy Anniston McCallister.
Asiente pero no ofrece nada más a la conversación.
Lo intento de nuevo.
—Sabes, Cade, tienes bastante frío. Realmente me haría feliz si
permitieras que te lleve al hospital. —Le doy mi sonrisa de por favor-Theo.
No funciona. Solo me mira con esos llamativos ojos verdes. 41
—No.
Bueno. Ya veo cómo será. Dejo salir un resoplido agitado, para el
culo terco y su instinto de preservación. Piensa, Anniston, piensa. ¿A
dónde diablos vas a llevarlo? ¿A Casa? Theo se volvería loco si descubre
que trajiste a un hombre extraño a la casa, sola.
Pero, ¿qué se supone que haga? No va a ir al hospital. ¿Se supone
que debo dejarlo en el porche como un perro callejero, con un plato de
comida y una toalla vieja? No, él necesita ayuda. Theo solo tendrá que
tratar con ello. Y si él me mata, bien, entonces estaré muerta y Theo no
tendrá la oportunidad de gritarme. Problema resuelto.
—Bien —cedo—. Pero cuando lleguemos a mi casa, me permitirás
que te revise. —Cuando continúa mirando, agrego—: Soy médica. Puedo
ayudarte. —Le brindo una sonrisa vacilante. Desesperada, digo—: Por
favor, déjame ayudarte, Cade.
Parpadea varias veces como si no estuviera seguro de que sea real
o no. Supongo que decide que no tiene nada que perder porque me hace
un gesto breve.
Después de una caminata agotadora de un kilómetro con varias
paradas para descansar, finalmente llegamos a mi plantación. Ayudo a
7
Shabby chic: Estilo de decoración originada en la época de las grandes casas de campo
de Gran Bretaña. Consiste principalmente en mezclar elementos antiguos con
modernos, utiliza una paleta de colores pasteles, tales como rosa, verde agua, etc. con
predominancia del blanco.
8 Sunday Night Football: programa de televisión consistente en la transmisión en vivo
9
Semper Fi es la abreviación de Semper Fidelis, esto significa Siempre Fiel en latín. El
Cuerpo de Marines de los Estados Unidos es un embanderado de esta máxima.
ayudarlo. Sé de primera mano sobre hombres y mujeres militares
volviendo a casa después de las guerras y no sabiendo cómo funcionar
en la sociedad. La mayoría sí termina sin hogar, algunos de ellos muertos.
Siento que el dolor resuena en lo profundo de mi alma otra vez,
mientras observo a este hombre hermoso y destrozado que una vez fue
probablemente un rompecorazones. En lugar de un comité de bienvenida
y un gracias por proteger a nuestro país, probablemente le dieron una
patada. Apuesto a que es trastorno de estrés post traumático. Pensar en
eso me trae recuerdos. Recuerdos que son muy difíciles de manejar en
este momento. Toda esta situación me está molestando. Necesito
recomponerme y ayudar a este hombre que luchó por mi libertad.
Inhalando una profunda y entrecortada respiración, me deslizo
hacia Cade. Él lo percibe y de inmediato se aleja de mí. Bueno, esto puede
ser más difícil de lo que pensaba.
—Cade —digo calmándolo—. No me lastimarás y no voy a
lastimarte. —Me acerco un poco más.
»Estas sangrando. ¿Me dejas verlo? Quiero asegurarme de que te
encuentras bien. —Me acerco otro poco.
Cade aún luce salvaje, pero no se aleja de mí.
—¿Sabes dónde estás?
Mira alrededor de la habitación y asiente.
—¿Puedes decirme? —Quiero que hable. Necesito saber dónde está
52
su cabeza.
Se suelta el cabello y se aclara la garganta.
—Tu casa.
—Así es —lo elogio, acercándome hacia él. Tomo su rostro entre
mis manos y le acaricio las mejillas, frotando con mis pulgares círculos
reconfortantes sobre su rostro barbudo. No puedo estar segura de cuánto
tiempo pasa, pero finalmente siento que su cuerpo se relaja bajo mis
manos.
Le sonrío con tristeza y libero su rostro.
—¿Puedo revisarte el brazo?
Parece débil pero un poco más lúcido. Su temblor ha disminuido y
ha recuperado algo de color. Los ojos verde escarcha perciben la sangre
que se acumula en el vello de su brazo. Le apoyo una mano, esperando
que la sangre no sea un detonante para él.
Haciendo una mueca, asiente hacia mí, indicando que puedo
examinarle el brazo. Tomo algunas gasas y toallitas con alcohol que dejé
con anterioridad en la mesita de noche, le limpio el brazo y presiono.
Logro sacar por completo al maldito objeto. Probablemente podría dejarlo,
pero le hará bien a su cuerpo una bolsa más de líquidos, especialmente
porque no está bebiendo.
Le indico a Cade que mantenga presionado mientras voy a buscar
más suministros. Cuando regreso, se encuentra haciendo lo que le dije,
pero su mirada me dice que está muy lejos de aquí.
—¿Cade? —pregunto con cautela—. ¿Sigues conmigo, Guapo?
Inhala profundamente y me mira brindándome una pequeña
sonrisa.
—Sí, estoy contigo.
Por alguna razón, escucharlo decir esas palabras hace que mi
estómago se sienta como si pequeñas hormigas estuvieran haciendo una
fiesta, bailando y haciéndome cosquillas. Me encojo de hombros ante la
sensación y regreso a su lado. La herida ha dejado de sangrar, pero le
pongo un vendaje en caso de que decida volver a levantarse y abrir otra
aguja.
Cade inmediatamente lo nota y gime.
—Realmente creo que estoy bien, Anniston. —Bueno, estaré
maldita, usó mi nombre.
No le hago caso y continúo hasta que el torniquete se encuentra
amarrado. Gime y se pasa la mano por el cabello, pero no retrocede ni
trata de disuadirme. Verás, aprendió que no tiene sentido discutir
conmigo. Debería darle algunos consejos a Theo: ese idiota discute hasta
con un buzón.
Al palpar una nueva vena, le advierto antes de deslizar la aguja, lo
53
cual es mucho más fácil esta vez. Los fluidos están ayudando. Vuelvo a
conectar las vías, pongo cinta adhesiva en el sitio y lo ayudo a subir a la
cama.
Murmura un "gracias" antes de aclararse la garganta.
—Necesito usar el baño.
Me río por la forma en que lo dice, como si tuviera miedo de
preguntar.
—No eres un prisionero. Puedes ir si lo necesitas. ¿Necesitas algo
de ayuda?
Niega rápidamente.
—Puedo arreglármelas. —Asiento y le acerco el porta suero.
—Sostente de esto. Rueda, así que no te apoyes en él. —Asiente y
se pone de pie, lentamente. Miro con atención mientras él maniobra por
la puerta.
Exhalando de forma entrecortada, saco la inconfundible tensión de
mis hombros. Maldición, eso fue intenso. Pensando en el futuro, preparo
un sedante en caso de que tenga otro episodio. El cuidado nunca es
suficiente cuando se padece el trastorno de estrés post traumático. No
soy psiquiatra, pero sé cuándo alguien necesita ser sedado. Cade pudo
regresar esta vez. Es posible que no la siguiente.
Cuando vuelve, con aspecto pálido y tembloroso, lo tomo del brazo
y lo ayudo a meterse en la cama. Murmura un reacio agradecimiento. Sé
por ese pequeño gesto que no le gusta parecer débil delante de mí. Como
si alguna vez pudiera pensar tal cosa.
Cuando está sentado bajo las mantas, le ordeno que abra la boca
y el termómetro revela que su temperatura está subiendo
constantemente. Pero todavía no llega a donde me gustaría.
—¿Necesitas algo? —pregunto mientras limpio la basura.
—No, gracias. Ya has hecho suficiente.
Aquí vamos de nuevo. Como si no lo hubiera escuchado, pregunto:
—¿Qué tal algo de comer? ¿Tienes hambre?
Solo me mira por un largo momento, luego balancea levemente la
cabeza de arriba abajo.
—¿Crees que puedes controlarte esta vez?
Se ríe.
—Sí, señora.
En la cocina, recorro círculos como el puto Theo. La pequeña
mierda ya ha pasado. ¿Qué estoy haciendo? Doy algunos tirones a mi
coleta, molesta y confundida acerca de cuál es la respuesta correcta. En
momentos como este, me gustaría tener a alguien con quien hablar para
poder pasar esto y pedirle un consejo. Pero no tengo a nadie. Solo a Theo.
Y no tengo que llamarlo para pedirle consejo. Sé cuál será su respuesta.
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Me avergüenza solo pensar en ello.
Joder. Soy una mujer adulta. Puedo hacer lo que quiera. Y tengo
ganas de ayudar a este hombre. Si muero, muero. He vivido una buena
vida.
Sintiéndome satisfecha con mi decisión, cargo mi bandeja con una
mierda de comida chatarra y la coloco sobre la cama del hombre. Cade
me mira como un ciervo a los faros.
Me encojo de hombros.
—¿Qué? Yo también tengo hambre. Pensé que podríamos comer y
ver el juego. Bueno, voy a comer. Come lentamente.
Sonríe y se levanta para descansar contra la cabecera.
—Quédate debajo de las mantas —lo regaño.
—Lo estoy.
Realmente no lo está. Todos los órganos que necesitan ser
calentados se encuentran por encima de las mantas. Pero dejaré que se
quede así por un tiempo. Ha superado la etapa crítica.
Me dispongo a ver la televisión y a sintonizar el canal que trasmite
el juego de Theo. No lanzará esta noche, pero se encuentra allí, en algún
lugar mirando al equipo contrario como un halcón. Abro una bolsa de
patatas y se la paso a Cade.
—Aquí tienes. Lento, ¿recuerdas?
Asiente, pero de todos modos toma un puñado y se lo lleva a la
boca. Malditos hombres y su comida. Pongo los ojos en blanco por su
comportamiento y con la boca llena, trata de disculparse. Lo interrumpo:
—No te preocupes por eso. Sé que es bueno. Si no estuvieras aquí,
probablemente inclinaría la bolsa en mi boca. Solo mastico y trago. Ni
siquiera tendría que preocuparme de que mis manos se ensucien.
Se ríe y comienza a ahogarse.
—Cuidado, cariño —le advierto, agarrándolo y dándole agua de la
botella.
Traga saliva mientras le paso el agua, resoplando.
Nos sentamos en silencio, disfrutando de la monotonía de los
locutores. Entre los dos, principalmente yo, masacramos varias bolsas de
papas fritas y dos comidas empaquetadas. No es la mejor cena, pero
bueno, es mi día libre. El juego termina, declarando a los Medias Rojas
vencedor. Oraciones al equipo de Theo. Será un chico gruñón esta noche.
Con un gran bostezo, me levanto y empiezo a reunir los restos de
nuestro frenesí alimenticio.
—¿Necesitas algo más antes de ir a la cama?
—¿Puedo seguir mirando televisión? —pregunta vacilante.
55
—Claro, pero también quiero que descanses un poco. Tu cuerpo
necesita recuperarse de tu casi muerte por el frío. —digo, recordando su
terrible decisión de dormir en una zanja.
Asiente, pareciendo un poco asustado. Ah. Terrores nocturnos. He
estado ahí y hecho eso. La doctora McCallister puede arreglar eso.
Termino de limpiar y le doy el control remoto. Buscando el sedante que
escondí antes, me siento a su lado.
—Voy a darte algo para ayudarte a dormir esta noche.
Abre los ojos.
—Estaré bien —dice divertido.
Frotándole el brazo, le explico:
—Lo sé. Pero tengo la loca sospecha de que probablemente no
hayas dormido más que un par de horas a la vez durante años. Eso no
es bueno para tu cuerpo o para tu curación. —Mueve la cabeza con
vehemencia, pero no lo dejo interrumpir—. Y apuesto a que sufres de
pesadillas —continúo, abre los ojos con incredulidad. Sí, mamá sabe.
La posesividad hormiguea en mi espina dorsal. Internamente, me
digo a mí misma que debo mantener una distancia profesional de este
tren de hombre destrozado porque honestamente me hace querer meterlo
en el auto y alejarlo de cada cosa mala que le ha sucedido aquí. ¿Por qué
nadie lo ayudó? ¿Su familia lo está buscando?
Acariciando su brazo, de la manera más suave posible, le digo:
—Créeme, Cade. Necesitas dormir. Esto te ayudará a dormir una
noche sin sueños malos. ¿Confiarás en mí?
Sin mirarme, asiente en señal de aceptación.
—Me quedaré hasta que te duermas, ¿de acuerdo?
—Está bien.
Al limpiar el puerto intravenoso ahora vacío, introduzco la aguja y
lentamente lo alimento con el medicamento. Tarda unos diez segundos
antes de que su brazo se relaje y diez segundos más antes de que su
cabeza retroceda. Moviéndolo, me acuesto a su lado, enciendo HGTV10 y
espero que su cuerpo se relaje por completo.
Media hora después, Cade ronca suavemente en mi oído. Apago el
televisor, estiro las mantas sobre su pecho y salgo silenciosamente de la
habitación.
¿En qué mierda me metí?
56
69
Theo
SOLO UN AMIGO… MI CULO
Traducido por IsCris, RRZOE,
Emotica G. W & UsakoSerenity
***
13El Premio Cy Young es una distinción otorgada anualmente al mejor lanzador de las
grandes ligas.
—Lo siento —le susurro—. No quería molestarte con Theo aquí.
Se empuja del árbol y me rodea con sus pequeños brazos.
—No necesito recordarte lo importante que eres para mí, ¿verdad,
Mayor Jameson?
Mayor. No me han llamado así en mucho tiempo.
Anniston insiste en que soy y siempre seré un Mayor. Cuando
discutí y le dije que ya no me merecía el título porque no podía soportar
volver a fracasar en otro equipo, me dio unas palmaditas cariñosas,
ignorando mi admisión y dijo:
—Bueno, Mayor, soy su Comandante con bragas, pero puedes
llamarme Comandante. Bienvenido a tu nuevo equipo.
Cuando dijo eso, intenté con todas mis fuerzas no dejar caer la
humedad que se acumulaba en mis ojos. Cayó de todos modos. ¿Y sabes
qué hizo? Malditamente me dio un beso en la mejilla y se levantó,
retirándose a su habitación. Dejándome lidiar con todas las emociones
que acababa de despertar.
—Cade.
—¿Hmm? —Bajo la mirada a su pequeño cuerpo rodeando el mío.
No sé qué hice para merecer a una mujer como ella en mi vida, pero la
tomaré, no importa si es por poco tiempo.
—Dije que creo que necesitas descansar un poco.
Ni siquiera la escuché la primera vez. Tal vez necesito dormir un
100
poco.
—Lo siento.
—No lo sientas. Estás cansado.
Siempre la que perdona. Así es como Theo todavía está en escena,
apuesto. Él tiene que haberla jodido. De ninguna manera ha sido un
ángel con ella todo este tiempo.
—Quiero que tomes una píldora para dormir esta noche.
Niego.
—Estoy bien.
—Pues bien. Me alegra oírlo, pero aún la tomarás. —Siempre la
inteligente. Se aleja para mostrarme que es inútil discutir.
Suspirando, me rindo.
—Está bien.
—¡Genial! —Tira de mi mano, llevándonos a rastras colina abajo
hacia la casa.
Supongo que la carrera ha terminado sin el kilómetro extra.
Gracias a Dios. No sé si podría haberlo manejado hoy.
—Entonces, ¿vamos a ir a Washington con Theo? —No le había
preguntado nada desde que escuché su conversación con el entrenador
de Theo. A decir verdad, he estado tan nervioso de que se fuera sin mí,
que no quería traer mala suerte.
Sigo hablando de irme, pero en mi entender, realmente me gusta
vivir con ella. Sé que está mal y no me lo merezco, pero ¿qué puedo decir?
Soy un bastardo egoísta.
—Sí. ¿Estás emocionado? —Está saltando y balanceando nuestras
manos como una niña pequeña. Es difícil no sonreír cuando actúa así.
—Realmente no lo sé —admito con sinceridad—. Nunca he estado
allí y realmente no sé qué esperar.
Se burla y me desestima con un gesto de la mano como si eso fuera
ridículo.
—Es como cualquier otro lugar. Pero el equipo es divertido. Será
una buena experiencia para ti. Podemos llamarlo nuestras mini
vacaciones.
Me río de su tranquilidad con todo. Bueno, no todo. Ella puede
calmarse y darte un azote verbal como algunos de mis viejos sargentos
de instrucción.
—¿De verdad quieres que vaya contigo? —pregunto patéticamente.
No puedo evitarlo.
Deja de saltar, caminando hasta detenerse.
101
—Vas a donde yo voy. Somos un equipo, ¿recuerdas?
Asiento en señal de afirmación, demasiado ahogado para hablar.
Continúa saltando y murmura entre dientes:
—Deja de ser un idiota.
Esta chica. No es de extrañar que Theo luche hasta la muerte por
ella. Estoy empezando a pensar que yo también lo haría.
De vuelta en la casa, me ducho y me cambio. Theo está
descansando sobre todo el sofá, tomando cada centímetro de espacio que
puede. Qué cretino. Está mirando una grabación de un partido mientras
se come las galletas de mantequilla de maní que Anniston me hizo.
Respirando profundamente, cuento hasta diez. De acuerdo, más como
veinte. Me dirijo y me acomodo en el sillón reclinable. Preferiría estar en
el sofá. Comiendo mis malditas galletas.
Miro al hombre que ha sido un dolor en mi culo durante la semana
pasada. Me sonríe y se mete una galleta entera en la boca. Las migas se
caen de su boca, aterrizando en su impecable camisa. Con el bocado,
sonríe como un diablo y dice:
—Última.
Me tiembla la pierna. Me está tomando todo lo que tengo para
quedarme en este sillón reclinable. Quiero lanzarme hacia él y sacar la
maldita galleta directamente de su boca de chico guapo. No sabía que era
posible odiar a alguien tanto. Pero sí. Lo es. El chico de oro de Washington
es mi infierno personal.
Él gime ruidosamente con obvio placer. Ya sea por saber que me
molestó o por las seis deliciosas galletas que acaba de comer, no lo sé.
De todos modos, el odio se cuela en mis entrañas. Cuando limpia las
migas en el piso, mi paciencia vuela por la ventana. Me lanzo al control
remoto.
—¿Qué diablos? —Se pone de pie rápidamente, alcanzando mi
espalda, buscando el control negro.
Dando un paso atrás, sonrío. Empieza el juego, idiota.
—Devuélvemelo —exige en voz alta. Probablemente esperando que
la comandante escuche.
—Aquí está la cosa, campeón —pronuncio la palabra "campeón"
como si fuera el vómito de ayer—. Como ninguno de los dos irá a ninguna
parte, es mejor que cuadremos esta mierda.
Theo se cruza de brazos contra su pecho, sus ojos humeando de
odio. No es mi mayor fanático, eso es obvio. Pero ¿sabes qué? Me importa
una mierda Yo tampoco soy su animador.
—No me voy. —Metiendo el control remoto en mi cintura, me acerco
un paso—. Se lo debo a Anniston y no me iré hasta que ella me lo pida.
Entonces, ¿qué tal si lo superas y creces un poco? 102
Estrecha los ojos y se acerca un paso más, como si estuviéramos
repitiendo el incidente de la tienda de comestibles.
—Ella es mía —gruñe. Sería divertido si no pareciera que se
encuentra a un segundo de asesinar.
—¿Ella lo sabe? —Estoy golpeando al oso. Este pequeño hijo de
puta necesita ser puesto en su lugar. Anniston no pertenece a ningún
hombre. Eso es obvio. De acuerdo, ella y Theo tienen algún tipo de
relación. Simplemente no he descifrado qué tipo exactamente. ¿Es
entrenador y jugador? ¿Mejores amigos? ¿Folla amigos? ¿Novio, novia?
Necesito más tiempo para resolverlo, pero no dejaré que este imbécil me
intimide mientras tanto.
Tiene el pecho agitado. No creo haberlo visto tan callado antes.
—Sí, lo sabe.
—Hmm. Bueno, podría haberme engañado. —Le doy una pequeña
sonrisa, me encojo de hombros y comienzo a alejarme. Pero no puedo
dejarlo así—. Es posible que desees intensificar tu juego, porque estoy en
la cubierta y nunca me pierdo.
Antes de darme cuenta de lo que está haciendo, me taclea y me tira
al piso. Algo se rompe. Estamos rodando por el suelo intercambiando
golpes en el cuerpo como un par de paganos.
—¡Jódete! —gruñe Theo mientras me lanza un golpe en las
costillas.
El dolor se dispara a través de mi costado. ¿Acaba de romperme
una costilla? Libero mi brazo y lo golpeo en la parte inferior de la espalda.
Él ni siquiera gruñe.
Maldita sea. Para un atleta profesional, seguro que sabe cómo
manejarse solo. Estoy impresionado. Al acercarme para tratar de darle la
vuelta, soy sorprendido con una explosión de agua helada.
—¡Ahhhh!
—¡Ans! —El agarre de Theo se suelta y saltamos, tratando de evitar
el rocío helado.
—Ustedes idiotas quieren actuar como perros, entonces serán
tratados como tales. —Anniston se encuentra enfurecida en el fregadero
de la cocina, armada con el rociador.
Limpio el agua de mis ojos y valientemente la miro.
—¿Te queda algo de energía, mayor? —Apunta el rociador
directamente hacia mí.
Oh, mierda. Esto no pinta bien.
El pulverizador gira en dirección a Theo.
—¿Qué tal, Theo? ¿Necesitas un lanzamiento?
Theo niega lentamente. Parece un niño a punto de ser enviado a su
103
habitación.
Anniston agarra la toalla de mano y me la arroja.
—Limpien esto y cámbiense. Los quiero a los dos afuera en cinco
minutos. —Sale sin decir una palabra más.
—Jódeme —gime Theo y se pasa las manos por el cabello—.
Simplemente genial. Camino a ser imbécil.
—¿Yo? —me burlo—. Tú empezaste.
—Lo que sea. Ella está a punto de matarnos a los dos.
Asiento y empiezo a limpiar el agua. Theo toma otra toalla del cajón
y ayuda.
—¿Dónde aprendiste a luchar? —pregunto, curioso. Me tomó por
sorpresa.
Se ríe.
—No eres el primer tipo con el que tuve que pelear.
Ah. Probablemente ha hecho esto por años. Si me gustara un poco
más, me habría sentido mal por él, pero por desgracia, no lo siento.
Limpiamos el agua y nos apresuramos a cambiarnos. Me pongo
ropa deportiva porque sé que eso es lo que pedirá que hagamos. Anniston
cree que correr resolverá cualquier cosa. ¿Cansado? Corre. ¿Deprimido?
Corre. ¿Emocionado? Corre. ¿No puedes dormir? Corre. Lo tienes. Es
agotador vivir con alguien así. Pero no lo haría de otra manera.
Theo se sienta junto a mí mientras llegamos vacilantes al patio
trasero. Anniston está tumbada en la hierba, mirando la luna. El
estanque se encuentra iluminado por pequeñas luces en la glorieta.
Theo gime a mi lado. No le pregunto por qué. Debe ser malo.
—Chicos —vocifera.
Oh, mierda.
Avanzamos lentamente hacia ella, como si estuviéramos avanzando
hacia la guillotina.
—Es una hermosa noche para nadar. ¿No creen?
Hace sesenta grados. Creo que ese es el punto. Theo no habla.
—¿Por qué no entran? —No es una sugerencia.
Theo se quita los pantalones y bóxeres. Lo sigo mientras él se abre
paso en el agua. Claramente, se encuentra gélida, pero no hace ningún
comentario, solo cumple. Lo sigo silenciosamente. No quiero que me
enseñe.
El fondo del estanque es pegajoso. Se siente desagradable entre mis
dedos. Aparte de los pinchazos que se sienten del frío, es extrañamente
refrescante. No puedo ver hasta el fondo, pero pronto estará
completamente oscuro y no podremos ver nada. 104
—Quiero que naden juntos cien vueltas. Si uno falla, ambos
fracasan, y comenzaremos de nuevo.
Santa mierda. Miro a Theo. Sus ojos se encuentran fijos en los de
ella. Solo asiente. Mierda.
Ella hace sonar un silbato y Theo se sumerge bajo el agua. No creo
que haya nadado en años, pero me sumerjo e imito la técnica de Theo.
—Sigue así —sisea—. No quiero estar aquí toda la noche.
—¿Haces mucho esto?
—De vez en cuando.
—¿Qué significa eso?
Ambos jadeamos y solo damos tres vueltas. Esto consumirá
muchas fuerzas.
—Te lo dije. No eres el primero en intentar quitármela.
Pasamos por otra vuelta.
—Me hace esto cada vez que cree que he olvidado mi lugar.
—¿Tu lugar?
—Sí. Tenemos una relación complicada.
—Puedo decirlo.
Comienza a disminuir su ritmo. Gracias al cielo. Tengo los brazos
en llamas.
—¿La amas?
—Sí —admite.
—¿Están juntos? —digo entre brazadas.
Escupe una bocanada de agua.
—Estoy pagando por un error.
Bueno, eso es críptico.
—Mantente.
—Lo hago. Preocúpate por ti —retruco.
—Estoy bien. No quiero hacer otras cien vueltas porque estás fuera
de forma.
¿A quién le importa que haya estado muriéndome de hambre y sin
hogar? Empujando hacia adelante, sigo el ritmo, sin disminuir la
velocidad para que no pueda culparme si tenemos que hacer otra ronda.
Afortunadamente, no tenemos que hacerlo.
Anniston nos detiene cuando parece que estamos a segundos de
ahogarnos. Mis brazos parecen gelatina cuando subo a la orilla,
gorgoteando agua con un gemido. Theo no está mucho mejor, gateando
a mi lado, azul y temblando.
—Cincuenta flexiones. —Está mirando a Von Bremen.
105
Sin decir palabra, extiende las piernas y comienza a contarlas.
—¡Mayor! Dije cincuenta.
Me dejo caer, casi incapaz de mantener mi peso corporal. Apoyo a
Theo por llegar hasta aquí. Doy un fuerte golpe al suelo, colapsando en
un desastre. Estoy agotado. No puedo hacer nada más.
—Mayor. ¿Te sobra algo de energía?
Gimo un "no".
—Bien. Ve a la ducha. Subiré en un minuto.
Asiento y me arrastro hasta quedar sentado. Solo necesito un
segundo antes de caminar todo el trayecto de regreso a casa.
—¿Vas a vomitar? —Miro a Anniston, listo para responder, pero me
doy cuenta de que le está preguntando a Theo.
Theo sigue subiendo y bajando. El hombre es una maldita
máquina.
—Sí —gorgotea.
—Es suficiente —le dice.
Él yace en el suelo inmóvil hasta que ella lo pone de espaldas,
tomándole la cara como solo haría un amante.
—¿Estás bien?
Comienzo a sentir burbujear los celos.
Él asiente lo mejor que puede mientras ella lo sostiene.
Aproximándose, aplasta sus labios contra los suyos, tragándose sus
gemidos de placer.
Lo tomo como mi señal y salgo de allí.
106
Theo
ELLA NO ES MI COMANDANTE
Traducido por Emotica G. W,
UsakoSerenity & MadHatter
***
14
Mountain Dew es un refresco cítrico fabricado por la compañía PepsiCo.
Mantienes tus putas manos para ti y lejos de mi chica. Junta tu mierda.
Déjala pensar que te ayudó y vete de aquí.
La silla raspa contra las baldosas mientras se para, llegando pecho
a pecho conmigo.
—Será mejor que cuides tu puta boca, idiota. Puede que ella te
permita hablarle de esa manera, pero yo no tengo ningún problema en
joder esa bonita cara para tener una maldita paz por aquí. Además de lo
que ella pueda decirte, no eres tan encantador como crees que eres.
Prácticamente gruño:
—Mantente alejado de mi chica.
Sonríe, empujándome hacia atrás con su pecho, y susurra:
—Oblígame.
—¡Theo!
Anniston. Miro hacia el pasillo, pero no ha bajado.
—Corre, perra. —Le da a mi pecho un toque final con el suyo.
Me vuelvo rápidamente, listo para golpear el culo de Cade aquí y
ahora contra el piso de la cocina. ¡A la mierda! Pero por una vez en mi
vida, tomo el camino principal y me alejo, dejando a Cade riendo entre
dientes en la oscuridad. Puede que haya sido el que se ríe último, pero
no tendrá a mi chica. Es hora de dejar de correr. Es hora de dejar de
jugar. Es hora de reclamar lo que es mío. 116
Prepárate, Anniston, estoy a punto de tirar esta amistad al infierno.
Anniston
ÉL TOMARÁ UN VASO DE AGUA JUNTO CON UN
CAMBIO DE ACTITUD
Traducido por AleVi
122
Cade
UN PRÍNCIPE PRETENCIOSO
Traducido por Yira Patri
132
Theo
NO, NO LO HIZO
Traducido por astrea75,
IsCris & RRZOE
***
*** 137
—Oye, Von Bremen. ¿A Anniston finalmente le creció un cerebro y
te botó?
Drew Michaels está creando un problema esta mañana. No estoy
de humor. Continúo vistiéndome, arrojando todo lo que puedo en mi
casillero con fuerza.
Anniston apareció hace unos minutos, luciendo fresca y hermosa
en sus pequeños pantalones de licra que apenas le cubren el culo. No
hace falta decir que todos se dan cuenta cuando ella está aquí.
—Sí, la vi con ese tipo grande. ¿Te espantó, chico guapo? —
Freeman se hace eco de las burlas que se hacen sobre mí.
Respiro hondo un par de veces, la furia reinando en mí. Solo
intentan provocarte. Ignóralos.
—Déjalo ir, amigo. Ninguno de ellos puede tener ningún coño —
susurra Brody. Me da un apretón en el hombro. Ayuda pero no alivia la
tensión.
—¡Chica en la casa!
Hablando del puto diablo.
—¡Oh, vamos Lewis! Dame un respiro. No necesitas dos manos
para cubrir tu paquete. Ya he visto esa cosa pequeñita. —Anniston se
pavonea en el vestuario como si fuera la dueña.
Los muchachos aúllan de risa justo antes de que ella me sostenga
la mirada y me guiñe, Cade detrás de ella como el buen perro faldero que
es. Sus pantalones cortos negros se flexionan con sus músculos mientras
atraviesa la masa de muchachos, lanzando insultos a medida que
avanza.
Golpea el culo de Brody cuando nos alcanza.
—¿Cómo estás, hermano?
Él se ríe y niega con la cabeza.
—Estoy muy bien, doctora McCallister. Es bueno tenerte de vuelta.
La abraza torpemente y dice una excusa para irse. Sí. El maldito
es inteligente.
—Ans —digo con voz cansina—. Así que estoy feliz de que
finalmente puedas unirte a mí.
Sonríe, dándose cuenta de mi mezquindad.
—Y aquí estaba yo pensando que no me extrañabas.
Le doy una mirada lasciva y tomo mi gorra del banco.
—Vamos. —Y tiro de ella atravesando la multitud de mis
compañeros de equipo, hacia la salida. En retrospectiva, deberíamos
138
haber dejado ir a Cade primero.
—¡Oye, McCallister!
Maldición. Ya casi habíamos salido.
—¿Qué tal si me dejas invitarte a salir esta noche?
Anniston se da vuelta y se dirige a Michaels, quien actualmente
tiene deseos de morir.
Liberando nuestros dedos, Anniston me sonríe. Oh, mierda. Buena
suerte, Michaels. Ella se pasea hacia él, sus caderas se balancean en un
ritmo silencioso.
Michaels se lame los labios mientras palmea su polla.
—Sí, cariño. Déjame enseñarte cómo es pasar un buen momento.
Cade avanza con un gruñido bajo.
—Solo espera —le animo, tocando su hombro.
Me da una breve inclinación de cabeza y mira a Michaels.
—Aww... Qué lindo —dice ella en una voz cantarina. Aparta el
cabello de Michaels de su frente y se inclina hacia él, de repente
agarrando sus bolas firmemente.
Michaels hace un chirrido cuando se le doblan las rodillas.
—Pero tengo que admitir, Drew, no jodo a nadie con un OBP16
inferior a 400.
Su agarre se aprieta sobre sus bolas y él se agacha más hacia el
suelo.
—Y si me vuelves a insultar de nuevo, me aseguraré de que pruebes
esperma durante una semana entera.
Otro apretón.
Con una voz chillona, Michaels se disculpa y acepta tener un mejor
comportamiento antes de que Anniston lo empuje hacia sus amigos.
Ella mece su cabello con una sonrisa diabólica y murmura:
—Niñita. —Mientras se acerca a mí.
—Vamos, Von Bremen. Es tu turno.
***
16
On Base Percentage (OBP), en español Porcentaje en Base. Es una fórmula
estadística que se usa en béisbol para indicar en general con qué frecuencia el bateador
evita un out (fuera).
"demonios", pero no, tengo que ser un adulto. Sé responsable, dicen ellos.
Al diablo con eso.
Anniston retoma su posición detrás de Brody, inclinándose sobre
su hombro para una vista perfecta del plato. Él me da la señal, ajustando
su agache en la esquina y abre su guante, proporcionando mi objetivo.
Recorro la pelota, frotando los cordones en un patrón de relojería.
Es un hábito y no tiene ningún efecto sobre cómo sale el lanzamiento. La
mayoría de los muchachos en el equipo tienen algún tipo de tic. Tal vez
abran y cierren el velcro en su guante de bateo cada vez que salen de la
caja de bateo. El movimiento crea un ritmo de tiempo en el que el
bateador puede ordenar sus pensamientos, respirar profundamente y
anticipar el lanzamiento. Es una estrategia. Es un jodedor de mente. De
cualquier manera, todos lo hacemos para ganar tiempo.
Una vez que termino mi ceremonioso frotamiento, me pongo de pie,
acercando mi rodilla al pecho, separando los dedos y soltando la pelota
en la cadera. Está muy lejos afuera. De nuevo.
—¡Un jodido preescolar podría haber golpeado eso! —Su
frustración es palpable mientras me grita en medio del montículo. En su
estado actual, todo es posible, así que, en un esfuerzo por calmar su
furia, busco en el balde de bolas detrás de mí, agarro otra y me preparo
antes que pueda alcanzarme.
—Apuesto a que no podrías pegarle. —La voz que me irrita a diario
sale de la boca de Michaels desde la primera línea de fondo. ¿Qué podría
poseer a un humano para ser tan estúpido? Es como si dijera "Hoy quiero
140
morir". Me doy cuenta que todavía está un poco enfadado por el
comentario de Anniston en el vestuario, pero ahora está siendo mezquino.
Los jugadores de béisbol generalmente no son jugadores agresivos.
A diferencia del fútbol, los jugadores de béisbol usan maniobras furtivas
como hacer que su pitcher penetre en el interior o lanzar una bola rápida
en una parte corporal no letal. Ellos no solo se alejan y pelean. No, somos
perras maliciosas y nos gusta ser pasivo-agresivos hasta que sea tu turno
de batear.
Levanto la cabeza justo a tiempo para ver a Michaels sonriendo con
enojo hacia Ans. Nuevamente, qué idiota.
Sigo a Ans con la vista, sus labios se vuelven una línea recta.
—Dame un bate —le pide a Liam, mi lanzador de relevo.
Él me mira, luego a ella, su cabeza reflejando la de un perro
rastreando una golosina. No soy un buen lector de personas, pero la
expresión de su rostro es bastante clara. Se encuentra jodidamente
aterrorizado.
La idea de que Ans inspire miedo en mis compañeros de equipo
enciende una sonrisa en mis labios.
En serio, Liam, ella no trabaja para el equipo. ¿Qué podría hacerte?
Pero esa es la cuestión del miedo... es lo desconocido lo que
realmente te atrapa. Si supieras lo peor que podría pasar, entonces no
estarías tan asustado.
—Dame. Un. Bate. —repite ella lentamente, acercándose a Liam
como una leona hambrienta.
Liam le entrega un bate con manos inestables, deteniendo
rápidamente sus pasos hacia él. De acuerdo, alguien tiene que detener
esta locura. Ella realmente no puede estar aquí golpeando mis
lanzamientos, no es que no lo haya hecho antes. Golpeó muchos de mis
lanzamientos, pero por lo general los ralentizo y me aseguro de que esté
bien preparada.
—Vamos, Ans —suplico.
Es obstinada y francamente irracional ahora. Ignorando mi
súplica, se acerca al plato en sus pequeños pantalones cortos, se
posiciona y cava adentro.
—Lánzame una curva. —Toma un swing de práctica, corta el bate
en alto y luego lo nivela a la altura del pecho.
—Vamos, Ans, ni siquiera tienes casco.
Miro a Bellamy por ayuda. No me malinterpretes, me gusta su
locura, pero esto es algo serio. Ella fue a la escuela durante diez años por
el amor de Dios. ¿Qué pasa si la pelota la golpea en la cabeza y causa
daño cerebral o algo así? La amo pero no estoy seguro de estar listo para
dar el paso de limpiarle el trasero por el resto de mi vida.
141
—Doctora McCallister, tengo que insistir en que no hagas esto.
Gracias, Bellamy. Finalmente, alguien de autoridad intenta hablar
con sentido.
—Vamos, Comandante.
Por mucho que la voz de Cade rezume mi último nervio, en realidad
me alivia oírlo hablar. Tal vez ella escuche a su idiota.
Nop. Anniston da otro swing, sin dejar de mirarme, ignorando por
completo el "por favor" y el "sentido común" que le piden.
—Lanza la maldita pelota, Theo.
Veinte años de amistad y quince años de dormir juntos, sin
mencionar que ella es mi entrenadora, me da un poco de autoridad, pero
no con mi entrenamiento. No, en esta área ella es la jefa, mi maldita
Comandante. Sé lo que sucederá si no lanzo la pelota. La pregunta es,
¿quiero lidiar con las consecuencias? Como mi cabeza no es mía, niego
una vez, no.
—¿Qué pasa si te golpeo? —No tiene sentido no dar un último
intento antes de ceder.
—No me pegarás. Ahora. ¡Lanza. La. Pelota!
No la golpearé. Psh... ¿Me ha visto lanzar antes? ¿Cuántos
bateadores he golpeado? ¿Cincuenta? ¿Cien? Mierda, son tantos que he
perdido la cuenta. Seamos realistas aquí.
Anniston da un golpe de práctica más y señala la punta del bate en
el aire, indicando el jardín izquierdo. Le echo un vistazo a Michaels, que
la mira fascinado. Puto de mierda. Espero que Cade lo golpee hasta
hacerlo mierda más tarde. Con la mirada de odio de Jameson, Michaels
tendrá suerte si sale de este estadio sin ayuda.
Tomo una respiración profunda mientras agarro la pelota en mi
guante, mirando a Brody para confirmar que realmente estamos
participando en esta locura. Menea la cabeza exasperado pero resignado,
me da la señal con dos dedos en su muslo izquierdo y un toque a su
derecha, lo que indica que está listo para la curva.
Asintiendo, reconozco su orden, curvándome y luego lanzando un
picheo que silba en el aire. Sé en el instante en que deja mi mano que
ella va a golpearla, la determinación en sus ojos no admite discusión.
Baja la rodilla, cuadra los hombros justo cuando se balancea con fuerza
contra el lanzamiento.
El inconfundible chasquido del bate hace eco en el estadio, creando
una cacofonía de jadeos. Mi bola curva se eleva por el cielo y cae
cortésmente en el jardín izquierdo. Justo como ella predijo. Una sonrisa
se dibuja en las comisuras de mi boca mientras cada cabeza sigue el
camino de la pelota.
—¿Qué tal si vas a buscar eso, Michaels? La firmaré para ti.
142
Esta maldita chica. Mi maldita chica. Doy dos vueltas riéndome
cuando Cade me da la espalda, riéndose también. Incluso Bellamy lleva
una sonrisa engreída. Michaels se levanta estúpidamente, lanzando
puñaladas con la mirada a Ans antes de aceptar la derrota, girando sobre
sus talones, dirigiéndose al dugout. Ella le presta su atención por un
segundo antes de volver a enfocarse en mí.
—¡Ahora, haz lo que te dije! —grita, con su voz de entrenador.
Dejo salir un estrangulado:
—Sí, señora. —Antes de hacer el siguiente lanzamiento, medio
segundo antes, pintando perfectamente la esquina izquierda del plato.
Como ella dijo que haría.
Theo
MARCANDO MI TERRITORIO
Traducido por Yira Patri
17
Keurig: marca de cafetera.
El aire es fresco, no tan húmedo como suele ser. La noche es
silenciosa, con solo el sonido tenue del escaso tráfico y el burbujeo de la
fuente del jardín, el sonido del agua que corre no es suficiente para
ayudarme a dormir. Extraño la plantación. Mierda. Extraño Georgia,
punto.
Bebo lentamente, recostado en una tumbona, permitiendo que el
café caliente devuelva mi cerebro a un estado pre-zombie. Lo odio negro.
Preferiría echarle azúcar tras azúcar y crema, pero no, no es bueno para
mí. Sin azúcar me dicen, sin carbohidratos. Estoy tan harto de que me
digan lo que puedo comer que quiero gritar. Al menos Ans me permite
hacer trampa. Es decir, ella me controlará como el infierno después, pero
seguro que sabe cómo hacer que la baje. No es para tanto.
Hablando de degustación... Cade realmente ha estado
obstaculizando mi tiempo con Ans. Es como si estuviéramos cuidando a
un recién nacido o algo así.
"Él necesita descansar".
"Tiene que comer".
"Necesita un poco de tiempo conmigo".
"Me necesita."
Lo que necesita es una rápida patada en el culo, que lo envíe a un
refugio local que se ocupe de esta mierda. No en mi casa y no con mi
maldita chica. 144
El odio se cuela en mis entrañas mientras miro hacia la ciudad que
aborrezco. Odio este departamento, odio este trabajo. Odio esta ciudad.
Odio mi dieta ¡Odio todo!
Bien, no realmente, pero permíteme tener esta fiesta de lástima.
Estoy cansado. Ans se irá esta tarde y estoy en la lista para comenzar.
No sé por qué no puede quedarse para el juego. Su excusa de mierda de
que Cade ya tuvo demasiado es estúpida. Él no necesita volver a su
rutina. No es un jodido bebé.
¡Gah! Es muy frustrante. Solo la quiero de vuelta. La quiero a ella
sola. Joder con Cade. Gracias por servir a nuestro país y luchar por mi
libertad. Déjame hacer una donación en tu honor que te ayude y sal de
mi maldita casa.
Enojado y molesto con mi actual situación, tironeo mi cabello casi
violentamente. No debería estar despierto. Debería estar dormido, sin
pensar en esta mierda. Pero como es el karma, que se inclinó y me tomó
por el culo, aquí estoy una vez más. Jodido
Mi enfado me abruma mientras bebo los últimos sorbos, la cafeína
me atraviesa. Levantándome de la silla, me acerco a la barandilla y
empiezo a caminar, sintiéndome como un animal enjaulado.
Sería una larga caída, más que suficiente para ponerme en la lista
de lesionados. Estoy bromeando. Inclinándome, permito que la sangre
suba a mis sienes, dejo que la gravedad tome el control mientras miro al
vacío debajo de mí. Me duele, la sangre golpea mis sienes, pero el dolor
entorpece los sentimientos sensibles que se agitan en mi interior y eso es
lo que necesito en este momento. Un escape de la realidad.
Escucho el chirriar de la puerta al abrirse. Me quedo quieto como
un ninja mientras aún cuelgo sobre la barandilla del balcón. Tal vez, sea
quien sea, se dará cuenta de que estoy teniendo un colapso y me dejará
autodestruirme solo. Ahórrenme un poco de dignidad.
—¿Theo?
Ah, la voz que obsesiona todos mis pensamientos. La razón por la
que estoy aquí.
—¿No puedes dormir?
Escucho las suaves pisadas de sus pies cruzar el patio antes de
que ella me rodee la cintura, deslizando sus pequeñas manos debajo de
mi camiseta. La sensación parecida a una pluma de la punta de sus
dedos mientras me roza el estómago envía hormigueos por mi espina
dorsal. ¿Por qué? ¿Por qué una mujer tiene tanto control sobre mí? ¿Por
qué no puedo follar a otras chicas y ser feliz? ¿Por qué debo soportar esta
mierda con Cade?
Porque cuando ella respira contra la parte posterior de mi cuello,
mi polla se pone dura, presionando contra mi estómago dolorosamente,
mi cuerpo vivo de emoción, conozco muy bien este sentimiento. Este
sentimiento químico no es otra cosa que el viejo y conocido amor.
Amo a Anniston McCallister y no hay nada que pueda hacer al
145
respecto.
Cuando no respondo a su pregunta anterior, ella me acerca más,
con más rudeza. Otro leve beso en el cuello es mi perdición.
Salgo de la barandilla, girando, el dolor de cabeza se amplifica con
el movimiento brusco, y sujeto la parte posterior de su cuello, atrayéndola
hacia mí, abriendo lentamente su boca con sutiles besos. Su cuerpo
responde al mío, permitiéndome el control que sabe que necesito
desesperadamente. Sin esfuerzo, mi lengua se abre paso, rozando su
paladar. Buscando. Anniston gime en agradecimiento, lamiéndome y
mordiéndome, rogando por más.
—¿Qué necesitas, Theo? —respira contra mi boca abierta, su
pregunta provoca la necesidad territorial de reclamarla.
No respondo de inmediato. En cambio, la empujo contra mí, le
rodeo la cintura y la llevo hasta apoyar su espalda contra las puertas del
patio. Ya no puedo controlarme, empujo mis caderas con un fuerte golpe
contra su centro humedecido, finalmente respondiendo a su pregunta.
—Quiero que todos me vean follarte.
Me jala los cabellos cortos de mi nuca, lo que me obliga a girar la
cabeza para estar frente a frente mientras continúo restregando mi
dolorosa erección contra la parte inferior de su cuerpo.
—Quiero que me vean follar lo que es mío. —Gruño un poco al final
de la frase y sus ojos brillan con la necesidad que ambos sentimos.
Perdemos el control con esta clase de juegos. Estamos sedientos de eso,
y no importa cuántas veces lo hagamos, nunca es suficiente. No para mí
y definitivamente no para ella.
Me restriego una vez más, provocando un gemido antes de llevarla
al piso. No necesita instrucciones sobre cómo será.
Me agarra la camiseta pero yo me hago cargo, quitándomela sobre
la cabeza antes de que la rompa. Mis pantalones cortos golpean el piso
antes de que agarre mis bolas, provocándome placer, un tirón tras otro.
Mierda. Estoy tan jodido por esta chica.
Liberándome de su embrujo, me alejo, no estoy listo para venirme
todavía. Este es mi espectáculo, no el de ella. Rápidamente le quito mi
camiseta. Sus tetas turgentes se liberan mientras la tiro detrás de mi
cabeza. Me importa una mierda donde aterrice porque sus globos
perfectamente redondos brillan a la luz de la luna, llamando mi atención.
Saco la lengua, humedeciendo mis labios, preparándolos para la
embestida.
Bajo lentamente, tomando un pezón rosa entre los dientes,
Anniston jadea, arqueándose hacia atrás, invitándome a tomar más.
Acaricio el pecho con descuido, rodándolo una y otra vez en mi mano,
hasta que el pezón se escurre entre mis dedos.
—Tan condenadamente perfecto —canturreo entre succiones y
mordiscos suaves. Responde clavándome las uñas en el hombro,
146
diciéndome todo lo que necesito saber. Continúa. Maldito. Vamos.
Detengo mi asalto a sus pechos, bajando las manos para ahuecar
su coño desnudo.
Su cuerpo se estremece de sorpresa cuando le agrego presión,
permitiendo que un dedo se deslice más allá de sus labios, la penetro,
encontrando el calor húmedo que me espera.
—Siempre tan apretado —murmuro, poniéndome de rodillas. Mi
trasero a la vista, de cara a la radiante luna y a los desprevenidos
madrugadores, pero no me importa. La emoción de ser observados, de
que alguien se masturbe mirándome jodiendo a Ans me excita como la
mierda. Llámame loco, pero no lo desestimes hasta que lo pruebes.
Después de todo, es la forma en que la industria del porno gana su
dinero. La gente es curiosa. Le gusta mirar.
Reajustando la erección entre mis piernas, deslizo las manos a lo
largo de las pantorrillas heladas de Anniston y sobre sus rodillas,
amasando a medida que avanzo. Con mis pulgares, doy a sus muslos un
ligero empujón para que se abran lo suficiente dando lugar a mi cara.
Con un respiración profunda y prolongada, inhalo su excitación, un
aroma almizclado y femenino con una mezcla de algo que no logro
descifrar. Es decadente. Es un postre especial. Y es jodidamente todo
mío.
—Theo... —se queja, ansiosa por que mi boca esté donde ella
quiere.
Me hace reír. Me gusta tenerla contra las cuerdas por una vez.
—Paciencia, amor —la regaño.
Jala mi cabello, plantando mi cara directamente en su coño.
—La paciencia está sobrevalorada. Come. —Su voz se encuentra al
borde de la cordura. Le resulta difícil mantener esta sumisión. Ella quiere
tomar el control, apurarme.
Para reducir la situación, saco la lengua para jugar. Los golpes
firmes y los movimientos suaves hacen que sus rodillas se doblen casi de
inmediato. Fijándola al cristal para mantenerla erguida, le aprieto las
caderas con ambas manos. Nada arruina el momento como una
conmoción cerebral.
Los gemidos de Anniston llenan el silencio mientras comienza a
balancearse con cada fuerte empuje de mi lengua. Le tiemblan las
rodillas, haciendo que sea difícil para mí mantenerme aferrado.
—Me vengo —jadea, respirando entrecortadamente.
Me detengo, no quiero que se venga todavía, y coloco mis brazos
detrás de sus rodillas. Gimotea su protesta cuando me pongo de pie y la
aprieto contra la puerta, obligándola a probarse en mi lengua. Se echa
hacia atrás, reclamando agresivamente mi boca, controlando el beso.
Le levanto la pierna con una mano, y con la otra, tomo mi pene con
147
paciencia y lo alineo en su entrada empapada. Empujo la punta,
poniendo a prueba mi autocontrol.
—Agárrate. —Es toda la advertencia que le doy antes de
sumergirme en su compresor cremoso y caliente.
Ella amortigua su grito contra mi hombro, mordiéndome para
aliviar la presión. Cuando la presión se alivia, me retiro en un largo y
tortuoso golpe. Su impaciencia se enciende cuando se encuentra conmigo
en mi camino de regreso, luego empuja, encontrando el ritmo.
La luz se enciende en la cocina, distrayéndome de mi actividad con
Anniston. Cade aparece arrastrando los pies, luciendo agotado.
Anniston grita contra mí, molesta de que haya disminuido la
velocidad de nuevo.
Cade dirige los ojos al patio y los estrecha al ver el cuerpo desnudo
de Anniston untando sudor arriba abajo del vidrio. No estoy seguro de si
incluso puede verme, pero le doy una sonrisa de mierda de todos modos,
por las dudas.
Con fuerza, le doy a Anniston la poderosa estocada que desea y me
deleito con el grito ronco que deja salir en el aire de la noche.
Los ojos de Cade nunca abandonan su cuerpo. La mierda enferma
dentro de mí ama torturarlo. Soy como un niño codicioso exhibiendo mis
juguetes, sin compartir ninguno.
Anniston gime mi nombre y mi atención se centra en ella, el juego
que estoy jugando con Cade me incita a dar todo lo que tengo.
—Sujétate a mí —le digo, poniendo sus brazos alrededor de mi
cuello. Sus piernas se tensan alrededor de mi cintura instintivamente.
Este no es nuestro primer rodeo.
Extiendo mis piernas un poco más para obtener la máxima
potencia, la embisto una y otra vez. Golpeando su delicado cuerpo contra
el cristal tan fuerte que hace ruido. No es suficiente.
Apoyo una mano contra el marco de la puerta, por encima de su
hombro, la otra le sujeta a la cintura y la golpeo sin sentido.
Una rápida mirada para ver si aún tenemos audiencia, noto que
Thad también se ha despertado y ahora está sentado en el sofá, con un
escocés en la mano.
Cade, bueno, aún está tratando (y fracasando) de apartar los ojos.
Mi hermano, sin embargo, el hijo de puta perverso, sostiene mis
ojos y me mira joder a Ans hasta la mierda.
—Me vengo —grita, completamente ajena a nuestra audiencia.
Con cada onza de idiotez que tengo, me encuentro con los ojos de
Cade a través del cristal, bajando cada uno de mis dedos hasta que solo
148
el de en medio permanece levantado. Y luego empujo tan fuerte en
Anniston que los rodillos se sueltan. Anniston ni siquiera nota que su
cuerpo rebota en el mío, persiguiendo su orgasmo. Observo a los dos
hombres que quieren lo que me rodea.
Les permito observar.
Los dejo ver cómo tomo todo de ella.
Primero, tomo su grito.
Entonces un gemido.
Y justo antes de tomar su orgasmo, ella me detiene, agarrándome
de la cara, obligándome a mirarla.
—Mírame —exige con un firme agarre en mis mejillas—. Quédate
conmigo, Theo.
Fijo la mirada en esos bebes azules que mantienen mi corazón
cautivo. La veo caerse en mis brazos cuando un grito se rompe en su
garganta. El amor que tengo por esta chica es tan abrumador que no
puedo mantener el contacto visual. Giro la cabeza, nivelando mi mejilla
contra su hombro mientras el hormigueo comienza en mis bolas.
—Mírame —dice ella.
Levanto la cabeza, luchando contra la necesidad de mirar hacia
otro lado, a segundos de que mi orgasmo me golpee.
—Mírame. A. Mí. —Acuna dulcemente mi cara con las manos,
totalmente opuesta a su comportamiento de hace un segundo, y
canturrea con dulzura—: Déjate llevar, cariño. —Su cambio a dulce de
azúcar nos envía a ambos al suelo mientras mi orgasmo me atraviesa
derramándose dentro de ella. Emito un gemido torturado y ella lo sofoca
con un beso lento y meloso.
Nos sentamos en el concreto frío, con el pecho agitado,
rodeándonos con los brazos. Cuando comenzamos a temblar, Ans
retrocede.
—Vamos —dice, poniéndome de pie.
—Cade y Thad están en la cocina —admito.
Suspira, sin decir palabra, regañándome. Buscando su camisa,
agrega:
—Eres un imbécil.
Asiento. Soy un idiota.
—Te haré correr hasta la mierda hoy. A ver si te escabulles otra vez
para tomar un café.
Trago saliva y asiento en acuerdo a su castigo, notando que solo
me está castigando por el café y no por el voyerismo.
La dejo tocar la puerta mientras me pongo los pantalones cortos.
Cuando logramos abrirla de par en par, ella les habla a los hombres que
imagino están tratando de no reproducir lo que acaban de presenciar una
149
y otra vez.
—Espero que hayan disfrutado del espectáculo. Ya que nos
levantamos, digo que una carrera familiar nos ayudará a despejar
nuestras mentes.
Thad y Cade la saludan con la cabeza.
¿Y qué hago yo?
Guiño.
Jaque mate, pendejos.
Anniston
Y LUEGO FUERON CINCO
Traducido por Yira Patri
***
Mi mensaje para Theo fue tan bueno como podría haber esperado.
Bromeo. Lo tomó como un examen de próstata de rutina. Tieso y torpe y
lleno de temor.
Ninguna respuesta.
Aún nada.
Nada.
Está bien, entonces Theo está siendo un bebé y me está dando el
tratamiento del silencio. ¿Sorpresa desagradable? No, no, no lo es.
Coloco mi teléfono en la mesita de noche. Él no me llamará pronto.
Necesita tiempo para digerir la situación y darse cuenta de que nada va
a pasarme.
Bajo las escaleras, la casa zumba de emoción. No puedo evitar la
sonrisa que cruza mi rostro. Aunque Vic, Mason y Tim dudaron en
154
aceptar mi oferta, Connor (prefiere este nombre a Hayes) no. Se metió en
el automóvil casi sin ningún engatusamiento. Tal vez pensó que no tenía
nada que perder o tal vez sea solo quién es. Guiándose por el instinto.
Viviendo la vida al máximo. Después de hablar con él en el auto, me
inclino por este último.
Mis cuatro nuevos veteranos se encuentran tendidos sobre los
muebles de la sala de estar, el Sports Center jugando en el televisor.
—Sí, es el mejor que he visto en mi vida. —Hayes está hablando
animadamente con Mason, que parece bastante lindo todo acicalado. Su
cabello corto está limpio, dando al color marrón claro un brillo agradable.
Mason comenzó a hablar un poco en el auto, cada vez más relajado
mientras avanzaban los kilómetros alejándonos de la ciudad. Puedo decir
que ha pasado por algo terrible. Cuando lo examiné, descubrí que su
pierna fue destrozada por una explosión en la guerra. No dijo nada más
que eso, pero la forma en que las cicatrices son irregulares y desiguales
me dice que deben haber reparado la peor de las lesiones en el campo.
Un buen cirujano plástico podría ayudar con la cicatrización, pero no
quiere escuchar hablar de eso. Aunque no me rendiré.
—¿Crees que sí? Creo que es un idiota fanfarrón.
Echo un vistazo para ver de quién están hablando y no lo sabrías,
allí, en la pantalla, está mi Teddy, el idiota auto justificado. Me río. Él es
un imbécil, pero no es un farsante.
Entro a la sala de estar, deteniendo su conversación.
—Personalmente creo que es el mejor maldito lanzador en toda la
liga. Justos o no, no puedes discutir con su talento.
Hayes asiente mientras los labios de Mason se tensan. Está claro
que quiere discutir, pero tiene miedo de pelear conmigo tan temprano en
nuestra relación. Intento incitarlo. Nunca retrocedo en una buena
discusión.
—¿No estás de acuerdo, Mason?
Se muerde el labio por un momento, considerando mi pregunta.
Finalmente, asiente.
—Tienes razón, su talento es indiscutible. Simplemente no me
gusta su actitud.
Estoy a punto de discutir mi postura de que las personas no
siempre son lo que parecen cuando la voz de Cade se eleva en la cocina.
—¿Por qué mierda me estás gritando? ¿Cómo se suponía que iba a
detenerla? —La voz de Cade se extiende por toda la casa mientras su
enojo chispea.
Solo una persona puede provocar violencia en Cade. Theo.
—Discúlpenme, caballeros. —Salgo de la sala de estar,
abandonando mi plan de llegar a conocer a los muchachos un poco mejor
para encontrar a Cade. Si Theo ha desatado su furia, no quiero que se
dirija a Cade. Será una guerra en segundos si no la interrumpo
155
rápidamente.
Cade está en la cocina, agarrando su teléfono como si fuera a tirarlo
ante otro comentario desagradable de Theo.
—Cade. —Mi voz es suave mientras cubro su mano con la mía—.
Déjame hablar con él.
Me mira con cautela mientras Theo ataca al otro lado del teléfono.
Después de un minuto él suspira, entregándome el teléfono.
—Está un poco raro —susurra cuando me lo pasa—. Buena suerte.
Asiento hacia su retirada antes de tomar aliento y presionar el
teléfono en mi oído.
—Theo.
El teléfono se silencia. Él no es tan bocón conmigo. Podría atacar a
Cade, pero no a mí. Bueno, no tan mal de todos modos.
—¿Vas a responderme?
Su respiración pesada es la única respuesta que tengo. Es
laboriosa mientras intenta dominar su furia.
Trato de difuminar la situación cambiando de tema.
—¿A quién te enfrentas esta noche?
—¡No cambies el tema!
Ah, bueno, al menos me habla. Y como predije, extremadamente
enojado.
—¿Cuántos más? ¿Huh? ¿Cuántos más, Anniston? —Su voz
tiembla de furia mientras escupe cada pregunta de sus labios—. ¿Hasta
que uno te mate? ¡Eso es lo que quieres!
Espero hasta que respire a través de la furia que se apoderó de él.
Dios ayude a los bateadores contra él esta noche. Le di una patada al
avispero y lo prendí fuego.
—No me harán daño.
—¡MIERDA! —ruge.
Y luego comienza el lanzamiento. Escucho vidrios rotos y Brody
grita para que se relaje.
Su respiración es pesada mientras gruñe en el teléfono. La
destrucción parece haberse detenido. Por ahora.
—Enviaré a Thor.
Voy a objetar a su guardia de seguridad privado, pero el gruñido
amenazador que emite me hace cerrar la boca.
—Si intentas eludirlo, enviaré a todo el maldito equipo SWAT. ¡No
estoy jugando!
Me quedo en silencio, lo que le permite sacarlo todo. Haré lo que
156
sea, maldición, por favor. Theo nunca ha sido mi maestro, y ciertamente
no va a comenzar ahora. Discutir con él es inútil. Thor vendrá si lo quiero
o no.
—¿Me entiendes, Anniston?
Gracias a Dios que está hablando por teléfono y no delante de mí.
De lo contrario, habría visto el mayor giro de ojos de este lado de la costa
este.
—Sí, papi.
Otro gruñido. Su sentido del humor ha abandonado el edificio.
—¿Eso es todo? ¿Puedo irme ahora?
—Sí.
Finalmente. Esta conversación me ha envejecido diez años. Creo
que puedo necesitar correr solo para calmar mi propio agotamiento.
—¿Y Ans?
Respiración profunda, puedes manejar un comentario más.
—¿Sí?
—Voy por ti. Y cuando llegue, esos veteranos no serán de quien
tengas que preocuparte.
Antes de que pueda responder a su ridícula amenaza, la línea se
silencia. ¡Ese hijo de puta me colgó! Estoy furiosa. Estaba teniendo un
gran día hasta que Theo se volvió loco y lo jodió.
—¿Está todo bien? —Los ojos de Hayes contienen preocupación
mientras se para en la puerta.
—Sí, todo está bien. Solo un pequeño berrinche de mi chico, mi
amigo. Él se preocupa.
Hayes asiente en comprensión. Con suerte, no entendió mi error
con el comentario de mi chico.
—No puedo culpar a un hombre por querer mantenerte a salvo. —
Su declaración es tan sincera que mis ojos pueden haber lagrimeado.
Probablemente se debe a toda la testosterona en esta casa. Mi pobre
estrógeno tiene que producir más solo para ahogar algo—. Te lo prometo,
nadie te hará daño mientras estemos cerca.
Mi garganta funciona cuando su promesa sincera hace que una
sola lágrima se deslice por mi mejilla. La borro rápidamente antes de que
vea cuán afectada estoy por su declaración.
—Aprecio eso. Mi amigo enviará a su hombre de seguridad para
estar atento. Por favor, no te ofendas. Mi amigo, bueno, es un imbécil. —
Le brindo una sonrisa forzada que espero se pueda percibir como
genuina.
Inclina la barbilla y atraviesa la puerta. 157
—No me ofenderá, Comandante.
Me estoy limpiando furiosamente los ojos para atrapar los restos
de lágrimas cuando él regresa.
—¿Comandante?
—¿Sí?
—Tu amigo es un hombre inteligente. Parece que te ama mucho.
El guiño juvenil que me da antes de desaparecer me hace sentir un
poquito mejor. Tal vez Theo se comporte de esta manera porque está
preocupado y no porque piense que soy una completa idiota.
Cade
IMBÉCIL Y CODOS
Traducido por Emotica G. W,
UsakoSerenity & MadHatter
***
—¿Qué pasa con ese chico Tim? —Theo me mira con expresión
inquisitiva, arrojando un chicle a su boca mientras observamos a los
chicos y a Anniston jugar a la pelota de fútbol en la hierba.
Hoy tenía la esperanza de evitarlo a él y a toda su imbecilidad como
a la plaga. Su cuestionamiento constante está aburriéndome después de
que regresara a casa anoche de una manera fabulosa. Apresuró a
Anniston a subir y se aseguró de que todos lo escucháramos reclamar su
159
derecho.
Ahora, se encuentra saciado, descansando en la cubierta trasera,
y ha estado interrogándome durante la última media hora sobre nuestros
nuevos compañeros de cuarto.
—¿Has hecho algún control sobre él? Parece muy… callado.
El latido en mi sien se hace cada vez más fuerte a cada minuto.
—No, no lo he hecho. Pero estoy seguro de que tú sí.
Tiene la decencia de parecer avergonzado, mordiéndose las uñas
para ocultar su sonrisa.
—Tenía que estar seguro.
Me encojo de hombros. Sé que lo hacía. Y honestamente, estoy
agradecido. Hice una promesa de mantenerla a salvo, pero aparte de
protegerla físicamente, estoy perdido. Theo tiene recursos que solo el
dinero puede comprar. Normalmente, eso me enfadaría, pero en este
caso... me siento aliviado.
—Entonces, ¿cuál es su problema? —No se detendrá hasta que le
conteste. Confía en mí, lo he intentado.
Me recuesto en la tumbona, poniéndome cómodo. Una vez que
comience a obtener respuestas, no se detendrá hasta que esté satisfecho.
—Tim está bien, Theo. El hecho de que sea callado no significa que
sea un psicópata. De hecho, a algunas personas les gusta escuchar en
lugar de hablar. Deberías intentarlo alguna vez. —Le brindo una sonrisa
de suficiencia que ignora.
—Quiero decir, ¿cuál es su problema debido a todo eso de gente sin
hogar? —Agita las manos con desdén como si no fuera gran cosa. Como
si fuera fácil para nosotros discutir los puntos bajos de nuestras vidas.
No tiene intención de hacer ningún daño. Anniston y él no tienen límites
cuando se trata de sus vidas. A menos que se trate de su relación, luego
de repente se convierten en mimos cuando se hacen preguntas. Pero
cualquier otra cosa... sin filtro.
—Theo, no conozco todos los detalles y no es educado preguntar.
Me fulmina con la mirada. Sabe que es descortés, pero eso no le
impide preguntar, y espera una respuesta.
Suspiro, sabiendo que voy a tener que darle algo.
—Bien. Perdió la audición en una explosión. Su voz está afectada,
por lo que no habla mucho.
Abre la boca con incredulidad.
—Maldita sea. Eso apesta.
Asiento en acuerdo. Sí, apesta. No puedo imaginar no ser capaz de
escuchar, nunca escuchar la voz de mi ángel. Tim lee los labios, por lo
que entiende, pero no es lo mismo. Anniston quiere que todos
160
aprendamos lenguaje de señas para ayudar. Y lo que quiere, lo consigue.
—Anniston me contó un poco sobre Hayes y Mason, pero ¿qué hay
de Vic?
—Vic es un poco diferente... —Odio compartir sus secretos,
especialmente con Theo. No que crea que se vaya a aprovechar o a
echarles en cara lo sabe, pero aun así… se siente como una traición. Sin
embargo, sé que tiene buenas intenciones. Quiere asegurarse de que
Anniston esté a salvo. Y solo por esa razón, le digo:
—Su esposa y él se divorciaron cuando él estaba sirviendo. El novio
de ella mató a su hijo en un ataque de ira. Él nunca fue el mismo después
de eso.
Theo permanece en silencio, toqueteando su brazalete de tweed.
—Oh.
No hay nada más que decir. Fue una pesadilla horrible que ningún
padre debería soportar. Le pregunté a Vic qué le pasó al tipo, pensando
que quizás lo mató y cumplió una condena, pero dijo que nunca lo
encontraron. No puedo hablar por Vic, pero yo no descansaría hasta que
ese hijo de puta estuviera a dos metros bajo tierra.
—¿Te importa si me uno a ustedes? —La voz de Hayes es una
distracción bienvenida de mis pensamientos oscuros.
—Claro, amigo.
Arrastra una silla y se sienta entre nosotros. Hayes ha estado
enamorado de Theo desde que ha estado en casa. Pensé que Theo estaría
sereno y sería un idiota como lo es conmigo, pero no, Hayes parece
agradarle. Por mucho que me digo que no importa, lo hace. Por otra parte,
Hayes no está tratando de tomar a su chica.
Hayes mira hacia el campo.
—Entonces, tu hermano...
La cara de Theo se arruga ante la mención de Thad.
—Es un tipo genial.
Theo ríe oscuramente ante la observación de Hayes.
—Supongo.
No es secreto que los dos hermanos no se llevan muy bien. Supongo
que es debido a su amor mutuo por una pequeña rubia. No conozco todos
los detalles, pero sí sé que todos vivieron juntos en la universidad. Tal
vez Thad también desarrolló un amor por ella. No lo dudaría. Ella es
apasionante.
—Dijo que diste un partido sin hits el otro día. Me encanta el
béisbol. No he visto un juego en siglos.
Hayes parlotea sin darse cuenta de que Theo está agarrando su
cerveza con tanta fuerza que el vaso está a unos pocos segundos de
quebrarse. Pero Theo es un profesional para sortear temas incómodos.
161
Le sonríe genuinamente a Hayes.
—Lo hice. Deberías venir a un juego. Dile a la Comandante… —me
mira y sonríe—,… que los lleve a todos.
No puedo decir si piensa que todo esto es una gran broma o si dice
este tipo de mierda solo para enojarme. Iré con la última.
—¡Hombre! ¡Eso sería increíble! ¿Crees que a ella le gustaría,
Mayor?
Quiero fulminar con la mirada a Theo. Hayes preguntándome eso
juega directo en su jodido sentido del humor. Desde que trajimos a los
nuevos reclutas, como los llamamos, Theo ha estado haciendo
comentarios sin parar sobre Anniston y yo teniendo hijos. Soy lo
suficientemente inteligente para saber que lo dice porque está celoso de
que ella y yo compartamos algo de lo que él no forma parte. Pero no calma
mi enojo con él cuando hace una indirecta como esa, sugiriendo que para
todo lo que sirvo es para ser su perrita y niñero.
—No estoy seguro, Hayes. Siéntete libre de preguntarle tú mismo.
Mi estado de ánimo está cayendo en picada a cada segundo. Cada
vez que creo que puedo manejar a Theo, él va y hace algo que pone a
prueba mi paciencia. La puerta del patio se abre y Thad asoma la cabeza.
—Ven y únete a nosotros —digo con una sonrisa. Theo me saca el
dedo, lo cual me hace reír. El hijo de puta se lo merece.
Thad se pone cómodo frente a nosotros, cerca de la barandilla. Mi
suposición es que él no quiere estar cerca de Theo. Ojalá hubiera tomado
la misma decisión.
Todos hemos pasado a un tema más seguro. Fútbol. Mason, Vic y
Tim están allí con Anniston jugando al fútbol bandera, divirtiéndose
muchísimo, tirándose al suelo. Theo la mira como un halcón, sonriendo
de vez en cuando cuando hace una buena jugada. El orgullo es evidente
en sus ojos. Él la ama, y eso me hace sentir mal. Sabía que tenían algo
pero... creo que pensé que tal vez tenía una oportunidad. Me doy cuenta
ahora, Theo no la dejará ir. Tiene sus garras en ella y aparentemente, a
ella le gusta.
Observo a Theo porque soy mezquino, pero en vez de volver a
mirarme o hacer algo ridículo, parece que está a punto de lanzar a Thad.
Huh.
Thad está girando una de las ligas para el pelo de Anniston entre
sus dedos y me pregunto por qué lo hace. Obviamente, es irritante para
los nervios de Theo porque está apretando las manos, acercándose al
borde de su asiento.
—¿Dejarás de hacerla girar? —Theo no deja que Thad responda
mientras salta de la silla, arrebatando la liga del pelo de la mano de Thad,
y lanzándola sobre la cubierta. 162
Lo que sea que él y Thad estén pasando tiene su paciencia al límite.
Thad gira la cabeza como algo salido del exorcista y mira a Theo con odio
en sus ojos. Rayos. Sé que Theo es molesto, pero es tolerable, al menos
por aquí. Quién sabe lo que le hace a Thad cuando están solos en
Washington.
Todo el mundo está en silencio mientras Thad continúa mirando a
Theo.
Theo, habiendo perdido toda su paciencia minutos antes, se
quiebra.
—¿Cuál es tu problema?
Thad se pasa un dedo por los labios, presionando el inferior entre
sus dientes. Su mandíbula se aprieta antes de hablar.
—Tú lo eres —escupe en tono rencoroso.
Theo se resiste.
—¿Qué diablos hice? Quiero decir realmente, he jugado. Me he
comportado en el trabajo. ¿Qué más?
Thad emite con una risa falsa.
—A veces eres tan denso. —Mira al patio trasero, sus ojos
enfocándose en Anniston.
Theo se ve confundido, mirándome y volviendo a Thad. Me encojo
de hombros. No sé cuál es su problema. Mi tiempo ha sido absorbido por
los nuevos reclutas. No he tenido tiempo de lidiar con Theo, Thad y todo
su drama.
—Supongo que sí, porque no entiendo a qué te refieres. Por favor,
ilumíname, oh sabio. —Theo está peleando con ese comentario.
Thad gira la cabeza y, con una mueca burlona, grita:
—¡Tienes que follarla abiertamente todo el tiempo!
Oh. Veo cuál es el problema. A diferencia de mí, Thad no debe estar
acostumbrado a todos los despliegues. Los escuché abajo esta mañana.
Rápidamente decidí que no necesitaba café, ya que era malo como
pensaba.
Theo se encoge de hombros y sonríe orgulloso, como un imbécil. Él
sabía lo que estaba haciendo.
—Estábamos en la cocina —aclara—. No era como si estuviéramos
en tu habitación.
Thad patea la barandilla en la cubierta.
—¡Ella estaba en la puta encimera! ¡Abierta para que todos puedan
ver!
Y por sus gritos, ella absolutamente lo amó. La veo con él. Sé los
juegos que les gusta jugar. Lo aprendí de la manera difícil cuando
estábamos en Washington. Nunca olvidaré la expresión de su rostro
163
mientras la follaba en el espejo, dándome la vuelta mientras miraba
impotente desde la sala de estar. Me sentí avergonzado por la emoción
que giraba en mi interior. Estaba enojado. Sentí envidia y estaba tan
excitado que me sacudí sus gritos por días. Odio que ella lo ame. Odio
que él sepa que la tiene envuelta en su brazo de un millón de dólares.
Pero sé mi lugar en su vida. Thad aparentemente, no lo hace.
—¿Te gusta desmoralizarla? ¿Es eso? —Sigue presionando a Theo,
su mandíbula firme.
Theo me mira. Por, no sé. ¿Ayuda? Seguramente no.
—¿Desmoralizarla?—pregunta Theo—. ¿Crees que le estoy
haciendo eso?
Thad guarda silencio por un momento mientras frunce el ceño
hacia Theo.
—Lo tienes todo. ¡Todo, Theo! Y lo arruinas como si no te importara
nada.
Theo se burla.
—Eso no es verdad.
La risa de Thad se vuelve oscura nuevamente.
—Sí, lo es. Eres el mejor de la liga y quieres dejarlo porque Ans no
te ve jugar en todos los juegos. Quieres a Anniston, pero la degradas y le
das la vuelta como una especie de trofeo. Ella entregó su vida por ti y ni
siquiera te importa. Eres la persona más egoísta que conozco. —Respira
con dificultad después de despotricar.
Hayes tiene los ojos desorbitados mientras espera que intervenga.
Las peleas fraternales no están en la descripción de mi trabajo. ¿Y quién
soy yo para evitar que alguien venza a Theo?
Theo toma un trago de su cerveza.
—Antes que nada, no quiero renunciar por Ans. Tengo otras
razones. Razones que ni siquiera conoces. En segundo lugar, no rebajo a
Anniston de ninguna manera. A ella le gustan nuestros juegos
pervertidos. Y no sé qué diablos quieres decir con que ella entregó su vida
por mí.
—Es terapeuta deportiva. Fue a la escuela para estar allí para ti y
tu carrera.
Theo se pasa una mano por el cabello y se ríe.
—¿Crees que eligió esa especialidad por eso?
Thad solo lo mira, su confianza de antes desaparece.
—Eres un idiota. No sabes nada de ella. —Theo mete el dedo en la
llaga con la intención de hacerle daño y por la expresión de Thad, tiene
éxito. Una vez más, Theo logra meterse debajo de la piel de alguien—.
164
Dime entonces —espeta, tragando su cerveza—. ¿Recuerdas cuando
Anniston se rompió el pie en el tercer año?
Por la forma en que Theo frunce el ceño, no creo que me vaya a
gustar esta historia.
Thad asiente lentamente, como si esta historia fuera bien conocida
entre los hermanos.
Hayes y yo permanecemos callados mientras Theo comienza a
contar la historia de nuestra escurridiza Comandante.
—La encontré en la sala de pesas gritando mientras trataba de
curvar una pesa de treinta libras con un brazo tembloroso.
Thad inmediatamente no está de acuerdo, sacudiendo la cabeza.
—No, ella dijo que pisó un hoyo mientras corría.
Theo sonríe sarcásticamente.
—Mintió. —Bebe el resto de su cerveza y continúa—: Las lágrimas
corrían por su rostro mientras se gritaba a sí misma para mitigarlo. Le
temblaba el brazo con tanta violencia que pensé que se iba a desmayar.
Cuando llegué a ella, me gritó que me fuera. Obviamente, no lo hice,
obviamente, vi cómo le gritaba a su brazo para que se moviera y no lo
hizo. Hasta que lo hizo, y el peso cayó al suelo, rompiéndole el pie.
Mira hacia el patio y yo sigo su línea de visión justo a tiempo para
ver a Vic y a Ans hacer una pequeña cabriola después de anotar un
touchdown. Me hace sonreír. Sobre todo porque es terrible.
Suspirando, Theo concluye esta pequeña historia de horror.
—Sufre de una leve parálisis cerebral. ¿Lo sabías?
¿Qué? No lo sabía. Nunca he visto ninguna indicación de que fuera
menos que perfecta.
Thad niega sombríamente. Ahora se da cuenta de que hay secretos
que nunca conocerá. Theo tiene esto en la bolsa. Todos debemos aceptar
nuestros lugares en la vida de Anniston y seguir adelante.
El pensamiento es amargo cuando me trago mi propia aceptación.
Este hombre siempre le pertenecerá a ella. Hemos compartido algunos
secretos, pero nada grande. No me siento tan cómodo como para revelar
todos mis esqueletos, y ella siente lo mismo. Theo los conoce a todos. Por
mucho que lo odiemos. Él es de ella.
Theo asiente a todos nosotros esta vez. Sabe que tiene toda nuestra
atención y queremos saber más sobre ella.
—Fue prematura por tres meses. Sufrió una hemorragia cerebral
de cuarto grado y pasó casi su primer año de vida en el hospital.
Thad traga, mirando su botella de cerveza. Remueve la etiqueta,
quitando pieza por pieza.
—No lo sabía. Sabía que su madre murió en el parto —susurra con
165
tristeza.
Mi corazón se aprieta con esta nueva información.
—Su madre murió antes del parto. Apenas lograron salvar a Ans
a tiempo —confirma Theo—. Después de años de terapia física,
finalmente tiene la parálisis bajo control. Pero en momentos de gran
estrés, verás que le tiemblan las manos.
Me paso la mano por el cabello, cada vez más enojado porque
Anniston nunca sintió que pudiera revelar este secreto.
—Entonces, no, imbécil, ella se especializó en medicina deportiva
por ella. Quería el control de su cuerpo. Nunca fue por mí.
Thad permanece en silencio, reflexionando sobre esta confesión.
Theo se pone de pie, mirando a su hermano.
—Odia que la traten como a una damisela en apuros. O una
princesa, como la llamas. Quiere ser fuerte. Estar en control.
Se acerca, metiéndose en la cara de Thad. Me pongo de pie, listo
para intervenir si es necesario.
—Entonces, cuando provoco sus gritos, sabrás que es porque ella
ruega por ellos. Desea sentirse viva. Para sentirse fuerte. —Theo empuja
a Thad y se gira hacia la puerta, golpeándome en el hombro.
Él mira a Thad y a mí.
—Si estás pensando en desafiarme por ella, entonces ven a mí. Soy
un imbécil egoísta cuando se trata de ella y, para que lo sepas, siempre
caigo luchando.
Nos está hablando a los dos, me doy cuenta.
Tira su botella a la basura antes de regresar a la casa.
Lo sigo. Tengo que saber más. No puede revelar esta gran parte de
su vida y simplemente marcharse. Me es difícil tratar de mantener el
ritmo. Es mucho más rápido que yo.
Se encuentra en la puerta de entrada colocándose los zapatos
cuando me acerco.
—No estoy de humor —dice, evitándome.
Contraataco, bloqueando su movimiento.
—¿Vas a huir?
Suspira. Estoy seguro de que realmente no quiere estar cerca de
mí en este momento. El sentimiento es mutuo, pero tengo que saberlo.
—Sí. Ahora muévete.
—Iré contigo. —Estoy abriendo la puerta para salir cuando él
retrocede.
—No. 166
Me encojo de hombros y abro la puerta de todos modos. Vendrá.
Necesita la liberación de forma urgente. A regañadientes, pasa a mi lado.
—No vendrás conmigo.
Sonrío.
—Ya veremos.
Me encanta presionar sus malditos botones. Sale por la puerta
corriendo, esperando perderme. Es más rápido que yo, pero la fortuna
está de mi lado porque lo alcanzo fácilmente. Debe estar cansado.
Gruñe cuando troto junto a él.
—Vete.
Me quedo callado mientras él corre, esperando que se enfríe
después de un kilómetro más o menos. Sin embargo, no puedo durar.
Pasan dos minutos y dejo escapar mi curiosidad.
—No sabía eso de Anniston.
Inhalando una respiración profunda, se impulsa hacia adelante.
—Me imagino que no. No es muy comunicativa.
Mantengo un ritmo constante a su lado, los dos mirando hacia
adelante para evitar que la conversación sea demasiado íntima.
—¿Cómo murió su madre? —Estoy sin aliento tratando de
mantener el ritmo, pero intento no demostrarlo.
A medida que avanzamos sobre la cima de la colina, resopla:
—Pregúntale tú mismo.
—No me lo dirá —admito. No lo hará. He tratado de profundizar en
su pasado—. No sin algo a cambio —agrego, por lo que sabe que lo he
intentado. Pero todo tiene un precio. Uno que no estoy dispuesto a pagar.
El bastardo presumido me sonríe.
—Parece que tendrás que darle la información que quiere.
Quiero golpearlo. En serio. Quiero patear una de sus piernas, verlo
caer, y luego darle una paliza. Pero no lo hago. En cambio, le doy la única
moneda de negociación que me queda. Algo que quiere más que nada.
—Te la concedo —murmuro en voz baja.
Se detiene.
—¿Qué dijiste?
Dejo de correr y vuelvo, secando el sudor de mi cabello.
—Me escuchaste. —Sé que lo hizo. Simplemente quiere
escucharme decirlo de nuevo. Idiota.
Ladea la cabeza expectante. Sabe que lo repetiré. Quiero la
información con muchas ansias. Estoy desesperado por la información.
Haría cualquier cosa por él excepto revelar mis propios secretos.
167
—Te la concedo —grito dolorosamente. No quiero perderla, pero
una vez más, nunca la tuve realmente en primer lugar.
Esto hace feliz al pequeño idiota, mientras me lanza una sonrisa
engreída.
—¿Y por qué lo harías?
Ahora solo está siendo un idiota. Quiere que lo deletree para que
pueda regocijarse con su victoria.
Camina en círculos, jadeando mientras espera mi respuesta.
—Por mucho que creas que es verdad, no soy un idiota. Reconozco
un amor profundamente arraigado cuando lo veo. Puede que no entienda
por qué te ama pero puedo respetar sus deseos. Pensé que ella se merecía
algo mejor que tú y todavía creo que es así, pero puedo ver que la amas.
La conoces mejor de lo que nadie lo hará jamás. Puedo aceptar
simplemente ser su amigo.
Cuando termino, levanta la mirada y me da un asentimiento. Es
un código fraternal. He aceptado mi destino en su vida y le di mi
bendición para que él entrara en la suya.
Traga saliva, probablemente resistiéndose a hacer un comentario
de idiota, y comienza a caminar. Lo sigo, ansioso por la otra parte de la
historia.
—Sus padres eran jóvenes cuando quedaron embarazados.
Estaban casados. Su papá se unió al ejército para ganarse la vida. Su
madre, Sarah, iba de camino a la tienda de comestibles una tarde cuando
perdió el conocimiento y estrelló su automóvil en un barranco. Les dijeron
que era un aneurisma cerebral. La estaban transportando en avión a un
hospital local cuando entró en paro. La mantuvieron viva el tiempo
suficiente para sacar a Anniston. Ella pesaba como medio kilo o algo así.
Me sonríe con tristeza. Muerdo el interior de mi mejilla, dándole
toda mi atención.
—De todos modos, escuchaste sobre todos los problemas, la visión,
PC, sangrado cerebral, etc.
Lo interrumpo.
—¿Visión?
—Oh, solo que ella no puede ver una mierda. Ahora usa lentes de
contacto, en lugar de esas enormes gafas. —Se ríe, probablemente
recordando lo tonta que lucía con gafas. Yo no. Esto es serio.
Se aclara la garganta después de mi mirada mordaz y vuelve a su
parte del trato.
—Llamaron a su padre a casa desde el extranjero. Él la miró, se la
entregó a su abuelo y le dijo: Cuídala. Más tarde, fue herido por una
bomba en el camino. Volvió a casa, sin saber cómo cuidar a una niña o
funcionar en su trabajo en la fábrica. Un día, nunca apareció para recoger
a Anniston de su casa. Hines, el abuelo de Anniston, lo encontró muerto
168
en el automóvil. Asfixiado, monóxido de carbono del escape. Ella tenía
dos años.
Abro grandes los ojos ante esa información. ¿Su padre era militar?
¿Es por eso que sintió que necesitaba ayudarme? ¿Es esta su redención
por no poder salvar a su padre? Tengo muchas preguntas, pero me atengo
a una más segura:
—Entonces, ¿sus abuelos la criaron?
—Sí.
Comienza a trotar, por lo que yo también lo hago, manteniéndome
tranquilo esta vez. Mi resistencia mejora cada día.
—¿Cómo entraste en escena? —Quiero saber cómo entró este ángel
de mierda y la levantó de un empujón.
Hace un ruido suave, casi como si estuviera reviviendo el recuerdo.
—¿Me creerías si te digo que me vio al lado de su casa y se enamoró
de mí?
En realidad resoplo.
—No.
Suelta una carcajada, obviamente tomándome el pelo.
—Lo creas o no, yo vivía a unas cuadras. Ella caminaba con su
abuelo todas las noches, más allá de nuestra casa. Un día, estaba
jugando baloncesto en el camino de entrada cuando ella se detuvo y me
dijo que el objetivo del juego es meter la pelota en la red.
Me río, pensando que es algo que ella haría.
—Y entonces, se quedó y me mostró cómo se hacía. Sus abuelos
murieron en nuestro último año de la escuela secundaria. Nos mudamos
juntos después de eso y el resto es historia.
Asiento en silencio. Se conocen desde hace mucho. Mucho más de
lo que originalmente pensé.
—Sabía que esta era la casa de sus abuelos, pero no el resto.
Gracias. Dije en serio lo que dije.
Voy a concedérsela y a ser feliz siendo su amigo. Espero.
Asiente en respuesta, encontrándose con mi mirada.
—Lo aprecio. —Se da vuelta para correr, pero retrocede—. Esto no
significa que seamos amigos.
Lo miro y le lanzo la sonrisa más engreída que puedo reunir.
—No podría pensarlo de otra manera.
169
Anniston
REDENCIÓN
Traducido por AleVi, astrea75,
IsCris & RRZOE
—Sí, este tipo sigue llamando y preguntando por ella, le dije que
ha estado ocupada.
Cade se encuentra ocupado burlándose de Theo esta mañana. Un
hecho para el libro de los recuerdos, Theo tiene la boca abierta por la
sorpresa, sus ojos ansiosos por una explicación. Si no me sintiera mal
por él, me uniría a la broma que le está jugando Cade. Pero no puedo. El
pobre luce aterrorizado.
170
Más adentro en la cocina, Cade continúa su tortura, incitando a
que Theo piense que tiene competencia. Ambos hombres se encuentran
relajados, descansando en la pequeña mesa de desayuno, Cade de
espaldas a mí, con los pies apoyados sobre la mesa de cristal. Lo sabe
mejor que eso.
—¿No sabes su nombre? —La aprensión de Theo es evidente
mientras ajusta su postura, sentándose más derecho en la silla y
cuadrando sus anchos hombros. Quedando en el borde de la silla, se
acerca a Cade, desesperado por saber más.
—Nop. —Cade hace sonar la “p” del nop, deleitándose al hacer que
Theo se retuerza—. Solo sé que sigue llamando.
De acuerdo, es suficiente. Ya ha tenido su diversión. Vuelvo a
entrar y toco la silla de Cade, deja caer los pies de la mesa y se gira hacia
mí lentamente, luciendo avergonzado, tal y como debería.
—Buenos días, Comandante —dice con pereza mostrándome una
sonrisa juvenil.
—Mayor, veo que estás de buen ánimo esta mañana. —Señalo a
Theo con la cabeza, para que sepa que escuché toda su estúpida historia.
El brillo de su sonrisa se intensifica, elevando sus mejillas a lo largo
de su fuerte y angular mandíbula. Con el cuerpo tenso, se pone de pie,
conteniendo una carcajada.
—Ahora que estás aquí, tengo unos asuntos que atender. —Esos
ojos esmeraldas brillan maliciosamente cuando me guiña astutamente,
se inclina y me da un casto beso en la mejilla.
Un gruñido lo interrumpe.
Riéndose, Cade se dirige a la puerta trasera que conduce al
granero.
—Von Bremen —dice, haciendo un juguetón gesto de despedida
con la barbilla.
Tan pronto como la puerta se cierra, Theo comienza:
—Es un idiota. ¿Qué clase de asuntos tiene que atender de todos
modos? ¿Limpiar traseros? Admítelo, se queda todo el día aquí viendo
HGTV, todo cómodo con su albornoz beige, comiendo salvado de avena
en la fina porcelana china de la abuela McCallister.
Trato con todas mis fuerzas de no reír para no alentar el
comportamiento de Theo, pero parece que no puedo evitarlo cuando
continúa, obviamente manteniendo el estado de ánimo de esta mañana.
—Quiero decir, tiene que sacarse ese palo del culo de alguna
manera, ¿verdad?
Riendo, le golpeo el brazo y arrastro una silla para quedar frente a
171
él.
—No comiences tan temprano —lo regaño, tomando sus apretadas
manos de su regazo, la única indicación de que sus bromas eran una
máscara para cubrir su ansiedad. Con masajes lentos y metódicos en las
palmas de sus manos pregunto con dulzura—: ¿Qué harás hoy?
Solo estará en casa durante los próximos dos días, después
regresará a D.C. o a los rincones del infierno, como a él le gusta llamarlo.
Se encoge de hombros de manera infantil.
—Tengo algo esta tarde pero nada después de eso. ¿Crees que
podríamos salir a cenar más tarde?
Se encuentra inquieto, su usual arrogancia desaparece con cada
contracción de sus dedos. Se mastica distraídamente el labio inferior, su
mente en otro lado. ¿Qué le está pasando esta mañana?
—Por supuesto, ¿algún lugar en particular?
—Uh, tengo un lugar en mente. Sin embargo, necesito averiguar si
podemos conseguir una mesa. Te lo haré saber.
Esto es nuevo. Theo y yo hemos frecuentado la mayoría de los
restaurantes que Madison tiene para ofrecer en un momento u otro. No
soy una cita exigente. Usualmente nos llenamos de tacos y comida para
llevar de nuestros dos lugares favoritos, a quince kilómetros por
carretera. Así que la necesidad de reservar una mesa despierta
inmensamente mi interés.
—Suena emocionante. Solo házmelo saber. Cade y yo tenemos una
reunión esta tarde con la Asociación de Veteranos para establecer una
fundación.
—¿Qué? ¿Establecerás una fundación?
Ahora es mi turno de estar nerviosa. Realmente no he discutido mi
visión con Theo. Cade y yo estuvimos de acuerdo en que era algo que los
dos queríamos hacer. Lo haremos a largo plazo.
—Oh, sí. ¿No lo mencioné?
Theo me mira como si estuviera ocultando algo. No lo hago. No
estoy segura de cómo reaccionará ante esta nueva admisión. No me
malinterpreten, me encanta mi trabajo como médico. Amo la MLB,
también. Pero, amo a estos veteranos y no quiero nada más que
ayudarlos a integrarse nuevamente a la sociedad. Merecen amabilidad y
compasión y nada me impedirá darles todo lo que pueda. Por fin siento
que he encontrado mi vocación.
Finalmente tengo un sentido de redención por mi padre.
Si alguien hubiera estado allí para él, tal como yo lo estoy para
estos tipos, entonces tal vez, solo tal vez, hubiera estado conmigo por más
de dos años.
—No, no lo mencionaste. ¿Qué pasa con tu trabajo?
172
Me encojo de hombros, consiguiendo más tiempo para responder.
Esta es la parte difícil. Necesito ser honesta. Theo y yo amamos
engañarnos al creer que me necesita para lanzar con precisión experta.
—No me necesitas a tiempo completo, Theo. Nunca lo has hecho.
Masajeo sus manos con más fuerza, tratando de quitarle el aguijón
de lo que acabo de confesarle. No quiero trabajar para Theo a tiempo
completo nunca más. Quiero estar aquí, ayudando donde más me
necesitan.
Theo niega en desacuerdo antes de que pueda explicarme más.
—Eso no es verdad.
Pero lo es. Él lo sabe, yo lo sé.
—Sí, lo es. Los entrenadores de tu equipo tienen más experiencia
de la que nunca podré tener.
Retira sus manos, uniéndolas detrás de la cabeza. Dejarlo ir parece
como una despedida. Loco, ¿verdad? Tengo miedo de que este sea el
comienzo del fin para nosotros. Seguí aferrándome a la esperanza de que
el destino interviniera y nos hiciera avanzar de alguna manera, pero
ahora… no estoy segura.
Theo se pone de pie, tirando de esas hermosas ondas del color de
la medianoche en las cuales he pasado incontables noches enredando
mis dedos.
—¿Qué estás diciendo?
Trabajo mi garganta en un intento de tragarme el enorme bulto
atorado allí, mientras rebusco en mi cerebro la mejor manera para decirle
esto. La expresión de dolor en su rostro rompe mi maldito corazón.
Solo tira de la bandita, Ans.
—Quiero reducir mis horas con el MLB.
—¿Quieres decir que quieres reducir tus horas conmigo? —Se
encuentra herido, no hay manera de negarlo ahora. Esos ojos azul
profundo se enturbian y nada más que pura agonía reemplaza el brillo
travieso.
Me levanto de la silla y le agarro los brazos antes de que pueda
escapar.
—No, no de ti. Nunca de ti.
Froto suavemente contra los sedosos vellos de sus brazos.
Acurrucada en su fuerte hombro, sigo rompiendo el corazón de mi mejor
amigo.
—Quiero estar contigo, Teddy, pero esta es mi vocación. —Me
tiembla la voz mientras me esfuerzo en pronunciar la última palabra.
Theo siente mi angustia, instintivamente me abraza y me consuela
173
cuando soy yo la que lo lastima. Su abrazo es seguro. Calmante.
Inhala una respiración entrecortada. Me estoy preparando
mentalmente para el dolor inevitable de separarme de alguien que ha
estado a mi lado durante quince años. Mis músculos se tensan
dolorosamente al pensar en él con otra chica. Si sigue adelante y
encuentra una chica que viaje por el mundo con él, entonces, seré feliz
por ellos. Finalmente. De acuerdo, esa es una mentira total. Odiaré a esa
perra hasta el punto de la psicosis.
—Tengo que irme. —Theo se aleja abruptamente y me da un dulce
beso en la frente—. Lo discutiremos más tarde, ¿de acuerdo?
Me siento aliviada de que exista un más tarde, que no sea nuestro
último adiós.
—Está bien —le susurro con mi corazón en la garganta.
Con un brusco asentimiento y el ceño fruncido, me deja en medio
de una cocina vacía. Por alguna razón nunca me he sentido más sola
como en este momento.
***
—¿Estás bien, Comandante?
La Asociación de Veteranos en Atlanta no escatima en gastos para
sus visitantes. Inserta sarcasmo aquí. Actualmente, Cade y yo seguimos
esperando en esta silenciosa y aburrida sala de espera que parece como
si el Pillsbury Dough Boy18 hubiera tenido demasiados bizcochos y
hubiera vomitado en este pequeño armario que llaman sala de espera. La
espantosa pintura color crema y las cortinas a juego no son los únicos
detalles que me molestan. Peor aún, es la silla de plástico duro que se
clava en mi espalda, lo que me hace pensar en formas creativas de
chantajear a uno de los muchachos para que me haga un masaje más
tarde.
Levanto la cabeza, encontrando la expresión preocupada de Cade.
Se dio cuenta de mi ansiedad. He estado rebotando la rodilla
continuamente desde que llegamos aquí. Maldito Theo, haciendo que me
preocupe. Mierda, me ha estado distrayendo todo el día. Dedico a Cade
una sonrisa falsa, asegurándole que estoy bien.
—Sí, estoy bien. Solo un pequeño desacuerdo con Theo. Estoy
segura de que todo estará bien.
Por el raro ceño de Cade, puedo decir que piensa que estoy
mintiendo. Sin embargo, no me llamará la atención sobre eso, es
demasiado caballero.
Simplemente asiente, cambiando la conversación.
—¿Le dijiste sobre reducir tus horas?
174
Exhalando en el contaminado aire de la habitación, miro hacia el
cielo.
—Sí.
—Y… ¿qué dijo?
Realmente no quiero hablar de eso en este momento. Theo y yo
podemos no estar bien después de esto. La forma en que lo dejamos fue...
No sé. Es demasiado reciente para juzgar. Pero tampoco quiero herir los
sentimientos de Cade, así que trago y respondo, superando mi deseo de
guardármelo.
—Nada en realidad. Se encuentra herido, pero dijo que lo
hablaríamos más tarde.
Me encojo de hombros como si no fuera gran cosa. Pero ambos
sabemos que es un gran problema. Toda mi relación con Theo se ha
basado en excusas. No queriendo ser la única virgen en la escuela de
medicina. Él necesitando un entrenador. Yo necesitando un programa de
residencia. No, ambos sabíamos lo que hacíamos con el otro. Lo quise
desde el primer minuto en que lo vi tirar esa pelota de baloncesto de
forma terrible. Estaba desesperada por tenerlo y él también me quería.
19 Betty Badass: Un término dado a una persona que actúa o hace algo de manera
"ruda".
bien, lo dejaré ir por ahora, pero solo porque sé que está mejorando y
estoy segura de que no será la última vez que veamos al Rudo Cade.
***
***
El campo que usamos para entrenar es de cuarenta y un hectáreas
de tierra agrícola antigua. Anniston y Cade han estado agregando
obstáculos desde hace algunas semanas. Barriles, neumáticos, y
plataformas de madera decoran el espacio abierto. La mayoría de los
obstáculos fueron concebidos viendo ese programa de guerreros terrible
que a ella le gusta mucho. Al maricón de Cade también le gusta. Es su
"cosa" los domingos por la noche. Mezquindad a un lado, el lugar en
realidad está comenzando a parecerse a un campo de entrenamiento
militar.
Hayes camina de costado a mi lado luciendo inquieto.
—¿Sabes lo que ha planeado?
Me encojo de hombros.
—Nunca sé qué jodida tortura ha planificado.
Asiente rápidamente en comprensión. Estamos todos ansiosos esta
mañana. Hayes por lo general, no es tan espasmódico, pero dado que
todos sabemos cómo ella rompe a los novatos, basta con decirlo…
estamos… jodidamente… asustados.
—Está bien, señoritas. Hoy tenemos un nuevo recluta —reitera ella
como si fuéramos un grupo de idiotas y no acabáramos de conocerlo en
la mesa del desayuno. Acercándonos a la línea de hombres, nos rodea
como presa. Se acerca a Hayes primero con un brillo malvado en su
mirada. Rápidamente, se inclina hacia adelante, atrapándolo con la
guardia baja al empuñar su camisa, sujetándolo—. Tenemos una especie
190
de tradición. Dinos, Hayes, ¿cuál es esa tradición?
Hayes hace una pausa y mira su camisa encerrada en su agarre de
hierro.
Anniston alza una ceja, esperando su respuesta.
Después de un sonido estrangulado, habla alto y claro al aire libre.
—Entrenamos hasta que el nuevo recluta vomita, señora.
Miro a Lawson, que está tratando de ocultar sus nervios
vigorosamente, pero todos podemos verlo. Todos hemos estado en su
lugar.
Anniston asiente en reconocimiento.
—Correcto, Sargento.
Justo cuando Hayes se relaja, lo manotea nuevamente por su
camisa.
Él tropieza, pero se estabiliza antes de que pueda caerse.
—También tenemos otra regla en esta casa. Creo que es que debes
cargarte de carbohidratos antes de cada entrenamiento y cargarte de
proteínas después. Dime, Hayes, ¿te cargaste de carbohidratos esta
mañana? —Sus ojos lo desafían a mentir.
Oh, mierda. Miente, hombre. Miente y jodidamente corre.
Hayes sacude la cabeza lentamente, tratando de comprarse algo de
tiempo.
—No, señora.
Movimiento estúpido.
Anniston inclina la cabeza.
—¿Oh? ¿Y por qué es eso, sargento Hayes?
Hayes mira hacia mí por ayuda. Hago un ruido de arcadas porque
soy un idiota y disfruto de hacer que me azote el culo esta chica. Nada
como provocarla en un día en que no puede castigarme. Bueno, puede
hacerlo aquí afuera en el campo, pero sería prudente que no lo hiciera.
Estará a mi merced después de las cinco y soy muy despiadado en el
dormitorio.
Inmediatamente, risas entre dientes son cubiertas por tos. El rostro
de Hayes se torna carmesí mientras se atreve a mirar a Ans.
—No queríamos vomitar, señora.
Anniston le da su sonrisa galardonada y le da una palmadita en el
hombro como un buen boy scout.
—Bueno, Sargento Hayes, creo que todos podríamos aprender una
lección aquí hoy. Cuando no se siguen las órdenes, el pelotón sufre.
Gemidos se silencian cuando comienzan a arrastrar los pies. Está
a punto de matarnos a todos. 191
—Ya que ninguno de ustedes siguió órdenes esta mañana, creo que
deberíamos ir, no solo hasta que los novatos vomiten, sino hasta que uno
de ustedes también lo haga. ¡Hoy es un dos por uno, caballeros! ¿Quién
será? —Se burla, mirando los rostros pálidos—. ¿Theo? —pregunta con
una ceja levantada.
Me encojo de hombros, sin inmutarme por su locura. He tratado
con esto por muchos años. Ella no me asusta. Bueno, no mucho de todos
modos.
—Si tengo que hacerlo. Tomaré uno por el equipo. —Le doy un
pequeño guiño solo para desbaratar su juego.
Presiona los labios, pero no reconoce mi broma. En cambio, me
mira duro, con su expresión de entrenadora.
—Es día de abdominales para ti. Corres hasta que te detenga,
entonces estarás conmigo.
Asiento en comprensión con un indicio de sonrisa.
Mira hacia Cade después.
—Corres hasta que te diga que te detengas. Es día de espalda para
ti, entonces terminaste por el día. ¿Entiendes?
Parece que quiere discutir con ella, pero no lo hace.
Nota su renuencia de inmediato y dice:
—De hecho, inmediatamente después de este entrenamiento te
quiero en el sauna por veinte minutos. Una vez hecho, le entregarás tu
celular a Hayes y te reportarás a tu habitación durante tres horas de
silencio.
Cade se ve francamente asesino, pero una vez más, no discute.
Tampoco responde, lo cual hace que la locura de Anniston salga aún más.
—¡Mayor! ¿Me entendió?
Cade se encuentra con su mirada y grita:
—Señora, sí, señora. —Está echando humo, pero no pronuncia otra
palabra. Lo único que lo delata es la firmeza de su mandíbula.
El resto de nosotros observamos en silencio mientras el drama se
desarrolla. Por lo general, en esta situación uno de nosotros joderíamos
a cualquiera que se metiera en problemas. Está bien, generalmente soy
yo, pero en esta situación, nadie ni siquiera respira.
Todos escuchamos a Cade gritar anoche. Él sufre de trastorno de
estrés postraumático, como la mayoría de ellos, pero aparentemente el
suyo es malo. Ans estuvo despierta la mayor parte de la noche tratando
con su horror.
—Camisas afuera. Uno a la vez —exige, mirándome—. Tú primero,
amor.
Siento la comisura de mi boca elevarse en una casi sonrisa.
Alcanzando detrás de mi cuello, lo agarro, tirando de él sobre mi cabeza
192
lentamente. Le gusta lento. Le gusta ver la revelación de cada línea de
músculo, centímetro a centímetro. Es así de pervertida. Cuando siento el
dobladillo rozar la parte posterior de mi cuello, tiro más fuerte y la arrojo
a mis pies. Levantando los ojos para encontrarme con sus azules
hermosos, le doy un pequeño guiño y una sonrisa juguetona.
Lo devuelve y asiente hacia Hayes.
—Vamos, precioso. Muéstrale a mamá.
Hayes ríe a todo pulmón y agarra primero el dobladillo de su
camisa, levantando la esquina lentamente, manteniendo sus ojos
entrenados en Ans. Ella se mantiene concentrada, nunca quitando su
mirada fija de él. Continúa hasta que su camisa gris Dri-FIT está a la
altura de su hombro, mostrando todo su trabajo duro en el gimnasio.
Músculos flexionándose, los aprieta un par de veces, dándole a Anniston
su pequeño y jodido espectáculo, y saca un brazo. La cabeza y el brazo
restante se abren paso a continuación antes de arrojar la camisa
descartada a los pies de Anniston, dejando expuesto su pecho desnudo,
sin cicatrices.
Ella camina tranquilamente hacia él y traza las líneas duras de sus
pectorales hinchados. Él sonríe. Es puramente platónico entre ellos.
Bueno, no puedo estar seguro, pero creo que sí. Me aseguro de orinar en
mi territorio cada vez que estoy aquí para mantener las fantasías a raya.
La mayoría de los chicos saben que su método poco ortodoxo es
solo eso. Los construye, los hace sentir sexys y deseados. Probablemente
también los pone increíblemente cachondos, pero sé con certeza que
manejan eso en otro lugar. No significa que observar este pequeño y loco
espectáculo de mierda no me ponga malditamente celoso.
La primera vez que lo vi con Cade, tuve un colapso completo y total.
Estoy hablando de berrinche y todo. Tomó un poco de sexo agresivo y un
licor de huevo antes de que finalmente pudiera escuchar su
razonamiento.
Anniston mira al novato después. Arqueando una ceja, ordena:
—Tu turno, hermoso.
Lawson, alias el novato, palidece. Supongo que yo también lo haría.
Soy el más pequeño de estos tipos. No tengo la complexión voluminosa y
enormes pantorrillas como ellos. Es como comparar a Vin Diesel con Paul
Walker, yo siendo Paul, y me refiero al Paul de la primera película.
Me aferro al conocimiento de que Ans elabora mis entrenamientos
y condiciona mi cuerpo justo como lo quiere. Y, simplemente no soy un
tipo grande. Años de jugar a la pelota me han dejado esbelto. De acuerdo,
los músculos de mis hombros y espalda son algo de lo que presumir. Y
mis glúteos. Definitivamente mis glúteos. Los favoritos de Ans. Pero la
lección aquí es amarte a ti mismo, o alguna mierda así. Creo que Ans
simplemente tiene un orgasmo haciendo que todos nos desnudemos.
El novato juguetea con su dobladillo. Es obvio que no quiere
193
quitársela. Su complexión es delgada y probablemente muy marcada. La
mayoría de los chicos lo están. No sé la historia de este tipo, pero sé
partes de las de los otros y no son cuentos de hadas.
Sintiendo la incomodidad del novato, Anniston dice en voz baja:
—Lawson, este es un lugar seguro. Entrenamos sin camisetas para
mostrar nuestras cicatrices. Son insignias de honor, ya sean por dentro
o por fuera. Es importante que veas la fuerza que un cuerpo puede
soportar. Cada contracción de los músculos mantiene los huesos
estables. Son tuyos para controlar. Tuyo para construir para ser
exactamente lo que quieres.
Se vuelve hacia Cade y de inmediato cierro los dedos a los costados.
Cade es el que más me cuesta ver porque, aunque él sabe que es mía, no
dudaría en quitármela. La desea. Soy un tipo. Sé esto. También sé que
comparten un vínculo especial. Pero ella es, y siempre ha sido, mía.
Observarla sonreír mientras se acerca a Cade hace que mi corazón duela
como si estuviera a un latido de un ataque.
Sin sonreír, sus ojos están intensamente trabados con los de ella.
—¿Puedo, Guapo?
Él asiente rígidamente, sin duda preparándose para la tortura que
está a punto de soportar.
Ella aprieta la parte inferior de su camisa y dobla las rodillas hasta
que su cara se encuentra a la altura de su pantalón.
¡Mierda! Voy a retener su orgasmo tanto esta noche. Esta mierda
es brutal.
Centímetro a centímetro, besa cada cicatriz en el pecho y estómago
de Cade cuando se revelan. Cierra los ojos y su respiración se vuelve más
dura. Anniston le rodea la espalda con un brazo, acercándolo más a su
cuerpo mientras se para, pero él instintivamente está alejándose. Otro de
sus problemas, creo.
Es difícil para estos muchachos sentirse amados y atractivos más
allá del infierno que han estado pasando, pero ella obliga a todos y a cada
uno a aceptar el amor que les brinda.
Yo, sin embargo, no tengo ningún problema en esa área. Donde
quiera que quiera besar, estoy dentro. Cualquier palabrita dulce o elogio
que quiera dirigirme, solo aumentan mi ego. Por otro lado, no he visto a
todo mi pelotón hacerse pedazos frente a mis ojos. Sé que no soy lo
suficientemente fuerte para manejar ese tipo de trauma.
Mi vida ha sido protegida y tengo un respeto loco por estos chicos,
que continúan saliendo del agujero de conejo y tratan de construirse una
vida normal. Así que comparto a mi chica con ellos, incluso cuando
quiero ser una mierda celosa y alejarla de todo esto.
Cade gruñe cuando Anniston le empuja la camisa sobre su amplio
hombro. Con los ojos cerrados con fuerza, se encoge cuando ella besa
194
varias de las furiosas marcas dentadas que decoran sus pectorales.
—Baja —susurra ella contra su corazón.
Él obedece y se arrodilla a sus pies, levantando los brazos. Es
evidente que esta rutina está bien practicada. Con su pecho desnudo,
ella acaricia el costado de su cara sin afeitar y le planta un beso dulce en
la mejilla crispada. ¿Cuánto jodido tiempo tomará esto? Cade abre los
ojos y se levanta, dándole a Anniston una sonrisa vacilante.
Ella da un paso atrás, moviéndose hacia su próxima víctima,
Lawson.
—Permíteme mostrarte lo hermoso que eres en realidad —lo
arrulla, acariciando su rostro ligeramente con las yemas de los dedos.
Los ojos de Lawson se cierran por sí solos.
Lo sé, viejo. Eso es algo de mierda vudú justo allí.
Lawson asiente en consentimiento. Ans le agarra lentamente la
camisa con una mano, quitándola mientras desliza la otra sobre su pecho
desnudo, huesudo. No se demora como lo hizo con Cade, pero como dije,
Cade es un caso especial para ella.
Desnuda rápidamente a Lawson y los muchachos le dan un
"oohrah" que no reconoce. Solo mira hacia adelante, inmóvil.
Después de que Anniston consigue que los otros cuatro se
desnuden (quienes no tienen ningún problema, por cierto), se saca la
camiseta sin mangas, dejando solo su sujetador deportivo rosa.
—¡Comiencen a estirar!
Cade lidera, como de costumbre. Chupamedias.
195
Anniston
SOLO OTRO VIERNES POR LA NOCHE
Traducido SOS por MadHatter
***
***
Theo y Hayes llegan treinta minutos después. Mason, Vic y yo hemos
recorrido el vecindario y no hemos encontrado nada. Estoy exhausto y
hambriento, pero no me iré sin Lawson. Ya me siento como un fracaso y
no puedo imaginarme aparecer en casa, con las manos vacías.
—Está bien, Cade. Pongámonos manos a la obra. Tengo cosas que
hacer. Comandantes a las que joder.
Cierro las manos en puños pensando en él follando a la
Comandante. Quiero golpearlo, solo una vez. ¿Es mucho pedir?
Ignorando su demanda, miro a los muchachos.
—Separémonos. Vamos a expandir nuestra búsqueda al siguiente
vecindario en unas pocas cuadras. Revisa los autos, las casas, cualquier
lugar donde se pueda esconder.
Theo levanta un dedo para detenerme.
—¿Qué pasa si él no quiere ser encontrado? ¿Alguna vez pensaste
en eso?
Lo hice. Y es algo que no quiero volver a pensar. A veces, los
hombres como nosotros solo quieren que los dejen solos para morir o
consumirse. Me gustaría pensar que Lawson no se siente así, pero lo
encontramos boca abajo, con una aguja colgando de su vena. No quería
ayudarlo en ese momento. No quería acompañarlo al hospital. Pero
Anniston... ella fue jodidamente insistente. Lo llevamos a la sala de
emergencias, donde fue desintoxicado y vendado.
Anniston pasó un par de horas hablando con él, animándolo a
volver con nosotros cuando lo liberaron. Le dije que no era una buena
idea. Los adictos son diferentes a los que no tienen hogar. Temía que su
distribuidor o sus amigos vinieran por él, y vieran lo que Anniston tiene
y le roben.
O peor... la lastimen. 213
Ella me hizo un gesto con la mano, diciendo que él era diferente.
Que vio esperanza en sus ojos. Y luego me hizo jurar no decirle a Theo
cómo lo encontramos.
Tal vez es mejor de esta manera. Tal vez salió corriendo en busca
de su siguiente dosis y pueda decirle a Anniston que es una causa
perdida, que no estaba listo para cambiar su vida. Siempre habrá otros
que quieran ayuda.
Miro a Theo.
—Anniston querrá un cierre de cualquier manera.
Me doy vuelta y me niego a responder más preguntas. Necesito
pensar. Cuando me encontraba sin hogar, buscaba refugios en áreas de
poco tráfico. No quería que me vieran, que me susurraran nada. Asustar
a los niños no era lo mío.
Me dirijo a la entrada sur de la subdivisión mientras los chicos
desaparecen, esparciéndose en diferentes direcciones. Echo un vistazo a
través de las ventanillas de los autos estacionados en la calle, rezando
para que nadie llame a la policía y me informe. Lawson no está en ningún
lado. Donde sea que haya ido, no se encuentra aquí.
Estoy casi listo para dejarlo cuando escucho gritos y un fuerte
golpe detrás de mí. Sorprendido, busco la fuente de los gritos. La puerta
lateral de una pequeña casa azul en la esquina se abre y Lawson sale
corriendo, arrastrando el culo, saltando sobre los arbustos frontales a
medida que avanza.
Por favor solo dime que no robó el lugar.
Echo a correr, intentando interceptarlo. No estoy seguro de lo que
está pasando, pero él no escapa sin una explicación.
—¡Teniente! —grito, corriendo detrás de él. Mi cuerpo grita de dolor
por las horas que he dedicado al trabajo manual, pero lo alcanzo
fácilmente, luchando contra la incomodidad. Sujetando el brazo de
Lawson, se detiene. Sus ojos se encuentran muy abiertos con...
¿emoción? Es difícil de decir mientras intenta liberarse de mi alcance.
—Apúrate, Mayor. Él está viniendo.
Mantengo mi firmeza, sin permitir que Lawson me haga a un lado.
Si cometió un asalto, entonces está a punto de devolver toda esa mierda.
No seré cómplice de un crimen.
—¿Qué hiciste?
Luego mira a un hombre que aparece en la puerta, una pequeña
pelirroja pisándole los talones.
—No es lo que parece. —Me suplica que corra, pero no puedo.
No puedo permitir que le robe a esta gente.
Lawson intenta liberarse una vez más.
—Por favor, señor. Por favor, corre.
214
Miro al hombre que nos ataca con furia desenfrenada. Puedo estar
tranquilo. Puedo manejar esta situación.
El señor mayor se acerca. Coloco a Lawson detrás de mí y levanto
las manos en señal de rendición.
—Señor. ¿Cuál es el problema?
Él aprieta su diente, y digo diente ya que le faltan varios en el
frente.
—Fuera de mi camino. No tengo ningún problema contigo. Todavía.
Asiento, tratando de ganar algo de tiempo.
—Lo sé, señor. Estoy seguro de que podemos manejar esto con
civilidad.
La pelirroja finalmente nos alcanza. Se encuentra sin aliento y
descalza.
Ah, mierda ¿Lawson folló a la mujer de este tipo?
Miro hacia atrás y lo observo. La expresión culpable en su rostro
es todo lo que necesito. Él la folló.
—¡Sal de mi camino, muchacho! —me grita el hombre y me increpa.
Con los ojos desorbitados, la pelirroja grita:
—¡No! ¡Corre, Lawson!
El hombre se da vuelta, sujetando a la chica. La sacude, con fuerza.
—¡Lleva tu culo prostituto de regreso a casa!
Lawson empuja contra mí tratando de llegar a ella. El hombre no
tiene absolutamente ninguna auto preservación.
—Tengo esto, Laws —murmuro, luego le digo más fuerte al enojado
caballero—. Mira, no son necesarios los insultos. Estoy seguro de que
hay una explicación razonable para todo esto.
Señala con un dedo carnoso a Lawson.
—¡Folló a mi esposa!
La pelirroja comienza a llorar. Lawson está agitado, tratando de
rodearme, pero lo bloqueo con mi cuerpo. Necesito manejar esta situación
ahora antes de que pierda el control.
—Lo siento mucho. No puedo cambiar lo que sucedió, pero puedo
asegurarte que no volverá a suceder. —Intento sonreír para disipar la
situación, pero solo sirve para enojarlo más. Lawson se burla detrás mí
y el tipo lo pierde.
Se abalanza y nos lleva a Lawson y a mí al suelo.
—¡Te mataré!
Estoy esquivando golpe tras golpe, intentando quedarme entre
Lawson y este loco. Logra darme un golpe en las costillas. Duele, pero
215
afortunadamente no rompe nada. Intento revertir la situación y tomar el
control, pero este hijo de puta es fuerte.
—Podemos hablarlo. —Intento esquivarlo, pero un golpe en mi boca
hace que deje de hablar. Estoy luchando, Lawson se encuentra atrapado
debajo de mí, tratando de empujarme para poder alcanzar a este imbécil.
Antes de que pueda, el tipo grita, agarrándose el costado. Se aleja,
gimiendo de dolor. Miro hacia arriba y veo que es el mismísimo ángel de
mierda. Theo.
Se encuentra de pie sosteniendo un bate con el ceño fruncido en
su rostro. No puedo decidir si estoy contento de verlo o enojado porque
tuvo que salvarme. Cuando ve que lo estoy mirando, me sonríe con
arrogancia. Definitivamente estoy enojado, tuvo que intervenir.
—Muy bien, ahora. La diversión se acabó. Solo tengo que golpear a
Cade.
Pongo los ojos en blanco y me siento. Lawson se levanta y trata de
alcanzar a la mujer que aún no ha dejado de llorar.
Theo señala con el bate el pecho de Lawson.
—Siéntate, playboy. —Luego mira a la pelirroja—. Cariño, ¿por qué
no agarras al abuelo y lo llevas de vuelta a casa?
La chica deja de llorar lo suficiente para mirar a Theo.
—Tú, bast…
Theo levanta el bate y la detiene.
—Ahora, ahora, esa no es forma de decir gracias. —Se acerca un
poco más, acorralándola—. No seas una perra. Lleva al abuelo de regreso
a la casa, tal vez puedes ofrecerle algo por haber tenido que perseguir tu
trasero por la cuadra.
Lawson está en la espalda de Theo antes de que pueda atraparlo.
—¡No le hables así!
Theo se vuelve lentamente, una mueca de desprecio en su rostro.
Sin previo aviso, balancea el bate, tirando a Lawson al suelo. Entonces
Theo se inclina, sosteniendo la camisa de Lawson, nariz a nariz.
—Si alguna vez vuelves a hacer una mierda como esta, dejaré que
el maldito te mate. ¿Comprendes?
Lawson asiente solemnemente.
—¡Ahora, levántate! —Golpea a Lawson de nuevo en el suelo antes
de volverse para mirarme.
Me congelo. Nunca he visto así a Theo.
—Agárralo y vámonos. No estoy de humor para mentirle a Anniston
sobre por qué tu cara se encuentra arruinada. Tendrás que explicárselo
solo.
Asiento, ayudando a Lawson a levantarse. La chica chilla mientras
216
nos vamos, pero ayuda a su esposo a levantarse y lo lleva a la casa.
Theo ha guardado el bate y sin decir una palabra más, se dirige a
su auto.
—¡Oye, Theo!
Se da vuelta con una mirada molesta.
—Gracias. —Realmente me salvó el culo hoy.
—No lo hice por ti.
Por supuesto que no. Lo hizo por ella. Por el momento, me siento
agradecido por la razón que sea. Lawson se acerca a mi lado mientras
Theo y Hayes se alejan, frotándose las costillas.
—Espero que tengas una muy buena explicación para esto —
espeto, mirando el verdugón en mi brazo por la bala perdida que disparó
el viejo.
Aclarándose la garganta, con los labios fruncidos, Lawson asiente.
—Tienes razón, tenemos que hablar.
Tengo la sensación de que la mierda está a punto de volverse real.
Jódeme.
Anniston
KARMA
Traducido por IsCris,
RRZOE & yiany
20
ETS: Enfermedades de Transmisión Sexual.
Encerrados en un duelo de miradas, desgarrándose el uno al otro
con sus expresiones mordaces, intervengo, empujo el pecho de Theo, lo
aliento para que se relaje y se detenga mientras Cade se calma,
retomando su lugar. Estos dos hoy tienen un genio que les hace perder
los nervios fácilmente.
—Por cierto, ¿cómo estuvo tu servicio comunitario?
—Bien —dicen los dos al unísono, con los ojos todavía fijos el uno
en el otro.
Sé malditamente bien que algo sucedió. Las decoloraciones
púrpuras en el brazo y la cara de Cade no se deben a una caída en la
escalera, sin importar lo que él me haya dicho. Tampoco lo son los
moretones en sus costillas. Sé cómo lucen las marcas de puños.
Lo que me confunde es que Lawson también tiene un par de
hematomas. No me permitió mirar cuando subió corriendo la escalera y
dio un portazo, Cade pisándole los talones y con furia. Lawson no ha
salido de su habitación desde entonces.
Miro hacia adelante y hacia atrás a los hombres que se están
fulminando con la mirada desde sus extremos opuestos del sofá.
—¿Qué está pasando entre ustedes? ¿Qué pasó hoy?
Cade claudica primero, tomando otro sorbo de su cerveza antes de
contestar.
—Lawson mintió.
218
Estoy aturdida, abro y cierro la boca como un pez.
—¿Qué quieres decir con que mintió? ¿Acerca de qué,
exactamente?
Cade traga espeso cuando Theo se burla a mis espaldas.
—Bueno —suspira, frotándose la barba de tres días con una
mano—. Lawson es diferente al resto de nosotros.
Las oraciones crípticas de Cade alteran mis nervios y me están
molestando.
—Solo escúpelo, Cade.
Cade asiente solemnemente mientras Theo se ríe por su regaño.
—Lawson no es un drogadicto como pensamos.
Inclino la cabeza hacia un lado mientras lo animo a continuar.
—Estaba jodido cuando lo encontramos, sí. —Toma otro largo trago
de cerveza—. Pero no bajo las circunstancias que pensamos. Estaba
encubierto, tratando de encontrar a una chica secuestrada. Se llama
Nicole.
—¡Es un policía!
Negando, Cade busca ayuda en Theo.
Theo se ríe con incredulidad.
—No me mires. Les dije que dejaran de adoptar a estos callejeros.
Le aprieto el costado de la pierna, no estoy de humor para su
mierda de te lo dije.
—No es un policía. Es un infante de marina. Su periodo terminó
hace cuatro meses. Aparentemente, interceptó una llamada hace seis
meses cuando intentaba llamar a su familia. Se encontró con Nicole, la
mujer que encontró hoy en la subdivisión en la que estábamos
trabajando. Ella le dijo que necesitaba ayuda...
—¿Por qué no la ayudaste? —lo interrumpo, me levanto, lista para
agarrar mis llaves para ir a ayudar a esta pobre chica, excepto que Theo
me abraza fuertemente, restringiéndome.
—En el momento no supe que ella necesitaba ayuda. Además,
necesito investigar un poco más esto. No puedo salir corriendo, arrebatar
mujeres al azar de su casa solo porque Lawson lo dijo. Hasta ahora, no
ha sido muy honesto con nosotros. De todos modos, Lawson ha estado
rastreando a este hombre durante cuatro meses, finalmente reuniendo
suficiente información para rastrear a su proveedor de drogas. Es por eso
que estaba drogado cuando lo encontramos. Pero él no tiene un problema
como sospechamos.
Mi mente gira con esta nueva información. Lawson nos dejó creer
que era un adicto que necesitaba refugio. No puedo decidir si estoy
enojada o impresionada de que hiciera todo lo posible para atrapar a este
219
tipo.
—¿Por qué no ha ido a la policía con esta información?
Cade aprieta los labios por un momento.
—Él dice que Lou, el tipo que secuestró a Nicole, es hermano del
sheriff. Lawson cree que él también puede estar en el negocio sucio,
ayudando a Lou a sacar de contrabando a mujeres del estado.
¿Escuché bien? ¿Dijo contrabando? ¡Qué mierda!
—¿Repite lo que dijiste?
Cade suspira, sabiendo a qué me refiero.
—Me escuchaste, Lawson cree que él y su hermano son parte de
una red de tráfico sexual.
—¡De ninguna manera! ¿En Madison? No lo creo.
Cade se encoge de hombros, tragando lo último de su Corona.
—No lo sé, pero tenemos que investigarlo antes de que Lawson haga
algo loco, como ir tras este tipo por su cuenta.
Estoy de acuerdo, me llevo un dedo entre los dientes. Theo lo baja,
una sonrisa de complicidad en su rostro. Arquea una ceja.
—¿Te estás mordiendo las uñas?
Lo despido como a un mosquito molesto.
—No lo estaba haciendo.
Dándole un pequeño empujón en el pecho, se aparta y me muestra
una sonrisa juguetona.
—Ya basta de esta mierda de Debbie Downer. Estoy cachonda
hablando de todas estas cosas de esclavas sexuales.
Theo se levanta del sofá y cae de rodillas frente a mí. Sacando la
parte inferior de mi cuerpo del sofá, lleva mis piernas sobre sus hombros,
mordisqueándome la parte interior del muslo. Chillo, luchando por
enderezarme de nuevo, pero es demasiado fuerte.
—¿Qué has dicho, Ans? ¿Quieres fingir ser mi esclava sexual?
¿Rogarme que te deje venir en mi cara?
Su agarre se tensa, y estoy a su merced en segundos. Tira de mis
mallas, bajándolas por mis muslos. ¿Está realmente a punto de comerme
aquí mismo frente a Cade? ¿No tiene clase? ¿Qué demonios estoy
pensando? Por supuesto, que no la tiene.
—Theo. —Me río, luchando contra su agarre mortal en mis
caderas—. ¡Cade está aquí!
—Oh, creo que tu mascota necesita aprender cómo complacer a
una mujer. Cómo hacerla gritar mientras ella monta tu cara al olvido.
Cade se levanta del sofá, sus mejillas están rojas.
—Eres una verdadera joyita —dice mientras pasa detrás de Theo.
220
Theo me guiña un ojo por encima de mis mallas, que ahora están
por mis rodillas. Los jala más despacio, mientras observa a Cade pasar
por la puerta. Cuando Cade desaparece, los vuelve a colocar en su lugar.
—Pensé que nunca se iría. —Se deja caer en el sofá, acurrucado en
los cojines—. ¿Quieres ver esa película que grabé el otro día?
—¿Qué hay de Lawson? Necesitamos lidiar con la situación.
—Lawson, Shamawson. A quien le importa. Ha estado rastreando
a esta chica por meses. Ahora sabe dónde está. ¿Qué es un día más?
Además, Cade no tiene vida. Apuesto a que corre a su oficina y comienza
a investigar en este momento. Problema resuelto. —Se encoge de
hombros, orgulloso de sí mismo—. Ahora, ¿quieres ver esa película o no?
Me río, tomando su táctica para sacar a Cade.
—Eso suena muy doméstico, Von Bremen.
Sonríe, encogiendo los hombros de un millón de dólares.
—Me gusta ser doméstico contigo, McCallister. Vale la pena
soportar tu terrible gusto en compañeros de habitación por el bufé de
oportunidades de sexo.
Mofándome, trato de lucir ofendida por su comentario. Se ríe,
acercándome a su pecho y toca el control remoto. Por una vez en mucho
tiempo, dejo los asuntos de los demás a un lado y disfruto de la
simplicidad de estar con Theo.
***
22
Happy Meal: Cajita feliz.
¿Qué bendita mierda? ¿Con qué frecuencia Cade entra aquí cuando
se ducha? Oh Anniston, hoy te espera un castigo, chica.
Me quedo en silencio, sin responderle y enciendo el extractor. Está
tan jodidamente lleno de vapor aquí que apenas puedo ver. Un tropezón
con los zapatos de Anniston, colocado estúpidamente en la alfombra de
baño podría agregar, casi me hace maldecir, arruinando mi plan de
silencio. Pero llego a la puerta de la ducha sin herida, entrando bajo el
rocío caliente, justo en frente de su cuerpo desnudo.
Sus ojos se amplían al verme.
—Theo —jadea, alcanzándome—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Apenas anoche te vi jugar. ¿Estás herido?
Me masajea los músculos de los hombros, contemplando cada
detalle, confirmando que estoy libre de lesiones. Llevo un dedo a sus
labios para callarla. No estoy aquí para responder a sus preguntas.
Luce confundida por un momento y luego contempla mi expresión.
Conoce el porte firme de mi mandíbula. La tensión que está abultando
mis músculos. Sabe lo que significa el porte duro de mis ojos. Estoy
furioso. Tan furioso que nada de lo que diga me calmará. Control.
Necesito control.
—No es jueves —susurra vacilante como si estuviera hablando con
una persona loca. Tal vez lo está. Me siento perversamente loco ahora
mismo.
Asiento en acuerdo. Hoy es martes.
233
—Me importa una mierda.
Traga saliva con fuerza y asiente en aceptación. Inmediatamente,
la hago retroceder contra la baldosa fría. No lo suficiente para lastimarla,
solo lo suficiente para sorprenderla. Ataco su boca primero, obligándola
a abrirse y tomando su jadeo. Devuelve la agresión, ambos gruñimos,
pero cuando la obligo a echar hacia atrás la cabeza, para que el agua
caiga en cascada por sus pechos, se relaja, permitiéndome el dominio que
necesito.
Anniston es dócil por una vez, frotando mis hombros, acariciando
mi rostro con las puntas de sus dedos. También quiere que me relaje,
dándome todo lo que cree que necesito para que suceda. Está preocupada
por mi comportamiento, pero no me preguntará sobre ello en este
momento. Esperará hasta que esté saciado y luego me lo sacará
involuntariamente como siempre lo hace.
Acaricio su cuerpo mojado, sus pesados pechos en mis manos. No
son enormes e hinchados. Ella es una corredora. Todo en ella está firme.
Sus pechos no son diferentes. Se adaptan a mis manos, suaves. No hay
doble D aquí.
Agarrando el pezón color melocotón en mi boca, lo chupo. Con
fuerza. Se le doblan las rodillas y tengo que sujetar su cintura para
mantenerla erguida antes de atacar el otro.
—Sostente de mis hombros —exijo. Su respiración es desigual, pero
sigue mis instrucciones, tomando mis hombros firmemente con ambas
manos.
Todavía chupando el pezón endurecido, deslizo una mano entre sus
piernas, llegando a su centro. Porque me encanta ver lo que le hago,
presiono un dedo hasta que mi último nudillo desaparece. Sí. Joder, sí.
Al igual que ella no puede evitarlo, Anniston se aprieta alrededor
de mi dedo de inmediato, echando la cabeza hacia atrás en una súplica.
—No empieces —siseo, mordiendo su pezón. En este momento,
necesito que dure.
Ella se queja por mi mordida en su pecho y trata de relajarse.
Cuando lo hace, la recompenso, agregando otro dedo, estirándola
lentamente. Dando vueltas en su calor, dentro y fuera, encuentro su
punto G y agrego algo de presión.
—Oh, mierda —se queja antes de gemir, con la espalda inclinada
sobre el azulejo, buscando más—. Theo... —suplica.
Alineado a su centro, respiro contra sus labios.
—Abre las piernas.
Con torpeza, un poco descoordinada, las separa un poco más pero
no tanto como necesito.
—Más amplias —exijo, mordiéndole la cadera. Cuando las abre lo
suficiente, me arrodillo sobre las baldosas duras y entierro mi cara en su
234
coño, saboreando sus jugos.
Tortuosamente, lamo con fuerza sobre su manojo de nervios,
decidido a extraer su placer mientras pueda soportarlo. La presión de mi
lengua es demasiado para que ella se venga, lo sé por experiencia. Este
clítoris es jodidamente mío. Sé cómo trabajarlo como un maldito
profesional. Y en este momento, ella no se viene hasta que obtenga lo que
necesito, que es... Joder. No lo sé. ¿Necesito comodidad como un
maricón? Tal vez. Tal vez solo necesito sentir que ella está a salvo en mis
brazos. Castigarla por volverme loco de preocupación.
Anniston me tira del cabello, suplicando:
—Casi estoy ahí. Sigue adelante.
Oh no. Hoy no, cariño.
Salto, cortando el agua.
—¿Qué demonios, Theo?
Está enojada. Bueno.
La saco de la ducha y la arrastro contra la encimera del baño, de
espaldas a mí, sonrojada y desnuda, goteando agua por todas partes.
Contra el granito, entierro las manos en su cabello enredado y lo tiro,
demostrándole que es en serio.
—Mírame —exijo.
Me mira a través del espejo.
Sí, cariño. Eso es lo que quiero ver. Le tiro la cabeza hacia atrás
otra vez, exponiéndole el cuello.
—¿Caminaste a casa sola anoche?
Se masturba con mis manos.
—¿Quién te lo dijo? —Su voz es débil, demostrándome que sabía
que estaría enojado.
¿Debería contarle que su preciosa mascota pequeña la traicionó?
—No te preocupes por cómo lo sé. Preocúpate por lo que voy a hacer
al respecto.
Me mira desafiante y exhala un aliento enojado.
—No es gran cosa.
Gruño ante su desprecio flagrante de una situación grave y la hago
girar. Pecho contra pecho, nuestros cuerpos se encuentran resbaladizos
por el agua y la anticipación, nuestras respiraciones son ásperas y
laboriosas.
De alguna manera, no toda la sangre se está acumulando en mi
pene donde debería estar en un momento como este. No, todo mi cuerpo
está tarareando, bombeando furiosamente sangre y adrenalina hasta el
punto en que siento que estoy al borde de un ataque si ella mantiene esta
actitud despreocupada. 235
—Es una maldita gran cosa y lo sabes. —Combato el impulso de
hacerla entrar en razón, en cambio, deslizo una mano por su culo
resbaladizo, hacia el valle de sus redondeadas y firmes nalgas.
Agarrándolas, le doy la vuelta para que mire hacia la encimera y sumerjo
mi mano directamente en su calor.
—Por favor, Theo —suplica, su cabeza cae hacia adelante mientras
se aferra desesperadamente al granito.
Así es, cariño, espera.
Le golpeo los pies, ignorando sus súplicas de piedad. Ella lo ha
pedido. Primero, cuando vino caminando a su casa después de que un
psicópata la retuviera a punta de navaja. Segundo, cuando llamó a Thor
en lugar de a mí. Y tercero, cuando colgó mi llamado ni bien pregunté
qué sucedió. Bien. Actué como un lunático completo, pero ese no es el
punto. El punto es que algo terrible le sucedió a mi chica y yo no estaba
aquí para protegerla. Tal vez estoy usando su actitud despreocupada para
castigarla, pero en realidad... Estoy tan loco por estar dentro de ella. Por
envolverla en mis brazos y sentirla contra mi pecho. Ser rudo con ella es
solo una bonificación extra.
Con las piernas abiertas, alineado detrás de ella, miro sus
ruborizadas mejillas en el espejo. Una dulce sonrisa es todo lo que
consigue antes de que me meta entre sus apretados pliegues, su flexible
cuerpo cae sobre la encimera por el impacto.
—Mírame —exijo groseramente, haciendo que se enrojezca contra
mi pecho para que pueda volver a ver esos ojos azules en el espejo—. Mira
lo que me haces.
La mueca de Anniston mientras supera el aguijón de mi violento
empuje cambia lentamente y se convierte en una sonrisa. Entonces... ella
se ríe. Girándose hacia atrás, llena de risa.
—Tsk, tsk, Theo, nunca muestres tus cartas tan pronto en el juego.
Lo que ella quiere decir con ese comentario idiota es que, una vez
más, la jodí y le demostré cuánto me controla. En lugar de ser yo quien
controla la situación, es ella. Sin querer, me está controlando con mi
necesidad de tenerla. Y lo odio.
Salgo, mi pene goteando sus jugos en la estúpida estera rosa del
baño que siempre deja fibras rosadas en mis calcetines, y la volteo de
nuevo, haciendo que la risa se convierta en un gemido.
—Te gusta, ¿no? —Otro empujón le hace temblar las rodillas, pero
estoy demasiado lejos para calmarme ahora. No, golpeo constantemente
sus caderas estrechas contra la piedra de forma implacable, una y otra
vez hasta que estoy seguro de que se le notarán los golpes mañana—. Te
gusta jugar con mi cabeza, ¿verdad McCallister?
Anniston me guiña el ojo en el espejo antes de presionar las
paredes, apretando la cabeza de mi polla, la sensación interrumpe mi
ritmo.
—Tal vez solo me gusta follarte. —En su rostro aparece una sonrisa
236
maliciosa.
Mira, esta es la razón por la que está hecha para mí. Me desafía
todos los días. Ya sea en el campo, o en el dormitorio, incluso en un juego
de Monopoly, nunca me deja hacerlo a medias. Nunca.
Salgo de ella fácilmente y la sujeto debajo de las rodillas,
levantándola y tirándola sobre mi hombro. Se ríe mientras salgo del baño
y la golpeo contra la puerta del dormitorio.
—Deja que los chicos escuchen qué sucede cuando la gran
comandante mala es castigada, ¿sí?
Entrecierra los ojos, claramente enojada porque los muchachos
están a punto de escucharla rogar, pero no lo dice en voz alta y contribuye
a mi locura. Por una vez, me permite tener este momento.
—¿Por qué no me llamaste? —Realmente no necesito una
respuesta a mi pregunta. Sé por qué no llamó. Me encontraba en el
campo y no podría haberla ayudado. ¡Pero mierda! Le muerdo la oreja
antes de lamer el aguijón—. Rodéame con las piernas.
Obedece. Y cuando pasa una mano por mi mandíbula, tranquila y
concentrada, susurra:
—Toma lo que necesites, Teddy. —Y me da un beso suave y tímido
en la boca.
Me hundo en ella y lo odio, follo el estrés, la preocupación y los
celos por todos, un grito tras otro hasta que no puedo imaginar el cuchillo
en su garganta o a las monstruosas manos de Cade frotándose en sus
delicados hombros.
La follo hasta dejarla sin sentido contra la puerta mientras soy un
desastre sudoroso de semen. Está bien. Esa mierda está en todas partes.
En el piso. Por mis piernas. Sobre los pechos de Anniston. Nómbrenlo y
estará por todas partes. Fue muy cavernícola de mi parte y ahora que la
ira se ha disipado, me siento un poco avergonzado de mí mismo.
Anniston se encuentra acostada sobre mi regazo en el piso. Me mira
con esos ojos azules llenos de amor.
—¿Estás bien?
Respirando profundamente, respondo con seriedad:
—Lo siento.
Masajea mis pantorrillas en un movimiento calmante.
—Está bien. Yo también lo siento. Debería haberte contado lo que
sucedió cuando llamaste. Pero estabas furioso.
¿En serio Ans?
—No, deberías haberme llamado cuando sucedió. ¡O a la policía!
¡Incluso a un maldito servicio de autos hubiera sido mejor que caminar
a casa, Anniston! ¿Qué hubiese pasado si...? —Me detengo, tomando
algunas respiraciones profundas para volver a calmarme. No quiero
237
perder el control pensando en lo que podría haber sucedido nuevamente.
No creo que podamos hacer otra ronda para sacar esas imágenes de mi
cabeza.
Asiente.
—Tienes razón. Debí haberlo hecho. Lo haré mejor la próxima vez.
Me está calmando. Conozco ese monólogo y no caeré en él otra vez.
Está llena de mierda. Lo que realmente quiere decir es: lamento que te
hayas enterado y la próxima vez no le contaré a nadie para que no te
vuelvan a llamar. Soy un adulto y haré lo que me dé la gana, por favor.
Lo he escuchado antes de la señora no-lo-pediré-de-nuevo. Eso
está bien, sin embargo. Tengo algo para esa mierda.
Después de que Thad me gritara sobre mi repentina partida luego
del juego, le conté sobre Anniston, y él ya había terminado con esa
mierda. De repente, estuvo totalmente de acuerdo con mi partida y listo
para discutirlo con Bellamy. Si hay algo que tengo en común con mi
hermano, es Anniston.
Ambos la amamos. Esa es otra razón por la que no nos llevamos
tan bien. Él dice haberla visto primero. No me importa una mierda. Me
apuré a reclamarla de inmediato. No puedo remediarlo. Él se echó para
atrás y me dejó llevarla.
—No habrá una próxima vez —digo distraídamente, girando un
mechón de cabello mojado alrededor de mi dedo, mi mente dando vueltas
a las ideas de lo que le haré a este hijo de puta cuando lo alcance. Agarró
el coño de mi niña. Esa mierda se castiga con la muerte en mi libro.
—¿Cómo lo sabes? —pregunta—. Tenemos que ayudar a Nicole,
Theo. No podemos dejarla ahí si lo que Lawson dice es verdad.
Maldito su corazón bondadoso. Acomodándola entre mis muslos,
asegurándola entre mis brazos, prometo:
—La ayudaremos. Pero a partir de ahora, nunca estarás fuera de
nuestra vista. Tú te has convertido oficialmente en nuestro jefe,
Comandante. Bienvenida al mundo de hacer lo que te decimos. —Sonrío
cuando digo esto último porque sé que no tolerará que sea yo quien
mande. Se tensa debajo de mi agarre.
—No…
—Tengo hambre —la interrumpo, su protesta muere ante el sonido
de mi estómago.
Se ríe, abandonando su argumento por ahora.
—Apuesto a que estás famélico. Vamos, salgamos a cenar. Vic está
cocinando y... simplemente salgamos.
Se sienta y me ayuda desde el piso. Los dos gemimos. Maldita sea.
Debería haberme calmado antes de haberla jodido de esa manera. Los
dos estaremos doloridos mañana.
238
Nos bañamos, rápido esta vez, y nos vestimos en menos de quince
minutos. Me pongo una gorra, no tengo humor para ocuparme del
cabello, y tomo las llaves de la mesita de noche.
—¿Estás listo? —pregunta, pasando junto a la puerta con aspecto
de recién jodida y duchada. Luce adorable y sexy como el infierno, todo
al mismo tiempo.
—Síp —respondo, caminando.
Olvidando mi estriptís de la escalera, me estremezco cuando abre
la puerta y se encuentra con mi ropa interior, confesando todos mis
pecados recientes.
Se vuelve hacia mí lentamente con una expresión horrorizada, oh
Dios mío.
Asiento.
—Sí, no fue uno de mis mejores momentos.
Theo
SPANX Y TACOS PARA EL GANADO
Traducido por MadHatter
23 UFC: Sitio Web Oficial del Ultimate Fighting Championship (campeonato de peleas
extremas).
—Entonces, ¿el esmoquin? —Tim interrumpe mis pensamientos—
. ¿A dónde vas?
—Oh, eh, tengo una gala benéfica esta noche para los All-Stars.
La gala y el juego se llevan a cabo en Atlanta este año y, aunque no
me gustaría nada más que tener a Ans a solas en otro estado, me alegro
de poder dormir en mi propia cama. Bueno, es Ans, pero como sea, ya
sabes a qué me refiero.
Temo estos eventos tanto como ir a una barbacoa familiar
organizada por mi madre. No me malinterpreten, me siento honrado de
haber sido votado en el All-Stars por tercer año consecutivo, pero estos
malditos eventos de besar culos me joden de forma importante.
Si la gala no formara parte del contrato de los juego de All-Stars,
ciertamente no iría. Llevar a Anniston por lo general lo anima un poco,
pero igual podría encontrar algo mejor que hacer un lunes por la noche
que asistir a una convención de besar culos.
Tim asiente.
—¿La Comandante va contigo?
Suelto un suspiro.
—Sí. Si alguna vez trae su culo hasta aquí —grito lo último hacia
las escaleras, con la esperanza de alentar a Anniston a darse prisa para
que podamos terminar con esto.
Cade sale de su oficina y me mira con enojo. Entre él, Hayes y yo,
240
pudimos elaborar un cronograma de seguridad para Ans. No le hemos
informado acerca de nuestros planes de turnos de veinticuatro horas, ya
que dudo que acepte la idea. Es una mujer obstinada y, aunque no quiere
admitirlo, Lou la asustó. Las manchas de su máscara de pestañas en la
funda de mi almohada lo demuestran.
Los zapatos resuenan por las escaleras.
—Theo, estoy usando mi Spanx buena esta noche así que creo que
tengo espacio para pasar por Taco Bell y comprar algo para comer. Ya
sabes que toda la comida apesta en estos eventos caritativos y no quiero
beber con el estómago vacío. —Anniston aparece a la vista, haciendo una
pausa en el rellano para colocarse un pendiente. Tiene las trenzas rubias
recogidas sobre la cabeza con suaves rizos colgando alrededor de su
rostro perfecto, besado por el sol. Su maquillaje es mínimo, como a mí
me gusta. El vestido abraza su cuerpo perfecto. Es azul marino, no negro.
Sigo con los ojos la forma en que el vestido se le enrolla alrededor del
cuello, y se desliza por su cuerpo en donde la tela se encuentra cortada
y se abre en sus muslos. Luce absolutamente impresionante.
Escucho una garganta que se aclara a mi lado y levanto la mirada
para verla a los ojos, obviamente sorprendido con las manos en la masa
observándola. Tiene una expresión de enojo en su rostro que se asemeja
mucho a la de Cade. No estoy seguro de cómo me hace sentir eso.
—Quita esa sonrisa estúpida de tu cara, Theo. No seas raro esta
noche —me regaña y baja las escaleras.
—¿Qué sonrisa estúpida? —pregunto, fingiendo ignorancia.
Pone los ojos en blanco pero hace una pausa, inclinando la cabeza
hacia un lado, escuchando algo que aparentemente ninguno de nosotros
ha notado. Con un enojo molesto, vuelve a subir las escaleras y golpea la
puerta de un dormitorio.
—¡Hayes! Si ella no grita más fuerte que eso, hay algo que no estás
haciendo bien. Tienes servicio en el baño por la mañana a las cinco a.m.
por haber metido a escondidas a una chica aquí. ¡Haz que valga la pena!
Cade y yo nos reímos cuando Hayes responde con una fuerte
cadencia militar:
—Oohrah, Comandante.
Anniston baja las escaleras una vez más, esta vez con una mirada
divertida en su rostro. Rápidamente la enmascara cuando ve a Tim. Le
echa un vistazo a Cade.
—Cuida de la fortaleza mientras estoy fuera y asegúrate de que la
chica esté a salvo cuando se vaya.
Él asiente en silencio y le ofrece su mano para que baje el último
escalón.
—¿Puedo hablar con libertad, Comandante?
Pone los ojos en blanco.
241
—Sí, Mayor. Puedes.
—Te ves exquisita esta noche.
Ella sonríe y lo besa en la mejilla.
—Gracias, Guapo. Te veré más tarde.
Ofrezco mi codo, porque supongo que también tengo que ser un
caballero si Cade me va a hacer quedar mal. Ella lo acepta sin discusión
y saca su bolso del taburete cuando pasa.
Mientras nos acercamos al automóvil, Bailey, nuestro conductor de
la noche, sale para abrir la puerta trasera de la limusina negra que el
equipo alquiló para este evento.
Tomo el codo de Anniston, deteniéndola para que no entre.
Acercándome, le susurro al oído:
—No creo que te veas exquisita. Creo que te ves francamente
follable y no estoy seguro de que lleguemos a la gala si vas con este
vestido.
Se aleja y me mira a los ojos y se encoge de hombros.
—Lo que sea, Theo, siempre y cuando nos detengamos a comprar
los tacos.
Suelto una carcajada y la suelto. Esta maldita chica.
—Realmente haces algo con mi ego.
Me guiña un ojo y me sonríe, desapareciendo en el asiento trasero.
***
***
—Comandante.
Estoy inmediatamente en alerta cuando Anniston responde su
teléfono celular en altavoz. Cade no la llamaría a menos que fuera algo
serio.
Pone el teléfono en el escritorio mientras se viste y pregunta:
—¿Qué sucede?
Cade duda, casi como si no estuviera seguro de cómo comenzar.
—Mientras llevaba a la chica a casa, Lawson salió de la casa. El
hospital llamó, fue asaltado.
Anniston jadea.
—¿Se encuentra bien?
—Una muñeca fracturada y algunos hematomas es todo lo que me
dijo la enfermera. Ahora voy en camino. Dejé a Hayes a cargo de los
demás.
Ella casi lo interrumpe con su respuesta.
—Nos encontraremos allí. —Finalizando la llamada, hay una
expresión de culpabilidad en su rostro.
—Ans...
—No lo consolé ni le dije que no hubiera podido hacer nada para
evitarlo. Él no puede controlar todo.
Quiero decir, a quién coño le importa, Cade es un niño grande. Pero
no lo hago. En cambio, la froto con suavidad.
—Él lo sabe.
Sin embargo, una cosa me molesta sobre su situación. Cade dijo
que Lawson se había estado comportando, permitiendo que Cade y los
demás ayudaran a resolver la situación con Nicole. Si descubro que se
248
está guardando unos jodidos secretos otra vez y poniendo en peligro a mi
chica, vamos a tener unas palabras.
—Termina de vestirte. Por lo menos conseguimos sacarnos de
encima esta borrachera. —Apenas me devuelve la sonrisa, así que
agrego—: Lawson es un jodido idiota. No hay nada que tú o Cade puedan
hacer para detener las tontas decisiones que tome.
Asiente, reconociendo que tengo razón, o está demasiado molesta
para defender a Lawson en su nombre. De cualquier manera, ambos nos
vestimos en un incómodo silencio y escapamos de la oficina vacía para ir
junto a Lawson.
Cade
SACA FUERZAS DE MÍ
Traducido por astrea75
& Yira Patri
***
258
Theo
HOGAR, DULCE HOGAR
Traducido por IsCris
& RRZOE
24
La espuma viscoelástica, también conocida como memory foam, es una espuma de
poliuretano. Es básicamente igual que un hule espuma, solamente que algunos
productos químicos que se utilizan en su fabricación son un poco diferentes y logran la
propiedad de «memoria» que tiene este material. Esta espuma se comporta de diferente
manera dependiendo de la temperatura a la que esté. Cuando está fría, es más dura y
cuando está caliente se vuelve más suave. Se adapta a la forma del cuerpo, disipando
muy bien la presión, lo que hace que se emplee para distintas aplicaciones médicas y
de descanso.
hizo anoche. Algo ha cambiado, y no pienses que no voy a explotar al
máximo la situación y usarla en mi beneficio.
Los puntos de sutura jalan y tiran de la cicatriz, el dolor ahora
irradia sobre mi estómago entero hasta esta nueva cicatriz cruda y
furiosa. No creo haber sentido un dolor así antes.
Al principio, pensé que era la comida tailandesa que Brody y yo
comimos, pero cuando el dolor comenzó a manifestarse, supe que algo
estaba realmente mal. Intenté jugar con todo y dolor, algo que te enseñan
en el béisbol universitario. Si quieres triunfar en el negocio de
profesionales entonces juega con el dolor. Estar en la lista de
discapacitados te ofrece un boleto de ida a las menores, algo que no
quiero volver a hacer. No me malinterpreten, me encantaría un cambio
de carrera, pero no a expensas de una degradación. Si voy a dejar las
Grandes Ligas, será en mis términos.
Entonces, cuando el dolor abrasador irradió por mi lado derecho,
todo lo que pude pensar mientras estaba en el montículo fue: tres strikes.
Necesitaba tres strikes para llegar al banquillo y algo de Pepto25.
Nunca llegué a hacer esos tres strikes. El lanzamiento arriesgado,
que todavía me tiene enojado, fue mi último momento coherente hasta
que me inyectaron medicamentos para el dolor. Entonces, recuerdo estar
asustado.
Nunca voy al médico sin Ans. Ella siempre es mi "policía malo"
cuando quieren que pruebe una nueva medicina en vez de darle un
tiempo a la lesión para que sane por sí misma. Ans es un doctor más
260
coservador. Usa medicamentos, pero por lo general prueba
medicamentos holísticos antes de inyectarme químicos. Entonces,
cuando mi camilla fue maniobrada a través de la sala de operaciones sin
ella, me asusté. Completamente asustado. No fue lindo y si seamos
honestos aquí, fue un poco embarazoso ahora que lo pienso.
Me empujaron hacia abajo, con las manos restringidas mientras
una enfermera intentaba calmarme para que me relajara. Luché y les
supliqué que la esperaran, pero las palabras "emergencia" estaban en
boca de todos cuando un médico introdujo algo en mi vena y me dejó
inconsciente.
Solo había estado consciente por un tiempo antes de que mi chica
entrara por la puerta con la fea cara de Cade pisándole los talones. El
alivio simplemente no cubrió la sensación. Incluso con mi hermano y mis
padres reunidos a mi alrededor, todavía la necesitaba. Y por la expresión
de su rostro mientras asimilaba mi estado desaliñado, ella también me
necesitaba.
El dolor no se siente tan mal cuando trato de girar los hombros,
estirando los músculos adormecidos. Cuando el dolor punzante se
25
Pepto: pepto bismol es un medicamento usado para el tratamiento de la indigestión,
el malestar estomacal, la diarrea y otros malestares temporales del tracto
gastrointestinal.
mantiene inactivo, continúo estirándome, satisfecho con mi
recuperación. El doctor dijo que debería levantarme en unos días. Soy un
gran jugador, así que supongo que uno hará el truco.
El lado de la cama de Ans está hecho, dado que ha salido temprano
esta mañana. Por lo general, es una madrugadora, se levanta con los
muchachos a las cinco de la mañana y los mata lentamente a través de
terribles regímenes de entrenamiento.
Aprovecho y miro su habitación, pulcra y ordenada, como ella. Sus
zapatos no están esparcidos por el piso como los míos están en el ático.
Sus ropas limpias se encuentran colgadas, a diferencia de las mías que
permanecen dobladas en la silla hasta que las use nuevamente. Las
sábanas de su cama huelen a suavizante de telas, no a sudor ni a
desodorante como el mío.
Ans ha intentado durante años convencerme de contratar a un ama
de llaves, pero no puedo. La verdad es que, si lo dejo pasar el tiempo
suficiente, la volverá loca y vendrá a limpiar mientras estoy fuera en los
juegos.
Se siente mejor regresar y acostarse en sábanas que huelen como
ella que llegar a un apartamento frío y vacío. O encontrar que mi ropa ha
sido lavada, planchada y colgada prolijamente en mi armario con una
nota en la puerta que dice: De nada, cerdo.
Sí, paso con lo del ama de llaves. Puede parecer una mierda, pero
la desesperación por tener a esta chica en mi vida es real. Nunca me
quedo mucho allí de todos modos. Prefiero estar aquí, ensuciando su
261
habitación.
Como un nuevo cervatillo, me dirijo al baño con solo unos pocos
tropiezos. Me siento bastante aliviado de que Ans no se encuentre aquí
para ver este espectáculo de debilidad. Ella estaría por todos lados.
Después de ocuparme de mi trabajo matutino, bajo lentamente las
escaleras hacia la cocina, donde espero que una pequeña rubia sexy me
haya dejado unos panqueques con un toque de tocino.
—¿Qué haces? La Comandante dejó órdenes para que descanses.
—Como si tuviese un mal sabor de boca, me froto los labios hacia Cade,
quien se encuentra de pie apoyando la cadera contra la encimera,
mirándome por encima del borde de su taza de café como si fuera el
dueño del lugar.
Con cuidado de no tropezar en su presencia, tomo mi propia taza.
—Verás, Cade, la diferencia entre tú y yo es que no recibo órdenes
de —hago comillas con mis dedos—, “la Comandante”. —Sonrío, bastante
satisfecho con mi indirecta hacia Cade.
Se encoge de hombros y se concentra en tomar un sorbo lento de
su café.
—Hayes vio a Lou anoche, frente a la casa.
Levanto la mirada hacia él, sorprendido de que acabe de revelar
esta información.
—¿Por qué no me despertaste? —Me acerco a él antes de darme
cuenta de lo que estoy haciendo y doy un voluntario paso atrás ante su
temeraria expresión.
Me mira con irritación como si debería avergonzarme al hacer una
pregunta tan estúpida. Cierto. Estoy fuera de estado con la cirugía y todo
eso.
Sin embargo...
Como no quiero pelear con él, abro la nevera y busco mis
panqueques caseros. Con la cabeza todavía en la nevera, continúo con
mi interrogatorio:
—¿Estás seguro de que era Lou? Pudo haber sido un paparazzi o
algo así.
No es como si una celebridad, conocida como moi26 estuviera aquí
rehabilitándose de un roce con la muerte. Bien, tal vez no haya sido un
roce con la muerte, sino una lesión grave que requirió cirugía y mi propio
médico personal para rehabilitarme.
No es imposible que los paparazzi puedan acechar en los arbustos,
esperando sacar una foto de mi bonito rostro. El hecho de que no haya
sucedido aquí no significa que no puedan. No reduzcamos nuestro
alcance. 262
Después de incorporarme con las manos vacías, cierro la nevera,
mi mirada expectante en Cade. Su sonrisa de idiota dice todo lo que
necesito saber. No fue un paparazzi.
De acueeerdo. Jódete mucho. Podría ocurrir.
—¿Qué hay para desayunar? —pregunto con un resoplido de enojo.
Estoy desesperado, ¿de acuerdo? La comida del hospital sabía a cartón y
esa dieta de líquidos claros es para las aves. Quiero comida. Quiero carne.
¡Quiero algunas malditas calorías! Y si tengo que bajar de mi pedestal
alto y suplicar, eh, tal vez no suplicar, pedirle a Cade algo de comida, lo
haré. Todos hacemos sacrificios.
Cade hace este sonido divertido en su garganta como si supiera
algo que yo no. Se adelanta, se coloca detrás de mí en la nevera y deja
caer en mis manos un pequeño recipiente con una nota pegada. Lo miro
fijamente, confundido, antes de levantar la mirada hacia su sonrisa feroz.
Algo así como el miedo me aprieta las entrañas. De repente, ya no estoy
tan hambriento. Tomándome mi tiempo, desdoblo la nota.
Theo: sólidos claros para hoy. ¡Será mejor que no te levantes!
XOXO
A.
26
Moi: “Yo” en francés.
Me burlo para que Cade no perciba el miedo en el aire.
—Está siendo ridícula. ¿Dónde está la comida?
Levanta las cejas con una sonrisa arrogante en sus labios.
—Te lo dije, tenías órdenes.
Aprieto la gelatina del tamaño de un aperitivo en mi mano,
debatiendo si debería lanzar una bola rápida o un cambio en la estúpida
cara de Cade, cuando escucho las llaves tintinear en la puerta principal.
—Regresará de la tienda en cualquier momento —dice engreído,
tomando otro pequeño sorbo de café.
Vamos a aclarar una cosa, la razón por la que me apresuro hacia
el otro lado de la habitación y me lanzo sobre el respaldo del sofá no es
porque tenga miedo. No. Simplemente decido tomar todos los consejos
transmitidos y mantenerme alejado. Ya sabes, antes de que se abra la
puerta. Antes de que Anniston entre con sus brazos llenos de
comestibles. Antes de que Cade se doble de risa.
—Theo... —Se detiene, con sospecha. Mueve los ojos entre Cade y
yo, tratando de descubrir qué demonios sucede mientras se saca un
mechón de cabello de los ojos.
Resopla y se agita, las risas se hacen eco del otro lado de la
habitación. Alguien encontró su sentido del humor esta mañana. Maldito.
Mis puntadas me provocan una llama ardiente de oh-mi-dios-esto-
no-es-una-buena-idea mientras intento y no logro encontrar una
263
posición cómoda. Permanezco estoico, pegando una sonrisa falsa en mi
rostro para engañar Anniston McCallister.
—Doctora McCallister. —Dejo salir el labio un poco engreído,
haciendo todo lo posible por ignorar al cerdo que resopla, también
conocido como Cade, en la cocina. No fue tan gracioso. ¿No tiene un baño
que limpiar?
Anniston, sin hacerse la idiota como me gustaría que hiciera ahora,
afirma sus caderas, mirándome con recelo.
No demostraré miedo. No demostraré miedo.
Cade, quien parece haberse controlado, se acerca y saca las bolsas
de sus brazos. Tiene los ojos rojos y vidriosos mientras reprime una risa,
mirándome antes de sofocar otra.
—Gracias, Guapo. —Su sonrisa es genuina mientras acaricia su
brazo con un gesto pensativo—. ¿Qué han estado haciendo, muchachos?
Sigue a Cade, dándose vuelta y entrecerrando los ojos mientras
trata de extraer la verdad con su vudú.
Parpadeo. Las mentiras simplemente no están llegando tan rápido
como suelen hacerlo. ¿Qué coño me dieron en el hospital?
Sin embargo, nunca perdedor, me sumerjo en mi vasta bóveda de
sarcasmo, diciendo lo primero que me viene a la mente.
—Solo tirándonos mierda. Cade intenta convencerme de ver The
Bachelorette con él, pero no sé... quiero decir, ¿cuán bueno puede ser que
un grupo de tipos holgazanes, se abracen y lloren mientras cantan las
melodías del Show de Disney? Estoy seguro de que alguna estúpida
aspirante a aristócrata romperá cada uno de sus pequeños corazones,
uno por uno.
Algo se rompe en la cocina. Ahora, no puedo estar seguro de qué
exactamente, pero la idea de que podría haberme metido debajo de la piel
de Cade me hace inmensamente feliz.
Anniston comienza a toser, alejándose de Cade para que no vea la
gota de humedad en sus ojos. Sus hombros tiemblan mientras emite una
silenciosa risa. Cuando finalmente se detiene y se enfrenta a mí, le doy
un pequeño guiño. Y ella lo pierde. Las lágrimas caen libremente
mientras se dobla, enterrando su rostro en su camisa, resoplidos
impropios de una dama que irrumpen de su pequeño cuerpo.
—Yo... yo... —Ríe—… lo siento. —Otra risa—. Cade. —Toma
aliento, tratando seriamente de actuar y no ofender al señor Broody en
la cocina.
»¡Theo! —regaña, pero su grito no tiene ningún efecto sobre mí ya
que en su rostro aún tiene una jodida sonrisa que dice que disfrutó
mucho el chiste a expensas de Cade—. Cade no mira The Bachelorette.
Me encojo de hombros como si no me importara de ninguna
manera. 264
—Eso no es lo que dice. —Total mentira, pero los gabinetes
golpeando en la habitación de al lado solo me obligan a decirlo.
»De todas formas. ¿Qué es esta mierda sobre comida clara? ¿No he
sufrido lo suficiente?
Anniston se acerca y se sienta a mi lado, acomodando mis piernas
sobre las suyas.
—Quería asegurarme de que aún no sentías náuseas.
La miro como si esa fuera la declaración más ridícula que he
escuchado salir de su boca. Incluso cuando tenía náuseas, que duraban
un día, para su información; preferiría tener algo sustancial para vomitar
en vez de parecer un duende arrojando los colores de las diferentes
gelatinas que me han obligado a comer durante las últimas veinticuatro
horas.
Ella se ríe de mi mirada mordaz.
—Te prepararé algo. ¿Qué quieres?
Ni siquiera respiro antes de decir:
—Panqueques.
Se ríe, sin sorprenderse con mi pedido. Cada vez que puedo saltar
mi dieta, prefiero los panqueques, sin importar la hora del día.
—Panqueques será. ¿Te sentarás aquí mientras los hago?
Pienso sobre lo que deseo hacer. La televisión parece aburrida
después de estar encerrado en una cama de hospital. Podría leer, pero
eso se parece demasiado al trabajo.
—Uf, no lo sé. Supongo que sí.
Estoy sin ideas. No puedo hacer nada divertido físicamente, pero
permanecer sentado aquí mucho más tiempo me hará arrastrarme fuera
de mi piel.
Los muchachos comienzan a amontonarse en la cocina obviamente
por la mezcla que está haciendo Anniston y los ruidos metálicos de la
sartén. El portazo de las puertas del gabinete es su alarma personal para
"la comida está aquí".
—Oye, dulce cosa, ¿este asiento está ocupado? —Me estremezco
ante el chiste de Hayes. Me quita las piernas del sofá, haciendo un lugar
para él.
—Podrías haberme quitado los puntos. —Pongo mi mano sobre el
vendaje de mi costado, fingiendo dolor.
Resopla.
—Sabía que eras una pequeña perra. ¿Tu mano también está en
mal estado? ¿Esa será la excusa que usarás cuando te azote el culo en
Call of Duty27?
Oh, hay amenazas hoy. Estoy jugando.
265
—¡Ha! Cuando borre esa estúpida sonrisa de tu rostro, la única
excusa que estarás dando es tu lento tiempo de respuesta cuando mate
a todo tu equipo.
Hayes toma los controles y enciende el sistema de juego.
—Engreído. Veamos lo que tienes, chico guapo.
Me arroja un control y perdemos los próximos veinte minutos hasta
que mis panqueques estén listos jugando con la única intención de matar
y menospreciar al otro.
***
27
Call of Duty es una serie de videojuegos en primera persona, de estilo bélico.
mis métodos de curación, así que aquí estoy, tomando el sol como una
perra.
Estamos medio viendo a los muchachos entrar al establo, haciendo
quién sabe qué antes de salir corriendo, agachándose y disparando un
rifle en fardos de heno. Se ve terriblemente caluroso y laborioso.
Sí, no, gracias. Con la humedad de Georgia, probablemente se
siente como 104 en ese granero. Por no mencionar toda la carrera.
Anniston tiene los ojos cerrados. Luce bien. No escuché si anoche
se levantó por Cade, mientras yo dormía como un muerto.
—¿Estás cansada? —Lo sé, debería dejarla dormir pero realmente
no está durmiendo per se. Te dirá que solo está descansando los ojos.
—Un poco. —Se levanta ligeramente de la tumbona acolchada,
inclinándose hacia mí, y me da una lenta sonrisa—. ¿Por qué? ¿Es esa
tu manera sutil de decirme que luzco como la mierda?
Resoplo. Literalmente bufo.
—¡No! —No soy tonto. Nunca diría algo así. Todos los hombres
conocen esa regla—. No, solo me preguntaba si algo te impedía
descansar. ¿Soy yo?
Es rápida para desestimar mis preocupaciones.
—No, no. Nunca. Tengo algo en mente.
—¿Oh, sí? ¿Puedes compartir? Puedo ser como la chica Cade y
pretender escuchar mientras nos hacemos las uñas.
266
—¡Theo! —Me golpea ligeramente el brazo. Su risa después de eso
me dice que no toma en serio mis golpes con Cade—. No es nada. Solo
algo que Mason me dijo.
Ahora, eso despierta mi interés. No sé mucho sobre él. Bueno,
tampoco sé mucho sobre los otros, pero al menos tengo una idea.
—¿Masón? ¿Pensé que no hablaba mucho?
—No lo hace, pero me confió un poco la noche pasada. No pudo
dormir.
¿Ese dato me pone un poco celoso? Sí, creo que sí. Egoístamente,
quería que se centrara solo en mí, pero sé que ayudar a estos muchachos
a superar sus demonios y convertirse en ciudadanos que funcionen de
nuevo es su vocación y todo. Pero aun así... solo puedo comportarme por
cierto tiempo.
—Y… ¿qué dijo?
¿Por qué tanto secreto? Ella siempre me dice las cosas. ¿Por qué
me oculta esto?
Se muerde un poco el labio, mirándome con una expresión
culpable.
—Te diré después. Quiero meditarlo un poco más.
Bien. Si así será. Me encojo de hombros, como si no me importara
una mierda de ninguna manera. Realmente no me importa lo que esté
pasando con Mason, pero sí me importa que guarde secretos. No me
gusta en absoluto.
Para aliviar la tensión que se apoderó de mis músculos, observo los
pastos verdes y veo a Cade gritarle a Hayes que levante el arma. Estoy de
pie en un instante.
—¿Qué le está haciendo a Hayes? —Estoy a la defensiva. No sé
mucho sobre Hayes, pero sí sé que es un buen tipo. No puedo imaginarlo
haciendo algo para merecer que le griten como lo hace Cade ahora.
Anniston se para a mi lado, haciéndose sombra sobre los ojos para
ver a dónde estoy mirando.
—Oh.
—¿Oh? —repito—. ¿Qué diablos es ese oh por respuesta?
—Está tratando de hacer que Hayes supere su miedo a las armas.
Fue un francotirador en los Marines.
Eso no tiene sentido. Tiene miedo, pero ¿maniobró una durante
años?
—Explica por favor. Eso hace que Hayes parezca un loco.
Anniston suspira, alejándose de los muchachos. ¿Le resulta difícil
ver a Cade gritarle también? Ella se sienta, palmeando el lugar a su lado.
—¿Te ha dicho alguna vez por qué Hayes se encontraba sin hogar?
267
Niego. No hablamos de esa mierda. Por lo general, si quiero saber
algo, molesto a Cade hasta que claudica y me dice para que me calle. Sé
que Hayes estaba en el ejército y sin hogar. Todo lo que Cade dijo fue que
tomó una decisión difícil y ahora vive con las consecuencias. No me
importó en ese momento, así que seguí adelante.
—Hayes fue el mejor francotirador en su clase. Fue enviado a
trabajar poco después de graduarse de la escuela secundaria. Su
hermana mayor le confió a través de cartas que estaba en una relación
abusiva y que no sabía cómo salir. Hayes se volvió loco, se ausentó sin
permiso y regresó a casa. Se enfrentó al novio y empacó las cosas de su
hermana. Cuando se fueron, el chico agarró a la hermana de Hayes,
comenzó a estrangularla frente a él y le dijo que de la única forma en que
se iría sería en una bolsa para cadáveres. Hayes sacó su arma. Le dijo
que la dejara ir y luego... disparó. Lo mató con un solo disparo en la
cabeza. Los vecinos escucharon que el arma se disparaba y llamaron a la
policía.
Me da vueltas la cabeza con esta información. ¿Hayes mató a
alguien? Eso es bastante jodidamente increíble. Vaya Hayes. Si esa fuera
Ans, también le habría reventado el culo.
—Sirvió diez años. Tenía dieciocho años.
—Entonces, ¿salió y no tenía hogar? ¿Dónde está la hermana?
Ans sacude la cabeza.
—No lo sé. No lo dice. Tal vez se siente avergonzado y no quiere
enfrentarla o algo así. —Se encoge de hombros, insegura—. Pero él no
tocará un arma. Tiembla y es como si sufriera Síndrome de Estrés Post
Traumático cuando se acerca a una. Cade lo ha estado ayudando a
petición suya. Hayes quiere sostener una otra vez, pero es como si su
cuerpo retrocediera físicamente cuando ve un arma. Algunos días, Cade
intenta ser reconfortante y otros días es su comandante. Hasta ahora,
ninguno de los dos funciona.
Asiento y me pongo de pie, revisándolos. Cade todavía está
vociferando en su oído. Después de la historia que acabo de escuchar, no
estoy de humor para seguir viendo esto.
—Quiero jugar Call of Duty de nuevo. Voy a buscar a Hayes. No le
molesta, ¿verdad, comandante?
Ella ve a través de mi mierda, sabe que siento pena por él. La
pregunta es, ¿me lo dirá?
Me mira con sospecha.
—Supongo que sí. Dile a Cade que dije que ya está bien.
Con una brusca indicación con la barbilla, bajo lentamente los
escalones. No miro hacia atrás para ver la estúpida sonrisa que apuesto
que tiene en su rostro. No me creció un puto corazón por estos tipos.
268
Anniston
¿DE VERDAD ME TIENES QUE MORDER?
Traducido por Yiany, Emotica G. W
& UsakoSerenity
28
El perro de guerra es el perro militar adiestrado (obediencia, olfato y protección) para
el uso en la paz o en la guerra, con fines militares.
—¿Yo? ¿Por qué no le preguntas a Brad, el incitador?
—Porque dijiste que le gustaba tu trasero más que el mío.
¿Recuerdas? —Le recuerdo la vez en que lo llamé para que viniera a
buscarme a la fiesta de Brad. Brad solo pudo encontrar mi culo esa
noche, frotándose tan fuerte que podría haber iniciado un incendio.
Muevo las cejas arriba abajo hacia Theo como si fuera la villana más
inteligente de todos los tiempos, pero la forma en que me mira me hace
pensar que debo parecer una muñeca defectuosa, del tipo que abre y
cierra los ojos cuando las dejas caer. Bueno. Sin humor hoy. Continúo—
: Y también sé, por las redes sociales, que Brad es un atrapa perros ahora.
Theo respira profundamente, estirando la espalda para mirar el
techo, su indicación cuando está tratando de encontrar paciencia. Tan
malditamente dramático.
Suelto un aliento enojado.
—¿Puedes hacerlo o no?
Lentamente, levanta la cabeza y sostiene mi mirada.
—Por supuesto. Pero quiero un incentivo. —Guiña jodidamente,
como el idiota arrogante que es. Theo no hace nada sin incentivo.
Muevo una mano en el aire, cortando cualquier disertación.
—Lo sé, lo sé. Quieres una mamada. Hecho.
Abre los ojos.
—Estoy sorprendido y avergonzado por tu falta de negociación,
271
McCallister. —Se levanta con fluidez de la silla, efectivamente
empujándome sobre el solitario cojín—. ¿Qué favor le pediré a Brad?
No pongas tus ojos en blanco. No pongas tus ojos en blanco. Los
hombres son tan densos a veces.
Hablo lentamente, así mi cadencia transmite que, de hecho, estoy
hablando con un idiota.
—Brad. Es. Un. Atrapa perros. Necesito. Que. Capture. Un. Perro.
Theo me lanza una mirada y no puedo evitar la risa que resuella.
—Por supuesto, necesito que atrape a este perro callejero después
que afloje su collar y lo libere. —Me encojo de hombros como si fuera un
pedazo de pastel.
Ahora es el turno de Theo de mirarme como si fuera estúpida.
—¿Qué? Es un buen plan.
Hace una mueca y se pasa una mano por el cabello, frustrado.
—Debo advertir a Thad que probablemente debería permanecer
cerca en caso de que necesitemos que nos liberen de la cárcel.
Puede que no sea una mala idea, pero no se lo digo a Theo. Se ve
muy tenso, y comienza a caminar con ese maldito dedo en su labio.
Instantáneamente mi vagina comienza a babear como la puta que es.
¡Abajo niña! No hay sexo para ti hasta que el pene haga lo que
necesitamos.
Caminando junto a la ventana, expresa sus preocupaciones en voz
alta.
—¿Cómo piensas quedarte con el perro, Ans?
Me encojo de hombros.
—Espero que no esté en casa y Brad se verá legítimo poniendo al
perro en la parte trasera de su camioneta y dejando una ordenanza de
violación en su puerta. Con suerte, nunca intentará buscarlo.
Abre los ojos horrorizado. Y el premio al mejor drama es...
—Oh, Dios mío. Esta es exactamente la razón por la que siempre
debes estar bajo supervisión.
Le muestro mi dedo medio, que no reconoce.
—Lo que necesitamos es una razón por la que no pueda tenerlo de
vuelta.
—¿Además de que es una idiota y debería recibir un disparo?
Asiente, frunciendo el ceño un poco, pero luego comienza a dar
saltitos con entusiasmo.
—¿Qué pasa si un corredor súper sexy —hace comillas en el aire—
, consigue ser atacado e insiste en que el animal rabioso sea sacrificado
o la va a demandar?
272
¡Demonios, sí! Mira, esta es la razón por la cual Theo es mi jodido
compañero. Debajo de todos esos músculos duramente ganados, en
realidad tiene un cerebro genial.
Salto de la silla y me impulso hacia él.
—Esa idea es perfecta. ¡Tendrás esa mamada!
***
***
29
KONG: Juguete de goma para perros.
—¡Por supuesto que lo hice! ¿Cómo puedes dudar de mí, Ans? —
Frunce el ceño, parece un poco herido. Aún se encuentra montando un
espectáculo.
Le golpeo el brazo. Fuerte.
—¡Ay! ¿Por qué fue eso? —Frota la marca roja que florece en su
bíceps.
—¡Deja de hacer idioteces y cuéntame qué pasó!
Se ríe, echando la cabeza hacia atrás contra el asiento.
—Ella me reconoció cuando abrió la puerta. Apenas tuve que decir
nada. Le dio ese perro a Brad a toda prisa.
Qué perra.
—Me preguntó repetidamente qué podía hacer para compensarme.
—Levanta las cejas de arriba abajo, insinuando que estaba ofreciendo
disculpas de tipo sexual.
Le corto con una mirada que dice a quién le importa, es una puta.
Se ríe y continúa con un aire de indiferencia y se encoge de
hombros:
—De todos modos, ella lo contrató y yo le firmé las tetas. Trato
hecho.
Abro la boca. En serio. ¿Esa perra le pidió a mi hombre que firmara
sus tetas? ¿Sus tetas, con un marcador que eventualmente se lavará?
280
¿Ni siquiera algo que podría vender en eBay? Qué idiota.
—¿Te pidió que le firmaras las tetas? —pregunto pidiendo
confirmación, la incredulidad nubla mis sentidos.
Coloca la llave en el encendido, girándola. El auto arranca.
—Sí.
Negando, me recuesto y me abrocho el cinturón de seguridad,
riéndome.
—Eres una zorra, Von Bremen.
***
282
Cade
LOS TERRIBLES DOS
Traducido por MadHatter
& Dew’
***
***
300
Cade
SOLO LLÁMAME DOCTOR JAMESON
Traducido por IsCris
& RRZOE
30
Ébola: enfermedad que produce una fiebre hemorrágica viral de la misma categoría
que la fiebre de Marburg, la fiebre de Lassa y la fiebre del dengue. Es el patógeno
causante de la enfermedad del Ébola, una enfermedad infecciosa muy grave que afecta
a los seres humanos.
haberle dicho que podía contactar a mi amigo en el FBI. Están
investigando el caso y nos han instruido específicamente de que no nos
acerquemos. Grant, mi contacto, dijo que nos dejaría saber lo que
averiguara. Sacar a Nicole de forma segura es su principal preocupación.
¿Pero Lawson escucha? ¡Joder, no! Y después de esta noche, estoy a un
incidente más de encadenarlo en el establo. Sería por su propio bien. Y
el nuestro.
—Y una hora después, Vic, Mason y Lawson comenzaron —gimo.
—¿Y Tim?
—Hasta ahora todo bien —respondo—. Sin embargo, Hayes me ha
estado enviando mensajes de texto. Dice que necesita algo para la fiebre.
Le di un poco de Tylenol, pero no le ha bajado la temperatura. Lamento
llamarte pero no sé qué más hacer. —Inhalando profundamente, busco
respuestas en el techo.
—¿Fiebre? ¿Tiene fiebre? —reflexiona.
—Uh huh.
—¿Salieron a cenar o algo así?
Me devano los sesos tratando de recordar lo que hicimos para la
cena. Nadie cocinó. Era la noche de Vic y votamos unánimemente por
cenar afuera. Aunque, Tim y yo pedimos comida china.
—Sí, de hecho, creo que los chicos salieron. No recuerdo a dónde.
Tim y yo ordenamos para cenar en la casa. —Me quedo un poco aturdido,
302
pensando que tal vez la plaga no está suelta en la casa—. ¿Crees que es
una intoxicación alimenticia?
—Tal vez. Sabré más cuando llegue a casa. —Hay una conmoción
amortiguada en el fondo—. No, Theo, no vamos a ir a un hotel. Y sí, tengo
que ver como están. No seas idiota.
Escucho a Theo refunfuñar sobre un montón de asnos
repugnantes. Intento ignorarlo, pero en el fondo, sé que tiene razón.
—Estaré en casa pronto.
—¿Qué? —¿Estará en casa pronto? Eso es una sorpresa.
—Theo y yo nos dirigimos a casa, debería estar allí en
aproximadamente una hora si el tráfico coopera.
Maldito Theo. Se suponía que la mantendría en Washington todo
el fin de semana. Debería haber sabido que no podría mantener su parte
del trato. Pero, por mucho que quiera dejar que Von Bremen la tenga, me
alivia saber que puedo vigilarla. Nadie llegará a ella conmigo a su lado.
Solo pruébame, Lou.
—Bueno. ¿Debo hacer algo mientras tanto?
—Solo asegúrate de que todos estén tomando líquidos. —Casi como
una ocurrencia tardía, agrega—: Y algunas compresas frías serían
buenas para la fiebre de Hayes.
Puedo escuchar a Theo gemir su disgusto.
—Aguanta, Mayor. Estaré en casa pronto.
Sonrío ampliamente, sintiéndome mejor ya que Ans está llegando
a casa para tratar con todos estos gérmenes. Y regresa a casa conmigo.
***
31Denton True Young, "Cy" Young, fue un jugador estadounidense de béisbol, pitcher,
en cuya memoria se otorga cada año un trofeo con su nombre al mejor pitcher de las
Grandes Ligas.
Comienzo a protestar cuando me interrumpe.
—Déjame hacer esto, Comandante. Él te querría allí.
La mirada sincera en esos ojos esmeraldas hace que mi corazón se
contraiga dolorosamente. Theo me querría allí pero me siento desgarrada.
No he estado mucho en casa después de Washington.
—¿Qué harás en la noche? —contraataco. Todavía grita todas las
noches. Y todas las noches bajamos y corremos o jugamos videojuegos.
No es tan salvaje como era al principio, pero aun así... me preocupo. Irme
a Washington la semana pasada fue difícil, pero Theo me necesitaba más.
La sonrisa de Cade cae un poco.
—Prometo tomar la píldora mientras no estés.
Ahora está hablando mi idioma.
—¿Lo prometes?
Realmente es un gran problema para él. Creo que sabe que me
preocuparía, y esta es su forma de comprometerme.
—Lo prometo. Pero solo por una noche.
Puedo vivir con ello. Finalmente emocionada, salto de mi silla.
—¡Trato! —Levanto un puño.
Se ríe jovialmente antes de devolver mi golpe de puño.
—Vete, Comandante. Tu avión sale en cuatro horas.
313
Agarro su dulce rostro y le doy un casto beso en la mejilla antes de
enderezarme.
—¡Sí, señor!
Huyo de la habitación en busca de Hayes y dejo atrás la dulce risa
de Cade.
—¡Connor Hayes! —grito, dando dos pasos a la vez.
Asoma su rostro sonriente por la esquina del rellano. La mirada
traviesa en sus ojos me dice que ya conocía el plan.
—Nos vamos de vacaciones —canturrea, saltando frente a mí
cuando llego a la parte superior de las escaleras, frotando mi cadera en
un movimiento de baile ridículo. Su emoción al ver un juego en vivo (algo
que recientemente descubrí que nunca había hecho antes) es contagiosa.
Devuelvo sus movimientos tontos con otros igualmente estúpidos.
Finalmente, nos dispersamos cuando Cade vocifera para que
avancemos. Hayes y yo nos retiramos a nuestras habitaciones, y meto
demasiada mierda en mi maleta. Nos reunimos en la parte superior de
las escaleras y le entrego mi maleta con una sonrisa para que la cargue.
Tienen que entrenarlos bien, señoras. No leerán tu mente ni te lo
ofrecerán, sin importar lo que te digan las novelas románticas. Tienes que
decirles a los pequeños cuentagotas que hay que hacer. Luego,
recompensar su buen comportamiento.
Hayes me hace un guiño antes de arrojar mi maleta por las
escaleras. Estoy a punto de darle un empujón cuando escucho un
gruñido al pie de las escaleras. Mason la atrapó. Le doy a Hayes una
mirada sucia.
Astuto.
Rugiendo de risa, arroja su maleta antes de saltar por las escaleras
como un niño pequeño.
—¡Vamos, comandante! Estamos perdiendo tiempo.
No puedo evitar la estúpida sonrisa de mi rostro. No creo haber
estado tan emocionada de ver un juego en mucho tiempo.
***
32
Una chica Hooters (Hooters girl) o Hooterita es una camarera o mesera empleada por
la cadena de restaurantes Hooters. Son instantáneamente reconocibles por su uniforme
compuesto de una camiseta blanca de algodón y spandex con el logo del búho de
Hooters y la denominación de la ubicación del local en el frente, anudándolas a la
espalda para acentuar el busto y usan también pantalones cortos pequeños.
Sí. Es bueno estar aquí con los fanáticos.
—¿Este, Comandante? —Hayes indica con la cabeza hacia dos
asientos vacíos justo en la red.
Una sonrisa de oreja a oreja se forma en mi rostro.
—Este es.
Hayes deja escapar una risa adorable. Es como un niño otra vez,
contemplando todo. Su emoción es palpable, amplificando mi propia
alegría al ver un juego en vivo.
Thor gruñe desde atrás. Ugh. Casi olvido que estaba allí.
—Quédate —lo ordeno como lo haría con Killer.
Me nivela con una mirada que promete la muerte. Por Dios. Qué
aguafiestas.
Hayes y yo trepamos por los asientos para no tener que pedirles a
diez personas que se estrujen para que nosotros pasemos. Mis
pantalones cortos deshilachados se suben mientras Hayes me toma de la
mano, ayudándome a bajar.
—Gracias. —En un gesto muy poco femenino, alcanzo detrás de mí
y libero mis pantalones cortos de mi culo hambriento.
Hayes levanta una ceja, divertido.
—Es esto o escucharme quejarme todo el tiempo —le digo, decidida
con mi misión. Sin vergüenza para esta chica. Todos han estado allí y
316
han hecho eso. Actuar como si nunca hubieras sacado un calzón chino
en público simplemente es raro. Y falso. No soy falsa.
—¡Cerveza helada! —grita el asistente de arriba abajo en los
pasillos, proponiéndonos.
¡Demonios sí! ¡Al fin! Alcohol al jodido rescate.
Levanto dos dedos y silbo.
—Justo aquí.
Él baja unos escalones y me saluda con una sonrisa.
—¿Qué puedo darle a la dama?
—Dos Bud.
Saco un billete de veinte, ignorando la mano extendida de Hayes
sosteniendo uno de veinte. Esta no es una maldita cita.
—Quédese con el cambio.
El asistente abre las tapas y nos las pasa a través de nuestros
compañeros de asiento, luego se dirige hacia su próximo cliente.
Me dejo caer en mi asiento junto a un Hayes haciendo pucheros.
—No seas un bebé —lo regaño—. Esto no es una cita. Y además,
Theo cubre todos mis gastos cuando estoy aquí.
Aún no luce feliz, pero cuando el locutor nos pide que nos quitemos
nuestras gorras y nos pongamos de pie para el "Himno Nacional" su
sonrisa regresa.
Una niñita de unos diez años entra en el campo con piernas
temblorosas, pero cuando abre la boca las palabras angelicales fluyen
con seguridad. Las palabras hermosas suenan ruidosamente a través del
estadio, haciendo que las lágrimas se acumulen en mis ojos. Aprieto la
mano de Hayes con fuerza cuando ella canta a viva voz el último verso.
"Y el hogar de los valientes", porque nada me suena más verdadero en
este momento.
La multitud se vuelve loca con aplausos y silbidos y con un "¡pelota
en juego!" todos tomamos nuestros asientos.
Las mejillas de Hayes están sonrojadas cuando me giro para
mirarlo. Rápidamente evita mi mirada fija y le da tragos a su cerveza. No
le doy mierda porque hay algo poderoso cuando un chico llora durante el
himno del país por el que vives y mueres. Incluso para chicos como
Hayes, cuyo país lo abandonó cuando luchó tan duro por su libertad.
Aprieto su mano de manera reconfortante antes de soltarla.
El equipo rival se dispersa del banquillo para tomar el campo. No
he visto a Theo aún, pero estoy segura de que se encuentra allí adentro
caminando de un lado a otro, masticando su chicle como si alguien
pudiera robarlo.
Markell realiza algunos lanzamientos de práctica antes de
comenzar. Nuestros chicos iniciales están a la altura del plato y como se
317
predijo, Markell los sienta a los tres sin un solo hit. Definitivamente es
una batalla de los lanzadores esta noche.
Theo, el último en salir del banquillo, luce tenso con la gorra casi
pegada a los ojos. Su lenguaje corporal huele a tensión. Toma el
montículo, marcando un par de círculos, y cava una trinchera para
colocar su pie delantero. Brody, su receptor de la noche, se agacha y
alienta algunos lanzamientos de calentamiento. Apestan. Como,
realmente apestan. Definitivamente está sintiendo un poco de miedo.
Cuando se acerca el árbitro del home, inmediatamente lo
reconozco.
—¡Oye, Phil! —grito, sorprendiendo a Hayes.
Phil se da vuelta, sorprendido de que una fan estuviera llamándolo
por su primer nombre. Cuando ve que soy yo, el reconocimiento ilumina
su rostro. Cuando Theo se rasgó el tendón en el hombro la temporada
pasada, fue inflexible diciendo que podía terminar de lanzar. Yo discutí.
Bellamy discutió. Theo se mantuvo firme como un capitán bajando con
su barco. Pero Phil, Phil echó a Theo del juego para que no tuviera otra
elección más que hacerse ver ese hombro.
Admiro eso en un oficial. Pudo no haberle importado una mierda y
dejar que el pequeño bebé lance hasta que jodiera toda su carrera, pero
no lo hizo. Hizo lo que era mejor para el jugador y lo envió a su banquillo.
Theo actúa como si no le agradara Phil, pero secretamente lo hace. Lo
respeta muchísimo.
—¿Se comportará hoy, doctora McCallister? —Phil se quita la gorra
y me hace un pequeño guiño.
—Nunca. —Río—. ¿Dónde estaría la diversión en eso?
Me paro para poder verlo un poco más.
—Qué tal si vas, lo provocas y lo presionas un poco. —Asiento hacia
Theo—. Trabaja mejor bajo presión.
Ante ese comentario, Brody gira la cabeza y ríe.
—Este juego acaba de ponerse mucho más interesante.
Le lanzo un beso antes de gritar:
—¡Hagamos esto, Von Bremen!
Theo levanta la cabeza con brusquedad y me mira fijamente. Luego,
muy lentamente, una sonrisa se extiende a través de su rostro
desaliñado. Cuando se acerca el bateador inicial de los Rockies, Theo
voltea su gorra hacia atrás y se lame dos dedos. Frota la pelota con sus
tradicionales seis veces antes de mirar las señales de Brody. Niega ante
los dos primeros, pero luego acepta el último y lanza una bola rápida.
Clark, el bateador, un buen tipo y amigo, se libra del strike y mira
en mi dirección.
—Tómalo con calma conmigo, Doc.
318
Me tomo a risa su comentario porque su porcentaje en base es de
430. No necesita calma en lo más mínimo. Theo se balancea en dos
strikes más, sentando a Clark con una sonrisa.
Ese es mi chico.
Dos bateadores más se acercan al plato y regresan a su banquillo
sin un solo hit de base. Es poético observar a Theo susurrarle a esa pelota
de béisbol. El control que emana cuando le ordena a la pelota es
fenomenal. Es un jugador sobresaliente. Hay una razón por la que se ha
quedado en el mismo club de béisbol toda su carrera.
Hayes y yo nos perdemos en el juego. Animamos. Abucheamos.
Cantamos. Bailamos. Apuramos algunas cervezas más. Mi camiseta de
Von Bremen se pega a mi piel como una licra mala, pero no quiero
quitármela. No creo en supersticiones, pero por las dudas, la mantendré.
El juego permanece sin anotación en la cima de la octava entrada
mientras se produce la batalla de los lanzadores. Ahora, la mayoría de
los fanáticos piensan que este tipo de juego es aburrido. Lanzamiento
tras lanzamiento, nadie entra en la base, pero para los acérrimos de esto
es de lo que están hechos los sueños. Esto es habilidad. Esto es pura
perfección.
Cuando Bellamy pasea hacia el montículo, sé que el reinado de
Theo casi terminó. O'Brien, el lanzador de relevo de Theo, está calentando
en el bullpen listo para tomar el lugar de Theo en el montículo. Theo ha
sido malditamente casi perfecto y probablemente podría terminar el
juego, pero no queremos agotar ese brazo. El cuerpo humano no está
hecho para lanzar bolas rápidas a ciento sesenta y un kilómetros por
hora repetidamente.
Bellamy habla con Theo, quien esconde la boca detrás de su guante
para impedir que el otro equipo le lea los labios. Lo que sea que se esté
discutiendo, lo cual estoy segura que es: Buen trabajo. Termina y luego
traeremos a O'Brien para cerrar, a Theo no le gusta. Pero Theo y Bellamy
casi nunca están de acuerdo, así que esto no es sorprendente.
Theo permite un hit en una curva rápida que se mantuvo alta, pero
su defensa lo soluciona fácilmente y finaliza la entrada. La pequeña
multitud de Washington, DC. aplaude mientras Theo se abre paso en el
banquillo. Toca su gorra, dándonos toda su sonrisa característica y un
saludo con la mano.
—Guau —dice Hayes, aturdido—. Es aún más increíble verlo en
persona.
Asiento en acuerdo, sin quitar nunca los ojos de mi jugador más
importante, que está recibiendo nalgadas en el culo y chocando cinco de
sus compañeros de equipo. Los fanáticos aún están gritando cuando
vuelve a salir del banquillo para dar una inclinación de bis.
Qué bromista
Sonríe y saluda una vez más antes de bajar por los escalones.
319
Y luego, un destello de blanco me llama la atención cuando Von
Bremen salta sobre la parte superior del banquillo. Bellamy alcanza sus
piernas, gritando para que vuelva a bajar, pero ya está en la parte
superior del banquillo.
Santa mierda.
Me pongo de pie de un salto.
—¡Thor! —Pero ya está en ello.
—Quédate aquí —vocifera—. ¿Entiendes?
¿Qué demonios? ¿Entiendo? Demonios sí, hablo inglés, imbécil.
Thor rechaza mi mirada "come mierda" y le ordena severamente a
Hayes que me vigile como si yo fuera una cleptómana suelta en un centro
comercial de descuento.
Increíble.
Thor salta para interceptar a Theo, el estúpido, a quien lo
apresuran en las gradas cientos de fanáticos. Lo toma con calma,
firmando todo lo que puede mientras separa a la multitud, en dirección
a mí.
Thor no está siendo tan considerado. Empuja a cualquiera y a
todos a su paso, incluso empujando a un niño al suelo. Desvergonzado.
Es un hombre en una misión.
Llega a Theo en tiempo récord, agarrándolo por el brazo. Theo no
lucha contra su agarre. En cambio, permite que Thor lo atraiga entre la
multitud, mientras firma con su mano libre. Decenas de personas de
seguridad pululan por el área, creando un círculo protector alrededor de
Theo y Thor. Mientras tanto, Bellamy está hablando por teléfono en el
banquillo, gritando. Me estremezco, sabiendo lo que me espera cuando
nos vayamos. Bellamy nos va a despellejar el culo de nuevo.
Thor guía a Theo a nuestros asientos. La sonrisa infantil en su
rostro me hace olvidar que quiero gritarle por su pequeño truco.
—¿Cómo lo hice, hermosa?
—Ya estamos pidiendo cumplidos, ¿verdad? —Hago una mueca y
en mi mejor expresión Miyagi respondo—: Lo hiciste bien, Danielson.
Miyagi te enseña bien. —Le guiño el ojo para que sepa que estoy
bromeando con la última parte. Puedo darle consejos pero ciertamente
ha construido su imperio con talento y conocimiento por sí mismo.
Avanza entre los estrechos pasillos, sus zapatillas se desgarran en
el camino de cemento.
—Disculpe —le suplica amablemente a nuestros compañeros de
fila. Se mueven, con la boca abierta.
Cuando me alcanza, su mano manchada de suciedad
320
inmediatamente agarra mi cadera, manchando mi jersey blanco.
—Lo lograste —murmura casi para sí mismo.
Le rodeo el sudoroso cuello con los brazos y lo acerco más.
—Lo hice. —Restriego mi rostro en su hombro. Apesta a tierra y a
sudor, pero en este momento, podría oler a estiércol y aún pensaría que
es la cosa más sexy que habita en este planeta. ¡Un trabajo fantástico en
este, Dios!
Nos quedamos allí durante varios minutos, deleitándonos
mutuamente. Soy plenamente consciente de los miles de ojos que miran
nuestra pequeña muestra de afecto, pero no me importa. No me quitarán
este momento. Al poco tiempo, Hayes se aclara la garganta.
Theo se aleja primero y con una sonrisa saluda a Hayes por primera
vez.
—Me alegro de que pudieras llegar, hombre. —Se dan la mano y
hablan por un momento antes de reírse.
Sin asiento disponible para Theo, estoy a segundos de sobornar a
la familia junto a nosotros para mudarnos, pero Theo me gana. Me
empuja hacia Hayes y se deja caer en mi asiento.
Bueno.
Estoy a punto de empujar a Hayes cuando Theo me tira
bruscamente de la camiseta, haciéndome caer sin gracia sobre su regazo,
diciendo:
—Estás bloqueando la vista de este caballero, Ans. Siéntate. —Hace
un gesto con la barbilla al tipo que se encuentra detrás de nosotros como
si le hiciera un favor.
¿Qué? Estaba sentada. Él fue quien vino aquí causando un
alboroto. Debería estar en el maldito banquillo, no aquí con nosotros,
simples mortales. Frunzo el ceño pero dejo que me lleve a su pecho. Su
leve rugido de risa me hace sonreír bajo protesta.
—Eres un imbécil —murmuro.
Eso solo lo hace reír aún más.
—Mire el juego, doctora McCallister.
Diez minutos después de la octava entrada, Theo ya no puede
mantener su animación.
—Clark interviene. Viento de O'Brien. Él reparte por el medio.
¡Sttrriike!
Nuestros compañeros de asiento vecinos se ríen a carcajadas ante
la transmisión del juego de Theo.
—Clark interviene. Está buscando un cambio. O'Brien toma la
señal. El viento. Y está afuera. Dos y dos.
Refunfuño, molesta y divertida con las travesuras de Theo.
321
—¡Vamos, Phil! ¡Sabes que fue un ataque! —grita Theo.
Phil no reconoce su comentario.
—¡Clark! ¡Eres un inútil! Podría haber golpeado eso con un bate
inflable. —Theo se divierte mucho cuando Clark, con un conteo completo,
se acerca con una media sonrisa, mirando en su dirección.
Con un swing y una falla, Clark se retira. Theo aúlla y se une a la
multitud que hace la "Macarena". Disfruta de todo corazón de la
experiencia de los admiradores. Dudo que haya estado en este lado de la
valla en más de una década. Eso hace que me duela el corazón, dándome
cuenta de que le encanta ver el béisbol probablemente más de lo que le
gusta jugarlo. Debería haber sabido esto antes de ahora. Debí haber
sabido cuando comenzó a insinuar que quería dejar el béisbol para decir
que algo realmente andaba mal con él.
La vergüenza cubre mi estómago mientras digiero la realidad frente
a mí. Debería haber pasado más tiempo experimentando cosas que Theo
ama, lo más importante, haciéndolas con él. No constantemente
entrenarlo para hacer lo que pensé que amaba.
Solucionaré esto.
Comenzaré a traerlo a algunos juegos de pelota. Y seremos
puramente espectadores. Es hora de que volvamos a nuestras raíces.
En la parte superior de la novena, Thor interrumpe las burlas
cómicas de Theo con instrucciones para abandonar el lugar. Theo luce
decepcionado, pero obedece, por una vez.
—¿Vienes conmigo? —Se pone de pie, con la mano extendida.
Uh, no es tonto aquí.
Le aprieto la mano y tiro de Hayes detrás de mí. Cuando llegamos
al pasillo, estamos rodeados de fanáticos. La seguridad los empuja hacia
atrás, pero nos rebasan rápidamente.
Theo me mira con un brillo en los ojos.
—Sube.
Y lo hago. Justo sobre la espalda esculpida en la que dejo marcas
de manera periódica. Él me levanta más alto, agarrándome debajo de mis
rodillas para mantenerme aferrada.
—Intenta seguir el ritmo —ordena a Hayes antes de arrancar en
una carrera completa.
Escucho a Thor maldecir antes de apresurarse tras nosotros. Los
chasquidos de los tacos de Theo hacen eco en todo el estadio mientras
corre. Estoy sonriendo como una tonta. Porque, en serio. Estoy montada
en la espalda de un lanzador sudoroso como una especie de colegiala. La
seguridad está detrás de nosotros, tratando de mantener el ritmo. Y la
multitud se está volviendo loca.
Theo entra y sale de las puertas que ni siquiera sabía que estaban
322
allí. Es evidente que él conoce todos los mejores escondites de este
estadio.
Thor lo alcanza primero, respirando con fuerza. Tira del brazo de
Theo y nos empuja a través de una puerta hacia un equipo de seguridad
que está a la espera.
—¡No vuelvas a hacer esa mierda de nuevo! —Un poco de saliva
sale volando de su boca.
Theo retrocede un paso para eludirla.
—Diez-cuatro, de acuerdo, Thor.
Sí. Es una mierda, y apuesto a que es una pesadilla para
mantenernos a salvo, pero de todos modos me río porque estoy
acostumbrada a este comportamiento de Theo y me resulta
extremadamente atractivo.
Aprieto su espalda baja y le pellizco una tetilla.
—¡Ay! —Se frota la carne magullada.
Pero antes de que pueda regañarme, me inclino hacia adelante y le
susurro:
—Esto de romper reglas me ha excitado.
Escucho un gemido pero no es Theo. Oops. Es Hayes. No debí
susurrar tan suavemente como pensaba.
Theo se ríe y me calma.
—Déjame ir a Bellamy. ¿Encuéntrame en una hora?
Asiento, acercándolo para un beso. Su lengua con sabor a cerveza
se desliza en mi boca, buscando. Me abro más, arqueando la espalda
para que pueda tener un mejor acceso. Trabajamos en un frenesí...
momentos después ambos gemimos. Ruidosamente.
De repente, estamos separados.
Thor sostiene a Theo con fuerza.
—Abajo. Ahora.
Theo me guiña un ojo antes de saludar a Thor.
—Quédate con Hayes y el equipo de seguridad. —Thor lo lleva a un
par de puertas.
Antes de que las atraviesen, sus ojos encuentran los míos.
—El mejor juego de mierda de todos los tiempos.
323
Cade
SOY LA POLICÍA
Traducido por MadHatter,
Dew’ & astrea75
***
***
333
Anniston
NO ES GENIAL, LOU
Traducido por Yira Patri
Este hombre está más loco que una rata de mierda. Me aprieta la
garganta con la mano causándome dolor y el arma que ha estado
agitando furiosamente ahora se encuentra clavada en mi teta. Me
pregunto si tengo suficiente carne para retener una bala, como si tal vez
tuviera una súper teta. Oh, mierda, ¡necesito diseñar un sujetador a
prueba de balas! Tal vez con algo que las levante un poco, también.
—¡Cállate, joder! —grita mi enfurecido captor a Nicole, que llora y
se sorbe los mocos porque Lawson se encuentra inmóvil.
334
Está bien, entonces tal vez estar de acuerdo con ayudar a Lawson
a rescatar a Nicole fue una mala idea. Pero después de que me suplicó,
diciéndome cómo el FBI no pudo encontrar nada sustancial para realizar
un arresto y que Lou planeaba vender a Nicole a un comprador ubicado
en México, no pude evitarlo.
Lawson se encuentra tirado en la tierra. Está vivo, puedo ver su
pecho subir y bajar. Su respiración es superficial, pero allí está. Nicole
debería preocuparse por el moretón severo que se le está formando en la
cabeza. Si sobrevivimos a esto, él tendrá un desagradable dolor de
cabeza.
Lou, mi enojado captor, continúa su diatriba, apuntando con el
arma a mi pobre teta cada vez que cree que ha hecho un punto.
—¿Es esto lo que querías, Nicole? ¿Esta mierda que ni siquiera
puede luchar por ti? —Pinchazo en la teta.
Ahora. Lawson es un maldito buen luchador, solo es un poco duro
para esta chica. El amor ciega incluso a los campeones.
Y Lou es un astuto hijo de puta que no pelea limpio. Ocultarse y
atacar a Lawson por detrás no es lo que yo llamaría un juego limpio que
juzgue sus habilidades. Quiero decir, Lou es el que compró a esta chica
en el mercado negro y la mantuvo encerrada en un cobertizo en la parte
trasera de su casa. ¿Qué tipo de persona hace eso? Un psicópata, eso es.
Cuando Laws y yo estábamos cortando las cuerdas de las muñecas
de Nicole, Lou golpeó a Lawson con una pala. Cayó con fuerza. Nicole se
aferró a mí como si fuera un salvavidas. Todo en lo que podía pensar en
ese momento, mirando al pervertido de Lou lamiéndose los labios como
si acabara de ganar un dólar en la gasolinera, era que me sentía
asustada. Todo mi "seamos un héroe" huyó tan pronto como cuando me
agarró, metiéndome en el baúl de su auto.
Recuerdo haberlo escuchado gritar a Nicole todo el camino hasta el
granero, declarando su ira.
—Ahora lo has hecho, perra. Vas a ver cómo mato a tu precioso
salvador. Su muerte recaerá en tus manos. ¿Me escuchas? Verás cómo
quito la vida de sus esperanzados ojos.
Nicole llora suavemente.
—Te dije lo que pasaría si intentabas escapar. ¡Te lo dije! Y no me
creíste. —Lou se detiene antes de reírse—. Al menos me trajiste otra. Tal
vez te venda. Tu coño se estaba volviendo bastante aburrido. Disfrutaré
rompiendo a este petardo rubio.
Su risa malvada hace que las lágrimas rueden por mi rostro en olas
incontrolables. Quería decirle a Cade que lo sentía. Quería amar a Theo
una vez más. Quería jugar al fútbol con los chicos y bailar con Vic. Quería
molestar a Hayes por ser una zorra y discutir con Mason sobre el
verdadero nombre de Killer. Quería terminar de aprender malas palabras
en lenguaje de señas para impresionar a Tim con una sonrisa. Quería… 335
Quiero vivir. Para mis hijos
Empezaré a escuchar más a los muchachos si logro superar esta
prueba. Solo bromeo. Aceptaré más sus opiniones, pero seguiré siendo
yo, y Lou no cambiará eso asustándome.
—¡Respóndeme, perra! —El rugido de Lou en el granero vacío
resuena contra los puestos, trayéndome de vuelta al presente.
Nicole no le responde. ¡Vamos chica! demuestra a este imbécil que
tienes algunas bolas. A pesar de que se mantiene firme en silencio, sigue
frotando la cabeza de Lawson, tratando de controlar su llanto.
Muy bien, por el amor de Dios este hijo de puta necesita ser puesto
en su lugar.
—¿Podemos dejar de lado los insultos? —bromeo, tratando de
aligerar el ambiente. Nadie dijo que soy una negociadora competente.
—¡Cállate, perra! —Aprieta mi garganta lo suficientemente fuerte
como para que comience a entrar en pánico—. ¡Esto es tu culpa! ¿Crees
que puedes salvar a todos? ¿Huh? ¿Crees que tu chico es mejor para ella
que yo? —Me clava la pistola en la sien y doy un respingo.
¡Mierda! Eso no se sintió bien, Lou.
—¡Dime!
Toso cuando afloja la presión en mi tráquea.
—Mira, no queremos ningún problema. Solo quiero recuperar a mi
chico y asegurarme que él está bien y entonces, tú, yo y Nicole podemos
resolver esto. —Mi voz suena como un graznido mientras miro a Lawson.
Debería haber despertado a estas alturas.
Lou se ríe. Riéndose en mi cara. Con mal aliento y todo.
—¿Crees que voy a dejarte ir, cariño?
Oh, diablos, no. No acaba de decir cariño. Qué imbécil. Abro la
boca, lista para decirle a dónde puede llevar a su puta novia, cuando
Lawson gime. Nicole comienza a llorar otra vez y toma su rostro. Todavía
no ha abierto los ojos, pero al menos se está moviendo.
—¡Ven aquí, Nicole! —grita Lou con furia desenfrenada.
Nicole comienza a sollozar incontrolablemente, sin querer dejar el
lado de Lawson. Lawson finalmente abre los ojos y luce confundido
cuando sujeta su mano.
Lou, frustrado por la falta de obediencia de Nicole, golpea mi teta
con fuerza otra vez. ¡Ah! ¿Puede dejar de llorar ya? Este idiota me
arruinará las tetas permanentemente si continúa así.
Extiendo una mano hacia Nicole, esperando que ella tenga cierto
sentido de autopreservación y la tome. Ella me mira y luego a Lawson. La
mirada de él se clava en la mía y es como si en silencio me preguntara si
estoy segura. Le doy un rápido asentimiento para transmitir que
realmente necesita mover su culo y muy rápido. Con resignación, confía
en mí y murmura algo en voz baja a Nicole.
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Ella se desliza hacia mí y extiende su mano, vacilante, la coloca en
la mía.
Lou la aleja de inmediato, dirige una mano a su garganta,
liberándome a mí en el caos.
—¡Te atreves a desafiarme! ¡Te tengo, perra!
Lawson debe haberse puesto de pie porque antes de darme cuenta,
me jala junto a él, asegurándome en un abrazo.
—Tenemos que salir de aquí —medio murmura.
Ninguna mierda. Contraigo los labios y espero que mi mirada
sarcástica transmita mi acuerdo.
Lou empuja a Nicole contra la pared, su pequeño cuerpo cruje
contra la madera del granero. Ella permanece inmóvil encima de las
astillas de madera, completamente inconsciente.
Lawson trata de empujarme para llegar hasta ella, pero lo abrazo
con fuerza.
—No.
Sus ojos oscilan de mi rostro al de Nicole. No sabe qué hacer. Nada
le gustaría más que cargar el viejo trasero de Lou y servírselo a Killer,
pero tenemos que ser inteligentes.
—No diremos a nadie lo que pasó hoy —le prometo a Lou,
distrayendo a Lawson. Bueno. Esa es una mentira de proporciones
épicas. Por supuesto que se lo diré a las autoridades, pero Lou no tiene
que saber eso. Voy a cazar a este bastardo si tengo que hacerlo.
Comprador de mujeres...
Qué puto monstruo.
Lou olfatea el aire, avanza un paso y apunta directamente con el
arma hacia mi pecho. Me da una mirada de muerte e intento no dejar
que me asuste. Intento es la palabra. Empujo a Lawson, moviéndolo
detrás de mí. Continúa firme a mi lado. De ninguna manera será un
cobarde. Lo miro con los ojos muy abiertos y entonces comprende que
tengo un plan. Tal vez no sea un buen plan, pero es un plan. Hace una
pausa, pero se ubica unos centímetros detrás de mí, como yo quería.
Ahora, mi cuerpo está bloqueando la mayoría del suyo, tal como lo
planeé.
—¡Muévete, perra! —El grito de Lou me destroza los nervios como
clavos en una pizarra.
Pero a diferencia de las acciones molestas de un alumno de
segundo grado, Lou inspira un miedo que se establece profundamente en
mí. Su locura está empezando a asustarme y cuanto más continuemos
esta negociación, más temo que uno de nosotros no logre salir con vida.
La idea de que alguien muera hace que el miedo se convierta en pánico.
No soy un soldado. La bilis que sube por mi garganta me lo
recuerda. Nunca he estado tan aterrorizada. Cuando Lou presionó un
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cuchillo en mi garganta estuve cerca de sentirme así, pero no hay nada
como tener un revólver (realmente prestando atención a las
conversaciones con Cade sobre armas) apuntando a mi pecho.
Aunque sí sé esto: Lou no se meterá con Lawson. No tomará a uno
de mis muchachos. Eso es seguro.
Mi decisión se solidifica, respiro de forma entrecortada y me
encuentro con los ojos de Lou esbozando la sonrisa más maliciosa que
puedo hacer.
—Vamos, Lou. Pensé que nos encontrábamos más allá de los
insultos.
Lou se limpia la humedad que se desliza de su frente antes de
darme una sonrisa siniestra, y le saca el seguro al revólver.
Oh diablos. Mantén tus bolas, Ans.
—No tengo ningún problema en matar a una mujer.
Por supuesto, no lo tiene. Es un verdadero ejemplo de
comportamiento.
—Entiendo eso, Lou. —Comienzo a arrastrar los pies, tratando de
crear una distracción con mi cuerpo. Cuando el viejo desagradable de
Lou baja la mirada, empujo a Lawson con mi cadera, animándolo a
retroceder un paso hacia la puerta abierta del armario estratégico que
usamos para albergar todo el equipo del granero. Él sujeta mi cadera,
deteniendo mis movimientos. Maldita sea, Lawson. No seas el jodido
héroe aquí. Alejo su mano y vuelvo a empujar.
—Realmente, lo entiendo —continúo, animándolo con mis manos—
. Verás, a mí tampoco me importaría matar a un hombre.
Retrocedo un paso y empujo con fuerza a Lawson. Él obedece y va
hacia el armario.
—Quiero decir, orinan en todo. —Sacudo una mano, creando un
instinto dramático para la distracción—. Dejan el asiento del inodoro
levantado, se masturban en los autos. —Otro movimiento de la mano, y
esta vez capto la atención de Lou. Por fin. Me mantengo con los
movimientos arriba abajo, imitando un trabajo manual, sabiendo que
tengo la atención absorta de Lou en este momento.
Malditos chicos, son muy fáciles. Una chica haciendo un
movimiento de masturbación... de repente son todo oídos. Lou, en este
caso, no es diferente.
—Se olvidan de las fechas importantes. Y, son simples hijos de puta
egoístas. —Respiro hondo, detengo los movimientos de mis manos y le
brindo a Lou una profunda sonrisa sureña—. Muy parecido a ti, Lou.
Con esa indirecta final, empujo con fuerza a Lawson con mi trasero,
haciéndolo caer por la puerta del armario táctico. Rápidamente, agarro
la manija y cierro la puerta de madera, sellando a Lawson adentro. Él
comienza a golpear violentamente, vociferando maldiciones que no me
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harán mover de mi posición. Sostengo el mango de la puerta con fuerza
y rezo para que mi fuerza dure más que la suya.
Mi destino ahora está sellado, me burlo de mi captor con una
sonrisa petulante.
—Fue un movimiento muy estúpido, niña. —Lou escupe el "niña"
como si se tratara de una cucaracha desagradable que se atrevió a
escabullirse junto a él.
Enfoco mis ojos en los suyos, mi sonrisa en su lugar, y mantengo
el mantra en mi cabeza que Cade me enseñó. En la batalla, te enfrentas
a tu oponente clínicamente y sin emoción. De acuerdo, es más difícil de lo
que parece, pero por Dios, voy a intentarlo.
Me encojo de hombros despreocupadamente.
—¿Qué puedo decir? Me gusta vivir peligrosamente.
Lou gruñe y da un paso adelante. Mantengo mi mano en la puerta
mientras Lawson arroja su cuerpo contra ella. Laws, en serio, no se abrirá
de esa manera.
Lou da otro paso, la repugnancia se sitúa profundamente en sus
ojos.
—¡Muévete! —ruge. La saliva cae sobre mi brazo, haciéndome
temblar. Asco. Sin embargo, no me alejo. No. Lou aquí no me está
pasando.
—No —respondo con firmeza, como alguna clase de tipo duro. Si
voy a morir, entonces caeré en pelea. No tomará a mi familia.
—¡Comandante! —grita Lawson contra la puerta, su rugido casi
vibrando malditamente a mi espalda. Me suplica que lo deje salir.
Mi agarre solo se tensa en respuesta.
—Te matará —le digo con dulzura a Lou. Sabe que me refiero a
Cade—. Todos lo harán.
Lou echa la cabeza hacia atrás y se ríe por lo absurdo.
—Cariño, me habré ido antes de que tus preciosos cinco lleguen
aquí.
—De todos modos, buena suerte. No descansarán hasta que te
torturen por días, turnándose para administrar golpes asesinos. Tal vez
si tienes suerte, te matarán antes de que maten a toda tu familia.
De acuerdo, no somos la mafia. Estos tipos son héroes, no
asesinos, pero Lou no lo sabe. El miedo es saludable.
Un destello de movimiento atrapa mi atención detrás de Lou, donde
Nicole todavía se encuentra desvanecida. ¿Eso es un espejo? ¿Qué
diablos? Y luego lo veo, Cade está encaramado detrás de la puerta del
establo, Hayes al otro lado de él, su rifle de francotirador ubicado entre
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los listones de madera.
Santa mierda. Hayes tiene un arma. ¡Lo hizo! Quiero correr hacia
él y abrazarlo por superar ese miedo, pero ahora no es el momento.
Cade se lleva el dedo a los labios, instándome a permanecer
tranquila y en silencio. Aparto mis ojos para que Lou no se dé cuenta.
—¡Tú, coño! —grita, levantando la pistola, el cañón apuntando a
mi frente—. ¡Eres estúpida, perra!
Oh vamos. ¿Perra? ¿Es todo lo que puede decir? Esa palabra es
una calumnia tan cansina y despectiva para las mujeres. Hay algunas
más geniales, como... eh, ahora probablemente no es el momento de
enumerarlas.
—¿Crees que puedes asustarme?
La furia de Lou irradia por todo su cuerpo, le tiembla el brazo por
los nervios.
Miro a Hayes, y con cada gramo de amor y confianza, ordeno:
—Dispara.
Hayes mira a Cade, quien niega con la cabeza preso del pánico.
Lo vuelvo a decir, esta vez a Lou.
—Dije, dispara.
Lou se ve confundido por un momento. Baja el arma y se gira,
viendo que tenemos compañía.
—Vamos, no seas un coño, Lou. Dispárame, porque no hay forma
de que atravieses esta puerta. —Mi cuerpo está tarareando de adrenalina
mientras sello mi destino en el establo en el que crecí. Donde Theo y yo
jugamos al escondite.
Cade sale de las sombras, con las manos levantadas en un gesto
pacífico.
—Podemos resolver esto, Lou. De hombre a hombre. Dejemos a las
mujeres fuera de esto.
Lou se burla y da vueltas, examinando toda la habitación hasta
que su mirada aterriza en Hayes, y luego... Gruñidos impregnan el aire,
indicando la llegada de Killer. Oh no. Esto no está bien.
Mason, con un fuerte control sobre Killer, se mueve desde su
posición de cuclillas de la oscura parte trasera del granero. Vic se levanta
detrás de él, con la pistola apuntando a Lou. Bueno, toda la pandilla se
encuentra aquí.
—¡Crees que soy estúpido! —le grita a Cade, dirigiendo su arma
hacia mí.
El rostro de Cade es una máscara impasible. Si no supiera que el
enrojecimiento en la base de su oreja significaba que se encuentra a
segundos de perder su mierda, pensaría que no le importa lo que Lou me
hizo.
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Sintiendo que el aire cruje a nuestro alrededor, decido que es ahora
o nunca. Los muchachos solo fortalecieron mi misión. Estos muchachos
son mi familia y me condenarán si mueren aquí después del infierno que
han pasado para llegar hasta aquí.
—Dispara, Hayes. —Mi orden hace chasquear la cabeza de Cade.
Abre los ojos con miedo.
—¡No dispare, soldado! —grita, la voz áspera que calienta mi
corazón como siempre.
—¡No! —Una voz que conozco muy bien hace eco en todo el granero.
El pánico ata sus cuerdas vocales, causando que el sonido armónico se
agriete—. ¿Qué necesitas, Lou? ¿Cuánto para que desaparezcas? —Theo
le suplica a Lou cuando Tim viene presuroso detrás de él, sujetando a
Theo por el brazo. Si no estuviera tan enojada porque ahora está en el
campo de tiro de Lou, me reiría. Theo es una pequeña mierda cuando
quiere serlo. Apuesto a que nadie tuvo que ofrecerle una mamada por esa
carrera.
—¡Sáquenlo de aquí! —grito, la desesperación en mi tono le suplica
a cualquiera que siga esta orden. Si hay algo que voy a hacer bien, será
esto. Von Bremen no sufrirá el tormento de verme morir aquí en el sucio
suelo, en el granero lleno de recuerdos felices.
Theo se resiste ante mi orden y trata de liberarse de la sujeción de
Tim. Tim se acerca y lo sostiene por la cintura, intentando frustrar
cualquier intento de fuga.
Una súplica rota se escapa de esos bellos labios.
—No hagas esto, bebé. —Las lágrimas brotan de esos ojos
manchados de azul marino que he pasado incontables horas mirando.
Esto jode mi valentía. Tanto que no puedo mirarlo más tiempo o
simplemente puedo cambiar de opinión y dejar que Lou tome a quien
quiera.
—Sácalo de aquí —medio grito a Tim.
Theo comienza a luchar contra el agarre de hierro de Tim, gritando
obscenidades al aire. Se necesita tanto de Tim como de Vic para
someterlo. El miedo y la adrenalina pueden ser bastante potenciadores.
Mientras lo arrastran fuera del establo, todavía pateando y protestando,
él grita con enojo:
—¡Nunca te lo perdonaré, Ans! —Y luego como si lo pensara mejor,
suplica una vez más—. Por favor, bebé, no me dejes. —La distancia que
crece entre nosotros hace que sus palabras sean más débiles como si la
pelea lo venciera.
Las lágrimas me ciegan y me vuelvo hacia Cade mientras consigo
controlarme. Fuerte. Sé fuerte. Sé valiente, Anniston. Doy una pequeña
sonrisa a Cade cuando Lou ajusta su puntería a mi pecho. Los ojos de
Cade rastrean el movimiento y cuando se encuentran con los míos le digo,
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"te amo", y luego fuerzo la orden que nadie negaría jamás.
—Soy tu Comandante. ¡Te lo ordeno, soldado, toma tu oportunidad!
Hayes me mira, en pánico. Reajusta el agarre de su rifle varias
veces y lo aprieta con fuerza contra su mejilla.
Le brindo la misma sonrisa cansada y le digo calmadamente:
—Te amo, los amo a todos, ahora fuego, guapo.
Una lágrima silenciosa cae por su rostro mientras mueve el dedo
hacia el gatillo. Un clic es el único sonido en el granero, y se escucha
como en un sonido envolvente.
Cierro los ojos. Un rugido de dolor recorre el establo cuando un
estruendo fuerte me ensordece. Una descarga se dispara y luego otra, un
impacto que me tira al suelo. Pienso en los muchachos, con la esperanza
de que sobrevivan a las secuelas de este desastre. Rezo para tener
suficiente tiempo con ellos, para que las heridas que tengan sean
sanadas. Rezo por Theo. Rezo para que encuentre amor y felicidad,
incluso si no es conmigo.
Me duele el corazón mientras yazgo en la tierra, suplicando a Dios.
Pidiendo perdón, rogando misericordia para mis chicos.
Los segundos pasan y nunca pierdo el conocimiento. Todavía estoy
viva. Mierda. ¿Golpeó un punto que no es fatal? Mis endorfinas deben
estar pateando un gran culo. El dolor no está mal. No como pensé que
sería recibir una bala. Tal vez tenga una cicatriz genial como los chicos,
o tal vez estoy a punto de desangrarme y morir.
De repente, una gran forma golpea el suelo a mi lado. Ojos índigo
se encuentran con los míos antes de que se cierren.
Theo.
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Anniston
SACRIFICIO
Traducido por RRZOE
& yiany
352
Anniston
ME TUVISTE CON LA BOLA RÁPIDA
Traducido por Emotica G. W
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Breck:
Mi nombre es Brecklyn Brannon, y no soy quien pretendo ser.
Hace un año, empaqué mi vida prometedora en la ciudad por un
hombre que solo vi una vez.
Aceptar un trabajo temporal con Cade y cuatro veteranos
candentes debería haber sido mi forma de entrar.
Excepto que Cade actúa como si quisiera ser torturado antes que
hablar conmigo.
Él puede resistirse todo lo que quiera, pero hice una promesa que
intentaré cumplir.
Incluso si eso me cuesta todo.
Cade:
La he observado durante más de un año.
Hay algo en ella que me resulta familiar... pero ahora que vive
aquí durante dos semanas, no me importa lo que sea.
Solo quiero que se vaya.
Breck es la tentación personificada, y algunas líneas no se
pueden cruzar.
Soy el Mayor Cade Jameson, y también hice una promesa.
Una que no puedo romper.
Sin importar lo difícil que sea.
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